Speed and Love |HARRY STYLES FANFIC| Parte II

-¡Reid! Levántese, le toca jugar éste set-Apreté los ojos con fuerza queriendo decir una de las tantas malas palabras que todos utilizaban.

Pero no pude hacerlo después de todo así que resignada, me puse de pie. No entendía por qué el entrenador insistía en hacerme jugar si él sabía a la perfección que mi mala coordinación podía resultar peligrosa en algunas ocasiones, en especial cuando me lanzaban balones que se suponía yo debía golpear para pasarlos al otro lado de la red.

-Entre señorita Reid, le toca la zona uno.

El entrenador me lanzó un chaleco de deportes que me indicaba que estaba en el grupo rojo, pero éste por supuesto cayó directamente en el suelo. Me agaché a tomarlo y di un quejido silencioso mientras las demás chicas empezaban a entrar de nuevo en la cancha después de un pequeño descanso.

-¿Podría cambiarme de lugar por favor?-Supliqué haciendo un pequeño puchero, que de todos modos no lo convenció.

El voleibol no era lo mío, de hecho ningún deporte era lo mío, pero el voleibol sin dudas estaba en la cúspide de mi lista de deportes para los cuales no era nada buena. Me coloqué el chaleco a regañadientes y me ubiqué en mi posición, justo detrás de Leah Montgomery y su cabello rubio.  Divisé a Maddie al otro lado de la cancha con su chaleco verde y me regaló su mejor cara de burlona compasión.

-Aquí tiene-Dijo el entrenador entregándome la pelota.

Todas se situaron en sus posiciones esperando por mi saque, pero cuando lo hice la pelota cayó a escasos metros de distancia de mí.

-¡Se supone que tiene que lanzarla al otro lado señorita Reid!-Gritó el entrenador.

Sabía que estaba de mal humor porque primero que todo, siempre que lo estaba era cuando me obligaba a participar de las actividades de la clase y en segundo lugar sus gritos y exasperación lo delataban. Lamentablemente yo era la única chica que no sabía jugar ni hacer nada atlético, parecía que todas las demás habían nacido con una vena deportiva y eso sólo me hacía un blanco fácil para los gritos del profesor Roberts. Suspiré con fuerza tratando, sin muchos éxitos, de bloquear la risa de algunas de las chicas del otro equipo. Mis mejillas se enrojecieron pero no de la misma manera en que lo hacían cuando estaba con Harry.

Harry…

Volví a golpear la pelota por debajo, pero ésta vez ésta salió disparada hacia el lado izquierdo de la cancha.

-¡Es hacia allá!-Gritó de nuevo el hombre exasperado, señalando la otra mitad del campo de juego.
-Lo siento-Susurré mientras pasaba por su lado para ir a buscar la pelota que había caído cerca del campo de fútbol donde los hombres jugaban.

Vi a Joe adelantarse para cogerla y me la alcanzó cuando finalmente llegué a su lado.

-Gracias-Susurré respirando con dificultad.
-Es mejor si la lanzas al aire y la golpeas fuerte con tu palma.

Hizo la demostración y yo asentí simulando que había entendido a la perfección lo que había dicho.

-¡Reid! ¡No tenemos todo el día!-Retumbó de nuevo la voz del entrenador, me despedí rápidamente de Joe y corrí hacia la cancha.

Las chicas de mi equipo se veían fastidiadas y las del otro equipo se burlaban, a excepción de Maddie. Tomé un respiro tratando de calmar mis nervios, tiré la pelota al aire tal y como Joe había mencionado y la golpeé con toda la fuerza de la que fui capaz. Pero al parecer, fue demasiada. La pelota si pasó hacia el otro lado pero cayó fuera de la línea de juego, vi como el entrenador se frotaba el puente de la nariz y negaba con la cabeza mientras mantenía los ojos cerrados.

-¡Vuelva a intentarlo Reid!

Se suponía que solo tenía tres oportunidades, pero al parecer el profesor estaba empeñado en que yo lo hiciera bien por lo menos una sola vez. La golpeé una y otra, y otra vez más. Pero no podía. Miré suplicante al entrenador pidiéndole silenciosamente que continuara con el juego. Las palmas de mis manos ya estaban rojas, al igual que mis muñecas y antebrazos.

-¡Otra vez!-Gritó y yo volví a lanzar la pelota, solo para fallar de nuevo.

Diez minutos más tarde el entrenador Roberts se rindió y no hubo otra opción más que rotar de posiciones y darle el balón al otro equipo para que sacara. Una chica alta de cabello castaño golpeó la pelota sin dificultad y en tan solo el primer intento, ésta pasó a nuestro lado dando inicio al juego. Finalmente.

Vi que el cielo se estaba oscureciendo cada vez más y rogué para que la lluvia empezara a caer, así tendríamos que entrar al estrecho gimnasio donde sabía que no me presionarían para jugar. Grité cuando vi que el balón venía directo hacia mí pero una chica a mi lado se atravesó para golpearlo antes de que nuestro equipo perdiera el punto.

Continuamos rotando de lugares a medida que el juego avanzaba, conmigo no haciendo nada más que gritar y huir del camino de la pelota en cuanto ésta se aproximaba. Era consciente de que por mi culpa habíamos perdido una gran cantidad de puntos pero no había nada que yo pudiera hacer al respecto, más que irme de allí, correr hasta los vestidores y llorar por la humillación. Y eso definitivamente no iba a suceder.

De nuevo vi como el balón se acercaba en cámara lenta, levanté las manos decidida a pegarle pero alguien me empujó y al segundo siguiente ya me encontraba en el piso con las manos raspadas por la caída. Hice una mueca de dolor mientras me ponía de pie limpiándome en el pantalón y agradecí el hecho de llevar unos largos en lugar de shorts como todas las demás o de lo contrario me habría lastimado las rodillas también.

-Ups lo siento-Se disculpó Leah sonriendo.

El entrenador llegó a mi lado examinando mis manos y me ordenó ir a la enfermería, Maddie insistió en acompañarme pero yo fui aún más insistente al decirle que no era necesario.

La enfermera me hizo tomar asiento y limpió la sangre primero para después aplicar antiséptico, a lo cual lloriqueé y apreté los ojos debido al dolor.

-Quédate quieta-Soltó sin una pizca de gracia ni de compasión.

Al parecer todos estaban de mal humor ese día.

Harry había ido a mi casa de nuevo esa mañana y había traído consigo el desayuno, comimos en la mesa de la cocina mientras hablábamos de cualquier cosa y yo por supuesto había perdido la noción del tiempo, lo cual me hizo llegar tarde a mi clase de filosofía. El profesor Schmitt no fue tan comprensivo como mi profesora de literatura del día anterior, me dio un corto sermón justo en frente de mis compañeros y al final de la clase volvió a llamarme para terminar de hablar sobre la importancia de la responsabilidad y me asignó escribir un ensayo al respecto.

La enfermera cubrió mis manos con venda blanca y me informó que debía dejármelas así por lo que quedaba del día.

No me molesté en volver a clase después, estaba agotada tanto física como mentalmente y lo único que quería era llegar a casa. Además un leve dolor de cabeza empezaba a surgir. Fui hasta los vestidores y me coloqué mi ropa de nuevo, me senté en una de las bancas que estaban en medio del lugar y sin pensarlo demasiado, llamé a Harry.

-¿Estás bien?-Fue lo primero que dijo cuándo contestó.
-Sí, estoy bien-Murmuré silenciosamente-¿Estás ocupado?
-¿Por qué? ¿Qué pasa?

Y solo así, el simple timbre de su voz fue suficiente para hacerme sentir más relajada. Y la forma en la que su tono se escuchó repentinamente nervioso provocó que mi corazón se hinchara.

-Nada, es solo que me preguntaba si podrías venir a buscarme más temprano.
-¿Qué paso Sky?-Demandó ésta vez con voz autoritaria.
-¿Puedes?
-Ya voy para allá-Soltó luego de unos cuantos segundos de silencio.

Guardé el celular en mi bolso y permanecí allí sentada un par de minutos más con la mirada fija en la puerta azul de mi casillero del gimnasio. Hacer deporte siempre me hacía terminar con los ánimos por el piso, lo cual era bastante ilógico. Pero no me gustaba ser el centro de atención y mucho menos serlo por mis inexistentes capacidades atléticas, además aunque luchara para evitarlo no podía ignorar las burlas y la forma en la que éstas me afectaban.

Finalmente sacudí la cabeza liberándome de los pensamientos y amarré mi cabello en una alta cola de caballo para después terminar de arreglar todas mis cosas y salir del lugar. Los pasillos estaban completamente vacíos, fui hasta el baño para salpicar mi rostro con un poco de agua buscando recuperar algo del color que el agotamiento se había llevado.

Antes de salir para esperar a Harry afuera hice una parada en mi casillero, saqué un par de cuadernos que necesitaba y luego me dirigí por el pasillo hasta la puerta principal. Eso era lo bueno de éste tipo de escuelas, se podía entrar y salir en cualquier momento siempre y cuando no hubiera ningún profesor merodeando. O la directora. Y en ese preciso momento todo estaba desolado. Divisé la puerta principal y me dispuse a caminar con mayor rapidez hacia ella, pero alguien llamándome a mis espaldas me detuvo.

-¡Sky!-Escuché nuevamente y ésta vez giré el rostro para ver a Joe corriendo hacia mí.
-¿Qué pasa?-Pregunté de inmediato sintiéndome paranoica por la posibilidad de que el entrenador lo hubiera mandado para buscarme.
-Nada, solo quería saber cómo estabas.

Fruncí el ceño sin entender el significado de sus palabras, pero segundos después reaccioné recordando mi caída de hacía un rato. Instintivamente levanté las manos vendadas para mostrárselas y sonreí avergonzada. Él las agarró evaluándolas a pesar de que la venda no permitía ver nada.

-Uhm tengo que irme-Murmuré nerviosa-Te veo luego.

Abrí la puerta principal saliendo al helado y cada vez más oscuro clima. Miré a ambos lados antes de bajar las escaleras de la entrada y en ese preciso instante un auto negro brillante se abrió su camino en la calle. Lo reconocí inmediatamente, era el auto de carreras de Harry.

Bajé corriendo pero de repente la voz de Joe retumbó en mis oídos de nuevo.

-¿Necesitas un aventón?-Preguntó desde la cima de las escaleras.

Negué con la cabeza señalando incómoda hacia el auto detrás de mí y sonreí.

-Gracias de todos modos.

Cuando volví a emprender mi camino hacia Harry lo encontré fuera del auto con el ceño fruncido y con la clara intención de acercarse así que me di prisa para llegar a él. Noté como dudaba por un segundo pero finalmente se dio media vuelta para abrir la puerta del acompañante y yo me deslicé en el asiento de cuero admirando por primera vez el lujoso auto. Todo se veía más lujoso que la camioneta.

-¿Quién era ese?-Soltó en cuanto arrancamos-¿Y qué mierda te pasó en las manos?
-Uhm su nombre es Joe, es un amigo-Respondí sin resaltar el hecho de que en realidad era más amigo de Maddie que de mí- Y me caí.

Lo vi titubear alternando la mirada entre el camino, mis manos y mis ojos.

-¿Qué pasó?-Preguntó finalmente alargando una mano y tomando las mías entre ella.
-Clase de deportes, eso pasó.

Me observó por un segundo y llevó una de mis manos hasta su boca dejando un suave beso en ella y luego hizo lo mismo con la otra.

-Enserio tienes que aprender a ser más cuidadosa.

Me sentí mil veces más avergonzada, y suponía que eso se debía a que no quería parecer una débil niña tonta ante él. Alejé mis manos para restregar mis ojos y froté también mi frente queriendo que el dolor de cabeza se disipara pero éste solo se hacía cada vez más intenso.

-Lindo auto-Murmuré en un intento por cambiar el tema y automáticamente una expresión de orgullo se plantó en su rostro aunque luego intentara esconderla.

Recosté la cabeza en el espaldar cuando empecé a sentirla demasiado pesada, mis ojos ardían y apenas podía mantenerlos abiertos.

-Sky ¿Estás bien?
-Sí, solo un poco cansada.