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7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
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7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Nombre:7 NOCHES DE PECADO
Autor: ELVIITHA JONAS
Adaptación: SI (ADAPTACION DE 7 NOCHES DE PECADO DE LACEY ALEXANDER)
Género: SUPER HOT!:twisted:
Advertencias: CONTIENE ECENAS SUPER HOT, HASTA TRIOS Y ASI :twisted:
Otras Páginas: .
ARGUMENTO:
De la autora de Voyeur nos llega esta apasionante novela acerca de siete eróticas noches en la Ciudad del Pecado, cada una de ellas más excitante que la anterior…
(_____TN______) no necesita un hombre. Al menos, eso es lo que sigue diciéndose a sí misma. Entonces, su jefe la manda a un viaje a Las Vegas para asegurarse de que Joe Jonas —el hombre más sexy de toda la industria de la música— satisface su imagen de chico malo.
Pero antes de que se dé cuenta, el negocio se convierte en un placer extremo, cuando Joe saca a la luz su lado más travieso, y hace realidad cada una de sus fantasías más salvajes. Ahora solo tiene siete sensuales noches para cometer cada pecado que se le presente.
Porque puede que una vez que Joe descubra su sucio secretito, no esté dispuesto a volver a satisfacer su lujuria…
Autor: ELVIITHA JONAS
Adaptación: SI (ADAPTACION DE 7 NOCHES DE PECADO DE LACEY ALEXANDER)
Género: SUPER HOT!:twisted:
Advertencias: CONTIENE ECENAS SUPER HOT, HASTA TRIOS Y ASI :twisted:
Otras Páginas: .
ARGUMENTO:
De la autora de Voyeur nos llega esta apasionante novela acerca de siete eróticas noches en la Ciudad del Pecado, cada una de ellas más excitante que la anterior…
(_____TN______) no necesita un hombre. Al menos, eso es lo que sigue diciéndose a sí misma. Entonces, su jefe la manda a un viaje a Las Vegas para asegurarse de que Joe Jonas —el hombre más sexy de toda la industria de la música— satisface su imagen de chico malo.
Pero antes de que se dé cuenta, el negocio se convierte en un placer extremo, cuando Joe saca a la luz su lado más travieso, y hace realidad cada una de sus fantasías más salvajes. Ahora solo tiene siete sensuales noches para cometer cada pecado que se le presente.
Porque puede que una vez que Joe descubra su sucio secretito, no esté dispuesto a volver a satisfacer su lujuria…
Última edición por ElviiTha Jonas'♥ el Mar 24 Mayo 2011, 8:01 pm, editado 3 veces
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
si qieren qe la siga ocupo comentarios! :D
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
La nove estara dividida por cada noche
cada noche tiene aproximadamente 4 o 5 capitulos
espero qe les guste en lo personal a mi me encantha :D
y aqi les dejare el primer capitulo
cada noche tiene aproximadamente 4 o 5 capitulos
espero qe les guste en lo personal a mi me encantha :D
y aqi les dejare el primer capitulo
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 01
—No necesito un hombre. No necesito un hombre. No necesito un hombre.
Normalmente, (_____) hacía sus afirmaciones matinales en casa, pero aquel día se le habían pegado las sábanas, y sus afirmaciones, así como su desayuno, se habían visto obligadas a esperar hasta que saliera de la oficina. Por suerte, estaba aprovechando unos pocos minutos sola en la sala de descanso, con un donut y el libro de autoayuda que estaba leyendo, un manual adecuadamente titulado No necesitas un hombre para ser feliz.
Bajó el tono de voz incluso más al pronunciar la siguiente serie de frases.
—No necesito un pene que me dé placer. No necesito un pene que me dé placer. No necesito un pene que me dé placer.
Aunque quizás, no fuera mala idea descartar esa serie de su repertorio. Pronunciar aquellas palabras solo la hacía pensar en penes.
—Soy responsable de mi propio placer. Soy responsable de mi propio placer. Soy responsable de mi propio placer —desde luego, aquella frase aludía a la masturbación. Y ella no tenía nada en contra de ello. En realidad, estaba segura de que a cualquier chica podría parecerle una manera útil de superar una noche larga y solitaria. Pero decírselo a sí misma era como aceptar que la masturbación sería suficiente, para siempre... y bueno, eso era todo un reto. Tendría que esforzarse más en sentirlo cuando dijera la frase.
Sin embargo, aún se sentía decidida y retomó la primera serie de repeticiones.
—No necesito un hombre. No necesito...
—Hablas precisamente como alguien que necesita un hombre.
(_____) dio un respingo en su asiento. Levantó la cabeza para encontrarse con Taylor Swift su amiga y colaboradora, una mujer rubia, bastante atractiva, alguien con montones de hombres en su vida. Taylor se encargaba de las relaciones públicas de Blue Night Records, la casa discográfica independiente que les daba un puesto a las dos, y además, estaba licenciada en psicología, algo que ella afirmaba necesitar en su línea de trabajo.
—No es verdad —le contestó (_____), al mismo tiempo que se reafirmaba en su idea de no necesitar un hombre. A pesar de lo poco que tenían en común, las dos se habían convertido en grandes amigas desde el día en el que (_____) se mudó a Los Ángeles, hacía ya tres años. Así que se alegraba de que fuera Taylor la persona que había tenido la osadía de interrumpirla cuando hacía sus afirmaciones.
Taylor ladeó un poco la cabeza, con una expresión de reproche en los ojos.
—Alguien que normalmente tiene que decírselo a sí mismo.
—¿Qué?
Taylor cruzó los brazos bajo sus amplios pechos.
—Fíjate en mi vecina, la señora Freeland, por ejemplo. Tiene setenta y cinco años y no ha estado casada nunca. Es pintora, recorrió el mundo cuando era joven, adora a Fiona, su scottish terrier, y nunca ha necesitado un hombre. Nunca me ha dicho nada, pero ni falta que hace, se refleja en todo lo que hace. Simplemente es parte de ella. No siente la necesidad de ir por ahí dando explicaciones a la gente acerca de por qué no se ha casado o por qué no necesita un hombre, y la razón es porque está verdaderamente a gusto sin uno de ellos. Por otro lado está la señora Nelson, la mujer que vive tres pisos más abajo —Taylor dejó caer la barbilla en un gesto irónico y alternó su peso de una Sabrina de color rojo a otra. —Tiene cuarenta y cinco años y obviamente se siente sola. Siempre me está diciendo que no necesita un hombre que la haga sentirse completa, pero lo que le da poca credibilidad es lo condenadamente amargada y enfadada que parece cada vez que lo dice. Es posible que no quiera necesitar a un hombre. Pero está claro que necesita uno.
—¿Puedes repetirme otra vez qué es lo que quieres decir? —le preguntó (_____), con ambas cejas enarcadas.
—Decir que no necesitas un hombre una y otra vez indica que, te guste o no, sí lo necesitas. Y no es que eso sea un crimen, desde luego. Hay muchas mujeres que sienten verdadera emoción por el amor y el compromiso.
(_____) se limitó a poner los ojos en blanco.
—¿Amor y compromiso? Por favor —no tuvo que decir más, ya que Taylor estaba al día de todos los desagradables detalles acerca de los engaños de su marido y de su reciente divorcio. —Lo último en lo que estoy interesada es en el compromiso. Y esa sí es la verdad.
Taylor asintió.
—Te creo. Después de lo que ha pasado, es normal que te resulte difícil confiar en un hombre. Pero yo te diré qué es lo que necesitas.
—¿Qué es?
—Parafraseando las palabras inmortales de John Mellencamp, necesitas un amante, uno que no te haga perder la cabeza.
¿Un amante? (_____) había tenido relaciones, había salido un par de veces con algunos hombres y, por supuesto, había tenido un marido, pero nunca había sido el tipo de mujer segura y despreocupada que puede tener a alguien al que considere como un amante. Así que, se remitió a su libro.
—Según esto, un buen consolador puede proporcionar el mismo tipo de satisfacción.
Taylor enarcó las cejas y habló con sinceridad.
—¿Tú tienes uno?
—No.
—¿Y por qué no?
(______) hizo una mueca con los labios.
—¿Aparte del hecho de que soy demasiado tímida como para ir a una de esas tiendas donde los venden? Bueno, quizás porque, de alguna manera, pasar una noche con un vibrador suena un poco... vacío, y también aburrido. Sé que algunas mujeres dicen que se pasa un buen rato jugando con ellos, pero...
(_____) levantó las manos para silenciar a su amiga.
—No digas nada más. Y escúchame. Tú necesitas un amante. Y ya que hablamos del tema, ¿cuánto tiempo hace que no tienes uno?
—¿Cuenta David? —era su hipócrita ex marido.
Taylor sonrió.
—No me digas que es el último que has tenido. Quiero decir, llevas divorciada, ¿cuánto tiempo? ¿Unos seis meses?
(_____) suspiró.
—Y separada durante un año antes de que ocurriera eso.
Taylor reaccionó como si (______) le acabara de anunciar la muerte de alguien querido.
—Por el amor de Dios, pobre chica. Levántate.
(_____) parpadeó, sorprendida por la orden de Taylor, pero la imponente mirada que vio reflejada en sus ojos la obligó a ponerse de pie. Su amiga le puso las manos en la cintura y la llevó hacia el pequeño espejo que colgaba sobre el fregadero, en un rincón de la sala de descanso. La rodeó con sus brazos desde atrás y con destreza, desabrochó los dos botones superiores de la blusa de (____); después, cubrió firmemente la parte inferior de sus pechos para levantarlos.
—Vamos a conseguirte un hombre, y tenemos que empezar por exhibir tus cualidades un poco más.
Era patético, pero había pasado tanto tiempo desde la última vez que alguien había tocado a (_____) tan íntimamente, que incluso el inesperado agarrón de Taylor la había excitado un poco, provocando una sensación de hormigueo que se extendía directamente hacia la zona que cubría su ropa interior.
Pero todavía no se sentía preparada para tener una aventura sin sentido. O una que lo tuviera. Aquello la hacía descartar las aventuras. Y le hacía tener que volver a su libro.
—No lo sé, Tay. Simplemente no creo que los hombres o el sexo estén ya en mi lista de prioridades. Es esa la razón por la que hago estas afirmaciones. Quiero sacar ambas cosas de mi sistema.
Taylor caminó de vuelta hacia la mesa, y bajó la cabeza para observar el libro que todavía estaba abierto. Después, dejó escapar un exagerado carraspeo de desaprobación.
—¡Oh, Dios mío! Confía en mí, cariño, necesitas un pene. Todas necesitamos un pene. El pene es uno de los regalos que Dios le hizo a la mujer. Está claro que también nos otorgó los dolores del parto, y los periodos. Y nos ha mantenido oprimidas durante siglos enteros. Pero nos dio el pene, y eso compensa mucho, créeme.
(_____) se limitó a suspirar. Después, volvió a abrocharse los botones de su blusa, escondiendo el escote que Taylor acababa de descubrir. Aquello no tenía sentido, ni el escote ni la conversación.
—¿Has venido aquí para hostigarme o tenías algún propósito en mente?
—Ay, lo siento, casi se me olvida. Tu moratoria acerca de los hombres me ha distraído totalmente. Jenkins quiere verte en su oficina —aquel era su jefe y el presidente de Blue Night. —En los pasillos se rumorea que tiene algún anuncio importante que hacer, pero nadie sabe de qué se trata. Así que será mejor que vayas a comprobarlo y así acabas con el suspenso por nosotros.
¿Así que un anuncio importante, eh? Era la primera noticia que (____) tenía, y siendo la mano derecha de Jenkins, solía saber qué era lo que estaba ocurriendo por allí. Así que, después de sacudirse las migajas de donut con una servilleta, metió su libro en el cajón de su mesa de despacho, volvió a mirarse el escote para asegurarse de que se había abrochado la blusa correctamente, cogió una libreta y un bolígrafo y se dirigió hacia la oficina de Jenkins. Golpeó suavemente la puerta abierta, al mismo tiempo que echaba un vistazo dentro.
—(_____), entra —le dijo él, con lo que ella pensó que era una sonrisa más que retorcida. —Y cierra la puerta.
Cari Jenkins era exactamente el tipo de hombre al que la gente solía llamar por su apellido. Elegante y calculador, un hombre serio que no se andaba con tonterías, el tipo de persona que se esperaría encontrar en una empresa importante y no en una pequeña discográfica independiente. Dicho aquello, Blue Night había crecido con rapidez en los últimos años, y no había que restarle mérito alguno. Con su pelo peinado hacia atrás y unos ojos igual de brillantes, también era el tipo de hombre con el que una no se siente nunca completamente cómoda, y (_____) no había logrado superar aquello, incluso después de tres años como su asistente adjunta.
Después de cerrar la puerta, se acomodó en la silla que él tenía delante, y se preguntó cuáles serían exactamente las importantes noticias que tenía que darle.
—Taylor me ha dicho que querías verme. ¿Hay algún tipo de anuncio importante en marcha?
La mirada de su jefe se intensificó cuando se le escapó una risa. Obviamente, se sentía sorprendido, aunque no asustado de escuchar que sus empleados sospechaban que se estaba tramando algo.
—¿Un anuncio? Bueno, algo así, pero dependerá de la conversación que vamos a mantener. Pero primero, tengo que contarte un secreto. Y sé perfectamente que puedo confiar en que lo guardes, ¿no es así, (_____)? Sobre todo, cuando se trata de algo que puede ser de interés para tu carrera.
—Por supuesto —dijo ella, esperando que él no pudiera ver cómo su estado nervioso la hacía tragar saliva sin parar. (_____) odiaba los secretos. Profesionales, personales, no le gustaban fuera cual fuera su naturaleza. Después de todo, se había divorciado a causa de un secreto, una aventura secreta para ser más concretos. Pero aquello sonaba como si de todas formas estuviera a punto de saber otro.
—He observado cómo has ido evolucionando en este negocio durante los últimos años, (_____). Aprendes con rapidez, eres inteligente, responsable y le gustas a la gente. Además, eres una persona agradable. En una ciudad como Los Ángeles no siempre encuentras mucha gente que lo sea, y eso hace que seas un buen producto.
¿Era un buen producto? ¿Cuándo había ocurrido eso? Bueno, no importaba, quizás aquello significara que fuera a recibir un aumento. ¿Quizás un aumento secreto que solo iba a recibir ella? Estaba claro que podría guardar un secreto como aquel.
—Gracias, señor Jenkins. He disfrutado mucho aprendiendo tanto acerca del negocio musical desde que comencé a trabajar aquí.
—Puede que no te des cuenta de ello, (_____), pero es probable que conozcas los pormenores de esta compañía mejor que la mayoría de las personas que trabajan en esta oficina. Te he escuchado hablar por teléfono con la gente, desde artistas a distribuidores, y sabes lo que haces. Hasta cierto punto, creo que es un pecado dejar que sigas en el puesto que tienes ahora.
Ante aquellas palabras, (_____) se sorprendió. Aquello no parecía tratarse solamente de un aumento.
—Quiero prepararte para que seas la próxima representante de A&R de Blue Night —dijo Jenkins, y ella se esforzó por evitar que se le abriera la boca de asombro.
¿Pretendía ofrecerle a ella, la pequeña (______) Cayton de Centerville, Ohio, el puesto más codiciado de la discográfica? La mayoría de la gente que trabajaba allí, empezando por el chico que traía el correo, y que había aceptado el trabajo en Blue Night, aspiraban a avanzar algún día hasta llegar al atractivo puesto de representante de artistas y repertorios, que se encargaba de buscar y contratar a nuevos talentos. Ella, por el contrario, no había barajado aquella posibilidad. Simplemente necesitaba un trabajo, una entrevista. Trabajar en una buena compañía discográfica le había parecido más que satisfactorio. Pero ser la representante de aquella firma... vaya, aquello era demasiado.
Entonces, cayó en la cuenta.
—¿Joe abandona? ¿Se va a alguna de las grandes discográficas?
Joe Jonas era Blue Night Records para la industria y los paparazzi. Tenía un atractivo que podía dejar a cualquiera sin respiración, y aquello, combinado con su imagen de estrella del rock, lo hacía deliciosamente fotogénico, sobre todo cuando salía de fiesta con bandas de rock o iba del brazo de la última sensación femenina del pop. También era el único representante de A&R de Blue Night y era tan conocido y tenía tanto éxito en los negocios que no había necesidad de contar con alguien más. (_____) atribuía a Joe los logros de la empresa, tanto como a Jenkins.
Su jefe seguía sonriendo, todavía estaba en el mismo lugar pero tenía una postura rígida.
—Es aquí cuando viene el secreto.
—Ah —(____) contenía la respiración, a la espera.
—Esto es lo que pasa —le dijo su jefe, que había ladeado la cabeza. —A pesar del obvio éxito que Joe ha tenido, con el paso del tiempo ha empezado a... se ha convertido en un estorbo. Si no me crees, pregúntale a Taylor, es ella quien atiende las llamadas de los reporteros, quien responde a los rumores. Pero estoy seguro que no hará falta que le preguntes, porque todo el mundo lo sabe ya.
(_____) asintió brevemente y suspiró. Había rumores. Rumores que decían que Joe Jonas realizaba un proceso moderno de selección entre los artistas, y contrataba a mujeres solo después de acostarse con ellas. Rumores que decían que se lo pasaba en grande con los músicos con los que pasaba el rato. Era el chico malo oficial de la escena musical de Los Ángeles.
—Solo que no me daba cuenta de que el comportamiento de Joe tuviera un impacto tan importante en el negocio de Blue Night —después de todo, aquello era Hollywood, allí se llevaba el estilo de vida rock 'n' roll. —Afortunadamente, ha sido algo que hemos visto venir lentamente. Pero ahora, tengo a Katy Perry amenazando con demandarnos, afirmando que Joe no iba a darle un contrato a no ser que se fuera a la cama con él —Perry iba a ser una nueva maravilla de Blue Night, una cantante que había causado sensación con su primer hit y cuya mala actitud la había sacado a patadas de una buena discográfica que además de cultivar artistas, sigue con ellos pese a sus altibajos. —Podría ser algo sin importancia ya que somos nosotros quienes no la seleccionamos, pero por otro lado, es el tipo de publicidad que puede acabar con nosotros y, sea o no cierto lo que ella dice, el comportamiento general de Joe lo hace plausible —una sonrisa esperanzadora volvió a aparecer en el rostro de Jenkins. —Entonces, ¿quieres escuchar mi propuesta?
Era triste, pero a pesar de lo excitante de la situación, todo aquello había hecho que a (_____) le entraran sudores. Aparentando tranquilidad, dijo:
—Por supuesto.
—Quiero anunciar que vamos a añadirte como agente representante debido a tu evolución en la empresa durante los últimos dos años, y expresaré mi deseo de que Joe te forme como tal, empezando con su viaje de exploración a Las Vegas la semana que viene. Quiero que vigiles todos sus movimientos. Él te pondrá al tanto de todo, te presentará a gente, te enseñará cómo distinguir a una estrella de un éxito pasajero. En cuanto al futuro de Joe, me mantendré prudente hasta que veamos qué es lo que ocurre con Katy. Pero en el momento en el que ella decida demandar, estará fuera. Eso puede ocurrir la semana que viene, el mes que viene, o nunca, tendremos que dejar que las cosas sigan su curso. De una manera u otra, te quiero preparada para encargarte de todo. Y... si resulta que Joe puede limpiar su imagen y cambiarla por una más profesional para Blue Night, no te dejaré en la estacada. Si acabo manteniendo a Joe en nómina, puedo afirmar con total seguridad que seguiremos haciendo mucho dinero, y los necesitaré a ambos ahí afuera, buscando talentos nuevos. Mientras tanto, todo lo que te he contado acerca de Joe debe quedar entre tú y yo. Para el resto del mundo estás formándote para un nuevo puesto, no para el de Joe. ¿Está claro?
Ella tensó los labios, estaba intentando ocultar de nuevo cómo los nervios le hacían tragar saliva compulsivamente.
—¿Y eso incluye a Joe? ¿Él no tiene ni idea de que va a estar preparándome para ocupar su puesto cuando tú lo despidas?
Jenkins respondió con una inclinación de cabeza breve pero concluyente.
«De acuerdo, resumamos lo que acaba de pasar. Tu jefe te acaba de ofrecer la oportunidad de tu vida. Y para conseguirla, todo lo que tienes que hacer es mentirle al hombre más sexy que has conocido nunca. Durante una semana. Quizás algo más. Ah, y también tienes que mentir a todos los demás, claro».
Sintió cómo se le revolvía el estómago.
—¿Puedo contar contigo, (____)? ¿Estás conmigo en esto? ¿Por un trabajo de ensueño?
—Desde luego —¿Qué otra cosa podría decir?
—No necesito un hombre. No necesito un hombre. No necesito un hombre.
Normalmente, (_____) hacía sus afirmaciones matinales en casa, pero aquel día se le habían pegado las sábanas, y sus afirmaciones, así como su desayuno, se habían visto obligadas a esperar hasta que saliera de la oficina. Por suerte, estaba aprovechando unos pocos minutos sola en la sala de descanso, con un donut y el libro de autoayuda que estaba leyendo, un manual adecuadamente titulado No necesitas un hombre para ser feliz.
Bajó el tono de voz incluso más al pronunciar la siguiente serie de frases.
—No necesito un pene que me dé placer. No necesito un pene que me dé placer. No necesito un pene que me dé placer.
Aunque quizás, no fuera mala idea descartar esa serie de su repertorio. Pronunciar aquellas palabras solo la hacía pensar en penes.
—Soy responsable de mi propio placer. Soy responsable de mi propio placer. Soy responsable de mi propio placer —desde luego, aquella frase aludía a la masturbación. Y ella no tenía nada en contra de ello. En realidad, estaba segura de que a cualquier chica podría parecerle una manera útil de superar una noche larga y solitaria. Pero decírselo a sí misma era como aceptar que la masturbación sería suficiente, para siempre... y bueno, eso era todo un reto. Tendría que esforzarse más en sentirlo cuando dijera la frase.
Sin embargo, aún se sentía decidida y retomó la primera serie de repeticiones.
—No necesito un hombre. No necesito...
—Hablas precisamente como alguien que necesita un hombre.
(_____) dio un respingo en su asiento. Levantó la cabeza para encontrarse con Taylor Swift su amiga y colaboradora, una mujer rubia, bastante atractiva, alguien con montones de hombres en su vida. Taylor se encargaba de las relaciones públicas de Blue Night Records, la casa discográfica independiente que les daba un puesto a las dos, y además, estaba licenciada en psicología, algo que ella afirmaba necesitar en su línea de trabajo.
—No es verdad —le contestó (_____), al mismo tiempo que se reafirmaba en su idea de no necesitar un hombre. A pesar de lo poco que tenían en común, las dos se habían convertido en grandes amigas desde el día en el que (_____) se mudó a Los Ángeles, hacía ya tres años. Así que se alegraba de que fuera Taylor la persona que había tenido la osadía de interrumpirla cuando hacía sus afirmaciones.
Taylor ladeó un poco la cabeza, con una expresión de reproche en los ojos.
—Alguien que normalmente tiene que decírselo a sí mismo.
—¿Qué?
Taylor cruzó los brazos bajo sus amplios pechos.
—Fíjate en mi vecina, la señora Freeland, por ejemplo. Tiene setenta y cinco años y no ha estado casada nunca. Es pintora, recorrió el mundo cuando era joven, adora a Fiona, su scottish terrier, y nunca ha necesitado un hombre. Nunca me ha dicho nada, pero ni falta que hace, se refleja en todo lo que hace. Simplemente es parte de ella. No siente la necesidad de ir por ahí dando explicaciones a la gente acerca de por qué no se ha casado o por qué no necesita un hombre, y la razón es porque está verdaderamente a gusto sin uno de ellos. Por otro lado está la señora Nelson, la mujer que vive tres pisos más abajo —Taylor dejó caer la barbilla en un gesto irónico y alternó su peso de una Sabrina de color rojo a otra. —Tiene cuarenta y cinco años y obviamente se siente sola. Siempre me está diciendo que no necesita un hombre que la haga sentirse completa, pero lo que le da poca credibilidad es lo condenadamente amargada y enfadada que parece cada vez que lo dice. Es posible que no quiera necesitar a un hombre. Pero está claro que necesita uno.
—¿Puedes repetirme otra vez qué es lo que quieres decir? —le preguntó (_____), con ambas cejas enarcadas.
—Decir que no necesitas un hombre una y otra vez indica que, te guste o no, sí lo necesitas. Y no es que eso sea un crimen, desde luego. Hay muchas mujeres que sienten verdadera emoción por el amor y el compromiso.
(_____) se limitó a poner los ojos en blanco.
—¿Amor y compromiso? Por favor —no tuvo que decir más, ya que Taylor estaba al día de todos los desagradables detalles acerca de los engaños de su marido y de su reciente divorcio. —Lo último en lo que estoy interesada es en el compromiso. Y esa sí es la verdad.
Taylor asintió.
—Te creo. Después de lo que ha pasado, es normal que te resulte difícil confiar en un hombre. Pero yo te diré qué es lo que necesitas.
—¿Qué es?
—Parafraseando las palabras inmortales de John Mellencamp, necesitas un amante, uno que no te haga perder la cabeza.
¿Un amante? (_____) había tenido relaciones, había salido un par de veces con algunos hombres y, por supuesto, había tenido un marido, pero nunca había sido el tipo de mujer segura y despreocupada que puede tener a alguien al que considere como un amante. Así que, se remitió a su libro.
—Según esto, un buen consolador puede proporcionar el mismo tipo de satisfacción.
Taylor enarcó las cejas y habló con sinceridad.
—¿Tú tienes uno?
—No.
—¿Y por qué no?
(______) hizo una mueca con los labios.
—¿Aparte del hecho de que soy demasiado tímida como para ir a una de esas tiendas donde los venden? Bueno, quizás porque, de alguna manera, pasar una noche con un vibrador suena un poco... vacío, y también aburrido. Sé que algunas mujeres dicen que se pasa un buen rato jugando con ellos, pero...
(_____) levantó las manos para silenciar a su amiga.
—No digas nada más. Y escúchame. Tú necesitas un amante. Y ya que hablamos del tema, ¿cuánto tiempo hace que no tienes uno?
—¿Cuenta David? —era su hipócrita ex marido.
Taylor sonrió.
—No me digas que es el último que has tenido. Quiero decir, llevas divorciada, ¿cuánto tiempo? ¿Unos seis meses?
(_____) suspiró.
—Y separada durante un año antes de que ocurriera eso.
Taylor reaccionó como si (______) le acabara de anunciar la muerte de alguien querido.
—Por el amor de Dios, pobre chica. Levántate.
(_____) parpadeó, sorprendida por la orden de Taylor, pero la imponente mirada que vio reflejada en sus ojos la obligó a ponerse de pie. Su amiga le puso las manos en la cintura y la llevó hacia el pequeño espejo que colgaba sobre el fregadero, en un rincón de la sala de descanso. La rodeó con sus brazos desde atrás y con destreza, desabrochó los dos botones superiores de la blusa de (____); después, cubrió firmemente la parte inferior de sus pechos para levantarlos.
—Vamos a conseguirte un hombre, y tenemos que empezar por exhibir tus cualidades un poco más.
Era patético, pero había pasado tanto tiempo desde la última vez que alguien había tocado a (_____) tan íntimamente, que incluso el inesperado agarrón de Taylor la había excitado un poco, provocando una sensación de hormigueo que se extendía directamente hacia la zona que cubría su ropa interior.
Pero todavía no se sentía preparada para tener una aventura sin sentido. O una que lo tuviera. Aquello la hacía descartar las aventuras. Y le hacía tener que volver a su libro.
—No lo sé, Tay. Simplemente no creo que los hombres o el sexo estén ya en mi lista de prioridades. Es esa la razón por la que hago estas afirmaciones. Quiero sacar ambas cosas de mi sistema.
Taylor caminó de vuelta hacia la mesa, y bajó la cabeza para observar el libro que todavía estaba abierto. Después, dejó escapar un exagerado carraspeo de desaprobación.
—¡Oh, Dios mío! Confía en mí, cariño, necesitas un pene. Todas necesitamos un pene. El pene es uno de los regalos que Dios le hizo a la mujer. Está claro que también nos otorgó los dolores del parto, y los periodos. Y nos ha mantenido oprimidas durante siglos enteros. Pero nos dio el pene, y eso compensa mucho, créeme.
(_____) se limitó a suspirar. Después, volvió a abrocharse los botones de su blusa, escondiendo el escote que Taylor acababa de descubrir. Aquello no tenía sentido, ni el escote ni la conversación.
—¿Has venido aquí para hostigarme o tenías algún propósito en mente?
—Ay, lo siento, casi se me olvida. Tu moratoria acerca de los hombres me ha distraído totalmente. Jenkins quiere verte en su oficina —aquel era su jefe y el presidente de Blue Night. —En los pasillos se rumorea que tiene algún anuncio importante que hacer, pero nadie sabe de qué se trata. Así que será mejor que vayas a comprobarlo y así acabas con el suspenso por nosotros.
¿Así que un anuncio importante, eh? Era la primera noticia que (____) tenía, y siendo la mano derecha de Jenkins, solía saber qué era lo que estaba ocurriendo por allí. Así que, después de sacudirse las migajas de donut con una servilleta, metió su libro en el cajón de su mesa de despacho, volvió a mirarse el escote para asegurarse de que se había abrochado la blusa correctamente, cogió una libreta y un bolígrafo y se dirigió hacia la oficina de Jenkins. Golpeó suavemente la puerta abierta, al mismo tiempo que echaba un vistazo dentro.
—(_____), entra —le dijo él, con lo que ella pensó que era una sonrisa más que retorcida. —Y cierra la puerta.
Cari Jenkins era exactamente el tipo de hombre al que la gente solía llamar por su apellido. Elegante y calculador, un hombre serio que no se andaba con tonterías, el tipo de persona que se esperaría encontrar en una empresa importante y no en una pequeña discográfica independiente. Dicho aquello, Blue Night había crecido con rapidez en los últimos años, y no había que restarle mérito alguno. Con su pelo peinado hacia atrás y unos ojos igual de brillantes, también era el tipo de hombre con el que una no se siente nunca completamente cómoda, y (_____) no había logrado superar aquello, incluso después de tres años como su asistente adjunta.
Después de cerrar la puerta, se acomodó en la silla que él tenía delante, y se preguntó cuáles serían exactamente las importantes noticias que tenía que darle.
—Taylor me ha dicho que querías verme. ¿Hay algún tipo de anuncio importante en marcha?
La mirada de su jefe se intensificó cuando se le escapó una risa. Obviamente, se sentía sorprendido, aunque no asustado de escuchar que sus empleados sospechaban que se estaba tramando algo.
—¿Un anuncio? Bueno, algo así, pero dependerá de la conversación que vamos a mantener. Pero primero, tengo que contarte un secreto. Y sé perfectamente que puedo confiar en que lo guardes, ¿no es así, (_____)? Sobre todo, cuando se trata de algo que puede ser de interés para tu carrera.
—Por supuesto —dijo ella, esperando que él no pudiera ver cómo su estado nervioso la hacía tragar saliva sin parar. (_____) odiaba los secretos. Profesionales, personales, no le gustaban fuera cual fuera su naturaleza. Después de todo, se había divorciado a causa de un secreto, una aventura secreta para ser más concretos. Pero aquello sonaba como si de todas formas estuviera a punto de saber otro.
—He observado cómo has ido evolucionando en este negocio durante los últimos años, (_____). Aprendes con rapidez, eres inteligente, responsable y le gustas a la gente. Además, eres una persona agradable. En una ciudad como Los Ángeles no siempre encuentras mucha gente que lo sea, y eso hace que seas un buen producto.
¿Era un buen producto? ¿Cuándo había ocurrido eso? Bueno, no importaba, quizás aquello significara que fuera a recibir un aumento. ¿Quizás un aumento secreto que solo iba a recibir ella? Estaba claro que podría guardar un secreto como aquel.
—Gracias, señor Jenkins. He disfrutado mucho aprendiendo tanto acerca del negocio musical desde que comencé a trabajar aquí.
—Puede que no te des cuenta de ello, (_____), pero es probable que conozcas los pormenores de esta compañía mejor que la mayoría de las personas que trabajan en esta oficina. Te he escuchado hablar por teléfono con la gente, desde artistas a distribuidores, y sabes lo que haces. Hasta cierto punto, creo que es un pecado dejar que sigas en el puesto que tienes ahora.
Ante aquellas palabras, (_____) se sorprendió. Aquello no parecía tratarse solamente de un aumento.
—Quiero prepararte para que seas la próxima representante de A&R de Blue Night —dijo Jenkins, y ella se esforzó por evitar que se le abriera la boca de asombro.
¿Pretendía ofrecerle a ella, la pequeña (______) Cayton de Centerville, Ohio, el puesto más codiciado de la discográfica? La mayoría de la gente que trabajaba allí, empezando por el chico que traía el correo, y que había aceptado el trabajo en Blue Night, aspiraban a avanzar algún día hasta llegar al atractivo puesto de representante de artistas y repertorios, que se encargaba de buscar y contratar a nuevos talentos. Ella, por el contrario, no había barajado aquella posibilidad. Simplemente necesitaba un trabajo, una entrevista. Trabajar en una buena compañía discográfica le había parecido más que satisfactorio. Pero ser la representante de aquella firma... vaya, aquello era demasiado.
Entonces, cayó en la cuenta.
—¿Joe abandona? ¿Se va a alguna de las grandes discográficas?
Joe Jonas era Blue Night Records para la industria y los paparazzi. Tenía un atractivo que podía dejar a cualquiera sin respiración, y aquello, combinado con su imagen de estrella del rock, lo hacía deliciosamente fotogénico, sobre todo cuando salía de fiesta con bandas de rock o iba del brazo de la última sensación femenina del pop. También era el único representante de A&R de Blue Night y era tan conocido y tenía tanto éxito en los negocios que no había necesidad de contar con alguien más. (_____) atribuía a Joe los logros de la empresa, tanto como a Jenkins.
Su jefe seguía sonriendo, todavía estaba en el mismo lugar pero tenía una postura rígida.
—Es aquí cuando viene el secreto.
—Ah —(____) contenía la respiración, a la espera.
—Esto es lo que pasa —le dijo su jefe, que había ladeado la cabeza. —A pesar del obvio éxito que Joe ha tenido, con el paso del tiempo ha empezado a... se ha convertido en un estorbo. Si no me crees, pregúntale a Taylor, es ella quien atiende las llamadas de los reporteros, quien responde a los rumores. Pero estoy seguro que no hará falta que le preguntes, porque todo el mundo lo sabe ya.
(_____) asintió brevemente y suspiró. Había rumores. Rumores que decían que Joe Jonas realizaba un proceso moderno de selección entre los artistas, y contrataba a mujeres solo después de acostarse con ellas. Rumores que decían que se lo pasaba en grande con los músicos con los que pasaba el rato. Era el chico malo oficial de la escena musical de Los Ángeles.
—Solo que no me daba cuenta de que el comportamiento de Joe tuviera un impacto tan importante en el negocio de Blue Night —después de todo, aquello era Hollywood, allí se llevaba el estilo de vida rock 'n' roll. —Afortunadamente, ha sido algo que hemos visto venir lentamente. Pero ahora, tengo a Katy Perry amenazando con demandarnos, afirmando que Joe no iba a darle un contrato a no ser que se fuera a la cama con él —Perry iba a ser una nueva maravilla de Blue Night, una cantante que había causado sensación con su primer hit y cuya mala actitud la había sacado a patadas de una buena discográfica que además de cultivar artistas, sigue con ellos pese a sus altibajos. —Podría ser algo sin importancia ya que somos nosotros quienes no la seleccionamos, pero por otro lado, es el tipo de publicidad que puede acabar con nosotros y, sea o no cierto lo que ella dice, el comportamiento general de Joe lo hace plausible —una sonrisa esperanzadora volvió a aparecer en el rostro de Jenkins. —Entonces, ¿quieres escuchar mi propuesta?
Era triste, pero a pesar de lo excitante de la situación, todo aquello había hecho que a (_____) le entraran sudores. Aparentando tranquilidad, dijo:
—Por supuesto.
—Quiero anunciar que vamos a añadirte como agente representante debido a tu evolución en la empresa durante los últimos dos años, y expresaré mi deseo de que Joe te forme como tal, empezando con su viaje de exploración a Las Vegas la semana que viene. Quiero que vigiles todos sus movimientos. Él te pondrá al tanto de todo, te presentará a gente, te enseñará cómo distinguir a una estrella de un éxito pasajero. En cuanto al futuro de Joe, me mantendré prudente hasta que veamos qué es lo que ocurre con Katy. Pero en el momento en el que ella decida demandar, estará fuera. Eso puede ocurrir la semana que viene, el mes que viene, o nunca, tendremos que dejar que las cosas sigan su curso. De una manera u otra, te quiero preparada para encargarte de todo. Y... si resulta que Joe puede limpiar su imagen y cambiarla por una más profesional para Blue Night, no te dejaré en la estacada. Si acabo manteniendo a Joe en nómina, puedo afirmar con total seguridad que seguiremos haciendo mucho dinero, y los necesitaré a ambos ahí afuera, buscando talentos nuevos. Mientras tanto, todo lo que te he contado acerca de Joe debe quedar entre tú y yo. Para el resto del mundo estás formándote para un nuevo puesto, no para el de Joe. ¿Está claro?
Ella tensó los labios, estaba intentando ocultar de nuevo cómo los nervios le hacían tragar saliva compulsivamente.
—¿Y eso incluye a Joe? ¿Él no tiene ni idea de que va a estar preparándome para ocupar su puesto cuando tú lo despidas?
Jenkins respondió con una inclinación de cabeza breve pero concluyente.
«De acuerdo, resumamos lo que acaba de pasar. Tu jefe te acaba de ofrecer la oportunidad de tu vida. Y para conseguirla, todo lo que tienes que hacer es mentirle al hombre más sexy que has conocido nunca. Durante una semana. Quizás algo más. Ah, y también tienes que mentir a todos los demás, claro».
Sintió cómo se le revolvía el estómago.
—¿Puedo contar contigo, (____)? ¿Estás conmigo en esto? ¿Por un trabajo de ensueño?
—Desde luego —¿Qué otra cosa podría decir?
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Holaaaa!!!
Primera lectora
Wowww
omg se ve super!! tienes q seguirla =) pliss
Primera lectora
Wowww
omg se ve super!! tienes q seguirla =) pliss
♥..:Tiff:..♥
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Helloww....!!!
Nuevaa lectooraa...!
Amoo estaa nove..! La vrdd que la eh leiido
Pero quiero leerla de nw!
Siguelaa sii? Plzzz!!!
Unn besooo!
w/LOve
AniieJaneeJ! ^^
Nuevaa lectooraa...!
Amoo estaa nove..! La vrdd que la eh leiido
Pero quiero leerla de nw!
Siguelaa sii? Plzzz!!!
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Invitado
Invitado
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
NOoooooo
YA la tienes que seguiiiirr!!!!!
me encanto tu novee!!!
nueva lectora :)
siguela prontoo!!
me encantaa joeee!!! :O
Pd: pasate por la mia https://onlywn.activoforo.com/t5044-i-wish-we-had-one-more-kiss-chord-overstreet-y-tu
YA la tienes que seguiiiirr!!!!!
me encanto tu novee!!!
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Invitado
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Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
..:Tiff:.. escribió:Holaaaa!!!
Primera lectora
Wowww
omg se ve super!! tienes q seguirla =) pliss
Aw si mi primera lectoraaa :D
ahora subo cap
nadamas termino de editarlo n,n
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
AniieeJaneJonas! escribió:Helloww....!!!
Nuevaa lectooraa...!
Amoo estaa nove..! La vrdd que la eh leiido
Pero quiero leerla de nw!
Siguelaa sii? Plzzz!!!
Unn besooo!
w/LOve
AniieJaneeJ! ^^
Aw de verdad qe esta super padre
pues bienvenida!
la seguiree ahora n,n
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Rayi. escribió:NOoooooo
YA la tienes que seguiiiirr!!!!!
me encanto tu novee!!!
nueva lectora :)
siguela prontoo!!
me encantaa joeee!!! :O
Pd: pasate por la mia https://onlywn.activoforo.com/t5044-i-wish-we-had-one-more-kiss-chord-overstreet-y-tu
aw a mi tambien me encantha Joe,
claro qe la seguire y espero
qe termines de leerla si te gusto este capitulo
no has visto nada :oops:
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Aqi les dejo el capitulo 2 y mas tarde publicare
la primera noche capitulos 1 y 2
pero tengo qe terminar de editarlos
la primera noche capitulos 1 y 2
pero tengo qe terminar de editarlos
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 02
Sabía que acababa de prometer guardar un secreto importante y bastante desagradable, pero en el momento en el que (_____) se levantó de su silla, decidió irse derechita a la oficina de Taylor. Podía confiar en Taylor. Y tenía que contárselo a alguien o no podría sobrevivir a todo aquello.
Cuando salió del despacho de Jenkins, con los ojos puestos en el suelo, su mirada recayó en un par de botas negras masculinas, con pequeñas hebillas plateadas a cada lado. Se detuvo, y lentamente subió la cabeza y se encontró con el mismísimo Joe Jonas delante de ella. Sintió cómo se le helaba la sangre de las venas, al mismo tiempo que le temblaba el cuerpo con una sensación de lujuria absoluta. Aparte de lo de las venas, que se debía a la inminente mentira, aquella era la reacción que normalmente tenía cuando se encontraba con él.
Por supuesto, había aprendido a disimularla muy bien. Solo era cuestión de sentido común. Todas las mujeres de la oficina —o del planeta, en realidad— se volvían locas cuando Joe Jonas entraba en una habitación, con sus atractivos vaqueros desgarrados y sus camisetas vintage, con su pelo negro y ondulado rozándole los hombros, y un par de ojos negros que parecían un lugar fácil en el cual ahogarse. No tenía sentido disfrutar de ello, así que simplemente había aprendido a mirar a otro sitio, de esta forma evitaba perderse en aquella mirada intensa e imaginar cómo sería la sensación de notar la presión de aquella protuberancia que se escondía tras su cremallera.
E incluso después de esos tres años, apenas lo conocía. Él trabajaba desde casa —o desde discotecas, o lugares de exploración varios; —solo paraba una vez a la semana para encontrarse con Jenkins detrás de una puerta cerrada. No asistía a las horas felices de la oficina, ni a las comidas, ni a las fiestas de Navidad, simplemente se pasaba por allí, como una estrella de rock segura y atractiva, sin apenas mirarla cuando pasaba por su lado. Claro que normalmente, ella le dedicaba un corto y simpático «Eh». Justo lo que él le decía ahora, en el momento en el que ella se encontraba con sus ojos y se le humedecían las bragas.
—Eh —dijo ella como respuesta, intentando ocultar su reacción.
—¿Está dentro? —pasó por delante de ella, y se dirigió a la oficina de Jenkins.
—Sí—fue la contestación más compleja que pudo articular.
Él hizo una leve inclinación de cabeza como respuesta y se coló dentro, cerrando la puerta tras él.
Y ella se quedó allí parada, observando el trozo de madera que acababa de separarlos; el corazón le latía todavía con demasiada rapidez.
Pronto, habría muy poco que los mantuviera separados. Iba a pasar una semana entera muy cerca de aquel hombre —Joe Jonas, dios griego—, empapándose de su conocimiento, respirando prácticamente el mismo aire que él.
Y probablemente su lujuria. Mucho de ella.
Porque le iba a resultar muy difícil disimularla cuando estuviera con él todo el tiempo, y mirara esa magnífica cara, y quisiera recorrer con sus dedos aquella suave melena suya.
Pero tenía que ser una profesional con todo aquello. Y a veces, cuando sabes que un hombre está completamente fuera de tu alcance, es simplemente más fácil —más saludable— no pensar en él sexualmente y concentrarse en el asunto que tienes entre manos. En aquel caso, robarle su trabajo sin que él se diera cuenta.
Sintió vergüenza, al acordarse del pacto que acababa de hacer con el mismo demonio, y se dio cuenta de lo sorprendentemente fácil que le resultaba pensar en su jefe de aquella manera. Después, hizo lo que había planeado y se dirigió hacia la oficina de Taylor por el pasillo; ahora era (____) la persona que cerraba la puerta.
—¿Te has hecho con la exclusiva? —Taylor la miraba desde la pantalla de su ordenador; todavía parecía perfecta con su traje ajustado de color rojo, y el pelo rubio recogido hacia arriba.
(____) parpadeó nerviosamente como respuesta.
—Oh, sí, la he conseguido.
—Entonces, suéltala.
—Es un secreto.
—Pero vas a contármelo de todas maneras, ¿verdad?
(_____) se inclinó hacia delante.
—Solo prométeme que no vas a decírselo a nadie, Tay. Es muy probable que Jenkins me despida si esto sale a la luz, de ambos trabajos —puso los ojos en blanco al darse cuenta de la locura que suponía todo aquello.
(_____) enarcó las cejas.
—¿Que te despida de ambos trabajos?
(_____) dejó escapar un suspiro, después se sentó en una esquina de la ordenada mesa de despacho de Taylor y se lo contó todo, terminando con su inminente viaje a Las Vegas, en el que se embarcaría en tan solo cuatro días ridículamente cortos.
Se dio cuenta con sorpresa que cuando acabó Taylor estaba sonriendo.
—Problema resuelto —dijo su amiga. —Un amante instantáneo. Solo lujuria y excitación.
A (_____) se le abrió la boca.
—Ya me has oído. Joe es el amante perfecto para ti. Sin jaleos, sin preocupaciones, nada que implique la complicación del afecto. Lo que pase en Las Vegas se queda en Las Vegas. Es el polvo perfecto.
(_____) volvió a parpadear, apenas sabía qué aspecto de todo aquello debía abordar primero.
—De acuerdo, para empezar, Joe Jonas ni siquiera me ha mirado a los ojos, así que estoy bastante segura de que no se muere por irse conmigo a la cama. Y para terminar, ¿estás escuchando lo que te digo? ¡Jenkins pretende que mienta de mala manera a Joe durante toda una semana durante la cual estaré con él cada segundo! Eso hace siete días y noches repletos de mentiras.
Taylor parecía como si tal cosa.
—Concentrémonos en las noches. Y en el polvo, no en la mentira. Porque confía en mí, con unos cuantas modificaciones, estará muriéndose por irse contigo a la cama. Eres una chica muy afortunada, (____)—le dijo su amiga con una sonrisa reconfortante, como si aquello fuera dado por hecho. —Vas a tener sexo puro y duro con Joe Jonas, algo con lo que la mayoría de las mujeres tan solo sueñan. Quiero decir, ¿acaso ese hombre no hace simplemente que te tiemble el coño?
(______) se limitó darse un manotazo en la frente.
—Estás loca. No, espera, me estás volviendo loca a mí. Necesito que me ayudes con un dilema moral y todo lo que haces es hablarme de sexo.
Pero era como si Taylor estuviera en su propio y diminuto mundo en aquel momento.
—Te voy a llevar de compras esta semana. Cancela todo lo que hayas planeado para el sábado y organízate para salir temprano por la Third Street Promenade. Lleva el sujetador más alentador que tengas. En realidad no importa. Compraremos sujetadores nuevos, vas a necesitar un montón de lencería sexy. Y concertaré una cita para ti con mi peluquero. Tiene siempre la agenda apretada, pero por mí, la estrujará aún más.
(_____) solo suspiró. Se sentía agotada a pesar de que ni siquiera habían dado las nueve de la mañana.
—Yo no puedo permitirme ir a tu peluquero. ¿Y qué tiene de malo mi ropa?
—Nada. Es perfecta para difundir el mensaje «Estoy atravesando un mal divorcio, déjame tranquila». Aunque no es que sea muy útil para el mensaje de «Háztelo conmigo».
(_____) contuvo la respiración.
—Yo no quiero que se lo hagan conmigo. E incluso si lo hiciera, Joe no sería el hombre —él era completamente excitante, pero ella no estaba a la altura. No estaba a la altura de todo su universo. Hasta el punto de sentirse intimidada. Le avergonzaba incluso la idea de expresar algo de interés en él, ya que seguramente se lo tomaría a risa. O quizás lo encontrara patético.
Entonces, negó con la cabeza; se sentía completamente enfadada.
—Pero volviendo al punto que tenemos entre manos, no estoy preocupada por el sexo. No necesito un hombre, ¿recuerdas? Lo que me preocupa es... es lo de estar robándole el trabajo y mintiéndole mientras lo hago, haciendo que me ayude a robarle su trabajo. Es despreciable.
Taylor se encogió de hombros, y finalmente desvió su atención al problema que tenía (_____).
—Quizás sí, quizás no. Todo depende de cómo se mire. Por un lado, es él quien se lo ha buscado. No es que realmente esté haciendo algo que no hagan otros, pero ni siquiera se ha molestado en tener un mínimo de discreción y ahora le está trayendo problemas. Por otro lado, tú vas a participar en una gran mentira que te beneficia, lo que te hace culpable —entonces, se inclinó hacia delante ligeramente, mirando a (_____) con los ojos entrecerrados. —Dicho esto, estamos hablando acerca de un trabajo de ensueño y Jenkins quiere que seas tú quien lo haga. Es una oportunidad enorme, y serías una estúpida si la dejaras pasar. Por eso necesitas mantener la cabeza fría con todo esto. Tienes que comprometerte con la mentira, comprometerte con el pecado.
(_____) aspiró el aire, sentía el pecho oprimido.
—Odio las mentiras —ahora que lo pensaba, había sido mucho más fácil escuchar los planes de Taylor para llevar a cabo una seducción imaginaria que recordar que iba a tener que mentirle a un hombre que no le había hecho daño alguno.
—A ver qué te parece esto —sugirió Taylor. —¿Qué te parece si no lo vemos como una mentira? En lugar de eso, podemos verlo como... ambición. Ir detrás de una buena oportunidad. Conseguir algo que realmente deseas. Porque por muy apacible que seas, mi querida (____), puedo verlo en tus ojos. Quieres este trabajo... más que nada en el mundo.
Que Dios la ayudara, Taylor tenía razón. Le encantaba la música. Había llegado incluso a adorarla más desde que había aterrizado en Blue Night. Sería genial ayudar a decidir qué personas merecían la pena ser escuchadas, y tener el poder de darles a los músicos una oportunidad real de alcanzar el estrellato, hacer que sus sueños se convirtieran en realidad. Y ya podía incluso saborear la emoción, y la satisfacción, que aquello le traería.
—Ojalá no me sintiera tan culpable acerca de cómo voy a conseguirlo.
Una vez más, Taylor se encogió de hombros.
—Míralo de esta manera. ¿Dónde mejor que la Ciudad del Pecado para hacer algo que está mal?
Sabía que acababa de prometer guardar un secreto importante y bastante desagradable, pero en el momento en el que (_____) se levantó de su silla, decidió irse derechita a la oficina de Taylor. Podía confiar en Taylor. Y tenía que contárselo a alguien o no podría sobrevivir a todo aquello.
Cuando salió del despacho de Jenkins, con los ojos puestos en el suelo, su mirada recayó en un par de botas negras masculinas, con pequeñas hebillas plateadas a cada lado. Se detuvo, y lentamente subió la cabeza y se encontró con el mismísimo Joe Jonas delante de ella. Sintió cómo se le helaba la sangre de las venas, al mismo tiempo que le temblaba el cuerpo con una sensación de lujuria absoluta. Aparte de lo de las venas, que se debía a la inminente mentira, aquella era la reacción que normalmente tenía cuando se encontraba con él.
Por supuesto, había aprendido a disimularla muy bien. Solo era cuestión de sentido común. Todas las mujeres de la oficina —o del planeta, en realidad— se volvían locas cuando Joe Jonas entraba en una habitación, con sus atractivos vaqueros desgarrados y sus camisetas vintage, con su pelo negro y ondulado rozándole los hombros, y un par de ojos negros que parecían un lugar fácil en el cual ahogarse. No tenía sentido disfrutar de ello, así que simplemente había aprendido a mirar a otro sitio, de esta forma evitaba perderse en aquella mirada intensa e imaginar cómo sería la sensación de notar la presión de aquella protuberancia que se escondía tras su cremallera.
E incluso después de esos tres años, apenas lo conocía. Él trabajaba desde casa —o desde discotecas, o lugares de exploración varios; —solo paraba una vez a la semana para encontrarse con Jenkins detrás de una puerta cerrada. No asistía a las horas felices de la oficina, ni a las comidas, ni a las fiestas de Navidad, simplemente se pasaba por allí, como una estrella de rock segura y atractiva, sin apenas mirarla cuando pasaba por su lado. Claro que normalmente, ella le dedicaba un corto y simpático «Eh». Justo lo que él le decía ahora, en el momento en el que ella se encontraba con sus ojos y se le humedecían las bragas.
—Eh —dijo ella como respuesta, intentando ocultar su reacción.
—¿Está dentro? —pasó por delante de ella, y se dirigió a la oficina de Jenkins.
—Sí—fue la contestación más compleja que pudo articular.
Él hizo una leve inclinación de cabeza como respuesta y se coló dentro, cerrando la puerta tras él.
Y ella se quedó allí parada, observando el trozo de madera que acababa de separarlos; el corazón le latía todavía con demasiada rapidez.
Pronto, habría muy poco que los mantuviera separados. Iba a pasar una semana entera muy cerca de aquel hombre —Joe Jonas, dios griego—, empapándose de su conocimiento, respirando prácticamente el mismo aire que él.
Y probablemente su lujuria. Mucho de ella.
Porque le iba a resultar muy difícil disimularla cuando estuviera con él todo el tiempo, y mirara esa magnífica cara, y quisiera recorrer con sus dedos aquella suave melena suya.
Pero tenía que ser una profesional con todo aquello. Y a veces, cuando sabes que un hombre está completamente fuera de tu alcance, es simplemente más fácil —más saludable— no pensar en él sexualmente y concentrarse en el asunto que tienes entre manos. En aquel caso, robarle su trabajo sin que él se diera cuenta.
Sintió vergüenza, al acordarse del pacto que acababa de hacer con el mismo demonio, y se dio cuenta de lo sorprendentemente fácil que le resultaba pensar en su jefe de aquella manera. Después, hizo lo que había planeado y se dirigió hacia la oficina de Taylor por el pasillo; ahora era (____) la persona que cerraba la puerta.
—¿Te has hecho con la exclusiva? —Taylor la miraba desde la pantalla de su ordenador; todavía parecía perfecta con su traje ajustado de color rojo, y el pelo rubio recogido hacia arriba.
(____) parpadeó nerviosamente como respuesta.
—Oh, sí, la he conseguido.
—Entonces, suéltala.
—Es un secreto.
—Pero vas a contármelo de todas maneras, ¿verdad?
(_____) se inclinó hacia delante.
—Solo prométeme que no vas a decírselo a nadie, Tay. Es muy probable que Jenkins me despida si esto sale a la luz, de ambos trabajos —puso los ojos en blanco al darse cuenta de la locura que suponía todo aquello.
(_____) enarcó las cejas.
—¿Que te despida de ambos trabajos?
(_____) dejó escapar un suspiro, después se sentó en una esquina de la ordenada mesa de despacho de Taylor y se lo contó todo, terminando con su inminente viaje a Las Vegas, en el que se embarcaría en tan solo cuatro días ridículamente cortos.
Se dio cuenta con sorpresa que cuando acabó Taylor estaba sonriendo.
—Problema resuelto —dijo su amiga. —Un amante instantáneo. Solo lujuria y excitación.
A (_____) se le abrió la boca.
—Ya me has oído. Joe es el amante perfecto para ti. Sin jaleos, sin preocupaciones, nada que implique la complicación del afecto. Lo que pase en Las Vegas se queda en Las Vegas. Es el polvo perfecto.
(_____) volvió a parpadear, apenas sabía qué aspecto de todo aquello debía abordar primero.
—De acuerdo, para empezar, Joe Jonas ni siquiera me ha mirado a los ojos, así que estoy bastante segura de que no se muere por irse conmigo a la cama. Y para terminar, ¿estás escuchando lo que te digo? ¡Jenkins pretende que mienta de mala manera a Joe durante toda una semana durante la cual estaré con él cada segundo! Eso hace siete días y noches repletos de mentiras.
Taylor parecía como si tal cosa.
—Concentrémonos en las noches. Y en el polvo, no en la mentira. Porque confía en mí, con unos cuantas modificaciones, estará muriéndose por irse contigo a la cama. Eres una chica muy afortunada, (____)—le dijo su amiga con una sonrisa reconfortante, como si aquello fuera dado por hecho. —Vas a tener sexo puro y duro con Joe Jonas, algo con lo que la mayoría de las mujeres tan solo sueñan. Quiero decir, ¿acaso ese hombre no hace simplemente que te tiemble el coño?
(______) se limitó darse un manotazo en la frente.
—Estás loca. No, espera, me estás volviendo loca a mí. Necesito que me ayudes con un dilema moral y todo lo que haces es hablarme de sexo.
Pero era como si Taylor estuviera en su propio y diminuto mundo en aquel momento.
—Te voy a llevar de compras esta semana. Cancela todo lo que hayas planeado para el sábado y organízate para salir temprano por la Third Street Promenade. Lleva el sujetador más alentador que tengas. En realidad no importa. Compraremos sujetadores nuevos, vas a necesitar un montón de lencería sexy. Y concertaré una cita para ti con mi peluquero. Tiene siempre la agenda apretada, pero por mí, la estrujará aún más.
(_____) solo suspiró. Se sentía agotada a pesar de que ni siquiera habían dado las nueve de la mañana.
—Yo no puedo permitirme ir a tu peluquero. ¿Y qué tiene de malo mi ropa?
—Nada. Es perfecta para difundir el mensaje «Estoy atravesando un mal divorcio, déjame tranquila». Aunque no es que sea muy útil para el mensaje de «Háztelo conmigo».
(_____) contuvo la respiración.
—Yo no quiero que se lo hagan conmigo. E incluso si lo hiciera, Joe no sería el hombre —él era completamente excitante, pero ella no estaba a la altura. No estaba a la altura de todo su universo. Hasta el punto de sentirse intimidada. Le avergonzaba incluso la idea de expresar algo de interés en él, ya que seguramente se lo tomaría a risa. O quizás lo encontrara patético.
Entonces, negó con la cabeza; se sentía completamente enfadada.
—Pero volviendo al punto que tenemos entre manos, no estoy preocupada por el sexo. No necesito un hombre, ¿recuerdas? Lo que me preocupa es... es lo de estar robándole el trabajo y mintiéndole mientras lo hago, haciendo que me ayude a robarle su trabajo. Es despreciable.
Taylor se encogió de hombros, y finalmente desvió su atención al problema que tenía (_____).
—Quizás sí, quizás no. Todo depende de cómo se mire. Por un lado, es él quien se lo ha buscado. No es que realmente esté haciendo algo que no hagan otros, pero ni siquiera se ha molestado en tener un mínimo de discreción y ahora le está trayendo problemas. Por otro lado, tú vas a participar en una gran mentira que te beneficia, lo que te hace culpable —entonces, se inclinó hacia delante ligeramente, mirando a (_____) con los ojos entrecerrados. —Dicho esto, estamos hablando acerca de un trabajo de ensueño y Jenkins quiere que seas tú quien lo haga. Es una oportunidad enorme, y serías una estúpida si la dejaras pasar. Por eso necesitas mantener la cabeza fría con todo esto. Tienes que comprometerte con la mentira, comprometerte con el pecado.
(_____) aspiró el aire, sentía el pecho oprimido.
—Odio las mentiras —ahora que lo pensaba, había sido mucho más fácil escuchar los planes de Taylor para llevar a cabo una seducción imaginaria que recordar que iba a tener que mentirle a un hombre que no le había hecho daño alguno.
—A ver qué te parece esto —sugirió Taylor. —¿Qué te parece si no lo vemos como una mentira? En lugar de eso, podemos verlo como... ambición. Ir detrás de una buena oportunidad. Conseguir algo que realmente deseas. Porque por muy apacible que seas, mi querida (____), puedo verlo en tus ojos. Quieres este trabajo... más que nada en el mundo.
Que Dios la ayudara, Taylor tenía razón. Le encantaba la música. Había llegado incluso a adorarla más desde que había aterrizado en Blue Night. Sería genial ayudar a decidir qué personas merecían la pena ser escuchadas, y tener el poder de darles a los músicos una oportunidad real de alcanzar el estrellato, hacer que sus sueños se convirtieran en realidad. Y ya podía incluso saborear la emoción, y la satisfacción, que aquello le traería.
—Ojalá no me sintiera tan culpable acerca de cómo voy a conseguirlo.
Una vez más, Taylor se encogió de hombros.
—Míralo de esta manera. ¿Dónde mejor que la Ciudad del Pecado para hacer algo que está mal?
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Les dejare el primer y parte del segundo capitulo
porqe ya no me volvere a conectar hasta mañana u,u
disfrutenlos y espero comentarios !
porqe ya no me volvere a conectar hasta mañana u,u
disfrutenlos y espero comentarios !
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
LA PRIMERA NOCHE
El pecado depende de la geografía.
Bertrand Russell
El pecado depende de la geografía.
Bertrand Russell
CAPÍTULO 01;PRIMERA NOCHE
(_____) llegó a Las Vegas con un vestuario renovado, un nuevo color de pelo y una nueva actitud, no ante el sexo con Joe Jonas, sino ante el trabajo. Se había convencido a sí misma de que Taylor tenía razón, que aquella era solo la manera en la que se hacían negocios en la industria del espectáculo. No era una cuestión de ética, simplemente de reglas del juego. Estaba claro que Joe Jonas lo vería de ese modo, si la situación hubiera sido al revés.
Joe había volado desde Los Ángeles hasta Las Vegas el mismo día que (_____) había hecho su viaje de cinco horas en coche a través del desierto de Mojave. El bueno y viejo Jenkins había aceptado con gusto que ella mintiera, pero no le había ofrecido un billete de avión, explicándole que después de todo, todavía eran una firma independiente, y que el dinero no crecía en los árboles.
—Aunque, una vez que estés en el puesto de representante de A&R —le había prometido él— desplegarán la alfombra roja para ti.
Solo Dios sabía que no era allí donde ella esperaba verse cuando cumpliera treinta años, empezando toda una nueva carrera y cruzando el desierto para conseguirlo. Pero quizás un trabajo importante y tan codiciado la hiciera recuperar de alguna manera la sensación de seguridad que le había robado su divorcio.
Había intentado concentrarse en ello mientras rezaba para que su coche no se sobrecalentara con las altas temperaturas de mayo, y a medida que avanzaba en el camino, pudo divisar más de un espejismo, imágenes que provocaba el sol, y que la convencían de que lo que estaba viendo era un enorme y suave charco de agua, pero que cuanto más se acercaba se daba cuenta de que simplemente era más tierra plana y marrón.
Así que fue un alivio, incluso aunque fuera un poco abrumador, llegar finalmente a Las Vegas Strip. Nunca antes había visto la Ciudad del Pecado, pero un paseo en coche por la carretera de diez carriles le decía que era justo lo que había imaginado. Incluso durante las horas del día, había millones de luces que parpadeaban y danzaban a cada lado de la famosa avenida. Pasó por fuentes enormes, montañas rusas que se movían a toda velocidad sobre su coche, e incluso edificios enteros que cambiaban de color a voluntad. Pudo divisar el puente de Brooklyn, una pirámide egipcia, la Torre Eiffel, el Coliseo romano y un volcán en erupción, y aunque le daba la sensación de que los monumentos de todo el mundo entraban en conflicto en aquel lugar, todo se reestructuraba en un espectáculo puro.
Aminoró la marcha delante del hotel Venecia, donde se habían reservado dos habitaciones juntas para Joe y ella, y siguió después por un carril en zigzag, que llevaba a las puertas delanteras. Se sintió asombrada por la extensión del lugar incluso antes de llegar bajo el toldo que cubría al menos una docena de carriles de una sola dirección: un zoológico atestado pero eficiente de coches y carritos para llevar el equipaje y maletas que llevaban unos hombres vestidos con uniforme a rayas y pañuelos al cuello que recordaban a los gondoleros italianos.
Uno de ellos corrió a toda prisa para abrirle la puerta del coche.
—Bienvenida al hotel Venecia. ¿Desea registrarse?
—Sí.
Estaba registrándose en el hotel Venecia. Y estaba registrándose en Las Vegas, el lugar adonde va la gente que desea pecar.
Y ya en aquel momento, mientras atravesaba las puertas y llegaba al extravagante y enorme vestíbulo con un techo en forma de arco y decorado con frescos, sintió cómo, de alguna manera, la invadía un cambio. Empezaba lentamente, aunque era fácil de reconocerlo, y... asombrosamente fácil de abrazar.
No tenía nada que ver con su ropa nueva. Ni con su nuevo pelo. Y ni siquiera estaba segura de que se tratara del puesto de trabajo que iba a robar y que era la razón por la que estaba allí.
Porque parecía crecer desde su interior, y hacerse eco hacia el exterior desde lo más profundo de su ser.
Apenas podía encontrar explicación alguna, pero... simplemente se sentía diferente en aquel lugar.
Una extraña y nueva energía la invadía. Estaba preparada para hacer cambios en su vida.
Quizás sí tenía que ver con la ropa nueva y el pelo. Quizás se tratara del trabajo. La verdad era que se había dicho a sí misma que aquello tenía que ocurrir, que tenía que convertirse en el tipo de persona que pudiera meterse en un juego de tales características. Aun así, había algo en el aura de aquel lugar que rápidamente ayudaba a que el proceso fuera más fácil, y aquello le daba la sensación de que todo iba como la seda, y al mismo tiempo era excitante como... el pecado.
Mientras había llegado a la suntuosa mesa de registro, y le daba su nombre al dependiente, una firme sensación de libertad la invadió. Una sensación de novedad. E incluso si era verdad que debía haber un momento en su vida en el que ser alguien nuevo le traería muchos beneficios, estaba segura de que aquel era el momento.
Porque, nena, estaba en Las Vegas. Una ciudad enorme y abrumadora, un oasis increíblemente brillante construido en el desierto solo y exclusivamente para aquellos que buscan el placer y, le gustara o no, estaba a punto de sumergirse en él.
Última edición por ElviiThaJonas el Miér 23 Mar 2011, 5:11 pm, editado 1 vez
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 02;PRIMERA NOCHE
La habitación era lujosa, sin mencionar lo enorme que parecía, y aquello hizo que se despejaran sus dudas acerca de si iba a gustarle aquello de ser una representante de A&R, incluso aunque todavía no existiera el beneficio de viajar en avión.
Estaba ocupada mirando boquiabierta el enorme cuarto de baño alicatado cuando vio, por el rabillo del ojo, una luz que parpadeaba en el teléfono de la habitación, lo que le informaba que ya tenía un mensaje. Se sentó en el borde de la cama y presionó el botón de recuperación de mensaje, y se encontró completamente deleitada ante el simple sonido de la profunda voz de Joe.
—(______). Has hecho un largo viaje en coche, así que tómate toda la tarde para descansar. Luego, reúnete conmigo en el Mon Ami Gabi delante del hotel París, a las siete. Estoy deseando trabajar contigo.
No se identificó. Porque no hacía falta que lo hiciera.
«Qué arrogante», pensó ella, con los ojos en blanco.
Pero también sexy. Y alguien sexy podría compensar su arrogancia de muchas maneras. Ella pensó que en realidad, nunca le había escuchado encadenar tantas palabras antes, y solo su voz, incluso sin una cara que la acompañara, la había hecho sentirse excitada.
No es que ella pudiera permitirse pensar en él como alguien sexy. O como alguien que la excitaba. No, para (_____), Joe Jonas era ahora simplemente el medio para conseguir una meta, un trampolín hacia una nueva y excitante carrera. Y Taylor lo había dejado claro: él mismo se lo había buscado. En cuestión de tiempo, aquella semana de subterfugio sería historia, y ella tendría un nuevo y brillante puesto de trabajo que enseñarle al mundo.
Por supuesto, cuando empezó a prepararse para la cena unas horas más tarde, se fue poniendo cada vez más nerviosa. Como su viejo yo, su yo real, la pequeña y nerviosa (______) que respondía a los teléfonos y tramitaba contratos y que generalmente se quedaba en segundo plano, la pequeña y nerviosa (_____) que sentía pánico ante la idea de estar cerca de un hombre ultramoderno como Joe durante más de un minuto o dos.
Pero una mirada al espejo le recordó que había decidido no ser nunca más la pequeña y nerviosa (_____). Su pelo, que hacía unos días había sido de un soso castaño claro, era ahora de un tono cálido y sexy de castaño rojizo, con un corte elegante que caía recto hasta los hombros, pero que le enmarcaba la cara. Y su cuerpo, que generalmente escondía con ropa bastante conservadora, ahora le parecía tener muchas más curvas con unos vaqueros bien ajustados, botines de punta y una blusa ajustada de color blanco que dejaba entrever su sujetador bordado con cuentas, y que enseñaba algo de su escote. Taylor había declarado oficialmente aquel aspecto como el de una chica segura y cosmopolita, y ella no había podido negar que, en realidad, la hacía sentir precisamente de esa manera. Un par de gafas de sol nuevas completaban la imagen.
Ella sabía que el hotel París estaba lo suficientemente lejos como para garantizar tener que coger el coche o pedir un taxi, pero había decidido caminar un poco. Por muy fabulosamente lujoso que le hubiera resultado el Venecia, se sentía con ganas de devorar más escenas de Las Vegas y pensó que hacerlo a pie era la mejor manera de quedarse con los detalles.
Lo que descubrió a medida que avanzaba fue una ciudad extraña llena de pasajes peatonales y ascensores y puentes que parecían llevar a cualquier dirección sin dejar necesariamente claro hacia dónde dirigían. Así que siguió sus instintos y a las multitudes, sintiéndose minúscula en comparación con todo aquello. Nunca había estado en el Gran Cañón, pero había escuchado a la gente hablar sobre sentirse pequeño allí, como una mancha accidental. Pensó que acababa de descubrir el Gran Cañón urbano, un lugar al mismo tiempo grandioso y opulento aunque también llamativo, un lugar que emitía una sensación subyacente de desastre, que de alguna manera flotaba en el ambiente.
Se detuvo en uno de los pasadizos y se encontró a sí misma observando el ancho y bullicioso Las Vegas Boulevard hacia la grandeza del Caesars Palace, con su césped arreglado y sus estructuras de estilo romano y de color blanco prístino. Pero de repente, su visión se vio oscurecida por una valla publicitaria en movimiento que se paseaba por el Strip en un pequeño camión, y que exhibía a una mujer con pechos enormes y una lencería escasa, y con las palabras «¿QUIERES JUGAR CONMIGO?» junto a un número de teléfono. (_____) sintió cómo se le contraía el pecho, y en realidad, comprendió algo: que había parado en un lugar de verdaderas contradicciones, más específicamente, un lugar en donde el césped arreglado y las prostitutas coexistían en paz.
Mientras continuaba con su paseo, se cruzó con familias enteras que llevaban sus cochecitos de bebé, seguidas por grupos de mujeres jóvenes con vestidos bien ceñidos y que iban de camino a las discotecas del lugar. Las limusinas viajaban elegantemente por las mismas carreteras en las que circulaban los autobuses abarrotados de gente. Vio uno cuantos hombres mejicanos de pie en las esquinas, que endosaban tarjetas con fotos de chicas desnudas y sus números de teléfono a cada persona que pasaba a su lado, sin importar la edad o el género. Cuando (____) aceptó inconscientemente una y en ella encontró Bambi, 21 años, se sobresaltó y la dejó caer al suelo, dándose cuenta entonces de que el paseo estaba lleno de papeles parecidos. El pecado cubría literalmente la tierra de aquel lugar.
A medida que se acercaba al hotel París, (_____) divisó la cafetería que había en el edificio, y que tenía el aspecto de lo que ella había imaginado que fueran las cafeterías que alineaban los Campos Elíseos en el París real, donde ella esperaba ir algún día. La versión de Las Vegas de lo que era la Torre Eiffel ensombrecía los restaurantes de la calle, y ella no pudo evitar sentirse deleitada con la elección que Joe había hecho del restaurante. Ella sabía que no era París realmente, pero estaba deseando disfrutar de la imitación y se sentía contenta de sumergirse de nuevo en los aspectos más opulentos de la Ciudad del Pecado.
Fue entonces cuando lo divisó, sentado ya y estudiando atentamente el menú. Llevaba dos pequeños aros en ambos lóbulos de las orejas, e incluso así sentado, su fornido cuerpo hacía que su simple camiseta vintage de los Ramones y sus vaqueros desgarrados y descoloridos parecieran lo último en moda. Aquella simple imagen hizo que sus pechos se abultaran entre los confines de su sujetador, y que sintiera los vaqueros bien ajustados en el punto donde se encontraban sus muslos, haciéndola temblar.
La habitación era lujosa, sin mencionar lo enorme que parecía, y aquello hizo que se despejaran sus dudas acerca de si iba a gustarle aquello de ser una representante de A&R, incluso aunque todavía no existiera el beneficio de viajar en avión.
Estaba ocupada mirando boquiabierta el enorme cuarto de baño alicatado cuando vio, por el rabillo del ojo, una luz que parpadeaba en el teléfono de la habitación, lo que le informaba que ya tenía un mensaje. Se sentó en el borde de la cama y presionó el botón de recuperación de mensaje, y se encontró completamente deleitada ante el simple sonido de la profunda voz de Joe.
—(______). Has hecho un largo viaje en coche, así que tómate toda la tarde para descansar. Luego, reúnete conmigo en el Mon Ami Gabi delante del hotel París, a las siete. Estoy deseando trabajar contigo.
No se identificó. Porque no hacía falta que lo hiciera.
«Qué arrogante», pensó ella, con los ojos en blanco.
Pero también sexy. Y alguien sexy podría compensar su arrogancia de muchas maneras. Ella pensó que en realidad, nunca le había escuchado encadenar tantas palabras antes, y solo su voz, incluso sin una cara que la acompañara, la había hecho sentirse excitada.
No es que ella pudiera permitirse pensar en él como alguien sexy. O como alguien que la excitaba. No, para (_____), Joe Jonas era ahora simplemente el medio para conseguir una meta, un trampolín hacia una nueva y excitante carrera. Y Taylor lo había dejado claro: él mismo se lo había buscado. En cuestión de tiempo, aquella semana de subterfugio sería historia, y ella tendría un nuevo y brillante puesto de trabajo que enseñarle al mundo.
Por supuesto, cuando empezó a prepararse para la cena unas horas más tarde, se fue poniendo cada vez más nerviosa. Como su viejo yo, su yo real, la pequeña y nerviosa (______) que respondía a los teléfonos y tramitaba contratos y que generalmente se quedaba en segundo plano, la pequeña y nerviosa (_____) que sentía pánico ante la idea de estar cerca de un hombre ultramoderno como Joe durante más de un minuto o dos.
Pero una mirada al espejo le recordó que había decidido no ser nunca más la pequeña y nerviosa (_____). Su pelo, que hacía unos días había sido de un soso castaño claro, era ahora de un tono cálido y sexy de castaño rojizo, con un corte elegante que caía recto hasta los hombros, pero que le enmarcaba la cara. Y su cuerpo, que generalmente escondía con ropa bastante conservadora, ahora le parecía tener muchas más curvas con unos vaqueros bien ajustados, botines de punta y una blusa ajustada de color blanco que dejaba entrever su sujetador bordado con cuentas, y que enseñaba algo de su escote. Taylor había declarado oficialmente aquel aspecto como el de una chica segura y cosmopolita, y ella no había podido negar que, en realidad, la hacía sentir precisamente de esa manera. Un par de gafas de sol nuevas completaban la imagen.
Ella sabía que el hotel París estaba lo suficientemente lejos como para garantizar tener que coger el coche o pedir un taxi, pero había decidido caminar un poco. Por muy fabulosamente lujoso que le hubiera resultado el Venecia, se sentía con ganas de devorar más escenas de Las Vegas y pensó que hacerlo a pie era la mejor manera de quedarse con los detalles.
Lo que descubrió a medida que avanzaba fue una ciudad extraña llena de pasajes peatonales y ascensores y puentes que parecían llevar a cualquier dirección sin dejar necesariamente claro hacia dónde dirigían. Así que siguió sus instintos y a las multitudes, sintiéndose minúscula en comparación con todo aquello. Nunca había estado en el Gran Cañón, pero había escuchado a la gente hablar sobre sentirse pequeño allí, como una mancha accidental. Pensó que acababa de descubrir el Gran Cañón urbano, un lugar al mismo tiempo grandioso y opulento aunque también llamativo, un lugar que emitía una sensación subyacente de desastre, que de alguna manera flotaba en el ambiente.
Se detuvo en uno de los pasadizos y se encontró a sí misma observando el ancho y bullicioso Las Vegas Boulevard hacia la grandeza del Caesars Palace, con su césped arreglado y sus estructuras de estilo romano y de color blanco prístino. Pero de repente, su visión se vio oscurecida por una valla publicitaria en movimiento que se paseaba por el Strip en un pequeño camión, y que exhibía a una mujer con pechos enormes y una lencería escasa, y con las palabras «¿QUIERES JUGAR CONMIGO?» junto a un número de teléfono. (_____) sintió cómo se le contraía el pecho, y en realidad, comprendió algo: que había parado en un lugar de verdaderas contradicciones, más específicamente, un lugar en donde el césped arreglado y las prostitutas coexistían en paz.
Mientras continuaba con su paseo, se cruzó con familias enteras que llevaban sus cochecitos de bebé, seguidas por grupos de mujeres jóvenes con vestidos bien ceñidos y que iban de camino a las discotecas del lugar. Las limusinas viajaban elegantemente por las mismas carreteras en las que circulaban los autobuses abarrotados de gente. Vio uno cuantos hombres mejicanos de pie en las esquinas, que endosaban tarjetas con fotos de chicas desnudas y sus números de teléfono a cada persona que pasaba a su lado, sin importar la edad o el género. Cuando (____) aceptó inconscientemente una y en ella encontró Bambi, 21 años, se sobresaltó y la dejó caer al suelo, dándose cuenta entonces de que el paseo estaba lleno de papeles parecidos. El pecado cubría literalmente la tierra de aquel lugar.
A medida que se acercaba al hotel París, (_____) divisó la cafetería que había en el edificio, y que tenía el aspecto de lo que ella había imaginado que fueran las cafeterías que alineaban los Campos Elíseos en el París real, donde ella esperaba ir algún día. La versión de Las Vegas de lo que era la Torre Eiffel ensombrecía los restaurantes de la calle, y ella no pudo evitar sentirse deleitada con la elección que Joe había hecho del restaurante. Ella sabía que no era París realmente, pero estaba deseando disfrutar de la imitación y se sentía contenta de sumergirse de nuevo en los aspectos más opulentos de la Ciudad del Pecado.
Fue entonces cuando lo divisó, sentado ya y estudiando atentamente el menú. Llevaba dos pequeños aros en ambos lóbulos de las orejas, e incluso así sentado, su fornido cuerpo hacía que su simple camiseta vintage de los Ramones y sus vaqueros desgarrados y descoloridos parecieran lo último en moda. Aquella simple imagen hizo que sus pechos se abultaran entre los confines de su sujetador, y que sintiera los vaqueros bien ajustados en el punto donde se encontraban sus muslos, haciéndola temblar.
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