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Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 8
- ¿Le ha dicho al señor L’Antino que soy sospechosa de asesinato?- preguntó atónita. Ahora sí que no tenía que preocuparse por su regreso a San Jorge. De un modo u otro, su corta experiencia fuera de su pueblo natal, había tocado a su fin. Lo más probable es que no regresara allí directamente. Quizá pasara primero por algún correccional de mujeres donde alguna chica que la doblaría en peso y estatura, le daría unas cuantas lecciones sobre corte y confección… cosiéndole los botones de la camisa a la piel. O peor aún, su madre la visitaría cada domingo para recordarle lo ventajoso que podía haber sido aceptar a David Wilson como esposo.- Estoy acabada. Delta McKendrie ya debe estar celebrándolo.
- No sea tonta, _____.- Nick apartó la mirada de ella, pues llevaba varios segundos fascinado con la expresión cómica de su cara.- Nadie ha dicho que usted sea sospechosa. Y por otro lado, alguien que está muerto firmó con el nombre de L’Antino en el motel. Tenía derecho a saberlo. De hecho, puede incluso que él fuera realmente el objetivo del asesino. Solo le hemos contado que quizá sea usted testigo de un delito y que necesitamos que se ausente por un tiempo para protegerla. Por su parte, el señor L’Antino ha aceptado que le asignemos protección hasta que este asunto se aclare.
- Pero Alex… mi compañera de piso, ella podría quedarse conmigo mientras…
- ¿Se refiere a Alexandrina Hudson, la chica de los anuncios de la ropa interior de sabores?- la interrumpió secamente.
_____ asintió. A Alex siempre le había avergonzado aquel pequeño desliz en su carrera como modelo.
- Ella debía regresar hoy de…
- Las Vegas, lo sabemos. Una compañera suya nos habló de su amiga.
- Ya entiendo…- le miró con rabia.- Han estado investigándome, ¿no es así? ¿Y dice que no soy sospechosa?
- No sea ridícula, _____. Solo intentamos que nadie le haga daño.
- Pero no me cree cuando le digo que jamás he estado en ese motel y que no conozco a ese Kevin Miller.- le espetó, abriendo la puerta con violencia.
- ¿Acaso se le ocurre alguna razón por la que alguien querría suplantar su personalidad?- Nick había hecho la pregunta sin convicción. La reacción de ella, al encogerse de hombros, le sirvió como respuesta. La observó con fijeza nuevamente… Diablos, ella no era más una chica corriente jugando a ser frívola y superficial… La gente no imitaba a las chicas como ella. La gente ni siquiera reparaba en chicas como _____ Baker. Excepto él, quien se sentía profundamente intrigado por sus ojos color miel.- La esperaré en los aparcamientos. Si no viene, subiré a buscarla personalmente.
- ¿Es una orden?- inquirió, molesta por su tono autoritario.
- Me temo que sí, _____. Y por favor, no haga tonterías.
- ¿Qué cree que voy a hacer, escapar por la ventana del lavabo?- _____ apretó los puños con rabia.- Señor Jonas… Puede que sea usted muy listo. Pero le diré una cosa. No sabe nada de mí. No sabe nada de mi vida. No puede mirarme con esa expresión de perro sabueso y darme órdenes como si fuera mi padre… Y no puede decirme que tengo que resignarme a tenerle pegado a mis faldas el resto de mi vida… No, señor…
- No pretendo ser su guardián el resto de su vida, _____.- sonrió contra su voluntad. Ella estaba realmente encantadora con aquellos puntitos brillantes en los ojos y las mejillas encendidas. Borró la sonrisa de inmediato al ver como ella apretaba los labios furiosa - Solo mientras dure la investigación. Después, le prometo que no volverá a ver mi cara de… ¿cómo ha dicho… perro sabueso?
- Oh, ¡váyase al Diablo!
- Recuerde, _____. Media hora. Si no está en el aparcamiento pasado ese tiempo, la bajaré en brazos delante de sus compañeros y le haré pasar la mayor vergüenza que pueda recordar, ¿ha comprendido?
- Sí, sí… maldito, idiota, insensible…- masculló mientras se dirigía a la taquilla para recoger sus objetos personales.
******
_____ entró en el coche de Nick sin dejar de pensar que todo aquello debía ser un tremendo error y que todo ello debía estar sucediéndole a otra persona. En algún lugar de la geografía, existía otra _____ Baker que había metido la pata al liarse con un tipo que ahora estaba en el depósito de cadáveres y que sin embargo, no tenía que sufrir la mirada acusadora de ese policía antipático. Estaba segura de que era así. Casi había anochecido. Vio como Nick conducía silenciosamente en dirección a su apartamento a pesar de que ella no le había dado su dirección. Realmente, la había seguido todo el tiempo. Al llegar, se metió a toda prisa en el ascensor, ignoró a la señora Parker cuando pasó junto a ella y abrió con rapidez la puerta, sonriendo cuando algo peludo le pasó entre las piernas. Lanzó el bolso sobre el sofá y se inclinó para acariciarlo.
- ¿Alex… Alex…?
Nadie contestó a su enérgica llamada. _____ suspiró.
- Hola, “minino”- acarició nuevamente al animal y se volvió hacia Nick, haciéndole un gesto para que pasara.- Oh, no se preocupe. No muerde. Es un encanto, siempre sale a recibirme, ¿verdad que sí?
“Como no. Sabía que tendría un gato. Y que me aspen si no es el más feo que he visto”, dijo para sí mismo con cierto fastidio y se tapó la nariz para sofocar un estornudo.
- ¿Se ha resfriado, Nick?- preguntó ella mientras cerraba la puerta a sus espaldas
y tomaba al gato en brazos para hacerle unas carantoñas. Al pobre animal le faltaba la mitad de una oreja y tenía una especie de desprendimiento de retina en uno de sus grises ojos. Seguramente resultado de alguna gresca con algún otro gato callejero como él. A decir verdad, su aspecto era grotesco, con todo aquel pelo negro y blanco al que faltaban mechones irregulares en la zona del lomo. Sin embargo, ella le mimaba como si el bicho fuera descendiente directo de aquel gato negro actor que acompañaba a la bruja Sabrina en la serie.
- Soy alérgico.- contestó, contrariado porque a la señorita Baker parecía alegrarle la noticia.- ¿Cómo se llama?
- “Minino”- _____ dejó al gato en el suelo y le miró, retándole a espantarle cuando rozó con su cola las piernas del hombre.
- ¿Tiene un gato que se llama “Minino”?
- Ajá… Aunque en realidad, no lo tengo. Alex lo recogió una noche después que lo encontrara moribundo en el portal. Algún desgraciado se había divertido haciéndole “eso” y lo había abandonado allí al ver que Alex se disponía a entrar. Debía sentirse especialmente sensible esa noche para hacer algo así porque ella odia los gatos, como usted.
- No los odio.- se defendió, molesto por su observación y añadió.- Soy alérgico, ya se lo he dicho.
- Bueno, es igual. Alex no los soporta. – se encogió de hombros.- Pero esa noche su novio o algo así, le había dado plantón… En resumen, cogió a “Minino” y le trajo al apartamento. Después, yo lo llevé al veterinario y cuando descubrí que Alex jamás asumiría la responsabilidad de alimentarle cada día, le adopté. Cuido de él desde entonces. Lo que me hace recordar…
La siguió mientras ella se dirigía a la cocina. Se dio perfecta cuenta de que ella había apagado el contestador del teléfono con desastroso disimulo. La lucecita roja del aparato dejó de parpadear.
- Debes estar hambriento.- llenó un recipiente con dos compartimentos de leche y comida de lata, respectivamente y se colocó en cuclillas para animar al animal a degustar su suculenta cena. Tras asegurarse que “Minino” quedaba satisfecho, se irguió y poniendo los brazos en jarras sobre la cintura, clavó en él su mirada curiosa.- ¿Y bien, Nick?
- ¿Y bien?- Nick arqueó las cejas, divertido en el fondo por la pésima interpretación de la mujer.
- Ya lo ha visto. – señaló a su alrededor.- Puede que “Minino” le parezca un peligroso delincuente del mundo del hampa de los gatos. Pero es inofensivo. Y aparte de eso… A mi me parece que este apartamento es bastante seguro. Así que ya puede marcharse.
- ¿Le ha dicho al señor L’Antino que soy sospechosa de asesinato?- preguntó atónita. Ahora sí que no tenía que preocuparse por su regreso a San Jorge. De un modo u otro, su corta experiencia fuera de su pueblo natal, había tocado a su fin. Lo más probable es que no regresara allí directamente. Quizá pasara primero por algún correccional de mujeres donde alguna chica que la doblaría en peso y estatura, le daría unas cuantas lecciones sobre corte y confección… cosiéndole los botones de la camisa a la piel. O peor aún, su madre la visitaría cada domingo para recordarle lo ventajoso que podía haber sido aceptar a David Wilson como esposo.- Estoy acabada. Delta McKendrie ya debe estar celebrándolo.
- No sea tonta, _____.- Nick apartó la mirada de ella, pues llevaba varios segundos fascinado con la expresión cómica de su cara.- Nadie ha dicho que usted sea sospechosa. Y por otro lado, alguien que está muerto firmó con el nombre de L’Antino en el motel. Tenía derecho a saberlo. De hecho, puede incluso que él fuera realmente el objetivo del asesino. Solo le hemos contado que quizá sea usted testigo de un delito y que necesitamos que se ausente por un tiempo para protegerla. Por su parte, el señor L’Antino ha aceptado que le asignemos protección hasta que este asunto se aclare.
- Pero Alex… mi compañera de piso, ella podría quedarse conmigo mientras…
- ¿Se refiere a Alexandrina Hudson, la chica de los anuncios de la ropa interior de sabores?- la interrumpió secamente.
_____ asintió. A Alex siempre le había avergonzado aquel pequeño desliz en su carrera como modelo.
- Ella debía regresar hoy de…
- Las Vegas, lo sabemos. Una compañera suya nos habló de su amiga.
- Ya entiendo…- le miró con rabia.- Han estado investigándome, ¿no es así? ¿Y dice que no soy sospechosa?
- No sea ridícula, _____. Solo intentamos que nadie le haga daño.
- Pero no me cree cuando le digo que jamás he estado en ese motel y que no conozco a ese Kevin Miller.- le espetó, abriendo la puerta con violencia.
- ¿Acaso se le ocurre alguna razón por la que alguien querría suplantar su personalidad?- Nick había hecho la pregunta sin convicción. La reacción de ella, al encogerse de hombros, le sirvió como respuesta. La observó con fijeza nuevamente… Diablos, ella no era más una chica corriente jugando a ser frívola y superficial… La gente no imitaba a las chicas como ella. La gente ni siquiera reparaba en chicas como _____ Baker. Excepto él, quien se sentía profundamente intrigado por sus ojos color miel.- La esperaré en los aparcamientos. Si no viene, subiré a buscarla personalmente.
- ¿Es una orden?- inquirió, molesta por su tono autoritario.
- Me temo que sí, _____. Y por favor, no haga tonterías.
- ¿Qué cree que voy a hacer, escapar por la ventana del lavabo?- _____ apretó los puños con rabia.- Señor Jonas… Puede que sea usted muy listo. Pero le diré una cosa. No sabe nada de mí. No sabe nada de mi vida. No puede mirarme con esa expresión de perro sabueso y darme órdenes como si fuera mi padre… Y no puede decirme que tengo que resignarme a tenerle pegado a mis faldas el resto de mi vida… No, señor…
- No pretendo ser su guardián el resto de su vida, _____.- sonrió contra su voluntad. Ella estaba realmente encantadora con aquellos puntitos brillantes en los ojos y las mejillas encendidas. Borró la sonrisa de inmediato al ver como ella apretaba los labios furiosa - Solo mientras dure la investigación. Después, le prometo que no volverá a ver mi cara de… ¿cómo ha dicho… perro sabueso?
- Oh, ¡váyase al Diablo!
- Recuerde, _____. Media hora. Si no está en el aparcamiento pasado ese tiempo, la bajaré en brazos delante de sus compañeros y le haré pasar la mayor vergüenza que pueda recordar, ¿ha comprendido?
- Sí, sí… maldito, idiota, insensible…- masculló mientras se dirigía a la taquilla para recoger sus objetos personales.
******
_____ entró en el coche de Nick sin dejar de pensar que todo aquello debía ser un tremendo error y que todo ello debía estar sucediéndole a otra persona. En algún lugar de la geografía, existía otra _____ Baker que había metido la pata al liarse con un tipo que ahora estaba en el depósito de cadáveres y que sin embargo, no tenía que sufrir la mirada acusadora de ese policía antipático. Estaba segura de que era así. Casi había anochecido. Vio como Nick conducía silenciosamente en dirección a su apartamento a pesar de que ella no le había dado su dirección. Realmente, la había seguido todo el tiempo. Al llegar, se metió a toda prisa en el ascensor, ignoró a la señora Parker cuando pasó junto a ella y abrió con rapidez la puerta, sonriendo cuando algo peludo le pasó entre las piernas. Lanzó el bolso sobre el sofá y se inclinó para acariciarlo.
- ¿Alex… Alex…?
Nadie contestó a su enérgica llamada. _____ suspiró.
- Hola, “minino”- acarició nuevamente al animal y se volvió hacia Nick, haciéndole un gesto para que pasara.- Oh, no se preocupe. No muerde. Es un encanto, siempre sale a recibirme, ¿verdad que sí?
“Como no. Sabía que tendría un gato. Y que me aspen si no es el más feo que he visto”, dijo para sí mismo con cierto fastidio y se tapó la nariz para sofocar un estornudo.
- ¿Se ha resfriado, Nick?- preguntó ella mientras cerraba la puerta a sus espaldas
y tomaba al gato en brazos para hacerle unas carantoñas. Al pobre animal le faltaba la mitad de una oreja y tenía una especie de desprendimiento de retina en uno de sus grises ojos. Seguramente resultado de alguna gresca con algún otro gato callejero como él. A decir verdad, su aspecto era grotesco, con todo aquel pelo negro y blanco al que faltaban mechones irregulares en la zona del lomo. Sin embargo, ella le mimaba como si el bicho fuera descendiente directo de aquel gato negro actor que acompañaba a la bruja Sabrina en la serie.
- Soy alérgico.- contestó, contrariado porque a la señorita Baker parecía alegrarle la noticia.- ¿Cómo se llama?
- “Minino”- _____ dejó al gato en el suelo y le miró, retándole a espantarle cuando rozó con su cola las piernas del hombre.
- ¿Tiene un gato que se llama “Minino”?
- Ajá… Aunque en realidad, no lo tengo. Alex lo recogió una noche después que lo encontrara moribundo en el portal. Algún desgraciado se había divertido haciéndole “eso” y lo había abandonado allí al ver que Alex se disponía a entrar. Debía sentirse especialmente sensible esa noche para hacer algo así porque ella odia los gatos, como usted.
- No los odio.- se defendió, molesto por su observación y añadió.- Soy alérgico, ya se lo he dicho.
- Bueno, es igual. Alex no los soporta. – se encogió de hombros.- Pero esa noche su novio o algo así, le había dado plantón… En resumen, cogió a “Minino” y le trajo al apartamento. Después, yo lo llevé al veterinario y cuando descubrí que Alex jamás asumiría la responsabilidad de alimentarle cada día, le adopté. Cuido de él desde entonces. Lo que me hace recordar…
La siguió mientras ella se dirigía a la cocina. Se dio perfecta cuenta de que ella había apagado el contestador del teléfono con desastroso disimulo. La lucecita roja del aparato dejó de parpadear.
- Debes estar hambriento.- llenó un recipiente con dos compartimentos de leche y comida de lata, respectivamente y se colocó en cuclillas para animar al animal a degustar su suculenta cena. Tras asegurarse que “Minino” quedaba satisfecho, se irguió y poniendo los brazos en jarras sobre la cintura, clavó en él su mirada curiosa.- ¿Y bien, Nick?
- ¿Y bien?- Nick arqueó las cejas, divertido en el fondo por la pésima interpretación de la mujer.
- Ya lo ha visto. – señaló a su alrededor.- Puede que “Minino” le parezca un peligroso delincuente del mundo del hampa de los gatos. Pero es inofensivo. Y aparte de eso… A mi me parece que este apartamento es bastante seguro. Así que ya puede marcharse.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 9
El abrió la nevera como si no hubiera escuchado una palabra. Observó con desagrado que la dieta de _____ Baker era el fiel reflejo de ella misma. Una chica de pueblo apañada que sobrevivía en la gran ciudad como podía y que quizá se mezclaba con quien no debía. Un desastre. Una porción de pizza de peperoni a la que faltaban un par de mordiscos, dos rollitos de primavera precocinados y algunas latas abiertas a medio usar. La miró y se apartó cuando ella cerró la nevera con brusquedad.
- Está bien, lo confieso. No se cocinar. ¿Es un delito?- inquirió, ocultando rápidamente un brick de leche agria que acababa de descubrir junto al microondas.- Y además, siempre como fuera. Y Alex está siguiendo una dieta que comenzó desde los trece años… Ya sabe, chocolatinas energéticas y agua mineral. Ella tiene que cuidarse, por su profesión, ya me entiende… Pero le encanta ver como atiborro mi cuerpo con toda esta porquería. Y yo jamás defraudo a una amiga…Y además, no le interesa.
- Solo quería tomar algo.
- Oh… ¿Un refresco, quizá?- no se lo dijo. Pero en su última crisis, Alex había terminado con las reservas de alcohol. Y todo por un tipo presumido que seguro que ni siquiera la merecía…
Nick se apoyó en la mesa y con un movimiento felino, atrapó la lata de cola que ella le lanzaba.
- Así que su amiga Alex no ha regresado de ese viaje.- comentó con fingida indiferencia.
- Estoy segura de que llegará de un momento a otro.- mintió. La conocía lo bastante para saber que si no estaba allí, ya no la vería aquella noche. O su vuelo se había retrasado o había decidido quedarse en Las Vegas unos días más. Claro que no se lo diría a Nick. Solo le faltaba que quisiera quedarse toda la noche para fastidiarla con sus preguntas. Levantó las manos y las fue agitando en dirección a la puerta, en un gracioso gesto que pretendía recordarle donde estaba la salida.- Bueno, señor Jonas. Ha sido muy amable al acompañarme. Pero ahora… Me gustaría darme una ducha y acostarme. Sola, Nick.
Ducha… Acostarse…Ambas palabras hicieron que Nick se atragantara con el refresco. Al momento, recompuso su expresión para mirarla con aquella mirada suspicaz que parecía querer leer en el interior de sus ojos.
- ¿Me ha oído, Nick?
- Perfectamente, _____, pero no iré a ninguna parte. No puedo dejarla sola, dadas las circunstancias.- anunció con toda calma, a pesar de que ella había enrojecido al escuchar la primera frase.
- Ah, no… Usted no se quedará, ni pensarlo… No pasará la noche aquí.- _____ agitó la cabeza varias veces y caminó hacia la puerta. El la seguía.- Le juro que no iré a ninguna parte…Oiga, le prometo que no haré ninguna tontería y repasaré mentalmente esas fotografías que me enseñó durante toda la noche, incluso las del tipo muerto…
Pero no puede quedarse.
- Sí puedo, _____.- le mostró fugazmente su placa, sonriendo con sarcasmo.
- Pero… ¡“Minino”, eso es…! Usted es alérgico, ¿recuerda?... – ella le apuntó con el dedo y Nick se rascó instintivamente la incipiente barba que comenzaba a crecer.- Créame, Nick… Se pondrá fatal. Le saldrá un terrible sarpullido y no podrá respirar… He visto a gente retorcerse en el suelo de impotencia y rascarse hasta levantarse la piel…
- _____… Me quedo.- la interrumpió con tono cortante.
- Está bien… ¡maldito cabezota!... ¡Entonces me iré yo!- abrió la puerta y la cerró de un portazo al salir. Nick miró su reloj y esperó pacientemente. Si no se equivocaba con ella, no tardaría en recapacitar. La escuchó maldecir al otro lado. Bien. Treinta segundos. Ahora ella mascullaba algo entre dientes. Mejor. Abrió la puerta y se apartó para hacerla pasar. _____ le miraba como si acabara de comprender que nunca se libraría de él.
- Yo vivo aquí…- murmuró, clavando los ojos en sus propios pies.- No puedo marcharme… No puedo dejar a “Minino” solo… ¿quién se ocuparía de él hasta que Alex vuelva? Y esa idiota de Carrie Parker, engañando al pobre Oliver… debo hablar con ella… Y además, yo… No tengo a donde ir.
Eso no era del todo cierto. Siempre podía regresar a San Jorge, con mamá yDavid
Wilson. Pero, ¿cómo explicarle a mamá que había regresado porque huía de un supuesto asesino que probablemente quería enviarla a hacer compañía al pobre y difunto Kevin Miller? Aquello le provocaría un infarto. Suspiró, sintiéndose acorralada.
- _____.- la llamó y por primera vez después de aquel encuentro en la cafetería, su voz sonó amable. Unos dedos fuertes la obligaron a levantar la barbilla para mirarla. Se mordió los labios, avergonzada porque su contacto la había hecho enrojecer. El los apartó enseguida.- Usted cuide de “Minino”. Yo cuidaré de usted, ¿de acuerdo?
Ella lo pensó un instante. Era agradable que un tipo atractivo se dirigiera a ella en aquellos términos para variar. Aunque, por otro lado… Qué tontería. Nick Jonas solo se interesaba por ella porque cumplía con su deber.
- Está bien.- se metió en su dormitorio y regresó al momento con unas mantas y una almohada. Las tiró al suelo, muy cerca de él.- Le diría que utilizara la cama de Alex.
Pero no quiero que la asuste si regresa en mitad de la noche. Puede dormir en el sofá.
- El sofá estará bien.- aceptó, recogiendo las mantas y doblándolas bajo el brazo.
- Dejaré que se quede solo esta noche, Nick.- puntualizó.- Mañana en cuanto amanezca, quiero que desaparezca de mi vida, ¿lo ha entendido?
- _____…
- No, no, no…- ella no le dejó continuar.- Si no soy sospechosa y no estoy detenida, no hay ninguna ley que me obligue a tenerle cerca, ¿me equivoco? No puede retenerme contra mi voluntad, Nick. Lo sabe muy bien.
- Puedo pedir una orden judicial, señorita Baker.- se enfrentó a ella y durante una fracción de segundo, el movimiento sensual de aquellos labios plenos que se abrían para protestar le hipnotizó. Apartó la mirada con rapidez, molesto consigo mismo por dejar que provocara en él aquella extraña sensación. Añadió con tono cortante.- La obstrucción a la Justicia sí es un delito.
- Oh… Váyase al Diablo, Nick…Escuchándole, me siento como “_____, la descuartizadora”… ¿Quién se ha creído que es, “Harry, el Sucio”…? Sepa que no me impresiona su placa.
Nick reprimió una sonrisa. Realmente, _____ Baker era una chica… ¿cómo decirlo… distinta? Alguien quería liquidarla. Pero lejos de llorar, ella se preocupaba por su vecina infiel y por su gato horripilante.
- _____, dése esa ducha.- ella obedeció y caminó hacia el cuarto de baño, no sin antes volverse hacia él para tener, como ya sospechaba que era habitual en ella, la última palabra.- ¿Sí, señorita Baker?
- Lo haré. Pero no porque usted me lo ordene, Nick Jonas. Lo haré porque me apetece.
- Buena chica.
En respuesta, ella cerró la puerta del aseo con un fuerte golpe. Nick echó una ojeada a su alrededor. _____ tenía pegatinas de aquel canario repelente de los dibujos animados por todas partes. En la puerta del dormitorio, en la nevera, en las estanterías… La imaginó durmiendo con uno de aquellos infantiles camisones. Sonrió. _____ Baker solo era una niña perdida en un mundo de adultos. Supo que debía protegerla. Deseaba protegerla… Pero ella tenía que mostrarse más receptiva o la enviaría al diablo y tendría que apañárselas solita.
El abrió la nevera como si no hubiera escuchado una palabra. Observó con desagrado que la dieta de _____ Baker era el fiel reflejo de ella misma. Una chica de pueblo apañada que sobrevivía en la gran ciudad como podía y que quizá se mezclaba con quien no debía. Un desastre. Una porción de pizza de peperoni a la que faltaban un par de mordiscos, dos rollitos de primavera precocinados y algunas latas abiertas a medio usar. La miró y se apartó cuando ella cerró la nevera con brusquedad.
- Está bien, lo confieso. No se cocinar. ¿Es un delito?- inquirió, ocultando rápidamente un brick de leche agria que acababa de descubrir junto al microondas.- Y además, siempre como fuera. Y Alex está siguiendo una dieta que comenzó desde los trece años… Ya sabe, chocolatinas energéticas y agua mineral. Ella tiene que cuidarse, por su profesión, ya me entiende… Pero le encanta ver como atiborro mi cuerpo con toda esta porquería. Y yo jamás defraudo a una amiga…Y además, no le interesa.
- Solo quería tomar algo.
- Oh… ¿Un refresco, quizá?- no se lo dijo. Pero en su última crisis, Alex había terminado con las reservas de alcohol. Y todo por un tipo presumido que seguro que ni siquiera la merecía…
Nick se apoyó en la mesa y con un movimiento felino, atrapó la lata de cola que ella le lanzaba.
- Así que su amiga Alex no ha regresado de ese viaje.- comentó con fingida indiferencia.
- Estoy segura de que llegará de un momento a otro.- mintió. La conocía lo bastante para saber que si no estaba allí, ya no la vería aquella noche. O su vuelo se había retrasado o había decidido quedarse en Las Vegas unos días más. Claro que no se lo diría a Nick. Solo le faltaba que quisiera quedarse toda la noche para fastidiarla con sus preguntas. Levantó las manos y las fue agitando en dirección a la puerta, en un gracioso gesto que pretendía recordarle donde estaba la salida.- Bueno, señor Jonas. Ha sido muy amable al acompañarme. Pero ahora… Me gustaría darme una ducha y acostarme. Sola, Nick.
Ducha… Acostarse…Ambas palabras hicieron que Nick se atragantara con el refresco. Al momento, recompuso su expresión para mirarla con aquella mirada suspicaz que parecía querer leer en el interior de sus ojos.
- ¿Me ha oído, Nick?
- Perfectamente, _____, pero no iré a ninguna parte. No puedo dejarla sola, dadas las circunstancias.- anunció con toda calma, a pesar de que ella había enrojecido al escuchar la primera frase.
- Ah, no… Usted no se quedará, ni pensarlo… No pasará la noche aquí.- _____ agitó la cabeza varias veces y caminó hacia la puerta. El la seguía.- Le juro que no iré a ninguna parte…Oiga, le prometo que no haré ninguna tontería y repasaré mentalmente esas fotografías que me enseñó durante toda la noche, incluso las del tipo muerto…
Pero no puede quedarse.
- Sí puedo, _____.- le mostró fugazmente su placa, sonriendo con sarcasmo.
- Pero… ¡“Minino”, eso es…! Usted es alérgico, ¿recuerda?... – ella le apuntó con el dedo y Nick se rascó instintivamente la incipiente barba que comenzaba a crecer.- Créame, Nick… Se pondrá fatal. Le saldrá un terrible sarpullido y no podrá respirar… He visto a gente retorcerse en el suelo de impotencia y rascarse hasta levantarse la piel…
- _____… Me quedo.- la interrumpió con tono cortante.
- Está bien… ¡maldito cabezota!... ¡Entonces me iré yo!- abrió la puerta y la cerró de un portazo al salir. Nick miró su reloj y esperó pacientemente. Si no se equivocaba con ella, no tardaría en recapacitar. La escuchó maldecir al otro lado. Bien. Treinta segundos. Ahora ella mascullaba algo entre dientes. Mejor. Abrió la puerta y se apartó para hacerla pasar. _____ le miraba como si acabara de comprender que nunca se libraría de él.
- Yo vivo aquí…- murmuró, clavando los ojos en sus propios pies.- No puedo marcharme… No puedo dejar a “Minino” solo… ¿quién se ocuparía de él hasta que Alex vuelva? Y esa idiota de Carrie Parker, engañando al pobre Oliver… debo hablar con ella… Y además, yo… No tengo a donde ir.
Eso no era del todo cierto. Siempre podía regresar a San Jorge, con mamá yDavid
Wilson. Pero, ¿cómo explicarle a mamá que había regresado porque huía de un supuesto asesino que probablemente quería enviarla a hacer compañía al pobre y difunto Kevin Miller? Aquello le provocaría un infarto. Suspiró, sintiéndose acorralada.
- _____.- la llamó y por primera vez después de aquel encuentro en la cafetería, su voz sonó amable. Unos dedos fuertes la obligaron a levantar la barbilla para mirarla. Se mordió los labios, avergonzada porque su contacto la había hecho enrojecer. El los apartó enseguida.- Usted cuide de “Minino”. Yo cuidaré de usted, ¿de acuerdo?
Ella lo pensó un instante. Era agradable que un tipo atractivo se dirigiera a ella en aquellos términos para variar. Aunque, por otro lado… Qué tontería. Nick Jonas solo se interesaba por ella porque cumplía con su deber.
- Está bien.- se metió en su dormitorio y regresó al momento con unas mantas y una almohada. Las tiró al suelo, muy cerca de él.- Le diría que utilizara la cama de Alex.
Pero no quiero que la asuste si regresa en mitad de la noche. Puede dormir en el sofá.
- El sofá estará bien.- aceptó, recogiendo las mantas y doblándolas bajo el brazo.
- Dejaré que se quede solo esta noche, Nick.- puntualizó.- Mañana en cuanto amanezca, quiero que desaparezca de mi vida, ¿lo ha entendido?
- _____…
- No, no, no…- ella no le dejó continuar.- Si no soy sospechosa y no estoy detenida, no hay ninguna ley que me obligue a tenerle cerca, ¿me equivoco? No puede retenerme contra mi voluntad, Nick. Lo sabe muy bien.
- Puedo pedir una orden judicial, señorita Baker.- se enfrentó a ella y durante una fracción de segundo, el movimiento sensual de aquellos labios plenos que se abrían para protestar le hipnotizó. Apartó la mirada con rapidez, molesto consigo mismo por dejar que provocara en él aquella extraña sensación. Añadió con tono cortante.- La obstrucción a la Justicia sí es un delito.
- Oh… Váyase al Diablo, Nick…Escuchándole, me siento como “_____, la descuartizadora”… ¿Quién se ha creído que es, “Harry, el Sucio”…? Sepa que no me impresiona su placa.
Nick reprimió una sonrisa. Realmente, _____ Baker era una chica… ¿cómo decirlo… distinta? Alguien quería liquidarla. Pero lejos de llorar, ella se preocupaba por su vecina infiel y por su gato horripilante.
- _____, dése esa ducha.- ella obedeció y caminó hacia el cuarto de baño, no sin antes volverse hacia él para tener, como ya sospechaba que era habitual en ella, la última palabra.- ¿Sí, señorita Baker?
- Lo haré. Pero no porque usted me lo ordene, Nick Jonas. Lo haré porque me apetece.
- Buena chica.
En respuesta, ella cerró la puerta del aseo con un fuerte golpe. Nick echó una ojeada a su alrededor. _____ tenía pegatinas de aquel canario repelente de los dibujos animados por todas partes. En la puerta del dormitorio, en la nevera, en las estanterías… La imaginó durmiendo con uno de aquellos infantiles camisones. Sonrió. _____ Baker solo era una niña perdida en un mundo de adultos. Supo que debía protegerla. Deseaba protegerla… Pero ella tenía que mostrarse más receptiva o la enviaría al diablo y tendría que apañárselas solita.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 10
_____ se mordió los labios mientras decidía si se acercaba o no. Amanecía…
Dejó las luces apagadas para no despertarle. Bien mirado, ese Nick no parecía tan fiero en esa postura. Más bien, recordaba a la dulce Bella Durmiente de los cuentos. Y roncaba. Sonrió para sus adentros. Bien. Puede que solo fuera un tipo corriente aunque lo bastante atractivo para que ella hubiera pasado la noche en vela recordando el tactode sus manos. Pero ella no le gustaba. Eso era evidente. Nick Jonas solo la consideraba otra jovencita atolondrada por la que debía jugarse el pellejo una vez más. Y además, lo cierto es que no le apetecía nada pasar la vergüenza de tener que explicarle qué hacía su ropa interior allí. No le apetecía que aquel tipo que la criticaba todo el tiempo con la mirada, descubriera que también tenía el defecto de dejar su ropa tirada porque ella y
Alex nunca se habían puesto de acuerdo sobre donde colocar el cesto de la ropa sucia. Se acercó sigilosamente. No parecía peligroso. Nick respiraba acompasadamente, lo que indicaba que debía estar teniendo algún sueño apacible que por supuesto, no tenía nada que ver con su ropa interior. _____ arrugó la nariz con disgusto al ver la tira deshilachada del sujetador asomando bajo el cuerpo del hombre. Vaya… “Minino” había vuelto a utilizarlo como cepillo de dientes. Tiró de la prenda con cuidado, deslizándola bajo la espalda musculosa. Casi la tenía… De repente, unos dedos como garfios se cerraron sobre su muñeca y _____ apretó los párpados con fuerza, sintiendo como algo frío y duro se aplastaba sobre su frente.
- ¿_____…?
Ella fue abriendo los ojos, poco a poco, al tiempo que su boca se abría para protestar y sus ojos se bizcaban al comprobar que no era una ilusión. No lo había imaginado. El cañón de un arma apuntaba entre sus ojos, justo entre las cejas. El brillo del acero la cegó momentáneamente. No podía creerlo… ¡La apuntaba con su pistola! Se quedó muy quieta, rezando porque ese Nick no fuera otro de esos policías sicóticos con algún trauma ocasionado por los años de servicio, que salían en los reality-shows de la madrugada. Imaginó que él disparaba contra ella y la llenaba de plomo y el sofá preferido de Alex quedaba perdido de sangre y tejido cerebral. Con el mal genio que tenía últimamente… Alex era muy capaz de arrancarle la piel a Nick solo por el sofá.
Ni pensar en lo que haría si se cargaba a su mejor amiga.
- Por favor, no me mate…- dijo con un hilo de voz.- Yo solo quería recuperar mi… mi…
En un mismo movimiento, Nick se incorporó en el sofá, apartó el arma de su cabeza y la guardó en la funda de piel bajo la axila, ajustando la correa alrededor del pecho. La miraba como si ella fuera una demente extremadamente peligrosa.
- ¿Acaso se ha vuelto loca?- Nick controlaba a duras penas su enfado.- ¡He podido volarle la cabeza!
- ¿Yo me he vuelto loca…?- _____ se apartó de un salto, ocultando en el bolsillo de sus tejanos la prenda que había estado a punto de costarle la vida.- Oiga… ¡Es
- ¿Nadie la ha dicho nunca que no puede acercarse a traición a un poli semidormido?– la espetó, restregándose los ojos y la cara como si aún no pudiera creer que aquello fuera la realidad. – ¿Es que quiere que la maten?
- En realidad, no. Pero ya veo que estando usted cerca, tengo una posibilidad de uno contra cien de mantenerme con vida.- replicó, sarcástica.
- ¡No me diga!- Nick contuvo el impulso inicial de propinarle unos cuantos azotes para enseñar a aquella mujer a no meterse con los de su estatura. Pero al instante, supo que su interpretación de poli con modales de chico malo de barrio, no daría resultado. Aquella señorita Baker no parecía temerle. Ni a él ni a su preciosa Lily, que era el nombre cariñoso con el que había bautizado a su arma reglamentaria. Aún así, quiso dejar bien claro quien estaba al mando. La apuntó con su dedo índice.- Quizá, si no tuviera esa extraña fijación de abalanzarse sobre hombres indefensos, estaría a salvo, señorita Baker.
- Que yo… Pero, ¿qué se ha creído?... Sepa que no me he abalanzado contra usted.- aclaró, avergonzada por lo que él estaba sugiriendo.- Solo quería…
- Ya se. Recuperar su…- con un ágil movimiento, metió sus dedos en el bolsillo de los vaqueros de ella y observó la prenda. Por su expresión, _____ supo que le divertía la situación.- ¿Qué es esto…un sujetador…? ¿Con relleno…? _____… Usted es una buena chica, ¿verdad?
- Déme eso.- se lo quitó de un manotazo, odiándole por el modo en que contenía una sonrisa.- No tiene gracia.
- Yo diría que sí. He estado a punto de pegarle un tiro a la mujer que se supone debo proteger. Y todo, por un sostén raído y con relleno que está para que lo tiren al cubo de la basura. Sí, _____. Es muy gracioso.
- ¡Váyase al diablo!
- Por desgracia para usted, señorita Baker, no pienso ir a ningún sitio.- se burló mientras contemplaba los inútiles esfuerzos de ella por ocultar el resto de la ropa que iba recogiendo de debajo del sofá. Se inclinó y tomó un calcetín con agujeros, sacudiéndolo ante los ojos de ella.- ¿_____… necesita que le preste dinero?
- Qué chistoso.- ella se lo arrebató con brusquedad.- Me gustan así, ¿vale? Y no.
No necesito nada de usted, Nick. Lo único que necesitaba era recuperar mi ropa antes de que un tipo sin escrúpulos y sin el más mínimo respeto por la intimidad, husmease en mis cosas para burlarse de mí. Solo eso.
- Así que se trataba de eso.- Nick se masajeó la nuca, recordando que el bonito sofá de _____ Baker era cualquier cosa menos cómodo. Añadió con el mismo tono irónico.- ¿Por qué no me lo dijo, _____? Soy un caballero. Hubiera cerrado los ojos mientras usted recogía su picante lencería.
- Bah…
- Es cierto, _____. Lo hubiera hecho.- su expresión se volvió más seria esta vez.
La miró a los ojos fijamente.- Pero lo que no deber hacer jamás, es sorprender a un hombre armado. ¿Lo promete?
- ¡Oh, cállese!, ¿quiere?- _____ le dio la espalda, convencida en el fondo de que él estaba en lo cierto. Había sido un tremendo error. Pero no dejaría que la hiciera sentir una tonta por ello el resto de su vida.- ¿Qué le ocurre? ¿Siempre ha sido así de antipático? ¿No cree en Santa Claus, el ratoncito Pérez…? ¿Nunca le han dado una sorpresa, ni siquiera cuando era niño…?
- Nunca, _____.- el tono seco de él le decía que no mentía.- Con cinco años, descubrí que el ratoncito ese era mi padre, que se metía de noche en mi cuarto para colocarme una moneda bajo la almohada. Fue una enorme decepción, créame. Nunca lo superé. Y para que lo sepa, odio la Navidad. Soy alérgico al muérdago, detesto que me hagan regalos y no creo en esas tonterías del espíritu navideño y todo eso. Y si un tipo gordo con barba blanca y vestido de rojo se cuela por mi chimenea sin permiso, le convierto en un colador. Sin pensármelo dos veces. Sin contemplaciones. Por eso sigo con vida.
- Vaya… Sí que he tenido suerte.- _____ pensó que la vida de Nick debía ser terriblemente aburrida. Le pareció que las personas como él no confiaban en nadie, ni siquiera en chicas que tenían un gato deforme y que usaban la ropa interior hasta que se desgastaba.
- Mucha suerte.- reconoció él y desvió la mirada hacia donde ella clavaba sus ojos abiertos y brillantes.- _____… ¿se encuentra bien?
- Oh… sí… eso creo.- titubeó, pensando en lo desagradable que había sido tener aquella pistola tan cerca de su cabeza. Tragó saliva, haciendo más ruido del que deseaba.- Vaya… Nunca había visto un arma tan… cerca.
- Siento haberla asustado.- ahora, Nick parecía sincero. No podía evitar que la expresión asustada y curiosa de ella despertara su compasión. Pero no debía dejarse llevar por las apariencias. Aunque las apariencias eran tan… Pero no.
CONTINUARA
_____ se mordió los labios mientras decidía si se acercaba o no. Amanecía…
Dejó las luces apagadas para no despertarle. Bien mirado, ese Nick no parecía tan fiero en esa postura. Más bien, recordaba a la dulce Bella Durmiente de los cuentos. Y roncaba. Sonrió para sus adentros. Bien. Puede que solo fuera un tipo corriente aunque lo bastante atractivo para que ella hubiera pasado la noche en vela recordando el tactode sus manos. Pero ella no le gustaba. Eso era evidente. Nick Jonas solo la consideraba otra jovencita atolondrada por la que debía jugarse el pellejo una vez más. Y además, lo cierto es que no le apetecía nada pasar la vergüenza de tener que explicarle qué hacía su ropa interior allí. No le apetecía que aquel tipo que la criticaba todo el tiempo con la mirada, descubriera que también tenía el defecto de dejar su ropa tirada porque ella y
Alex nunca se habían puesto de acuerdo sobre donde colocar el cesto de la ropa sucia. Se acercó sigilosamente. No parecía peligroso. Nick respiraba acompasadamente, lo que indicaba que debía estar teniendo algún sueño apacible que por supuesto, no tenía nada que ver con su ropa interior. _____ arrugó la nariz con disgusto al ver la tira deshilachada del sujetador asomando bajo el cuerpo del hombre. Vaya… “Minino” había vuelto a utilizarlo como cepillo de dientes. Tiró de la prenda con cuidado, deslizándola bajo la espalda musculosa. Casi la tenía… De repente, unos dedos como garfios se cerraron sobre su muñeca y _____ apretó los párpados con fuerza, sintiendo como algo frío y duro se aplastaba sobre su frente.
- ¿_____…?
Ella fue abriendo los ojos, poco a poco, al tiempo que su boca se abría para protestar y sus ojos se bizcaban al comprobar que no era una ilusión. No lo había imaginado. El cañón de un arma apuntaba entre sus ojos, justo entre las cejas. El brillo del acero la cegó momentáneamente. No podía creerlo… ¡La apuntaba con su pistola! Se quedó muy quieta, rezando porque ese Nick no fuera otro de esos policías sicóticos con algún trauma ocasionado por los años de servicio, que salían en los reality-shows de la madrugada. Imaginó que él disparaba contra ella y la llenaba de plomo y el sofá preferido de Alex quedaba perdido de sangre y tejido cerebral. Con el mal genio que tenía últimamente… Alex era muy capaz de arrancarle la piel a Nick solo por el sofá.
Ni pensar en lo que haría si se cargaba a su mejor amiga.
- Por favor, no me mate…- dijo con un hilo de voz.- Yo solo quería recuperar mi… mi…
En un mismo movimiento, Nick se incorporó en el sofá, apartó el arma de su cabeza y la guardó en la funda de piel bajo la axila, ajustando la correa alrededor del pecho. La miraba como si ella fuera una demente extremadamente peligrosa.
- ¿Acaso se ha vuelto loca?- Nick controlaba a duras penas su enfado.- ¡He podido volarle la cabeza!
- ¿Yo me he vuelto loca…?- _____ se apartó de un salto, ocultando en el bolsillo de sus tejanos la prenda que había estado a punto de costarle la vida.- Oiga… ¡Es
- ¿Nadie la ha dicho nunca que no puede acercarse a traición a un poli semidormido?– la espetó, restregándose los ojos y la cara como si aún no pudiera creer que aquello fuera la realidad. – ¿Es que quiere que la maten?
- En realidad, no. Pero ya veo que estando usted cerca, tengo una posibilidad de uno contra cien de mantenerme con vida.- replicó, sarcástica.
- ¡No me diga!- Nick contuvo el impulso inicial de propinarle unos cuantos azotes para enseñar a aquella mujer a no meterse con los de su estatura. Pero al instante, supo que su interpretación de poli con modales de chico malo de barrio, no daría resultado. Aquella señorita Baker no parecía temerle. Ni a él ni a su preciosa Lily, que era el nombre cariñoso con el que había bautizado a su arma reglamentaria. Aún así, quiso dejar bien claro quien estaba al mando. La apuntó con su dedo índice.- Quizá, si no tuviera esa extraña fijación de abalanzarse sobre hombres indefensos, estaría a salvo, señorita Baker.
- Que yo… Pero, ¿qué se ha creído?... Sepa que no me he abalanzado contra usted.- aclaró, avergonzada por lo que él estaba sugiriendo.- Solo quería…
- Ya se. Recuperar su…- con un ágil movimiento, metió sus dedos en el bolsillo de los vaqueros de ella y observó la prenda. Por su expresión, _____ supo que le divertía la situación.- ¿Qué es esto…un sujetador…? ¿Con relleno…? _____… Usted es una buena chica, ¿verdad?
- Déme eso.- se lo quitó de un manotazo, odiándole por el modo en que contenía una sonrisa.- No tiene gracia.
- Yo diría que sí. He estado a punto de pegarle un tiro a la mujer que se supone debo proteger. Y todo, por un sostén raído y con relleno que está para que lo tiren al cubo de la basura. Sí, _____. Es muy gracioso.
- ¡Váyase al diablo!
- Por desgracia para usted, señorita Baker, no pienso ir a ningún sitio.- se burló mientras contemplaba los inútiles esfuerzos de ella por ocultar el resto de la ropa que iba recogiendo de debajo del sofá. Se inclinó y tomó un calcetín con agujeros, sacudiéndolo ante los ojos de ella.- ¿_____… necesita que le preste dinero?
- Qué chistoso.- ella se lo arrebató con brusquedad.- Me gustan así, ¿vale? Y no.
No necesito nada de usted, Nick. Lo único que necesitaba era recuperar mi ropa antes de que un tipo sin escrúpulos y sin el más mínimo respeto por la intimidad, husmease en mis cosas para burlarse de mí. Solo eso.
- Así que se trataba de eso.- Nick se masajeó la nuca, recordando que el bonito sofá de _____ Baker era cualquier cosa menos cómodo. Añadió con el mismo tono irónico.- ¿Por qué no me lo dijo, _____? Soy un caballero. Hubiera cerrado los ojos mientras usted recogía su picante lencería.
- Bah…
- Es cierto, _____. Lo hubiera hecho.- su expresión se volvió más seria esta vez.
La miró a los ojos fijamente.- Pero lo que no deber hacer jamás, es sorprender a un hombre armado. ¿Lo promete?
- ¡Oh, cállese!, ¿quiere?- _____ le dio la espalda, convencida en el fondo de que él estaba en lo cierto. Había sido un tremendo error. Pero no dejaría que la hiciera sentir una tonta por ello el resto de su vida.- ¿Qué le ocurre? ¿Siempre ha sido así de antipático? ¿No cree en Santa Claus, el ratoncito Pérez…? ¿Nunca le han dado una sorpresa, ni siquiera cuando era niño…?
- Nunca, _____.- el tono seco de él le decía que no mentía.- Con cinco años, descubrí que el ratoncito ese era mi padre, que se metía de noche en mi cuarto para colocarme una moneda bajo la almohada. Fue una enorme decepción, créame. Nunca lo superé. Y para que lo sepa, odio la Navidad. Soy alérgico al muérdago, detesto que me hagan regalos y no creo en esas tonterías del espíritu navideño y todo eso. Y si un tipo gordo con barba blanca y vestido de rojo se cuela por mi chimenea sin permiso, le convierto en un colador. Sin pensármelo dos veces. Sin contemplaciones. Por eso sigo con vida.
- Vaya… Sí que he tenido suerte.- _____ pensó que la vida de Nick debía ser terriblemente aburrida. Le pareció que las personas como él no confiaban en nadie, ni siquiera en chicas que tenían un gato deforme y que usaban la ropa interior hasta que se desgastaba.
- Mucha suerte.- reconoció él y desvió la mirada hacia donde ella clavaba sus ojos abiertos y brillantes.- _____… ¿se encuentra bien?
- Oh… sí… eso creo.- titubeó, pensando en lo desagradable que había sido tener aquella pistola tan cerca de su cabeza. Tragó saliva, haciendo más ruido del que deseaba.- Vaya… Nunca había visto un arma tan… cerca.
- Siento haberla asustado.- ahora, Nick parecía sincero. No podía evitar que la expresión asustada y curiosa de ella despertara su compasión. Pero no debía dejarse llevar por las apariencias. Aunque las apariencias eran tan… Pero no.
CONTINUARA
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
Hola, nueva lectora la novela se ve muy bien =) siguela , me llamo Dorin =)
Dorin
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
Dorin escribió:Hola, nueva lectora la novela se ve muy bien =) siguela , me llamo Dorin =)
Bienvenidaa!! :D
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 11
_____ Baker no era lo que aparentaba. No era una inocente chica de pueblo que desconocía los excesos de la vida en la ciudad, el sexo y porqué no, tal vez las drogas. Como mínimo, ella había conocido a ese Graham que ahora dormía en el depósito de cadáveres. Como mínimo, sabía muy bien lo que le pasaba a un hombre cuando ella le miraba con aquellos ojos grandes que invitaban a perderse en ellos. Se regañó mentalmente. Quería besarla. Por probar su sabor. Por pasar la prueba de fuego y demostrarse a sí mismo que aquello no era más que parte de su trabajo. Es que esa _____ le inquietaba… Le ponía furioso que ella se tomara el hecho de que alguien quisiera matarla, como lo más natural del mundo. Le sorprendía que ella no fuera otra rubia tonta histérica y malcriada, sollozando porque se había roto una uña. Se inclinó sobre ella y _____ cerró sus ojos nuevamente. Nick era lo bastante alto como para que a su lado, ella pareciera tan insignificante como un insecto. ¿Y si estaba loco? Aquella placa que él le había mostrado como credencial… ¿Era auténtica? Bueno, en realidad, nunca había visto una de verdad. Es decir, nadie la había detenido antes. Y Nick… Bueno, no era un detective gordo con la camiseta sudada y una incipiente calva. Nick era… Atractivo. No. No era exactamente eso. El era… Muy atractivo. Abrió ligeramente uno de sus párpados para analizar sus rudas facciones. Vaya… Sí que era guapo. No como esos tipos que posaban para el calendario de L’Antino y que Alex solía invitar al apartamento. Esos eran sencillamente irreales.
De otro planeta. Tan bien peinaditos, con la manicura hecha y la piel tersa como la de un bebé. Ella se escondía en su cuarto hasta que se marchaban. Por temor a que al verla en su estado natural, con zapatillas y pijama desteñido, gritaran como en aquella película en la que los extraterrestres invadían la tierra apoderándose de los cuerpos de humanos. En una ocasión, Dylan Murphy, un joven de ojos azules y cuerpo de escultura griega, había pensado que se había equivocado de apartamento al despertar. Al descubrirla tomando sus cereales en el salón, había fruncido el ceño y, todavía desnudo, había lanzado una exclamación de horror antes de decir: “dime que esto es una pesadilla y que no me acosté contigo anoche”. Por supuesto, ella había dejado que sufriera un par de minutos antes de confesarle que Alex había tenido que salir temprano para una sesión de fotos. Pero había sido divertido ver como el pobre Dylan palidecía. Aunque ahora, no era divertido que Nick Jonas se inclinara sobre ella como si fuera a estrangularla y encima… Oh, no… El metía las manos en su bolsillo y…
- Me parece que esto también le pertenece.
_____ abrió los ojos de pronto al escuchar su voz grave muy cerca de su oído.
- No es bueno que las parejas anden por separado, ¿no cree?
_____ asintió, notando como los dedos de él se movían fugazmente en el interior de su bolsillo para introducir en él otro de sus calcetines raídos. Después, tomó aire y lo soltó en un exagerado suspiro que no pudo controlar.
- ¿Seguro que está bien, _____?
- Perfectamente.- ella le dio la espalda.- Pero no me gustan las armas.
Concretamente, no me gusta que me apunten con ellas. Así que ya puede pensar en algo para deshacerse de ella si quiere tomar una taza de café en mi cocina.
- ¿Está chiflada, señorita Baker?- no era una pregunta, él ya había dado por sentado que era así. Añadió con tono sarcástico.- ¿Y qué espera que haga si el asesino de Miller nos sorprende? ¿Atizarle con su sostén con relleno?
_____ no contestó. Le dirigió una mirada helada que no admitía discusión.
- Lo lamento, _____. No puedo desprenderme de “Lily”.- insistió Nick, temiendo
que ella no daría su brazo a torcer y tendrían problemas.
- ¿Lily?- arqueó las cejas sin comprender.
- Lily.- repitió él, tocando ligeramente con los dedos el arma que guardaba en la funda de piel.- Oiga, ya se que tiene intención de discutir hasta que nos hagamos viejos. Pero, ¿no podríamos hacer una pausa hasta después del desayuno? Me muero de hambre.
- Ni hablar. Ni sueñe que pienso tenerle cerca tanto tiempo. – _____ caminó hasta la cocina, ignorando que la seguía. Sacó un tazón y vertió una buena cantidad de cereales, masticándolos con fuerza sin importarle que el hombre la observara perplejo. Habló con la boca llena, una de las cosas que su madre le había enseñado a no hacer y que desobedecía por una buena causa: hacerle salir corriendo de su apartamento.- Y deje que le diga algo, Nick Jonas… Usted no me da miedo. Puede que se comporte como un energúmeno, pero sepa que me crié en un pueblo donde los chicos tiraban piedras a las chicas al salir de la escuela y pegaban trocitos de lagartija secos debajo del pupitre. No me intimida… Y su Lily tampoco.
- Así que una chica dura.- se burlaba otra vez.- ¿Es por eso su adicción a los spray anti-violadores?
- No sea chistoso, Nick.- advirtió y enrojeció cuando él se apropió del único café que quedaba y lo tomó, mirándola con expresión retadora. “Minino” miraba a ambos, esperando que uno de los dos recordara que existía y escuchara su estómago rugir de hambre.
- Parece que su gato piojoso tiene hambre, _____.- comentó él con indiferencia y dejó que el animal metiera su hocico en su taza vacía. “Minino” olió el resto de café y se apartó con cara de pocos amigos.- Será mejor que le de algo de comer o tendré que pegarle un tiro antes de que intente devorarnos.
- No es un gato piojoso.- le defendió y abrió uno de los armarios para buscar una de las latas preferidas del animal.- Aquí esta… Mmm… Trocitos de buey y pollo…
Abrió la lata y antes de vaciarla en el plato de “Minino”, se detuvo frente a
Nick, apuntándole con el tenedor.
- ¿Tiene apetito, Nick?- preguntó, torciendo los labios en una mueca divertida.
- _____… ¿Quiere que ese bicho horrible y yo compartamos el desayuno? ¿Está bromeando?- lo cierto es que Nick ya se sentía de mejor humor. _____ Baker podía estar metida en serios problemas. Pero tenía algo que no tenían los demás testigos a los que había protegido antes. Ella tenía un encanto natural, un modo especial de dirigirse a él, con el aplomo de un cobarde hacia el patíbulo y la sonrisa a flor de piel haciendo hoyuelos en sus mejillas. Sacudió la cabeza, enfadado consigo mismo. Diantres. No tenía que sentir simpatía hacia ella. Solo tenía que mantenerla con vida. Chasqueó la lengua, contrariado.
- Oh, vamos… No sea tan arisco. Solo pretendía romper el hielo.- _____ se lavó las manos y después, cruzó los brazos sobre el pecho para mirarle con fijeza.- Está bien. Puede asearse un poco si quiere antes de irse.
- _____…
- No, no, no…- ella adivinaba lo que seguía.- Le dije que se quedaría solo una noche. Alex debe estar a punto de llegar y yo…
Nick se dirigió hacia el contestador, lo encendió y pulsó el botón que reproducía los mensajes. Al instante, _____ corrió hacia él para apagarlo de inmediato.
- ¿Qué cree que está haciendo?- le espetó, furiosa.- ¿La palabra “intimidad” le sugiere algo, Nick?
El la apartó con amabilidad y se interpuso entre ella y el contestador. Lo encendió nuevamente y arqueó una ceja al escuchar una voz sensual aunque algo desesperada. ¿Alex? Por la expresión de _____, supo que se trataba de su amiga.
- ¿Cómo se atreve…?- _____ se tapó los oídos y comprendiendo lo estúpido de su reacción, cubrió con las manos las orejas del hombre. La segunda reacción fue aún más estúpida. Nick abrió la boca, sorprendido. Pero, ¿qué…? Sujetó las manos de _____ por las muñecas y las mantuvo a buen recaudo mientras el mensaje se reproducía.- Le digo que no puede hacer eso… ¡Es mi teléfono, mi mensaje…!
- ¡_____… cállese!- él la empujó con suavidad, haciéndola caer sobre el sofá.
Apenas podía entender lo que Alex decía. Solo frases sueltas, pero quizá la señorita Baker tuviera una explicación convincente para todo aquello. “_____, perdóname… No intentes localizarme… buen lío… me pondré en contacto contigo…” Todo entre sollozos. Imposible entender una sola palabra. Lo escuchó un par de veces, mientras _____ pataleaba en el sofá y la mantenía quietecita con una sola mano. Al terminar, clavó en ella sus ojos de… ¿cómo le había llamado?, perro sabueso.- Con que Alex estaba a punto de llegar… _____, ¿hay algo que quiera contarme?
- No. Pero si me suelta, no demandaré al departamento de policía.- rechinó los dientes al hablar.
- ¿Demandarme? ¿Y puede decirme porqué, señorita Baker?- Nick pensó que tal vez se estaba excediendo en su papel. Pero por otro lado… _____ se veía encantadora, luchando inútilmente contra su brazo para escapar de su prisión.
- Lo sabe muy bien. ¿O tampoco le suena la palabra “secuestro”? Por lo que se, es un delito federal, Nick.- le gritó, procurando parecer valiente y controlando el temblor de sus labios.
- También lo es ocultar pruebas en una investigación por homicidio.- añadió con ironía.- ¿Alguna otra duda, señorita listilla?
_____ Baker no era lo que aparentaba. No era una inocente chica de pueblo que desconocía los excesos de la vida en la ciudad, el sexo y porqué no, tal vez las drogas. Como mínimo, ella había conocido a ese Graham que ahora dormía en el depósito de cadáveres. Como mínimo, sabía muy bien lo que le pasaba a un hombre cuando ella le miraba con aquellos ojos grandes que invitaban a perderse en ellos. Se regañó mentalmente. Quería besarla. Por probar su sabor. Por pasar la prueba de fuego y demostrarse a sí mismo que aquello no era más que parte de su trabajo. Es que esa _____ le inquietaba… Le ponía furioso que ella se tomara el hecho de que alguien quisiera matarla, como lo más natural del mundo. Le sorprendía que ella no fuera otra rubia tonta histérica y malcriada, sollozando porque se había roto una uña. Se inclinó sobre ella y _____ cerró sus ojos nuevamente. Nick era lo bastante alto como para que a su lado, ella pareciera tan insignificante como un insecto. ¿Y si estaba loco? Aquella placa que él le había mostrado como credencial… ¿Era auténtica? Bueno, en realidad, nunca había visto una de verdad. Es decir, nadie la había detenido antes. Y Nick… Bueno, no era un detective gordo con la camiseta sudada y una incipiente calva. Nick era… Atractivo. No. No era exactamente eso. El era… Muy atractivo. Abrió ligeramente uno de sus párpados para analizar sus rudas facciones. Vaya… Sí que era guapo. No como esos tipos que posaban para el calendario de L’Antino y que Alex solía invitar al apartamento. Esos eran sencillamente irreales.
De otro planeta. Tan bien peinaditos, con la manicura hecha y la piel tersa como la de un bebé. Ella se escondía en su cuarto hasta que se marchaban. Por temor a que al verla en su estado natural, con zapatillas y pijama desteñido, gritaran como en aquella película en la que los extraterrestres invadían la tierra apoderándose de los cuerpos de humanos. En una ocasión, Dylan Murphy, un joven de ojos azules y cuerpo de escultura griega, había pensado que se había equivocado de apartamento al despertar. Al descubrirla tomando sus cereales en el salón, había fruncido el ceño y, todavía desnudo, había lanzado una exclamación de horror antes de decir: “dime que esto es una pesadilla y que no me acosté contigo anoche”. Por supuesto, ella había dejado que sufriera un par de minutos antes de confesarle que Alex había tenido que salir temprano para una sesión de fotos. Pero había sido divertido ver como el pobre Dylan palidecía. Aunque ahora, no era divertido que Nick Jonas se inclinara sobre ella como si fuera a estrangularla y encima… Oh, no… El metía las manos en su bolsillo y…
- Me parece que esto también le pertenece.
_____ abrió los ojos de pronto al escuchar su voz grave muy cerca de su oído.
- No es bueno que las parejas anden por separado, ¿no cree?
_____ asintió, notando como los dedos de él se movían fugazmente en el interior de su bolsillo para introducir en él otro de sus calcetines raídos. Después, tomó aire y lo soltó en un exagerado suspiro que no pudo controlar.
- ¿Seguro que está bien, _____?
- Perfectamente.- ella le dio la espalda.- Pero no me gustan las armas.
Concretamente, no me gusta que me apunten con ellas. Así que ya puede pensar en algo para deshacerse de ella si quiere tomar una taza de café en mi cocina.
- ¿Está chiflada, señorita Baker?- no era una pregunta, él ya había dado por sentado que era así. Añadió con tono sarcástico.- ¿Y qué espera que haga si el asesino de Miller nos sorprende? ¿Atizarle con su sostén con relleno?
_____ no contestó. Le dirigió una mirada helada que no admitía discusión.
- Lo lamento, _____. No puedo desprenderme de “Lily”.- insistió Nick, temiendo
que ella no daría su brazo a torcer y tendrían problemas.
- ¿Lily?- arqueó las cejas sin comprender.
- Lily.- repitió él, tocando ligeramente con los dedos el arma que guardaba en la funda de piel.- Oiga, ya se que tiene intención de discutir hasta que nos hagamos viejos. Pero, ¿no podríamos hacer una pausa hasta después del desayuno? Me muero de hambre.
- Ni hablar. Ni sueñe que pienso tenerle cerca tanto tiempo. – _____ caminó hasta la cocina, ignorando que la seguía. Sacó un tazón y vertió una buena cantidad de cereales, masticándolos con fuerza sin importarle que el hombre la observara perplejo. Habló con la boca llena, una de las cosas que su madre le había enseñado a no hacer y que desobedecía por una buena causa: hacerle salir corriendo de su apartamento.- Y deje que le diga algo, Nick Jonas… Usted no me da miedo. Puede que se comporte como un energúmeno, pero sepa que me crié en un pueblo donde los chicos tiraban piedras a las chicas al salir de la escuela y pegaban trocitos de lagartija secos debajo del pupitre. No me intimida… Y su Lily tampoco.
- Así que una chica dura.- se burlaba otra vez.- ¿Es por eso su adicción a los spray anti-violadores?
- No sea chistoso, Nick.- advirtió y enrojeció cuando él se apropió del único café que quedaba y lo tomó, mirándola con expresión retadora. “Minino” miraba a ambos, esperando que uno de los dos recordara que existía y escuchara su estómago rugir de hambre.
- Parece que su gato piojoso tiene hambre, _____.- comentó él con indiferencia y dejó que el animal metiera su hocico en su taza vacía. “Minino” olió el resto de café y se apartó con cara de pocos amigos.- Será mejor que le de algo de comer o tendré que pegarle un tiro antes de que intente devorarnos.
- No es un gato piojoso.- le defendió y abrió uno de los armarios para buscar una de las latas preferidas del animal.- Aquí esta… Mmm… Trocitos de buey y pollo…
Abrió la lata y antes de vaciarla en el plato de “Minino”, se detuvo frente a
Nick, apuntándole con el tenedor.
- ¿Tiene apetito, Nick?- preguntó, torciendo los labios en una mueca divertida.
- _____… ¿Quiere que ese bicho horrible y yo compartamos el desayuno? ¿Está bromeando?- lo cierto es que Nick ya se sentía de mejor humor. _____ Baker podía estar metida en serios problemas. Pero tenía algo que no tenían los demás testigos a los que había protegido antes. Ella tenía un encanto natural, un modo especial de dirigirse a él, con el aplomo de un cobarde hacia el patíbulo y la sonrisa a flor de piel haciendo hoyuelos en sus mejillas. Sacudió la cabeza, enfadado consigo mismo. Diantres. No tenía que sentir simpatía hacia ella. Solo tenía que mantenerla con vida. Chasqueó la lengua, contrariado.
- Oh, vamos… No sea tan arisco. Solo pretendía romper el hielo.- _____ se lavó las manos y después, cruzó los brazos sobre el pecho para mirarle con fijeza.- Está bien. Puede asearse un poco si quiere antes de irse.
- _____…
- No, no, no…- ella adivinaba lo que seguía.- Le dije que se quedaría solo una noche. Alex debe estar a punto de llegar y yo…
Nick se dirigió hacia el contestador, lo encendió y pulsó el botón que reproducía los mensajes. Al instante, _____ corrió hacia él para apagarlo de inmediato.
- ¿Qué cree que está haciendo?- le espetó, furiosa.- ¿La palabra “intimidad” le sugiere algo, Nick?
El la apartó con amabilidad y se interpuso entre ella y el contestador. Lo encendió nuevamente y arqueó una ceja al escuchar una voz sensual aunque algo desesperada. ¿Alex? Por la expresión de _____, supo que se trataba de su amiga.
- ¿Cómo se atreve…?- _____ se tapó los oídos y comprendiendo lo estúpido de su reacción, cubrió con las manos las orejas del hombre. La segunda reacción fue aún más estúpida. Nick abrió la boca, sorprendido. Pero, ¿qué…? Sujetó las manos de _____ por las muñecas y las mantuvo a buen recaudo mientras el mensaje se reproducía.- Le digo que no puede hacer eso… ¡Es mi teléfono, mi mensaje…!
- ¡_____… cállese!- él la empujó con suavidad, haciéndola caer sobre el sofá.
Apenas podía entender lo que Alex decía. Solo frases sueltas, pero quizá la señorita Baker tuviera una explicación convincente para todo aquello. “_____, perdóname… No intentes localizarme… buen lío… me pondré en contacto contigo…” Todo entre sollozos. Imposible entender una sola palabra. Lo escuchó un par de veces, mientras _____ pataleaba en el sofá y la mantenía quietecita con una sola mano. Al terminar, clavó en ella sus ojos de… ¿cómo le había llamado?, perro sabueso.- Con que Alex estaba a punto de llegar… _____, ¿hay algo que quiera contarme?
- No. Pero si me suelta, no demandaré al departamento de policía.- rechinó los dientes al hablar.
- ¿Demandarme? ¿Y puede decirme porqué, señorita Baker?- Nick pensó que tal vez se estaba excediendo en su papel. Pero por otro lado… _____ se veía encantadora, luchando inútilmente contra su brazo para escapar de su prisión.
- Lo sabe muy bien. ¿O tampoco le suena la palabra “secuestro”? Por lo que se, es un delito federal, Nick.- le gritó, procurando parecer valiente y controlando el temblor de sus labios.
- También lo es ocultar pruebas en una investigación por homicidio.- añadió con ironía.- ¿Alguna otra duda, señorita listilla?
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 12
_____ se mordió los labios. La rabia le impedía pensar con sensatez. Alex estaba en un lío. Pero mientras ese hombre se pegara a ella como su sombra, su amiga no buscaría su ayuda. Cuando solo tenía quince años, Alex había sido detenida por complicidad en el robo en unos grandes almacenes. En realidad, ella no había tenido nada que ver. Pero la chica que iba con ella había huido antes de que los agentes de policía pudieran comprobar que era ella quien había sustraído algunas prendas. Alex odiaba correr. En general, odiaba cualquier tipo de esfuerzo físico superior a levantarse de la cama. Siempre decía que daba gracias a Dios por tener un cuerpo que no necesitaba cuidados físicos. Solo debía comer sus barritas dietéticas. Pero nada de ejercicio. Nada de carreras. De hecho, en aquel episodio de la adolescencia la habían atrapado porque había preferido tomar un ascensor en lugar de huir por la escalera de incendios. Y después, sus padres habían logrado que los amables agentes borraran del expediente de su hija aquella pequeña mancha… a cambio de una buena suma. Los padres de Alex disfrutaban de una posición más o menos acomodada. Le enviaban una cantidad mensual para sus gastos cuando ella no tenía trabajo y estaba sin blanca. Eso era la mayoría de las veces. Pero habían jurado que si se metía en líos, no volvería a ver su asignación. Y ahora Alex… Bueno, no podía estar segura. Pero su voz sonaba a lío enorme, nada de una simple discusión con su romeo de turno. Sonaba a LIO con letras escritas con la cola de un reactor que ahora sobrevolaba la cabeza de _____. Se zafó como pudo de las manos de Nick, que ya había extraído la cinta del contestador y la guardaba en el bolsillo de sus pantalones.- ¿Qué hace?
- Evitar que destruya una prueba. La enviaré para que traten de precisar desde donde se hizo la llamada.
- ¿Porqué? Alex no tiene nada que ver en esto.- ¿lo tenía? _____ fingió que confiaba firmemente en sus propias palabras.
- Eso lo diremos nosotros. Para empezar, esa llamada es bastante sospechosa, ¿no le parece?- estudió el rostro de _____, tratando de ver algo que la delatara. Por suerte, toda ella era una confesión. _____ Baker mentía peor que disparaba su spray.
- Por favor, Nick… No me diga que es usted del tipo de personas que creen que hay una conspiración detrás de todo. ¿Acaso hace analizar cada hamburguesa que come por si intentan envenenarle?- probó la táctica de mostrarse graciosa. Pero por la manera en que él encogía los hombros, no estaba funcionando.
- Sí. Confieso que lo hago, cuando creo haber detenido al empleado alguna vez.
Y ahora, cierre el pico… Me volveré loco si no resuelvo este caso cuanto antes.- la última frase la había pronunciado en voz baja, pero no lo suficiente como para que ella no le escuchara. Ignoró la expresión malhumorada de la mujer y señaló con un gesto el dormitorio.- ¿Tiene que recoger su bolso, crema para la cara, maquillaje?
- No se pase, Nick. Se lo advierto.
- Está bien. Vamos.- tiró de ella hacia la puerta.
- ¿Adónde…?
- No haga preguntas…- iba a silenciarla con una de sus miradas duras y calculadas, pero supo que ella se clavaría los pies en el suelo antes que seguirle sin una explicación. Suspiró.- Quiero que unos compañeros míos escuchen la cinta.
- Quiere localizar a Alex, ¿no es cierto? Para mezclarla en toda esta locura… ¡no lo permitiré!
- _____… Quizá Alex no lo sabe. Pero su vida podría correr serio peligro.- no quería alarmarla, pero ella debía comprender que aquello no era un simple juego.
Ella titubeó.
- ¿De veras lo cree?- preguntó con un hilo de voz.
- No lo sabemos. Pero, ¿no querrá cargar con la muerte de Alex sobre su conciencia, verdad?
- No.- musitó. Nick abrió la puerta del apartamento y le hizo un gesto.
- ¿Me acompaña o no?- al ver que ella se despedía de su gato con un fuerte achuchón, sonrió.- Buena chica.
******
_____ observaba de reojo a cada persona que se movía a su alrededor. Algunos iban uniformados. Otros eran delincuentes de poca monta o prostitutas que se peleaban con el agente de turno mientras no cesaban de repetir que todo era un error. Supo que algunas de las personas que no llevaban uniforme, pero se movían con total libertad en el interior de la comisaría, eran detectives de paisano. Como Nick. Le miró a través de la cristalera, restregando con nerviosismo las manos sobre el regazo. Parecía alterado. Se pasaba las manos por el cabello en un gesto inconsciente y gesticulaba, señalándola varias veces. El hombre que hablaba con él debía ser su superior. _____ deseó tener la habilidad de leer los labios, así podría saber de qué hablaban tan animadamente. Era inútil. No lograba captar una sola palabra. Pero hubo un instante… Podía ser solo una tontería, pero le pareció que Nick la miraba con excesiva compasión. Le preocupó que fuera así. No era una buena señal. Desvió la mirada hacia otro lado. Una mujer muy alta, de cabello rubio permanentado y labios rojo fuego, le hizo un guiño desde su asiento.
- Nenita… ¿tienes un cigarrillo?
- Lo siento… No fumo.
- Ey, nena… ¿quieres ver una cosa?
_____ negó con la cabeza y clavó los ojos en sus zapatos, apabullada por el modo en que la mujer la miraba.
- Chisssst…
Como insistía tanto, _____ no pudo evitar echar una miradita pequeña. Al momento, la mujer se levantó la corta falda de raso y _____ comprobó con disgusto que no llevaba ropa interior. Y algo más. No era una mujer. Sintió que enrojecía de pies a cabeza. La risa de la mujer… o lo que fuera, resonó en sus oídos durante un buen rato, a pesar de que un policía que había visto lo sucedido la regañaba.
- Pórtate bien, Dolores. Y no vuelvas a enseñar tus “gracias” a nadie, ¿quieres?
La tal Dolores encogió los hombros, no sin antes lanzar a _____ un provocativo beso que deslizó desde sus rojos labios hasta la palma de su enorme y masculina mano.
En el despacho del capitán, Nick comenzaba a perder la paciencia.
- ¿Me está diciendo en serio que no vamos a hacer nada para protegerla, capitán Adams?- su voz estaba cargada de impotencia. La miró fugazmente, furioso porque en el fondo sabía que sin él, la señorita Baker no tenía una sola posibilidad.
- Cálmate, Nick.- Adams también la miró, torciendo los labios en una evidente mueca de disgusto.- Vaya, no la imaginaba así.
- Capitán… Se que cree que hace lo correcto, pero se equivoca.- continuó con su sermón para convencerle.- Si dejamos que esa mujer salga a la calle sola, sin protección, será como apretar el gatillo directamente, créame. Seremos responsables de su muerte y lo sabe.
- ¿Te has vuelto idiota, Nick?- Adams se impacientaba. Rascó su incipiente barba canosa y dio un par de golpecitos a su prominente tripa con el rostro congestionado de dolor.
- ¿Otra vez la úlcera?- Nick le acercó un vaso de agua y el hombre lo bebió mientras tragaba un par de tabletas antiácido.- ¿Mejor?
- A ver… Corrígeme si me equivoco.- Adams arrugó el ceño.- Dices que esa chica es la principal testigo de nuestro caso. Sin embargo, ella niega conocer a Graham y haber estado nunca en el motel donde le asesinaron. Y además, quiere demandarnos porque tú no dejas de perseguirla y acosarla con tus preguntas, ¿es así, Nick?
- Más o menos, pero…
- Veamos.- le interrumpió, cada vez de peor humor.- Y si ella niega haber visto u oído nada y se niega a cooperar… ¿puedes decirme qué clase de maldito testigo es, Nick?
- Nuestro maldito testigo asustado y vulnerable, capitán.- respondió con voz firme.- Se que ella está relacionada con todo este asunto… Aunque aún no se como.
- ¿Has comprobado los archivos, número de la seguridad social, carné de conducir…?
- Lo hice. Diablos, Adams, ¿me tomas por un novato?- le molestó que pusiera en duda su profesionalidad. Al parecer, Adams creía que se había encaprichado con la idea de convertirse en el ángel de la guarda de _____. Nada más lejos de su intención. Intuía que alguien como _____ podría enredarle peligrosamente.
- ¿Y bien?
- Tenemos siete _____ Baker en el estado. Dos de ellas descartadas, fallecieron antes de que Graham naciera.
- ¿El resto?
- Una maestra de escuela jubilada y retirada felizmente con su marido, una trabajadora social, una cirujano plástico de cincuenta y dos años y una monja.- informó con desgana.
- ¿La trabajadora social?
- Está limpia por completo. Vive completamente entregada a su labor con los niños del orfanato McCullen. Teresa de Calcuta parecería una aficionada a su lado.
- Entonces, solo nos queda tu _____.- comentó y no se le escapó el modo en que
Nick reaccionaba a su comentario. Nick apretó los dientes y los puños, como si quisiera destrozar el mobiliario. ¿Acaso el capitán estaba sordo?
- No es “mi _____”, capitán.- replicó con tono controlado.
- Pues lo parece. ¿Comprobaste sus huellas, tenemos algo que la relacione con el escenario del crimen o con el cadáver de Graham?
Nick negó.
- Pero tenemos su nombre en el registro del motel.- replicó- Por alguna razón, alguien quería ser ella mientras mantenía un romance con un Graham que quería ser L’Antino. Es de locos. Tal vez su amiga…
- Oh, claro, su amiga.- Adams se mostró sarcástico.- O tal vez el oso Yogui o el jodido Tweety… Nick, ¿en serio crees que existe un complot para implicar a esa chica de ahí afuera…? Por Dios, mírala bien… Es demasiado corriente. El mundo no se molesta en conspirar contra chicas como _____ Baker. Amigo, el mundo ni siquiera sabía que _____ Baker existía antes de hoy.
Nick no quería mirarla en realidad. Ella tocaba las fibras más sensibles de todo su cuerpo sin proponérselo. Sin embargo, le dedicó una mirada fugaz y se masajeó la nuca, pensando como ayudarla.
- Está bien, está bien…- Adams le apuntó con el dedo.- Siempre consigues salirte con la tuya, maldito cabezota… Asignaré un par de hombres para que la vigilen durante un par de días. Pero nada más, ¿entendido? Si no sucede nada, después retiraré la vigilancia y tu señorita Baker tendrá que arreglárselas solita.
- Oh, perfecto.- ironizó.- No la conoce, Adams… Les echará a patadas en cuanto les huela a diez metros. Eso si no salen huyendo antes de ella.
- ¿Y qué quieres que haga?- el capitán se impacientaba.- No puedo obligarla a recibir protección si no desea ser protegida.
- Deje que me ocupe.- trató de disimular el tono exigente de su petición.
- Ni hablar. ¿Has perdido el juicio? Nick, tengo al alcalde pegando gritos desde ayer por la mañana porque alguien que se hacía llamar como uno de los principales benefactores de su campaña, ha aparecido asesinado.
- ¿L’Antino es amigo del alcalde?- inquirió sorprendido.
- Y de su esposa. Diseña el vestuario de Loreen desde hace años. ¿Quieres decirme como le explico al alcalde que no tenemos la menor idea de lo que está sucediendo?
- Le prometo que buscaré respuestas. Pero no me pida que arroje a _____ Baker a los leones.
- Nick… Ella no es Rosie. No lo olvides.
Diablos, ¿por qué había tenido que mencionar aquello otra vez? Nick le miró con un resquicio de rencor en los ojos.
- Se que no es Rosie, capitán.- replicó con voz ronca.- ¿Cree que olvido alguna vez que ninguna volverá a ser Rosie?
- Bien. Porque te necesito en el caso.- insistió con terquedad, aunque su voluntad se quebraba por momentos.
- Capitán… Joe – le llamó por su nombre de pila, como solía hacer cuando pretendía que la amistad entre ambos prevaleciera sobre las decisiones que Adams tomaba como capitán.- Ella es el caso. Tienes que creerme… Y todavía me debes quince días de vacaciones, no lo olvides.
- ¡Mierda!...- Adams derramó su taza de café sobre el escritorio.- Está bien…
Lárgate de una vez, Nick. Te doy una semana de permiso… Si no averiguas nada en ese plazo, dejarás que tu obra de caridad regrese a su aburrida vida. ¿Me das tu palabra?
Nick lo pensó. Una semana… Sería suficiente. Tenía que serlo.
- Tienes mi palabra. Otra cosa…Capitán, ya se que no es el procedimiento habitual. Pero es que ella… Diantres, no sabes cuanto puede llegar a protestar.- sonrió a medias. –Quizá podrías…
- No.- la respuesta fue rotunda.
- ¿No? Pero si no sabes lo que te voy a pedir.
- ¿Crees que soy estúpido, Nick? Te conozco muy bien…- retiró con brusquedad los papeles manchados de café y pulsó el intercomunicador. Nadie contestó al otro lado y Adams resopló. Miró a su amigo.- Quieres que engañe a esa pobre chica y que interprete por ti el papel de poli malo, ¿no es eso?
- No exactamente. Pero me ayudaría que hablaras con ella y la convencieras sutilmente de que en calidad de testigo de un caso por asesinato, debe acatar todas mis instrucciones.
- Ya veo.- ahora, Adams parecía divertido. Otra ojeada a _____ y aquella risita irónica que Nick no soportaba.
- No se que…
- Claro que no.- le palmeó la espalda sin dejar de sonreír.- Escucha, Nick. Te daré un consejo de amigo… Deja que le peguen un tiro y te ahorrarás muchos disgustos.
- No se de qué me hablas.
- Claro que no.
- ¿Lo harás?
Adams escribió algo sobre un papel con el membrete de la policía y se lo entregó.
- Si se pone tozuda, dile que esto es una orden judicial que la obliga a que se mantenga pegadita a ti mientras dure el caso. ¿Crees que haya visto alguna antes?
- Lo dudo.
- Entonces no sabrá que es falsa. Pero si hay problemas, negaré haberla firmado, ¿está claro?- pulsó de nuevo el intercomunicador y en esta ocasión, una voz dulce le saludó al otro lado. Su eficiente agente que hacía las funciones de secretaria. Era nueva y si Adams seguía comportándose como un viejo tirano, también pediría el traslado como la anterior. Una pena, porque de todas, esta era sin duda la única que podía comprenderle. Al principio, la voz de Adams sonó tan dulce como la de la joven. Pero solo duró un segundo.- Oye, ricura… ¿Dónde narices te habías metido? ¡Llevo más de media hora llamando!
Nick contuvo la risa mientras observaba a través del cristal como la joven recepcionista agitaba sus dedos hacia él. La saludó también. Susie seguía tan bonita como de costumbre. Escuchó la conversación con evidente buen humor.
<< - Papá, deja de gritar, ¿quieres? Ya sabe lo que ha dicho el médico. Nada de tensión.- le regañó cariñosamente.- ¿Has tomado tu medicación contra la úlcera?>>
Adams rechinó los dientes.
- Nunca debí dejar que tu madre me convenciera…- bramó.
<<- ¿Prefieres que salga a patrullar las calles, papá?>>- le amenazó Susie, que solo había aceptado aquel empleo porque Adams no podía evitar tener pesadillas desde que ella se colocara el uniforme.
- De acuerdo, nena. No te enfades.- su tono se suavizó.
<<- De acuerdo. Ahora… Respira profundamente, papá, tal y como te enseñó el doctor… ¿más tranquilo?>>
- Sí, cariño.
<<- Bien. ¿Qué quieres?>>
- Nick se toma vacaciones, cariño.- anunció y le dirigió una mirada hostil.- No quiero que vuelva a pisar mi despacho hasta dentro de una semana. Si se atreve a cruzar esta puerta antes, tienes mi permiso para utilizar contra él tu arma reglamentaria y volarle los sesos. ¿Crees que podrías hacer eso por mí, tesoro?
<<- Papá, qué tonterías dices… Sabes que adoro a Nick. Quiero que sea mi padrino de bodas.- le lanzó una sonrisa chispeante desde su silla – Pero le dispararé a las piernas si eso te hace sentir mejor. >>
- ¡Susie! Ya te lo he dicho mil veces… ¡No vas a casarte con un poli judío, blandengue y estudiante de psicología!
Demasiado tarde. Ella ya había cortado la comunicación. Adams clavó los ojos inyectados en sangre en Nick.
- ¿La has oído? ¡Quiere casarse! Con ese muchacho judío que querrá que se cambie de religión y se vista como una misionera… ¡Ni hablar! Mis nietos no celebrarán el Barmi…ese no se qué…
- Capitán… Tengo que irme.- abrió la puerta, seguro de que si no se marchaba ahora, le tocaría consolar a Adams durante el resto del día.
- No lo olvides, Nick… ¡Una semana!
No lo olvidaría. Pasó junto a _____, que no se había movido de su asiento.
- ¿Han encontrado a Alex?- preguntó esperanzada.
- Aún no. Pero están trabajando en ello.- mintió.- Tendrá que venir conmigo,
_____.
Ella iba a protestar, pero Nick le mostró fugazmente el pedazo de papel sin valor que Adams había garabateado.
- ¿Quería una orden, señorita Baker?
Vio como ella fruncía el ceño.
- ¿Cómo se que no me está engañando?- _____ se mostraba desconfiada.
- ¿Prefiere quedarse en comisaría y hablarlo más tarde con mi superior?
_____ desvió la mirada hacia su derecha. Dolores seguía allí, expectante, provocativa, deslizando sus manos esposadas por sus musculosas piernas en dirección a su corta falda. Vaya, al parecer, no tenía alternativa. Al menos, Nick parecía ser quien decía ser.
- Iré con usted.- se detuvo en seco al recordar algo.- Pero quiero llegar viva a mi próximo cumpleaños, ¿sabe? Así que nada de apuntarme con su Lily o como se llame, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.- contuvo un suspiro de alivio cuando ella le siguió dócilmente hasta la calle.
_____ se mordió los labios. La rabia le impedía pensar con sensatez. Alex estaba en un lío. Pero mientras ese hombre se pegara a ella como su sombra, su amiga no buscaría su ayuda. Cuando solo tenía quince años, Alex había sido detenida por complicidad en el robo en unos grandes almacenes. En realidad, ella no había tenido nada que ver. Pero la chica que iba con ella había huido antes de que los agentes de policía pudieran comprobar que era ella quien había sustraído algunas prendas. Alex odiaba correr. En general, odiaba cualquier tipo de esfuerzo físico superior a levantarse de la cama. Siempre decía que daba gracias a Dios por tener un cuerpo que no necesitaba cuidados físicos. Solo debía comer sus barritas dietéticas. Pero nada de ejercicio. Nada de carreras. De hecho, en aquel episodio de la adolescencia la habían atrapado porque había preferido tomar un ascensor en lugar de huir por la escalera de incendios. Y después, sus padres habían logrado que los amables agentes borraran del expediente de su hija aquella pequeña mancha… a cambio de una buena suma. Los padres de Alex disfrutaban de una posición más o menos acomodada. Le enviaban una cantidad mensual para sus gastos cuando ella no tenía trabajo y estaba sin blanca. Eso era la mayoría de las veces. Pero habían jurado que si se metía en líos, no volvería a ver su asignación. Y ahora Alex… Bueno, no podía estar segura. Pero su voz sonaba a lío enorme, nada de una simple discusión con su romeo de turno. Sonaba a LIO con letras escritas con la cola de un reactor que ahora sobrevolaba la cabeza de _____. Se zafó como pudo de las manos de Nick, que ya había extraído la cinta del contestador y la guardaba en el bolsillo de sus pantalones.- ¿Qué hace?
- Evitar que destruya una prueba. La enviaré para que traten de precisar desde donde se hizo la llamada.
- ¿Porqué? Alex no tiene nada que ver en esto.- ¿lo tenía? _____ fingió que confiaba firmemente en sus propias palabras.
- Eso lo diremos nosotros. Para empezar, esa llamada es bastante sospechosa, ¿no le parece?- estudió el rostro de _____, tratando de ver algo que la delatara. Por suerte, toda ella era una confesión. _____ Baker mentía peor que disparaba su spray.
- Por favor, Nick… No me diga que es usted del tipo de personas que creen que hay una conspiración detrás de todo. ¿Acaso hace analizar cada hamburguesa que come por si intentan envenenarle?- probó la táctica de mostrarse graciosa. Pero por la manera en que él encogía los hombros, no estaba funcionando.
- Sí. Confieso que lo hago, cuando creo haber detenido al empleado alguna vez.
Y ahora, cierre el pico… Me volveré loco si no resuelvo este caso cuanto antes.- la última frase la había pronunciado en voz baja, pero no lo suficiente como para que ella no le escuchara. Ignoró la expresión malhumorada de la mujer y señaló con un gesto el dormitorio.- ¿Tiene que recoger su bolso, crema para la cara, maquillaje?
- No se pase, Nick. Se lo advierto.
- Está bien. Vamos.- tiró de ella hacia la puerta.
- ¿Adónde…?
- No haga preguntas…- iba a silenciarla con una de sus miradas duras y calculadas, pero supo que ella se clavaría los pies en el suelo antes que seguirle sin una explicación. Suspiró.- Quiero que unos compañeros míos escuchen la cinta.
- Quiere localizar a Alex, ¿no es cierto? Para mezclarla en toda esta locura… ¡no lo permitiré!
- _____… Quizá Alex no lo sabe. Pero su vida podría correr serio peligro.- no quería alarmarla, pero ella debía comprender que aquello no era un simple juego.
Ella titubeó.
- ¿De veras lo cree?- preguntó con un hilo de voz.
- No lo sabemos. Pero, ¿no querrá cargar con la muerte de Alex sobre su conciencia, verdad?
- No.- musitó. Nick abrió la puerta del apartamento y le hizo un gesto.
- ¿Me acompaña o no?- al ver que ella se despedía de su gato con un fuerte achuchón, sonrió.- Buena chica.
******
_____ observaba de reojo a cada persona que se movía a su alrededor. Algunos iban uniformados. Otros eran delincuentes de poca monta o prostitutas que se peleaban con el agente de turno mientras no cesaban de repetir que todo era un error. Supo que algunas de las personas que no llevaban uniforme, pero se movían con total libertad en el interior de la comisaría, eran detectives de paisano. Como Nick. Le miró a través de la cristalera, restregando con nerviosismo las manos sobre el regazo. Parecía alterado. Se pasaba las manos por el cabello en un gesto inconsciente y gesticulaba, señalándola varias veces. El hombre que hablaba con él debía ser su superior. _____ deseó tener la habilidad de leer los labios, así podría saber de qué hablaban tan animadamente. Era inútil. No lograba captar una sola palabra. Pero hubo un instante… Podía ser solo una tontería, pero le pareció que Nick la miraba con excesiva compasión. Le preocupó que fuera así. No era una buena señal. Desvió la mirada hacia otro lado. Una mujer muy alta, de cabello rubio permanentado y labios rojo fuego, le hizo un guiño desde su asiento.
- Nenita… ¿tienes un cigarrillo?
- Lo siento… No fumo.
- Ey, nena… ¿quieres ver una cosa?
_____ negó con la cabeza y clavó los ojos en sus zapatos, apabullada por el modo en que la mujer la miraba.
- Chisssst…
Como insistía tanto, _____ no pudo evitar echar una miradita pequeña. Al momento, la mujer se levantó la corta falda de raso y _____ comprobó con disgusto que no llevaba ropa interior. Y algo más. No era una mujer. Sintió que enrojecía de pies a cabeza. La risa de la mujer… o lo que fuera, resonó en sus oídos durante un buen rato, a pesar de que un policía que había visto lo sucedido la regañaba.
- Pórtate bien, Dolores. Y no vuelvas a enseñar tus “gracias” a nadie, ¿quieres?
La tal Dolores encogió los hombros, no sin antes lanzar a _____ un provocativo beso que deslizó desde sus rojos labios hasta la palma de su enorme y masculina mano.
En el despacho del capitán, Nick comenzaba a perder la paciencia.
- ¿Me está diciendo en serio que no vamos a hacer nada para protegerla, capitán Adams?- su voz estaba cargada de impotencia. La miró fugazmente, furioso porque en el fondo sabía que sin él, la señorita Baker no tenía una sola posibilidad.
- Cálmate, Nick.- Adams también la miró, torciendo los labios en una evidente mueca de disgusto.- Vaya, no la imaginaba así.
- Capitán… Se que cree que hace lo correcto, pero se equivoca.- continuó con su sermón para convencerle.- Si dejamos que esa mujer salga a la calle sola, sin protección, será como apretar el gatillo directamente, créame. Seremos responsables de su muerte y lo sabe.
- ¿Te has vuelto idiota, Nick?- Adams se impacientaba. Rascó su incipiente barba canosa y dio un par de golpecitos a su prominente tripa con el rostro congestionado de dolor.
- ¿Otra vez la úlcera?- Nick le acercó un vaso de agua y el hombre lo bebió mientras tragaba un par de tabletas antiácido.- ¿Mejor?
- A ver… Corrígeme si me equivoco.- Adams arrugó el ceño.- Dices que esa chica es la principal testigo de nuestro caso. Sin embargo, ella niega conocer a Graham y haber estado nunca en el motel donde le asesinaron. Y además, quiere demandarnos porque tú no dejas de perseguirla y acosarla con tus preguntas, ¿es así, Nick?
- Más o menos, pero…
- Veamos.- le interrumpió, cada vez de peor humor.- Y si ella niega haber visto u oído nada y se niega a cooperar… ¿puedes decirme qué clase de maldito testigo es, Nick?
- Nuestro maldito testigo asustado y vulnerable, capitán.- respondió con voz firme.- Se que ella está relacionada con todo este asunto… Aunque aún no se como.
- ¿Has comprobado los archivos, número de la seguridad social, carné de conducir…?
- Lo hice. Diablos, Adams, ¿me tomas por un novato?- le molestó que pusiera en duda su profesionalidad. Al parecer, Adams creía que se había encaprichado con la idea de convertirse en el ángel de la guarda de _____. Nada más lejos de su intención. Intuía que alguien como _____ podría enredarle peligrosamente.
- ¿Y bien?
- Tenemos siete _____ Baker en el estado. Dos de ellas descartadas, fallecieron antes de que Graham naciera.
- ¿El resto?
- Una maestra de escuela jubilada y retirada felizmente con su marido, una trabajadora social, una cirujano plástico de cincuenta y dos años y una monja.- informó con desgana.
- ¿La trabajadora social?
- Está limpia por completo. Vive completamente entregada a su labor con los niños del orfanato McCullen. Teresa de Calcuta parecería una aficionada a su lado.
- Entonces, solo nos queda tu _____.- comentó y no se le escapó el modo en que
Nick reaccionaba a su comentario. Nick apretó los dientes y los puños, como si quisiera destrozar el mobiliario. ¿Acaso el capitán estaba sordo?
- No es “mi _____”, capitán.- replicó con tono controlado.
- Pues lo parece. ¿Comprobaste sus huellas, tenemos algo que la relacione con el escenario del crimen o con el cadáver de Graham?
Nick negó.
- Pero tenemos su nombre en el registro del motel.- replicó- Por alguna razón, alguien quería ser ella mientras mantenía un romance con un Graham que quería ser L’Antino. Es de locos. Tal vez su amiga…
- Oh, claro, su amiga.- Adams se mostró sarcástico.- O tal vez el oso Yogui o el jodido Tweety… Nick, ¿en serio crees que existe un complot para implicar a esa chica de ahí afuera…? Por Dios, mírala bien… Es demasiado corriente. El mundo no se molesta en conspirar contra chicas como _____ Baker. Amigo, el mundo ni siquiera sabía que _____ Baker existía antes de hoy.
Nick no quería mirarla en realidad. Ella tocaba las fibras más sensibles de todo su cuerpo sin proponérselo. Sin embargo, le dedicó una mirada fugaz y se masajeó la nuca, pensando como ayudarla.
- Está bien, está bien…- Adams le apuntó con el dedo.- Siempre consigues salirte con la tuya, maldito cabezota… Asignaré un par de hombres para que la vigilen durante un par de días. Pero nada más, ¿entendido? Si no sucede nada, después retiraré la vigilancia y tu señorita Baker tendrá que arreglárselas solita.
- Oh, perfecto.- ironizó.- No la conoce, Adams… Les echará a patadas en cuanto les huela a diez metros. Eso si no salen huyendo antes de ella.
- ¿Y qué quieres que haga?- el capitán se impacientaba.- No puedo obligarla a recibir protección si no desea ser protegida.
- Deje que me ocupe.- trató de disimular el tono exigente de su petición.
- Ni hablar. ¿Has perdido el juicio? Nick, tengo al alcalde pegando gritos desde ayer por la mañana porque alguien que se hacía llamar como uno de los principales benefactores de su campaña, ha aparecido asesinado.
- ¿L’Antino es amigo del alcalde?- inquirió sorprendido.
- Y de su esposa. Diseña el vestuario de Loreen desde hace años. ¿Quieres decirme como le explico al alcalde que no tenemos la menor idea de lo que está sucediendo?
- Le prometo que buscaré respuestas. Pero no me pida que arroje a _____ Baker a los leones.
- Nick… Ella no es Rosie. No lo olvides.
Diablos, ¿por qué había tenido que mencionar aquello otra vez? Nick le miró con un resquicio de rencor en los ojos.
- Se que no es Rosie, capitán.- replicó con voz ronca.- ¿Cree que olvido alguna vez que ninguna volverá a ser Rosie?
- Bien. Porque te necesito en el caso.- insistió con terquedad, aunque su voluntad se quebraba por momentos.
- Capitán… Joe – le llamó por su nombre de pila, como solía hacer cuando pretendía que la amistad entre ambos prevaleciera sobre las decisiones que Adams tomaba como capitán.- Ella es el caso. Tienes que creerme… Y todavía me debes quince días de vacaciones, no lo olvides.
- ¡Mierda!...- Adams derramó su taza de café sobre el escritorio.- Está bien…
Lárgate de una vez, Nick. Te doy una semana de permiso… Si no averiguas nada en ese plazo, dejarás que tu obra de caridad regrese a su aburrida vida. ¿Me das tu palabra?
Nick lo pensó. Una semana… Sería suficiente. Tenía que serlo.
- Tienes mi palabra. Otra cosa…Capitán, ya se que no es el procedimiento habitual. Pero es que ella… Diantres, no sabes cuanto puede llegar a protestar.- sonrió a medias. –Quizá podrías…
- No.- la respuesta fue rotunda.
- ¿No? Pero si no sabes lo que te voy a pedir.
- ¿Crees que soy estúpido, Nick? Te conozco muy bien…- retiró con brusquedad los papeles manchados de café y pulsó el intercomunicador. Nadie contestó al otro lado y Adams resopló. Miró a su amigo.- Quieres que engañe a esa pobre chica y que interprete por ti el papel de poli malo, ¿no es eso?
- No exactamente. Pero me ayudaría que hablaras con ella y la convencieras sutilmente de que en calidad de testigo de un caso por asesinato, debe acatar todas mis instrucciones.
- Ya veo.- ahora, Adams parecía divertido. Otra ojeada a _____ y aquella risita irónica que Nick no soportaba.
- No se que…
- Claro que no.- le palmeó la espalda sin dejar de sonreír.- Escucha, Nick. Te daré un consejo de amigo… Deja que le peguen un tiro y te ahorrarás muchos disgustos.
- No se de qué me hablas.
- Claro que no.
- ¿Lo harás?
Adams escribió algo sobre un papel con el membrete de la policía y se lo entregó.
- Si se pone tozuda, dile que esto es una orden judicial que la obliga a que se mantenga pegadita a ti mientras dure el caso. ¿Crees que haya visto alguna antes?
- Lo dudo.
- Entonces no sabrá que es falsa. Pero si hay problemas, negaré haberla firmado, ¿está claro?- pulsó de nuevo el intercomunicador y en esta ocasión, una voz dulce le saludó al otro lado. Su eficiente agente que hacía las funciones de secretaria. Era nueva y si Adams seguía comportándose como un viejo tirano, también pediría el traslado como la anterior. Una pena, porque de todas, esta era sin duda la única que podía comprenderle. Al principio, la voz de Adams sonó tan dulce como la de la joven. Pero solo duró un segundo.- Oye, ricura… ¿Dónde narices te habías metido? ¡Llevo más de media hora llamando!
Nick contuvo la risa mientras observaba a través del cristal como la joven recepcionista agitaba sus dedos hacia él. La saludó también. Susie seguía tan bonita como de costumbre. Escuchó la conversación con evidente buen humor.
<< - Papá, deja de gritar, ¿quieres? Ya sabe lo que ha dicho el médico. Nada de tensión.- le regañó cariñosamente.- ¿Has tomado tu medicación contra la úlcera?>>
Adams rechinó los dientes.
- Nunca debí dejar que tu madre me convenciera…- bramó.
<<- ¿Prefieres que salga a patrullar las calles, papá?>>- le amenazó Susie, que solo había aceptado aquel empleo porque Adams no podía evitar tener pesadillas desde que ella se colocara el uniforme.
- De acuerdo, nena. No te enfades.- su tono se suavizó.
<<- De acuerdo. Ahora… Respira profundamente, papá, tal y como te enseñó el doctor… ¿más tranquilo?>>
- Sí, cariño.
<<- Bien. ¿Qué quieres?>>
- Nick se toma vacaciones, cariño.- anunció y le dirigió una mirada hostil.- No quiero que vuelva a pisar mi despacho hasta dentro de una semana. Si se atreve a cruzar esta puerta antes, tienes mi permiso para utilizar contra él tu arma reglamentaria y volarle los sesos. ¿Crees que podrías hacer eso por mí, tesoro?
<<- Papá, qué tonterías dices… Sabes que adoro a Nick. Quiero que sea mi padrino de bodas.- le lanzó una sonrisa chispeante desde su silla – Pero le dispararé a las piernas si eso te hace sentir mejor. >>
- ¡Susie! Ya te lo he dicho mil veces… ¡No vas a casarte con un poli judío, blandengue y estudiante de psicología!
Demasiado tarde. Ella ya había cortado la comunicación. Adams clavó los ojos inyectados en sangre en Nick.
- ¿La has oído? ¡Quiere casarse! Con ese muchacho judío que querrá que se cambie de religión y se vista como una misionera… ¡Ni hablar! Mis nietos no celebrarán el Barmi…ese no se qué…
- Capitán… Tengo que irme.- abrió la puerta, seguro de que si no se marchaba ahora, le tocaría consolar a Adams durante el resto del día.
- No lo olvides, Nick… ¡Una semana!
No lo olvidaría. Pasó junto a _____, que no se había movido de su asiento.
- ¿Han encontrado a Alex?- preguntó esperanzada.
- Aún no. Pero están trabajando en ello.- mintió.- Tendrá que venir conmigo,
_____.
Ella iba a protestar, pero Nick le mostró fugazmente el pedazo de papel sin valor que Adams había garabateado.
- ¿Quería una orden, señorita Baker?
Vio como ella fruncía el ceño.
- ¿Cómo se que no me está engañando?- _____ se mostraba desconfiada.
- ¿Prefiere quedarse en comisaría y hablarlo más tarde con mi superior?
_____ desvió la mirada hacia su derecha. Dolores seguía allí, expectante, provocativa, deslizando sus manos esposadas por sus musculosas piernas en dirección a su corta falda. Vaya, al parecer, no tenía alternativa. Al menos, Nick parecía ser quien decía ser.
- Iré con usted.- se detuvo en seco al recordar algo.- Pero quiero llegar viva a mi próximo cumpleaños, ¿sabe? Así que nada de apuntarme con su Lily o como se llame, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.- contuvo un suspiro de alivio cuando ella le siguió dócilmente hasta la calle.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 13
- ¡Vaya!
Nick apartó la vista de la carretera un segundo. Ella parecía entusiasmada ante la idea de resolver aquella investigación, aunque solo fuera por la esperanza de no tener que continuar disfrutando de su compañía. De hecho, se había mostrado más que comunicativa en la comisaría y había sido una niña obediente con el oficial Fuentes. Había examinado con suma atención cada una de las fotografías de sospechosos habituales con la misma tranquilidad que si examinara el book de fotos de su amiga Alex. Incluso había agitado un par de veces sus enormes y espesas pestañas cuando Fuentes le había ofrecido una taza de café. No era de extrañar. Fuentes era un tipo atractivo. Cabello oscuro, ojos azules y una complexión atlética que era el secreto anhelo de más de una de sus compañeras. ¿Era el tipo de _____ Baker? Imaginó que sí. Todas las chicas tontas y con la cabeza llena de pájaros como ella, soñaban con tipos como Fuentes. Solo que los hombres guapos y eficientes como él nunca estaban libres. Y por supuesto, no tomaban en serio a las mujeres como _____. Con todo, podían flirtear un poco con ellas. Pero al terminar el servicio, regresaban a su cálido hogar donde su estupenda mujercita les esperaba con la cena en la mesa y los críos acostados. Sintió algo de pena por _____, pero al momento, esta se desvaneció y fue sustituida por una extraña sensación de desilusión. En realidad, _____ tenía mucho descaro aceptando las atenciones del oficial Fuentes, mientras que todavía no había tenido una sola palabra de gratitud hacia él. Aún así, escuchó lo que ella quería decirle y siguió con la mirada el edificio que ella señalaba.
- Yo trabajé en esa cafetería antes de que L’Antino me contratara…- comentó con nostalgia, asomando la cabeza por la ventanilla.
- ¿Lo echa de menos?- preguntó, más por cortesía que por auténtico interés.
- ¿Bromea? El dueño, un gordo repugnante que me sobaba cada vez que pasaba por su lado, nos hacía trabajar doce horas al día sin descanso.
- ¿Pero…?- intuyó que tratándose de _____, siempre habría un “pero”.
- De todas formas, me trae buenos recuerdos.- murmuró.- Allí conocí a Alex y…
Nick observó que la voz de ella se iba apagando a medida que una sombra cruzaba su rostro. Quizá no quería seguir hablando de ello.
- ¿Y?
- Hubo un chico…- iba a detenerse, pero al ver como él arqueaba las cejas, continuó con cierta timidez.- Es decir, no es que fuéramos en serio, ¿sabe? No éramos novios ni nada por el estilo. El era escritor, periodista o algo así… Bueno, aún no había publicado nada, pero realmente tenía talento. Solía leerme lo que escribía mientras yo le escuchaba atontada con la jarra de café en una mano y una tonelada de platos sucios en la otra… Vaya… Es posible que hoy mismo, ya tenga una columna en algún importante periódico.
- ¿Qué pasó?- ahora sí sentía verdadera curiosidad. ¿Por qué le sorprendía que
_____ Baker tuviera un pasado sentimental? Al fin y al cabo, ella podía ser testigo de un crimen y la víctima podía haber sido su amante. Sin embargo, le sorprendía.
- Oh, lo de siempre… Un buen día, no volvió.- si lo hubiera dicho con resentimiento, no habría sonado bien en sus labios. Inexplicablemente, le parecía que _____ era incapaz de sentir rencor por nada ni nadie, por más que el mundo le vapuleara el trasero cien veces.
- ¿No volvió?- repitió intrigado, deteniendo el motor del automóvil frente al apartamento de ella. Se volvió para mirarla.- ¿Qué significa que no volvió?
- Simplemente, desapareció.- sonrió con tristeza.
- ¿Acaso murió?- lo preguntó con cuidado, por si ella lloraba o se sentía peor al recordarlo.
- ¡Cielos, no!- _____ rió abiertamente. Así era ella. Tan pronto parecía a punto de desmoronarse como mostraba su hermosa sonrisa cargada de optimismo.- ¡Qué cosas dice, Nick!... ¿Cómo se le ocurre que…? Vaya, usted sí que piensa siempre lo peor…
- A veces, nos referimos a la gente que nos deja, ya sabe, para pasar a mejor vida, como si desaparecieran. Y muchas veces, es cierto que lo hacen, _____. Como ha podido comprobar en estos días, el asesinato y el secuestro están a la orden del día. Créame, se bastante del tema.- ella comprendió de qué le hablaba y encogió los hombros. Nick chasqueó la lengua. Le fastidió que ella siguiera tomándose el asunto de Graham tan a la ligera. – Así que desapareció. ¿Sin más?
- Bueno… No exactamente.- se mordió los labios. Siempre la avergonzaba aquella parte de la historia. ¿Por qué se lo contaba? Con toda seguridad, Nick se reiría a mandíbula partida cuando la escuchara. Pero se lo contó de todas formas.- Terry dejó una buena cuenta sin pagar. Al menos un mes de desayunos, café, zumo de naranja y huevos revueltos y tarta de manzana, el menú especial. El jefe quiso matarme cuando se enteró, aunque le dije que podía descontármelo de mi sueldo si quería.
- ¿La sedujo recitándole poemas de amor y usted cayó en la trampa, _____?-se burló y añadió en idéntico tono.- La tenía por una chica lista.
- Se equivoca.- replicó dolida por su sarcasmo.- En realidad, a él le gustaba
Alex. Los dos se sentaban cada mañana en la misma mesa. Cuando ella se iba, contoneando su cuerpo de diosa hasta la puerta, él me llamaba con disimulo. Siempre me decía en voz baja: “querida, queridísima amiga _____… Hoy no llevo suelto, ¿podrías apuntarlo en mi cuenta? Lo de nuestra preciosa modelo también, le dije que la invitaría”. Claro, yo no podía hacer otra cosa más que hacer lo que me pedía… Bueno, no es que no me diera cuenta de lo que ocurría, pero… Ya sabe, él y Alex siempre eran amables conmigo y en alguna ocasión, incluso me esperaban después de mi turno y me llevaban con ellos al cine. Y cuando él no volvió, Alex y yo seguimos viéndonos. Valió la pena aunque perdiera mi empleo. Yo no conocía a nadie entonces, ¿sabe, Nick? Es muy difícil hacer amigos en una ciudad donde todo el mundo tiene prisa.
- Entiendo.- por un instante, le asaltó el loco deseo de protegerla, de estrecharla entre sus brazos, de besarla y decirle que nunca más estaría sola. Nunca antes ella le había parecido más pequeña y desvalida, a pesar de la fuerza interior que revelaban sus ojos. Quiso matar a todos los Terry del mundo que se aprovechaban de _____. Claro que era una completa estupidez. Por lo poco que la conocía, supo que la aventura de _____ en la ciudad no había hecho nada más que empezar. Ella debía aprender a huir de todos los lobos hambrientos o la devorarían antes de que pudiera darse cuenta. Y por otro lado, supo que ella siempre encontraría alguna misión humanitaria que la decepcionaría o trataría de engañarla. No podía matarlos a todos. Tendría que detenerse a sí mismo y leerse sus derechos y eso no sería nada ortodoxo. Esbozó una sonrisa, olvidando que ella era bastante susceptible a sus muestras de buen humor. En esta ocasión, no se reía de ella. Pero _____ no lo entendió.
- Sabía que no tenía que contárselo…- gruñó ella, manipulando con nerviosismo el cinturón de seguridad sin lograr desatarlo.- Sabía que un bruto insensible como usted no lo comprendería… No se porqué me molesto en creer que tiene algo en el lugar donde el resto tenemos el corazón… ¡Diablos! Sáqueme de aquí, ¿quiere?
Nick asintió y borró cualquier señal de buen humor de sus facciones. Se propuso que no volverían a compartir más confesiones secretas en adelante.
- ¡Vaya!
Nick apartó la vista de la carretera un segundo. Ella parecía entusiasmada ante la idea de resolver aquella investigación, aunque solo fuera por la esperanza de no tener que continuar disfrutando de su compañía. De hecho, se había mostrado más que comunicativa en la comisaría y había sido una niña obediente con el oficial Fuentes. Había examinado con suma atención cada una de las fotografías de sospechosos habituales con la misma tranquilidad que si examinara el book de fotos de su amiga Alex. Incluso había agitado un par de veces sus enormes y espesas pestañas cuando Fuentes le había ofrecido una taza de café. No era de extrañar. Fuentes era un tipo atractivo. Cabello oscuro, ojos azules y una complexión atlética que era el secreto anhelo de más de una de sus compañeras. ¿Era el tipo de _____ Baker? Imaginó que sí. Todas las chicas tontas y con la cabeza llena de pájaros como ella, soñaban con tipos como Fuentes. Solo que los hombres guapos y eficientes como él nunca estaban libres. Y por supuesto, no tomaban en serio a las mujeres como _____. Con todo, podían flirtear un poco con ellas. Pero al terminar el servicio, regresaban a su cálido hogar donde su estupenda mujercita les esperaba con la cena en la mesa y los críos acostados. Sintió algo de pena por _____, pero al momento, esta se desvaneció y fue sustituida por una extraña sensación de desilusión. En realidad, _____ tenía mucho descaro aceptando las atenciones del oficial Fuentes, mientras que todavía no había tenido una sola palabra de gratitud hacia él. Aún así, escuchó lo que ella quería decirle y siguió con la mirada el edificio que ella señalaba.
- Yo trabajé en esa cafetería antes de que L’Antino me contratara…- comentó con nostalgia, asomando la cabeza por la ventanilla.
- ¿Lo echa de menos?- preguntó, más por cortesía que por auténtico interés.
- ¿Bromea? El dueño, un gordo repugnante que me sobaba cada vez que pasaba por su lado, nos hacía trabajar doce horas al día sin descanso.
- ¿Pero…?- intuyó que tratándose de _____, siempre habría un “pero”.
- De todas formas, me trae buenos recuerdos.- murmuró.- Allí conocí a Alex y…
Nick observó que la voz de ella se iba apagando a medida que una sombra cruzaba su rostro. Quizá no quería seguir hablando de ello.
- ¿Y?
- Hubo un chico…- iba a detenerse, pero al ver como él arqueaba las cejas, continuó con cierta timidez.- Es decir, no es que fuéramos en serio, ¿sabe? No éramos novios ni nada por el estilo. El era escritor, periodista o algo así… Bueno, aún no había publicado nada, pero realmente tenía talento. Solía leerme lo que escribía mientras yo le escuchaba atontada con la jarra de café en una mano y una tonelada de platos sucios en la otra… Vaya… Es posible que hoy mismo, ya tenga una columna en algún importante periódico.
- ¿Qué pasó?- ahora sí sentía verdadera curiosidad. ¿Por qué le sorprendía que
_____ Baker tuviera un pasado sentimental? Al fin y al cabo, ella podía ser testigo de un crimen y la víctima podía haber sido su amante. Sin embargo, le sorprendía.
- Oh, lo de siempre… Un buen día, no volvió.- si lo hubiera dicho con resentimiento, no habría sonado bien en sus labios. Inexplicablemente, le parecía que _____ era incapaz de sentir rencor por nada ni nadie, por más que el mundo le vapuleara el trasero cien veces.
- ¿No volvió?- repitió intrigado, deteniendo el motor del automóvil frente al apartamento de ella. Se volvió para mirarla.- ¿Qué significa que no volvió?
- Simplemente, desapareció.- sonrió con tristeza.
- ¿Acaso murió?- lo preguntó con cuidado, por si ella lloraba o se sentía peor al recordarlo.
- ¡Cielos, no!- _____ rió abiertamente. Así era ella. Tan pronto parecía a punto de desmoronarse como mostraba su hermosa sonrisa cargada de optimismo.- ¡Qué cosas dice, Nick!... ¿Cómo se le ocurre que…? Vaya, usted sí que piensa siempre lo peor…
- A veces, nos referimos a la gente que nos deja, ya sabe, para pasar a mejor vida, como si desaparecieran. Y muchas veces, es cierto que lo hacen, _____. Como ha podido comprobar en estos días, el asesinato y el secuestro están a la orden del día. Créame, se bastante del tema.- ella comprendió de qué le hablaba y encogió los hombros. Nick chasqueó la lengua. Le fastidió que ella siguiera tomándose el asunto de Graham tan a la ligera. – Así que desapareció. ¿Sin más?
- Bueno… No exactamente.- se mordió los labios. Siempre la avergonzaba aquella parte de la historia. ¿Por qué se lo contaba? Con toda seguridad, Nick se reiría a mandíbula partida cuando la escuchara. Pero se lo contó de todas formas.- Terry dejó una buena cuenta sin pagar. Al menos un mes de desayunos, café, zumo de naranja y huevos revueltos y tarta de manzana, el menú especial. El jefe quiso matarme cuando se enteró, aunque le dije que podía descontármelo de mi sueldo si quería.
- ¿La sedujo recitándole poemas de amor y usted cayó en la trampa, _____?-se burló y añadió en idéntico tono.- La tenía por una chica lista.
- Se equivoca.- replicó dolida por su sarcasmo.- En realidad, a él le gustaba
Alex. Los dos se sentaban cada mañana en la misma mesa. Cuando ella se iba, contoneando su cuerpo de diosa hasta la puerta, él me llamaba con disimulo. Siempre me decía en voz baja: “querida, queridísima amiga _____… Hoy no llevo suelto, ¿podrías apuntarlo en mi cuenta? Lo de nuestra preciosa modelo también, le dije que la invitaría”. Claro, yo no podía hacer otra cosa más que hacer lo que me pedía… Bueno, no es que no me diera cuenta de lo que ocurría, pero… Ya sabe, él y Alex siempre eran amables conmigo y en alguna ocasión, incluso me esperaban después de mi turno y me llevaban con ellos al cine. Y cuando él no volvió, Alex y yo seguimos viéndonos. Valió la pena aunque perdiera mi empleo. Yo no conocía a nadie entonces, ¿sabe, Nick? Es muy difícil hacer amigos en una ciudad donde todo el mundo tiene prisa.
- Entiendo.- por un instante, le asaltó el loco deseo de protegerla, de estrecharla entre sus brazos, de besarla y decirle que nunca más estaría sola. Nunca antes ella le había parecido más pequeña y desvalida, a pesar de la fuerza interior que revelaban sus ojos. Quiso matar a todos los Terry del mundo que se aprovechaban de _____. Claro que era una completa estupidez. Por lo poco que la conocía, supo que la aventura de _____ en la ciudad no había hecho nada más que empezar. Ella debía aprender a huir de todos los lobos hambrientos o la devorarían antes de que pudiera darse cuenta. Y por otro lado, supo que ella siempre encontraría alguna misión humanitaria que la decepcionaría o trataría de engañarla. No podía matarlos a todos. Tendría que detenerse a sí mismo y leerse sus derechos y eso no sería nada ortodoxo. Esbozó una sonrisa, olvidando que ella era bastante susceptible a sus muestras de buen humor. En esta ocasión, no se reía de ella. Pero _____ no lo entendió.
- Sabía que no tenía que contárselo…- gruñó ella, manipulando con nerviosismo el cinturón de seguridad sin lograr desatarlo.- Sabía que un bruto insensible como usted no lo comprendería… No se porqué me molesto en creer que tiene algo en el lugar donde el resto tenemos el corazón… ¡Diablos! Sáqueme de aquí, ¿quiere?
Nick asintió y borró cualquier señal de buen humor de sus facciones. Se propuso que no volverían a compartir más confesiones secretas en adelante.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 14
Concretamente, no deseaba seguir escuchando más historias en las que ella era víctima de las maquinaciones de algún caradura aspirante a escritor. La idea le enfurecía. Y esa Alex… ¿Qué clase de amiga era ella? ¿Acaso no le preocupaba que _____ estuviera metida en algún grave problema? ¿Acaso no había notado que ella deseaba que ese idiota le dedicara sus poemas de amor? Alexandrina Hudson le había parecido una mujer muy bella en aquellos catálogos subidos de tono de ropa interior. Sin embargo, al mirar a _____, apenas podía recordar de qué color eran los ojos de aquella modelo con aspecto de muñeca Barbie. Ahora le parecía que esa Alex era una mujer espantosa. ¿Cómo si no era posible que hubiera ignorado la súplica callada en los ojos de _____? El no podía hacerlo y solo la conocía hacía unos días. Mientras lo pensaba, sintió que sus dedos se enredaban con los de ella sobre el cierre del cinturón. Levantó la cabeza y sus miradas se encontraron. ¡Demonios! ¿No podía al menos fingir que no contenía el aliento? Pero no. _____ no sabía actuar. Los labios llenos y palpitantes, entreabiertos, tan cerca de sus propios labios. Le miraba con los ojos tan abiertos que se diría que alguien le había grapado los párpados a las cejas para impedir que los cerrara. Durante un par de minutos que se hicieron interminables, se debatió entre el deseo de salir corriendo y la imperiosa necesidad de besarla. ¿Era una falta grave besar a una testigo? ¿Incluso si la testigo no dejaba de mirarle como si nunca antes nadie lo hubiera hecho? ¿Incluso si ella le invitaba con los ojos, con la boca plena y húmeda, con el temblor de su cuerpo demasiado próximo en el asiento contiguo? Pero qué… Apenas rozó con su mano el muslo de ella para liberarla del cinturón. Pero se apartó como si el contacto le hubiera quemado.
- Gracias.- murmuró ella con las mejillas encendidas.
- De nada.- le abrió la puerta del coche y le hizo una seña para que bajara. Su voz ronca la sobresaltó y obedeció de inmediato. Todavía le miraba desde la acera, como esperando algo… ¿una disculpa, tal vez? ¿Y por qué? ¿Porque había olvidado durante una fracción de segundo que ella no era más que otro caso? Ni pensarlo. Todo lo que tenía que hacer era mantenerse a raya. Esa _____ Baker era bastante más peligrosa de lo que aparentaba.- Esta noche vigilaré desde aquí, _____.
- ¿No va a subir?- preguntó con sorpresa.
- No. ¿Contenta, señorita Baker?- a su vez, el tono de Nick era sarcástico.- ¿A que no imaginaba que se libraría de mi tan pronto?
- Pues no.- ella parecía furiosa. ¿Furiosa? Aquello sí que tenía gracia. La noche anterior había tenido que utilizar todo su repertorio de argumentos para convencerla de que le dejara pasar la noche en su apartamento. Y ahora que por fin ganaba la batalla, ella estaba furiosa. Para volverse loco. _____ cerró la puerta con brusquedad.- Y sí, me hace muy feliz no tener que ver su cara por la mañana. Buenas noches, Nick.
- _____…- Nick contó hasta diez antes de continuar.- Quiero que me haga una seña al entrar para indicarme que todo está en orden, ¿de acuerdo?
Ella no contestó.
- Si no lo hace, subiré a cerciorarme en persona. Ya me conoce, _____.- amenazó con voz suave.
- Sí, sí, le haré una seña…
- Bien.- dijo satisfecho.- Y deje la luz de su ventana encendida toda la noche, ¿quiere?
- ¿Pretende espiarme, maldito pervertido?- le espetó, golpeando con un ligero puntapié uno de los neumáticos. Nick observó que ella ahogaba un gritito de dolor.
- Le está bien empleado. Este coche pertenece al departamento de policía de
Nueva York, _____. ¿Sabía que estropear la propiedad del Estado es un delito muy serio?
- ¡Váyase al cuerno, Nick!- ella ya estaba abriendo la puerta del edificio y la empujaba pesadamente.
- ¡Encendidas, _____!- le recordó Nick, señalando la ventana.
- Descuide…- le dedicó una deliciosa mueca infantil que revelaba su mal humor.- Le prometo que no me apartaré de la ventana a menos que estalle una bomba. Y no se preocupe, le haré una seña antes de que el asesino vacíe el cargador en mi cabeza.
- Estaré vigilándola, _____.- prometió, aunque a juzgar por el golpe de la puerta al cerrarse, supo que ella no ardía en deseos de comprobarlo. _____ no tardó en asomar su pequeña y malhumorada cara. Agitó la mano un instante y corrió las cortinas. Nick esperó un buen rato hasta asegurarse de que no había peligro. Y entonces, se acurrucó en el asiento del coche, dispuesto a no cabecear una sola vez.
Concretamente, no deseaba seguir escuchando más historias en las que ella era víctima de las maquinaciones de algún caradura aspirante a escritor. La idea le enfurecía. Y esa Alex… ¿Qué clase de amiga era ella? ¿Acaso no le preocupaba que _____ estuviera metida en algún grave problema? ¿Acaso no había notado que ella deseaba que ese idiota le dedicara sus poemas de amor? Alexandrina Hudson le había parecido una mujer muy bella en aquellos catálogos subidos de tono de ropa interior. Sin embargo, al mirar a _____, apenas podía recordar de qué color eran los ojos de aquella modelo con aspecto de muñeca Barbie. Ahora le parecía que esa Alex era una mujer espantosa. ¿Cómo si no era posible que hubiera ignorado la súplica callada en los ojos de _____? El no podía hacerlo y solo la conocía hacía unos días. Mientras lo pensaba, sintió que sus dedos se enredaban con los de ella sobre el cierre del cinturón. Levantó la cabeza y sus miradas se encontraron. ¡Demonios! ¿No podía al menos fingir que no contenía el aliento? Pero no. _____ no sabía actuar. Los labios llenos y palpitantes, entreabiertos, tan cerca de sus propios labios. Le miraba con los ojos tan abiertos que se diría que alguien le había grapado los párpados a las cejas para impedir que los cerrara. Durante un par de minutos que se hicieron interminables, se debatió entre el deseo de salir corriendo y la imperiosa necesidad de besarla. ¿Era una falta grave besar a una testigo? ¿Incluso si la testigo no dejaba de mirarle como si nunca antes nadie lo hubiera hecho? ¿Incluso si ella le invitaba con los ojos, con la boca plena y húmeda, con el temblor de su cuerpo demasiado próximo en el asiento contiguo? Pero qué… Apenas rozó con su mano el muslo de ella para liberarla del cinturón. Pero se apartó como si el contacto le hubiera quemado.
- Gracias.- murmuró ella con las mejillas encendidas.
- De nada.- le abrió la puerta del coche y le hizo una seña para que bajara. Su voz ronca la sobresaltó y obedeció de inmediato. Todavía le miraba desde la acera, como esperando algo… ¿una disculpa, tal vez? ¿Y por qué? ¿Porque había olvidado durante una fracción de segundo que ella no era más que otro caso? Ni pensarlo. Todo lo que tenía que hacer era mantenerse a raya. Esa _____ Baker era bastante más peligrosa de lo que aparentaba.- Esta noche vigilaré desde aquí, _____.
- ¿No va a subir?- preguntó con sorpresa.
- No. ¿Contenta, señorita Baker?- a su vez, el tono de Nick era sarcástico.- ¿A que no imaginaba que se libraría de mi tan pronto?
- Pues no.- ella parecía furiosa. ¿Furiosa? Aquello sí que tenía gracia. La noche anterior había tenido que utilizar todo su repertorio de argumentos para convencerla de que le dejara pasar la noche en su apartamento. Y ahora que por fin ganaba la batalla, ella estaba furiosa. Para volverse loco. _____ cerró la puerta con brusquedad.- Y sí, me hace muy feliz no tener que ver su cara por la mañana. Buenas noches, Nick.
- _____…- Nick contó hasta diez antes de continuar.- Quiero que me haga una seña al entrar para indicarme que todo está en orden, ¿de acuerdo?
Ella no contestó.
- Si no lo hace, subiré a cerciorarme en persona. Ya me conoce, _____.- amenazó con voz suave.
- Sí, sí, le haré una seña…
- Bien.- dijo satisfecho.- Y deje la luz de su ventana encendida toda la noche, ¿quiere?
- ¿Pretende espiarme, maldito pervertido?- le espetó, golpeando con un ligero puntapié uno de los neumáticos. Nick observó que ella ahogaba un gritito de dolor.
- Le está bien empleado. Este coche pertenece al departamento de policía de
Nueva York, _____. ¿Sabía que estropear la propiedad del Estado es un delito muy serio?
- ¡Váyase al cuerno, Nick!- ella ya estaba abriendo la puerta del edificio y la empujaba pesadamente.
- ¡Encendidas, _____!- le recordó Nick, señalando la ventana.
- Descuide…- le dedicó una deliciosa mueca infantil que revelaba su mal humor.- Le prometo que no me apartaré de la ventana a menos que estalle una bomba. Y no se preocupe, le haré una seña antes de que el asesino vacíe el cargador en mi cabeza.
- Estaré vigilándola, _____.- prometió, aunque a juzgar por el golpe de la puerta al cerrarse, supo que ella no ardía en deseos de comprobarlo. _____ no tardó en asomar su pequeña y malhumorada cara. Agitó la mano un instante y corrió las cortinas. Nick esperó un buen rato hasta asegurarse de que no había peligro. Y entonces, se acurrucó en el asiento del coche, dispuesto a no cabecear una sola vez.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 15
Le alertó el sonido de un claxon a pocos metros. Miró a todas partes. Cualquiera que se detuviera un segundo frente al edificio, aunque solo fuera para atarse el cordón de un zapato, le parecía sospechoso. Y aquel tipo… Le pareció que le había visto el día anterior merodeando por allí. Puede que solo fuera una tontería, pero… Blanco, treinta y pocos años, metro setenta y cinco, pantalones azul marino, camiseta blanca de algodón y calzado deportivo con suela con cámara de aire. Lo anotó todo mentalmente. Siempre lo hacía por deformación profesional. Se restregó los ojos. Le escocían a causa del frío y de la polución. Siempre le sucedía después de una guardia. Miró su reloj. Aún no había amanecido del todo. Echó una ojeada a la ventana. La luz seguía encendida. La vio moverse detrás de las cortinas. Una chica madrugadora esa _____. La imaginó preparando café y ocupándose de su horrible gato mutilado. Sí, era un encanto _____. Aunque tenía un genio de mil demonios. El tipo de las zapatillas deportivas, volvió a pasar junto al portal. Ahora llevaba un cartucho de papel por el que asomaban un par de aromáticas barras de pan recién horneado. Nick desvió la mirada hacia la panadería en la acera contraria. Sonrió. Se estaba volviendo paranoico… ¿O quizá no? Le asaltó el presentimiento de que ella no estaba segura. Salió del coche y atravesó la puerta del edificio aprovechando un descuido de uno de los vecinos. Era tan fácil colarse sin que nadie le viera… Un asesino meticuloso y experimentado no tendría ningún problema en acceder al apartamento de _____ y matarla. El ya estaba en su puerta y ni siquiera había tenido que mentir para entrar. La golpeó con los nudillos.
- ¿_____?- ella no contestó, así que tocó con mayor insistencia.- ¿_____… puede oírme?
Sospechando lo peor, tomó carrerilla y estaba a punto de derribar la puerta, cuando esta se abrió de repente. Por suerte, _____ se había apartado a tiempo. Nick frenó como pudo antes de chocar estrepitosamente contra la pared. Se frotó el hombro con una mueca de dolor en el rostro.
- ¿Por qué no contestaba?- la increpó. Pero _____ no dijo nada. Se limitó a lanzarle otra de sus sonrisas que eclipsaban el arco iris y se colocó frente a la ventana.
- No soy su criada, Nick. No tengo que contestar enseguida como si estuviera esperándole detrás de la puerta.- _____ no se lo confesó, pero era lo que había estado haciendo la mayor parte de la noche. Eso y vigilar si dormía dentro de su coche.
- Está bien. – aceptó, pensando que era demasiado temprano para enzarzarse en una batalla verbal con la inagotable señorita Baker. - Recoja sus cosas. Nos vamos.
- ¿Qué quiere decir con “nos vamos”?- inquirió, molesta por su tono autoritario.-
Oiga, si quiere quedarse ahí afuera cada noche hasta que se haga viejo, ese es su problema. Pero esta es mi casa y no puede obligarme a marcharme de aquí… ¿Espera que le acompañe solo porque usted me lo pide?
- _____, no se lo estoy pidiendo.- silabeó entre dientes.- Se lo ordeno. Y quítese de la ventana.
- ¿Me lo ordena?- ella descorrió las cortinas, fingiendo que él se había vuelto invisible.- ¿Alguien oye algo? ¿Hay un poli chiflado diciendo tonterías en esta habitación? ¿Hola…?
- Apártese de ahí, _____. Algo no va bien.
- ¿Ya estamos otra vez, Nick? Uhhhh… Cuidado… El peligroso asesino de costureras sin empleo ataca de nuevo…- _____ se había levantado de un humor excelente, al parecer. Pero Nick no estaba para chistes. Aquel presentimiento…
- Hablo en serio, _____.- elevó el volumen de su voz para hacerla comprender que no estaba jugando.- He dicho que se aleje de la ventana.
- ¡Oh, ya me tiene harta, Nick…! Hace un día precioso.- su feo gato se contoneó junto a ella y ronroneó. En respuesta, _____ sonrió nuevamente.- ¿Lo ve, Nick?
“Minino” también lo cree. Vamos, hombre… Sea amable aunque solo sea por esta vez y déme los buenos días antes de empezar a darme órdenes como un loco.
Nick no tuvo tiempo de decirle que tenía una buena y “amable” azotaina para ella en mente. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Era por lo del día anterior… una venganza o algo así? Le tomaba el pelo como si los dos fueran dos viejos amigos que hacen las paces después de una discusión. ¿Realmente bromeaba o se había vuelto completamente loca de remate? Estaba a punto de apartarla a rastras de la ventana, cuando algo silbó muy cerca de su oído… Pero, ¿qué…? ¡Santo Cielo! ¿Una bala…? Sin pensarlo, se abalanzó sobre _____ para protegerla. La tiró al suelo, haciéndola caer sobre él para evitar que se cortara con los cristales que se habían desprendido de la ventana a causa del impacto. Estuvieron así unos segundos. Nick temía que el ataque se repetiría. Pero no sucedió. La miró. Ella seguía sobre su cuerpo. Temblaba como un cachorro al que acaban de separar de su madre.
- ¿Nick…?
- Ssshhhh…- se levantó con _____ pegada a su pecho. Podía sentir su respiración agitada golpeándole el cuello. Bien. Ahora ella estaba realmente asustada. Quizá así sería menos respondona. Con un gesto, le indicó que se moviera junto a él, despacio, hacia la pared. La miró.- ¿Está bien?
- Creo que sí. ¿Y usted?
Nick no respondió. Ella se le escurría de entre las manos, sin importarle que ahí afuera hubiera un psicópata que quizá quería repetir el intento en cuanto la tuviera a tiro.
- ¡_____, vuelva aquí!
- Oh, Nick… ¡Es “Minino”! Le han dado…- ella sollozaba y Nick ya se disponía a consolarla por la… ¿tremenda pérdida? Pensó que era una suerte para aquel gato horrible haber pasado a mejor vida. Pero no se lo dijo a _____ para no disgustarla aún más. El pobre bicho permanecía rígido sobre el frío azulejo del suelo y ella se deshacía en lamentos, lo llamaba por su absurdo nombre y… ¿_____ reía? ¿Su mascota piojosa había muerto y ella lo celebraba con sonoras carcajadas? Ahora sí que no entendía una sola palabra.
- ¡Está vivo, Nick!- ella gritaba de alegría.
- ¿Vivo? ¡Qué me aspen! Si estaba quieto como un cadáver…- se rascó la barbilla, acercándose al animal con expresión ceñuda.
- ¡Gato listo!- ella lo abrazó con fuerza y después miró a Nick, radiante como una novia.- ¡Lo había olvidado!... Yo misma le enseñé ese truco. Recuerdo que a Alex y a mí nos hacía mucha gracia…
- Sí. Es tan gracioso…- comentó, irónico.
- Bah… Nick, no sea así… ¿No ve que el pobre animal ha sufrido un shock?
Vaya… Tal vez debería llevarle a ver a un médico… ¿qué opina, Nick?
¿Lo decía en serio? Inaudito. Ella había estado a punto de ser atravesada por una bala. El tenía el trasero lleno de minúsculos pedacitos de vidrio. Pero a _____ Baker solo le preocupaba llevar a su gato lisiado al psiquiatra.
- Me rindo, _____.- suspiró con desgana.- Coja lo imprescindible y larguémonos… Y sí, coja también al maldito gato que se hace el muerto… Con suerte, le contratarán en un circo y podré vivir de eso cuando me despidan.
Y de repente, ocurrió. _____ se irguió sobre la punta de sus pequeños pies y le besó sonoramente en la mejilla. No fue algo planeado. No estaba en el guión. Pero sucedió. Nick pasó los dedos donde ella había puesto antes sus labios. La miró. Furioso, confuso, feliz… ¿feliz? Ni hablar. ¿Esa _____ era tonta? ¿Cómo esperaba que la protegiera si le daba las gracias de aquel modo, como una exploradora a la que acabara de comprar diez cajas de galletas de chocolate? Había que pararlo. De lo contrario, ella no tenía la menor oportunidad. Sus pensamientos eran de lo más descabellados. ¿Qué era ella, una farsante o una completa estúpida? Volvió a mirarla. Furioso, muy furioso. Y muy confuso. Y furioso otra vez, por si a ella le quedaba alguna duda.
- Nunca, _____. ¿Me ha oído bien? Nunca vuelva a hacer algo así.- lo dijo con tanta rabia que ella parpadeó repetidamente. Pero Nick no se dejó engañar por su aparente fragilidad.- Vamos, coja sus cosas. Tiene diez minutos.
Le alertó el sonido de un claxon a pocos metros. Miró a todas partes. Cualquiera que se detuviera un segundo frente al edificio, aunque solo fuera para atarse el cordón de un zapato, le parecía sospechoso. Y aquel tipo… Le pareció que le había visto el día anterior merodeando por allí. Puede que solo fuera una tontería, pero… Blanco, treinta y pocos años, metro setenta y cinco, pantalones azul marino, camiseta blanca de algodón y calzado deportivo con suela con cámara de aire. Lo anotó todo mentalmente. Siempre lo hacía por deformación profesional. Se restregó los ojos. Le escocían a causa del frío y de la polución. Siempre le sucedía después de una guardia. Miró su reloj. Aún no había amanecido del todo. Echó una ojeada a la ventana. La luz seguía encendida. La vio moverse detrás de las cortinas. Una chica madrugadora esa _____. La imaginó preparando café y ocupándose de su horrible gato mutilado. Sí, era un encanto _____. Aunque tenía un genio de mil demonios. El tipo de las zapatillas deportivas, volvió a pasar junto al portal. Ahora llevaba un cartucho de papel por el que asomaban un par de aromáticas barras de pan recién horneado. Nick desvió la mirada hacia la panadería en la acera contraria. Sonrió. Se estaba volviendo paranoico… ¿O quizá no? Le asaltó el presentimiento de que ella no estaba segura. Salió del coche y atravesó la puerta del edificio aprovechando un descuido de uno de los vecinos. Era tan fácil colarse sin que nadie le viera… Un asesino meticuloso y experimentado no tendría ningún problema en acceder al apartamento de _____ y matarla. El ya estaba en su puerta y ni siquiera había tenido que mentir para entrar. La golpeó con los nudillos.
- ¿_____?- ella no contestó, así que tocó con mayor insistencia.- ¿_____… puede oírme?
Sospechando lo peor, tomó carrerilla y estaba a punto de derribar la puerta, cuando esta se abrió de repente. Por suerte, _____ se había apartado a tiempo. Nick frenó como pudo antes de chocar estrepitosamente contra la pared. Se frotó el hombro con una mueca de dolor en el rostro.
- ¿Por qué no contestaba?- la increpó. Pero _____ no dijo nada. Se limitó a lanzarle otra de sus sonrisas que eclipsaban el arco iris y se colocó frente a la ventana.
- No soy su criada, Nick. No tengo que contestar enseguida como si estuviera esperándole detrás de la puerta.- _____ no se lo confesó, pero era lo que había estado haciendo la mayor parte de la noche. Eso y vigilar si dormía dentro de su coche.
- Está bien. – aceptó, pensando que era demasiado temprano para enzarzarse en una batalla verbal con la inagotable señorita Baker. - Recoja sus cosas. Nos vamos.
- ¿Qué quiere decir con “nos vamos”?- inquirió, molesta por su tono autoritario.-
Oiga, si quiere quedarse ahí afuera cada noche hasta que se haga viejo, ese es su problema. Pero esta es mi casa y no puede obligarme a marcharme de aquí… ¿Espera que le acompañe solo porque usted me lo pide?
- _____, no se lo estoy pidiendo.- silabeó entre dientes.- Se lo ordeno. Y quítese de la ventana.
- ¿Me lo ordena?- ella descorrió las cortinas, fingiendo que él se había vuelto invisible.- ¿Alguien oye algo? ¿Hay un poli chiflado diciendo tonterías en esta habitación? ¿Hola…?
- Apártese de ahí, _____. Algo no va bien.
- ¿Ya estamos otra vez, Nick? Uhhhh… Cuidado… El peligroso asesino de costureras sin empleo ataca de nuevo…- _____ se había levantado de un humor excelente, al parecer. Pero Nick no estaba para chistes. Aquel presentimiento…
- Hablo en serio, _____.- elevó el volumen de su voz para hacerla comprender que no estaba jugando.- He dicho que se aleje de la ventana.
- ¡Oh, ya me tiene harta, Nick…! Hace un día precioso.- su feo gato se contoneó junto a ella y ronroneó. En respuesta, _____ sonrió nuevamente.- ¿Lo ve, Nick?
“Minino” también lo cree. Vamos, hombre… Sea amable aunque solo sea por esta vez y déme los buenos días antes de empezar a darme órdenes como un loco.
Nick no tuvo tiempo de decirle que tenía una buena y “amable” azotaina para ella en mente. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Era por lo del día anterior… una venganza o algo así? Le tomaba el pelo como si los dos fueran dos viejos amigos que hacen las paces después de una discusión. ¿Realmente bromeaba o se había vuelto completamente loca de remate? Estaba a punto de apartarla a rastras de la ventana, cuando algo silbó muy cerca de su oído… Pero, ¿qué…? ¡Santo Cielo! ¿Una bala…? Sin pensarlo, se abalanzó sobre _____ para protegerla. La tiró al suelo, haciéndola caer sobre él para evitar que se cortara con los cristales que se habían desprendido de la ventana a causa del impacto. Estuvieron así unos segundos. Nick temía que el ataque se repetiría. Pero no sucedió. La miró. Ella seguía sobre su cuerpo. Temblaba como un cachorro al que acaban de separar de su madre.
- ¿Nick…?
- Ssshhhh…- se levantó con _____ pegada a su pecho. Podía sentir su respiración agitada golpeándole el cuello. Bien. Ahora ella estaba realmente asustada. Quizá así sería menos respondona. Con un gesto, le indicó que se moviera junto a él, despacio, hacia la pared. La miró.- ¿Está bien?
- Creo que sí. ¿Y usted?
Nick no respondió. Ella se le escurría de entre las manos, sin importarle que ahí afuera hubiera un psicópata que quizá quería repetir el intento en cuanto la tuviera a tiro.
- ¡_____, vuelva aquí!
- Oh, Nick… ¡Es “Minino”! Le han dado…- ella sollozaba y Nick ya se disponía a consolarla por la… ¿tremenda pérdida? Pensó que era una suerte para aquel gato horrible haber pasado a mejor vida. Pero no se lo dijo a _____ para no disgustarla aún más. El pobre bicho permanecía rígido sobre el frío azulejo del suelo y ella se deshacía en lamentos, lo llamaba por su absurdo nombre y… ¿_____ reía? ¿Su mascota piojosa había muerto y ella lo celebraba con sonoras carcajadas? Ahora sí que no entendía una sola palabra.
- ¡Está vivo, Nick!- ella gritaba de alegría.
- ¿Vivo? ¡Qué me aspen! Si estaba quieto como un cadáver…- se rascó la barbilla, acercándose al animal con expresión ceñuda.
- ¡Gato listo!- ella lo abrazó con fuerza y después miró a Nick, radiante como una novia.- ¡Lo había olvidado!... Yo misma le enseñé ese truco. Recuerdo que a Alex y a mí nos hacía mucha gracia…
- Sí. Es tan gracioso…- comentó, irónico.
- Bah… Nick, no sea así… ¿No ve que el pobre animal ha sufrido un shock?
Vaya… Tal vez debería llevarle a ver a un médico… ¿qué opina, Nick?
¿Lo decía en serio? Inaudito. Ella había estado a punto de ser atravesada por una bala. El tenía el trasero lleno de minúsculos pedacitos de vidrio. Pero a _____ Baker solo le preocupaba llevar a su gato lisiado al psiquiatra.
- Me rindo, _____.- suspiró con desgana.- Coja lo imprescindible y larguémonos… Y sí, coja también al maldito gato que se hace el muerto… Con suerte, le contratarán en un circo y podré vivir de eso cuando me despidan.
Y de repente, ocurrió. _____ se irguió sobre la punta de sus pequeños pies y le besó sonoramente en la mejilla. No fue algo planeado. No estaba en el guión. Pero sucedió. Nick pasó los dedos donde ella había puesto antes sus labios. La miró. Furioso, confuso, feliz… ¿feliz? Ni hablar. ¿Esa _____ era tonta? ¿Cómo esperaba que la protegiera si le daba las gracias de aquel modo, como una exploradora a la que acabara de comprar diez cajas de galletas de chocolate? Había que pararlo. De lo contrario, ella no tenía la menor oportunidad. Sus pensamientos eran de lo más descabellados. ¿Qué era ella, una farsante o una completa estúpida? Volvió a mirarla. Furioso, muy furioso. Y muy confuso. Y furioso otra vez, por si a ella le quedaba alguna duda.
- Nunca, _____. ¿Me ha oído bien? Nunca vuelva a hacer algo así.- lo dijo con tanta rabia que ella parpadeó repetidamente. Pero Nick no se dejó engañar por su aparente fragilidad.- Vamos, coja sus cosas. Tiene diez minutos.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 15
Le alertó el sonido de un claxon a pocos metros. Miró a todas partes. Cualquiera que se detuviera un segundo frente al edificio, aunque solo fuera para atarse el cordón de un zapato, le parecía sospechoso. Y aquel tipo… Le pareció que le había visto el día anterior merodeando por allí. Puede que solo fuera una tontería, pero… Blanco, treinta y pocos años, metro setenta y cinco, pantalones azul marino, camiseta blanca de algodón y calzado deportivo con suela con cámara de aire. Lo anotó todo mentalmente. Siempre lo hacía por deformación profesional. Se restregó los ojos. Le escocían a causa del frío y de la polución. Siempre le sucedía después de una guardia. Miró su reloj. Aún no había amanecido del todo. Echó una ojeada a la ventana. La luz seguía encendida. La vio moverse detrás de las cortinas. Una chica madrugadora esa _____. La imaginó preparando café y ocupándose de su horrible gato mutilado. Sí, era un encanto _____. Aunque tenía un genio de mil demonios. El tipo de las zapatillas deportivas, volvió a pasar junto al portal. Ahora llevaba un cartucho de papel por el que asomaban un par de aromáticas barras de pan recién horneado. Nick desvió la mirada hacia la panadería en la acera contraria. Sonrió. Se estaba volviendo paranoico… ¿O quizá no? Le asaltó el presentimiento de que ella no estaba segura. Salió del coche y atravesó la puerta del edificio aprovechando un descuido de uno de los vecinos. Era tan fácil colarse sin que nadie le viera… Un asesino meticuloso y experimentado no tendría ningún problema en acceder al apartamento de _____ y matarla. El ya estaba en su puerta y ni siquiera había tenido que mentir para entrar. La golpeó con los nudillos.
- ¿_____?- ella no contestó, así que tocó con mayor insistencia.- ¿_____… puede oírme?
Sospechando lo peor, tomó carrerilla y estaba a punto de derribar la puerta, cuando esta se abrió de repente. Por suerte, _____ se había apartado a tiempo. Nick frenó como pudo antes de chocar estrepitosamente contra la pared. Se frotó el hombro con una mueca de dolor en el rostro.
- ¿Por qué no contestaba?- la increpó. Pero _____ no dijo nada. Se limitó a lanzarle otra de sus sonrisas que eclipsaban el arco iris y se colocó frente a la ventana.
- No soy su criada, Nick. No tengo que contestar enseguida como si estuviera esperándole detrás de la puerta.- _____ no se lo confesó, pero era lo que había estado haciendo la mayor parte de la noche. Eso y vigilar si dormía dentro de su coche.
- Está bien. – aceptó, pensando que era demasiado temprano para enzarzarse en una batalla verbal con la inagotable señorita Baker. - Recoja sus cosas. Nos vamos.
- ¿Qué quiere decir con “nos vamos”?- inquirió, molesta por su tono autoritario.-
Oiga, si quiere quedarse ahí afuera cada noche hasta que se haga viejo, ese es su problema. Pero esta es mi casa y no puede obligarme a marcharme de aquí… ¿Espera que le acompañe solo porque usted me lo pide?
- _____, no se lo estoy pidiendo.- silabeó entre dientes.- Se lo ordeno. Y quítese de la ventana.
- ¿Me lo ordena?- ella descorrió las cortinas, fingiendo que él se había vuelto invisible.- ¿Alguien oye algo? ¿Hay un poli chiflado diciendo tonterías en esta habitación? ¿Hola…?
- Apártese de ahí, _____. Algo no va bien.
- ¿Ya estamos otra vez, Nick? Uhhhh… Cuidado… El peligroso asesino de costureras sin empleo ataca de nuevo…- _____ se había levantado de un humor excelente, al parecer. Pero Nick no estaba para chistes. Aquel presentimiento…
- Hablo en serio, _____.- elevó el volumen de su voz para hacerla comprender que no estaba jugando.- He dicho que se aleje de la ventana.
- ¡Oh, ya me tiene harta, Nick…! Hace un día precioso.- su feo gato se contoneó junto a ella y ronroneó. En respuesta, _____ sonrió nuevamente.- ¿Lo ve, Nick?
“Minino” también lo cree. Vamos, hombre… Sea amable aunque solo sea por esta vez y déme los buenos días antes de empezar a darme órdenes como un loco.
Nick no tuvo tiempo de decirle que tenía una buena y “amable” azotaina para ella en mente. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Era por lo del día anterior… una venganza o algo así? Le tomaba el pelo como si los dos fueran dos viejos amigos que hacen las paces después de una discusión. ¿Realmente bromeaba o se había vuelto completamente loca de remate? Estaba a punto de apartarla a rastras de la ventana, cuando algo silbó muy cerca de su oído… Pero, ¿qué…? ¡Santo Cielo! ¿Una bala…? Sin pensarlo, se abalanzó sobre _____ para protegerla. La tiró al suelo, haciéndola caer sobre él para evitar que se cortara con los cristales que se habían desprendido de la ventana a causa del impacto. Estuvieron así unos segundos. Nick temía que el ataque se repetiría. Pero no sucedió. La miró. Ella seguía sobre su cuerpo. Temblaba como un cachorro al que acaban de separar de su madre.
- ¿Nick…?
- Ssshhhh…- se levantó con _____ pegada a su pecho. Podía sentir su respiración agitada golpeándole el cuello. Bien. Ahora ella estaba realmente asustada. Quizá así sería menos respondona. Con un gesto, le indicó que se moviera junto a él, despacio, hacia la pared. La miró.- ¿Está bien?
- Creo que sí. ¿Y usted?
Nick no respondió. Ella se le escurría de entre las manos, sin importarle que ahí afuera hubiera un psicópata que quizá quería repetir el intento en cuanto la tuviera a tiro.
- ¡_____, vuelva aquí!
- Oh, Nick… ¡Es “Minino”! Le han dado…- ella sollozaba y Nick ya se disponía a consolarla por la… ¿tremenda pérdida? Pensó que era una suerte para aquel gato horrible haber pasado a mejor vida. Pero no se lo dijo a _____ para no disgustarla aún más. El pobre bicho permanecía rígido sobre el frío azulejo del suelo y ella se deshacía en lamentos, lo llamaba por su absurdo nombre y… ¿_____ reía? ¿Su mascota piojosa había muerto y ella lo celebraba con sonoras carcajadas? Ahora sí que no entendía una sola palabra.
- ¡Está vivo, Nick!- ella gritaba de alegría.
- ¿Vivo? ¡Qué me aspen! Si estaba quieto como un cadáver…- se rascó la barbilla, acercándose al animal con expresión ceñuda.
- ¡Gato listo!- ella lo abrazó con fuerza y después miró a Nick, radiante como una novia.- ¡Lo había olvidado!... Yo misma le enseñé ese truco. Recuerdo que a Alex y a mí nos hacía mucha gracia…
- Sí. Es tan gracioso…- comentó, irónico.
- Bah… Nick, no sea así… ¿No ve que el pobre animal ha sufrido un shock?
Vaya… Tal vez debería llevarle a ver a un médico… ¿qué opina, Nick?
¿Lo decía en serio? Inaudito. Ella había estado a punto de ser atravesada por una bala. El tenía el trasero lleno de minúsculos pedacitos de vidrio. Pero a _____ Baker solo le preocupaba llevar a su gato lisiado al psiquiatra.
- Me rindo, _____.- suspiró con desgana.- Coja lo imprescindible y larguémonos… Y sí, coja también al maldito gato que se hace el muerto… Con suerte, le contratarán en un circo y podré vivir de eso cuando me despidan.
Y de repente, ocurrió. _____ se irguió sobre la punta de sus pequeños pies y le besó sonoramente en la mejilla. No fue algo planeado. No estaba en el guión. Pero sucedió. Nick pasó los dedos donde ella había puesto antes sus labios. La miró. Furioso, confuso, feliz… ¿feliz? Ni hablar. ¿Esa _____ era tonta? ¿Cómo esperaba que la protegiera si le daba las gracias de aquel modo, como una exploradora a la que acabara de comprar diez cajas de galletas de chocolate? Había que pararlo. De lo contrario, ella no tenía la menor oportunidad. Sus pensamientos eran de lo más descabellados. ¿Qué era ella, una farsante o una completa estúpida? Volvió a mirarla. Furioso, muy furioso. Y muy confuso. Y furioso otra vez, por si a ella le quedaba alguna duda.
- Nunca, _____. ¿Me ha oído bien? Nunca vuelva a hacer algo así.- lo dijo con tanta rabia que ella parpadeó repetidamente. Pero Nick no se dejó engañar por su aparente fragilidad.- Vamos, coja sus cosas. Tiene diez minutos.
Le alertó el sonido de un claxon a pocos metros. Miró a todas partes. Cualquiera que se detuviera un segundo frente al edificio, aunque solo fuera para atarse el cordón de un zapato, le parecía sospechoso. Y aquel tipo… Le pareció que le había visto el día anterior merodeando por allí. Puede que solo fuera una tontería, pero… Blanco, treinta y pocos años, metro setenta y cinco, pantalones azul marino, camiseta blanca de algodón y calzado deportivo con suela con cámara de aire. Lo anotó todo mentalmente. Siempre lo hacía por deformación profesional. Se restregó los ojos. Le escocían a causa del frío y de la polución. Siempre le sucedía después de una guardia. Miró su reloj. Aún no había amanecido del todo. Echó una ojeada a la ventana. La luz seguía encendida. La vio moverse detrás de las cortinas. Una chica madrugadora esa _____. La imaginó preparando café y ocupándose de su horrible gato mutilado. Sí, era un encanto _____. Aunque tenía un genio de mil demonios. El tipo de las zapatillas deportivas, volvió a pasar junto al portal. Ahora llevaba un cartucho de papel por el que asomaban un par de aromáticas barras de pan recién horneado. Nick desvió la mirada hacia la panadería en la acera contraria. Sonrió. Se estaba volviendo paranoico… ¿O quizá no? Le asaltó el presentimiento de que ella no estaba segura. Salió del coche y atravesó la puerta del edificio aprovechando un descuido de uno de los vecinos. Era tan fácil colarse sin que nadie le viera… Un asesino meticuloso y experimentado no tendría ningún problema en acceder al apartamento de _____ y matarla. El ya estaba en su puerta y ni siquiera había tenido que mentir para entrar. La golpeó con los nudillos.
- ¿_____?- ella no contestó, así que tocó con mayor insistencia.- ¿_____… puede oírme?
Sospechando lo peor, tomó carrerilla y estaba a punto de derribar la puerta, cuando esta se abrió de repente. Por suerte, _____ se había apartado a tiempo. Nick frenó como pudo antes de chocar estrepitosamente contra la pared. Se frotó el hombro con una mueca de dolor en el rostro.
- ¿Por qué no contestaba?- la increpó. Pero _____ no dijo nada. Se limitó a lanzarle otra de sus sonrisas que eclipsaban el arco iris y se colocó frente a la ventana.
- No soy su criada, Nick. No tengo que contestar enseguida como si estuviera esperándole detrás de la puerta.- _____ no se lo confesó, pero era lo que había estado haciendo la mayor parte de la noche. Eso y vigilar si dormía dentro de su coche.
- Está bien. – aceptó, pensando que era demasiado temprano para enzarzarse en una batalla verbal con la inagotable señorita Baker. - Recoja sus cosas. Nos vamos.
- ¿Qué quiere decir con “nos vamos”?- inquirió, molesta por su tono autoritario.-
Oiga, si quiere quedarse ahí afuera cada noche hasta que se haga viejo, ese es su problema. Pero esta es mi casa y no puede obligarme a marcharme de aquí… ¿Espera que le acompañe solo porque usted me lo pide?
- _____, no se lo estoy pidiendo.- silabeó entre dientes.- Se lo ordeno. Y quítese de la ventana.
- ¿Me lo ordena?- ella descorrió las cortinas, fingiendo que él se había vuelto invisible.- ¿Alguien oye algo? ¿Hay un poli chiflado diciendo tonterías en esta habitación? ¿Hola…?
- Apártese de ahí, _____. Algo no va bien.
- ¿Ya estamos otra vez, Nick? Uhhhh… Cuidado… El peligroso asesino de costureras sin empleo ataca de nuevo…- _____ se había levantado de un humor excelente, al parecer. Pero Nick no estaba para chistes. Aquel presentimiento…
- Hablo en serio, _____.- elevó el volumen de su voz para hacerla comprender que no estaba jugando.- He dicho que se aleje de la ventana.
- ¡Oh, ya me tiene harta, Nick…! Hace un día precioso.- su feo gato se contoneó junto a ella y ronroneó. En respuesta, _____ sonrió nuevamente.- ¿Lo ve, Nick?
“Minino” también lo cree. Vamos, hombre… Sea amable aunque solo sea por esta vez y déme los buenos días antes de empezar a darme órdenes como un loco.
Nick no tuvo tiempo de decirle que tenía una buena y “amable” azotaina para ella en mente. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Era por lo del día anterior… una venganza o algo así? Le tomaba el pelo como si los dos fueran dos viejos amigos que hacen las paces después de una discusión. ¿Realmente bromeaba o se había vuelto completamente loca de remate? Estaba a punto de apartarla a rastras de la ventana, cuando algo silbó muy cerca de su oído… Pero, ¿qué…? ¡Santo Cielo! ¿Una bala…? Sin pensarlo, se abalanzó sobre _____ para protegerla. La tiró al suelo, haciéndola caer sobre él para evitar que se cortara con los cristales que se habían desprendido de la ventana a causa del impacto. Estuvieron así unos segundos. Nick temía que el ataque se repetiría. Pero no sucedió. La miró. Ella seguía sobre su cuerpo. Temblaba como un cachorro al que acaban de separar de su madre.
- ¿Nick…?
- Ssshhhh…- se levantó con _____ pegada a su pecho. Podía sentir su respiración agitada golpeándole el cuello. Bien. Ahora ella estaba realmente asustada. Quizá así sería menos respondona. Con un gesto, le indicó que se moviera junto a él, despacio, hacia la pared. La miró.- ¿Está bien?
- Creo que sí. ¿Y usted?
Nick no respondió. Ella se le escurría de entre las manos, sin importarle que ahí afuera hubiera un psicópata que quizá quería repetir el intento en cuanto la tuviera a tiro.
- ¡_____, vuelva aquí!
- Oh, Nick… ¡Es “Minino”! Le han dado…- ella sollozaba y Nick ya se disponía a consolarla por la… ¿tremenda pérdida? Pensó que era una suerte para aquel gato horrible haber pasado a mejor vida. Pero no se lo dijo a _____ para no disgustarla aún más. El pobre bicho permanecía rígido sobre el frío azulejo del suelo y ella se deshacía en lamentos, lo llamaba por su absurdo nombre y… ¿_____ reía? ¿Su mascota piojosa había muerto y ella lo celebraba con sonoras carcajadas? Ahora sí que no entendía una sola palabra.
- ¡Está vivo, Nick!- ella gritaba de alegría.
- ¿Vivo? ¡Qué me aspen! Si estaba quieto como un cadáver…- se rascó la barbilla, acercándose al animal con expresión ceñuda.
- ¡Gato listo!- ella lo abrazó con fuerza y después miró a Nick, radiante como una novia.- ¡Lo había olvidado!... Yo misma le enseñé ese truco. Recuerdo que a Alex y a mí nos hacía mucha gracia…
- Sí. Es tan gracioso…- comentó, irónico.
- Bah… Nick, no sea así… ¿No ve que el pobre animal ha sufrido un shock?
Vaya… Tal vez debería llevarle a ver a un médico… ¿qué opina, Nick?
¿Lo decía en serio? Inaudito. Ella había estado a punto de ser atravesada por una bala. El tenía el trasero lleno de minúsculos pedacitos de vidrio. Pero a _____ Baker solo le preocupaba llevar a su gato lisiado al psiquiatra.
- Me rindo, _____.- suspiró con desgana.- Coja lo imprescindible y larguémonos… Y sí, coja también al maldito gato que se hace el muerto… Con suerte, le contratarán en un circo y podré vivir de eso cuando me despidan.
Y de repente, ocurrió. _____ se irguió sobre la punta de sus pequeños pies y le besó sonoramente en la mejilla. No fue algo planeado. No estaba en el guión. Pero sucedió. Nick pasó los dedos donde ella había puesto antes sus labios. La miró. Furioso, confuso, feliz… ¿feliz? Ni hablar. ¿Esa _____ era tonta? ¿Cómo esperaba que la protegiera si le daba las gracias de aquel modo, como una exploradora a la que acabara de comprar diez cajas de galletas de chocolate? Había que pararlo. De lo contrario, ella no tenía la menor oportunidad. Sus pensamientos eran de lo más descabellados. ¿Qué era ella, una farsante o una completa estúpida? Volvió a mirarla. Furioso, muy furioso. Y muy confuso. Y furioso otra vez, por si a ella le quedaba alguna duda.
- Nunca, _____. ¿Me ha oído bien? Nunca vuelva a hacer algo así.- lo dijo con tanta rabia que ella parpadeó repetidamente. Pero Nick no se dejó engañar por su aparente fragilidad.- Vamos, coja sus cosas. Tiene diez minutos.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 17
- Creo que pasaremos la noche en ese motel de ahí.- informó Nick y _____ abrió los ojos sin el menor entusiasmo.- Aún queda bastante para llegar a San Jorge. No hay necesidad de pasar la noche en vela.
¡Qué bien! Lo que siempre había soñado. Una noche idílica con el apuesto pero antipático detective Nick. Se bajó del coche con desgana y le siguió hasta el interior del motel. El tipo del mostrador les observó con cautela antes de aceptar el fajo de billetes que Nick tendía hacia él.
- Nombre.- solicitó con voz pastosa.
- Smith. John Smith.- Nick había respondido con total rapidez y naturalidad.
- Ya.- el tipo le dedicó una desagradable sonrisa en la que faltaban absolutamente todos los dientes delanteros.- Y supongo que ella es Pocahontas.
- No.
- ¿Su hermana, entonces?
Nick se impacientó ante la curiosidad maliciosa del hombre.
- Señor y Señora Smith, idiota.
- Está bien, hombre. No se ponga así…- _____ ocultó la caja que transportaba a
“Minino”, consciente de que el empleado del motel no le quitaba la vista de encima.-
Un momento… No está permitido tener animales. Tendrá que dejarlo en el coche.
_____ negó con la cabeza, mirando a Nick en actitud suplicante. Nick suspiró.
Sacó un par de billetes más y se los entregó al tipo con expresión irritada.
- ¿Suficiente?
- Solo por esta noche. Habitación 201.Tenga, sábanas limpias y un par de toallas.- le entregó la llave y el resto de las cosas.
Nick ni siquiera le dio las gracias. Con un gesto, indicó a _____ que caminara delante de él. Una vez en la habitación, _____ se dejó caer pesadamente sobre la cama, abriendo la jaula y aceptando que el animal se restregara repetidamente contra sus muslos.
- Estarás contenta.- observó Nick, de peor humor que de costumbre.- Tu gato piojoso me ha costado una fortuna.
- Te devolveré hasta el último centavo cuando lleguemos a San Jorge.- prometió, a sabiendas de que Nick no quería su dinero. Solo quería castigarla por haber traído a “minino” en contra de su voluntad, por haberse metido en aquel lío, por obligarle a permanecer a su lado cuando quizá todo lo que él quería hacer era ver una buena película en compañía de su bonita esposa… Vaya, no lo había pensado. ¿Era posible que en algún lugar existiera una señora Nick? Espió de reojo al hombre, su expresión ceñuda, sus fuertes manos de dedos largos que se movían inútilmente sobre el televisor para hacerlo hablar… No había ninguna alianza en sus dedos. Pero eso no quería decir nada. Era probable que alguien tan precavido como él se deshiciera de sus objetos personales durante una misión.
- ¿En serio? ¿Qué eres, señorita Baker? ¿Una rica heredera que huye de su reales obligaciones para pasar el rato?- se burlaba. Pero no parecía furioso con ella exclusivamente. En realidad, Nick había llegado al punto en que el mundo entero le disgustaba. _____ chasqueó la lengua al ver como él daba un par de puñetazos sobre el aparato. Se acercó a él y le apartó con gesto condescendiente. Nick sonrió con cinismo.-
No me digas que también sabes arreglar televisores.
- ¿Te sorprendería?- inquirió molesta por el tono sarcástico de su voz.
- _____… Seré tu esclavo el resto de mi vida si logras que pueda ver las noticias sin escuchar tu molesto parloteo durante los próximos cinco minutos.
_____ le lanzó una mirada asesina. No era necesario que fuera tan hiriente, señor
Nick. Le odió por aquella dosis gratuita de sarcasmo. Tampoco es que ella estuviera pasando las vacaciones de su vida.
- Tus deseos son órdenes.- dijo en el mismo tono que él había utilizado y después, se inclinó y siguió con los dedos el cable que había tirado en el suelo. Al encontrar el enchufe al final, se lo mostró con maliciosa satisfacción y lo introdujo en e orificio de la pared. Como por arte de magia, la hermosa Neve Palmer, presentadora de las noticias de las ocho, les saludó desde la pantalla con su suave acento del sur.
- Y ahora, creo que me daré una ducha… Y Nick – clavó su mirada rabiosa en él antes de entrar en el cuarto de baño.- si escuchas mi molesto parloteo en el lavabo… Por favor, no me dispares. Suelo cantar mientras me ducho.
- Muy graciosa.
_____ cerró la puerta de un fuerte portazo. Dejó que el agua corriera con libertad por su cuerpo, sintiendo que la cálida temperatura le calmaba los nervios. ¿Qué se había creído ese cretino de Nick? Se portaba de un modo despreciable, más arisco que un puercoespín. ¿Qué culpa tenía ella de que no pudiera estar donde o con quien deseaba estar? Vaya, otra vez pensando en lo mismo. Se regañó a sí misma por la insistencia de sus pensamientos. No era asunto suyo si Nick tenía la suerte de que alguna mujer le esperara en casa a pesar de su humor de perros. De hecho, compadecía a la mujer si esta existía. Le oyó tocar a la puerta con los nudillos y se sobresaltó.
- _____… Llevas media hora ahí adentro. Te arrugarás si sigues bajo el agua.
- No me molestes, Nick. Tengo que desintoxicarme de tu insoportable compañía.- gritó ella desde el otro lado de la puerta. Se lo largó con total naturalidad, como si no le importara el efecto que sus palabras causaran en él. Sí, _____ era siempre tan graciosa… Nick pensó que le gustaría retorcer su esbelto cuello en cuanto todo hubiera terminado. Ya disfrutaba imaginando que lo hacía, cuando ella abrió la puerta de repente y salió del cuarto de baño, envuelta en aquella minúscula toalla. Santo Cielo… ¿Cómo es que en los moteles nunca tenían toallas del tamaño de las personas adultas? ¿Acaso las fabricaban expresamente para gente con problemas de crecimiento?
Aquella en concreto, apenas lograba cubrir las sugerentes curvas del cuerpo de _____.
Ella la sostenía con una mano firme sobre sus senos y con la otra, intentaba cerrarla a la altura de sus muslos. Recorrió aquellas curvas con disimulo, deteniéndose en la línea de la garganta, en la delicada barbilla… El cabello húmedo le caía sobre los hombros y al mover la cabeza, salpicó de diminutas gotas el rostro de Nick. Se apartó como si ella le hubiera arrojado ácido hirviendo en lugar de inofensiva agua potable.
- Todo tuyo.- comentó _____ con alegría, haciéndose a un lado para dejarle pasar.
Nick no movió un músculo. Si lo hacía, ambos se tocarían inevitablemente.
Tuvo que apartar con rapidez la mirada para que ella no percibiera lo turbado que se sentía por la visión.
- ¿Nick…?
- Necesito esa ducha.- murmuró y prácticamente la arrolló para entrar al lavabo y cerrar la puerta a sus espaldas inmediatamente.
Al cabo de unos minutos, ya se sentía mejor. Limpio y casi relajado. Comprobó que ella aún seguía despierta. Estaba sentada en la orilla de la cama y cambiaba de canal con expresión aburrida. Le dirigió una mirada fugaz mientras él se sentaba en el otro extremo. _____ rió para sus adentros. Lo cierto es que le divertía la actitud de Nick. El pobre hombre había enjuagado su camisa y el resto de su ropa y la había puesto a secar en el lavabo. Mientras que ella ya se había cambiado y se había puesto su pijama favorito, Nick mantenía su propia toalla alrededor de su esbelta cintura. A _____ le recordaba aquellos viejos cinturones de castidad que utilizaban en la Edad Media para preservar la virtud. La idea la hizo sonreír. ¿Nick temía por su virtud? ¿Y ella era la causa de sus temores? ¡Era ridículo! Pero él no se despegaba de su lado de la cama ni hacía el menor movimiento. Le observó durante un buen rato y comprobó que Nick ni siquiera había pestañeado cuando ella le había obligado a visualizar un capítulo completo de la reposición de la serie “Santa Bárbara”. Le admiró en silencio por su valor. Ella misma no había sido capaz de aguantar si bostezar un par de veces.
- Basta de tele por hoy, _____… Será mejor que echemos una cabezada.- Nick saltó de su posición y antes de que ella pudiera protestar se metió en la cama.
- ¿Vamos a dormir juntos… los dos…?- la pregunta murió en sus labios al recordar que él no llevaba puesto más que aquella minúscula toalla que escasamente contenía su fabulosa anatomía.
- ¿Esperabas que me portara como un caballero y durmiera en el suelo?- la espetó, exasperado y se colocó en uno de los extremos.- Oye, _____… Hay sitio suficiente para que no tengamos que rozarnos siquiera. Y te prometo que no tengo la menor intención de atacarte en mitad de la noche.
“Y ojala pudieras hacerme la misma promesa”, pensó Nick, tirando de la sábana con brusquedad y cubriéndose con ella hasta las orejas. Sintió como el colchón se hundía levemente al recibir el peso de ella. Colocó una almohada entre ambos, alargó la mano sobre la lámpara y apagó la luz. En la oscuridad, podía escuchar como ella contenía la respiración. No podía culparla. El hacía lo mismo en realidad. Tras varios intentos inútiles por conciliar el sueño, lanzó un gruñido, se despojó de la toalla con un rápido movimiento y se acomodó nuevamente en su lado de la cama. La oyó soltar una exclamación ahogada.
- ¿Porqué has hecho eso?
- ¿Hacer qué? ¡Demonios, _____, duerme de una vez!
- No creas que soy tan tonta… Se que ha tirado la toalla que llevaba puesta.- le recriminó, alegrándose de que él no pudiera ver el rubor que teñía sus mejillas. ¿Rubor? Más que avergonzada, se sentía excitada ante la idea de su completa desnudez. Dudaba que Nick fuera consciente de sus actos y de las consecuencias que estos tenían sobre sus nervios.
- _____… Estaba empapada. Lo siento si tus convicciones morales te impiden conciliar el sueño mientras me imaginas desnudo… Pero no pienso coger una pulmonía solo porque eres demasiado pudorosa.
- Oh, eres… Está bien, haz lo que quieras.- gritó _____, al tiempo que abandonaba la cama y cogía su almohada.- Pero no voy a compartir la cama con un desconocido en cueros.
- _____, vuelve a la cama.- ordenó y esta vez, encendió la luz de la lámpara para contemplar la expresión azorada de la mujer. _____ negó con un gesto de su barbilla.- No puedo creerlo… ¿Quieres hacer el favor de meterte en la cama de una vez, maldita cabezota?
- Ni lo sueñes, Nick.
- Muy bien…
_____ abrió los ojos desmesuradamente. ¿Qué estaba haciendo? Nick amenazaba con despojarse de la sábana y salir en su busca.
- ¡Espera! ¿Qué… qué crees que estás haciendo?- preguntó alarmada y desvió la mirada hacia la ventana, no sin antes echar una inocente ojeada a la parte de su cuerpo que él había dejado a la vista. _____ apretó los ojos con fuerza. Tenía que borrar aquella imagen de su cabeza cuanto antes. No era más que un pecho desnudo. Solo eso. Claro que no había visto otro igual… Pero no. Tenía que borrarla.
- _____… Abre los ojos.
- No.
- Entonces, ven y trata de conciliar el sueño.
- Pero es que… tú…
- Si no lo haces, me pasearé desnudo por toda la habitación hasta que amanezca… Y te obligaré a mirar, _____. – añadió y reprimió la risa cuando escuchó que ella maldecía en voz baja.
- ¡De acuerdo, de acuerdo!- _____ volvió a meterse en la cama, colocándose tan lejos de él que estuvo a punto de caer por el borde del colchón. Unos segundos más tarde, ella aún seguía inquieta por la proximidad de su cuerpo. Nick, por el contrario, emitía unos extraños sonidos… ¡Bruto insensible! Apenas había cerrado los ojos y ya dormía como un angelito. Carraspeó ruidosamente, deseando que fuera suficiente para despertarle.
- ¿Y ahora qué sucede…?
- Estás roncando.- le increpó - No puedo dormir escuchando tus ronquidos toda la noche.
- _____… Te juro que si ese matón no te liquida, puede que lo haga yo personalmente.- advirtió, pero ella sabía que solo trataba de asustarla para que le dejara en paz. Muy bien. Pero antes, tendría que responder a unas cuantas preguntas antes de que distrajera su atención con aquella espléndida figura de atleta paseándose con descaro por su mente.
- Contesta a una cosa, Nick… Te prometo que después me tragaré la lengua y no te molestaré más.- propuso, encogiendo las rodillas en el estómago al notar como él se volvía hacia ella e invadía su parte de colchón.
- Está bien. Pero como sea otra de tus tonterías…
- Dime, Nick… ¿Cómo supiste que nadie me encontraría en San Jorge? A decir verdad, es el primer lugar donde alguien buscaría si quisiera encontrarme, ¿no crees? Y estoy segura de que en L’Antino no te facilitaron esa información.- observó en voz baja.
Nick suspiró.
- Ya puedes estar segura de que no. Sabes muy bien que mentiste cuando cumplimentaste tu solicitud de empleo. Lo que no entiendo, es porqué lo hiciste. ¿Tanto te avergüenzan tus orígenes, _____?
- ¡Claro que no!- protestó ante el evidente desprecio que había en las palabras del hombre.- Es solo que yo… Yo… Bah, no lo entenderías…
- Haré un esfuerzo, _____. ¿Por qué mentiste? ¿O es que mentir ya se ha convertido en algo tan habitual para ti que ya no distingues la realidad de la ficción?
- No tienes ni idea…
- No, no la tengo. Pero se que inventaste una familia que no existe en un lugar que no existe… ¿California, _____? Ni siquiera tienes el aspecto de la típica chica californiana.- se mofó, sintiendo en el fondo una punzada de compasión por la joven que quería ser otra persona para impresionar al mundo.
- Eso es, ríete de mi…- se acurrucó más bajo las sábanas, humillada.- Alex dijo… Ella pensaba que ser la solterona de oro de mi pueblo y haber ganado el concurso de salto con sacos no eran referencias muy sólidas para una empresa como L’Antino. ¿Crees que Delta McKendrie me hubiera contratado si me hubiera presentado ante ella como la simpática _____ de San Jorge? Sabes muy bien que no, Nick...
- Es posible. Pero a mí me cae bien _____.- aquello terminó por descolocar a
_____. ¿En serio? Estuvo a punto de girar para plantarle un enorme beso en la cara, pero supo que Nick lo malinterpretaría. El aclaró rápidamente.- Quiero decir que imagino que la verdadera _____ podría llegar a caerme bien.
- ¿La verdadera _____?- repitió, sospechando que no se trataba de un piropo.-
¿Y yo que soy, una vulgar imitadora?
- Duerme, _____…- Nick suspiró. Había logrado hacerla enfadar… otra vez. Y era tan fácil. Bastaba apretar un simple botón y ella se encendía como la antorcha de los Juegos Olímpicos.
- Aún no has contestado a mi pregunta, Nick.- le recordó ella.
- ¿Y cuál era?- su tono denotaba cansancio. Nick pensó que tendría que amordazarla si quería dormir un par de horas.
- ¿Cómo lo supiste…?
- _____… Soy policía, ¿recuerdas? Puede que un mal policía. Pero he hecho mis deberes.
- Así que me has investigado a fondo.- ella parecía sorprendida por su descubrimiento.- Aunque no tan a fondo. Si hubieras hecho bien tu trabajo, ya sabrías que nunca tuve nada que ver con ese Graham o como se llame.
- Claro. Lo discutiremos mañana, si te parece. Buenas noches, _____.
- Buenas noches.
Nick rezó porque el sueño se apoderara pronto de ella. _____ Baker no era incombustible aunque lo aparentara. No estaría despierta toda la noche. En algún momento, ella cerraría los ojos y entonces… Dios, ella le había dejado extenuado y sin fuerzas. Imaginó como sería hacer el amor con _____. Un combate a vida o muerte, un asalto tras otro, aniquilando su mente y su autocontrol hasta que ya no le quedara más remedio que rendirse a sus pies… Condenada _____. Escuchó su respiración acompasada. El no tendría la suerte de conciliar el sueño mientras imaginara aquellas tórridas escenas con _____ encima de él… Basta. Utilizó la poca voluntad que le quedaba para ordenarse dormir.
- Creo que pasaremos la noche en ese motel de ahí.- informó Nick y _____ abrió los ojos sin el menor entusiasmo.- Aún queda bastante para llegar a San Jorge. No hay necesidad de pasar la noche en vela.
¡Qué bien! Lo que siempre había soñado. Una noche idílica con el apuesto pero antipático detective Nick. Se bajó del coche con desgana y le siguió hasta el interior del motel. El tipo del mostrador les observó con cautela antes de aceptar el fajo de billetes que Nick tendía hacia él.
- Nombre.- solicitó con voz pastosa.
- Smith. John Smith.- Nick había respondido con total rapidez y naturalidad.
- Ya.- el tipo le dedicó una desagradable sonrisa en la que faltaban absolutamente todos los dientes delanteros.- Y supongo que ella es Pocahontas.
- No.
- ¿Su hermana, entonces?
Nick se impacientó ante la curiosidad maliciosa del hombre.
- Señor y Señora Smith, idiota.
- Está bien, hombre. No se ponga así…- _____ ocultó la caja que transportaba a
“Minino”, consciente de que el empleado del motel no le quitaba la vista de encima.-
Un momento… No está permitido tener animales. Tendrá que dejarlo en el coche.
_____ negó con la cabeza, mirando a Nick en actitud suplicante. Nick suspiró.
Sacó un par de billetes más y se los entregó al tipo con expresión irritada.
- ¿Suficiente?
- Solo por esta noche. Habitación 201.Tenga, sábanas limpias y un par de toallas.- le entregó la llave y el resto de las cosas.
Nick ni siquiera le dio las gracias. Con un gesto, indicó a _____ que caminara delante de él. Una vez en la habitación, _____ se dejó caer pesadamente sobre la cama, abriendo la jaula y aceptando que el animal se restregara repetidamente contra sus muslos.
- Estarás contenta.- observó Nick, de peor humor que de costumbre.- Tu gato piojoso me ha costado una fortuna.
- Te devolveré hasta el último centavo cuando lleguemos a San Jorge.- prometió, a sabiendas de que Nick no quería su dinero. Solo quería castigarla por haber traído a “minino” en contra de su voluntad, por haberse metido en aquel lío, por obligarle a permanecer a su lado cuando quizá todo lo que él quería hacer era ver una buena película en compañía de su bonita esposa… Vaya, no lo había pensado. ¿Era posible que en algún lugar existiera una señora Nick? Espió de reojo al hombre, su expresión ceñuda, sus fuertes manos de dedos largos que se movían inútilmente sobre el televisor para hacerlo hablar… No había ninguna alianza en sus dedos. Pero eso no quería decir nada. Era probable que alguien tan precavido como él se deshiciera de sus objetos personales durante una misión.
- ¿En serio? ¿Qué eres, señorita Baker? ¿Una rica heredera que huye de su reales obligaciones para pasar el rato?- se burlaba. Pero no parecía furioso con ella exclusivamente. En realidad, Nick había llegado al punto en que el mundo entero le disgustaba. _____ chasqueó la lengua al ver como él daba un par de puñetazos sobre el aparato. Se acercó a él y le apartó con gesto condescendiente. Nick sonrió con cinismo.-
No me digas que también sabes arreglar televisores.
- ¿Te sorprendería?- inquirió molesta por el tono sarcástico de su voz.
- _____… Seré tu esclavo el resto de mi vida si logras que pueda ver las noticias sin escuchar tu molesto parloteo durante los próximos cinco minutos.
_____ le lanzó una mirada asesina. No era necesario que fuera tan hiriente, señor
Nick. Le odió por aquella dosis gratuita de sarcasmo. Tampoco es que ella estuviera pasando las vacaciones de su vida.
- Tus deseos son órdenes.- dijo en el mismo tono que él había utilizado y después, se inclinó y siguió con los dedos el cable que había tirado en el suelo. Al encontrar el enchufe al final, se lo mostró con maliciosa satisfacción y lo introdujo en e orificio de la pared. Como por arte de magia, la hermosa Neve Palmer, presentadora de las noticias de las ocho, les saludó desde la pantalla con su suave acento del sur.
- Y ahora, creo que me daré una ducha… Y Nick – clavó su mirada rabiosa en él antes de entrar en el cuarto de baño.- si escuchas mi molesto parloteo en el lavabo… Por favor, no me dispares. Suelo cantar mientras me ducho.
- Muy graciosa.
_____ cerró la puerta de un fuerte portazo. Dejó que el agua corriera con libertad por su cuerpo, sintiendo que la cálida temperatura le calmaba los nervios. ¿Qué se había creído ese cretino de Nick? Se portaba de un modo despreciable, más arisco que un puercoespín. ¿Qué culpa tenía ella de que no pudiera estar donde o con quien deseaba estar? Vaya, otra vez pensando en lo mismo. Se regañó a sí misma por la insistencia de sus pensamientos. No era asunto suyo si Nick tenía la suerte de que alguna mujer le esperara en casa a pesar de su humor de perros. De hecho, compadecía a la mujer si esta existía. Le oyó tocar a la puerta con los nudillos y se sobresaltó.
- _____… Llevas media hora ahí adentro. Te arrugarás si sigues bajo el agua.
- No me molestes, Nick. Tengo que desintoxicarme de tu insoportable compañía.- gritó ella desde el otro lado de la puerta. Se lo largó con total naturalidad, como si no le importara el efecto que sus palabras causaran en él. Sí, _____ era siempre tan graciosa… Nick pensó que le gustaría retorcer su esbelto cuello en cuanto todo hubiera terminado. Ya disfrutaba imaginando que lo hacía, cuando ella abrió la puerta de repente y salió del cuarto de baño, envuelta en aquella minúscula toalla. Santo Cielo… ¿Cómo es que en los moteles nunca tenían toallas del tamaño de las personas adultas? ¿Acaso las fabricaban expresamente para gente con problemas de crecimiento?
Aquella en concreto, apenas lograba cubrir las sugerentes curvas del cuerpo de _____.
Ella la sostenía con una mano firme sobre sus senos y con la otra, intentaba cerrarla a la altura de sus muslos. Recorrió aquellas curvas con disimulo, deteniéndose en la línea de la garganta, en la delicada barbilla… El cabello húmedo le caía sobre los hombros y al mover la cabeza, salpicó de diminutas gotas el rostro de Nick. Se apartó como si ella le hubiera arrojado ácido hirviendo en lugar de inofensiva agua potable.
- Todo tuyo.- comentó _____ con alegría, haciéndose a un lado para dejarle pasar.
Nick no movió un músculo. Si lo hacía, ambos se tocarían inevitablemente.
Tuvo que apartar con rapidez la mirada para que ella no percibiera lo turbado que se sentía por la visión.
- ¿Nick…?
- Necesito esa ducha.- murmuró y prácticamente la arrolló para entrar al lavabo y cerrar la puerta a sus espaldas inmediatamente.
Al cabo de unos minutos, ya se sentía mejor. Limpio y casi relajado. Comprobó que ella aún seguía despierta. Estaba sentada en la orilla de la cama y cambiaba de canal con expresión aburrida. Le dirigió una mirada fugaz mientras él se sentaba en el otro extremo. _____ rió para sus adentros. Lo cierto es que le divertía la actitud de Nick. El pobre hombre había enjuagado su camisa y el resto de su ropa y la había puesto a secar en el lavabo. Mientras que ella ya se había cambiado y se había puesto su pijama favorito, Nick mantenía su propia toalla alrededor de su esbelta cintura. A _____ le recordaba aquellos viejos cinturones de castidad que utilizaban en la Edad Media para preservar la virtud. La idea la hizo sonreír. ¿Nick temía por su virtud? ¿Y ella era la causa de sus temores? ¡Era ridículo! Pero él no se despegaba de su lado de la cama ni hacía el menor movimiento. Le observó durante un buen rato y comprobó que Nick ni siquiera había pestañeado cuando ella le había obligado a visualizar un capítulo completo de la reposición de la serie “Santa Bárbara”. Le admiró en silencio por su valor. Ella misma no había sido capaz de aguantar si bostezar un par de veces.
- Basta de tele por hoy, _____… Será mejor que echemos una cabezada.- Nick saltó de su posición y antes de que ella pudiera protestar se metió en la cama.
- ¿Vamos a dormir juntos… los dos…?- la pregunta murió en sus labios al recordar que él no llevaba puesto más que aquella minúscula toalla que escasamente contenía su fabulosa anatomía.
- ¿Esperabas que me portara como un caballero y durmiera en el suelo?- la espetó, exasperado y se colocó en uno de los extremos.- Oye, _____… Hay sitio suficiente para que no tengamos que rozarnos siquiera. Y te prometo que no tengo la menor intención de atacarte en mitad de la noche.
“Y ojala pudieras hacerme la misma promesa”, pensó Nick, tirando de la sábana con brusquedad y cubriéndose con ella hasta las orejas. Sintió como el colchón se hundía levemente al recibir el peso de ella. Colocó una almohada entre ambos, alargó la mano sobre la lámpara y apagó la luz. En la oscuridad, podía escuchar como ella contenía la respiración. No podía culparla. El hacía lo mismo en realidad. Tras varios intentos inútiles por conciliar el sueño, lanzó un gruñido, se despojó de la toalla con un rápido movimiento y se acomodó nuevamente en su lado de la cama. La oyó soltar una exclamación ahogada.
- ¿Porqué has hecho eso?
- ¿Hacer qué? ¡Demonios, _____, duerme de una vez!
- No creas que soy tan tonta… Se que ha tirado la toalla que llevaba puesta.- le recriminó, alegrándose de que él no pudiera ver el rubor que teñía sus mejillas. ¿Rubor? Más que avergonzada, se sentía excitada ante la idea de su completa desnudez. Dudaba que Nick fuera consciente de sus actos y de las consecuencias que estos tenían sobre sus nervios.
- _____… Estaba empapada. Lo siento si tus convicciones morales te impiden conciliar el sueño mientras me imaginas desnudo… Pero no pienso coger una pulmonía solo porque eres demasiado pudorosa.
- Oh, eres… Está bien, haz lo que quieras.- gritó _____, al tiempo que abandonaba la cama y cogía su almohada.- Pero no voy a compartir la cama con un desconocido en cueros.
- _____, vuelve a la cama.- ordenó y esta vez, encendió la luz de la lámpara para contemplar la expresión azorada de la mujer. _____ negó con un gesto de su barbilla.- No puedo creerlo… ¿Quieres hacer el favor de meterte en la cama de una vez, maldita cabezota?
- Ni lo sueñes, Nick.
- Muy bien…
_____ abrió los ojos desmesuradamente. ¿Qué estaba haciendo? Nick amenazaba con despojarse de la sábana y salir en su busca.
- ¡Espera! ¿Qué… qué crees que estás haciendo?- preguntó alarmada y desvió la mirada hacia la ventana, no sin antes echar una inocente ojeada a la parte de su cuerpo que él había dejado a la vista. _____ apretó los ojos con fuerza. Tenía que borrar aquella imagen de su cabeza cuanto antes. No era más que un pecho desnudo. Solo eso. Claro que no había visto otro igual… Pero no. Tenía que borrarla.
- _____… Abre los ojos.
- No.
- Entonces, ven y trata de conciliar el sueño.
- Pero es que… tú…
- Si no lo haces, me pasearé desnudo por toda la habitación hasta que amanezca… Y te obligaré a mirar, _____. – añadió y reprimió la risa cuando escuchó que ella maldecía en voz baja.
- ¡De acuerdo, de acuerdo!- _____ volvió a meterse en la cama, colocándose tan lejos de él que estuvo a punto de caer por el borde del colchón. Unos segundos más tarde, ella aún seguía inquieta por la proximidad de su cuerpo. Nick, por el contrario, emitía unos extraños sonidos… ¡Bruto insensible! Apenas había cerrado los ojos y ya dormía como un angelito. Carraspeó ruidosamente, deseando que fuera suficiente para despertarle.
- ¿Y ahora qué sucede…?
- Estás roncando.- le increpó - No puedo dormir escuchando tus ronquidos toda la noche.
- _____… Te juro que si ese matón no te liquida, puede que lo haga yo personalmente.- advirtió, pero ella sabía que solo trataba de asustarla para que le dejara en paz. Muy bien. Pero antes, tendría que responder a unas cuantas preguntas antes de que distrajera su atención con aquella espléndida figura de atleta paseándose con descaro por su mente.
- Contesta a una cosa, Nick… Te prometo que después me tragaré la lengua y no te molestaré más.- propuso, encogiendo las rodillas en el estómago al notar como él se volvía hacia ella e invadía su parte de colchón.
- Está bien. Pero como sea otra de tus tonterías…
- Dime, Nick… ¿Cómo supiste que nadie me encontraría en San Jorge? A decir verdad, es el primer lugar donde alguien buscaría si quisiera encontrarme, ¿no crees? Y estoy segura de que en L’Antino no te facilitaron esa información.- observó en voz baja.
Nick suspiró.
- Ya puedes estar segura de que no. Sabes muy bien que mentiste cuando cumplimentaste tu solicitud de empleo. Lo que no entiendo, es porqué lo hiciste. ¿Tanto te avergüenzan tus orígenes, _____?
- ¡Claro que no!- protestó ante el evidente desprecio que había en las palabras del hombre.- Es solo que yo… Yo… Bah, no lo entenderías…
- Haré un esfuerzo, _____. ¿Por qué mentiste? ¿O es que mentir ya se ha convertido en algo tan habitual para ti que ya no distingues la realidad de la ficción?
- No tienes ni idea…
- No, no la tengo. Pero se que inventaste una familia que no existe en un lugar que no existe… ¿California, _____? Ni siquiera tienes el aspecto de la típica chica californiana.- se mofó, sintiendo en el fondo una punzada de compasión por la joven que quería ser otra persona para impresionar al mundo.
- Eso es, ríete de mi…- se acurrucó más bajo las sábanas, humillada.- Alex dijo… Ella pensaba que ser la solterona de oro de mi pueblo y haber ganado el concurso de salto con sacos no eran referencias muy sólidas para una empresa como L’Antino. ¿Crees que Delta McKendrie me hubiera contratado si me hubiera presentado ante ella como la simpática _____ de San Jorge? Sabes muy bien que no, Nick...
- Es posible. Pero a mí me cae bien _____.- aquello terminó por descolocar a
_____. ¿En serio? Estuvo a punto de girar para plantarle un enorme beso en la cara, pero supo que Nick lo malinterpretaría. El aclaró rápidamente.- Quiero decir que imagino que la verdadera _____ podría llegar a caerme bien.
- ¿La verdadera _____?- repitió, sospechando que no se trataba de un piropo.-
¿Y yo que soy, una vulgar imitadora?
- Duerme, _____…- Nick suspiró. Había logrado hacerla enfadar… otra vez. Y era tan fácil. Bastaba apretar un simple botón y ella se encendía como la antorcha de los Juegos Olímpicos.
- Aún no has contestado a mi pregunta, Nick.- le recordó ella.
- ¿Y cuál era?- su tono denotaba cansancio. Nick pensó que tendría que amordazarla si quería dormir un par de horas.
- ¿Cómo lo supiste…?
- _____… Soy policía, ¿recuerdas? Puede que un mal policía. Pero he hecho mis deberes.
- Así que me has investigado a fondo.- ella parecía sorprendida por su descubrimiento.- Aunque no tan a fondo. Si hubieras hecho bien tu trabajo, ya sabrías que nunca tuve nada que ver con ese Graham o como se llame.
- Claro. Lo discutiremos mañana, si te parece. Buenas noches, _____.
- Buenas noches.
Nick rezó porque el sueño se apoderara pronto de ella. _____ Baker no era incombustible aunque lo aparentara. No estaría despierta toda la noche. En algún momento, ella cerraría los ojos y entonces… Dios, ella le había dejado extenuado y sin fuerzas. Imaginó como sería hacer el amor con _____. Un combate a vida o muerte, un asalto tras otro, aniquilando su mente y su autocontrol hasta que ya no le quedara más remedio que rendirse a sus pies… Condenada _____. Escuchó su respiración acompasada. El no tendría la suerte de conciliar el sueño mientras imaginara aquellas tórridas escenas con _____ encima de él… Basta. Utilizó la poca voluntad que le quedaba para ordenarse dormir.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 18
Casi habían llegado a la pequeña carretera comarcal que conducía a San Jorge. _____ ya podía oler el estofado de ternera de mamá y aunque odiaba que ella siempre se saliera con la suya y la hiciera repetir plato, sabía que sucumbiría a la tentación de probarlo una vez más. Contempló su imagen en el espejo retrovisor, mientras le daba a Nick las indicaciones oportunas para llegar. Vaya, sí que tenía mal aspecto. El rostro pálido, el cabello descolorido y sin brillo y profundas ojeras alrededor de los ojos. Podía pedirle a Nick que se detuviera antes de cruzar aquel enorme cartel que daba la bienvenida a San Jorge. Pero, pensándolo bien, era una estupidez. Total, nadie allí esperaba que ella regresara convertida en la top model del año. De hecho, nadie le prepararía un comité de recepción como no lo habían hecho al despedirla. Para San Jorge como para el resto del mundo, ella no era más que un número que formaba parte de las estadísticas del índice de población.
- No te preocupes, _____. Estás perfecta.
Ella le dedicó una mueca de disgusto. No podía animarla por más que mintiera descaradamente. Era obvio que no la consideraba atractiva y a juzgar por la poca atención que le había prestado desde hacía unas horas, tampoco la consideraba inteligente. Nick no había tratado de entablar conversación desde que abandonaran el motel. Evidentemente, no creía que ella fuera capaz de mantener una conversación adulta de más de dos palabras. Bien. Al diablo con Nick. Ya estaban allí. Le dijo que estacionara frente a la bonita casa color rosa pastel. Nick se dispuso a salir del vehículo, pero de pronto, _____ se vio asaltada por un repentino ataque de pánico. Acababa de recordar que no habían preparado una historia que contar a Mary. Mamá era muy lista. Debían hacer coincidir sus versiones antes de que ella les bombardeara con su habitual interrogatorio. Clavó las uñas en el brazo de Nick, evitando que se moviera de su asiento. La miró con expresión interrogante.
- ¿Ocurre algo, _____?
- Vaya, creo que sí… No lo había pensado hasta ahora.
- ¿Pensar qué? _____, te aseguro que tengo palpitaciones cuando me miras de esa manera.- él pretendía suavizar la tensión, pero no lo había logrado.- Está bien. Dime que pasa.
- Tú… Yo… - se humedeció los labios con nerviosismo. Nick intentó no seguir el movimiento de aquella lengua con sus ojos, pero era prácticamente imposible. ¿Lo hacía a propósito? Esperaba que no. Rezaba porque no. “Tranquilo, Nick”, se dijo, “pronto, todo esto será un simple recuerdo y podrás reírte de ello”. Pero no ahora. Ahora ella estaba allí. Su boca estaba allí. Estaba a punto de conocer a su madre y se sentía como un muchacho nervioso en el cine que babeaba esperando que las luces se apagaran para poder pasar a la acción. Apartó aquella idea ridícula de su cabeza.-Mira, Nick, ya se que estás acostumbrado a presentarte en los domicilios de las personas decentes y enseñar tu placa y todas esas tonterías… Pero esto es San Jorge. Y esa es mi casa. Y la que aguarda al otro lado de la puerta, es Mary Anne Baker. Y no la conoces.
- No puede ser tan fiera, _____.
- ¿Ah, no? Espera y verás.- _____ rió sin ganas y le hizo una señal para que le siguiera. Empujó la verja de madera del mismo color que el resto de la casa y se volvió.- En serio, Nick. No puedo presentarte a mi madre y decirle que eres un agente de policía que me protege de ser convertida en colador por un psicópata. No sería acertado, créeme.
- No pensaba hacer eso, _____. No soy tan insensible.
- ¡No me digas!- _____ tocó al timbre y al momento, Nick pudo escuchar los pasos apresurados en el interior de la casa.- ¿Y qué piensas contarle? Será mejor que pienses algo rápido, porque te advierto que mi madre tarda menos de diez segundos en recorrer la distancia desde la cocina hasta esta puerta. La he cronometrado.
- Te dije que tendría un plan.- Nick le rodeó la cintura con su brazo y _____ frunció el ceño, desconfiada.
- ¿Un plan? Déjame adivinarlo. Ya se. Piensas decirle que te enamoraste perdidamente de mi durante un desfile en Roma, que nos prometimos y que nos hemos casado en Las Vegas porque no podíamos esperar un minuto más para estar juntos…- por supuesto, estaba bromeando, pero su buen humor desapareció al comprobar que él no reía.- Nick, no. No puedes…
- Chica lista. Salvo por ese pequeño detalle de Roma. Nunca estuvimos allí, cariño, ¿acaso has olvidado nuestra fantástica luna de miel en México?
_____ vio como el manillar de la puerta era girado desde el otro lado.
- ¡No puedes hacer eso!- exclamó.
- Sí que puedo, _____. Ya lo estoy haciendo, amor mío.- Nick la apretaba contra su cuerpo, ignorando completamente sus protestas. _____ no sabía qué era peor, si escuchar aquel enorme embuste del que pretendía que fuera cómplice o saber que no era más que una mentira. Por un momento, le había gustado que alguien se dirigiera a ella con aquella expresión. “Amor mío”. Sonaba tan bien en los atractivos labios de Nick…
- ¿Puede alguien explicarme qué está pasando aquí?
La voz de Mary rompió el hechizo. _____ cayó súbitamente de la nube a la que había subido mientras imaginaba que realmente ella era “su amor”. Nick analizó con rapidez el rostro de la mujer. Seguía siendo atractiva a pesar de la edad. Aunque no se parecía mucho a _____, adivinó enseguida que había heredado su carácter de ella.
- Señora Baker. Permita que me presente. Nick Jonas.
Mary Anne estrechó su mano con timidez. Después, miró a _____ con esa mirada inquisidora que solo las madres son capaces de utilizar en el peor momento.
- ¿He oído “luna de miel” hace un momento, _____?- preguntó y sus mejillas estaban tan rojas que Nick creyó que la pobre mujer sufriría un desmayo de un momento a otro.- Que yo sepa, eso solo pasa cuando uno se casa.
- Mamá, puedo explicártelo…
Pero Nick ya había tomado a ambas mujeres por el brazo y se adentraba en la casa como si siempre hubiera vivido allí y conociera el camino perfectamente.
- Yo se lo explicaré, “terroncito”.- si trataba de hacerse el chistoso, no tenía la menor gracia. _____ le pisó un pie con disimulo. Nick enfrentó la mirada de Mary Anne y se preparó para lanzar su bomba con toda naturalidad.- Señora Baker… Su hija y yo nos hemos casado.
continuara...
Casi habían llegado a la pequeña carretera comarcal que conducía a San Jorge. _____ ya podía oler el estofado de ternera de mamá y aunque odiaba que ella siempre se saliera con la suya y la hiciera repetir plato, sabía que sucumbiría a la tentación de probarlo una vez más. Contempló su imagen en el espejo retrovisor, mientras le daba a Nick las indicaciones oportunas para llegar. Vaya, sí que tenía mal aspecto. El rostro pálido, el cabello descolorido y sin brillo y profundas ojeras alrededor de los ojos. Podía pedirle a Nick que se detuviera antes de cruzar aquel enorme cartel que daba la bienvenida a San Jorge. Pero, pensándolo bien, era una estupidez. Total, nadie allí esperaba que ella regresara convertida en la top model del año. De hecho, nadie le prepararía un comité de recepción como no lo habían hecho al despedirla. Para San Jorge como para el resto del mundo, ella no era más que un número que formaba parte de las estadísticas del índice de población.
- No te preocupes, _____. Estás perfecta.
Ella le dedicó una mueca de disgusto. No podía animarla por más que mintiera descaradamente. Era obvio que no la consideraba atractiva y a juzgar por la poca atención que le había prestado desde hacía unas horas, tampoco la consideraba inteligente. Nick no había tratado de entablar conversación desde que abandonaran el motel. Evidentemente, no creía que ella fuera capaz de mantener una conversación adulta de más de dos palabras. Bien. Al diablo con Nick. Ya estaban allí. Le dijo que estacionara frente a la bonita casa color rosa pastel. Nick se dispuso a salir del vehículo, pero de pronto, _____ se vio asaltada por un repentino ataque de pánico. Acababa de recordar que no habían preparado una historia que contar a Mary. Mamá era muy lista. Debían hacer coincidir sus versiones antes de que ella les bombardeara con su habitual interrogatorio. Clavó las uñas en el brazo de Nick, evitando que se moviera de su asiento. La miró con expresión interrogante.
- ¿Ocurre algo, _____?
- Vaya, creo que sí… No lo había pensado hasta ahora.
- ¿Pensar qué? _____, te aseguro que tengo palpitaciones cuando me miras de esa manera.- él pretendía suavizar la tensión, pero no lo había logrado.- Está bien. Dime que pasa.
- Tú… Yo… - se humedeció los labios con nerviosismo. Nick intentó no seguir el movimiento de aquella lengua con sus ojos, pero era prácticamente imposible. ¿Lo hacía a propósito? Esperaba que no. Rezaba porque no. “Tranquilo, Nick”, se dijo, “pronto, todo esto será un simple recuerdo y podrás reírte de ello”. Pero no ahora. Ahora ella estaba allí. Su boca estaba allí. Estaba a punto de conocer a su madre y se sentía como un muchacho nervioso en el cine que babeaba esperando que las luces se apagaran para poder pasar a la acción. Apartó aquella idea ridícula de su cabeza.-Mira, Nick, ya se que estás acostumbrado a presentarte en los domicilios de las personas decentes y enseñar tu placa y todas esas tonterías… Pero esto es San Jorge. Y esa es mi casa. Y la que aguarda al otro lado de la puerta, es Mary Anne Baker. Y no la conoces.
- No puede ser tan fiera, _____.
- ¿Ah, no? Espera y verás.- _____ rió sin ganas y le hizo una señal para que le siguiera. Empujó la verja de madera del mismo color que el resto de la casa y se volvió.- En serio, Nick. No puedo presentarte a mi madre y decirle que eres un agente de policía que me protege de ser convertida en colador por un psicópata. No sería acertado, créeme.
- No pensaba hacer eso, _____. No soy tan insensible.
- ¡No me digas!- _____ tocó al timbre y al momento, Nick pudo escuchar los pasos apresurados en el interior de la casa.- ¿Y qué piensas contarle? Será mejor que pienses algo rápido, porque te advierto que mi madre tarda menos de diez segundos en recorrer la distancia desde la cocina hasta esta puerta. La he cronometrado.
- Te dije que tendría un plan.- Nick le rodeó la cintura con su brazo y _____ frunció el ceño, desconfiada.
- ¿Un plan? Déjame adivinarlo. Ya se. Piensas decirle que te enamoraste perdidamente de mi durante un desfile en Roma, que nos prometimos y que nos hemos casado en Las Vegas porque no podíamos esperar un minuto más para estar juntos…- por supuesto, estaba bromeando, pero su buen humor desapareció al comprobar que él no reía.- Nick, no. No puedes…
- Chica lista. Salvo por ese pequeño detalle de Roma. Nunca estuvimos allí, cariño, ¿acaso has olvidado nuestra fantástica luna de miel en México?
_____ vio como el manillar de la puerta era girado desde el otro lado.
- ¡No puedes hacer eso!- exclamó.
- Sí que puedo, _____. Ya lo estoy haciendo, amor mío.- Nick la apretaba contra su cuerpo, ignorando completamente sus protestas. _____ no sabía qué era peor, si escuchar aquel enorme embuste del que pretendía que fuera cómplice o saber que no era más que una mentira. Por un momento, le había gustado que alguien se dirigiera a ella con aquella expresión. “Amor mío”. Sonaba tan bien en los atractivos labios de Nick…
- ¿Puede alguien explicarme qué está pasando aquí?
La voz de Mary rompió el hechizo. _____ cayó súbitamente de la nube a la que había subido mientras imaginaba que realmente ella era “su amor”. Nick analizó con rapidez el rostro de la mujer. Seguía siendo atractiva a pesar de la edad. Aunque no se parecía mucho a _____, adivinó enseguida que había heredado su carácter de ella.
- Señora Baker. Permita que me presente. Nick Jonas.
Mary Anne estrechó su mano con timidez. Después, miró a _____ con esa mirada inquisidora que solo las madres son capaces de utilizar en el peor momento.
- ¿He oído “luna de miel” hace un momento, _____?- preguntó y sus mejillas estaban tan rojas que Nick creyó que la pobre mujer sufriría un desmayo de un momento a otro.- Que yo sepa, eso solo pasa cuando uno se casa.
- Mamá, puedo explicártelo…
Pero Nick ya había tomado a ambas mujeres por el brazo y se adentraba en la casa como si siempre hubiera vivido allí y conociera el camino perfectamente.
- Yo se lo explicaré, “terroncito”.- si trataba de hacerse el chistoso, no tenía la menor gracia. _____ le pisó un pie con disimulo. Nick enfrentó la mirada de Mary Anne y se preparó para lanzar su bomba con toda naturalidad.- Señora Baker… Su hija y yo nos hemos casado.
continuara...
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
jjjajajaja nos hemos escapado para casarnos en las vegas jajaja pobre señora le dara un infarto por la falta de tacto de nick,y q se me ase que nick lo ase con plan con maña pobre ________ pero ni tan pobre esta con nick :cyclops:
Dorin
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