ＥＬＩＴＥ.

capítulo cuatro: proyecto de caridad, por siempre

Blaire Finlay

El desayuno era la hora elegida por Blaire para prepararse tanto física como mentalmente para el largo día que tendría por delante. Y no por el hecho de tener que trabajar por cinco horas seguidas, limpiando mesas en el pequeño restaurante de su padre, o tener que preparar la cena esa misma noche. Su principal y mayor problema era Constance, y el alumnado extremadamente rico, poco humilde, y con menos de la mitad de las neuronas, de un ser humano común y corriente, en funcionamiento.
Solo el cuarenta por ciento de los estudiantes valía la pena, y dentro de ellos, estaba su mejor amiga, Rachel, quien le había obsequiado el uniforme que ahora llevaba puesto.
Le quedaba suelto en varia partes, pero qué más daba… Era eso, o tener que ponerse el mismo uniforme que había usado durante cuatro años consecutivos. Y la verdad, no tenía ganas de llamar la atención en un lugar como Upper East Side.
Suficiente tenia con el simple hecho de ser considerada una becaria, un proyecto de caridad.
La castaña soltó el aire que había acumulado en sus pulmones, mientras disfrutaba de su café cortado apenas con un poco de leche. Solía sentarse en la ventana de la pequeña cocina, comedor y living, admirando algo más allá de todos los edificios, aunque hoy la lluvia era la principal protagonista. Debía abrigarse bien si quería llegar al instituto lo más presentable posible.
Dejo la taza sobre la barra que dividía la cocina, del living-comedor,  antes de darle un mordisco a su tostada con mermelada de frutilla. Miro como su padre daba vueltas en el sofá, y volvió a sentir esa puntada de remordimiento en su interior.
A pesar de que él había insistido en que ella y su hermano debían tomar la única habitación que tenía el apartamento, no dejaba de sentirse mal cada vez que lo veía durmiendo en el sillón que antes había sido color negro, y ahora se asemejaba mas a un gris sucio y desgastado.

-¿Qué esperas para irte, Blaire?-dijo su padre algo somnoliento. La pregunta tomó por sorpresa a la castaña que dejo caer su tostada al piso.
-¡Mierda!-soltó, dando un salto del taburete rojo sangre donde se encontraba sentada, para limpiar el desastre que había ocasionado. Ya estaba más que acostumbrada a su torpeza y a sus dos pies izquierdos. – Me asustaste… Pensé que dormías.

-Lo hacía-respondió su padre.- Pero ya es hora de levantarse, y tú tienes que ir a Constance… Y James aun no está listo. Voy a castigarlo si recibo una sola nota del colegio por tardanza -El hombre de unos cuarenta y cinco años de edad, se incorporo del viejo sofá, y camino lentamente hasta el baño.
Blaire lo había visto caer en picada luego de que su madre los abandonara. Ya no era el mismo hombre alegre y optimista que solía empujarla a seguir adelante cada vez que se caía en su bicicleta. La alegría ya no brillaba en sus ojos, y eso oprimía el corazón de la castaña a tal punto que debía esforzarse para respirar correctamente.
Tiro la tostaba a la basura y dejo olvidado su café. Debía apresurarse si no quería llegar tarde.

-Cinco minutos, James… No pienso esperarte por siempre-gritó la castaña, llamando a su pequeño hermano que aun no se despegaba de la cama. Lo escucho refunfuñar y protestar en contra. Blaire, aun no entendía como era capaz de alistarse en tan solo cinco minutos, y por más que insistiera en levantarlo más temprano, el simplemente no lo hacía.- James- insistió una vez más, mientras tomaba el bolso que le había regalado su padre para su último cumpleaños. No era nada del otro mundo. Lo había comprado en una tienda de segunda mano, pero era bonito, muy bonito. Y si no se detenían a mirarlo dos veces seguidas, podría camuflarse perfectamente con alguna de las carteras de Prada de Charlotte.

-¡No jodas!-soltó James, saliendo de la habitación que compartían, ya vestido, y con la mochila a cuestas. Aunque aún no se le quitaba la marca que la almohada había dejado en su mejilla derecha.

-Deja de llorar… Se nos hace tarde-dijo Blaire, colocándose una de las camperas que estaba en el perchero ubicado cerca de la puerta de entraba.

-Deja de llorar… Se nos hace tarde-remitió James, imitando a su hermana. A diferencia de Blaire, su pelo es rubio casi platinado, como el de su madre. Compartían el mismo color de ojos, marrón chocolate, y  la misma sonrisa aniñada.  

-¿Eres estúpido o qué? Deja de copiarme-Blaire lo fulmino con la mirada, mientras que James soltaba una carcajada y volvía a repetir.

-¿Eres estúpido o qué? Deja de copiarme-

-James ¡Ya basta!-

-James ¡Ya basta!-

-Te odio-

-Yo también-finalizo el rubio con una sonrisa de oreja a oreja.
Blaire ignoro a su hermano y tomo uno de lo paraguas que estaban en la entraba, para luego salir del departamento.



El aire frió choco contra su piel cuando llegaron a la calle. James estaba enfundado en una campera gruesa y un gorro de lana, gris con unas finas lineas blancas. Su hermana pensó que estaba exagerando cuando lo vio salir del departamento, pero ahora, que la lluvia calaba entre sus ropas humedeciéndola y el viento colaboraba con ella, moviendo el paraguas para todos lados, había cambiado de opinión.  
Acelero el paso, dejando de su hermano detrás. Mientras mas rápido llegara a la parada del bus, mejor para ella. Pero para eso, debía darse prisa. Solo le quedaban cinco minutos para que el reloj llegara a las 7:30, y seis cuadras por delante.
Despidió a su hermano, que debía doblar dos cuadras antes para tomar el metro que lo llevaría a su instituto. James aspiraba a otra cosa, y por mas que fuera aun mas inteligente que Blaire, había dicho que prefería tirarse de un acantilado, que asistir a St.Jude, y su padre lo había aceptado.
Ahora la castaña viajaba sola por las calles de Brooklyn hacia Upper East Side, y debía enfrentarse sola día a día, a los monstruos, vestidos con ropa de diseñador, manejando autos importados. Pero estaba bien. Todo por su futuro.
Se sentó junto a un hombre mayor de edad cuando el bus llego. El anciano roncada a su lado, y hasta pudo percibir una fina línea de saliva saliendo de su boca. La castaña arrugo la nariz y se alejo un poco evitando a toda costa que su cuerpo rozara con el suyo.
Veinte largos, casi eternos minutos, la separaban de Contance y St.Jude. El bus la dejaba justo en frente de los institutos, para su desgracia. Ese era su karma desde el primer dia. Todos los ojos se giraban hacia ella cuando bajaba de la maquina amarilla, y no era para nada agradable ver los rostros de asco que la juzgaban por no tener un Mercedes Benz para transportarse.
o era para nada agradable ver los rostros de asco que la juzgaban por no tener un Mercedes Benz para transportarse.
Vio a Harry Styles bajar de su lujoso auto, seguido por Niall Horan y Spike, en su clásica motocicletanegra. Tiffany Gardener no se hizo esperar, al igual que Charlotte junto a su seguidoras mas fieles. "Estupidos", pensó Blaire, mas sabia que eso no podía salir de su cabeza por que tendria serios problemas.
Entro a al edificio con la cabeza baja, mirando el piso para evitar no caerse. El lema de Blaire era “Evitar a toda costa las miradas”, y a ella le funcionaba. Por lo menos la hacía llegar sana y salva al almuerzo.
Pasó de largo su casillero y se metió a su primera clase, Historia, sentándose en el último banco, junto a la ventana.
Sobrevivir en Constance era misión imposible, pero ella lo intentaba.
Entro a al edificio con la cabeza baja, mirando el piso para evitar no caerse. El lema de Blaire era “Evitar a toda costa las miradas”, y a ella le funcionaba. Por lo menos la hacía llegar sana y salva al almuerzo.
Pasó de largo su casillero y se metió a su primera clase, Historia, sentándose en el último banco, junto a la ventana.




Al menos las clases no habían cambiado, seguían siendo igual de aburridas y monotonías que el año anterior. Los mismos profesores viejos y estirados, con los mismos discursos de siempre. Y para rematar, Blaire había pasado la mañana dentro de la biblioteca, adelantando tarea. Esa era su rutina. Ser invisible y pasar desapercibida era su actividad favorita.
Lo único interesante, para el común denominador de Constance y St. Jude, eran los tres mensajes nuevos, informando una pelea en Kitra y Tiffany, un supuesto romance, y la relación entre Charlotte y Styles. Blaire odiaba esos mensajes, pero lamentablemente estaba atada a ellos como todos los estudiantes.
Vio a Rachel a lo lejos, mientras se encaminaba a la salida. Sus pies se movían rápido, y sorprendentemente, mantenían un ritmo grácil y desesperado cuando el ultimo timbre sonaba. Salir de Constance, para ella, era como salir del mismísimo infierno.
La rubia se despidió de Tyler y se encontró con Blaire en la puerta. Estaba enojada, con algo o, lo mas probable, con alguien. La castaña no entendía como había logrado ser amiga de esa chica. Quizás había sido Rachel la que había empezado cuando la defendió de las garras de J.J. Pero no le importaba, a ninguna de las dos. Ellas se complementaban.

-Es insoportable-soltó su rubia amiga cuando llego a su lado, mientras bajaban las escaleras del viejo edificio.

-¿Que sucedió?- Blaire podía imaginarse de quien estaba hablando exactamente, la cara de Rachel decía todo.  

-No, no importa… Es mejor olvidarlo. Pesa menos si lo dejamos en el pasado.- respondió ella, restándole importancia, aunque la castaña sabía que no podría olvidarse de “eso” tan fácilmente. Rachel se caracterizaba por ser obstinada.- ¿Te llevo?-

-Me harías un favor, mi padre necesitara toda mi ayuda hoy- Ambas comenzaron a caminar hacia el estacionamiento de la institución, donde los autos de alta gama desfilaban, luciéndose, compitiendo por cual era el mejor de todos. Cada año sucedía lo mismo. Los niños ricos llegan a clases con un lujoso automóvil, dejando a los no-elite con la boca abierta y envidia corriendo por su sangre por no poder comprar algo parecido. Lo peor, y lo que más patético le parecía a Blaire, era que la mayoría de ellos vivían a solo un par de cuadras y podían caminar perfectamente. Pero no lo hacían. Ellos eran caprichosos, niños de papá, y obviamente, no conocían lo que era trabajar para ganarse las cosas, el sacrificio, y por supuesto, ninguno conocía la palabra “No”.  

-¿Sigue mal?-pregunto Rach, sacando a la castaña de sus pensamientos.

-Sigue todo igual, Rach. Nada cambio. Pero, pesa menos si lo dejamos en el pasado...-cito Blaire, haciendo reír a su amiga.
Rachel  había comenzado a contarle que tal haba sido su día, cuando un auto rojo se atravesó en su camino. Las ruedas empujaron el agua de lluvia que había quedo estancada mojando completamente a la castaña, quien en un intento fallido de mantener el equilibrio, callo de culo sobre la acera.

-¡Oh, Dios mío!-soltó Rachel secando las pequeñas gotas que habían salpicado su perfecta y hermosa cara, finamente maquillada- Blaire ¿Te encuentras bien?- pregunto, mas la castaña no lograba articular ninguna palabra.
Quería gritar, llorar, y golpear a esa maldita perra, pero no era capaz de moverse ni de hablar. Un grupo de chicos ya tenían sus celulares levantados, capturando detalladamente el desastre que era en ese preciso momento, mientras que J.J dibujaba una sonrisa de oreja a oreja como el gato Cheshire por su hazaña.

-¡Eres una maldita perra, J.J!-grito Rachel, defendiendo a su amiga que seguía en el piso. La morena tras el volante del auto rojo se limito a reír sacando una mano por la ventanilla para enseñarle el dedo del medio. - ¿Qué se cree? Ni siquiera es tan rica…-

-Es solo una bienvenida, Rachel… Ya déjala. El año pasado me tiro la bandeja del almuerzo encima… Pasa el resto del día encerrada en el baño ¿Recuerdas?… No vale la pena- La voz de Blaire temblaba producto de sus dientes que no paraban de castañar. El agua fría había traspasado su campera llegando hasta su piel, para desgracia de la castaña.

-Pero merece una buena paliza-

-Ella me odia. Soy una becada... Ella odia a las becadas-

-La mataría si fuera posible... ¿Que hay de malo con eso?-

-No importa Rachel, no quiero problemas… Por lo menos no con J.J. Ella sería capaz de colgarme de un pie en el aro de básquetbol si quisiera. No quiero tentar a la poca suerte que me queda.- Blaire tomo aire y contó hasta tres para ponerse de pie, pero le fue imposible. Su coordinación era nula.- Ayúdame a pararme- le pidió a su amiga, antes de sentir dos manos debajo de sus brazos levantándola hacia arriba. Suavemente, logro pararse en sus dos pies, gracias a su misterioso salvador… Aunque se arrepintió de haber pensado que él era su “salvador”, cuando su mirada se cruzo con la suya.  Niall Horan no era exactamente la clase de chicos que hacia favores. Y menos a alguien que no pertenecía a la elite.

-Córrete Horan, deja que yo ayude a mi amiga-dijo Rachel interponiéndose entre ambos cuerpos.

-Gracias- susurro la castaña, aunque sonó más como una pregunta que como una afirmación.

-¡Que te corras, Horan! Vuelve a tu nido-insistió la rubia.

-No me busques Rachel, te aseguro que no quieres tentarme-dijo únicamente el rubio, sonriendo de costado, mientras se acomodaba la mochila en el hombro.- Un placer-esta vez, se dirigía a Blaire, quien no sabía cómo reaccionar. Sonrió aun más al ver la expresión perpleja de ambas muchachas, mientras su mirada anunciaba problemas. Blaire, no quería problemas. Mientras más invisible fuera en ese grupo de estudiantes, mejor se sentiría ella.
Lo vieron girar sobre sus talones y perderse entre la multitud que se había formado a su alrededor.  ¿Qué rayos estaba pasando?,  se pregunto Blaire a sí misma. Parecía que todos habían vuelto a clases recargados, llenos de veneno, listo a escupirlo por ahí, entre los estudiantes.

-Vamos Blaire, vas a enfermarte su no te cambias pronto-

-Sí, creo que es lo mejor-dijo, sacudiéndose restos de lodo que se habían pegado a su pollera. Tendría que meterse entera a la bañera cuando llegara a su casa.




Encontraron el auto de la rubia a unos pocos metros del incidente. Aceleraron el paso, cuando las nubes grises amenazaron con soltar todo el líquido que cargaban, llegando hasta el mismo.
Los celulares de ambas comenzaron a sonar cinco minutos después. Blaire rebusco en su bolso, mientras que Rachel lo extraía de uno de sus bolsillos de su nueva campera.
Un nuevo mensaje, y con este eran cuatro en el día.

“Al parecer, las vacaciones ablandaron el frío y duro corazón de N, o solo está buscando limpiar su reputación haciendo caridad. Ahora, ¿Seguirá siendo así de generoso luego de que T se entere y decida sujetarlo bajo sus riendas? ¿o no?”


Blaire puso los ojos en blanco, mientras volvía a guardar su celular dentro de su bolso de segunda mano.
-¡Que bastardos!-soltó Rachel.- En serio hay gente que no se cansa de esto-

-Sigo sin entender este juego-dijo la castaña, dando la vuelta para poder subirse al asiento del copiloto- Es patético-

-No hace falta que lo entiendas, Blaire-Rachel subió rápidamente justo cuando las gotas de agua comenzaba a caer de nuevo sobre la cuidad- Solo hay que ignorarlo-

-Deberían comprarse una vida nueva… ¿Acaso la suya no es lo suficientemente emocionante? -respondió, mirando como su amiga encendía el auto, y lo echaba a andar. Blaire solo rogaba no volver a aparecer en Gossip Girl por lo menos hasta las vacaciones de primavera. Seria todo un reto… Sobre todo para alguien como ella, con dos pies izquierdos, y a la que consideraban un proyecto de caridad.

-Parece que no-