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Más Que Cosas De Policías
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Más Que Cosas De Policías
De aquí a que Bajo La Misma Estrella se estrene...Emily Rawson escribió:HEY!
QUE TENEMOS PARA CELEBRAR :D WIIIIIIIII
Okey, tienes que hacer una lista para celebrar
1-Fui a ver Bajo la misma estrella :')
2-Actualizaste :D
3-1000 LEÍDOS??? AY SIII, PARTY HARD DFSDFHSFS *viene Lmfao y canta Party rock athem (no se si se escribe así) y todos bailan*
4-TRES AÑOS!? JODER QUE TRES AÑOS. NO LO CREO. EN SERIO!? Y YO QUE LA EMPECÉ A LEER HACE MESES! NOOOO QUE TREMENDO. TRES AÑOS!? TRES AÑOS? *aún no caigo* Ay Angela felicitaciones :') esto es genial. Hace tres años empezaste con este super proyecto de tu primer novela? Ay me agarra la emoción :') Estoy feliz y muy orgullosa por ti Angy :3 Me alegro mucho que se haya cumplido tanto tiempo de este estreno de novela, ue. Felicitaciones *w'*
5-YA TERMINAS LAS CLASES? *Baila nuevamente con LMFAO*, que suerte D: Espero que tengas un buen fin de año y lo aproveches! Jajajaa
Okey, lo único por lo cual no hay que celebrar es porque hoy ganó Brasil. -.- En un rato empieza Uruguay-Colombia!!! Estoy segura que te estaras viendo ese partido jajajaa
Un beso enorme Angy! Cuidate!
Anthem ;)
Tres años desde que mi abuelo me dio ese diario perdido y me dio por escribir las historias que tenía en mi cabeza, :'D Pero aquí en el foro la subí empezando septiembre del año pasado
SÍ, DOS SEMANAS, DOS S E M A N A S ! Esta será la fuerte porque son los últimos exámenes de: 1) Matemática 2) Física/y recuperatuvo 3) Inglés
Brasil antes era de mis favoritos, no sé qué pasó que ya no tanto :fiu: pero este juego me daba medio igual, eso sí, que los chilenos tienen mala fama aquí porque SIEMPRE se burlan de la vinotinto... Y de Colombia-Uruguay, POR QUÉ TIENEN QUE JUNTAR TANTO A EQUIPOS QUE ME GUSTAN!? Creo que lo veré/no tan veré porque me pidieron para explicar física
*Cuentos por el mundial*
Tenemos la casualidad de que siempre en el último lapso del año escolar nos toca ver fútbol en Deporte (el orden siempre es Basket-Volley-Fútbol) y siempre nos ponen como evaluación final un juego de ocho minutos, así que siempre coincide con la fecha del Mundial, la Euro y la Copa América y por eso SIEMPRE hay un grupo que imita algo que haya pasado en un partido. El segundo partido de ayer, al final, dos se pusieron a imitar a Suárez y Chiellini cuando la mordida y hasta hizo lo mismo: mostró su hombro corriendo hacia el profesor y que ME MORDIOOOO ME MORDIO ME MORDIO!!
En mi partido (el último) no vi nada así de imitación, más bien creo que fuimos como los más serios, pero VAYA DE JUEGO! Yo daba por perdido a mi equipo y ganamos 2-1 PARÉ CUATRO QUE ERAN GOLES!
*Fin de cuentos por el mundial, acaba de empezar el juego*
Ya veré qué se me ocurre, creo que haré una publicación en la galería sobre Marc, pero eso creo que para la semana que viene que estaré más relajada
Ahora que :bye: se ha ido
Bye!
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
¡Adivinen! Finalmente he publicado mi forma de celebración que mencioné la semana pasada por el tercer aniversario (?
Me decidí por la sección de "Origen de los personajes" de Marc. Ha quedado algo largo pero está divertido, espero que se pasen por ahí porque hay información que jamás había revelado
De aquí, aún no comienzo a pasar el siguiente, sigo con el capítulo especialme he trancado T.T, así que probablemente la semana que viene, como salgo de vacaciones el viernes, estaría escribiendo el siguiente porque veo que tardaré otro mes más al parecer con ¿Qué fue lo que pasó?
Y de Memorias De Una Vida Miserable, ¡actualización en tiempo récord! En unos minutos subiré el capítulo #21, cuando apenas anteayer colocaba el #20.
Disfruten todo, bye!not used to this yet.
Ah no sé qué me dio que quise ponerlo en inglés.
Me decidí por la sección de "Origen de los personajes" de Marc. Ha quedado algo largo pero está divertido, espero que se pasen por ahí porque hay información que jamás había revelado
De aquí, aún no comienzo a pasar el siguiente, sigo con el capítulo especial
Y de Memorias De Una Vida Miserable, ¡actualización en tiempo récord! En unos minutos subiré el capítulo #21, cuando apenas anteayer colocaba el #20.
Disfruten todo, bye!
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
¡Estoy de vuelta! Lo que quiere decir dos cosas:
1) O tengo un capítulo nuevo (sí).
2) O tengo algún anuncio (de repente).
Quizás ahora me sea más fácil actualizar porque estoy de vacacionesal fin y tendré más tiempo, aunque lo otro es que los capítulos que vienen son de mis favoritos la mayoría, y cuando un favorito se acerca, me esmero por hacerlo quedar perfecto, así que si me voy por esa orilla, quizás me tarde algo más de lo que espero.
Iba a subir este antes, sólo que, como ya mencioné, se vienen unos capítulos muy y como hoy cambié de cuadernoo sea, se acabó el que tenía los últimos capítulos que subí y pasé al siguiente que usé, no pude evitar notar que tengo hasta el #41 ahí es uno de los cuadernos que más rindió, normalmente me alcanzan para tres y la mitad del cuarto, y esa tanda me encanta porque las cosas se intensifican, así que me puse a leer algunos capítulos, je...
Por supuesto que la otra razón fue el Mundial, que de haber sido la Euro me habría alegrado por Alemania, pero ARGENTINA TENÍA QUE GANAR! Al menos Holanda obtuvo el tercero♥
Aquí el nuevo capítulo ♪
Capítulo #34: “¿Qué poder hacer?”
—¿Ya se te pasó lo de madrugar? —Daniela pregunta al ver que su tío finalmente no estaba listo antes que ella temprano en la mañana.
—Un poco. ¿Paula y Daisy siguen libres hoy?
—Es hasta el lunes.
—Ah. ¿Tú cómo vas? ¿Sigues siendo residente?
—Voy por el tercer año, son cinco.
—¿Y cuando termines pasas a cirujana?
—Con especialidad en Cardiología —le recuerda.
—¡Excelente! Es una buena especialidad. ¿Sigues queriendo encontrar la cura de alguna enfermedad? —Elliot aprovecha el tema para actualizarse.
—¿No te lo había dicho? Ya me decidí.
—No me lo dijiste. ¿Cuál elegiste?
—Cardioma. ¿Sabes cuál es?
—Creo. Suena a algún tipo de cáncer o algo así.
—La de los paros cardíacos frecuentes por un tumor —acomoda su teoría.
—¡¿Un tumor no es cáncer?!
—No necesariamente —se le nota que sólo sabe de salud mental—. ¿Ya sabes cuál es?
—La del tumor que se crea en cualquier momento que creo que dura hasta cinco años.
—Esa misma —se alivia al no tener que rebuscar explicaciones—. No la había oído hasta que una compañera en Nueva York tuvo un paciente que murió por eso. Me entró la curiosidad, investigué y me decidí.
—¿Tienes algún paciente con eso?
—Uno que tiene paros cada dos semanas.
—Auch. No debe ser tan joven para que le den tantos —supone.
—Realmente, tiene veinte, está por cumplir veintiuno y se enfermó a los diecinueve.
—¡¿Qué?! ¡¿Apenas tiene veinte y ya le dan paros?!
—El cardioma ataca a cualquiera. ¿Ya tienes a algunos estables? —cambia el asunto.
—Dos. Los otros están cerca y hay un caso difícil.
—¿Un caso difícil? —su atención fue llamada con esas palabras.
—Un año y no ha tenido un brote de felicidad porque su tipo es del depresivo-traumático. Muy difícil que le dé uno en dos meses.
—Tengo un amigo impredecible que espero que sea estable.
—No debería decírtelo porque existe lo que se llama “confidencialidad paciente-doctor”, pero tu amigo es el caso difícil —después de todo, era seguro que se enteraría al tratarse de él.
—Cuando pensaba que no podía pasarle algo más…
—Hay una cosa que me tiene confundido. ¿Él trabaja?
—¿Paula y Daisy no te contaron del incendio? Leo fue el que las sacó a las dos. Es policía en entrenamiento como Daisy.
—Exactamente eso. Yo le pregunté a Daisy si tenía algún compañero impredecible y me dijo que no. ¿No lo sabe?
—No lo sabe —confirma.
—Es que no es muy bueno que las personas no sepan eso sobre alguien. Ni para esa persona ni para el impredecible. Si le llega a dar un brote, la otra persona no sabrá cómo reaccionar y esa persona también debe saber cómo comportarse para no originar los brotes. Debería decirle…
—¡No! —interrumpe—. No lo hagas. Nunca le ha dado un brote en frente de ella, es de las pocas personas que no lo ha visto brotado y es raro porque se la pasan juntos, aunque ahora no sé para qué lo digo, pero sólo quiero decir que no le digas.
Elliot queda silenciado mirando con extrañeza a su sobrina por unos segundos antes de responder.
—Iba a decir que él debería decirle, no yo.
—Oh… Debí dejarte terminar.
—Aunque ahora me acabas de dar curiosidad.
—¿Curiosidad? ¿De qué?
—De probar algo que nunca he hecho. Te avisaré cuando lo vaya a hacer. Debo prepararme para ir a trabajar —se levanta del sillón, dejando a Daniela un poco confundida.
Más tarde, en la casa de los Molander, Marc está siendo sometido a alguna clase de interrogatorio que hacía rato empezó.
—¿En serio no tienes nada planeado para hoy?
—En serio que no —insiste.
—¿Ninguna visita, comida, invitación, cita con Paula, nada?
—Entiendo que no quieras creerme porque ayer no te avisé, pero no.
—Al menos tú admites algo voluntariamente —Leo se enseria.
—Eso sonó a que algo no está bien.
—Dos cosas. Paula no me ha dado ni las gracias y papá admite las cosas “accidentalmente”.
—Paula no lo hace no porque no quiera, sino porque su… —piensa—, no sé si llamarle “orgullo” no le deja, ¿y qué fue lo que pasó con papá?
—Otra discusión ayer. Admitió que no me quería de una manera tan accidental que ni él se dio cuenta.
—¿Por eso fue que oí un portazo ayer en la noche?
—Me enfadé y la cerré tan fuerte como pude.
—Para ahorrarte un brote que no te conviene.
—Exacto, pero de todos modos sigo molesto.
—Y quieres hacer algo para no estarlo —ahora entiende la razón de su desesperación por hallar en qué ocuparse.
—Sólo que no sé qué.
—Si tú no sabes qué quieres hacer, yo menos.
—Lo único que quiero es alegrarme.
—¿Alguien con quien te sea casi imposible enojarte? —Marc sugiere una opción para abrir sus ideas.
—Sonó como si me estuvieras mandando con mi novia, pero ni siquiera me gusta alguien.
—Oh, eso es raro. Funcionaría.
—Cómo quisiera saberlo.
—¡¿Eso quiere decir que…?!
—¿Por qué te emociona tanto?
—¡Porque es señal de que quieres algo nuevo!
—Claro. La idea es saber qué haré ahora…
La que sí sabe qué hacer es Paula, siendo descubierta en una clase de interrogatorio similar.
—¿Tienes algo planeado para hoy? —Daisy desea conocer.
—Creo que iré a donde Diana.
—¿Y eso?
—Para descubrir mi poder.
—¿Y por qué con ella y no conmigo?
—Diana me lo ofreció hace poco.
—Oh, bueno. Al menos decidiste que ya era hora.
—Es que se siente extraño no saber cuál es mi poder. Casi todos lo descubren entre los seis y diez años. Tengo más del doble y ni idea.
—Y ella quiere ayudarte a acabar con esa duda.
—Exacto. Voy a preguntarle para confirmar.
—Ahora debo pensar algo qué hacer y rápido. No pienso quedarme aquí sin hacer nada toda la tarde —Daisy dice con un aire de fastidio.
—Puedes ir al cine, ir a un centro comercial…
—¿Sola? Así es aburrido.
—Lo siento, es la costumbre.
—Si puedes hacerlo, crees que todos pueden.
—Hasta que recuerdo que no todos tienen pareja.
—Yo soy una de esas personas.
—¿Aún no quieres pareja o estás disponible? —pregunta a pesar de conocer el riesgo que el tema acarrea.
—Disponible —por suerte para la rubia, nada desagradable se asomaría por su culpa—. Desde hace tiempo.
—¿Y hay algún objetivo?
—Ya te lo he dicho, no.
—Sólo quería asegurarme.
—Ya lo has hecho montones de veces y no.
—Me gusta actualizar para estar más segura.
—Entonces, ¿por qué no le preguntas a Daniela?
—No conozco a sus compañeros, no tiene la misma gracia —un mensaje llega a su celular, lo lee—. ¡Parece que descubriré mi poder hoy!
—Hay gente que no tiene poder —bromea la pelirroja.
—Gracias por el apoyo. Una en un millón.
—Lo que quiere decir que son siete mil personas.
—No estoy en ese grupo.
—Sólo digo que está esa pequeña posibilidad.
—No creo ser de esas siete mil personas sin poder.
—Ahora debo pensar algo rápido para hacer.
—Lo malo de los días libres repentinos.
—Creo que me quedaré viendo televisión… —se sienta en el sofá con el control remoto ya en manos.
Mientras tanto, Daniela está revisando las operaciones del día en la pizarra del hospital en busca de su nombre en alguna de ellas.
—Justo a ti te estaba buscando —Sheperd pasa a un lado, reconociendo a la de rizos negros de inmediato y deteniéndose a hablar con ella.
—¿Me necesitan en algún lado? —voltea con interés.
—No ahora. Tengo que decirte algo… —la de ojos avellana se queda esperando. El doctor la toma del brazo y la guía hacia un lugar más apartado—. En otra parte.
—¿En otra parte? ¿Dónde? —su compañero está siendo demasiado misterioso para su gusto.
—Sígueme —la suelta y se apura en ir hacia la zona cercana a los ascensores—. Aquí está mejor.
—¿Qué es lo que necesitas decirme?
—¿Has oído eso de que van a intercambiar a residentes y cirujanos entre el Mercy y este hospital? —murmura, nadie debía ser capaz de escucharlos.
—Aún es algo que no está asegurado.
—Lo sé. Lo que pasa es que ya están eligiendo a quiénes van a trasladar, quiénes se quedan y los despidos.
—Oh, ¿cómo lo sabes?
—Entré a la oficina del jefe y tiene la pizarra llena de eso. Por eso es que no quiere que entren.
—Entonces, ¿por qué entraste?
—Me lo pidió. No sabe qué hacer conmigo.
—Eso quiere decir que está seguro de que habrá un intercambio.
—Exacto. No me lo dijo directamente, pero sí.
—Quiero saber por qué me lo estás diciendo.
—Porque depende de lo que me digas, me quedaré o no.
—¡¿Depende de mí?! —¿por qué tendría que importar la opinión de una simple residente de tercer año en el futuro de un cirujano?
—Suena raro, pero sí.
—No entiendo, ¡¿por qué yo?!
—El Mercy tiene un excelente instituto cardíaco, de los mejores. Con esto creo que deberías saber a qué voy.
—Allá podrías investigar mejor para encontrar la cura —los puntos comienzan a conectarse en su cabeza.
—Podríamos —la incluye—. Estamos juntos en la investigación.
—¡Quieres saber si quiero irme al Mercy! —y la imagen es completada.
—Exacto. No me iré solo para hacer la investigación por separado, y también es porque el Mercy nos pidió.
—¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?!
—El jefe me dijo que te lo contara justo por eso. Ellos saben de nuestra investigación y ellos quieren empezar una. Les conviene y nos conviene cambiarnos porque aquí no hay mucho reconocimiento por Cardiología, allá sí, y tengo que admitir que el Mercy es mucho mejor que este. Piénsalo y me avisas —el cirujano está por irse cuando Daniela ya le contesta.
—No tengo que pensarlo. El Mercy es de los mejores hospitales de Miami, este también, pero pienso que ese más. Me queda casi al lado de mi casa, mejor Cardiología y ahí era donde iba a pedir empleo, pero no había cupo. Tengo que aprovechar esta oportunidad. ¡Por supuesto que me cambiaría!
—Perfecto. Sólo hace falta que confirmen la fecha del cambio.
El cielo le había caído encima. Es decir, ¡era la oportunidad de oro! Negarse habría sido totalmente estúpido, un desperdicio. Jamás se la atravesaría algo así de nuevo en su vida. Si no la tomaban en serio, ahora tendrán que agarrarse muy bien, porque Daniela Montesco ha hecho alianzas con el mejor equipo para descubrir todo lo que se debe saber sobre el cardioma.
—¿Qué tal, amor? —típico saludo no tan saludo de Marc al atender una llamada telefónica.
—Deséame suerte.
—No si no sé por qué.
—Creo que descubriré mi poder hoy —una Paula muy emocionada se oye del lado contrario de la línea.
—¿Harás la lista de poderes?
—¿Lista de poderes?
—Una lista, se intentan y se van tachando.
—Ah, supongo. Eso lo sabe Diana.
—¿Ella te va a ayudar?
—Sí. ¿Tú qué vas a hacer hoy?
—Imitar fotos de hace años.
—Okay… Creo que sé de qué hablas.
—Oh, me olvidaba. ¡Suerte! —recuerda el pedido original.
—¡Gracias! Te llamaré cuando lo descubra, ¡chao!
—Esperaré la llamada, ¡chao! —cuelgan.
—Aún no se me ocurre nada —como si hubiese estado velando por el fin de la llamada, Daisy se queja justo al momento de acabarse.
—Pregúntales a los demás qué harán, se te ocurrirá algo —recomienda su melliza.
—Si tú lo dices… —levanta el celular y marca un número, esperanzada de hallar algo en qué matar el tiempo de sobra.
—No pensé que llamarías —Leo contesta como si se decepcionara de no haber hablado con ella antes.
—Lo hice. No tengo nada que hacer.
—Yo tengo qué hacer por un buen rato.
—¿Ah, sí? ¿Qué harás?
—Imitar varias de las fotos del “museo del pasillo”.
—¡Eso es no tener nada más que hacer! —exclama enfatizando “nada”.
—Se le ocurrió a Marc. Estoy buscando ropa parecida a la de las fotos para comenzar a imitarlas.
—Durarán un buen rato en eso. Yo ni idea de qué hacer.
—Ver televisión, una película, ir a alguna parte…
—No hay nada que ver en la mañana. Creo que dormiré.
—No puedes estar tan mal así. Escucha música.
—Buscaré una buena canción de cuna para dormir, adiós —tranca.
—¿Por qué duermes? —Paula se extraña al ver la acción de su hermana.
—No tengo nada mejor que hacer.
—¿Dormirás todo el día?
—No te preocupes, comeré e iré al baño cuando haga falta.
—No dormirás, no vas a poder.
—¡Lo sé! —prácticamente salta del sofá.
Sería un largo día para la menor de las mellizas. A diferencia, el de la mayor sería largo por lo mucho que tendrá que probar.
—¿Lista para descubrir tu poder? —Diana simula la voz de un conductor de algún programa de competencia.
—¡Lista! ¿Tengo que hacer algo en especial?
—Los poderes de la lista.
—Oh, Marc tenía razón. Hay una lista.
—¿No sabías de la lista?
—No hasta que Marc me lo dijo hoy.
—Te explicaré. La lista de poderes tiene anotados todos los poderes, desde el más común hasta el más raro, con los requisitos que se deben tomar en cuenta para poseerlo y cómo comprobarlo —explica el contenido.
—Son muchos, ¿verdad?
—Sí. Se puede durar más de un día probando, hay que tener un poco de paciencia. Lo bueno es que como muchos tienen requisitos, con ir descartando te quitas varios intentos inútiles.
—¿Hay que cumplir con todos los requisitos?
—Depende del poder. ¿Empezamos?
—¡Busca esa lista!
—Aquí está —extrae un libro con apariencia de enciclopedia de una caja de cartón.
—¡¿Es un libro?!
—Mi abuelo compraba libros de todo. Primero salen los más comunes. Son la imitación de voces parcial…
—¿Parcial? ¿Hay tipos de imitación? —esa era información nueva para la blonda.
—Muchos, al igual que la adivinación. Mi tipo es total y con opciones, lo que quiere decir que es con todos los datos exactos, pero la adivinación más común es la incompleta. Hay varios poderes con clasificaciones.
—Ahora entiendo por qué te puedes tardar.
—Continúo, la adivinación incompleta, la memoria fotográfica, la imitación de acentos y la visión nocturna —va pasando las páginas leyendo el título de cada una.
—Veo que la imitación es común. ¿Y los más raros?
—Ser incansable, imitación completa, imposibilidad de enfermarse si no es de gripe… —hojea las últimas cinco páginas del libro.
—¡¿Qué¡! ¡¿Eso es un poder?! ¡Qué raro!
—Poder de adivinar poderes, chimbo.
—Raro y… sí, qué aburrido.
—Y el toque curativo.
—Ese me suena.
—De Trauma Center —con razón. Uno de los tantos juegos con los que Daisy se envició en su adolescencia.
—¡De ahí! Pensé que era un invento del juego.
—Pues no, es un poder verdadero y el más raro de todos —regresa al inicio.
—¡Siguiente página!
—“Manual de cómo descubrir los poderes”, me lo sé de memoria, la pasaré.
—Ahí está lo que necesitamos ahora —señala una lista de requisitos.
—Veamos. Imitación ya sabemos que no la tienes, así que pasemos…
—¡No! Quiero ver si los requisitos combinan con Daisy.
—“Los imitadores tienen varias características, pero las más fundamentales son tener muy buena memoria, hablar con fluidez y de cualquier manera y ser creativo. El resto de los requisitos cambian dependiendo del tipo de imitador”.
—Ahora entiendo. Pasa la página.
—“Hipnosis, sólo para personas con ojos verdes” —ambas se miran y niegan con la cabeza—. “Predicción del tiempo”.
—La intenté una vez, no.
—“Saber todo sobre todo”, no. “Memoria foto…”, no —ni siquiera la lee completa—. “Ver en la oscuridad”, no.
—Será un día largo…
En su casa, Daisy aún no logra hacer algo para gastar su tiempo libre. Por suerte, escucha el timbre de la casa sonar, por lo que corre a abrir la puerta enseguida.
—¡Olvídalo, ya conseguí mis llaves! —la persona que tocó se disculpa.
—¡¿Daniela?! ¡¿Qué haces aquí a las tres y media?!
—Es mi casa, puedo estar aquí cuando quiera.
—Creo que la pregunta era “¿por qué?”. ¿Te despidieron?
—Algo mejor. Voy al Mercy.
—¡¿Cómo hiciste para conseguir puesto allá?!
—Fácil, el Mercy me pidió y a Sheperd también. Aceptamos.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué los pidieron?!
—Porque nosotros somos los que estamos investigando para encontrar la cura del cardioma y el Mercy va a empezar a investigar. Ellos tienen un instituto cardíaco muy bueno y eso nos puede ayudar.
—¿Y cuándo te cambian?
—Hoy fue mi último día. El lunes.
—¡Están apurados!
—Es que no somos los únicos, hay varios que los van a cambiar porque hay intercambio de médicos.
—¡Qué suerte tienes!
—Sí. Les tengo que avisar a mis pacientes.
—¿Tienes varios pacientes con cardioma? —se asusta.
—Uno solo, pero yo digo mis pacientes regulares.
—Ah, ya. Ahora dime algo qué hacer —ni Daniela se salvaría de su desesperación.
—¿Estabas sola sin nada que hacer? Te salvé la vida.
—No hasta que no me digas qué hacer —condiciona.
—Comprarle un regalo de cumpleaños a mi tía.
—¿A mi mamá?... ¡Verdad que cumple mañana!
—Creo que te salvé la vida al doble.
Daisy no duda en ir a cambiarse para salir a buscar el regalo para su madre.
—Leer la mente no tiene requisitos. ¿Lo intentamos?
—¿Cómo se prueba que alguien tiene ese poder?
—¿Cómo crees? ¡Adivina lo que pienso! —pregunta totalmente estúpida de respuesta totalmente obvia.
—Yo digo el procedimiento para leer —se defiende.
—Ponte una mano en la cabeza, mírame y piensa.
—No siento nada diferente.
—Mírame fijo diez segundos. Si ves algo raro, eso es.
Paula procede a clavar su vista en la morena, sintiéndose inútil al no notar ninguna rareza.
—Nada.
—Llegué a una parte de consejos —Diana avisa de la página actual.
—¿Consejos? ¿Qué dice?
—Que hay que probar con poderes que vayan con tu personalidad primero.
—Pero no siempre es así. ¿Cómo explicas que eres psíquica si odias saber el futuro?
—Exacto. Sigamos —pasa la página—. Casualidad, percepción extrasensorial, que vendrían siendo los psíquicos.
—¡¿Ser ambidiestro es un poder?!
—Antes se le consideraba como poder, ya no.
—¿De cuándo es ese libro?
—De hace quince años, por eso hay algunos poderes que ya no lo son y por eso las listas de más raros y más comunes son diferentes a las actuales.
—Ah, así que hay unos que no hay ni que ver.
—Son poquitos. “Cocina perfecta” —la ve—. Podría ser.
—No. Más de una vez se me han quemado las cosas.
—Entonces no —siguiente—. Manos rápidas, telequinesis, ser incansable, arte en general… ¿Qué es esto? ¡Los poderes de nuestros compañeros están todos seguidos! Híper habilidad deportiva, toque curativo.
—Quisiera saber cómo funciona ese.
—Depende de la variedad. Puede ser como los del juego, puede funcionar sólo en operaciones o en cualquier momento… No cumples con los requisitos.
—No pensaba intentarlo,, sólo saber cómo funcionaba.
—Hablar con animales, fuerza, comer sin engordar es otro que ya no es poder, adivinar poderes, no enfermarse, canto perfecto, elasticidad… Podría ser, ¿quieres intentar?
—¿Qué tengo que hacer?
—Esta pose con mucha facilidad y sin sentirte incómoda —le muestra una fotografía modelo impresa en el libro.
Paula se sienta en el suelo y trata de ser lo más idéntica a la imagen, aunque se enreda al no entender muy bien la pose y no lo logra.
—No —se soba un muslo que le dolió al hacer un movimiento en falso.
—Mantenerse inmóvil sin incomodarse.
—Yo era pésima en juegos así.
—¡Un, dos, tres, pollito inglés! —dice las primeras palabras de un juego.
—No, no sé cuál es ese.
—Aw. Equilibrio.
—Quiero intentar. ¿Qué debo hacer?
—Girar lo más rápido que puedas por un minuto y que no te dure más de diez segundos el mareo.
—¡Girar! —sonríe al empezar a dar vueltas en círculos en el mismo lugar—. ¡Qué divertido!
—¿Te gusta girar? —se extraña.
—¡Es divertido! Siempre ganaba en los juegos de girar.
—¿Y no te mareas después?
—No mucho que me acuerde.
—Te avisaré cuando lleves un minuto.
—No estoy a punto de chocar con algo, ¿verdad? —en esos momentos, lo único que percibe es el viento y su cabello en el aire.
—No te preocupes, no estás cerca de nada.
—Ok, me avisas.
La rubia se divierte durante los sesenta segundos enteros que da vueltas. La sensación del aire contándose en sus brazos, su cabello un poco atrás por la velocidad de los giros y el movimiento rápido de sus pies es lo máximo.
—¡Para! —el rotar de Paula cesa—. Apenas tambaleas.
—Ya se me quitó el mareo —está muy normal, como si sólo hubiese caminado.
—¿No ves a todo dando vueltas ni nada?
—Nada, como si no hubiese girado.
—¡Y pasaron sólo cinco segundos!
—¡¿Eso quiere decir que el equilibrio es mi poder?! —la alegría desborda de ella.
—No, ese era el requisito.
—Me emocionaste. ¿Cuál es la prueba?
—Hacer equilibrio en algo delgado y caminar.
—Tipo cuerda floja.
—Exacto. El problema es que aquí no hay nada así.
—¿Conoces a alguien que haga slackline?
—No. Veré si tengo una cuerda que te resista —va a buscarla en cualquier lugar de la casa.
A sólo unas cuadras, una campana de boxeo se escucha, anunciando el fin de una pelea por nocaut al perdedor. Las letras “K.O.” en un tono naranja rojizo se ven en la pantalla del gran televisor de la sala de estar, mostrando un ring de boxeo animado, al igual que los participantes y el público.
—¡Te gané! —Leo presume su nueva victoria—. ¡Dos a uno!
—¡Tres de cinco! —Marc impone un nuevo criterio para determinar al ganador.
—¿Y después cuatro de siete? No, gracias.
—No quieres arriesgarte a perder —canta un tanto burlón.
—Tú no quieres aceptar que perdiste —copia su tono.
—¡Vamos! ¡Tres de cinco y hasta ahí!
—Tres de cinco y cambio el juego, recuerda que soy el control uno.
—¡Hecho! —su celular repica. Se levanta y atiende—. ¿Hola?
—Hola, Marc. ¿Cómo estás? —Diana responde.
—Bien, ¿y tú?... Espera —interrumpe al parecerle haber oído una voz diciendo “fight!” proveniente del televisor. Tapa el micrófono del móvil—. ¡Leonardo, no seas tramposo! ¡Ponle pausa!
—¡Debí poner mute! —se regaña a sí mismo por su error antes de obedecer la orden.
—Listo —destapa el micrófono—. ¿Cómo estás?
—Bien. Una pregunta, ¿tienes algo que sirva como cuerda floja?
—¿Cuerda floja? ¿Para qué es eso?
—Para hacer una prueba.
—¿De equilibrio como poder? ¿Te sirve una cuerda?
—Depende de la cuerda.
—De las gruesas.
—¡Esa! Perfecta. ¿Puedes traerla?
—Iré en un rato. Voy a buscarla, ¡chao! —cuelga—. Ahora sí te aseguraron el tres de cinc… —se detiene al ver que en la pantalla plana un hombre animado con uniforme de boxeo azul golpea a otro de misma ropa de color rojo que no se movía—. ¡Gracias por el mute!
—Era para hacer algo mientras —inventa mientras se apura en reiniciar la partida.
—Claro —no le cree—. Tres de cinco y salgo rápido a darle algo a Diana.
—Marc vendrá en un momento a traernos la cuerda —la más baja le informa a la invitada.
—¡Sí, veré a Marc!
—Sabía que dirías algo así.
—¿Era tan de esperarse?
—Mucho, más de lo que crees.
—¿Qué hacemos mientras tanto?
—Deberías ver otros poderes por si acaso.
—No, no quiero. Hablemos un poco.
Debía descansar. Había probado un montón de poderes sin resultado alguno. Espera que el equilibrio sea el definitivo, lo suyo. Unos veinte minutos dura el receso, pues Marc se hace presente con la cuerda por ser entregada.
—Tardaste más de lo que pensé.
—No conseguía la cuerda. ¿Te sirve?
—¡Justo como la quería! Gracias.
—¿Puedo quedarme a ayudarlas? —se le ocurre cuando está por irse más como un pretexto para estar más tiempo con Paula.
—Claro, ¿por qué no?
—¿Qué tan alto debe estar la cuerda?
—Al menos unos treinta centímetros. No es tan alto. Necesito que me ayuden a amarrar la cuerda firme —entre los tres, atan los extremos de la cuerda.
—Creo que ya está.
—Bien. Paula, es tu momento.
—¡No! —Marc interviene—. Esperen, quiero intentar.
—Pero, Marc, ese no es tu poder. No podrás —advierte Diana.
—¡Pero quiero intentar! Será rápido —sube e intenta pararse, se cae de inmediato—. Rayos.
—Te dije que no ibas a poder.
—¿Ahora sí puedo intentar?
—Inténtalo.
Paula sube a la cuerda y se para.
—¡Esto es fácil!
—Camina.
—¡Me siento como en una mini cuerda floja!
—Ahora párate en un pie —la de cabello planchado indica cada uno de los pasos a seguir.
—¿Es mi poder? —pregunta al estar apoyada de un pie.
—¡Absolutamente!
—¡¡Sí!! Voy a bajar —salta. Marc la atrapa antes de tocar el suelo.
—¡Te tengo!
—¡¿Para qué me agarraste?! No me iba a caer —como niña a la que le acaban de prohibir algo.
—Quería hacerlo —la suelta.
—Al fin podré responder cuando me pregunten por mi poder.
—¿Ahora qué hacemos?
—Recoger la cuerda, tengo que irme —el castaño claro comienza a desatarla.
—Aw —lamenta su novia—. ¿Saben? Esta ha sido una semana muy rara. Empezó con una fiesta de disfraces, luego fue tu cumpleaños, anteayer intentaron matarnos quemándonos, ayer hubo una piscinada y hoy descubrí mi poder.
—Una excelente semana.
Fin del Capítulo #34.
Fun fact: Este capítulo lo escribí originalmente (en el cuaderno) hace dos años, casualidad~
Sobre el que viene, me alegré tanto al ver ese título No es que sea tan bueno, sino que me divertí demasiado escribiéndolo y espero divertirme de igual manera cuando lo pase a narración.
¡Hasta el siguiente!del especial, no hablaré de él hasta nuevas noticias, aún me falta bastante
1) O tengo un capítulo nuevo (sí).
2) O tengo algún anuncio (de repente).
Quizás ahora me sea más fácil actualizar porque estoy de vacaciones
Iba a subir este antes, sólo que, como ya mencioné, se vienen unos capítulos muy y como hoy cambié de cuaderno
Aquí el nuevo capítulo ♪
Capítulo #34: “¿Qué poder hacer?”
—¿Ya se te pasó lo de madrugar? —Daniela pregunta al ver que su tío finalmente no estaba listo antes que ella temprano en la mañana.
—Un poco. ¿Paula y Daisy siguen libres hoy?
—Es hasta el lunes.
—Ah. ¿Tú cómo vas? ¿Sigues siendo residente?
—Voy por el tercer año, son cinco.
—¿Y cuando termines pasas a cirujana?
—Con especialidad en Cardiología —le recuerda.
—¡Excelente! Es una buena especialidad. ¿Sigues queriendo encontrar la cura de alguna enfermedad? —Elliot aprovecha el tema para actualizarse.
—¿No te lo había dicho? Ya me decidí.
—No me lo dijiste. ¿Cuál elegiste?
—Cardioma. ¿Sabes cuál es?
—Creo. Suena a algún tipo de cáncer o algo así.
—La de los paros cardíacos frecuentes por un tumor —acomoda su teoría.
—¡¿Un tumor no es cáncer?!
—No necesariamente —se le nota que sólo sabe de salud mental—. ¿Ya sabes cuál es?
—La del tumor que se crea en cualquier momento que creo que dura hasta cinco años.
—Esa misma —se alivia al no tener que rebuscar explicaciones—. No la había oído hasta que una compañera en Nueva York tuvo un paciente que murió por eso. Me entró la curiosidad, investigué y me decidí.
—¿Tienes algún paciente con eso?
—Uno que tiene paros cada dos semanas.
—Auch. No debe ser tan joven para que le den tantos —supone.
—Realmente, tiene veinte, está por cumplir veintiuno y se enfermó a los diecinueve.
—¡¿Qué?! ¡¿Apenas tiene veinte y ya le dan paros?!
—El cardioma ataca a cualquiera. ¿Ya tienes a algunos estables? —cambia el asunto.
—Dos. Los otros están cerca y hay un caso difícil.
—¿Un caso difícil? —su atención fue llamada con esas palabras.
—Un año y no ha tenido un brote de felicidad porque su tipo es del depresivo-traumático. Muy difícil que le dé uno en dos meses.
—Tengo un amigo impredecible que espero que sea estable.
—No debería decírtelo porque existe lo que se llama “confidencialidad paciente-doctor”, pero tu amigo es el caso difícil —después de todo, era seguro que se enteraría al tratarse de él.
—Cuando pensaba que no podía pasarle algo más…
—Hay una cosa que me tiene confundido. ¿Él trabaja?
—¿Paula y Daisy no te contaron del incendio? Leo fue el que las sacó a las dos. Es policía en entrenamiento como Daisy.
—Exactamente eso. Yo le pregunté a Daisy si tenía algún compañero impredecible y me dijo que no. ¿No lo sabe?
—No lo sabe —confirma.
—Es que no es muy bueno que las personas no sepan eso sobre alguien. Ni para esa persona ni para el impredecible. Si le llega a dar un brote, la otra persona no sabrá cómo reaccionar y esa persona también debe saber cómo comportarse para no originar los brotes. Debería decirle…
—¡No! —interrumpe—. No lo hagas. Nunca le ha dado un brote en frente de ella, es de las pocas personas que no lo ha visto brotado y es raro porque se la pasan juntos, aunque ahora no sé para qué lo digo, pero sólo quiero decir que no le digas.
Elliot queda silenciado mirando con extrañeza a su sobrina por unos segundos antes de responder.
—Iba a decir que él debería decirle, no yo.
—Oh… Debí dejarte terminar.
—Aunque ahora me acabas de dar curiosidad.
—¿Curiosidad? ¿De qué?
—De probar algo que nunca he hecho. Te avisaré cuando lo vaya a hacer. Debo prepararme para ir a trabajar —se levanta del sillón, dejando a Daniela un poco confundida.
Más tarde, en la casa de los Molander, Marc está siendo sometido a alguna clase de interrogatorio que hacía rato empezó.
—¿En serio no tienes nada planeado para hoy?
—En serio que no —insiste.
—¿Ninguna visita, comida, invitación, cita con Paula, nada?
—Entiendo que no quieras creerme porque ayer no te avisé, pero no.
—Al menos tú admites algo voluntariamente —Leo se enseria.
—Eso sonó a que algo no está bien.
—Dos cosas. Paula no me ha dado ni las gracias y papá admite las cosas “accidentalmente”.
—Paula no lo hace no porque no quiera, sino porque su… —piensa—, no sé si llamarle “orgullo” no le deja, ¿y qué fue lo que pasó con papá?
—Otra discusión ayer. Admitió que no me quería de una manera tan accidental que ni él se dio cuenta.
—¿Por eso fue que oí un portazo ayer en la noche?
—Me enfadé y la cerré tan fuerte como pude.
—Para ahorrarte un brote que no te conviene.
—Exacto, pero de todos modos sigo molesto.
—Y quieres hacer algo para no estarlo —ahora entiende la razón de su desesperación por hallar en qué ocuparse.
—Sólo que no sé qué.
—Si tú no sabes qué quieres hacer, yo menos.
—Lo único que quiero es alegrarme.
—¿Alguien con quien te sea casi imposible enojarte? —Marc sugiere una opción para abrir sus ideas.
—Sonó como si me estuvieras mandando con mi novia, pero ni siquiera me gusta alguien.
—Oh, eso es raro. Funcionaría.
—Cómo quisiera saberlo.
—¡¿Eso quiere decir que…?!
—¿Por qué te emociona tanto?
—¡Porque es señal de que quieres algo nuevo!
—Claro. La idea es saber qué haré ahora…
La que sí sabe qué hacer es Paula, siendo descubierta en una clase de interrogatorio similar.
—¿Tienes algo planeado para hoy? —Daisy desea conocer.
—Creo que iré a donde Diana.
—¿Y eso?
—Para descubrir mi poder.
—¿Y por qué con ella y no conmigo?
—Diana me lo ofreció hace poco.
—Oh, bueno. Al menos decidiste que ya era hora.
—Es que se siente extraño no saber cuál es mi poder. Casi todos lo descubren entre los seis y diez años. Tengo más del doble y ni idea.
—Y ella quiere ayudarte a acabar con esa duda.
—Exacto. Voy a preguntarle para confirmar.
—Ahora debo pensar algo qué hacer y rápido. No pienso quedarme aquí sin hacer nada toda la tarde —Daisy dice con un aire de fastidio.
—Puedes ir al cine, ir a un centro comercial…
—¿Sola? Así es aburrido.
—Lo siento, es la costumbre.
—Si puedes hacerlo, crees que todos pueden.
—Hasta que recuerdo que no todos tienen pareja.
—Yo soy una de esas personas.
—¿Aún no quieres pareja o estás disponible? —pregunta a pesar de conocer el riesgo que el tema acarrea.
—Disponible —por suerte para la rubia, nada desagradable se asomaría por su culpa—. Desde hace tiempo.
—¿Y hay algún objetivo?
—Ya te lo he dicho, no.
—Sólo quería asegurarme.
—Ya lo has hecho montones de veces y no.
—Me gusta actualizar para estar más segura.
—Entonces, ¿por qué no le preguntas a Daniela?
—No conozco a sus compañeros, no tiene la misma gracia —un mensaje llega a su celular, lo lee—. ¡Parece que descubriré mi poder hoy!
—Hay gente que no tiene poder —bromea la pelirroja.
—Gracias por el apoyo. Una en un millón.
—Lo que quiere decir que son siete mil personas.
—No estoy en ese grupo.
—Sólo digo que está esa pequeña posibilidad.
—No creo ser de esas siete mil personas sin poder.
—Ahora debo pensar algo rápido para hacer.
—Lo malo de los días libres repentinos.
—Creo que me quedaré viendo televisión… —se sienta en el sofá con el control remoto ya en manos.
Mientras tanto, Daniela está revisando las operaciones del día en la pizarra del hospital en busca de su nombre en alguna de ellas.
—Justo a ti te estaba buscando —Sheperd pasa a un lado, reconociendo a la de rizos negros de inmediato y deteniéndose a hablar con ella.
—¿Me necesitan en algún lado? —voltea con interés.
—No ahora. Tengo que decirte algo… —la de ojos avellana se queda esperando. El doctor la toma del brazo y la guía hacia un lugar más apartado—. En otra parte.
—¿En otra parte? ¿Dónde? —su compañero está siendo demasiado misterioso para su gusto.
—Sígueme —la suelta y se apura en ir hacia la zona cercana a los ascensores—. Aquí está mejor.
—¿Qué es lo que necesitas decirme?
—¿Has oído eso de que van a intercambiar a residentes y cirujanos entre el Mercy y este hospital? —murmura, nadie debía ser capaz de escucharlos.
—Aún es algo que no está asegurado.
—Lo sé. Lo que pasa es que ya están eligiendo a quiénes van a trasladar, quiénes se quedan y los despidos.
—Oh, ¿cómo lo sabes?
—Entré a la oficina del jefe y tiene la pizarra llena de eso. Por eso es que no quiere que entren.
—Entonces, ¿por qué entraste?
—Me lo pidió. No sabe qué hacer conmigo.
—Eso quiere decir que está seguro de que habrá un intercambio.
—Exacto. No me lo dijo directamente, pero sí.
—Quiero saber por qué me lo estás diciendo.
—Porque depende de lo que me digas, me quedaré o no.
—¡¿Depende de mí?! —¿por qué tendría que importar la opinión de una simple residente de tercer año en el futuro de un cirujano?
—Suena raro, pero sí.
—No entiendo, ¡¿por qué yo?!
—El Mercy tiene un excelente instituto cardíaco, de los mejores. Con esto creo que deberías saber a qué voy.
—Allá podrías investigar mejor para encontrar la cura —los puntos comienzan a conectarse en su cabeza.
—Podríamos —la incluye—. Estamos juntos en la investigación.
—¡Quieres saber si quiero irme al Mercy! —y la imagen es completada.
—Exacto. No me iré solo para hacer la investigación por separado, y también es porque el Mercy nos pidió.
—¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?!
—El jefe me dijo que te lo contara justo por eso. Ellos saben de nuestra investigación y ellos quieren empezar una. Les conviene y nos conviene cambiarnos porque aquí no hay mucho reconocimiento por Cardiología, allá sí, y tengo que admitir que el Mercy es mucho mejor que este. Piénsalo y me avisas —el cirujano está por irse cuando Daniela ya le contesta.
—No tengo que pensarlo. El Mercy es de los mejores hospitales de Miami, este también, pero pienso que ese más. Me queda casi al lado de mi casa, mejor Cardiología y ahí era donde iba a pedir empleo, pero no había cupo. Tengo que aprovechar esta oportunidad. ¡Por supuesto que me cambiaría!
—Perfecto. Sólo hace falta que confirmen la fecha del cambio.
El cielo le había caído encima. Es decir, ¡era la oportunidad de oro! Negarse habría sido totalmente estúpido, un desperdicio. Jamás se la atravesaría algo así de nuevo en su vida. Si no la tomaban en serio, ahora tendrán que agarrarse muy bien, porque Daniela Montesco ha hecho alianzas con el mejor equipo para descubrir todo lo que se debe saber sobre el cardioma.
—¿Qué tal, amor? —típico saludo no tan saludo de Marc al atender una llamada telefónica.
—Deséame suerte.
—No si no sé por qué.
—Creo que descubriré mi poder hoy —una Paula muy emocionada se oye del lado contrario de la línea.
—¿Harás la lista de poderes?
—¿Lista de poderes?
—Una lista, se intentan y se van tachando.
—Ah, supongo. Eso lo sabe Diana.
—¿Ella te va a ayudar?
—Sí. ¿Tú qué vas a hacer hoy?
—Imitar fotos de hace años.
—Okay… Creo que sé de qué hablas.
—Oh, me olvidaba. ¡Suerte! —recuerda el pedido original.
—¡Gracias! Te llamaré cuando lo descubra, ¡chao!
—Esperaré la llamada, ¡chao! —cuelgan.
—Aún no se me ocurre nada —como si hubiese estado velando por el fin de la llamada, Daisy se queja justo al momento de acabarse.
—Pregúntales a los demás qué harán, se te ocurrirá algo —recomienda su melliza.
—Si tú lo dices… —levanta el celular y marca un número, esperanzada de hallar algo en qué matar el tiempo de sobra.
—No pensé que llamarías —Leo contesta como si se decepcionara de no haber hablado con ella antes.
—Lo hice. No tengo nada que hacer.
—Yo tengo qué hacer por un buen rato.
—¿Ah, sí? ¿Qué harás?
—Imitar varias de las fotos del “museo del pasillo”.
—¡Eso es no tener nada más que hacer! —exclama enfatizando “nada”.
—Se le ocurrió a Marc. Estoy buscando ropa parecida a la de las fotos para comenzar a imitarlas.
—Durarán un buen rato en eso. Yo ni idea de qué hacer.
—Ver televisión, una película, ir a alguna parte…
—No hay nada que ver en la mañana. Creo que dormiré.
—No puedes estar tan mal así. Escucha música.
—Buscaré una buena canción de cuna para dormir, adiós —tranca.
—¿Por qué duermes? —Paula se extraña al ver la acción de su hermana.
—No tengo nada mejor que hacer.
—¿Dormirás todo el día?
—No te preocupes, comeré e iré al baño cuando haga falta.
—No dormirás, no vas a poder.
—¡Lo sé! —prácticamente salta del sofá.
Sería un largo día para la menor de las mellizas. A diferencia, el de la mayor sería largo por lo mucho que tendrá que probar.
—¿Lista para descubrir tu poder? —Diana simula la voz de un conductor de algún programa de competencia.
—¡Lista! ¿Tengo que hacer algo en especial?
—Los poderes de la lista.
—Oh, Marc tenía razón. Hay una lista.
—¿No sabías de la lista?
—No hasta que Marc me lo dijo hoy.
—Te explicaré. La lista de poderes tiene anotados todos los poderes, desde el más común hasta el más raro, con los requisitos que se deben tomar en cuenta para poseerlo y cómo comprobarlo —explica el contenido.
—Son muchos, ¿verdad?
—Sí. Se puede durar más de un día probando, hay que tener un poco de paciencia. Lo bueno es que como muchos tienen requisitos, con ir descartando te quitas varios intentos inútiles.
—¿Hay que cumplir con todos los requisitos?
—Depende del poder. ¿Empezamos?
—¡Busca esa lista!
—Aquí está —extrae un libro con apariencia de enciclopedia de una caja de cartón.
—¡¿Es un libro?!
—Mi abuelo compraba libros de todo. Primero salen los más comunes. Son la imitación de voces parcial…
—¿Parcial? ¿Hay tipos de imitación? —esa era información nueva para la blonda.
—Muchos, al igual que la adivinación. Mi tipo es total y con opciones, lo que quiere decir que es con todos los datos exactos, pero la adivinación más común es la incompleta. Hay varios poderes con clasificaciones.
—Ahora entiendo por qué te puedes tardar.
—Continúo, la adivinación incompleta, la memoria fotográfica, la imitación de acentos y la visión nocturna —va pasando las páginas leyendo el título de cada una.
—Veo que la imitación es común. ¿Y los más raros?
—Ser incansable, imitación completa, imposibilidad de enfermarse si no es de gripe… —hojea las últimas cinco páginas del libro.
—¡¿Qué¡! ¡¿Eso es un poder?! ¡Qué raro!
—Poder de adivinar poderes, chimbo.
—Raro y… sí, qué aburrido.
—Y el toque curativo.
—Ese me suena.
—De Trauma Center —con razón. Uno de los tantos juegos con los que Daisy se envició en su adolescencia.
—¡De ahí! Pensé que era un invento del juego.
—Pues no, es un poder verdadero y el más raro de todos —regresa al inicio.
—¡Siguiente página!
—“Manual de cómo descubrir los poderes”, me lo sé de memoria, la pasaré.
—Ahí está lo que necesitamos ahora —señala una lista de requisitos.
—Veamos. Imitación ya sabemos que no la tienes, así que pasemos…
—¡No! Quiero ver si los requisitos combinan con Daisy.
—“Los imitadores tienen varias características, pero las más fundamentales son tener muy buena memoria, hablar con fluidez y de cualquier manera y ser creativo. El resto de los requisitos cambian dependiendo del tipo de imitador”.
—Ahora entiendo. Pasa la página.
—“Hipnosis, sólo para personas con ojos verdes” —ambas se miran y niegan con la cabeza—. “Predicción del tiempo”.
—La intenté una vez, no.
—“Saber todo sobre todo”, no. “Memoria foto…”, no —ni siquiera la lee completa—. “Ver en la oscuridad”, no.
—Será un día largo…
En su casa, Daisy aún no logra hacer algo para gastar su tiempo libre. Por suerte, escucha el timbre de la casa sonar, por lo que corre a abrir la puerta enseguida.
—¡Olvídalo, ya conseguí mis llaves! —la persona que tocó se disculpa.
—¡¿Daniela?! ¡¿Qué haces aquí a las tres y media?!
—Es mi casa, puedo estar aquí cuando quiera.
—Creo que la pregunta era “¿por qué?”. ¿Te despidieron?
—Algo mejor. Voy al Mercy.
—¡¿Cómo hiciste para conseguir puesto allá?!
—Fácil, el Mercy me pidió y a Sheperd también. Aceptamos.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué los pidieron?!
—Porque nosotros somos los que estamos investigando para encontrar la cura del cardioma y el Mercy va a empezar a investigar. Ellos tienen un instituto cardíaco muy bueno y eso nos puede ayudar.
—¿Y cuándo te cambian?
—Hoy fue mi último día. El lunes.
—¡Están apurados!
—Es que no somos los únicos, hay varios que los van a cambiar porque hay intercambio de médicos.
—¡Qué suerte tienes!
—Sí. Les tengo que avisar a mis pacientes.
—¿Tienes varios pacientes con cardioma? —se asusta.
—Uno solo, pero yo digo mis pacientes regulares.
—Ah, ya. Ahora dime algo qué hacer —ni Daniela se salvaría de su desesperación.
—¿Estabas sola sin nada que hacer? Te salvé la vida.
—No hasta que no me digas qué hacer —condiciona.
—Comprarle un regalo de cumpleaños a mi tía.
—¿A mi mamá?... ¡Verdad que cumple mañana!
—Creo que te salvé la vida al doble.
Daisy no duda en ir a cambiarse para salir a buscar el regalo para su madre.
—Leer la mente no tiene requisitos. ¿Lo intentamos?
—¿Cómo se prueba que alguien tiene ese poder?
—¿Cómo crees? ¡Adivina lo que pienso! —pregunta totalmente estúpida de respuesta totalmente obvia.
—Yo digo el procedimiento para leer —se defiende.
—Ponte una mano en la cabeza, mírame y piensa.
—No siento nada diferente.
—Mírame fijo diez segundos. Si ves algo raro, eso es.
Paula procede a clavar su vista en la morena, sintiéndose inútil al no notar ninguna rareza.
—Nada.
—Llegué a una parte de consejos —Diana avisa de la página actual.
—¿Consejos? ¿Qué dice?
—Que hay que probar con poderes que vayan con tu personalidad primero.
—Pero no siempre es así. ¿Cómo explicas que eres psíquica si odias saber el futuro?
—Exacto. Sigamos —pasa la página—. Casualidad, percepción extrasensorial, que vendrían siendo los psíquicos.
—¡¿Ser ambidiestro es un poder?!
—Antes se le consideraba como poder, ya no.
—¿De cuándo es ese libro?
—De hace quince años, por eso hay algunos poderes que ya no lo son y por eso las listas de más raros y más comunes son diferentes a las actuales.
—Ah, así que hay unos que no hay ni que ver.
—Son poquitos. “Cocina perfecta” —la ve—. Podría ser.
—No. Más de una vez se me han quemado las cosas.
—Entonces no —siguiente—. Manos rápidas, telequinesis, ser incansable, arte en general… ¿Qué es esto? ¡Los poderes de nuestros compañeros están todos seguidos! Híper habilidad deportiva, toque curativo.
—Quisiera saber cómo funciona ese.
—Depende de la variedad. Puede ser como los del juego, puede funcionar sólo en operaciones o en cualquier momento… No cumples con los requisitos.
—No pensaba intentarlo,, sólo saber cómo funcionaba.
—Hablar con animales, fuerza, comer sin engordar es otro que ya no es poder, adivinar poderes, no enfermarse, canto perfecto, elasticidad… Podría ser, ¿quieres intentar?
—¿Qué tengo que hacer?
—Esta pose con mucha facilidad y sin sentirte incómoda —le muestra una fotografía modelo impresa en el libro.
Paula se sienta en el suelo y trata de ser lo más idéntica a la imagen, aunque se enreda al no entender muy bien la pose y no lo logra.
—No —se soba un muslo que le dolió al hacer un movimiento en falso.
—Mantenerse inmóvil sin incomodarse.
—Yo era pésima en juegos así.
—¡Un, dos, tres, pollito inglés! —dice las primeras palabras de un juego.
—No, no sé cuál es ese.
—Aw. Equilibrio.
—Quiero intentar. ¿Qué debo hacer?
—Girar lo más rápido que puedas por un minuto y que no te dure más de diez segundos el mareo.
—¡Girar! —sonríe al empezar a dar vueltas en círculos en el mismo lugar—. ¡Qué divertido!
—¿Te gusta girar? —se extraña.
—¡Es divertido! Siempre ganaba en los juegos de girar.
—¿Y no te mareas después?
—No mucho que me acuerde.
—Te avisaré cuando lleves un minuto.
—No estoy a punto de chocar con algo, ¿verdad? —en esos momentos, lo único que percibe es el viento y su cabello en el aire.
—No te preocupes, no estás cerca de nada.
—Ok, me avisas.
La rubia se divierte durante los sesenta segundos enteros que da vueltas. La sensación del aire contándose en sus brazos, su cabello un poco atrás por la velocidad de los giros y el movimiento rápido de sus pies es lo máximo.
—¡Para! —el rotar de Paula cesa—. Apenas tambaleas.
—Ya se me quitó el mareo —está muy normal, como si sólo hubiese caminado.
—¿No ves a todo dando vueltas ni nada?
—Nada, como si no hubiese girado.
—¡Y pasaron sólo cinco segundos!
—¡¿Eso quiere decir que el equilibrio es mi poder?! —la alegría desborda de ella.
—No, ese era el requisito.
—Me emocionaste. ¿Cuál es la prueba?
—Hacer equilibrio en algo delgado y caminar.
—Tipo cuerda floja.
—Exacto. El problema es que aquí no hay nada así.
—¿Conoces a alguien que haga slackline?
—No. Veré si tengo una cuerda que te resista —va a buscarla en cualquier lugar de la casa.
A sólo unas cuadras, una campana de boxeo se escucha, anunciando el fin de una pelea por nocaut al perdedor. Las letras “K.O.” en un tono naranja rojizo se ven en la pantalla del gran televisor de la sala de estar, mostrando un ring de boxeo animado, al igual que los participantes y el público.
—¡Te gané! —Leo presume su nueva victoria—. ¡Dos a uno!
—¡Tres de cinco! —Marc impone un nuevo criterio para determinar al ganador.
—¿Y después cuatro de siete? No, gracias.
—No quieres arriesgarte a perder —canta un tanto burlón.
—Tú no quieres aceptar que perdiste —copia su tono.
—¡Vamos! ¡Tres de cinco y hasta ahí!
—Tres de cinco y cambio el juego, recuerda que soy el control uno.
—¡Hecho! —su celular repica. Se levanta y atiende—. ¿Hola?
—Hola, Marc. ¿Cómo estás? —Diana responde.
—Bien, ¿y tú?... Espera —interrumpe al parecerle haber oído una voz diciendo “fight!” proveniente del televisor. Tapa el micrófono del móvil—. ¡Leonardo, no seas tramposo! ¡Ponle pausa!
—¡Debí poner mute! —se regaña a sí mismo por su error antes de obedecer la orden.
—Listo —destapa el micrófono—. ¿Cómo estás?
—Bien. Una pregunta, ¿tienes algo que sirva como cuerda floja?
—¿Cuerda floja? ¿Para qué es eso?
—Para hacer una prueba.
—¿De equilibrio como poder? ¿Te sirve una cuerda?
—Depende de la cuerda.
—De las gruesas.
—¡Esa! Perfecta. ¿Puedes traerla?
—Iré en un rato. Voy a buscarla, ¡chao! —cuelga—. Ahora sí te aseguraron el tres de cinc… —se detiene al ver que en la pantalla plana un hombre animado con uniforme de boxeo azul golpea a otro de misma ropa de color rojo que no se movía—. ¡Gracias por el mute!
—Era para hacer algo mientras —inventa mientras se apura en reiniciar la partida.
—Claro —no le cree—. Tres de cinco y salgo rápido a darle algo a Diana.
—Marc vendrá en un momento a traernos la cuerda —la más baja le informa a la invitada.
—¡Sí, veré a Marc!
—Sabía que dirías algo así.
—¿Era tan de esperarse?
—Mucho, más de lo que crees.
—¿Qué hacemos mientras tanto?
—Deberías ver otros poderes por si acaso.
—No, no quiero. Hablemos un poco.
Debía descansar. Había probado un montón de poderes sin resultado alguno. Espera que el equilibrio sea el definitivo, lo suyo. Unos veinte minutos dura el receso, pues Marc se hace presente con la cuerda por ser entregada.
—Tardaste más de lo que pensé.
—No conseguía la cuerda. ¿Te sirve?
—¡Justo como la quería! Gracias.
—¿Puedo quedarme a ayudarlas? —se le ocurre cuando está por irse más como un pretexto para estar más tiempo con Paula.
—Claro, ¿por qué no?
—¿Qué tan alto debe estar la cuerda?
—Al menos unos treinta centímetros. No es tan alto. Necesito que me ayuden a amarrar la cuerda firme —entre los tres, atan los extremos de la cuerda.
—Creo que ya está.
—Bien. Paula, es tu momento.
—¡No! —Marc interviene—. Esperen, quiero intentar.
—Pero, Marc, ese no es tu poder. No podrás —advierte Diana.
—¡Pero quiero intentar! Será rápido —sube e intenta pararse, se cae de inmediato—. Rayos.
—Te dije que no ibas a poder.
—¿Ahora sí puedo intentar?
—Inténtalo.
Paula sube a la cuerda y se para.
—¡Esto es fácil!
—Camina.
—¡Me siento como en una mini cuerda floja!
—Ahora párate en un pie —la de cabello planchado indica cada uno de los pasos a seguir.
—¿Es mi poder? —pregunta al estar apoyada de un pie.
—¡Absolutamente!
—¡¡Sí!! Voy a bajar —salta. Marc la atrapa antes de tocar el suelo.
—¡Te tengo!
—¡¿Para qué me agarraste?! No me iba a caer —como niña a la que le acaban de prohibir algo.
—Quería hacerlo —la suelta.
—Al fin podré responder cuando me pregunten por mi poder.
—¿Ahora qué hacemos?
—Recoger la cuerda, tengo que irme —el castaño claro comienza a desatarla.
—Aw —lamenta su novia—. ¿Saben? Esta ha sido una semana muy rara. Empezó con una fiesta de disfraces, luego fue tu cumpleaños, anteayer intentaron matarnos quemándonos, ayer hubo una piscinada y hoy descubrí mi poder.
—Una excelente semana.
Fin del Capítulo #34.
Fun fact: Este capítulo lo escribí originalmente (en el cuaderno) hace dos años, casualidad~
Sobre el que viene, me alegré tanto al ver ese título No es que sea tan bueno, sino que me divertí demasiado escribiéndolo y espero divertirme de igual manera cuando lo pase a narración.
¡Hasta el siguiente!
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Aquí unos pequeños avisos
1) He modificado la descripción de afuera (saben, la que sale bajo el título antes de meterse). No la gran cosa, puse la frase de la firma.
2) También modifiqué la ficha. Ahora está con un diseño hecho por mí, es el mismo de MDUVM pero con otros colores, quedó linday no se imaginan qué pesadilla fue porque por alguna razón los códigos no funcionaban bien aquí y lo único que quedaba dentro del cuadro era el título, y digo "aquí" porque lo probé en la galería y salía perfecto. También podrán notar que hubo uno que no logré eliminar y se quedó ahí, aunque ese ya no es de la ficha.
3) Ayer comencé a pasar el próximo capítulo a Word, así que en los próximos días estará aquí.
4) Acerca de ¿Qué fue lo que pasó?: Aún me falta un montón. Llevo un montón y me falta diría que más de la mitad, incluso me veo lejos de la mitad. Yo que creía que podía escribir eso en una semana, me llega a tomar tres meses y no me sorprendería
5) Quiero hacer alguna especie de actividad en la galería, el problema es que no sé bien cómo lo haría, pero sería divertido :3 Verán, siempre me ha encantado preguntarle a la gente cómo se imaginaría a mis personajes (físicamente más que todo) si no los describiera. Una vez se lo apliqué a Tipity Trouble (la de A Very True Dream, quien lo recuerde) cuando aún no le había dado mi descripción de cada uno, así que lo hizo sin tener idea de cómo eran. No se imaginan que prácticamente adivinó A TODOS CON DETALLES! Por eso ella se ha convertido en mi principal ayudante en lo que se trata de descripciones físicas si no se me ocurre cómo explicarlopara que vean cómo fue, cuando le pregunté por Cristian, un personaje al que ni siquiera le he empezado bien su historia mas lo haré en algún momento así que sí la tengo planeada, adivinó UNA CICATRIZ con ubicación y todo que JAMÁS le he mencionado a nadie y que ni he escrito cómo se la hizo, cuándo ni absolutamente NADA. También adivinó una pareja (no Marc y Paula ni Diana y Johnny) sin que yo le preguntara, simplemente estaba mencionando a varios y dijo "tal y tal son/serán novios" y yo WHATS!?
El punto al que quiero llegar es que me gustaría hacer algo así, no me importa si hay muy poca gente, me dan ganas de preguntar cómo serían según su imaginación si no hubiese descripciones o incluso, como es el caso de Sara (otra de mis ayudantes, lectora y principal amiga que me convenció de subir la novela), que aunque sabe cómo son mis personajes porque hasta mis dibujos le regalo, se los imagina distintos, sobre todo a Marc y a Leoy por eso es que le regalo dibujos tipo "versus entre los míos y los suyos". Sería divertido, pero no sé cómo lo publicaría en la galería
6) Otra cosita que me gustaría hacer en la galería¿se nota que estoy de vacaciones? es publicar mis dibujos. Sí, justamente los estoy mencionando arriba, pero no serían esos, no, esos versus son especiales , sino los que hago por referencias (que más bien son bocetos que no coloreo y que no me preocupo tanto por hacerlos del todo bien) o los de escenas en específico (como uno que hice al empezar MDUVM de la parte en la que se toma la foto del expediente). No es que dibuje tan espectacularmente, pero los considero lindos, lo suficiente para ser expuestos :3 El problemita es que probablemente tendría que escanearlos (por foto se deforman un poco) y mi escáner ha estado un poco loco, aunque en serio quiero hacerlo, aunque sea los que hice para guiarme con los personajes nuevos sí, cada vez que creo un personaje que participará bastante, es muy probable que necesite dibujarlo de ¿Qué fue lo que pasó? que los subiría cuando publique ese capítulo.
Así que, ¿les gustaría que hiciera esas dos cosas?
7) No me imagino qué se me irá a ocurrir después si apenas llevo dos semanas de vacaciones
1) He modificado la descripción de afuera (saben, la que sale bajo el título antes de meterse). No la gran cosa, puse la frase de la firma.
2) También modifiqué la ficha. Ahora está con un diseño hecho por mí, es el mismo de MDUVM pero con otros colores, quedó linda
3) Ayer comencé a pasar el próximo capítulo a Word, así que en los próximos días estará aquí.
4) Acerca de ¿Qué fue lo que pasó?: Aún me falta un montón. Llevo un montón y me falta diría que más de la mitad, incluso me veo lejos de la mitad. Yo que creía que podía escribir eso en una semana, me llega a tomar tres meses y no me sorprendería
5) Quiero hacer alguna especie de actividad en la galería, el problema es que no sé bien cómo lo haría, pero sería divertido :3 Verán, siempre me ha encantado preguntarle a la gente cómo se imaginaría a mis personajes (físicamente más que todo) si no los describiera. Una vez se lo apliqué a Tipity Trouble (la de A Very True Dream, quien lo recuerde) cuando aún no le había dado mi descripción de cada uno, así que lo hizo sin tener idea de cómo eran. No se imaginan que prácticamente adivinó A TODOS CON DETALLES! Por eso ella se ha convertido en mi principal ayudante en lo que se trata de descripciones físicas si no se me ocurre cómo explicarlo
El punto al que quiero llegar es que me gustaría hacer algo así, no me importa si hay muy poca gente, me dan ganas de preguntar cómo serían según su imaginación si no hubiese descripciones o incluso, como es el caso de Sara (otra de mis ayudantes, lectora y principal amiga que me convenció de subir la novela), que aunque sabe cómo son mis personajes porque hasta mis dibujos le regalo, se los imagina distintos, sobre todo a Marc y a Leo
6) Otra cosita que me gustaría hacer en la galería
Así que, ¿les gustaría que hiciera esas dos cosas?
7) No me imagino qué se me irá a ocurrir después si apenas llevo dos semanas de vacaciones
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Sé que hace exactamente tres semanas dije que el próximo capítulo estaría pronto, ¡HE TARDADO DEMASIADO, LO SIENTO! El mismo hecho de que esté de vacaciones hace que me distraiga más de lo normal y termine haciendo de todo excepto pasar los capítulos de los cuadernos a Word y en narración Pero ahora sí que está listo! Es uno bastante divertido, o por lo menos me fue entretenido tanto escribirlo como cambiarle el formato
sí, justamente hoy también se cumple un mes desde que subí el último capítulo. No sé qué rayos me está pasando
Capítulo #35: “Incómodamente Halagador” (Primera parte).
Pasan tres días más de descanso, los últimos, porque el lunes estarían de vuelta en la comisaría listos para resolver un caso más, o los que sean que les tengan acumulados.
—¿Totalmente recuperados del incendio? —Matías es el primero en participar en la reincorporación.
—¡Totalmente! Aunque creo que no de la madrugada —Marc bosteza.
—Levantarse temprano es lo que cuesta más después de un descanso. Pregúntale a Alex, que el regreso fuera el día de su cumpleaños no le cayó muy bien.
—A mí no me cae bien que el día del regreso sea el día de la prueba sorpresa del entrenamiento.
—Oh, la típica “prueba sorpresa” luego de un descanso de una semana del entrenamiento —el de cejas largas recuerda—, y digo “sorpresa” porque todos se enteran antes. ¿De qué es la prueba?
—Puntería, cómo disparar, cuándo disparar y cuándo no, cosas así que tienen que ver.
—Según todos, es fácil. Para mí, no tanto, pero sí es fácil.
—Es fácil —Marc reafirma—. ¿Y Alex? Siempre que se desaparece así, vuelve con un caso.
—Está con la dos, no creo que vuelva con un caso.
—¿No crees que se está haciendo hora de ir al entrenamiento? Llegar tarde te quita algunos puntos.
—¡Ya me voy! —Leo exclama apurado luego de haber revisado la hora.
—Esa fue la prueba más fácil de todo el entrenamiento.
—No, la más fácil fue la de resistencia.
—Para ti que no te cansas —el castaño claro y Matías discuten-
—Y para ti que tienes puntería perfecta —seguirían, pero Alex entra a la oficina—. Déjame adivinar. ¿Tenemos un caso?
—No, ni siquiera pensaba decir algo.
—Oh…
Menos mal que Marc le avisó a su hermano de la hora, porque unos segundos más y habría llegado al salón del entrenamiento cuando la clase ya había comenzado.
—¿Ya llegaron todos? —el entrenador pregunta cuando el último en incorporarse tomó asiento.
—¿No tiene una lista para pasarla? —Phillips cuestiona.
—Es que quiero empezar lo más rápido posible.
—¿Y no cree que sería más rápido pasar la lista que estar contando para ver si estamos completos?
—No, porque ya los conté y están completos. ¿Qué hicieron durante su semana libre de entrenamiento? Espero que hayan practicado lo que les enseñe durante estas últimas semanas, porque lo que estoy por anunciarles puede sorprenderlos. La prueba de eso es hoy.
Reynolds se queda viendo a cada uno de sus aprendices, notando que ninguno muestra señales de sorpresa.
—¿Tienen reacción tardía o no les sorprende?
—¿No ha oído algo sobre “la típica prueba sorpresa luego de una semana de descanso”? Todos lo sabemos —Percy admite, dejando al instructor silenciado un par de segundos.
—Entonces no creo que les parezca difícil la prueba de hoy porque se supone que practicaron. La primera parte es de puntería… —procede a explicar las fases de la evaluación.
Pocos minutos después, en la comisaría, una novedad se estaría dando cuando algunos roles son intercambiados.
—Para celebrar el cumpleaños de nuestro compañero, ¿qué mejor que robarle su frase principal? —introduce Matías—. Antes de que me pregunten cuál es, “tenemos un caso”.
—Gracias por el robo.
—Entiende que este robo tiene sus beneficios.
—¿Un robo con beneficios al robado? Vaya, quiero saber.
—Te ahorré un trabajo, por lo que estarás menos cansado para poder seguir el caso con eficiencia…
—Espera, ¿lo del caso va en serio? —Alex creía que todo se trataba de una broma.
—No te robaría la frase sólo por diversión.
—¿Y ese milagro? A ti nunca te cuentan los casos.
—Me vieron primero, por eso.
—Cuéntanos el caso.
—Brandon Potts, treinta años. Lo encontraron muerto en la parte trasera de un club de table dance…
Después del estreno de Matías como el informador, el grupo se dirige a la escena del crimen a dar inicio con la investigación del homicidio.
—¿Ya tienen la causa de muerte?
—Lo golpearon varias veces con un objeto que no he podido identificar aún. Sea lo que sea, su superficie no es regular —el forense asegura.
—¿Puede ser una piedra?
—No lo creo, no se cortó con casi ningún golpe, sólo el de la cabeza que fue el que lo mató.
—¿No hay rastros de nada?
—No. En el laboratorio haré las pruebas de ADN, es muy probable que encuentre varios perfiles. Estaba aquí por la despedida de soltero de un amigo suyo.
—Ese es el primero al que debemos interrogar —Marc dictamina—. ¿Está aquí?
—No, está en la comisaría.
—¿Quién lo llevó allá?
—¿Quién lo llevó? —Héctor casi ríe—. Él mismo decidió ir para allá.
—Ok, eso es raro. ¿Por qué?
—Para hacer su declaración de una vez y que no sospecharan de él.
—Y eso suele decir “culpable” —Marc ya se ve arrestando al tipo.
En la sala de los novatos, una entrega de notas se lleva a cabo.
—Los felicito, casi todos sacaron puntuaciones casi perfectas —el entrenador adelanta.
—¿Y no hubo perfectas? Por lo de “casi todos” —Percy comenta como de costumbre.
—No. El “casi” es por los regulares, pero sí hay varios con un punto menos que el perfecto, tres o cuatro.
—¿Y no hay reprobados?
—Sólo regulares. Comenzaré por las más altas —toma un conjunto de papeles que estaban sobre el escritorio—. Con las puntuaciones casi, casi perfectas tenemos a la única mujer de aquí —Daisy se levanta y celebra al buscar sus resultados—, al hermano de alguien que logró la perfecta —señala a Leo con la hoja.
—¡Qué sorpresa, el dúo estrella! —sobreactúa Percy.
—¿Quieren adivinar quién es el otro?
—¿Uno solo nada más?
—Sí, uno solo. Son tres los que sacaron casi, casi perfectas.
—No, ni idea quién es el otro —Percy ve a todos, intentando descifrarlo.
—El otro es alguien que siempre habla y hace comentarios en medio de la lección. ¿Quién puede ser? —habla directamente a él.
—¡No lo sé! —se desconcierta más.
—Oh, vaya. Pensé que adivinarías —levanta la vista al resto de la clase—. ¿Ustedes saben quién es? —y como si hubiese sido ensayado, todos voltean a ver a Phillips.
—¿Por qué me miran? ¡¿Creen que soy yo?!
—Es que el otro eres tú. ¿Te sorprende?
—Yo no hablo en medio de la lección —alega en voz baja.
—¡No! —Reynolds usa sarcasmo—. No, no, sólo comentas mientras explico.
—¡Exactamente!
—Los tres ya pueden irse.
El trío con las mejores calificaciones en la prueba se marchan de la clase y regresan a la comisaría con sus respectivos grupos, o a sus oficinas.
—Nunca hay alguien cuando volvemos —Daisy se queja. Ya casi es rutina para ellos encontrarse con las oficinas vacías de ambas unidades.
—Más vale que podamos participar en los casos.
—¿Qué hacemos mientras?
—Ni idea. ¿Qué tal el fin de semana?
—Nada. ¿Supiste lo de Daniela?
—¿Qué de Daniela?
—Qué raro que no lo sepas. A Daniela la pidieron en el Mercy y hoy es su primer día allá.
—¡¿Qué?! ¡¿Cuándo fue eso?!
—El viernes, por eso me extraña que no supieras.
—Voy a llamarla a ver qué dice. Espera aquí —Leo se aleja para realizar la llamada.
—¿Hola?
—¡Hola, Daniela! No te asustes, no tengo nada, estoy bien —avisa antes de que creyera que se trataba de un próximo paro.
—Gracias por avisarme, pero… Entonces, ¿por qué llamas?
—Porque creo que hay algo que deberías decirme.
—¿Algo que debería decirte?
—Tú lo sabes perfectamente. ¿Dónde estás ahora?
—Conociendo el Mercy porque no sé cómo es.
—Has ido ahí antes, no lo puedes estar conociendo.
—Conociendo mejor, entonces.
—Y para qué es el punto al que quiero llegar.
—Porque ahora trabajo aquí —sigue tranquila, sin sospechar alguna intención de su amigo.
—¡Exacto! Eso no me lo habías dicho, Daisy me contó.
—¡No te dije porque no había podido!
—Claro, y los celulares no tuvieron señal el fin de semana.
—No te molestes, a mí me gusta dar ese tipo de noticias en persona y no pude ir a tu casa.
—¿Y qué habría pasado si me daba algo?
—Me habrían llamado y les diría. No te molestes.
—No te preocupes, no estoy molesto, sólo bromeo. Entonces, ¿ahora trabajas en el Mercy? —echa a un lado la actitud un tanto alterada,
—Hoy es mi primer día aquí. Estoy porque…
—Hey, hey —interrumpe—. Si te gusta dar ese tipo de noticias en persona, puedes hacerlo así.
—¿Sí? ¿Cuándo y dónde?
—Cuando salgamos del trabajo, quizás.
—Veré si hoy salgo temprano, después te aviso.
—Igual yo, creo que tengo un caso y no sé si tendré que ir a alguna parte en la noche. Después acordamos eso, no creo que hablar por celular te dé una buena imagen el primer día de trabajo y no quiero tener la culpa de tu mala imagen, así que mejor colgamos.
—Por suerte, me llamaste estando sola. Nadie me vio.
—Bueno, antes de que alguien te vea, ¡chao!
—¡Nos vemos luego!
—Quizás.
—Quizás. ¡Chao! —cuelgan.
—Lo que acabo de oír me sorprendió —Cristian aparece a sus espaldas.
—¡Cristian! —exclama, sorprendido—. ¿Tienes complejo de Droopy o es que siempre me estás espiando? —pregunta por las veces en las que se dio una situación similar.
—No… Te iba a decir algo, pero como te vi hablando, no te iba a interrumpir y esperé atrás.
—Y así fue como Cristian Bouchard espió mi llamada —entona la voz como si leyera la última línea de un cuento infantil.
—¡No te espié! Sólo oí un poco —Leo estaba a punto de agregar más—. ¡No a propósito! Algo que debes entender es que cuando uno está cerca de alguien hablando, suele oír un poco.
—Eso lo sé perfectamente —se enseria momentáneamente—. ¿Qué me ibas a decir?
—Que tu grupo ya volvió.
—Ok, gracias —antes de averiguar si al fin participaría en la resolución del caso, revisa el lugar donde se encontraba antes sólo para dar con que Daisy ya se ha reincorporado al trabajo.
—¿Ya terminaste la prueba? —Matías está algo sorprendido por verlo tan rápido de vuelta.
—Hace rato. Más bien, yo los estaba esperando a ustedes.
—No recordaba esa prueba tan corta.
—Te pareció larga porque no te gustó, pero era corta. ¿Qué tal? —Marc desea conocer el rendimiento de su hermano.
—Casi, casi perfecta.
—¿Qué fallaste?
—Algo de primeros auxilios.
—Todo el mundo falla ahí —no le da mucha importancia.
—Tú no, tú sacaste perfecta.
—Oh, cierto —se ilumina por unos segundos—. ¿Te contamos el caso? Puedes participar.
—¡Bien! —festeja, ya no más sentarse en la oficina a esperar y perder el tiempo—. ¿De qué trata?
—¿Cómo decirlo sin que te incomodes al instante? —Marc dice a propósito.
—¡No así!
—Hombre de treinta años, asesinado a golpes con un objeto no identificado. Estaba en la despedida de soltero de un amigo suyo quien está aquí para aclarar cualquier cosa y que no sospechemos de él.
—Trato de encontrar la parte incómoda y creo que sé qué es —Leonardo procesa la información. “Despedida de soltero” no le suena bien.
—La despedida de soltero fue en un club de table dance y lo encontraron en la parte trasera —justo como lo creía.
—Lo que quiere decir que tendremos que ir allá —no muy animado. Eso va a ser un desastre.
—Exacto. Eso será después, ahora hay que interrogar.
Alex se encarga del amigo que sospechosamente ha ido a la comisaría por su propia cuenta por razones aun más dudosas. ¿No era más sencillo ser interrogado en el mismo lugar del asesinato?
—La despedida de soltero era mía. Brandon fue el que nos recomendó el lugar para hacerla.
—¿Sabe de alguien que tuviera razones para matarlo?
—Era un hombre adinerado, cualquier persona que tuviera necesidad de dinero pienso que lo haría.
—¿Notó algo raro anoche?
—¡¿Qué me iba a estar fijando?! En una despedida de soltero, eso es lo menos de lo que te preocupas.
—¿Puede darnos una lista de los invitados? —le pasa un bolígrafo y papel. El hombre escribe sin problemas unos cinco nombres.
Cada uno de esos amigos es investigado, ninguno con antecedentes penales, nadie levanta sospechas. En todo caso, deciden ir al club primero.
—¿No deberíamos interrogar a los invitados primero? —Leo no está muy a gusto con la decisión. Lo que fuera por no ir a ese lugar.
—Primero les preguntaremos a las bailarinas que estuvieron en la fiesta si vieron algo, luego a los invitados que mencionen.
—Para descartar… —entiende el punto, no queriendo decir que esté del todo de acuerdo.
Hay mucha gente adentro del club. Hombres viendo los bailes, uno que otro privado para su único disfrute, otros bebiendo como si fuese gratis. Una gran cantidad de bailarinas con su respectiva ropa provocativa. Luces de colores iluminando muy poco, el ambiente es ligeramente opaco. La música es tan alta que para ser escuchado hace falta gritar. Un disturbio de lugar.
—No pensé que fuera un lugar tan grande —el más joven de los cuatro ve hacia los lados, incómodo. Espera una respuesta, se extraña al no obtenerla. Al voltear y revisar bien cada dirección, se alarma al estar aislado—. Oh, no. ¡Me perdí!
La inmensidad del sitio y la multitud presente lo separa cada vez más de su grupo. Trata de buscarlos, pero no logra ubicarlos entre tantos individuos. Podrían estar en cualquier parte. No los consigue, por lo que se incomoda aun más.
—¿Estaba aquí anoche en la despedida de soltero? —Leo no es el único que está solo, Marc también se ha separado del equipo aunque a él no parece importarle, pues es sólo una estrategia para acelerar el asunto.
—La mayoría de las que estamos aquí.
—¿Recuerda a los que asistieron?
—Recuerdo a algunos.
—¿Entre ellos está este hombre? —muestra una foto de la víctima.
—Él nos contrató. ¿Por qué me lo preguntas?
—Fue asesinado después de la fiesta.
—Si quiere saber de él, hable con ella —señala a una chica aferrada a un tubo—, la que está terminando su baile. Era su cliente frecuente.
Por otro lado, Matías, también aislado, intenta conseguir algo de información. Con todos sus compañeros por separado, a Leo se le haría difícil hallar a alguno.
—¿Vio algo raro anoche?
—No. Yo estaba de bartender, no vi mucho. Te diría quiénes atendieron a muchos, pero no las he visto.
A buscar a otra parte.
Cerca del bar hay varias bailarinas descansando con un trago en manos. Una de ellas está a cargo de la barra, preparando las bebidas.
—¿Qué más hacen las novatas de aquí en el bar? —la única que no reposa en la barra semicircular pregunta a sus compañeras.
—Tú vas bien, se nota que tienes experiencia. Sólo te falta ser tú la que ofrezca la bebida y no esperar a que te la encarguen.
—Eso es fácil, sólo tengo que esperar a que alguien se acerque.
—Creo que ese chico de ahí viene para acá —una bailarina en un pequeño vestido amarillo sin mangas y un pantalón de malla bastante agujereado divisa a un joven en específico entre el gentío.
—No sé, lo veo más bien perdido, buscando a alguien —la castaña de la barra opina.
—Si tú no vas, entonces iré yo —se levanta esa rubia obviamente teñida.
—Como digas, yo pienso que busca a alguien, no beber.
Decidida, camina hacia aquel muchacho desorientado.
—¿Se te ofrece algo? —entona pícaramente. A diferencia de lo habitual, él voltea y se aleja a la vez que responde. Una lástima, su atractivo es bastante notable.
—No, no bebo… Gracias.
Decepcionada y muy extrañada, regresa a la barra con una expresión totalmente delatadora de todos sus pensamientos actuales.
—¡Un chico que no bebe!
—Te dije que no buscaba una bebida. De paso, se ve como de dieci-algo, menor de edad.
—¿Crees que la gente respeta eso?
—Tuve una compañera que se metió en problemas por eso.
—Ahora me entró curiosidad —volviendo a hacer equilibrio en sus tacones altos, se dirige a la ubicación del no bebedor de ojos celestes atrayentes—. ¡Hey!... ¡Hey, tú! —nadie le contesta—. ¡El de camisa marrón clara!
Él, frunciendo el ceño en confusión porque casi aseguraba que se había puesto una camisa de ese color en la mañana, baja la vista para confirmar que la prenda era de ese tono.
—¡¿Quién me está llamando?! —ahora está más perdido que antes.
—Aquí —se acerca más, no lo suficiente. Con su dedo índice hace una seña de manera provocativa para que él sea quien termine de aproximarse.
—Ya te dije que no bebo.
—Lo sé, pero soy curiosa y quiero saber por qué.
—No quiero y no puedo —apenas mantiene contacto visual con ella.
—Vaya —abre bien los ojos—, qué raro. ¿Acaso eres menor o qué?
—Para beber, de hecho sí. Tengo veinte.
—Oh, no es que te viera mayor, más bien pensé que tenías dieci-tantos, pero… Los que vienen aquí no respetan las reglas.
—Digamos que no vine voluntariamente.
—Entiendo, te obligaron —observa en silencio ese azul que vería por horas sin cansarse, molestándose al darse cuenta de que no la contemplaba—. ¿No miras a la gente cuando hablas?
—Sí, lo siento —la ve costosamente. Sus ojos jamás desearían posarse en algo así—. Busco a mi grupo.
—Te dejaré buscarlo, adiós —se despide sin dejar aparte el tono pícaro. El castaño, muy incómodo, va a otra parte.
—Vaya, eres experta en clientes. Lo adivinaste todo —admite la del lápiz labial rojo intenso.
—Te lo dije. Tú nunca preguntas, ¿te gustó?
—Me gustan jóvenes, con poca experiencia. Lo dejé para después —muerde su labio inferior.
De todos, el que está teniendo más suerte es Marc. Toda aquella a la que interroga le da algo útil. Es el turno de la que recientemente bailaba en ese tubo sobre una mesa.
—¿Este hombre era cliente frecuente suyo? —saca la foto del fallecido.
—Y de los que mejor pagaba. Qué pena que lo hayan matado —no habla con mucha emoción, aunque quizás se deba al cansancio, pues lo primero que hizo fue apartar su cabello y sacudir su boa de plumas en un intento por echarse aire.
—Como cliente frecuente, me imagino que lo conocía un poco. ¿Lo notó un poco extraño ayer? Confundido, enojado…
—No, estaba como cualquier otro día, pero si quiere saber de él, hable con la californiana. Ella fue la estrella del show ayer y quizás sabe más que yo.
—¿Quién es la californiana?
—Una chica nueva. Es la que está en la barra hoy. Ella debe saber más que cualquiera sobre los clientes de ayer.
—Ok, gracias.
¿Podía irle mejor? Sin dudarlo, va al semicírculo del medio en busca de la novata.
—¿Quién es la californiana aquí?
—¡Yo! ¿Qué desea? —da un paso adelante, examinando al presunto cliente nuevo. De haber estado la de amarillo, de seguro habría jurado que estaban de suerte ese día, porque otro hombre atractivo se encontraba frente a sus ojos, aunque también estaría sorprendida por la placa que sacaba—. ¡Policía! ¿Es por lo de la despedida de soltero?
—¿Ya sabe lo del asesinato?
—Me lo acaban de contar. ¿Por qué vino a mí si soy nueva?
—Alguien me dijo que fuiste la estrella ayer.
—Seré nueva, pero fui la del baile principal. Ese hombre sabía que yo tenía experiencia.
—¿Qué me puede decir de él?
—Me buscó en mi primer día aquí para contratarme para la despedida de soltero. No sé mucho.
—¿Y no vio algo raro ayer?
—No, pero si con eso incluyes que si había alguien de mal humor, hay una compañera que nunca me ha hablado con el buen humor con el que trata a las demás, no sé por qué, nunca le he hecho nada. ¿Sirve?
—¿Quién es esa compañera?
—Ni siquiera sé su nombre. Es la que está bailando ahí —señala con un gesto. Marc voltea y apunta también.
—¿Ella? —extrañado al dar con una bailarina de cabello largo y boa de plumas.
—Es ella. No sé qué es lo que tiene en mi contra.
—Creo que nos servirá.
En serio, ¿no podía tener más suerte y resolver el caso de una vez? Porque eso parece que va a hacer.
Capítulo #35: “Incómodamente Halagador” (Primera parte).
Pasan tres días más de descanso, los últimos, porque el lunes estarían de vuelta en la comisaría listos para resolver un caso más, o los que sean que les tengan acumulados.
—¿Totalmente recuperados del incendio? —Matías es el primero en participar en la reincorporación.
—¡Totalmente! Aunque creo que no de la madrugada —Marc bosteza.
—Levantarse temprano es lo que cuesta más después de un descanso. Pregúntale a Alex, que el regreso fuera el día de su cumpleaños no le cayó muy bien.
—A mí no me cae bien que el día del regreso sea el día de la prueba sorpresa del entrenamiento.
—Oh, la típica “prueba sorpresa” luego de un descanso de una semana del entrenamiento —el de cejas largas recuerda—, y digo “sorpresa” porque todos se enteran antes. ¿De qué es la prueba?
—Puntería, cómo disparar, cuándo disparar y cuándo no, cosas así que tienen que ver.
—Según todos, es fácil. Para mí, no tanto, pero sí es fácil.
—Es fácil —Marc reafirma—. ¿Y Alex? Siempre que se desaparece así, vuelve con un caso.
—Está con la dos, no creo que vuelva con un caso.
—¿No crees que se está haciendo hora de ir al entrenamiento? Llegar tarde te quita algunos puntos.
—¡Ya me voy! —Leo exclama apurado luego de haber revisado la hora.
—Esa fue la prueba más fácil de todo el entrenamiento.
—No, la más fácil fue la de resistencia.
—Para ti que no te cansas —el castaño claro y Matías discuten-
—Y para ti que tienes puntería perfecta —seguirían, pero Alex entra a la oficina—. Déjame adivinar. ¿Tenemos un caso?
—No, ni siquiera pensaba decir algo.
—Oh…
Menos mal que Marc le avisó a su hermano de la hora, porque unos segundos más y habría llegado al salón del entrenamiento cuando la clase ya había comenzado.
—¿Ya llegaron todos? —el entrenador pregunta cuando el último en incorporarse tomó asiento.
—¿No tiene una lista para pasarla? —Phillips cuestiona.
—Es que quiero empezar lo más rápido posible.
—¿Y no cree que sería más rápido pasar la lista que estar contando para ver si estamos completos?
—No, porque ya los conté y están completos. ¿Qué hicieron durante su semana libre de entrenamiento? Espero que hayan practicado lo que les enseñe durante estas últimas semanas, porque lo que estoy por anunciarles puede sorprenderlos. La prueba de eso es hoy.
Reynolds se queda viendo a cada uno de sus aprendices, notando que ninguno muestra señales de sorpresa.
—¿Tienen reacción tardía o no les sorprende?
—¿No ha oído algo sobre “la típica prueba sorpresa luego de una semana de descanso”? Todos lo sabemos —Percy admite, dejando al instructor silenciado un par de segundos.
—Entonces no creo que les parezca difícil la prueba de hoy porque se supone que practicaron. La primera parte es de puntería… —procede a explicar las fases de la evaluación.
Pocos minutos después, en la comisaría, una novedad se estaría dando cuando algunos roles son intercambiados.
—Para celebrar el cumpleaños de nuestro compañero, ¿qué mejor que robarle su frase principal? —introduce Matías—. Antes de que me pregunten cuál es, “tenemos un caso”.
—Gracias por el robo.
—Entiende que este robo tiene sus beneficios.
—¿Un robo con beneficios al robado? Vaya, quiero saber.
—Te ahorré un trabajo, por lo que estarás menos cansado para poder seguir el caso con eficiencia…
—Espera, ¿lo del caso va en serio? —Alex creía que todo se trataba de una broma.
—No te robaría la frase sólo por diversión.
—¿Y ese milagro? A ti nunca te cuentan los casos.
—Me vieron primero, por eso.
—Cuéntanos el caso.
—Brandon Potts, treinta años. Lo encontraron muerto en la parte trasera de un club de table dance…
Después del estreno de Matías como el informador, el grupo se dirige a la escena del crimen a dar inicio con la investigación del homicidio.
—¿Ya tienen la causa de muerte?
—Lo golpearon varias veces con un objeto que no he podido identificar aún. Sea lo que sea, su superficie no es regular —el forense asegura.
—¿Puede ser una piedra?
—No lo creo, no se cortó con casi ningún golpe, sólo el de la cabeza que fue el que lo mató.
—¿No hay rastros de nada?
—No. En el laboratorio haré las pruebas de ADN, es muy probable que encuentre varios perfiles. Estaba aquí por la despedida de soltero de un amigo suyo.
—Ese es el primero al que debemos interrogar —Marc dictamina—. ¿Está aquí?
—No, está en la comisaría.
—¿Quién lo llevó allá?
—¿Quién lo llevó? —Héctor casi ríe—. Él mismo decidió ir para allá.
—Ok, eso es raro. ¿Por qué?
—Para hacer su declaración de una vez y que no sospecharan de él.
—Y eso suele decir “culpable” —Marc ya se ve arrestando al tipo.
En la sala de los novatos, una entrega de notas se lleva a cabo.
—Los felicito, casi todos sacaron puntuaciones casi perfectas —el entrenador adelanta.
—¿Y no hubo perfectas? Por lo de “casi todos” —Percy comenta como de costumbre.
—No. El “casi” es por los regulares, pero sí hay varios con un punto menos que el perfecto, tres o cuatro.
—¿Y no hay reprobados?
—Sólo regulares. Comenzaré por las más altas —toma un conjunto de papeles que estaban sobre el escritorio—. Con las puntuaciones casi, casi perfectas tenemos a la única mujer de aquí —Daisy se levanta y celebra al buscar sus resultados—, al hermano de alguien que logró la perfecta —señala a Leo con la hoja.
—¡Qué sorpresa, el dúo estrella! —sobreactúa Percy.
—¿Quieren adivinar quién es el otro?
—¿Uno solo nada más?
—Sí, uno solo. Son tres los que sacaron casi, casi perfectas.
—No, ni idea quién es el otro —Percy ve a todos, intentando descifrarlo.
—El otro es alguien que siempre habla y hace comentarios en medio de la lección. ¿Quién puede ser? —habla directamente a él.
—¡No lo sé! —se desconcierta más.
—Oh, vaya. Pensé que adivinarías —levanta la vista al resto de la clase—. ¿Ustedes saben quién es? —y como si hubiese sido ensayado, todos voltean a ver a Phillips.
—¿Por qué me miran? ¡¿Creen que soy yo?!
—Es que el otro eres tú. ¿Te sorprende?
—Yo no hablo en medio de la lección —alega en voz baja.
—¡No! —Reynolds usa sarcasmo—. No, no, sólo comentas mientras explico.
—¡Exactamente!
—Los tres ya pueden irse.
El trío con las mejores calificaciones en la prueba se marchan de la clase y regresan a la comisaría con sus respectivos grupos, o a sus oficinas.
—Nunca hay alguien cuando volvemos —Daisy se queja. Ya casi es rutina para ellos encontrarse con las oficinas vacías de ambas unidades.
—Más vale que podamos participar en los casos.
—¿Qué hacemos mientras?
—Ni idea. ¿Qué tal el fin de semana?
—Nada. ¿Supiste lo de Daniela?
—¿Qué de Daniela?
—Qué raro que no lo sepas. A Daniela la pidieron en el Mercy y hoy es su primer día allá.
—¡¿Qué?! ¡¿Cuándo fue eso?!
—El viernes, por eso me extraña que no supieras.
—Voy a llamarla a ver qué dice. Espera aquí —Leo se aleja para realizar la llamada.
—¿Hola?
—¡Hola, Daniela! No te asustes, no tengo nada, estoy bien —avisa antes de que creyera que se trataba de un próximo paro.
—Gracias por avisarme, pero… Entonces, ¿por qué llamas?
—Porque creo que hay algo que deberías decirme.
—¿Algo que debería decirte?
—Tú lo sabes perfectamente. ¿Dónde estás ahora?
—Conociendo el Mercy porque no sé cómo es.
—Has ido ahí antes, no lo puedes estar conociendo.
—Conociendo mejor, entonces.
—Y para qué es el punto al que quiero llegar.
—Porque ahora trabajo aquí —sigue tranquila, sin sospechar alguna intención de su amigo.
—¡Exacto! Eso no me lo habías dicho, Daisy me contó.
—¡No te dije porque no había podido!
—Claro, y los celulares no tuvieron señal el fin de semana.
—No te molestes, a mí me gusta dar ese tipo de noticias en persona y no pude ir a tu casa.
—¿Y qué habría pasado si me daba algo?
—Me habrían llamado y les diría. No te molestes.
—No te preocupes, no estoy molesto, sólo bromeo. Entonces, ¿ahora trabajas en el Mercy? —echa a un lado la actitud un tanto alterada,
—Hoy es mi primer día aquí. Estoy porque…
—Hey, hey —interrumpe—. Si te gusta dar ese tipo de noticias en persona, puedes hacerlo así.
—¿Sí? ¿Cuándo y dónde?
—Cuando salgamos del trabajo, quizás.
—Veré si hoy salgo temprano, después te aviso.
—Igual yo, creo que tengo un caso y no sé si tendré que ir a alguna parte en la noche. Después acordamos eso, no creo que hablar por celular te dé una buena imagen el primer día de trabajo y no quiero tener la culpa de tu mala imagen, así que mejor colgamos.
—Por suerte, me llamaste estando sola. Nadie me vio.
—Bueno, antes de que alguien te vea, ¡chao!
—¡Nos vemos luego!
—Quizás.
—Quizás. ¡Chao! —cuelgan.
—Lo que acabo de oír me sorprendió —Cristian aparece a sus espaldas.
—¡Cristian! —exclama, sorprendido—. ¿Tienes complejo de Droopy o es que siempre me estás espiando? —pregunta por las veces en las que se dio una situación similar.
—No… Te iba a decir algo, pero como te vi hablando, no te iba a interrumpir y esperé atrás.
—Y así fue como Cristian Bouchard espió mi llamada —entona la voz como si leyera la última línea de un cuento infantil.
—¡No te espié! Sólo oí un poco —Leo estaba a punto de agregar más—. ¡No a propósito! Algo que debes entender es que cuando uno está cerca de alguien hablando, suele oír un poco.
—Eso lo sé perfectamente —se enseria momentáneamente—. ¿Qué me ibas a decir?
—Que tu grupo ya volvió.
—Ok, gracias —antes de averiguar si al fin participaría en la resolución del caso, revisa el lugar donde se encontraba antes sólo para dar con que Daisy ya se ha reincorporado al trabajo.
—¿Ya terminaste la prueba? —Matías está algo sorprendido por verlo tan rápido de vuelta.
—Hace rato. Más bien, yo los estaba esperando a ustedes.
—No recordaba esa prueba tan corta.
—Te pareció larga porque no te gustó, pero era corta. ¿Qué tal? —Marc desea conocer el rendimiento de su hermano.
—Casi, casi perfecta.
—¿Qué fallaste?
—Algo de primeros auxilios.
—Todo el mundo falla ahí —no le da mucha importancia.
—Tú no, tú sacaste perfecta.
—Oh, cierto —se ilumina por unos segundos—. ¿Te contamos el caso? Puedes participar.
—¡Bien! —festeja, ya no más sentarse en la oficina a esperar y perder el tiempo—. ¿De qué trata?
—¿Cómo decirlo sin que te incomodes al instante? —Marc dice a propósito.
—¡No así!
—Hombre de treinta años, asesinado a golpes con un objeto no identificado. Estaba en la despedida de soltero de un amigo suyo quien está aquí para aclarar cualquier cosa y que no sospechemos de él.
—Trato de encontrar la parte incómoda y creo que sé qué es —Leonardo procesa la información. “Despedida de soltero” no le suena bien.
—La despedida de soltero fue en un club de table dance y lo encontraron en la parte trasera —justo como lo creía.
—Lo que quiere decir que tendremos que ir allá —no muy animado. Eso va a ser un desastre.
—Exacto. Eso será después, ahora hay que interrogar.
Alex se encarga del amigo que sospechosamente ha ido a la comisaría por su propia cuenta por razones aun más dudosas. ¿No era más sencillo ser interrogado en el mismo lugar del asesinato?
—La despedida de soltero era mía. Brandon fue el que nos recomendó el lugar para hacerla.
—¿Sabe de alguien que tuviera razones para matarlo?
—Era un hombre adinerado, cualquier persona que tuviera necesidad de dinero pienso que lo haría.
—¿Notó algo raro anoche?
—¡¿Qué me iba a estar fijando?! En una despedida de soltero, eso es lo menos de lo que te preocupas.
—¿Puede darnos una lista de los invitados? —le pasa un bolígrafo y papel. El hombre escribe sin problemas unos cinco nombres.
Cada uno de esos amigos es investigado, ninguno con antecedentes penales, nadie levanta sospechas. En todo caso, deciden ir al club primero.
—¿No deberíamos interrogar a los invitados primero? —Leo no está muy a gusto con la decisión. Lo que fuera por no ir a ese lugar.
—Primero les preguntaremos a las bailarinas que estuvieron en la fiesta si vieron algo, luego a los invitados que mencionen.
—Para descartar… —entiende el punto, no queriendo decir que esté del todo de acuerdo.
Hay mucha gente adentro del club. Hombres viendo los bailes, uno que otro privado para su único disfrute, otros bebiendo como si fuese gratis. Una gran cantidad de bailarinas con su respectiva ropa provocativa. Luces de colores iluminando muy poco, el ambiente es ligeramente opaco. La música es tan alta que para ser escuchado hace falta gritar. Un disturbio de lugar.
—No pensé que fuera un lugar tan grande —el más joven de los cuatro ve hacia los lados, incómodo. Espera una respuesta, se extraña al no obtenerla. Al voltear y revisar bien cada dirección, se alarma al estar aislado—. Oh, no. ¡Me perdí!
La inmensidad del sitio y la multitud presente lo separa cada vez más de su grupo. Trata de buscarlos, pero no logra ubicarlos entre tantos individuos. Podrían estar en cualquier parte. No los consigue, por lo que se incomoda aun más.
—¿Estaba aquí anoche en la despedida de soltero? —Leo no es el único que está solo, Marc también se ha separado del equipo aunque a él no parece importarle, pues es sólo una estrategia para acelerar el asunto.
—La mayoría de las que estamos aquí.
—¿Recuerda a los que asistieron?
—Recuerdo a algunos.
—¿Entre ellos está este hombre? —muestra una foto de la víctima.
—Él nos contrató. ¿Por qué me lo preguntas?
—Fue asesinado después de la fiesta.
—Si quiere saber de él, hable con ella —señala a una chica aferrada a un tubo—, la que está terminando su baile. Era su cliente frecuente.
Por otro lado, Matías, también aislado, intenta conseguir algo de información. Con todos sus compañeros por separado, a Leo se le haría difícil hallar a alguno.
—¿Vio algo raro anoche?
—No. Yo estaba de bartender, no vi mucho. Te diría quiénes atendieron a muchos, pero no las he visto.
A buscar a otra parte.
Cerca del bar hay varias bailarinas descansando con un trago en manos. Una de ellas está a cargo de la barra, preparando las bebidas.
—¿Qué más hacen las novatas de aquí en el bar? —la única que no reposa en la barra semicircular pregunta a sus compañeras.
—Tú vas bien, se nota que tienes experiencia. Sólo te falta ser tú la que ofrezca la bebida y no esperar a que te la encarguen.
—Eso es fácil, sólo tengo que esperar a que alguien se acerque.
—Creo que ese chico de ahí viene para acá —una bailarina en un pequeño vestido amarillo sin mangas y un pantalón de malla bastante agujereado divisa a un joven en específico entre el gentío.
—No sé, lo veo más bien perdido, buscando a alguien —la castaña de la barra opina.
—Si tú no vas, entonces iré yo —se levanta esa rubia obviamente teñida.
—Como digas, yo pienso que busca a alguien, no beber.
Decidida, camina hacia aquel muchacho desorientado.
—¿Se te ofrece algo? —entona pícaramente. A diferencia de lo habitual, él voltea y se aleja a la vez que responde. Una lástima, su atractivo es bastante notable.
—No, no bebo… Gracias.
Decepcionada y muy extrañada, regresa a la barra con una expresión totalmente delatadora de todos sus pensamientos actuales.
—¡Un chico que no bebe!
—Te dije que no buscaba una bebida. De paso, se ve como de dieci-algo, menor de edad.
—¿Crees que la gente respeta eso?
—Tuve una compañera que se metió en problemas por eso.
—Ahora me entró curiosidad —volviendo a hacer equilibrio en sus tacones altos, se dirige a la ubicación del no bebedor de ojos celestes atrayentes—. ¡Hey!... ¡Hey, tú! —nadie le contesta—. ¡El de camisa marrón clara!
Él, frunciendo el ceño en confusión porque casi aseguraba que se había puesto una camisa de ese color en la mañana, baja la vista para confirmar que la prenda era de ese tono.
—¡¿Quién me está llamando?! —ahora está más perdido que antes.
—Aquí —se acerca más, no lo suficiente. Con su dedo índice hace una seña de manera provocativa para que él sea quien termine de aproximarse.
—Ya te dije que no bebo.
—Lo sé, pero soy curiosa y quiero saber por qué.
—No quiero y no puedo —apenas mantiene contacto visual con ella.
—Vaya —abre bien los ojos—, qué raro. ¿Acaso eres menor o qué?
—Para beber, de hecho sí. Tengo veinte.
—Oh, no es que te viera mayor, más bien pensé que tenías dieci-tantos, pero… Los que vienen aquí no respetan las reglas.
—Digamos que no vine voluntariamente.
—Entiendo, te obligaron —observa en silencio ese azul que vería por horas sin cansarse, molestándose al darse cuenta de que no la contemplaba—. ¿No miras a la gente cuando hablas?
—Sí, lo siento —la ve costosamente. Sus ojos jamás desearían posarse en algo así—. Busco a mi grupo.
—Te dejaré buscarlo, adiós —se despide sin dejar aparte el tono pícaro. El castaño, muy incómodo, va a otra parte.
—Vaya, eres experta en clientes. Lo adivinaste todo —admite la del lápiz labial rojo intenso.
—Te lo dije. Tú nunca preguntas, ¿te gustó?
—Me gustan jóvenes, con poca experiencia. Lo dejé para después —muerde su labio inferior.
De todos, el que está teniendo más suerte es Marc. Toda aquella a la que interroga le da algo útil. Es el turno de la que recientemente bailaba en ese tubo sobre una mesa.
—¿Este hombre era cliente frecuente suyo? —saca la foto del fallecido.
—Y de los que mejor pagaba. Qué pena que lo hayan matado —no habla con mucha emoción, aunque quizás se deba al cansancio, pues lo primero que hizo fue apartar su cabello y sacudir su boa de plumas en un intento por echarse aire.
—Como cliente frecuente, me imagino que lo conocía un poco. ¿Lo notó un poco extraño ayer? Confundido, enojado…
—No, estaba como cualquier otro día, pero si quiere saber de él, hable con la californiana. Ella fue la estrella del show ayer y quizás sabe más que yo.
—¿Quién es la californiana?
—Una chica nueva. Es la que está en la barra hoy. Ella debe saber más que cualquiera sobre los clientes de ayer.
—Ok, gracias.
¿Podía irle mejor? Sin dudarlo, va al semicírculo del medio en busca de la novata.
—¿Quién es la californiana aquí?
—¡Yo! ¿Qué desea? —da un paso adelante, examinando al presunto cliente nuevo. De haber estado la de amarillo, de seguro habría jurado que estaban de suerte ese día, porque otro hombre atractivo se encontraba frente a sus ojos, aunque también estaría sorprendida por la placa que sacaba—. ¡Policía! ¿Es por lo de la despedida de soltero?
—¿Ya sabe lo del asesinato?
—Me lo acaban de contar. ¿Por qué vino a mí si soy nueva?
—Alguien me dijo que fuiste la estrella ayer.
—Seré nueva, pero fui la del baile principal. Ese hombre sabía que yo tenía experiencia.
—¿Qué me puede decir de él?
—Me buscó en mi primer día aquí para contratarme para la despedida de soltero. No sé mucho.
—¿Y no vio algo raro ayer?
—No, pero si con eso incluyes que si había alguien de mal humor, hay una compañera que nunca me ha hablado con el buen humor con el que trata a las demás, no sé por qué, nunca le he hecho nada. ¿Sirve?
—¿Quién es esa compañera?
—Ni siquiera sé su nombre. Es la que está bailando ahí —señala con un gesto. Marc voltea y apunta también.
—¿Ella? —extrañado al dar con una bailarina de cabello largo y boa de plumas.
—Es ella. No sé qué es lo que tiene en mi contra.
—Creo que nos servirá.
En serio, ¿no podía tener más suerte y resolver el caso de una vez? Porque eso parece que va a hacer.
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Capítulo #35: "Incómodamente Halagador" (Segunda parte).
Cansado de dar vueltas sin reunirse con ningún conocido y en vez de eso, ser perseguido por las empleadas de ropa pequeña, Leonardo quiere sentarse, pero no hay silla disponible. Todas están ocupadas, desde las mesas hasta los bancos de la barra. Finalmente, caminando un poco más, encuentra un asiento vacío que nadie aparenta tener intenciones de apropiarse de él. Sin trastabillar, va directo a tomar un descanso en ella, sin importar que esté de lo más rara entre dos paredes que la aíslan de todo lo demás. Una silla es una silla y debe aprovecharse.
Todo anda bien, sus piernas necesitaban de ese respiro. Quizás no del todo bien, una mujer en escote y minifalda entra al compartimiento y comienza a bailar seductoramente cerca de ellas.
—¡¿Qué haces?! —se levanta tan rápido como si su vida dependiese de ello—. ¡Estaba descansando!
—¡¿Descansando?! ¡Creo que la pregunta es “¿qué haces tú?”!
—¿Esta no es una silla normal y corriente?
—La silla sí, el lugar en el que está, no. Este es el lugar de los bailes privados, estaba haciendo mi trabajo —explica notablemente molesta.
—Buen trabajo, pero no para mí. Yo no sabía eso y supongo que todo es mi culpa… —espera alguna respuesta, se incomoda más al sentir los grandes ojos de la morena clavados en él a pesar de mirar hacia un punto al fondo del establecimiento—. Olvidemos esto y hagamos como si no hubiese pasado, ¿de acuerdo? Yo me voy de aquí —sale con velocidad, casi corriendo.
—Okay… —ella de chiste captó lo que acaba de pasar.
Del lado contrario, la salida es el punto de reencuentro del grupo. El trío de detectives discute cada uno sus hallazgos, si es que todos pueden presumir de lo mismo.
—¿Conseguiste algo que nos sirva?
—No hay cámaras de seguridad cerca de la parte trasera —Alex es el primero en desalentar.
—Eso no nos sirve, ¿lo sabes?
—Lo dije porque fue lo único que descubrí.
—Marc, ¿tú sí tienes algo que nos sirva?
—Quizás. Hay que investigar mejor a una bailarina.
—¡¿A una bailarina?! —Matías exclama mientras empiezan a salir.
—Sí, a una bailarina. Está molesta con una nueva, nadie sabe por qué. Puede que tenga que ver con el homicidio.
—Si está molesta con la nueva, ¿por qué no la mató a ella?
—Creo que aún no has entendido cómo son las cosas, Matías. Puede que tenga que ver porque él tiene la culpa en lo que causó el enojo, por eso lo mató a él y no a ella.
—La gente es enredada, en serio —suben al auto. Marc en el puesto del conductor, Alex de copiloto y Matías en el de atrás.
—No es enredada, es normal que hagan eso. Si sigue molesta y fue ella la que mató a Potts, puede que haga lo mismo con la nueva —arranca el auto para volver a la comisaría.
—Si tienes el nombre de la enojada, podemos investigarla.
—Sí lo tengo. ¿Ustedes no tienen información?
—No hay cámaras de seguridad donde las necesitamos, ya lo dije.
—Cada bailarina a la que interrogaba me mandaba con otra. “Lo siento, no estaba aquí”, “ni vi nada”, “era mi día libre”, “no trabajo los domingos” —mofa.
—Fui el único con suerte.
De tener otro tipo de personalidad, Leo podría considerarse un hombre con suerte. Con la real, también podría considerarse un hombre con suerte, claro, si le agrega sarcasmo a la oración. Sigue perdido en medio del desorden, sin señales de la salida.
—Vaya, sigues perdido, ¿eh? —una voz familiar lo estremece y hace fastidiar.
—Ojalá no —la del vestido amarillo le colmaría la paciencia pronto.
—Al menos no estás solo —se acerca y toca sus hombros.
—¿Qué estás haciendo? —tenso, ¿por qué no pudo darle la cara para que se diera cuenta de su desinterés? Ahora la tendría colgada a su espalda.
—Acompañándote —sus manos descienden. ¿Eso no era manoseo? Ya casi juega con los botones de su camisa—. No deberías estar tan estresado aquí.
—¡¿Qué quieres?! —trata de alejarse, le es imposible.
—No —le da la vuelta para quedar frente a frente. Vuelve a agarrar sus hombros, tomando impulso desde ellos para acercar su boca lo más posible a su oreja—. ¿Qué quieres tú?
Ese susurro insinuante lo hace echarse para atrás bastante rápido y sin cuidado, porque ha acabado en golpearse con la pared.
—¡Mi cabeza! —coloca su mano donde recibió el golpe.
—Oh, ¿te golpeaste duro?
—¡No! La pared es de algodón, gracias —sobre todo, muchas gracias.
—Lo siento —al notar que no está de ganas, se aleja, aliviando a Leo.
Aún le duele la cabeza, pero debe continuar la búsqueda de la salida. Iba a pasar de largo hasta darse cuenta de que estar cerca de la pared en realidad es una ventaja que debe aprovechar. Si la seguía, en algún momento conseguiría la puerta y su preciado escape. Camina rápido, no quiere encontrarse con una más.
—Aquí no se corre —una voz nueva mas similar lo hace frenar.
Leo ve abajo a la razón principal de que se detuviera. Una pierna extendida bloquea su camino. Piensa en brincarla, pasarle por encima, no la mantiene a gran altura, sólo que al detallarla bien, al final, en el pie, usa un tacón de un tamaño impresionante que jamás habría deseado ver tan de cerca.
—No estaba corriendo —se defiende. No puede apartar la vista de esa monstruosidad de calzado.
—Pues casi —se levanta de su asiento, momento que él casi aprovecha para huir, sólo que una boa de plumas lo acorrala—. ¿Vas a volver a correr?
—Mientras antes, mejor.
Hallar la salida era su prioridad, no le importa si sus compañeros seguían adentro, aunque lo menos que imagina es que ni ahí están, porque en un auto plateado, sus compañeros ya casi llegan a la comisaría.
—¿No sienten como si se nos estuviera olvidando algo? —Marc cuestiona, algo falta.
—No —Alex y Matías responden al unísono.
—Yo sí.
—No sé qué sea, pero lo que sí me parece raro es que Leonardo no ha dicho nada en todo el camino —Alex comenta, causando una expresión confundida en Matías.
—Eso es cierto, no ha dicho nada —Marc está de acuerdo con el más alto, Matías decide quedarse en silencio por unos segundos más.
—Se quedó aturdido, debe ser eso.
—No —su hermano niega de inmediato—. Cuando se aturde lo que hace es hablar y hablar del tema hasta cansarse para desahogarse. No es eso.
—¿Por qué dicen eso si él no vino con nosotros? —finalmente participa el del asiento trasero.
—¿Cómo que no vino con nosotros?
—Leonardo no vino con nosotros —enfatiza la negación.
—Claro que sí, ¿no te acuerdas de que reclamó porque se quería quedar en la comisaría? —Marc y Matías comienzan a discutir, Alex ríe en silencio.
—Por eso digo. Se quedó en la comisaría, no vino con nosotros.
—¡Que sí! ¡Vaya memoria la tuya!
—¡¿No me crees?! De haber venido con nosotros, estaría aquí —señala al asiento de al lado.
—¿Quieres decir que no está en el carro?
—¡Lo voy a llamar! —saca su teléfono y marca su número. Leo atiende casi de inmediato—. ¿Puedes decirme dónde estás?
—¡La pregunta es “¿dónde están ustedes?”! —grita, alterado.
—Adiós —cuelga rápido—. Bien… ¿Qué decías sobre de que se nos estaba olvidando algo? —pregunta un tanto asustado de la posible reacción de Marc.
—¿Qué estás queriendo decir con eso? —serio, ya está listo para girar el volante un poco de más en la vuelta en U.
—Olvidamos a Leonardo en el club.
—¡Sabía que olvidaba algo! Justo cuando estábamos llegando a la comisaría —por suerte, sólo se queja. De verdad creía que se enojaría.
Quien está en serio enojado es Leonardo. ¿Cómo se les ocurre?
—Me olvidaron… —masculla.
—Hey, te veo enojado.
—¡¿Me estás persiguiendo?! —otra vez la de amarillo, su paciencia no da para tanto.
—No, te consigo nada más.
—Oh, ¿es tu cliente? —la de enormes tacones aún lo mantenía a la vista.
—Eso quiero. Si tú lo quieres… —levanta las cejas con una mirada provocadora.
Leo queda en medio de ambas, incómodo.
—¿Dices que hagamos un compartido? —se acerca con intenciones de aferrarse a su cuerpo.
—Si estás de acuerdo, no hay ningún problema —la imita.
—Hace tiempo que no lo hago y tengo ganas. ¿Qué dices?
—Totalmente lo mismo —ambas aparentan negociar—. Excelente primera visita.
—¡Paren! —las aparta porque casi las tenía encima—. Creo que esto es demasiado. No vine aquí a recibir servicios, vine porque estoy haciendo una investigación policial. Sí, ¡soy policía! Pero me separé de mis compañeros y me perdí y ahora ellos me dejaron olvidado aquí y quiero salir para verlos cuando regresen y volver a la comisaría, así que por favor, ¡déjenme tranquilo!
—¿Y dónde están tus cosas de policía?
—Se me quedaron…
—Entonces no tienes nada que demuestre que sea verdad.
—Aquí tienen —recuerda tener guardado su carnet del entrenamiento en la billetera.
—Vaya, es cierto.
—¿Ahora me puedo ir?
—Te salvaste por esta vez.
—Claro —regresa al asiento de antes.
—La salida está allá —señala—. Te lo dejo claro, te salvaste sólo por esta vez —le guiña un ojo y finalmente lo deja solo.
Leonardo sale de una vez por todas del club. Fue un largo camino hacia la puerta. Pocos minutos después, ya está en el auto junto a su grupo, como debió ser desde un principio.
—Me sentí de vuelta al colegio esperando a que me fueran a buscar.
—Estábamos casi en la comisaría cuando Matías llamó.
—Y la llamada fue porque él juraba que estabas allá.
—¡Ojalá estuviese en la comisaría!
—Oh, oh. Eso suena a largo reclamo por el resto del camino de regreso y quizás parte del día —Marc teme.
—Quiero decir, ¡¿cómo pueden existir lugares así?! Más vale que si alguna vez me llegaran a hacer una despedida de soltero, no sea en un lugar parecido.
—Suenas alterado, ¿qué tanto te pasó?
—Me sentí acosado por una bailarina.
—Ok, normalmente un hombre se alegraría por tener a una bailarina detrás de él —casi se ríe.
—¡¿Estás insinuando que…?!
—No, no es eso —interrumpe.
—¡Pero es que no he terminado! Una casi me hace un baile privado porque me senté donde no era.
—¿Te sentaste en una de esas sillas que están entre paredes? —Matías está por unirse al club de los que aguantan las ganas de reír.
—¡Pensé que eran normales! Y luego otra bailarina me detuvo, llegó la acosadora y tengo la sensación de que me ofrecieron un trío.
Listo, ese fue el límite. Los tres restantes comienzan a reír ruidosamente. Menos mal que es dentro de un carro, en público habría sido una pena.
—Oh, Dios. ¡¿Qué hemos hecho?! —también mucha suerte para Marc que esa parte los agarró en un semáforo en rojo. Tuvo que forzarse a no seguir por si acaso cambiaba a verde.
—Algo terrible. No me parece divertido.
—Da risa la tragedia con la que lo dices.
—Estoy perturbado, hablaré luego.
El resto del recorrido lo pasan en casi silencio, el nivel de alteración en Leo era tan alto que ni quejarse figura en su lista de cosas por hacer.
—¿Sabe por qué eligió ese lugar? —el amigo de la víctima aún está en la comisaría. Alex aprovecha para sacarle algunos datos extra.
—Porque es completo, hay de todo. Al inicio había dicho algo de una bailarina y una semana antes, la cambió.
—¿Cambió a la del baile principal?
—Eso. Dijo que había llegado una mejor de California.
—¿Y no saben quién iba a ser antes? —quizás está en frente del motivo.
—No, aunque que yo sepa, Brandon tenía una relación con una de las bailarinas. No estoy seguro, pero si la veo, la reconozco.
—En un momento le muestro una foto —sale a buscarla.
Mientras tanto, el resto de la unidad se encuentra en el laboratorio forense.
—Los llamé porque necesito que vean algo.
—¿Qué debemos ver?
—Esto —muestra la zona del estómago de la víctima.
—¿Qué es lo que debería ver?
—Miren bien el ombligo.
—Hay como una marca adentro —el novato nota.
—¡Exacto! Voy a iluminar un poco —mueve la lámpara para mejorar la apreciación.
—Eso lo conozco, es un tacón —Leo reconoce la herida al instante.
—Quería quitarme la duda con ustedes.
—¡¿Le metió un tacón en el ombligo?! —Matías se asombra.
—Tan raro como suena.
—¡¿Para qué?! Aquí nada tiene lógica.
—Para quitarle el aire, para torturarlo un poco haciéndole pensar que le iba a clavar el tacón o simple curiosidad —el forense da opciones para escoger.
—Así que buscamos a una asesina.
—Sí. Lo más probable es que el arma homicida sea el mismo tacón.
—¿Un tacón de superficie irregular?
—Hay tacones que tienen muchos adornos, por eso es irregular. Cómo se nota que no has salido con nadie en bastante tiempo, ¿eh? —bromea.
Marc observa a Leo un poco ido, como pensativo, recordando algo. Esto llama su atención y su curiosidad le dicta que preguntar es una excelente idea.
—¿Qué estás pensando?
—¿No habías dicho que ibas a investigar a una bailarina?
—Cierto —parte a la oficina para buscar sobre aquella mujer con una boa de plumas.
No transcurren más de cinco minutos cuando su imagen ya es visible en la computadora, al igual que todos sus datos registrados.
—¿Esa es la bailarina molesta?
—Es una de las que interrogué allá y casualmente fue la que me mandó a hablar con la californiana.
—Eso suele pasar, ya me acostumbré a eso.
—Necesito su foto —Alex solicita. Sin tardar, la imprime y apenas la tiene en sus manos, va de vuelta al salón de interrogatorios—. ¿Es ella?
—La reconocería donde fuera, es ella. Me extrañó que ayer no la viera con Brandon. Un poco, pero no como lo acostumbrado.
—¿La notó enojada?
—Distante, no sé si enojada. ¿Les sirve?
—Sí, sirve.
—¿Puedo irme?
—Puede irse —le abre la puerta. Ambos abandonan el lugar. Rápido, el detective va a informar a sus colegas—. La víctima tenía una posible relación con ella y ayer estaban distanciados.
—Eso es una buena pista.
Alex suelta la foto sobre el escritorio, al alcance visual de cada uno de ellos, llamando más la atención de Leo, quien abre muy bien los ojos, sorprendido.
—No me digas que resolviste el caso —Matías comenta.
—No. Iba a decir que ella fue una de las que me ofreció el trío.
—Ah. ¿La acosadora?
—No, la otra. Apenas me habló.
—Y yo que pensé que habías resuelto el caso.
—De hecho… —pone cara de descubrimiento.
—¡Ah, no!
—¡Ah, sí! No estoy seguro, pero creo que vi los tacones.
—En un club hay muchos tacones.
—Pero no todos son extraños en su superficie.
—Genial… Deberías graduarte del entrenamiento de una vez.
—No. Vayan de nuevo al club y arresten a… —se detiene al no saber su nombre— la bailarina.
—¿“Vayan”? ¡No, no, no! —Matías le lleva la contraria—. Tú tienes tu teoría y por al que se le ocurrió, tienes que ir.
—¿Qué? ¿Es en serio?
—Es en serio. Vas a ir, es tu premio por probablemente resolver el caso.
—Perfecto mi premio.
—¡Claro! Chicos, haremos el arresto. Busquemos la orden.
—Inventaste lo de la teoría, sólo dije que vi el tacón.
—¿Y tienes una teoría?
—No, sólo vi el tacón.
—Bueno, viste el arma homicida puesta en una sospechosa. ¿No crees que eso es importante?
—Sí, pero ver a alguien con el arma no es una teoría.
—Pero viste a la dueña del arma y eso la delata.
—Pero eso no es una teoría, es un hecho.
—¡Tú entendiste lo que quise decir!
—Realmente, me enredaste.
—¡Ah! —lo saca de quicio—. ¡¿A ti hay que decirte todo tal cual y como es para que entiendas?!
—No, me enredaste pero entendí. Sólo digo que no confundas términos.
—Genial, ahora pareces profesor de Castellano.
—Sólo digo que no lo hagas para no confundir a más gente.
—Cómo digas. Ahora te diré “sólo digo/dije”.
—¡Pero sólo dije eso tres veces!
—Cuatro y contando.
—Cómo digas. Alex, ¿descubriste alguna otra cosa? —cansado de discutir, pide la información más reciente.
—La enojada creo que está así porque está celosa.
—¿Celosa? ¿Por qué?
—Porque le quitó los clientes, uno de ellos su supuesto enamorado.
—Celos, hacen lo que sea —Matías inserta un comentario en medio de la historia.
—Y como él mismo fue el que la cambió, lo mató a él.
—Lo que quiere decir que Alex resolvió el caso y me quedaré.
—No escaparás, nos vas a acompañar —regaña el mismo de antes.
—¡¿Por qué?!
—Todo el grupo debe ir.
—Perfecto —fastidiado, cede.
Sólo sería una vez más. Si ella es la asesina, sólo sería el arresto, ¿cierto?
—Oh, están de vuelta —bastante rápida la segunda visita, justo los recibe quien buscan—. ¿Ahora sí trajiste tus cosas?
—Tenemos que hacer un arresto.
—Vaya, ¿y a quién arrestarán?
—A ti —Leo le anuncia. Ella sólo queda atónita mientras es esposada.
—¡¿Qué?! ¡Yo no hice nada!
—Tus tacones de delatan.
—Quedas arrestada por el asesinato de…
—¡¿Asesinato?! ¡Yo no hice nada!
—Ah, qué lástima que sólo volvieron para arrestarla —la de labios pintados de rojo intenso suspira en la barra.
—¿Vas a seguir?
—Quizás… —se les queda viendo cuanto puede hasta que se retiran.
Unas horas después, el caso es cerrado.
—Resultó no ser tal cual como dije —Alex admite.
—Pero fue casi igual.
—Lo mató porque se enamoró de la californiana y como no hizo el baile principal, no le pagó mucho. De paso, el dinero extra por ser la principal era para poder mudarse con él. Me faltó en la historia original.
—¡Eso era imposible de saber!
—Pero igual no fue como dije.
—Qué exigente. Igual resolviste el caso.
Afuera, en el estacionamiento, Leo cuadra los últimos detalles de la visita de Daniela para que le contara cómo fue lo del traslado. Ambos lograron salir temprano del trabajo, así que no tendrían inconvenientes en verse. Está por encender su auto e irse, aunque recuerda que se le quedó algo en la oficina, por lo que se devuelve y se encuentra con Daisy en el camino.
—Pensé que te habías ido.
—No. Sólo terminamos el caso.
—Oí que no te gustó mucho.
—No me gustan ese tipo de clubes.
—Te entiendo, eres demasiado tímido como para estar ahí.
—Todas las bailarinas con las que tuve contacto se me insinuaron y era sólo conmigo porque me buscaban, no vi eso en otras personas. En serio, te lo tengo que preguntar, ¡¿qué es lo que me ven?! Me sentí acosado allá.
—¿En serio preguntas eso? —casi ríe—. Qué inocente eres. Tienes que entender que ellas buscan imagen.
—Por eso digo. ¿No buscan a alguien que parezca dominante y fuerte?
—Varias prefieren una cara bonita —guiña un ojo y se acerca.
—En este momento, no sé si es un insulto o un halago —no hace nada para evitar el obvio aproximamiento.
—¡Yo no…! ¡¿Cómo te atreves?! —aun más cerca, susurra en su oído apoyándose de sus hombros, Leo sin dar señales de incomodidad o de querer apartarse—. La mayoría de los grandotes con cara dominante dan miedo —la pelirroja se suelta, da dos palmadas en un hombro, sonríe y se va.
—Halago —concluye algo extrañado, pero sonriente.
Fin del Capítulo #35.
*Sin muchas notas alocadas al final porque no tengo tantas ideadas (?*
Creo que ya saben qué tipo de capítulo le sigue a uno particularmente divertido
¡Hasta el próximo!dudo desaparecer por un mes de nuevo, jeee... De paso que el siguiente me gusta
Cansado de dar vueltas sin reunirse con ningún conocido y en vez de eso, ser perseguido por las empleadas de ropa pequeña, Leonardo quiere sentarse, pero no hay silla disponible. Todas están ocupadas, desde las mesas hasta los bancos de la barra. Finalmente, caminando un poco más, encuentra un asiento vacío que nadie aparenta tener intenciones de apropiarse de él. Sin trastabillar, va directo a tomar un descanso en ella, sin importar que esté de lo más rara entre dos paredes que la aíslan de todo lo demás. Una silla es una silla y debe aprovecharse.
Todo anda bien, sus piernas necesitaban de ese respiro. Quizás no del todo bien, una mujer en escote y minifalda entra al compartimiento y comienza a bailar seductoramente cerca de ellas.
—¡¿Qué haces?! —se levanta tan rápido como si su vida dependiese de ello—. ¡Estaba descansando!
—¡¿Descansando?! ¡Creo que la pregunta es “¿qué haces tú?”!
—¿Esta no es una silla normal y corriente?
—La silla sí, el lugar en el que está, no. Este es el lugar de los bailes privados, estaba haciendo mi trabajo —explica notablemente molesta.
—Buen trabajo, pero no para mí. Yo no sabía eso y supongo que todo es mi culpa… —espera alguna respuesta, se incomoda más al sentir los grandes ojos de la morena clavados en él a pesar de mirar hacia un punto al fondo del establecimiento—. Olvidemos esto y hagamos como si no hubiese pasado, ¿de acuerdo? Yo me voy de aquí —sale con velocidad, casi corriendo.
—Okay… —ella de chiste captó lo que acaba de pasar.
Del lado contrario, la salida es el punto de reencuentro del grupo. El trío de detectives discute cada uno sus hallazgos, si es que todos pueden presumir de lo mismo.
—¿Conseguiste algo que nos sirva?
—No hay cámaras de seguridad cerca de la parte trasera —Alex es el primero en desalentar.
—Eso no nos sirve, ¿lo sabes?
—Lo dije porque fue lo único que descubrí.
—Marc, ¿tú sí tienes algo que nos sirva?
—Quizás. Hay que investigar mejor a una bailarina.
—¡¿A una bailarina?! —Matías exclama mientras empiezan a salir.
—Sí, a una bailarina. Está molesta con una nueva, nadie sabe por qué. Puede que tenga que ver con el homicidio.
—Si está molesta con la nueva, ¿por qué no la mató a ella?
—Creo que aún no has entendido cómo son las cosas, Matías. Puede que tenga que ver porque él tiene la culpa en lo que causó el enojo, por eso lo mató a él y no a ella.
—La gente es enredada, en serio —suben al auto. Marc en el puesto del conductor, Alex de copiloto y Matías en el de atrás.
—No es enredada, es normal que hagan eso. Si sigue molesta y fue ella la que mató a Potts, puede que haga lo mismo con la nueva —arranca el auto para volver a la comisaría.
—Si tienes el nombre de la enojada, podemos investigarla.
—Sí lo tengo. ¿Ustedes no tienen información?
—No hay cámaras de seguridad donde las necesitamos, ya lo dije.
—Cada bailarina a la que interrogaba me mandaba con otra. “Lo siento, no estaba aquí”, “ni vi nada”, “era mi día libre”, “no trabajo los domingos” —mofa.
—Fui el único con suerte.
De tener otro tipo de personalidad, Leo podría considerarse un hombre con suerte. Con la real, también podría considerarse un hombre con suerte, claro, si le agrega sarcasmo a la oración. Sigue perdido en medio del desorden, sin señales de la salida.
—Vaya, sigues perdido, ¿eh? —una voz familiar lo estremece y hace fastidiar.
—Ojalá no —la del vestido amarillo le colmaría la paciencia pronto.
—Al menos no estás solo —se acerca y toca sus hombros.
—¿Qué estás haciendo? —tenso, ¿por qué no pudo darle la cara para que se diera cuenta de su desinterés? Ahora la tendría colgada a su espalda.
—Acompañándote —sus manos descienden. ¿Eso no era manoseo? Ya casi juega con los botones de su camisa—. No deberías estar tan estresado aquí.
—¡¿Qué quieres?! —trata de alejarse, le es imposible.
—No —le da la vuelta para quedar frente a frente. Vuelve a agarrar sus hombros, tomando impulso desde ellos para acercar su boca lo más posible a su oreja—. ¿Qué quieres tú?
Ese susurro insinuante lo hace echarse para atrás bastante rápido y sin cuidado, porque ha acabado en golpearse con la pared.
—¡Mi cabeza! —coloca su mano donde recibió el golpe.
—Oh, ¿te golpeaste duro?
—¡No! La pared es de algodón, gracias —sobre todo, muchas gracias.
—Lo siento —al notar que no está de ganas, se aleja, aliviando a Leo.
Aún le duele la cabeza, pero debe continuar la búsqueda de la salida. Iba a pasar de largo hasta darse cuenta de que estar cerca de la pared en realidad es una ventaja que debe aprovechar. Si la seguía, en algún momento conseguiría la puerta y su preciado escape. Camina rápido, no quiere encontrarse con una más.
—Aquí no se corre —una voz nueva mas similar lo hace frenar.
Leo ve abajo a la razón principal de que se detuviera. Una pierna extendida bloquea su camino. Piensa en brincarla, pasarle por encima, no la mantiene a gran altura, sólo que al detallarla bien, al final, en el pie, usa un tacón de un tamaño impresionante que jamás habría deseado ver tan de cerca.
—No estaba corriendo —se defiende. No puede apartar la vista de esa monstruosidad de calzado.
—Pues casi —se levanta de su asiento, momento que él casi aprovecha para huir, sólo que una boa de plumas lo acorrala—. ¿Vas a volver a correr?
—Mientras antes, mejor.
Hallar la salida era su prioridad, no le importa si sus compañeros seguían adentro, aunque lo menos que imagina es que ni ahí están, porque en un auto plateado, sus compañeros ya casi llegan a la comisaría.
—¿No sienten como si se nos estuviera olvidando algo? —Marc cuestiona, algo falta.
—No —Alex y Matías responden al unísono.
—Yo sí.
—No sé qué sea, pero lo que sí me parece raro es que Leonardo no ha dicho nada en todo el camino —Alex comenta, causando una expresión confundida en Matías.
—Eso es cierto, no ha dicho nada —Marc está de acuerdo con el más alto, Matías decide quedarse en silencio por unos segundos más.
—Se quedó aturdido, debe ser eso.
—No —su hermano niega de inmediato—. Cuando se aturde lo que hace es hablar y hablar del tema hasta cansarse para desahogarse. No es eso.
—¿Por qué dicen eso si él no vino con nosotros? —finalmente participa el del asiento trasero.
—¿Cómo que no vino con nosotros?
—Leonardo no vino con nosotros —enfatiza la negación.
—Claro que sí, ¿no te acuerdas de que reclamó porque se quería quedar en la comisaría? —Marc y Matías comienzan a discutir, Alex ríe en silencio.
—Por eso digo. Se quedó en la comisaría, no vino con nosotros.
—¡Que sí! ¡Vaya memoria la tuya!
—¡¿No me crees?! De haber venido con nosotros, estaría aquí —señala al asiento de al lado.
—¿Quieres decir que no está en el carro?
—¡Lo voy a llamar! —saca su teléfono y marca su número. Leo atiende casi de inmediato—. ¿Puedes decirme dónde estás?
—¡La pregunta es “¿dónde están ustedes?”! —grita, alterado.
—Adiós —cuelga rápido—. Bien… ¿Qué decías sobre de que se nos estaba olvidando algo? —pregunta un tanto asustado de la posible reacción de Marc.
—¿Qué estás queriendo decir con eso? —serio, ya está listo para girar el volante un poco de más en la vuelta en U.
—Olvidamos a Leonardo en el club.
—¡Sabía que olvidaba algo! Justo cuando estábamos llegando a la comisaría —por suerte, sólo se queja. De verdad creía que se enojaría.
Quien está en serio enojado es Leonardo. ¿Cómo se les ocurre?
—Me olvidaron… —masculla.
—Hey, te veo enojado.
—¡¿Me estás persiguiendo?! —otra vez la de amarillo, su paciencia no da para tanto.
—No, te consigo nada más.
—Oh, ¿es tu cliente? —la de enormes tacones aún lo mantenía a la vista.
—Eso quiero. Si tú lo quieres… —levanta las cejas con una mirada provocadora.
Leo queda en medio de ambas, incómodo.
—¿Dices que hagamos un compartido? —se acerca con intenciones de aferrarse a su cuerpo.
—Si estás de acuerdo, no hay ningún problema —la imita.
—Hace tiempo que no lo hago y tengo ganas. ¿Qué dices?
—Totalmente lo mismo —ambas aparentan negociar—. Excelente primera visita.
—¡Paren! —las aparta porque casi las tenía encima—. Creo que esto es demasiado. No vine aquí a recibir servicios, vine porque estoy haciendo una investigación policial. Sí, ¡soy policía! Pero me separé de mis compañeros y me perdí y ahora ellos me dejaron olvidado aquí y quiero salir para verlos cuando regresen y volver a la comisaría, así que por favor, ¡déjenme tranquilo!
—¿Y dónde están tus cosas de policía?
—Se me quedaron…
—Entonces no tienes nada que demuestre que sea verdad.
—Aquí tienen —recuerda tener guardado su carnet del entrenamiento en la billetera.
—Vaya, es cierto.
—¿Ahora me puedo ir?
—Te salvaste por esta vez.
—Claro —regresa al asiento de antes.
—La salida está allá —señala—. Te lo dejo claro, te salvaste sólo por esta vez —le guiña un ojo y finalmente lo deja solo.
Leonardo sale de una vez por todas del club. Fue un largo camino hacia la puerta. Pocos minutos después, ya está en el auto junto a su grupo, como debió ser desde un principio.
—Me sentí de vuelta al colegio esperando a que me fueran a buscar.
—Estábamos casi en la comisaría cuando Matías llamó.
—Y la llamada fue porque él juraba que estabas allá.
—¡Ojalá estuviese en la comisaría!
—Oh, oh. Eso suena a largo reclamo por el resto del camino de regreso y quizás parte del día —Marc teme.
—Quiero decir, ¡¿cómo pueden existir lugares así?! Más vale que si alguna vez me llegaran a hacer una despedida de soltero, no sea en un lugar parecido.
—Suenas alterado, ¿qué tanto te pasó?
—Me sentí acosado por una bailarina.
—Ok, normalmente un hombre se alegraría por tener a una bailarina detrás de él —casi se ríe.
—¡¿Estás insinuando que…?!
—No, no es eso —interrumpe.
—¡Pero es que no he terminado! Una casi me hace un baile privado porque me senté donde no era.
—¿Te sentaste en una de esas sillas que están entre paredes? —Matías está por unirse al club de los que aguantan las ganas de reír.
—¡Pensé que eran normales! Y luego otra bailarina me detuvo, llegó la acosadora y tengo la sensación de que me ofrecieron un trío.
Listo, ese fue el límite. Los tres restantes comienzan a reír ruidosamente. Menos mal que es dentro de un carro, en público habría sido una pena.
—Oh, Dios. ¡¿Qué hemos hecho?! —también mucha suerte para Marc que esa parte los agarró en un semáforo en rojo. Tuvo que forzarse a no seguir por si acaso cambiaba a verde.
—Algo terrible. No me parece divertido.
—Da risa la tragedia con la que lo dices.
—Estoy perturbado, hablaré luego.
El resto del recorrido lo pasan en casi silencio, el nivel de alteración en Leo era tan alto que ni quejarse figura en su lista de cosas por hacer.
—¿Sabe por qué eligió ese lugar? —el amigo de la víctima aún está en la comisaría. Alex aprovecha para sacarle algunos datos extra.
—Porque es completo, hay de todo. Al inicio había dicho algo de una bailarina y una semana antes, la cambió.
—¿Cambió a la del baile principal?
—Eso. Dijo que había llegado una mejor de California.
—¿Y no saben quién iba a ser antes? —quizás está en frente del motivo.
—No, aunque que yo sepa, Brandon tenía una relación con una de las bailarinas. No estoy seguro, pero si la veo, la reconozco.
—En un momento le muestro una foto —sale a buscarla.
Mientras tanto, el resto de la unidad se encuentra en el laboratorio forense.
—Los llamé porque necesito que vean algo.
—¿Qué debemos ver?
—Esto —muestra la zona del estómago de la víctima.
—¿Qué es lo que debería ver?
—Miren bien el ombligo.
—Hay como una marca adentro —el novato nota.
—¡Exacto! Voy a iluminar un poco —mueve la lámpara para mejorar la apreciación.
—Eso lo conozco, es un tacón —Leo reconoce la herida al instante.
—Quería quitarme la duda con ustedes.
—¡¿Le metió un tacón en el ombligo?! —Matías se asombra.
—Tan raro como suena.
—¡¿Para qué?! Aquí nada tiene lógica.
—Para quitarle el aire, para torturarlo un poco haciéndole pensar que le iba a clavar el tacón o simple curiosidad —el forense da opciones para escoger.
—Así que buscamos a una asesina.
—Sí. Lo más probable es que el arma homicida sea el mismo tacón.
—¿Un tacón de superficie irregular?
—Hay tacones que tienen muchos adornos, por eso es irregular. Cómo se nota que no has salido con nadie en bastante tiempo, ¿eh? —bromea.
Marc observa a Leo un poco ido, como pensativo, recordando algo. Esto llama su atención y su curiosidad le dicta que preguntar es una excelente idea.
—¿Qué estás pensando?
—¿No habías dicho que ibas a investigar a una bailarina?
—Cierto —parte a la oficina para buscar sobre aquella mujer con una boa de plumas.
No transcurren más de cinco minutos cuando su imagen ya es visible en la computadora, al igual que todos sus datos registrados.
—¿Esa es la bailarina molesta?
—Es una de las que interrogué allá y casualmente fue la que me mandó a hablar con la californiana.
—Eso suele pasar, ya me acostumbré a eso.
—Necesito su foto —Alex solicita. Sin tardar, la imprime y apenas la tiene en sus manos, va de vuelta al salón de interrogatorios—. ¿Es ella?
—La reconocería donde fuera, es ella. Me extrañó que ayer no la viera con Brandon. Un poco, pero no como lo acostumbrado.
—¿La notó enojada?
—Distante, no sé si enojada. ¿Les sirve?
—Sí, sirve.
—¿Puedo irme?
—Puede irse —le abre la puerta. Ambos abandonan el lugar. Rápido, el detective va a informar a sus colegas—. La víctima tenía una posible relación con ella y ayer estaban distanciados.
—Eso es una buena pista.
Alex suelta la foto sobre el escritorio, al alcance visual de cada uno de ellos, llamando más la atención de Leo, quien abre muy bien los ojos, sorprendido.
—No me digas que resolviste el caso —Matías comenta.
—No. Iba a decir que ella fue una de las que me ofreció el trío.
—Ah. ¿La acosadora?
—No, la otra. Apenas me habló.
—Y yo que pensé que habías resuelto el caso.
—De hecho… —pone cara de descubrimiento.
—¡Ah, no!
—¡Ah, sí! No estoy seguro, pero creo que vi los tacones.
—En un club hay muchos tacones.
—Pero no todos son extraños en su superficie.
—Genial… Deberías graduarte del entrenamiento de una vez.
—No. Vayan de nuevo al club y arresten a… —se detiene al no saber su nombre— la bailarina.
—¿“Vayan”? ¡No, no, no! —Matías le lleva la contraria—. Tú tienes tu teoría y por al que se le ocurrió, tienes que ir.
—¿Qué? ¿Es en serio?
—Es en serio. Vas a ir, es tu premio por probablemente resolver el caso.
—Perfecto mi premio.
—¡Claro! Chicos, haremos el arresto. Busquemos la orden.
—Inventaste lo de la teoría, sólo dije que vi el tacón.
—¿Y tienes una teoría?
—No, sólo vi el tacón.
—Bueno, viste el arma homicida puesta en una sospechosa. ¿No crees que eso es importante?
—Sí, pero ver a alguien con el arma no es una teoría.
—Pero viste a la dueña del arma y eso la delata.
—Pero eso no es una teoría, es un hecho.
—¡Tú entendiste lo que quise decir!
—Realmente, me enredaste.
—¡Ah! —lo saca de quicio—. ¡¿A ti hay que decirte todo tal cual y como es para que entiendas?!
—No, me enredaste pero entendí. Sólo digo que no confundas términos.
—Genial, ahora pareces profesor de Castellano.
—Sólo digo que no lo hagas para no confundir a más gente.
—Cómo digas. Ahora te diré “sólo digo/dije”.
—¡Pero sólo dije eso tres veces!
—Cuatro y contando.
—Cómo digas. Alex, ¿descubriste alguna otra cosa? —cansado de discutir, pide la información más reciente.
—La enojada creo que está así porque está celosa.
—¿Celosa? ¿Por qué?
—Porque le quitó los clientes, uno de ellos su supuesto enamorado.
—Celos, hacen lo que sea —Matías inserta un comentario en medio de la historia.
—Y como él mismo fue el que la cambió, lo mató a él.
—Lo que quiere decir que Alex resolvió el caso y me quedaré.
—No escaparás, nos vas a acompañar —regaña el mismo de antes.
—¡¿Por qué?!
—Todo el grupo debe ir.
—Perfecto —fastidiado, cede.
Sólo sería una vez más. Si ella es la asesina, sólo sería el arresto, ¿cierto?
—Oh, están de vuelta —bastante rápida la segunda visita, justo los recibe quien buscan—. ¿Ahora sí trajiste tus cosas?
—Tenemos que hacer un arresto.
—Vaya, ¿y a quién arrestarán?
—A ti —Leo le anuncia. Ella sólo queda atónita mientras es esposada.
—¡¿Qué?! ¡Yo no hice nada!
—Tus tacones de delatan.
—Quedas arrestada por el asesinato de…
—¡¿Asesinato?! ¡Yo no hice nada!
—Ah, qué lástima que sólo volvieron para arrestarla —la de labios pintados de rojo intenso suspira en la barra.
—¿Vas a seguir?
—Quizás… —se les queda viendo cuanto puede hasta que se retiran.
Unas horas después, el caso es cerrado.
—Resultó no ser tal cual como dije —Alex admite.
—Pero fue casi igual.
—Lo mató porque se enamoró de la californiana y como no hizo el baile principal, no le pagó mucho. De paso, el dinero extra por ser la principal era para poder mudarse con él. Me faltó en la historia original.
—¡Eso era imposible de saber!
—Pero igual no fue como dije.
—Qué exigente. Igual resolviste el caso.
Afuera, en el estacionamiento, Leo cuadra los últimos detalles de la visita de Daniela para que le contara cómo fue lo del traslado. Ambos lograron salir temprano del trabajo, así que no tendrían inconvenientes en verse. Está por encender su auto e irse, aunque recuerda que se le quedó algo en la oficina, por lo que se devuelve y se encuentra con Daisy en el camino.
—Pensé que te habías ido.
—No. Sólo terminamos el caso.
—Oí que no te gustó mucho.
—No me gustan ese tipo de clubes.
—Te entiendo, eres demasiado tímido como para estar ahí.
—Todas las bailarinas con las que tuve contacto se me insinuaron y era sólo conmigo porque me buscaban, no vi eso en otras personas. En serio, te lo tengo que preguntar, ¡¿qué es lo que me ven?! Me sentí acosado allá.
—¿En serio preguntas eso? —casi ríe—. Qué inocente eres. Tienes que entender que ellas buscan imagen.
—Por eso digo. ¿No buscan a alguien que parezca dominante y fuerte?
—Varias prefieren una cara bonita —guiña un ojo y se acerca.
—En este momento, no sé si es un insulto o un halago —no hace nada para evitar el obvio aproximamiento.
—¡Yo no…! ¡¿Cómo te atreves?! —aun más cerca, susurra en su oído apoyándose de sus hombros, Leo sin dar señales de incomodidad o de querer apartarse—. La mayoría de los grandotes con cara dominante dan miedo —la pelirroja se suelta, da dos palmadas en un hombro, sonríe y se va.
—Halago —concluye algo extrañado, pero sonriente.
Fin del Capítulo #35.
*Sin muchas notas alocadas al final porque no tengo tantas ideadas (?*
Creo que ya saben qué tipo de capítulo le sigue a uno particularmente divertido
¡Hasta el próximo!
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
¡Caso resuelto! Un gusto dar con este género por aquí, esperaremos el siguiente capítulo.
Baronesa
Re: Más Que Cosas De Policías
YujuuuuuuuBaronesa escribió:¡Caso resuelto! Un gusto dar con este género por aquí, esperaremos el siguiente capítulo.
Je, lo que pasa es que tenía MUCHO tiempo sin nadie nuevo por aquí, me emocioné
Una pregunta, ¿qué leíste? Me refiero a hasta dónde porque imposible leer 35 capítulos en un par de horas ¡Y sí! Cuesta mucho conseguir algo policial acá, cuando empecé había once, las fueron eliminando poco a poco hasta ser tres de lo abandonadas que estaban y la mía era la única que andaba
Esperaré al siguiente comentario también
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Si, no encuentras todo el tiempo gente que le gusten las novelas hot gay, las policíacas y de pasada el futbol Me chuté el primer capítulo, el #34, #35, algunos comentarios y una posible actividad que tienes en mente (?) Ahora que entre a wattpad te busco, ando muy metida terminando los diez primeros capítulos de la hot que vamos a subir, entre respiro y respiro, he estado leyendo por aquí. Nuestra historia es una cosa sencilla, al fin y al cabo solo somos aficionadas, pero cómo nos hemos divertido no cabe duda que uno vive a través de sus personajes y por cierto uno de tus personajes tiene mi nombre :whatever: ¡genial!
Baronesa
Re: Más Que Cosas De Policías
Sí, es una combinación un tanto rara, aunque sólo soy aficionada al fútbol en los mundiales, la Copa América y la Euro porque son los que más me importanBaronesa escribió:Si, no encuentras todo el tiempo gente que le gusten las novelas hot gay, las policíacas y de pasada el futbol Me chuté el primer capítulo, el #34, #35, algunos comentarios y una posible actividad que tienes en mente (?) Ahora que entre a wattpad te busco, ando muy metida terminando los diez primeros capítulos de la hot que vamos a subir, entre respiro y respiro, he estado leyendo por aquí. Nuestra historia es una cosa sencilla, al fin y al cabo solo somos aficionadas, pero cómo nos hemos divertido no cabe duda que uno vive a través de sus personajes y por cierto uno de tus personajes tiene mi nombre :whatever: ¡genial!
Oye, ¡demasiadas cosas te has saltado, eh! Aunque el mayor cambio sea que Leo esté en el grupo y Daisy también (aunque Daisy no sale en el primero, sale creo que en el tercero por primera vez), tienes que ver los otros!
Sí, aunque yo también soy aficionada (? Y los personajes, tienes razón con eso ¿En serio? ¿Cuál?
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Yo sigo la liga premier, un poco la española, los mundiales y la champions, tengo hasta un par de jerseys.
Hoy que he tenido la tarde libre, ha sido muy productivo, porque encontré unas novelas interesantes por aquí, así que en estos días regresaré para leer capítulo 2 y ahora si ir en orden, como tú bien dices, en un par de horas estaba en chino terminarla "me gustó el probete ahora voy por el llenete" :papada: je,je.
La actividad era algo con respecto a imágenes, esas cosas se me dificultan en la pc no entiendo mucho de diseño, ya sabrás. Sería interesante una colectiva, en fin cuando se te ocurra algo por ahí andaré.
Qué bueno que te salgan chorros de palabras, creo que eso es muy importante en una comunidad como esta :gochamp: y el personaje...va a tu correo
Hoy que he tenido la tarde libre, ha sido muy productivo, porque encontré unas novelas interesantes por aquí, así que en estos días regresaré para leer capítulo 2 y ahora si ir en orden, como tú bien dices, en un par de horas estaba en chino terminarla "me gustó el probete ahora voy por el llenete" :papada: je,je.
La actividad era algo con respecto a imágenes, esas cosas se me dificultan en la pc no entiendo mucho de diseño, ya sabrás. Sería interesante una colectiva, en fin cuando se te ocurra algo por ahí andaré.
Qué bueno que te salgan chorros de palabras, creo que eso es muy importante en una comunidad como esta :gochamp: y el personaje...va a tu correo
Baronesa
Re: Más Que Cosas De Policías
Baronesa escribió:Yo sigo la liga premier, un poco la española, los mundiales y la champions, tengo hasta un par de jerseys.
Hoy que he tenido la tarde libre, ha sido muy productivo, porque encontré unas novelas interesantes por aquí, así que en estos días regresaré para leer capítulo 2 y ahora si ir en orden, como tú bien dices, en un par de horas estaba en chino terminarla "me gustó el probete ahora voy por el llenete" je,je.
La actividad era algo con respecto a imágenes, esas cosas se me dificultan en la pc no entiendo mucho de diseño, ya sabrás. Sería interesante una colectiva, en fin cuando se te ocurra algo por ahí andaré.
Qué bueno que te salgan chorros de palabras, creo que eso es muy importante en una comunidad como esta y el personaje...va a tu correo
Yo tengo son las pulseras de los países que me gustan en los mundiales y eso, las camisas no porque no sé (?
Yo estoy de vacaciones hasta quizás la última semana de septiembre/primera de octubre (nunca nos dicen cuándo entramos a clases hasta que falta una semana .____.), así que toooodos estos días (llevo casi mes y medio ya) no he tenido nada más que hacer Bueno, ¿no te enredaste haciendo eso? Es decir, sé que no hay muchos cambios pero ¿no es como que repentino que en uno lees cómo termina preso y de la nada está trabajando?
Entonces sí es la que pensé. Yo aún no lo hago tan bien, se me complica un poco pero sí sé usar los códigos y me encanta Yo hice el diseño de la ficha de esta novela (que en realidad es la misma de la otra pero con otros colores, igual también la hice yo), y toda la galería (si no la has visto, deberías, ahí explico bien cada cosa que se me ocurre) excepto la primera publicación está totalmente hecha con códigos a mi elección, simples pero bonitos. También mi firma anterior era de códigos, pero creo que ya la perdí porque no recuerdo haberlo guardado... Otra cosa que es por códigos y muy simple (te la puedo enseñar) es poner el link directo en un título y no como el link entero (tipo mi lista de Mis novelas y Novelas que leo, que si le das click a los títulos ya estás en la novela), hace que se vea más lindo, entendible y ordenado :3
No sé cómo funcionan las colectivas Una vez a una amiga y a mí se nos ocurrió justamente una de boys love por UN SUEÑO QUE TUVE, ES EN SERIO Y que si llegábamos a hacerla sería juntas, aunque como que no se va a dar, no sé... Pero la idea era buenísima por lo que no la compartiré tan fácilmente jajajaja.
A cada rato se me ocurren cosas, no novelas porque no me da para crear otros personajes tan rápido
Hablo montones sin darme cuenta, de una sola cosa puedo decir un montón!
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Me encantan las vacaciones (bueno ¿a quién no?) je,je. Tienes ahorita todo el tiempo libre para dar rienda suelta a tu creatividad, eso es fantástico.
Al principio del capítulo 34, me quedé con cara de circunstancia, aunque sabía que eso iba a pasar. Los poderes y la cuerda para hacer equilibrio y los hospitales pero continué y ciertamente son temas interesantes o al menos a mi me gustan.
Bueno, la novela que estamos preparando tal vez no es propiamente colectiva, tan solo somos dos y fue solo cuestión de hablar de la trama y repartirnos las situaciones...supongo que es lo mismo con más personas.
Siiiiiii por favor ¿me podrias enseñar como arreglar esa terrible longaniza de link para "Mis novelas", ciertamente se ve mejor el puro título y con un click ir allá. Gracias, gracias, gracias.
Ja,ja,ja qué curioso que tu personaje se llame como yo y está basado en ti (bienvenido a la dimensión desconocida)
Espero me expliques aquello mañana o por estos días, nuevamente mil gracias!
Al principio del capítulo 34, me quedé con cara de circunstancia, aunque sabía que eso iba a pasar. Los poderes y la cuerda para hacer equilibrio y los hospitales pero continué y ciertamente son temas interesantes o al menos a mi me gustan.
Bueno, la novela que estamos preparando tal vez no es propiamente colectiva, tan solo somos dos y fue solo cuestión de hablar de la trama y repartirnos las situaciones...supongo que es lo mismo con más personas.
Siiiiiii por favor ¿me podrias enseñar como arreglar esa terrible longaniza de link para "Mis novelas", ciertamente se ve mejor el puro título y con un click ir allá. Gracias, gracias, gracias.
Ja,ja,ja qué curioso que tu personaje se llame como yo y está basado en ti (bienvenido a la dimensión desconocida)
Espero me expliques aquello mañana o por estos días, nuevamente mil gracias!
Baronesa
Re: Más Que Cosas De Policías
Sí, justo ahora iré a escribir al cuaderno (los capítulos de aquí los escribo en cuadernos con formato de guión, luego los paso a Word ya como narración)Baronesa escribió:Me encantan las vacaciones (bueno ¿a quién no?) je,je. Tienes ahorita todo el tiempo libre para dar rienda suelta a tu creatividad, eso es fantástico.
Al principio del capítulo 34, me quedé con cara de circunstancia, aunque sabía que eso iba a pasar. Los poderes y la cuerda para hacer equilibrio y los hospitales pero continué y ciertamente son temas interesantes o al menos a mi me gustan.
Bueno, la novela que estamos preparando tal vez no es propiamente colectiva, tan solo somos dos y fue solo cuestión de hablar de la trama y repartirnos las situaciones...supongo que es lo mismo con más personas.
Siiiiiii por favor ¿me podrias enseñar como arreglar esa terrible longaniza de link para "Mis novelas", ciertamente se ve mejor el puro título y con un click ir allá. Gracias, gracias, gracias.
Ja,ja,ja qué curioso que tu personaje se llame como yo y está basado en ti (bienvenido a la dimensión desconocida)
Espero me expliques aquello mañana o por estos días, nuevamente mil gracias!
¡Me puedo imaginar el enredo! Lo de los poderes lo iba a usar más, pero terminó siendo un pequeño desastre y por eso casi lo deseché, dejándolo para algunas situaciones (Leo imitando para que no le reconocieran la voz en la llamada, ejemplo) y más que todo quedó para algunos de los criminales que usan su poder para que las cosas salgan como quieren, aunque cada uno tiene su momento de usar su poder
Creo que leíste un capítulo confuso para un nuevo Lo de los hospitales es otra cosa más complicada que mejor dejo que la leas. Ah sí, por si acaso
Creo que igual sería colectiva (? No sé, de veras no sé cómo funcionan porque ni he leído una.
¡De acuerdo! Te lo diré como si quisieras ponerle color a las letras (como las tengo a casi todas) y no dejarlas en blanco/color que salga:
El código es este
- Código:
[url=][color=][/color][/url]
Lo que vas a hacer es esto:
1) Pegar el link luego de url, dentro del corchete, ej:
- Código:
[url=http://onlywn.activoforo.com/t59206-mas-que-cosas-de-policias]
2) Supongo que querrás ponerle color a ese enlace
- Código:
[url=http://onlywn.activoforo.com/t59206-mas-que-cosas-de-policias][color=Firebrick]MQCPD[/color][/url]
[url=
[/url]
[url=
[/url]¡Espero que lo entiendas! (no le pares a los códigos que salen por fuera de los cuadros, son unos que aparecen no tengo idea de por qué y que tampoco los puedo eliminar porque más bien empeoran y se hace un desastre...)
[url=
[/url]
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Hola ¡qué onda! Ahorita mismo lo pruebo, deja hacer unas pruebas y te escribo
Baronesa
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