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Beautiful Bastard Nick y (_Tn) (terminada)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Beautiful Bastard Nick y (_Tn) (terminada)
Capítulo 13
Un millón de pensamientos cruzaron por mi mente en ese preciso segundo. No podíamos seguir haciendo eso. Teníamos que seguir adelante o parar. «Ahora».
Estaba interfiriendo con mis negocios, mi sueño, mi cabeza, toda mi maldita vida.
Pero no importaba cuánto intentara engañarme, yo sabía lo que quería. No podía dejarla ir.
Ella prácticamente salió corriendo por el pasillo, pero yo fui tras ella.
—¡No puedes hacer algo como eso y después esperar que te deje largarte sin más!
—¿Cómo que «no puedes»? —me gritó por encima del hombro. Llegó a su habitación e intentó torpemente meter la llave en la cerradura hasta que lo consiguió.
Llegué a su puerta justo cuando la estaba abriendo y nuestras miradas se encontraron durante un breve momento antes de que entrara corriendo e intentara cerrarla a la fuerza. Metí la mano y abrí la puerta de un empujón tan violento que golpeó con fuerza la pared que tenía detrás.
—Pero ¿qué coño crees que estás haciendo? —me chilló.
Entró en el baño que estaba justo enfrente de la puerta y se volvió para mirarme.
—¿Vas a dejar de huir de mí? — pregunté y la seguí. Mi voz resonaba en aquel pequeño espacio—. Si esto es por esa mujer de abajo.
Ella pareció más furiosa al oír mis palabras, si es que eso era posible, y dio un paso hacia mí.
—No te atrevas a seguir por ese camino. Yo nunca he actuado como una novia celosa —negó con la cabeza indignada antes de girarse hacia el
lavabo y buscar algo en su bolso.
La miré mientras me iba frustrando cada vez más. ¿Y a qué más podía deberse aquello? Estaba totalmente desconcertado. Cuando se enfadaba así, a estas alturas ya debería haberme empujado contra la pared y tenerme medio desnudo. Pero esta vez parecía realmente preocupada.
—¿Crees que me voy a interesar por cualquier mujer que me ponga la llave de su habitación en la mano? Pero ¿qué tipo de tío crees que soy?
Ella golpeó un cepillo contra la superficie del lavabo y levantó la vista para mirarme furiosa.
—¿No estarás hablando en serio? Sé que tú has hecho esto antes. Solo sexo, nada de compromisos. Estoy segura de que te dan llaves de habitación continuamente.
Abrí la boca para responder; para ser sincero, sí que había tenido relaciones que no se basaban más que en el sexo, sin embargo lo que tenía con (_Tn) hacía tiempo que no era «solo sexo».
Pero ella me interrumpió antes de que pudiera hablar.
—Yo nunca he hecho nada ni parecido a esto y ya no sé cómo llevarlo —me dijo y su voz iba subiendo con
cada palabra—. Pero cuando estoy contigo, es como si nada más importara. Esto. Esto —continuó haciendo un gesto que nos incluía a ambos— ¡no tiene nada que ver conmigo! Es como si me convirtiera en una persona diferente cuando estoy contigo, y lo odio. No puedo hacerlo, Nick . No me gusta la persona en la que me estoy convirtiendo. Trabajo mucho. Me importa mi trabajo. Soy inteligente. Y nada de eso importará si la gente se entera de lo que está pasando entre nosotros. Búscate a otra.
—Ya te lo he dicho, no he estado con nadie desde que empezamos con esto.
—Eso no significa que no vayas a coger una llave si te la ponen en la mano. ¿Qué habrías hecho si no hubiera aparecido?
—Devolvérsela —dije sin dudarlo.
Pero ella solo se rió; claramente no me creía.
—Mira, todo esto me tiene agotada ahora mismo. Solo quiero darme una ducha y meterme en la cama.
Era casi imposible siquiera pensar en irme de allí y dejar aquello sin resolver, pero ella ya se había apartado de mí y estaba abriendo el grifo de la ducha. Cuando fui a abrir la puerta que daba al pasillo, la miré, ya envuelta en
vapor y mirando cómo me iba. Y parecía tan confusa como yo, maldita sea.
Sin pensarlo, crucé la habitación, le cogí la cara entre las manos y la acerqué a mí. Cuando nuestros labios se encontraron, ella dejó escapar un sonido estrangulado de rendición e inmediatamente hundió las manos en mi pelo. La besé con más fuerza, reclamando sus sonidos como míos, haciendo míos también sus labios y su sabor.
—Firmemos una tregua por una noche —le dije dándole tres breves besos en los labios, uno a cada lado y
uno un poco más largo en el centro, en el corazón de su boca—. Dámelo todo de ti por una noche, no te guardes nada. Por favor, (_Tn) , te dejaré en paz después de eso, pero no te he visto durante casi dos semanas y. necesito esta noche al menos.
Ella se quedó mirándome durante varios dolorosos minutos, claramente luchando consigo misma. Y entonces, con un suave sonido de súplica, levantó los brazos y me atrajo hacia a ella, poniéndose de puntillas para acercarse tanto como fuera posible.
Mis labios eran duros e implacables pero ella no se apartó, apretando sus
curvas contra mí. Yo estaba perdido para todo excepto para ella. Nos dimos un golpe con la pared, con la encimera, con la puerta de la ducha, retorciéndonos y tirando el uno del otro en nuestra desesperación. La habitación estaba totalmente llena de vapor para entonces y nada parecía real. Podía olerla, saborearla y sentirla, pero nada de eso parecía suficiente.
Nuestros besos se hicieron más profundos, nuestras caricias más salvajes. Le agarré el trasero, los muslos, subí las manos hasta sus pechos y los acaricié, necesitando notar todas y cada una de las partes de su cuerpo en
mis palmas simultáneamente. Ella me empujó contra la pared y repentinamente una calidez cayó por mi hombro y por mi pecho, sacándome de mi ensoñación. Habíamos entrado en la ducha con la ropa todavía puesta. Nos estábamos empapando.
Pero no nos importó.
Sus manos me recorrían el cuerpo frenéticamente, tirando de la camisa para sacármela de los pantalones. Con las manos temblorosas me la desabrochó, arrancándome algunos botones por las prisas, antes de bajarme la tela mojada por los hombros y tirarla fuera de la ducha.
La seda húmeda de su vestido se le pegaba al cuerpo, acentuando cada curva. Le rocé la tela sobre los pechos y noté los pezones tensos debajo. Ella gimió y puso su mano sobre la mía guiando mis movimientos.
—Dime lo que quieres —mi voz sonaba ronca por la necesidad—. Dime qué quieres que te haga.
—No lo sé —susurró contra mi boca —. Solo quiero ver cómo te vas deshaciendo.
Quería decirle que ya podía ver eso ahora y, para ser totalmente sincero, llevaba viéndolo durante semanas, pero me faltaron las palabras al bajarle las
manos por los costados y meterlas bajo el vestido. Nos estuvimos provocando con la boca el uno al otro y el sonido de la ducha ahogó nuestros gemidos. Metí las manos dentro de sus bragas y sentí el calor contra mis dedos.
Como necesitaba ver más de ella, saqué los dedos y los llevé al dobladillo de su vestido. Con un solo movimiento se lo levanté y se lo saqué por la cabeza. Me quedé helado al ver lo que había debajo. «Dios Santo». Estaba intentado matarme.
Di un paso atrás y me apoyé contra la pared de la ducha. Ella estaba delante de mí, calada hasta los huesos, con unas
bragas de encaje blanco que se ataban a ambos lados de su cadera con un lazo de seda. Tenía los pezones duros y se veían bajo el sujetador a juego y no pude evitar estirar la mano para tocarlos.
—Joder, eres tan hermosa —dije pasándole las yemas de los dedos por los pechos tensos. Un estremecimiento visible la recorrió y mi mano subió por su cuerpo, por encima de su clavícula, por el cuello y hasta su mandíbula.
Podíamos follar justo allí, húmedos y resbaladizos contra los azulejos y tal vez lo hiciéramos más adelante, pero ahora mismo quería tomarme mi tiempo. Mi corazón se aceleró al pensar que
teníamos toda la noche por delante. Nada de apresurarse ni de esconderse. Nada de peleas amargas ni de culpas. Teníamos toda la noche para estar solos y me iba a pasar toda la noche con ella. en una cama.
Metí la mano por detrás de ella y cerré la ducha. Ella se apretó contra mí, acercando su cuerpo todo lo que pudo. Yo le cogí la cara y la besé profundamente, con mi lengua deslizándose contra la suya. Sus caderas se movieron contra las mías y abrí la puerta de la ducha, sin dejar de abrazarla mientras salíamos.
No podía dejar de tocarle la piel:
por la espalda, sobre la suave curva al final y volviendo a subir por sus costados hasta sus pechos. Necesitaba sentir, saborear cada centímetro de su piel.
Nuestro beso no se rompió mientras salíamos del baño, tropezando torpemente mientras nos íbamos quitando con desesperación lo que nos quedaba de la ropa. Me quité de una patada los zapatos mojados mientras la llevaba hacia el dormitorio, y ella me acariciaba el estómago en busca de mi cinturón. La ayudé y pronto me liberé también de los pantalones y los bóxer. Acelerado, los aparté a un lado de una
patada y aterrizaron un poco más allá en un montoncito húmedo.
Seguí la línea de sus costillas con los nudillos antes de deslizar las manos hacia el cierre de su sujetador, lo solté y prácticamente se lo arranqué del cuerpo. Acercándola a mí, gemí dentro de su boca cuando sus pezones duros rozaron mi pecho. Las puntas de su cabello húmedo me hacían cosquillas en las manos mientras se las pasaba por la espalda desnuda, y sentí electricidad contra mi piel.
La habitación estaba a oscuras, la única iluminación venía de la escasa cuña de luz que se escapaba por la
puerta del baño y de la luna del cielo nocturno. La parte de atrás de sus rodillas chocó con la cama y yo me dirigí a la última prenda que quedaba entre nosotros. Mi boca subió hasta sus labios y después bajó por su cuello, por ambos pechos y por su torso. Le fui dando breves besos y mordiscos por el estómago y finalmente llegué al encaje blanco que escondía el resto de ella.
Me puse de rodillas delante de ella, levanté la vista y encontré su mirada. Tenía las manos en mi pelo y pasaba los dedos entre los mechones mojados y alborotados.
Estiré la mano y cogí el delicado
lazo de seda entre los dedos, tiré y vi cómo se deshacía en su cadera. Una expresión de confusión cruzó su cara mientras yo pasaba los dedos por todo el borde de encaje hasta el otro lado y hacía lo mismo. La tela cayó de su cuerpo sin daños y ella quedó completamente desnuda delante de mí. No las había roto, pero podía estar más que segura de que tenía intención de llevarme esa preciosidad conmigo.
Ella rió; parecía que me había leído la mente.
La empujé un poco para atrás para que quedara sentada en el borde de la cama y, todavía de rodillas delante de
ella, le abrí las piernas. Le acaricié la piel sedosa de las pantorrillas y le besé el interior de los muslos y entre las piernas. Su sabor invadió mi boca y se me subió a la cabeza, borrando todo lo demás. Joder, qué cosas me hacía esa mujer.
La empujé otra vez para que se tumbara sobre las sábanas y por fin me acerqué para unirme a ella, pasándole los labios y la lengua por el cuerpo, con sus manos todavía enredadas en mi pelo, guiándome hacia donde ella me necesitaba más. Le metí el pulgar en la boca porque deseaba que me lamiera algo mientras yo ponía mi boca en sus
pechos, sus costillas, su mandíbula.
Sus suspiros y gemidos llenaron la habitación y se mezclaron con los míos. Era más difícil de lo que había sido nunca y solo quería enterrarme en ella una y otra vez. Alcancé su boca y le saqué mi pulgar húmedo para pasárselo por la mejilla. Entonces ella tiró de mí y cada centímetro de nuestros cuerpos desnudos quedó alineado.
Nos besamos con pasión, las manos buscando y agarrando, intentando acercarnos todo lo posible. Nuestras caderas se encontraron y mi miembro se deslizó contra su calor húmedo. Cada vez que pasaba sobre su clítoris, ella
emitía un gemido. Con un leve movimiento podría estar en lo más profundo de ella.
Quería eso más que nada en el mundo, pero necesitaba oír algo de ella primero. Cuando había dicho mi nombre abajo, había provocado algo dentro de mí. No lo había comprendido del todo todavía, no sabía si significaba algo que no estaba totalmente preparado para explorar, pero sabía que necesitaba oírlo, oír que era a mí a quien quería. Necesitaba saber que, por esa noche, era mía.
—Joder, me muero por estar dentro de ti ahora mismo —le susurré al oído.
Ella se quedó sin aliento pero se le escapó un profundo suspiro entre los labios—. ¿Es eso lo que tú quieres?
—Sí —lloriqueó con la voz suplicante y sus caderas se separaron de la cama buscando las mías. La punta de mi pene rozó su entrada y yo apreté la mandíbula porque quería prolongar aquello. Sus talones me recorrían las piernas arriba y abajo, hasta que al final pararon cuando me rodeó la cintura. Le cogí las dos manos y se las coloqué por encima de la cabeza a la vez que entrelazaba nuestros dedos.
—Por favor, Nick —me suplicó —. Estoy a punto de perder la cabeza.
Bajé la cabeza de forma que nuestras frentes se tocaran y finalmente empujé para entrar en su interior.
—Oh, joder —gimió.
—Dilo otra vez —me estaba quedando sin aliento al empezar a moverme para entrar y salir de ella.
—Nick . ¡joder!
Quería oírlo una y otra vez. Me puse de rodillas y empecé a empujar hacia su interior con un ritmo más constante. Teníamos las manos todavía entrelazadas.
—No voy a tener bastante de esto nunca.
Estaba cerca y necesitaba aguantar.
Llevaba separado de ella demasiado tiempo y nada de lo que había en las fantasías que había tenido con ella podía compararse con aquello.
—Te quiero así todos los días — dije contra su piel húmeda—. Así y agachada sobre mi mesa. De rodillas chupándomela.
—¿Por qué? —dijo con los dientes apretados—. ¿Por qué te encanta hablarme así? Eres un capullo.
Bajé sobre ella otra vez, riéndome contra su cuello.
Nos movimos a la vez sin esfuerzo, una piel cubierta de sudor deslizándose contra otra. Con cada embestida ella
elevaba las caderas para encontrarse conmigo y sus piernas, que me rodeaban la cintura, me empujaban más adentro. Estaba tan perdido en ella que pareció que se paraba el tiempo. Teníamos las manos fuertemente agarradas por encima de la cabeza y empezó a apretarme más fuerte. Ella estaba cada vez más cerca, sus gritos eran cada vez más fuertes y mi nombre no dejaba de salir de sus labios, acercándome al abismo.
—Ríndete —mi voz era irregular por la desesperación que sentía. Estaba muy cerca pero quería esperarla—. Suéltate, (_Tn) , córrete.
—Oh, Dios, Nick —gimió—.
Dime algo más —joder, a mi chica le ponía que le dijera guarradas—. Por favor.
—Estás tan caliente y tan húmeda. Cuando estás cerca —jadeé—, se te enrojece la piel de todo el cuerpo y tu voz se vuelve ronca. Y, joder, no hay nada más perfecto que tu cara cuando te corres.
Ella me apretó con más fuerza con las piernas y sentí que su respiración se aceleraba a la vez que se tensaba a mi alrededor.
—Esos labios tan retorcidos se abren y se ponen suaves cuando jadeas por mí y cuando me suplicas que te dé
placer y, no hay nada mejor que el sonido que haces cuando por fin llegas.
Y eso fue todo lo que hizo falta. Hice las embestidas más profundas, levantándola de la cama con cada empujón. Yo ya estaba justo al borde en ese momento y cuando ella gritó mi nombre no pude contenerme más.
Ella amortiguó sus gritos contra mi cuello mientras sentía que se dejaba ir, apretándose salvajemente debajo de mí (nada en el mundo era tan bueno como aquello, dejar que la espiral fuera creciendo en nuestro interior y después se hiciera pedazos a la vez, los dos juntos) y yo también hice lo mismo.
Después acerqué mi cara a la suya y nuestras narices se tocaron. Nuestras respiraciones seguían siendo rápidas y trabajosas. Tenía la boca seca, me dolían los músculos y estaba agotado. Le solté las manos que estaba agarrando con fuerza y le froté los dedos suavemente, intentando que les volviera la circulación.
—Madre mía —dijo. Todo parecía tan diferente, pero a la vez muy poco definido. Rodé para apartarme de ella, cerré los ojos e intenté bloquear la maraña de pensamientos que tenía en la cabeza.
A mi lado, ella se estremeció.
—¿Tienes frío? —le pregunté.
—No —respondió negando con la cabeza—. Solo estoy muy abrumada.
Tiré de ella hacia mí y estiré el brazo para cubrirnos a ambos con las mantas. No quería irme, pero no sabía si estaba invitado a quedarme.
—Yo también.
El silencio cayó sobre nosotros durante varios minutos y me pregunté si se habría quedado dormida. Me moví un poco y me sorprendió oír su voz.
—No te vayas —dijo en dirección a la oscuridad. Agaché la cabeza, le di un beso en la coronilla e inhalé profundamente su olor familiar.
—No me voy a ninguna parte.
«Joder, qué bien se está así».
Algo cálido y húmedo me envolvió mi miembro otra vez y yo gemí en voz alta.
«El mejor sueño de mi vida». La (_Tn) del sueño gimió y eso envió una vibración a través de mi polla y por todo mi cuerpo.
—(_Tn) —oí mi propia voz y eso me sobresaltó un poco.
Había soñado con ella cientos de veces, pero esto parecía tan real. La calidez desapareció y fruncí el ceño. «No te despiertes, nick. No te despiertes de algo así, joder».
—Dilo otra vez —una voz suave y gutural entró en mi conciencia y me obligó a abrir los ojos.
La habitación estaba a oscuras y yo estaba tumbado en una cama extraña. La calidez volvió y dirigí la mirada a mi regazo, donde una preciosa cabeza castaña se movía entre mis piernas abiertas. Volvió a meterse mi miembro en la boca.
De repente todo lo que había pasado aquella noche volvió a mí y la neblina del sueño desapareció rápidamente.
—¿(_Tn) ?
No podía ser que tuviera tanta suerte como para que eso fuera real.
Debía haberse levantado en algún momento de la noche para apagar la luz del baño; la habitación estaba tan oscura que apenas podía distinguirla. Bajé las manos para encontrarla y mis dedos siguieron la línea de sus labios que rodeaban mi miembro.
Ella movía la cabeza arriba y abajo, con la lengua rodeándome y los dientes rozándome levemente el tronco del pene con cada movimiento. Su mano bajó hasta mis testículos y yo gemí en voz alta cuando los acarició con cuidado con su palma.
La sensación era tan intensa al darme cuenta de que mis sueños y la
realidad se habían unido, que no sabía cuánto podría durar. Ella se movió un poco y su dedo acarició levemente un lugar justo debajo y un largo siseo escapó de entre mis dientes apretados. Nunca nadie me había hecho eso. Casi quería detenerla, pero la sensación era tan increíble que era incapaz de moverme.
Mientras mis ojos se iban ajustando a la oscuridad, le pasé los dedos por el pelo, la cara y la mandíbula. Ella cerró los ojos y aumentó la fuerza de la succión, acercándome más. La combinación de su boca sobre mi pene y su dedo presionando contra mí era
irreal, pero la quería conmigo, su boca contra mi boca, besándome los labios mientras me hundía en ella.
Me incorporé para sentarme, la coloqué en mi regazo y rodeé mi cadera con sus piernas. Nuestros pechos desnudos se apretaron, le cogí la cara entre las manos y la miré a los ojos.
—Este ha sido el mejor despertar que he tenido en mi vida.
Ella se rió un poco y se lamió los labios, lo que los hizo brillar deliciosamente.
Bajé la mano y coloqué mi miembro junto a su entrada y la levanté un poco. En un solo movimiento continuo entré
profundamente dentro de ella. Ella dejó caer la frente contra mi hombro y movió las caderas hacia delante, introduciéndome más adentro.
Estar con ella en una cama era irreal. Me montaba de una forma pausada, moviéndose muy poco. Me besó cada centímetro del lado derecho del cuello, chupándomelo y tirando de mi piel. Breves sonidos marcaban cada círculo de sus caderas.
—Me gusta estar encima —jadeó—. ¿Sientes lo dentro que estás? ¿Lo sientes?
—Sí.
—¿Quieres que vaya más rápido?
Negué con la cabeza, absolutamente perdido.
—No, Dios, no.
Durante un rato permaneció haciendo círculos pequeños lentamente mientras subía y bajaba por mi cuello mordiéndome. Pero entonces se acercó más y me susurró:
—Me voy a correr, Nick .
Y en vez de soltar una sarta de maldiciones para describir lo que me hacía oír eso, le mordí el hombro y le hice un cardenal.
Moviéndose con más fuerza ahora, empezó a hablar. Palabras que apenas podía procesar. Palabras sobre mi
cuerpo dentro de ella, su necesidad por mí. Palabras sobre mi sabor y lo húmeda que estaba. Palabras sobre querer que me corriera, necesitar que me corriera.
Con cada movimiento de las caderas la presión empezó a aumentar. La agarré más fuerte, con un miedo breve a dejarle cardenales cada vez que movía las manos y aumenté la velocidad de las embestidas. Ella gimió y se retorció encima de mí y justo cuando pensé que no podría aguantar más, ella gritó mi nombre de nuevo y sentí que empezaba a estremecerse a mi alrededor. La gran intensidad de su orgasmo provocó por fin el mío, y acerqué la cara a su cuello
ahogando un fuerte gemido contra su suave piel.
Ella se dejó caer contra mí y yo nos bajé a ambos hacia la cama. Estábamos sudados, jadeando y más que agotados y ella tenía una apariencia terriblemente perfecta.
La acerqué hacia mí, su espalda contra mi pecho y la rodeé con mis brazos, entrelazando mis piernas con las suyas. Ella murmuró algo que no pude distinguir, pero se durmió antes de que pudiera preguntarle.
Algo había cambiado esa noche y lo último que pensé mientras se me cerraban los ojos fue que ya habría
tiempo más que suficiente para hablar al día siguiente. Pero cuando el sol de la mañana empezó a colarse por la cortina oscura, me di cuenta con una incómoda sensación de que ese día ya había llegado.
ElitzJb
Re: Beautiful Bastard Nick y (_Tn) (terminada)
aii no aii no aii no...
por favor!!! como puedes dejarla asi ??? nononon...
necesito un capi mas !!! es que... al fin paso todo...
çlos dos se dieron cuenta de que ya todo es diferente... y quiero saber que pasaraaaaa !!!!!!
pleaseeee siiguelaaaaaa...
sube unito mas !
por favor!!! como puedes dejarla asi ??? nononon...
necesito un capi mas !!! es que... al fin paso todo...
çlos dos se dieron cuenta de que ya todo es diferente... y quiero saber que pasaraaaaa !!!!!!
pleaseeee siiguelaaaaaa...
sube unito mas !
Ciin :)
Re: Beautiful Bastard Nick y (_Tn) (terminada)
:calor: PARECEN CONEJOSSS OOOOOOOHHH!!! COMO QUISIERA YO UNO ASI!!!!! SIGUEEEE
chelis
Re: Beautiful Bastard Nick y (_Tn) (terminada)
ah ojala que las cosas no terminen mal!
siguela!!
siguela!!
aranzhitha
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