Tío en alquiler

Observo con nostalgia a mis padres en la entrada de nuestra casa despidiéndome sonrientes, nunca habíamos llegado a estos extremos. Papá perdió su empleo y mamá no podía mantenernos a todos con su salario. En lugar de dejarme pasar las penurias con ellos me enviaron con el hermano de papá, Louis.
El tío maneja con tranquilidad, parece no entender mis sentimientos. Desde que mamá le dijo que yo estaría algo deprimida, él solo había intentado sacarme una sonrisa.
 —Basta, no es para reírse— le espeté, quitándome su mano de mi cara.
Los últimos días habían sido todo un desastre en el hogar. Mis padres no podían dejar de decir que las cosas empeorarían y que tendrían que vender hasta las ropas que llevaban puestas.
Entonces, papá propuso que el tío estuviera al pendiente de mí ya que estaba en una buena posición económica.
 —Está en su mejor momento, no tiene hijos y su apartamento está muy cercano a la universidad de Shay.
 —¡Pero es un mujeriego! Ademas de ser contemporáneo a nuestra bebé.
 —¡Es mi hermano y su tío!
La discusión perduró durante toda la noche, hasta que mamá accedió sin entusiasmo y con preocupación.
Mamá tenía razón, Louis era contemporáneo a mí, fácilmente este podría decir que yo era su novia, igual que, si yo lo viera en la calle, pensaría que está buenísimo.
 —Las cosas mejoraran, Shay.
Su comentario no tenía lugar con lo que estaba pensando, si las cosas mejoraban o no me tenía sin cuidado, yo solo quería regresar con mis padres. Con mi tío era todo desconocido, su dialecto pertenecía a otra generación, su vestimenta era elegante, como si solo comprara cosas caras.
 —Te gustará mi apartamento, arreglaré una habitación para ti.
 —No, esto es temporal. No me quedaré mucho tiempo, solo dormiré en el sofá.
 —Oh, pero el sofá es para otras invitadas— dijo sin ocultar una sonrisa picarona.
Que asco, no me quería imaginar los ruidos que tendría que escuchar provenientes de cualquier habitación.
Le asentí y él pareció complacido con mi comprensión.
La carretera comenzaba a verse repetitiva. Entonces, mi mirada se fijó en él. En cómo manejaba, su mirada concentrada únicamente en la pista; sus brazos relajados manejando el volante con diestra actitud. Mis ojos vagando por su cuerpo, de pronto demasiado cansados se cerraron y mis pensamientos se llenaron de modelos en pasarelas, cortinas rojas tapando algo de movimiento fluido, camas rechinando sus patas en el piso...
Abrí los ojos con fuerza, estaba sudando con las manos apretadas en mis piernas. Con asombro las quité y encontré manchas rojas donde estas me habían aprisionado.
A mi lado, Louis no estaba. En su lugar, la puerta abierta, dando vista a un complejo de apartamentos con puertas de cristal, abiertas, enseñando un bosquejo semi-borroso de lo que era una lujosa recepción.
 —Pensé que no despertarías. Bienvenida