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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Post-it: coffee
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Post-it: coffee
Post-it:
coffee
coffee
Nombre: Post-it: coffee.
Autor: Luz. F.
Adaptación: no.
Género: romance.
Contenido: romance.
Advertencia: el nombre de Josep está escrito intencionalmente así, no es un error.
Otras páginas: My Tumblr
Autor: Luz. F.
Adaptación: no.
Género: romance.
Contenido: romance.
Advertencia: el nombre de Josep está escrito intencionalmente así, no es un error.
Otras páginas: My Tumblr
Sus hermosos ojos, iguales que un café expreso doble recién colado, oscuros y profundos, se clavan en los míos, dificultándome la tarea de hablar con fluidez sobre un tema que me apasiona: opinar sobre libros.
Luego de una conversación de once mensajes de texto un par de noches atrás, que inició con uno suyo con lo que me parece algo incómodamente tierno, me atreví a hacerle la pregunta de si le gustaría un día vernos para hablar más sobre esa preferencia por los libros que compartimos. Además que quería comprar mi primer hijo de cubierta de cartón y hojas de papel.
Sin saber cómo lo tomaría aceptó la propuesta sin pensarlo mucho porque un par de minutos más tarde llegó su confirmación con un mensaje de texto:
«Me encantaría, linda. Gracias.
Pd: creo que estaría bueno tomarnos un café.»
«Gracias a ti, Josep.
Pd: perfecto.», fue la respuesta que yo di a su último mensaje de la noche y me fui a la cama sonriendo como una recién enamorada, aunque defino lo nuestro como una amistad aduladora y muy cortés.
Me coloqué una nota Post-it en la puerta del cuarto que decía: Café y libros con Josep. Sí, aunque no vaya a tomarme el café.
No es que yo me sienta particularmente atraída por Josep. Es algo más trascendental, tan nuevo para mí que no sé si lo confunda con ese tipo respetuoso de amistad o si es que realmente pienso seguir adelante en las relaciones amorosas superando a mi anterior amorío, con el que sueño todas las noches… excepto por esa en la que Josep dijo que sí a mi invitación y mi mente se llenó de sus ojos oscuros pero que reflejan una admiración como ningunos otros.
—¿En qué piensas, hermosa? —pregunta él, devolviéndome a la realidad, una en la que vamos uno junto a otro por los pasillos del centro comercial.
—Nada importante —le sonrío tratando de parecer convincente porque de nuevo me voy a mi rincón mental a analizar la razón por la cual es tan atento conmigo si se supone que tiene novia.
—No estoy de acuerdo contigo pero respeto que no lo quieras compartir.
Suspira y me da un ligero empujón de costado y yo me río por ser él tan divertido, respetarme y permitirme ser yo misma sin forzarme en ningún momento.
—Gracias por venir —le digo y bajo la vista un poco apenada.
Finalmente llegamos a la librería y me voy directo a la sección de romance contemporáneo y busco mi futuro tesoro.
Veo la trilogía de Cincuenta Sombras y hago una mueca de asco que a Josep no le resultó inadvertida porque se ríe con discreción.
Justo al lado está mi tesoro: El Infierno de Gabriel. El novato Sylvain Reynard me tiene adicta a sus libros.
—Éste —señalo el libro laboriosamente sellado con plástico transparente— es el mejor libro que he leído sobre romance, erotismo, drama, sarcasmo… todo ello y más, sin ser, en ningún momento, de mal gusto.
—¿Por qué el asco a Cincuenta Sombras? —Josep ladea la cabeza imitando a un cachorrito confundido.
—Lo llamo, más bien, “Aversión a Grey”. Odio al tipo y nunca podré perdonarlo. Es algo que no puedo explicarte ahora.
El asiente con un murmullo y se va a otras secciones. Lo sigo y veo cuando pasa un dedo sobre el último libro de la serie de Twilight.
—Sé que los has leído pero, ¿los tienes en físico?
—No. Me encantaría tener al menos Amanecer —responde sin mirarme a los ojos lo que me hace sentir, por primera vez, que en la librería pronto helaría. Deseo la mirada de sus ojos para que alivien el frío.
—¿Te gustaría que te lo regalara ahora?
—No, ya pagarás demasiado dinero en ese libro. No me interesan mucho los regalos materiales, prefiero tener cosas que me gano por mí mismo.
—Lo ganarías por brindarme tu amistad —dejo la oración suspendiendo en busca de su atención.
—No, por favor, Vi —me mira con calidez, colocando una mano en cada antebrazo mío y me reconforta la sensación extraña que llevo por dentro.
Hago una mueca de “está bien, quizá hoy no…” y desvío la mirada.
—Déjame mejor comprar algo que necesito —se va a los estantes de papelería y yo lo hago al mostrador para pagar a mi bebé.
Él regresa y trae un paquete de notas Post-it de color amarillo y una libreta de espiral rosa claro, cuya portada es completamente femenina: el dibujo de una damita antigua. Me omito los comentarios para luego porque supongo que será para su novia.
Termino de pagar mis cosas y él pasa entonces a facturar.
—Por favor agregué este bolígrafo de tina negra —apunta uno de los económicos— y este otro, también de tinta negra —ahora señala uno más grueso, metálico y con una goma anti-resbalante fucsia.
Tiene que ser, necesariamente, para su novia. No puede ser más detallista. Ojalá ella lo sepa valorar.
Paga y salimos con nuestras compras a los pasillos, fríos pero notablemente más cómodos que la librería.
—Tomemos ese café que te prometí. ¿A ti te gusta? —pregunta y mira hacia un local llamado “Coffee Break”.
—No. Acepté la salida pero no el café, realmente —digo pero por dentro pienso que el único café que me gusta es el de sus ojos por lo que siento arrastrarse rubor hasta mis mejillas.
—Debe haber algo en el local que sí lo haga —responde con entusiasmo y me toma de la mano para ir a grandes zancadas hasta allí.
Desde hacía un buen tiempo no había alguien me tomara de la mano para caminar juntos.
Al sentarnos en un puesto, me deleito con el aroma que es incitador mientras mantengo los ojos cerrados. Al abrirlos me encuentro con su mirada que me escudriña.
—Ahora tus ojos son verdes —con una media sonrisa.
Yo sonrío completamente.
Al ver las opciones termino aceptando tomar un té con leche, solo por complacer a Josep.
Saca el paquete de notas Post-it y desgarra el plástico protector. Busca el bolígrafo económico y escribe algo. Despega la nota y la pega cerca de mí, sobre la mesa de aluminio.
«No podía aceptar en el día de hoy dos regalos. Tú compañía es el mejor de todos.»
Hice un gesto con la mano para que me prestara el bolígrafo y escribo:
«Eres muy tierno. Siempre lo eres. Tú novia es muy suertuda… y de nada por lo de hoy. Gracias a ti.»
Me quedé muy confundida con su primera nota por lo que traté de parecer lo más sutil y casual sin dejar de lado el querer esclarecer las cosas.
El sonríe, parece algo contrariado y entonces despega la nota y añade una línea.
«Terminé con ella hace unos meses.»
Al verlo, le digo que lo siento con los ojos y la expresión de mis labios y antes de decirlo con palabras hace un gesto para que no diga nada.
—No te preocupes. Era complicado y terminamos de buena forma.
El mesonero trae dos tazas en sus respectivos platitos de porcelana blanca a juego y ambos damos un sorbo a nuestras bebidas calientes. La mía quemó un poco mi lengua.
Veo que escribe nuevamente una nota Post-it y la pega sobre la cubierta de la libreta, que acaba de sacar de la bolsa de la librería y engancha el bolígrafo al espiral.
«Para ti. Por ser tal cual eres.
Con mucho cariño, Josep.»
—Antes que digas nada —me dice él, anticipando por la mirada de sorpresa que le di—, los compro para que tengas algo lindo dónde y con qué escribir las preciosas historias y reflexiones que haces. Verás que tus escritos van a valer oro y no creo que alguien tan brillante como tú sea digno de escribir en un viejo cuaderno del bachillerato las obras de arte que crea, como me dijiste un vez. Creo que esto es lo justo.
—Está todo muy hermoso. Estoy muy agradecida contigo.
Sonríe con suficiencia al ver la alegría con la que me expreso y bebe con deleite otro sorbo de café.
—¿Por qué no te gusta el café? —pregunta y se acerca más a mí, con sus ojos muy fijos en los míos.
—Porque es amargo. Sin embargo, el color es sin igual… no digamos el olor —dicho mientras entrecierro los ojos y me acerco un poco más.
El se ríe suavemente y deja una sonrisa en su rostro.
—Cierra tus encantadores ojos verdes, por favor. Así sentirás mejor el olor del café.
Yo lo hago, con lentitud pretendiendo ser sensual para ocultar mis nervios, aunque quizás no dio los resultados que yo deseo, pero sea como sea siento que el aroma a café me barre con una suave y cálida brisa por la nariz y los labios. Mi corazón se acelera en respuesta y lo siguiente que puedo decir es que, después de veinte años de desperdiciar ese pequeño placer de la vida, con esa pequeña probada que Josep finalmente se atrevió a darme, creo que me he vuelto adicta al café.
Luego de una conversación de once mensajes de texto un par de noches atrás, que inició con uno suyo con lo que me parece algo incómodamente tierno, me atreví a hacerle la pregunta de si le gustaría un día vernos para hablar más sobre esa preferencia por los libros que compartimos. Además que quería comprar mi primer hijo de cubierta de cartón y hojas de papel.
Sin saber cómo lo tomaría aceptó la propuesta sin pensarlo mucho porque un par de minutos más tarde llegó su confirmación con un mensaje de texto:
«Me encantaría, linda. Gracias.
Pd: creo que estaría bueno tomarnos un café.»
«Gracias a ti, Josep.
Pd: perfecto.», fue la respuesta que yo di a su último mensaje de la noche y me fui a la cama sonriendo como una recién enamorada, aunque defino lo nuestro como una amistad aduladora y muy cortés.
Me coloqué una nota Post-it en la puerta del cuarto que decía: Café y libros con Josep. Sí, aunque no vaya a tomarme el café.
No es que yo me sienta particularmente atraída por Josep. Es algo más trascendental, tan nuevo para mí que no sé si lo confunda con ese tipo respetuoso de amistad o si es que realmente pienso seguir adelante en las relaciones amorosas superando a mi anterior amorío, con el que sueño todas las noches… excepto por esa en la que Josep dijo que sí a mi invitación y mi mente se llenó de sus ojos oscuros pero que reflejan una admiración como ningunos otros.
—¿En qué piensas, hermosa? —pregunta él, devolviéndome a la realidad, una en la que vamos uno junto a otro por los pasillos del centro comercial.
—Nada importante —le sonrío tratando de parecer convincente porque de nuevo me voy a mi rincón mental a analizar la razón por la cual es tan atento conmigo si se supone que tiene novia.
—No estoy de acuerdo contigo pero respeto que no lo quieras compartir.
Suspira y me da un ligero empujón de costado y yo me río por ser él tan divertido, respetarme y permitirme ser yo misma sin forzarme en ningún momento.
—Gracias por venir —le digo y bajo la vista un poco apenada.
Finalmente llegamos a la librería y me voy directo a la sección de romance contemporáneo y busco mi futuro tesoro.
Veo la trilogía de Cincuenta Sombras y hago una mueca de asco que a Josep no le resultó inadvertida porque se ríe con discreción.
Justo al lado está mi tesoro: El Infierno de Gabriel. El novato Sylvain Reynard me tiene adicta a sus libros.
—Éste —señalo el libro laboriosamente sellado con plástico transparente— es el mejor libro que he leído sobre romance, erotismo, drama, sarcasmo… todo ello y más, sin ser, en ningún momento, de mal gusto.
—¿Por qué el asco a Cincuenta Sombras? —Josep ladea la cabeza imitando a un cachorrito confundido.
—Lo llamo, más bien, “Aversión a Grey”. Odio al tipo y nunca podré perdonarlo. Es algo que no puedo explicarte ahora.
El asiente con un murmullo y se va a otras secciones. Lo sigo y veo cuando pasa un dedo sobre el último libro de la serie de Twilight.
—Sé que los has leído pero, ¿los tienes en físico?
—No. Me encantaría tener al menos Amanecer —responde sin mirarme a los ojos lo que me hace sentir, por primera vez, que en la librería pronto helaría. Deseo la mirada de sus ojos para que alivien el frío.
—¿Te gustaría que te lo regalara ahora?
—No, ya pagarás demasiado dinero en ese libro. No me interesan mucho los regalos materiales, prefiero tener cosas que me gano por mí mismo.
—Lo ganarías por brindarme tu amistad —dejo la oración suspendiendo en busca de su atención.
—No, por favor, Vi —me mira con calidez, colocando una mano en cada antebrazo mío y me reconforta la sensación extraña que llevo por dentro.
Hago una mueca de “está bien, quizá hoy no…” y desvío la mirada.
—Déjame mejor comprar algo que necesito —se va a los estantes de papelería y yo lo hago al mostrador para pagar a mi bebé.
Él regresa y trae un paquete de notas Post-it de color amarillo y una libreta de espiral rosa claro, cuya portada es completamente femenina: el dibujo de una damita antigua. Me omito los comentarios para luego porque supongo que será para su novia.
Termino de pagar mis cosas y él pasa entonces a facturar.
—Por favor agregué este bolígrafo de tina negra —apunta uno de los económicos— y este otro, también de tinta negra —ahora señala uno más grueso, metálico y con una goma anti-resbalante fucsia.
Tiene que ser, necesariamente, para su novia. No puede ser más detallista. Ojalá ella lo sepa valorar.
Paga y salimos con nuestras compras a los pasillos, fríos pero notablemente más cómodos que la librería.
—Tomemos ese café que te prometí. ¿A ti te gusta? —pregunta y mira hacia un local llamado “Coffee Break”.
—No. Acepté la salida pero no el café, realmente —digo pero por dentro pienso que el único café que me gusta es el de sus ojos por lo que siento arrastrarse rubor hasta mis mejillas.
—Debe haber algo en el local que sí lo haga —responde con entusiasmo y me toma de la mano para ir a grandes zancadas hasta allí.
Desde hacía un buen tiempo no había alguien me tomara de la mano para caminar juntos.
Al sentarnos en un puesto, me deleito con el aroma que es incitador mientras mantengo los ojos cerrados. Al abrirlos me encuentro con su mirada que me escudriña.
—Ahora tus ojos son verdes —con una media sonrisa.
Yo sonrío completamente.
Al ver las opciones termino aceptando tomar un té con leche, solo por complacer a Josep.
Saca el paquete de notas Post-it y desgarra el plástico protector. Busca el bolígrafo económico y escribe algo. Despega la nota y la pega cerca de mí, sobre la mesa de aluminio.
«No podía aceptar en el día de hoy dos regalos. Tú compañía es el mejor de todos.»
Hice un gesto con la mano para que me prestara el bolígrafo y escribo:
«Eres muy tierno. Siempre lo eres. Tú novia es muy suertuda… y de nada por lo de hoy. Gracias a ti.»
Me quedé muy confundida con su primera nota por lo que traté de parecer lo más sutil y casual sin dejar de lado el querer esclarecer las cosas.
El sonríe, parece algo contrariado y entonces despega la nota y añade una línea.
«Terminé con ella hace unos meses.»
Al verlo, le digo que lo siento con los ojos y la expresión de mis labios y antes de decirlo con palabras hace un gesto para que no diga nada.
—No te preocupes. Era complicado y terminamos de buena forma.
El mesonero trae dos tazas en sus respectivos platitos de porcelana blanca a juego y ambos damos un sorbo a nuestras bebidas calientes. La mía quemó un poco mi lengua.
Veo que escribe nuevamente una nota Post-it y la pega sobre la cubierta de la libreta, que acaba de sacar de la bolsa de la librería y engancha el bolígrafo al espiral.
«Para ti. Por ser tal cual eres.
Con mucho cariño, Josep.»
—Antes que digas nada —me dice él, anticipando por la mirada de sorpresa que le di—, los compro para que tengas algo lindo dónde y con qué escribir las preciosas historias y reflexiones que haces. Verás que tus escritos van a valer oro y no creo que alguien tan brillante como tú sea digno de escribir en un viejo cuaderno del bachillerato las obras de arte que crea, como me dijiste un vez. Creo que esto es lo justo.
—Está todo muy hermoso. Estoy muy agradecida contigo.
Sonríe con suficiencia al ver la alegría con la que me expreso y bebe con deleite otro sorbo de café.
—¿Por qué no te gusta el café? —pregunta y se acerca más a mí, con sus ojos muy fijos en los míos.
—Porque es amargo. Sin embargo, el color es sin igual… no digamos el olor —dicho mientras entrecierro los ojos y me acerco un poco más.
El se ríe suavemente y deja una sonrisa en su rostro.
—Cierra tus encantadores ojos verdes, por favor. Así sentirás mejor el olor del café.
Yo lo hago, con lentitud pretendiendo ser sensual para ocultar mis nervios, aunque quizás no dio los resultados que yo deseo, pero sea como sea siento que el aroma a café me barre con una suave y cálida brisa por la nariz y los labios. Mi corazón se acelera en respuesta y lo siguiente que puedo decir es que, después de veinte años de desperdiciar ese pequeño placer de la vida, con esa pequeña probada que Josep finalmente se atrevió a darme, creo que me he vuelto adicta al café.
Invitado
Invitado
Re: Post-it: coffee
Amo todo lo que escribes. Ojala me pase algo asi a mi. Siempre que escribes algo terminas mencionando algo acerca de los Jonas quieras o no. Debes explicarme eso de Grey eh ; ).
Taescaab
Re: Post-it: coffee
Con gusto te cuento lo de Grey.
Gracias por leer y tus lindas palabras :) y sí, supongo que lo justo es que nombre a los Jonas porque gracias a ellos empecé a escribir… les debo eso.
Deseo que todas pudiéramos cumplir nuestras fantasías románticas con la persona que nos haga soñar.
Gracias por leer y tus lindas palabras :) y sí, supongo que lo justo es que nombre a los Jonas porque gracias a ellos empecé a escribir… les debo eso.
Deseo que todas pudiéramos cumplir nuestras fantasías románticas con la persona que nos haga soñar.
Invitado
Invitado
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