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Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:05 pm

Anna Payne1D escribió:Feliz Navidad cieloooo xx

feliz navidad y año nuevo también, perdona por contestarte tan atrasadamente
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:05 pm

pase de página!!!
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:06 pm

Anna Payne1D escribió:zsdfgh,n me enantaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!



Felices Fiesta cielo xxx

TQQQTQTQQTQTQ,ANNA<3

felices fiestas igualmente :D
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:07 pm

narrysgirl escribió:abkjsan por qué no dijo que sí?!  

está loquita XD
Harriet
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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:07 pm

narrysgirl escribió:pd: FELICES FIESTAS !

felices fiestas igualmente:D
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:08 pm

Alejandra257 escribió:SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA *-* ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAA *-*

ahorita la sigooo!
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:11 pm

Chicas feliz año nuevo, les deseo lo mejor!!!
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:20 pm

✖ Capìtulo 4
El problema es mío


Cuando por fin suena el timbre que indica el final de la cuarta hora, me aparto de mi mesa para acercarme al señor Muñoz.
—¿Estás segura de que has terminado? —me pregunta al tiempo que levanta la vista del montón de papeles—. Si necesitas un minuto más, no hay problema.

Le echo un vistazo a la hoja de mi examen y hago un gesto negativo. Me pregunto cómo reaccionaría si supiera que lo he terminado cuarenta y cinco segundos después de que me lo diera, y que después me he pasado los cincuenta minutos siguientes fingiendo esforzarme.
—Así está bien —replico con seguridad. Una de las ventajas de tener poderes psíquicos es que no tengo que estudiar, ya que de algún modo « sé » todas las respuestas.
Y, aunque a veces siento la tentación de fanfarronear y bordar mis exámenes con una larga hilera de dieces, por lo general intento contenerme y contestar mal algunas preguntas, puesto que es importante no pasarse de la raya. Al menos eso es lo que dice Zayn. Siempre me recuerda lo importante que es pasar desapercibido, o al menos parecer normal…, aunque nosotros somos cualquier cosa menos normales. Con todo, la primera vez que lo dijo no pude evitar recordarle que cuando nos conocimos los tulipanes aparecían de la nada por decenas. No obstante, él se limitó a decirme que tuvo que hacer algunas concesiones para cortejarme, y que eso le llevó más tiempo de lo necesario porque yo no me molesté en averiguar que significaban « amor eterno » hasta que casi fue demasiado tarde.

Le entrego la hoja al señor Muñoz y doy un respingo cuando nuestros dedos entran en contacto. Aunque no ha sido más que un roce de la piel, es suficiente para mostrarme mucho más de lo que necesito saber: obtengo una visión bastante clara de cómo ha sido su mañana hasta ese momento. Lo veo todo: veo el lío increíble que tiene en su apartamento, con la mesa de la cocina plagada de recipientes de comida a domicilio y múltiples versiones del manuscrito en el que lleva trabajando los últimos siete años; lo veo a él cantando « Born to Run » a todo pulmón mientras trata de encontrar una camisa limpia antes de dirigirse a Starbucks, donde tropieza con una rubita que le derrama todo su batido por la pechera… dejando una molesta mancha húmeda y fría que la hermosa sonrisa femenina parece borrar.
Una sonrisa gloriosa que el señor Muñoz no parece poder olvidar… Una sonrisa gloriosa que es… ¡la de mi tía!
—¿Quieres esperar mientras lo corrijo?  —Asiento, al borde de la hiperventilación, mientras me concentro en su bolígrafo rojo.
Reproduzco la escena que acabo de ver en mi cabeza y siempre llego a la misma y horrible conclusión: ¡a mi profesor de historia le pone Sabine! No puedo permitir que mi tía vuelva a las andadas. Quiero decir que por el simple hecho de que ambos sean inteligentes, monos y solteros no significa que tengan que salir juntos. Me quedo allí de pie, paralizada, incapaz de respirar. Me esfuerzo por bloquear los pensamientos que inundan la cabeza del profesor concentrándome en la punta de su bolígrafo.
Observo la hilera de puntitos rojos que se convierten en marcas en las preguntas diecisiete y veinticinco… tal y como había calculado.

—Solo tienes dos mal. ¡Muy bien! —Sonríe y se pasa los dedos por la mancha de su camisa mientras se pregunta si volverá a verla de nuevo—. ¿Te gustaría saber cuáles son las respuestas correctas? « La verdad es que no », pienso, impaciente por marcharme lo antes posible, y no solo para ir a comer y ver a Zayn, sino porque temo que sus fantasías tomen un cariz que me obligue a salir corriendo. No obstante, sé que lo normal sería parecer al menos un poco interesada, así que respiro hondo, sonrío y asiento, como si no deseara otra cosa en el mundo. Y cuando me pasa la plantilla de las respuestas, la coloco sobre el examen y le digo:
—Vaya, mire eso, puse mal la fecha. —Y también—: ¿Cómo es posible que no supiera eso? ¡No lo puedo creer!

El se limita a asentir, sobre todo porque sus pensamientos han vuelto a la rubia… también conocida como « ¡la única mujer del universo con la que tiene absolutamente prohibido quedar! », mientras se pregunta si estará al día siguiente en el mismo sitio y en el mismo lugar. Y, aunque pensar que los profesores también sienten lujuria me parece asqueroso en líneas generales, el hecho de que este profesor en particular sienta deseo sexual por alguien que en la práctica es como una madre para mí… es algo por lo que no paso.
Sin embargo, en ese momento recuerdo que unos meses atrás tuve una visión de Sabine quedando con un tipo muy mono de su edificio. Y, puesto que Muñoz trabaja aquí y Sabine trabaja allí, supongo que en realidad no existe una amenaza seria de que mis dos mundos entren en conflicto.
Pero, por si acaso, sonrío y me obligo a decir:
—Bueno, ha sido casualidad.
Él me mira con el gesto torcido, intentando encontrar el sentido a mis palabras. Y, aunque sé que he ido demasiado lejos, que estoy a punto de decir algo que dista muchísimo de la normalidad, lo cierto es que me da la impresión de que no tengo más remedio. No puedo permitir que mi profesor de historia salga con mi tía. No puedo tolerarlo. Simplemente, no puedo. Así pues, señalo la mancha de su camisa y añado: —Esa mujer, la del batido, ¿la recuerda?… —Asiento al ver la expresión alarmada de su rostro—. Dudo mucho que vuelva. En realidad, no va allí muy a menudo.

Y, antes de decir algo más que no solo haga trizas sus sueños sino que también confirme que soy un bicho raro, me cuelgo la mochila del hombro, corro hacia la puerta y me libero de la energía del señor Muñoz mientras me dirijo hacia el comedor, donde me espera Zayn sentado a una mesa. Estoy impaciente por verlo después de pasar tres largas horas separados. Sin embargo, cuando llego a donde está, la escena no resulta tan acogedora como yo esperaba. Hay un chico nuevo sentado a su lado, en mi sitio, que es el centro de atención y Zayn apenas nota mi presencia. Me apoyo contra el borde de la mesa y observo cómo todos se echan a reír por algo que ha dicho el chico nuevo. Como no quiero interrumpirlos ni quedar como una grosera, me siento frente a Zayn en lugar de a su lado, como de costumbre.
—¡Dios, eres tan gracioso! —dice Haven, que se inclina hacia delante y acaricia un instante la mano del chico nuevo. Sonríe de una forma que deja claro que su nuevo novio, Josh, su supuesta alma gemela, ha pasado al olvido por el momento—. Es una pena que te lo hayas perdido, _____; este tío es tan desternillante ¡que Miles se ha olvidado incluso de su grano!
—Gracias por recordármelo. —Miles frunce el ceño y busca con el dedo la zona de su barbilla donde está el grano… pero ha desaparecido. Abre los ojos de par en par y nos mira a todos en busca de una confirmación de que la espinilla tamaño mamut, la pesadilla de esta mañana, ha desaparecido realmente.
No puedo evitar preguntarme si esa súbita desaparición está relacionada conmigo, con la forma en que lo he tocado en el aparcamiento, porque eso significaría que tengo poderes mágicos de sanación. Sin embargo, la idea apenas cruza mi mente cuando el chico nuevo aclara:

—Te dije que funcionaría. Es alucinante. Quédate el resto por si vuelve a salir.
Entorno los ojos y me pregunto cómo ha tenido tiempo suficiente para ocuparse del rostro de Miles cuando acabo de conocerlo.
—Le he dado una pomada —me dice el tipo al tiempo que se gira hacia mí—. Miles y yo coincidimos a primera hora. Por cierto, me llamo Niall.

Lo miro mientras me fijo en el color amarillo brillante del aura que lo rodea, cuyos límites se extienden de forma cariñosa, como si pretendiera darnos a todos un caluroso abrazo. Luego contemplo sus ojos azul claro, su piel ligeramente bronceada, su pelo rubio y despeinado, su ropa informal con el toque justo de sofisticación… y, a pesar de lo guapo que es, mi primer impulso es salir corriendo.
Me ofrece una de esas sonrisas lánguidas y relajadas que te dan un vuelco en el corazón, pero tengo los nervios tan a flor de piel que me resulta imposible devolvérsela. —Tú debes de ser _____ —dice al tiempo que retira la mano, que ni siquiera había visto extendida y que esperaba ser estrechada antes de apartarse. Miro de reojo a Haven, que se siente visiblemente horrorizada por mi falta de modales, y después a Miles, que está demasiado ocupado mirándose en el espejo como para notar mi metedura de pata. Sin embargo, cuando Zayn estira el brazo por debajo de la mesa y me da un apretón en la rodilla, me aclaro la garganta, miro a Niall y le digo:
—Ah, sí, soy _____. —Aunque me obsequia con una nueva sonrisa, su método sigue sin funcionar. Lo único que consigue es que se me encoja el estómago y me entren náuseas.
—Al parecer tenemos muchas cosas en común —dice, a pesar de que no logro imaginarme qué pueden ser esas cosas—. Me siento dos filas por detrás de ti en historia. Y al ver cómo te esforzabas no he podido evitar pensar que había al menos otra persona que detestaba la historia casi tanto como yo.
—Yo no detesto la historia —replico inmediatamente, demasiado a la defensiva. Mi voz tiene un matiz cortante que provoca la mirada de reproche de todos los presentes. Así que miro a Zayn en busca de confirmación, segura de que es el único que puede sentir el inquietante torrente de energía que fluye desde Niall hasta mí.

No obstante, él se encoge de hombros y le da un sorbo a la bebida roja, como si todo fuera de lo más normal y no hubiera notado nada. Así que me giro de nuevo hacia Niall y exploro su mente, aunque lo único que escucho es un montón de pensamientos inofensivos que, aunque bastante infantiles, son básicamente agradables. Y eso significa que el problema es mío.
—¿De verdad? —Niall arquea las cejas y se inclina hacia mí—. Investigar el pasado, explorar todos esos lugares y fechas de antaño, examinar la vida de personas que vivieron hace muchos siglos y que ahora no tienen ninguna relevancia… ¿No te molesta? ¿No te aburre soberanamente?

« ¡Solo cuando esa gente, esos lugares y esas fechas están relacionadas con mi novio y sus seiscientos años de juerga! » Pero solo lo pienso. No lo digo. En lugar de eso, me encojo de hombros y replico: —Se me da bien. De hecho, ha sido bastante fácil. He aprobado.

El chico asiente y me recorre con la mirada de arriba abajo sin perderse un solo detalle.
—Es bueno saberlo. —Esboza una sonrisa—. Muñoz me ha dado de plazo el fin de semana para ponerme al día, tal vez tú puedas ayudarme.
Echo un vistazo a Haven: sus ojos se han vuelto oscuros y su aura ha adquirido un horrible tono verdoso a causa de los celos; a continuación miro a Miles, que ya ha dejado su grano y está escribiéndole un mensaje de texto a Holt; y por último a Zayn, que parece ajeno a lo que está ocurriendo y tiene la mirada perdida, concentrada en algo que no puedo ver. Y, aunque sé que me estoy comportando de manera ridícula, que el claval parece caerles bien a todos los demás y que debería hacer lo posible por ayudarle, hago un gesto indiferente con los hombros y le digo:
—Me consta que no hace falta.
Me resulta imposible pasar por alto el hormigueo de mi piel y el nudo en el estómago que siento cuando sus ojos se enfrentan a los míos. Niall muestra sus dientes blancos y perfectos en una sonrisa antes de decir:
—Es muy amable por tu parte concederme el beneficio de la duda, _____, aunque no estoy seguro de que hayas hecho lo correcto.
Harriet
Harriet


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Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 8:38 pm

✖ Capìtulo 5
Pomada para granos


—¿Qué te pasa con el chico nuevo? —me pregunta Haven, que se queda atrás mientras todo el mundo se dirige a clase.
—Nada. —Aparto su mano y me encamino hacia delante. Su energía recorre mi cuerpo mientras observo a Niall, Miles y Damen, que ríen como si fueran viejos amigos.
—Por favor… —Compone una expresión incrédula—. Es evidente que no te cae bien.
—Eso es ridículo —replico. No dejo de mirar a Zayn, mi increíble y flamante novio/alma gemela/compañero eterno/consorte (en serio, tengo que encontrar el termino adecuado), que apenas me ha dirigido la palabra desde la clase de lengua de esta mañana. Y espero que no sea por los motivos que pienso: por mi comportamiento de ayer y porque me he negado comprometerme este fin de semana.
—Hablo muy en serio. —Me mira a los ojos—. Es como… como si odiaras a la gente nueva o algo así —me dice, y sus palabras son más amables que las que le rondan por la cabeza. Aprieto los labios y clavo la mirada al frente para resistir el impulso de poner los ojos en blanco. Sin embargo, ella se limita a poner los brazos en jarras y a mirarme con sus ojos hipermaquillados que se entornan bajo el mechón rojo fuego de su flequillo.
—Porque si no recuerdo mal, y las dos sabemos que no, al principio también detestabas a Zayn, cuando llegó al instituto.
—Yo no odiaba a Zayn —replico. Al final pongo los ojos en blanco, pese a que me había propuesto no hacerlo.

« Corrección: solo fingía odiar a Zayn, porque lo cierto es que lo quise desde el principio. Bueno, excepto ese corto período de tiempo en el que lo odiaba de verdad. Pero, aun así, lo quería. Lo que pasa es que no estaba dispuesta a admitirlo… »

—Oye, perdona, pero no estoy de acuerdo —me dice. Su cabello negro deliberadamente despeinado le cae sobre el rostro en mechones—. ¿Recuerdas que ni siquiera lo invitaste a tu fiesta de Halloween?
Suspiro, fastidiada por todo ese asunto. Lo único que quiero es entrar en clase y fingir que presto atención mientras intercambio mensajes vía telepática con Zayn.
—Sí, y, por si no lo recuerdas, esa fue también la noche en que nos enrollamos —le digo al final, aunque me arrepiento en el mismo instante en el que las palabras salen de mi boca. Fue Haven quien nos vio junto a la piscina, y eso estuvo a punto de romperle el corazón. Sin embargo, ella pasa por alto mis palabras, más decidida a dejar claro su punto de vista que a ahondar en ese momento en particular del pasado.
—O puede que estés celosa porque Zayn tiene un nuevo amigo. Ya sabes, alguien más aparte de ti.
—Eso es ridículo —replico demasiado rápido para resultar creíble—. Zayn tiene un montón de amigos —añado, pero las dos sabemos que eso no es cierto. Haven me mira con los labios fruncidos, impasible. Sin embargo, ahora que hemos llegado tan lejos, no tengo más remedio que continuar.
—Te tiene a ti, a Miles y a…
—« A mí », pienso, pero no lo digo en voz alta porque es una lista bastante pobre, y eso es justo lo que ella pretende señalar. Y la verdad es que Zayn nunca sale con Haven y con Miles a menos que yo esté también. Pasa todo su tiempo libre conmigo. Y en los momentos en que no estamos juntos, no deja de enviarme imágenes y pensamientos para aliviar la sensación de distanciamiento. Es como si siempre estuviéramos conectados. Y tengo que admitir que me gusta que las cosas sean así. Porque solo con Zayn puedo ser yo misma: esa que puede escuchar los pensamientos de los demás, que percibe las energías y que ve espíritus. Solo con Zayn puedo bajar la guardia y ser como soy. No obstante, cuando miro a Haven no puedo evitar preguntarme si está en lo cierto.

Quizá esté celosa.
Quizá Niall sea realmente un tipo normal y agradable que ha cambiado de instituto y quiere hacer ligos nuevos… y no la amenaza escalofriante que yo veo en él.
Quizá me haya puesto tan paranoica, celosa y posesiva porque he asumido de manera automática que si Zayn no está tan concentrado en como de costumbre, corro el peligro de ser sustituida.

Y si es así, resulta demasiado patético para admitirlo. Así que niego con la cabeza y finjo una carcajada antes de decir:
—Eso también es ridículo. Todo esto es una ridiculez. —Intento que parezca que hablo en serio.
—¿De veras? Bueno, ¿qué pasa con Drina, entonces? ¿Cómo explicas eso? —Me sonríe con desdén —. La odiaste desde la primera vez que la viste, y no te atrevas a negármelo. Y después, cuando descubriste que conocía a Zayn, la odiaste más todavía. Me encojo al escuchar a mi amiga. Y no porque lo que dice sea cierto, sino porque escuchar el nombre de la ex mujer de Zayn siempre hace que me encoja por dentro. No puedo evitarlo, es instintivo. Pero no tengo ni idea de cómo explicárselo a Haven. Lo único que ella sabe es que Drina fingía ser su amiga, que la dejó tirada en una fiesta y que luego desapareció para siempre.
No recuerda que Drina intentó matarla con un bálsamo envenenado que le entregó para sanar el espeluznante tatuaje que se ha quitado hace poco de la muñeca, no recuerda que… « ¡Ay, Dios mío! ¡El bálsamo! ¡Niall le ha dado a Miles una pomada para el grano! Sabía que ese tío tenía algo raro. ¡Sabía que no eran imaginaciones mías! »
—Oye, Haven, ¿qué clase tiene Miles ahora? —le pregunto mientras barro el campus con la mirada, incapaz de encontrarlo y demasiado nerviosa como para utilizar la visión remota, que aún no domino.
—Creo que lengua, ¿por qué? —Me mira de manera extraña.
—Por nada, es que… Tengo que irme pitando.
—Bueno. Como quieras. Pero, para que lo sepas, ¡sigo creyendo que odias a la gente nueva! —me grita. Pero para entonces yo ya me he ido. Recorro el edificio concentrada en la energía de Miles para intentar percibir en qué clase se encuentra. Y cuando de pronto doblo una esquina y veo una puerta a mi derecha, entro en el aula sin pensármelo dos veces.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta el profesor, que se aparta de la pizarra con un trozo de tiza blanca en la mano. Me quedo en pie delante de la clase y doy un respingo cuando algunos de los esbirros de Stacia se burlan de mí mientras trato de recuperar el aliento.
—¡Miles! —jadeo al tiempo que lo señalo con el dedo—. Necesito hablar con Miles. No tardaré más que un segundo —le prometo al profesor mientras se cruza de brazos y me mira con suspicacia—. Se trata de algo importante —añado mirando a Miles, que ha cerrado los ojos y sacude la cabeza.
—Supongo que tendrás autorización para estar en el pasillo, ¿no? —pregunta el profesor, un maniático de las reglas. Y, aunque sé que podría enfadarse y acabar resultando en mi contra, no tengo tiempo para liarme con todos los trámites burocráticos del instituto destinados a mantenernos a todos a salvo… y que en realidad, en ese instante, ¡me impiden hacerme cargo de un asunto de vida o muerte!
O que al menos podría llegar a serlo. Aunque no estoy segura, me gustaría tener la oportunidad de averiguarlo. Me siento tan frustrada que niego con la cabeza y digo:

—Escuche, usted y yo sabemos que no tengo autorización, pero si me hiciera el favor de permitirme hablar con Miles un segundo, le prometo que lo tendrá de vuelta ahora mismo.
El hombre me mira mientras su mente baraja todas las posibilidades de acabar con esa situación: echarme sin contemplaciones, acompañarme a clase, acompañarme al despacho del director Buckley… Pero al final, echa un vistazo rápido a Miles, suspira y me dice:
—Está bien, pero que sea rápido.
En el mismo instante en que los dos llegamos al pasillo y la puerta se cierra tras nosotros, miro a Miles y le digo:
—Dame esa pomada.
—¿Qué? —Parece atónito.
—La pomada que te ha dado Niall. Dámela. Necesito verla —le digo al tiempo que extiendo la mano y muevo los dedos.
—¿Estás loca o qué? —susurra mientras mira a su alrededor, aunque solo estamos la alfombra, las paredes grises, él y yo.
—Ni te imaginas lo importante que es —le digo mirándolo a los ojos; no quiero asustarlo, pero lo haré si es necesario—. Vamos, no tenemos todo el día.
—Está en mi mochila. —Se encoge de hombros.
—En ese caso, ve a buscarla.
—Venga, _____, en serio… ¿Qué narices…?

Me limito a cruzarme de brazos y a hacer un gesto con la cabeza.
—Vamos. Te espero.
Miles sacude la cabeza y desaparece en el interior del aula. Sale un momento después con expresión malhumorada y un pequeño tubo blanco en la palma de la mano.
—Aquí tienes. ¿Ya estás contenta? —Me espeta al tiempo que me arroja la pomada. Giro el tubo entre el pulgar y el índice para examinarlo. Es una marca que me resulta familiar, de un establecimiento que frecuento. No entiendo cómo es posible.
—Por si lo habías olvidado, el estreno de mi obra es mañana, y te aseguro que ahora no necesito dosis extra de drama y estrés, así que si no te importa… —Extiende la mano, a la espera de que le devuelva la pomada para poder regresar a clase. Pero no estoy dispuesta a entregársela todavía. Busco algo pareado al agujero de una aguja, una marca de punción, algo que demuestre que ha sido manipulada, que no es lo que parece ser…
—En serio, antes en el comedor he estado a punto de felicitarte ver que Zayn y tú habían aflojado un poco con todo ese rollo romanticón, pero ahora veo que lo has sustituido por algo mucho peor. De verdad, _____, o le quitas el tapón y la utilizas, o me la devuelves ya.
En lugar de devolvérsela, la aprieto con los dedos tratando de interpretar su energía. Pero no es más que una estúpida crema para los granos. De las que funcionan de verdad.
—¿Hemos terminado ya? —me pregunta con el ceño fruncido. Me encojo de hombros y se la entrego. Decir que estoy avergonzada sería quedarse corta. Pero cuando Miles se guarda la pomada en el bolsillo y se dirige a la puerta, no puedo evitar decirle:
—Así que te has dado cuenta, ¿eh? —Las palabras me arden en la garganta.
—¿Darme cuenta de qué? —Se detiene, visiblemente molesto.
—De… bueno… de la ausencia de todo ese rollo romanticón…
Miles se gira y pone los ojos en blanco de manera exagerada antes de mirarme a los ojos.
—Sí, me he dado cuenta. Creía que se habían tomado en serio mi amenaza. Me limito a mirarlo, sin entender nada.
—Esta mañana… cuando dije que Haven y yo permaneceríamos en huelga hasta que ustedes acabaran con todo ese… —Sacude la cabeza—. Da igual. ¿Puedo irme a clase ya. por favor.
—Lo siento —digo mientras afirmo—. Lamento todo este… Sin embargo, Miles se marcha antes de que termine la frase dando un fuerte portazo.
Harriet
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Mensaje por Harriet Miér 01 Ene 2014, 9:10 pm

✖ Capìtulo 6
Acento británico


Me siento aliviada al ver que Zayn está allí cuando entro en la clase de arte de sexta hora. Teniendo en cuenta que el señor Robins nos ha mantenido muy ocupados en clase de lengua y apenas hemos hablado durante el almuerzo, estoy impaciente por pasar un rato a solas con él. O al menos tan sola como se puede estar en un aula con otros treinta estudiantes. Sin embargo, después de ponerme el blusón y sacar mis cosas del armario, se me encoge el corazón al ver que, una vez más, Niall ha ocupado mi lugar.
—Vaya, hola, _____. —Me saluda con un gesto de cabeza mientras coloca su lienzo nuevo en « mi » caballete. Yo me quedo allí de pie, con los brazos cargados con mis cosas y mirando a Zayn, que está tan inmerso en su cuadro que ni se da cuenta de mi presencia. Estoy a punto de decirle a Niall que se largue de mi sitio cuando recuerdo las palabras de Haven sobre que odio a la gente nueva. Y, por miedo a que tenga razón, esbozo una sonrisa y coloco el lienzo en el caballete que hay al otro lado de Zayn mientras me prometo a mí misma que mañana llegaré mucho antes para poder reclamar mi lugar.
—Diganme una cosa: ¿qué estamos haciendo aquí, colegas? —pregunta Niall, que sujeta un pincel entre los dientes y nos mira a Zayn y a mí.
Esa es otra. Por lo general, el acento británico me resulta encantador, pero en este chico… rechina, lo cual se debe probablemente a que es falso. (Chicas ya se que Niall es de Irlanda pero hagamos que Niall entre en este personaje) Quiero decir que resulta obvio que lo finge, porque solo se le nota cuando quiere hacerse el guay. No obstante, en cuanto esa idea me viene a la cabeza, me siento culpable. Todo el mundo sabe que esforzarse demasiado por parecer guay es otro signo de inseguridad. ¿Y quién no se sentiría un poco inseguro durante su primer día en este instituto?
—Estudiamos los « ismos » —respondo, decidida a mostrarme agradable a pesar de la comezón que siento en el estómago—. El mes pasado pudimos elegir el que quisimos, pero este mes todos estamos haciendo fotorrealismo, ya que nadie lo eligió la última vez.
Niall me recorre con la mirada: desde el flequillo demasiado largo hasta las sandalias de dedo doradas (un minucioso examen que atraviesa mi cuerpo y me provoca una sensación rara en el estómago… pero no de las buenas).
—Bien. Así que hay que conseguir que parezca real, como una fotografía —dice con los ojos clavados en los míos.
Me enfrento a su mirada, una mirada que él insiste en mantener durante unos segundos demasiado largos. Pero me niego a dejarme intimidar o a ser la primera en apartar la vista. Estoy decidida a seguir con el jueguecito mientras dure. Y, aunque puede que parezca inofensivo, hay algo siniestro y amenazador en él, como una especie de desafío. O puede que no. Porque, justo después de que esta idea cruce mi mente, Niall dice:

—¡Los institutos norteamericanos son alucinantes! En mi país, en el viejo y lluvioso Londres… — guiña un ojo—, la teoría siempre prima sobre la práctica.
Al instante me siento avergonzada por haber pensado mal. Porque, según parece, no solo es londinense, lo que significa que su acento es real, sino que Zayn, cuyos poderes psíquicos están mucho más desarrollados que los míos, no parece alarmado en absoluto.
Todo lo contrario, el chico parece caerle bien. Y eso me sienta incluso peor, porque demuestra que Haven tiene razón. En realidad, me siento celosa. Y posesiva. Y paranoica. Y, por lo visto, es cierto que odio a la gente nueva. Respiro hondo y hago un nuevo intento: paso por alto el nudo de mi garganta y el de mi estómago con la intención de mostrarme amigable, aun cuando eso signifique tener que fingirlo al principio.
—Puedes pintar lo que quieras —le digo con un tono de voz alegre y afable, el tono de voz que utilizaba en mi antigua vida, la que llevaba antes de que toda mi familia muriera en un accidente y Zayn me salvara convirtiéndome en inmortal—. Solo tienes que lograr que parezca real, como una fotografía. De hecho, se supone que debemos utilizar una fotografía para mostrar nuestra fuente de inspiración y, por supuesto, también para la evaluación. Ya sabes, para poder demostrar que hemos conseguido representar lo que pretendíamos.

Echo un vistazo a Zayn, preguntándome si ha escuchado algo lo que he dicho, y me fastidia ver que ha decidido elegir su cuadro en lugar de comunicarse conmigo.
—¿Y qué está pintando él? —pregunta Niall mientras señala con la cabeza el lienzo de Zayn, una ilustración perfecta de los campos en flor de Summerland. Cada brizna de hierba, cada gota de agua, cada pétalo de flor… todo es tan luminoso y tangible que parece como si estuvieras allí—. Parece el paraíso. —Asiente con la cabeza.
—Lo es —susurro, tan asombrada por el cuadro que respondo con demasiada rapidez, sin pararme a pensar lo que he dicho. Summerland no solo es un lugar sagrado, también es nuestro lugar secreto. Uno de los muchos secretos que he prometido guardar. Niall me mira con las cejas arqueadas.
—Entonces, ¿es un lugar real? Antes de que pueda responder, Zayn sacude la cabeza y dice:
—Eso le gustaría a ella. Pero me lo he inventado, solo existe en mi cabeza. —Luego me mira y me envía un mensaje telepático: « Cuidado ».
—¿Y cómo vas a aprobar el trabajo si no tienes una foto que demuestre que existe? —pregunta Niall. Zayn se encoge de hombros y sigue con su pintura. Sin embargo, Niall sigue mirándonos con los ojos entornados y una expresión interrogante. Sé que no va a dejar correr el asunto, así que lo miro y le digo:
—A Zayn no se le da muy bien seguir las normas. Prefiere hacer lo que le viene en gana.  —Recuerdo todas las veces que me convenció para que no fuéramos a clase, para que apostara en las carreras y cosas peores. Cuando Niall asiente y se gira hacia su lienzo y Zayn me envía telepáticamente un ramo de tulipanes rojos, sé que ha funcionado: nuestro secreto está a salvo. Así pues, meto el pincel en un poco de pintura y me pongo a trabajar. Estoy impaciente por que suene el timbre para que podamos irnos a casa y empezar con la verdadera lección.
Después de clase, recogemos nuestras cosas y vamos al aparcamiento. Y, a pesar de mi intención de mostrarme agradable con el chico nuevo, no puedo evitar sonreír al ver que ha aparcado en el otro extremo.
—Nos vemos mañana —le digo, aliviada al ver que por fin voy a perderlo de vista; porque, a pesar de que todos parecen fascinados por él, yo no siento lo mismo por más que lo intento. Abro la puerta del coche, dejo la mochila en el suelo y mientras me siento le digo a Zayn:
—Miles tiene ensayo y yo me voy directa a casa. ¿Quieres seguirme? —Me giro y descubro con sorpresa que está delante de mí, balanceándose ligeramente de un lado a otro con una expresión tensa en el rostro—. ¿Te encuentras bien? —Alzo la mano para apoyar la alma en su mejilla en busca de calor o humedad, de alguna señal que demuestre inquietud, aunque en realidad no espero encontrar ninguna. Y, cuando Zayn hace un gesto negativo y me mira, durante una décima de segundo, su rostro se queda pálido. Sin embargo, vuelve a la normalidad en un abrir y cerrar de ojos.
—Lo siento, es solo… que tengo una sensación rara en la cabeza —dice mientras se pellizca el puente de la nariz con los dedos y cierra los ojos.
—Pero creía que tú nunca te ponías enfermo… que nosotros no Podíamos ponernos enfermos… ¿Estaba equivocada? —pregunto, incapaz de ocultar mi nerviosismo mientras recojo la mochila del suelo.
Quizá se sienta mejor si toma un trago de la bebida inmortal, ya que él necesita mucha más cantidad que yo. Aunque no estamos muy seguros de por qué, Zayn cree que tomarla durante más de seis siglos le ha creado una especie de dependencia, con lo que necesita tomar más y más cada año que pasa. Lo que significa, probablemente, que yo también necesitaré más con el tiempo. Y, aunque parece que falta mucho para eso, espero que me enseñe cómo fabricarla para no tener que molestarle siempre que necesite un nuevo suministro. No obstante, antes de que pueda decir nada, coge su botella y da un buen trago, me estrecha contra su cuerpo y aprieta sus labios contra mi mejilla para decirme:

—Estoy bien, de verdad. ¿Echamos una carrera hasta tu casa?
Harriet
Harriet


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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Anna Payne1D Jue 02 Ene 2014, 1:37 pm

omgggggggggg!!!!!!!!!


Me encantaron los tres caps y que NIaller estuviera alli tambien, haha<3


TQTQTQTQTQT,ANNA<3

PS:Sigueeeeeee xx
Anna Payne1D
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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por narrysgirl Vie 03 Ene 2014, 9:38 am

srry pero niall tampoco me da muy buena espina algo trama ese pequeñín, bueno, me gustoooo síguela pronto
narrysgirl
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Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú] - Página 3 Empty Re: Los Inmortales 2 [Zayn Malik y Tú]

Mensaje por Harriet Dom 05 Ene 2014, 4:17 am

✖ Capìtulo 7
Vidas pasadas


Zayn conduce rápido. Como un loco, la verdad.
En realidad, el hecho de que ambos dispongamos de un radar psíquico que resulta muy útil a la hora de localizar policías, tráfico en sentido contrario, peatones, animales descarriados y cualquier otra cosa que pueda interponerse en nuestro camino no significa que debamos abusar de él.
Sin embargo, Zayn no piensa lo mismo. Y esa es la razón por la que ya me está esperando frente al porche delantero de mi casa cuando llego y empiezo a aparcar.

—Creí que no llegarías nunca. —Se echa a reír mientras me sigue hasta mi habitación, donde se deja caer sobre la cama, me tira encima de él y se inclina para darme un suave y agradable beso… Un beso que, si de mí dependiera, no terminaría nunca. Me haría muy feliz pasar el resto de la eternidad entre sus brazos. El mero hecho de Saber que tenemos un número infinito de días para estar juntos me hace más feliz de lo que puedo expresar con palabras. No obstante, no siempre he sentido lo mismo. Me cabreé bastante cuando me enteré de la verdad. Me cabreé tanto que pasé algún tlempo lejos de él para poder ordenar mis pensamientos. Bueno, no todos los días oyes decir a alguien: « Ah, por cierto, soy inmortal, y ahora tú también lo eres ».

Y aunque al principio me costaba bastante creer lo que me había dicho, cuando me lo demostró recordándome cómo morí en el accidente, cómo lo miré a los ojos en el instante en que me devolvió la vida y cómo reconocí sus ojos la primera vez que lo vi en el instituto… Bueno, no hubo forma de negar la evidencia. Sin embargo, eso no significa que estuviera dispuesta a aceptarlo. Ya era de por sí malo tener que lidiar con el aluvión de habilidades psíquicas que me proporcionó la ECM (« Experiencia Cercana a la Muerte »; insisten en llamarla « cercana », pero en realidad morí), y verme obligada a escuchar los pensamientos de la gente, a conocer la historia de sus vidas con solo tocarlos, a hablar con los muertos y muchas cosas más. Por no mencionar que ser inmortal, por más genial que parezca, también significa que jamás cruzaré el puente.

Jamás podré ir al otro lado a ver a mi familia.

Y, puestos a pensarlo, eso es pagar un precio muy alto. Aparto los labios de mala gana y lo miro a los ojos: esos mismos ojos que he contemplado durante cuatrocientos años. Aunque, por mucho que me esfuerzo, no logro recordar nuestro pasado juntos. Tan solo Zayn, que ha permanecido igual durante los últimos seiscientos años (sin morir ni reencarnarse), tiene esa suerte.
—¿En qué piensas? —me pregunta mientras sus dedos se deslizan por mi mejilla, dejando un rastro cálido a su paso. Respiro hondo. Sé muy bien que está decidido a permanecer en el presente, pero necesito saber más sobre mi historia… sobre nuestra historia.
—Pensaba en la primera vez que nos vimos —le contesto mientras observo cómo se arquean sus cejas y cómo empieza a sacudir la cabeza.
—¿De veras? ¿Y qué recuerdas exactamente de esa primera vez?
—Nada. —Me encojo de hombros—. Nada en absoluto. Y por eso espero que tú me lo cuentes. No hace falta que me lo cuentes todo… ya sé lo mucho que odias recordar el pasado. Pero la verdad es que siento mucha curiosidad por saber cómo empezó todo, cómo nos conocimos.
Se aparta y se tumba de espaldas con el cuerpo inmóvil. Sus labios también permanecen inmóviles, y empiezo a temer que esa sea la única respuesta que obtenga.
—Por favor… —murmuro al tiempo que me acerco a él para acurrucarme contra su cuerpo—. No es justo que tú conozcas todos los detalles y yo no sepa nada. Dame algo a lo que aferrarme. ¿Dónde vivíamos? ¿Cómo nos conocimos? ¿Fue amor a primera vista?
Cambia un poco de posición para poder ponerse de lado y enterrar la mano en mi cabello.

—Fue en Francia, en 1608 —responde. Trago saliva y doy una rápida bocanada de aire, impaciente por saber más. —En París, en realidad.
¡París! De inmediato imagino sofisticados vestidos, besos robados en el Pont Neuf, cotilleos con María Antonieta…

—Asistí a una cena en casa de un amigo… —Hace una pausa y Su mirada se pierde a lo lejos, a varios siglos de distancia—. Y tú trabajabas allí como sirvienta. ¿Como sirvienta?
—Eras una de sus sirvientas. Eran personas muy ricas. Tenían muchas sirvientas.
Me quedo tumbada, atónita. No era eso lo que yo esperaba.
—No eras como las demás —asegura Zayn, que ha convertido su voz casi en un susurro—. Eras hermosa. Increíblemente hermosa. Tu aspecto era muy parecido al que tienes ahora. —Esboza una sonrisa y respira hondo mientras juguetea con un mechón de mi cabello con los dedos—. Y, también al igual que ahora, eras huérfana. Habías perdido a toda tu familia en un incendio. Y, como no tenías un penique ni a nadie que te acogiera, mis amigos te dieron un empleo. Trago saliva con fuerza. No sé muy bien lo que siento al respecto. ¿Qué sentido tiene reencarnarse si te ves obligada a sufrir el mismo dolor una y otra vez?
—Y sí, para que lo sepas, fue amor a primera vista. Quedé completa e irremisiblemente enamorado de ti. En el momento en que te vi, supe que mi vida jamás sería la misma.

Me mira. Tiene los dedos sobre mis sienes y su mirada me muestra ese instante en toda su intensidad, revelándome la escena como si yo estuviese allí. Mi cabello rubio está oculto bajo un gorro; mis ojos azules parecen tímidos, con miedo a mirar a cualquiera; mis ropas son tan anodinas y mis dedos están tan encallecidos que mi belleza pasa desapercibida.
Pero Zayn es capaz de apreciarla.
En el instante en que entro en la estancia, sus ojos se encuentran con los míos. Su mirada atraviesa el andrajoso exterior y descubre el alma que se niega a esconderse. Es tan moreno, tan impactante, tan refinado, tan apuesto… que me doy la vuelta. Sé que solo los botones de su abrigo valen más de lo que yo ganaré en un año. Sé sin necesidad de volver a mirarlo que él está fuera de mi alcance…
—No obstante, tuve que moverme con cautela, porque…
—¡Porque ya estabas casado con Drina! —susurro mientras veo la escena en mi cabeza y oigo a uno de los invitados a la cena preguntar por ella. Durante la cena, nuestras miradas se encuentran durante un instante mientras Zayn responde:
—Drina está en Hungría. Hemos tomado caminos separados. Sabe que eso ocasionará un escándalo, pero quiere que yo lo oiga, sin importar lo que piensen los
demás…

—Ella y yo ya vivíamos separados, así que eso no era un problema. La razón por la que debía moverme con cautela es que confraternizar con los miembros de otras clases sociales era algo que estaba mal visto. Y, puesto que tú eras tan inocente y vulnerable en muchos sentidos, no quería ocasionarte ningún problema, sobre todo si tú no sentías lo mismo.
—¡Pero yo sentía lo mismo! —digo mientras veo que, a partir de esa noche, siempre que iba a la ciudad conseguía encontrarme con él.
—Me temo que tuve que recurrir a seguirte. —Me mira con expresión contrita—. Hasta que al final nos encontramos tantas veces "por casualidad" que empezaste a confiar en mí. Y entonces… Y entonces comenzamos a reunimos en secreto: besos robados a la puerta de la entrada del servicio, un abrazo apasionado en un callejón oscuro o en el interior de su carruaje… Pero ahora sé que nuestras reuniones no eran tan secretas como yo pensaba… —Suspira—. Drina no estaba en Hungría; estuvo todo el tiempo. Observando, planeando, decidida a recuperarme… a cualquier precio. —Respira hondo; el dolor de cuatro siglos atrás se ve dibujado en su rostro—. Yo quería cuidar de ti, _____. Quería darte todo, cualquier cosa que tu corazón deseara. Quería tratarte como la princesa que habrías debido ser. Y cuando por fin conseguí convencerte para que huyeras conmigo, me sentí el hombre más feliz del mundo. íbamos a reunimos a medianoche…

—Pero jamás aparecí —le digo mientras lo « veo »  pasearse de un lado a otro, preocupado, angustiado, convencido de que había cambiado de opinión…
—No fue hasta el día siguiente cuando descubrí que habías muerto en un accidente, que un carruaje te había atropellado cuando acudías a nuestra cita. —Y, cuando me mira, me revela su dolor… un dolor insoportable y destructivo que le destroza el alma—. En aquel entonces, jamás se me ocurrió pensar que Drina pudiera ser la responsable. No lo supe hasta que te lo confesó a ti. Parecía un accidente, un horrible y desafortunado accidente. Y supongo que estaba demasiado cegado por el dolor como para sospechar de nadie…
—¿Cuántos años tenía yo? —le pregunto casi sin aliento. Sé que era joven, pero quiero todos los detalles. Zayn me estrecha con más fuerza mientras recorre con los dedos las facciones de mi rostro.
—Tenías dieciséis años —contesta—, y te llamabas Evaline. —Sus labios juguetean junto a mi oreja.
—Evaline —susurro. Siento una conexión instantánea con mi desdichada reencarnación anterior, quien quedó huérfana muy joven, fue amada por Zayn y murió a los dieciséis… al igual que mi actual reencarnación.
—No volví a verte hasta muchos años después, en Nueva Inglaterra. Te habías reencarnado en la hija de un puritano… y fue entonces cuando creí de nuevo en la felicidad.
—¿En la hija de un puritano? —Lo miro a los ojos mientras él me muestra a una chica de pelo oscuro y piel clara ataviada con un sobrio vestido azul—. ¿Todas mis vidas han sido tan aburridas? —Hago un gesto negativo con la cabeza—. ¿Y qué clase de horrible accidente me sucedió entonces?
—Te ahogaste —me dice con un suspiro; y en el mismo instante en que pronuncia esas palabras, me siento abrumada de nuevo por su dolor—. Estaba tan destrozado que volví en barco a Londres, donde viví de manera intermitente durante muchos años. Y estaba a punto de dirigirme a Túnez cuando volviste a aparecer como la hermosa, acaudalada y consentida hija de un terrateniente londinense.
—¡Muéstramelo! —Lo acaricio con la nariz, impaciente por ver una vida más glamurosa. Sus dedos me acarician la frente mientras una bonita morena con un despampanante vestido verde, un elaborado tocado y un montón de joyas aparece en mi mente. Una joven caprichosa, rica y consentida (cuya vida consiste en una sucesión de fiestas y de viajes para hacer compras) que tiene la mirada puesta en otra persona… hasta que conoce a Zayn.
—¿Y qué pasó esa vez? —pregunto. Me entristece verla rnarchar, pero necesito saber cómo murió.
—Una caída terrible. —Zayn cierra los ojos—. A esas alturas, estaba convencido de que me estaban castigando: disponía de una vida eterna sin amor.
Rodea mi rostro con sus manos y sus dedos desprenden tanta ternura, tanta adoración, un hormigueo tan cálido y delicioso… que cierro los ojos y me acurruco aún más contra él. Me concentro en la sensación que me provoca su piel mientras nuestros cuerpos se aprietan con fuerza y todo lo que nos rodea desaparece: no existe el pasado ni el futuro, no existe nada salvo este instante en el tiempo.

Estoy con él, él está conmigo, y se supone que será así para siempre.

Y, aunque todas esas vidas anteriores fueran interesantes, su único propósito era conducirnos hasta este momento. Ahora que Drina ha desaparecido, no hay nada que pueda interponerse en nuestro camino, nada que nos impida seguir adelante… salvo yo. Y aunque quiero saber todo lo que ocurrió con anterioridad, eso puede esperar. Ha llegado el momento de dejar atrás mis celos e inseguridades, de dejar de buscar excusas y de dar por fin, después de tantos años, ese gran salto hacia delante. Sin embargo, cuando estoy a punto de decírselo, Zayn se aparta súbitamente un segundo antes de que pueda acercarme a él.
—¿Qué pasa? —pregunto a voz en grito al ver que se aprieta las sienes con los dedos mientras se esfuerza por respirar. Y, cuando se vuelve hacia mí, no me reconoce y me atraviesa con la mirada. No obstante, el momento desaparece tan rápido como aparece. Su mirada vuelve a llenarse de la calidez y el amor a los que he llegado a acostumbrarme mientras él se frota los ojos y sacude la cabeza. Me mira antes de decir:
—No había sentido esto desde antes de… —Se queda callado y su mirada se pierde en la distancia —. Bueno, tal vez nunca. —Pero cuando ve la preocupación en mi rostro, añade—: Estoy bien, de verdad. —Y como ve que me niego a dejar de agarrarlo con fuerza sonríe y dice—: Oye, ¿te apetece dar un paseíto por Summerland?
—¿En serio? —pregunto con una mirada ilusionada. La primera vez que visitamos ese maravilloso lugar, esa mágica dimensión entre dimensiones, yo estaba muerta. Y me quedé tan fascinada por su belleza que no quería marcharme. La segunda vez la visité con Zayn. Y después de conocer todas sus magníficas posibilidades, siempre he querido regresar. Pero, puesto que solo los « espiritualmente avanzados » (o los que ya están muertos) pueden acceder a Summerland, no puedo ir allí sola.
—¿Por qué no? —replica al tiempo que se encoge de hombros.
—Bueno, ¿y qué pasa con mis lecciones? —le pregunto, intentando parecer interesada en los estudios y en aprender nuevos trucos cuando lo cierto es que prefiero con mucho ir a Summerland, donde todo puede hacerse sin esfuerzo y al instante—. Por no mencionar que no te sientes muy bien. —Le aprieto el brazo de nuevo y descubro que todavía no ha recuperado del todo la calidez habitual.
—También hay lecciones que deben aprenderse en Summerland. —Sonríe—. Y si me pasas la bebida, me sentiré lo bastante bien como para crear un portal.
Sin embargo, aunque le paso la botella y da unos cuantos tragos largos, no logra hacer aparecer el portal.
—¿Crees que podría ayudarte? —pregunto al ver el sudor que le cubre la frente.
—No… Casi… casi lo tenía. Dame un momento más —murmura con la mandíbula apretada, decidido a llegar hasta allí. Yo también lo estoy. De hecho, dejo que los segundos se transformen en minutos, pero sigue sin ocurrir nada.
—No lo entiendo… —Entorna los ojos—. No me había ocurrido esto desde… desde que descubrí por primera vez cómo hacerlo.
—Tal vez se deba a que no te encuentras bien. —Lo observo mientras toma otro trago de bebida, y luego otro más… y otro. Y, cuando cierra los ojos y lo intenta de nuevo, obtiene los mismos resultados que antes—. ¿Puedo intentarlo?
—Olvídalo. No sabes cómo hacerlo —replica. Su voz tiene un tono cortante que intento no tomarme de manera personal, ya que sé que su frustración tiene que ver más consigo mismo que conmigo.
—Ya sé que no sé cómo hacerlo, pero creí que podrías enseñarme y así…

Sin embargo, antes de que pueda terminar la frase, Zayn se levanta de la cama y comienza a pasearse por delante de mí.
—Se trata de un proceso, _____. Me costó varios años aprender a llegar allí. No puedes leerte el final de un libro sin saber lo que viene antes. —Sacude la cabeza y se apoya contra mi escritorio. Su cuerpo está rígido y tenso, y su mirada se niega a sostener la mía.
—¿Y cuándo fue la última vez que te « leíste » un libro sin saber de antemano el planteamiento, el nudo y el desenlace? —pregunto con una sonrisa. Él me mira unos instantes con expresión seria en su rostro de facciones duras antes de suspirar y acercarse a mí. Toma mi mano entre las suyas y me dice:
—¿Quieres intentarlo?
Asiento con la cabeza. Me mira de arriba abajo. Está claro que piensa que no va a funcionar, pero desea complacerme más que ninguna otra cosa.
—Está bien. Ponte cómoda, pero no cruces así las piernas. Eso bloquea el Chi.
—¿El Chi?
—No es más que una forma rimbombante de decir « energía ». —Sonríe—. A menos, claro, que quieras sentarte en la postura del loto; en ese caso estaría bien. Me quito las chanclas y presiono las plantas de los pies contra la moqueta del suelo para estar tan cómoda y relajada como me lo permita el nerviosismo que me invade.
—Por lo general se requiere una larga serie de períodos de meditación, pero para tardar menos y puesto que tú ya tienes bastante experiencia, vamos a ir directamente al grano, ¿de acuerdo? Asiento una vez más, impaciente por empezar.
—Bueno, quiero que cierres los ojos y que te imagines un velo resplandeciente de suave luz dorada que flota por encima de ti —dice al tiempo que entrelaza sus dedos con los míos. Hago lo que me pide e imagino una réplica exacta del portal que me llevó antes allí, el que Zayn colocó delante de mí para salvarme de Drina. Y es tan hermoso, tan brillante y tan luminoso que mi corazón se llena de alegría cuando levanto la mano hacia él, impaciente por sumergirla en ese radiante manantial de luz brillante, ansiosa por regresar a ese lugar mágico. Y justo cuando mis dedos entran contacto y están a punto de hundirse en él, el resplandor desaparece de mi vista y regreso a mi habitación.
—¡No puedo creerlo! ¡Estaba tan cerca…! —Me giro hacia Zayn—. ¡Estaba justo delante de mí! ¿Lo has visto? Es increíble lo cerca que has estado —me dice. Y, aunque su rada es tierna, su sonrisa parece forzada.
—¿Puedo intentarlo de nuevo? ¿Y si lo intentamos juntos esta vez? —pregunto, pero mis esperanzas se vienen abajo en el momento en que él niega con la cabeza y se da la vuelta.
—Lo estamos haciendo juntos, _____ —murmura al tiempo que se enjuga la frente y aparta la mirada —. Me temo que no soy muy buen profesor.
—¡Eso es ridículo! Eres un profesor genial, lo que pasa es que hoy no tienes un buen día, eso es todo. —Sin embargo, cuando lo miro veo que no lo he convencido. Así que cambio de táctica y decido culpabilizarme—: Ha sido culpa mía. Soy una perezosa y una chapucera que se pasa la mayor parte del tiempo intentando distraerte de las lecciones para poder enrollarme contigo. —Le doy un apretón en la mano—. Pero eso se ha acabado. A partir de ahora voy a ponerme a trabajar muy en serio. Dame otra oportunidad y te lo demostraré.

Me mira. Es obvio que alberga serias dudas de que funcione, pero como no quiere desilusionarme, me da la mano para intentarlo de nuevo. Ambos cerramos los ojos para visualizar ese espléndido portal de luz. Y, justo cuando empieza a tomar forma, Sabine abre la puerta principal y comienza a subir las escaleras, lo cual nos desconcierta tanto que, como una exhalación, nos colocamos cada uno en un extremo de la habitación.
—Hola, Zayn; he supuesto que era tu coche el que está aparcado en la entrada. —Mi tía se quita la chaqueta y recorre con unos cuantos pasos la distancia que la separa de mi escritorio. Todavía esta cargada de la energía de su oficina cuando estrecha la mano de Zayn y se fija en la botella que tiene apoyada sobre la rodilla—. De modo que eres tú quien ha enganchado a _____.
Pasea la mirada entre nosotros con los ojos entornados y los labios fruncidos, como si hubiese conseguido todas las pruebas que necesitaba. Presa del pánico, miro a Zayn de reojo con un nudo en la garganta y me pregunto cómo va a explicárselo. Sin embargo, Zayn opta por desdeñar el comentario con una risotada antes de decir:
—¡Soy culpable! A la mayoría de la gente no le hace gracia, pero, sea por la razón que sea, a _____ parece gustarle. —Esboza una sonrisa que pretende ser persuasiva y encantadora y que, en mi opinión, es ambas cosas a la vez. Sin embargo, Sabine sigue mirándolo, impasible.
—Al parecer, eso es lo único que le interesa ya. He comprado kilos y kilos de alimentos, pero se niega a comer.
—¡Eso no es cierto! —exclamo, enfadada al ver que empieza con eso una vez más, y encima delante de Zayn. Pero cuando veo la mancha de batido en su blusa, mi enfado se transforma en indignación—. ¿De dónde ha salido esa mancha? —pregunto mientras la señalo con el dedo como si se tratara de la letra escarlata, de una señal de deshonra. Sé que debo hacer cualquier cosa para convencerla de que no vuelva
allí. Se mira la blusa y se la frota con los dedos mientras lo piensa; luego hace un gesto negativo con la cabeza, se encoge de hombros y dice:
—Me he chocado con alguien. —Y por la manera en que lo dice, tan casual, tan indiferente, tan despreocupada, resulta obvio que ella no está ni de cerca tan impresionada por ese encuentro como parece estarlo Muñoz—. Bueno, ¿sigue en pie lo de la cena del sábado?
Pegunta. Trago saliva con fuerza mientras insto telepáticamente a Zayn a que asienta, sonría y responda que sí, aunque en realidad no tiene ni la más remota idea de lo que está hablando mi tía, ya que he olvidado mencionárselo.
—He reservado mesa a las ocho —agrega Sabine. Contengo la respiración mientras observo cómo Zayn asiente y sonríe, tal y como le he pedido que haga. Incluso da un paso más allá y añade:

—No me lo perdería por nada del mundo. Estrecha la mano de Sabine y se dirige hacia la puerta sin soltarme. Sus dedos están entrelazados con los míos y me provocan un maravilloso y cálido hormigueo en todo el cuerpo.
—Siento todo este asunto de la cena —le digo al tiempo que alzo la vista para mirarlo a los ojos—. Supongo que esperaba que estuviera demasiado ocupada con el trabaja como para acordarse. Aprieta con fuerza los labios contra mi mejilla antes de meterse en el coche.
—Se preocupa por ti. Quiere asegurarse de que soy lo bastante bueno para ti, de que soy sincero y de que no voy a hacerte daño. Créeme, ya he pasado por esto antes. Y, aunque puede que haya estado cerca una o dos veces, no recuerdo ninguna ocasión en la que no haya superado una inspección. —Sonríe.
—Ah, sí, el estricto padre puritano… —le digo mientras me imagino a la encarnación perfecta de un padre despótico.
—Te sorprenderías… —dice Zayn con una sonrisa—. La verdad es que el terrateniente rico imponía mucho más. Y, aun así, conseguí metérmelo en el bolsillo.
—Quizá algún día estés dispuesto a mostrarme « tu » pasado —le digo—. Ya sabes, cómo era tu vida antes de conocerme. Tu hogar, tus padres, cómo te convertiste en lo que eres… —Mi voz se apaga al ver el dolor que relampaguea en sus ojos. Sé que todavía no está preparado para hablar de eso. Siempre se cierra en banda, se niega a compartirlo conmigo, y lo único que consigue es que sienta aún más curiosidad.
—Nada de eso tiene importancia —replica al tiempo que me suelta la mano y juguetea con los espejos retrovisores para no tener que mirarme—. Lo único que importa es el presente.
—Ya, claro… Pero, Zayn… —empiezo a decir, deseando explicarle que no se trata de satisfacer mi curiosidad, sino de establecer un vínculo íntimo. Quiero que me confíe esos secretos que ha guardado tanto tiempo. Sin embargo, cuando lo miro de nuevo, sé que es mejor no presionarlo. Además, puede que haya llegado la hora de que yo también confíe un poco más en él—. He estado pensando… —le digo mientras enredo los dedos en el dobladillo de mi camiseta. El me mira con la mano en la palanca de cambios, listo para meter la marcha atrás—. ¿Por qué no haces esa reserva? —Asiento con la cabeza y aprieto los labios mientras lo miro a los ojos—. Ya sabes, en el Montage o en el Ritz —añado. Contengo el aliento cuando sus hermosos ojos recorren mi rostro de arriba abajo.
—¿Estás segura?
Hago un gesto afirmativo con la cabeza. Sé que lo estoy. Hemos esperado este momento durante cientos de años, así que ¿por qué demorarlo más?
—Más que segura —le digo sin apartar la mirada de la suya Zayn sonríe y su rostro se ilumina por primera vez en todo el día. Me siento muy aliviada al ver que parece normal de nuevo después de su extraño comportamiento previo (su distanciamiento en el instituto, su incapacidad para hacer aparecer el portal, su malestar), impropio del Zayn que conozco. Siempre es tan fuerte, tan sexy, tan guapo, tan invencible… tan inmune a los momentos de debilidad y a los días malos, que verlo tan vulnerable me ha dejado mucho más preocupada de lo que estoy dispuesta a admitir.

—Considéralo hecho —replica al tiempo que llena mis brazos con docenas de tulipanes rojos antes de marcharse a toda velocidad.
Harriet
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Mensaje por narrysgirl Dom 05 Ene 2014, 7:04 am

aweeee se van al hotel juju pillines
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Mensaje por Harriet Dom 05 Ene 2014, 6:42 pm

Anna Payne1D escribió:omgggggggggg!!!!!!!!!


Me encantaron los tres caps y que NIaller estuviera alli tambien, haha<3


TQTQTQTQTQT,ANNA<3

PS:Sigueeeeeee xx

jajaja aun así no esperes nada bueno de Niall
Harriet
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