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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Hay! Soy muy intensa con el pobre Nick, esta nove me hace quedar mal :S pero buuueeenoo haci es mas interesante y me hace reir :D
A Michela & Giorgia les gusta Nick? Hmmm ps de malas! jaja Nick es mio :evil:
Espero que el tal Marcello no vaya a arruinar nada, sigui insistiendo, parecen un buen equipo, se que ganaran! pero no me hago muchas ezperansas :S
Jeje Siguela :)
A Michela & Giorgia les gusta Nick? Hmmm ps de malas! jaja Nick es mio :evil:
Espero que el tal Marcello no vaya a arruinar nada, sigui insistiendo, parecen un buen equipo, se que ganaran! pero no me hago muchas ezperansas :S
Jeje Siguela :)
Invitado
Invitado
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
jajaj a mi tmb me encanta creo q ya empiezo
a amar a andrea... :) es re graciosa la nove
me fascina plis siguela
ahoraa pliss
a amar a andrea... :) es re graciosa la nove
me fascina plis siguela
ahoraa pliss
#Fire Rouge..*
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
SUPER CHAMBEADOR ANDREA!!!
SIGUELA!!!
KIERO VER K LES VA A PASAR EN EL MECANICO!!!
SIGUELA!!!
PD:NO NOS ATRAPARAN XK FUIMOS ENTRENADAS EN UNA ESCUELA D SUPER ESPIAS XD JAJAJAJA
SIGUELA!!!
SIGUELA!!!
KIERO VER K LES VA A PASAR EN EL MECANICO!!!
SIGUELA!!!
PD:NO NOS ATRAPARAN XK FUIMOS ENTRENADAS EN UNA ESCUELA D SUPER ESPIAS XD JAJAJAJA
SIGUELA!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
siiguela esta IINCREIIBLE
tiienes Qe seguiirla :]
tiienes Qe seguiirla :]
Vanee LovatoD'Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Mrs. Nick Jonas escribió:bia_mtz escribió:Mrs. Nick Jonas escribió:Floopii.xoxo escribió:no me quiero meter pero triple fiesta!!!!! que egoistas
no nos invitan :/ jajja
no te preocupes todas las lectoras pueden participar en todas las platicas :)
y obvio pueden venir a la fiesta ya saben que van a estar el tio nick, el tio joe y el tio kevin si quieren invitar a otro no hay problema :)
exactamente todas estan invitadas ...se imaginan nuestros tres tios favoritos eaeaea...jaja
aah por cierto Aury yo tambien naci en mexico y me da gusto sabes que tengo conexion con mis raices :D
NO ES CIERTO!
eso es todavia mucho mejor!!!!!!!! el nacer aqui y despues irte a texas es un sueño :D
jamas me voy a cansar de decirte la suerte que tienes :)
jaja bueno cuando te pase creeme que no vas a decir lo mismo....dejar todo y a todos los que amas es horrible u_u que te parece si cambiamos de lugar o mejor aun nos vamos a
vivir a la casa jonas ... mensajes de ultimo minuto: tres jonaticas llegaron a la casa jonas donde raptaron a joe y nick...despues de tres meses aparecieron en un auto ebrios medio desnudos :twisted: y con lapis labial por todas partes y con tres anillos de compromiso cada uno eeeeh jaja esa es buena quiero que pase o al menos llegar al altar con nick jaja
Bianca
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA OMG I DID DID!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! WAOOO
ok me emocione.... es wao tengo desde el lunes diciendome: angi tienes que ponerte al dia con las noves y pos una de las primeras con las que mepece fue con la tuya xD
so so so sorry por no pasar, si que me desapareci, omg sorryyy :oops: nu me odies mira que hasta soy jonatica he :P
hace rato que empece a leer y te aseguro que no podia despegar los ojos de la nove, aca son ya las 3:30 am (si mi mum dspierta me mata lol) #I'mVampire ok no
vuelvo y digo que amo la adapta, al principio si me confundi, bueno todavia a la mitad me confundia un poco, pero de que la trama te atrapa lo hace si que si.
Dios cuando nick y la rayis de encontraron fue... fue nu se me emocione, porq al principio del cap que veia que iba de un persojane a otro yo andaba re nerviosa waiting for the momento y pum llego!! lol
wao serio que me siento realizada really that i feel LIKE A BOSS 8)
again sorry, pro ya ando de vuelta i'm back 8)
and.... como lo digo? ...... I NEED MORE XD
creo que lei por ahi que ya entraste a clases :( q mal, no me digas que ya tendre que sacar la artilleria para los profesores? mira que yo no tengo ningun problema :P
welll ya aca es bn tarde asi que bye kisses tkm :hug:
ok me emocione.... es wao tengo desde el lunes diciendome: angi tienes que ponerte al dia con las noves y pos una de las primeras con las que mepece fue con la tuya xD
so so so sorry por no pasar, si que me desapareci, omg sorryyy :oops: nu me odies mira que hasta soy jonatica he :P
hace rato que empece a leer y te aseguro que no podia despegar los ojos de la nove, aca son ya las 3:30 am (si mi mum dspierta me mata lol) #I'mVampire ok no
vuelvo y digo que amo la adapta, al principio si me confundi, bueno todavia a la mitad me confundia un poco, pero de que la trama te atrapa lo hace si que si.
Dios cuando nick y la rayis de encontraron fue... fue nu se me emocione, porq al principio del cap que veia que iba de un persojane a otro yo andaba re nerviosa waiting for the momento y pum llego!! lol
wao serio que me siento realizada really that i feel LIKE A BOSS 8)
again sorry, pro ya ando de vuelta i'm back 8)
and.... como lo digo? ...... I NEED MORE XD
creo que lei por ahi que ya entraste a clases :( q mal, no me digas que ya tendre que sacar la artilleria para los profesores? mira que yo no tengo ningun problema :P
welll ya aca es bn tarde asi que bye kisses tkm :hug:
Invitado
Invitado
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
bia_mtz escribió:Mrs. Nick Jonas escribió:bia_mtz escribió:Mrs. Nick Jonas escribió:Floopii.xoxo escribió:no me quiero meter pero triple fiesta!!!!! que egoistas
no nos invitan :/ jajja
no te preocupes todas las lectoras pueden participar en todas las platicas :)
y obvio pueden venir a la fiesta ya saben que van a estar el tio nick, el tio joe y el tio kevin si quieren invitar a otro no hay problema :)
exactamente todas estan invitadas ...se imaginan nuestros tres tios favoritos eaeaea...jaja
aah por cierto Aury yo tambien naci en mexico y me da gusto sabes que tengo conexion con mis raices :D
NO ES CIERTO!
eso es todavia mucho mejor!!!!!!!! el nacer aqui y despues irte a texas es un sueño :D
jamas me voy a cansar de decirte la suerte que tienes :)
jaja bueno cuando te pase creeme que no vas a decir lo mismo....dejar todo y a todos los que amas es horrible u_u que te parece si cambiamos de lugar o mejor aun nos vamos a
vivir a la casa jonas ... mensajes de ultimo minuto: tres jonaticas llegaron a la casa jonas donde raptaron a joe y nick...despues de tres meses aparecieron en un auto ebrios medio desnudos :twisted: y con lapis labial por todas partes y con tres anillos de compromiso cada uno eeeeh jaja esa es buena quiero que pase o al menos llegar al altar con nick jaja
mmmm pues a que edad te fuiste a vivi a texas? (que chismosa :roll:)
cuando quieras cambiamos de lugar aunque si es mejor irnos a vivir con nuestros amores :love:
me encanto el mensaje de ultimo minuto :P pero te falto agregar que encontraron a delta muerta
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Angi escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA OMG I DID DID!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! WAOOO
ok me emocione.... es wao tengo desde el lunes diciendome: angi tienes que ponerte al dia con las noves y pos una de las primeras con las que mepece fue con la tuya xD
so so so sorry por no pasar, si que me desapareci, omg sorryyy :oops: nu me odies mira que hasta soy jonatica he :P
hace rato que empece a leer y te aseguro que no podia despegar los ojos de la nove, aca son ya las 3:30 am (si mi mum dspierta me mata lol) #I'mVampire ok no
vuelvo y digo que amo la adapta, al principio si me confundi, bueno todavia a la mitad me confundia un poco, pero de que la trama te atrapa lo hace si que si.
Dios cuando nick y la rayis de encontraron fue... fue nu se me emocione, porq al principio del cap que veia que iba de un persojane a otro yo andaba re nerviosa waiting for the momento y pum llego!! lol
wao serio que me siento realizada really that i feel LIKE A BOSS 8)
again sorry, pro ya ando de vuelta i'm back 8)
and.... como lo digo? ...... I NEED MORE XD
creo que lei por ahi que ya entraste a clases :( q mal, no me digas que ya tendre que sacar la artilleria para los profesores? mira que yo no tengo ningun problema :P
welll ya aca es bn tarde asi que bye kisses tkm :hug:
no te preocupes no hay problema de hecho yo tambien te debo disculpas por que tampoco he pasado por tus noves :oops: pero como tu dices ya entre a la escuela y con mi mama molestando no me da mucho tiempo de estar en la computadora :(
tkm :hug:
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
chicas mil disculpas de verdad lo siento
pero es que no me dio tiempo de subir ayer
pero ahorita les subo 4 caps 3 del mini-maraton que iba a poner ayer y el cap de hoy :D
las quiero :hug:
pero es que no me dio tiempo de subir ayer
pero ahorita les subo 4 caps 3 del mini-maraton que iba a poner ayer y el cap de hoy :D
las quiero :hug:
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Diecinueve
—¿Sí? ¡Ah!, ¿así que finalmente has guardado mi número?
—Sí.
—¡Estupendo! ¿Y bien?
—¿Y bien qué?
—Que cuánto vas a tardar, venga date prisa...
—Casi estoy llegando...
—Mira que si llega mi madre y me ve, me meto en un lío.
—¿Por qué dices que...?
Clic.
—¿Sí? ¿Sí, ______? —Nick mira su teléfono—. No me lo puedo creer. Ha vuelto a colgarme. ¡Qué vicio! —Mueve la cabeza, después toma una curva a la derecha y acelera, dirigiéndose a toda prisa hacia el instituto. Llega a la esquina. ______ ya está allí. Corre hacia el Mercedes, casi se le echa encima. Intenta abrir la puerta, pero el cierre automático está puesto. ______ golpea el cristal.
—Venga, abre, abre...
—Para, que me vas a romper el cristal.
Nick aprieta un botón. Se desbloquean los seguros. ______ se tumba dentro y casi se agacha en el suelo, luego lo mira de un modo suplicante.
—¡Vamos, vamos!
Nick se estira desde su asiento y cierra la puerta que ha quedado abierta. Después arranca con calma y, con un lento zigzag entre los coches aparcados que aguardan la salida de los alumnos de demás clases, se aleja. ______ sube poco a poco hacia su asiento.
Mira fuera.
—¿Ves aquella señora que está junto al escarabajo?
—Sí, la veo.
______ vuelve a agacharse para esconderse.
—Pues ésa es mi madre. No te detengas, no te detengas, vamos, acelera.
Nick continúa conduciendo tranquilo.
—Ya la hemos pasado. Ya puedes sentarte bien.
______ se acomoda en su asiento y mira por el espejo retrovisor. Su madre ya está lejos.
—Una mujer hermosa.
______ lo fulmina con la mirada.
—No hables de mi madre.
—En realidad era sólo un cumplido.
—Para ti mi madre no existe, ni siquiera para un cumplido.
El móvil de ______ empieza a sonar.
—¡No! ¡Me está llamando! Demonios, esperaba que me diese un poco más de tiempo... Un poco de calma. Para ahí.
Nick, obediente, se detiene en el arcén. ______ le indica por señas que se mantenga callado.
—Chissst —hace. Y abre su teléfono para responder—. ¡Mamá!
—¿Dónde estás?
—Estoy en casa de Olly. Hoy hemos salido un poco antes.
—Pero ¿cómo? ¿No te acuerdas de que hoy tenía que pasar a buscarte, que dejabas el ciclomotor y nos íbamos a la peluquería?
______ se golpea la frente con la mano.
—Es verdad, mamá..., demonios, se me había olvidado por completo, disculpa.
Simona, la madre de ______, mueve la cabeza.
—Ya veo que no estás en lo que tienes que estar. Debe de ser la proximidad de los exámenes o ese novio que no te deja un segundo... ¿cómo se llama?, Fabio.
—Mamá, ¿tenemos que hablar justo ahora? Estoy en casa de Olly. —______ mira a Nick como diciendo: me estoy pasando, ¿verdad?—. De todos modos ya lo hemos dejado.
—Oh, por fin una buena noticia.
—¡Mamá!
—¿Qué pasa?
—¡No me digas eso! ¿Y si vuelvo con él?
—¡Justamente por eso te lo digo, para que así no vuelvas con él! Además, nos lo prometimos, ¿no? Debemos decírnoslo todo siempre.
—Ok, ok, está bien. Oye, ahora me voy a comer algo con Olly, volveré tarde, no me esperes, ¿de acuerdo?
—Perdona, ______, pero ¿no tienes que estudiar?
—Adiós, mamá...
También Simona se queda con un móvil mudo en la mano. Su hija ha colgado.
______ pone su móvil en modo silencio y bloquea el teclado. Se apoya sobre una mano y se vuelve a guardar el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón. Nick la mira y sonríe.
—¿Le dices muchas mentiras a tu madre?
—No muchas... Por ejemplo, es cierto que lo hemos dejado. Y además, ¿a ti qué te importa? Ni que fueses mi padre.
—Por eso mismo te lo pregunto, porque no lo soy. Si lo fuese, nunca me responderías.
—¡Virgen santa, qué filosófico eres! Gira ahí, venga, aquí, de prisa. —______ coge el volante por un lado y casi lo ayuda a dar la curva. El coche da un pequeño bandazo, invadiendo el carril contrario, pero consigue recuperar la trayectoria.
—Estáte quieta. Pero ¿qué haces? ¡Deja el volante! Por poco nos la pegamos.
______ vuelve a sentarse bien en su asiento.
—Vaya, sí que eres maniático, ¿eh?
—Qué tiene que ver ser maniático con esto. Sólo hace falta que me lo abolles también por delante y entonces sí que estamos apañados, ya puedo ir tirando el coche.
—Exagerado.
—¿Has visto ya el porrazo que me has dado en el lateral con tu ciclomotor?
—El porrazo... Un arañazo de nada. Exagerado, ya te digo, eres un exagerado.
—Claro, a ti qué más te da, el coche es mío.
—Vaya, ahora te pareces a mi madre. Ahora mismo estamos estudiando eso precisamente, la propiedad. ¡Cuidado!
Nick frena y clava el coche de golpe. Un muchacho trigueño sobre un ciclomotor hecho polvo, con una muchacha de pelo castaño abrazada con fuerza a su cintura, atraviesa sin respetar el stop. No se dan cuenta de nada. O les trae sin cuidado. Nick baja su ventanilla.
—¡Imbéciles! —Pero ya están lejos los dos—. ¿Tú has visto? No se han detenido en el stop, ni siquiera han mirado... Y luego dicen que hay accidentes.
—Venga, no seas plomo. Lo importante es que los has visto y has podido evitarlos, ¿no? Quizá tienen una cita importante...
—Sí, así vestidos.
—A lo mejor tienen una prueba. Necesitan trabajar. No todos son hijos de papá, ¿sabes? Madre mía... qué antiguo eres. ¿Todavía sigues juzgando a las personas por cómo se visten?
—No es sólo la ropa... es todo en conjunto. La falta de respeto. De valores. A lo mejor son como aquellos chicos de los libros de Pasolini, de la periferia romana, descontentos... Que necesitan ayuda, que se les haga entender cómo son las cosas...
—¿Pasolini? Ya, y a lo mejor vienen de Parioli y se les sale la pasta por debajo del sillín hecho polvo. ¿Tú qué sabes? ¡Jo, pareces de verdad mi padre!
—Oye, me has obligado a venir a buscarte y está bien... pero ¿tenemos que pasamos el rato discutiendo?
—No, para nada. Pero si te hubieses llevado por delante a aquellos dos, yo no habría testificado a tu favor...
—Entiendo. Quieres discutir.
—No, ya te lo he dicho. Sólo te recuerdo que esta mañana estabas distraído y me diste. ¿O pretendes negarlo?
Nick la mira.
—Si así fuese no estaría aquí.
—Menos mal. Bueno, tuerce en la próxima.
—Pero ¿adónde vamos?
—Al mecánico. Le he mandado un sms a última hora, me ha dicho que me esperaría... Ahora vuelve a girar ahí, a la derecha... Bien, despacio, despacio, está justo aquí detrás. Ya llegamos.
Pero la persiana del mecánico ya está bajada.
—Nooo, no me ha esperado... Ha cerrado. Y ahora, ¿qué? Demonios. ¿Qué hago?
—¿Cómo que qué haces? Ahora tienes chófer particular, ¿no?
—Qué va, hoy tengo que ir a un montón de sitios sin ti.
—Ya, claro.
—¿Qué quiere decir «ya, claro»?
—Que yo no estaba previsto. No podías prever de antemano ir a todos esos sitios conmigo.
—Desde luego. No nos conocíamos... —______ se baja del coche—. Tú eres sólo un accidente. —Y cierra la puerta.
—Sí, lo sé. Pero un accidente puede ser positivo o negativo. Depende de cómo lo mires. Del modo en que cambie tu vida a partir de ese momento, ¿no?
______ se acerca a su ciclomotor, que está aparcado junto a la persiana. Se monta. Da dos patadas al pedal. Intenta arrancarlo. Nada que hacer.
—Por el momento —le dice—, algo ha dejado KO a Mila.
—¿A Mila? ¿Quién es Mila?
—¡Mi ciclomotor!
—¿Y por qué Mila?
—¿Es que siempre tiene que haber un porqué?
—Madre mía, mira que llegas a ser pesada...
______ casi ni lo oye y se mete debajo del ciclomotor.
—Lo sabía, se ha salido la bujía. Por eso después del golpe no arrancaba. —______ se pone de nuevo en pie y se acerca al Mercedes—. ¡Qué mierda! —Se limpia las manos en sus téjanos descoloridos que de inmediato se pringan con una grasa oscura. Luego hace ademán de subir al coche.
—Perdona, ¿qué haces?
—¿Cómo que qué hago? Subir.
—Ya lo veo; pero mírate, estás toda sucia. Un momento, usa esto, —y Nick le pasa una gamuza beige claro sin estrenar.
______ le sonríe. Luego se limpia las manos.
—Por si lo quieres saber, Mila viene de camomila, quizá porque ir en ciclomotor me relaja... En el fondo es cierto, hay un porqué... ¿Sabes?, entre nosotros es todo perfecto.
—¿A qué te refieres con «entre nosotros»?
—Somos tan completamente distintos... En todo. Corremos el riesgo de enamorarnos perdidamente el uno del otro.
Nick sonríe y arranca.
—Tú sí que vas directa al grano.
—¿Y qué hay de malo en eso? ¿De qué sirve darle vueltas? El mundo ya se ocupa de dar las vueltas, ¿no? Yo voy directa.
—¿Por qué eres así? —Nick se vuelve y la mira, intentando estudiarla—. ¿Una desilusión amorosa? ¿Hija de padres separados? ¿Sufriste violencia de pequeña?
—No, de mayor. Justo esta mañana, por parte de uno con un Mercedes... Yo voy al grano, pero tú te pasas. Además no te enteras de nada. No sé por qué soy así. ¿Y qué quiere decir «por qué»? Ya te lo he dicho, a veces no hay un porqué. Soy así y basta, digo lo que pienso. Todavía puedo, ¿no?
Nick le sonríe.
—Es cierto, tienes toda una vida por delante.
—También tú. La vida se acaba sólo cuando se deja de vivir. ¿Te gusta?
—Sí.
—Es mío. Copyright ______. Pero te la presto de buen grado, porque estoy en un momento de rara felicidad. Me siento libre, feliz, tranquila... Me da miedo que al decirlo se desvanezca... —Nick la mira. Es guapa. Es alegre. Es jovencísima—. Y por encima de todo, estoy contenta de mi decisión.
—¿Te refieres a lo que has decidido estudiar?
—Pero ¿qué dices? Anoche volví a decirle a mi novio que se había acabado definitivamente. Cancelado. Pulverizado. Desintegrado. Desvanecido. Evaporado...
—Vale, he captado el concepto. Pero, si utilizas todos esos verbos quiere decir que ha sido una historia importante.
—Para nada.
—Ya, ahora te quieres hacer la dura conmigo. Lo debes de haber pasado muy mal.
—Hoy no. Pero aquella noche que fue al concierto de Robbie Williams con un amigo suyo, sí.... Entiéndelo, no me llevó con él. No me llevó a mí y se llevó a su amigo, ¡¿te das cuenta?!... Ese día sí que lo pasé fatal. Pero seguí divirtiéndome y, cuando decidí que se había acabado, dejó de importarme.
—Lo entiendo, pero entonces, ¿por qué estás tan enfadada?
—Por no haber cortado antes; por no haber sabido escuchar a mi corazón.
—Bueno, a lo mejor era que todavía no estabas preparada.
—No es cierto. Lo único que hice fue mentirme a mí misma. Siempre es así cuando arrastras las cosas. Aún pasaron dos meses desde que tomé la decisión. Me mentí a mí misma durante dos meses. Y eso no es bueno. Se le puede mentir a todo el mundo, pero no a una misma.
—De acuerdo, pero de todos modos, más vale tarde que nunca, ¿no?
—Hala, ahora te pareces a mi tía.
—¿Y qué tengo que decir? ¿No debo dirigirte la palabra?
—Eso es justo lo que me hace siempre mi hermano.
—Ya entiendo por qué te sientes tan bien conmigo, te parece que estás con toda tu familia.
______ se echa a reír.
—Eso sí que ha estado bien. Te lo juro, me has hecho reír... Empiezo a mirarte con otros ojos. En serio, de verdad.
—¿He ganado puntos?
—Alguno, pero todavía te falta mucho, el accidente con mi Mila te ha quitado por lo menos veinte... Además, te vistes de jovencito.
—¿Y eso? —Nick se mira.
—Traje oscuro y calzado con Adidas, camisa color celeste demasiado clara, cuello desabotonado y sin corbata.
—¿Y...?
—Un intento desesperado por recuperar el tiempo perdido. Al menos Proust se limitaba a escribir al respecto, no se paseaba por ahí vestido así.
—Dejando a un lado el hecho de que en su época las Adidas no existían, ésta es mi ropa de trabajo. Cuando estoy con mis amigos voy mucho más deportivo.
—O sea, aún más desesperadamente de jovencito infiltrado. Como diciendo: «¡Eh, chicos, miradme, soy uno de vosotros!» Pero ya no lo eres. Te das cuenta, ¿verdad?
Nick sonríe y mueve la cabeza.
—Lo siento, pero te has hecho una idea equivocada sobre mí.
______ sube sus rodillas hasta el pecho y apoya los zapatos en el asiento.
—¡Bájalos! —Nick le da un manotazo en las piernas.
—Pesado, pesado. —Después lo mira y pone cara pícara. Se le acaba de ocurrir algo—. Vale, te propongo un juego. ¿Qué es lo que te ha gustado de mí?
—¿Por qué, es que por fuerza tenía que gustarme algo?
—Bueno, lo normal cuando conoces a alguien es que haya cosas que te gusten y a lo mejor otras que no, ¿no? Qué sé yo. A lo mejor no te gusta un perfume demasiado fuerte, o el cabello demasiado largo, si mastica mal el chicle, si se mueve demasiado, si pone los pies en el asiento... Por ejemplo, estoy segura de que no te han gustado mis tetas. —______ se las aprieta un poco—. Claro que en estos momentos están un poco pequeñas, he adelgazado. Estoy participando en un torneo de voleibol... ¿sabes?, vamos en tercer lugar... Bueno, da igual. En todo caso, me di cuenta de que eso no fue lo primero que miraste cuando nos conocimos.
—No, desde luego, lo primero que miré fue el lateral del coche.
—¡Ya vale con eso! Lo que te digo es que hay algunos mayores, como tú vaya, que cuando te ven por primera vez en seguida te miran las tetas. Vete tú a saber qué es lo que buscan en una teta. ¿Qué secreto, qué misterio de la mujer creen que pueda esconderse en una teta? Así pues, ¿qué es lo que te ha gustado de mí?
Nick la mira un instante. Después sigue conduciendo tranquilo y sonríe.
—Me ha gustado tu valentía. Después del accidente te has levantado en seguida. No has tenido miedo. No has perdido el tiempo. Has afrontado de inmediato la realidad. Fuerte... En serio. Es en esos momentos, en las cosas dolorosas e imprevistas, cuando se ven las verdaderas cualidades de las personas.
—¡Entonces, según esa regla de tres, tú eres terrible! ¡Has gritado como un loco! ¡Estabas preocupado por el coche!
—Qué va. Sólo porque ya había visto que no te había pasado nada.
—Sí, sí, y yo que me lo creo... —______ se pone seria—. ¿Y qué es lo que no te ha gustado de mí?
Nick no sabe cómo empezar.
—Bueno... a ver, veamos... —La lista parece más bien larga.
—¡Bueno, no, no, espera, lo he pensado mejor... No quiero saberlo en absoluto!
Nick sigue conduciendo divertido.
—Bueno, si uno no hace autocrítica nunca mejorará en nada.
—¿Y quién te ha dicho que yo quiera mejorar? De todas las chicas que conozco, yo ya estoy bastante por encima de la media... Aunque, tampoco me apetece volverme demasiado loca. Está claro que entonces ya no le resultaría simpática a nadie..., y la simpatía es fundamental. Nace de la imperfección. Por ejemplo, una cosa que me ha gustado de ti, a pesar del drama que has montado con el coche, ha sido precisamente la simpatía. En cambio, debo decir que no hay nada que no me haya gustado.
Nick la mira, luego alza la ceja de repente.
—Hummm, demasiados piropos. Lo malo viene después. ¿Y bien?
—Pero, mira que llegas a ser desconfiado. Eso es lo que pienso. ¿No te acabo de decir que yo siempre digo lo que pienso?
—¿Y entonces las mentiras a tu madre?
—Lo mismo. En esos casos, digo siempre lo que pienso que le gustaría oír.
______ sube las piernas y vuelve a poner los pies en el asiento. Se abraza las rodillas.
—Baja los pies del asiento...
—Jo, qué muermo. —Y los pone sobre el salpicadero.
—Bájalos también de ahí.
—¡Eres un plasta!
—Venga, te llevo a casa. ¿Dónde vives?
—Ah, sí, te he encontrado un defecto. Eres demasiado cuadrado. Tienes que controlarlo todo. Qué se hace ahora, adónde se va, por qué. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué no quieres que se te escape nada? Eres un racionalizador de emociones. Un castigador de locuras. Un contable de las casualidades. La vida no se puede reducir a simples cálculos. Perdona, pero ¿de qué trabajas?
—Soy un creativo.
—¿Y cómo consigues crear nada si destruyes y sofocas cualquier imprevisto? La creación nace de un rayo, de un error respecto al curso habitual de las cosas. No hacemos nada bien hasta que dejamos de pensar en el modo de hacerlo.
—Hermoso. Te has puesto filosófica.
—No es mío. Es de William Hazlitt.
—¿Quién es?
—No lo sé. Sólo sé que lo dijo él... Lo leí en mi agenda.
Nick mueve la cabeza resignado.
—Estás en el último año de bachillerato, ¿no? El año de la Selectividad. He leído en algún sitio que ése es el punto máximo de conocimiento de una persona...
—Eso es una gilipollez.
—No creas. Luego uno elige su camino, se especializa, escoge una carrera determinada en la universidad y, a partir de entonces, sabrá mucho sobre el tema que haya elegido, pero sólo sobre eso.
—Oye, oírte decir eso me angustia.
—¿Por qué?
—Ves la vida como falta de libertad. La vida es libertad, tiene que serlo, tienes que conseguir que lo sea.
—Claro que sí, ¿quién te lo prohíbe? Por ejemplo, tendrás libertad para elegir facultad, ¿no? ¿A cuál quieres ir?
—Quiero hacer surf.
—No he dicho nada.
—Oye, tengo una idea. Gira por aquí. Recto, sigue recto y coge la última a la derecha.
—Pero ¡es de sentido único!
—¡Otra vez! ¡Madre mía, eres un plomo!
—No soy un plomo, soy responsable, quiero evitar un choque frontal. En cambio, tú eres una irresponsable. Como los que hemos visto antes en el ciclomotor. Si te metes por esa calle en contra dirección puedes causar un accidente gravísimo.
—Por el momento, el único que provoca accidentes eres tú. A menos que...
—¿Qué?
—Que se tratase de un plan para conocerme.
—Sí, ya ves qué plan... En ese caso, te hubiese parado y te habría preguntado quién eras sin estropear mi coche...
—Lástima, me hubiese gustado más que chocases a propósito para conocerme...
—¿Por qué tienes que ser tan niña?
—Es que soy una niña, papá. Mira, gira por aquí, a la derecha. Por aquí sí se puede.
—¿Y luego...?
—Luego ya estaremos en el centro. Via del Corso, ¿la conoces?
—Claro que la conozco, y también sé que allí no se puede aparcar.
—Y qué más te da. Venga, demos una vuelta. Eres un creativo, necesitas respirar el ambiente de la gente, crear con ellos, para ellos. Venga... —______ vuelve a coger el volante y lo gira de golpe—. Tuerce por aquí. —Y tira hacia ella—. ¡Aquí, aquí hay un sitio, métete, métete!
—¡Quieta, que nos la pegamos!
______ suelta el volante.
—Ok, pero métete aquí que nos viene perfecto.
—Sí, claro, perfecto para que me pongan una multa. ¿Es que tú no lees los carteles de «prohibido»?
—Bah, a esta hora los guardias están comiendo.
—Oh, claro, están todos comiendo. Porque los guardias, ya se sabe, no hacen turnos.
—¡Venga, calla de una vez y vamos! —Y ______ se baja al vuelo riéndose y sin darle tiempo a responder, mientras él todavía no ha frenado del todo. Nick mueve la cabeza y aparca donde ella le ha indicado. Baja y cierra el coche.
—Si me ponen una multa la pagamos a medias, ¿eh...?
______ lo coge del brazo.
—Claro, cómo no... primero te buscas un coche caro y luego te lamentas por una multa.
—Pero la multa no es opcional, yo no la he elegido, no la he pedido...
—Es cierto que eres un auténtico creativo, ¿eh? Siempre tienes la respuesta adecuada en el momento adecuado sobre el tema adecuado... Si yo hubiese sido tan rápida, ¿sabes la de deudas que me hubiese evitado?
—No me lo puedo creer. ¿Tan joven y ya tienes deudas?
—¿Qué te enredas? Me refiero a las clases.
Suena un teléfono móvil.
—Venga ya, esto sí que es fuerte. Te has puesto mi timbre de Vasco Rossi. No te pega, demasiado fuerte, esa música no te pega.
Desde luego, piensa Nick, no me pega. Me la puso Miley. Pero por supuesto, eso no se lo dice a ______. Se saca el móvil del bolsillo de la chaqueta y mira el número.
—Disculpa, me llaman de la oficina, tengo que cogerlo. ¿Sí?
—Hola, Nick, soy Giorgia. Ya estamos todos listos. Hemos recogido material, vídeos, todos los anuncios del pasado. Hay una avalancha de anuncios de caramelos. A lo mejor se nos ocurre algo si los vemos. Podríamos pasárnoslos rápido.
Nick mira a ______. Ésta está mirando un escaparate, inclina la cabeza a la derecha y después a la izquierda, está midiendo a ojo unos pantalones. Después se vuelve, mira a Nick, sonríe y arruga la nariz, como diciendo: «No, no me gustan».
—Ok, entonces empezad a verlos vosotros.
—Y tú, ¿a qué hora vas a venir?
—Más tarde. En seguida estoy ahí.
Al oír esta frase, ______ mueve la cabeza. Saca al vuelo un folio de su mochila y se pone a escribir a toda prisa. Luego se lo enseña.
«No se habla del tema. Hoy trabajo de inspiración libre. Díselo. Creatividad y locura. ¡Qué cojones!» ______ se lo agita delante de las narices. Tan cerca que Nick casi no puede leerlo.
—Un momento, Giorgia, disculpa un segundo...
Nick mira el folio. ______ tiene razón. Vuelve a coger el teléfono y lee en voz alta.
—Ni hablar, hoy inspiración libre, creatividad y locura... ¡Qué...! —Se detiene. Mira a ______. Mueve la cabeza por la palabrota—. ¡Qué demonios! De vez en cuando hace falta, ¿no?
Nick cierra los ojos, esperando la reacción de su copywriter. Momento de silencio.
—Tienes razón, Nick. Muy bien, me parece una idea excelente. Cortar un poco. Creo que esta pausa dará buenos frutos. Lo haremos así. Nos vemos por la mañana. ¡Adiós! —Y cuelga.
Nick se queda mirando perplejo su móvil.
—Increíble.
Luego se lo vuelve a meter en el bolsillo.
______ sonríe y se encoge de hombros.
—¿Has visto? Estaba de acuerdo conmigo.
—Qué extraño, nunca lo hubiese esperado de ella. Normalmente está ansiosa, siempre trabaja como una loca...
—¿Cuánto tiempo has dicho que tenéis para ese proyecto?
—Un mes.
—Incluso demasiado.
—A mí no me lo parece.
—Pues sí, porque mira, las mejores soluciones las encuentras al vuelo. Están ahí, en el aire, listas para nosotros. Basta con atraparlas. Depende siempre del momento que estemos viviendo, claro, pero pensar demasiado en una cosa puede estropearla.
—¿Eso también es de William Hazlitt?
—No, modestamente, eso es mío.
—¿Sí? ¡Ah!, ¿así que finalmente has guardado mi número?
—Sí.
—¡Estupendo! ¿Y bien?
—¿Y bien qué?
—Que cuánto vas a tardar, venga date prisa...
—Casi estoy llegando...
—Mira que si llega mi madre y me ve, me meto en un lío.
—¿Por qué dices que...?
Clic.
—¿Sí? ¿Sí, ______? —Nick mira su teléfono—. No me lo puedo creer. Ha vuelto a colgarme. ¡Qué vicio! —Mueve la cabeza, después toma una curva a la derecha y acelera, dirigiéndose a toda prisa hacia el instituto. Llega a la esquina. ______ ya está allí. Corre hacia el Mercedes, casi se le echa encima. Intenta abrir la puerta, pero el cierre automático está puesto. ______ golpea el cristal.
—Venga, abre, abre...
—Para, que me vas a romper el cristal.
Nick aprieta un botón. Se desbloquean los seguros. ______ se tumba dentro y casi se agacha en el suelo, luego lo mira de un modo suplicante.
—¡Vamos, vamos!
Nick se estira desde su asiento y cierra la puerta que ha quedado abierta. Después arranca con calma y, con un lento zigzag entre los coches aparcados que aguardan la salida de los alumnos de demás clases, se aleja. ______ sube poco a poco hacia su asiento.
Mira fuera.
—¿Ves aquella señora que está junto al escarabajo?
—Sí, la veo.
______ vuelve a agacharse para esconderse.
—Pues ésa es mi madre. No te detengas, no te detengas, vamos, acelera.
Nick continúa conduciendo tranquilo.
—Ya la hemos pasado. Ya puedes sentarte bien.
______ se acomoda en su asiento y mira por el espejo retrovisor. Su madre ya está lejos.
—Una mujer hermosa.
______ lo fulmina con la mirada.
—No hables de mi madre.
—En realidad era sólo un cumplido.
—Para ti mi madre no existe, ni siquiera para un cumplido.
El móvil de ______ empieza a sonar.
—¡No! ¡Me está llamando! Demonios, esperaba que me diese un poco más de tiempo... Un poco de calma. Para ahí.
Nick, obediente, se detiene en el arcén. ______ le indica por señas que se mantenga callado.
—Chissst —hace. Y abre su teléfono para responder—. ¡Mamá!
—¿Dónde estás?
—Estoy en casa de Olly. Hoy hemos salido un poco antes.
—Pero ¿cómo? ¿No te acuerdas de que hoy tenía que pasar a buscarte, que dejabas el ciclomotor y nos íbamos a la peluquería?
______ se golpea la frente con la mano.
—Es verdad, mamá..., demonios, se me había olvidado por completo, disculpa.
Simona, la madre de ______, mueve la cabeza.
—Ya veo que no estás en lo que tienes que estar. Debe de ser la proximidad de los exámenes o ese novio que no te deja un segundo... ¿cómo se llama?, Fabio.
—Mamá, ¿tenemos que hablar justo ahora? Estoy en casa de Olly. —______ mira a Nick como diciendo: me estoy pasando, ¿verdad?—. De todos modos ya lo hemos dejado.
—Oh, por fin una buena noticia.
—¡Mamá!
—¿Qué pasa?
—¡No me digas eso! ¿Y si vuelvo con él?
—¡Justamente por eso te lo digo, para que así no vuelvas con él! Además, nos lo prometimos, ¿no? Debemos decírnoslo todo siempre.
—Ok, ok, está bien. Oye, ahora me voy a comer algo con Olly, volveré tarde, no me esperes, ¿de acuerdo?
—Perdona, ______, pero ¿no tienes que estudiar?
—Adiós, mamá...
También Simona se queda con un móvil mudo en la mano. Su hija ha colgado.
______ pone su móvil en modo silencio y bloquea el teclado. Se apoya sobre una mano y se vuelve a guardar el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón. Nick la mira y sonríe.
—¿Le dices muchas mentiras a tu madre?
—No muchas... Por ejemplo, es cierto que lo hemos dejado. Y además, ¿a ti qué te importa? Ni que fueses mi padre.
—Por eso mismo te lo pregunto, porque no lo soy. Si lo fuese, nunca me responderías.
—¡Virgen santa, qué filosófico eres! Gira ahí, venga, aquí, de prisa. —______ coge el volante por un lado y casi lo ayuda a dar la curva. El coche da un pequeño bandazo, invadiendo el carril contrario, pero consigue recuperar la trayectoria.
—Estáte quieta. Pero ¿qué haces? ¡Deja el volante! Por poco nos la pegamos.
______ vuelve a sentarse bien en su asiento.
—Vaya, sí que eres maniático, ¿eh?
—Qué tiene que ver ser maniático con esto. Sólo hace falta que me lo abolles también por delante y entonces sí que estamos apañados, ya puedo ir tirando el coche.
—Exagerado.
—¿Has visto ya el porrazo que me has dado en el lateral con tu ciclomotor?
—El porrazo... Un arañazo de nada. Exagerado, ya te digo, eres un exagerado.
—Claro, a ti qué más te da, el coche es mío.
—Vaya, ahora te pareces a mi madre. Ahora mismo estamos estudiando eso precisamente, la propiedad. ¡Cuidado!
Nick frena y clava el coche de golpe. Un muchacho trigueño sobre un ciclomotor hecho polvo, con una muchacha de pelo castaño abrazada con fuerza a su cintura, atraviesa sin respetar el stop. No se dan cuenta de nada. O les trae sin cuidado. Nick baja su ventanilla.
—¡Imbéciles! —Pero ya están lejos los dos—. ¿Tú has visto? No se han detenido en el stop, ni siquiera han mirado... Y luego dicen que hay accidentes.
—Venga, no seas plomo. Lo importante es que los has visto y has podido evitarlos, ¿no? Quizá tienen una cita importante...
—Sí, así vestidos.
—A lo mejor tienen una prueba. Necesitan trabajar. No todos son hijos de papá, ¿sabes? Madre mía... qué antiguo eres. ¿Todavía sigues juzgando a las personas por cómo se visten?
—No es sólo la ropa... es todo en conjunto. La falta de respeto. De valores. A lo mejor son como aquellos chicos de los libros de Pasolini, de la periferia romana, descontentos... Que necesitan ayuda, que se les haga entender cómo son las cosas...
—¿Pasolini? Ya, y a lo mejor vienen de Parioli y se les sale la pasta por debajo del sillín hecho polvo. ¿Tú qué sabes? ¡Jo, pareces de verdad mi padre!
—Oye, me has obligado a venir a buscarte y está bien... pero ¿tenemos que pasamos el rato discutiendo?
—No, para nada. Pero si te hubieses llevado por delante a aquellos dos, yo no habría testificado a tu favor...
—Entiendo. Quieres discutir.
—No, ya te lo he dicho. Sólo te recuerdo que esta mañana estabas distraído y me diste. ¿O pretendes negarlo?
Nick la mira.
—Si así fuese no estaría aquí.
—Menos mal. Bueno, tuerce en la próxima.
—Pero ¿adónde vamos?
—Al mecánico. Le he mandado un sms a última hora, me ha dicho que me esperaría... Ahora vuelve a girar ahí, a la derecha... Bien, despacio, despacio, está justo aquí detrás. Ya llegamos.
Pero la persiana del mecánico ya está bajada.
—Nooo, no me ha esperado... Ha cerrado. Y ahora, ¿qué? Demonios. ¿Qué hago?
—¿Cómo que qué haces? Ahora tienes chófer particular, ¿no?
—Qué va, hoy tengo que ir a un montón de sitios sin ti.
—Ya, claro.
—¿Qué quiere decir «ya, claro»?
—Que yo no estaba previsto. No podías prever de antemano ir a todos esos sitios conmigo.
—Desde luego. No nos conocíamos... —______ se baja del coche—. Tú eres sólo un accidente. —Y cierra la puerta.
—Sí, lo sé. Pero un accidente puede ser positivo o negativo. Depende de cómo lo mires. Del modo en que cambie tu vida a partir de ese momento, ¿no?
______ se acerca a su ciclomotor, que está aparcado junto a la persiana. Se monta. Da dos patadas al pedal. Intenta arrancarlo. Nada que hacer.
—Por el momento —le dice—, algo ha dejado KO a Mila.
—¿A Mila? ¿Quién es Mila?
—¡Mi ciclomotor!
—¿Y por qué Mila?
—¿Es que siempre tiene que haber un porqué?
—Madre mía, mira que llegas a ser pesada...
______ casi ni lo oye y se mete debajo del ciclomotor.
—Lo sabía, se ha salido la bujía. Por eso después del golpe no arrancaba. —______ se pone de nuevo en pie y se acerca al Mercedes—. ¡Qué mierda! —Se limpia las manos en sus téjanos descoloridos que de inmediato se pringan con una grasa oscura. Luego hace ademán de subir al coche.
—Perdona, ¿qué haces?
—¿Cómo que qué hago? Subir.
—Ya lo veo; pero mírate, estás toda sucia. Un momento, usa esto, —y Nick le pasa una gamuza beige claro sin estrenar.
______ le sonríe. Luego se limpia las manos.
—Por si lo quieres saber, Mila viene de camomila, quizá porque ir en ciclomotor me relaja... En el fondo es cierto, hay un porqué... ¿Sabes?, entre nosotros es todo perfecto.
—¿A qué te refieres con «entre nosotros»?
—Somos tan completamente distintos... En todo. Corremos el riesgo de enamorarnos perdidamente el uno del otro.
Nick sonríe y arranca.
—Tú sí que vas directa al grano.
—¿Y qué hay de malo en eso? ¿De qué sirve darle vueltas? El mundo ya se ocupa de dar las vueltas, ¿no? Yo voy directa.
—¿Por qué eres así? —Nick se vuelve y la mira, intentando estudiarla—. ¿Una desilusión amorosa? ¿Hija de padres separados? ¿Sufriste violencia de pequeña?
—No, de mayor. Justo esta mañana, por parte de uno con un Mercedes... Yo voy al grano, pero tú te pasas. Además no te enteras de nada. No sé por qué soy así. ¿Y qué quiere decir «por qué»? Ya te lo he dicho, a veces no hay un porqué. Soy así y basta, digo lo que pienso. Todavía puedo, ¿no?
Nick le sonríe.
—Es cierto, tienes toda una vida por delante.
—También tú. La vida se acaba sólo cuando se deja de vivir. ¿Te gusta?
—Sí.
—Es mío. Copyright ______. Pero te la presto de buen grado, porque estoy en un momento de rara felicidad. Me siento libre, feliz, tranquila... Me da miedo que al decirlo se desvanezca... —Nick la mira. Es guapa. Es alegre. Es jovencísima—. Y por encima de todo, estoy contenta de mi decisión.
—¿Te refieres a lo que has decidido estudiar?
—Pero ¿qué dices? Anoche volví a decirle a mi novio que se había acabado definitivamente. Cancelado. Pulverizado. Desintegrado. Desvanecido. Evaporado...
—Vale, he captado el concepto. Pero, si utilizas todos esos verbos quiere decir que ha sido una historia importante.
—Para nada.
—Ya, ahora te quieres hacer la dura conmigo. Lo debes de haber pasado muy mal.
—Hoy no. Pero aquella noche que fue al concierto de Robbie Williams con un amigo suyo, sí.... Entiéndelo, no me llevó con él. No me llevó a mí y se llevó a su amigo, ¡¿te das cuenta?!... Ese día sí que lo pasé fatal. Pero seguí divirtiéndome y, cuando decidí que se había acabado, dejó de importarme.
—Lo entiendo, pero entonces, ¿por qué estás tan enfadada?
—Por no haber cortado antes; por no haber sabido escuchar a mi corazón.
—Bueno, a lo mejor era que todavía no estabas preparada.
—No es cierto. Lo único que hice fue mentirme a mí misma. Siempre es así cuando arrastras las cosas. Aún pasaron dos meses desde que tomé la decisión. Me mentí a mí misma durante dos meses. Y eso no es bueno. Se le puede mentir a todo el mundo, pero no a una misma.
—De acuerdo, pero de todos modos, más vale tarde que nunca, ¿no?
—Hala, ahora te pareces a mi tía.
—¿Y qué tengo que decir? ¿No debo dirigirte la palabra?
—Eso es justo lo que me hace siempre mi hermano.
—Ya entiendo por qué te sientes tan bien conmigo, te parece que estás con toda tu familia.
______ se echa a reír.
—Eso sí que ha estado bien. Te lo juro, me has hecho reír... Empiezo a mirarte con otros ojos. En serio, de verdad.
—¿He ganado puntos?
—Alguno, pero todavía te falta mucho, el accidente con mi Mila te ha quitado por lo menos veinte... Además, te vistes de jovencito.
—¿Y eso? —Nick se mira.
—Traje oscuro y calzado con Adidas, camisa color celeste demasiado clara, cuello desabotonado y sin corbata.
—¿Y...?
—Un intento desesperado por recuperar el tiempo perdido. Al menos Proust se limitaba a escribir al respecto, no se paseaba por ahí vestido así.
—Dejando a un lado el hecho de que en su época las Adidas no existían, ésta es mi ropa de trabajo. Cuando estoy con mis amigos voy mucho más deportivo.
—O sea, aún más desesperadamente de jovencito infiltrado. Como diciendo: «¡Eh, chicos, miradme, soy uno de vosotros!» Pero ya no lo eres. Te das cuenta, ¿verdad?
Nick sonríe y mueve la cabeza.
—Lo siento, pero te has hecho una idea equivocada sobre mí.
______ sube sus rodillas hasta el pecho y apoya los zapatos en el asiento.
—¡Bájalos! —Nick le da un manotazo en las piernas.
—Pesado, pesado. —Después lo mira y pone cara pícara. Se le acaba de ocurrir algo—. Vale, te propongo un juego. ¿Qué es lo que te ha gustado de mí?
—¿Por qué, es que por fuerza tenía que gustarme algo?
—Bueno, lo normal cuando conoces a alguien es que haya cosas que te gusten y a lo mejor otras que no, ¿no? Qué sé yo. A lo mejor no te gusta un perfume demasiado fuerte, o el cabello demasiado largo, si mastica mal el chicle, si se mueve demasiado, si pone los pies en el asiento... Por ejemplo, estoy segura de que no te han gustado mis tetas. —______ se las aprieta un poco—. Claro que en estos momentos están un poco pequeñas, he adelgazado. Estoy participando en un torneo de voleibol... ¿sabes?, vamos en tercer lugar... Bueno, da igual. En todo caso, me di cuenta de que eso no fue lo primero que miraste cuando nos conocimos.
—No, desde luego, lo primero que miré fue el lateral del coche.
—¡Ya vale con eso! Lo que te digo es que hay algunos mayores, como tú vaya, que cuando te ven por primera vez en seguida te miran las tetas. Vete tú a saber qué es lo que buscan en una teta. ¿Qué secreto, qué misterio de la mujer creen que pueda esconderse en una teta? Así pues, ¿qué es lo que te ha gustado de mí?
Nick la mira un instante. Después sigue conduciendo tranquilo y sonríe.
—Me ha gustado tu valentía. Después del accidente te has levantado en seguida. No has tenido miedo. No has perdido el tiempo. Has afrontado de inmediato la realidad. Fuerte... En serio. Es en esos momentos, en las cosas dolorosas e imprevistas, cuando se ven las verdaderas cualidades de las personas.
—¡Entonces, según esa regla de tres, tú eres terrible! ¡Has gritado como un loco! ¡Estabas preocupado por el coche!
—Qué va. Sólo porque ya había visto que no te había pasado nada.
—Sí, sí, y yo que me lo creo... —______ se pone seria—. ¿Y qué es lo que no te ha gustado de mí?
Nick no sabe cómo empezar.
—Bueno... a ver, veamos... —La lista parece más bien larga.
—¡Bueno, no, no, espera, lo he pensado mejor... No quiero saberlo en absoluto!
Nick sigue conduciendo divertido.
—Bueno, si uno no hace autocrítica nunca mejorará en nada.
—¿Y quién te ha dicho que yo quiera mejorar? De todas las chicas que conozco, yo ya estoy bastante por encima de la media... Aunque, tampoco me apetece volverme demasiado loca. Está claro que entonces ya no le resultaría simpática a nadie..., y la simpatía es fundamental. Nace de la imperfección. Por ejemplo, una cosa que me ha gustado de ti, a pesar del drama que has montado con el coche, ha sido precisamente la simpatía. En cambio, debo decir que no hay nada que no me haya gustado.
Nick la mira, luego alza la ceja de repente.
—Hummm, demasiados piropos. Lo malo viene después. ¿Y bien?
—Pero, mira que llegas a ser desconfiado. Eso es lo que pienso. ¿No te acabo de decir que yo siempre digo lo que pienso?
—¿Y entonces las mentiras a tu madre?
—Lo mismo. En esos casos, digo siempre lo que pienso que le gustaría oír.
______ sube las piernas y vuelve a poner los pies en el asiento. Se abraza las rodillas.
—Baja los pies del asiento...
—Jo, qué muermo. —Y los pone sobre el salpicadero.
—Bájalos también de ahí.
—¡Eres un plasta!
—Venga, te llevo a casa. ¿Dónde vives?
—Ah, sí, te he encontrado un defecto. Eres demasiado cuadrado. Tienes que controlarlo todo. Qué se hace ahora, adónde se va, por qué. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué no quieres que se te escape nada? Eres un racionalizador de emociones. Un castigador de locuras. Un contable de las casualidades. La vida no se puede reducir a simples cálculos. Perdona, pero ¿de qué trabajas?
—Soy un creativo.
—¿Y cómo consigues crear nada si destruyes y sofocas cualquier imprevisto? La creación nace de un rayo, de un error respecto al curso habitual de las cosas. No hacemos nada bien hasta que dejamos de pensar en el modo de hacerlo.
—Hermoso. Te has puesto filosófica.
—No es mío. Es de William Hazlitt.
—¿Quién es?
—No lo sé. Sólo sé que lo dijo él... Lo leí en mi agenda.
Nick mueve la cabeza resignado.
—Estás en el último año de bachillerato, ¿no? El año de la Selectividad. He leído en algún sitio que ése es el punto máximo de conocimiento de una persona...
—Eso es una gilipollez.
—No creas. Luego uno elige su camino, se especializa, escoge una carrera determinada en la universidad y, a partir de entonces, sabrá mucho sobre el tema que haya elegido, pero sólo sobre eso.
—Oye, oírte decir eso me angustia.
—¿Por qué?
—Ves la vida como falta de libertad. La vida es libertad, tiene que serlo, tienes que conseguir que lo sea.
—Claro que sí, ¿quién te lo prohíbe? Por ejemplo, tendrás libertad para elegir facultad, ¿no? ¿A cuál quieres ir?
—Quiero hacer surf.
—No he dicho nada.
—Oye, tengo una idea. Gira por aquí. Recto, sigue recto y coge la última a la derecha.
—Pero ¡es de sentido único!
—¡Otra vez! ¡Madre mía, eres un plomo!
—No soy un plomo, soy responsable, quiero evitar un choque frontal. En cambio, tú eres una irresponsable. Como los que hemos visto antes en el ciclomotor. Si te metes por esa calle en contra dirección puedes causar un accidente gravísimo.
—Por el momento, el único que provoca accidentes eres tú. A menos que...
—¿Qué?
—Que se tratase de un plan para conocerme.
—Sí, ya ves qué plan... En ese caso, te hubiese parado y te habría preguntado quién eras sin estropear mi coche...
—Lástima, me hubiese gustado más que chocases a propósito para conocerme...
—¿Por qué tienes que ser tan niña?
—Es que soy una niña, papá. Mira, gira por aquí, a la derecha. Por aquí sí se puede.
—¿Y luego...?
—Luego ya estaremos en el centro. Via del Corso, ¿la conoces?
—Claro que la conozco, y también sé que allí no se puede aparcar.
—Y qué más te da. Venga, demos una vuelta. Eres un creativo, necesitas respirar el ambiente de la gente, crear con ellos, para ellos. Venga... —______ vuelve a coger el volante y lo gira de golpe—. Tuerce por aquí. —Y tira hacia ella—. ¡Aquí, aquí hay un sitio, métete, métete!
—¡Quieta, que nos la pegamos!
______ suelta el volante.
—Ok, pero métete aquí que nos viene perfecto.
—Sí, claro, perfecto para que me pongan una multa. ¿Es que tú no lees los carteles de «prohibido»?
—Bah, a esta hora los guardias están comiendo.
—Oh, claro, están todos comiendo. Porque los guardias, ya se sabe, no hacen turnos.
—¡Venga, calla de una vez y vamos! —Y ______ se baja al vuelo riéndose y sin darle tiempo a responder, mientras él todavía no ha frenado del todo. Nick mueve la cabeza y aparca donde ella le ha indicado. Baja y cierra el coche.
—Si me ponen una multa la pagamos a medias, ¿eh...?
______ lo coge del brazo.
—Claro, cómo no... primero te buscas un coche caro y luego te lamentas por una multa.
—Pero la multa no es opcional, yo no la he elegido, no la he pedido...
—Es cierto que eres un auténtico creativo, ¿eh? Siempre tienes la respuesta adecuada en el momento adecuado sobre el tema adecuado... Si yo hubiese sido tan rápida, ¿sabes la de deudas que me hubiese evitado?
—No me lo puedo creer. ¿Tan joven y ya tienes deudas?
—¿Qué te enredas? Me refiero a las clases.
Suena un teléfono móvil.
—Venga ya, esto sí que es fuerte. Te has puesto mi timbre de Vasco Rossi. No te pega, demasiado fuerte, esa música no te pega.
Desde luego, piensa Nick, no me pega. Me la puso Miley. Pero por supuesto, eso no se lo dice a ______. Se saca el móvil del bolsillo de la chaqueta y mira el número.
—Disculpa, me llaman de la oficina, tengo que cogerlo. ¿Sí?
—Hola, Nick, soy Giorgia. Ya estamos todos listos. Hemos recogido material, vídeos, todos los anuncios del pasado. Hay una avalancha de anuncios de caramelos. A lo mejor se nos ocurre algo si los vemos. Podríamos pasárnoslos rápido.
Nick mira a ______. Ésta está mirando un escaparate, inclina la cabeza a la derecha y después a la izquierda, está midiendo a ojo unos pantalones. Después se vuelve, mira a Nick, sonríe y arruga la nariz, como diciendo: «No, no me gustan».
—Ok, entonces empezad a verlos vosotros.
—Y tú, ¿a qué hora vas a venir?
—Más tarde. En seguida estoy ahí.
Al oír esta frase, ______ mueve la cabeza. Saca al vuelo un folio de su mochila y se pone a escribir a toda prisa. Luego se lo enseña.
«No se habla del tema. Hoy trabajo de inspiración libre. Díselo. Creatividad y locura. ¡Qué cojones!» ______ se lo agita delante de las narices. Tan cerca que Nick casi no puede leerlo.
—Un momento, Giorgia, disculpa un segundo...
Nick mira el folio. ______ tiene razón. Vuelve a coger el teléfono y lee en voz alta.
—Ni hablar, hoy inspiración libre, creatividad y locura... ¡Qué...! —Se detiene. Mira a ______. Mueve la cabeza por la palabrota—. ¡Qué demonios! De vez en cuando hace falta, ¿no?
Nick cierra los ojos, esperando la reacción de su copywriter. Momento de silencio.
—Tienes razón, Nick. Muy bien, me parece una idea excelente. Cortar un poco. Creo que esta pausa dará buenos frutos. Lo haremos así. Nos vemos por la mañana. ¡Adiós! —Y cuelga.
Nick se queda mirando perplejo su móvil.
—Increíble.
Luego se lo vuelve a meter en el bolsillo.
______ sonríe y se encoge de hombros.
—¿Has visto? Estaba de acuerdo conmigo.
—Qué extraño, nunca lo hubiese esperado de ella. Normalmente está ansiosa, siempre trabaja como una loca...
—¿Cuánto tiempo has dicho que tenéis para ese proyecto?
—Un mes.
—Incluso demasiado.
—A mí no me lo parece.
—Pues sí, porque mira, las mejores soluciones las encuentras al vuelo. Están ahí, en el aire, listas para nosotros. Basta con atraparlas. Depende siempre del momento que estemos viviendo, claro, pero pensar demasiado en una cosa puede estropearla.
—¿Eso también es de William Hazlitt?
—No, modestamente, eso es mío.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Veinte
—Cierra los ojos, Nick, ciérralos. Respira, respira a la gente. —______ camina con los ojos entrecerrados, entre las personas que pasan rozándola y mira un poco hacia arriba, hacia el cielo—. ¿La notas? Es ella... Es la gente que debe guiar tu corazón. No pienses en nada y respira.
Entonces se detiene. Abre los ojos. Nick está quieto, un poco más atrás, todavía los ojos cerrados y olfateando el aire. Abre un poco un ojo y la mira.
—Noto un olor verdaderamente extraño...
______ sonríe.
—Así es. Hace un momento ha pasado un coche de caballos.
En el suelo, junto a Nick, están todavía sus «huellas».
—Ahora entiendo por qué todos me parecían gente de m...
—Gracioso. Ese chiste ha estado bien. En serio. Me parto. ¿Y qué cargo tienes en tu empresa?
—Uno importante.
—Lo que faltaba. Así que eres un enchufado.
—En absoluto. Me licencié en la Bocconi de Milán, después hice un máster en Nueva York y estoy donde estoy, sin necesidad de ninguna ayuda externa.
—Dime al menos que no haces este tipo de chistes en la oficina.
—Cómo que no, todos los días.
—Pero ¿qué eres exactamente?
—Director creativo.
—Director creativo... claro ¡por eso todos se ríen de tus chistes! Haz una cosa. Escribe todos tus chistes y haz que los diga la mujer de la limpieza. Después de dos días de que los vaya diciendo por ahí comprueba si todos se ríen o ella llora porque la han despedido.
—Eso es envidia.
—No, lo siento, es la pura realidad. Si acaso tuviese envidia, la tendría de quien inventase una variante superguay de surf para una tabla gun, a lo mejor mejorando la popa roundtail para poder trazar curvas más largas. O podría estar envidiosa de quien tuvo la idea de construir un reef artificial en el kilómetro 58 de la carretera Aurelia. Una pasada. Pero desde luego, a quien no envidio es a un director creativo. Por cierto, ¿qué se esconde de verdad bajo ese título?
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que, aparte de tus chistes, ¿qué es lo que haces en concreto en tu empresa?
—Me invento esos anuncios que tanto te gustan, en los que hay una música bonita, una mujer preciosa y sucede algo hermoso. Resumiendo, yo pienso en esas cosas que se te quedan «grabadas» en la mente para que cuando vayas a comprar o entres en una tienda, no puedas evitar coger lo que yo te he sugerido.
—Dicho así suena bien. O sea que tú logras convencer a la gente de que haga algo...
—Más o menos.
—Entonces, podrías ir a hablar con mi profe de mates, que no me deja en paz.
—Para milagros, aún nos estamos preparando.
—Es viejo. Ya lo había oído.
—Me lo inventé yo hace muchos años y me lo robaron.
—En realidad yo lo sabía así... Hacemos lo posible, intentamos lo imposible, estamos ensayando para los milagros. ¡Salía en la serie de televisión «Dios ve y provee»!
—Estás preparadísima, te lo sabes todo, ¿eh?
—Sólo lo que necesito. Ven, ¿entramos aquí, en Mensajes Musicales?
Y lo arrastra tras ella, casi tirando de él hacia una tienda enorme llena de CD, libros, DVD. Y también vídeos y casetes.
—Eh, hola, Pepe. —______ saluda a un vigilante enorme que está en la entrada. Camiseta negra, pantalones negros y enormes bíceps blancos, tensos como la piel de su cabeza rapada.
—Hola, ______. Hoy de paseo desde primera hora de la tarde, ¿eh?
—Sí, me apetecía, hace un calor... Y aquí tenéis aire acondicionado.
Pepe pone una pose e imita un anuncio.
—Uuuuh, ______... hace calor...
Ella se echa a reír
—¡No hace tanto calor!
Entran en la tienda y en seguida se pierden entre miles de estanterías. ______ coge un libro y lo hojea. Nick se acerca a ella.
—¿Sabes? Ese anuncio con el que ha bromeado Pepe, tu amigo energúmeno, lo hizo la competencia.
—Pepe no es un energúmeno. Es un muchacho muy dulce. Una persona estupenda. ¿Ves cómo te dejas engañar por las apariencias, por la imagen? Músculos, camiseta negra, cabeza rapada, por lo tanto es malo.
—Yo trabajo con las apariencias, con la imagen. Has sido tú quien me ha dicho que me mezclase con la gente, ¿no?
—No, yo te he dicho que respiraras a la gente. No que la mirases de un modo superficial. Te basta una camiseta negra ajustada y dos músculos para catalogarlo. Pues se licenció en Biotecnología.
—Yo no he emitido ningún juicio.
—Peor aún, lo has catalogado sin más.
—Sólo he dicho que estaba citando el anuncio de nuestros adversarios.
—En ese caso, vuestros adversarios son buenísimos. Y ganarán.
—Gracias. Haces que tenga ganas de volver al despacho.
—Vale, hazlo, así seguro que pierdes. Tienes que respirar a la gente, no los sillones del despacho. A lo mejor hasta en Pepe podrías encontrar la inspiración. Y tú vas y lo tratas mal.
—¿Otra vez? No lo he tratado mal. Además, ¿tú crees que yo soy tan estúpido como para tratar mal a un tipo así?
—En su cara no, pero por detrás, por la espalda sí... ¡Lo acabas de hacer!
—Basta... Me rindo.
—Mira, tienen los CD de Damien Rice... «O», «B-Sides» Y este último, «9», que es precioso. Déjame escucharlo un poco... —______ coge los cascos. Selecciona la pista 10—. Mira que título más bonito, Sleep Don't Weep... —Y empieza a escuchar la música, moviendo la cabeza. Después se quita los cascos—. Sí, sí, me lo compro. Me inspira. Bonito, romántico. ¿Y sabes qué? Me compro también «O», tiene las otras canciones, además de The Blower's Daughter...
—Una música preciosa, aunque Closer fuese una película llena de sueños rotos.
—Entonces no nos pega... La banda sonora de nuestra historia tiene que ser positiva, ¿no?
—Perdona, ¿qué historia?
—Cada momento es una historia... Depende de lo que quieras hacer después.
Nick se queda mirándola. ______ sonríe.
—No te asustes... ¡Eso no salía en esa película!, sino en Nanuk, el esquimal, es preciosa... Vamos, va.
Nick y ______ se dirigen a la caja. ______ saca su monedero del bolso para pagar, pero él se le anticipa.
—Ni hablar, te lo regalo yo.
—Eh, que yo no me pienso sentir en deuda después, ¿eh?
—Eres demasiado precavida y desconfiada. ¿Con quién sales habitualmente? Digamos que se trata de una pequeña indemnización por el accidente de hoy.
—Pequeñísima. Todavía falta reparar el ciclomotor.
—Lo sé, lo sé.
Salen y continúan por via del Corso, que está llena de gente.
—¿Lo ves? Me pongo enferma. No tienen dinero, viven en la periferia y éste es su único pasatiempo. Hay música, metro, tiendas, algún espectáculo callejero... ¿ves aquel mimo? —Un señor mayor pintado de blanco adopta mil posturas diferentes para quien le echa algún céntimo en la escudilla—. Mira aquel otro.
Se unen a un grupo de gente que está quieta mirando algo. En la acera, un anciano de punta en blanco, con un sombrero de paja, camisa clara, chaqueta de lino y pajarita oscura, tiene una urraca en el hombro. El hombre silba algo.
—Venga, Francis ¡baila para los señores!
La urraca da toda una serie de pasos, y se desplaza a lo largo del brazo del señor manteniendo el ritmo. Llega hasta la mano y luego regresa al hombro.
—Muy bien, Francis, ahora dame un beso. Y la urraca se lanza sobre un grano de maíz que él sostiene entre sus labios y se lo roba con delicadeza. Luego, con un pequeño salto el pájaro deja caer el grano dentro de su pico y se lo traga. ______ aplaude feliz.
—¡Bravo, Francis, es demasiado, bravo por los dos!
______ se mete las manos en los bolsillos, encuentra algunas monedas y las deja caer en el pequeño nido que está apoyado sobre una mesita allí al lado.
—Gracias, gracias, es muy amable. —El hombre se levanta el sombrero y se inclina, dejando al descubierto su cabeza pelada.
—¡Felicidades! ¿Tardó mucho en enseñarle a Francis estas cosas? ¿La música, las órdenes y todo lo demás?
El hombre sonríe.
—¿Bromea, señorita? Es Francis quien me lo ha enseñado todo. ¡Yo ni siquiera sabía silbar!
______ mira a Nick con entusiasmo.
—Venga, no seas tacaño... Dale algo tú también...
Nick abre su cartera.
—Sólo tengo billetes...
—¡Pues dale éste!
______ saca un billete de cincuenta euros y lo mete en el nido de la urraca. Nick no logra detenerla. Y además ya es demasiado tarde. El señor se da cuenta. Se queda boquiabierto. Después sonríe a ______.
—Gracias... venga... métase uno de estos granos en la boca.
—¿Yo? ¿No es peligroso?
—¡Claro que no! Francis es buenísima. Tenga.
______ obedece y se mete el grano en la boca. Francis sale volando. De improviso, se detiene a un milímetro de su boca, suspendida en el aire batiendo con ligereza las alas. En ese momento, ______ cierra los ojos mientras Francis alarga el pico y le roba el granito de los labios. ______ nota un toque ligerísimo y, medio asustada, tiene un escalofrío. Luego vuelve a abrir los ojos.
—¡Socorro!
Pero Francis ya está de vuelta sobre el hombro de su dueño.
—¿Ha visto?, lo ha conseguido...
______ aplaude contentísima.
—¡Muy bien! ¡Ha sido genial!
Justo en ese momento, por detrás pasa un macarra con el pelo largo, acompañado de unos amigos de la misma calaña.
—¡Oye, guapa, si tanto te gusta besar a los pajaritos, te presto el mío! ¡Está amaestrado! —Y se tronchan de risa mientras se alejan.
—¡Ni muerta! Ni se te ocurra sacarlo de la jaula... —le grita ______ por detrás. El tipo la manda a paseo con un gesto desde lejos.
—¿Quieres que les diga algo? —pregunta Nick.
—¿Para qué? Ya está resuelto. El chico con el que salía antes saltaba por cualquier cosa. ¿Sabes qué pasaba cuando estaba él? Peleas, problemas... Se liaba a mamporros por nada. No lo soportaba.
—Ya veo, debía de ser durillo, ¿no?
—Mira, los que ladran así después no muerden. Éste iba de boquilla. No vale la pena perder el tiempo. Además, justo por esto dejé a mi ex. ¿Y ahora qué? ¿Salgo contigo y haces lo mismo?
—Dejando aparte el hecho de que tú y yo no estamos saliendo.
—Ah ¿no?
—No.
—Qué extraño, yo diría que estamos juntos por la calle...
—Sí, pero no porque esto sea una cita.
—Pero, ¿dónde está el problema? ¿Tienes una mujer celosa?
—A decir verdad, en este momento no tengo mujer.
—Ah, ¿también tú lo has dejado?
Y aunque le parece absurdo hablar del tema con ella, no consigue mentirle.
—Sí, algo así.
—Entonces, ¡¿qué más te da?! ¡Disfruta de este momento y basta! Qué fastidioso eres, ¿eh? Siempre tienes que controlarlo todo.
______ se pone a caminar de prisa y lo adelanta. Nick se queda allí, delante del hombre que lo mira con la urraca en su hombro. Éste alza las cejas y sonríe.
—La señorita tiene razón. —Y luego, temiendo que Nick pudiera arrepentirse, lo mira, sonríe y se mete los cincuenta euros en el bolsillo.
Nick la alcanza.
—______, espera. Vale, estamos saliendo pero no estamos saliendo, así que todavía tenemos que salir, ¿ok? Mejor así, ¿no?
—Si tú lo dices...
—Venga, no te enfades.
—¿Yo? Pero ¡quién se enfada! —Y se echa a reír. ______ se coge del brazo de Nick—. Oye, un poco más allá hay un sitio donde hacen unas pizzas buenísimas, en via della Lupa. ¿Te apetece comer un trozo? En via Tomacelli hay uno donde el pan es de muerte, y también tiene una terraza preciosa, se sube arriba y es todo un espectáculo. Luego hay otro en corso Vittorio, allí tienen ensaladas, se llama Insalata Ricca. ¿Te gusta la ensalada? Aquí cerca también hay un lugar buenísimo de helados, Giolitti, o mejor aún, un sitio de batidos de cortarse las venas, Pascucci, cerca de piazza Argentina.
—¿Piazza Argentina? Pero eso está lejísimos.
—Qué va, si es un paseo. ¿Vamos?
—Pero ¿adónde? ¡Has dicho ocho sitios en dos segundos!...
—¡Ok, entonces vamos a tomar un batido! ¡El que llegue primero no paga! —Y sale corriendo, guapa, alegre, con sus pantalones ajustados, su bolsa de malla, su pelo castaño claro al viento, recogido con una cinta azul. Y los ojos azules o verdes, según la luz. Nick se queda allí quieto, mirándola. Sonríe para sí. Y de repente, como si decidiera echárselo todo a la espalda, sale detrás de ella, corriendo como un loco por via del Corso. Adelante, siempre adelante hasta girar a la derecha, hacia el Panteón, con la gente que lo mira, que sonríe, que siente curiosidad, que deja de hablar por un momento antes de volver a su propia vida. Nick corre tras ______. Ya casi la alcanza. Vaya, piensa Nick, parece una de aquellas viejas películas en blanco y negro, estilo Guardias y ladrones con Totó y Aldo Fabrizi, cuando corrían por la vía del tren. Sólo que ______ no le ha robado nada. Y no sabe que, en realidad, le está regalando algo.
______ se ríe y de vez en cuando se vuelve para ver si la sigue.
—Eh, no pensaba que estuvieses tan en forma.
Nick está a punto de atraparla.
—Te cojo, ahora te cojo.
______ acelera un poco e intenta correr más aprisa. Pero Nick está siempre allí, a pocos pasos de ella. Luego aminora de repente, hasta casi detenerse. ______ se da la vuelta y lo ve a lo lejos. Quieto. Por un momento se asusta. También ella aminora. Se para de golpe y se vuelve. Nick mete la mano en la chaqueta y saca su teléfono móvil.
—¿Sí?
—¿Nick? Soy Andrea, Andrea Soldini...
Nick intenta recuperar un poco el aliento.
—¿Quién?
—Ya vale, soy tu staff manager. —Y en voz más baja—: Aquel a quien salvaste en tu casa con las rusas...
—Sí, ya sé quién eres, ¿será posible que no te des cuenta de cuando bromeo? ¿Qué ocurre? Dime.
—¿Qué estás haciendo?, ¡estás sin aliento!
—Así es. Estoy respirando a fondo a la gente para ser más creativo.
—¿Qué? Ah, ya entiendo. Sexo a la hora de la siesta, ¿eh?
—Todavía no he comido. —Y le gustaría añadir: «Si a eso vamos, ni sé cuánto hace que no tengo sexo»—. ¿Qué pasa? Dime.
—Nada. Quería decirte que estoy revisando nuestros viejos anuncios y se me ha ocurrido una idea para montarlos de otro modo. Si te pasas por aquí podríamos hablarlo.
—Andrea...
—Sí, dime.
—No hagas que me arrepienta de haberte salvado.
—No, en absoluto.
—Muy bien. Hablamos después.
—¿Puedo llamarte si se me ocurre otra idea?
—Si no puedes resistirlo...
—Ok, jefe. —Andrea cuelga.
No he tenido tiempo, piensa Nick, de decirle lo más importante: «No soporto que me llamen jefe.»
Mientras tanto, ______ ha llegado junto a él.
—¿Qué pasa?
—Nada, de la oficina. Por lo visto no pueden prescindir de mí.
—Eso es mentira. Te llaman jefe y te hacen sentir importante, ¿no es cierto?
—Sí, ¿y?
—Acuérdate de que la misma regla se aplica a todo el mundo: a jefe muerto, jefe puesto.
—Ah, ¿sí? Pues, ¿sabes qué te digo? Quien pierde paga también «el pendiente». —Y diciendo esto, Nick la adelanta y se echa a correr como un loco hacia la piazza Argentina.
—¡Eh, no vale, así no vale! ¡Yo he vuelto atrás para ver cómo estabas!
—¡¿Y quién te lo ha pedido?! —Nick ríe y sigue corriendo.
—¿Y qué quiere decir eso de «el pendiente»?
—Te lo explico cuando lleguemos, ahora necesito todo mi aliento para ganar. —Nick acelera, pasa corriendo junto a las ruinas del Panteón, más allá de la plaza, pasa junto al hotel, siempre derecho.
El teléfono de nuevo. Nick aminora pero no se detiene. Lo saca de la chaqueta. Mira la pantalla. No se lo puede creer. Se vuelve hacia ______, que se le acerca.
—Pero ¡si me estás llamando tú!
—Por supuesto, la guerra es la guerra. Todo vale. Me has hecho volver atrás y luego has salido corriendo a traición, ¿no? ¡Quien a teléfono mata, a teléfono muere!
—Sí, pero no he caído en la trampa. ¡Has sido tú misma quien me ha dicho que guardase tu número!
—¿Lo ves? ¡Es que no se puede ser buena persona! —Y siguen corriendo—. Dime qué es esa historia de «el pendiente», si no, no pago.
—Eso lo decidimos allí... si no, no vale.
Y siguen corriendo uno detrás del otro hasta llegar a Pascucci.
—Cierra los ojos, Nick, ciérralos. Respira, respira a la gente. —______ camina con los ojos entrecerrados, entre las personas que pasan rozándola y mira un poco hacia arriba, hacia el cielo—. ¿La notas? Es ella... Es la gente que debe guiar tu corazón. No pienses en nada y respira.
Entonces se detiene. Abre los ojos. Nick está quieto, un poco más atrás, todavía los ojos cerrados y olfateando el aire. Abre un poco un ojo y la mira.
—Noto un olor verdaderamente extraño...
______ sonríe.
—Así es. Hace un momento ha pasado un coche de caballos.
En el suelo, junto a Nick, están todavía sus «huellas».
—Ahora entiendo por qué todos me parecían gente de m...
—Gracioso. Ese chiste ha estado bien. En serio. Me parto. ¿Y qué cargo tienes en tu empresa?
—Uno importante.
—Lo que faltaba. Así que eres un enchufado.
—En absoluto. Me licencié en la Bocconi de Milán, después hice un máster en Nueva York y estoy donde estoy, sin necesidad de ninguna ayuda externa.
—Dime al menos que no haces este tipo de chistes en la oficina.
—Cómo que no, todos los días.
—Pero ¿qué eres exactamente?
—Director creativo.
—Director creativo... claro ¡por eso todos se ríen de tus chistes! Haz una cosa. Escribe todos tus chistes y haz que los diga la mujer de la limpieza. Después de dos días de que los vaya diciendo por ahí comprueba si todos se ríen o ella llora porque la han despedido.
—Eso es envidia.
—No, lo siento, es la pura realidad. Si acaso tuviese envidia, la tendría de quien inventase una variante superguay de surf para una tabla gun, a lo mejor mejorando la popa roundtail para poder trazar curvas más largas. O podría estar envidiosa de quien tuvo la idea de construir un reef artificial en el kilómetro 58 de la carretera Aurelia. Una pasada. Pero desde luego, a quien no envidio es a un director creativo. Por cierto, ¿qué se esconde de verdad bajo ese título?
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que, aparte de tus chistes, ¿qué es lo que haces en concreto en tu empresa?
—Me invento esos anuncios que tanto te gustan, en los que hay una música bonita, una mujer preciosa y sucede algo hermoso. Resumiendo, yo pienso en esas cosas que se te quedan «grabadas» en la mente para que cuando vayas a comprar o entres en una tienda, no puedas evitar coger lo que yo te he sugerido.
—Dicho así suena bien. O sea que tú logras convencer a la gente de que haga algo...
—Más o menos.
—Entonces, podrías ir a hablar con mi profe de mates, que no me deja en paz.
—Para milagros, aún nos estamos preparando.
—Es viejo. Ya lo había oído.
—Me lo inventé yo hace muchos años y me lo robaron.
—En realidad yo lo sabía así... Hacemos lo posible, intentamos lo imposible, estamos ensayando para los milagros. ¡Salía en la serie de televisión «Dios ve y provee»!
—Estás preparadísima, te lo sabes todo, ¿eh?
—Sólo lo que necesito. Ven, ¿entramos aquí, en Mensajes Musicales?
Y lo arrastra tras ella, casi tirando de él hacia una tienda enorme llena de CD, libros, DVD. Y también vídeos y casetes.
—Eh, hola, Pepe. —______ saluda a un vigilante enorme que está en la entrada. Camiseta negra, pantalones negros y enormes bíceps blancos, tensos como la piel de su cabeza rapada.
—Hola, ______. Hoy de paseo desde primera hora de la tarde, ¿eh?
—Sí, me apetecía, hace un calor... Y aquí tenéis aire acondicionado.
Pepe pone una pose e imita un anuncio.
—Uuuuh, ______... hace calor...
Ella se echa a reír
—¡No hace tanto calor!
Entran en la tienda y en seguida se pierden entre miles de estanterías. ______ coge un libro y lo hojea. Nick se acerca a ella.
—¿Sabes? Ese anuncio con el que ha bromeado Pepe, tu amigo energúmeno, lo hizo la competencia.
—Pepe no es un energúmeno. Es un muchacho muy dulce. Una persona estupenda. ¿Ves cómo te dejas engañar por las apariencias, por la imagen? Músculos, camiseta negra, cabeza rapada, por lo tanto es malo.
—Yo trabajo con las apariencias, con la imagen. Has sido tú quien me ha dicho que me mezclase con la gente, ¿no?
—No, yo te he dicho que respiraras a la gente. No que la mirases de un modo superficial. Te basta una camiseta negra ajustada y dos músculos para catalogarlo. Pues se licenció en Biotecnología.
—Yo no he emitido ningún juicio.
—Peor aún, lo has catalogado sin más.
—Sólo he dicho que estaba citando el anuncio de nuestros adversarios.
—En ese caso, vuestros adversarios son buenísimos. Y ganarán.
—Gracias. Haces que tenga ganas de volver al despacho.
—Vale, hazlo, así seguro que pierdes. Tienes que respirar a la gente, no los sillones del despacho. A lo mejor hasta en Pepe podrías encontrar la inspiración. Y tú vas y lo tratas mal.
—¿Otra vez? No lo he tratado mal. Además, ¿tú crees que yo soy tan estúpido como para tratar mal a un tipo así?
—En su cara no, pero por detrás, por la espalda sí... ¡Lo acabas de hacer!
—Basta... Me rindo.
—Mira, tienen los CD de Damien Rice... «O», «B-Sides» Y este último, «9», que es precioso. Déjame escucharlo un poco... —______ coge los cascos. Selecciona la pista 10—. Mira que título más bonito, Sleep Don't Weep... —Y empieza a escuchar la música, moviendo la cabeza. Después se quita los cascos—. Sí, sí, me lo compro. Me inspira. Bonito, romántico. ¿Y sabes qué? Me compro también «O», tiene las otras canciones, además de The Blower's Daughter...
—Una música preciosa, aunque Closer fuese una película llena de sueños rotos.
—Entonces no nos pega... La banda sonora de nuestra historia tiene que ser positiva, ¿no?
—Perdona, ¿qué historia?
—Cada momento es una historia... Depende de lo que quieras hacer después.
Nick se queda mirándola. ______ sonríe.
—No te asustes... ¡Eso no salía en esa película!, sino en Nanuk, el esquimal, es preciosa... Vamos, va.
Nick y ______ se dirigen a la caja. ______ saca su monedero del bolso para pagar, pero él se le anticipa.
—Ni hablar, te lo regalo yo.
—Eh, que yo no me pienso sentir en deuda después, ¿eh?
—Eres demasiado precavida y desconfiada. ¿Con quién sales habitualmente? Digamos que se trata de una pequeña indemnización por el accidente de hoy.
—Pequeñísima. Todavía falta reparar el ciclomotor.
—Lo sé, lo sé.
Salen y continúan por via del Corso, que está llena de gente.
—¿Lo ves? Me pongo enferma. No tienen dinero, viven en la periferia y éste es su único pasatiempo. Hay música, metro, tiendas, algún espectáculo callejero... ¿ves aquel mimo? —Un señor mayor pintado de blanco adopta mil posturas diferentes para quien le echa algún céntimo en la escudilla—. Mira aquel otro.
Se unen a un grupo de gente que está quieta mirando algo. En la acera, un anciano de punta en blanco, con un sombrero de paja, camisa clara, chaqueta de lino y pajarita oscura, tiene una urraca en el hombro. El hombre silba algo.
—Venga, Francis ¡baila para los señores!
La urraca da toda una serie de pasos, y se desplaza a lo largo del brazo del señor manteniendo el ritmo. Llega hasta la mano y luego regresa al hombro.
—Muy bien, Francis, ahora dame un beso. Y la urraca se lanza sobre un grano de maíz que él sostiene entre sus labios y se lo roba con delicadeza. Luego, con un pequeño salto el pájaro deja caer el grano dentro de su pico y se lo traga. ______ aplaude feliz.
—¡Bravo, Francis, es demasiado, bravo por los dos!
______ se mete las manos en los bolsillos, encuentra algunas monedas y las deja caer en el pequeño nido que está apoyado sobre una mesita allí al lado.
—Gracias, gracias, es muy amable. —El hombre se levanta el sombrero y se inclina, dejando al descubierto su cabeza pelada.
—¡Felicidades! ¿Tardó mucho en enseñarle a Francis estas cosas? ¿La música, las órdenes y todo lo demás?
El hombre sonríe.
—¿Bromea, señorita? Es Francis quien me lo ha enseñado todo. ¡Yo ni siquiera sabía silbar!
______ mira a Nick con entusiasmo.
—Venga, no seas tacaño... Dale algo tú también...
Nick abre su cartera.
—Sólo tengo billetes...
—¡Pues dale éste!
______ saca un billete de cincuenta euros y lo mete en el nido de la urraca. Nick no logra detenerla. Y además ya es demasiado tarde. El señor se da cuenta. Se queda boquiabierto. Después sonríe a ______.
—Gracias... venga... métase uno de estos granos en la boca.
—¿Yo? ¿No es peligroso?
—¡Claro que no! Francis es buenísima. Tenga.
______ obedece y se mete el grano en la boca. Francis sale volando. De improviso, se detiene a un milímetro de su boca, suspendida en el aire batiendo con ligereza las alas. En ese momento, ______ cierra los ojos mientras Francis alarga el pico y le roba el granito de los labios. ______ nota un toque ligerísimo y, medio asustada, tiene un escalofrío. Luego vuelve a abrir los ojos.
—¡Socorro!
Pero Francis ya está de vuelta sobre el hombro de su dueño.
—¿Ha visto?, lo ha conseguido...
______ aplaude contentísima.
—¡Muy bien! ¡Ha sido genial!
Justo en ese momento, por detrás pasa un macarra con el pelo largo, acompañado de unos amigos de la misma calaña.
—¡Oye, guapa, si tanto te gusta besar a los pajaritos, te presto el mío! ¡Está amaestrado! —Y se tronchan de risa mientras se alejan.
—¡Ni muerta! Ni se te ocurra sacarlo de la jaula... —le grita ______ por detrás. El tipo la manda a paseo con un gesto desde lejos.
—¿Quieres que les diga algo? —pregunta Nick.
—¿Para qué? Ya está resuelto. El chico con el que salía antes saltaba por cualquier cosa. ¿Sabes qué pasaba cuando estaba él? Peleas, problemas... Se liaba a mamporros por nada. No lo soportaba.
—Ya veo, debía de ser durillo, ¿no?
—Mira, los que ladran así después no muerden. Éste iba de boquilla. No vale la pena perder el tiempo. Además, justo por esto dejé a mi ex. ¿Y ahora qué? ¿Salgo contigo y haces lo mismo?
—Dejando aparte el hecho de que tú y yo no estamos saliendo.
—Ah ¿no?
—No.
—Qué extraño, yo diría que estamos juntos por la calle...
—Sí, pero no porque esto sea una cita.
—Pero, ¿dónde está el problema? ¿Tienes una mujer celosa?
—A decir verdad, en este momento no tengo mujer.
—Ah, ¿también tú lo has dejado?
Y aunque le parece absurdo hablar del tema con ella, no consigue mentirle.
—Sí, algo así.
—Entonces, ¡¿qué más te da?! ¡Disfruta de este momento y basta! Qué fastidioso eres, ¿eh? Siempre tienes que controlarlo todo.
______ se pone a caminar de prisa y lo adelanta. Nick se queda allí, delante del hombre que lo mira con la urraca en su hombro. Éste alza las cejas y sonríe.
—La señorita tiene razón. —Y luego, temiendo que Nick pudiera arrepentirse, lo mira, sonríe y se mete los cincuenta euros en el bolsillo.
Nick la alcanza.
—______, espera. Vale, estamos saliendo pero no estamos saliendo, así que todavía tenemos que salir, ¿ok? Mejor así, ¿no?
—Si tú lo dices...
—Venga, no te enfades.
—¿Yo? Pero ¡quién se enfada! —Y se echa a reír. ______ se coge del brazo de Nick—. Oye, un poco más allá hay un sitio donde hacen unas pizzas buenísimas, en via della Lupa. ¿Te apetece comer un trozo? En via Tomacelli hay uno donde el pan es de muerte, y también tiene una terraza preciosa, se sube arriba y es todo un espectáculo. Luego hay otro en corso Vittorio, allí tienen ensaladas, se llama Insalata Ricca. ¿Te gusta la ensalada? Aquí cerca también hay un lugar buenísimo de helados, Giolitti, o mejor aún, un sitio de batidos de cortarse las venas, Pascucci, cerca de piazza Argentina.
—¿Piazza Argentina? Pero eso está lejísimos.
—Qué va, si es un paseo. ¿Vamos?
—Pero ¿adónde? ¡Has dicho ocho sitios en dos segundos!...
—¡Ok, entonces vamos a tomar un batido! ¡El que llegue primero no paga! —Y sale corriendo, guapa, alegre, con sus pantalones ajustados, su bolsa de malla, su pelo castaño claro al viento, recogido con una cinta azul. Y los ojos azules o verdes, según la luz. Nick se queda allí quieto, mirándola. Sonríe para sí. Y de repente, como si decidiera echárselo todo a la espalda, sale detrás de ella, corriendo como un loco por via del Corso. Adelante, siempre adelante hasta girar a la derecha, hacia el Panteón, con la gente que lo mira, que sonríe, que siente curiosidad, que deja de hablar por un momento antes de volver a su propia vida. Nick corre tras ______. Ya casi la alcanza. Vaya, piensa Nick, parece una de aquellas viejas películas en blanco y negro, estilo Guardias y ladrones con Totó y Aldo Fabrizi, cuando corrían por la vía del tren. Sólo que ______ no le ha robado nada. Y no sabe que, en realidad, le está regalando algo.
______ se ríe y de vez en cuando se vuelve para ver si la sigue.
—Eh, no pensaba que estuvieses tan en forma.
Nick está a punto de atraparla.
—Te cojo, ahora te cojo.
______ acelera un poco e intenta correr más aprisa. Pero Nick está siempre allí, a pocos pasos de ella. Luego aminora de repente, hasta casi detenerse. ______ se da la vuelta y lo ve a lo lejos. Quieto. Por un momento se asusta. También ella aminora. Se para de golpe y se vuelve. Nick mete la mano en la chaqueta y saca su teléfono móvil.
—¿Sí?
—¿Nick? Soy Andrea, Andrea Soldini...
Nick intenta recuperar un poco el aliento.
—¿Quién?
—Ya vale, soy tu staff manager. —Y en voz más baja—: Aquel a quien salvaste en tu casa con las rusas...
—Sí, ya sé quién eres, ¿será posible que no te des cuenta de cuando bromeo? ¿Qué ocurre? Dime.
—¿Qué estás haciendo?, ¡estás sin aliento!
—Así es. Estoy respirando a fondo a la gente para ser más creativo.
—¿Qué? Ah, ya entiendo. Sexo a la hora de la siesta, ¿eh?
—Todavía no he comido. —Y le gustaría añadir: «Si a eso vamos, ni sé cuánto hace que no tengo sexo»—. ¿Qué pasa? Dime.
—Nada. Quería decirte que estoy revisando nuestros viejos anuncios y se me ha ocurrido una idea para montarlos de otro modo. Si te pasas por aquí podríamos hablarlo.
—Andrea...
—Sí, dime.
—No hagas que me arrepienta de haberte salvado.
—No, en absoluto.
—Muy bien. Hablamos después.
—¿Puedo llamarte si se me ocurre otra idea?
—Si no puedes resistirlo...
—Ok, jefe. —Andrea cuelga.
No he tenido tiempo, piensa Nick, de decirle lo más importante: «No soporto que me llamen jefe.»
Mientras tanto, ______ ha llegado junto a él.
—¿Qué pasa?
—Nada, de la oficina. Por lo visto no pueden prescindir de mí.
—Eso es mentira. Te llaman jefe y te hacen sentir importante, ¿no es cierto?
—Sí, ¿y?
—Acuérdate de que la misma regla se aplica a todo el mundo: a jefe muerto, jefe puesto.
—Ah, ¿sí? Pues, ¿sabes qué te digo? Quien pierde paga también «el pendiente». —Y diciendo esto, Nick la adelanta y se echa a correr como un loco hacia la piazza Argentina.
—¡Eh, no vale, así no vale! ¡Yo he vuelto atrás para ver cómo estabas!
—¡¿Y quién te lo ha pedido?! —Nick ríe y sigue corriendo.
—¿Y qué quiere decir eso de «el pendiente»?
—Te lo explico cuando lleguemos, ahora necesito todo mi aliento para ganar. —Nick acelera, pasa corriendo junto a las ruinas del Panteón, más allá de la plaza, pasa junto al hotel, siempre derecho.
El teléfono de nuevo. Nick aminora pero no se detiene. Lo saca de la chaqueta. Mira la pantalla. No se lo puede creer. Se vuelve hacia ______, que se le acerca.
—Pero ¡si me estás llamando tú!
—Por supuesto, la guerra es la guerra. Todo vale. Me has hecho volver atrás y luego has salido corriendo a traición, ¿no? ¡Quien a teléfono mata, a teléfono muere!
—Sí, pero no he caído en la trampa. ¡Has sido tú misma quien me ha dicho que guardase tu número!
—¿Lo ves? ¡Es que no se puede ser buena persona! —Y siguen corriendo—. Dime qué es esa historia de «el pendiente», si no, no pago.
—Eso lo decidimos allí... si no, no vale.
Y siguen corriendo uno detrás del otro hasta llegar a Pascucci.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Veintiuno
—¡Primero! —Nick se apoya en el cristal del bar.
—¡Claro, me has engañado, eres un tramposo!
—¡No sabes perder!
Se quedan los dos en la puerta, doblados sobre si mismos, intentando recuperar el aliento.
—Sea como sea, la carrera ha estado bien, ¿eh?
—Sí, y pensar que todos los días juego a voleibol. Creía que te ganaría con facilidad, de no ser así, no te hubiese retado.
Nick se levanta respirando con la boca abierta.
—Lo siento, cinta rodante en casa. Veinte minutos cada mañana... Con una pantalla delante para simular bosques y montañas, paisajes que ayudan a mantenerse en forma y, sobre todo a derrotar a una como tú.
—Ya, ya. Si repetimos, pierdes.
—Claro, ahora que sabes que mi tope son veinte minutos, tendrías ventaja. El secreto tras una victoria consiste en no volver a jugar. Hay que saber levantarse de la mesa en el momento oportuno. Todo el mundo es buen jugador, pero pocos son auténticos vencedores.
—¿Ésta es tuya?
—No lo sé, tengo que decidirlo. No recuerdo si se la he robado a alguien.
—¡Entonces de momento me parece una gilipollez!
—¿Qué pasa, que si la dice otro cambia su valor?
—Depende de quién sea el otro.
—Excúsenme... —Una pareja de extranjeros les pide educadamente que se aparten. No pueden entrar en el local.
—Oh, certainly, sorry... —dice Nick, haciéndose a un lado.
—Vale que con tu cinta rodante y tus sucios trucos me hayas ganado la carrera, pero en inglés te gano de calle. Podrías contratarme como account internacional.
Nick sonríe, abre la puerta acristalada, espera a que ella entre y la cierra de nuevo.
—¿Sabes lo que solíamos decir nosotros cuando se acababan los partidos de futbito y empezaban las discusiones...? El que gana, lo celebra, el que pierde, lo explica.
—Sí, está bien, lo he pillado: me toca pagar. Estoy de acuerdo. Yo siempre pago mis apuestas cuando pierdo.
—Vale, pues de momento paga ésta. Para mí un rico batido de frutas del bosque.
______ observa las distintas posibilidades en la carta.
—Para mí, en cambio, kiwi y fresa. ¿De qué iba aquella historia de «el pendiente»?
—Ah, ya. Bueno, dado que no lo sabes, si quieres puedes no pagar. Sería incluso justo que no lo hicieses.
—Tú de momento explícamelo, después ya decidiré si pago o no pago.
—Vaya, hay que ver cómo te pones... la derrota escuece, ¿eh?
______ intenta darle un puntapié, pero Nick se aparta con presteza.
—Vale, vale, ya basta. Te explico lo que es «el pendiente». Se trata de una tradición napolitana. En Nápoles son generosos en todo y, cuando van a un bar, además del café que se toman ellos, dejan uno pagado para otra persona que entre después. De modo que hay un café «pendiente» para quien no pueda pagárselo.
—Qué fuerte, me gusta. Pero ¿y si después el del bar se hace el loco? ¿Si se guarda el dinero y no le dice nada al que entra, que no tiene dinero pero quiere un café?
—«El pendiente» se basa en la confianza. Yo lo pago, el del bar acepta mi dinero y con ello implícitamente me está prometiendo que cumplirá. Tengo que fiarme del dueño del bar. Es un poco como con eBay, cuando pagas por un objeto y después confías en que te llegará a casa.
—¡Sí, pero en el bar no puedes dejar después tus comentarios y valoraciones!
—Pues yo creo que en el bar es muy fácil, sólo te juegas el dinero de un café. En cambio, estaría bien poderse fiar de los desconocidos para cosas más importantes. A veces no lo conseguimos ni siquiera de quien siempre ha estado a nuestro lado...
______ lo mira. En el tono de su voz nota que hay algo profundo y lejano.
—De mí te puedes fiar.
Nick sonríe.
—¡Seguro! ¡Lo máximo que puedo perder es el seguro del coche!
—No, lo máximo que puedes perder es el miedo.
—¿Cómo?
—Porque te toca volver a creer en todo aquello en lo que habías dejado de creer.
Y se quedan así, en suspenso, con esas miradas hechas de sonrisas y alusiones, de lo que no se conoce, de curiosidad y diversión; indecisos a la hora de tomar o no el pequeño sendero que se aleja del camino principal y se adentra en el bosque. Pero que a veces es tan hermoso, incluso más que la propia fantasía. Una voz irrumpe estridente en sus pensamientos.
—Aquí tienen sus batidos; para la señorita, kiwi y fresa, para usted, frutas del bosque.
______ coge el suyo. Empieza a tomárselo con la pajita, mirando alegre a Nick, sin pensar en nada, con la mirada limpia, rebosante y transparente. Luego deja de beber.
—Hummm, qué bueno. ¿Te gusta el tuyo?
—Está buenísimo.
—¿Cómo es?
—¿Qué quiere decir «cómo es»?
—Que qué tiene dentro.
—Entonces debes decir «de qué es» o «qué gusto has elegido». Mi batido es de frutas del bosque.
—Madre mía, eres peor que la Bernardi.
—¿Quién es ésa?
—Mi profesora de italiano. Me rayas tanto como ella. Venga, que se entendía perfectamente lo que quería decir... ¿no?
—Sí, bueno, depende de lo que quisieras decir, todo es una cuestión de matiz... ¿Sabes que el italiano es la lengua más rica en matices y entonaciones? Por eso se estudia fuera de aquí, porque nuestras palabras permiten expresar con exactitud la realidad.
—Vale, no eres como la Bernardi.
—Ah, eso mismo quería oír.
—¡Eres peor! —Y vuelve a tomarse su batido con la pajita. Se lo acaba y empieza a sorber los restos, haciendo muchísimo ruido, ante la mirada escandalizada de algún turista anciano y la divertida de Nick. Está acabando con lo poco que queda cuando...—: Demonios.
—¿Y ahora qué pasa?
—Nada, mi móvil. —______ lo saca del bolsillo de sus téjanos—. Había puesto el vibra. —Mira el número que aparece en la pantalla—. Qué mierda, es de mi casa.
—A lo mejor sólo quieren saludarte.
—Lo dudo. Serán las tres preguntas de costumbre.
—¿A saber?
—Dónde estás, con quién estás y a qué hora piensas volver. Vale, voy a responder... Me sumerjo... —______ abre su teléfono—. ¿Sí?
—Hola, ______.
—¡Eres tú, mamá, qué sorpresa!
—¿Dónde estás?
—Dando una vuelta por el centro.
—¿Y con quién estás?
—Sigo con Olly. —Mira a Nick y se encoge de hombros como diciendo: «Qué mierda, me toca seguir mintiendo.»
—______...
—¿Qué pasa, mamá?
—Olly acaba de llamar hace un momento. Dice que no le coges el móvil.
______ levanta los ojos al cielo. La articulación de sus labios no deja lugar a dudas. Mierda, mierda, mierda. Nick la mira sin comprender absolutamente nada de lo que está sucediendo. ______ da unas patadas al suelo.
—No me he explicado bien, mamá. Hasta hace poco he estado con Olly, luego ella no quería venir al centro y nos hemos despedido. Le he dicho que me iba para casa, pero después he decidido venir sola. Me ha dejado en el ciclomotor.
—Imposible. Me ha dicho que durante el recreo te había acompañado al mecánico. ¿Cuándo lo has recogido?
Mierda, mierda, mierda. La misma escena de antes con Nick, que cada vez entiende menos lo que está pasando.
—Pero, mamá, ¿no lo entiendes? Que me venía en el ciclomotor se lo he dicho a ella porque no me gusta cómo conduce, tengo miedo de ir detrás.
—¿Sí? Y entonces, ¿con quién piensas volver?
—Me he encontrado con un amigo.
—¿Tu novio?
—No, mamá... Él es ya un ex... Ya te he dicho que lo hemos dejado. Se trata de otro amigo.
Silencio.
—¿Lo conozco?
—No, no lo conoces.
—¿Y por qué no lo conozco?
—Y yo qué sé, mamá, a lo mejor un día lo conoces, qué sé yo...
—Yo lo único que sé es que me estás contando mentiras. ¿No nos habíamos prometido que siempre nos lo diríamos todo?
—Mamá —______ baja un poco la voz y se vuelve un poco—, ahora mismo estoy con él. ¿No podríamos suspender este interrogatorio?
—Ok. ¿Cuándo vas a volver?
—Pronto.
—¿Pronto cuándo? ______, acuérdate que tienes que estudiar.
—Pronto, mamá, te he dicho pronto. —Y cuelga—. Jo, cuando quiere mi madre puede ser muy pesada.
—¿Peor que la Bernardi?
______ sonríe.
—No sabría decirlo. —Después se vuelve hacia el camarero—. ¿Me trae otro?
—¿Lo mismo? ¿Kiwi y fresa?
—Sí, estaba de muerte.
Nick se acaba el suyo y arroja el vaso de plástico en el cesto que hay junto a la caja.
—¿Te vas a tomar otro, ______?
—¿Qué te importa? Pago yo.
—No, no lo digo por eso. Es que dos son demasiado, ¿no te parece?
—¿Sabes?, sólo hay una persona capaz de superar a mi madre y a la Bernardi.
—Creo que sé de quién se trata.
______ se dirige hacia la caja. Nick se le adelanta.
—Quieta, pago yo.
—¿Estás de broma? He perdido la apuesta y pago yo, faltaría más. Bien, son tres batidos y un «pendiente».
La cajera la mira extrañada.
—Lo siento, no tenemos batido pendiente.
—Se lo explico. Yo dejo pagado otro batido además de los tres que nos hemos tomado. Si entra alguien que no tenga dinero para pagar y quiere uno, usted le dice que hay un batido pendiente. Y hace que se lo preparen...
______ le da diez euros a la cajera. Ésta marca cuatro batidos y le da dos euros de vuelta.
—Es una idea bonita. ¿Es tuya?
—No, es de mi amigo Nick. Bueno, en realidad se trata de una tradición napolitana. Ahora todo depende de usted.
—¿De mí, en qué sentido?
—Nosotros nos fiamos de usted, ¿entiende? El pendiente está en sus manos.
—Claro, ya me lo has explicado... y tengo que ofrecérselo a quien lo necesite.
—Exacto. —______ coge el batido que le acaban de preparar y hace ademán de salir. Pero se detiene en la puerta—. También podríamos quedarnos toda la tarde ahí fuera, para controlar... Adiós.
Nick alarga los brazos hacia la cajera.
—Lo siento, es una desconfiada.
La cajera se encoge de hombros. Nick da alcance a ______, que va caminando mientras toma su batido.
—Contigo, a buen entendedor pocas palabras bastan, ¿eh ______?
—Mi madre me ha enseñado que fiarse está bien y no fiarse aún mejor. Y así podría continuar durante horas. Mi madre me ha enseñado un montón de refranes. ¿Tú crees en ellos?
Y siguen así, hablando, paseando, conversando de lo divino y de lo humano, de los viajes que han hecho, de los soñados, de fiestas, de locales recién inaugurados y de los que ya han cerrado, y de otras novedades, capaces de escucharse, de reír, y de olvidar, por un momento, esos veinte años de diferencia.
—¿Me dejas probar tu batido?
—Ah, ¿ahora sí...?
—Si te has pedido otro es que tiene que ser bueno.
—Toma. —______ le pasa el vaso.
Nick aparta la caña y bebe un sorbo directamente del vaso. Luego se lo devuelve.
—Hummm, has hecho bien en pedir otro. Está bueno de verdad.
—Has apartado la cañita. ¿Tan remilgado eres?
—No es por mí, es que a lo mejor te molestaba a ti. Beber con la misma cañita es un poco como besarse.
______ lo mira y sonríe.
—En realidad, no. Es diferente. Muy diferente.
Silencio. Se quedan un rato mirándose a los ojos. Luego ______ vuelve a pasarle el vaso.
—¿Un poco más?
—Sí, gracias. —Esa vez Nick bebe directamente con la pajita. Y la mira. Fijamente. Con intensidad.
—Ahora es como si me hubieses besado.
—¿Y te ha gustado?
—Hummm, sí, mucho. ¡Era un beso con sabor a kiwi y fresa!
Y se miran. Y sonríen. Y por un momento no se sabe bien quién es el más maduro. O inmaduro. De repente, algo los devuelve a la realidad. Suena el Motorola de Nick.
______ resopla.
—¿Qué ocurre? ¿Otra vez de tu oficina?
Nick mira la pantalla.
—No. Peor. ¿Sí?
—Hola, tesoro, ¿cómo estás?
—Hola, mamá.
—¿Estás en la oficina? ¿Con el director? ¿Estás reunido?
—No, mamá.
Nick mira a ______ y se encoge de hombros. Después tapa el micrófono con la mano.
—La mía es peor que la tuya y la Bernardi juntas.
______ se echa a reír.
—¿Y dónde estás entonces?
—En via del Corso.
—Ah, de compras.
—No, por trabajo. Una investigación. Estamos estudiando a la gente para entender mejor cómo entrar en el mercado.
—Qué bien. Me parece una buena idea. En el fondo, la gente es la que escoge, ¿no?
—Así es.
—Oye, ¿te vienes a cenar a casa el viernes por la noche? Vendrán también tus hermanas con sus maridos e hijos. Podrías venir con Miley. Nos encantaría.
—Mamá, ahora mismo no te lo puedo decir, tengo que mirar mi agenda.
—Venga, no te hagas el ocupado con nosotros.
—Es que estoy ocupado, mamá.
—¡Sí, pero puedes andar de parranda por el centro!
—¡Ya te he dicho que se trata de un estudio de mercado!
—Eso se lo cuentas a tus jefes, no a mí. Debes de estar de paseo, divirtiéndote con esos amigos tuyos tan vagos... Vale, intenta venir el viernes por la noche, ¿de acuerdo? —Y cuelga.
______ alza las cejas.
—Dime una cosa: ¿cuántos años tienes?
—Treinta y seis.
—Ah, te hacía mayor.
—Vaya, muchas gracias...
—No me has entendido. No me refería a la edad. Es por cómo te vistes, por tu manera de actuar, por tu cultura.
—¿Me tomas el pelo?
—No, lo digo en serio. Sólo estaba pensando... ¿cuando tenga treinta y seis años, mi madre seguirá dándome la paliza?
—Mira, un día echarás de menos ese tipo de paliza.
______ le da un último sorbo al batido y arroja el vaso en un contenedor medio abierto que hay por allí cerca.
—¡Canasta! —Después se coge del brazo de Nick—. ¿Lo ves? Cuando dices estas cosas, tus treinta y seis años me parecen un montón! —Y se van. En parte corren y en parte no. En parte hablan y en parte también. Sin prisas, sin pensar en nada, sin llamadas de teléfono. Hasta llegar a donde habían aparcado y encontrarse con una única sorpresa. El Mercedes ya no está.
—Mierda... Me lo han robado.
—Quizá no estaba aquí... A lo mejor estaba un poco más allá.
—No, no, estaba aquí. Me acuerdo bien. No me lo puedo creer, me han robado el coche por la tarde, en pleno centro, en la via della Penna. Es absurdo.
—No del todo. Lo absurdo era creer que lo encontraría todavía aquí.
Una voz a sus espaldas. Un guardia particularmente diligente lo ha oído todo.
—Usted ha aparcado en una zona donde actúa la grúa. ¿No ha leído el cartel?
—No, estaba distraído. —Y mira a ______ con una sonrisa forzada—. Y ahora, ¿dónde lo puedo encontrar?
—Se lo ha llevado la grúa, de modo que en el depósito de Ponte Milvio o en el del Villaggio Olímpico, como es obvio. —Y se va con su bloc en la mano, preparado para multar a otro.
—Como es obvio. ¿Y ahora, cómo nos vamos de aquí?
—Es facilísimo. Ven. ¿Será posible que te tenga que enseñar tantas cosas?
______ lo coge de la mano y echa a correr. Atraviesa piazza del Popolo, casi arrastrándolo, como si fuesen dos turistas que intentan llegar a tiempo a algún museo antes de que cierre, y se suben al vuelo en el pequeño tranvía que circula por via Flaminia. Se dejan caer sobre los primeros asientos que encuentran.
Todavía jadeante, Nick saca su cartera, va a pagar, pero ______ lo detiene. Y le susurra:
—Total, vamos a bajar en seguida.
—Sí, ¿y si sube el revisor?
—Si nos bajamos en la próxima.
Pero no. Aún faltan dos paradas. Y justo en la penúltima sube el revisor.
—Billetes, billetes.
Nick mira a ______ y mueve la cabeza.
—¿Por qué te habré hecho caso?
Ella no tiene tiempo de responder. El revisor llega a su altura.
—Billetes. —Y ______ lo intenta. Se justifica de todos los modos posibles, le pone ojitos, menciona a la multa, explica extrañas historias acerca de un coche robado, de un amor que terminó hace poco, le explica el asunto del batido pendiente, un gesto generoso que denota su honestidad. Pero nada. No hay manera. Y ese billete no comprado se convierte en un billete de cincuenta euros menos para Nick.
—Y os he hecho descuento. Como si uno de los dos hubiese llevado billete, ¿vale?
Es de locos, piensa Nick. Ha faltado poco para que hasta le haya dado las gracias. En cuanto bajan, ______ no espera un momento. Echa a correr de nuevo a toda pastilla, arrastrándolo tras ella, haciéndolo casi tropezar, hasta detenerse frente al depósito de la Guardia Urbana.
—Hola... Venimos a buscar el coche.
—Sí, ¿dónde lo tenía aparcado?
—En via della Penna.
—Sí, acaba de llegar. Es un Mercedes ML, ¿no? Serán ciento veinte euros más sesenta de transporte. En total, ciento ochenta euros.
Nick le da su tarjeta de crédito. Después de cobrar, por fin le permiten entrar en el parking.
—Allí está, allí está, ¿no es ése? —______ corre hacia un Mercedes aparcado en la penumbra. Nick prueba a abrirlo con el mando a distancia. Se encienden los cuatro intermitentes.
—Sí, es ése.
______ se sube en un periquete. Nick la sigue. Salen lentamente del parking. Él la mira con la ceja ligeramente levantada.
—Ese accidente empieza a resultarme caro. Si te pido que salgamos como una pareja normal, a lo mejor ahorro.
—Qué va. El dinero tiene que circular, eso ayuda a la economía nacional. Es algo que hay que hacer para saberlo. Además, perdona, pero el director creativo eres tú, ¿no?, y esto es un estudio de mercado. Has visto gente, has saboreado una realidad diferente a la tuya. Ah, y de tu lista de gastos de hoy tienes que restar el mío.
—¿Cuál?
—Los ocho euros de los batidos.
—No faltaba más... En cuanto quede libre un puesto en la empresa, te cojo de contable.
—Gira, gira ahí a la derecha.
—Eres peor que un navegador roto.
Pasan por delante del Cineporto y salen a una explanada enorme, completamente vacía. Tan sólo hay algún coche aparcado al fondo.
—¿Y qué hay aquí?
—Nada.
—Entonces, ¿qué hacemos aquí? —Nick la mira un momento perplejo. Levanta una ceja—. Aquí vienen normalmente parejitas —dice él. Y le sonríe.
—Sí. Pero también los de las autoescuelas.
—¿Y nosotros a qué grupo pertenecemos?
—Al segundo. Venga, quítate, déjame que pruebe a conducir tu coche.
—¿Bromeas?
—Venga, no te hagas el duro. De todos modos, ya es tarde para ir a la oficina. Venga, hasta ahora hemos estado haciendo un estudio de mercado y, por una cifra ridícula, te he dado un montón de datos útiles. Eso te hubiese costado una barbaridad. Ahora tienes que ser un poco generoso. Ya tengo el permiso de prácticas. Vamos, déjame practicar un poco.
—De acuerdo, pero ve despacio, y sin salir de aquí.
Nick se baja del coche y da la vuelta, pasando por delante del capó. La mira mientras ella pasa de un asiento al otro por encima del cambio de marchas. Se aposenta bien, mete uno de los CD comprados en Mensajes y pone la música a todo volumen. Nick aún no ha tenido tiempo de cerrar la puerta cuando ______ arranca de sopetón.
—¡Eh, despacio! ¡Despacio! ¡Y ponte el cinturón!
El Mercedes se queda clavado. Después vuelve a ponerse en marcha en seguida. Nick se inclina hacia ______.
—Eh, ¿qué haces —protesta ella—, qué pretendes? ¿Te estás aprovechando?
—Pero ¿qué dices? ¡Te estoy poniendo el cinturón!
Nick se lo ajusta y se lo cierra. ______ intenta cambiar de marcha, pero se equivoca de pedal y frena.
—Eh, ¡no hay embrague!
—No.
—¿Cómo?
—Esa palanca a la que te has agarrado como un pulpo, no son las marchas... Se llama cambio automático. Para ser exactos, 7G-Tronic, y va provisto también del sistema direct selection. Basta con un toque suavecito para que entre la marcha.
—Entonces no vale. Así no me sirve de nada. —No obstante, ______ arranca de nuevo, traza una pequeña curva estrecha, acelera. No se percata de que otro coche está entrando en ese momento en la explanada. Frena como puede, pero le da de lleno y rompe el faro de la derecha y abolla parte del lateral. Nick, que todavía no había tenido tiempo de ponerse el cinturón, se ve impulsado hacia delante y acaba con la mejilla aplastada contra el cristal.
—¡Ay! No me lo puedo creer, no me lo creo, eres un desastre. —Se toca repetidamente la nariz, preocupado, y se mira la mano buscando sangre.
—No tienes sangre —dice ______—. Venga, que no te has hecho nada.
Nick ni siquiera la escucha. Abre la puerta y se baja a toda prisa.
______ baja también.
—Pero señor, ¿adónde mira? ¡Yo tenía preferencia!
El otro conductor sale de su coche.
—¡¿Qué?!
Es alto, gordo y mayor, de unos cincuenta, cabello oscuro y manos nudosas. En resumen, uno de esos tipos que, si quieren, pueden hacer daño. Y mucho.
—Oye, chiquilla, ¿estás de coña? Yo venía por la derecha. Tú ni siquiera me has visto. Me has acertado tan de pleno que ni en el tiro al blanco. Y menos mal que en el último momento has frenado, que si no ni siquiera estaríamos aquí hablando. Mira esto, mira el estropicio que has hecho...
—Sí, pero usted no ha mirado. Lo he visto, estaba distraído con la señora.
Una mujer baja del coche.
—Disculpa, pero ¿qué estás diciendo? Ni siquiera estábamos hablando...
Nick decide intervenir.
—Vale, vale, calma, lo importante es que nadie se ha hecho daño, ¿no?
El señor mueve la cabeza.
—Yo no. ¿Y tú, Giovanna? ¿Te has dado un golpe en la cabeza? ¿Te ha dado un latigazo? ¿Te duele el cuello?
—No, Gianfrá, nada.
—Perfecto. —Nick se mete en el coche. ______ va con él.
—¿Se me está hinchando la nariz?
—Qué va, estás hecho un primor. Oye, en mi opinión estos dos han venido aquí a lo que han venido, ¿entiendes? Ambos llevan alianza. De modo que están casados. Si dices que vas a llamar a la policía y que quieres hacer un parte verbal, a lo mejor se asustan y se van.
—¿Tú crees?
—Seguro.
—______...
—¿Qué?
—Hasta ahora no has acertado una... El aparcamiento, el billete del autobús. ¿Estás segura de que quieres atreverte con la policía?
______ pone los brazos en jarra.
—¿Los batidos eran buenos?
—Buenísimos.
—Pues ya ves cómo a veces acierto en algo. Dame otra oportunidad...
—Ok.
Nick sale del Mercedes.
—Creía que tenía un parte amistoso y resulta que no. Me parece que tendremos que llamar a la Guardia Urbana, para que levanten el atestado... y podamos hacer un parte verbal.
La mujer mira al hombre.
—Gianfrá, me parece que eso va a tardar bastante.
______ mira satisfecha a Nick y le guiña un ojo.
Gianfranco se toca la barbilla, pensativo. ______ interviene.
—En vista de la situación... hagamos como si nada hubiera pasado: vosotros os vais y nosotros también.
Gianfranco la mira perplejo. No entiende.
—¿Y el coche que me has destrozado?
—Gajes del oficio —osa decir ______.
—¿Qué? ¿Estás de coña? La única vez que salgo con mi mujer para estar a solas un rato porque ya no puedo más, mis hijos siempre en casa, con una decena de amigos, busco un sitio donde estar tranquilo con ella, ¿y ahora, por tu culpa, tengo yo que pagar el pato? ¡Mira, tía lista, a la Urbana la voy a llamar yo de inmediato, y esperaremos lo que haya que esperar! ¡Aunque sea un año! —Gianfranco saca su móvil del bolsillo y marca un número.
______ se acerca a Nick.
—Ok, no he dicho nada...
—Eso.
—¿Tienes un parte en el coche o no?
—Claro que tengo, pero he fingido que no por tu espléndida historia de los amantes.
—Entonces cógelo...
—Pero ya está llamando a los urbanos.
—Será mejor que lo saques... ¡Fíate de mí!
—Pero ¡se van a dar cuenta de que íbamos de farol!
—Nick... no tengo permiso de prácticas y tengo diecisiete años.
—Pero me dijiste que... aaah, contigo renuncio.
Nick se tira dentro del coche y sale un segundo después con un folio en la mano.
—¡Gianfranco, mire! ¡He encontrado un parte! ¡Qué suerte, ¿eh?!
—¡Primero! —Nick se apoya en el cristal del bar.
—¡Claro, me has engañado, eres un tramposo!
—¡No sabes perder!
Se quedan los dos en la puerta, doblados sobre si mismos, intentando recuperar el aliento.
—Sea como sea, la carrera ha estado bien, ¿eh?
—Sí, y pensar que todos los días juego a voleibol. Creía que te ganaría con facilidad, de no ser así, no te hubiese retado.
Nick se levanta respirando con la boca abierta.
—Lo siento, cinta rodante en casa. Veinte minutos cada mañana... Con una pantalla delante para simular bosques y montañas, paisajes que ayudan a mantenerse en forma y, sobre todo a derrotar a una como tú.
—Ya, ya. Si repetimos, pierdes.
—Claro, ahora que sabes que mi tope son veinte minutos, tendrías ventaja. El secreto tras una victoria consiste en no volver a jugar. Hay que saber levantarse de la mesa en el momento oportuno. Todo el mundo es buen jugador, pero pocos son auténticos vencedores.
—¿Ésta es tuya?
—No lo sé, tengo que decidirlo. No recuerdo si se la he robado a alguien.
—¡Entonces de momento me parece una gilipollez!
—¿Qué pasa, que si la dice otro cambia su valor?
—Depende de quién sea el otro.
—Excúsenme... —Una pareja de extranjeros les pide educadamente que se aparten. No pueden entrar en el local.
—Oh, certainly, sorry... —dice Nick, haciéndose a un lado.
—Vale que con tu cinta rodante y tus sucios trucos me hayas ganado la carrera, pero en inglés te gano de calle. Podrías contratarme como account internacional.
Nick sonríe, abre la puerta acristalada, espera a que ella entre y la cierra de nuevo.
—¿Sabes lo que solíamos decir nosotros cuando se acababan los partidos de futbito y empezaban las discusiones...? El que gana, lo celebra, el que pierde, lo explica.
—Sí, está bien, lo he pillado: me toca pagar. Estoy de acuerdo. Yo siempre pago mis apuestas cuando pierdo.
—Vale, pues de momento paga ésta. Para mí un rico batido de frutas del bosque.
______ observa las distintas posibilidades en la carta.
—Para mí, en cambio, kiwi y fresa. ¿De qué iba aquella historia de «el pendiente»?
—Ah, ya. Bueno, dado que no lo sabes, si quieres puedes no pagar. Sería incluso justo que no lo hicieses.
—Tú de momento explícamelo, después ya decidiré si pago o no pago.
—Vaya, hay que ver cómo te pones... la derrota escuece, ¿eh?
______ intenta darle un puntapié, pero Nick se aparta con presteza.
—Vale, vale, ya basta. Te explico lo que es «el pendiente». Se trata de una tradición napolitana. En Nápoles son generosos en todo y, cuando van a un bar, además del café que se toman ellos, dejan uno pagado para otra persona que entre después. De modo que hay un café «pendiente» para quien no pueda pagárselo.
—Qué fuerte, me gusta. Pero ¿y si después el del bar se hace el loco? ¿Si se guarda el dinero y no le dice nada al que entra, que no tiene dinero pero quiere un café?
—«El pendiente» se basa en la confianza. Yo lo pago, el del bar acepta mi dinero y con ello implícitamente me está prometiendo que cumplirá. Tengo que fiarme del dueño del bar. Es un poco como con eBay, cuando pagas por un objeto y después confías en que te llegará a casa.
—¡Sí, pero en el bar no puedes dejar después tus comentarios y valoraciones!
—Pues yo creo que en el bar es muy fácil, sólo te juegas el dinero de un café. En cambio, estaría bien poderse fiar de los desconocidos para cosas más importantes. A veces no lo conseguimos ni siquiera de quien siempre ha estado a nuestro lado...
______ lo mira. En el tono de su voz nota que hay algo profundo y lejano.
—De mí te puedes fiar.
Nick sonríe.
—¡Seguro! ¡Lo máximo que puedo perder es el seguro del coche!
—No, lo máximo que puedes perder es el miedo.
—¿Cómo?
—Porque te toca volver a creer en todo aquello en lo que habías dejado de creer.
Y se quedan así, en suspenso, con esas miradas hechas de sonrisas y alusiones, de lo que no se conoce, de curiosidad y diversión; indecisos a la hora de tomar o no el pequeño sendero que se aleja del camino principal y se adentra en el bosque. Pero que a veces es tan hermoso, incluso más que la propia fantasía. Una voz irrumpe estridente en sus pensamientos.
—Aquí tienen sus batidos; para la señorita, kiwi y fresa, para usted, frutas del bosque.
______ coge el suyo. Empieza a tomárselo con la pajita, mirando alegre a Nick, sin pensar en nada, con la mirada limpia, rebosante y transparente. Luego deja de beber.
—Hummm, qué bueno. ¿Te gusta el tuyo?
—Está buenísimo.
—¿Cómo es?
—¿Qué quiere decir «cómo es»?
—Que qué tiene dentro.
—Entonces debes decir «de qué es» o «qué gusto has elegido». Mi batido es de frutas del bosque.
—Madre mía, eres peor que la Bernardi.
—¿Quién es ésa?
—Mi profesora de italiano. Me rayas tanto como ella. Venga, que se entendía perfectamente lo que quería decir... ¿no?
—Sí, bueno, depende de lo que quisieras decir, todo es una cuestión de matiz... ¿Sabes que el italiano es la lengua más rica en matices y entonaciones? Por eso se estudia fuera de aquí, porque nuestras palabras permiten expresar con exactitud la realidad.
—Vale, no eres como la Bernardi.
—Ah, eso mismo quería oír.
—¡Eres peor! —Y vuelve a tomarse su batido con la pajita. Se lo acaba y empieza a sorber los restos, haciendo muchísimo ruido, ante la mirada escandalizada de algún turista anciano y la divertida de Nick. Está acabando con lo poco que queda cuando...—: Demonios.
—¿Y ahora qué pasa?
—Nada, mi móvil. —______ lo saca del bolsillo de sus téjanos—. Había puesto el vibra. —Mira el número que aparece en la pantalla—. Qué mierda, es de mi casa.
—A lo mejor sólo quieren saludarte.
—Lo dudo. Serán las tres preguntas de costumbre.
—¿A saber?
—Dónde estás, con quién estás y a qué hora piensas volver. Vale, voy a responder... Me sumerjo... —______ abre su teléfono—. ¿Sí?
—Hola, ______.
—¡Eres tú, mamá, qué sorpresa!
—¿Dónde estás?
—Dando una vuelta por el centro.
—¿Y con quién estás?
—Sigo con Olly. —Mira a Nick y se encoge de hombros como diciendo: «Qué mierda, me toca seguir mintiendo.»
—______...
—¿Qué pasa, mamá?
—Olly acaba de llamar hace un momento. Dice que no le coges el móvil.
______ levanta los ojos al cielo. La articulación de sus labios no deja lugar a dudas. Mierda, mierda, mierda. Nick la mira sin comprender absolutamente nada de lo que está sucediendo. ______ da unas patadas al suelo.
—No me he explicado bien, mamá. Hasta hace poco he estado con Olly, luego ella no quería venir al centro y nos hemos despedido. Le he dicho que me iba para casa, pero después he decidido venir sola. Me ha dejado en el ciclomotor.
—Imposible. Me ha dicho que durante el recreo te había acompañado al mecánico. ¿Cuándo lo has recogido?
Mierda, mierda, mierda. La misma escena de antes con Nick, que cada vez entiende menos lo que está pasando.
—Pero, mamá, ¿no lo entiendes? Que me venía en el ciclomotor se lo he dicho a ella porque no me gusta cómo conduce, tengo miedo de ir detrás.
—¿Sí? Y entonces, ¿con quién piensas volver?
—Me he encontrado con un amigo.
—¿Tu novio?
—No, mamá... Él es ya un ex... Ya te he dicho que lo hemos dejado. Se trata de otro amigo.
Silencio.
—¿Lo conozco?
—No, no lo conoces.
—¿Y por qué no lo conozco?
—Y yo qué sé, mamá, a lo mejor un día lo conoces, qué sé yo...
—Yo lo único que sé es que me estás contando mentiras. ¿No nos habíamos prometido que siempre nos lo diríamos todo?
—Mamá —______ baja un poco la voz y se vuelve un poco—, ahora mismo estoy con él. ¿No podríamos suspender este interrogatorio?
—Ok. ¿Cuándo vas a volver?
—Pronto.
—¿Pronto cuándo? ______, acuérdate que tienes que estudiar.
—Pronto, mamá, te he dicho pronto. —Y cuelga—. Jo, cuando quiere mi madre puede ser muy pesada.
—¿Peor que la Bernardi?
______ sonríe.
—No sabría decirlo. —Después se vuelve hacia el camarero—. ¿Me trae otro?
—¿Lo mismo? ¿Kiwi y fresa?
—Sí, estaba de muerte.
Nick se acaba el suyo y arroja el vaso de plástico en el cesto que hay junto a la caja.
—¿Te vas a tomar otro, ______?
—¿Qué te importa? Pago yo.
—No, no lo digo por eso. Es que dos son demasiado, ¿no te parece?
—¿Sabes?, sólo hay una persona capaz de superar a mi madre y a la Bernardi.
—Creo que sé de quién se trata.
______ se dirige hacia la caja. Nick se le adelanta.
—Quieta, pago yo.
—¿Estás de broma? He perdido la apuesta y pago yo, faltaría más. Bien, son tres batidos y un «pendiente».
La cajera la mira extrañada.
—Lo siento, no tenemos batido pendiente.
—Se lo explico. Yo dejo pagado otro batido además de los tres que nos hemos tomado. Si entra alguien que no tenga dinero para pagar y quiere uno, usted le dice que hay un batido pendiente. Y hace que se lo preparen...
______ le da diez euros a la cajera. Ésta marca cuatro batidos y le da dos euros de vuelta.
—Es una idea bonita. ¿Es tuya?
—No, es de mi amigo Nick. Bueno, en realidad se trata de una tradición napolitana. Ahora todo depende de usted.
—¿De mí, en qué sentido?
—Nosotros nos fiamos de usted, ¿entiende? El pendiente está en sus manos.
—Claro, ya me lo has explicado... y tengo que ofrecérselo a quien lo necesite.
—Exacto. —______ coge el batido que le acaban de preparar y hace ademán de salir. Pero se detiene en la puerta—. También podríamos quedarnos toda la tarde ahí fuera, para controlar... Adiós.
Nick alarga los brazos hacia la cajera.
—Lo siento, es una desconfiada.
La cajera se encoge de hombros. Nick da alcance a ______, que va caminando mientras toma su batido.
—Contigo, a buen entendedor pocas palabras bastan, ¿eh ______?
—Mi madre me ha enseñado que fiarse está bien y no fiarse aún mejor. Y así podría continuar durante horas. Mi madre me ha enseñado un montón de refranes. ¿Tú crees en ellos?
Y siguen así, hablando, paseando, conversando de lo divino y de lo humano, de los viajes que han hecho, de los soñados, de fiestas, de locales recién inaugurados y de los que ya han cerrado, y de otras novedades, capaces de escucharse, de reír, y de olvidar, por un momento, esos veinte años de diferencia.
—¿Me dejas probar tu batido?
—Ah, ¿ahora sí...?
—Si te has pedido otro es que tiene que ser bueno.
—Toma. —______ le pasa el vaso.
Nick aparta la caña y bebe un sorbo directamente del vaso. Luego se lo devuelve.
—Hummm, has hecho bien en pedir otro. Está bueno de verdad.
—Has apartado la cañita. ¿Tan remilgado eres?
—No es por mí, es que a lo mejor te molestaba a ti. Beber con la misma cañita es un poco como besarse.
______ lo mira y sonríe.
—En realidad, no. Es diferente. Muy diferente.
Silencio. Se quedan un rato mirándose a los ojos. Luego ______ vuelve a pasarle el vaso.
—¿Un poco más?
—Sí, gracias. —Esa vez Nick bebe directamente con la pajita. Y la mira. Fijamente. Con intensidad.
—Ahora es como si me hubieses besado.
—¿Y te ha gustado?
—Hummm, sí, mucho. ¡Era un beso con sabor a kiwi y fresa!
Y se miran. Y sonríen. Y por un momento no se sabe bien quién es el más maduro. O inmaduro. De repente, algo los devuelve a la realidad. Suena el Motorola de Nick.
______ resopla.
—¿Qué ocurre? ¿Otra vez de tu oficina?
Nick mira la pantalla.
—No. Peor. ¿Sí?
—Hola, tesoro, ¿cómo estás?
—Hola, mamá.
—¿Estás en la oficina? ¿Con el director? ¿Estás reunido?
—No, mamá.
Nick mira a ______ y se encoge de hombros. Después tapa el micrófono con la mano.
—La mía es peor que la tuya y la Bernardi juntas.
______ se echa a reír.
—¿Y dónde estás entonces?
—En via del Corso.
—Ah, de compras.
—No, por trabajo. Una investigación. Estamos estudiando a la gente para entender mejor cómo entrar en el mercado.
—Qué bien. Me parece una buena idea. En el fondo, la gente es la que escoge, ¿no?
—Así es.
—Oye, ¿te vienes a cenar a casa el viernes por la noche? Vendrán también tus hermanas con sus maridos e hijos. Podrías venir con Miley. Nos encantaría.
—Mamá, ahora mismo no te lo puedo decir, tengo que mirar mi agenda.
—Venga, no te hagas el ocupado con nosotros.
—Es que estoy ocupado, mamá.
—¡Sí, pero puedes andar de parranda por el centro!
—¡Ya te he dicho que se trata de un estudio de mercado!
—Eso se lo cuentas a tus jefes, no a mí. Debes de estar de paseo, divirtiéndote con esos amigos tuyos tan vagos... Vale, intenta venir el viernes por la noche, ¿de acuerdo? —Y cuelga.
______ alza las cejas.
—Dime una cosa: ¿cuántos años tienes?
—Treinta y seis.
—Ah, te hacía mayor.
—Vaya, muchas gracias...
—No me has entendido. No me refería a la edad. Es por cómo te vistes, por tu manera de actuar, por tu cultura.
—¿Me tomas el pelo?
—No, lo digo en serio. Sólo estaba pensando... ¿cuando tenga treinta y seis años, mi madre seguirá dándome la paliza?
—Mira, un día echarás de menos ese tipo de paliza.
______ le da un último sorbo al batido y arroja el vaso en un contenedor medio abierto que hay por allí cerca.
—¡Canasta! —Después se coge del brazo de Nick—. ¿Lo ves? Cuando dices estas cosas, tus treinta y seis años me parecen un montón! —Y se van. En parte corren y en parte no. En parte hablan y en parte también. Sin prisas, sin pensar en nada, sin llamadas de teléfono. Hasta llegar a donde habían aparcado y encontrarse con una única sorpresa. El Mercedes ya no está.
—Mierda... Me lo han robado.
—Quizá no estaba aquí... A lo mejor estaba un poco más allá.
—No, no, estaba aquí. Me acuerdo bien. No me lo puedo creer, me han robado el coche por la tarde, en pleno centro, en la via della Penna. Es absurdo.
—No del todo. Lo absurdo era creer que lo encontraría todavía aquí.
Una voz a sus espaldas. Un guardia particularmente diligente lo ha oído todo.
—Usted ha aparcado en una zona donde actúa la grúa. ¿No ha leído el cartel?
—No, estaba distraído. —Y mira a ______ con una sonrisa forzada—. Y ahora, ¿dónde lo puedo encontrar?
—Se lo ha llevado la grúa, de modo que en el depósito de Ponte Milvio o en el del Villaggio Olímpico, como es obvio. —Y se va con su bloc en la mano, preparado para multar a otro.
—Como es obvio. ¿Y ahora, cómo nos vamos de aquí?
—Es facilísimo. Ven. ¿Será posible que te tenga que enseñar tantas cosas?
______ lo coge de la mano y echa a correr. Atraviesa piazza del Popolo, casi arrastrándolo, como si fuesen dos turistas que intentan llegar a tiempo a algún museo antes de que cierre, y se suben al vuelo en el pequeño tranvía que circula por via Flaminia. Se dejan caer sobre los primeros asientos que encuentran.
Todavía jadeante, Nick saca su cartera, va a pagar, pero ______ lo detiene. Y le susurra:
—Total, vamos a bajar en seguida.
—Sí, ¿y si sube el revisor?
—Si nos bajamos en la próxima.
Pero no. Aún faltan dos paradas. Y justo en la penúltima sube el revisor.
—Billetes, billetes.
Nick mira a ______ y mueve la cabeza.
—¿Por qué te habré hecho caso?
Ella no tiene tiempo de responder. El revisor llega a su altura.
—Billetes. —Y ______ lo intenta. Se justifica de todos los modos posibles, le pone ojitos, menciona a la multa, explica extrañas historias acerca de un coche robado, de un amor que terminó hace poco, le explica el asunto del batido pendiente, un gesto generoso que denota su honestidad. Pero nada. No hay manera. Y ese billete no comprado se convierte en un billete de cincuenta euros menos para Nick.
—Y os he hecho descuento. Como si uno de los dos hubiese llevado billete, ¿vale?
Es de locos, piensa Nick. Ha faltado poco para que hasta le haya dado las gracias. En cuanto bajan, ______ no espera un momento. Echa a correr de nuevo a toda pastilla, arrastrándolo tras ella, haciéndolo casi tropezar, hasta detenerse frente al depósito de la Guardia Urbana.
—Hola... Venimos a buscar el coche.
—Sí, ¿dónde lo tenía aparcado?
—En via della Penna.
—Sí, acaba de llegar. Es un Mercedes ML, ¿no? Serán ciento veinte euros más sesenta de transporte. En total, ciento ochenta euros.
Nick le da su tarjeta de crédito. Después de cobrar, por fin le permiten entrar en el parking.
—Allí está, allí está, ¿no es ése? —______ corre hacia un Mercedes aparcado en la penumbra. Nick prueba a abrirlo con el mando a distancia. Se encienden los cuatro intermitentes.
—Sí, es ése.
______ se sube en un periquete. Nick la sigue. Salen lentamente del parking. Él la mira con la ceja ligeramente levantada.
—Ese accidente empieza a resultarme caro. Si te pido que salgamos como una pareja normal, a lo mejor ahorro.
—Qué va. El dinero tiene que circular, eso ayuda a la economía nacional. Es algo que hay que hacer para saberlo. Además, perdona, pero el director creativo eres tú, ¿no?, y esto es un estudio de mercado. Has visto gente, has saboreado una realidad diferente a la tuya. Ah, y de tu lista de gastos de hoy tienes que restar el mío.
—¿Cuál?
—Los ocho euros de los batidos.
—No faltaba más... En cuanto quede libre un puesto en la empresa, te cojo de contable.
—Gira, gira ahí a la derecha.
—Eres peor que un navegador roto.
Pasan por delante del Cineporto y salen a una explanada enorme, completamente vacía. Tan sólo hay algún coche aparcado al fondo.
—¿Y qué hay aquí?
—Nada.
—Entonces, ¿qué hacemos aquí? —Nick la mira un momento perplejo. Levanta una ceja—. Aquí vienen normalmente parejitas —dice él. Y le sonríe.
—Sí. Pero también los de las autoescuelas.
—¿Y nosotros a qué grupo pertenecemos?
—Al segundo. Venga, quítate, déjame que pruebe a conducir tu coche.
—¿Bromeas?
—Venga, no te hagas el duro. De todos modos, ya es tarde para ir a la oficina. Venga, hasta ahora hemos estado haciendo un estudio de mercado y, por una cifra ridícula, te he dado un montón de datos útiles. Eso te hubiese costado una barbaridad. Ahora tienes que ser un poco generoso. Ya tengo el permiso de prácticas. Vamos, déjame practicar un poco.
—De acuerdo, pero ve despacio, y sin salir de aquí.
Nick se baja del coche y da la vuelta, pasando por delante del capó. La mira mientras ella pasa de un asiento al otro por encima del cambio de marchas. Se aposenta bien, mete uno de los CD comprados en Mensajes y pone la música a todo volumen. Nick aún no ha tenido tiempo de cerrar la puerta cuando ______ arranca de sopetón.
—¡Eh, despacio! ¡Despacio! ¡Y ponte el cinturón!
El Mercedes se queda clavado. Después vuelve a ponerse en marcha en seguida. Nick se inclina hacia ______.
—Eh, ¿qué haces —protesta ella—, qué pretendes? ¿Te estás aprovechando?
—Pero ¿qué dices? ¡Te estoy poniendo el cinturón!
Nick se lo ajusta y se lo cierra. ______ intenta cambiar de marcha, pero se equivoca de pedal y frena.
—Eh, ¡no hay embrague!
—No.
—¿Cómo?
—Esa palanca a la que te has agarrado como un pulpo, no son las marchas... Se llama cambio automático. Para ser exactos, 7G-Tronic, y va provisto también del sistema direct selection. Basta con un toque suavecito para que entre la marcha.
—Entonces no vale. Así no me sirve de nada. —No obstante, ______ arranca de nuevo, traza una pequeña curva estrecha, acelera. No se percata de que otro coche está entrando en ese momento en la explanada. Frena como puede, pero le da de lleno y rompe el faro de la derecha y abolla parte del lateral. Nick, que todavía no había tenido tiempo de ponerse el cinturón, se ve impulsado hacia delante y acaba con la mejilla aplastada contra el cristal.
—¡Ay! No me lo puedo creer, no me lo creo, eres un desastre. —Se toca repetidamente la nariz, preocupado, y se mira la mano buscando sangre.
—No tienes sangre —dice ______—. Venga, que no te has hecho nada.
Nick ni siquiera la escucha. Abre la puerta y se baja a toda prisa.
______ baja también.
—Pero señor, ¿adónde mira? ¡Yo tenía preferencia!
El otro conductor sale de su coche.
—¡¿Qué?!
Es alto, gordo y mayor, de unos cincuenta, cabello oscuro y manos nudosas. En resumen, uno de esos tipos que, si quieren, pueden hacer daño. Y mucho.
—Oye, chiquilla, ¿estás de coña? Yo venía por la derecha. Tú ni siquiera me has visto. Me has acertado tan de pleno que ni en el tiro al blanco. Y menos mal que en el último momento has frenado, que si no ni siquiera estaríamos aquí hablando. Mira esto, mira el estropicio que has hecho...
—Sí, pero usted no ha mirado. Lo he visto, estaba distraído con la señora.
Una mujer baja del coche.
—Disculpa, pero ¿qué estás diciendo? Ni siquiera estábamos hablando...
Nick decide intervenir.
—Vale, vale, calma, lo importante es que nadie se ha hecho daño, ¿no?
El señor mueve la cabeza.
—Yo no. ¿Y tú, Giovanna? ¿Te has dado un golpe en la cabeza? ¿Te ha dado un latigazo? ¿Te duele el cuello?
—No, Gianfrá, nada.
—Perfecto. —Nick se mete en el coche. ______ va con él.
—¿Se me está hinchando la nariz?
—Qué va, estás hecho un primor. Oye, en mi opinión estos dos han venido aquí a lo que han venido, ¿entiendes? Ambos llevan alianza. De modo que están casados. Si dices que vas a llamar a la policía y que quieres hacer un parte verbal, a lo mejor se asustan y se van.
—¿Tú crees?
—Seguro.
—______...
—¿Qué?
—Hasta ahora no has acertado una... El aparcamiento, el billete del autobús. ¿Estás segura de que quieres atreverte con la policía?
______ pone los brazos en jarra.
—¿Los batidos eran buenos?
—Buenísimos.
—Pues ya ves cómo a veces acierto en algo. Dame otra oportunidad...
—Ok.
Nick sale del Mercedes.
—Creía que tenía un parte amistoso y resulta que no. Me parece que tendremos que llamar a la Guardia Urbana, para que levanten el atestado... y podamos hacer un parte verbal.
La mujer mira al hombre.
—Gianfrá, me parece que eso va a tardar bastante.
______ mira satisfecha a Nick y le guiña un ojo.
Gianfranco se toca la barbilla, pensativo. ______ interviene.
—En vista de la situación... hagamos como si nada hubiera pasado: vosotros os vais y nosotros también.
Gianfranco la mira perplejo. No entiende.
—¿Y el coche que me has destrozado?
—Gajes del oficio —osa decir ______.
—¿Qué? ¿Estás de coña? La única vez que salgo con mi mujer para estar a solas un rato porque ya no puedo más, mis hijos siempre en casa, con una decena de amigos, busco un sitio donde estar tranquilo con ella, ¿y ahora, por tu culpa, tengo yo que pagar el pato? ¡Mira, tía lista, a la Urbana la voy a llamar yo de inmediato, y esperaremos lo que haya que esperar! ¡Aunque sea un año! —Gianfranco saca su móvil del bolsillo y marca un número.
______ se acerca a Nick.
—Ok, no he dicho nada...
—Eso.
—¿Tienes un parte en el coche o no?
—Claro que tengo, pero he fingido que no por tu espléndida historia de los amantes.
—Entonces cógelo...
—Pero ya está llamando a los urbanos.
—Será mejor que lo saques... ¡Fíate de mí!
—Pero ¡se van a dar cuenta de que íbamos de farol!
—Nick... no tengo permiso de prácticas y tengo diecisiete años.
—Pero me dijiste que... aaah, contigo renuncio.
Nick se tira dentro del coche y sale un segundo después con un folio en la mano.
—¡Gianfranco, mire! ¡He encontrado un parte! ¡Qué suerte, ¿eh?!
Mrs. Nick Jonas
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