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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
Capítulo 15
El autobús salió de la autopista para hacer una parada en un mirador. Había dejado atrás la gran cuenca central, y empezaba a subir por un terreno más montañoso.
—Quince minutos, amigos —avisó el conductor por los altavoces—. Aprovechen para estirar un poco las piernas y disfrutar de las vistas.
______ bajó del autobús, inquieta y en estado de alerta. No hacía más que mirar alrededor, esperando ver aparecer en cualquier momento a Jimmy Cadenas blandiendo su pistola. Joe la agarraba con firmeza del brazo, y por una vez _______ agradeció su falta de confianza. Ni siquiera le importaba que se hubiera comportado como un cerdo en el restaurante. Lo único que deseaba era estar cerca de él, y así lo hizo incluso cuando él relajó la presa y por fin le soltó el brazo.
Con cada momento que pasaba sus nervios se iban relajando. El mirador era poco más que dos carriles que se apartaban de la autopista interestatal. Uno hacía las veces de aparcamiento, y el único vehículo estacionado allí, aparte del autobús, era una furgoneta de la que estaba saliendo una familia de cinco miembros. A la derecha había un retrete público y una pequeña cabaña al lado del carril de aparcamiento, que hacía de sala de espera para los pasajeros que aguardaran el autobús.
A esa altura, todavía hacía calor, pero una brisa fresca coqueteaba de forma intermitente con la idea de ofrecer un poco de alivio. Aquello era tranquilo y silencioso, y ________ se fue sosegando y relajó un poco la tensión. Se apartó de Joe y echó a andar entre la multitud hacia el mirador.
Se quedó un rato admirando la vista de las montañas hacia el sur, pero luego comenzó a agobiarse por la aglomeración de gente y se marchó. Volvió hacia el autobús, tomándose su tiempo y disfrutando de la libertad de no tener nadie a su lado, aunque solo fuera por unos instantes.
El coche salió de la nada. _______ estaba sola en la carretera, dirigiéndose hacia el autobús, y en un segundo apareció un sedán proveniente de la autopista, que iba lanzado hacia ella a toda velocidad.
________ se quedó paralizada, mientras la tonelada de acero se le echaba encima. Pero, de pronto, una mano cubierta de manchas de vejez y atravesada por un entramado de suaves y nudosas venas la agarró de la muñeca y la apartó de un tirón. El coche pasó zumbando sin detenerse. No la había atropellado por milímetros.
_______ se quedó allí parada, respirando con dificultad, mirando sin ver en dirección al coche que desaparecía. Luego se volvió para mirar a la anciana pequeña y de pelo blanco, más de diez centímetros más baja que ella, y tan delgada que daba la impresión de que una ráfaga de viento se la podía llevar volando.
—Malditos adolescentes. —La anciana soltó la muñeca de ______ y sacudió la mano para dispersar el polvo que había levantado el coche a su paso—. Deberían quitarles el carnet por conducir así.
—¡Dios mío! Muchas gracias —logró decir por fin _______, cuando recuperó el resuello—. Me ha salvado la vida. —Entonces se dio cuenta de lo que había dicho la mujer—. ¿Era un adolescente? ¿Le vio usted? —Ella no había visto nada.
—Bueno, no, pero ¿quién si no puede conducir de esa manera?
Joe llegó a la carrera, se detuvo bruscamente junto a ________ y la agarró por los hombros.
—¿Estás bien? Madre mía, vuelvo la cabeza un minuto y cuando me doy cuenta casi te atropellan. Me han dicho que te has salvado por un pelo.
______ se arrojó en sus brazos y Joe la estrechó con fuerza. El estómago le dio un desagradable brinco.
—Malditos adolescentes —repitió la anciana.
Joe la miró por encima de la cabeza de ______.
—¿No se habrá fijado usted en la matrícula?
—Pues no. Fue todo demasiado rápido.
—Me ha salvado la vida, Joe —masculló _______, pegada contra su pecho—. De no ser por ella, estaría hecha pedazos en la carretera.
—Se lo agradezco muchísimo, señora.
—Qué demonios. —La anciana se encogió de hombros—. Cualquiera habría hecho lo mismo.
—Puede, pero no ha sido cualquiera. —Joe se fijó en ella. Era evidente que su aspecto frágil era más que engañoso—. Debe usted de ser más fuerte de lo que parece —dijo sonriendo—. Mi amiga es mucha mujer para que alguien como usted tenga que ir apartándola a tirones de las carreteras.
La mujer dobló un brazo, haciendo saltar un bíceps sorprendentemente robusto.
—Toda la vida cuidando de un rancho, cincuenta años practicando esquí de fondo y tres días a la semana en el gimnasio desde que vendimos la tierra.
—Y yo estoy fervientemente agradecido por cada uno de ellos.
______ se apartó del calor del abrazo de Joe para volverse hacia la mujer que la había salvado.
—Muchísimas gracias —dijo, cogiéndole las manos—. No sé cómo podría pagárselo.
—No tienes que pagarme nada, cariño. Me alegro de haber podido ayudarte.
—Es hora de marcharse —gritó el conductor del autobús.
Una vez en marcha, ________ pensó en lo cerca que había estado de perder la vida. Era muy probable que la anciana tuviera razón al creer que había sido un adolescente, alguien joven e inexperto que se había dejado llevar por el pánico al ver que casi había atropellado a alguien.
Pero ______ no creía mucho en las casualidades. Y haber estado dos veces al borde de la muerte en una sola hora se le antojaba una casualidad de las gordas.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
Cuando llegaron a la siguiente parada, lo había pensado largo y tendido, y había llegado a la conclusión de que el hombre que le había hecho señas en la cafetería tenía que ser Bobby LaBon. Por lo menos encajaba con la descripción de Kaylee. Pero debía averiguar si lo enviaba de verdad su traicionera hermana o si formaba parte del escuadrón de asalto junto con Jimmy Cadenas.
Esto último no le convencía demasiado. No podía pasar por alto que había visto a los dos hombres juntos, pero la hipótesis de la conspiración resultaba más probable si Bobby hubiera quedado con ella para encontrarse en algún sitio, porque desde luego habría hecho todo lo posible por acudir.
De manera que si Bobby no estaba con el Cadenas y le había enviado Kaylee, ¿significaba aquello que su hermana andaba cerca? ¿Habría ido a rescatarla?
Pero no le beneficiaba hacerse ilusiones. Su hermana, a quien conocía y a quien quería, jamás se había molestado demasiado en ayudar a nadie.
Aunque, a pesar de todo, sintió el calor de un diminuto atisbo de esperanza.
Sin embargo, no era capaz de conservar ninguna emoción durante mucho tiempo. Todo un torbellino de emociones se agitaba en su interior, y parecían luchar entre ellas para conseguir su atención. La más persistente era la culpa.
_______ sabía que debía informar a Joe sobre el ataque del Cadenas. Desde que salieron de Arabesque llevaba dándole vueltas y vueltas al tema, como un cachorro con una madeja, y el incidente con el coche no había hecho más que reforzar su certeza. Podía seguir mordisqueando la madeja y jugando con ella y buscar en vano algún cabo suelto que pusiera de manifiesto, por arte de magia, alguna otra opción. Pero el asunto estaba muy claro. No tenía más remedio que contárselo todo, sobre todo sabiendo que en cualquier sitio, en cualquier momento, podría sufrir un ataque similar.
Pero le producía escalofríos hablar del tema con Joe. Había vuelto a encerrarse en su mutismo, lo cual indicaba sin duda alguna que su preocupación por lo ocurrido en el mirador no había sido tanto por ella como por su deseo de mantener intacta su inversión. Y se había formado un concepto de ella al que se aferraba con tanta obstinación, tan ciegamente que sabía que sería toda una batalla lograr que la creyera.
Sin embargo, concluyó con un hondo suspiro, cuanto antes mejor. Eso creía al menos.
Joe advirtió que _______ se volvía hacia él. Llevaba removiéndose en el asiento desde que subieron al autobús, y tanta agitación le estaba mareando. Sin abrir los ojos, le inmovilizó la mano contra el muslo para que se estuviera quieta.
—¿Quieres parar de una vez?
—¿Parar de qué? —replicó ella mordaz—. ¿De respirar?
—Por mí, perfecto. —Fue una respuesta refleja, pero Joe no pretendía iniciar una discusión. Solo quería que dejara de moverse. Un sudor frío le perlaba la frente, se encharcaba en su pecho y en sus axilas, y una nueva oleada de náuseas le subió por la garganta—. Deja de moverte, maldita sea.
—Tengo algo que decirte. —Le apartó los dedos que le inmovilizaban la mano contra el muslo desnudo.
Joe retiró el brazo. Por una vez ni siquiera fue consciente del tacto de su piel. _______ le dio un codazo impaciente y Joe tuvo que respirar hondo para combatir nuevas náuseas.
—Jonas, ¿quieres escucharme? Tengo algo que contarte.
—Y yo estoy seguro de que cada palabra que salga de tus labios será una valiosísima perla —replicó él entre dientes—. Pero te voy a pedir un favor. Ahórratelo. —Empezaba a tener la espantosa sensación de que comerse aquel pollo durante el almuerzo no había sido la mejor idea del día.
—Te aseguro que nada me gustaría más —saltó ella—. Pero como el tiempo es fundamental...
—¡Te he dicho que no! —Joe abrió los ojos y todo le pareció demasiado brillante, los colores demasiado vivos. ¿Cuándo demonios se había vuelto el vestido de la pelirroja de ese nauseabundo color rosa chillón? Tragó saliva y la miró ceñudo—. No estoy de humor, ¿de acuerdo?
Ella replicó a aquella advertencia con una dosis de su habitual buen talante.
—Pues mala suerte, tío, pero yo no estoy de humor para que me asesinen porque me hayan confundido con mi hermana.
Él entornó los ojos.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Jimmy Cadenas, el tipo del que te hablé, ese que había matado a la mujer en Miami... La razón por la cual, a lo mejor te acuerdas, Kaylee violó su fianza e hizo que tú y yo acabáramos juntos. Bueno, pues el tal Cadenas estaba hoy en Arabesque.
—¡Por Dios santo! —A Joe no le hacía falta toda esa mierda con lo mal que se encontraba—. Y ahora esperas que yo me lo trague, supongo. Ahora que estamos a ciento cincuenta kilómetros y no tengo manera de confirmar la historia. No, si ahora me dirás además que era el que conducía el coche que casi te atropella.
—Eso mismo me preguntaba yo.
Joe la miró con disgusto.
—Joder, crees que soy idiota, ¿verdad?
—Yo nunca he dicho que fueras idiota.
Bueno, Joe se lo había buscado él sólito. Se enjugó el sudor de la frente y preguntó con sarcasmo:
—¿Y dónde demonios apareció por arte de magia ese Jimmy Cárdenas?
—¡Cadenas! Jimmy Cadenas.
—Cadenas. —Joe tuvo que tragar saliva, sacudido por otra violenta oleada de náuseas que avivó su ira. No estaba de humor para sus juegecitos—. ¿Y qué hacía en Arabesque? ¿Estaba comiendo en la mesa de al lado?
—No, estaba...
—Y supongo que solo lo viste tú, claro.
—Pues la verdad es que todo un grupo de...
—Y vamos a suponer que soy tan crédulo que me trago todas esas chorradas —la interrumpió él de nuevo; no quería enredarse en las madejas de realidad y ficción que la pelirroja tejería con su labia habitual a la más mínima oportunidad—. ¿Por qué crees que quiere matarte? ¿No nos estamos poniendo un poco melodramáticos?
________ se irguió muy tensa de un brinco furioso, y Joe estuvo a punto de echar todo el almuerzo.
—Pues no lo sé —replicó ella—. ¿Estamos melodramáticos? A mí no me parece muy melodramático creer que pueden matarme cuando alguien me pone una pistola en las narices. Pero claro, esa soy yo. Tal vez para un cazarrecompensas tan duro y valiente como tú es el pan nuestro de cada día.
En la mente de Joe, ese rincón que todavía funcionaba con cierta lógica intentaba decirle que en aquella conversación había algunos puntos importantes y que debería concentrar sus menguantes recursos en ellos, pero su reacción instintiva, sin embargo, se enredó en el desprecio con que ella había pronunciado las palabras «cazarrecompensas». Qué demonios, era como si le hubiera llamado pederasta.
Acercó su cara a la de ella con un gesto agresivo, sin hacer caso de la oleada de sudor que el movimiento le produjo.
—¿Tú crees que a mí me gusta ser un agente de fugitivos? —le espetó—. ¿Tú crees que me gusta pasarme la vida en compañía de ladrones y gentuza?
—Pues sí, creo que te encanta. ¡Y mi hermana no es gentuza! Ni una ladrona tampoco.
Joe se apartó lo suficiente para que la mirada de insolencia que le clavó fuera mucho más efectiva.
—No, tu hermana parece una ciudadana ejemplar y productiva. Tú, por otra parte...
—¡Ya! ¡Tú eres un cretino! —______ sacudió los hombros, indignada. El hecho de que el movimiento no hiciera más que bambolear a Joe en su asiento, aumentó su rabia y su exasperación—. Bueno, pongamos que por un momento te sigo la corriente en tu fantasía de que soy Kaylee MacPherson. ¿Quién demonios te da derecho a meterte en lo que ella hace para ganarse la vi...?
Pero se encontró hablando sola. Con un ahogado juramento, Joe se había levantado de pronto y había echado a correr por el pasillo hasta el fondo del autobús.
_______ se quedó con la boca abierta. Echándose sobre la silla de Joe, se asomó al pasillo para ver qué demonios hacía. Jonas abrió la puerta del servicio con tal ímpetu que estuvo a punto de arrancarla, y desapareció en el interior. Con un resoplido de exasperación _______ se volvió de nuevo al frente.
Esto último no le convencía demasiado. No podía pasar por alto que había visto a los dos hombres juntos, pero la hipótesis de la conspiración resultaba más probable si Bobby hubiera quedado con ella para encontrarse en algún sitio, porque desde luego habría hecho todo lo posible por acudir.
De manera que si Bobby no estaba con el Cadenas y le había enviado Kaylee, ¿significaba aquello que su hermana andaba cerca? ¿Habría ido a rescatarla?
Pero no le beneficiaba hacerse ilusiones. Su hermana, a quien conocía y a quien quería, jamás se había molestado demasiado en ayudar a nadie.
Aunque, a pesar de todo, sintió el calor de un diminuto atisbo de esperanza.
Sin embargo, no era capaz de conservar ninguna emoción durante mucho tiempo. Todo un torbellino de emociones se agitaba en su interior, y parecían luchar entre ellas para conseguir su atención. La más persistente era la culpa.
_______ sabía que debía informar a Joe sobre el ataque del Cadenas. Desde que salieron de Arabesque llevaba dándole vueltas y vueltas al tema, como un cachorro con una madeja, y el incidente con el coche no había hecho más que reforzar su certeza. Podía seguir mordisqueando la madeja y jugando con ella y buscar en vano algún cabo suelto que pusiera de manifiesto, por arte de magia, alguna otra opción. Pero el asunto estaba muy claro. No tenía más remedio que contárselo todo, sobre todo sabiendo que en cualquier sitio, en cualquier momento, podría sufrir un ataque similar.
Pero le producía escalofríos hablar del tema con Joe. Había vuelto a encerrarse en su mutismo, lo cual indicaba sin duda alguna que su preocupación por lo ocurrido en el mirador no había sido tanto por ella como por su deseo de mantener intacta su inversión. Y se había formado un concepto de ella al que se aferraba con tanta obstinación, tan ciegamente que sabía que sería toda una batalla lograr que la creyera.
Sin embargo, concluyó con un hondo suspiro, cuanto antes mejor. Eso creía al menos.
Joe advirtió que _______ se volvía hacia él. Llevaba removiéndose en el asiento desde que subieron al autobús, y tanta agitación le estaba mareando. Sin abrir los ojos, le inmovilizó la mano contra el muslo para que se estuviera quieta.
—¿Quieres parar de una vez?
—¿Parar de qué? —replicó ella mordaz—. ¿De respirar?
—Por mí, perfecto. —Fue una respuesta refleja, pero Joe no pretendía iniciar una discusión. Solo quería que dejara de moverse. Un sudor frío le perlaba la frente, se encharcaba en su pecho y en sus axilas, y una nueva oleada de náuseas le subió por la garganta—. Deja de moverte, maldita sea.
—Tengo algo que decirte. —Le apartó los dedos que le inmovilizaban la mano contra el muslo desnudo.
Joe retiró el brazo. Por una vez ni siquiera fue consciente del tacto de su piel. _______ le dio un codazo impaciente y Joe tuvo que respirar hondo para combatir nuevas náuseas.
—Jonas, ¿quieres escucharme? Tengo algo que contarte.
—Y yo estoy seguro de que cada palabra que salga de tus labios será una valiosísima perla —replicó él entre dientes—. Pero te voy a pedir un favor. Ahórratelo. —Empezaba a tener la espantosa sensación de que comerse aquel pollo durante el almuerzo no había sido la mejor idea del día.
—Te aseguro que nada me gustaría más —saltó ella—. Pero como el tiempo es fundamental...
—¡Te he dicho que no! —Joe abrió los ojos y todo le pareció demasiado brillante, los colores demasiado vivos. ¿Cuándo demonios se había vuelto el vestido de la pelirroja de ese nauseabundo color rosa chillón? Tragó saliva y la miró ceñudo—. No estoy de humor, ¿de acuerdo?
Ella replicó a aquella advertencia con una dosis de su habitual buen talante.
—Pues mala suerte, tío, pero yo no estoy de humor para que me asesinen porque me hayan confundido con mi hermana.
Él entornó los ojos.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Jimmy Cadenas, el tipo del que te hablé, ese que había matado a la mujer en Miami... La razón por la cual, a lo mejor te acuerdas, Kaylee violó su fianza e hizo que tú y yo acabáramos juntos. Bueno, pues el tal Cadenas estaba hoy en Arabesque.
—¡Por Dios santo! —A Joe no le hacía falta toda esa mierda con lo mal que se encontraba—. Y ahora esperas que yo me lo trague, supongo. Ahora que estamos a ciento cincuenta kilómetros y no tengo manera de confirmar la historia. No, si ahora me dirás además que era el que conducía el coche que casi te atropella.
—Eso mismo me preguntaba yo.
Joe la miró con disgusto.
—Joder, crees que soy idiota, ¿verdad?
—Yo nunca he dicho que fueras idiota.
Bueno, Joe se lo había buscado él sólito. Se enjugó el sudor de la frente y preguntó con sarcasmo:
—¿Y dónde demonios apareció por arte de magia ese Jimmy Cárdenas?
—¡Cadenas! Jimmy Cadenas.
—Cadenas. —Joe tuvo que tragar saliva, sacudido por otra violenta oleada de náuseas que avivó su ira. No estaba de humor para sus juegecitos—. ¿Y qué hacía en Arabesque? ¿Estaba comiendo en la mesa de al lado?
—No, estaba...
—Y supongo que solo lo viste tú, claro.
—Pues la verdad es que todo un grupo de...
—Y vamos a suponer que soy tan crédulo que me trago todas esas chorradas —la interrumpió él de nuevo; no quería enredarse en las madejas de realidad y ficción que la pelirroja tejería con su labia habitual a la más mínima oportunidad—. ¿Por qué crees que quiere matarte? ¿No nos estamos poniendo un poco melodramáticos?
________ se irguió muy tensa de un brinco furioso, y Joe estuvo a punto de echar todo el almuerzo.
—Pues no lo sé —replicó ella—. ¿Estamos melodramáticos? A mí no me parece muy melodramático creer que pueden matarme cuando alguien me pone una pistola en las narices. Pero claro, esa soy yo. Tal vez para un cazarrecompensas tan duro y valiente como tú es el pan nuestro de cada día.
En la mente de Joe, ese rincón que todavía funcionaba con cierta lógica intentaba decirle que en aquella conversación había algunos puntos importantes y que debería concentrar sus menguantes recursos en ellos, pero su reacción instintiva, sin embargo, se enredó en el desprecio con que ella había pronunciado las palabras «cazarrecompensas». Qué demonios, era como si le hubiera llamado pederasta.
Acercó su cara a la de ella con un gesto agresivo, sin hacer caso de la oleada de sudor que el movimiento le produjo.
—¿Tú crees que a mí me gusta ser un agente de fugitivos? —le espetó—. ¿Tú crees que me gusta pasarme la vida en compañía de ladrones y gentuza?
—Pues sí, creo que te encanta. ¡Y mi hermana no es gentuza! Ni una ladrona tampoco.
Joe se apartó lo suficiente para que la mirada de insolencia que le clavó fuera mucho más efectiva.
—No, tu hermana parece una ciudadana ejemplar y productiva. Tú, por otra parte...
—¡Ya! ¡Tú eres un cretino! —______ sacudió los hombros, indignada. El hecho de que el movimiento no hiciera más que bambolear a Joe en su asiento, aumentó su rabia y su exasperación—. Bueno, pongamos que por un momento te sigo la corriente en tu fantasía de que soy Kaylee MacPherson. ¿Quién demonios te da derecho a meterte en lo que ella hace para ganarse la vi...?
Pero se encontró hablando sola. Con un ahogado juramento, Joe se había levantado de pronto y había echado a correr por el pasillo hasta el fondo del autobús.
_______ se quedó con la boca abierta. Echándose sobre la silla de Joe, se asomó al pasillo para ver qué demonios hacía. Jonas abrió la puerta del servicio con tal ímpetu que estuvo a punto de arrancarla, y desapareció en el interior. Con un resoplido de exasperación _______ se volvió de nuevo al frente.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
Por Dios bendito. Típico de él ser tan grosero. Nada de pedir perdón para levantarse. Si tenía que ir al baño, se levantaba sin más dejándola con la palabra en la boca. Tampoco se hubiera muerto por decir algo. Pero tal vez era justo eso. ______ había hablado con razón, y en lugar de admitirlo Joe se había largado. _______ volvió a su asiento con un aspaviento y cogió su libro.
Era muy entretenido, de manera que apenas alzó la vista cuando un hombre se acercó por el pasillo desde la parte delantera del autobús. Pero la conversación que tuvo lugar sí le llamó la atención.
—Si va al baño —oyó que alguien decía detrás de ella—, más vale que se ahorre el viaje. Hay un tío que lleva ahí dentro casi media hora.
—Pues habrá que hablar con el conductor —terció otra voz—. Me parece que hay un par de damas ahí detrás que ya no aguantan más.
________ miró a un lado y se dio cuenta sobresaltada de que Joe no había vuelto. Dejando la novela de mala gana, volvió a ponerse en el asiento de él para asomarse al pasillo. Lo primero que vio fue la cola que se había formado a la puerta del servicio.
Joe no estaba allí.
No se paró a cuestionar la súbita preocupación que sintió por él, se limitó a actuar en consecuencia. En un instante había salido al pasillo.
—Oiga, ¿me puede decir qué pasa? —preguntó al último de la cola.
—Que ahí dentro hay alguien echando hasta la primera papilla —contestó un joven.
_______ advirtió que era el mismo que esa mañana había intentado que la ayudara, antes de que Joe arruinara sus planes.
Disculpándose una y otra vez, se abrió paso por la cola y llamó a la puerta del servicio.
—¿Joe? ¿Estás ahí?
—Vete, pelirroja. —Un instante de silencio siguió a tan desalentadoras palabras. Luego se oyó el ruido inconfundible de violentos vómitos.
—¡Ay, Joe! —susurró _____—. Debe de haber sido el pollo del almuerzo —explicó a los de la cola—. Ya me parecía a mí que no olía bien.
La gente se mostró comprensiva, pero todo el mundo tenía sus propios problemas, el más urgente de los cuales era la acuciante necesidad de utilizar el servicio. ______ se volvió de nuevo hacia la puerta.
—¿Joe? Aquí hay mucha gente esperando para entrar.
Joe se olvidó de su sufrimiento el tiempo suficiente para mascullar una sugerencia realmente ofensiva sobre lo que la gente podía hacer.
—No lo dice en serio —aseguró ______ a los que estaban bastante cerca para haberlo oído.
Pero vio que con unas cuantas palabras Joe había acabado con la compasión de la gente, que empezaba a perder la paciencia. Algunas personas más allá de la cola parecían al borde del motín.
—Me parece que voy a hablar con el conductor.
Veinte minutos más tarde, el autobús se había parado delante de un taller medio abandonado y el conductor aporreaba la puerta del servicio.
—¡Oiga! Abra, por favor. Tiene usted que dejar libre el servicio. Es el único que tenemos y lleva usted ahí tanto tiempo que la gente ya no puede más.
Joe alzó la cabeza de la puerta, donde la tenía apoyada.
—Muy bien —accedió débilmente—. Pero voy a vomitar por todo el autobús.
—Le hemos buscado un motel para pasar la noche. Su mujer se ha llevado el equipaje y le espera en la habitación.
¿Su mujer? Joe se levantó tembloroso y se enjugó la boca en el pequeño lavabo. ¿De qué coño estaba hablando aquel idiota? Pero de pronto lo comprendió todo y lanzó un juramento. Aquel imbécil debía de referirse a la pelirroja.
Abrió la puerta y salió trastabillando.
—¿Dónde está? —Una pregunta estúpida. Seguramente a esas alturas andaría a varios kilómetros de allí.
—En la habitación. Venga. —Un brazo fornido se ofreció a guiarle—. Le echo una mano.
—Mi mujer...
—Está bien. No habrá comido lo mismo que usted. Es una mujer encantadora y comprensiva. Tiene usted suerte. Vaya, que muchas habrían armado un jaleo si las hubieran bajado del autobús. Sobre todo en un sitio como este. Cuidado con el escalón. Pero su esposa me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada.
Joe habría hecho una mueca de haber tenido fuerzas. Seguro que la pelirroja habría estado de acuerdo con todo... justo antes de salir disparada.
—El precio... —masculló, pero lo cierto es que en esos momentos no le importaba un comino.
Las náuseas que se le habían calmado temporalmente resurgían de nuevo.
—La compañía Greyhound se hará cargo de todo. No se preocupe. Aquí hay un escalón. Y otro. Ya estamos.
—El baño —murmuró Joe—. Deprisa.
—Por aquí, Joe.
Jonas alzó la cabeza bruscamente al oír su voz. En aquellos enormes ojos verdes brillaba la preocupación, pero Joe no se engañó pensando que sería por él. Sencillamente estaría actuando para el conductor. Era evidente que la mujer no se iba a marchar mientras hubiera público. Debería haberlo sabido. Esperaría a que desapareciera el autobús.
Pero unas violentas náuseas volvieron a asaltarle, de manera que tuvo que dirigirse a trompicones al servicio.
_______ dio las gracias al conductor y cerró la puerta cuando se marchó. En la diminuta habitación hacía un calor sofocante y el viejísimo aparato de aire acondicionado que había en la ventana era más eficiente haciendo ruido que enfriando el aire. Apenas logró oír por encima del estruendo al autobús que se marchaba. ______ se enjugó la frente con el brazo y rebuscó en su maleta hasta encontrar unos pantalones cortos y una camiseta también muy corta. Se cambió deprisa y fue a ayudar a Joe.
Se lo encontró sentado en el suelo, de espaldas a la puerta, con las largas piernas en torno al retrete y los brazos cruzados encima de la taza.
Aquel corpachón ocupaba casi todo el espacio del diminuto cuarto de baño, pero _______ logró meterse también. Vio que la camisa se transparentaba a su espalda, empapada en sudor, de manera que cogió una toalla con una mano mientras abría el grifo con la otra. La empapó de agua fría y la escurrió.
—Espera —dijo, arrodillándose detrás de él para ponérsela en el cuello—. Con esto te sentirás mejor. —Y tendiendo el brazo se puso a desabrocharle la camisa.
Él se irguió de un respingo, un movimiento que debido al confinado espacio le hizo presionar la espalda contra el estómago de _______.
—¿Qué coño estás haciendo aquí? —preguntó con auténtica sorpresa—. Pensaba que te habrías largado hace ya rato.
Joe se dio cuenta con desagradable sobresalto de que ni siquiera se le había ocurrido marcharse y dejarlo allí abandonado. Se sintió asqueada de su propio sentimentalismo y de la preocupación que inspiraba un hombre que había hecho todo lo posible por amargarle la vida. A pesar de todo, volvió a mojar la toalla para ponérsela en la frente.
—Hay tiempo para todo, Jonas —replicó en un tono ácido.
Él dejó caer la cabeza hacia atrás, contra sus pechos exuberantes y tiernos.
En el momento en que ______ acababa de quitarle la camisa, Joe sintió una nueva oleada de náuseas, y durante media hora los músculos de su espalda saltaron violentamente bajo su piel mientras él hundía la cabeza en el retrete. Cada arcada iba seguida de otra más fuerte con muy cortos intervalos, y ________ le estuvo viendo vomitar hasta que no le quedó nada más en el estómago. Cuando por fin remitió el último paroxismo, Joe volvió a desplomarse contra ella. _______ le limpió una vez más con la toalla fresca.
—Debería llevarte al hospital.
—No. —Joe movió la cabeza de un lado a otro—. No puedo permitirme un hospital.
—¿Y puedes permitirte morir?
Una débil sonrisa le torció un lado de la boca.
—No voy a morirme. —Echó atrás la cabeza, hundiéndola más entre sus pechos, y alzó la vista hacia ella—. Además, seguro que así te alegraba el día.
—Sí, claro —replicó ella con sarcasmo—. Me entusiasma la idea de explicar a las autoridades la presencia de tu cadáver. —Fue a darle una sacudida, pero al oír su gemido de angustia y ver que el poco color que había logrado retener abandonaba su rostro, _________ dejó caer las manos sintiéndose culpable—. No es momento de tacañerías, Joe.
—Tengo que ser tacaño —masculló él—. Es la única forma de conseguir ese refugio para Gary.
________ arrugó el entrecejo.
—¿Qué refugio? ¿Y quién demonios es Gary?
Era muy entretenido, de manera que apenas alzó la vista cuando un hombre se acercó por el pasillo desde la parte delantera del autobús. Pero la conversación que tuvo lugar sí le llamó la atención.
—Si va al baño —oyó que alguien decía detrás de ella—, más vale que se ahorre el viaje. Hay un tío que lleva ahí dentro casi media hora.
—Pues habrá que hablar con el conductor —terció otra voz—. Me parece que hay un par de damas ahí detrás que ya no aguantan más.
________ miró a un lado y se dio cuenta sobresaltada de que Joe no había vuelto. Dejando la novela de mala gana, volvió a ponerse en el asiento de él para asomarse al pasillo. Lo primero que vio fue la cola que se había formado a la puerta del servicio.
Joe no estaba allí.
No se paró a cuestionar la súbita preocupación que sintió por él, se limitó a actuar en consecuencia. En un instante había salido al pasillo.
—Oiga, ¿me puede decir qué pasa? —preguntó al último de la cola.
—Que ahí dentro hay alguien echando hasta la primera papilla —contestó un joven.
_______ advirtió que era el mismo que esa mañana había intentado que la ayudara, antes de que Joe arruinara sus planes.
Disculpándose una y otra vez, se abrió paso por la cola y llamó a la puerta del servicio.
—¿Joe? ¿Estás ahí?
—Vete, pelirroja. —Un instante de silencio siguió a tan desalentadoras palabras. Luego se oyó el ruido inconfundible de violentos vómitos.
—¡Ay, Joe! —susurró _____—. Debe de haber sido el pollo del almuerzo —explicó a los de la cola—. Ya me parecía a mí que no olía bien.
La gente se mostró comprensiva, pero todo el mundo tenía sus propios problemas, el más urgente de los cuales era la acuciante necesidad de utilizar el servicio. ______ se volvió de nuevo hacia la puerta.
—¿Joe? Aquí hay mucha gente esperando para entrar.
Joe se olvidó de su sufrimiento el tiempo suficiente para mascullar una sugerencia realmente ofensiva sobre lo que la gente podía hacer.
—No lo dice en serio —aseguró ______ a los que estaban bastante cerca para haberlo oído.
Pero vio que con unas cuantas palabras Joe había acabado con la compasión de la gente, que empezaba a perder la paciencia. Algunas personas más allá de la cola parecían al borde del motín.
—Me parece que voy a hablar con el conductor.
Veinte minutos más tarde, el autobús se había parado delante de un taller medio abandonado y el conductor aporreaba la puerta del servicio.
—¡Oiga! Abra, por favor. Tiene usted que dejar libre el servicio. Es el único que tenemos y lleva usted ahí tanto tiempo que la gente ya no puede más.
Joe alzó la cabeza de la puerta, donde la tenía apoyada.
—Muy bien —accedió débilmente—. Pero voy a vomitar por todo el autobús.
—Le hemos buscado un motel para pasar la noche. Su mujer se ha llevado el equipaje y le espera en la habitación.
¿Su mujer? Joe se levantó tembloroso y se enjugó la boca en el pequeño lavabo. ¿De qué coño estaba hablando aquel idiota? Pero de pronto lo comprendió todo y lanzó un juramento. Aquel imbécil debía de referirse a la pelirroja.
Abrió la puerta y salió trastabillando.
—¿Dónde está? —Una pregunta estúpida. Seguramente a esas alturas andaría a varios kilómetros de allí.
—En la habitación. Venga. —Un brazo fornido se ofreció a guiarle—. Le echo una mano.
—Mi mujer...
—Está bien. No habrá comido lo mismo que usted. Es una mujer encantadora y comprensiva. Tiene usted suerte. Vaya, que muchas habrían armado un jaleo si las hubieran bajado del autobús. Sobre todo en un sitio como este. Cuidado con el escalón. Pero su esposa me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada.
Joe habría hecho una mueca de haber tenido fuerzas. Seguro que la pelirroja habría estado de acuerdo con todo... justo antes de salir disparada.
—El precio... —masculló, pero lo cierto es que en esos momentos no le importaba un comino.
Las náuseas que se le habían calmado temporalmente resurgían de nuevo.
—La compañía Greyhound se hará cargo de todo. No se preocupe. Aquí hay un escalón. Y otro. Ya estamos.
—El baño —murmuró Joe—. Deprisa.
—Por aquí, Joe.
Jonas alzó la cabeza bruscamente al oír su voz. En aquellos enormes ojos verdes brillaba la preocupación, pero Joe no se engañó pensando que sería por él. Sencillamente estaría actuando para el conductor. Era evidente que la mujer no se iba a marchar mientras hubiera público. Debería haberlo sabido. Esperaría a que desapareciera el autobús.
Pero unas violentas náuseas volvieron a asaltarle, de manera que tuvo que dirigirse a trompicones al servicio.
_______ dio las gracias al conductor y cerró la puerta cuando se marchó. En la diminuta habitación hacía un calor sofocante y el viejísimo aparato de aire acondicionado que había en la ventana era más eficiente haciendo ruido que enfriando el aire. Apenas logró oír por encima del estruendo al autobús que se marchaba. ______ se enjugó la frente con el brazo y rebuscó en su maleta hasta encontrar unos pantalones cortos y una camiseta también muy corta. Se cambió deprisa y fue a ayudar a Joe.
Se lo encontró sentado en el suelo, de espaldas a la puerta, con las largas piernas en torno al retrete y los brazos cruzados encima de la taza.
Aquel corpachón ocupaba casi todo el espacio del diminuto cuarto de baño, pero _______ logró meterse también. Vio que la camisa se transparentaba a su espalda, empapada en sudor, de manera que cogió una toalla con una mano mientras abría el grifo con la otra. La empapó de agua fría y la escurrió.
—Espera —dijo, arrodillándose detrás de él para ponérsela en el cuello—. Con esto te sentirás mejor. —Y tendiendo el brazo se puso a desabrocharle la camisa.
Él se irguió de un respingo, un movimiento que debido al confinado espacio le hizo presionar la espalda contra el estómago de _______.
—¿Qué coño estás haciendo aquí? —preguntó con auténtica sorpresa—. Pensaba que te habrías largado hace ya rato.
Joe se dio cuenta con desagradable sobresalto de que ni siquiera se le había ocurrido marcharse y dejarlo allí abandonado. Se sintió asqueada de su propio sentimentalismo y de la preocupación que inspiraba un hombre que había hecho todo lo posible por amargarle la vida. A pesar de todo, volvió a mojar la toalla para ponérsela en la frente.
—Hay tiempo para todo, Jonas —replicó en un tono ácido.
Él dejó caer la cabeza hacia atrás, contra sus pechos exuberantes y tiernos.
En el momento en que ______ acababa de quitarle la camisa, Joe sintió una nueva oleada de náuseas, y durante media hora los músculos de su espalda saltaron violentamente bajo su piel mientras él hundía la cabeza en el retrete. Cada arcada iba seguida de otra más fuerte con muy cortos intervalos, y ________ le estuvo viendo vomitar hasta que no le quedó nada más en el estómago. Cuando por fin remitió el último paroxismo, Joe volvió a desplomarse contra ella. _______ le limpió una vez más con la toalla fresca.
—Debería llevarte al hospital.
—No. —Joe movió la cabeza de un lado a otro—. No puedo permitirme un hospital.
—¿Y puedes permitirte morir?
Una débil sonrisa le torció un lado de la boca.
—No voy a morirme. —Echó atrás la cabeza, hundiéndola más entre sus pechos, y alzó la vista hacia ella—. Además, seguro que así te alegraba el día.
—Sí, claro —replicó ella con sarcasmo—. Me entusiasma la idea de explicar a las autoridades la presencia de tu cadáver. —Fue a darle una sacudida, pero al oír su gemido de angustia y ver que el poco color que había logrado retener abandonaba su rostro, _________ dejó caer las manos sintiéndose culpable—. No es momento de tacañerías, Joe.
—Tengo que ser tacaño —masculló él—. Es la única forma de conseguir ese refugio para Gary.
________ arrugó el entrecejo.
—¿Qué refugio? ¿Y quién demonios es Gary?
♫ Laura Jonas ♥
Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
Ahi esta su capi COMPLETITO!!!
Se los deje completo por que habian pasado de pagina
Baile de 5 segundos
Disfruten el capi :D
Por cierto ya casi se acerca los capi HOT :twisted: :twisted: :¬w¬: :¬w¬:
y RECUERDEN: comentar es GRATIS
Se los deje completo por que habian pasado de pagina
Baile de 5 segundos
Disfruten el capi :D
Por cierto ya casi se acerca los capi HOT :twisted: :twisted: :¬w¬: :¬w¬:
y RECUERDEN: comentar es GRATIS
♫ Laura Jonas ♥
Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
SIGUEEEEE!!!!!
u.uu pobrcito Joe que está maliitoo!!!
u.uu pobrcito Joe que está maliitoo!!!
SandyJonas
Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
siguela...
siguela...
ya quiero cap...
siguela..
siguela...
siguela...
ya quiero cap...
siguela..
siguela...
jamileth
Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]
siguela...
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ya quiero cap...
siguela..
siguela...
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ya quiero cap...
siguela..
siguela...
jamileth
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