En busca de un amor perdido. |Harry Styles & Kate Ryan|

—¡Harry! —grité enfurecida mientras daba grandes zancadas hasta llegar a su habitación.

—¿Qué es lo que pasa ahora, Kate? —preguntó despreocupado. Estaba tumbado en la cama con unos pantalones de deportes cortos y una camiseta suelta. Al lado de él tenía un bol lleno de palomitas. Me miró frunciendo el ceño.

—Esto es lo que pasa—le tiré los papeles encima y él los miró extrañado. Tragó en seco. —. ¿Por qué lo haces? ¡Me habías prometido que dejarías de apostar! —él se levantó y se pasó una mano por el cabello. Intentó tocarme el hombro pero me aparté.

—Puedo explicarlo, amor...—solté una risa irónica.

—Siempre tienes explicaciones para todo, ¿no? ¡Me lo habías prometido Harry! —él suspiró y yo lo miré expectante.

—¡Simplemente no puedo, Kate! ¡No puedo! —me crucé de brazos. Él se pellizco el puente de la nariz.

—¿El qué no puedes? ¡DÍMELO HARRY! ¿Qué mierda no puedes? ¡Eres adicto, reconócelo! —se acercó de forma amenzante hacia mi—Siempre haces lo mismo, me dices que dejarás de apostar, pero no lo haces. Antes no eras así. —me dí la vuelta y empecé a caminar, pero su brazo me detuvo.

—Lo siento, Kate, pero no puedo. Sabías que esto me iba a llevar tiempo. No es fácil dejarlo, y aunque ahora vaya menos por el local, no lo puedo dejar del todo. —lo miré un poco comprensiva. Bufé.

—¿Qué has apostado ahora? —se mordió el labio en forma de nerviosismo y miró al suelo— ¿Y? —pregunté.

—Er...nada, nada importante, dinero, ya sabes. —rodé los ojos y salí de allí. Noté sus pasos tras de mi.

—No te enfades, cielo. Sabes que cuesta, pero te prometo que saldré de esta. Necesito tiempo. —bajé las escaleras y entré en la cocina. Cogí el abrigo que prendía de la silla y abrí la puerta de salida.

—No tengo toda una vida para esperarte, Harry —lo miré y me hice con las llaves de casa—. Iré a dar una vuelta. —abrí la puerta de entrada y salí con un nudo en la garganta.

¿Tan difícil era para él? Si tanto me quería, tendría que hacer el mayor esfuerzo de su vida. ¿Tan siquiera por mi lo haría? Este no era el Harry del que me había enamorado. Lo había conocido con quince años, y por aquel entonces ya estaba enamorada. Ahora con sus diecinueve, —casi veinte—, años todo era distinto. Ya no venía a casa y venía corriendo junto a mi diciendo que me había echado mucho de menos. Las noches que teníamos de pasión, ahora eran tan solo un ''estoy cansado''. Los besos habían perdido su magia. Los pequeños detalles que me hacía, —los cuales para mi significaban mucho—, eran tan solo un recuerdo. Y todo esto había cambiado en tan solo un año. ¿Os parece normal este brusco cambio? Pero éra de esperar. Todo empezó cuando conoció a Logan. Él lo empezó a llevar todas las noches al casino, y como Harry idolatraba de alguna manera a Logan, no le decía que no a nada. Logan no se solía dejar llevar por la gente, pero Harry sí. Yo sabía que íba a caer, siempre lo supe, pero supuse que teniendo mi apoyo podría salir adelante. Veo que me equivocaba.

La brisa daba de lleno contra mi rostro y despeinaba mi cabello castaño. No había sol, pero no estaba lloviendo, simplemente era un día sombrío. Me adentré en el parque, —el cual solía estar abarrotado de niños—, pero hoy estaba vacío. Eran las fiestas de Holmes Chapel, y sería bastante raro si alguien apareciera por aquí. Me senté en el banco y miré en los columpios que tenía en frente. Sonreí. En aquellos columpios había conocido a Harry. Un día intenté meterme en el de los bebés por hacer la gracia y me quedé atascada. Pasé allí toda la tarde hasta que él apareció y me ofreció su ayuda. Desque aquella entonces somos amigos. Sí, antes de ser pareja éramos amigos.
Posicioné mi rostro entre mis manos y comencé a sollozar. Antes mi vida era perfecta, bueno, lo único que había cambiado de ella ahora era Harry, pero para mi Harry era mi vida. Quizás le había dejado de gustar, o quizás...no sé, quizás simplemente nunca estuvo enamorado de mi y fue un simple desliz. No lo sé. ¡Oh dios! Estoy tan confundida. Escuché un ruído y giré mi vista. Dos chicos vestidos con chaquetas de cueros venían hacia mi. Me quedé quieta en el sitio e intenté no mostrar mi temor hacia ellos. Comencé a girar la vista discretamente intentando buscar a alguien con el fin de recibir ayuda, pero no había nadie.

—Hola, Kate. —saludó uno de ellos. ¿Cómo sabían mi nombre? Tragué en seco y me relajé un momento.

—Ho..hola. ¿N..nos conocemos? —mi voz me defraudó. El más alto esbozó una sonrísa tenebrosa.

—No lo sé, pero tu novio sí que nos conoce. Harry, ¿no? —miré al suelo y mi respiración se volvió agitada. Asentí con la cabeza.

—Bueno...creo que es hora de...—se lanzaron hacia mi y me cogieron por los brazos—¡Socorr...! —uno de ellos me tapó la boca con la mano y se la mordí. Todo pasó muy deprisa, y al ver que me soltaba debido al dolor producido, corrí como si fuera el último día. Los árboles que había alrededor ayudaban a poder perderlos de vista, pero me estaban pisando los talones. Hice lo único que se me vino a la mente en ese momento.—¡Harry! ¡Socorro! ¡Alguien! —el pueblo era pequeño, y alguien tenía que escucharme. Sí, alguien lo haría. Miré hacia atrás y los tenía casi encima entonces giré mi vista de nuevo y tropecé con algo. Miré el suelo y sentí una cachetada. Me elevaron y me taparon la boca. Intenté forcejear, pero me tenían demasiado sujeta. Las lágrimas no tardaron en venir. Sollozaba mientras mantenía los ojos cerrados, entonces escuché pasos, lejos, pero los escuché. Abría abruptamente los ojos. Era él.

—¡Kate! —escuché a lo lejos, pero la puerta del coche ya se había cerrado.