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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Hey(:
Nueva Lectora *-----*
Siguelaa sisisi?
se ve que estara genial $:
Nueva Lectora *-----*
Siguelaa sisisi?
se ve que estara genial $:
#Just_InLove[Ori]
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Wii Wii Wii pase de pagina *----*
#Just_InLove[Ori]
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Heeey nooo..! Siguelaa quee esperas??! (xD Disculpa es la emocion de
seguir leyendo)
Plzz.z...!! SUBEE YAA!!
En seriio amoo esta novee...!
Unn besoo enormee
AniieeJaneJ!
seguir leyendo)
Plzz.z...!! SUBEE YAA!!
En seriio amoo esta novee...!
Unn besoo enormee
AniieeJaneJ!
Invitado
Invitado
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Nueva Lectora*!
¡¡ S I G U E L A !!
¡¡ S I G U E L A !!
{@idrunkniall.}
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
AniieeJaneJonas! escribió:Heeey nooo..! Siguelaa quee esperas??! (xD Disculpa es la emocion de
seguir leyendo)
Plzz.z...!! SUBEE YAA!!
En seriio amoo esta novee...!
Unn besoo enormee
AniieeJaneJ!
jaajajajajajaja
aahora la sigoo
:D
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Pues
BIENVENIDAS A LA CIUDAD DEL PECADO :twisted: !
a las nuevas lectoras :D
y como no subi cap en 2 dias
subire lo qe faltha de la primera noche
espero y les gusteee
y comenten mucho niñas
BIENVENIDAS A LA CIUDAD DEL PECADO :twisted: !
a las nuevas lectoras :D
y como no subi cap en 2 dias
subire lo qe faltha de la primera noche
espero y les gusteee
y comenten mucho niñas
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Él no la había visto, por supuesto —porque ella tenía un aspecto completamente diferente desde la última vez que se habían encontrado— pero aquello le daba la oportunidad de detenerse y estudiarlo en privado, desde la distancia, durante más tiempo de lo que lo había hecho antes.
Cuando él levantó los ojos hacia la camarera, señalando su selección de la lista de vinos, su mirada negra brilló tan intensamente que a (_____) le dio un vuelco el corazón. Por la manera en que camarera bajaba la cabeza para sonreírle, (_____) supo que ella también se había fijado en aquel brillo excitante. Él le devolvió la sonrisa a la chica, otra cosa de la que (______) no había sido testigo antes, al menos no a distancia, y —oh, Dios mío— era tan bellísima que casi se derrite en aquel mismo pasaje.
¿Y tenía que pasar una semana con él? ¿Concentrándose solo en el trabajo? ¿Intentar esconder su lascivia? ¿Intentar luchar contra ella?
Dejó escapar un suspiro, justo en el momento en el que la mirada de Joe recaía en ella.
«Ha debido sentir cómo lo miraba».
Aunque claramente no la había reconocido. Lo que le parecía al mismo tiempo vergonzoso... y excitante.
Porque su expresión era descaradamente sensual, sexual, la mirada de un hombre que silenciosamente recorre el cuerpo de una mujer utilizando tan solo los ojos. Y también muy efectiva.
Oh, Dios, Taylor tenía razón, ¡Joe Jonas pensaba realmente que era una mujer excitante!
Hizo todo lo posible para ser la «nueva (____)» y se aprovechó de aquella oportunidad para dedicarle una sonrisa fácil, después se abrió camino hacia el interior del hotel hasta llegar al patio en donde se encontraba la cafetería. A medida que avanzaba, se daba a sí misma toda una clase, pero no con su corriente mantra No necesito un hombre. Ahora dirigía toda su atención hacia lo siguiente: «Puedes hacer esto. Puedes ser una mujer moderna, segura y sexy. Puedes ser la nueva (_____)».
No es que aquello fuera a llevar a algún lugar en particular, por supuesto. Una vez que se diera cuenta de quién era ella, su relación se limitaría estrictamente a los negocios.
Y aquello estaba bien. Porque puede que no estuviera haciendo sus afirmaciones en aquel preciso momento, pero a pesar de todo, seguía resuelta en su idea de no necesitar un hombre, y menos un hombre que no pudiera tener realmente. Solo quería que Joe la respetara, la viera como una igual, como alguien que podía hacer bien su trabajo. Y si de repente se le ocurría que también le parecía atractiva... bueno, aquello era solo un extra que añadiría a su seguridad en sí misma.
Después de atravesar el hotel, salió de nuevo hacia el calor de la noche que inundaba la zona de la cafetería, y se hizo camino a través de las parejas que había en las pequeñas mesas redondas hasta que llegó a donde estaba Joe y se sentó delante de él, levantándose ligeramente las gafas de sol hasta dejarlas sobre la cabeza.
Después, él la miró con los ojos entrecerrados.
Cuando él levantó los ojos hacia la camarera, señalando su selección de la lista de vinos, su mirada negra brilló tan intensamente que a (_____) le dio un vuelco el corazón. Por la manera en que camarera bajaba la cabeza para sonreírle, (_____) supo que ella también se había fijado en aquel brillo excitante. Él le devolvió la sonrisa a la chica, otra cosa de la que (______) no había sido testigo antes, al menos no a distancia, y —oh, Dios mío— era tan bellísima que casi se derrite en aquel mismo pasaje.
¿Y tenía que pasar una semana con él? ¿Concentrándose solo en el trabajo? ¿Intentar esconder su lascivia? ¿Intentar luchar contra ella?
Dejó escapar un suspiro, justo en el momento en el que la mirada de Joe recaía en ella.
«Ha debido sentir cómo lo miraba».
Aunque claramente no la había reconocido. Lo que le parecía al mismo tiempo vergonzoso... y excitante.
Porque su expresión era descaradamente sensual, sexual, la mirada de un hombre que silenciosamente recorre el cuerpo de una mujer utilizando tan solo los ojos. Y también muy efectiva.
Oh, Dios, Taylor tenía razón, ¡Joe Jonas pensaba realmente que era una mujer excitante!
Hizo todo lo posible para ser la «nueva (____)» y se aprovechó de aquella oportunidad para dedicarle una sonrisa fácil, después se abrió camino hacia el interior del hotel hasta llegar al patio en donde se encontraba la cafetería. A medida que avanzaba, se daba a sí misma toda una clase, pero no con su corriente mantra No necesito un hombre. Ahora dirigía toda su atención hacia lo siguiente: «Puedes hacer esto. Puedes ser una mujer moderna, segura y sexy. Puedes ser la nueva (_____)».
No es que aquello fuera a llevar a algún lugar en particular, por supuesto. Una vez que se diera cuenta de quién era ella, su relación se limitaría estrictamente a los negocios.
Y aquello estaba bien. Porque puede que no estuviera haciendo sus afirmaciones en aquel preciso momento, pero a pesar de todo, seguía resuelta en su idea de no necesitar un hombre, y menos un hombre que no pudiera tener realmente. Solo quería que Joe la respetara, la viera como una igual, como alguien que podía hacer bien su trabajo. Y si de repente se le ocurría que también le parecía atractiva... bueno, aquello era solo un extra que añadiría a su seguridad en sí misma.
Después de atravesar el hotel, salió de nuevo hacia el calor de la noche que inundaba la zona de la cafetería, y se hizo camino a través de las parejas que había en las pequeñas mesas redondas hasta que llegó a donde estaba Joe y se sentó delante de él, levantándose ligeramente las gafas de sol hasta dejarlas sobre la cabeza.
Después, él la miró con los ojos entrecerrados.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
—¿(_____)? —tenía ambas cejas ligeramente enarcadas. Dios, era hermoso.
—Sorpresa —dijo ella, se sentía contenta por cómo de segura y cómoda sonaba ahora su voz. —Ahora soy pelirroja. Supuse que un nuevo trabajo requería un nuevo aspecto. ¿Qué piensas tú?
—Estás genial —le dijo él, y sus ojos volvieron a encontrarse, y esta vez fue casi fatal.
Porque ahora ella estaba muy cerca de él. Y aquella mirada, aquella mirada intensa y increíblemente sexy, la estaba dejando clavada en el sitio, casi dominándola, tomando el control sobre ella. Si había sufrido los primeros hormigueos de excitación unos segundos antes cuando había estado observándolo... bueno, aquello no era comparable a lo que estaba sintiendo en aquel momento. El lugar en el que se unían sus muslos le daba espasmos, y casi involuntariamente, empujó sus pechos hacia delante y le hizo recorrer el labio superior con la lengua. Le dedicó su mirada más provocativa antes de decirle en un tono de voz bajo y frío «gracias».
A pesar de todas las veces que lo había visto en la oficina, aquella era la primera vez que realmente estaban cara a cara, el único enfoque de la atención de cada uno, y también era la primera vez en su vida que había sentido una reacción tan física y visceral hacia un hombre. Uno de los muchos comentarios poco convencionales y brutos de su amiga Taylor le vino repentinamente a la mente: «¿Acaso ese hombre no hace simplemente que te tiemble el coño?». (______) pensaba raras veces sobre su cuerpo en aquellos términos, pero... quizás la nueva (______) sí lo hiciera. Porque, definitivamente, su vulva estaba ahora temblando, de eso no tenía duda alguna.
La pequeña sonrisa de Joe parecía ligeramente depredadora, pero a ella no le importaba en absoluto.
—Me sorprendió mucho que Jenkins me informara que te embarcabas en el puesto de representante de A&R —le dijo. Estaba hablando de negocios, y aun así, sus ojos seguían diciendo sexo, sexo, sexo.
Había algo en todo aquello que le inspiraba a ser descarada y eso, al parecer, había pasado a formar parte de la nueva ella. Enarcó las cejas y le dedicó una sonrisa juguetona.
—¿Te asusta algo de competencia?
Él soltó una carcajada, un sonido profundo y gutural que seguía haciendo que el punto entre sus piernas temblara.
—No, en absoluto, guapa. Solo es que no sabía que tenías tales aspiraciones.
Normalmente, ella odiaba que un hombre la llamara guapa o cariño sin conocerla realmente. Pero como cualquier otra cosa en aquel hombre, cuando Joe lo hacía, le resultaba condenadamente excitante. Incluso el atisbo de acento neoyorkino sonaba seductor viniendo de aquella boca.
—No las tenía —le respondió ella. —Y francamente, estuve tan sorprendida como tú cuando Jenkins me ofreció el puesto. Pero adoro a Blue Night, y tengo pasión por la música, así que me pareció la oportunidad de mi vida.
Joe asintió lentamente, y la miró con sus ojos cálidos de color chocolate negro.
—Lo es. Y aunque tenía dudas acerca de cómo ibas a encajar en el papel, debo confesar que ya no me preocupa.
Ella ladeó la cabeza, y se sintió casi cómoda con su nuevo yo.
—¿Un nuevo color de pelo y algo de ropa nueva marca una diferencia tan grande?
—No es la ropa —dijo él, negando suavemente con la cabeza. —Es la actitud. La tienes. Te lo aseguro. Has abrazado esto con entusiasmo.
—Completamente —le dijo ella. «He abrazado con entusiasmo el deseo de este trabajo. Y voy a mentir para conseguirlo».
Y había algo más a lo que (_____) también deseaba abrazar. La lujuria que sentía por él. Sus planes no habían incluido pasar tiempo comiéndoselo con los ojos, ni deseando hacerse con lo que había debajo de sus pantalones. Pero estaba claro que eso era lo que quería en aquel momento, con una fuerza incomparable.
Aun así, aquello no significaba que hubiera planeado hacer cualquier cosa para conseguirlo. Una cosa era ser una nueva (____) en apariencia, en su trabajo, pero otra completamente diferente era cuando se trataba de los hombres, y del sexo. Así que tendría que sentir deseos tranquilamente, aunque sus pezones le sobresalieran a través del sujetador y le vibrara la vulva contra los vaqueros. Y, vaya, parecía incluso que la nueva (____) utilizaba palabras más directas y atrevidas. Estaba claro que había pasado demasiado tiempo con Taylor aquella semana.
Justo en aquel momento llegaba el vino, un buen Pinot Grigió, y pidieron la cena; ambos empezarían con una sopa de cebolla. La conversación tomó la dirección que ella esperaba, el negocio de la música, y Joe le explicó en qué se diferenciaban las discográficas independientes de las grandes firmas, qué tipo de talentos buscaba él para Blue Night, y las tareas que podían incluir una semana normal de trabajo.
—Los viajes de exploración son divertidos, pero una vez que se contrata a un artista, el trabajo incluye un montón de atención. Responderás sus preguntas, los animarás cuando estén preocupados, harás todo lo que puedas para asegurarte de que su trabajo siga siendo fiel a sus visiones y a las nuestras, los acompañarás a las actuaciones para los medios de comunicación, celebrarás con ellos el día en el que sus CD se abarroten en los estantes, y estarás disponible para recibir llamadas a las dos de la mañana cuando simplemente no se sientan queridos. Eres básicamente la conexión del artista con Blue Night. Profesionalmente. Artísticamente. Emocionalmente. Y mientras vas de la mano con cada uno de ellos, debes estar ahí fuera escuchando el siguiente y nuevo sonido que pueda llegar a estar un poco demasiado fuera de lo común para BMC o Sony. ¿Crees que podrás encargarte de todo?
La verdad era que (____) no se había dado cuenta de los aspectos de amplio alcance que abarcaba el trabajo. Pero podría encargarse de todo. De hecho, la vieja (____) siempre había sido por naturaleza un apoyo muy bueno para la gente. Así que le respondió: —Por supuesto —y él le concedió una sonrisa excitante como respuesta, e hizo que su vulva volviera a excitarse de nuevo.
—Buena respuesta —dijo él. —Porque todo esto ha sido diseñado para ponerte obstáculos, y será así... pero has pasado la prueba.
Ella enarcó ambas cejas, todavía se sentía segura, incluso casi coqueta.
—¿Habrá muchas así? Pruebas, quiero decir.
Él se hizo hacia atrás ligeramente; sus ojos negros parecían estar estudiándola. Pero había algo más en aquella mirada que un atractivo sexual: estaba intentando saber si ella sería capaz de hacer el trabajo. Al final le respondió con una leve sacudida de cabeza.
—Ya puedo decirte que eres una profesional. De aquí en adelante, todo lo que haré será enseñarte cómo funciona el negocio.
A (____) se le contrajo el pecho ante el placer que le daba la idea de haberse ganado el respeto de Joe. Sin mencionar el placer de ser capaz de mirarlo a los ojos y empaparse de toda su belleza masculina.
—Sorpresa —dijo ella, se sentía contenta por cómo de segura y cómoda sonaba ahora su voz. —Ahora soy pelirroja. Supuse que un nuevo trabajo requería un nuevo aspecto. ¿Qué piensas tú?
—Estás genial —le dijo él, y sus ojos volvieron a encontrarse, y esta vez fue casi fatal.
Porque ahora ella estaba muy cerca de él. Y aquella mirada, aquella mirada intensa y increíblemente sexy, la estaba dejando clavada en el sitio, casi dominándola, tomando el control sobre ella. Si había sufrido los primeros hormigueos de excitación unos segundos antes cuando había estado observándolo... bueno, aquello no era comparable a lo que estaba sintiendo en aquel momento. El lugar en el que se unían sus muslos le daba espasmos, y casi involuntariamente, empujó sus pechos hacia delante y le hizo recorrer el labio superior con la lengua. Le dedicó su mirada más provocativa antes de decirle en un tono de voz bajo y frío «gracias».
A pesar de todas las veces que lo había visto en la oficina, aquella era la primera vez que realmente estaban cara a cara, el único enfoque de la atención de cada uno, y también era la primera vez en su vida que había sentido una reacción tan física y visceral hacia un hombre. Uno de los muchos comentarios poco convencionales y brutos de su amiga Taylor le vino repentinamente a la mente: «¿Acaso ese hombre no hace simplemente que te tiemble el coño?». (______) pensaba raras veces sobre su cuerpo en aquellos términos, pero... quizás la nueva (______) sí lo hiciera. Porque, definitivamente, su vulva estaba ahora temblando, de eso no tenía duda alguna.
La pequeña sonrisa de Joe parecía ligeramente depredadora, pero a ella no le importaba en absoluto.
—Me sorprendió mucho que Jenkins me informara que te embarcabas en el puesto de representante de A&R —le dijo. Estaba hablando de negocios, y aun así, sus ojos seguían diciendo sexo, sexo, sexo.
Había algo en todo aquello que le inspiraba a ser descarada y eso, al parecer, había pasado a formar parte de la nueva ella. Enarcó las cejas y le dedicó una sonrisa juguetona.
—¿Te asusta algo de competencia?
Él soltó una carcajada, un sonido profundo y gutural que seguía haciendo que el punto entre sus piernas temblara.
—No, en absoluto, guapa. Solo es que no sabía que tenías tales aspiraciones.
Normalmente, ella odiaba que un hombre la llamara guapa o cariño sin conocerla realmente. Pero como cualquier otra cosa en aquel hombre, cuando Joe lo hacía, le resultaba condenadamente excitante. Incluso el atisbo de acento neoyorkino sonaba seductor viniendo de aquella boca.
—No las tenía —le respondió ella. —Y francamente, estuve tan sorprendida como tú cuando Jenkins me ofreció el puesto. Pero adoro a Blue Night, y tengo pasión por la música, así que me pareció la oportunidad de mi vida.
Joe asintió lentamente, y la miró con sus ojos cálidos de color chocolate negro.
—Lo es. Y aunque tenía dudas acerca de cómo ibas a encajar en el papel, debo confesar que ya no me preocupa.
Ella ladeó la cabeza, y se sintió casi cómoda con su nuevo yo.
—¿Un nuevo color de pelo y algo de ropa nueva marca una diferencia tan grande?
—No es la ropa —dijo él, negando suavemente con la cabeza. —Es la actitud. La tienes. Te lo aseguro. Has abrazado esto con entusiasmo.
—Completamente —le dijo ella. «He abrazado con entusiasmo el deseo de este trabajo. Y voy a mentir para conseguirlo».
Y había algo más a lo que (_____) también deseaba abrazar. La lujuria que sentía por él. Sus planes no habían incluido pasar tiempo comiéndoselo con los ojos, ni deseando hacerse con lo que había debajo de sus pantalones. Pero estaba claro que eso era lo que quería en aquel momento, con una fuerza incomparable.
Aun así, aquello no significaba que hubiera planeado hacer cualquier cosa para conseguirlo. Una cosa era ser una nueva (____) en apariencia, en su trabajo, pero otra completamente diferente era cuando se trataba de los hombres, y del sexo. Así que tendría que sentir deseos tranquilamente, aunque sus pezones le sobresalieran a través del sujetador y le vibrara la vulva contra los vaqueros. Y, vaya, parecía incluso que la nueva (____) utilizaba palabras más directas y atrevidas. Estaba claro que había pasado demasiado tiempo con Taylor aquella semana.
Justo en aquel momento llegaba el vino, un buen Pinot Grigió, y pidieron la cena; ambos empezarían con una sopa de cebolla. La conversación tomó la dirección que ella esperaba, el negocio de la música, y Joe le explicó en qué se diferenciaban las discográficas independientes de las grandes firmas, qué tipo de talentos buscaba él para Blue Night, y las tareas que podían incluir una semana normal de trabajo.
—Los viajes de exploración son divertidos, pero una vez que se contrata a un artista, el trabajo incluye un montón de atención. Responderás sus preguntas, los animarás cuando estén preocupados, harás todo lo que puedas para asegurarte de que su trabajo siga siendo fiel a sus visiones y a las nuestras, los acompañarás a las actuaciones para los medios de comunicación, celebrarás con ellos el día en el que sus CD se abarroten en los estantes, y estarás disponible para recibir llamadas a las dos de la mañana cuando simplemente no se sientan queridos. Eres básicamente la conexión del artista con Blue Night. Profesionalmente. Artísticamente. Emocionalmente. Y mientras vas de la mano con cada uno de ellos, debes estar ahí fuera escuchando el siguiente y nuevo sonido que pueda llegar a estar un poco demasiado fuera de lo común para BMC o Sony. ¿Crees que podrás encargarte de todo?
La verdad era que (____) no se había dado cuenta de los aspectos de amplio alcance que abarcaba el trabajo. Pero podría encargarse de todo. De hecho, la vieja (____) siempre había sido por naturaleza un apoyo muy bueno para la gente. Así que le respondió: —Por supuesto —y él le concedió una sonrisa excitante como respuesta, e hizo que su vulva volviera a excitarse de nuevo.
—Buena respuesta —dijo él. —Porque todo esto ha sido diseñado para ponerte obstáculos, y será así... pero has pasado la prueba.
Ella enarcó ambas cejas, todavía se sentía segura, incluso casi coqueta.
—¿Habrá muchas así? Pruebas, quiero decir.
Él se hizo hacia atrás ligeramente; sus ojos negros parecían estar estudiándola. Pero había algo más en aquella mirada que un atractivo sexual: estaba intentando saber si ella sería capaz de hacer el trabajo. Al final le respondió con una leve sacudida de cabeza.
—Ya puedo decirte que eres una profesional. De aquí en adelante, todo lo que haré será enseñarte cómo funciona el negocio.
A (____) se le contrajo el pecho ante el placer que le daba la idea de haberse ganado el respeto de Joe. Sin mencionar el placer de ser capaz de mirarlo a los ojos y empaparse de toda su belleza masculina.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Después de que llegaran los entrantes, Joe la entretuvo con las historias que había detrás de sus grandes éxitos, dónde había encontrado a esas personas y qué había hecho que él quisiera contratarlas.
—No puedo enseñar ese tipo de instinto —le dijo, mientras cortaba su solomillo de ternera. —Pero puedo decirte lo que estaba pensando entonces, lo que estaba sintiendo, y espero que puedas extraer algo de eso.
La oscuridad estaba cayendo sobre ellos, las brillantes luces de colores de Las Vegas empezaban a simular el brillo de la noche, y el tráfico en la avenida se volvía más denso a medida que la gente salía para disfrutar de la noche. Cuando otra de aquellas vallas publicitarias en movimiento se detuvo justo delante de ellos en la acera, (____) no pudo evitar levantar la cabeza para encontrar a una mujer morena de mirada inocente, en topless, apenas cubriendo sus enormes pechos con las manos. «¿TE ENCUENTRAS SOLO? LLÁMAME», decía el anuncio.
Como le había sucedido antes, aquello le puso los nervios de punta. No era una sorpresa que Las Vegas estuviera llena de «acompañantes», pero de alguna manera era sorprendente ver la prueba de ello tan de cerca, un recuerdo constante de que la gente iba allí a pecar entre las luces de neón.
—¿Va todo bien? —le preguntó Joe, y aquello hizo que ella le devolviera la mirada.
Fenomenal, la había pillado mirando boquiabierta un anuncio publicitario de prostitución.
—Solo un poco desconcertada —admitió ella. —Nunca antes había estado en un lugar como este.
—¿Nunca has estado en Las Vegas? —parecía sorprendido.
—No. Soy una virgen en la Ciudad del Pecado. O así era hasta hoy.
—¿Y qué te parece? —ladeó la cabeza; parecía sentir verdadera curiosidad.
(_____) levantó la cabeza y observó los colores. Pudo distinguir el hotel New York, New York y el Excalibur, las espirales y torres que resplandecían bajo la noche. Sentía como si de alguna manera toda aquella luz pareciera llamarla con señas, y le dijo:
—Es lustroso en la parte de arriba, pero sucio en la de abajo. Es... sórdido, aunque atractivo, de alguna manera.
Él presionó los labios y asintió, era obvio que estaba asimilando su respuesta.
—Hay muchas cosas que me hacen pensar en los accidentes de tránsito —continuó ella. —Cuando se trata de un accidente, sabes que no te gustará lo que puedas ver, pero aun así miras. Aquí, sabes que lo que encuentres puede que no sea bonito, pero te sumerges en la ciudad de todas maneras.
Joe vació su segundo vaso de vino y le preguntó:
—¿Y cómo es que una chica de Los Ángeles no ha estado nunca en Las Vegas?
En realidad, Las Vegas era una rápida huida de fin de semana desde la costa para montones de gente, y una especie de una segunda casa para la industria del espectáculo.
—En realidad, no soy una chica de Los Ángeles —le explicó ella. —Hace tres años vine desde Ohio y me instalé en el oeste, por el trabajo de mi marido.
—No sabía que estabas casada —¿había ella imaginado un atisbo de decepción en el tono de su voz? Al decir aquello, bajó la mirada hacia su mano izquierda, que casualmente estaba curvada alrededor del pie de su copa de vino.
A pesar de disfrutar con su interés, sentía la mano desnuda, y todavía detestaba tener que hablar de aquello.
—Hace poco que me he divorciado.
«Sigue siendo la nueva (____)», se dijo a sí misma. Pero la disolución de su matrimonio había hecho una devastación enorme en su vida. Si no hubiera estado oscureciendo, se hubiera puesto de nuevo las gafas de sol para poder esconder sus ojos.
—Lo siento —dijo Joe.
—No lo hagas —dio un trago al vino para armarse de valor. —Era un idiota. El tipo de idiota al que le gusta engañar a las mujeres, para ser más exactos.
—Joder —dijo él. —Vaya una mierda.
Ella levantó ambas cejas, intentó esbozar una sonrisa y se preguntó si alguna vez él habría engañado a alguien.
—Sí, lo es. Bueno, lo era. Pero hace mucho que se ha acabado y yo estoy preparada para seguir adelante.
Joder, ¿qué era lo que acababa de decir? ¿Habrían sonado sus palabras como una invitación? «Por favor, Dios, no permitas que piense que eso ha sonado como una invitación». ¿Y qué había pasado con eso de no necesito un hombre! Tomó otro sorbo de vino; todavía le temblaba todo el cuerpo con la potente excitación que él había despertado.
—Bueno, Las Vegas es un lugar genial para seguir adelante —le dijo él.
Oh, Dios, él pensaba que ella quería divertirse de aquella manera. Quizás no necesariamente con él, pero solo en general, y aquello era lo suficientemente malo. Incluso aunque a él definitivamente le gustara divertirse así, ella quería que la viera como una (____) tranquila, segura de sí misma y profesional, no como una chica con la que divertirse de rebote.
«De acuerdo, pensemos. Vuelve a recuperar tu cara de cosmopolita. Finge que el alcohol está empezando a hacer efecto».
Se dio cuenta con sorpresa que aquello había funcionado realmente. Sonó completamente calmada cuando le dijo:
—Estoy aquí para trabajar. El juego tendrá que esperar a otro momento.
—Otra buena respuesta —le dijo él. —Pero yo no me quejaría si deseas jugar solo un poco —sus ojos volvieron a brillar, y ella temió correrse allí mismo.
Permanecer como alguien tranquilo estaba volviéndose un reto con cada segundo que pasaba, y había poco que pudiera hacer para no atragantase en su respuesta, aunque se las arregló para dejar salir una.
—Si te digo la verdad, yo... no estoy segura de que Las Vegas ofrezca el tipo de juego en el que yo estoy interesada.
Él le dedicó una mirada escéptica.
—Aquí puedes conseguir cualquier cosa que tu corazón desee.
«Eso no es verdad —quiso decirle ella—.No puedes conseguir el amor. No puedes conseguir un marido que no vaya a ponerte los cuernos».
Oh, mierda, estaba bebida. Aquello no era nada bueno.
«Sea lo que sea lo que hagas, no te pongas sensiblera con él». Con cautela, se las ingenió para responderle.
—Solamente digamos que... que el sexo parece un poco demasiado... público aquí fuera. Para mi gusto, de todas maneras.
—Ah. Y a ti te gusta que sea en privado.
De acuerdo, debería haber tenido más cautela aún. ¿Por qué demonios había mencionado el sexo, de todas las cosas que podía haber dicho? Pero tenía que seguir adelante ahora, así que le respondió con franqueza.
—Eso me temo.
Y entonces, ocurrió... una visión impactó en su cabeza.
Ella teniendo relaciones sexuales, con él.
Su cuerpo desnudo encima de ella, moviéndose, agitándose, y su dura polla llenándola con cada una de las profundas embestidas.
Oh, vaya ¿cuándo diablos había empezado a utilizar palabras como «polla»? No estaba segura de si podría culpar a Taylor de aquello. Llegó a la conclusión de que el vino era el culpable, incluso mientras Joe le llenaba de nuevo la copa.
—Solo a la mitad —le dijo ella rápidamente, y él se detuvo pero vació lo que quedaba en la botella en su propio vaso. —Este es un lugar muy centrado en el hombre, ¿verdad? —se escuchó a sí misma haciendo aquella pregunta, sin ni siquiera haberla pensado antes. Maldito vino.
Él ladeó la cabeza, con una expresión de indulgencia en la cara. Ella esperaba que aquello significara que a él le gustaba su franqueza, en lugar de pensar que era una especie de majara.
—Supongo que es una valoración justa.
—Me refiero a que simplemente no creo que este tipo de cosas atraigan a las mujeres, lo de vender sexo a través de una valla publicitaria.
A él le brillaban los ojos; estaba claro que se estaba divirtiendo.
—Eh, si vas a vender sexo, ¿no es este el mejor lugar?
—Sí, lo entiendo, pero quizás sea toda la idea de vender sexo lo que me desconcierta. Supongo que los hombres no se sienten tan ofendidos por algo así.
Él se encogió de hombros y sonrió.
—He de admitir que hace falta mucho para que yo me sienta ofendido. Pero para que lo sepas, también hay vallas publicitarias con hombres en lugar de mujeres. Artistas de striptease masculinos, ese tipo de cosas. Quizás te guste más eso.
Ella negó con la cabeza casi de inmediato. Le gustara o no, era casi inevitable hablar con honestidad en aquel momento.
—Solo creo que es extraño cuando el sexo está tan... expuesto, como cualquier otro anuncio —dejó que el tono de su voz se volviera más como el de un vendedor de televisión. —Pruebe nuestro nuevo plan inalámbrico. Vea a Celine Dion en concierto en el Mirage. Compre una hora de sexo con un extraño.
Él le ofreció una sonrisa de complicidad.
—Míralo de esta manera. Las Vegas es... como el Disney World para adultos.
—Pero en lugar de Mickey y Minnie, aquí tenemos... ¿artistas de striptease y prostitución?
Él rió ligeramente.
—Algo parecido. Aquí puedes encontrar cualquier cosa —bajó el tono de su voz, y la miró directamente a los ojos. —Cualquier cosa.
—No puedo enseñar ese tipo de instinto —le dijo, mientras cortaba su solomillo de ternera. —Pero puedo decirte lo que estaba pensando entonces, lo que estaba sintiendo, y espero que puedas extraer algo de eso.
La oscuridad estaba cayendo sobre ellos, las brillantes luces de colores de Las Vegas empezaban a simular el brillo de la noche, y el tráfico en la avenida se volvía más denso a medida que la gente salía para disfrutar de la noche. Cuando otra de aquellas vallas publicitarias en movimiento se detuvo justo delante de ellos en la acera, (____) no pudo evitar levantar la cabeza para encontrar a una mujer morena de mirada inocente, en topless, apenas cubriendo sus enormes pechos con las manos. «¿TE ENCUENTRAS SOLO? LLÁMAME», decía el anuncio.
Como le había sucedido antes, aquello le puso los nervios de punta. No era una sorpresa que Las Vegas estuviera llena de «acompañantes», pero de alguna manera era sorprendente ver la prueba de ello tan de cerca, un recuerdo constante de que la gente iba allí a pecar entre las luces de neón.
—¿Va todo bien? —le preguntó Joe, y aquello hizo que ella le devolviera la mirada.
Fenomenal, la había pillado mirando boquiabierta un anuncio publicitario de prostitución.
—Solo un poco desconcertada —admitió ella. —Nunca antes había estado en un lugar como este.
—¿Nunca has estado en Las Vegas? —parecía sorprendido.
—No. Soy una virgen en la Ciudad del Pecado. O así era hasta hoy.
—¿Y qué te parece? —ladeó la cabeza; parecía sentir verdadera curiosidad.
(_____) levantó la cabeza y observó los colores. Pudo distinguir el hotel New York, New York y el Excalibur, las espirales y torres que resplandecían bajo la noche. Sentía como si de alguna manera toda aquella luz pareciera llamarla con señas, y le dijo:
—Es lustroso en la parte de arriba, pero sucio en la de abajo. Es... sórdido, aunque atractivo, de alguna manera.
Él presionó los labios y asintió, era obvio que estaba asimilando su respuesta.
—Hay muchas cosas que me hacen pensar en los accidentes de tránsito —continuó ella. —Cuando se trata de un accidente, sabes que no te gustará lo que puedas ver, pero aun así miras. Aquí, sabes que lo que encuentres puede que no sea bonito, pero te sumerges en la ciudad de todas maneras.
Joe vació su segundo vaso de vino y le preguntó:
—¿Y cómo es que una chica de Los Ángeles no ha estado nunca en Las Vegas?
En realidad, Las Vegas era una rápida huida de fin de semana desde la costa para montones de gente, y una especie de una segunda casa para la industria del espectáculo.
—En realidad, no soy una chica de Los Ángeles —le explicó ella. —Hace tres años vine desde Ohio y me instalé en el oeste, por el trabajo de mi marido.
—No sabía que estabas casada —¿había ella imaginado un atisbo de decepción en el tono de su voz? Al decir aquello, bajó la mirada hacia su mano izquierda, que casualmente estaba curvada alrededor del pie de su copa de vino.
A pesar de disfrutar con su interés, sentía la mano desnuda, y todavía detestaba tener que hablar de aquello.
—Hace poco que me he divorciado.
«Sigue siendo la nueva (____)», se dijo a sí misma. Pero la disolución de su matrimonio había hecho una devastación enorme en su vida. Si no hubiera estado oscureciendo, se hubiera puesto de nuevo las gafas de sol para poder esconder sus ojos.
—Lo siento —dijo Joe.
—No lo hagas —dio un trago al vino para armarse de valor. —Era un idiota. El tipo de idiota al que le gusta engañar a las mujeres, para ser más exactos.
—Joder —dijo él. —Vaya una mierda.
Ella levantó ambas cejas, intentó esbozar una sonrisa y se preguntó si alguna vez él habría engañado a alguien.
—Sí, lo es. Bueno, lo era. Pero hace mucho que se ha acabado y yo estoy preparada para seguir adelante.
Joder, ¿qué era lo que acababa de decir? ¿Habrían sonado sus palabras como una invitación? «Por favor, Dios, no permitas que piense que eso ha sonado como una invitación». ¿Y qué había pasado con eso de no necesito un hombre! Tomó otro sorbo de vino; todavía le temblaba todo el cuerpo con la potente excitación que él había despertado.
—Bueno, Las Vegas es un lugar genial para seguir adelante —le dijo él.
Oh, Dios, él pensaba que ella quería divertirse de aquella manera. Quizás no necesariamente con él, pero solo en general, y aquello era lo suficientemente malo. Incluso aunque a él definitivamente le gustara divertirse así, ella quería que la viera como una (____) tranquila, segura de sí misma y profesional, no como una chica con la que divertirse de rebote.
«De acuerdo, pensemos. Vuelve a recuperar tu cara de cosmopolita. Finge que el alcohol está empezando a hacer efecto».
Se dio cuenta con sorpresa que aquello había funcionado realmente. Sonó completamente calmada cuando le dijo:
—Estoy aquí para trabajar. El juego tendrá que esperar a otro momento.
—Otra buena respuesta —le dijo él. —Pero yo no me quejaría si deseas jugar solo un poco —sus ojos volvieron a brillar, y ella temió correrse allí mismo.
Permanecer como alguien tranquilo estaba volviéndose un reto con cada segundo que pasaba, y había poco que pudiera hacer para no atragantase en su respuesta, aunque se las arregló para dejar salir una.
—Si te digo la verdad, yo... no estoy segura de que Las Vegas ofrezca el tipo de juego en el que yo estoy interesada.
Él le dedicó una mirada escéptica.
—Aquí puedes conseguir cualquier cosa que tu corazón desee.
«Eso no es verdad —quiso decirle ella—.No puedes conseguir el amor. No puedes conseguir un marido que no vaya a ponerte los cuernos».
Oh, mierda, estaba bebida. Aquello no era nada bueno.
«Sea lo que sea lo que hagas, no te pongas sensiblera con él». Con cautela, se las ingenió para responderle.
—Solamente digamos que... que el sexo parece un poco demasiado... público aquí fuera. Para mi gusto, de todas maneras.
—Ah. Y a ti te gusta que sea en privado.
De acuerdo, debería haber tenido más cautela aún. ¿Por qué demonios había mencionado el sexo, de todas las cosas que podía haber dicho? Pero tenía que seguir adelante ahora, así que le respondió con franqueza.
—Eso me temo.
Y entonces, ocurrió... una visión impactó en su cabeza.
Ella teniendo relaciones sexuales, con él.
Su cuerpo desnudo encima de ella, moviéndose, agitándose, y su dura polla llenándola con cada una de las profundas embestidas.
Oh, vaya ¿cuándo diablos había empezado a utilizar palabras como «polla»? No estaba segura de si podría culpar a Taylor de aquello. Llegó a la conclusión de que el vino era el culpable, incluso mientras Joe le llenaba de nuevo la copa.
—Solo a la mitad —le dijo ella rápidamente, y él se detuvo pero vació lo que quedaba en la botella en su propio vaso. —Este es un lugar muy centrado en el hombre, ¿verdad? —se escuchó a sí misma haciendo aquella pregunta, sin ni siquiera haberla pensado antes. Maldito vino.
Él ladeó la cabeza, con una expresión de indulgencia en la cara. Ella esperaba que aquello significara que a él le gustaba su franqueza, en lugar de pensar que era una especie de majara.
—Supongo que es una valoración justa.
—Me refiero a que simplemente no creo que este tipo de cosas atraigan a las mujeres, lo de vender sexo a través de una valla publicitaria.
A él le brillaban los ojos; estaba claro que se estaba divirtiendo.
—Eh, si vas a vender sexo, ¿no es este el mejor lugar?
—Sí, lo entiendo, pero quizás sea toda la idea de vender sexo lo que me desconcierta. Supongo que los hombres no se sienten tan ofendidos por algo así.
Él se encogió de hombros y sonrió.
—He de admitir que hace falta mucho para que yo me sienta ofendido. Pero para que lo sepas, también hay vallas publicitarias con hombres en lugar de mujeres. Artistas de striptease masculinos, ese tipo de cosas. Quizás te guste más eso.
Ella negó con la cabeza casi de inmediato. Le gustara o no, era casi inevitable hablar con honestidad en aquel momento.
—Solo creo que es extraño cuando el sexo está tan... expuesto, como cualquier otro anuncio —dejó que el tono de su voz se volviera más como el de un vendedor de televisión. —Pruebe nuestro nuevo plan inalámbrico. Vea a Celine Dion en concierto en el Mirage. Compre una hora de sexo con un extraño.
Él le ofreció una sonrisa de complicidad.
—Míralo de esta manera. Las Vegas es... como el Disney World para adultos.
—Pero en lugar de Mickey y Minnie, aquí tenemos... ¿artistas de striptease y prostitución?
Él rió ligeramente.
—Algo parecido. Aquí puedes encontrar cualquier cosa —bajó el tono de su voz, y la miró directamente a los ojos. —Cualquier cosa.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Y hubo algo en la manera en la que él pronunció la última palabra que la hizo sentirse húmeda otra vez. Húmeda y hambrienta.
Sufría la loca necesidad de abalanzarse sobre la mesa, agarrarle y decirle que lo deseaba, en privado o incluso en público, decirle que a pesar de todas sus afirmaciones, esa parte ni siquiera le importaba en aquel momento.
«¡Joder, es tu reacción física y visceral hacia un hombre la que está hablando!».
«Nueva regla: no bebas en su presencia, eso hace surgir la chica mala que hay en ti».
Aquello era muy interesante, porque ella nunca había sabido que había una chica mala en ella.
—¿Más vino? —le preguntó él. —Puedo pedir otra botella.
Ella levantó la mano.
—Gracias, pero no.
—¿Estás segura?
—Muy segura —«segura de que voy a entrar en combustión antes de que acabe la noche».
Porque la chica mala que acababa de descubrir que había en ella apenas podía contenerse bajo control. Todo el cuerpo le palpitaba con deseo, y una extraña sensación de impulsividad. Quizás fuera el vino. Y quizás fuera Joe. Y quizás fuera aquel lugar, aquel lujurioso, lujoso y pecaminoso lugar.
O peor, quizás fuera todo ello, una mezcla que provocaba una respuesta sexual que ella no había experimentado antes de aquello.
Y si ese era el caso, iba a ser una semana muy larga.
Sufría la loca necesidad de abalanzarse sobre la mesa, agarrarle y decirle que lo deseaba, en privado o incluso en público, decirle que a pesar de todas sus afirmaciones, esa parte ni siquiera le importaba en aquel momento.
«¡Joder, es tu reacción física y visceral hacia un hombre la que está hablando!».
«Nueva regla: no bebas en su presencia, eso hace surgir la chica mala que hay en ti».
Aquello era muy interesante, porque ella nunca había sabido que había una chica mala en ella.
—¿Más vino? —le preguntó él. —Puedo pedir otra botella.
Ella levantó la mano.
—Gracias, pero no.
—¿Estás segura?
—Muy segura —«segura de que voy a entrar en combustión antes de que acabe la noche».
Porque la chica mala que acababa de descubrir que había en ella apenas podía contenerse bajo control. Todo el cuerpo le palpitaba con deseo, y una extraña sensación de impulsividad. Quizás fuera el vino. Y quizás fuera Joe. Y quizás fuera aquel lugar, aquel lujurioso, lujoso y pecaminoso lugar.
O peor, quizás fuera todo ello, una mezcla que provocaba una respuesta sexual que ella no había experimentado antes de aquello.
Y si ese era el caso, iba a ser una semana muy larga.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 03;PRIMERA NOCHE
Hacía demasiado calor en el taxi que los llevaba de vuelta al hotel, las ventanas estaban bajadas y el aire acondicionado no estaba puesto, aunque (____) acabó por dirigir toda su atención al hecho de que Joe estuviera sentado con las piernas abiertas, algo que normalmente hacían los hombres, pero con aquella postura le estaba rozando la rodilla con la suya.
Era una locura pensar cómo una caricia tan ínfima como aquella la hacía sentirse tan excitada también.
No hablaron en todo el trayecto. El taxista llevaba puesto algo de música tecno y aquello hacía que el asiento del coche palpitara justo debajo de ella. Pero cuando atravesaron el enorme vestíbulo con olor a flores del hotel Venecia unos minutos más tarde, Joe le dijo que fuera a su habitación al día siguiente por la mañana. Pedirían el desayuno allí en el cuarto, le había dicho, y después pasarían el día estudiando varios de los contratos de Blue Night. Así, ella aprendería las cosas que podía ofrecer, o los términos en los que se podía ser flexible y en los que no.
Mientras iban de camino en el ascensor junto con tres chicos guapos, jóvenes y con aspecto de deportistas, intentó concentrarse en la conversación, pero le resultó muy difícil. A medida que el ascensor se elevaba hacia arriba, se encontró a sí misma sintiendo toda la masculinidad que la rodeaba, y al mismo tiempo una sensación tan completamente femenina que apenas podía comprender la situación.
A ella le gustaba el sexo, desde luego, pero nunca había sido una mujer de las que sienten hambre de sexo. Hambre sin ton ni son, como si simplemente tuviera que hacerlo y se viera dispuesta a aceptarlo viniera como viniera. Pero era así como se sentía repentinamente en los confines del ascensor, en donde la testosterona del ambiente parecía ascender en forma de remolino. Era así como se percibía después de haber pasado solo un par de horas con Joe Jonas. Ella sabía que él era un hombre atractivo, ¡pero no podía creer estar sufriendo una reacción tan alocada por él!
Cuando la puerta del ascensor se abrió en su planta, ella salió, y sintió cómo su cuerpo se movía con la fluida sensación de tranquilidad que viene justo después de una pequeña intoxicación etílica. Solo que en aquel momento no sabía si aquella sensación de embriaguez se debía al alcohol o a Joe.
Cuando él la acompañó hasta la puerta, ella se dio la vuelta para mirarlo y lo encontró muy cerca de ella, con la mirada en su boca.
Aquello hacía que ella deseara besarlo. Que lo deseara de verdad.
Deseaba besarlo, presionarse contra él, frotar el cuerpo contra el suyo, y todo aquello le parecía lo más natural y sensato que hacer.
Y cuando él levantó los ojos hacia los de ella, las cosas solo fueron a peor. Porque la expresión de su cara le decía que si ella decidía besarlo en aquel momento, él iba a corresponderle. Estaba tan cerca que ella casi podía sentirlo sin tocarlo, y su almizclada fragancia masculina le invadía todos los sentidos.
«Pero besarlo sería una estupidez, una estupidez, una estupidez. Tienes que trabajar con él día y noche durante toda una semana, puede incluso que más. Y estás robándole su trabajo. No puedes besarlo».
Hacía demasiado calor en el taxi que los llevaba de vuelta al hotel, las ventanas estaban bajadas y el aire acondicionado no estaba puesto, aunque (____) acabó por dirigir toda su atención al hecho de que Joe estuviera sentado con las piernas abiertas, algo que normalmente hacían los hombres, pero con aquella postura le estaba rozando la rodilla con la suya.
Era una locura pensar cómo una caricia tan ínfima como aquella la hacía sentirse tan excitada también.
No hablaron en todo el trayecto. El taxista llevaba puesto algo de música tecno y aquello hacía que el asiento del coche palpitara justo debajo de ella. Pero cuando atravesaron el enorme vestíbulo con olor a flores del hotel Venecia unos minutos más tarde, Joe le dijo que fuera a su habitación al día siguiente por la mañana. Pedirían el desayuno allí en el cuarto, le había dicho, y después pasarían el día estudiando varios de los contratos de Blue Night. Así, ella aprendería las cosas que podía ofrecer, o los términos en los que se podía ser flexible y en los que no.
Mientras iban de camino en el ascensor junto con tres chicos guapos, jóvenes y con aspecto de deportistas, intentó concentrarse en la conversación, pero le resultó muy difícil. A medida que el ascensor se elevaba hacia arriba, se encontró a sí misma sintiendo toda la masculinidad que la rodeaba, y al mismo tiempo una sensación tan completamente femenina que apenas podía comprender la situación.
A ella le gustaba el sexo, desde luego, pero nunca había sido una mujer de las que sienten hambre de sexo. Hambre sin ton ni son, como si simplemente tuviera que hacerlo y se viera dispuesta a aceptarlo viniera como viniera. Pero era así como se sentía repentinamente en los confines del ascensor, en donde la testosterona del ambiente parecía ascender en forma de remolino. Era así como se percibía después de haber pasado solo un par de horas con Joe Jonas. Ella sabía que él era un hombre atractivo, ¡pero no podía creer estar sufriendo una reacción tan alocada por él!
Cuando la puerta del ascensor se abrió en su planta, ella salió, y sintió cómo su cuerpo se movía con la fluida sensación de tranquilidad que viene justo después de una pequeña intoxicación etílica. Solo que en aquel momento no sabía si aquella sensación de embriaguez se debía al alcohol o a Joe.
Cuando él la acompañó hasta la puerta, ella se dio la vuelta para mirarlo y lo encontró muy cerca de ella, con la mirada en su boca.
Aquello hacía que ella deseara besarlo. Que lo deseara de verdad.
Deseaba besarlo, presionarse contra él, frotar el cuerpo contra el suyo, y todo aquello le parecía lo más natural y sensato que hacer.
Y cuando él levantó los ojos hacia los de ella, las cosas solo fueron a peor. Porque la expresión de su cara le decía que si ella decidía besarlo en aquel momento, él iba a corresponderle. Estaba tan cerca que ella casi podía sentirlo sin tocarlo, y su almizclada fragancia masculina le invadía todos los sentidos.
«Pero besarlo sería una estupidez, una estupidez, una estupidez. Tienes que trabajar con él día y noche durante toda una semana, puede incluso que más. Y estás robándole su trabajo. No puedes besarlo».
Última edición por ElviiThaJonas el Dom 27 Mar 2011, 9:55 am, editado 1 vez
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
—¿Estás preparada para esto? —le preguntó él. Notó cómo se inundaba su vulva ante la posibilidad.
—¿Para qué?
—Preparada para entrar en el mundo de un representante de A&R —le dijo él suavemente.
—Oh, por supuesto que sí —le contestó con una airosa rapidez, y se sintió al mismo tiempo aliviada y decepcionada, como si la hubieran apartado de un empujón del precipicio sexual en el que había estado asomándose.
—Que descanses bien.
«No existe probabilidad de que así sea».
—De acuerdo.
El tono de su voz se volvió más bajo.
—Y nos vemos por la mañana.
—Sí, claro —le murmuró ella mientras Joe le cogía la tarjeta llave de su mano, un momento en el que sus dedos se rozaron, y le abrió la puerta.
—Buenas noches —le dijo con suavidad.
Ella seguía con los ojos pegados a los suyos.
—Buenas noches.
Y entonces, ella se encontró colándose dentro de la habitación cerrando la puerta, y él ya se había marchado, y ella tenía la clara sensación de que había acabado en la habitación equivocada. O que él lo había hecho. En cualquier caso, deberían haber ido juntos a una de las dos habitaciones y haber follado como animales.
Dejó escapar un intenso suspiro y se recordó a sí misma una vez más por qué no podía ocurrir aquello.
El sexo mezclado con el trabajo ya era suficientemente malo. El sexo mezclado con el trabajo y con alguien al que estás mintiendo era... jodidamente atroz.
Y aun así, mientras se quitaba la ropa y se deslizaba dentro de un camisón de algodón blanco y unas braguitas nuevas —porque las otras estaban empapadas— deseó quedarse rezagada en su imagen. Y cuando estaba de pie ante el enorme espejo del cuarto de baño, lavándose la cara y cepillándose los dientes, fue atentamente consciente de que sus pezones, duros y sensibles, sobresalían a través de la tela de su camisón, y que su vulva, dilatada por la necesidad, volvía a humedecer sus braguitas. Y mientras se metía bajo las lujosas sábanas, se encontró a sí misma perdida en una confusión de imágenes: visiones de Joe Jonas y ella, con los cuerpos desnudos y entrelazados.
Aquello era horrible. Ninguna respuesta le parecía lo suficientemente buena. Tener relaciones sexuales con él era una imposibilidad moral. Pero no tenerlas, sobre todo ahora que a ella le había dado la sensación de que él era receptivo a la idea, le pareció una locura, sin mencionar una tortura. ¿Cómo había pasado siquiera? Estaba claro que ella había querido ser alguien nuevo y diferente allí, pero no diferente de aquella manera. Apenas podía comprender el efecto que una sola noche en presencia de aquel hombre había tenido en ella.
Pero entonces, (____) se acordó de cómo debía afrontar las situaciones difíciles. No debía dejar que la obsesión de todo la abrumara, debía ocuparse de un problema cada vez. Y el problema que tenía en aquel preciso instante era el de dormir, tener una perfecta noche de descanso.
—¿Para qué?
—Preparada para entrar en el mundo de un representante de A&R —le dijo él suavemente.
—Oh, por supuesto que sí —le contestó con una airosa rapidez, y se sintió al mismo tiempo aliviada y decepcionada, como si la hubieran apartado de un empujón del precipicio sexual en el que había estado asomándose.
—Que descanses bien.
«No existe probabilidad de que así sea».
—De acuerdo.
El tono de su voz se volvió más bajo.
—Y nos vemos por la mañana.
—Sí, claro —le murmuró ella mientras Joe le cogía la tarjeta llave de su mano, un momento en el que sus dedos se rozaron, y le abrió la puerta.
—Buenas noches —le dijo con suavidad.
Ella seguía con los ojos pegados a los suyos.
—Buenas noches.
Y entonces, ella se encontró colándose dentro de la habitación cerrando la puerta, y él ya se había marchado, y ella tenía la clara sensación de que había acabado en la habitación equivocada. O que él lo había hecho. En cualquier caso, deberían haber ido juntos a una de las dos habitaciones y haber follado como animales.
Dejó escapar un intenso suspiro y se recordó a sí misma una vez más por qué no podía ocurrir aquello.
El sexo mezclado con el trabajo ya era suficientemente malo. El sexo mezclado con el trabajo y con alguien al que estás mintiendo era... jodidamente atroz.
Y aun así, mientras se quitaba la ropa y se deslizaba dentro de un camisón de algodón blanco y unas braguitas nuevas —porque las otras estaban empapadas— deseó quedarse rezagada en su imagen. Y cuando estaba de pie ante el enorme espejo del cuarto de baño, lavándose la cara y cepillándose los dientes, fue atentamente consciente de que sus pezones, duros y sensibles, sobresalían a través de la tela de su camisón, y que su vulva, dilatada por la necesidad, volvía a humedecer sus braguitas. Y mientras se metía bajo las lujosas sábanas, se encontró a sí misma perdida en una confusión de imágenes: visiones de Joe Jonas y ella, con los cuerpos desnudos y entrelazados.
Aquello era horrible. Ninguna respuesta le parecía lo suficientemente buena. Tener relaciones sexuales con él era una imposibilidad moral. Pero no tenerlas, sobre todo ahora que a ella le había dado la sensación de que él era receptivo a la idea, le pareció una locura, sin mencionar una tortura. ¿Cómo había pasado siquiera? Estaba claro que ella había querido ser alguien nuevo y diferente allí, pero no diferente de aquella manera. Apenas podía comprender el efecto que una sola noche en presencia de aquel hombre había tenido en ella.
Pero entonces, (____) se acordó de cómo debía afrontar las situaciones difíciles. No debía dejar que la obsesión de todo la abrumara, debía ocuparse de un problema cada vez. Y el problema que tenía en aquel preciso instante era el de dormir, tener una perfecta noche de descanso.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Así que se mordió el labio y dejó que su mano se deslizara bajo las sábanas y le cubriera su monte. Lo cubrió, y se sintió aliviada por tener alguna sensación ahí abajo, finalmente. Deseó, de repente, que hubiera sido lo suficientemente valiente como para comprarse un vibrador, y lo bastante inteligente como para viajar con él. Deseaba tener algo dentro de ella, en lo más profundo de su interior.
Dio vueltas a su dilatado clítoris con dos de sus dedos, delante de su vulva, y dejó que el placer la invadiera. Cielos, era como haber caminado a través del cálido y árido desierto y encontrar al fin algo de agua dulce. Ahora deseaba tragarla, así que presionó los dedos con más intensidad, y levantó la pelvis contra ellos.
Suspiró y se lamió el labio superior, necesitaba más. Aun así, no lo lograba, por lo que volvió a recurrir a sus fantasías. Imaginó cómo sería si Joe pudiera observarla en aquel momento. Imaginó que él fuera consciente de ser el culpable de todo aquello, de haber sido la persona que la había excitado tanto. Se preguntó si habría alguna manera de que él pudiera saber exactamente cómo de excitada estaba en aquel instante, y se imaginó a sí misma tumbada con él en la cama, al otro lado de la pared que los separaba, viéndola de aquella manera.
Pero, joder, todavía necesitaba más, algún otro tipo de estimulación. Todas Las Vegas estaba fuera de su habitación, y un pecado tras otro estaba cometiéndose en aquel momento. ¿Cuántas personas estarían en aquel instante haciendo algo travieso a menos de un kilómetro de ella? Ella apostaba a que serían miles. Por lo que estar tumbada en su cama, frotándose a sí misma, le parecía de alguna manera... demasiado simple, demasiado soso, sin que encajara en absoluto con el ambiente del lugar.
Se sintió extrañamente impaciente, así que se levantó de la cama sin ningún plan en mente. Caminó por la enorme habitación y de repente, se encontró a sí misma de pie ante el mini-bar. Ella no solía siquiera abrir la puerta del mini-bar, le indignaba que le sacaran a uno un riñón con el precio, pero eso era irrelevante en aquel momento. Echó un vistazo dentro, y divisó una hilera de botellas de bebida de vino con sabor tropical. Sacó una y le quitó el tapón, después, dio un largo sorbo, dejando que el alcohol le calentara el pecho. Casi cualquier sensación física la hacía sentir bien en aquel momento, como si fuera un paso más hacia el alivio.
Después, caminó hacia las cortinas que revestían la pared de la habitación y al localizar el centro, las abrió. ¡Vaya! El movimiento había revelado un muro acristalado que daba sobre Las Vegas Strip y su espectáculo nocturno de luces. Dios bendito, ¿cómo no se había dado cuenta de aquello antes? Volvió a experimentarlo otra vez, aquella sensación de que alguien había construido esa ciudad únicamente para que la gente pudiera sacar su lado más perverso. Y ella también deseaba poder sacar su chica mala en aquel momento, comulgar de alguna manera con aquel lugar.
Dejó la botella de vino en la mesa, se bajó las braguitas y las dejó caer al suelo, sacando los pies después. Se sentó en la moqueta, de cara a la ventana, con las piernas completamente extendidas. Todavía anhelaba que Joe estuviera allí con ella, acariciándola, follándosela, pero intentó convencerse a sí misma de la verdad de las palabras de su mantras. Ella no necesitaba un hombre, podía encargarse por sí misma de sus propias necesidades.
Observó atentamente las luces y acarició con sus dedos la separada abertura. Húmeda. Suave. Le dio un escalofrío, y después extendió la mano para agarrar la botella de vino. Seguía tocándose con una de sus manos, haciendo círculos con los dedos sobre su clítoris. Utilizó la otra mano para levantar la botella hacia sus pechos, y la sintió dura, fría y húmeda contra sus pezones. La escarcha que cubría la botella dejó su pecho húmedo, y su pezón empezó visiblemente a oscurecerse a través de la tela de color blanca; pudo verlo incluso con las luces apagadas. Las Vegas Strip proporcionaba la luz suficiente como para iluminar la habitación.
Los dedos de (_____) se deslizaron dentro de los pliegues de su vulva, y la acariciaron más profundamente, y ella deseó poder sentirse a sí misma verdaderamente, toda ella, de la manera en la que un hombre podía explorarla. De la manera en la que Joe seguramente la exploraría.
Primero introdujo un dedo, después dos dentro de ella, y luego los movió dentro y fuera del cálido túnel. Oh, vaya, hubiera querido que fuera la verga de Joe, más grande, más dura, más firme y más poderosa que cualquier otra cosa que ella utilizara para darse placer a sí misma, incluso si hubiera traído un vibrador.
Un momento más tarde retiró los dedos, y los llevó de nuevo a su dilatado clítoris para dar vueltas sobre él, después se metió la mano dentro del camisón para tomar uno de sus pechos llenos en la mano. Después, bajó la pequeña botella entre sus muslos, presionando con fuerza.
Sí, Dios. Estaba tan fría, y era tan maravillosamente dura... Un poco demasiado grande y ancha, pero aun así le hacía sentir condenadamente bien mientras empezaba a moverse contra ella. En aquel momento se sentía sucia. Sucia de una manera que quería compartir con alguien. Porque ella temía que ser sucia consigo misma le podría hacer sentir bien sola, si lo permitía.
Pero no podía permitirlo. Así que volvió a concentrarse en las luces de Las Vegas y se imaginó de nuevo que Joe estaba con ella. No solo que estaba con ella, sino que estaba diciéndole qué debía hacer. «Mueve la botella arriba y abajo sobre tu vulva. Así es. Más rápido. Más rápido. Sí».
«Ahora, retírala a un lado. Retírala y derrama un poco de vino sobre tu vulva. Para hacer que te sientas incluso más mojada».
Se mordió el labio, y desvió la mirada del espectáculo de luces de neón que había más allá de la ventana para bajar la cabeza y observarse, mientras derramaba un poco del vino frío sobre su hendidura. Jadeó ante la fría sensación de chapoteo, después volvió a imaginar la voz profunda y autoritaria de Joe.
«Tócate, (_____). Acaricia tu vulva con tus dedos».
Lo hizo. Ahora estaba muy mojada. Como él quería.
«Sí, así es. Desde el fondo, recorre todo el camino hasta arriba. Presiona tus dedos contra tus pliegues húmedos. Siéntete. Siéntete».
«Ahora frótate el clítoris para mí».
También hizo aquello, trazando con sus dedos círculos cerrados y calientes sobre la superficie de la pequeña protuberancia.
«Empuja contra él». Obedeció.
«Frótate con más fuerza, con más fuerza. Hazte alcanzar el éxtasis. Mira aquellas luces, imagina todas las cosas sucias que está haciendo la gente ahí fuera, y alcanza el éxtasis con más intensidad que nunca».
—¡Oh! —el orgasmo fue brutal, hizo que su cuerpo se doblara, la cabeza le cayera hacia delante mientras su pelvis se convulsionaba en una dura respuesta. Cada sensación se repetía dentro de ella como una pequeña explosión, desgarrándola, robándole la respiración, la razón. Todo lo que le importaba en aquel momento era el placer, intenso y agotador... hasta que se desvaneció.
Y entonces, se dio cuenta de que estaba sentada medio desnuda delante de una ventana enorme y acababa de correrse con la ayuda de una botella de cristal.
Dios bendito.
Dio vueltas a su dilatado clítoris con dos de sus dedos, delante de su vulva, y dejó que el placer la invadiera. Cielos, era como haber caminado a través del cálido y árido desierto y encontrar al fin algo de agua dulce. Ahora deseaba tragarla, así que presionó los dedos con más intensidad, y levantó la pelvis contra ellos.
Suspiró y se lamió el labio superior, necesitaba más. Aun así, no lo lograba, por lo que volvió a recurrir a sus fantasías. Imaginó cómo sería si Joe pudiera observarla en aquel momento. Imaginó que él fuera consciente de ser el culpable de todo aquello, de haber sido la persona que la había excitado tanto. Se preguntó si habría alguna manera de que él pudiera saber exactamente cómo de excitada estaba en aquel instante, y se imaginó a sí misma tumbada con él en la cama, al otro lado de la pared que los separaba, viéndola de aquella manera.
Pero, joder, todavía necesitaba más, algún otro tipo de estimulación. Todas Las Vegas estaba fuera de su habitación, y un pecado tras otro estaba cometiéndose en aquel momento. ¿Cuántas personas estarían en aquel instante haciendo algo travieso a menos de un kilómetro de ella? Ella apostaba a que serían miles. Por lo que estar tumbada en su cama, frotándose a sí misma, le parecía de alguna manera... demasiado simple, demasiado soso, sin que encajara en absoluto con el ambiente del lugar.
Se sintió extrañamente impaciente, así que se levantó de la cama sin ningún plan en mente. Caminó por la enorme habitación y de repente, se encontró a sí misma de pie ante el mini-bar. Ella no solía siquiera abrir la puerta del mini-bar, le indignaba que le sacaran a uno un riñón con el precio, pero eso era irrelevante en aquel momento. Echó un vistazo dentro, y divisó una hilera de botellas de bebida de vino con sabor tropical. Sacó una y le quitó el tapón, después, dio un largo sorbo, dejando que el alcohol le calentara el pecho. Casi cualquier sensación física la hacía sentir bien en aquel momento, como si fuera un paso más hacia el alivio.
Después, caminó hacia las cortinas que revestían la pared de la habitación y al localizar el centro, las abrió. ¡Vaya! El movimiento había revelado un muro acristalado que daba sobre Las Vegas Strip y su espectáculo nocturno de luces. Dios bendito, ¿cómo no se había dado cuenta de aquello antes? Volvió a experimentarlo otra vez, aquella sensación de que alguien había construido esa ciudad únicamente para que la gente pudiera sacar su lado más perverso. Y ella también deseaba poder sacar su chica mala en aquel momento, comulgar de alguna manera con aquel lugar.
Dejó la botella de vino en la mesa, se bajó las braguitas y las dejó caer al suelo, sacando los pies después. Se sentó en la moqueta, de cara a la ventana, con las piernas completamente extendidas. Todavía anhelaba que Joe estuviera allí con ella, acariciándola, follándosela, pero intentó convencerse a sí misma de la verdad de las palabras de su mantras. Ella no necesitaba un hombre, podía encargarse por sí misma de sus propias necesidades.
Observó atentamente las luces y acarició con sus dedos la separada abertura. Húmeda. Suave. Le dio un escalofrío, y después extendió la mano para agarrar la botella de vino. Seguía tocándose con una de sus manos, haciendo círculos con los dedos sobre su clítoris. Utilizó la otra mano para levantar la botella hacia sus pechos, y la sintió dura, fría y húmeda contra sus pezones. La escarcha que cubría la botella dejó su pecho húmedo, y su pezón empezó visiblemente a oscurecerse a través de la tela de color blanca; pudo verlo incluso con las luces apagadas. Las Vegas Strip proporcionaba la luz suficiente como para iluminar la habitación.
Los dedos de (_____) se deslizaron dentro de los pliegues de su vulva, y la acariciaron más profundamente, y ella deseó poder sentirse a sí misma verdaderamente, toda ella, de la manera en la que un hombre podía explorarla. De la manera en la que Joe seguramente la exploraría.
Primero introdujo un dedo, después dos dentro de ella, y luego los movió dentro y fuera del cálido túnel. Oh, vaya, hubiera querido que fuera la verga de Joe, más grande, más dura, más firme y más poderosa que cualquier otra cosa que ella utilizara para darse placer a sí misma, incluso si hubiera traído un vibrador.
Un momento más tarde retiró los dedos, y los llevó de nuevo a su dilatado clítoris para dar vueltas sobre él, después se metió la mano dentro del camisón para tomar uno de sus pechos llenos en la mano. Después, bajó la pequeña botella entre sus muslos, presionando con fuerza.
Sí, Dios. Estaba tan fría, y era tan maravillosamente dura... Un poco demasiado grande y ancha, pero aun así le hacía sentir condenadamente bien mientras empezaba a moverse contra ella. En aquel momento se sentía sucia. Sucia de una manera que quería compartir con alguien. Porque ella temía que ser sucia consigo misma le podría hacer sentir bien sola, si lo permitía.
Pero no podía permitirlo. Así que volvió a concentrarse en las luces de Las Vegas y se imaginó de nuevo que Joe estaba con ella. No solo que estaba con ella, sino que estaba diciéndole qué debía hacer. «Mueve la botella arriba y abajo sobre tu vulva. Así es. Más rápido. Más rápido. Sí».
«Ahora, retírala a un lado. Retírala y derrama un poco de vino sobre tu vulva. Para hacer que te sientas incluso más mojada».
Se mordió el labio, y desvió la mirada del espectáculo de luces de neón que había más allá de la ventana para bajar la cabeza y observarse, mientras derramaba un poco del vino frío sobre su hendidura. Jadeó ante la fría sensación de chapoteo, después volvió a imaginar la voz profunda y autoritaria de Joe.
«Tócate, (_____). Acaricia tu vulva con tus dedos».
Lo hizo. Ahora estaba muy mojada. Como él quería.
«Sí, así es. Desde el fondo, recorre todo el camino hasta arriba. Presiona tus dedos contra tus pliegues húmedos. Siéntete. Siéntete».
«Ahora frótate el clítoris para mí».
También hizo aquello, trazando con sus dedos círculos cerrados y calientes sobre la superficie de la pequeña protuberancia.
«Empuja contra él». Obedeció.
«Frótate con más fuerza, con más fuerza. Hazte alcanzar el éxtasis. Mira aquellas luces, imagina todas las cosas sucias que está haciendo la gente ahí fuera, y alcanza el éxtasis con más intensidad que nunca».
—¡Oh! —el orgasmo fue brutal, hizo que su cuerpo se doblara, la cabeza le cayera hacia delante mientras su pelvis se convulsionaba en una dura respuesta. Cada sensación se repetía dentro de ella como una pequeña explosión, desgarrándola, robándole la respiración, la razón. Todo lo que le importaba en aquel momento era el placer, intenso y agotador... hasta que se desvaneció.
Y entonces, se dio cuenta de que estaba sentada medio desnuda delante de una ventana enorme y acababa de correrse con la ayuda de una botella de cristal.
Dios bendito.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Aquella ciudad estaba robándole algo más que sus sentidos. Ya temía que estuviera al borde de robarle... el alma.
Que estuviera haciendo algo de ella que en realidad no era.
O... ¿era quizás que estaba redefiniéndola, más específicamente?
¿Qué le estaba mostrando partes de ella que nunca antes había conocido?
Fuera cual fuera el caso, lo más escalofriante de todo aquello era... que casi no le importaban todas las razones que le hacían pensar en no poder tener relaciones sexuales con Joe. Casi sintió deseos de llamarlo, escuchar su profunda voz, y decirle, simplemente. «Fóllame».
Dejó la botella de vino a un lado y, sin ni siquiera pensar en sus bragas, se puso de pie y se fue a la cama. Se sentó y cogió el auricular del teléfono. Miró las instrucciones para marcar el número de otra habitación y tecleó los números.
Después, colgó de un golpe el teléfono antes de que la llamada se estableciera, con el corazón aporreándole con fuerza el pecho.
¿En qué estaba pensando?
¿Realmente había intentando llamarlo? ¿Para rogarle que se acostara con ella?
Gracias a Dios que había recuperado la sensatez.
Al aparecer, el alivio que le había provocado el orgasmo había desaparecido finalmente.
El alivio, y el poco de vergüenza por haber tenido que sentirse tan sucia sola. ¡Vaya comportamiento más alocado!
De repente, se sintió contenta de haber estado sola.
«Simplemente vete a dormir. No pienses en esto ni un minuto más. Nunca ha tenido lugar».
«No necesitas un hombre. No necesitas un hombre».
«Necesitas un trabajo fabuloso».
«Mañana, te encontrarás con Joe y pensarás exclusivamente en el puesto, no en el sexo. Harás el trabajo, sin sexo. El trabajo es lo que verdaderamente importa aquí, lo que tú quieres en realidad».
«No necesito un hombre. No necesito un hombre. No necesito un hombre».
Que estuviera haciendo algo de ella que en realidad no era.
O... ¿era quizás que estaba redefiniéndola, más específicamente?
¿Qué le estaba mostrando partes de ella que nunca antes había conocido?
Fuera cual fuera el caso, lo más escalofriante de todo aquello era... que casi no le importaban todas las razones que le hacían pensar en no poder tener relaciones sexuales con Joe. Casi sintió deseos de llamarlo, escuchar su profunda voz, y decirle, simplemente. «Fóllame».
Dejó la botella de vino a un lado y, sin ni siquiera pensar en sus bragas, se puso de pie y se fue a la cama. Se sentó y cogió el auricular del teléfono. Miró las instrucciones para marcar el número de otra habitación y tecleó los números.
Después, colgó de un golpe el teléfono antes de que la llamada se estableciera, con el corazón aporreándole con fuerza el pecho.
¿En qué estaba pensando?
¿Realmente había intentando llamarlo? ¿Para rogarle que se acostara con ella?
Gracias a Dios que había recuperado la sensatez.
Al aparecer, el alivio que le había provocado el orgasmo había desaparecido finalmente.
El alivio, y el poco de vergüenza por haber tenido que sentirse tan sucia sola. ¡Vaya comportamiento más alocado!
De repente, se sintió contenta de haber estado sola.
«Simplemente vete a dormir. No pienses en esto ni un minuto más. Nunca ha tenido lugar».
«No necesitas un hombre. No necesitas un hombre».
«Necesitas un trabajo fabuloso».
«Mañana, te encontrarás con Joe y pensarás exclusivamente en el puesto, no en el sexo. Harás el trabajo, sin sexo. El trabajo es lo que verdaderamente importa aquí, lo que tú quieres en realidad».
«No necesito un hombre. No necesito un hombre. No necesito un hombre».
Ell Payne'
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