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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Título: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú).
Autor: MineJB1D (yo).
Adaptación: Si, de los libros de THG.
Adevertencias: Ninguna.
Género: De todo un poco
Doce distritos, el Capitolio.
Todos piensan que la vida en el distrito 2 es mucho mejor que en otros lugares, pero están muy equivocados.
Teniendo en cuenta mi descendencia, no es nada fácil.
Snow tiene entre ceja y ceja a mi familia. La familia Jackson. La mayoría de la familia ha ido a la arena, pero ninguno de los que ha ido, ha regresado.
Hace un año, mi hermano mayor murió y, este año, yo, _____ Jackson, no estoy muy segura de que viva para cantar ni una sola canción más.
Ganar significa fama y riqueza, perder la muerte segura.
¡QUÉ EMPIECEN LOS SEXAGÉSIMOS SEXTOS JUEGOS DEL HAMBRE!
Autor: MineJB1D (yo).
Adaptación: Si, de los libros de THG.
Adevertencias: Ninguna.
Género: De todo un poco
Doce distritos, el Capitolio.
Todos piensan que la vida en el distrito 2 es mucho mejor que en otros lugares, pero están muy equivocados.
Teniendo en cuenta mi descendencia, no es nada fácil.
Snow tiene entre ceja y ceja a mi familia. La familia Jackson. La mayoría de la familia ha ido a la arena, pero ninguno de los que ha ido, ha regresado.
Hace un año, mi hermano mayor murió y, este año, yo, _____ Jackson, no estoy muy segura de que viva para cantar ni una sola canción más.
Ganar significa fama y riqueza, perder la muerte segura.
¡QUÉ EMPIECEN LOS SEXAGÉSIMOS SEXTOS JUEGOS DEL HAMBRE!
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Siguelaaa
soy tu nueva lectora y me encanta la idea
me llamo Aracely
:)
soy tu nueva lectora y me encanta la idea
me llamo Aracely
:)
♥ Sheli ★ ツ
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Yey! CON FINNICK!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Siguela pronto!
Si necesitas personajes, aqui estoy;3
Siguela pronto!
Si necesitas personajes, aqui estoy;3
Xoxo,
Lucksomniator.
Lucksomniator.
Invitado
Invitado
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Una novela con el Sex Symbol de Panem, me emociono :')
¿La seguiras?
¿La seguiras?
Rockwithlovarou
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
♥ Sheli ★ ツ escribió:Siguelaaa
soy tu nueva lectora y me encanta la idea
me llamo Aracely
:)
Hello Aracely!!
Bienvenida a Panem. Me encanta de que te encante mi idea.
Kisses <3
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
LuckSomniator escribió:Yey! CON FINNICK!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Siguela pronto!
Si necesitas personajes, aqui estoy;3Xoxo,
Lucksomniator.
La verdad es que si, necesito una ganadora del distrito 4 para la novela. Tienes que rellenar la siguiente hoja de datos:
-Nombre.
-Apellido.
-Edad.
-Aficiones.
-Descripción psicológica.
-Descripción física.
-Frase de odio que más uses (a ser posible sin insultos).
-Qué piensas sobre los Juegos del Hambre.
Espero que te guste mi novela.
Besos <3
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Rockwithlovarou escribió:Una novela con el Sex Symbol de Panem, me emociono :')
¿La seguiras?
Hello!
Si, una novela del Sex Symbol de Panem, es que no hay muchas, por tanto, escribiré una...
Of course. Claro que la seguiré ;)
Besos y abrazos <3
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
--Capítulo 1--
La gente del distrito dos se preparaba para el día
de la cosecha. La mayoría de los chicos y chicas estaban entusiasmados y
esperaban a que su nombre saliera para ir a la arena y demostrarle a
los otros distritos quiénes mandaban. Algunos padres salían de el Hueso
para ir a acompañar a su familia al día de la cosecha. Aunque no todo el
mundo estaba en sus casas preparándose para la ocasión.
En la parte
donde la vegetación en más abundante en el distrito 2, estoy yo, _____
Jackson, la chica de cabello rubio, cantando y dando vueltas lentamente,
imaginando que aquella sería la última canción que cantaría. Sabía que
el presidente Snow iba a por mi familia. El año anterior, mi hermano
mayor, Facun, murió en la arena a manos de un chico del distrito cuatro.
Hacía dos años, mi primo también murió en la arena. Y, cuando mis
padres eran jóvenes, el hermano pequeño de mi madre, había ido a la
arena para no volver. Sé que este año iré a la arena, o tal vez mi
hermano John. A mi hermano lo habían estado entrenando desde que este
tenía sentido de razón, y todos aquellos entrenamientos hicieron que mi
hermano se volviera un chico alto y fuerte. Yo solo observaba los
entrenamientos de mi hermano y escuchaba las indicaciones de mi padre.
Dejo
de dar vueltas sobre mi misma, pues había comenzado a marearme, y me
tiro a la verde hierba para mirar el cielo, aunque sin dejar de cantar.
El sol alumbraba como nunca. Mi vestido rosa brillaba bajo la protectora
luz del sol. Mi cabello rubio, rizado y brillante revoloteaba con la
suave brisa. Mis ojos azules se fijaban en las nubes, aunque pronto mi
mirada se desvió hacia un chico rubio, alto y fuerte que se acercaba a
mi. Dejo de cantar y me levanto de un salto del césped al ver a mi
hermano, este tan solo rió.
-Me gusta cuando cantas- fueron las
únicas palabras que él dijo y me puso una corona de flores que había
hecho él mismo con las hermosas margaritas que florecían en el jardín de
la pequeña casa en la que vivimos. Cuando escucho las palabras de mi
hermano, vuelvo a cantar y observo cómo mi hermano se tumbaba en el
césped y cierra los ojos para escuchar mi voz, creo que es su canción
favorita.
Esta canción trata de un chico que le dice a una chica que
es su princesa, pero esta le dice que es solo una chica. Esta canción la
escribimos entre mamá y yo, pues ella decía que, cuando eran
adolescentes, papá le llamaba princesa, por tanto, la canción es basada
en ellos. Mi padre sigue llamando a mi madre princesa, aunque los años
han pasado, pero según las veces que hemos hablado mi padre y yo, cada
día ama más a mamá.
-¿Crees que me elegirán?- Mi hermano abrió los
ojos, y me miró sin saber a qué me refería con aquellas palabras, y se
sentó junto a mi.- Ya sabes, para ir a la arena.
-No lo creo. Solo tienes catorce años.
-Hay
personas que van a la arena con menos edad, por ejemplo, el año pasado
ganó aquel chico del distrito 4, y tenía solo catorce años. Además, voy a
cumplir quince.
-Ya lo sé, pero aquí están los profesionales. Ellos se preparan para ir a la arena, igual que yo, y se presentarán voluntarios.
Las
palabras de John hicieron que esbozara una sonrisa y comencé a correr
hacia casa para ponerme mi vestido nuevo, el que mi madre Anne me había
comprado para la cosecha. Me bañé en agua caliente, como cada día. Mi
madre ponía a hervir el agua antes de que sus hijos se bañaran. Me sequé
con la suave toalla blanca que le habían regalado a mis padres cuando
se prometieron y me puse mi bonito vestido color blanco. Me peiné y me
hice una coleta, que adorné con un lazo lila, a juego con los lazos de
mis zapatos blancos.
Toda mi familia y yo caminábamos hacia el
escenario donde se elegían a los tributos. Me despedí de mis padres y mi
hermana pequeña, Laria, y caminé junto a mi hermano hacia donde se
hacían las pruebas. Allí me pincharon en el dedo, como cada año, y
pintamos nuestra huella con nuestra propia sangre. Luego nos separamos,
él fue con los chicos, y yo con las chicas.
Los chicos del distrito
dos eran todos altos y fuertes, a excepción de los niños que
participaban por primer año en la cosecha. Al igual que los chicos, las
chicas mayores de trece años eran altas y fuertes, en cambio, yo no,
pues mis padres nunca me habían entrenado, habían entrenado tan solo a
sus dos hijos varones y enseñado a sus hijas a trabajar en la casa.
Después
de leer los nombres de los habitantes que han ganado en la arena
durante todo esos juegos del distrito dos, presentaron a los que serían
los mentores de los tributos de este años, Enobaria y Brutus. Entonces,
Atlas Flink, una mujer de cabello amarillo chillón, subió al escenario,
donde ya habían bajado los anteriores ganadores de los Juegos. La gente
observa lo raro que viste, desde sus zapatos verde fluorescente de
formas extrañas, diferentes, hasta su chaqueta roja igual que sus
labios, sin pasar por desapercibido su espantoso maquillaje. Estaba
claro que aquella mujer era del Capitolio.
-¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!
Repite
eso todos los años, como si el Capitolio le dijera que siempre diga lo
mismo o no tenga presupuestos para crear nuevos discursos. Durante años
anteriores, había visto que en los otros distritos, mujeres igual de
raras que esta, que decían lo mismo. Tal vez la gente que trabajaba en
el Capitolio no se ha dado cuenta de que la gente piensa lo mismo que
yo.
Ha llegado el momento del sorteo.
-Las damas primero- dice
Atlas y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas.
Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. Todas las chicas
contienen el aliento con la ilusión de que su nombre sea el que está en
ese trozo de papel, la excepción soy yo y las chicas de doce años, que
cruzamos los dedos para que no sea nuestro nombre el que lee. Atlas
vuelve al podio, alisa el trozo de papel y lee:- ______ Jackson.
¿Ha dicho mi nombre? Seguro que se ha equivocado de nombre. Puede que haya escuchado mal.
Todos
se giran hacia mi, que he comenzado a temblar al escuchar mi nombre.
Una chica morena me empuja, haciendo así, que vuelva a la tierra.
Comienzo a caminar entre la gente, asustada, y subo a aquel escenario.
Espero a que alguien se presente voluntaria, pero nadie lo hace.
-A
continuación, los chicos- dice Atlas y mete la mano en la urna de los
chicos. Si yo pensaba que aquello era lo peor que le podía pasar, me
equivocaba-: John Jackson- anuncia y, las ganas de llorar que tenía en
un principio, aumentan. El otro tributo es mi hermano mayor.
La gente del distrito dos se preparaba para el día
de la cosecha. La mayoría de los chicos y chicas estaban entusiasmados y
esperaban a que su nombre saliera para ir a la arena y demostrarle a
los otros distritos quiénes mandaban. Algunos padres salían de el Hueso
para ir a acompañar a su familia al día de la cosecha. Aunque no todo el
mundo estaba en sus casas preparándose para la ocasión.
En la parte
donde la vegetación en más abundante en el distrito 2, estoy yo, _____
Jackson, la chica de cabello rubio, cantando y dando vueltas lentamente,
imaginando que aquella sería la última canción que cantaría. Sabía que
el presidente Snow iba a por mi familia. El año anterior, mi hermano
mayor, Facun, murió en la arena a manos de un chico del distrito cuatro.
Hacía dos años, mi primo también murió en la arena. Y, cuando mis
padres eran jóvenes, el hermano pequeño de mi madre, había ido a la
arena para no volver. Sé que este año iré a la arena, o tal vez mi
hermano John. A mi hermano lo habían estado entrenando desde que este
tenía sentido de razón, y todos aquellos entrenamientos hicieron que mi
hermano se volviera un chico alto y fuerte. Yo solo observaba los
entrenamientos de mi hermano y escuchaba las indicaciones de mi padre.
Dejo
de dar vueltas sobre mi misma, pues había comenzado a marearme, y me
tiro a la verde hierba para mirar el cielo, aunque sin dejar de cantar.
El sol alumbraba como nunca. Mi vestido rosa brillaba bajo la protectora
luz del sol. Mi cabello rubio, rizado y brillante revoloteaba con la
suave brisa. Mis ojos azules se fijaban en las nubes, aunque pronto mi
mirada se desvió hacia un chico rubio, alto y fuerte que se acercaba a
mi. Dejo de cantar y me levanto de un salto del césped al ver a mi
hermano, este tan solo rió.
-Me gusta cuando cantas- fueron las
únicas palabras que él dijo y me puso una corona de flores que había
hecho él mismo con las hermosas margaritas que florecían en el jardín de
la pequeña casa en la que vivimos. Cuando escucho las palabras de mi
hermano, vuelvo a cantar y observo cómo mi hermano se tumbaba en el
césped y cierra los ojos para escuchar mi voz, creo que es su canción
favorita.
Esta canción trata de un chico que le dice a una chica que
es su princesa, pero esta le dice que es solo una chica. Esta canción la
escribimos entre mamá y yo, pues ella decía que, cuando eran
adolescentes, papá le llamaba princesa, por tanto, la canción es basada
en ellos. Mi padre sigue llamando a mi madre princesa, aunque los años
han pasado, pero según las veces que hemos hablado mi padre y yo, cada
día ama más a mamá.
-¿Crees que me elegirán?- Mi hermano abrió los
ojos, y me miró sin saber a qué me refería con aquellas palabras, y se
sentó junto a mi.- Ya sabes, para ir a la arena.
-No lo creo. Solo tienes catorce años.
-Hay
personas que van a la arena con menos edad, por ejemplo, el año pasado
ganó aquel chico del distrito 4, y tenía solo catorce años. Además, voy a
cumplir quince.
-Ya lo sé, pero aquí están los profesionales. Ellos se preparan para ir a la arena, igual que yo, y se presentarán voluntarios.
Las
palabras de John hicieron que esbozara una sonrisa y comencé a correr
hacia casa para ponerme mi vestido nuevo, el que mi madre Anne me había
comprado para la cosecha. Me bañé en agua caliente, como cada día. Mi
madre ponía a hervir el agua antes de que sus hijos se bañaran. Me sequé
con la suave toalla blanca que le habían regalado a mis padres cuando
se prometieron y me puse mi bonito vestido color blanco. Me peiné y me
hice una coleta, que adorné con un lazo lila, a juego con los lazos de
mis zapatos blancos.
Toda mi familia y yo caminábamos hacia el
escenario donde se elegían a los tributos. Me despedí de mis padres y mi
hermana pequeña, Laria, y caminé junto a mi hermano hacia donde se
hacían las pruebas. Allí me pincharon en el dedo, como cada año, y
pintamos nuestra huella con nuestra propia sangre. Luego nos separamos,
él fue con los chicos, y yo con las chicas.
Los chicos del distrito
dos eran todos altos y fuertes, a excepción de los niños que
participaban por primer año en la cosecha. Al igual que los chicos, las
chicas mayores de trece años eran altas y fuertes, en cambio, yo no,
pues mis padres nunca me habían entrenado, habían entrenado tan solo a
sus dos hijos varones y enseñado a sus hijas a trabajar en la casa.
Después
de leer los nombres de los habitantes que han ganado en la arena
durante todo esos juegos del distrito dos, presentaron a los que serían
los mentores de los tributos de este años, Enobaria y Brutus. Entonces,
Atlas Flink, una mujer de cabello amarillo chillón, subió al escenario,
donde ya habían bajado los anteriores ganadores de los Juegos. La gente
observa lo raro que viste, desde sus zapatos verde fluorescente de
formas extrañas, diferentes, hasta su chaqueta roja igual que sus
labios, sin pasar por desapercibido su espantoso maquillaje. Estaba
claro que aquella mujer era del Capitolio.
-¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!
Repite
eso todos los años, como si el Capitolio le dijera que siempre diga lo
mismo o no tenga presupuestos para crear nuevos discursos. Durante años
anteriores, había visto que en los otros distritos, mujeres igual de
raras que esta, que decían lo mismo. Tal vez la gente que trabajaba en
el Capitolio no se ha dado cuenta de que la gente piensa lo mismo que
yo.
Ha llegado el momento del sorteo.
-Las damas primero- dice
Atlas y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas.
Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. Todas las chicas
contienen el aliento con la ilusión de que su nombre sea el que está en
ese trozo de papel, la excepción soy yo y las chicas de doce años, que
cruzamos los dedos para que no sea nuestro nombre el que lee. Atlas
vuelve al podio, alisa el trozo de papel y lee:- ______ Jackson.
¿Ha dicho mi nombre? Seguro que se ha equivocado de nombre. Puede que haya escuchado mal.
Todos
se giran hacia mi, que he comenzado a temblar al escuchar mi nombre.
Una chica morena me empuja, haciendo así, que vuelva a la tierra.
Comienzo a caminar entre la gente, asustada, y subo a aquel escenario.
Espero a que alguien se presente voluntaria, pero nadie lo hace.
-A
continuación, los chicos- dice Atlas y mete la mano en la urna de los
chicos. Si yo pensaba que aquello era lo peor que le podía pasar, me
equivocaba-: John Jackson- anuncia y, las ganas de llorar que tenía en
un principio, aumentan. El otro tributo es mi hermano mayor.
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
¡NOOOOOOOOOOO! ¿Hermano? Oh, que tragicoD:!
Siguela pronto:3
Aquí te dejo la ficha:
Gracias por dejarme participar:3
Siguela pronto:3
Aquí te dejo la ficha:
Nombre.
Lucy.
Apellido.
Avilés.
Edad.
15 años.
Aficiones.
Caza.
Descripción psicológica.
Una chica callada pero puede llegar a ser muy vengativa. En su tiempo fue muy estudiosa, es dulce cuando la conoces pero cuando se enoja puede llegar a ser una loca frenética.
Es una amante del piano más que nada en la vida.
Descripción física.
Frase de odio que más uses (a ser posible sin insultos).
¡Diablos!
Qué piensas sobre los Juegos del Hambre.
¿Sobre los juegos? Creo que fue una idea muy bien planeada por las personas en venganza e intimidación para el pueblo, claro si lo vemos del punto de vista del gobierno, por qué para nosotros el pueblo, los distritos, solo es algo por lo que tenemos que pagar pero no ha sido la culpa de nadie en el presente, ellos fueron los que se revelaron, no nosotros.
Aunque... no fue mala idea la rebelión del Distrito 13, aunque las cosas no terminaron bien.
Lucy.
Apellido.
Avilés.
Edad.
15 años.
Aficiones.
Caza.
Descripción psicológica.
Una chica callada pero puede llegar a ser muy vengativa. En su tiempo fue muy estudiosa, es dulce cuando la conoces pero cuando se enoja puede llegar a ser una loca frenética.
Es una amante del piano más que nada en la vida.
Descripción física.
Frase de odio que más uses (a ser posible sin insultos).
¡Diablos!
Qué piensas sobre los Juegos del Hambre.
¿Sobre los juegos? Creo que fue una idea muy bien planeada por las personas en venganza e intimidación para el pueblo, claro si lo vemos del punto de vista del gobierno, por qué para nosotros el pueblo, los distritos, solo es algo por lo que tenemos que pagar pero no ha sido la culpa de nadie en el presente, ellos fueron los que se revelaron, no nosotros.
Aunque... no fue mala idea la rebelión del Distrito 13, aunque las cosas no terminaron bien.
Gracias por dejarme participar:3
Xoxo;
Lucksomniator.
Lucksomniator.
Invitado
Invitado
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
LuckSomniator escribió:¡NOOOOOOOOOOO! ¿Hermano? Oh, que tragicoD:!
Siguela pronto:3
Aquí te dejo la ficha:Nombre.Gracias por dejarme participar:3
Lucy.
Apellido.
Avilés.
Edad.
15 años.
Aficiones.
Caza.
Descripción psicológica.
Una chica callada pero puede llegar a ser muy vengativa. En su tiempo fue muy estudiosa, es dulce cuando la conoces pero cuando se enoja puede llegar a ser una loca frenética.
Es una amante del piano más que nada en la vida.
Descripción física.
Frase de odio que más uses (a ser posible sin insultos).
¡Diablos!
Qué piensas sobre los Juegos del Hambre.
¿Sobre los juegos? Creo que fue una idea muy bien planeada por las personas en venganza e intimidación para el pueblo, claro si lo vemos del punto de vista del gobierno, por qué para nosotros el pueblo, los distritos, solo es algo por lo que tenemos que pagar pero no ha sido la culpa de nadie en el presente, ellos fueron los que se revelaron, no nosotros.
Aunque... no fue mala idea la rebelión del Distrito 13, aunque las cosas no terminaron bien.Xoxo;
Lucksomniator.
No tienes por qué darme las gracias por participar, yo debería darte las gracias, pues necesitaba personajes del distrito cuatro pero, por supuesto, tú no serás una de las víctimas de Los Juegos ;)
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
--Capítulo 2--
Nos llevan al tren que nos llevará al Capitolio, yo solo observo por la pequeña ventana del tren. Estoy triste, muy triste. Mis padres no han ido a despedirse de mi. Ni mi hermana. Ni mis amigos, aunque tampoco tenía muchos amigos. Todos han ido a ver a John, a desearle buena suerte, no lo sé, pero estoy segura de que eso es lo que han hecho. Todos están seguros de que yo seré la primera en morir en la arena, incluso yo misma pienso eso. Comienzo a jugar con el mantel de la mesa, estoy nerviosa. Mi corazón palpita a mil por hora. Me fijo bien en el distrito dos, estoy segura de que esta será la última vez que vea el distrito en el que nací y me crié.
-¿Sabes pelear?- me pregunta Brutus, uno de los mentores del distrito 2, que acaba de sentarse frente a mi.
-No.
-¿Sabes utilizar un arco?
-Más o menos.
-Entonces, ¿qué sabes hacer?
-Cantar...
-Eso no me sirve.
-Pensar.
-Eso no sirve de nada en la arena, si piensas es más probable que mueras, pues si piensas, es más difícil matar gente.
-Sé correr.
-Eso puede hacer que sobrevivas unos días.
-Sé escalar árboles, sé...tirar dardos.
-¿Dónde vas a encontrar dardos? En la arena no suelen poner esas cosas- dijo Brutus y se sentó junto a John, quien seguro que sabía hacer más cosas.
Me levanto del sofá y camino hasta la habitación que Atlas le había asignado aún pensando en las palabras de Brutus. Moriría el primer día, con un poco de suerte, el segundo. Recordaba cómo vi cuanto mataron a mi hermano: Solo quedaba aquel chico del distrito cuatro y él, pero
entonces, Finnick Odair, que era como se llamaba el chico del distrito cuatro, mató a mi hermano, ganando así los Juegos del Hambre.
Me quité el vestido y me puse una camisa negra junto a unos pantalones de este mismo color. Dejé los zapatos a un lado y me tumbé en la gran cama color rojo. Cerré los ojos y me imaginé mi muerte, ¿cómo moriría? Tal vez igual que mi hermano, a manos de algún chico del distrito cuatro; o tal vez, por alguna trampa de la arena; también me podrían atravesar con una lanza o con una flecha; quizá con un cuchillo. Aquel viaje sería un viaje de ida, pero no de vuelta. Intenté quitarme esa idea de la cabeza, pero no lo conseguí, aún así, me quedé dormida.
El tren comenzaba a frenar y, el ruido de los frenos, me despertó. Me levanté de la cama y me puse unas zapatillas color negro. Salí de la habitación y Brutus me agarró del brazo.
-Corre: Quiero que tu hermano y tú salgáis cogidos de la mano. Y por el amor de dios, sonríe, así ganaréis patrocinadores.
Me quité el lazo, haciendo así que mi cabello rubio quedara suelto, me agarré de la mano de mi hermano, quien me sonrió intentando tranquilizarme y salimos del tren. Al parecer, todos los trenes de los distritos habían llegado a la vez, aunque habían salido con días de diferencias al Capitolio, pero la mayoría de las personas del Capitolio observaba a John, que parecía ser el tributo más hermoso, aunque también había mucha gente observando el tren del distrito cuatro, del que salían los dos tributos y los mentores: Finnick y Mags.
Todos los tributos de todos los distritos entramos a un gran edificio acompañados de nuestros mentores. Yo seguía agarrada de la mano de mi hermano, sin dejar de sonreír, pues seguía las instrucciones de Brutus. Cada uno subió a un piso, en nuestro caso, el segundo piso, y nos enseñaron cuáles eran nuestras habitaciones correspondientes.
-Me encuentro mal- dije tocándome el estómago y Brutus me miró de mala manera.
-Baja a la cocina y diles que te den algo de comer.
Asentí con la cabeza y entré en el ascensor. Sabía que mi dolor de estómago no era por la falta de comida, sino por los nervios, aún así decidí hacer lo que me dijo. Pero al parecer alguien más estaba en este.
-Hola- dijo la voz de un chico joven a mi espalda y pegué un bote al escucharlo, después, me giré, encontrándome así con Finnick Odair, el asesino de mi hermano.
-Hola- dije sin entusiasmo y me apoyé en la pared más lejana al chico. Lo que hizo que el chico me mirara con el ceño fruncido.
-Soy Finnick Odair, ¿y tú?- dijo con una sonrisa, una sonrisa con la que conquista a todas las chicas del Capitolio y el resto de Distritos.
Las chicas de mi Distrito hablaban de él, decían que era un chico atractivo, pero yo siempre pasaba de sus comentarios. Odiaba a aquel chico, él había sido el responsable de la muerte de mi hermano.
-Yo soy _____ Jackson. Del Distrito Dos. El año pasado mataste a mi hermano- dije y a Finnick se le borró la sonrisa al instante.
-Lo siento, pero era su vida o la mía...
-Ya, si te entiendo. Para eso están los Juegos, para matarse unos a otros. Para que los del Capitolio se entretengan mientras nosotros no estamos matando entre nosotros. Todos tenemos que matar a gente inocente ahí dentro para sobrevivir.
-¿Cuántos años tienes?
-Catorce, casi quince, pero a ti no te importa- dije y me alegré al ver de que la puerta del ascensor se abrió.
-¡Hola!- dijeron tres personas del Capitolio al unísono y comenzaron a hacernos fotos, aunque no por mucho tiempo, pues me hice paso entre ellos empujando a esas personas para poder llegar a la cocina.
Los cocineros del Capitolio no pusieron ninguna escusa para no darme comida, justo al contrario, me pedían que probara la comida que iban a poner para cenar aquel día y, como les decía que la comida era deliciosa, ellos me invitaron a volver a la cocina. Son bastante amigables. Cuando por fin me dejaron salir de la cocina, fui hacia mi habitación, donde Brutus me esperaba en la puerta con cara de pocos amigos.
-Has tardado demasiado- dijo con tono serio y, a la vez, de desesperación-. Te están esperando. Debes ir a la planta número trece, allí te están esperando tu equipo de preparación. E intenta ser más puntual, o de lo contrario no sobrevivirás en la arena ni un minuto.
Asentí y volví a subir en el ascensor para ir a la planta número 13. Aquella música me desespera, no sé por qué ponen esto. Comencé a caminar por el pasillo hasta encontrar el número “2” en una puerta, en la que entré.
-¡Mira que niña más bonita nos ha tocado preparar este año!- exclamó emocionada una mujer de cabello lila, con muchos tatuajes en la piel y ojos color miel. Llevaba una extravagante túnica de varios colores, al igual que las otras dos personas.
-Nos gusta maquillar a niñas, pero tu estilista no nos ha dado órdenes todavía- dijo el hombre, que tenía la piel verde y el cabello con una cresta de medio metro y rizada color
azul cielo.
-Lo primero es lo primero- dijo la mujer de cabello rosa-, vamos a quitarte el entrecejo, y los pelos de las piernas.
-Qué raro que no tenga bigote- dijo la primera mujer.
-Soy una chica- dije.
-Lo sabemos, por cierto, yo soy Stella, él es Franciss y ella es Constor- dijo la mujer de cabello rosa.
-Encantada, yo soy _____.
Stella comenzó a quitarme entrecejo, mientras que Franciss y Constor me hacían la cera. Cuando acabaron, miré mis piernas, las cuales me quemaban, y vi que estaba rojas, como si se hubiera quemado. Aunque pronto me echaron una crema que olía a vainilla para que recuperara su color habitual. Cuando se fueron, entró una mujer con rasgos de gato.
-Hola- dije antes de que aquella mujer hablara, aunque sin obtener respuesta, pues la mujer comenzó a dar vuelta a mi alrededor mirándome de arriba a abajo.
-Eres una niña...
-Tengo catorce años y cumpliré quince- dije, casi perdiendo la paciencia.
-Aún así eres una niña, al menos, tienes que aparentar ser una niña.
-¿Qué quiere decir?
-Cuanto más joven son los tributos, más patrocinadores. Eres del distrito dos, ¿o me equivoco?- pregunta y yo asiento con la cabeza- Genial, ya sé qué hacer contigo- dijo y salió de la habitación, para pronto llegar con un vestido plateado-. Se supone que representa la piedra.
-Es bonito- dije y la mujer me dejó el vestido encima de una silla, luego volvió a salir de la habitación.
Me preguntaba cómo se llamaba aquella mujer, aún no me había dicho su nombre... Por lo que decido ponerle un mote: Tigris, por sus rasgos de tigre.
Me puse aquel vestido, que me llegaba por lar rodillas, las mangas me llegaban por encima del codo, era realmente hermoso. Tigris volvió a entrar en la habitación con unos zapatos plateados y una pequeña corona de plata con pequeñas piedras preciosas. Aquella mujer no hablaba mucho, me había dado cuenta de eso. Tigris peinó mi cabello rubio y lo dejó suelto, luego me pintó los labios rosas y me puso un poco de colorete.
-Mírate- me dijo señalando un espejo e hice justo lo que su estilista me pidió, encontrándome con alguien bastante diferente a mi.
Nos llevan al tren que nos llevará al Capitolio, yo solo observo por la pequeña ventana del tren. Estoy triste, muy triste. Mis padres no han ido a despedirse de mi. Ni mi hermana. Ni mis amigos, aunque tampoco tenía muchos amigos. Todos han ido a ver a John, a desearle buena suerte, no lo sé, pero estoy segura de que eso es lo que han hecho. Todos están seguros de que yo seré la primera en morir en la arena, incluso yo misma pienso eso. Comienzo a jugar con el mantel de la mesa, estoy nerviosa. Mi corazón palpita a mil por hora. Me fijo bien en el distrito dos, estoy segura de que esta será la última vez que vea el distrito en el que nací y me crié.
-¿Sabes pelear?- me pregunta Brutus, uno de los mentores del distrito 2, que acaba de sentarse frente a mi.
-No.
-¿Sabes utilizar un arco?
-Más o menos.
-Entonces, ¿qué sabes hacer?
-Cantar...
-Eso no me sirve.
-Pensar.
-Eso no sirve de nada en la arena, si piensas es más probable que mueras, pues si piensas, es más difícil matar gente.
-Sé correr.
-Eso puede hacer que sobrevivas unos días.
-Sé escalar árboles, sé...tirar dardos.
-¿Dónde vas a encontrar dardos? En la arena no suelen poner esas cosas- dijo Brutus y se sentó junto a John, quien seguro que sabía hacer más cosas.
Me levanto del sofá y camino hasta la habitación que Atlas le había asignado aún pensando en las palabras de Brutus. Moriría el primer día, con un poco de suerte, el segundo. Recordaba cómo vi cuanto mataron a mi hermano: Solo quedaba aquel chico del distrito cuatro y él, pero
entonces, Finnick Odair, que era como se llamaba el chico del distrito cuatro, mató a mi hermano, ganando así los Juegos del Hambre.
Me quité el vestido y me puse una camisa negra junto a unos pantalones de este mismo color. Dejé los zapatos a un lado y me tumbé en la gran cama color rojo. Cerré los ojos y me imaginé mi muerte, ¿cómo moriría? Tal vez igual que mi hermano, a manos de algún chico del distrito cuatro; o tal vez, por alguna trampa de la arena; también me podrían atravesar con una lanza o con una flecha; quizá con un cuchillo. Aquel viaje sería un viaje de ida, pero no de vuelta. Intenté quitarme esa idea de la cabeza, pero no lo conseguí, aún así, me quedé dormida.
El tren comenzaba a frenar y, el ruido de los frenos, me despertó. Me levanté de la cama y me puse unas zapatillas color negro. Salí de la habitación y Brutus me agarró del brazo.
-Corre: Quiero que tu hermano y tú salgáis cogidos de la mano. Y por el amor de dios, sonríe, así ganaréis patrocinadores.
Me quité el lazo, haciendo así que mi cabello rubio quedara suelto, me agarré de la mano de mi hermano, quien me sonrió intentando tranquilizarme y salimos del tren. Al parecer, todos los trenes de los distritos habían llegado a la vez, aunque habían salido con días de diferencias al Capitolio, pero la mayoría de las personas del Capitolio observaba a John, que parecía ser el tributo más hermoso, aunque también había mucha gente observando el tren del distrito cuatro, del que salían los dos tributos y los mentores: Finnick y Mags.
Todos los tributos de todos los distritos entramos a un gran edificio acompañados de nuestros mentores. Yo seguía agarrada de la mano de mi hermano, sin dejar de sonreír, pues seguía las instrucciones de Brutus. Cada uno subió a un piso, en nuestro caso, el segundo piso, y nos enseñaron cuáles eran nuestras habitaciones correspondientes.
-Me encuentro mal- dije tocándome el estómago y Brutus me miró de mala manera.
-Baja a la cocina y diles que te den algo de comer.
Asentí con la cabeza y entré en el ascensor. Sabía que mi dolor de estómago no era por la falta de comida, sino por los nervios, aún así decidí hacer lo que me dijo. Pero al parecer alguien más estaba en este.
-Hola- dijo la voz de un chico joven a mi espalda y pegué un bote al escucharlo, después, me giré, encontrándome así con Finnick Odair, el asesino de mi hermano.
-Hola- dije sin entusiasmo y me apoyé en la pared más lejana al chico. Lo que hizo que el chico me mirara con el ceño fruncido.
-Soy Finnick Odair, ¿y tú?- dijo con una sonrisa, una sonrisa con la que conquista a todas las chicas del Capitolio y el resto de Distritos.
Las chicas de mi Distrito hablaban de él, decían que era un chico atractivo, pero yo siempre pasaba de sus comentarios. Odiaba a aquel chico, él había sido el responsable de la muerte de mi hermano.
-Yo soy _____ Jackson. Del Distrito Dos. El año pasado mataste a mi hermano- dije y a Finnick se le borró la sonrisa al instante.
-Lo siento, pero era su vida o la mía...
-Ya, si te entiendo. Para eso están los Juegos, para matarse unos a otros. Para que los del Capitolio se entretengan mientras nosotros no estamos matando entre nosotros. Todos tenemos que matar a gente inocente ahí dentro para sobrevivir.
-¿Cuántos años tienes?
-Catorce, casi quince, pero a ti no te importa- dije y me alegré al ver de que la puerta del ascensor se abrió.
-¡Hola!- dijeron tres personas del Capitolio al unísono y comenzaron a hacernos fotos, aunque no por mucho tiempo, pues me hice paso entre ellos empujando a esas personas para poder llegar a la cocina.
Los cocineros del Capitolio no pusieron ninguna escusa para no darme comida, justo al contrario, me pedían que probara la comida que iban a poner para cenar aquel día y, como les decía que la comida era deliciosa, ellos me invitaron a volver a la cocina. Son bastante amigables. Cuando por fin me dejaron salir de la cocina, fui hacia mi habitación, donde Brutus me esperaba en la puerta con cara de pocos amigos.
-Has tardado demasiado- dijo con tono serio y, a la vez, de desesperación-. Te están esperando. Debes ir a la planta número trece, allí te están esperando tu equipo de preparación. E intenta ser más puntual, o de lo contrario no sobrevivirás en la arena ni un minuto.
Asentí y volví a subir en el ascensor para ir a la planta número 13. Aquella música me desespera, no sé por qué ponen esto. Comencé a caminar por el pasillo hasta encontrar el número “2” en una puerta, en la que entré.
-¡Mira que niña más bonita nos ha tocado preparar este año!- exclamó emocionada una mujer de cabello lila, con muchos tatuajes en la piel y ojos color miel. Llevaba una extravagante túnica de varios colores, al igual que las otras dos personas.
-Nos gusta maquillar a niñas, pero tu estilista no nos ha dado órdenes todavía- dijo el hombre, que tenía la piel verde y el cabello con una cresta de medio metro y rizada color
azul cielo.
-Lo primero es lo primero- dijo la mujer de cabello rosa-, vamos a quitarte el entrecejo, y los pelos de las piernas.
-Qué raro que no tenga bigote- dijo la primera mujer.
-Soy una chica- dije.
-Lo sabemos, por cierto, yo soy Stella, él es Franciss y ella es Constor- dijo la mujer de cabello rosa.
-Encantada, yo soy _____.
Stella comenzó a quitarme entrecejo, mientras que Franciss y Constor me hacían la cera. Cuando acabaron, miré mis piernas, las cuales me quemaban, y vi que estaba rojas, como si se hubiera quemado. Aunque pronto me echaron una crema que olía a vainilla para que recuperara su color habitual. Cuando se fueron, entró una mujer con rasgos de gato.
-Hola- dije antes de que aquella mujer hablara, aunque sin obtener respuesta, pues la mujer comenzó a dar vuelta a mi alrededor mirándome de arriba a abajo.
-Eres una niña...
-Tengo catorce años y cumpliré quince- dije, casi perdiendo la paciencia.
-Aún así eres una niña, al menos, tienes que aparentar ser una niña.
-¿Qué quiere decir?
-Cuanto más joven son los tributos, más patrocinadores. Eres del distrito dos, ¿o me equivoco?- pregunta y yo asiento con la cabeza- Genial, ya sé qué hacer contigo- dijo y salió de la habitación, para pronto llegar con un vestido plateado-. Se supone que representa la piedra.
-Es bonito- dije y la mujer me dejó el vestido encima de una silla, luego volvió a salir de la habitación.
Me preguntaba cómo se llamaba aquella mujer, aún no me había dicho su nombre... Por lo que decido ponerle un mote: Tigris, por sus rasgos de tigre.
Me puse aquel vestido, que me llegaba por lar rodillas, las mangas me llegaban por encima del codo, era realmente hermoso. Tigris volvió a entrar en la habitación con unos zapatos plateados y una pequeña corona de plata con pequeñas piedras preciosas. Aquella mujer no hablaba mucho, me había dado cuenta de eso. Tigris peinó mi cabello rubio y lo dejó suelto, luego me pintó los labios rosas y me puso un poco de colorete.
-Mírate- me dijo señalando un espejo e hice justo lo que su estilista me pidió, encontrándome con alguien bastante diferente a mi.
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
--Capítulo 3--
Caminaba junto a Tigris hacia las carrozas. Las
veces que había visto aquello en la televisión eran incontables, pero lo
que más miedo me daba era verlo en persona, odiaba aquello, aunque
siempre pensé en que no odiaría a nada ni a nadie. A lo lejos, en la
carroza del distrito dos, vi a John, que hablaba con Brutus. Salí
corriendo hacia mi hermano y me tiré a sus brazos, John me cogió en
brazos y le di un beso. Cuando John volvió a ponerme en el suelo, fijé
mi mirada en Finnick, que nos había estado observando todo el tiempo,
pero pronto retiró su mirada para mirar a los tributos de su distrito.
-¿Preparada?- me pregunta John mientras sube en el carro.
John
está bastante guapo. Lleva un casco de guerrero que parece de piedra,
al igual que las hombreras, lo único que lleva en la parte de arriba, en
la parte de abajo lleva unos pantalones cortos plateados. Su estilista,
un hombre de cabello por los hombros color rojo, habla con Tigris sobre
que los dos hemos quedado adorables.
-Si- digo y agarro la mano de mi hermano para subir al carro, que pronto comienza a andar detrás del carro del distrito uno.
Ambos
nos agarramos de la mano, para no perder el equilibrio y, para saber de
alguna manera, que los dos siguimos al lado del otro en cuerpo y en
alma. Cuando salimos, nos encontramos con personas del Capitolio que
grita nuestros nombres y los de los otros distritos, que nos tiran
flores o, incluso, se desmayan. Un grupo de chicas grita el nombre de
John, este, al escuchar cómo las chicas lo llaman a gritos, saca su
mejor sonrisa y comienza a saludar al público, por lo que yo comienzo a
hacer lo mismo.
Tras aquello, fuimos cada uno a nuestras
habitaciones, en la que todavía no he entrado. Me quité el vestido para
ponerme una camiseta blanca y un pantalón vaquero, cambié mis zapatos
por unas zapatillas negras y me lavé la cara, puesto a que me veía
demasiado superficial. Después, le entregué el vestido a mi estilista y
fui hacia el salón de la segunda planta, donde John, Brutus, Atlas y
Enobaria, la segunda mentora del distrito dos, ya se encontraban
sentados en sus respectivos lugares.
-Habéis estado espectaculares-
exclamó emocionada Enobaria cuando me senté junto a ella, aunque con eso
se refería a que John había estado espectacular, yo lo sabía, pero aún
así le doy las gracias y puse todo mi interés en la televisión, donde se
veían los carruajes de nuevo.
Estoy segura de que están pensando en
que moriré pronto, que mi hermano quedará hasta el final o, incluso que
ganará, y la verdad es que tienen razón si piensan eso. Él es alto, yo
soy una enana a su lado. Él es fuerte, y yo soy muy débil. Él tiene más
posibilidades de salir vivo de estos Juegos, en cambio, yo seré,
seguramente, una de las primeras en caer en la arena.
Acabo mi plato y
me levanto de la mesa intentando evitar la mirada de mi hermano, quien
me ha mirado durante toda la cena. Voy a llevar los platos a la cocina,
que se encuentra en el sótano, pero antes de que coja los platos, una
chica de cabello anaranjado me para y ella misma recoge los platos. No
me habla, tan solo desaparece tras las puertas del ascensor.
Me quedo mirando hacia Brutus y Enobaria, que han estado observándome mientras las chica me quitaba los platos.
-Es un avox- dijo Brutus leyéndome la mente.
-¿Un avox?- pregunto, no tengo ni idea de qué es un avox.
-Es una persona a la que le han cortado la lengua- dice Enobaria y hago una mueca.
Camino
hacia la que es mi habitación, aunque al final decido coger el ascensor
e ir a algún lugar lejos de esta planta, lejos de John, Brutus,
Enobaria y Atlas y, si pudiera, también lejos del Capitolio y sus
Juegos. Entro en el ascensor y pulso el botón número 13. Pronto, la
puerta vuelve a abrirse y comienzo a caminar sin rumbo por el oscuro
pasillo. Entonces pienso en todos esos tributos que deberían estar aquí,
pero no están porque acabaron con su distrito, me refiero al distrito
13. Despejo mi mente de esos pensamientos y sigo caminando hasta el
final del pasillo. Seguro que hay varias cámaras grabando en este
momento mis movimientos y, tal vez, me castiguen o me maten, pero creo
que entrando en la arena ya tengo la segunda opción asegurada. Llego
hasta la puerta donde pone 12, allí visten, peinan y arreglan a los
tributos del distrito 12, como es de suponer, esa es la última puerta.
Pero no lo es. Al lado de la puerta donde pone '12', hay otra puerta, no
tan llamativa como las anteriores y carece de número, está un tanto
oxidada, seguro que lleva años sin abrirse, tal vez, sea el armario de
la limpieza, o tal vez no. Estiro la mano y empujó la puerta, llevándome
la sorpresa de que se encuentra abierta, no como imaginaba. Tras
aquella puerta oxidada, hay unas escaleras de hierro, aunque no están
oxidadas. Entro por la puerta y comienzo a subir las escaleras. Al
final, llego a otra planta, aunque esta planta carece de techo, en esta
planta se pueden ver perfectamente las estrellas e, incluso, podría
tirarme e intentar escapar de aquí para no volver nunca. Pronto me doy
cuenta de que no estoy sola en este lugar. Sentado en el frío suelo, se
encuentra un chico de mi edad observando las estrellas, incluso esté
intentando contarlas, aunque eso sea imposible y mi idea estúpida.
Camino hacia él y me siento a su lado, Finnick sigue mirando las
estrellas, pero de vez en cuando me mira por el rabillo del ojo.
-Hola- digo esta vez yo y el chico me mira y sonríe.
-Buenas noches, ¿has visto que noche tan hermosa?- me pregunta y vuelve a mirar las estrellas.
Levanto
la vista y me encuentro lo que está mirando. Este sitio no carece de
techo, pues tiene una barrera, por eso no cierran la puerta, porque
nadie puede salir del edificio, ningún tributo puede escapar. Parece ser
que Finnick no se siente bien aquí, pues parece extrañar el Distrito
Cuatro, parece estar encerrado aquí.
-Si, una noche hermosa. ¿Por qué
has vuelto?- le pregunto directamente, y me mira sin saber a qué me
refiero, pronto comienza a mirar las casas que se encuentran frente al
edificio.
-Quería conocerte- rió él.
-No sabías que vendría- le digo seriamente.
-Ya lo sé. La verdad es que no sé por qué he vuelto. Ahora soy mentor. Pero no he venido por gusto, que quede claro.
-Entonces, ¿qué es lo que te ha impulsado a regresar al Capitolio?
-Te
cambio el secreto del por qué he regresado por algún secreto tuyo- me
dice y yo le miro a sus hermosos verdes como el mar. A simple vista,
Finnick parece un chico normal, un chico como cualquiera, que no ha
matado ni una mosca, pero, en realidad, él mató a varios chicos en los
Juegos.
Un secreto. ¿Qué quiere decir con lo del secreto? Yo no tengo
secretos, ¿o si? Pero la pregunta es, ¿a él le importan mis secretos?
¿Por qué? ¿Me creerá loca? ¿O pensará decirle a alguien ese secreto para
reírse luego de mi?
-¿A qué te refieres?- preguntó y él sonríe.
-Vale- dice con tono de resignación-, un beso por mi secreto.
-Idiota- digo y me cruzo de brazos mientras oigo su risa.
-Pues no te digo mi secreto- dice encogiéndose de hombros.
-Está
bien, te digo mi secreto. Mis mentores no creen que pueda sobrevivir
más de veinticuatro horas en la arena, creen que seré una de las
primeras en morir.
-Eso no es ningún secreto- dice él-, casi todos
piensan que no vas a sobrevivir- dice con tono duro y sus palabras me
llegan al corazón. Definitivamente, nadie cree en mi, ni yo misma.-
Prueba de nuevo.
-Vale. El chico del distrito 2...
-¡Es tu novio! ¡No me lo puedo creer!- exclama sorprendido e intenta levantarse.
-No
es mi novio- digo indignada y se queda quieto, se vuelve a sentar,
aunque esta vez sin mirarme, pues vuelve a mirar el cielo-, es mi
hermano, mi hermano mayor- digo con lágrimas en los ojos y Finnick me
mira con tristeza-. Todos creen que él ganará los juegos y yo moriré la
primera y, la verdad, es que no me gustaría quedar una de las últimas,
porque él llegará a ser uno de ellos y, quizá, incluso el ganador, y en
caso de que quedemos los dos, no quiero matarlo, además, estoy segura de
que él se mataría a sí mismo para no tener que matarme- y comienzo a
llorar.
Soy débil, es normal que nadie crea que ganaré los Juegos, no
soy capaz de matar a nadie. Finnick me abraza y apoyo la cabeza en su
hombro. Puede que cuando entre en la arena, no nos volvamos a ver jamás.
-Yo
estoy aquí porque el presidente Snow me amenaza con que sino vengo al
Capitolio y no me dejo ver por aquí, le hará daño a mi familia- dice él y
yo le miro a la cara con mirada triste, aunque sé que no sabe cómo lo
estoy mirando.
A decir verdad, yo tengo más suerte que él. Si yo
muero en la arena, no me podrán chantajear sobre hacer daño a mi
familia, en cambio, a Finnick lo amenazarán hasta que muera.
Me
acerco a su mejilla y le doy un tierno beso, aunque pronto retiro mis
labios de su mejilla, pues varias carcajadas hacen que miremos hacia
atrás. Allí nos encontramos con Johanna, Haymitch y Beetee, tributos que
sobrevivieron a los Juegos. Pronto me pongo de pie y, junto a mi,
Finnick, y para que no se note mi vergüenza, me tapo la cara.
-Finnick, ¿ya estás ligando?- se burló Haymitch, del distrito 12, de Finnick, que los miraba con odio.
-¡Qué
pena que la chica entre ahora en la arena! ¡Sino ya los veía con críos y
todo!- rió Johanna y le dio un puñetazo en el hombro a Haymitch.
-También
es una pena que sean de diferentes distritos, si la chica sobrevive a
la arena, solo podrán verse cuando sean mentores de sus distritos- añade
Beetee, lo que hace que Haymitch y Johanna dejen de reír y nos miren,
que hemos vuelto a recuperar nuestro color normal de piel.
-Tampoco
creo que sobreviva para salir con un chico del distrito cuatro- dijo una
voz a las espaldas de los mentores, todos ellos se giraron para ver a
John, quien avanzó hacia mi y me agarró del brazo-, no puedo creer que
seas amiga del enemigo.
-Estás muy equivocado- dijo Johanna, observándonos-, Finnick es mentor, no tributo.
-Lo
sé- dijo John y soltó mi brazo para ver la cara de la mentora del
distrito siete-, pero él mató a nuestro hermano- señala a Finnick-, en
los Juegos del año pasado.
-Maté a su hermano- dijo Finnick-, sé que
lo maté, pero mi misión era mantenerme con vida, yo también tengo una
familia. No sé por qué me odias.
-¡Mataste a mi hermano!- vuelve a gritar John.
-Perdona, pero mató a su hermano, no al tuyo, además, su intención no era otra que seguir con vida- le protege Johanna.
-No se han dado cuenta de que somos hermanos- me dice John y los mentores suspiran tristemente.
No
lo soporto. No soporto que me miren con tristeza. Sé que las lágrima
intentan salir de mis ojos y, para que no me miren de esta manera, salgo
corriendo, ni siquiera cojo el ascensor, sino que bajo hasta mi
habitación por las escaleras. Cuando por fin llego a la cama, me tumbo y
escondo mi pálida cara en la almohada, intentando así que las lágrimas
no salgan de mis ojos, pero son más fuertes que yo y comienzan a salir
para desfilar por mi cara.
Caminaba junto a Tigris hacia las carrozas. Las
veces que había visto aquello en la televisión eran incontables, pero lo
que más miedo me daba era verlo en persona, odiaba aquello, aunque
siempre pensé en que no odiaría a nada ni a nadie. A lo lejos, en la
carroza del distrito dos, vi a John, que hablaba con Brutus. Salí
corriendo hacia mi hermano y me tiré a sus brazos, John me cogió en
brazos y le di un beso. Cuando John volvió a ponerme en el suelo, fijé
mi mirada en Finnick, que nos había estado observando todo el tiempo,
pero pronto retiró su mirada para mirar a los tributos de su distrito.
-¿Preparada?- me pregunta John mientras sube en el carro.
John
está bastante guapo. Lleva un casco de guerrero que parece de piedra,
al igual que las hombreras, lo único que lleva en la parte de arriba, en
la parte de abajo lleva unos pantalones cortos plateados. Su estilista,
un hombre de cabello por los hombros color rojo, habla con Tigris sobre
que los dos hemos quedado adorables.
-Si- digo y agarro la mano de mi hermano para subir al carro, que pronto comienza a andar detrás del carro del distrito uno.
Ambos
nos agarramos de la mano, para no perder el equilibrio y, para saber de
alguna manera, que los dos siguimos al lado del otro en cuerpo y en
alma. Cuando salimos, nos encontramos con personas del Capitolio que
grita nuestros nombres y los de los otros distritos, que nos tiran
flores o, incluso, se desmayan. Un grupo de chicas grita el nombre de
John, este, al escuchar cómo las chicas lo llaman a gritos, saca su
mejor sonrisa y comienza a saludar al público, por lo que yo comienzo a
hacer lo mismo.
Tras aquello, fuimos cada uno a nuestras
habitaciones, en la que todavía no he entrado. Me quité el vestido para
ponerme una camiseta blanca y un pantalón vaquero, cambié mis zapatos
por unas zapatillas negras y me lavé la cara, puesto a que me veía
demasiado superficial. Después, le entregué el vestido a mi estilista y
fui hacia el salón de la segunda planta, donde John, Brutus, Atlas y
Enobaria, la segunda mentora del distrito dos, ya se encontraban
sentados en sus respectivos lugares.
-Habéis estado espectaculares-
exclamó emocionada Enobaria cuando me senté junto a ella, aunque con eso
se refería a que John había estado espectacular, yo lo sabía, pero aún
así le doy las gracias y puse todo mi interés en la televisión, donde se
veían los carruajes de nuevo.
Estoy segura de que están pensando en
que moriré pronto, que mi hermano quedará hasta el final o, incluso que
ganará, y la verdad es que tienen razón si piensan eso. Él es alto, yo
soy una enana a su lado. Él es fuerte, y yo soy muy débil. Él tiene más
posibilidades de salir vivo de estos Juegos, en cambio, yo seré,
seguramente, una de las primeras en caer en la arena.
Acabo mi plato y
me levanto de la mesa intentando evitar la mirada de mi hermano, quien
me ha mirado durante toda la cena. Voy a llevar los platos a la cocina,
que se encuentra en el sótano, pero antes de que coja los platos, una
chica de cabello anaranjado me para y ella misma recoge los platos. No
me habla, tan solo desaparece tras las puertas del ascensor.
Me quedo mirando hacia Brutus y Enobaria, que han estado observándome mientras las chica me quitaba los platos.
-Es un avox- dijo Brutus leyéndome la mente.
-¿Un avox?- pregunto, no tengo ni idea de qué es un avox.
-Es una persona a la que le han cortado la lengua- dice Enobaria y hago una mueca.
Camino
hacia la que es mi habitación, aunque al final decido coger el ascensor
e ir a algún lugar lejos de esta planta, lejos de John, Brutus,
Enobaria y Atlas y, si pudiera, también lejos del Capitolio y sus
Juegos. Entro en el ascensor y pulso el botón número 13. Pronto, la
puerta vuelve a abrirse y comienzo a caminar sin rumbo por el oscuro
pasillo. Entonces pienso en todos esos tributos que deberían estar aquí,
pero no están porque acabaron con su distrito, me refiero al distrito
13. Despejo mi mente de esos pensamientos y sigo caminando hasta el
final del pasillo. Seguro que hay varias cámaras grabando en este
momento mis movimientos y, tal vez, me castiguen o me maten, pero creo
que entrando en la arena ya tengo la segunda opción asegurada. Llego
hasta la puerta donde pone 12, allí visten, peinan y arreglan a los
tributos del distrito 12, como es de suponer, esa es la última puerta.
Pero no lo es. Al lado de la puerta donde pone '12', hay otra puerta, no
tan llamativa como las anteriores y carece de número, está un tanto
oxidada, seguro que lleva años sin abrirse, tal vez, sea el armario de
la limpieza, o tal vez no. Estiro la mano y empujó la puerta, llevándome
la sorpresa de que se encuentra abierta, no como imaginaba. Tras
aquella puerta oxidada, hay unas escaleras de hierro, aunque no están
oxidadas. Entro por la puerta y comienzo a subir las escaleras. Al
final, llego a otra planta, aunque esta planta carece de techo, en esta
planta se pueden ver perfectamente las estrellas e, incluso, podría
tirarme e intentar escapar de aquí para no volver nunca. Pronto me doy
cuenta de que no estoy sola en este lugar. Sentado en el frío suelo, se
encuentra un chico de mi edad observando las estrellas, incluso esté
intentando contarlas, aunque eso sea imposible y mi idea estúpida.
Camino hacia él y me siento a su lado, Finnick sigue mirando las
estrellas, pero de vez en cuando me mira por el rabillo del ojo.
-Hola- digo esta vez yo y el chico me mira y sonríe.
-Buenas noches, ¿has visto que noche tan hermosa?- me pregunta y vuelve a mirar las estrellas.
Levanto
la vista y me encuentro lo que está mirando. Este sitio no carece de
techo, pues tiene una barrera, por eso no cierran la puerta, porque
nadie puede salir del edificio, ningún tributo puede escapar. Parece ser
que Finnick no se siente bien aquí, pues parece extrañar el Distrito
Cuatro, parece estar encerrado aquí.
-Si, una noche hermosa. ¿Por qué
has vuelto?- le pregunto directamente, y me mira sin saber a qué me
refiero, pronto comienza a mirar las casas que se encuentran frente al
edificio.
-Quería conocerte- rió él.
-No sabías que vendría- le digo seriamente.
-Ya lo sé. La verdad es que no sé por qué he vuelto. Ahora soy mentor. Pero no he venido por gusto, que quede claro.
-Entonces, ¿qué es lo que te ha impulsado a regresar al Capitolio?
-Te
cambio el secreto del por qué he regresado por algún secreto tuyo- me
dice y yo le miro a sus hermosos verdes como el mar. A simple vista,
Finnick parece un chico normal, un chico como cualquiera, que no ha
matado ni una mosca, pero, en realidad, él mató a varios chicos en los
Juegos.
Un secreto. ¿Qué quiere decir con lo del secreto? Yo no tengo
secretos, ¿o si? Pero la pregunta es, ¿a él le importan mis secretos?
¿Por qué? ¿Me creerá loca? ¿O pensará decirle a alguien ese secreto para
reírse luego de mi?
-¿A qué te refieres?- preguntó y él sonríe.
-Vale- dice con tono de resignación-, un beso por mi secreto.
-Idiota- digo y me cruzo de brazos mientras oigo su risa.
-Pues no te digo mi secreto- dice encogiéndose de hombros.
-Está
bien, te digo mi secreto. Mis mentores no creen que pueda sobrevivir
más de veinticuatro horas en la arena, creen que seré una de las
primeras en morir.
-Eso no es ningún secreto- dice él-, casi todos
piensan que no vas a sobrevivir- dice con tono duro y sus palabras me
llegan al corazón. Definitivamente, nadie cree en mi, ni yo misma.-
Prueba de nuevo.
-Vale. El chico del distrito 2...
-¡Es tu novio! ¡No me lo puedo creer!- exclama sorprendido e intenta levantarse.
-No
es mi novio- digo indignada y se queda quieto, se vuelve a sentar,
aunque esta vez sin mirarme, pues vuelve a mirar el cielo-, es mi
hermano, mi hermano mayor- digo con lágrimas en los ojos y Finnick me
mira con tristeza-. Todos creen que él ganará los juegos y yo moriré la
primera y, la verdad, es que no me gustaría quedar una de las últimas,
porque él llegará a ser uno de ellos y, quizá, incluso el ganador, y en
caso de que quedemos los dos, no quiero matarlo, además, estoy segura de
que él se mataría a sí mismo para no tener que matarme- y comienzo a
llorar.
Soy débil, es normal que nadie crea que ganaré los Juegos, no
soy capaz de matar a nadie. Finnick me abraza y apoyo la cabeza en su
hombro. Puede que cuando entre en la arena, no nos volvamos a ver jamás.
-Yo
estoy aquí porque el presidente Snow me amenaza con que sino vengo al
Capitolio y no me dejo ver por aquí, le hará daño a mi familia- dice él y
yo le miro a la cara con mirada triste, aunque sé que no sabe cómo lo
estoy mirando.
A decir verdad, yo tengo más suerte que él. Si yo
muero en la arena, no me podrán chantajear sobre hacer daño a mi
familia, en cambio, a Finnick lo amenazarán hasta que muera.
Me
acerco a su mejilla y le doy un tierno beso, aunque pronto retiro mis
labios de su mejilla, pues varias carcajadas hacen que miremos hacia
atrás. Allí nos encontramos con Johanna, Haymitch y Beetee, tributos que
sobrevivieron a los Juegos. Pronto me pongo de pie y, junto a mi,
Finnick, y para que no se note mi vergüenza, me tapo la cara.
-Finnick, ¿ya estás ligando?- se burló Haymitch, del distrito 12, de Finnick, que los miraba con odio.
-¡Qué
pena que la chica entre ahora en la arena! ¡Sino ya los veía con críos y
todo!- rió Johanna y le dio un puñetazo en el hombro a Haymitch.
-También
es una pena que sean de diferentes distritos, si la chica sobrevive a
la arena, solo podrán verse cuando sean mentores de sus distritos- añade
Beetee, lo que hace que Haymitch y Johanna dejen de reír y nos miren,
que hemos vuelto a recuperar nuestro color normal de piel.
-Tampoco
creo que sobreviva para salir con un chico del distrito cuatro- dijo una
voz a las espaldas de los mentores, todos ellos se giraron para ver a
John, quien avanzó hacia mi y me agarró del brazo-, no puedo creer que
seas amiga del enemigo.
-Estás muy equivocado- dijo Johanna, observándonos-, Finnick es mentor, no tributo.
-Lo
sé- dijo John y soltó mi brazo para ver la cara de la mentora del
distrito siete-, pero él mató a nuestro hermano- señala a Finnick-, en
los Juegos del año pasado.
-Maté a su hermano- dijo Finnick-, sé que
lo maté, pero mi misión era mantenerme con vida, yo también tengo una
familia. No sé por qué me odias.
-¡Mataste a mi hermano!- vuelve a gritar John.
-Perdona, pero mató a su hermano, no al tuyo, además, su intención no era otra que seguir con vida- le protege Johanna.
-No se han dado cuenta de que somos hermanos- me dice John y los mentores suspiran tristemente.
No
lo soporto. No soporto que me miren con tristeza. Sé que las lágrima
intentan salir de mis ojos y, para que no me miren de esta manera, salgo
corriendo, ni siquiera cojo el ascensor, sino que bajo hasta mi
habitación por las escaleras. Cuando por fin llego a la cama, me tumbo y
escondo mi pálida cara en la almohada, intentando así que las lágrimas
no salgan de mis ojos, pero son más fuertes que yo y comienzan a salir
para desfilar por mi cara.
Mine1DJB
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Omg ,
Esto es tan asdfghjklñ
Tienes que seguirla porfa
es que amo tu novela
Finnick no tiene la culpa y como dice el dicho era
"Matar o Morir"
Y mas ensima mato al hermano
y tiene que pelear contra su otro hermano
Ok _____ tiene la peor suerte del mundo
me declaro tu fan
Xoxo
Aracely
Esto es tan asdfghjklñ
Tienes que seguirla porfa
es que amo tu novela
Finnick no tiene la culpa y como dice el dicho era
"Matar o Morir"
Y mas ensima mato al hermano
y tiene que pelear contra su otro hermano
Ok _____ tiene la peor suerte del mundo
me declaro tu fan
Xoxo
Aracely
♥ Sheli ★ ツ
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
Rayis tiene peor suerte que yo:c
Pobre Finnick, el ni sabia que era el hermano de rayis pero el amor florecera<3
Aunque no quiero que muera John, me cae muy bien:)
Siguela pronto.
Pobre Finnick, el ni sabia que era el hermano de rayis pero el amor florecera<3
Aunque no quiero que muera John, me cae muy bien:)
Siguela pronto.
Xoxo;
Lucksomniator.
Lucksomniator.
Invitado
Invitado
Re: Los Juegos Del Hambre (Finnick Odair y tú)
♥ Sheli ★ ツ escribió:Omg ,
Esto es tan asdfghjklñ
Tienes que seguirla porfa
es que amo tu novela
Finnick no tiene la culpa y como dice el dicho era
"Matar o Morir"
Y mas ensima mato al hermano
y tiene que pelear contra su otro hermano
Ok _____ tiene la peor suerte del mundo
me declaro tu fan
Xoxo
Aracely
¡Hola!
Me alegro de que te guste mi novela.
Sí, es una pena, porque ____ perdió a su hermano mayor el año anterior y este año tiene que luchar con el otro, eso es mala suerte, pero las urnas estaban preparadas para que tocaran los dos hermanos.
Gracias por lo de mi fan xD
Besos <3
Mine1DJB
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