Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-

Zayn la tomó en brazos para salir de la cocina y el corazón de Lauren dio un salto por lo romántico del gesto.
—Zayn, no puedes subir la escalera conmigo en brazos.
—Claro que puedo. ¿Quieres apostar algo?
Se encontraron al ama de llaves bajando la escalera.
—Martina, no nos pases ninguna llamada. Mi mujer y yo no queremos que nos molesten.
—Muy bien, señor Malik —sonriendo, la mujer se alejó a toda prisa.
Cuando llegaron a la habitación, Zayn la dejó en el suelo, tomó su cara entre las manos y la besó. Rabiosamente.
Lauren deslizó los dedos por su torso, sobre los fuertes latidos de su corazón, al compás de los suyos. Equivocada o no, había tomado la decisión de desatar la pasión que había mantenido sujeta durante tanto tiempo y ahora estaba deseando desnudarlo.
Tiró de la camisa para tocar el torso cubierto de fino vello oscuro que había admirado en el ático y disfrutó del calor de su piel. Cuando la camisa cayó al suelo deslizó los dedos por sus bien definidos pectorales, pero Zayn besó sus manos y las colocó a los lados para quitarle la blusa.
Inclinándose, inhaló el perfume de su sujetador de color lavanda y luego bajó las tiras por sus brazos, aprisionándola en una camisa de fuerza de encaje, doblando las copas para exponer sus pechos desnudos a su hambrienta mirada.
Sus pezones se habían endurecido y sus músculos internos se contrajeron de anticipación. Pero Lauren contuvo el aliento mientras él inclinaba la cabeza para pasar la lengua por una de las aureolas, chupándola, mordisqueándola. Luego enredó los dedos en su pelo y lo sostuvo allí hasta que la espera resultó insoportable y tuvo que echar las manos hacia atrás para quitarse el sujetador. Necesitaba acariciarlo.
Ansiosa, bajó la cremallera de sus pantalones y metió la mano para tocarlo. Duro, caliente, suave... desnudo.
—No llevas ropa interior —murmuró, sorprendida.
—No la llevo nunca —contestó él, quitándose zapatos y pantalones.
Su erección se levantó, dura y larga, desde una densa mata de rizos negros, pero no pudo admirarla durante mucho tiempo porque Zayn empezó a quitarle la falda, dejando al descubierto una braguita a juego con el sujetador.
—Muy bonita —murmuró, tirando de ella hacia abajo. Luego inclinó la cabeza sobre el triángulo de rizos y respiró profundamente—. Tu olor me vuelve loco.
Cuando la tumbó sobre las sábanas de algodón egipcio, la tela le pareció muy fresca en contraste con las ardientes manos masculinas que le quitaban las bragas... dejándole las sandalias puestas.
Zayn se puso en cuclillas para mirarla a placer.
—Eres preciosa.
Lauren había oído antes esas palabras, pero en los ojos de Zayn podía ver que lo decía de verdad. No estaba halagándola para conseguir lo que quería. La deseaba a ella, no sólo sexo. No a cualquier mujer, a ella.
Y, de repente, se dio cuenta de que aquello no era el sexo torpe y sin sentido de su adolescencia. Aquello era... más. Y eso la preocupaba, porque «más» no era parte del acuerdo que tenía con Zayn Malik.

Zayn empezó a acariciar sus piernas desde los tobillos, acercándose cada vez más al centro pero desviándose en las rodillas o en el interior de sus muslos hasta que por fin, por fin, estaba donde lo quería.
Lauren levantó las caderas ante el contacto inicial de sus dedos, pero Zayn se inclinó para poner la cara donde tenía las manos. Entonces hundió la lengua y el grito de éxtasis resonó por todo el dormitorio. Estaba llevándola al orgasmo, pero se detenía a tiempo, repitiendo el asalto una y otra vez hasta que, tensa y desesperada, Lauren se agarró a sus hombros, suplicándole con acciones más que con palabras.
—Ahora, Zayn...
Los ojos marrones, cargados de pasión, la mantuvieron cautiva durante un momento. Pero luego se apartó y Lauren estuvo a punto de gritar de frustración... hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
Un preservativo. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Incluso en sus días más locos nunca había olvidado protegerse.
Zayn abrió un cajón de la mesilla y sacó un envoltorio cuadrado, pero cuando iba a ponérselo Lauren se lo quitó para hacerlo sufrir un poco.
¿Quería hacerla suplicar? Pues ella podía devolverle el favor. Sonriendo, pasó suavemente las uñas por su torso, su abdomen, sus caderas y, por fin, sobre el erguido miembro. Su gemido ronco, la contracción de sus músculos y la gotita de fluido en la punta del miembro masculino se combinaron para excitarla aún más. Cuando creyó que no podía esperar, rasgó el paquetito y le puso el preservativo con manos temblorosas.
Antes de que pudiera hacer nada más, Zayn la había tumbado de espaldas. Tenía los muslos entre sus piernas y la erección rozando la entrada de su húmeda cueva. Zayn levantó su trasero con las manos para enterrarse en ella y Lauren dejó escapar un grito.
—¿Lauren?
—No pares, por favor.
—Eres tan estrecha... ¿No serás...?
—No, no, es que ha pasado mucho tiempo. Pero me gusta.
El brillo travieso volvió a sus ojos, aunque la preocupación no se había borrado del todo.
—¿Sólo te gusta?
Lauren levantó las caderas, apretándose más contra él.
—Me gusta mucho, muchísimo. No puedo esperar...
No tuvo que repetir el ruego porque Zayn volvió a empujar una y otra vez, llevándola al orgasmo más rápido y más profundo de su vida. Un orgasmo que fue como un tornado y que la dejó sin aire, agotada. Pero él no había terminado. Zayn la convenció para un segundo y un tercer asalto antes de reunirse con ella, llenando la habitación con sus gritos de placer.
Y luego cayó sobre ella, cubierto de sudor. Saciada por completo, Lauren cerró los ojos mientras acariciaba su pelo.
Sus aventuras adolescentes no la habían preparado para aquello.
No estaba sólo un poquito enamorada.
Estaba total, completamente enamorada de Zayn Malik.
Un hombre que sólo tenía relaciones temporales.
No había roto la promesa que se había hecho a sí misma de esperar al hombre de su vida. Pero había elegido a un hombre que no podía amarla.

:imdead: 

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Zayn.
—¿Cuánto tiempo qué?
—¿Cuándo fue la última vez que te acostaste con un hombre?
Lauren se mordió los labios.
—Unas dos horas.
Zayn la miró como diciendo: «no me tomes el pelo» y ella dejó escapar un suspiro.
—Nueve años —admitió por fin.
—¿Qué? Ahora entiendo que estuvieras tan convencida de que podrías aguantar dos años sin hacer nada. Claro que eso fue antes de que perdieras la cabeza por mí —Zayn no podía disimular una sonrisa de satisfacción.
Lauren puso los ojos en blanco.
—Por favor, no dejes que se te suba a la cabeza.
—Mi cabeza no es lo que tú estás dejando para el arrastre, cariño.
¿Cariño? Zayn no sabía de dónde había salido ese término tan cariñoso. Él nunca decía esas cosas.
Sorprendido, siguió golpeando el suelo de uno de los vestidores y, cinco minutos después, uno de los tablones se dobló al empujarlo.
—¡Bingo!
—¿Lo has encontrado? —exclamó Lauren.
Zayn estaba apartando los tablones de una de las esquinas... para revelar un compartimento secreto.
La historia era cierta. Había una docena de libros encuadernados en piel sobre una tela azul, un pañuelo quizá. También había otras cosas: sobres atados con cinta de terciopelo, una cajita de madera...
Lauren, con las manos sobre el corazón, miraba el botín como hipnotizada.
—¿Estás bien?
—Sí, sí... es que casi había perdido la esperanza de encontrarlos. Pero me da un poco de miedo leerlos.
—Te preocupa que no te guste lo que pueda haber en ellos.
—Sí. ¿Te parece absurdo?
—No, me parece normal —contestó él—. A mí también me gustaría saber por qué mi padre me dejó fuera de la dirección de la empresa, pero quizá no me gustara la respuesta.
Zayn alargó una mano para ponerla sobre las de Lauren y sintió una conexión que nunca había tenido con nadie. Él no era particularmente cariñoso y, aunque en otro momento habría salido corriendo, sospechaba que Lauren podría necesitar su apoyo.
—¿Quieres quedarte sola?
—No —contestó ella—. Perdona, es una bobada. Si me ayudas a llevar todo esto al dormitorio puedes irte a trabajar. Estoy bien, de verdad.
Zayn no podía negar que se sentía aliviado, pero la verdad era que no quería dejarla sola.
—Como quieras.
—Espera...
Lauren se inclinó para tomar un papel que había quedado en el hueco.
—¿Qué es?
—Es mi partida de nacimiento —contestó ella—. La original.
—Vamos al dormitorio.
Una vez allí Zayn estudió su pálido rostro, la partida de nacimiento temblando en sus manos... y decidió marcharse antes de hacer algo tan estúpido como apretarla contra su corazón.
El sexo era una cosa: enamorarse de ella, otra muy diferente.
—¿Seguro que no quieres que me quede?
—No, el sábado es el día más importante en Estate y... además, probablemente debería hacer esto sola.
Vulnerable. Lauren parecía vulnerable. No era un adjetivo que le hubiese adjudicado antes. Ella era muchas cosas: capaz, inteligente, despierta, preciosa y sexy, pero nunca vulnerable.
—Tienes el número de mi móvil —murmuró, apartando el pelo de su cara—. Llámame si me necesitas.
Y luego se marchó.
Pero no fue tan fácil como esperaba.