Speed and Love |HARRY STYLES FANFIC| Parte II

-Ten cuidado-Dijo Harry mientras yo subía en la camioneta escuchando luego el sonido de la puerta cerrándose detrás de mí.

Me abroché el cinturón de seguridad y me acomodé en el asiento mientras lo veía a él rodear el auto para llegar a su lado. Recosté la cabeza contra el espaldar observando disimuladamente a Harry encender el vehículo y sacarlo del parqueadero del edificio, sin decir ni una sola palabra y sin abandonar su expresión de seriedad que podía tomarse como enojo. Lo cual no era de extrañarse.

Me gustaba la forma en que su rostro se comprimía cuando estaba concentrado, me gustaba como el hueso de su mandíbula sobresalía y la forma en que su cabello desordenado dejaba en evidencia las múltiples veces en que sus manos lo recorrieron con irritación.

Luego del incidente de la cocina fue poco lo que habíamos hablado, de hecho por primera vez mi voz fue la única que llenó el apartamento la mayor parte del tiempo. Lo único que estaba deseando era que la tensión entre nosotros desapareciera, en realidad no me había importado mucho lo que había pasado y no quería que a él le importara tampoco. Quería que el Harry de hacía un rato que se reía sacudiendo su cabello mojado hacia mí y abrazándome a propósito para dejarme empapada, volviera. Pero al parecer el turno de ese Harry alegre había terminado. Comimos frente al televisor y pude notar más de una vez su mirada sobre mi muñeca y como sus ojos se oscurecían al ver la marca que había aparecido, no era más que un vago rojo que contrastaba con mi piel pálida pero aun así alcanzaba a ser visible. Él no decía nada, simplemente apartaba el rostro de mi mano y se enfocaba en la pantalla del televisor pero minutos después volvía otra vez a mi muñeca. Quizás esperando que la marca desapareciera. Yo trataba de bajar las mangas del saco para taparme pero cada vez que lo hacía, de alguna u otra manera, éstas encontraban la forma de subirse y dejar la piel expuesta de nuevo. Finalmente cuando me di cuenta de que él no estaba para nada dispuesto a abandonar su mal temperamento, terminé por rendirme y me puse de pie yendo hasta la habitación para vestirme.

Aparté la mirada de Harry y opté por concentrarme en el paisaje nocturno al otro lado de la ventana levemente empañada debido a la baja temperatura. Me acurruqué en el asiento buscando mayor comodidad y poco a poco empecé a notar que me era cada vez más difícil mantener los ojos abiertos. De repente la música se convirtió en un vago sonido en el fondo y me permití hundirme en los acontecimientos del día que empezaban a reproducirse en mi mente. Acontecimientos demasiado inesperados y agotadores.

De un momento a otro sentí algo rozando contra mi mejilla con suavidad y automáticamente me revolví para acercarme a la caricia.

-Ya llegamos-Escuché un susurro a lo lejos.

Ésta vez sentí la caricia sobre mis labios pero un segundo después el toque ya no estaba. Me quejé luchando por abrir los ojos pero mis esfuerzos fueron completamente en vano, hasta que volví a sentir la caricia empezando a recorrer levemente la piel de mi mano. Sentí como la manga de mi abrigo se levantaba y ésta vez el rocé llegaba hasta mi muñeca.

Abrí los ojos de inmediato encontrando a Harry con los suyos evaluando minuciosamente el área. Me tomó un minuto despertarme completamente y cuando lo hice aparté la mano con rapidez volviendo a esconderla bajo la tela, miré a todos lados acostumbrándome a la realidad y me di cuenta de que ya habíamos llegado a casa.

-Lo lamento-Dijo en un vago murmuro y no estaba segura de que él hubiera querido que yo lo escuchara.
-Lo sé-Respondí de todos modos-No es necesario que...
-Si lo es-Replicó al instante mostrándose a la defensiva.

Fruncí el ceño, sabía que él quería discutir. Pero yo estaba demasiado cansada como para seguirle el juego.

-Debo irme-Me limité a contestar soltando el cinturón de seguridad e inclinándome para agarrar del asiento trasero la bolsa de mi vestido nuevo.

Lo pensé por un momento antes de acercarme y darle un beso en la mejilla, él no se movió ni un centímetro ni para girarse hacia mí ni para mirarme de reojo. Tenía que irme, pero no quería hacerlo con él estando molesto así que me incliné un poco hacia su rostro irrumpiendo en el punto de su visión y obligándole a que se enfocara en mí. Sonreí a milímetros de él pero no hizo nada, solo se quedó allí observándome y estudiando mi rostro con sus cejas en una gruesa linea recta.

-No estés enojado-Le di un rápido beso en los labios pero él aún seguía sin inmutarse-Por favor.

Permanecí allí a poca distancia dispuesta a no bajarme del auto hasta que su mal humor se fuera. O por lo menos disminuyera un poco. Sonreí de nuevo, ésta vez más como niña consentida que esperaba salirse con la suya. Y efectivamente así fue, su mano se enredó en mi cabello tirando de mí hacia él para besarme con determinación, más fuerte de lo que me esperaba. Pero no podía quejarme al respecto, porque me gustaba.

-Ahora si tengo que irme-Susurré contra su boca y volví a darle un beso antes de abrir la puerta y dejar que el frio de la noche se colara entre mis huesos-Adiós.


-Hola Skylar-Saludó mi padre desde el extremo de la mesa del comedor y me indicó con la cabeza que tomara asiento a su lado-¿Quieres un poco de té?
-Si, por favor.

Evité mirarlo a los ojos en todo momento, porque al parecer ya no sabía cómo hacerlo sin recordar todas las mentiras y todas las cosas que había estado haciendo a sus espaldas. La noche anterior había recibido un pequeño regaño por haber llegado ocho minutos después de la hora acordada, pero no exageró castigándome de nuevo o algo por el estilo. Lo cual era bueno considerando que debía pedirle permiso para dormir en casa de Maddie el fin de semana. No podía mencionarle que ella haría una fiesta porque conociéndolo como lo conocía sabía que a pesar de que fuera el cumpleaños de mi mejor amiga, no me dejaría asistir. O tal vez si me diera permiso pero sabía que lo más probable era que se apareciera en medio de la noche para vigilarme. Y eso era mucho peor.

-¿Dónde está tu anillo?

Levanté la cabeza bruscamente hacia él ante la mención del anillo que  había dejado de usar días atrás. Abrí los ojos viendo mi dedo vacío mientras trataba de encontrar una excusa que sonara lógica. Miré a mi padre que se había quitado las gafas de leer y ahora me miraba expectante con una de sus cejas elevadas.

-Uhm no lo sé-Me abofeteé mentalmente por mi falta de imaginación y carraspeé nerviosa mientras me apresuraba a corregir mi error-Quiero decir, lo guardé para que no se perdiera y ahora no puedo encontrarlo.

Papá me miró fijamente por unos segundos frunciendo el ceño con una expresión de seriedad que me decía que no estaba para nada contento con mi respuesta. Pero luego volvió a colocarse las gafas y alzó el periódico de nuevo.

-Búscalo Skylar-Me dio una fugaz mirada por encima de las hojas de su ejemplar-Y será mejor que lo encuentres.

****

Maddie me jaló hasta el interior de mi habitación y cerró la puerta con seguro.

-¿Podrías decirme por qué estás actuando tan extraño?-Me quejé mientras ella me empujaba para que me sentara en la cama.
-Necesito hablar contigo-Murmuró apresuradamente-Sobre ayer.

Solté un respiro y me puse de pie anticipando lo que Maddie iba a decir. Harry y Kristin. La sola mención del nombre de Harry junto al de ella hacia que mi estómago diera vueltas. No quería enfocarme demasiado en lo que estaba sintiendo pero sabía a la perfección lo que era.

Celos.

Susurró una voz en mi cabeza traicionando mis intentos de no pensar sobre eso.

-¿Qué con ayer?-Dije casualmente intentando parecer lo más desinteresada posible.

Maddie me tomó de la mano jalándome para que me sentara de nuevo junto a ella, por lo que no tuve más opción que hacerlo.

-Escucha, Kristin y Harry…
-Ya lo sé-La interrumpí antes de que siguiera hablando sobre algo que no quería escuchar de nuevo.

Había decidido enterrar ese tema en lo más profundo de mi cabeza. Él había sido sincero, él había dicho que no había sido nada y él había dicho básicamente que yo le importaba, así que eso era todo en lo que quería enfocarme. Sabía que la inseguridad que sentía cuando se trataba de los dos, no desaparecería mágicamente. Pero al parecer no podía mantenerme alejada de él y era inútil luchar contra eso.

-¿Ya lo sabes?-Replicó ella confundida.
-Sí, Harry me lo dijo.
-¿Lo hizo?-Preguntó con sorpresa en su voz y en su expresión-¡Vaya! Al menos es un hijo de puta honesto.

La fulminé con la mirada pero era más debido a que no me gustaba que se refiriera a él de esa forma, que por utilizar malas palabras. Parecía que empezaba a acostumbrarme a ellas y no sabía si eso era algo bueno o malo. Me puse de pie de nuevo para ir hasta el escritorio y me sentí agradecida de que ella no me lo impidiera ésta vez, abrí el cuaderno de biología viendo que tenía tarea y busqué el libro en mi bolso para empezar a hacerla.

-Así que… ¿Qué pasó?-Preguntó ignorando majestuosamente mis inexistentes ganas de hablar sobre el tema.

Solté un bufido silencioso pero luego me di cuenta de algo, golpeé el libro de biología en el escritorio fuertemente y me di la vuelta hacia Maddie.

-Espera un segundo-Entrecerré los ojos mirándola-¿Desde cuándo lo sabias?
-Desde ayer-Chilló incrédula y se puso de pie-Tú sabes que si lo hubiera sabido antes te lo hubiera dicho Sky. Lo sabes ¿Cierto?

Asentí de inmediato, sintiéndome culpable por lo ridículo de mi acusación.

-Kristin había estado diciendo cosas horribles sobre él y había estado preguntando por ustedes dos todo el tiempo, pero creí que simplemente lo odiaba porque él nunca le había dado ni la hora… aunque al parecer Harry le dio mucho más que eso.

Esto último lo dijo en un vago susurro pero de igual forma llegó a mis oídos. La miré con disgusto por su comentario y volví a agarrar el libro, buscando la página que necesitaba para terminar la tarea.

-Lo siento Sky- Sentí como me abrazaba por detrás, un gesto poco común en nuestra amistad, pero completamente bienvenido-Aún no me hago a la idea de que estés saliendo con él.

Permanecí allí analizando sus palabras por un par de minutos mientras fingía leer algo. No estaba segura de que Harry y yo estuviéramos saliendo, de hecho no estaba ni siquiera segura de lo que salir con un chico implicaba.

Respiré profundo debatiéndome internamente qué decir. No me gustaba hablar sobre mi vida, mis sentimientos y esas cosas relacionadas. Lo detestaba. Pero detestaba aún más sentirme tan perdida como me sentía últimamente. Dejé el libro en el escritorio de nuevo y me giré sentándome en el borde de la mesa.

-Maddie…-Hablé hacia ella que ahora yacía acostada junto a Dorothy en mi cama.
-¿Qué sucede?-Preguntó cuándo ni una sola palabra continuó su camino fuera de mi boca.

La miré por unos instantes pero no sabía qué decir. Quería decírselo todo y que ella me dijera lo que debería hacer. Pero tenía miedo de que me juzgara si le contaba los detalles de las cosas que había estado haciendo con Harry, sabía que si empezaba a hablar no podría detenerme y temía terminar sintiéndome peor de lo que me encontraba. Así que echando hacia atrás el impulso, dije lo primero que se cruzó por mi cabeza.

-No estoy segura de querer utilizar el vestido que compramos para tu fiesta.
-¿Qué?-Exclamó desde la cama-Lo tienes que utilizar. Encontré un antifaz perfecto para tu vestido, mañana iremos a comprarlo y que no se diga más.


Mientras bajaba las escaleras revisé mi celular nuevamente esperando tener alguna noticia de Harry. Desde el sábado en la noche no había sabido nada de él y no podía evitar sentirme un poco paranoica al respecto.

-Sabes que no puedes llevar el celular al colegio Skylar-Dijo mi padre saliendo del estudio con su abrigo colgando del brazo y con un maletín de cuero en su mano.
-Lo sé-Respondí bajando el último escalón.
-Tienes que cambiarte-Señaló apuntando hacia mi pijama.
-Lo sé-Repetí rodando los ojos sin que él lo notara.

Mi pijama era un vestido de tirantes blanco con moño rosa en medio del escote. Había sido de mi madre y yo por supuesto lo había guardado cuidadosamente hasta que finalmente conseguí que me quedara. El vestido no se veía ni la mitad de lindo en mí, como lucía en ella. Pero aun así amaba utilizarlo.

A mi padre desde luego no le gustaba que yo tuviera las cosas de mamá, siempre se enojaba pero con el paso del tiempo él simplemente se resignó a que yo conservara todos esos recuerdos de ella.

-Nos vemos en la noche.

Agité la mano despidiéndome de él.

-Buenos días-Susurré al vacío cuando la puerta principal se cerró.

Esa mañana había despertado mucho antes de lo habitual, mi cabeza estuvo trabajando arduamente durante toda la noche y no había podido conciliar el sueño como era debido, por lo que no tuve más opción que terminar rindiéndome y saliendo de la cama más temprano. Miré el celular de nuevo, pero nada. Aún no había ninguna señal de Harry.

Tal vez deba llamarlo-Pensé. Pero de inmediato descarté la opción.

Fui hasta la cocina arrastrando mis pantuflas color rosa y puse a preparar un poco de café. Dorothy saltó a la encimera observándome minuciosamente. Si papá estuviera en casa, se habría vuelto completamente loco al verla allí. Me reí y la tomé en brazos, busqué una lata de comida para gatos en la encimera y coloqué a Dorothy en el piso para dejarla comer.

El sonido del timbre inundó la casa y me apresuré a la puerta preguntándome si tal vez papá había olvidado las llaves o algo por el estilo. Pero no había sido así. En cuanto abrí la puerta encontré a Harry de pie vestido de traje negro pero sin corbata, llevaba la camisa blanca desabotonada en la parte superior y contrastando su apariencia, tenía una pañoleta negra en su cabeza doblada como si fuera una diadema para mantener su cabello hacia atrás. Luciendo perfectamente elegante y perfectamente casual, al mismo tiempo. De una forma que solo él podía manejar.

-¿Qué…Qué haces aquí?-Pregunté confundida y sorprendida al mismo tiempo.

Sus ojos barrieron mi cuerpo e instintivamente llevé la mano hasta el final del vestido bajándolo para que de alguna forma alcanzara a cubrirme más. Cuando sus ojos finalmente volvieron a los míos noté la forma en que los suyos se habían oscurecido y por alguna razón eso hizo que un cosquilleo cobrara vida en mi interior y viajara a lo largo de mi cuerpo.

-¿Puedo pasar?

No quería admitírmelo a mí misma, pero un día de no haber hablado con Harry me había hecho extrañar su ronca y profunda voz más de lo racionalmente adecuado. Sacudí la cabeza intentando también sacudir mis pensamientos, me hice a un lado para dejarlo entrar y después cerré la puerta.

-¿Qué haces aquí? Papá acaba de irse hace poco, si te hubiera visto…-Froté mi frente tratando de calmarme a mí misma mientras repasaba las posibilidades.
-No enloquezcas. Espere a que se fuera.

Inmediatamente un leve sentimiento de alivio me invadió, solté un respiro al mismo tiempo que Harry me tomaba de la cintura acercándome a su cuerpo y tomándome por sorpresa llevó una de sus manos hasta mi mejilla acariciándola suavemente para luego pasar el pulgar por mi labio inferior rozando la pequeña herida que él había hecho y que había tenido que esforzarme en mantener escondida, tanto de mi padre como de mi mejor amiga.

-No llamaste-Me apresuré a decir cuando vi que su ceño se fruncía mientras evaluaba mi labio, temiendo que su aparente buen humor se estropeara.
-No creí que quisieras que lo hiciera-Susurró inclinándose para desaparecer la enorme diferencia de altura. O al menos intentarlo un poco.

Su cabello lucía perfectamente despeinado bajo esa pañoleta y sus ojos parecían más claros de lo normal. Antes de darme demasiado tiempo para pensarlo, mis brazos ya se habían alzado y se encontraban enredados alrededor de su cuello aumentando nuestra cercanía.

-Siempre quiero que lo hagas-Murmuré en voz baja avergonzada por mis propias palabras y por la forma en la que él me estaba viendo.

Harry soltó mi mejilla y llevó la mano hacia mi barbilla levantando mi rostro hasta quedar a milímetros de distancia del suyo.

-Lo tendré presente-Dijo rozando nuestros labios de una forma que sorpresivamente me resultaba bastante desesperante.

Luché unos cuantos segundos contra el impulso de terminar con la distancia pero al final no pude controlarlo más y fui yo quien unió nuestros labios. Me puse en puntas de pie y él llevó sus manos firmemente hasta mis caderas para luego dirigirlas hacia mi espalda abrazándome y pegándome mucho más a su cuerpo.