The Wedding {Harry Styles y Tu}

Estaba en mi habitación, mirándome al espejo mientras me ponía los aretes de oro con un pequeño diamante que brillaba aún sin haber luz. Tomé el peine y desenredé mi cabello castaño claro, acomodándomelo en una trenza cosida que simulaba ser una bincha por como la había hecho. Utilicé poco maquillaje, tan solo delineador, brillo labial y rímel. Tiré mi bata de baño al piso y tomé el vestido que mamá me había regalado especialmente para este día. Cuando lo vi me opuse totalmente a usarlo y también a asistir a esa horrorosa boda, pero mis padres me obligaron a ir y tragarme toda una noche de votos de matrimonio, locas viejas llorando de emoción y un brindis junto con comidas raras y bailes lentos para ver como otros bailan mientras que me tengo que quedar ahí sentada, haciendo esfuerzos por no dormirme. Mi familia es muy grande, por lo que cada año una boda se presenta entre algún fin de semana y debo asistir aunque yo no quiera, simplemente porque es mi familia.

Con mucho cuidado tomé el vestido y lo revisé. No estaba mal, pero no era mi estilo, es… muy sofisticado para mí. Rojo pasión (reconozco que el color era hermoso), corto, demasiado corto para mí, apegado al cuerpo y con detalles destellantes color gris en el costado derecho de mi cintura. Me lo puse y, aunque me sentí incomoda porque era exageradamente apretado, se me veía lindo, hacia juego con mi color de ojos grises y mis uñas pintadas también de rojo.

―____________, baja ya que nos vamos― Ordenó mamá desde la cocina. Tomé rápidamente mis tacos plateados y bajé.

―Hija, te vez hermosa… tan solo déjame…― Dijo mi madre acercándose a mi mientras tocaba mi pelo desarmando el peinado que tanto trabajo me costó.

―Mamá, no― Dije alejándome de ella mientras ordenaba mi cabello nuevamente ―Ya bastante con tener que soportar cinco horas o más en una boda de unos primos lejanos míos. ¡Ni siquiera los conozco!― Exclamé.

―No me importa, vas a ir igual porque yo lo digo. Ahora basta de pelearme y vamos que llegamos tarde y tu padre nos espera en el auto ―Rodé los ojos y suspiré pesadamente.

Luego de media hora de ruta llegamos a un salón, gigante y completamente hermoso. Las paredes de color vino con flores blancas combinaban con los muebles de roble que le daban un aspecto antiguo pero elegante. Acá estaban los tendederos para los abrigos y, además, los mozos que iban a venían con bandejas llenas de bebidas de diferentes colores y también pequeños bocaditos de distintos tipos. Luego, había una puerta corrediza que dejaba a la vista de los que llegaban a la fiesta la gigante alfombra roja que simulaba ser un camino hasta llegar al gran altar cubierto de rosas rojas y blancas donde, en pocas horas, mi primo desconocido se entregaría completamente a una mujer con quien llevará un vida feliz y hará una familia.
Al lado había varias hileras de sillas blancas donde los invitados se sentarían a “contemplar la unión”, y yo tengo la obligación de señalarme entre esas personas.

Estaba aburrida y no tenía nada que hacer, no conocía a nadie, no tenia nadie con quien hablar. Era tanta la gente que había en ese lugar que hasta perdí a mi madre de mi vista y a mi padre también. Me senté en el césped y me dispuse a ver a las personas que entraban por la puerta principal del patio. Familiares, amigos y estoy segura que hasta desconocido entraban por esa puerta. Viejos, jóvenes, bebes, y… un hermoso chico de ojos verdes y desordenados rulos color chocolate entró. Su sonrisa blanca me impactó por completo, era tan apuesto, seguramente el chico más guapo que he visto en toda mi vida. Él entraba junto a una señora que no parecía vieja, para ser la madre de ese chico que seguramente tiene dieciocho años o tal vez más. Abrazándola estaba un hombre nada parecido a su hijo, pero la madre era la clara imagen de él, solo que en mujer.
De repente, él chico de ojos verdes y hermosa sonrisa giró hacia mí. Yo me paré -no sé porque pero lo hice- y lo miré. Su mirada me analizaba, tal vez buscando algún parentesco o… simplemente verme por placer. Yo por mi parte sentía mis mejillas acalorarse a la vez que él me recorría el cuerpo entero con su mirada. Me puse nerviosa por cómo me miraba pero aun así me gustaba, aunque la distancia y las probabilidades de hablar con el eran lejanas gracias a mi tímidas.

Aún con esa gigante sonrisa caminó hacia mí, metiendo las manos en su bolsillo. No quería hablar con él, porque ya su mirada me intimidaba y, además, no quería quedar como una estúpida tartamudeando palabras al azar como hago siempre cuando estoy nerviosa. Desvié mi mirada y vi a una chica más o menos de mi edad. Su pelo era oscuro y ojos azules verdosos, con un vestido strapless azul, que combinaban con sus ojos. Como dije antes, mi timidez liquida cualquier futura amistad que podría tener con alguien, pero no me quedaba otra, era ella o ese chico de sonrisa perfecta que cada vez estaba más cerca de mí.

―Hola…emm… me llamo _____________, ¿y tú? ― Le pregunté a la chica, que estabas dándome la espalda mirando hacia el altar, seguramente contemplándolo.

―¡Hola! ― Exclamó con una gran sonrisa que me quitaron los nervios por completo. Estaba nerviosa de que tal vez me mande a volar de allí o me mirara rara ― Mi nombre es Regina, pero dime Re… ― Miré disimuladamente y vi como el chico de hermosos ojos verdes esmeraldas se iba.

―Y ahora un brindis, por los novios ― Exlamó mi tío, levantándose de su silla levantando su brazo con una copa de vino tinto, sonriéndole a los recién casados que se encontraban abrazados, con gran emoción en su rostro y algunos de ellos hasta llorando de alegría.

Todos chocaron sus copas con las de los otros, hasta yo, que estaba sentada junto con Re, Nati –la hermanastra de ella- y Sol e Iza–las hermanas de la novia-.

―Y ahora, es momento del baile, asique cada uno busqué una pareja y ¡a bailar! ―

¿Acaso al destino le gusta joderme? Las chicas se fueron a bailar con sus novios dejándome a mí sola en la mesa. Olímpicamente aburrida decidí mirar como todos bailaban, hasta mis padres bailaban y no muy bien que digamos.

―¿Te gustaría bailar? ― Preguntó el mismo chico de desordenados rulos chocolates y hermosos ojos verdes esmeraldas que me miraba hace unas horas.

Me puse nerviosa y me tense al sentir nuevamente su mirada en mí, aunque mentiría si digo que no quiero bailar con él.

―Emmm…― Dudé un poco ya que no me parecía lo más adecuado.

―Vamos, di que sí…― Suplicó.

―Está bien, vamos ― Tomé su mano y él me guió hacia la pista de baile. Al principio fueron canciones movidas, ninguno de los dos hablábamos, solo bailábamos y disfrutábamos del momento sabiendo que no se volvería a repetir. Entré muy rápido en confianza con él, no sé como paso, tal vez su forma de hablarme o no sé qué de él me hacía sentir cómoda, no como la primera vez que lo vi.

La canción termino y pusieron la siguiente pista. Una canción lenta, “No me doy por vencido” de Louis Fonsi para ser exactos, una canción que siempre amé.

―Tu tía me dijo que esta es una de tus canciones favoritas…― Susurró en mí oído, lo que me hizo estremecer y a la vez confundir.

―¿Tu… preguntaste sobre mí? ― Dije tímidamente.
Él rió por lo bajo, seguro que fue porque notó como me ruboricé. Me miró seductoramente y me guiñó un ojo. Y en ese momento sentía como me derretía por dentro.

―Por supuesto, hermosa. Yo estuve observándote toda la tarde… Por cierto, me llamo Harry Styles ― Se acercó a mí posó sus manos en mi cintura, en realidad un poco más abajo, casi tocándome el trasero. Me apegó a su cuerpo y yo, por mi parte, rodeé su cuello con mis brazos mientras enredaba mis dedos con sus rulos.

―¿Esta mi mano muy abajo? ― Me preguntó.

―No, está perfecto así. Ya sabes, por dentro estoy como: ‘puedes poner tus manos donde quieras’ ― Dije. Al instante cerré los ojos dándome cuenta de lo que había dicho, un comentario tan… ¿desagradable será la palabra adecuada?

―Bueno, podemos pensar en mis manos luego, quizás ― Contestó intentando arreglar lo que dije, aunque yo seguía igual de apenada ― Pero primero deberíamos bailar un poco más y hablar. No creo que sea apropiado si fuéramos directo a… tu sabes… ―

―Harry Styles eres un mujeriego… ― Reí. Él se acercó a mí y beso mi cuello delicadamente, con sus labios húmedos y carnosos que tantas ganas tenía de probar. Se separó se mi cuello y fue a mi mejilla, plantando otro beso. Luego fue a mis labios y me beso de una forma tan especial que me dejaban con ganas de más. Sus labios se movían lentamente mientras le daba leves hincadas con sus dientas a mi labio inferior. Se sentía bien besarlo y más aun por la forma en la que él me besaba. Su lengua rosaba mis labios, humedeciéndolos aun más. Finalizó el beso con una última mordida leve a mi labio inferior.

―No, no lo soy ― Continuó negando lo que dije ― Eres tú y tu sensual vestido rojo el que me pone así ― Y volvió a besarme de la misma forma que antes, solo que está vez más intenso y apasionado, si es que eso es posible.

La canción terminó y Harry y yo nos fugamos de la boda. Mientras caminábamos por la calle reíamos y jugábamos como niños pequeños. Harry me roba uno que otro beso y me abrazaba mientras que besaba mi cuello y susurraba cosas como “hermosa”, “amo ese vestido”, “te deseo” entre otros halagos más.

―Ahora que ya nos conocemos y todo eso… ¿podemos pasar al tema de las manos? ― Preguntó Harry levantando una ceja al llegar a la puerta de su casa.

―Mmm, no sé ― Dije dudando, aunque por dentro mi respuesta era un rotundo “sí”, solo que lo quería hacer sufrir un poco.

―Vamos, ¿por favor? ― Yo levante una ceja, en señal de que aun dudaba ―Por favor ―Insistió ― Vamos, por favor, por favor, por favor, ¿sí? ―Dijo besándome entre cada palabra que él decía.

―Si ― Él sonrió ampliamente y comenzó a besarme mientras abría la puerta de su casa e íbamos a su habitación.

Así él y yo lo hicimos y meses después nos volvimos novios. Desde hoy me rió al pensar que gracias a esa infernal boda conocí al hombre de mi vida, el “indicado”, y más tarde mi futuro esposo. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera ido a esa boda? Pues simple, jamás habría conocido a Harry Styles. He asistido a millones de bodas por obligación, y cada una de ellas me parecía ridícula. Qué ironía lo que la vida depara que ahora, luego de cuatro años, soy yo quien está frente al altar, con un ramo de rosas en la mano, en frente al sacerdote, a mi costado mis amigas Sol, Re, Nati e Iza –mis damas de honor- y del lado izquierdo Liam, Niall, Louis y Zayn, los mejores amigos de Harry y ese hombre, del que me enamoré, se encuentra al lado mío, con una gigantesca sonrisa que lo caracteriza y lo vuelve tan cómico, escuchando las palabras del sacerdote.

―Harry Styles, ¿aceptas __________ Abraham como tu legítima esposa y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? ― Pregunta el sacerdote.

―Si acepto ― Afirma Harry.

―Y tu, ___________ Abraham, ¿aceptas a Harry Styles como tu legítimo esposo y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida? ―
Miré a Harry que se notaba nervioso e impaciente por oír mi respuesta

―Sí, acepto ― Contesté sin sacar mi vista de él, que miraba fijamente a la nada. Al escucharme voltea a verme y toma mi mano. Me sonríe y me guiña el ojo antes de mirar nuevamente hacia adelante.

―Entonces los declaro marido y mujer, puede besar a la novia ― Harry voltea y al instante me besa, como la primera vez, ese día que lo conocí. Ese día que cambió mi vida para siempre. Ese día, en la boda de mi primo…