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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Unpredictable | 5 Seconds of Summer
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Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
Yo está noche escribo el prólogo y el cap de Teenage Memories, o sea, amádme, ahque.
spitfire.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
ARI QUEREMOS LEER. Lo digo asi porque en realidad no soy nadie para poner prisas en cuanto a un cap._.
vendetta.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
HOLA PERSONITAS.
que sepáis que ya estoy a punto de terminar el capítulo. estos días están siendo difíciles para mí, entre el instituto y problemas y exámenes y
pero os juro por luke hemmings que esta noche lo subo.
i'm sorry soy una persona horrible.
oskm :papada:
que sepáis que ya estoy a punto de terminar el capítulo. estos días están siendo difíciles para mí, entre el instituto y problemas y exámenes y
pero os juro por luke hemmings que esta noche lo subo.
i'm sorry soy una persona horrible.
oskm :papada:
agorazein.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
POR LUKE POR LUKE POR LUKE POR LUKE POR LUKE POR LUKE... eso ha sido como... eco... por si no lo habéis entendido... y... bueno... SUBE COÑO.
vendetta.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
Capítulo 18
Ariadne Carter - Michael Clifford
— Tío, deberías hacer caso a Angie. – repuso Luke muy serio.
— Luke, me dijo que la invitase a salir. Una cita, ¡Una cita! – exclamó Michael desesperado.
— Sí. ¿Y?
— Oh sí, ¿Por dónde empiezo? Me rechazará, me mandará a la mierda, se reirá de mí… - empezó a contar con los dedos.
— Vamos Mike, sabes que ella no es así. Nunca haría eso. – replicó el rubio.
— Me odia Luke. – habló Michael muy serio – Me odia.
— Tío, ¿Te estás oyendo? – preguntó Luke frunciendo el ceño.
— Lo hace Luke. ¿Sabes por qué? Porque soy un estúpido mujeriego que juega con las mujeres. – habló Mike emulando la aguda voz de Angie – Ésa, es la imagen que tiene de mí.
— Lo siento tío, pero aquí coincido con ella. Es normal que no quiera saber nada de ti si cree que la utilizarás. – opinó el oji-azul haciendo una mueca.
— No sé qué hacer… ¿La invito a salir o no? – el chico apoyaba la barbilla en la palma de sus manos, mientras que sus codos reposaban sobre sus rodillas. No obtuvo respuesta. Michael miró al cielo. Era un día gris, ambos estaban sentados en un banco del parque.
— Michael, - habló su amigo – invítala a salir. Hazlo. Si no lo haces te arrepentirás. Nunca, repito, nunca pensé que te vería pasarlo tan mal por una chica. Estás loco por ella. No valen los “y si” ni los “es que”. La imagen de mujeriego es solo una parte de ti. Conquístala, muéstrale la parte más tierna de tu persona. La parte dulce, protectora y cuidadosa. La cual hará que se enamore de ti. ¿No te emociona imaginarte un mundo junto a ella? Compartir con ella momentos inolvidables.
Amigo, ahora es el momento de dejar atrás tu vida de pasota ligón, para empezar una nueva, y si hay suerte, junto a Ariadne. ¿Qué me dices?
Michael no respondió. Solo abrazó a Luke, se levantó del banco y antes de irse, miró a a su amigo, y soltó un “Gracias hermano.”
Empezó a caminar rápidamente hacia su casa. Cuando ya estaba a pocas manzanas de ésta, llamó a Angie. A la chica no le dio tiempo de articular palabra al descolgar el teléfono.
— ¡Angie! La invitaré a salir, está decidido. – habló Michael entusiasmado.
— ¿De verdad? ¡Bien Mike! Pero como ya te dije, ella piensa que eres un mujeriego. – se lamentó Angie.
— Cambiaré. Por ella. – afirmó el chico sonriendo.
— ¿En serio? ¡Vaya! Sí que te gusta entonces... – rio Angie. Michael pensó que Luke se habría derretido al oír esa risita.
— ¿Qué hago? ¿Cómo se lo pido? ¿Dónde quedaremos? – preguntó Michael muy deprisa y sin respirar. A lo que la chica rio aún más.
— Wow, para el carro amigo. Tú tranquilízate, sé de sobras lo que hay qué hacer… - Angie sonrió para sus adentros. Por fin su amiga tendría un chico que mereciera su corazón.
Lunes. En el momento en que Ariadne abrió los ojos, supo que ese día sería diferente. Se duchó, se vistió, se peinó y bajó a desayunar. Sus padres aun dormían, y Sam no había pasado la noche en casa. Mientras se terminaba el bol de cereales recibió una llamada.
— Buenos días, cariño – era Angie - ¿Ya estás lista?
— Casi. ¿Cómo has dormido? – preguntó Ari mientras guardaba en el lavaplatos el bol que acababa de usar.
— Bien, – respondió su amiga – ya estoy a dos manzanas de tu casa, lo digo por si quieres que vayamos al instituto o nos quedemos conversando toda la mañana…
— Ya va, ya va. – la chica colgó el teléfono mientras cogía su bolsa y salía por la puerta. Y entonces, justo a sus pies, vio una cajita color caoba con un dibujo tajado en ella. Se agachó, la recogió y la abrió cautelosamente. Dentro había una nota escrita a mano. “Buenos días, espero que hayas dormido bien” se leía en ella. Debajo de ésta, había una muffin de yogur y arándanos. Le encantan. La rubia quedó de lo más sorprendida. No habían firmado la nota, por lo tanto, no tenía ni idea de quién había podido ser. Agarró la muffin y guardó la cajita en su bolsa. De pronto vio a Angie girar la esquina de su calle. Se acercó a ella mientras le pegaba el primer mordisco a la magdalena.
— ¡Hola! – exclamó Angie abrazándola - ¿Y esto? – preguntó la chica mirando el bizcocho que tenía su amiga en la mano izquierda, intentando mostrar asombro. Claramente, ella ya sabía que Michael era el responsable de todo aquello.
— No lo sé, me lo he encontrado delante la puerta al salir. ¡Qué dulce! ¿No habrás sido tú? – preguntó Ari dándole un leve codazo a Angie.
— ¿Yo? Si acabo de llegar, y sabes que no me levantaría más temprano solo para darte una simple magdalena… - habló la peli-roja en tono obvio.
— Ahí llevas razón… Pues entonces no tengo ni la menor idea de quién ha sido.
— Quizás algún pretendiente – sonrió pícara Angie.
— Anda, no seas tonta. – negó Ari con la cabeza.
— ¡Oye, podría ser! – protestó su amiga.
— Vamos… - la rubia comenzó a caminar agarrando a Angie del brazo.
Aunque suene ridículo, Ariadne no paró de pensar en todo el día en los hechos ocurridos esa misma mañana. ¿Y si Angie tenía razón? ¿Y si eran de algún pretendiente? No, seguro que no. Aunque si lo fuese, qué mono por su parte.
Michael llegó al instituto hecho un flan. Ya había dejado la muffin dentro de la cajita junto con la nota delante de la casa de Ari. Ahora tocaba preparar la segunda sorpresa del día. Flores. Un típico. Pero no cualquier ramo de flores, no. Era un ramo de flores comestible. Flores hechas de golosina. Angie le había dicho a Michael que Ari no era una chica cualquiera, y que bombones o flores no la impresionarían tanto como algo que a ella le encantara. Como por ejemplo, las muffins o los dulces. Se dirigió a la primera clase que Ari tenía esa mañana. Justamente matemáticas, clase en la que coincidía con Mike. Entró en la clase y dejó el ramo en la silla de Ariadne. Se sentó y esperó a que la clase iniciara. Los minutos parecieron horas para Michael ese día. Esperó, esperó y esperó. Hasta que la vio. Cruzó la puerta con su radiante sonrisa. Iba preciosa, como de costumbre. Se dirigió a su sitio y entonces vio el ramo de caramelo. Lo agarró entre sus manos y sonrió. Leyó la nota, en ésta ponía “Comienza una nueva semana. Un poco de azúcar para endulzar el día a día.” Lo guardó en su bolsa y tomó asiento.
Michael no podía estar más contento. Le había gustado. Ahora solo faltaba el último, el definitivo.
El día pasó lento. Mientras comía con Ashton, Calum y Luke no prestó atención a casi nada de lo que decían.
— Tierra llamando a Michael. – dijo Calum mientras movía su mano frente los ojos de Mike.
— Sí, ¿qué? – se sobresaltó el chico.
— Tío, no te enteras de nada. Estábamos comentando que deberíamos cambiar la letra de ‘Out Of My Limit’ en la primera estrofa porque si no, no suena bien y deberíamos - Ash se detuvo al ver que Michael no estaba escuchando – y le he dicho a Acacia que quieres salir con ella y que este sábado la llevarás a cenar.
— Sí, estoy de acuerdo. – respondió Michael – Espera, ¡¿Qué?!
— Es broma, tío. Estás empanadísimo. – ahora habló Luke.
— Es que hoy es un día especial. – dijo Michael sonriendo como un tonto.
— ¿Qué te traes entre manos, Clifford? – preguntó Calum enarcando una ceja.
— Ya os contaré, ahora debo irme. – Michael se levantó dejando a sus tres amigos perplejos.
Había sido un largo día para Ariadne, aunque las pequeñas sorpresas que había recibido la habían hecho bastante feliz. Acababa de terminar la última clase del día.
Estaba bajando por las escaleras cuando Angie apareció de la nada.
— ¡Ariadne padne! – exclamó. A veces la llamaba así. – Tienes que seguirme.
— ¿A dónde? – preguntó Ari confusa. Su amiga solo la agarró de la muñeca y la arrastró entre toda la oleada de gente hasta fuera del instituto. Una vez allí las dos chicas se dirigieron a la colina que hay detrás de su colegio.
— Está bien, ahora espera aquí. – antes de que Ari pudiera decir nada su amiga se esfumó. Estaba confusa, no sabía ni porque estaba allí. Se limitó a observar el panorama, se veía su casa desde ahí, incluso la de Angie.
— Hola. – escuchó detrás suyo. Giró sobre sus tobillos para encontrarse con Michael. Estaba realmente sorprendida.
— Hola. – respondió ella. El chico traía una caja de pizza entre sus manos. La abrió dejando ver una pizza de pepperoni en forma de corazón. En la parte superior del cartón había pegada una nota. Michael le entregó la pizza a Ari y ésta leyó atentamente la nota.
“Ariadne Carter, ¿Saldrías conmigo este sábado por la noche?
Antes que digas que no, tengo una lista de las ventajas que tiene salir conmigo:
• Abrazos
• A veces soy gracioso
• Muchos besos
• Responder rápido a los mensajes de texto
• Jugar a vídeo juegos y escuchar música
• Más abrazos
• Besos sorpresa
• No me enfado fácilmente
• Jugar a luchas
• No me gustará nadie más porque odio a todo el mundo
• Podremos comer un montón de pizza”
Ariadne echó una melodiosa carcajada.
— Y, respecto a mi fama de mujeriego, me he hecho la firme promesa de cambiar. Por ti. Si no, pregúntale a Angie, ella lo sabe. Por cierto, todas las sorpresas de hoy las he preparado yo, por si te lo preguntabas. Y bueno, ¿Qué me dices?
Ari rio de nuevo. Si se había esforzado tanto, era porque quería salir con ella en serio. Así que no dudó un momento.
— Michael Clifford, sería un privilegio salir contigo este sábado. – respondió Ari con una sonrisa.
El corazón de Michael se disparó. ¡Había dicho que sí! La chica le dio su número y él prometió que la llamaría esa noche.
Se despidió de Ari y fue corriendo a dar la noticia a sus amigos.
____________________________________________________________________
- hey little shit:
- uau, lo siento. mucho. pero he tenido muchos problemas estos últimos días, pero aquí está bbys. preparaos porque Michadne está a la vuelta de la esquina.
ily.
Sigue: Ro
agorazein.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
lo habias jurado por lukey :'c
uel, demasiados angiadne/rari feels i mean, yo sé todo eso, yo lo sé. y mike, que puta monada. aunque en mi opinión, si un tío me hace eso, pienso que es maricon, no me van las cursiladas, PERO A TI SÍ YO LO SÉ.
espero el de ro.
kisses<3
uel, demasiados angiadne/rari feels i mean, yo sé todo eso, yo lo sé. y mike, que puta monada. aunque en mi opinión, si un tío me hace eso, pienso que es maricon, no me van las cursiladas, PERO A TI SÍ YO LO SÉ.
espero el de ro.
kisses<3
vendetta.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
eN CUANTO PUEDA DEJO UN COMENTARIO DE VERDAD, ESTOY OCUPADA, ME HA ENCANTADO, ILY.
spitfire.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
Capítulo 19
Kat Smith - Ashton Irwin
En Australia, la Navidad nunca era tan mágica como las películas americanas narraban. No había nieve, ni casas decoradas con luces de colorines y la gente no era muy amiga de poner árboles de verdad en sus casas para decorar. Kat odiaba el clima de Sidney. Era una de las cosas que menos le gustaban de la ciudad. Recordaba el frío y la niebla de Londres y se deshacía al pensar que ahora vivía en una ciudad en la que en verano se podían freír huevos en el asfalto del calor que hacía.
Cuando su madre se fue ella tenía ocho años recién cumplidos, por lo que casi no recordaba cosas de su país natal. Tampoco le había dado tiempo a hacer muchos amigos en aquel corto período de vida, por lo que no le fue difícil empezar de nuevo allí. Pero, por mucho que no tuviera consciencia de muchas cosas de Inglaterra, a veces echaba de menos detalles. En Navidad, por ejemplo, tenía vagos recuerdos de su madre encendiendo la chimenea, y a veces aparecía en su cabeza una reminiscencia de una mesa llena de comida, con velas y un mantel rojo. Y muchos, muchísimos dulces. Aunque no sabía si era más bien una fantasía de unas vacaciones blancas y felices con su familia.
Desde entonces, odiaba la Navidad. Por supuesto, se debía a ese sentimiento de aversión ante la visión de familias felices celebrando otro año juntos, comiendo y riéndose, cantando canciones tradicionales quizá. Ella tenía a su padre, que no cocinaba. La tradición de Noche Buena era ver repeticiones de partidos míticos de fútbol en silencio, su padre muy concentrado y ella intentando mantener una conversación. La Noche Vieja… esa era otra historia. Kat ni siquiera recordaba la del año anterior. Fue a una fiesta, se desmadró todo y se levantó a la mañana siguiente rodeada de desconocidos en una casa que no era la suya y oliendo a marihuana.
No pensaba salir de fiesta ese año. Total, estaba castigada. Desde que había ocurrido el incidente con Ashton, le había dado cortes de todo tipo, excusas baratas y sin mucho sentido, que la hacían parecer una niña inmadura. El chico lo intentó unas cuantas semanas, y luego lo olvidó, haciendo que el máximo contacto fuera un “hola” de pasada y por obligación en los pasillos. Por lo tanto, y como era de esperar, había suspendido química. ¡Inesperado!
—Sinceramente, todavía no puedo creerme que Nicole y tú estéis tan juntos. Es decir, claro que me puedo creer que tú te pases la vida acosándola, lo que no entiendo es que ella te haga caso— comentó Ashton en un momento de silencio de la película que los dos estaban viendo.
—Tampoco te lo creas mucho, solo soy su amigo. Sigue con su espléndido novio…— bufó Calum. No le caía mal el chico, simplemente sabía que él podía hacerlo mucho mejor, o al menos eso intentaría. Tenía claro que le gustaba más Nicole de lo que se permitía plantearse en su cabeza.
—Tío, algo es algo. Bésala esta Navidad, no sé, marcaos un Troy y Gabriella— el moreno puso los ojos en blanco.
—Si algún día llego a hacer eso con alguna chica, tienes todo mi permiso para cortarme las pelotas, meterlas en un tarro y regalárselas a la afortunada, porque será el día que le pertenezcan más que a mí— los dos soltaron una carcajada.
—Eres un gilipollas, ¿lo sabías?
—Por cierto, Ash, ¿al final vas a salir con aquella chica que te presentó Mike? Si te digo la verdad, no recuerdo su nombre, ahora mismo mi cabeza solo puede rememorar el comentario de que tenía las tetas grandes.
—Sí, Amy. He quedado con ella el 31 de diciembre, más bien, ha quedado ella conmigo.
—¿Así que un beso de nuevo año? Qué romántico.
Ashton recordó a la última chica a la que había besado. Tenía que dejar de pensar en ella, no le hacía ningún bien recordar a una persona que había sido tan sumamente borde e inmadura. Quizá por eso le había gustado tanto, por lo prohibido que era, lo extraño que sería todo.
—Dejémoslo en una escapada para ver los fuegos artificiales. No voy a arriesgarme a decir mucho de ella, casi no la conozco, pero por lo que vi, va más a lo fácil de lo que me gustaría— Calum le dio un golpecito en el brazo.
—Deja de ponerles pegas a todas las chicas que se te acercan, Ashton. Igual no te gusta mucho, está bien, pero simplemente aprovecha. Consigues algo de una noche, te diviertes y olvidas un poco y luego no la vuelves a ver. Es típico de las noches de fin de año—. El rubio se encogió de hombros, para no darle más conversación a su amigo.
Odiaba a los tíos que hacían eso. ¿Qué clase de persona dejaría a alguien abandonado así, más aún habiendo compartido algo tan íntimo como una noche juntos? Una persona como Kat, le recordó una voz en su cabeza. Debía olvidarla de una vez. Sí, pensó, tampoco sería tan difícil ni horrible dejar de lado sus principios por una vez en su vida.
Hacía unos días Nicole, que se había tornado su única amiga en las últimas semanas, le comentó que iba a ir a una fiesta en la playa después de los fuegos artificiales, a lo que Kat rehuyó la probable invitación de todas las maneras que pudo. No pensaba ir a otra fiesta de fin de año. Simplemente… no quería ir a fiestas.
Pero aquella noche, de 31 de noviembre, decidió que tampoco quería quedarse en casa sola. Su padre estaba sentado, haciéndole más caso a la tele que a la comida china que tenía delante de él, y cuando su hija le comunicó que iba a salir, casi ni se inmutó. El ambiente era tan deprimente y estaba tan cargado de remordimiento y familia rota que no era de extrañar que la adolescente quisiera librarse.
Desde pequeña le habían fascinado los fuegos artificiales. Los otros niños se molestaban por el ruido incluso lloraban, pero ella no. Era cierto que era molesto, pero no imposible. Y los colores del cielo, la batalla de luces que se podía apreciar desde la playa, donde todo era serenidad y la calma del mar se contagiaba… Mágico.
Podría haberse cambiado, haberse puesto algo mucho más elegante, pero se encontró en la calle a las once y cincuenta y tres de la noche con unos pantalones negros rotos y viejos y una camiseta de los Ramones de su padre que le quedaba enorme por todos los lados. Parecía una pordiosera. Pero no importaba, porque tampoco tenía pensado ver a nadie.
Así que fue directa a la playa, a la zona en la que las familias se sentaban con sus hijos en las cómodas mantitas para celebrar la llegada del nuevo año. Se sentó en la arena, ignorando las miradas preocupadas de las madres que mecían suavemente a sus bebés, y se concentró en mirar al frente y olvidarse de todo lo que la rodeaba.
Cuando Ashton llegó, la playa estaba casi llena. Extendió la manta que compartiría con Amy e intentó sonreír lo máximo posible cuando ella se apoyó en su pecho y tuvo que rodearla con el brazo. Era obvio que no se lo estaba pasando bien, pero tampoco podía decir nada, dado que en realidad no se le ocurría una alternativa mejor a esa.
Quedaban minutos para los fuegos, hecho que hizo que Ashton se irguiese más en la arena, dado que desde niño le encantaban, Amy se levantó, alegando que iría a por bebidas. El chico asintió, con una sonrisa un poco forzada. La vio alejarse entre la multitud, pelo muy rubio y largo hasta la cintura, que por cierto, era muy delgada, al igual que toda ella. No estaba mal… para ser él. Aunque estaba seguro de que ni siquiera debían gustarle los fuegos. Simplemente había quedado con él esperando algo más que abrazos aquella noche.
El espectáculo no le decepcionó para nada. Como todos los años, fue una preciosa explosión de colorido, alegría y, como dirían los más pequeños, magia. Y es que cada año se superaban para encontrar un color más fantástico, que crease batallas con los demás en el claro cielo estrellado, haciendo que el azul marino se llenase de incandescentes volutas que brillaban, bailaban y le sonreían al nuevo año que ya se cernía sobre ellos.
Al terminar, Ashton cogió su manta, yendo a buscar a Amy. De pronto, alguien se chocó contra él. Las disculpas volaron, siendo intercambiadas entre los dos hasta que se reconocieron, se podría decir que a la vez. Kat. No parecía contenta, bueno, como solía aparentar estarlo.
—Hola, Kat— suspiró, por compromiso. No quería verla, no quería tener ningún contacto con ella porque sabía que la querría y ella sería borde y cortante con él y era una noche demasiado bonita como para arruinarla de esa manera.
Lo que no se esperaba era que los delgados brazos de Kat se abrazasen a él, haciendo que tuviera que agacharse, dado que la chica, pese a ser tan bajita, tenía la manía de coger a todo el mundo de los hombros. Estaba preciosa aquella noche, sin tanto maquillaje ni mierdas. Simplemente una camiseta vieja y el pelo suelto. La Kat que parecía que él era el único que conocía.
—Sé que no tengo ningún derecho a decirte esto, pero… me alegro de verte— el chico intentó fingir desinterés.
—No, no lo tienes— la morena se alejó un paso. No quería que se volviera más incómodo de lo que ya lo estaba siendo.
—Te echo de menos— él se encogió de hombros, tragando con fuerza— Ash, yo…
En aquel momento una tercera persona apareció en la escena. Amy había ido corriendo, para agarrarse del cuello de Ashton, apartando a Kat de en medio. Le dio el mayor morreo de toda su vida, en el cual el chico podría haber jurado que por lo directa que fue su lengua a su garganta, le había chupado los intestinos. Cuando se separaron, ella estaba sonriente. La cara de Kat no expresaba nada. Ni furia, ni tristeza, ni decepción, ni siquiera alivio. Simplemente… nada.
—Feliz nuevo año, Ashton— y se alejó caminando por la playa, sin mirar ni una sola vez hacia atrás.
Y mientras veía a la chica con la que realmente habría querido pasar aquella noche se dio cuenta de dos cosas. La primera: que el amor era una estupidez. No podía confiar en Kat, lo sabía perfectamente, incluso mejor después de todo lo que habían pasado. Pero aquellas palabras… no podía negar que le habían hecho sentir mariposas. La segunda: se sentía completamente solo y perdido cuando no estaba a su lado. No lo había pensado hasta ese momento, hasta que vio cómo ella se alejaba. Y le dolió más que cuando ella le había dado largas, porque sabía que el que había jodido aquel acercamiento había sido él.
Ashton decidió que odiaba a Kat. Odiaba que no pudiera hacer otra cosa que jugar, que atarle para luego zafarse ella. Odiaba que no pudiera mantener relaciones serias porque en el fondo era una niña. Pero, sobre todo, odiaba el hecho de no poder odiarla.
Cuando su madre se fue ella tenía ocho años recién cumplidos, por lo que casi no recordaba cosas de su país natal. Tampoco le había dado tiempo a hacer muchos amigos en aquel corto período de vida, por lo que no le fue difícil empezar de nuevo allí. Pero, por mucho que no tuviera consciencia de muchas cosas de Inglaterra, a veces echaba de menos detalles. En Navidad, por ejemplo, tenía vagos recuerdos de su madre encendiendo la chimenea, y a veces aparecía en su cabeza una reminiscencia de una mesa llena de comida, con velas y un mantel rojo. Y muchos, muchísimos dulces. Aunque no sabía si era más bien una fantasía de unas vacaciones blancas y felices con su familia.
Desde entonces, odiaba la Navidad. Por supuesto, se debía a ese sentimiento de aversión ante la visión de familias felices celebrando otro año juntos, comiendo y riéndose, cantando canciones tradicionales quizá. Ella tenía a su padre, que no cocinaba. La tradición de Noche Buena era ver repeticiones de partidos míticos de fútbol en silencio, su padre muy concentrado y ella intentando mantener una conversación. La Noche Vieja… esa era otra historia. Kat ni siquiera recordaba la del año anterior. Fue a una fiesta, se desmadró todo y se levantó a la mañana siguiente rodeada de desconocidos en una casa que no era la suya y oliendo a marihuana.
No pensaba salir de fiesta ese año. Total, estaba castigada. Desde que había ocurrido el incidente con Ashton, le había dado cortes de todo tipo, excusas baratas y sin mucho sentido, que la hacían parecer una niña inmadura. El chico lo intentó unas cuantas semanas, y luego lo olvidó, haciendo que el máximo contacto fuera un “hola” de pasada y por obligación en los pasillos. Por lo tanto, y como era de esperar, había suspendido química. ¡Inesperado!
—Sinceramente, todavía no puedo creerme que Nicole y tú estéis tan juntos. Es decir, claro que me puedo creer que tú te pases la vida acosándola, lo que no entiendo es que ella te haga caso— comentó Ashton en un momento de silencio de la película que los dos estaban viendo.
—Tampoco te lo creas mucho, solo soy su amigo. Sigue con su espléndido novio…— bufó Calum. No le caía mal el chico, simplemente sabía que él podía hacerlo mucho mejor, o al menos eso intentaría. Tenía claro que le gustaba más Nicole de lo que se permitía plantearse en su cabeza.
—Tío, algo es algo. Bésala esta Navidad, no sé, marcaos un Troy y Gabriella— el moreno puso los ojos en blanco.
—Si algún día llego a hacer eso con alguna chica, tienes todo mi permiso para cortarme las pelotas, meterlas en un tarro y regalárselas a la afortunada, porque será el día que le pertenezcan más que a mí— los dos soltaron una carcajada.
—Eres un gilipollas, ¿lo sabías?
—Por cierto, Ash, ¿al final vas a salir con aquella chica que te presentó Mike? Si te digo la verdad, no recuerdo su nombre, ahora mismo mi cabeza solo puede rememorar el comentario de que tenía las tetas grandes.
—Sí, Amy. He quedado con ella el 31 de diciembre, más bien, ha quedado ella conmigo.
—¿Así que un beso de nuevo año? Qué romántico.
Ashton recordó a la última chica a la que había besado. Tenía que dejar de pensar en ella, no le hacía ningún bien recordar a una persona que había sido tan sumamente borde e inmadura. Quizá por eso le había gustado tanto, por lo prohibido que era, lo extraño que sería todo.
—Dejémoslo en una escapada para ver los fuegos artificiales. No voy a arriesgarme a decir mucho de ella, casi no la conozco, pero por lo que vi, va más a lo fácil de lo que me gustaría— Calum le dio un golpecito en el brazo.
—Deja de ponerles pegas a todas las chicas que se te acercan, Ashton. Igual no te gusta mucho, está bien, pero simplemente aprovecha. Consigues algo de una noche, te diviertes y olvidas un poco y luego no la vuelves a ver. Es típico de las noches de fin de año—. El rubio se encogió de hombros, para no darle más conversación a su amigo.
Odiaba a los tíos que hacían eso. ¿Qué clase de persona dejaría a alguien abandonado así, más aún habiendo compartido algo tan íntimo como una noche juntos? Una persona como Kat, le recordó una voz en su cabeza. Debía olvidarla de una vez. Sí, pensó, tampoco sería tan difícil ni horrible dejar de lado sus principios por una vez en su vida.
Hacía unos días Nicole, que se había tornado su única amiga en las últimas semanas, le comentó que iba a ir a una fiesta en la playa después de los fuegos artificiales, a lo que Kat rehuyó la probable invitación de todas las maneras que pudo. No pensaba ir a otra fiesta de fin de año. Simplemente… no quería ir a fiestas.
Pero aquella noche, de 31 de noviembre, decidió que tampoco quería quedarse en casa sola. Su padre estaba sentado, haciéndole más caso a la tele que a la comida china que tenía delante de él, y cuando su hija le comunicó que iba a salir, casi ni se inmutó. El ambiente era tan deprimente y estaba tan cargado de remordimiento y familia rota que no era de extrañar que la adolescente quisiera librarse.
Desde pequeña le habían fascinado los fuegos artificiales. Los otros niños se molestaban por el ruido incluso lloraban, pero ella no. Era cierto que era molesto, pero no imposible. Y los colores del cielo, la batalla de luces que se podía apreciar desde la playa, donde todo era serenidad y la calma del mar se contagiaba… Mágico.
Podría haberse cambiado, haberse puesto algo mucho más elegante, pero se encontró en la calle a las once y cincuenta y tres de la noche con unos pantalones negros rotos y viejos y una camiseta de los Ramones de su padre que le quedaba enorme por todos los lados. Parecía una pordiosera. Pero no importaba, porque tampoco tenía pensado ver a nadie.
Así que fue directa a la playa, a la zona en la que las familias se sentaban con sus hijos en las cómodas mantitas para celebrar la llegada del nuevo año. Se sentó en la arena, ignorando las miradas preocupadas de las madres que mecían suavemente a sus bebés, y se concentró en mirar al frente y olvidarse de todo lo que la rodeaba.
Cuando Ashton llegó, la playa estaba casi llena. Extendió la manta que compartiría con Amy e intentó sonreír lo máximo posible cuando ella se apoyó en su pecho y tuvo que rodearla con el brazo. Era obvio que no se lo estaba pasando bien, pero tampoco podía decir nada, dado que en realidad no se le ocurría una alternativa mejor a esa.
Quedaban minutos para los fuegos, hecho que hizo que Ashton se irguiese más en la arena, dado que desde niño le encantaban, Amy se levantó, alegando que iría a por bebidas. El chico asintió, con una sonrisa un poco forzada. La vio alejarse entre la multitud, pelo muy rubio y largo hasta la cintura, que por cierto, era muy delgada, al igual que toda ella. No estaba mal… para ser él. Aunque estaba seguro de que ni siquiera debían gustarle los fuegos. Simplemente había quedado con él esperando algo más que abrazos aquella noche.
El espectáculo no le decepcionó para nada. Como todos los años, fue una preciosa explosión de colorido, alegría y, como dirían los más pequeños, magia. Y es que cada año se superaban para encontrar un color más fantástico, que crease batallas con los demás en el claro cielo estrellado, haciendo que el azul marino se llenase de incandescentes volutas que brillaban, bailaban y le sonreían al nuevo año que ya se cernía sobre ellos.
Al terminar, Ashton cogió su manta, yendo a buscar a Amy. De pronto, alguien se chocó contra él. Las disculpas volaron, siendo intercambiadas entre los dos hasta que se reconocieron, se podría decir que a la vez. Kat. No parecía contenta, bueno, como solía aparentar estarlo.
—Hola, Kat— suspiró, por compromiso. No quería verla, no quería tener ningún contacto con ella porque sabía que la querría y ella sería borde y cortante con él y era una noche demasiado bonita como para arruinarla de esa manera.
Lo que no se esperaba era que los delgados brazos de Kat se abrazasen a él, haciendo que tuviera que agacharse, dado que la chica, pese a ser tan bajita, tenía la manía de coger a todo el mundo de los hombros. Estaba preciosa aquella noche, sin tanto maquillaje ni mierdas. Simplemente una camiseta vieja y el pelo suelto. La Kat que parecía que él era el único que conocía.
—Sé que no tengo ningún derecho a decirte esto, pero… me alegro de verte— el chico intentó fingir desinterés.
—No, no lo tienes— la morena se alejó un paso. No quería que se volviera más incómodo de lo que ya lo estaba siendo.
—Te echo de menos— él se encogió de hombros, tragando con fuerza— Ash, yo…
En aquel momento una tercera persona apareció en la escena. Amy había ido corriendo, para agarrarse del cuello de Ashton, apartando a Kat de en medio. Le dio el mayor morreo de toda su vida, en el cual el chico podría haber jurado que por lo directa que fue su lengua a su garganta, le había chupado los intestinos. Cuando se separaron, ella estaba sonriente. La cara de Kat no expresaba nada. Ni furia, ni tristeza, ni decepción, ni siquiera alivio. Simplemente… nada.
—Feliz nuevo año, Ashton— y se alejó caminando por la playa, sin mirar ni una sola vez hacia atrás.
Y mientras veía a la chica con la que realmente habría querido pasar aquella noche se dio cuenta de dos cosas. La primera: que el amor era una estupidez. No podía confiar en Kat, lo sabía perfectamente, incluso mejor después de todo lo que habían pasado. Pero aquellas palabras… no podía negar que le habían hecho sentir mariposas. La segunda: se sentía completamente solo y perdido cuando no estaba a su lado. No lo había pensado hasta ese momento, hasta que vio cómo ella se alejaba. Y le dolió más que cuando ella le había dado largas, porque sabía que el que había jodido aquel acercamiento había sido él.
Ashton decidió que odiaba a Kat. Odiaba que no pudiera hacer otra cosa que jugar, que atarle para luego zafarse ella. Odiaba que no pudiera mantener relaciones serias porque en el fondo era una niña. Pero, sobre todo, odiaba el hecho de no poder odiarla.
- ¡decid hola a esta desconocida!:
- En fin, es un cap bastante malo si pensamos en el tiempo que he tardado en actualizar, pero la verdad es que he quedado como todos los días de Navidad con gente y justamente hoy he llegado super tarde a casa bc he comido con unos amigos y luego he ido a enviar una carta... idk por qué os cuento mi vida, el caso es que tenéis que shippear kashton porque son cuties y no me odiéis al leer esto porque mi inspiración era mi nula y estaba escuchando a atl y me distraía comentando con una amiga lo que haremos en el concierto lol.
besos, ily.
por cierto como podéis apreciar en mi cap, os felicito el 2015 a día 23 porque os amo demasiado ok observad lo fabulosa que soy.
blake.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
bieeeeeen la novela sigue. c:
shippeo kashton demasiado. no te preocupes, el cap ha estado muy, muy bien. esa putilla se puede pudrir por ahí. quIÉN OSA INTERRUMPIR UN MOMENTO KASHTON.
a mí me interesa tu vida :')
feliz año nuevo limonzuelos.
RUUUUTHIE ESCRIBE.
shippeo kashton demasiado. no te preocupes, el cap ha estado muy, muy bien. esa putilla se puede pudrir por ahí. quIÉN OSA INTERRUMPIR UN MOMENTO KASHTON.
a mí me interesa tu vida :')
feliz año nuevo limonzuelos.
RUUUUTHIE ESCRIBE.
agorazein.
Re: Unpredictable | 5 Seconds of Summer
Lo leí hace mil pero llevo días sin entrar en os, duh.ya sabes que me encantó
spitfire.
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