A black angel.

— Me rindo —terminó diciendo Leonardo, cansado de sufrir humillaciones día a día por culpa de su orgullo.

— ¿Qué? —Savannah le miró, sorprendida. 

— Ya he dicho, me rindo —pronunció estas últimas palabras lentamente—. Es inútil, jamás podría superarte. 

— Superarme puede llegar a ser realmente fácil. Pero tú y tu desconfianza logran que no puedas hacerlo. 

— ¿Yo y mi desconfianza? —preguntó, incrédulo— No es eso, Savannah. Lo que ocurre es que no soy bueno para nada.  

— ¡Eres mejor que yo! —chilló— ¿No lo entiendes? ¡Siempre, siempre eres mejor! 

— Tonterías, Savannah. 

— ¿Tonterías? ¿Tonterías, Leo? —preguntó, alterada— Estás totalmente loco. Nunca fallas, siempre tomas las cosas con precaución. En cambio, ¿Yo? ¡Solo sirvo para hacer desastres!