Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 29. • Comparte
Página 1 de 29. • 1, 2, 3 ... 15 ... 29
El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Nombre: El Arte de Pecar.
Autor: Jade Lee. Aunque yo la saqué de la adaptación de Dilydingdong
Adaptación: Si.
Genero: Hot, Romance.
Advertencias: Contiene muchas escenas HOT, si no te gusta este tipo de genero será mejor que no la leas, yo no me hago responsable. No voy a necesitar chicas al ser una adaptación.
Otras páginas: No lo se, por mi parte solo aquí.
La muerte del padre de ________ la ha dejado sin un penique. En lugar de molestar a su familia, se resigna a lo inevitable: venderse al mercado matrimonial. Pero ¿a quién?
El vizconde Styles un demonio oscuro, carnal y sin remordimientos le ofrece arreglar una unión, pero por un buen precio. Él la enseñará todo lo que necesita saber para atraer a un hombre; utilizará su tacto, su lengua, la abrirá a los placeres de la carne. Ella, a cambio, le obedecerá sin hacer preguntas, confiando en sus susurrantes promesas. Pero en ese juego, ¿quién será pillado y quién se salvará?
Bueno me presento, soy Keila, tengo 19 años y soy de España. Esta vez traigo una adaptación de para mi opinión la mejor novela que leí hasta el día de hoy. Me gustó tanto que (con el permiso de Dily) decidí adaptarla y compartirla con todas vosotras. La novela es larga y los capítulos también lo son, casi cada uno está dividido en tres partes, que los iré subiendo dependiendo de los comentarios, aunque no dejaré la novela a medias aunque no tenga comentarios, pero todos sabemos que nos encanta leer esas cosas bonitas que tenéis por decir. Así que por favor si leéis, comentadme que os ha parecido el capitulo, si os gusta la novela o lo que sea, se que os encantará si os tomáis el tiempo de leerla, de verdad que es una novela exquisita. Y sin mas que añadir me despido, esperando que tengan un buen día y que disfruten de la nove ;)
Autor: Jade Lee. Aunque yo la saqué de la adaptación de Dilydingdong
Adaptación: Si.
Genero: Hot, Romance.
Advertencias: Contiene muchas escenas HOT, si no te gusta este tipo de genero será mejor que no la leas, yo no me hago responsable. No voy a necesitar chicas al ser una adaptación.
Otras páginas: No lo se, por mi parte solo aquí.
ARGUMENTO
La muerte del padre de ________ la ha dejado sin un penique. En lugar de molestar a su familia, se resigna a lo inevitable: venderse al mercado matrimonial. Pero ¿a quién?
El vizconde Styles un demonio oscuro, carnal y sin remordimientos le ofrece arreglar una unión, pero por un buen precio. Él la enseñará todo lo que necesita saber para atraer a un hombre; utilizará su tacto, su lengua, la abrirá a los placeres de la carne. Ella, a cambio, le obedecerá sin hacer preguntas, confiando en sus susurrantes promesas. Pero en ese juego, ¿quién será pillado y quién se salvará?
Bueno me presento, soy Keila, tengo 19 años y soy de España. Esta vez traigo una adaptación de para mi opinión la mejor novela que leí hasta el día de hoy. Me gustó tanto que (con el permiso de Dily) decidí adaptarla y compartirla con todas vosotras. La novela es larga y los capítulos también lo son, casi cada uno está dividido en tres partes, que los iré subiendo dependiendo de los comentarios, aunque no dejaré la novela a medias aunque no tenga comentarios, pero todos sabemos que nos encanta leer esas cosas bonitas que tenéis por decir. Así que por favor si leéis, comentadme que os ha parecido el capitulo, si os gusta la novela o lo que sea, se que os encantará si os tomáis el tiempo de leerla, de verdad que es una novela exquisita. Y sin mas que añadir me despido, esperando que tengan un buen día y que disfruten de la nove ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
holi microndi!! soy nueva lectora!! el padre de rayis se muere!! noooooooooooooooooooooo!! okya!!
quiero rpimer cap!!
xoxo. amyw'..♥
PD:necesitas chica para Leeyum?
quiero rpimer cap!!
xoxo. amyw'..♥
PD:necesitas chica para Leeyum?
Amy Grace.
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
amyw' Lovatow'.. escribió:holi microndi!! soy nueva lectora!! el padre de rayis se muere!! noooooooooooooooooooooo!! okya!!
quiero rpimer cap!!
xoxo. amyw'..
PD:necesitas chica para Leeyum?
Hola linda! Bienvenida a esta mi humilde adaptación! :)
No voy a necesitar chicas porque es una adaptación
yel único que sale en este caso es Hazza y él es de rayita
Lo siento :( Pero espero que la leas igualmente porque de veras está genial la nove :)
Antes de irme a dormir dejo la primera parte del primer capi ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Keila Styles escribió:amyw' Lovatow'.. escribió:holi microndi!! soy nueva lectora!! el padre de rayis se muere!! noooooooooooooooooooooo!! okya!!
quiero rpimer cap!!
xoxo. amyw'..
PD:necesitas chica para Leeyum?
Hola linda! Bienvenida a esta mi humilde adaptación! :)
No voy a necesitar chicas porque es una adaptación
yel único que sale en este caso es Hazza y él es de rayita
Lo siento :( Pero espero que la leas igualmente porque de veras está genial la nove :)
Antes de irme a dormir dejo la primera parte del primer capi ;)
nahhhhhhhhh?? no importa!!! la leere don't you worry child!!
xoxo. amyw'
Amy Grace.
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Capítulo 1
________ acarició el oscuro borde de la tumba del almirante Nelson. Contuvo la respiración en señal de reverencia mientras se imaginaba al héroe, haciendo resonar su voz en la cripta de la catedral de San Pablo, al pronunciar su frase más famosa: Inglaterra espera que todo hombre cumpla con su deber.
Desde luego, la expresión «todo hombre» incluía a las mujeres. Y, por eso, ella estaba cumpliendo con su deber, un deber que incluía a su padre, que ahora estaba muerto; a su familia, que ya no tenía qué comer; y a su tío, que sólo se había hecho cargo de los familiares que tenían que depender de él porque no le quedaba otro remedio.
________ se aferró a su bolso y palpó los pequeños bultos que representaban todo lo que poseía en este mundo: dos vestidos y ropa interior , dos chelines, unos cuantos peniques y su Biblia. Cuando la baronesa Huntley apareciera, ________ podría seguir adelante con su plan de conseguir un marido rico.
Abandonó la espaciosa cripta y subió las escaleras hacia la nave de la catedral. Pensando que encontraría inspiración, había acordado encontrarse allí con la baronesa Huntley. Aunque tenía que reconocer que, aparte de la tumba de Nelson, el enorme edificio la intimidaba. Las enormes hileras de gigantescas piedras que se cernían sobre ella la hacían sentir insignificante.
Pero eso no la inquietaba demasiado o, al menos, eso era lo que trataba de repetirse a sí misma. Su padre era un hombre alto y corpulento, que solía lanzar sus sermones desde el altar de la pequeña parroquia. ________ estaba acostumbrada a sentirse pequeña a su lado. Aunque no esperaba que aquella sensación la siguiera hasta allí, hasta Londres, cuando por fin había tomado las riendas de su destino.
La baronesa le había prometido presentarla en sociedad en Londres y, además, ayudarle a encontrar un marido rico. Así que ________ había huido de su familia el mismo día que se suponía debía hacer el equipaje para dirigirse hacia la pequeña propiedad de su tío. Le escribió una nota a su madre en la que le decía que ingresaría en un convento para no abusar de la generosidad de su tío. Y, de inmediato, se había trasladado a Londres para comenzar aquella búsqueda, a pesar de las dudas que ensombrecían su corazón y del nerviosismo que aún ahora hacía temblar sus piernas.
Subió los últimos escalones hacia la nave central, rodeó las filas de bancos por un extremo, intentando no esconderse entre las sombras. Aparentemente lo logró porque una mujer alta y majestuosa se detuvo ante ella en el pasillo, entre los últimos bancos, y se aclaró la garganta de modo impetuoso.
________ se acercó a toda prisa.
—Llegas tarde.
—Lo siento —tartamudeó la muchacha mientras trataba de calmar los acelerados latidos de su corazón—. Estaba viendo la tumba de lord Ne...
—Vamos. —La baronesa, porque seguramente aquella mujer no podía ser otra que la baronesa Huntley, ni siquiera miró a ________, sino que deslizó rápidamente los ojos por encima de los bancos y evitó con nerviosismo mirar el altar.
—¿Adonde vamos?
—Afuera —respondió secamente la baronesa. ________ reconoció las señales: obviamente la mujer se sentía incómoda dentro de la iglesia, o al menos en una iglesia tan grande y que inspiraba tanto respeto como aquélla. Pero la incomodidad de la baronesa representaba una ventaja para ________. Se había arriesgado mucho al venir a Londres de aquella manera. No iba a dar un paso más hasta obtener respuesta a unas cuantas preguntas.
—Antes de irnos —comenzó a decir, fingiendo una seguridad que no tenía—, quisiera saber cuáles son las condiciones de nuestro trato. Me dijeron que usted podría encontrarme un marido rico.
La baronesa entornó los ojos, frunciendo el entrecejo.
—Nada es gratis, niña. Yo me quedo con una cuarta parte de lo que te corresponda al casarte.
Ahora le tocó a ________ fruncir el ceño.
—Pero yo no tengo dote.
—No seas estúpida. —La baronesa prácticamente gruñó mientras se giraba hacia la puerta—. Tu marido pagará por ti. —Se detuvo un momento para mirar a ________—. Y será una suma sustanciosa si haces lo que se te dice.
________ quiso saber algún otro detalle, pero se dio cuenta de que la baronesa no iba a decirle nada más. La mujer ya estaba saliendo de la iglesia y su alta figura se movía con rapidez. Sin embargo, ________ vaciló. Al abandonar su casa en Kent había mostrado una enorme seguridad. Partía hacia Londres a embarcarse en una gran aventura, sin que nadie le impusiera reglas y con todas las posibilidades de ganar. Pero ahora que finalmente estaba frente a su futuro —representado por una mujer que parecía una escultura con una hermosa piel, pero una expresión amarga—, sintió que la invadía un oscuro temor, provocando un temblor en sus manos y dejándola paralizada, incapaz de lograr que sus pies se movieran.
Y entonces vio al hombre, recostado con elegante abandono contra una columna. Tenía el pelo castaño y rizado y un aire pensativo. Cuando notó que ella lo observaba, se apartó de la columna y comenzó a caminar de una manera que parecía pecaminosa, aunque ________ no pudiera explicar por qué. Tal vez fue por la sonrisa que se dibujó en sus labios, una mueca astuta, casi felina, o quizás por su forma de andar, como si estuviera al acecho de algo... o de alguien. Cuando estuvo suficientemente cerca, ________ lo miró a los ojos y vio un verde esmeralda tan penetrante que pensó en la luz del sol de la mañana atravesando una vidriera.
La muchacha sintió la garganta seca e instintivamente miró a su alrededor en busca de un sacerdote o un monaguillo, alguien que pudiera protegerla, porque la baronesa ya había cruzado la puerta principal.
—Será mejor que te apresures —dijo el hombre en voz baja y profunda. Tenía un tono musical, pero como si fuera un carillón lejano que uno tuviera que esforzarse para oír—. Ella odia las iglesias y no esperará mucho.
—¿Se refiere a la baronesa? —La voz de ________ sonó débil y aguda; tragó saliva, intentando calmar sus temores. Sólo era un hombre, se dijo a sí misma con firmeza. Y estaban en un lugar público. Nada menos que una iglesia. Sin embargo, a pesar de todas esas consideraciones, sintió los nervios a flor de piel, produciéndole un cosquilleo.
—Sí, la baronesa —repitió el hombre—. Mi tía.
________ dio un salto como si la hubieran pinchado.
—¿Su tía? —Se mordió el labio sin saber qué decir, pero, finalmente, encontró las palabras—. Me va a buscar un marido. —Entonces, durante un horrible momento, se preguntó si aquel hombre sería el elegido.
El hombre sonrió con afectación, como si hubiese leído sus pensamientos.
—No, no soy el hombre adecuado para ti. Tu marido será viejo y arrugado, con los dientes dañados y un aliento fétido. Te recordará a una ciruela pasa, pero será adinerado. Y morirá cuando todavía seas joven.
________ lo observó en silencio. Luego dijo con tono contundente:
—No le conozco a usted, señor, ni tengo el más mínimo interés en conocerlo. —Y con eso quiso dar por terminada la conversación, pero el hombre soltó una risita que la detuvo. Fue una risa suave y cálida, a pesar de la frialdad de quien provenía.
—Tienes carácter. Muy bien. Lo vas a necesitar en los años venideros.
________ quería marcharse, pero su curiosidad por conocer algo más sobre su futuro fue mayor que su rabia. No pudo evitar preguntar.
—¿Años? —repitió, lamentando el temblor que había asomado a su voz.
—Seis meses para casarte. Otros diez años hasta que él se muera.
—Diez años —murmuró ________ en voz baja—. Tendré treinta y un años.
—Una edad excelente para ser una viuda rica.
De repente, pareció ser consciente de su situación. El dolor la desbordó y, sin freno, las lágrimas asomaron a sus ojos, deslizándose suavemente por sus mejillas para caer sobre sus manos enguantadas y entrelazadas. ________ trató de detenerlas, pero sentía un dolor intenso. Su vida estaba a punto de experimentar un cambio demasiado drástico.
¿Cómo había podido su padre hacerles eso? Ella sabía que no tenía intenciones de morir. La enfermedad lo había atacado con agresividad, acabando con él en poco más de una semana. Pero ¿por qué no había asegurado el futuro de su esposa y sus tres hijos? ¿Por qué los había dejado en la calle y a merced de un tío avaro?
Aquello no estaba bien. No podía ser la voluntad de Dios. Sin embargo, había ocurrido y, en aquel momento, ________ se encontraba tratando de hacer todo lo posible para remediar la situación.
Entonces sintió que el extraño la agarraba con una mano cálida y tranquilizadora, mientras la arrastraba con suavidad fuera de la iglesia.
—Vamos —le dijo—. La baronesa está esperando.
-------------------------------------------------------------------------------------
Aquí está la primera parte del primer capítulo, como dije son tan largos que van en varias partes, espero que os guste ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Hoy no voy a poder subir capitulo, pero mañana subo la segunda parte ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Holisss!,
Jaaj, creo que ya me conoces, pero di no te acordas. Soy alice o ali. Como queras..
Me encanto, estaba esprando a que subieras la novela, y cuando veo tu comentario quede como "HAPPY FACE"
Jaja seguila prontisimo
Jaaj, creo que ya me conoces, pero di no te acordas. Soy alice o ali. Como queras..
Me encanto, estaba esprando a que subieras la novela, y cuando veo tu comentario quede como "HAPPY FACE"
Jaja seguila prontisimo
*ali *
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
*ali * escribió:Holisss!,
Jaaj, creo que ya me conoces, pero di no te acordas. Soy alice o ali. Como queras..
Me encanto, estaba esprando a que subieras la novela, y cuando veo tu comentario quede como "HAPPY FACE"
Jaja seguila prontisimo
Claro que me acuerdo de ti, eres mi hermosa y fiel lectora!
Me ha echo muy feliz verte por aquí
puedo asegurar que te encantará la nove, yo la leí con Zayn
pero yo la adapté con Hazza, no se si lo notarás pero es mi debilidad x)
Mañana después de comer prometo que subo cap en las dos noves! ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Hola! Sou nueva lectora, me llamo Jimena y soy de Mexico :) me gusto mucho el capitulo, espero que la sigas pronto :D
JimenaLara
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
JimenaLara escribió:Hola! Sou nueva lectora, me llamo Jimena y soy de Mexico :) me gusto mucho el capitulo, espero que la sigas pronto :D
Bienvenida hermosa!
Me alegra que te haya gustado el capi
estoy segura que te encantará la nove ;)
Mañana al medio día (Hora Española) subo nuevo capitulo primetido! ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Salieron al exterior, donde la tarde londinense languidecía triste y oscura. La baronesa ya había parado un coche al que se apresuraron a subir los tres. El sobrino de la baronesa se sentó junto a ________, dejando sentir con su brazo una presencia sólida y cálida a su lado. En lugar de mirarlo, la muchacha se giró hacia la ventanilla y se puso a observar las calles de Londres para detener el torrente de preguntas que inundaban su mente.
Al cabo de un rato, llegaron a un vecindario respetable, con casas austeras que parecían sombrías en medio de la luz grisácea. Se detuvieron ante una de ellas, de apariencia anodina, que no destacaba sobre las otras. Mientras ________ se bajaba del coche, no pudo evitar pensar en todo lo que aquella serena simetría buscaba transmitir: corrección moral, felicidad matrimonial, niños encantadores y la alegre apariencia de una familia feliz y acomodada.
¿Acaso todo eso era mentira?
Claro que lo era, se respondió ________. La casa, el vecindario, incluso la tiesa baronesa no podían ocultarle la verdad. Lo que estaban haciendo —comprarle un marido— era inmoral. El matrimonio debía ser producto del amor, no del comercio. ________ había ayudado a su padre a celebrar muchas bodas. Conocía la liturgia de memoria. Y lo que Dios buscaba no era un arreglo comercial corriente.
Sin embargo, era tan habitual como se podía esperar. Tan típico, de hecho, que ella —la hija de un párroco que sabía cómo eran las cosas— ya estaba envuelta en un pacto diabólico para comprar a un hombre viejo y rico. No sería feliz en su matrimonio. Tendría que contentarse con la riqueza.
Las manos le temblaron al pensarlo, pero enderezó la espalda, echó los hombros hacia atrás y entró en casa de la baronesa. El interior se parecía mucho al exterior: formal y triste. La baronesa no se detuvo sino que siguió por el corredor hasta el fondo del edificio. A mano derecha, ________ alcanzó a ver un enorme y horrible mayordomo, a quien le presentaron rápidamente, y que desapareció enseguida en un saloncito contiguo.
Sin saber cómo actuar, hizo ademán de seguir a la baronesa, pero el sobrino la detuvo, tocándole el brazo y señalándole el segundo piso.
—Te mostraré tu habitación —se ofreció.
La muchacha asintió con la cabeza y aceptó únicamente porque hubiera sido una descortesía no hacerlo. Lo siguió hasta una habitación que, en el pasado, debía haber sido luminosa y aireada, incluso hermosa. Estaba decorada en tonos amarillos con toques de verde; pero el tiempo había dejado desvaídos los colores y las telas, que ahora aparecían apagados, tristes y de indefinibles tonalidades. Y la luz grisácea se limitaba a resaltar el deterioro de los muebles y las manchas de la colcha. Aunque no parecía haber polvo, los estragos del tiempo daban a la habitación un aspecto realmente desolador.
Aun así, era una habitación mucho más grande y mejor que cualquiera que ella hubiese ocupado en su vida. ________ se volvió hacia su guía:
—¿La habitación será para mí sola? ¿O voy a compartirla?
La muchacha detectó una ligera mueca en los labios del hombre, pero sus ojos permanecieron inmutables y su tono, distante.
—Es para ti sola. —Luego señaló una puerta medio oculta entre las sombras, al lado de la cama—. Esta puerta conduce a mi habitación. Te agradeceré que llames antes de entrar.
________ se puso rígida y se giró hacia él con rabia.
—¡No tengo ninguna intención de entrar, señor! Me voy a casar y llegaré al matrimonio con mi pureza y mi honor intactos.
El hombre no pudo evitar una sonrisa, aunque la expresión de su rostro mostraba una cierta frialdad. Entró en la habitación y, cruzando los brazos sobre el pecho, se recostó de manera despreocupada contra la cama.
—Tu honor no es de mi incumbencia. Tu pureza, sin embargo, será vulgarmente mancillada incluso para la moralidad menos exigente.
Aquellas palabras la sacudieron. Hablaba como si la pérdida de su honor fuera una consecuencia inevitable. Pero ¿qué alternativas tenía? No podía huir. No tenía dinero para regresar a Kent, y aunque lo hiciera, su familia ya se había marchado a vivir con su tío. Ellos creían que se encontraba segura, refugiada en un convento. ¿Qué podría decirles? ¿Que había decidido hacer una excursión a Londres? ¿Sola?
Su reputación quedaría en entredicho. Tenía que adaptarse lo mejor posible a su nueva situación allí. Así que levantó la barbilla, decidida a conservar, al menos, su orgullo.
—Señor, sus palabras me ofenden —dijo con seriedad.
Él hizo un gesto de asentimiento, como si eso también fuera una consecuencia inevitable. Luego, bruscamente, hizo una vulgar reverencia y dijo:
—Por favor, permíteme presentarme. Soy Harry, vizconde Styles, y ésta es mi casa.
—Su casa —repitió ________ con voz débil. Sintió un ligero mareo. ¿Acaso no había oído historias sobre el vizconde Styles? ¿Incluso en Kent? ¿No era el que tenía la reputación de pervertir jovencitas? No podía recordarlo. Así que decidió refugiarse en los buenos modales, haciendo una tímida inclinación.
—Tal vez te hayan contado que colaboraré en tu educación —anunció, arrastrando las palabras.
________ lo miró de inmediato y vio cómo sus labios esbozaban una sonrisa sensual. No cabía duda de que se le estaba insinuando y, sin embargo, no podía ser cierto.
—No me dijeron nada —respondió ________ lentamente—. Quizás usted pueda explicarme en qué consistirá exactamente su trabajo.
El hombre se quedó callado y se le acercó. La muchacha quiso dar un paso atrás, pero no tenía espacio. Ya tenía la espalda contra la puerta. Así que se mantuvo firme, conteniendo la respiración mientras él extendía la mano para acariciar lentamente su mejilla.
—¿No te dijeron nada? Pero estoy al corriente de que tú has solicitado este encuentro.
—Sí, milord. Un amigo de la familia me recomendó a la baronesa, así que le escribí. —En realidad, había sido un amigo de uno de los miembros de la congregación de su padre, que venía de Londres y estaba de visita. El anciano, el conde de Songshire, se le acercó en silencio una noche, mientras ella arreglaba la iglesia. Habían estado hablando durante un buen rato, principalmente sobre ella, la muerte de su padre y la complicada situación en que había quedado su familia. Luego él le puso en la mano la dirección de la baronesa y la instó a que preguntara, en secreto, por sus servicios.
—Lo que no sabes —dijo el vizconde mientras su sonrisa se hacía más amplia— es que la baronesa actúa a instancias mías.
________ estaba temblando. No sabía por qué, pero sentía que sus piernas no la sostenían y se había quedado paralizada. Si pudiera comprender cuáles eran las intenciones del vizconde...
—¿No me buscarán un marido? —preguntó.
—Ah, sí. Tendrás un marido, y rico. Pero seré yo quien estará a cargo de tu educación, no la baronesa.
—Pero ¿por qué? —gritó ________. Luego moderó rápidamente el tono y bajó la mirada hasta parecer apropiadamente humilde—: Quiero decir, ¿por qué un caballero de su evidente alta alcurnia tiene que preocuparse por mi educación?
El vizconde soltó una carcajada que la sorprendió, pero cuando la muchacha levantó la mirada, ya se había desvanecido todo rastro de hilaridad.
—Pronto comprenderás, pequeña ________, que la alcurnia, como tú dices, no llena el estómago. —Hizo un gesto amplio hacia la casa—. Esto que ves y un montón de piedras que se están desmoronando es todo lo que me queda de la fortuna familiar. No me puedo casar con una heredera; mi reputación no es precisamente intachable. Así que, en lugar de eso, me dedico a vender jóvenes novias.
________ tragó saliva movida por la impresión. Él era, en realidad, el diabólico vizconde. Y allí estaba ella. Con él. Y si eso era cierto... Sus pensamientos volaron. Dios mío, ¡todo aquello parecía imposible!
—¿Tienes alguna pregunta?
Cuando ________ levantó la vista se encontró con unos ojos que la observaban con la intensidad de un gato frente al agujero de un ratón.
—Yo... tengo muchas preguntas —tartamudeó ________.
El vizconde enarcó una ceja con un gesto que no la desalentó, pero tampoco la animó a continuar. Finalmente, ________ se sintió obligada a hablar.
—Si usted no tiene buena reputación, milord, entonces la mía acaba de verse afectada por asociación. —Tomó aire y sus ojos se fijaron otra vez en la puerta que comunicaba las dos habitaciones—. ¡Mi presencia en esta casa ya me ha arruinado!
No tenía intención de sonar tan dramática, pero si el plan estaba condenado al fracaso desde el comienzo, lo mejor que podía hacer era tratar de enmendar la situación. Dio media vuelta como si fuera a marcharse, pero el vizconde le cerró el paso.
—Es verdad —dijo de manera indiferente—. Tu reputación ha sufrido un duro revés desde el momento en que pusiste un pie en esta casa. Sin embargo, todavía te buscaré un marido. De hecho, mi fortuna y la tuya dependen de eso.
________ negó con la cabeza para rechazar todo lo que el vizconde había dicho.
—Pero...
Él la interrumpió con el movimiento de un solo dedo.
—¿Sabes qué es una cortesana?
________ se mordió el labio, tratando de decidir cómo contestaría. Su padre habría tenido un ataque de ira si ella confesara toda la verdad: que escuchaba con pasión todos los chismes acerca de esas mujeres. Así que, en lugar de una confesión completa, eligió una verdad parcial.
—Sólo sé lo poco que he oído. Estoy segura de que nada de eso puede ser cierto.
—Claro que puede ser cierto. Eso y muchísimo más —replicó el vizconde, arrastrando las palabras, mientras disfrutaba claramente de aquella situación—. Pero no importa. Tú, querida mía, serás educada de una manera muy similar a esas maravillosas criaturas.
________ lo miró horrorizada, abriendo la boca por la sorpresa. Ella... ¿una cortesana?
—Pero a mí me dijeron...
—Escucha el resto, ________. Te convertirás en una novia Malik. Como una cortesana, serás hermosa, ingeniosa y hábil en una gran variedad de placeres. Pero también serás fiel, amable y, claro está, presentable. Por esa razón, un hombre, probablemente viejo y, experimentado, pagará una gran suma para casarse contigo. Para que puedas adornar su mesa durante el día y su cama por las noches.
—Pero, no entiendo. ¿Por qué se casaría conmigo? Cuando... los placeres de una cortesana se pueden obtener...
—¿Por unas cuantas libras? ¿Hasta que el hombre se aburra? ¿O la mujer se vuelva impresentable?
Ella asintió con la cabeza. Eso era exactamente a lo que se refería. ¿Por qué un hombre se casaría con una mujer que podía conseguir por unos pocos centavos?
—Porque un hombre inteligente conoce el valor de pagar una sola vez en lugar de hacerlo en mensualidades, o a capricho de una mujer. De atar a él a una mujer durante el resto de su vida, suponiendo que sea la mujer correcta, en lugar de hacerlo por unos cuantos meses. De encontrar una esposa que lo cuidará con ternura en la vejez, en vez de abandonarlo para ir en busca de sus propios placeres.
—Pero usted no puede prometer eso...
—¡Por supuesto que puedo! —contestó el vizconde de manera tajante—. Porque lo harás, y porque ya lo he hecho antes y mi reputación depende de esa promesa. —El vizconde se acercó a ella hasta quedar muy juntos, de manera que ________ pudo sentir su cálido aliento en la cara.
—Milord —dijo ________ jadeando, preguntándose qué podía decir para hacerlo retroceder.
—¿Serás fiel a tu marido? —preguntó el vizconde—. ¿Lo complacerás por las noches, lo cuidarás en su vejez, aunque tenga cien años, manos frías y un aliento rancio?
________ parpadeó y se sorprendió al sentir las lágrimas que nublaban su visión.
—¿Lo harás, ________? —exigió el vizconde.
—¡Sí! —respondió ella sin aliento, sabiendo que aquélla era la respuesta que deseaba, siendo consciente, también, de que era la verdad. Fuese cual fuese la razón por la que se casara, ella no deshonraría al hombre con el que contrajera matrimonio—. No podría romper un voto hecho ante Dios —musitó.
El vizconde retrocedió y su cuerpo pareció relajarse de repente, adoptando una actitud casi amable.
—Entonces creo que serás la mejor novia que he instruido hasta ahora. —Estiró la mano y le acarició suavemente la mejilla, con una actitud casi paternal. -Puedo asegurarte que alcanzarás un precio muy alto.
________ se movió rápidamente hacia atrás y apartó el rostro.
—No entiendo... —comenzó a decir, pero él la interrumpió.
—Ya basta de preguntas. Todo es demasiado nuevo para ti. —De pronto, se dirigió hacia la puerta—. Ya habrá tiempo suficiente después de la evaluación inicial.
Aquello la dejó fría.
—¿Evaluación? —preguntó.
Pero él ya se había ido.
------------------------------------------------------------
Aquí les dejo el capítulo, bienvenidas a las nuevas lectoras y espero que os haya gustado :) Por favor, si leéis comentad, me hacen muy feliz vuestros comentarios ;)
Al cabo de un rato, llegaron a un vecindario respetable, con casas austeras que parecían sombrías en medio de la luz grisácea. Se detuvieron ante una de ellas, de apariencia anodina, que no destacaba sobre las otras. Mientras ________ se bajaba del coche, no pudo evitar pensar en todo lo que aquella serena simetría buscaba transmitir: corrección moral, felicidad matrimonial, niños encantadores y la alegre apariencia de una familia feliz y acomodada.
¿Acaso todo eso era mentira?
Claro que lo era, se respondió ________. La casa, el vecindario, incluso la tiesa baronesa no podían ocultarle la verdad. Lo que estaban haciendo —comprarle un marido— era inmoral. El matrimonio debía ser producto del amor, no del comercio. ________ había ayudado a su padre a celebrar muchas bodas. Conocía la liturgia de memoria. Y lo que Dios buscaba no era un arreglo comercial corriente.
Sin embargo, era tan habitual como se podía esperar. Tan típico, de hecho, que ella —la hija de un párroco que sabía cómo eran las cosas— ya estaba envuelta en un pacto diabólico para comprar a un hombre viejo y rico. No sería feliz en su matrimonio. Tendría que contentarse con la riqueza.
Las manos le temblaron al pensarlo, pero enderezó la espalda, echó los hombros hacia atrás y entró en casa de la baronesa. El interior se parecía mucho al exterior: formal y triste. La baronesa no se detuvo sino que siguió por el corredor hasta el fondo del edificio. A mano derecha, ________ alcanzó a ver un enorme y horrible mayordomo, a quien le presentaron rápidamente, y que desapareció enseguida en un saloncito contiguo.
Sin saber cómo actuar, hizo ademán de seguir a la baronesa, pero el sobrino la detuvo, tocándole el brazo y señalándole el segundo piso.
—Te mostraré tu habitación —se ofreció.
La muchacha asintió con la cabeza y aceptó únicamente porque hubiera sido una descortesía no hacerlo. Lo siguió hasta una habitación que, en el pasado, debía haber sido luminosa y aireada, incluso hermosa. Estaba decorada en tonos amarillos con toques de verde; pero el tiempo había dejado desvaídos los colores y las telas, que ahora aparecían apagados, tristes y de indefinibles tonalidades. Y la luz grisácea se limitaba a resaltar el deterioro de los muebles y las manchas de la colcha. Aunque no parecía haber polvo, los estragos del tiempo daban a la habitación un aspecto realmente desolador.
Aun así, era una habitación mucho más grande y mejor que cualquiera que ella hubiese ocupado en su vida. ________ se volvió hacia su guía:
—¿La habitación será para mí sola? ¿O voy a compartirla?
La muchacha detectó una ligera mueca en los labios del hombre, pero sus ojos permanecieron inmutables y su tono, distante.
—Es para ti sola. —Luego señaló una puerta medio oculta entre las sombras, al lado de la cama—. Esta puerta conduce a mi habitación. Te agradeceré que llames antes de entrar.
________ se puso rígida y se giró hacia él con rabia.
—¡No tengo ninguna intención de entrar, señor! Me voy a casar y llegaré al matrimonio con mi pureza y mi honor intactos.
El hombre no pudo evitar una sonrisa, aunque la expresión de su rostro mostraba una cierta frialdad. Entró en la habitación y, cruzando los brazos sobre el pecho, se recostó de manera despreocupada contra la cama.
—Tu honor no es de mi incumbencia. Tu pureza, sin embargo, será vulgarmente mancillada incluso para la moralidad menos exigente.
Aquellas palabras la sacudieron. Hablaba como si la pérdida de su honor fuera una consecuencia inevitable. Pero ¿qué alternativas tenía? No podía huir. No tenía dinero para regresar a Kent, y aunque lo hiciera, su familia ya se había marchado a vivir con su tío. Ellos creían que se encontraba segura, refugiada en un convento. ¿Qué podría decirles? ¿Que había decidido hacer una excursión a Londres? ¿Sola?
Su reputación quedaría en entredicho. Tenía que adaptarse lo mejor posible a su nueva situación allí. Así que levantó la barbilla, decidida a conservar, al menos, su orgullo.
—Señor, sus palabras me ofenden —dijo con seriedad.
Él hizo un gesto de asentimiento, como si eso también fuera una consecuencia inevitable. Luego, bruscamente, hizo una vulgar reverencia y dijo:
—Por favor, permíteme presentarme. Soy Harry, vizconde Styles, y ésta es mi casa.
—Su casa —repitió ________ con voz débil. Sintió un ligero mareo. ¿Acaso no había oído historias sobre el vizconde Styles? ¿Incluso en Kent? ¿No era el que tenía la reputación de pervertir jovencitas? No podía recordarlo. Así que decidió refugiarse en los buenos modales, haciendo una tímida inclinación.
—Tal vez te hayan contado que colaboraré en tu educación —anunció, arrastrando las palabras.
________ lo miró de inmediato y vio cómo sus labios esbozaban una sonrisa sensual. No cabía duda de que se le estaba insinuando y, sin embargo, no podía ser cierto.
—No me dijeron nada —respondió ________ lentamente—. Quizás usted pueda explicarme en qué consistirá exactamente su trabajo.
El hombre se quedó callado y se le acercó. La muchacha quiso dar un paso atrás, pero no tenía espacio. Ya tenía la espalda contra la puerta. Así que se mantuvo firme, conteniendo la respiración mientras él extendía la mano para acariciar lentamente su mejilla.
—¿No te dijeron nada? Pero estoy al corriente de que tú has solicitado este encuentro.
—Sí, milord. Un amigo de la familia me recomendó a la baronesa, así que le escribí. —En realidad, había sido un amigo de uno de los miembros de la congregación de su padre, que venía de Londres y estaba de visita. El anciano, el conde de Songshire, se le acercó en silencio una noche, mientras ella arreglaba la iglesia. Habían estado hablando durante un buen rato, principalmente sobre ella, la muerte de su padre y la complicada situación en que había quedado su familia. Luego él le puso en la mano la dirección de la baronesa y la instó a que preguntara, en secreto, por sus servicios.
—Lo que no sabes —dijo el vizconde mientras su sonrisa se hacía más amplia— es que la baronesa actúa a instancias mías.
________ estaba temblando. No sabía por qué, pero sentía que sus piernas no la sostenían y se había quedado paralizada. Si pudiera comprender cuáles eran las intenciones del vizconde...
—¿No me buscarán un marido? —preguntó.
—Ah, sí. Tendrás un marido, y rico. Pero seré yo quien estará a cargo de tu educación, no la baronesa.
—Pero ¿por qué? —gritó ________. Luego moderó rápidamente el tono y bajó la mirada hasta parecer apropiadamente humilde—: Quiero decir, ¿por qué un caballero de su evidente alta alcurnia tiene que preocuparse por mi educación?
El vizconde soltó una carcajada que la sorprendió, pero cuando la muchacha levantó la mirada, ya se había desvanecido todo rastro de hilaridad.
—Pronto comprenderás, pequeña ________, que la alcurnia, como tú dices, no llena el estómago. —Hizo un gesto amplio hacia la casa—. Esto que ves y un montón de piedras que se están desmoronando es todo lo que me queda de la fortuna familiar. No me puedo casar con una heredera; mi reputación no es precisamente intachable. Así que, en lugar de eso, me dedico a vender jóvenes novias.
________ tragó saliva movida por la impresión. Él era, en realidad, el diabólico vizconde. Y allí estaba ella. Con él. Y si eso era cierto... Sus pensamientos volaron. Dios mío, ¡todo aquello parecía imposible!
—¿Tienes alguna pregunta?
Cuando ________ levantó la vista se encontró con unos ojos que la observaban con la intensidad de un gato frente al agujero de un ratón.
—Yo... tengo muchas preguntas —tartamudeó ________.
El vizconde enarcó una ceja con un gesto que no la desalentó, pero tampoco la animó a continuar. Finalmente, ________ se sintió obligada a hablar.
—Si usted no tiene buena reputación, milord, entonces la mía acaba de verse afectada por asociación. —Tomó aire y sus ojos se fijaron otra vez en la puerta que comunicaba las dos habitaciones—. ¡Mi presencia en esta casa ya me ha arruinado!
No tenía intención de sonar tan dramática, pero si el plan estaba condenado al fracaso desde el comienzo, lo mejor que podía hacer era tratar de enmendar la situación. Dio media vuelta como si fuera a marcharse, pero el vizconde le cerró el paso.
—Es verdad —dijo de manera indiferente—. Tu reputación ha sufrido un duro revés desde el momento en que pusiste un pie en esta casa. Sin embargo, todavía te buscaré un marido. De hecho, mi fortuna y la tuya dependen de eso.
________ negó con la cabeza para rechazar todo lo que el vizconde había dicho.
—Pero...
Él la interrumpió con el movimiento de un solo dedo.
—¿Sabes qué es una cortesana?
________ se mordió el labio, tratando de decidir cómo contestaría. Su padre habría tenido un ataque de ira si ella confesara toda la verdad: que escuchaba con pasión todos los chismes acerca de esas mujeres. Así que, en lugar de una confesión completa, eligió una verdad parcial.
—Sólo sé lo poco que he oído. Estoy segura de que nada de eso puede ser cierto.
—Claro que puede ser cierto. Eso y muchísimo más —replicó el vizconde, arrastrando las palabras, mientras disfrutaba claramente de aquella situación—. Pero no importa. Tú, querida mía, serás educada de una manera muy similar a esas maravillosas criaturas.
________ lo miró horrorizada, abriendo la boca por la sorpresa. Ella... ¿una cortesana?
—Pero a mí me dijeron...
—Escucha el resto, ________. Te convertirás en una novia Malik. Como una cortesana, serás hermosa, ingeniosa y hábil en una gran variedad de placeres. Pero también serás fiel, amable y, claro está, presentable. Por esa razón, un hombre, probablemente viejo y, experimentado, pagará una gran suma para casarse contigo. Para que puedas adornar su mesa durante el día y su cama por las noches.
—Pero, no entiendo. ¿Por qué se casaría conmigo? Cuando... los placeres de una cortesana se pueden obtener...
—¿Por unas cuantas libras? ¿Hasta que el hombre se aburra? ¿O la mujer se vuelva impresentable?
Ella asintió con la cabeza. Eso era exactamente a lo que se refería. ¿Por qué un hombre se casaría con una mujer que podía conseguir por unos pocos centavos?
—Porque un hombre inteligente conoce el valor de pagar una sola vez en lugar de hacerlo en mensualidades, o a capricho de una mujer. De atar a él a una mujer durante el resto de su vida, suponiendo que sea la mujer correcta, en lugar de hacerlo por unos cuantos meses. De encontrar una esposa que lo cuidará con ternura en la vejez, en vez de abandonarlo para ir en busca de sus propios placeres.
—Pero usted no puede prometer eso...
—¡Por supuesto que puedo! —contestó el vizconde de manera tajante—. Porque lo harás, y porque ya lo he hecho antes y mi reputación depende de esa promesa. —El vizconde se acercó a ella hasta quedar muy juntos, de manera que ________ pudo sentir su cálido aliento en la cara.
—Milord —dijo ________ jadeando, preguntándose qué podía decir para hacerlo retroceder.
—¿Serás fiel a tu marido? —preguntó el vizconde—. ¿Lo complacerás por las noches, lo cuidarás en su vejez, aunque tenga cien años, manos frías y un aliento rancio?
________ parpadeó y se sorprendió al sentir las lágrimas que nublaban su visión.
—¿Lo harás, ________? —exigió el vizconde.
—¡Sí! —respondió ella sin aliento, sabiendo que aquélla era la respuesta que deseaba, siendo consciente, también, de que era la verdad. Fuese cual fuese la razón por la que se casara, ella no deshonraría al hombre con el que contrajera matrimonio—. No podría romper un voto hecho ante Dios —musitó.
El vizconde retrocedió y su cuerpo pareció relajarse de repente, adoptando una actitud casi amable.
—Entonces creo que serás la mejor novia que he instruido hasta ahora. —Estiró la mano y le acarició suavemente la mejilla, con una actitud casi paternal. -Puedo asegurarte que alcanzarás un precio muy alto.
________ se movió rápidamente hacia atrás y apartó el rostro.
—No entiendo... —comenzó a decir, pero él la interrumpió.
—Ya basta de preguntas. Todo es demasiado nuevo para ti. —De pronto, se dirigió hacia la puerta—. Ya habrá tiempo suficiente después de la evaluación inicial.
Aquello la dejó fría.
—¿Evaluación? —preguntó.
Pero él ya se había ido.
------------------------------------------------------------
Aquí les dejo el capítulo, bienvenidas a las nuevas lectoras y espero que os haya gustado :) Por favor, si leéis comentad, me hacen muy feliz vuestros comentarios ;)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Chicas saben que normalmente no hago Spam y no me gusta, pero si alguna de vosotras puede pasarse por la nove de esta chica y dejar un comentario me harían un gran favor, la novla tiene pocos capítulos y muy pocos comentarios y la escritora está pensando en cancelar y considero que la nove es demasiado buena como para que la cancele, le he intentado hacer entender que aun con pocos comentarios siempre se debe seguir, por las pocas que les gusta la nove, pero parece que no es suficiente, así que si pudierais pasar por aquí y comentar os estaría muy agradecida!
[La Perfección es un defecto]
[La Perfección es un defecto]
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Holiss!,
Ajajjiuhzkjhkjam ame el capitulo, esta novela se ve tan interesante...
Claro que me paso por la nove, ya mismo. Seguila prontisimo
Ajajjiuhzkjhkjam ame el capitulo, esta novela se ve tan interesante...
Claro que me paso por la nove, ya mismo. Seguila prontisimo
*ali *
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
*ali * escribió:Holiss!,
Ajajjiuhzkjhkjam ame el capitulo, esta novela se ve tan interesante...
Claro que me paso por la nove, ya mismo. Seguila prontisimo
Hola linda :)
Si, es una gran novela!
Mañana no podré subir porque me voy de visita familiar
y no voy a tener los capis para subirlos pero pasado mañana habrá uno nuevo seguro ;)
Gracias por pasarte, eres un amor :)
Keila Styles
Re: El Arte de Pecar [Harry Styles y tu] Adaptada *HOT*
Capítulo 2
Durante casi una hora, ________ permaneció sentada en la cama, aturdida, mirando las paredes. Finalmente, cansada de no hacer nada, deshizo su escaso equipaje y se detuvo en el centro de la habitación, mientras la cabeza le daba vueltas.
Tal vez debiera concentrarse en causar una buena impresión. Sabía que en muchas casas elegantes la gente se vestía para la cena, y a pesar de que aquélla no era, evidentemente, una casa elegante, se puso su mejor traje: un vestido gris perla con cuello de encaje. También trató de arreglarse un poco el cabello de color castaño claro, cepillándolo hasta que adquirió una apariencia brillante, mientras se lamentaba por no tenerlo más ondulado. No tenía cosméticos, de manera que se contentó con pellizcarse las mejillas para adquirir un poco de rubor.
Cuando finalizó, se aventuró escaleras abajo.
No había nadie a la vista. La escalera daba acceso a un corredor pobremente iluminado y tan desierto como el piso superior. A su izquierda había un solitario salón, cuya chimenea no había sido todavía encendida. Un poco más al fondo, encontró una biblioteca con escasos libros y un escritorio bastante deteriorado. Arrimada a la pared, una mesita auxiliar parecía esconderse. Pensó en gritar, pero sabía que sería de mala educación. Y tampoco deseaba perturbar aquel silencio sepulcral que rodeaba la casa. Así que se dedicó a seguir deambulando.
Al fondo, descubrió el comedor. Se trataba, con toda seguridad, de la mejor habitación de la casa. La mesa de caoba pulida era enorme; las sillas, altas y majestuosas, con gruesos cojines, y el mantel, de un blanco resplandeciente, estaba perfectamente almidonado. ________ se fijó en los candelabros, la lámpara del techo y también en la plata y, sin embargo, aquella habitación le pareció tan solitaria como el resto de la casa.
Sintió que su cuerpo se estremecía.
A su espalda oyó un golpe amortiguado, procedente de la puerta de los sirvientes, e imaginó que conduciría a la cocina. Al pensar que alguien podía estar preparando la cena, su estómago rugió de hambre. Esa mañana se había sentido demasiado nerviosa para desayunar, pero, en aquel momento, el mero hecho de pensar en la comida le hizo darse cuenta de lo hambrienta que estaba. Empujó la puerta y bajó rápidamente las sucias escaleras que encontró frente a ella.
Los escalones desembocaron en una enorme cocina, mucho más grande de lo habitual incluso para una casa londinense, pero, a pesar de su tamaño, se sintió ligeramente abrumada. En las paredes y sobre la mesa se amontonaban toda clase de utensilios de cocina. Por desgracia, nadie estaba preparando la cena, como había pensado en un principio, y no había comida por ninguna parte. La despensa estaba vacía. Lo único comestible que alcanzó a ver fue una hogaza de pan negro y duro que tenía agarrada un hombre gigantesco, de cabello negro y aspecto siniestro. Era el mismo mayordomo corpulento que le había abierto la puerta una hora antes.
—El señor Dunwort, ¿verdad? —preguntó.
El hombre levantó los ojos y una expresión de sorpresa alivió la severidad de sus facciones.
—Sí, así es. Es muy amable de su parte al recordarlo.
—Por favor, señor, ¿podría decirme a qué hora se sirve la cena?
El hombre entrecerró los ojos, como si la estuviera evaluando.
—No hay cena, señorita.
________ frunció el ceño.
—¿Perdón?
—La nueva señorita siempre hace los menús y llena la despensa. No habrá comida hasta que usted me diga qué debo comprar.
________ movió la cabeza.
—Pero cómo podría haberlo sabido. Estoy segura de que la baronesa...
—Órdenes del señor. La joven señorita se encarga de la comida y de las cuentas. Aprender a administrar el dinero es parte de su instrucción. —El hombre hizo una pausa para darle un mordisco a su pan—. No comerá, a menos que trabaje.
________ miró a su alrededor, dándose cuenta, con toda claridad, de que aquel hombre decía la verdad. Nadie había hecho preparativo alguno para la cena.
—¿Y se supone que también debo cocinar?
Dunwort negó con la cabeza.
—Ése es mi trabajo. Excepto en la fiesta de su presentación, para la que usted debe contratar un chef.
—¡Un chef! —Sin pensarlo, ________ se sentó en un banco junto a Dunwort—. Pero cómo... —Se interrumpió, mientras su mente empezaba a dar vueltas vertiginosamente. En su casa, su madre se encargaba de cocinar y de hacer la compra. ________ pasaba todo el tiempo con su padre, ayudándolo en sus múltiples tareas como sacerdote.
Dunwort se recostó y entornó los ojos, mirándola directamente.
—Si lo solicita, la ayudaremos. Si no, dejaremos que se hunda usted sola.
________ lo miró con sorpresa.
—Entonces, indudablemente, necesitaré ayuda.
El hombre sonrió y, de repente, su actitud se suavizó. Parecía como si ella acabara de pasar alguna clase de prueba, así que le devolvió la sonrisa con un poco de inseguridad y enseguida comenzó a caminar lentamente por la cocina. Lamentablemente, tras examinarla con detenimiento, la situación no mejoró. La despensa estaba totalmente desabastecida. Tendría que comprar de todo.
Pero, en aquel momento, no tenía muy claro qué necesitaba exactamente.
—¿Sabe usted cuánto puedo gastar? —preguntó ________.
Dunwort había estado observando todos sus movimientos, con aquellos ojos negros francos e inquisitivos.
—Lo que gaste saldrá de lo que le corresponda por su matrimonio. Lo que usted consuma ahora es comida que le quitará de la boca a su familia después.
________ percibió el tono de sarcasmo en su voz, y se giró para estudiar la expresión del hombre. Aunque no le gustaba que le recordaran que ella era una más entre las innumerables muchachas que habían pasado por aquella casa, no pudo resistir la tentación de preguntar:
—¿Las otras chicas gastaron sin medida —supuso—, confiando en que la parte de su dote sería lo suficientemente grande para sacarlas adelante?
Dunwort asintió con la cabeza, haciendo un movimiento lento y calculado que, sin embargo, revelaba un cierto respeto ante aquella deducción.
—Algunas gastaron de más, pero otras también resultaron ser muy avaras.
________ siguió deambulando por la cocina, mirando de manera distraída el interior de alacenas y cajones, mientras hacía un inventario mental de su contenido.
—Bueno, me temo que yo me acercaré más al tipo de las avaras, señor Dunwort. El día de hoy ha sido como un extraño sueño para mí, y me cuesta creer que el plan del vizconde vaya a tener éxito.
—Oh, tendrá éxito. Ya lo he visto triunfar seis veces.
Con aquellas palabras, Dunwort captó toda la atención de ________. Después de cerrar un armario, volvió a sentarse en el banco.
—¿Seis veces? —preguntó—. ¿Otras seis muchachas?
—Sí. Y todas pasaron por la cama y el altar.
________ notó que el mayordomo había alterado el orden de las cosas. ¿Acaso no pasaba uno primero por el altar y después por la cama? Pero pasó por alto el error, prefiriendo expresar su mayor preocupación.
—Pero yo soy la hija de un pobre párroco. Lo único que podía aportar al matrimonio era mi virtud. Y ahora que estoy aquí, incluso eso... —________ dejó la frase sin terminar y suspiró.
—Sí, está deshonrada. No hay duda.
________ frunció el ceño al escuchar la franqueza del tono del hombre. Esperaba algo mucho más tranquilizador.
—Pero él le conseguirá un marido de todas formas.
________ se volvió hacia el mayordomo para estudiar su expresión. Durante los años en que había ayudado a su padre en sus visitas, había conocido a gente de muchas clases y había aprendido a evaluar no su apariencia externa o su entorno sino su expresión. Al analizar la actitud de Dunwort, se dio cuenta de que la brusquedad de su rostro sólo se debía a que parecía ajado y curtido. Tenía unas cejas tan espesas como su pelo negro y ensortijado, pero los ojos eran serenos y no fruncía la boca con un gesto de desaprobación ni la abría con ansiosa lascivia. Le pareció un hombre sincero, aunque un poco reservado. Hasta que demostrara lo contrario, lo consideraría un amigo.
Después de decidir eso, ________ apoyó las manos sobre la mesa y se puso de pie.
—Muy bien, señor Dunwort, para bien o para mal, parece que estoy a cargo de la despensa. Y puedo ser tacaña, pero incluso los tacaños tenemos que comer. Así que, a menos que usted sea un entusiasta del pan negro, le propongo que busquemos algo mejor. ¿Tiene usted dinero, o debo pedírselo a la baronesa?
La adusta expresión del mayordomo se transformó de repente en una sonrisa.
—Tengo dinero, señorita. Su señoría vendió unas ovejas ayer para eso. Así que, ¿qué hacemos primero: compramos o cenamos?
________ le echó una mirada a la cocina. El fogón estaba apagado. Tardarían bastante tiempo en comprar y preparar la comida. Como si le hubiesen hecho una señal, su estómago lanzó un gruñido que le recordó que tenía hambre y no tenía ganas de esperar.
—He tenido un día muy difícil, señor Dunwort. Aunque normalmente sugeriría que hiciéramos las mejores compras posibles a esta hora, esta noche es especial. Así que es mejor que comamos primero. ¿Conoce alguna posada que ofrezca algún guiso aceptable o pastel de carne?
Dunwort asintió con la cabeza, al tiempo que estiraba el brazo para agarrar su sombrero.
—Conozco el lugar adecuado.
—Entonces compre comida suficiente para usted, para mí, para su señoría, supongo, y la baronesa...
—El vizconde ha dicho que cenará en su club —la interrumpió Dunwort—. Y la baronesa seguramente preferirá beberse la cena.
________ hizo una pausa. Sabía que muchos de los feligreses de su padre preferían beber hasta caer muertos, pero se negaba a ayudar a alguien a hacer tal cosa.
—Entonces compre pastel para tres. Yo misma le llevaré el suyo a la baronesa.
—Muy bien, señorita.
—¿Hay otros sirvientes en la casa?
—No, señorita. Sólo yo. —Enseguida se abotonó el abrigo y se preparó para salir. ________ lo detuvo agarrándolo del brazo.
—Podría ir con usted —le ofreció. Conocía muchas casas elegantes en las que el ama de llaves salía a hacer la compra, pero en ese momento vaciló—. ¿Debería ir con usted?
—No, señorita, no puede hacerlo. Usted va a ser una dama y no sería buena idea que la vieran conmigo.
________ asintió, mostrando al mayordomo que había captado perfectamente la idea.
—Muy bien —dijo, sintiéndose aliviada de no tener que vagar por las calles de la ciudad en la oscuridad. Kent estaba lo suficientemente cerca de Londres como para haber oído muchas historias sobre los peligros que acechaban al otro lado de la puerta—. Tal vez pueda aprovechar lo que ha quedado de su pan negro —agregó sin entusiasmo.
Dunwort hizo una rápida inclinación y desapareció, deslizándose por la puerta trasera tan velozmente que ella se quedó sorprendida.
Keila Styles
Página 1 de 29. • 1, 2, 3 ... 15 ... 29
Temas similares
» Crash || Adaptada || Harry Styles
» Desnuda(Harry Styles y tu) HOT Y ADAPTADA
» El Diario De Harry Styles. (Harry y Tu) [ ADAPTADA]
» Who Do You Think You Are? |Harry Styles & Tu| Adaptada.
» After -Harry Styles -Adaptada-
» Desnuda(Harry Styles y tu) HOT Y ADAPTADA
» El Diario De Harry Styles. (Harry y Tu) [ ADAPTADA]
» Who Do You Think You Are? |Harry Styles & Tu| Adaptada.
» After -Harry Styles -Adaptada-
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 29.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.