the sirens are singing your song.

Iba, de ahora en adelante, a estudiar en la academia de dibujo LéAme. No me cuestionaré el hecho de que si el nombre es realmente francés o no, porque simplemente no me importa. La cosa es que era una academia conocida exclusivamente por ser para gente con dinero. Cosa que si bien no me faltaba, en mi familia, tampoco abundaba.

Lo que sucede es que la academia pegó mucho y en un par patadas las habitaciones estaban llenas, por lo que, para aceptar más estudiantes, decidieron dar a compartir las habitaciones.

Hubieron quejas, (¿Cómo no?) y un par de padres forrados en billetes alegando una demanda, sin embargo la posición de la directora era firme: Sí no le agradan los cambios, es libre de buscar otra Academia.
Nadie la demandó ni la contradijo; ningún estudiante antiguo dejó la Academia sino era porque se graduaba.

Habían, sin embargo, un par de afortunados que aún no habían sido desterrados de su castillo personal; es decir, que no habían sido asignados de compañero. Cristine, era la más legítima de ellos.

Se rumoraba que la razón era porque era familiar de la directora; otros decían que era porque la había comprado y había quienes decían que se había acostado con ella.

Pondré un pie adelante y diré con vehemencia que nada de lo anterior mencionado es cierto; Cristine sólo fue afortunada y ya.

Al menos hasta que yo presenté mi hoja de vida en la academia y seis meses después fui aceptada. De cualquier manera, ella no pareció importarle esto.