Diplomacia (Larry Stylinson) Epílogo

ya quiero que se vean!!! y el cap buenoooo... pues si el final... pues que te digo...  jeje pero bueeee... y Harry todo desesperado jaja y esa escena  de la oficina de Lou jaja aunque ya lo admitio... le gusta Harry a mas no poder jeje

1dfu94 escribió:El final... Eeeeeewwww :quemierda: ... Me he saltado muchas partes del final jajajaja 
Pobre Harry desesperado y Louis no se queda corto jaja
Haver que pasa en la exposicion :ñomñom:

Hola.
Lo se, es asqueroso, pero de verdad, eso es importante.
A ver que pasa en la expo.
Saludos
Byee

Sacnybell escribió::muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: 

Ese final... ¬¬'
Tienes toda la razón a mi no me gusto nada ¬¬' Eleanor no se debe desaparecer  YAA! ahh yaps :( pero buee hay que esperar para lo que viene después como decis tu :'D me encanta seguila pronto'

Hola.
Sabia que a nadie le gustaría. ¿A quien en su sano juicio si?
Lo que viene adelante sera interesante!
Ya la sigo
Saludos
Bye

Amelie. escribió:Helou:3

¿Que decirte?
Me esta encantando:I

Estaba  y yo yo ... iba a explotar u-u
Cada vez que se quedaban solos era como
Se vieneeee, el beso, pero no pasaba nada
Quiero beso o  -  o

y Louis con Eleanor:c
que feooo:c


Buenooo:3
Adios<3

Hola
Que bueno que te guste la novela.
Esos dos solos explotan!
El tipo esta casado con le vieja esa, pero tranqui, algo pasara hay.
Saludos
Bye

Debby1D escribió:Ewwwwwwww, eso fue tan desagradable. En toda la extensión de la palabra.
No solo porque sea la barba, ya es desagradable por el simple hecho de que sea mujer. Creo que no leía algo hetero desde hace casi un año, estoy a punto de vomitar. ah JAJAJ
Ajdhgfsvh que asco, tengo el estomago revuelto, literalmente. 
Ok, pasemos a lo importante. Esos dos se tocan pensando en el otro JAJAJAJAJ omg, cuando van a darse duro de una vez? ah
La secretaria de nombre impronunciable me cae tan bien :') JAJAJ
Quiero leer la reacción de Lou cuando vea a Harry *-* 
Seguila pronto por favor!
Adios ♥

Hola.
Lo se, es asqueroso, pero de nuevo, era necesario ponerlo.
Tu tranquila, todo a su tiempo!
La secretaria es la onda!:)
Saludos 
Bye

Alex_YopP escribió:ya quiero que se vean!!! y el cap buenoooo... pues si el final... pues que te digo...  jeje pero bueeee... y Harry todo desesperado jaja y esa escena  de la oficina de Lou jaja aunque ya lo admitio... le gusta Harry a mas no poder jeje

Hola.
Se vera pronto!
Si, a nadie le gusta el final, a mi tampoco!
Harry todo desesperando por que Lou lo llame, se comporta como una adolescente enamorada!
Ah claro que le gusta.
Saludos
Bye

Louis y Eleanor llegaron tarde al restaurante argentino donde habían reservado mesa para cenar, y gracias al tráfico de la noche de los viernes, llegarían indudablemente tarde a la inauguración de la exposición. 

Louis estaba claramente de un humor fantástico, y durante la cena recordaron cómo se habían conocido en una fiesta de la embajada estadounidense en Argentina, donde el padre de Eleanor trabajaba como el Oficial de Información y a donde Louis había sido enviado en su primera comisión en el extranjero. Aquello había sucedido hacía ya veinte años, y Eleanor agradecía que todavía pudiera mirar a su marido y decir que casarse con él fue la mejor decisión que había tomado en su vida. 

—Así que, dime otra vez: ¿por qué te costó casi un año y medio acostarte conmigo? —bromeó ella. 

Louis se limpió las comisuras de la boca con la servilleta y comenzó a decir sus razones, contándolas con los dedos de la mano: 

—Era un caballero, ¿qué más puedo decir? Además, no sabía a dónde se dirigía mi vida. 

»Sabía que podía ser enviado a cualquier sitio previo aviso, así que imaginé debía asegurarme de que eras la mujer adecuada para mí. Y quería terminar mi carrera primero, para que si te llevaba al extranjero, pudiéramos vivir de un solo sueldo. 

—Bueno, fue muy amable de tu parte el dejar tan buena impresión en mis padres. Creo que aquello fue el único argumento de todos los que les di que realmente les convenció cuando les dije que me iba a Dinamarca contigo antes de estar casados. —Colocó su mano sobre la suya y jugueteó con su alianza—. Tengo que reconocer que lo de esta tarde ha hecho que te perdone por tenerme esperándote durante dieciocho meses. 

—Pensé que ya había conseguido que me perdonaras la espera hace mucho, Ele —contestó Louis tímidamente.
—Bueno, pues entonces no sé qué querías que te perdonara con lo de antes, pero por favor, ¡hazlo otra vez! —Puso los ojos en blanco durante un instante y tomó otro sorbo de su vino. 

Louis se quedó callado hasta que se dio cuenta de que su silencio le hacía parecer realmente culpable. 

—¿Quieres postre? —preguntó sin convicción. 

***** 
Harry entró en el Palais des Beaux Arts con Lucy de su brazo. Había intentado ir sin ella, pero después de ver sus ojos iluminarse cuando le dijo donde iba a pasar la velada, no tuvo corazón para decirla que no podía ir. 

Incluso aunque el museo era grande, la recepción tenía lugar en uno de los salones pequeños y, consecuentemente, estaba bastante lleno. La mayoría de los asistentes eran mayores en edad, hombres gordos con mujeres de mirada aburrida a su lado, y muy poca gente realmente miraba los objetos expuestos. 

Harry escaneó la sala buscando a Louis pero no pudo encontrarlo, así que guió a Lucy hacia un gran tapiz que cubría la mayoría de la pared más cercana a ellos. No quería aventurarse mucho entre la multitud, no fuera a ser que no viera a Louis entrar. 

Hombres altos, elegantes y con pajarita caminaban por toda la sala llevando bandejas con bebidas, y Harry consiguió sacar dos vasos de champagne, dándole uno a Lucy. 

—Deberíamos mezclarnos con la gente, Lucy. Hay mucha gente importante aquí —sugirió Harry, pero vio el pánico adueñarse del rostro de su novia—. No te preocupes. Yo estaré ahí —ofreció con una sonrisa, aunque eso significara que sería virtualmente imposible hablar con Louis esa noche a solas. 

Justo en ese momento el disparo de flash de las cámaras se adueñó de la entrada principal, y todos los ojos se volvieron hacia la pareja que entraba. 

Louis llevaba un traje elegante y oscuro, y Eleanor se veía absolutamente radiante en su vestido de dos piezas azul claro. 

Fueron recibidos por el conservador del museo y varios invitados se dirigieron a la entrada para estrechar sus manos. 

Harry sabía que él y Lucy necesitarían bastante tiempo antes de poder dirigirse a ellos. Toda esta función requería de mucho protocolo y su estatus personal de amigos no les llevaría a ninguna parte aquí. Louis inauguraría la exhibición, probablemente, o al menos observaría cómo lo hacían, y muchos oficiales de alto rango querrían hablar con él antes de que Harry y Lucy pudieran saludarle. 

Aunque sabía todo esto, todavía quería que el americano fuera consciente de su presencia, así que de la manera más casual posible, llevó a Lucy hasta que se situaron en el campo de visión de Louis. Todavía tenía la sensación de que el embajador le había estado ignorando durante toda la semana y quería resolverlo esta noche, de un modo u otro. 

—¿Por qué no podemos ponernos en la fila para decirles hola como todo el mundo? —preguntó Lucy. 

—Porque hay otras personas que él necesita conocer primero, Lucy —dijo secamente, y después suspiró—. Lo siento, no podemos ir allí, simplemente, y… —Harry no terminó la frase, porque Louis le miraba directamente a los ojos, con una expresión vacía en el rostro. Después de asentir casi imperceptiblemente, el embajador volvió los ojos hacia la mujer mayor que vestía un traje tradicional hindú, y que claramente se estaba presentando a sí misma. El surrealismo de la situación le hizo pensar a Harry si realmente el embajador había asentido porque le había reconocido, o simplemente se lo había imaginado. 

Uno de los camareros pasó con otra bandeja de bebidas y Harry reemplazó su vaso de champagne vacío por uno lleno. Se llevaban a Louis hacia el pasillo que dirigía a la exhibición donde tendría que cortar el lazo para inaugurarla oficialmente, así que con Lucy todavía de su brazo, Lucas siguió el reguero de invitados hacia allí. 

Consiguió colocarse al frente de la multitud que formaba un semicírculo para poder escuchar los pequeños discursos las palabras oficiales de bienvenida. 

Harry no pudo menos que envidiar la facilidad natural con que Louis realizaba todo lo que hacía, y la gracia con que obligaba a todos los presentes a dirigir su atención, no a su presencia en el museo, sino al compromiso de deuda que la sociedad actual tenía con la cultura antigua, y la importancia de la preservación del arte y la cultura indígenas. Su discurso, corto y conciso, incluso contenía trazas de humor al añadir que los belgas eran particularmente hábiles entendiendo esto, ya que ellos habían sido conquistados por muchas naciones en su pasado antes de convertirse en un país independiente. 

Se preguntaba si Louis escribía sus propios discursos cuando sus ojos se encontraron de nuevo. Una vez más, la expresión del embajador era indescifrable y se giró casi inmediatamente, dejando a Harry con una sensación de vacío en la boca del estómago. No podía quedarse allí; esto le estaba volviendo loco. Pero si Louis no quería tener nada que ver con él nunca más, quería oírlo de su boca 
Después de cortar el lazo, la multitud comenzó a entrar en la exposición y todos se dispersaron rápidamente. Harry y Lucy finalmente pudieron acercarse hasta donde Louis y Eleanor estaban siendo saludados por todo tipo de gente. 

—¡Lucy!, ¡Harry! —les saludó Eleanor cálidamente, besándolos en las mejillas—. ¡Qué sorpresa encontraros aquí! Harry, no sabía que tus deberes de enlace se extendían a la inauguración de exposiciones. 

—Y no es así —respondió Harry, intentando salir con alguna excusa, pero acabando con un simple—: Estaba… interesado. —«Sólo que no en el arte». 

—Harry, ¿te importaría si te robo a tu adorable prometida durante un instante? Hay algunas personas que estoy segura de que quiere conocer, y tendré que convertirla en la perfecta esposa de un diplomático para ti, ¿verdad? 

Era obvio que se trataba de una pregunta retórica, porque Harry estaba todavía pensando en una respuesta cuando Eleanor ya se había llevado a Lucy junto con un grupo de mujeres de mediana edad al otro lado de la sala, así que se quedó solo, a unos pasos de distancia de Louis. 

Harry todavía no había podido decir ni hola, y Louis todavía estaba ocupado con un grupo de americanos y belgas. Podía oírle hablar en inglés y francés, en ocasiones incluso español, al parecer sin ningún de tipo de esfuerzo y cambiando rápidamente entre lenguas. 

Harry sabía que él también debería estar haciendo contactos, hablando con gente y presentándose a sí mismo, pero lo que realmente necesitaba era hablar con Louis. Desafortunadamente, el americano igualmente podía estar en el otro lado del mundo. 

Finalmente Harry decidió ir a dar un paseo por la sala, admirando el arte bien colocado y esperando que Louis se diera cuenta de lo que realmente era su presencia en la exposición: un llanto por contacto. 

La gente comenzó a marcharse cuando los camareros dejaron de aparecer con bandejas de bebida, y Harry se encontró a sí mismo casi solo en una esquina de la sala. Había visto a Lucy y Eleanor hablar con mucha gente, y ahora se sentaban juntas en el vestíbulo, hablando muy animadas y con rostros excitados. 

—Siempre me ha impresionado lo fácil que parece el arte para los indígenas —Harry oyó una voz familiar con acento americano—. Utilizan objetos cotidianos, como esta alfombra, por ejemplo, y plasman los sucesos ordinarios con gran maestría. —Harry cerró los ojos y una sonrisa apareció en sus labios. Tenía miedo de mirar hacia el lateral, temeroso de romper el encantamiento si miraba, y la voz continuó hablando—. El arte es algo colectivo. El ego del artista no importa, de hecho, y te habrás dado cuenta de que en muchos de estos trabajos, ni si quiera se menciona al artista, porque el nombre o nombres de estos no son importantes. —Harry podría escuchar esta voz durante horas e intentó buscar la pregunta adecuada para hacer que continuara hablando. 

Finalmente se atrevió a mirar hacia el lado, solo para darse cuenta de que no había nadie allí. Podía ver a Louis caminar hacia el pasillo. O no, ¡no se podía marchar! 

Harry miró a su alrededor para ver si parecía sospechoso que lo siguiera. Dándose cuenta de que el pasillo estaba casi desierto, prácticamente corrió en la dirección en la que había visto a Louis desaparecer. Una vez dentro del pasillo vio a Louis entrar en el aseo de hombres. Había bastante más gente por aquí, y se dio cuenta de miraban en su dirección. Intentó parecer discreto y tomó aliento profundamente para calmarse antes de entrar en los aseos. 

Cuando entró, Louis se estaba lavando las manos. 

—¿Puedes decirme por qué me estás evitando? 

Louis miró hacia arriba, mirándole severamente. Tomó una toalla de papel, se secó las manos y procedió a abrir todos los cubículos para comprobar que no había nadie dentro. Afortunadamente todos estaban vacíos. Harry comprendió que había sido descuidado, y sus hombros se hundieron. 

—Lo lamento… 

—No, no lo haces —contestó Louis, con voz divertida. 

Cuando Harry miró hacia el embajador, vio que este sonreía. 

—¿Por qué tengo la sensación de que ya hemos tenido esta conversación? 

—Bueno, si dejas de pedir disculpas por cosas que realmente no lamentas haber hecho, entonces podremos dejar de tener esta conversación. 

Harry dio un paso acercándose al americano. «Vamos, somos adultos, ¿no podemos tener una conversación adulta sobre esto?». 

—Intenté ponerme en contacto contigo, hablar sobre… —su voz tembló de repente—, hablar sobre cosas. 

—He tenido una semana muy ocupada, Harry. La primera vez que he estado en la oficina durante algo más de tiempo que para cambiarme de chaqueta ha sido esta tarde. Yo…
—Tenías mi teléfono. ¿No te lo dio Gertje? 

Louis asintió, pero como Harry todavía miraba la pared por encima de su hombro en vez de él, añadió: —Sí, pero no lo he tenido hasta hace unas pocas horas. Iba a… 

—Ibas a llamarme el lunes, ¿verdad? —Harry suspiró y miró desafiante, directamente a los ojos de Louis—. Probablemente te imaginabas que quería hablar de trabajo. 

Louis sacudió la cabeza, un poco sorprendido por la actitud agresiva de Harry. 

—Bien, entonces tratemos esto como una negociación. Las negociaciones siempre son para bien cuando ambas partes tienen una actitud abierta y honesta la una con la otra. Así que llamemos a las cosas por su nombre. ¿Por qué no me explicas qué ocurrió en tu cocina? 

—Mantén tu voz baja; estamos en un sitio público — Louis le pidió silencio. 
—¿Es así cómo os excitáis Eleanor y tú? —respondió Harry con un tono de voz mucho más bajo—. ¿Tú seduces jovencitos delante de ella, y así te tiene que reconquistar? 

—¡No estaba seduciéndote! —rebatió Louis, intentando no hablar muy alto. Señaló a Harry con el dedo—. Tú pusiste tu mano sobre la mía. Tú hiciste el primer movimiento. —El americano dio un paso hacia atrás y se apoyó contra pared que separaba dos cubículos. 

Harry había recuperado algo de su compostura, y estaba un poco más calmado. 

—No pude evitarlo. Quería mostrarte que significas mucho para mí. —Bajó la mirada y sacudió la cabeza despacio—. Quería decirte que no podía dejar de pensar en ti. No tenía ninguna esperanza de que tuvieras los mismos sentimientos. Quiero decir, eres un hombre casado y todo eso… pero entonces no retiraste la mano y me miraste con esos ojos y… 

Harry miró a Louis, que también le miraba a él con una expresión suave en el rostro y los ojos completamente abiertos, dejando que su mano le buscara. Dio un dubitativo paso hacia delante y entonces levantó su propia mano para tocar la de Louis. El americano se aclaró la garganta. 

—Cuando estabas haciendo el postre, no pude evitar tocarte. Estabas tan cerca, olías a pimienta y a vino y… Agradecí que la encimera estuviera frente a nosotros porque les había demostrado a las chicas cosas que no habrían entendido. No fue hasta más tarde de que me di cuenta de que tú también habías reaccionado a mi caricia, y ambos habríamos tenido muchos problemas. 

Harry pudo sentir que la mano de Louis lo obligaba a acercarse. En vez de eso se metió en el cubículo y tiró de Louis, apretándolo contra la pared del compartimento. Con su mano libre cerró el pestillo de la puerta, dándoles algo parecido a privacidad. Entonces se inclinó para susurrar: —Yo también agradecí la presencia de la encimera, porque lo me hacías en la espalda con la mano… —Besó con suavidad la frente de Louis y después inclinó la cabeza contra la del hombre, apretando sus cuerpos a la vez. Pudo sentir que la mano libre de Louis se movía tentativamente por su espalda, justo como aquella primera vez en la cocina, y Harry casi gimió cuando la mano trazó de nuevo aquella primera caricia en la cocina. 

La mano derecha de Harry y la izquierda de Louis no se habían soltado desde que se habían unido, pero ahora Harry pudo sentir que el embajador intentaba moverla para acariciar su rostro. Sus labios casi se tocaban. Podía sentir el calor que irradiaba de Louis y su aliento acariciando suavemente su rostro. Hubo un momento de duda cuando se miraron a los ojos, y entonces Harry sintió cómo Louis le empujaba para besarle. Fue un beso casto al principio, simplemente los labios tocándose, pero pudo sentir cómo Louis abría los suyos con seguridad. Puso sentir el hambre crecer en las reacciones del embajador y respondió ávidamente, chupando su labio inferior. 

En ese instante, Louis se retiró todo lo que pudo, apretado entre Harry y la partición, respirando con dificultad. 

Harry le miró confundido, con el rostro mostrando tanto rechazo como incomodidad, e intentó darle más espacio, pero Louis apretó los brazos alrededor de su delgado cuerpo y le apretó contra su pecho. 

—Oh, Dios, Harry, no quería que pareciera que me estaba separando, simplemente… por favor dime que no estoy cometiendo un grandísimo error, que lo que siento es real y no una ilusión. 

El británico rozó su cuerpo contra el de Louis. 

—¿Te parece esto suficientemente real? —Sintió algo de la tensión escapar del cuerpo del americano, y soltó un poco sus manos para echar la cabeza hacia atrás y sonreír—. Desde aquella noche en la embajada… Pensé que tú no… 

Louis tiró de él para besarlo desesperadamente, hambrienta y desenfrenadamente. Harry podía sentir la lengua del embajador en la boca y se abandonó al beso completamente, separándose después de lo que pareció una eternidad, porque necesitaba recuperar el aliento pero también porque notaba que su cuerpo reaccionaba violentamente a la creciente excitación de Louis. 

—Si no paramos ahora mismo, creo que no podré parar antes de… 

Louis soltó al británico, riendo. —Sí, ya sé… 

Se miraron mientras se apoyaban cada uno en una pared del cubículo, todavía con las manos agarradas, casi temerosos de soltarse, pero finalmente se movieron para salir afuera de nuevo. 

—Yo saldré antes —ofreció Harry—, y veré si hay moros en la costa. 

—Vale… —dijo Louis suavemente, muy cerca de él—. Espero que nadie entrara aquí, porque no estoy seguro de lo silenciosos que hemos sido. 

Primero Harry y después Louis salieron del estrecho cubículo y comprobaron su apariencia en los espejos del otro lado del aseo de caballeros. 

Harry miró a Louis. 

—Espera… —Se colocó detrás del americano y tiró del bajo de la chaqueta, después pasó las manos por los hombros de Louis. 

—Gracias, Eleanor… —la contestación de Louis sorprendió a Harry—. También hace mismo, lo lamento… 

—No, no lo hace —respondió Harry, sonriendo ampliamente mientras se colocaba la corbata y tiraba de su propia chaqueta. 

Ambos sonrieron y salieron al mundo exterior de nuevo. 
***** 
—Oh, yo que pensaba que solo las mujeres tenían que ir al baño de chicas juntas. 

Ambos se giraron al oír el tono bromista de Eleanor, y vieron a ambas mujeres apoyadas contra la pared del aseo de hombres. 
—Lucy os vio desaparecer ahí dentro así que decidimos esperaros para daros la noticia. 

—Sí, y habéis tardado muchísimo —añadió Lucy, haciendo girar los ojos.
—¿Y cuál es esa noticia? —preguntó Louis. 

—Lucy y yo nos vamos el próximo fin de semana a Ámsterdam. Ya es hora de que esta chica conozca algo más de Europa. Lleva aquí casi un año y no me puedo creer que Harry no la haya llevado a ningún sitio. 

Harry sintió que el corazón le daba un vuelco. Un fin de semana a solas con Louis. Miró hacia el americano, que ya le miraba, aunque con una de sus típicas expresiones de póker. 

Eleanor abrazó a su marido por detrás. 

—No te preocupes tanto, cariño. No voy a acabar con la tarjeta de crédito. —Estiró la mano hacia Lucy, que se acercó tomando la mano de Harry a su vez—. Y prometo mantener a Lucy alejada de la tentación también. Además, estoy segura de que vosotros tenéis cosas de hombres que hacer, de esas que, ¿cómo fue lo que me dijiste la otra noche? «De esas que a nosotras las chicas nos aburren». —Fingía inocencia al hablar, pero Louis sabía que el comentario era de todo menos inocente. 

Harry vio la sonrisa aparecer en el rostro de Louis. 

—Sí, estoy seguro de que podremos mantenernos ocupados.

Con el Presidente declarando que ya no estaban en guerra, el trabajo de la embajada en Bélgica acababa de comenzar realmente. El gobierno Belga siempre había sido bastante activo en su oposición a la guerra, y ahora que una misión de paz comenzaba a crearse para ayudar a reconstruir el país devastado, su postura no se suavizó en ningún momento. Junto con Francia y Alemania, rechazaban abiertamente añadir tropas de las Fuerzas Armadas Internacionales, y Jack se sentía como si se estuviera enfrentando constantemente al Primer Ministro y al Ministro de Defensa sobre este asunto. La situación pintaba mal, porque el Cuartel General de la OTAN se situaba en este mismo país, y Louis había recibido órdenes muy precisas: obligarles a todos a estar del lado de Estados Unidos en este conflicto. 

El hecho de que Louis no estuviera de acuerdo con el punto de vista de su propio gobierno no ayudaba. No era la primera vez que esto ocurría, y sabía muy bien que sus propios sentimientos sobre estos asuntos no eran importantes. 

Sin embargo, no había nada de positivo en todo esto. El Primer Ministro británico había metido las narices y había prometido ayuda del Reino Unido. Normalmente esto recaería sobre los hombros del embajador británico, pero le habían sido concedidas unas extensas vacaciones, y el Vicepresidente de la comisión estaba ahora al cargo. Tomar ambos trabajos era demasiado incluso para un hombre como Sean Gallagher, y Louis esperaba que le pidieran ayuda a Harry para todo esto. 

En el coche, de camino desde el Cuartel General de los Poderes Aliados Europeos (SHAPE) de vuelta a la embajada, Louis no podía apartar su mente de los papeles que quería revisar. La crisis de la Unión Europea, dividida al respecto de la guerra, le había mantenido ocupado todo el fin de semana, pero por alguna razón, su mente continuaba divagando sobre lo que había ocurrido en la inauguración de la exposición del viernes. Besar y tocar a Harry había sido maravilloso, por supuesto. Pero, ¿había sido lo correcto? El joven británico tenía claramente mucha menos aprehensión sobre su encuentro de la que él tenía. Harry probablemente era mucho más experimentado o se sentía menos culpable por serle infiel a su chica. 

Louis intentó no pensar demasiado, pero ¿estaba bien desear de ese modo a un hombre? Se había negado a sí mismo esos sentimientos durante la mayoría de su vida adulta, así que ¿por qué negarlo ahora era tan difícil? 

Eleanor le quería, a su manera poco convencional y sin adornos. Nunca lo había dudado.
Era una esposa maravillosa, la clase de mujer fuerte que él necesitaba, capaz de tomar las decisiones en la pareja cuando Louis estaba cansado de tener que tomarlas cada minuto de su vida laboral. Era agradable volver a casa y encontrar una pareja cálida, que tenía su propia vida y que no le regañaba por llegar tarde o por no hacer tiempo para ella, pero que de algún modo estaba siempre ahí para él. 

Lo único que no tenían era pasión. Ella nunca hizo hervir su sangre, ni que su corazón se detuviera. De hecho, probablemente se las apañarían si no durmieran juntos y, si no fuera porque ella le seducía de vez en cuando, probablemente no tendrían vida sexual. 

Y entonces Harry entró en su vida y fue como si le hubieran golpeado en el estómago. Desde el primer instante en que puso los ojos sobre el guapo británico, algo ocurrió en su interior que no podía explicar. Se acordaba claramente del firme apretón de manos de Harry, del brillo en sus ojos, y la confianza que poseía, que podía pasar incluso por arrogancia de no ser por aquella irresistible sonrisa y aquella actitud infantil. 

De algún modo no podía quitarle las manos de encima, e incluso aunque solo se habían besado una vez (¡y madre mía qué beso!), realmente deseaba a Harry. Incluso antes de aquel excitante primer contacto, Louis se había imaginado cómo sería tenerle entre sus brazos, sentir sus pieles desnudas tocarse, hacerle el amor… 

Louis pidió a su conductor que cerrara la pantalla entre ellos. Quería llamar a Harry y aquello requería un poco de privacidad. 

El tono sonó varias veces antes de que tomaran la llamada. 

—Hola. ¿Puedes hablar? —preguntó Louis con voz queda. 

La voz de Harry sonó brillante, pero un poco extraña: 

—Señor embajador, qué agradable que me llame. 

—¿Harry? —preguntó Louis, un poco temeroso—. Escucha, puedo llamarte luego si… 

—Oh, no señor, justo ahora estábamos hablando de lo cerca que van a trabajar nuestras embajadas ahora, debido a la situación europea y… 

Louis sonrió. Obviamente había alguien en la habitación con Harry que le obligaba a demostrar el trabajo tan bueno que estaba haciendo como enlace con los americanos. Seguramente se trataba de Gallagher. Esto le hizo sonreír aún más, ya que conocía muy bien al segundo al mando de la embajada británica, después de un año traumático en el que ambos habían trabajado en sus respectivas embajadas en Beirut. Ahora Louis quería comprobar lo bien que Harry podía mantener sus coartadas. 

—Bien, estaba pensando en nuestros planes para el fin de semana… —probó Louis, con voz suave. 

—Sí, claro señor. Yo estaba pensando en eso mismo. —Casi podía ver a Harry asentir a su jefe y moverse incómodo en la silla. 

—¿Estabas pensando en lo que ibas a hacerme en las dos noches que nuestras mujeres estarán fuera? —Silencio. Vamos, Harry, habla conmigo, quiero oír tu voz. La voz de Louis se volvió suave y seductora—. Vamos, Haz, demuéstrame de qué estás hecho. No puedes decirme lo que quieres, ¿verdad? 

—Lo haría si pudiera… señor —respondió Harry con voz fuerte—, pero eso no entra dentro de las políticas británicas. 

—¿No es política británica hablar de sexo o decirle a tu jefe, que obviamente está contigo, que se te ha ido la mano «enlazándote» con los americanos? 

Hubo otro breve silencio antes de: —Me temo, señor, que tendré que discutir esto con mi superior antes de poder darle una respuesta definitiva. 

Louis casi pudo oír a Harry sonreír, y se alegró de que no se hubiera tomado su comentario en serio. 

—Espero que no consideres que llegamos muy lejos el viernes... 

—No, señor. Estoy de acuerdo en que no nos sobrepasamos. Creo que la otra parte demostró una respuesta adecuada a mi proposición. 

—Así que, ¿a qué quieres jugar este fin de semana? —preguntó Louis, divertido ante lo profesional que Harry seguía sonando. 

—Creo que deberíamos aumentar los contactos, señor. Comprobar cómo andan las cosas y, por supuesto, ver cómo reaccionarían las facciones opuestas. Pequeños pasos al principio, hasta que muerdan el anzuelo, y después podríamos rebobinar el sedal para comprobar nuestra pesca… ¿señor? 

Oh, por Dios, Harry era muy bueno con esto. Louis no se había dado cuenta de lo mucho que le ponía un hombre joven llamándole «señor» y hablando de negociaciones, incluso aunque nada de lo que el británico estaba diciendo tenía sentido alguno. 

—¿Por qué no te pasas por mi despacho esta tarde? Con un poco de suerte estaré allí el resto del día —preguntó Louis, dudando un poco. 

—Sí, señor, estoy de acuerdo en que deberíamos hablar sobre nuestra estrategia lo antes posible. Iré a verle esta tarde. 
***** 
 Harry cerró su teléfono móvil y miró al hombre rubio que estaba sentado rígidamente al otro lado de la mesa. 

—¿Era Tomlinson? —preguntó Gallagher, mirando a Harry desde el filo superior de sus gafas sin montura. 

—Sí, señor —respondió Harry, incapaz de esconder su sonrisa. 

—Eres un chico competente —admitió el cónsul general—, pero recuerda cuál es tu lugar, Styles. Los británicos vamos a prestar nuestro apoyo, guiaremos a los americanos pero no pretendemos dominarles. Eres su subordinado y debes actuar de acuerdo a eso. Es un jugador mucho más experimentado que tú en este tipo de juegos, y podrías aprender mucho de él. 

«Estoy seguro de que el sentimiento es mutuo», pensó Harry. 

Una sonrisa apareció en el rostro de su acompañante. 

—Nos conocemos desde hace mucho, Tomlinson y yo. Bombardearon el hotel donde estábamos haciendo las negociaciones en Beirut. Aquello estuvo cerca. —Sean Gallagher recordaba aquellos tiempos con obvio afecto—. Ahora, de vuelta al trabajo. Styles, incluso si estas negociaciones con los Belgas sobre la guerra fallan, no olvides que aunque este es un país pequeño, tenemos importantes relaciones comerciales con ellos y no nos podemos permitir perderlas, así que asegúrate de que seguimos siendo amigos, ¿de acuerdo? 

Harry asintió, sus pensamientos ya centrados en la caminata de diez minutos que le llevaría a la embajada americana. 
***** 
Comoo una hora más tarde, Harry entraba a través de seguridad y llegaba al despacho del embajador. 

—Te está esperando —le dijo Gertje, guiñándole un ojo y acercándose para abrirle la puerta—. Dile que me ocuparé de las llamadas. 

Lucas besó la mano de la mujer, lo que la hizo sonrojarse, y entró al despacho. 

Louis estaba sentado tras su mesa, y había papeles literalmente por todas partes. Había profundos surcos en su frente y tenía una expresión ceñuda. 

—Este país es estúpido. Son uno de los mayores vendedores de armas del mundo, pero están en contra de ir a la guerra. 

Harry movió una montaña de papeles para poder inclinarse sobre la mesa de Louis. 

—Eso lo hace interesante, ¿verdad? 

Louis no pudo evitar sonreír. Nunca dejaba de sorprenderle lo calmado y compuesto que este joven podía ser, a menos que, por supuesto, Harry pensara que le estaban mirando. Entonces se convertía en un adolescente que no podía parar quieto, que tartamudeaba y que no sabía dónde poner las manos. Pero no era así ahora. Cuando estaban solos, en la intimidad de su despacho, Harry estaba increíblemente tranquilo y eso se contagiaba. Apoyó una mano en el muslo del joven. 

—Te he echado de menos este fin de semana. Me alegro de que hayas podido venir. 

Harry sonrió y miró hacia la ventana justo detrás de Louis. 

—Bueno, tenía la excusa perfecta. Sean piensa que deberíamos planear nuestra estrategia, y ¿quién soy yo para discutir con mi jefe? 

Louis adoraba cómo la luz del sol de verano jugueteaba con la piel lechosa de su amante y con sus rizos castaños. ¿Era todo esto real? ¿Este joven se iba a convertir realmente en su amante? ¿O el beso fue solo un juego, una prueba que no iba a repetirse? 

Esperaba que no, así que se levantó de su cómoda silla y se colocó entre Harry y la luz que entraba por la ventana. 

—Me alegra que hayas podido venir, tengas excusa o no. He revivido nuestro beso en mi mente una y otra vez.
Harry sonrió, moviendo los pies y abriendo sus piernas, invitando a Louis a que se acercara. Justo cuando Harry movía su brazo alrededor de Louis y acariciaba el final de su espalda para acercarlo aún más, sonó un suave golpe doble en la puerta que hizo que Louis diera un paso hacia atrás y se alejara de nuevo. 

Gertje entró con los ojos fijos en el contenido de las carpetas que llevaba. 

—He encontrado algo más de información de su predecesor, señor Tomlinson. Memorándums y notas de algunas reuniones con el embajador francés y con nuestro embajador en Francia sobre el mercado de venta de armas en el Medio Oeste. 

Louis se acercó a ella y aceptó la carpeta que le ofrecía, asintiéndola. 

—Gracias, señora Claessens —y después, esperando que ella se diera cuenta de que molestaba—: está reteniendo todas las llamadas, ¿verdad? 

—Por supuesto, señor —contestó ella, sonriendo enigmática mientras abandonaba el despacho. 

Louis volvió hacia donde Harry todavía estaba sentado, esperando pacientemente, sobre la mesa. 

—Bien, ¿por dónde íbamos? 

Harry lo tomó de la chaqueta y tiró para acercarlo, esta vez con un poco más de fuerza. No había ninguna duda en la forma en que sus labios se cerraron los unos sobre los otros ahora. Louis pudo sentir que su corazón se aceleraba y que se excitaba por la determinación del hombre al que besaba. Las manos de Harry mantenían sus cuerpos unidos, y pudo sentir la excitación del otro hombre rozarse contra la suya. Sabía que tenían que parar; que no podían hacer esto en el despacho donde sería solo cuestión de tiempo que les pillaran, pero se sentía tan bien que no quería separarse. Fue Harry el que finalmente se separó. Sus ojos estaban oscuros y su pelo despeinado para sorpresa de Louis, porque sólo podía haberlo hecho él. Sacó sus dedos de entre los suaves rizos que se enroscaban fácilmente en ellos, y tomó aliento con fuerza, todavía mirando los ojos de color verde esmeralda de Harry y apoyando su frente sobre la del joven. Ambos rieron suavemente. 

Justo en ese momento, otro golpe sonó en la puerta. Louis se giró un poco y se sentó en su silla, girándose y escondiendo las piernas bajo la mesa cuando Gertje entró con una bandeja. Harry intentó parecer indiferente, tomando un papel que había junto a él.
—Imaginé que como ustedes no saben cuidarse de sí mismos por ser hombres, tendría que hacerlo yo, así que les he traído té y pastel. Hace que trabajar a estas horas sea mucho más placentero, ¿verdad? 

—Gracias —contestaron ambos a la vez. Pasaron un mal rato intentando no echarse a reír mientras ella dejaba la bandeja en una pequeña mesa supletoria, situada a la derecha. Tan pronto como la mujer se marchó, comenzaron a reírse. 

—Estamos jugando con fuego, amigo —comenzó a decir Harry, con las manos cubriéndole la boca—. Estás todo colorado y tus labios… —Se inclinó hacia delante y dejó un suave beso en los labios de Louis—, a todas luces han sido besados hace nada. 

—Bueno, no es que tú puedas levantarte y girarte sin que… —Louis miró en dirección a la entrepierna de Harry—, sin que se note que hay cosas de tu anatomía que también están levantadas. 

Harry se puso un poco más serio y colocó una mano sobre la de Louis. 

—¿Por qué no nos consigo una habitación de hotel para el viernes? ¿Crees que podrás escaparte del Servicio Secreto? 

Louis

—Sí, claro que podré. No es que yo sea el Presidente. Puedo entrar en el aseo sin que ellos entren primero para comprobarlo. 

—Cuatro días más. —Harry suspiró. 

—Sí, esto, Harry… —¿Cómo iba a decírselo? 

—¿Qué? ¿Quieres dejarlo? —preguntó Harry, un poco triste. 

—¡No! —respondió Louis rápidamente—. No, no se trata de eso. Yo… Mira, no importa. Todo saldrá bien al final. 

Harry se levantó y se inclinó para besarlo una vez más. 

—Claro que sí, amor. Estoy seguro de que sí. 

Harry no quería dejar que el guapo británico se fuera. 

—Tienes que irte, ¿verdad?
—Sí —respondió Harry—, porque está bastante claro que no voy a conseguir trabajar aquí. 

Louis le observó acercarse a la mesita, tomar las dos tazas y volver para traerle a Louis su café. 

Después de bebió su té templado de un solo trago, dejó la taza y guiñó un ojo antes de dirigirse hacia la puerta y agarrar el pomo. Le lanzó a Louis un beso juguetón antes de salir. 

Cuatro días más.

— Asi que, ¿ya has empacado todo? —preguntó Louis mientras desayunaba su café en la cocina. 

Eleanor leía el New York Times. 

—Mhm, casi todo. 

—¿A qué hora sale el tren? —Louis intentó sonar como si tal cosa, sorbiendo su café y esperando no sonar demasiado ansioso. 

—Sobre las once y media. El conductor me recogerá después de dejarte a ti, y de recoger a Lucy —respondió Eleanor mientras cambiaba de página. 

—¿Cuándo volverás, entonces? El domingo, ¿verdad? —Louis intentó sonar casual, casi como si la fuera a echar de menos más de lo que deseaba estar en casa, solo y… duchado… antes de que llegara ella. 

—En algún momento de la tarde. Creo que el tren llega a la estación sobre las tres y media. El conductor vendrá a buscarme también. 

Louis tomó nota mental de estar en casa a tiempo e intentó mirarla por encima del borde la taza de tal manera que ella no se diera cuenta. Esta noche iba a encontrarse con Harry en la habitación de un hotel de Amberes, y sintió un pinchazo de culpabilidad. ¿Qué es lo que estaba haciendo? Eleanor era la mejor mujer que un diplomático podía tener. No demandaba y era independiente, era lista, guapa y fiel. Fiel… no como él. Casi no podía ni imaginarse qué ocurriría si ella se enteraba. Si se enteraba de que no iba a trabajar con Harry este fin de semana, sino a tirárselo. ¿Cómo podría explicarla que Harry le provocaba cosas que ella nunca había sido capaz de hacer, y eso que ni si quiera se había acostado con él? 

—Oye, dormilón. Despierta. ¿Louis? 

Cuando miró hacia arriba, Eleanor estaba en pie frente a él. 

Claramente se había sumido mucho en sus pensamientos. 

—Lo siento.
Eleanor se marchó hacia el pasillo y Louis la pudo oír murmurar: —Juro que a veces este hombre no se entera de nada… 

Se dio cuenta entonces de que casi era hora de marcharse, saltó de su silla y la siguió. 

—¡Ele! —La alcanzó en el pasillo y la abrazó por detrás, besándola el cuello—. Pasadlo muy bien en Ámsterdam. 

Se volvió en su abrazo y le besó rápidamente en los labios. 

—No trabajéis mucho este fin de semana. Sé que ambos sois adictos al trabajo, pero aseguraos de que os vais a la cama de vez en cuanto, ¿vale? 

Notó que había auténtica preocupación en sus ojos, y la culpabilidad volvió a golpearlo. Después de este fin de semana sabría si merecía la pena engañarla. 

No fue hasta que ella se marchó del pasillo hacia la habitación, que sus palabras tuvieron sentido: «Aseguraos de que os vais a la cama de vez en cuando…». 
***** 
Durante todo el día, Louis lo pasó mal intentando concentrarse. 

Harry reservaría las habitaciones de hotel. Una habitación en un hotel bonito, a nombre de Louis, donde montarían un despacho, y una más pequeña que sería la tapadera de Harry. Louis había estado tentado de llamar al joven durante todo el día, simplemente para oír su voz, para saber si también estaba excitado, para comprobar que seguían adelante con el plan. Entonces le llegó un mensaje de texto: «Hilton en el centro histórico de Amberes. Suite a tu nombre. Antes de las 6pm.» 

Realmente iba a ocurrir. 

La llamada a la puerta fue tan suave que Harry no estaba seguro de si realmente había ocurrido, así que esperó. 

Entonces se repitió. Un único golpe, tímido y casi indeciso. 

Harry esperaba al otro lado de la puerta, así que cuando la abrió abruptamente, la mano de Louis estaba en el aire para llamar otra vez. Parecía mucho más vulnerable, más pequeño de lo que Harry lo recordaba. Quedaba poco de aquel hombre poderoso y decidido. Incluso el traje que siempre parecía hecho a medida, ahora parecía que no le quedaba tan perfecto. El botones había subido sus maletas unos minutos antes, y Harry, fingiendo ser el asistente perfecto, le había dicho al hombre donde las quería y le había dado una buena propina.
Se quedaron allí durante un instante, inseguros sobre qué hacer, hasta que Harry dio un paso a un lado y permitió que Louis entrara en la habitación del hotel. Sus manos se rozaron al pasar, pero el embajador continuó caminando hacia el interior, hasta la ventana de la habitación, haciendo como que no había sentido el contacto. 

—Me alegro de que lo encontraras. Temí que no… 

—Me diste bien las direcciones —interrumpió Louis, tajantemente. 

—… Vinieras —terminó Harry, agachando la cabeza, con la mano todavía en el pomo de la puerta abierta. 

—Quizá deberías cerrar la puerta. 

—Sí, claro —respondió Harry como si acabara de despertarse y darse cuenta de lo ridículo de la situación. Habían quedado en este hotel para engañar a sus parejas. Lo menos que podían hacer era asegurarse de que nadie les veía. Después de cerrar la puerta con suavidad, se aproximó a la ventana y se quedó parado junto a Louis. 

El americano parecía triste, e incluso un poco asustado. Harry sabía que su tranquilo exterior, era solo eso: una fachada, una tapadera que cubría sus nervios. De repente Louis se giró y le encaró como si acabara de tomar una decisión. 

Los ojos de Louis estaban húmedos cuando tomó el rostro de Harry entre las manos y le besó agresivamente. Harry aceptó agradecido el beso y respondió dejando que su lengua tocara los labios de Louis suavemente, con cuidado, pidiendo acceso. Podía sentir al americano abrirse a él, hasta que sintió que lo empujaba hacia afuera, luego de nuevo lo abrazaba, esta vez apretando con fuerza. 

Ambos intentaban recuperar el aliento y Harry no sabía qué decir. 

Todo lo que podía hacer era sentir cómo el corazón de Louis golpeaba contra su propio pecho. 

—No pretendía alejarte de mí, lo siento. —Louis dejó que su frente reposara sobre la de Harry—. ¿Por qué sigo haciendo esto? Sólo… 

—Suspiró profundamente, buscando las palabras adecuadas—, no es que no quiera hacerlo, Harry… 

El joven sintió que su amante comenzaba a poner distancia entre ellos. 

—Pero sientes que no puedes, y yo debería dejarte tranquilo —terminó Harry por él.
—Sí… ¡No! —Louis se dejó caer sobre la cama, cerrando los ojos un instante mientras exhalaba con fuerza. Tomó la mano de Harry con gentileza—. Por favor, siéntate un momento. Intentaré explicártelo. 

Harry tragó saliva y no se movió. 

—Vale, Louis. Lo entiendo. Tienes una carrera en la que pensar y una mujer. Nunca debí haber pensado que esto… nosotros… que fuera posible. 

El americano tiró de su brazo, y Harry finalmente se sentó junto a él, arqueando la espalda y mirando al suelo. 

—No es eso, Harry, por favor… No sé cómo actuar en esta situación. —La mano de Louis se posó sobre la rodilla de Harry—. Porque nunca antes había estado en una situación así. 

Harry estiró la espalda y se giró despacio para mirar a Louis, con la boca ligeramente abierta de la sorpresa cuando por fin comprendió el significado de aquellas palabras. 

—¿Quieres decir que tú…? 

Louis asintió con una sonrisa de disculpa en el rostro. 

—¿Nunca has tenido un amante hombre? 

—Bien, gracias por dejar eso claro —rio Louis, dejando de mirar al joven aunque con la mano todavía en su rodilla. 

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Harry, poniendo su mano sobre la de Louis. 

—Bueno, no es el tipo de cosas que sueles decir en una conversación normal, Harry. 

—Así que, ¿soy el primer hombre por el que te sientes atraído? —Harry quería entenderlo. Movió su mano para tomar la barbilla de Louis y la subió para obligar al americano a mirarle. 

—Dios, no. —Louis suspiró y negó con la cabeza—. Siempre he sabido que me sentía atraído por otros hombres, sobre todo desde que me enamoré de mi mejor amigo en el instituto. Pero nunca supe qué hacer al respecto. 

—Así que siempre lo has sabido, ¿pero nunca has hecho nada al respecto?
—¿Por qué es tan difícil de creer? He crecido en este mundo, donde todo se basa en lo que la gente percibe de ti, ¡y lo último que quieren en este mundo es un diplomático maricón! —Louis estaba claramente furioso por el tema, así que Harry apretó sus manos intentando tranquilizarlo. 

—Yo también crecí en este mundo, Harry. 

Aquello pareció calmar al embajador. 

—Lo sé. Pero tú eres un poco más atrevido que yo, eso es todo. 

Harry acarició su pulgar por el lado de la mano de Louis. 

—Podemos ir despacio. No tenemos prisa. —Levantó la mano del embajador y besó la palma—. ¿Tienes hambre? 

Louis se encogió de hombros y después sonrió. 

—Creo que estoy muy nervioso como para comer —admitió. 

—Bueno, pues entonces tendremos que hacer algo al respecto —respondió Harry, levantándose de la cama y tomando la mano de Louis. Se separó un poco, intentando que Harry se levantara y caminara con él hasta los amplios ventanales que iban del suelo al techo. Después de abrirlos, salió afuera, a la terraza. 

—¿Qué haces? —preguntó Louis, reticente de seguir a Harry afuera. 

Harry se giró e indicó al americano que debía entrar. 

—Ven y te lo mostraré. —Continuó caminando hacia atrás, haciendo que fuera imposible que Louis no siguiera su insinuante cuerpo—. Esta es una terraza exclusiva. Las cinco habitaciones de negocios dan a esta área privada, y nosotros ocupamos una. Como es fin de semana, las otras cuatro están vacías y no están reservadas hasta el lunes. 

Louis se rio y sacudió la cabeza. Este era su Harry. Casi podía verle engatusando a la chica de la recepción para que le diera la información. 

—¿Qué clase de cosas le has dicho al personal del hotel para conseguir tanta privacidad? 

Harry parecía muy orgulloso de sí mismo. —No mucho. Simplemente le dije a la chica de recepción que a mi jefe le gustaba salir a la terraza en bolas.
Louis echó la cabeza hacia atrás al reírse. 

—¡Estás loco! Es posible que eso incluso nos atraiga audiencia. 

Harry también se rio. —Ella parecía entusiasmada de que fueras naturista. No, en serio; ellos oyen «jefe» y «hombre de negocios» y se imaginan a alguien corpulento, de mediana edad y perezoso, así que creo que no sabrán que eres tú. 

Se quedaron junto a la barandilla de la terraza, y casi pareció natural que Louis diera un paso acercándose a Harry, y que pasara sus brazos alrededor de su cintura y colocara su barbilla sobre su hombro. 

—Se está bien aquí. Es tranquilo y no sabrías que estás en el centro de la ciudad. 

—Bueno, estamos a una altura de cinco pisos y la plaza es peatonal, así que eso también ayuda —respondió Harry, girándose un poco para mirar a Louis. 

El americano señaló el edificio más alto que podía ver. 

—¿Eso es una iglesia? 

—La catedral de Nuestra Señora —corrigió Harry—. Debería tener dos torres, pero la segunda es mucho más pequeña porque se quedaron sin dinero. 

—Eres todo un guía turístico —Louis apoyó su mejilla sobre el pelo de Harry. 

La voz de Harry se volvió tan suave como la de Louis. 

—No es la primera vez que vengo a Amberes, y me gusta leer un poco sobre las ciudades a las que voy. Lo de las torres está en todas las guías turísticas. —Podía sentir que Louis apretaba su abrazo y que comenzaban a moverse hacia delante y hacia atrás—. Se está bien aquí, pero volvamos adentro, ¿sí? 

Harry guio a Louis de vuelta a la habitación, sin soltarle la mano. Una vez dentro, se giró para cerrar las puertas de cristal y sintió que Louis le envolvía entre sus brazos de nuevo. Harry comenzó a tirar de su corbata, intentando quitarse algunas ropas. Ambos estaban acostumbrados a vestir con ropa profesional, pero Harry comenzaba a sentirse atrapado en su traje y su corbata. Sentía el aliento de Louis en el cuello, una sensación muy sensual, pero ambos necesitaban ponerse más cómodos. Louis notó los movimientos nerviosos de Harry y soltó su fiero agarre, dando al joven un poco de libertad para girarse. Harry tomó el rostro de Louis en sus manos y miró directamente a sus ojos azules celestes. Todavía quedaba confusión y un poco de miedo en ellos. 

—Dime que estás seguro de esto. Dime que lo deseas tanto como yo. —Harry pensó que quizá Louis necesitaba decírselo a sí mismo casi tanto como él necesitaba oírlo, y quería estar seguro antes de empujar a Louis a hacer algo que realmente no quisiera. 

Louis asintió. 

—Necesito oírlo, Louis. Quiero oírte decir lo que deseas. 

—Te deseo. Entero —susurró Louis. 

Harry permitió que sus labios tocaran suavemente los del americano, y que sus manos resbalaran desde sus mejillas hasta su barbilla, por su cuello hasta el cuello de su camisa. Suavemente tiró del nudo de la corbata hasta que la abrió. Sus movimientos eran lentos y deliberados, como si esperara que Louis perdiera los nervios en cualquier momento y le empujaría lejos de nuevo. En vez de eso, Louis imitaba sus movimientos, tirando de ambos lados de la corbata negra y de seda de Harry hasta que consiguió quitársela. 

Harry sintió que el americano sonreía en el beso, que continuaba, como si cuatro manos no estuvieran peleando por tener espacio para trabajar. 

—Quizá deberíamos hacerlo uno cada vez —sugirió Louis, aunque sus labios continuaban tocándose. 

—¿O deberíamos dejar de besarnos? —ofreció Harry. 

—Demonios, ¡no! —refutó Louis un poco más alto, apretando su cuerpo contra el de Harry una vez más y cubriendo su boca con pequeños besos. 

Harry sonreía ante el bombardeo de besos de su amante e intentaba quitarse la chaqueta al mismo tiempo. Intentó tirarla sobre una silla pero falló. 

Louis se rio al ver la chaqueta volar al otro lado de la habitación por el rabillo del ojo. No le importaba dónde acabaran sus ropas y casi que le gustaba la idea de que terminaran en una pila todas juntas. 

Cuando Harry comenzó a quitarle la chaqueta, soltó el rostro del joven una mano cada vez para poder quitársela. Cuando Harry comenzó a desabrocharle los botones de la camisa, el americano quiso ayudar con eso también. 

—Por favor, ¿déjame hacerlo? —pidió Harry, con los rostros aún muy cerca—. Quiero quitarte la ropa poco a poco. ¿Entiendes? 
Louis asintió y desabrochó los botones de las mangas, permitiendo que Harry se encargara del resto de los botones. En algún sitio de la parte de atrás de su mente sentía que estaban probando su paciencia, pero también se dio cuenta de la inocencia casi infantil con que el joven exploraba su cuerpo, y no quiso romper el encantamiento. Después de todo, Harry lo había pedido por favor, y por alguna razón, eso hizo que Louis considerar que lo adecuado era rendirse completamente al liderazgo de Harry. 

El británico metió los brazos por la camisa abierta para abrazarle el pecho, y dejó que bajaran por su cuello hasta sus hombros. 

—Dios, sabes a gloria —dijo Harry mientras continuaba lamiendo el camino hacia una tetilla de Louis. 

—Yo también quiero sentir tu piel —respondió Louis, intentando no poner demasiada urgencia en su tono de voz. Apretó los brazos alrededor de la delgada forma del cuerpo de Harry y tiró de la camisa hacia arriba, sacándola de los pantalones y dándole acceso libre a la espalda del joven. Pudo sentir los tensos músculos moverse bajo sus manos cada vez que Harry se movía. Había estado a medio mástil desde que habían comenzado a besarse, pero la boca caliente de Harry en sus tetillas y la suave piel bajo sus manos, habían hecho que toda su sangre fuera hacia su entrepierna. 

Como si le hubiera leído la mente, LuHarrycas levantó la cabeza y habló con voz ronca: 

—He estado jugueteando contigo, ¿verdad? 

—No —respondió Louis, sintiendo que también necesitaba aclararse la garganta para hablar. Harry dio un pequeño paso atrás, desabrochándose el botón superior de la camisa y sacándosela por la cabeza, tirando de las mangas cuando no consiguió liberar las manos enseguida, solo para volver a buscar la boca de Louis inmediatamente después de quitarse la prenda. 

Pelearon para quitarse el cinturón el uno al otro, hasta que se dieron cuenta de lo divertido de la situación. Sonriendo ampliamente, se separaron un momento, se quitaron los zapatos a base de puntapiés y se quitaron los pantalones. Louis no pudo evitar darse cuenta de que Harry estaba tan empalmado como él bajo la tela de los calzoncillos. 

Cuando Louis intentaba quitarse los calcetines, Harry le abordó y los tiró a ambos sobre la cama con fuerza sorprendente. Se sentía atrapado bajo el peso del joven, con los dedos entrelazados y las manos sobre las cabezas, y la lengua de Harry le invadió la boca. 

Louis no sabía si rendirse por completo o luchar un poco. Intentó mover las manos, y Harry se movió hacia arriba para tener mayor agarre, creando una fricción entre sus miembros todavía cubiertos por la ropa interior que fue más que bienvenida. Su agarre de las manos de Louis era increíblemente apretado, y respiraba con dificultad cuando se separó para tomar aliento entre besos. Louis podía sentir el corazón de Harry a través de su pecho. Cuando Louis intentó moverse de nuevo, Harry se detuvo y se levantó un poco. 

—¿Estás bien? ¿Quieres que pare? 

Louis sonrió, disfrutando de la gloriosa visión de Harry sobre él, con sus rizos oscuros colgando alrededor de su hermoso rostro, y sus ojos oscuros de pasión. 

—No, no quiero que pares jamás. He estado esperando esto durante los últimos treinta años. 

—Oooh —respondió Harry, pareciendo un poco apenado—. Yo no había nacido hace treinta años. 

—No me lo recuerdes —suspiró Louis, sonriendo. 

Harry miró a Louis directamente a los ojos y comenzó a moverse despacio hacia arriba y hacia abajo, creando fricción de nuevo. 

—¿Es esto lo que quieres? 

Louis solo pudo asentir. El roce de sus duros miembros contra la fina capa de tela que las separaba, le hacía muy difícil pensar con claridad. Los movimientos de Harry eran lentos y deliberados. 

Todavía mantenía las manos de Louis entre las suyas, y le miraba. 

—Abre los ojos, Louis. Quiero ver cómo tus ojos se licuan de pasión. 

Louis no se había dado cuenta de que los había cerrado, pero cuando miró hacia arriba, su visión estaba borrosa, desenfocada. 

Sintió que la tensión aumentaba en su vientre mientras Harry continuaba su roce constante y sabía que iba a correrse como un adolescente, sin que le hubieran tocado. 

—Haz, yo… Yo me… 

—Deja que ocurra, Louis, déjalo —susurró Harry—. Te tengo.
Louis intentó mantener los ojos abiertos como Harry le había pedido. Sabía que iba a correrse, tan solo un empujón más… 

Entonces oyó un gruñido quedo que casi no recoció como su propia voz y vio la amplia sonrisa en el rostro de su amante. 

Harry se inclinó y Louis se dio cuenta de que sus frentes se tocaban entre la neblina de su placer. 

—Eres hermoso cuando te corres, Louis. —Todavía respiraba con fuerza. La tensión había disminuido mucho, y despacio Louis comenzó a entender lo que había ocurrido. 

—Tú todavía no… 

Harry le besó en la frente. —Está bien, tenemos tiempo. 

—Quiero tocarte —respondió Louis, sintiéndose valiente. 

Harry sonrió ampliamente y movió su mano izquierda junto con la derecha de Louis y las colocó entre sus cuerpos. Louis metió la mano bajo los bóxers de Harry y el británico acarició su brazo con suavidad. Louis envolvió con ternura la polla dura como una roca de Harry, y sintió que el joven temblaba. —Dios, sí, Louis, tu mano se siente maravillosa. 

Era extraño tener en su mano el pene de otro hombre, pero al mismo tiempo también se sentía bien. Louis comenzó a acariciarle suavemente pero con firmeza y oyó a Harry gemir con cada movimiento. Sabía que el joven estaba cerca. 

—Córrete para mí, Haz —susurró, urgiéndole para que abandonara el control. 

Louis sintió que Harry empujaba con la cadera desesperadamente, su espalda curvándose bajo sus dedos y con un temblor, finalmente se corrió. Louis notó el líquido cálido y pegajoso en su mano al mismo tiempo que oía a Harry intentar contener un suave grito de alivio. 

—Tanto tiempo, oh, Dios, he querido esto durante tanto tiempo, Louis —su voz se fue apagando hasta que se quedó en silencio y el delgado cuerpo se relajó entre sus brazos, todavía temblando de placer. 

Louis se sentía en una nube que le obligaba a sucumbir al sueño, todavía abrazado a Harry, mientras le oía al joven murmurar: 

—Y acabamos de empezar…
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Holaa, aaah estoy feliz, mañana tengo una piñata, y eso significa, Dulces&tacos gratis!*.*
aahh me muero, esas dos palabras son las mas hermosas del mundo, dulces&tacos.
Bueno, espero hayan tenido un buen sábado.
Saludos
Muchas gracias por leer y comentar, la neta son la onda.
Ah, ayer dije hacer maratón de este fic, bueno acá les dejo 3 capítulos, espero que les guste.
Bye

woooooooooooooaaaa esto se esta poniendo cada vez mejor... jaja Gertje no paraba de interrumpirlos en momentos.... bueno  jeje me encanto el capi... esos dos seguro tiene que aprovechar esos dias !!! SaLuDoOsS  

bueno ya subiste otro jeje me encanto.... estan en el hotel.... solitos y fue tan hfds  jaja parecia su primera vez... bueno fue su primera vez juntos pero parecia como si fuera su primera vez en tener sexo jeje estuvieron geniales los capis... ya quiero saber que mas pasa en ese hotel!!

wooooooooooaaaaaah quede mal locou
es que necesito mas
por que nunca voy a tener suficiente
soy como una adicta al sexo but de los fics asi dx
hahahaha muchas gracias por subirlo! jajaj
necesito mas pls
un besoo xxxx
love ya so much <3