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El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
CAPITULO 3:
8 AÑOS DESPUÉS.
Me desperté con la familiar sensación de ser aplastada; me retorcí, empujando mi hombro hacia atrás. James movió su peso ligeramente. Estaba abrazándome en cucharita por detrás, respirando profundamente en la parte trasera de mi cabello. Su pesado brazo cubriéndome, sujetando mis brazos en mi pecho, sostenía mi mano apretadamente, nuestros dedos entrelazados, su pierna tirada casualmente sobre mí.
Rápidamente silencié la alarma de mi teléfono y lo codeé en el estómago.
—Seis en punto —murmuré somnolientamente, cerrando los ojos.
—Diez minutos más, Ángel. Todavía estoy cansado —murmuró él, empujándome más fuerte contra su pecho.
—Nop, no diez minutos más. La última vez se convirtió en una hora y Carlos casi te atrapa aquí —murmuré, codeándolo en el estómago una vez más.
Movió su brazo e inmovilizó mis manos en la cama cerca de mi cabeza, en una posición de oración.
—Sólo diez minutos más, Ángel —se quejó. Suspiré y cerré los ojos de nuevo. No había forma de discutir con él cuando estaba así, simplemente no tenía la energía a esta hora de la mañana para pelear con él. Ambos nos deslizamos de nuevo en el sueño, instantáneamente.
—¡(tn), será mejor que ya estés lista! —gritó mi hermano, golpeando la puerta. Me levanté de un salto y también James, eran más de las siete.
—Ehh…sí, ya estoy lista, Carlos —grité en respuesta, mirando a James que estaba frotándose la cara, luciendo un poco aturdido.
—Bien. Voy a desayunar. Apúrate. James conducirá hoy así que está lista para irnos en media hora —llamó Carlos a través de la puerta, antes de caminar a zancadas por el pasillo.
—Mierda, Ángel , ¿por qué no me despertaste? —acusó James, frunciendo el ceño.
Lo miré en advertencia, y le di mi mejor mirada de muerte.
—¡Lo hice, imbécil! ¡Dijiste “diez minutos más” y luego me inmovilizaste en la cama para evitar que te codeara! —gruñí sarcásticamente, haciendo una mala imitación de su voz.
Él sonrió burlonamente y me empujó de vuelta a la cama, sujetando mis manos sobre mi cabeza y rodando sobre mí.
—¿Te inmovilicé en la cama? ¿Estabas soñando conmigo otra vez, Ángel? Podría hacerte ese sueño realidad —se mofó, con su rostro a centímetros del mío.
—¡Ya quisieras! Ahora, apártate de mí, James, y ve a alistarte. Conduces hoy, aparentemente —siseé, asintiendo hacía la ventana. Él suspiró y se levantó de mí, poniéndose sus jeans y camiseta. Trepó por la ventana, silenciosamente, cerrándola detrás de sí al irse. Caminé hacia ella y la aseguré antes de dirigirme a la ducha más rápida de todos los tiempos.
Exactamente veintiséis minutos después, caminé con dificultad hacia la cocina, con el ceño fruncido, James estaba allí, apoyándose casualmente contra la encimera, comiéndose mi cereal. ¡Maldita sea, todas las mañanas!
Su cabello estaba despeinado en su usual apariencia de “apenas salí de la cama”, que para ser honesta sí lucía así cuando acababa de salir de la cama. Todo lo que hacía siempre era deslizar sus manos por todo su cabello unas cuantas veces y añadirle un poco de cera.
Se veía igual que todas la mañana, como un maldito supermodelo. Usaba jeans desgastados de cintura baja que dejaban ver un poco sus calzoncillos, y siempre hacía que las chicas se derritieran. Hoy estaba usando una camiseta blanca que mostraba su cuerpo perfectamente esculpido y una camisa anaranjada y gris de manda corta sobre ella, que tenía completamente desabotonada. Sus ojos estaban brillantes con diversión mientras me miraba.
—¿Retardada esta mañana, Ángel? —preguntó con una sonrisa de suficiencia.
Le lancé una mirada de muerte, haciéndolo sonreír burlonamente.
—¡Cállate, James! ¿Por qué demonios te estás comiendo mi cereal de nuevo? ¿No tienes comida en tu casa? —pregunté, arrebatando la taza de sus manos y comiéndome el contenido. Él sólo observó con una sonrisa divertida.
Carlos me lanzó una caja de jugo.
—Sí que te ves un poco tensa esta mañana, Ambs. ¿Todo va bien? —preguntó, mirándome un poco preocupado.
Miré seriamente a James una vez más mientras él empezaba a reírse. Por supuesto que me veía tensa, tuve media hora para ducharme y vestirme.
—Me quedé dormida —murmuré con un suspiro abatido.
Carlos no tenía idea que James dormía en mi habitación cada noche, si fuera así, enloquecería. Carlos siempre era protector conmigo, siempre lo había sido, pero había empeorado desde que mi papá se fue cuando yo tenía catorce. Bueno, dije “se fue”, pero la verdad era que Carlos y James habían llegado a casa temprano de hockey un día, para ver que mi padre me había dejado sin sentido, y estaba intentando violarme. Carlos finalmente caído en cuenta, junto con James le habían dado una paliza, casi matándolo en el proceso. Lo habían echado de la casa y le habían dicho que si alguna vez regresaba, lo matarían.
Nunca regresó, sin embargo, eso fue ya hace tres años.
Un poco después de eso, mi mamá consiguió un trabajo en una enorme firma electrónica, era la asistente personal del director, así que viajaba mucho. Se iba dos veces más de lo que estaba aquí, de modo que sólo la veíamos por cerca de una semana al mes, si algo. Carlos era mi única supervisión, aunque a veces era más como que yo estaba intentando cuidar de él.
James también era muy protector conmigo, pero todavía no nos llevábamos bien, incluso aunque él literalmente pasó cada noche envuelto a mi alrededor en la cama por los últimos ocho años. Se había vuelto a escabullir en mi habitación la noche siguiente de verme llorar de nuevo y habíamos terminado durmiéndonos una vez más. Después de dos semanas se había vuelto una cosa normal. No era algo de lo que habláramos nunca, solo dejaba mi ventana sin seguro y él entraba una vez que sus padres revisaban que estuviera dormido.
Jamás nos habían atrapado en ocho años. Habíamos estado cerca un par de veces, sin embargo. Hace un par de años, la mamá de James había encontrado su cama vacía, pero él había mentido, diciendo que se había escapado a una fiesta y se había quedado en la casa de un amigo. Nadie sospechó que estaba al lado, conmigo.
Todavía me molestaba como loco, lo hacía tanto como cuando éramos niños, pero yo siempre supe que él estaría ahí para mí si lo necesitaba. Era como si él tuviera doble personalidad. De día, me molestaba, volviéndome loca y haciéndome enojar todo el tiempo, y de noche, era el chico más dulce en el mundo y me abrazaba, haciéndome sentir segura y a salvo.
—Te ves sexy hoy, Ángel —dijo James, con su sonrisa patentada, mirándome de arriba abajo lentamente, haciéndome retorcer.
¡Sí, claro! Mi cabello castaño todavía estaba húmedo porque no tuve tiempo de secarlo por sus estúpidos “diez minutos más”, así que lo tenía recogido en un despeinado moño. Me había puesto mis jeans ajustados y una remera roja de cuello en V y una capucha, junto con mis Converse. Había añadido lo mínimo de maquillaje, y algo de lápiz labial claro. No me veía sexy. ¡Maldito idiota! Le mostré el dedo del medio y camine hasta su auto. Recostándome contra él, enojada, esperé que me honraran con su presencia.
El camino a la escuela fue igual que siempre, ellos se sentaron al frente hablando de fútbol y fiestas, y yo me senté en la parte trasera escuchando música en mi Ipod, intentando ignorar las sonrisas de James en el espejo. Estacionamos en la escuela y el auto fue inmediatamente asediado por personas, igual que cada mañana. James y Carlos eran considerados “jugadores sexis” en nuestra escuela. Eran de último año y el sueño de toda chica; los chicos querían ser amigos suyos, y las chicas querían dormir con ellos.
James se río mientras yo me encogía, saliendo del auto e intentando evadir la horda de zorras que me empujaban porque estaban intentando lanzarse sobre él. Una chica me codeó a propósito. La vi en su pequeña falda que lucía más como un cinturón y su top que mostraba su estómago, e hice una mueca. ¡Es tan perra!
—Mierda Jessica, ¿dejaste tu falda en casa? —pregunté con un horror fingido.
Ella me miró con el ceño fruncido y escuché a James y Carlos reírse.
—Lo que sea, ¿sabes que ese look de emo no te va, cierto? —escupió ella en respuesta.
Sólo me reí y me alejé caminando. Era usual que Jessica y yo tuviéramos este tipo de comentarios para la otra. Ella había salido con James por un tiempo, bueno, si por salir nos referimos a tener sexo unas cuantas veces, y luego la dejó. Ella todavía no lo había superado y lo quería de vuelta, más para disgusto de él.
—Eso no fue amable, Ángel. —James se rió, mientras me alcanzaba y lanzaba un brazo alrededor de mi hombro. Inclinó su cabeza cerca de la mía—. Lamento lo de esta mañana —susurró en mi oreja, enviando escalofríos por mi columna.
Lo codeé en las costillas, haciéndolo sonreír y apartarse.
—E ignora a Jessica, creo que llevas genial el look emo —añadió, con un guiño coqueto.
Carlos lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.
—¡Amigo, esa es mi hermana menor! —lo regañó, apartándolo de mí. James sólo se rió y me guiñó una vez más, haciéndome poner los ojos en blanco. Se alejó y caminó a lo que lucía como su última conquista. Le sonrió seductoramente y ella se sonrojó cuando él inmediatamente empezó a coquetear.
Encontré a mis amigos, las chicas prácticamente estaban desnudando a Carlos y James con los ojos y expresiones soñadoras.
—Hola Joss, Kendall, Barbi —dije alegremente cuando llegué a ellos.
—Hola (ta), ¿llegaste aquí con sexy trasero uno y número dos hoy? —preguntó Joss, mirando fijamente a mi hermano mientras se alejaba.
Me reí y sacudí la cabeza.
—Nop, sólo con Carlos y James, igual que siempre.
Joss suspiró.
—¿Cómo demonios puedes no afectarte por lo condenadamente calientes que son? Quiero decir, ¡tienes tanta suerte de vivir con Carlos! Yo adoraría ver su sexy trasero caminando alrededor todo el día —ronroneó, abanicándose la cara.
Fingí tener náuseas.
—¡Joss, ese es mi hermano y su imbécil amigo! ¿Cómo puedes obviar su comportamiento mujeriego? Ambos son unos idiotas. —Me encogí de hombros. No entendía por qué, pero cada chica en esta escuela estaba enamorada de ellos. Carlos era una gran persona, pero trataba a las chicas como objetos, y James, bueno, James simplemente era un imbécil de tiempo completo.
—Son los dos mejores jugadores del equipo de hockey y lucen como dioses del sexo, y yo desearía poder “obviar eso” —dijo Joss sugestivamente, moviendo sus cejas con una sonrisita, haciéndome reír. Entrelazó su brazo con el mío y me empujó a nuestra primera clase.
La escuela estuvo bien, como era normal; yo era bastante popular debido al hecho de que mi hermano y su mejor amigo eran los chicos más deseados allí. Ellos cuidaban de mí, lo que básicamente significaba que advertían a todos los chicos que se alejaran, de hecho, me sentaba bien porque yo no quería salir con nadie. La mayoría de las chicas que querían ser novias eran fáciles de localizar, en su mayor parte podías saber si querían que las presentaras, por el tipo de ropa que estaban usando, si no estaban usando mucha entonces iban por mi hermano o James.
Amaba mis clases, a mis profesores les agradaba porque mis notas nunca iban por debajo de un sobresaliente. Siempre hacía mi tarea y jamás llegaba tarde; me enorgullecía de ello, aunque no era una nerd.
____________________________________________________________
hasta ahi el capitulo de hoy chicas ;3 espero que les guste
8 AÑOS DESPUÉS.
Me desperté con la familiar sensación de ser aplastada; me retorcí, empujando mi hombro hacia atrás. James movió su peso ligeramente. Estaba abrazándome en cucharita por detrás, respirando profundamente en la parte trasera de mi cabello. Su pesado brazo cubriéndome, sujetando mis brazos en mi pecho, sostenía mi mano apretadamente, nuestros dedos entrelazados, su pierna tirada casualmente sobre mí.
Rápidamente silencié la alarma de mi teléfono y lo codeé en el estómago.
—Seis en punto —murmuré somnolientamente, cerrando los ojos.
—Diez minutos más, Ángel. Todavía estoy cansado —murmuró él, empujándome más fuerte contra su pecho.
—Nop, no diez minutos más. La última vez se convirtió en una hora y Carlos casi te atrapa aquí —murmuré, codeándolo en el estómago una vez más.
Movió su brazo e inmovilizó mis manos en la cama cerca de mi cabeza, en una posición de oración.
—Sólo diez minutos más, Ángel —se quejó. Suspiré y cerré los ojos de nuevo. No había forma de discutir con él cuando estaba así, simplemente no tenía la energía a esta hora de la mañana para pelear con él. Ambos nos deslizamos de nuevo en el sueño, instantáneamente.
—¡(tn), será mejor que ya estés lista! —gritó mi hermano, golpeando la puerta. Me levanté de un salto y también James, eran más de las siete.
—Ehh…sí, ya estoy lista, Carlos —grité en respuesta, mirando a James que estaba frotándose la cara, luciendo un poco aturdido.
—Bien. Voy a desayunar. Apúrate. James conducirá hoy así que está lista para irnos en media hora —llamó Carlos a través de la puerta, antes de caminar a zancadas por el pasillo.
—Mierda, Ángel , ¿por qué no me despertaste? —acusó James, frunciendo el ceño.
Lo miré en advertencia, y le di mi mejor mirada de muerte.
—¡Lo hice, imbécil! ¡Dijiste “diez minutos más” y luego me inmovilizaste en la cama para evitar que te codeara! —gruñí sarcásticamente, haciendo una mala imitación de su voz.
Él sonrió burlonamente y me empujó de vuelta a la cama, sujetando mis manos sobre mi cabeza y rodando sobre mí.
—¿Te inmovilicé en la cama? ¿Estabas soñando conmigo otra vez, Ángel? Podría hacerte ese sueño realidad —se mofó, con su rostro a centímetros del mío.
—¡Ya quisieras! Ahora, apártate de mí, James, y ve a alistarte. Conduces hoy, aparentemente —siseé, asintiendo hacía la ventana. Él suspiró y se levantó de mí, poniéndose sus jeans y camiseta. Trepó por la ventana, silenciosamente, cerrándola detrás de sí al irse. Caminé hacia ella y la aseguré antes de dirigirme a la ducha más rápida de todos los tiempos.
Exactamente veintiséis minutos después, caminé con dificultad hacia la cocina, con el ceño fruncido, James estaba allí, apoyándose casualmente contra la encimera, comiéndose mi cereal. ¡Maldita sea, todas las mañanas!
Su cabello estaba despeinado en su usual apariencia de “apenas salí de la cama”, que para ser honesta sí lucía así cuando acababa de salir de la cama. Todo lo que hacía siempre era deslizar sus manos por todo su cabello unas cuantas veces y añadirle un poco de cera.
Se veía igual que todas la mañana, como un maldito supermodelo. Usaba jeans desgastados de cintura baja que dejaban ver un poco sus calzoncillos, y siempre hacía que las chicas se derritieran. Hoy estaba usando una camiseta blanca que mostraba su cuerpo perfectamente esculpido y una camisa anaranjada y gris de manda corta sobre ella, que tenía completamente desabotonada. Sus ojos estaban brillantes con diversión mientras me miraba.
—¿Retardada esta mañana, Ángel? —preguntó con una sonrisa de suficiencia.
Le lancé una mirada de muerte, haciéndolo sonreír burlonamente.
—¡Cállate, James! ¿Por qué demonios te estás comiendo mi cereal de nuevo? ¿No tienes comida en tu casa? —pregunté, arrebatando la taza de sus manos y comiéndome el contenido. Él sólo observó con una sonrisa divertida.
Carlos me lanzó una caja de jugo.
—Sí que te ves un poco tensa esta mañana, Ambs. ¿Todo va bien? —preguntó, mirándome un poco preocupado.
Miré seriamente a James una vez más mientras él empezaba a reírse. Por supuesto que me veía tensa, tuve media hora para ducharme y vestirme.
—Me quedé dormida —murmuré con un suspiro abatido.
Carlos no tenía idea que James dormía en mi habitación cada noche, si fuera así, enloquecería. Carlos siempre era protector conmigo, siempre lo había sido, pero había empeorado desde que mi papá se fue cuando yo tenía catorce. Bueno, dije “se fue”, pero la verdad era que Carlos y James habían llegado a casa temprano de hockey un día, para ver que mi padre me había dejado sin sentido, y estaba intentando violarme. Carlos finalmente caído en cuenta, junto con James le habían dado una paliza, casi matándolo en el proceso. Lo habían echado de la casa y le habían dicho que si alguna vez regresaba, lo matarían.
Nunca regresó, sin embargo, eso fue ya hace tres años.
Un poco después de eso, mi mamá consiguió un trabajo en una enorme firma electrónica, era la asistente personal del director, así que viajaba mucho. Se iba dos veces más de lo que estaba aquí, de modo que sólo la veíamos por cerca de una semana al mes, si algo. Carlos era mi única supervisión, aunque a veces era más como que yo estaba intentando cuidar de él.
James también era muy protector conmigo, pero todavía no nos llevábamos bien, incluso aunque él literalmente pasó cada noche envuelto a mi alrededor en la cama por los últimos ocho años. Se había vuelto a escabullir en mi habitación la noche siguiente de verme llorar de nuevo y habíamos terminado durmiéndonos una vez más. Después de dos semanas se había vuelto una cosa normal. No era algo de lo que habláramos nunca, solo dejaba mi ventana sin seguro y él entraba una vez que sus padres revisaban que estuviera dormido.
Jamás nos habían atrapado en ocho años. Habíamos estado cerca un par de veces, sin embargo. Hace un par de años, la mamá de James había encontrado su cama vacía, pero él había mentido, diciendo que se había escapado a una fiesta y se había quedado en la casa de un amigo. Nadie sospechó que estaba al lado, conmigo.
Todavía me molestaba como loco, lo hacía tanto como cuando éramos niños, pero yo siempre supe que él estaría ahí para mí si lo necesitaba. Era como si él tuviera doble personalidad. De día, me molestaba, volviéndome loca y haciéndome enojar todo el tiempo, y de noche, era el chico más dulce en el mundo y me abrazaba, haciéndome sentir segura y a salvo.
—Te ves sexy hoy, Ángel —dijo James, con su sonrisa patentada, mirándome de arriba abajo lentamente, haciéndome retorcer.
¡Sí, claro! Mi cabello castaño todavía estaba húmedo porque no tuve tiempo de secarlo por sus estúpidos “diez minutos más”, así que lo tenía recogido en un despeinado moño. Me había puesto mis jeans ajustados y una remera roja de cuello en V y una capucha, junto con mis Converse. Había añadido lo mínimo de maquillaje, y algo de lápiz labial claro. No me veía sexy. ¡Maldito idiota! Le mostré el dedo del medio y camine hasta su auto. Recostándome contra él, enojada, esperé que me honraran con su presencia.
El camino a la escuela fue igual que siempre, ellos se sentaron al frente hablando de fútbol y fiestas, y yo me senté en la parte trasera escuchando música en mi Ipod, intentando ignorar las sonrisas de James en el espejo. Estacionamos en la escuela y el auto fue inmediatamente asediado por personas, igual que cada mañana. James y Carlos eran considerados “jugadores sexis” en nuestra escuela. Eran de último año y el sueño de toda chica; los chicos querían ser amigos suyos, y las chicas querían dormir con ellos.
James se río mientras yo me encogía, saliendo del auto e intentando evadir la horda de zorras que me empujaban porque estaban intentando lanzarse sobre él. Una chica me codeó a propósito. La vi en su pequeña falda que lucía más como un cinturón y su top que mostraba su estómago, e hice una mueca. ¡Es tan perra!
—Mierda Jessica, ¿dejaste tu falda en casa? —pregunté con un horror fingido.
Ella me miró con el ceño fruncido y escuché a James y Carlos reírse.
—Lo que sea, ¿sabes que ese look de emo no te va, cierto? —escupió ella en respuesta.
Sólo me reí y me alejé caminando. Era usual que Jessica y yo tuviéramos este tipo de comentarios para la otra. Ella había salido con James por un tiempo, bueno, si por salir nos referimos a tener sexo unas cuantas veces, y luego la dejó. Ella todavía no lo había superado y lo quería de vuelta, más para disgusto de él.
—Eso no fue amable, Ángel. —James se rió, mientras me alcanzaba y lanzaba un brazo alrededor de mi hombro. Inclinó su cabeza cerca de la mía—. Lamento lo de esta mañana —susurró en mi oreja, enviando escalofríos por mi columna.
Lo codeé en las costillas, haciéndolo sonreír y apartarse.
—E ignora a Jessica, creo que llevas genial el look emo —añadió, con un guiño coqueto.
Carlos lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.
—¡Amigo, esa es mi hermana menor! —lo regañó, apartándolo de mí. James sólo se rió y me guiñó una vez más, haciéndome poner los ojos en blanco. Se alejó y caminó a lo que lucía como su última conquista. Le sonrió seductoramente y ella se sonrojó cuando él inmediatamente empezó a coquetear.
Encontré a mis amigos, las chicas prácticamente estaban desnudando a Carlos y James con los ojos y expresiones soñadoras.
—Hola Joss, Kendall, Barbi —dije alegremente cuando llegué a ellos.
—Hola (ta), ¿llegaste aquí con sexy trasero uno y número dos hoy? —preguntó Joss, mirando fijamente a mi hermano mientras se alejaba.
Me reí y sacudí la cabeza.
—Nop, sólo con Carlos y James, igual que siempre.
Joss suspiró.
—¿Cómo demonios puedes no afectarte por lo condenadamente calientes que son? Quiero decir, ¡tienes tanta suerte de vivir con Carlos! Yo adoraría ver su sexy trasero caminando alrededor todo el día —ronroneó, abanicándose la cara.
Fingí tener náuseas.
—¡Joss, ese es mi hermano y su imbécil amigo! ¿Cómo puedes obviar su comportamiento mujeriego? Ambos son unos idiotas. —Me encogí de hombros. No entendía por qué, pero cada chica en esta escuela estaba enamorada de ellos. Carlos era una gran persona, pero trataba a las chicas como objetos, y James, bueno, James simplemente era un imbécil de tiempo completo.
—Son los dos mejores jugadores del equipo de hockey y lucen como dioses del sexo, y yo desearía poder “obviar eso” —dijo Joss sugestivamente, moviendo sus cejas con una sonrisita, haciéndome reír. Entrelazó su brazo con el mío y me empujó a nuestra primera clase.
La escuela estuvo bien, como era normal; yo era bastante popular debido al hecho de que mi hermano y su mejor amigo eran los chicos más deseados allí. Ellos cuidaban de mí, lo que básicamente significaba que advertían a todos los chicos que se alejaran, de hecho, me sentaba bien porque yo no quería salir con nadie. La mayoría de las chicas que querían ser novias eran fáciles de localizar, en su mayor parte podías saber si querían que las presentaras, por el tipo de ropa que estaban usando, si no estaban usando mucha entonces iban por mi hermano o James.
Amaba mis clases, a mis profesores les agradaba porque mis notas nunca iban por debajo de un sobresaliente. Siempre hacía mi tarea y jamás llegaba tarde; me enorgullecía de ello, aunque no era una nerd.
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hasta ahi el capitulo de hoy chicas ;3 espero que les guste
Última edición por valeerusher el Dom 18 Ago 2013, 2:15 pm, editado 1 vez
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
D: nose que me pasa owww mucho cariño para lectoras
les dare otro capi disfrutenlo :3
CAPITULO 4:
A la hora del almuerzo, me senté con mis amigos, cuando escuché los usuales suspiros y risitas tontas.
Las chicas empezaron a revisar su cabello y arreglar su maquillaje, de modo que supe que Carlos y sus amigos estaban llegando al comedor. Suspiré cuando Joss y Barbi empezaron a sentir lujuria por ellos, como era costumbre.
—¡Oh, genial, sexy trasero número uno está viniendo! —Barbi rió tontamente, codeando a Joss en las costillas.
Puse los ojos en blanco cuando una mano apareció por detrás de mí, robándome un puñado de mis papas fritas.
—Hola, Ángel —susurró James en mi cuello.
Golpeé su mano cuando fue a robar más.
—¡James, por el amor de Dios! Ve a comprar tu propia comida, idiota —dije molesta.
Se echo a reír.
—Oh, sabes que quieres compartir conmigo —respondió, dejándose caer en el banco, empujándome con su cadera.
—James, ¿qué quieres? —le pregunté con un suspiro, moviendo el plato lejos de él.
Pasó el brazo alrededor de mi hombro.
—Sólo quería visitar a mi chica. Sé que me has echado de menos sin verme en toda la mañana y eso —dijo engreídamente.
Mis amigas suspiraron y lo miraron con nostalgia.
—Podrías quitar tu brazo-para-putas de mí, James; ¡no quiero agarrarme cualquier cosa! —le regañé, encogiéndome para alejarme.
Se rió de nuevo.
—No seas así, Ángel. Sólo quería hacerte saber que voy a llevarte a casa hoy. Tu hermano tiene una cita, así que…—se calló, sonriéndome.
¡Genial, simplemente genial! Me iba a llevar a casa. Fantástico. Él siempre hacía el trayecto a casa lo más largo posible sólo para molestar mi vida externa.
Luego, insistiría en esperar en casa hasta que mi hermano llegase, lo que significaba que tenía que cocinar para él también. ¡Maldita sea, es tan molesto!
—Está bien, James. Ahora corre, estoy segura de que tienes alguna ETS más que propagar por ahí —le dije, agitando la mano con un gesto molesto.
Se rió y me dio un beso en la mejilla mientras se ponía de pie.
—Finge todo lo que quieras, Ángel, los dos sabemos que vas a querer que duerma contigo por la noche. —Me guiñó un ojo con malicia, dándole a lo que acababa de decir un doble sentido, y rogué para que nadie más se diera cuenta.
—Claro que querré, James, porque estoy tan enamorada de ti. —Suspiré, poniendo los ojos en blanco y frotándome la mejilla donde él me besó.
—Yo también te quiero. —Me sonrió mientras se alejaba de vuelta a la misma chica de esta mañana. Pasó el brazo alrededor de su hombro, sus sucios, asquerosos labios descendieron hasta los de ella. Fruncí el ceño, y aparté la mirada de nuevo a mis amigos cuando comenzó a prácticamente hacerlo con ella en medio del comedor.
Joss, Barbi y la mitad de las chicas del comedor estaban mirándole con lujuria.
—¡Este chico es tan jodidamente molesto! ¿Por qué mi hermano no podía escoger un mejor amigo mejor, alguien que no fuera un arrogante, obsesivo e idiota? —me quejé, lanzando mis manos al aire.
—Oh, ¡deja de llorisquear! James Maslow acaba de tener su brazo alrededor tuyo y besado en la mejilla, daría cualquier cosa por tener esos labios en mi —dijo Barbi soñadoramente, haciéndome reír.
—Como sea. Vamos, a nuestra próxima clase. —Le sugerí mientras recogíamos nuestras bandejas y nos levantábamos.
Después de clases me dirigí a regañadientes al estacionamiento, donde un sonriente James se encontraba apoyado en su coche, esperándome.
—Hola preciosa. —Me guiñó un ojo coquetamente y abrió la puerta para mí.
—Hola James. —Me subí a su coche, ya molesta con su actitud, si Carlos estuviese aquí lo habría abofeteado.
Subió a mi lado.
—Así pues, Ángel, tengo que pasar por una tienda de camino a casa. —Puso el coche en marcha y salimos del estacionamiento.
—Genial —murmuré. Decidí mirar por la ventana e ignorarlo; seguía molesta con él por toda la cosa de “diez minutos más” de esta mañana.
Se detuvo en el estacionamiento de la tienda unos minutos más tarde.
—Vamos, Ángel —dijo, saliendo. Me quedé ahí y crucé mis brazos sobre el pecho, rehusándome a bajar. Caminó alrededor del coche y abrió la puerta—. Vamos, Ángel —repitió, sosteniendo su mano para mí.
—No se necesitan dos para entrar, James. Esperaré aquí —respondí. Metió sus manos en el coche y me recogió con facilidad, arrojándome por encima del hombro, riendo. Dio un puntapié a la puerta para cerrarla y comenzó a caminar hacia la tienda—. Ponme abajo, ¡imbécil! —grité, golpeándolo en la espalda.
Él sólo se reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la tienda, finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada, para comprobar si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos mechones de pelo suelto detrás de mi oreja, demorándose en mi mejilla.
Golpeé su mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.
—¡Eso fue tan vergonzoso! —siseé.
—¿Cuál es el problema? A la mayoría de las chicas les encantaría que les hiciese eso —replicó, encogiéndose de hombros y yendo hacia las revistas.
Pisoteé con el pie, luego me ruboricé porque había hecho como un niño pequeño; por suerte, James no miraba, de lo contrario nunca hubiese oído el final de esto. Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al mostrador para pagar.
Estaba felizmente hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me puse tensa.
—Bueno, hola aquí. —Uno de ellos ronroneó. Asentí con la cabeza en reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de James.
—Ey, ¿A dónde vas? —preguntó el otro, cogiéndome mi mano.
Mi corazón empezó a acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.
—Estoy buscando a mi novio —le mentí, tratando de sonar segura.
—¿Novio? No veo ningún novio —dijo el otro, burlándose de mí—. ¿Qué tal si vamos a alguna parte y nos conocemos mejor? —ofreció el chico que estaba sujetando mi mano, tirándome hacia él lentamente.
Me sentí mal. Oh Dios, James ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.
—Ey, Ángel —dijo James, poniendo su brazo alrededor de mi hombro y mirando a los dos chicos, que de inmediato soltaron la mano y dieron un paso atrás. Me acerqué al lado de James y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía—. Espero que no estuvieran molestando a mi chica —dijo casualmente, pero podía oír el enfado en su tono de voz. James siempre me ha protegido; una vez un chico me empujó en un charco cuando tenía siete y James fue directamente a la casa del muchacho y le dio un puñetazo en la cara.
—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo —El chico mintió, levantando las manos inocentemente.
—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa —dijo James, guiándome hacía la puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme—. ¿Estás bien? —preguntó, revisándome preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir de mi pecho tan pronto como oí su voz.
Asentí y le sonreí gratamente.
—Gracias —murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré y era la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír—. Gracias, James. —Él siempre hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lástima que fuese un idiota, de lo contrario sería probablemente un buen chico.
Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. James se cernía detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras miraba mi cuerpo.
—Por el amor de Dios, James, ¡Mis ojos están aquí! —dije airadamente señalando la cara.
Se rió.
—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? —bromeó, sonriendo.
—Si lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me he visto y sentido como una mierda todo el día —dije con acritud.
—Creo que te has visto ardiente todo el día —respondió, encogiéndose de hombros.
—ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor. —Tiré la comida en el horno y me puse a preparar un poco de ensalada.
—Bien, lo que sea. —Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado, ayudándome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.
—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media; imagino que te quedas a cenar —dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No estoy segura de que Carlos le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba fuera, pero James lo hacía siempre de todos modos.
—Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. —Sonrió.
—No estaba preguntando —gruñí sarcásticamente mientras me giraba para alejarme.
Me agarró la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo, podía sentir su aliento soplando en mi cara.
—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de ser toda una perra conmigo, no te pega —dijo en voz baja.
Respiré hondo y suspiré.
—Está bien, si, lo siento también. Supongo que he sido una zorra —admití, tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos que se sentían como si estuvieran viendo mi alma.
—Así que, ¿estoy perdonado? —preguntó, sonriendo.
Me gustaba este James, el que me cuidaba, el que era diferente cuando estábamos por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir que no, y sentí a mi voluntad de ódialo, desmoronarse.
Me reí y puse los ojos en blanco.
—Como sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé fuera de su retención y me alejé rápidamente.
Se sentía raro estar cerca del él de esa manera, todavía podía sentir el hormigueo de electricidad fluyendo a través de la mano donde nos habíamos agarrado, todavía podía oler su dulce aliento que había soplado en mi cara. No tenía ni idea de la atmósfera tan rara de la cocina; todo era muy confuso. Negué con la cabeza y saqué mi tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo menos.
Después de cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y media así que James decidió poner una película. Puse Destino Final, y nos sentamos en el sofá a verla. Me sentí un poco incómoda por alguna razón que no podía entender. Estaba sentada aquí como siempre, pero algo se sentía diferente. Lo miré a escondidas varias veces, estaba sentado ahí viendo la película, con una pierna doblada sobre la otra, el brazo colgando casualmente en el respaldo atrás mío.
Ninguno de los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un bostezo.
—Creo que me voy a la cama, James, estoy muy cansada. —Murmuré, levantándome y estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta de que me estaba observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía seguía viéndome con una expresión extrañe en su cara.
—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de vuelta en media hora —dijo, poniéndose de pie para salir.
Lo seguí y cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué era todo tan tenso y extraño entre nosotros esta noche? Sería probablemente porque estaba tan molesta con él esta mañana que hice las cosas un poco torpes.
Me cambié rápidamente a una camiseta sin mangas y shorts, me lavé los dientes y me metí en la cama. Estaba fría y era demasiado grande, al igual que cada noche. Después de unos veinte minutos o algo así, escuché a mi ventana deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayendo al suelo y luego la cama se hundió detrás de mí.
—Ey, ¿estás dormida? —susurró.
—No, todavía no —murmuré.
Levanté la cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello. Apretó el pecho contra mi espalda y envolvió su otro brazo alrededor de mí, lazando una pierna sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para acercarme más a él, me encantaba que James durmiera conmigo, la cama no se sentía bien sin él.
—¿Qué pasa? —pregunté, tirando de sus brazos apretados a mi alrededor y presionando mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma que era como ninguna otra cosa en el mundo.
—Nada, Ángel. Sólo estoy cansado, eso es todo —murmuro contra la parte posterior de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.
—Está bien. Buenas noche, James —susurré, besando su brazo.
—Buenas noches, Ángel —respondió, besando mi cabeza.
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bien chicas si hay un : amber o ambs sorry es mi culpita :C por que
la nove es con la protagonista amber espero que lo hayasn disfrutado C:
les dare otro capi disfrutenlo :3
CAPITULO 4:
A la hora del almuerzo, me senté con mis amigos, cuando escuché los usuales suspiros y risitas tontas.
Las chicas empezaron a revisar su cabello y arreglar su maquillaje, de modo que supe que Carlos y sus amigos estaban llegando al comedor. Suspiré cuando Joss y Barbi empezaron a sentir lujuria por ellos, como era costumbre.
—¡Oh, genial, sexy trasero número uno está viniendo! —Barbi rió tontamente, codeando a Joss en las costillas.
Puse los ojos en blanco cuando una mano apareció por detrás de mí, robándome un puñado de mis papas fritas.
—Hola, Ángel —susurró James en mi cuello.
Golpeé su mano cuando fue a robar más.
—¡James, por el amor de Dios! Ve a comprar tu propia comida, idiota —dije molesta.
Se echo a reír.
—Oh, sabes que quieres compartir conmigo —respondió, dejándose caer en el banco, empujándome con su cadera.
—James, ¿qué quieres? —le pregunté con un suspiro, moviendo el plato lejos de él.
Pasó el brazo alrededor de mi hombro.
—Sólo quería visitar a mi chica. Sé que me has echado de menos sin verme en toda la mañana y eso —dijo engreídamente.
Mis amigas suspiraron y lo miraron con nostalgia.
—Podrías quitar tu brazo-para-putas de mí, James; ¡no quiero agarrarme cualquier cosa! —le regañé, encogiéndome para alejarme.
Se rió de nuevo.
—No seas así, Ángel. Sólo quería hacerte saber que voy a llevarte a casa hoy. Tu hermano tiene una cita, así que…—se calló, sonriéndome.
¡Genial, simplemente genial! Me iba a llevar a casa. Fantástico. Él siempre hacía el trayecto a casa lo más largo posible sólo para molestar mi vida externa.
Luego, insistiría en esperar en casa hasta que mi hermano llegase, lo que significaba que tenía que cocinar para él también. ¡Maldita sea, es tan molesto!
—Está bien, James. Ahora corre, estoy segura de que tienes alguna ETS más que propagar por ahí —le dije, agitando la mano con un gesto molesto.
Se rió y me dio un beso en la mejilla mientras se ponía de pie.
—Finge todo lo que quieras, Ángel, los dos sabemos que vas a querer que duerma contigo por la noche. —Me guiñó un ojo con malicia, dándole a lo que acababa de decir un doble sentido, y rogué para que nadie más se diera cuenta.
—Claro que querré, James, porque estoy tan enamorada de ti. —Suspiré, poniendo los ojos en blanco y frotándome la mejilla donde él me besó.
—Yo también te quiero. —Me sonrió mientras se alejaba de vuelta a la misma chica de esta mañana. Pasó el brazo alrededor de su hombro, sus sucios, asquerosos labios descendieron hasta los de ella. Fruncí el ceño, y aparté la mirada de nuevo a mis amigos cuando comenzó a prácticamente hacerlo con ella en medio del comedor.
Joss, Barbi y la mitad de las chicas del comedor estaban mirándole con lujuria.
—¡Este chico es tan jodidamente molesto! ¿Por qué mi hermano no podía escoger un mejor amigo mejor, alguien que no fuera un arrogante, obsesivo e idiota? —me quejé, lanzando mis manos al aire.
—Oh, ¡deja de llorisquear! James Maslow acaba de tener su brazo alrededor tuyo y besado en la mejilla, daría cualquier cosa por tener esos labios en mi —dijo Barbi soñadoramente, haciéndome reír.
—Como sea. Vamos, a nuestra próxima clase. —Le sugerí mientras recogíamos nuestras bandejas y nos levantábamos.
Después de clases me dirigí a regañadientes al estacionamiento, donde un sonriente James se encontraba apoyado en su coche, esperándome.
—Hola preciosa. —Me guiñó un ojo coquetamente y abrió la puerta para mí.
—Hola James. —Me subí a su coche, ya molesta con su actitud, si Carlos estuviese aquí lo habría abofeteado.
Subió a mi lado.
—Así pues, Ángel, tengo que pasar por una tienda de camino a casa. —Puso el coche en marcha y salimos del estacionamiento.
—Genial —murmuré. Decidí mirar por la ventana e ignorarlo; seguía molesta con él por toda la cosa de “diez minutos más” de esta mañana.
Se detuvo en el estacionamiento de la tienda unos minutos más tarde.
—Vamos, Ángel —dijo, saliendo. Me quedé ahí y crucé mis brazos sobre el pecho, rehusándome a bajar. Caminó alrededor del coche y abrió la puerta—. Vamos, Ángel —repitió, sosteniendo su mano para mí.
—No se necesitan dos para entrar, James. Esperaré aquí —respondí. Metió sus manos en el coche y me recogió con facilidad, arrojándome por encima del hombro, riendo. Dio un puntapié a la puerta para cerrarla y comenzó a caminar hacia la tienda—. Ponme abajo, ¡imbécil! —grité, golpeándolo en la espalda.
Él sólo se reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la tienda, finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada, para comprobar si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos mechones de pelo suelto detrás de mi oreja, demorándose en mi mejilla.
Golpeé su mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.
—¡Eso fue tan vergonzoso! —siseé.
—¿Cuál es el problema? A la mayoría de las chicas les encantaría que les hiciese eso —replicó, encogiéndose de hombros y yendo hacia las revistas.
Pisoteé con el pie, luego me ruboricé porque había hecho como un niño pequeño; por suerte, James no miraba, de lo contrario nunca hubiese oído el final de esto. Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al mostrador para pagar.
Estaba felizmente hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me puse tensa.
—Bueno, hola aquí. —Uno de ellos ronroneó. Asentí con la cabeza en reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de James.
—Ey, ¿A dónde vas? —preguntó el otro, cogiéndome mi mano.
Mi corazón empezó a acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.
—Estoy buscando a mi novio —le mentí, tratando de sonar segura.
—¿Novio? No veo ningún novio —dijo el otro, burlándose de mí—. ¿Qué tal si vamos a alguna parte y nos conocemos mejor? —ofreció el chico que estaba sujetando mi mano, tirándome hacia él lentamente.
Me sentí mal. Oh Dios, James ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.
—Ey, Ángel —dijo James, poniendo su brazo alrededor de mi hombro y mirando a los dos chicos, que de inmediato soltaron la mano y dieron un paso atrás. Me acerqué al lado de James y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía—. Espero que no estuvieran molestando a mi chica —dijo casualmente, pero podía oír el enfado en su tono de voz. James siempre me ha protegido; una vez un chico me empujó en un charco cuando tenía siete y James fue directamente a la casa del muchacho y le dio un puñetazo en la cara.
—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo —El chico mintió, levantando las manos inocentemente.
—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa —dijo James, guiándome hacía la puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme—. ¿Estás bien? —preguntó, revisándome preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir de mi pecho tan pronto como oí su voz.
Asentí y le sonreí gratamente.
—Gracias —murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré y era la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír—. Gracias, James. —Él siempre hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lástima que fuese un idiota, de lo contrario sería probablemente un buen chico.
Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. James se cernía detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras miraba mi cuerpo.
—Por el amor de Dios, James, ¡Mis ojos están aquí! —dije airadamente señalando la cara.
Se rió.
—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? —bromeó, sonriendo.
—Si lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me he visto y sentido como una mierda todo el día —dije con acritud.
—Creo que te has visto ardiente todo el día —respondió, encogiéndose de hombros.
—ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor. —Tiré la comida en el horno y me puse a preparar un poco de ensalada.
—Bien, lo que sea. —Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado, ayudándome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.
—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media; imagino que te quedas a cenar —dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No estoy segura de que Carlos le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba fuera, pero James lo hacía siempre de todos modos.
—Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. —Sonrió.
—No estaba preguntando —gruñí sarcásticamente mientras me giraba para alejarme.
Me agarró la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo, podía sentir su aliento soplando en mi cara.
—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de ser toda una perra conmigo, no te pega —dijo en voz baja.
Respiré hondo y suspiré.
—Está bien, si, lo siento también. Supongo que he sido una zorra —admití, tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos que se sentían como si estuvieran viendo mi alma.
—Así que, ¿estoy perdonado? —preguntó, sonriendo.
Me gustaba este James, el que me cuidaba, el que era diferente cuando estábamos por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir que no, y sentí a mi voluntad de ódialo, desmoronarse.
Me reí y puse los ojos en blanco.
—Como sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé fuera de su retención y me alejé rápidamente.
Se sentía raro estar cerca del él de esa manera, todavía podía sentir el hormigueo de electricidad fluyendo a través de la mano donde nos habíamos agarrado, todavía podía oler su dulce aliento que había soplado en mi cara. No tenía ni idea de la atmósfera tan rara de la cocina; todo era muy confuso. Negué con la cabeza y saqué mi tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo menos.
Después de cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y media así que James decidió poner una película. Puse Destino Final, y nos sentamos en el sofá a verla. Me sentí un poco incómoda por alguna razón que no podía entender. Estaba sentada aquí como siempre, pero algo se sentía diferente. Lo miré a escondidas varias veces, estaba sentado ahí viendo la película, con una pierna doblada sobre la otra, el brazo colgando casualmente en el respaldo atrás mío.
Ninguno de los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un bostezo.
—Creo que me voy a la cama, James, estoy muy cansada. —Murmuré, levantándome y estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta de que me estaba observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía seguía viéndome con una expresión extrañe en su cara.
—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de vuelta en media hora —dijo, poniéndose de pie para salir.
Lo seguí y cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué era todo tan tenso y extraño entre nosotros esta noche? Sería probablemente porque estaba tan molesta con él esta mañana que hice las cosas un poco torpes.
Me cambié rápidamente a una camiseta sin mangas y shorts, me lavé los dientes y me metí en la cama. Estaba fría y era demasiado grande, al igual que cada noche. Después de unos veinte minutos o algo así, escuché a mi ventana deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayendo al suelo y luego la cama se hundió detrás de mí.
—Ey, ¿estás dormida? —susurró.
—No, todavía no —murmuré.
Levanté la cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello. Apretó el pecho contra mi espalda y envolvió su otro brazo alrededor de mí, lazando una pierna sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para acercarme más a él, me encantaba que James durmiera conmigo, la cama no se sentía bien sin él.
—¿Qué pasa? —pregunté, tirando de sus brazos apretados a mi alrededor y presionando mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma que era como ninguna otra cosa en el mundo.
—Nada, Ángel. Sólo estoy cansado, eso es todo —murmuro contra la parte posterior de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.
—Está bien. Buenas noche, James —susurré, besando su brazo.
—Buenas noches, Ángel —respondió, besando mi cabeza.
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bien chicas si hay un : amber o ambs sorry es mi culpita :C por que
la nove es con la protagonista amber espero que lo hayasn disfrutado C:
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
Hola Vale.!!!
No puedo creerlo 8 años ya y siguen durmiendo juntos :O
Y lo de su mal**to padre ¬¬' que bueno que casi lo matan james y carlos
Siguela pronto y cuando puedas (:
BESOS
No puedo creerlo 8 años ya y siguen durmiendo juntos :O
Y lo de su mal**to padre ¬¬' que bueno que casi lo matan james y carlos
Siguela pronto y cuando puedas (:
BESOS
clau sanchez
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
HOLA CLAU Y SI JAJAJA SIGUEN DURMEIENDO JUNTITOSclau sanchez escribió:Hola Vale.!!!
No puedo creerlo 8 años ya y siguen durmiendo juntos :O
Y lo de su mal**to padre ¬¬' que bueno que casi lo matan james y carlos
Siguela pronto y cuando puedas (:
BESOS
TODOS FELICES YA QUE SU PADRE SE FUE xd la violaba de pequeña
bueno ahora la sigo :D besos.
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
CAPITULO 5 :
Me desperté a las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la silencié e intenté, sin éxito, moverme lejos de James. Tenía mi cabeza en su pecho y mi pierna encima de su entrepierna, la cual como siempre, ya estaba llena de “gloria matutina” que les pasa a todos los chicos. Él tenía su mano en mi rodilla, fijando mi pierna ahí, y so otro brazo envuelto tensamente alrededor de mi cintura. Cuando traté de moverlo, apretó su agarre, murmurando algo en sueño sobre yo no querer ir más a la universidad.
Moví mi brazo y toqué su estómago.
—Seis en punto —murmuré, tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos.
Gruñó y apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente encima de él. Podía sentir su erección presionando entre mis piernas. Jadeé con la sensación, era extraño pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal conmigo? ¡Este es James por el amor de Dios! Traté de librarme, pero eso sólo nos hizo rozarnos en lugares en los que preferiría no pensar. Mi cuerpo comenzó a cosquillear y no pude evitar que un pequeño gemido se me escapara de los labios. Oh Dios mío, ¡eso en verdad se siente bien!
—¿James? —le susurré/grité.
Él abrió los ojos de golpe y me miró, impactado. Su expresión rápidamente cambió a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su rostro.
—Bueno, buenos días, Ángel. Wow, esto es una primera vez —ronroneó, alzando sus cejas, con su sonrisa de asombro.
—¿Me soltarías por amor de Dios? —le susurré/grité. Alzó sus manos a modo de rendición y rápidamente rodé de encima de él.
—Son las seis —refunfuñé, frunciendo el ceño.
Volteó de lado a mirarme.
—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy, por favor. No sabía que había hecho eso, lo siento, Ángel, ¿está bien? —susurró, besando mi frente antes de salir rápidamente de la cama para ponerse su ropa.
—Está bien, como sea —murmuré, posicionándome en su lugar cálido de la cama donde había estado acostado.
—Te veré después. —Me dirigió un giño antes de salir por mi ventana.
Dándome la vuelta, enterré mi rostro en su almohada, todavía puedo olerlo y eso me hace sentir segura y calmada. Me hundí en un sueño pacífico por otra hora.
Después de vestirme más pacíficamente que ayer, me concentré en mi iPod y estaba bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi cereal de nuevo. ¡Cada maldito día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.
—¡Demonios, James, hay como cuatro cereales en las alacenas y sólo comes el mío! ¿Por qué? ¿Lo haces sólo para hacerme enojar? —pregunté, frunciendo el ceño, cuando comencé a masticar mi desayuno.
—Buenos días para ti también, Ángel —dijo educadamente, con una sonrisa de diversión en su rostro.
—Claro, hola —Me dejé caer y comí mi cereal mientras Carlos entraba en la cocina.
—Hey, chicos, ¿están casi listos para irse? —preguntó Carlos, lanzándonos a cada uno una caja de jugo como siempre.
Ambos asentimos y nos dirigimos al auto de James.
Mientras me acercaba a la escuela, Kendall me agarró del brazo y me llevó a un costado.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada.
Parecía un poco desesperado; su cabello estaba desorganizado, como si hubiera estado jalando o pasando sus manos por él un montón, sus ojos estaban tensos con estrés.
—Olvide que el cumpleaños de Esteff es mañana, ¡y no tengo idea de que darle! —chilló desesperadamente, pasando sus manos por su cabello fuertemente, confirmando mis sospechas sobre el estilo.
—Cálmate, todavía tienes tiempo. Ahora, ¿qué clase de cosas le gustan? —pregunté, pensando en Esteff y todo lo que sabía sobre ella.
—Quería darle algo que pudiera quedarse con ella, pero no sé qué… —Cerró sus ojos, obviamente entrando en pánico.
—Kendall, cálmate. ¿Qué te parece unos lindos pendientes? ¿Le gustan las piedras, verdad? También podrías darle un nuevo joyero o algo para poner esas cosas dentro —sugerí.
Su rostro se iluminó.
—¡Sí! Tiene un gusto por los joyeros antiguos en este momento. ¡Esa es una idea genial! Oh Dios gracias, (tn). ¡Te debo a lo grande! Voy a saltarme la mañana para poder conseguirla —dijo, sonriendo emocionadamente y corriendo, gritando adiós por su hombro.
Caminé de regreso al colegio, y noté que no había casi nadie.
Mierda santa, ¿llego tarde? Comencé a correr por el pasillo; pude ver a James y un par de sus amigos caminando hacia mí.
—Disminuye la velocidad, Ángel, te caerás —gritó James, sonriéndome mientras yo medio corría, medio caminaba hacia él.
Cuando lo pasé, él sacó su pie para hacerme tropezar, pero antes de que golpeara el suelo envolvió sus brazos apretadamente alrededor de mi cintura, y me levantó.
—Caray, Ángel, sé que soy caliente, pero no necesitas caer a mis pies —bromeó, haciendo reír a todos sus amigos. Lo golpeé en el pecho fuertemente, mirándolo—. Oh también me gusta un poco rudo, Ángel, sabes eso —dijo, sonriendo retóricamente.
Todavía no había soltado mi cintura, dio un paso hacia adelante y presionó su cuerpo con el mío, sus manos se deslizaron hacia mi trasero.
—Mmm, genial —ronroneó en mi oído.
Odiaba ser tocada; traía recuerdos de mi padre. Jadeé, y antes de que siquiera pudiera pensar en lo que estaba haciendo, subí mi pierna y lo golpeé en su parte más sensible. Él gruñó y me soltó rápidamente, doblándose por la mitad y agarrándose.
—¡Mantén tus sucias manos fuera de mí! —grité, tratando de no llorar. Estaba luchando por respirar y mis manos estaban temblando.
Me di vuelta para alejarme corriendo pero me agarró la mano y me empujó hacia él de nuevo.
—Ángel, sólo estaba bromeando, sabes que nunca te haría daño —gimió.
Su voz se quebró un poco, sonaba como si tuviera dolor. Miró directamente a mis ojos; pude ver la honestidad de sus profundos ojos. Me dio un abrazo y puso sus labio en mi cuello, justo donde se unía con mis hombros y respiró profundamente por su nariz, enviando su aliento caliente a bajar por mi cuello. Esto es lo que siempre hacía para calmarme, cuando lloraba en su hombro; esta era la única cosa que parecía funcionar. Podía sentir su corazón latiendo rápidamente contra mi pecho, así que me concentré en hacer juego con mi respiración y la suya. Respiré su olor hasta que me había calmado. Me moví hacia atrás y él sólo me estaba mirando con arrepentimiento en su rostro.
—Lo siento. No debería haber hecho eso, Ángel, no pensé —dijo en tono de disculpa.
Asentí con la cabeza y bufé, limpiándome la cara con la manga.
—Yo también lo siento. ¿Te duele? —le pregunté, haciendo una mueca ante la idea de cuán fuerte le había dado el rodillazo.
Se encogió de hombros.
—Estoy bien, fue mi culpa —respondió, inclinándose para mirarme a los ojos de nuevo. Aparté la vista rápidamente, sintiéndome incómoda. Tenía la sensación de que cuando James me miraba a los ojos, podía ver el verdadero yo, el que trataba de esconderse de todo el mundo, la niña asustada a la que no le gustaba que la gente la toque, porque me trae recuerdos de aquellos domingos y de mi padre llevándome al sofá, guiándome a sentarme en su regazo.
Cuando la gente me tocaba, incluso las chicas, mi corazón se iba a toda marcha y siempre comenzaba a sentirme mal. Las únicas excepciones a esto son mi madre, Carlos y James. Esta era la razón exacta por la que no tenía citas. La idea de que alguien me tocara o besara, hacia que mi piel se pusiera de gallina.
Aparté la vista de él y me di cuenta que tenía una gran mancha húmeda en el hombro en el que había estado llorando. La limpié, frunciendo el ceño.
—He arruinado tu camisa.
—Tengo otras, Ángel, no te preocupes —contestó con una sonrisa fácil, que no era la sonrisa de satisfacción que le ha dado a otras personas, era una sonrisa sincera, lo que por lo general sólo se consigue en la noche o cuando no había nadie alrededor.
Miré a mi alrededor y me di cuenta que estábamos solos en el pasillo, me quedé sin aliento en estado de shock.
—¿Dónde? —murmuré, mirando arriba y abajo del pasillo desesperadamente.
—Ellos fueron a clase —respondió—. Vamos, no hay razón para ir al final, así que vamos a ir por un café o algo así. —Me tomó de la mano hacia el estacionamiento, hacia su coche.
—James, ¿qué? ¡No puedo faltar a clase! —grité, mirando a mi alrededor rápidamente para ver su alguien veía a dos estudiantes escapando fuera de la escuela.
Se echo a reír.
—Vamos, Ángel, una clase no te hará daño. Ya estás diez minutos tarde de todos modos. —Abrió la puerta del pasajero y me hizo señas para entrar.
Suspiré y de mala gana me subí dentro. Realmente no me importaba pasa tiempo con James, pero eso sólo dependía de cual James estaría aquí conmigo, él de la noche o el del día. El James de la noche era considerado, cariñoso y atento. El James del día era una coqueto y pelmazo. Sin embargo, James del día y de la noche me hacía sentir segura y protegida. Me volví a mirarlo mientras conducía, tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Qué te pasa? —le pregunté, un poco preocupada de que esto fuera a convertirse en una especie de broma que iba a acabar mal para mí o avergonzarme.
—¿Qué quieres decir? ¡No puedo estar contento de que estemos pasamos un tiempo juntos? —me preguntó, y me dio un guiño coqueto. Puse los ojos y gemí. Genial, una hora con el James del día es mi peor pesadilla.
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y este fue el capitulo del dia :D disfrutenlo :DD subire diario ;3
Me desperté a las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la silencié e intenté, sin éxito, moverme lejos de James. Tenía mi cabeza en su pecho y mi pierna encima de su entrepierna, la cual como siempre, ya estaba llena de “gloria matutina” que les pasa a todos los chicos. Él tenía su mano en mi rodilla, fijando mi pierna ahí, y so otro brazo envuelto tensamente alrededor de mi cintura. Cuando traté de moverlo, apretó su agarre, murmurando algo en sueño sobre yo no querer ir más a la universidad.
Moví mi brazo y toqué su estómago.
—Seis en punto —murmuré, tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos.
Gruñó y apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente encima de él. Podía sentir su erección presionando entre mis piernas. Jadeé con la sensación, era extraño pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal conmigo? ¡Este es James por el amor de Dios! Traté de librarme, pero eso sólo nos hizo rozarnos en lugares en los que preferiría no pensar. Mi cuerpo comenzó a cosquillear y no pude evitar que un pequeño gemido se me escapara de los labios. Oh Dios mío, ¡eso en verdad se siente bien!
—¿James? —le susurré/grité.
Él abrió los ojos de golpe y me miró, impactado. Su expresión rápidamente cambió a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su rostro.
—Bueno, buenos días, Ángel. Wow, esto es una primera vez —ronroneó, alzando sus cejas, con su sonrisa de asombro.
—¿Me soltarías por amor de Dios? —le susurré/grité. Alzó sus manos a modo de rendición y rápidamente rodé de encima de él.
—Son las seis —refunfuñé, frunciendo el ceño.
Volteó de lado a mirarme.
—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy, por favor. No sabía que había hecho eso, lo siento, Ángel, ¿está bien? —susurró, besando mi frente antes de salir rápidamente de la cama para ponerse su ropa.
—Está bien, como sea —murmuré, posicionándome en su lugar cálido de la cama donde había estado acostado.
—Te veré después. —Me dirigió un giño antes de salir por mi ventana.
Dándome la vuelta, enterré mi rostro en su almohada, todavía puedo olerlo y eso me hace sentir segura y calmada. Me hundí en un sueño pacífico por otra hora.
Después de vestirme más pacíficamente que ayer, me concentré en mi iPod y estaba bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi cereal de nuevo. ¡Cada maldito día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.
—¡Demonios, James, hay como cuatro cereales en las alacenas y sólo comes el mío! ¿Por qué? ¿Lo haces sólo para hacerme enojar? —pregunté, frunciendo el ceño, cuando comencé a masticar mi desayuno.
—Buenos días para ti también, Ángel —dijo educadamente, con una sonrisa de diversión en su rostro.
—Claro, hola —Me dejé caer y comí mi cereal mientras Carlos entraba en la cocina.
—Hey, chicos, ¿están casi listos para irse? —preguntó Carlos, lanzándonos a cada uno una caja de jugo como siempre.
Ambos asentimos y nos dirigimos al auto de James.
Mientras me acercaba a la escuela, Kendall me agarró del brazo y me llevó a un costado.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada.
Parecía un poco desesperado; su cabello estaba desorganizado, como si hubiera estado jalando o pasando sus manos por él un montón, sus ojos estaban tensos con estrés.
—Olvide que el cumpleaños de Esteff es mañana, ¡y no tengo idea de que darle! —chilló desesperadamente, pasando sus manos por su cabello fuertemente, confirmando mis sospechas sobre el estilo.
—Cálmate, todavía tienes tiempo. Ahora, ¿qué clase de cosas le gustan? —pregunté, pensando en Esteff y todo lo que sabía sobre ella.
—Quería darle algo que pudiera quedarse con ella, pero no sé qué… —Cerró sus ojos, obviamente entrando en pánico.
—Kendall, cálmate. ¿Qué te parece unos lindos pendientes? ¿Le gustan las piedras, verdad? También podrías darle un nuevo joyero o algo para poner esas cosas dentro —sugerí.
Su rostro se iluminó.
—¡Sí! Tiene un gusto por los joyeros antiguos en este momento. ¡Esa es una idea genial! Oh Dios gracias, (tn). ¡Te debo a lo grande! Voy a saltarme la mañana para poder conseguirla —dijo, sonriendo emocionadamente y corriendo, gritando adiós por su hombro.
Caminé de regreso al colegio, y noté que no había casi nadie.
Mierda santa, ¿llego tarde? Comencé a correr por el pasillo; pude ver a James y un par de sus amigos caminando hacia mí.
—Disminuye la velocidad, Ángel, te caerás —gritó James, sonriéndome mientras yo medio corría, medio caminaba hacia él.
Cuando lo pasé, él sacó su pie para hacerme tropezar, pero antes de que golpeara el suelo envolvió sus brazos apretadamente alrededor de mi cintura, y me levantó.
—Caray, Ángel, sé que soy caliente, pero no necesitas caer a mis pies —bromeó, haciendo reír a todos sus amigos. Lo golpeé en el pecho fuertemente, mirándolo—. Oh también me gusta un poco rudo, Ángel, sabes eso —dijo, sonriendo retóricamente.
Todavía no había soltado mi cintura, dio un paso hacia adelante y presionó su cuerpo con el mío, sus manos se deslizaron hacia mi trasero.
—Mmm, genial —ronroneó en mi oído.
Odiaba ser tocada; traía recuerdos de mi padre. Jadeé, y antes de que siquiera pudiera pensar en lo que estaba haciendo, subí mi pierna y lo golpeé en su parte más sensible. Él gruñó y me soltó rápidamente, doblándose por la mitad y agarrándose.
—¡Mantén tus sucias manos fuera de mí! —grité, tratando de no llorar. Estaba luchando por respirar y mis manos estaban temblando.
Me di vuelta para alejarme corriendo pero me agarró la mano y me empujó hacia él de nuevo.
—Ángel, sólo estaba bromeando, sabes que nunca te haría daño —gimió.
Su voz se quebró un poco, sonaba como si tuviera dolor. Miró directamente a mis ojos; pude ver la honestidad de sus profundos ojos. Me dio un abrazo y puso sus labio en mi cuello, justo donde se unía con mis hombros y respiró profundamente por su nariz, enviando su aliento caliente a bajar por mi cuello. Esto es lo que siempre hacía para calmarme, cuando lloraba en su hombro; esta era la única cosa que parecía funcionar. Podía sentir su corazón latiendo rápidamente contra mi pecho, así que me concentré en hacer juego con mi respiración y la suya. Respiré su olor hasta que me había calmado. Me moví hacia atrás y él sólo me estaba mirando con arrepentimiento en su rostro.
—Lo siento. No debería haber hecho eso, Ángel, no pensé —dijo en tono de disculpa.
Asentí con la cabeza y bufé, limpiándome la cara con la manga.
—Yo también lo siento. ¿Te duele? —le pregunté, haciendo una mueca ante la idea de cuán fuerte le había dado el rodillazo.
Se encogió de hombros.
—Estoy bien, fue mi culpa —respondió, inclinándose para mirarme a los ojos de nuevo. Aparté la vista rápidamente, sintiéndome incómoda. Tenía la sensación de que cuando James me miraba a los ojos, podía ver el verdadero yo, el que trataba de esconderse de todo el mundo, la niña asustada a la que no le gustaba que la gente la toque, porque me trae recuerdos de aquellos domingos y de mi padre llevándome al sofá, guiándome a sentarme en su regazo.
Cuando la gente me tocaba, incluso las chicas, mi corazón se iba a toda marcha y siempre comenzaba a sentirme mal. Las únicas excepciones a esto son mi madre, Carlos y James. Esta era la razón exacta por la que no tenía citas. La idea de que alguien me tocara o besara, hacia que mi piel se pusiera de gallina.
Aparté la vista de él y me di cuenta que tenía una gran mancha húmeda en el hombro en el que había estado llorando. La limpié, frunciendo el ceño.
—He arruinado tu camisa.
—Tengo otras, Ángel, no te preocupes —contestó con una sonrisa fácil, que no era la sonrisa de satisfacción que le ha dado a otras personas, era una sonrisa sincera, lo que por lo general sólo se consigue en la noche o cuando no había nadie alrededor.
Miré a mi alrededor y me di cuenta que estábamos solos en el pasillo, me quedé sin aliento en estado de shock.
—¿Dónde? —murmuré, mirando arriba y abajo del pasillo desesperadamente.
—Ellos fueron a clase —respondió—. Vamos, no hay razón para ir al final, así que vamos a ir por un café o algo así. —Me tomó de la mano hacia el estacionamiento, hacia su coche.
—James, ¿qué? ¡No puedo faltar a clase! —grité, mirando a mi alrededor rápidamente para ver su alguien veía a dos estudiantes escapando fuera de la escuela.
Se echo a reír.
—Vamos, Ángel, una clase no te hará daño. Ya estás diez minutos tarde de todos modos. —Abrió la puerta del pasajero y me hizo señas para entrar.
Suspiré y de mala gana me subí dentro. Realmente no me importaba pasa tiempo con James, pero eso sólo dependía de cual James estaría aquí conmigo, él de la noche o el del día. El James de la noche era considerado, cariñoso y atento. El James del día era una coqueto y pelmazo. Sin embargo, James del día y de la noche me hacía sentir segura y protegida. Me volví a mirarlo mientras conducía, tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Qué te pasa? —le pregunté, un poco preocupada de que esto fuera a convertirse en una especie de broma que iba a acabar mal para mí o avergonzarme.
—¿Qué quieres decir? ¡No puedo estar contento de que estemos pasamos un tiempo juntos? —me preguntó, y me dio un guiño coqueto. Puse los ojos y gemí. Genial, una hora con el James del día es mi peor pesadilla.
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y este fue el capitulo del dia :D disfrutenlo :DD subire diario ;3
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
holaaa!!! nueva y fiel lectora!!
se que he tardado mucho, pero acabo de descubrir tu nove y me ha encantado, esta genial!
puedes llamarme laura o lau :)
siguela cuando puedas!
besos <3
se que he tardado mucho, pero acabo de descubrir tu nove y me ha encantado, esta genial!
puedes llamarme laura o lau :)
siguela cuando puedas!
besos <3
laura_33426
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
Holaaa LAU :D JAJAJA NO TE PREOCUPES CADA UNO SE ACOSTUMBRA LLENDO HASTA QUE LA NOVE ESTE BUENA ;D AHORA LA SIGUO UN ABRAZO PSICOLOGICO! besos!laura_33426 escribió:holaaa!!! nueva y fiel lectora!!
se que he tardado mucho, pero acabo de descubrir tu nove y me ha encantado, esta genial!
puedes llamarme laura o lau :)
siguela cuando puedas!
besos <3
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
CAPITULO 6 :
No estaba prestando atención a dónde íbamos, así que me sorprendí cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la pista de hielo. Él sonrió y se levantó, y yo le seguí con el ceño fruncido.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —le pregunté mientras me agarraba la mano y me llevaba dentro. Tal vez tenían un buen café en el interior o algo, que era la única razón que se me ocurrió para que me trajera aquí.
Hizo caso omiso a mi pregunta.
—Hola, por favor, dos —dijo a la señora detrás del mostrador, entregándole el dinero. Di un grito ahogado, ¿en realidad íbamos a patinar? Había estado patinando un par de veces en mi vida, pero era completamente terrible en ello.
—¿Necesitas alquilar patines? —preguntó la señora con una sonrisa amigable, mientras sus ojos discretamente recorrían el cuerpo de James.
—Sí, un once y un cinco por favor —respondió, guiñándome un ojo. Fruncí el ceño mientras hablaba, preguntándome cómo demonios conocía mi talla de zapatos.
Le pasó dos juegos de patines y él sonrió de nuevo, tomó mi mano y me arrastró a los bancos. Me di cuenta que la señora no dejaba de ver a James mientras se alejó, y ella se relamía los labios mientras miraba su trasero. Me reí y puse los ojos en ella, lo cual la hizo ruborizarse y mirar hacia otro lado.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó James, mirándome extrañamente.
—Tienes otra admiradora —declaré, asintiendo con la cabeza hacia la mujer—. Simplemente no puedes evitar ser tú mismo, ¿puedes? —bromeé con una pequeña sonrisa.
—No te preocupes, no estoy interesado en ella —respondió, mirándome como si quisiera decirme algo.
—¿Preocupada? James, yo no estaba preocupada. —Me burlé de eso, mientras ponía los ojos.
Nos cambiamos a nuestros patines y nos dirigimos hacia el hielo. No había nadie más allí, probablemente debido a que era sólo justo después de las nueve de la mañana.
—¿Por qué estamos haciendo esto? Sabes que no puedo patinar. —Hice una mueca, mirando el hielo, comenzando a entrar en pánico.
Él se rió y tiró de mí hacia este.
—Lo sé, lo recuerdo. No te preocupes, te ayudaré. —James y mi hermano jugaban hockey sobre hielo para la escuela; Carlos era el portero y James el delantero. Ambos habían estado patinando desde hace años, pero yo nunca había sido capaz de hacerlo. Me encantaba ver a la gente patinando y siempre deseé poder aprender, pero literalmente no podía ponerme de pie.
Tomó mis dos manos mientras resbalaba y me deslizaba por todo el lugar. Él estaba patinando hacia atrás, frente a mí.
—Estás doblando los tobillos ligeramente, Ángel. Trata de mantenerlos de forma recta, por eso no tienes ningún control —dijo mirando mis pies.
Me quedé más recta y sentí que mis pies se deslizaban hacia afuera por debajo de mí, al instante, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás de manera que ambos caímos y caí encima de él, su cuerpo rompiendo mi caída. Se rió, me empujó hasta las rodillas, así que yo estaba a caballo, luego me senté a su lado. Yo no podía ponerme de pie así que esperé a que se levantara primero.
—Está bien, intentemos el número dos. —Sonrió, tirando de mí con facilidad—. Párate derecha y mantén los pies quietos, voy a tirar hasta que puedas conseguir el equilibrio. —Le dio una patada en mis patines con suavidad, empujándolos para juntarlos a medida que se apoderaba de mis manos con fuerza.
Me las arreglé para mantenerme en pie durante un tiempo antes de perder el equilibrio. Una vez más, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás para que cayera encima de él.
—¿Por qué sigues haciendo eso? —le pregunté, empujándome a mí misma en una posición sentada de nuevo. Podía sentir el hielo comenzar a mojar la parte de atrás de mis jeans, haciéndome temblar.
—¿Haciendo qué? —preguntó, mirándome con una expresión confusa.
—Cada vez que comienzo a resbalarme, te dejas caer haciéndome aterrizar encima de ti. Te vas a lastimar —expliqué frunciendo el ceño.
Se encogió de hombros.
—Mejor que sea yo que tú —murmuró en voz baja, levantándome otra vez. Me le quedé mirando, sorprendida. ¿Acababa de decir eso? Tal vez le oí mal—. Estás mejorando, duraste por lo menos un minuto más que la última vez —bromeó con su sonrisa patentada.
Ok, eso se parece más al James que conozco, debí haberlo escuchado mal después de todo.
—Ja, ja. Bueno, un minuto está bien para mí. Sabes que no puedo hacer esto —me quejé, cayendo de nuevo al instante. Se las arregló para sostenerme sólo agarrando mis caderas, presionando nuestros cuerpos y levantándome del hielo de manera de que pudiera colocar mis pies de nuevo desde el principio. Sentí a mi corazón empezar a latir más rápido, pero no era por el temor habitual de que alguien me estuviese tocando, era algo más que no podía entender. Me sonrojé y miré hacia otro lado mientras él me puso de nuevo sobre mis pies.
—¿Por qué te sonrojas? —preguntó, frunciendo el ceño, pero mirando divertido a la vez.
—No me sonrojo. Hace frío, eso es todo. Mi trasero está congelado, creo. —Me di la vuelta para mostrarle mis pantalones mojados, frotando mi trasero para tratar de alejar un poco el frío. Le oí tomar una respiración profunda y dejar escapar un suspiro. Miré hacia atrás para ver que estaba frunciendo el ceño con los ojos cerrados, lucía como si estuviera herido o algo.
—¿Estás bien? —le pregunté, todavía frotándome el trasero. Él asintió con la cabeza y se quitó la camisa, allí parado en sus jeans de corte bajo y su camiseta apretada que dejaba ver los músculos que tenía debajo. Colocó su camisa bajo mi cintura y la ató con un nudo en el frente.
—¿Qué estás haciendo?, te vas a resfriar —lo regañé mientras trataba de desatar el nudo que había hecho.
—No te preocupes, estaré bien. La próxima vez traeré un suéter de repuesto para tu muy delicado trasero —respondió, agarrando mis manos y empezando a tirar de mí otra vez.
¿La próxima vez? ¿Qué quiere decir con la próxima vez? No es que no esté pasando un buen rato, pero estar aquí con James, era extraño, se sentía raro. Bueno, eso no era estrictamente cierto ya que en realidad se sentía bien, por lo que se sentía raro.
—¡Eso es! Lo estás logrando —susurró; lo que por supuesto me hizo perder el equilibrio de nuevo. Me presioné contra él por tercera vez, riendo histéricamente.
Ok, esto era realmente divertido y no hacía daño. Usualmente, cuando venía a patinar con Carlos y se cansaba de atraparme, simplemente me dejaba caer sobre mi trasero todo el tiempo. En unos treinta minutos estaba por lo general tan magullada y adolorida que me daba por vencida.
—Ves, ahora te estás divirtiendo. —James se rió, sacudiendo los cristales de hielo de su espalda y sosteniéndome otra vez. Nos las arreglamos para patinar tres vueltas enteras a la pista antes de volverme a caer. Realmente estaba mejorando.
Después de lo que pareció una eternidad, la pista estaba empezando a estar más llena y mi estómago comenzó a gruñir. Ya me estaba cayendo cada vez menos, pero seguía agarrando sus manos con un apretón mortal.
—¿Qué hora es? —pregunté casualmente cuando nos detuvimos al lado de la pista. El primer período sin duda debía estar casi terminado.
Sacó su móvil del bolsillo y aspiró el aire a través de sus dientes blancos nacarados, produciendo un sonido sibilante. Ok, eso no sonó bien, tal vez nos perdimos también el segundo período…
—Eh, ángel, la escuela terminará en más o menos una hora —dijo haciendo una mueca.
—¿QUÉ? —dije casi gritando, lo que le hizo dar un respingo que a la vez me hizo perder el equilibrio. El me agarró y me deslizó a la baranda plástica de la pista para mantenerme de pie, su cuerpo presionado contra el mío, su cara a centímetros de la mía. Mi corazón comenzó a acelerarse de nuevo. Él no se movió. Simplemente se quedó allí mirándome, fijo en mis ojos hasta que comencé a sentirme un poco mareada. De repente me di cuenta de que no estaba respirando, así que tomé aire en un respiro irregular, el cual parecía sacarlo de allí.
Se retiró, pero dejó sus manos en mi cintura, sosteniéndome.
—Será mejor que nos vayamos. Si tu hermano se entera de que he estado contigo durante todo el día, me va a cortar mi masculinidad —dijo con fingido horror, haciéndome reír.
En lugar de sostener mis manos para ayudarme a llegar al lado, continuó sosteniéndome por la cintura, patinando en reversa mientras me arrastraba. En realidad no sabía qué hacer con mis manos, así que las coloqué sobre sus hombros. Cuando comencé a caerme de nuevo, se agachó y me recogió en sus brazos, manteniendo uno de sus firmes antebrazos bajo mi trasero y forzando mis muslos alrededor de su cintura con la otra mano como si yo no pesara absolutamente nada. Se volteó en el lugar y patinó hacia delante, rápido. En realidad, daba un poco de miedo. Sostuve mi aliento y lancé mis brazos alrededor de su cuello, presionando mi cuerpo contra el suyo tan fuerte como pude, probablemente ahogándolo y sacándole la vida de golpe, pero no se quejó. En lugar de salir por la puerta como esperaba que hiciera, patinó alrededor de toda la pista de nuevo, para luego caminar fuera del hielo y bajarme en una banca.
¿Qué demonios fue eso?
—¿Por qué hiciste eso? —le pregunté, sintiéndome un poco incómoda de haber tenido todo mi cuerpo envolviendo el suyo. Sin embargo, no sé por qué me sentía incómoda al respecto, dado que el envolvía el suyo contra el mío cada noche.
—¿Hacer qué, Ángel? —preguntó, mirando confundido.
Señalé el hielo.
—Patinar una vuelta más. ¿Por qué no simplemente tomaste la salida? Patinaste pasándola —expliqué, frunciendo el ceño, pero al mismo tiempo sonriendo, ¡éste chico es realmente raro!
Parecía un poco incómodo, pero luego re-acomodó su expresión a su habitual sonrisa de “hago derretir a las chicas”.
—Me retrasaste todo el tiempo; simplemente quería una vuelta en la que pudiera patinar de frente, eso era todo. —Se encogió de hombros.
Bien, ahora me siento un poco culpable de no haberle permitido divertirse por haberme tenido que cuidar todo el tiempo.
—James, ve y patina un poco. Me quedaré sentada aquí, está bien. Tu también debes tener un poco de diversión —le sugerí, regalándole una sonrisa.
Él sonrió.
—Tuve mucha diversión. —Su expresión parecía completamente honesta, se levantó rápidamente y fue por nuestros zapatos.
En el camino de regreso a la escuela pasó por el auto servicio de McDonald’s.
—Hola, ¿puedo ayudarle? —preguntó el altavoz.
—Eh, sí, quiero un combo de Big Mac con coca-cola y uno de cuarto de libra con queso con malteada de fresa. ¿Todavía hacen esas cosas de queso fundido? —preguntó James.
—Sí lo hacemos —crujió el altavoz.
Él sonrió.
—Genial, un paquete de eso también, por favor. —Sólo lo miré, un poco atónita, acababa de ordenar mi comida y sabía exactamente lo que quería. Se volvió hacia mí y frunció el ceño—. ¿Por qué me miras de esa forma? ¿Me equivoqué? —preguntó, mirando ligeramente preocupado y bajando la ventanilla de nuevo listo para cambiar la orden.
Negué con la cabeza mirándolo con asombro.
—¿Cómo sabes lo que quiero?
Él simplemente se rió y me miró como si hubiese dicho algo estúpido.
—Siempre pides lo mismo Ángel y adoras esas asquerosas cosas de queso pero no las tienen todo el tiempo, así que… —se encogió de hombros y rodó el auto hasta la siguiente ventana.
Bien, ahora está empezando a asustarme. ¿Primero, supo mi talla de zapatos y ahora conoce lo que como en el McDonald’s? Quiero decir, sé que probablemente he venido aquí con él y Carlos mil veces, pero ni siquiera Carlos sabe lo que ordeno y es mi hermano, por amor de Dios. James se rió de nuevo y estacionó el auto en un espacio para que pudiéramos comer.
Estaba hablando abiertamente sobre un concierto al que quería ir y de una película que vio la semana pasada sobre zombis que según dijo, me habrían matado del susto. Estaba sorprendida de cuán fácil era hablar con James; nunca había pasado tanto tiempo con él por mi cuenta antes. Usualmente estaba con Carlos o con una banda de chicos, o tenía alguna sanguijuela adherida a su cuerpo, o estábamos durmiendo. Era en realidad muy agradable y divertido. No podía dejar de preguntarme por qué escondía su asombrosa personalidad detrás de la fachada de prostituto, con una actitud masculina de cerdo; debería ser así más a menudo.
—¿Puedo hacerte una pregunta, Ángel? —preguntó, mirándome con seriedad. Asentí con la cabeza y terminé el resto de mi malteada—. ¿No confías en mí? ¿Cómo pudiste pensar que iba a hacerte daño más temprano en la escuela? He tenido muchas oportunidades de tocarte o forzarte a algo más durante los últimos ocho años, ¿no? ¿Por qué crees que te haría daño? —preguntó, luciendo muy triste.
Tomé una respiración profunda.
—Fue solo que me tomó por sorpresa, eso es todo; confío en ti, James, de verdad. Sé que no me harías daño, sólo que es difícil para mí, no me gusta que la gente me toque. —Fruncí el ceño al no querer hablar de esto. Nunca nadie me había presionado por detalles acerca de cómo hacía con mi padre. He rechazado ir a la terapia desde que se fue, mi mamá y Carlos han tratado de hablar de eso pero yo simplemente no quería que nadie lo supiera. Estaba avergonzada de eso y de lo que él acostumbraba a hacerme. Nadie nunca me había forzado a hablar de ello y yo los amaba aún más por ello.
James tomó mi mano.
—Sé que no, pero nunca te lastimaría. Necesito que lo sepas —dijo trazando círculos en la palma de mi mano. Todavía lucía realmente herido y molesto y quería hacerlo sentir mejor, pero no sabía cómo.
Lo único que podía hacer era decirle la verdad.
—James, cuando alguien me toca, mi corazón se acelera y comienzo a sentirme mareada y enferma. Es algo sobre lo que no tengo control. Las únicas personas con las que no me pasa, es con mi mamá, con Carlos y contigo. Lamento si te molesto, pero no puedo evitarlo. Confío en ti, de verdad. Esto parecía hacerlo sentir mejor y su rostro se iluminó.
—Ok, está bien. Regresemos antes de que tu hermano tenga a los perros de ataque listos para rasgarme la garganta —sugirió, riendo entre dientes. Me acomodé en mi asiento mientras él manejaba de regreso a la escuela. Entramos al estacionamiento de la escuela cinco minutos antes de la campana de salida.
—Eh, Ángel, probablemente lo mejor sea no contarle nada de lo de hoy a tu hermano. No se supone que pase tiempo contigo —dijo encogiéndose de hombros.
No se supone que pase tiempo conmigo. ¿Qué significa eso?
—¿Por qué no? —pregunté confundida.
Me miró a los ojos de nuevo, haciendo que mi corazón se acelerara un poco.
—Carlos lo dijo. Y toma en cuenta de que soy un “desagradable prostituto” como tú tantas veces has dicho. Aparentemente, solo quiero tocar tu muy agradable trasero —dijo con una sonrisa—. Lo cual estaría más que feliz de hacer, si tú lo quieres. Ya sabes, como pago por la clase de patinaje —bromeó, guiñándome un ojo.
Di un grito ahogado. Acababa de pasar todo el día con este chico pasándola muy bien y él podía arruinarlo todo en una loca frase.
—Realmente eres un cerdo a veces, ¿sabías? —gruñí saliendo del coche y azotando la puerta. Pisé fuerte en dirección al edificio de matemáticas donde debía estar, para por lo menos aparentar que había estado allí si caminaba en la dirección correcta.
Vi a Carlos caminar hacia el coche, así que le di unos minutos antes de hacer mi camino y meterme en la parte de atrás como si nada hubiera sucedido.
—Oye, (ta), ¿tuviste un buen día? —preguntó Carlos cuando entré en el coche.
—En realidad sí lo hice, todo el día excepto justo al final cuando alguien lanzó un golpe hacia mí —le respondí con un encogimiento de hombros. Carlosl inmediatamente le dio a James una palmada en la parte posterior de la cabeza.
—¡Ay, mierda!, ¿Por qué fue eso? —preguntó James, frotándose la cabeza.
—Por golpear a mi hermanita. —Carlos se encogió de hombros.
—¿Cómo sabes que fui yo? —se quejó James. Me reí mientras James me lanzaba una mirada sucia y saqué mi iPod.
—Ambs, viéndose como es viernes... —dijo Carlos, apagándose.
Gemí, sabiendo al instante de qué se trataba. Su tradición semanal.
—¡No! ¡Ninguna fiesta! Vamos, Carlos, ¿en serio? ¿Tiene que ser en nuestra casa todas las semanas? ¡Ni siquiera hay juego esta noche! Se supone que es una fiesta para después del juego. Quiero decir, ¿nadie más puede hacerla por una semana para que no tenga que limpiar todo después de que se larguen tus idiotas amigos borrachos? —pregunté, mirando a James de nuevo.
—¡Oye no me metas en esto; siempre ayudo a limpiar! —exclamó James a la defensiva.
Suspiré, sintiéndome derrotada. Mi hermano hacía una fiesta, en nuestra casa, todos los viernes por la noche porque no teníamos supervisión paterna, así que era más fácil hacerla ahí. No sé por qué me molestaba en quejarme al respecto, sucedía independientemente de si me gustara o no. Subí el volumen de mi iPod para ahogar la voz de los chicos hablando sobre con quién se iban a enredar y miré por la ventana. Pude ver a James tratando de hacer contacto visual conmigo por el espejo pero no le hice caso y fingí que me perdía por completo en la canción.
----------------------------------------- ese fue el capi de hoy :D bye besos :3
No estaba prestando atención a dónde íbamos, así que me sorprendí cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la pista de hielo. Él sonrió y se levantó, y yo le seguí con el ceño fruncido.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —le pregunté mientras me agarraba la mano y me llevaba dentro. Tal vez tenían un buen café en el interior o algo, que era la única razón que se me ocurrió para que me trajera aquí.
Hizo caso omiso a mi pregunta.
—Hola, por favor, dos —dijo a la señora detrás del mostrador, entregándole el dinero. Di un grito ahogado, ¿en realidad íbamos a patinar? Había estado patinando un par de veces en mi vida, pero era completamente terrible en ello.
—¿Necesitas alquilar patines? —preguntó la señora con una sonrisa amigable, mientras sus ojos discretamente recorrían el cuerpo de James.
—Sí, un once y un cinco por favor —respondió, guiñándome un ojo. Fruncí el ceño mientras hablaba, preguntándome cómo demonios conocía mi talla de zapatos.
Le pasó dos juegos de patines y él sonrió de nuevo, tomó mi mano y me arrastró a los bancos. Me di cuenta que la señora no dejaba de ver a James mientras se alejó, y ella se relamía los labios mientras miraba su trasero. Me reí y puse los ojos en ella, lo cual la hizo ruborizarse y mirar hacia otro lado.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó James, mirándome extrañamente.
—Tienes otra admiradora —declaré, asintiendo con la cabeza hacia la mujer—. Simplemente no puedes evitar ser tú mismo, ¿puedes? —bromeé con una pequeña sonrisa.
—No te preocupes, no estoy interesado en ella —respondió, mirándome como si quisiera decirme algo.
—¿Preocupada? James, yo no estaba preocupada. —Me burlé de eso, mientras ponía los ojos.
Nos cambiamos a nuestros patines y nos dirigimos hacia el hielo. No había nadie más allí, probablemente debido a que era sólo justo después de las nueve de la mañana.
—¿Por qué estamos haciendo esto? Sabes que no puedo patinar. —Hice una mueca, mirando el hielo, comenzando a entrar en pánico.
Él se rió y tiró de mí hacia este.
—Lo sé, lo recuerdo. No te preocupes, te ayudaré. —James y mi hermano jugaban hockey sobre hielo para la escuela; Carlos era el portero y James el delantero. Ambos habían estado patinando desde hace años, pero yo nunca había sido capaz de hacerlo. Me encantaba ver a la gente patinando y siempre deseé poder aprender, pero literalmente no podía ponerme de pie.
Tomó mis dos manos mientras resbalaba y me deslizaba por todo el lugar. Él estaba patinando hacia atrás, frente a mí.
—Estás doblando los tobillos ligeramente, Ángel. Trata de mantenerlos de forma recta, por eso no tienes ningún control —dijo mirando mis pies.
Me quedé más recta y sentí que mis pies se deslizaban hacia afuera por debajo de mí, al instante, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás de manera que ambos caímos y caí encima de él, su cuerpo rompiendo mi caída. Se rió, me empujó hasta las rodillas, así que yo estaba a caballo, luego me senté a su lado. Yo no podía ponerme de pie así que esperé a que se levantara primero.
—Está bien, intentemos el número dos. —Sonrió, tirando de mí con facilidad—. Párate derecha y mantén los pies quietos, voy a tirar hasta que puedas conseguir el equilibrio. —Le dio una patada en mis patines con suavidad, empujándolos para juntarlos a medida que se apoderaba de mis manos con fuerza.
Me las arreglé para mantenerme en pie durante un tiempo antes de perder el equilibrio. Una vez más, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás para que cayera encima de él.
—¿Por qué sigues haciendo eso? —le pregunté, empujándome a mí misma en una posición sentada de nuevo. Podía sentir el hielo comenzar a mojar la parte de atrás de mis jeans, haciéndome temblar.
—¿Haciendo qué? —preguntó, mirándome con una expresión confusa.
—Cada vez que comienzo a resbalarme, te dejas caer haciéndome aterrizar encima de ti. Te vas a lastimar —expliqué frunciendo el ceño.
Se encogió de hombros.
—Mejor que sea yo que tú —murmuró en voz baja, levantándome otra vez. Me le quedé mirando, sorprendida. ¿Acababa de decir eso? Tal vez le oí mal—. Estás mejorando, duraste por lo menos un minuto más que la última vez —bromeó con su sonrisa patentada.
Ok, eso se parece más al James que conozco, debí haberlo escuchado mal después de todo.
—Ja, ja. Bueno, un minuto está bien para mí. Sabes que no puedo hacer esto —me quejé, cayendo de nuevo al instante. Se las arregló para sostenerme sólo agarrando mis caderas, presionando nuestros cuerpos y levantándome del hielo de manera de que pudiera colocar mis pies de nuevo desde el principio. Sentí a mi corazón empezar a latir más rápido, pero no era por el temor habitual de que alguien me estuviese tocando, era algo más que no podía entender. Me sonrojé y miré hacia otro lado mientras él me puso de nuevo sobre mis pies.
—¿Por qué te sonrojas? —preguntó, frunciendo el ceño, pero mirando divertido a la vez.
—No me sonrojo. Hace frío, eso es todo. Mi trasero está congelado, creo. —Me di la vuelta para mostrarle mis pantalones mojados, frotando mi trasero para tratar de alejar un poco el frío. Le oí tomar una respiración profunda y dejar escapar un suspiro. Miré hacia atrás para ver que estaba frunciendo el ceño con los ojos cerrados, lucía como si estuviera herido o algo.
—¿Estás bien? —le pregunté, todavía frotándome el trasero. Él asintió con la cabeza y se quitó la camisa, allí parado en sus jeans de corte bajo y su camiseta apretada que dejaba ver los músculos que tenía debajo. Colocó su camisa bajo mi cintura y la ató con un nudo en el frente.
—¿Qué estás haciendo?, te vas a resfriar —lo regañé mientras trataba de desatar el nudo que había hecho.
—No te preocupes, estaré bien. La próxima vez traeré un suéter de repuesto para tu muy delicado trasero —respondió, agarrando mis manos y empezando a tirar de mí otra vez.
¿La próxima vez? ¿Qué quiere decir con la próxima vez? No es que no esté pasando un buen rato, pero estar aquí con James, era extraño, se sentía raro. Bueno, eso no era estrictamente cierto ya que en realidad se sentía bien, por lo que se sentía raro.
—¡Eso es! Lo estás logrando —susurró; lo que por supuesto me hizo perder el equilibrio de nuevo. Me presioné contra él por tercera vez, riendo histéricamente.
Ok, esto era realmente divertido y no hacía daño. Usualmente, cuando venía a patinar con Carlos y se cansaba de atraparme, simplemente me dejaba caer sobre mi trasero todo el tiempo. En unos treinta minutos estaba por lo general tan magullada y adolorida que me daba por vencida.
—Ves, ahora te estás divirtiendo. —James se rió, sacudiendo los cristales de hielo de su espalda y sosteniéndome otra vez. Nos las arreglamos para patinar tres vueltas enteras a la pista antes de volverme a caer. Realmente estaba mejorando.
Después de lo que pareció una eternidad, la pista estaba empezando a estar más llena y mi estómago comenzó a gruñir. Ya me estaba cayendo cada vez menos, pero seguía agarrando sus manos con un apretón mortal.
—¿Qué hora es? —pregunté casualmente cuando nos detuvimos al lado de la pista. El primer período sin duda debía estar casi terminado.
Sacó su móvil del bolsillo y aspiró el aire a través de sus dientes blancos nacarados, produciendo un sonido sibilante. Ok, eso no sonó bien, tal vez nos perdimos también el segundo período…
—Eh, ángel, la escuela terminará en más o menos una hora —dijo haciendo una mueca.
—¿QUÉ? —dije casi gritando, lo que le hizo dar un respingo que a la vez me hizo perder el equilibrio. El me agarró y me deslizó a la baranda plástica de la pista para mantenerme de pie, su cuerpo presionado contra el mío, su cara a centímetros de la mía. Mi corazón comenzó a acelerarse de nuevo. Él no se movió. Simplemente se quedó allí mirándome, fijo en mis ojos hasta que comencé a sentirme un poco mareada. De repente me di cuenta de que no estaba respirando, así que tomé aire en un respiro irregular, el cual parecía sacarlo de allí.
Se retiró, pero dejó sus manos en mi cintura, sosteniéndome.
—Será mejor que nos vayamos. Si tu hermano se entera de que he estado contigo durante todo el día, me va a cortar mi masculinidad —dijo con fingido horror, haciéndome reír.
En lugar de sostener mis manos para ayudarme a llegar al lado, continuó sosteniéndome por la cintura, patinando en reversa mientras me arrastraba. En realidad no sabía qué hacer con mis manos, así que las coloqué sobre sus hombros. Cuando comencé a caerme de nuevo, se agachó y me recogió en sus brazos, manteniendo uno de sus firmes antebrazos bajo mi trasero y forzando mis muslos alrededor de su cintura con la otra mano como si yo no pesara absolutamente nada. Se volteó en el lugar y patinó hacia delante, rápido. En realidad, daba un poco de miedo. Sostuve mi aliento y lancé mis brazos alrededor de su cuello, presionando mi cuerpo contra el suyo tan fuerte como pude, probablemente ahogándolo y sacándole la vida de golpe, pero no se quejó. En lugar de salir por la puerta como esperaba que hiciera, patinó alrededor de toda la pista de nuevo, para luego caminar fuera del hielo y bajarme en una banca.
¿Qué demonios fue eso?
—¿Por qué hiciste eso? —le pregunté, sintiéndome un poco incómoda de haber tenido todo mi cuerpo envolviendo el suyo. Sin embargo, no sé por qué me sentía incómoda al respecto, dado que el envolvía el suyo contra el mío cada noche.
—¿Hacer qué, Ángel? —preguntó, mirando confundido.
Señalé el hielo.
—Patinar una vuelta más. ¿Por qué no simplemente tomaste la salida? Patinaste pasándola —expliqué, frunciendo el ceño, pero al mismo tiempo sonriendo, ¡éste chico es realmente raro!
Parecía un poco incómodo, pero luego re-acomodó su expresión a su habitual sonrisa de “hago derretir a las chicas”.
—Me retrasaste todo el tiempo; simplemente quería una vuelta en la que pudiera patinar de frente, eso era todo. —Se encogió de hombros.
Bien, ahora me siento un poco culpable de no haberle permitido divertirse por haberme tenido que cuidar todo el tiempo.
—James, ve y patina un poco. Me quedaré sentada aquí, está bien. Tu también debes tener un poco de diversión —le sugerí, regalándole una sonrisa.
Él sonrió.
—Tuve mucha diversión. —Su expresión parecía completamente honesta, se levantó rápidamente y fue por nuestros zapatos.
En el camino de regreso a la escuela pasó por el auto servicio de McDonald’s.
—Hola, ¿puedo ayudarle? —preguntó el altavoz.
—Eh, sí, quiero un combo de Big Mac con coca-cola y uno de cuarto de libra con queso con malteada de fresa. ¿Todavía hacen esas cosas de queso fundido? —preguntó James.
—Sí lo hacemos —crujió el altavoz.
Él sonrió.
—Genial, un paquete de eso también, por favor. —Sólo lo miré, un poco atónita, acababa de ordenar mi comida y sabía exactamente lo que quería. Se volvió hacia mí y frunció el ceño—. ¿Por qué me miras de esa forma? ¿Me equivoqué? —preguntó, mirando ligeramente preocupado y bajando la ventanilla de nuevo listo para cambiar la orden.
Negué con la cabeza mirándolo con asombro.
—¿Cómo sabes lo que quiero?
Él simplemente se rió y me miró como si hubiese dicho algo estúpido.
—Siempre pides lo mismo Ángel y adoras esas asquerosas cosas de queso pero no las tienen todo el tiempo, así que… —se encogió de hombros y rodó el auto hasta la siguiente ventana.
Bien, ahora está empezando a asustarme. ¿Primero, supo mi talla de zapatos y ahora conoce lo que como en el McDonald’s? Quiero decir, sé que probablemente he venido aquí con él y Carlos mil veces, pero ni siquiera Carlos sabe lo que ordeno y es mi hermano, por amor de Dios. James se rió de nuevo y estacionó el auto en un espacio para que pudiéramos comer.
Estaba hablando abiertamente sobre un concierto al que quería ir y de una película que vio la semana pasada sobre zombis que según dijo, me habrían matado del susto. Estaba sorprendida de cuán fácil era hablar con James; nunca había pasado tanto tiempo con él por mi cuenta antes. Usualmente estaba con Carlos o con una banda de chicos, o tenía alguna sanguijuela adherida a su cuerpo, o estábamos durmiendo. Era en realidad muy agradable y divertido. No podía dejar de preguntarme por qué escondía su asombrosa personalidad detrás de la fachada de prostituto, con una actitud masculina de cerdo; debería ser así más a menudo.
—¿Puedo hacerte una pregunta, Ángel? —preguntó, mirándome con seriedad. Asentí con la cabeza y terminé el resto de mi malteada—. ¿No confías en mí? ¿Cómo pudiste pensar que iba a hacerte daño más temprano en la escuela? He tenido muchas oportunidades de tocarte o forzarte a algo más durante los últimos ocho años, ¿no? ¿Por qué crees que te haría daño? —preguntó, luciendo muy triste.
Tomé una respiración profunda.
—Fue solo que me tomó por sorpresa, eso es todo; confío en ti, James, de verdad. Sé que no me harías daño, sólo que es difícil para mí, no me gusta que la gente me toque. —Fruncí el ceño al no querer hablar de esto. Nunca nadie me había presionado por detalles acerca de cómo hacía con mi padre. He rechazado ir a la terapia desde que se fue, mi mamá y Carlos han tratado de hablar de eso pero yo simplemente no quería que nadie lo supiera. Estaba avergonzada de eso y de lo que él acostumbraba a hacerme. Nadie nunca me había forzado a hablar de ello y yo los amaba aún más por ello.
James tomó mi mano.
—Sé que no, pero nunca te lastimaría. Necesito que lo sepas —dijo trazando círculos en la palma de mi mano. Todavía lucía realmente herido y molesto y quería hacerlo sentir mejor, pero no sabía cómo.
Lo único que podía hacer era decirle la verdad.
—James, cuando alguien me toca, mi corazón se acelera y comienzo a sentirme mareada y enferma. Es algo sobre lo que no tengo control. Las únicas personas con las que no me pasa, es con mi mamá, con Carlos y contigo. Lamento si te molesto, pero no puedo evitarlo. Confío en ti, de verdad. Esto parecía hacerlo sentir mejor y su rostro se iluminó.
—Ok, está bien. Regresemos antes de que tu hermano tenga a los perros de ataque listos para rasgarme la garganta —sugirió, riendo entre dientes. Me acomodé en mi asiento mientras él manejaba de regreso a la escuela. Entramos al estacionamiento de la escuela cinco minutos antes de la campana de salida.
—Eh, Ángel, probablemente lo mejor sea no contarle nada de lo de hoy a tu hermano. No se supone que pase tiempo contigo —dijo encogiéndose de hombros.
No se supone que pase tiempo conmigo. ¿Qué significa eso?
—¿Por qué no? —pregunté confundida.
Me miró a los ojos de nuevo, haciendo que mi corazón se acelerara un poco.
—Carlos lo dijo. Y toma en cuenta de que soy un “desagradable prostituto” como tú tantas veces has dicho. Aparentemente, solo quiero tocar tu muy agradable trasero —dijo con una sonrisa—. Lo cual estaría más que feliz de hacer, si tú lo quieres. Ya sabes, como pago por la clase de patinaje —bromeó, guiñándome un ojo.
Di un grito ahogado. Acababa de pasar todo el día con este chico pasándola muy bien y él podía arruinarlo todo en una loca frase.
—Realmente eres un cerdo a veces, ¿sabías? —gruñí saliendo del coche y azotando la puerta. Pisé fuerte en dirección al edificio de matemáticas donde debía estar, para por lo menos aparentar que había estado allí si caminaba en la dirección correcta.
Vi a Carlos caminar hacia el coche, así que le di unos minutos antes de hacer mi camino y meterme en la parte de atrás como si nada hubiera sucedido.
—Oye, (ta), ¿tuviste un buen día? —preguntó Carlos cuando entré en el coche.
—En realidad sí lo hice, todo el día excepto justo al final cuando alguien lanzó un golpe hacia mí —le respondí con un encogimiento de hombros. Carlosl inmediatamente le dio a James una palmada en la parte posterior de la cabeza.
—¡Ay, mierda!, ¿Por qué fue eso? —preguntó James, frotándose la cabeza.
—Por golpear a mi hermanita. —Carlos se encogió de hombros.
—¿Cómo sabes que fui yo? —se quejó James. Me reí mientras James me lanzaba una mirada sucia y saqué mi iPod.
—Ambs, viéndose como es viernes... —dijo Carlos, apagándose.
Gemí, sabiendo al instante de qué se trataba. Su tradición semanal.
—¡No! ¡Ninguna fiesta! Vamos, Carlos, ¿en serio? ¿Tiene que ser en nuestra casa todas las semanas? ¡Ni siquiera hay juego esta noche! Se supone que es una fiesta para después del juego. Quiero decir, ¿nadie más puede hacerla por una semana para que no tenga que limpiar todo después de que se larguen tus idiotas amigos borrachos? —pregunté, mirando a James de nuevo.
—¡Oye no me metas en esto; siempre ayudo a limpiar! —exclamó James a la defensiva.
Suspiré, sintiéndome derrotada. Mi hermano hacía una fiesta, en nuestra casa, todos los viernes por la noche porque no teníamos supervisión paterna, así que era más fácil hacerla ahí. No sé por qué me molestaba en quejarme al respecto, sucedía independientemente de si me gustara o no. Subí el volumen de mi iPod para ahogar la voz de los chicos hablando sobre con quién se iban a enredar y miré por la ventana. Pude ver a James tratando de hacer contacto visual conmigo por el espejo pero no le hice caso y fingí que me perdía por completo en la canción.
----------------------------------------- ese fue el capi de hoy :D bye besos :3
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
HOLAAAAAAAAAA AMO TU NOVE...
espero que la sigas pronto..
besooos...
PD:si nesesitas chicas para logan avisame
espero que la sigas pronto..
besooos...
PD:si nesesitas chicas para logan avisame
Última edición por kathy ♥ el Mar 20 Ago 2013, 6:41 pm, editado 1 vez
kathy ♥
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
wazaaaaaaaaaaaa¡¡¡¡¡¡¡¡
hola esta super tu nove siguela y acuerdate si nesecitas chicas para carlos llamame besos chauu siguelaaaaaaaaa
hola esta super tu nove siguela y acuerdate si nesecitas chicas para carlos llamame besos chauu siguelaaaaaaaaa
rusher46
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
HOLAAA KATHY! mañana la sigo :D y te avisare! bye besos!kathy ♥ escribió:HOLAAAAAAAAAA AMO TU NOVE...
espero que la sigas pronto..
besooos...
PD:si nesesitas chicas para logan avisame
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
rusher46 escribió:wazaaaaaaaaaaaa¡¡¡¡¡¡¡¡
hola esta super tu nove siguela y acuerdate si nesecitas chicas para carlos llamame besos chauu siguelaaaaaaaaa
WAZZAAAAA jajajaja thanks. y siempre me acuerdo lo tengo en notas jajaja besos ! bye la sigo mañana
valeerusher
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
hola!!!! esta genial!!!
que mono James!!! la lleva a patinar!!! aunque le toca el culo y se pone nerviosa... pobre
que buen dia, a mi me lleva a patinar y me coge y me muero... jajaja
una fiesta cada viernes?! :O a (tn) no le gustan las fiestas???
siguela plis!!
besos <3
que mono James!!! la lleva a patinar!!! aunque le toca el culo y se pone nerviosa... pobre
que buen dia, a mi me lleva a patinar y me coge y me muero... jajaja
una fiesta cada viernes?! :O a (tn) no le gustan las fiestas???
siguela plis!!
besos <3
laura_33426
Re: El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
holaaaa thanks :3 sii JAJAJAJAJAJ y a la rayis si le gustan las fiestas pero lo malo es que ella siempre tiene que limpiar jaja :D ahorita la SIGO!laura_33426 escribió:hola!!!! esta genial!!!
que mono James!!! la lleva a patinar!!! aunque le toca el culo y se pone nerviosa... pobre
que buen dia, a mi me lleva a patinar y me coge y me muero... jajaja
una fiesta cada viernes?! :O a (tn) no le gustan las fiestas???
siguela plis!!
besos <3
valeerusher
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