O W N
¡Conéctate y ven a divertirte con nosotr@s! :)
Si no estás registrado, hazlo y forma parte de nuestra gran comunidad.
¡La administración ha modificado otra vez el foro, y los Invitados ya pueden ver todas las secciones! Aún así, para comentar y crear temas debes tener una cuenta.

Cualquier duda, queja o sugerencia que quieras darle al staff, éste es nuestro facebook: https://www.facebook.com/onlywebnovels

¡IMPORTANTE!, los Mensajes Privados de los Invitados no serán respondidos por la administración. Te esperamos en nuestro facebook (:

Atte: Staff OnlyWns.

Unirse al foro, es rápido y fácil

O W N
¡Conéctate y ven a divertirte con nosotr@s! :)
Si no estás registrado, hazlo y forma parte de nuestra gran comunidad.
¡La administración ha modificado otra vez el foro, y los Invitados ya pueden ver todas las secciones! Aún así, para comentar y crear temas debes tener una cuenta.

Cualquier duda, queja o sugerencia que quieras darle al staff, éste es nuestro facebook: https://www.facebook.com/onlywebnovels

¡IMPORTANTE!, los Mensajes Privados de los Invitados no serán respondidos por la administración. Te esperamos en nuestro facebook (:

Atte: Staff OnlyWns.
O W N
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Conectarse

Recuperar mi contraseña

Últimos temas
» amanhã vai ser outro dia.
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptyAyer a las 9:38 am por kesshoku.

» —Hot clown shit
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptyVie 13 Sep 2024, 9:18 pm por Jigsaw

» Sayonara, friday night
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptyJue 12 Sep 2024, 8:46 pm por lovesick

» too young, too dumb
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptyLun 09 Sep 2024, 4:40 pm por darkbrowneyes

» Apple Valley Academy
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptyLun 09 Sep 2024, 3:38 am por Beaaa22

» Voraz soledad
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptySáb 07 Sep 2024, 10:01 pm por BareJulit*

» becauseiloveyou
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptySáb 07 Sep 2024, 7:35 pm por lovesick

» Discord OWN (❁ᴗ͈ˬᴗ͈) ༉‧
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptySáb 07 Sep 2024, 2:28 pm por OWN Actividades

» drafts & drafts
50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 EmptyVie 06 Sep 2024, 7:56 pm por hange.

novedades

00 . 01 Anuncios del mes febrero.
00 . 02 Actualización del PROTOCOLO, nueva medida obligatoria de avatares.
00 . 03 Remodelación del foro febrero del 2017.
00 . 00 Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit.
administradora
Rumplestiltskin. ϟ Jenn.
miembros del staff
Beta readers
ϟ hypatia.
aka Kate.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ dépayser
aka Lea.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ youngjae
aka .
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Stark.
aka Cande.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Baneo
ϟ Ariel.
aka Dani.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ ceonella.
aka Cami.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Ayuda
ϟ Ritza.
aka Ems.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Charlie.
aka idk.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Limpieza
ϟ Legendary.
aka Steph.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ chihiro
aka Zoe.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Kurisu
aka Teph.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Calore
aka idk.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Eventos
ϟ ego.
aka Kalgh/Charlie.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Asclepio.
aka Gina.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ mieczyslaw
aka Alec.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Tutoriales
ϟ Kida.
aka Ally.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Spencer.
aka Angy.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Diseño
ϟ bxmbshell.
aka Mile.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ yoongi.
aka Valu.
MP ϟ Ver perfil.
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.

Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Página 7 de 8. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8  Siguiente

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Sáb 29 Jun 2013, 7:38 am

CAPITULO 29 primera parte

Miro nerviosa por todo el bar, pero no lo veo.

—______, ¿qué pasa? Parece que has visto un fantasma.
...
—Es Harry; está aquí.

—¿Qué? ¿En serio?

Mira también por todo el bar.
No le he hablado a mi madre de la tendencia al acoso de Harry.
Lo veo. El corazón me da un brinco y empieza a agitarse violentamente en mi pecho cuando se acerca a nosotras. Ha venido... por mí. La diosa que llevo dentro se levanta como una loca de su chaise longue. Harry se desliza entre la multitud; los halógenos empotrados reflejan en su pelo destellos de cobre bruñido y rojo. En sus luminosos ojos miel veo brillar... ¿rabia? ¿Tensión? Aprieta la boca, la mandíbula tensa. Oh, ****... no. Ahora mismo estoy tan furiosa con él, y encima está aquí. ¿Cómo me voy a enfadar con él delante de mi madre?
Llega a nuestra mesa, mirándome con recelo. Viste, como de costumbre, camisa de lino blanco y vaqueros.

—Hola —chillo, incapaz de ocultar mi asombro por verlo aquí en carne y hueso.

—Hola —responde, e inclinándose me besa en la mejilla, pillándome por sorpresa.

—Harry, esta es mi madre, Carla.

Mis arraigados modales toman el mando.
Se gira para saludar a mi madre.

—Encantado de conocerla, señora Adams.

¿Cómo sabe el apellido de mi madre? Le dedica esa sonrisa de infarto, cosecha Harry Styles, destinada a la rendición total sin rehenes. Mi madre no tiene
escapatoria. La mandíbula se le descuelga hasta la mesa. Por Dios, controla un poco, mamá. Ella acepta la mano que le tiende y se la estrecha. No le contesta. Vaya, lo de quedarse mudo de asombro es genético; no tenía ni idea.

—Harry —consigue decir por fin, sin aliento.

Él le dedica una sonrisa de complicidad, sus ojos marrones centelleantes. Los miro con el gesto fruncido.

—¿Qué haces aquí?

La pregunta suena más frágil de lo que pretendía, y su sonrisa desaparece, y su expresión se vuelve cautelosa. Estoy emocionada de verlo, pero completamente descolocada, y la rabia por lo de la señora Robinson aún me hierve en las venas. No sé si quiero ponerme a gritarle o arrojarme a sus brazos (aunque no creo que le gustara ninguna de las dos opciones), y quiero saber cuánto tiempo lleva vigilándonos. Además, estoy algo nerviosa por el e-mail que acabo de enviarle.

—He venido a verte, claro. —Me mira impasible. Huy, ¿qué estará pensando?—. Me alojo en este hotel.

—¿Te alojas aquí?

Sueno como una universitaria de segundo año colocada de anfetas, demasiado estridente hasta para mis oídos.

—Bueno, ayer me dijiste que ojalá estuviera aquí. —Hace una pausa para evaluar mi reacción—. Nos proponemos complacer, señorita Steele —dice en voz baja sin rastro alguno de humor.

Mier.da, ¿está furioso? ¿Será por los comentarios sobre la señora Robinson? ¿O tal vez porque estoy a punto de tomarme el cuarto Cosmo? Mi madre nos mira
nerviosa.

—¿Por qué no te tomas una copa con nosotras, Harry?

Le hace una seña al camarero, que se planta a nuestro lado en un nanosegundo.

—Tomaré un gin-tonic —dice Harry—. Hendricks si tienen, o Bombay Sapphire. Pepino con el Hendricks, lima con el Bombay.

Madre mía... Solo Harry podría pedir una copa como si fuera un plato elaborado.

—Y otros dos Cosmos, por favor —añado, mirando nerviosa a Harry.

He salido de copas con mi madre; no se puede enfadar por eso.

—Acércate una silla, Harry.

—Gracias, señora Adams.

Harry coge una silla y se sienta con elegancia a mi lado.

—¿Así que casualmente te alojas en el hotel donde estamos tomando unas copas? —digo, esforzándome por sonar desenfadada.

—O casualmente estáis tomando unas copas en el hotel donde yo me alojo —me contesta él—. Acabo de cenar, he venido aquí y te he visto. Andaba distraído
pensando en tu último correo, levanto la vista y ahí estabas. Menuda coincidencia, ¿verdad?

Ladea la cabeza y detecto un amago de sonrisa. Gracias a Dios... puede que al final hasta salvemos la noche.

—Mi madre y yo hemos ido de compras esta mañana y a la playa por la tarde. Luego hemos decidido salir de copas esta noche —murmuro, porque tengo la sensación de que le debo una explicación.

—¿Ese top es nuevo? —Señala mi blusón de seda verde recién estrenado—. Te sienta bien ese color. Y te ha dado un poco el sol. Estás preciosa.

Me ruborizo. El cumplido me deja sin habla.

—Bueno, pensaba hacerte una visita mañana, pero mira por dónde...

Alarga el brazo y me coge la mano, me la aprieta con suavidad, me acaricia los nudillos con el pulgar... y siento de nuevo el tirón. Esa descarga eléctrica que
corre bajo mi piel bajo la suave presión de su pulgar se dispara a mi torrente sanguíneo y me recorre el cuerpo entero, calentándolo todo a su paso. Hacía más de dos días que no lo veía. Madre mía... cómo lo deseo. Se me entrecorta la respiración. Lo miro pestañeando, sonrío tímidamente, y veo dibujarse una sonrisa en sus labios.

—Quería darte una sorpresa. Pero, como siempre, me la has dado tú a mí, ______, cuando te he visto aquí.

Miro de reojo a mi madre, que tiene los ojos clavados en Harry... ¡sí, clavados! Vale ya, mamá. Ni que fuera una criatura exótica nunca vista. A ver, ya sé que hasta ahora no había tenido novio y que a Harry solo lo llamo así por llamarlo de alguna manera, pero ¿tan increíble es que yo haya podido atraer a un hombre? ¿A este hombre? Pues sí, francamente... tú míralo bien, me suelta mi subconsciente. ¡Oh, cállate! ¿Quién te ha dado vela en este entierro? Miro ceñuda a mi madre, pero ella no parece darse por enterada.

—No quiero robarte tiempo con tu madre. Me tomaré una copa y me retiraré. Tengo trabajo pendiente —declara muy serio.

—Harry, me alegro mucho de conocerte —interviene mi madre, recuperando al fin el habla—. _____ me ha hablado muy bien de ti.

Él le sonríe.

—¿En serio?

Harry arquea una ceja, con una expresión risueña en el rostro, y yo vuelvo a ruborizarme.
Llega el camarero con nuestras copas.

—Hendricks, señor —declara con una floritura triunfante.

—Gracias —murmura Harry en reconocimiento.

Sorbo nerviosa mi nuevo Cosmo.

—¿Cuánto tiempo vas a estar en Georgia, Harry? —pregunta mamá.

—Hasta el viernes, señora Adams.

—¿Cenarás con nosotros mañana? Y, por favor, llámame Carla.

—Me encantaría, Carla.

—Estupendo. Si me disculpáis un momento, tengo que ir al lavabo.

Pero si acabas de ir, mamá. La miro desesperada cuando se levanta y se marcha, dejándonos solos.

—Así que te has enfadado conmigo por cenar con una vieja amiga.

Harry vuelve su mirada ardiente y recelosa hacia mí y, llevándose mi mano a los labios, me besa suavemente los nudillos uno por uno.
Dios... ¿tiene que hacer esto ahora?

—Sí —mascullo mientras la sangre me recorre ardiente el cuerpo entero.

—Nuestra relación sexual terminó hace tiempo, ______ —me susurra—. Yo solo te deseo a ti. ¿Aún no te has dado cuenta?

Lo miro extrañada.

—Para mí es una pederasta, Harry.

Contengo el aliento a la espera de su reacción.
Harry palidece.

—Eso es muy crítico por tu parte. No fue así —susurra conmocionado, soltándome la mano.

¿Crítico?

—Ah, ¿cómo fue entonces? —pregunto.

Los Cosmos me envalentonan.
Me mira ceñudo, desconcertado. Prosigo:

—Se aprovechó de un chico vulnerable de quince años. Si hubieras sido una chiquilla de quince años y la señora Robinson un señor Robinson que la hubiera
arrastrado al sadomasoquismo, ¿te parecería bien? ¿Si hubiera sido Mia, por ejemplo? Da un respingo y me mira ceñudo.

—______, no fue así.

Le lanzo una mirada feroz.

—Vale, yo no lo sentí así —prosigue en voz baja—. Ella fue una fuerza positiva. Lo que necesitaba.

—No lo entiendo.

Ahora me toca a mí mostrarme desconcertada.

—______, tu madre no tardará en volver. No me apetece hablar de esto ahora. Más adelante, quizá. Si no quieres que esté aquí, tengo un avión esperándome en Hilton Head. Me puedo ir.

Se ha enfadado conmigo... no.

—No, no te vayas. Por favor. Me encanta que hayas venido. Solo quiero que entiendas que me enfurece que, en cuanto me voy, quedes con ella para cenar.
Piensa en cómo te pones tú cuando me acerco a José. José es un buen amigo. Nunca he tenido una relación sexual con él. Mientras que tú y ella...

Me interrumpo, no queriendo concederle más espacio a ese pensamiento.

—¿Estás celosa?

Me mira atónito, y sus ojos se ablandan un poco, se enternecen.

—Sí, y furiosa por lo que te hizo.

—______, ella me ayudó. Y eso es todo lo que voy a decir al respecto. En cuanto a tus celos, ponte en mi lugar. No he tenido que justificar mis actos delante
de nadie en los últimos siete años. De nadie en absoluto. Hago lo que me place, ______. Me gusta mi independencia. No he ido a ver a la señora Robinson para fastidiarte. He ido porque, de vez en cuando, salimos a cenar. Es amiga y socia.

¿Socia? Dios mío. Esto es nuevo.
Me mira y analiza mi expresión.

—Sí, somos socios. Ya no hay sexo entre nosotros. Desde hace años.

—¿Por qué terminó vuestra relación?

Frunce la boca y le brillan los ojos.

—Su marido se enteró.

¡Madre mía!

—¿Te importa que hablemos de esto en otro momento, en un sitio más discreto? —gruñe.

—Dudo que consigas convencerme de que no es una especie de pedófila.

—Yo no la veo así. Nunca lo he hecho. ¡Y basta ya! —espeta.

—¿La querías?

—¿Cómo vais?

Mi madre reaparece sin que ninguno de los dos nos hayamos percatado.
Me planto una falsa sonrisa en los labios mientras Harry y yo nos enderezamos precipitadamente en el asiento, como si estuviéramos haciendo algo malo. Mi madre me mira.

—Bien, mamá.

Harry sorbe su copa, observándome detenidamente con expresión cautelosa. ¿Qué estará pensando? ¿La quiso? Me parece que, como diga que sí, me voy a enfadar, y mucho.

—Bueno, señoras, os dejo disfrutar de vuestra velada.

No, no, no me puede dejar así, con la duda.

—Por favor, que carguen estas copas en mi cuenta, habitación 612. Te llamo por la mañana, ______. Hasta mañana, Carla.

—Oh, me encanta que alguien te llame por tu nombre completo, hija.

—Un nombre precioso para una chica preciosa —murmura Harry, estrechando la mano que mi madre le tiende, y ella sonríe con afectación.

Ay, mamá... ¿tú también, traidora? Me levanto y lo miro, implorándole que responda a mi pregunta, y él me da un casto beso en la mejilla.

—Hasta luego, nena —me susurra al oído.

Y seva.
Maldito capullo controlador. La rabia retorna con plena fuerza. Me dejo caer en la silla y me vuelvo hacia mi madre.

—Vaya, me has dejado anonadada, _____. Menudo partidazo. Eso sí, no sé qué os traéis entre manos. Me parece que tenéis que hablar. Uf, la tensión subyacente... es insoportable.

Se abanica exageradamente.

—¡MAMÁ!

—Ve a hablar con él.

—No puedo. He venido aquí a verte a ti.

—______, has venido aquí porque estás hecha un lío con ese chico. Es evidente que estáis locos el uno por el otro. Tienes que hablar con él. Ha volado cinco mil kilómetros para verte, por el amor de Dios. Y ya sabes lo horroroso que es volar.

Me ruborizo. No le he dicho que tiene un avión privado.

—¿Qué? —me suelta.

—Tiene su propio avión —mascullo, avergonzada—, y son menos de cinco mil kilómetros, mamá.

¿Por qué me avergüenzo? Mi madre arquea ambas cejas.

—Uau —exclama—. ____, os pasa algo. Llevo intentando averiguar lo que es desde que llegaste. Pero el único modo de solucionar el problema, sea cual sea, es
hablarlo con él. Piensa todo lo que quieras, pero hasta que no hables con él no vas a conseguir nada.

La miro ceñuda.

—____, cielo, siempre le has dado muchas vueltas a todo. Fíate de tu instinto. ¿Qué te dice, cariño? Me miro los dedos.

—Creo que estoy enamorada de él —murmuro.

—Lo sé, cariño. Y él de ti.

—¡No!

—Sí, ______. Dios... ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo luminoso en su frente?

La miro aturdida y se me llenan los ojos de lágrimas.

—No llores, cielo.

—Yo no creo que me quiera.

—Independientemente de lo rico que sea, uno no lo deja todo, se sube en su avión privado y cruza el país para tomar el té de la tarde. ¡Ve con él! Este sitio es
muy bonito, muy romántico. Además, es territorio neutral.

Me revuelvo incómoda bajo su mirada. Quiero y no quiero ir.

—Cariño, no te preocupes por tener que volver conmigo. Quiero que seas feliz, y ahora mismo creo que la clave de tu felicidad está arriba, en la habitación 612.
Si quieres venir a casa luego, la llave está debajo de la yuca del porche principal. Si te quedas... bueno, ya eres mayorcita. Pero toma precauciones.

Me pongo roja como un tomate. Por Dios, mamá.

—Vamos a terminarnos los Cosmos primero.

—Esa es mi chica.

Y sonríe.
Llamo tímidamente a la puerta de la habitación 612 y espero. Harry abre la puerta. Está hablando por el móvil. Me mira extrañado, completamente sorprendido, sostiene la puerta abierta y me invita a entrar en su habitación.

—¿Están listas todas las indemnizaciones? ¿Y el coste? —Silba entre dientes—. Uf, nos ha salido caro el error. ¿Y Lucas?

Echo un vistazo a la habitación. Es una suite, como la del Heathman. La decoración de esta es ultramoderna, muy actual. Todo púrpuras y dorados mate con motivos en bronce en las paredes. Harry se acerca a un mueble de madera noble, tira y abre una puerta tras la que se oculta el minibar. Me hace una señal para que me sirva, luego entra en el dormitorio. Supongo que para que no pueda oír la conversación. Me encojo de hombros. No dejó de hablar cuando entré en su estudio el otro día. Oigo correr el agua; está llenando la bañera. Me sirvo un zumo de naranja. Vuelve al salón.

—Que Andrea me mande las gráficas. Barney me dijo que había resuelto el problema. —Harry ríe—. No, el viernes. Estoy interesado en un terreno de por aquí. Sí, que me llame Bill. No, mañana. Quiero ver lo que podría ofrecernos Georgia si nos instalamos aquí.
Harry no me quita los ojos de encima. Me da un vaso y me indica dónde hay una cubitera.

—Si los incentivos son lo bastante atractivos, creo que deberíamos considerarlo, aunque aquí hace un calor de mil demonios. Detroit tiene sus ventajas, sí, y es más fresco. —Su rostro se oscurece un instante—. ¿Por qué? Que me llame Bill. Mañana. No demasiado temprano.

Cuelga y se me queda mirando con una expresión indescifrable, y se hace el silencio entre nosotros. Muy bien... me toca hablar.

—No has respondido a mi pregunta —murmuro.

—No —dice en voz baja, y me mira con una mezcla de asombro y recelo.

—¿No has respondido a mi pregunta o no, no la querías?

Se cruza de brazos y se apoya en la pared; una leve sonrisa se dibuja en sus labios.

—¿A qué has venido, ______?

—Ya te lo he dicho.

Suspira hondo.

—No, no la quería.

Me mira ceñudo, divertido pero perplejo.
Acabo de darme cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Al soltar el aire, me desinflo como un saco viejo. Uf, gracias a Dios... ¿Cómo me habría sentido si me hubiera dicho que quería a esa bruja?

—Tú eres mi diosa de ojos verdes, ______. ¿Quién lo habría dicho?

—¿Se burla de mí, señor Styles?

—No me atrevería.

Niega con la cabeza, solemne, pero veo un destello de picardía en sus ojos.

—Huy, claro que sí, y de hecho lo haces, a menudo.

Sonríe satisfecho al ver que le devuelvo las palabras que me ha dicho él antes. Su mirada se oscurece.

—Por favor, deja de morderte el labio. Estás en mi habitación, hace casi tres días que no te veo y he hecho un largo viaje en avión para verte.

Su tono pasa de suave a sensual.
Le suena la BlackBerry, distrayéndonos a los dos, y la apaga sin mirar siquiera quién es. Se me entrecorta la respiración. Sé cómo va a terminar esto... pero se supone que íbamos a hablar. Se acerca a mí con su mirada sexy de depredador.

—Quiero hacerlo, ______. Ahora. Y tú también. Por eso has venido.

—Quería saber la respuesta, de verdad —alego en mi defensa.

—Bueno, ahora que lo sabes, ¿te quedas o te vas?

Me ruborizo cuando se planta delante de mí.

—Me quedo —murmuro, mirándolo nerviosa.

—Me alegro. —Me mira fijamente—. Con lo enfadada que estabas conmigo... —dice.

—Sí.

—No recuerdo que nadie se haya enfadado nunca conmigo, salvo mi familia. Me gusta.

Me acaricia la mejilla con las yemas de los dedos. Madre mía, esa proximidad, ese aroma a Harry. Se supone que íbamos a hablar, pero tengo el corazón
desbocado y la sangre me corre como loca por todo el cuerpo; el deseo crece, se expande... por todo mi ser. Harry se inclina y me pasea la nariz por el hombro hasta la base de la oreja, hundiendo despacio los dedos en mi pelo.

—Deberíamos hablar —susurro.

—Luego.

—Quiero decirte tantas cosas.

—Yo también.

Me planta un suave beso debajo del lóbulo de la oreja mientras aprieta el puño enredado en mi pelo. Me echa la cabeza hacia atrás para tener acceso a mi cuello. Me araña la barbilla con los dientes y me besa el cuello.

—Te deseo —dice.

Gimo, subo las manos y me aferro a sus brazos.

—¿Estás con la regla?

Sigue besándome.
Maldita sea. ¿No se le escapa nada?

—Sí —susurro, cortada.

—¿Tienes dolor menstrual?

—No.

Me sonrojo. Dios...
Para y me mira.

—¿Te has tomado la píldora?

—Sí.

Qué vergüenza, por favor.

—Vamos a darnos un baño.

¿Eh?
Me coge de la mano y me lleva al dormitorio. Dominan la estancia la cama inmensa y unas cortinas de lo más recargado. Pero no nos detenemos ahí. Me lleva al
baño que tiene dos zonas, todo de color verde mar y crudo. Es enorme. En la segunda zona, una bañera encastrada lo bastante grande para cuatro personas, con escalones de piedra al interior, se está llenando de agua. El vapor se eleva suavemente por encima de la espuma y veo que hay un asiento de piedra por todo su perímetro. En los bordes titilan unas velas. Uau... ha hecho todo esto mientras hablaba por teléfono.

—¿Llevas una goma para el pelo?

Lo miro extrañada, me busco en el bolsillo de los vaqueros y saco una.

—Recógetelo —me ordena con delicadeza.

Hago lo que me pide.
Hace un calor sofocante junto a la bañera y el blusón se me empieza a pegar. Se agacha y cierra el grifo. Me lleva a la primera zona del baño, se coloca detrás de
mí y los dos nos miramos en el espejo mural que hay sobre los dos lavabos de vidrio.

—Quítate las sandalias —murmura, y yo lo complazco enseguida y las dejo en el suelo de arenisca—. Levanta los brazos —me dice.

Obedezco y me saca el blusón por la cabeza de forma que me quedo desnuda de cintura para arriba ante él. Sin quitarme los ojos de encima, alarga la mano por
delante, me desabrocha el botón de los vaqueros y me baja la cremallera.

—Te lo voy a hacer en el baño, ______.

Se inclina y me besa el cuello. Ladeo la cabeza y le facilito el acceso. Engancha los pulgares en mis vaqueros y me los baja poco a poco, agachándose detrás de
mí al tiempo que me los baja, junto con las bragas, hasta el suelo.

—Saca los pies de los vaqueros.

Agarrándome al borde del lavabo, hago lo que me dice. Ahora estoy desnuda, mirándome, y él está arrodillado a mi espalda. Me besa y luego me mordisquea el
trasero, haciéndome gemir. Se levanta y vuelve a mirarme fijamente en el espejo. Procuro estarme quieta, ignorando mi natural inclinación a taparme. Me planta las manos en el vientre; son tan grandes que casi me llegan de cadera a cadera.

—Mírate. Eres preciosa —murmura—. Siéntete. —Me coge ambas manos con las suyas, las palmas pegadas al dorso de las mías, los dedos trenzados con los míos para mantenerlos estirados. Me las posa en el vientre—. Siente lo suave que es tu piel —me dice en voz baja y grave. Me mueve las manos lentamente, en círculos, luego asciende hasta mis pechos—. Siente lo turgentes que son tus pechos.
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Sáb 29 Jun 2013, 7:40 am

CAPITULO 29 segunda parte

Me pone las manos de forma que me coja los pechos. Me acaricia suavemente los pezones con los pulgares, una y otra vez.
Gimo con la boca entreabierta y arqueo la espalda de forma que los pechos me llenan las manos. Me pellizca los pezones con sus pulgares y los míos, tirando con delicadeza, para que se alarguen más. Observo fascinada a la criatura lasciva que se retuerce... delante de mí. Oh, qué sensación tan deliciosa... Gruño y cierro los ojos, porque no quiero seguir viendo cómo se excita esa mujer libidinosa del espejo con sus propias manos, con las manos de él, acariciándome como lo haría él, sintiendo lo excitante que es. Solo siento sus manos y sus órdenes suaves y serenas.

—Muy bien, nena —murmura.

Me lleva las manos por los costados, desde la cintura hasta las caderas, por el vello púbico. Desliza una pierna entre las mías, separándome los pies, abriéndome, y me pasa mis manos por mi sexo, primero una mano y luego la otra, marcando un ritmo. Es tan erótico... Soy una auténtica marioneta y él es el maestro titiritero.

—Mira cómo resplandeces, ___ —me susurra mientras me riega de besos y mordisquitos el hombro.
Gimo. De pronto me suelta.

—Sigue tú —me ordena, y se aparta para observarme.

Me acaricio. No... Quiero que lo haga él. No es lo mismo. Estoy perdida sin él. Se saca la camisa por la cabeza y se quita rápidamente los vaqueros.

—¿Prefieres que lo haga yo?

Sus ojos marrones abrasan los míos en el espejo.

—Sí, por favor —digo.

Vuelve a rodearme con los brazos, me coge las manos otra vez y continúa acariciándome el sexo, el clítoris. El vello de su pecho me raspa, su erección presiona
contra mí. Hazlo ya, por favor. Me mordisquea la nuca y cierro los ojos, disfrutando de las múltiples sensaciones: el cuello, la entrepierna, su cuerpo pegado a mí. Para de pronto y me da la vuelta, me apresa con una mano ambas muñecas a la espalda y me tira de la coleta con la otra. Me acaloro al contacto con su cuerpo; él me besa apasionadamente, devorando mi boca con la suya, inmovilizándome.
Su respiración es entrecortada, como la mía.

—¿Cuándo te ha venido la regla? —me pregunta de repente, mirándome.

—Eh... ayer —mascullo, excitadísima.

—Bien.

Me suelta y me da la vuelta.

—Agárrate al lavabo —me ordena y vuelve a echarme hacia atrás las caderas, como hizo en el cuarto de juegos, de forma que estoy doblada.

Me pasa la mano entre las piernas y tira del cordón azul. ¿Qué? Me quita el tampón con cuidado y lo tira al váter, que tiene cerca. Dios mío. La madre del... Y de golpe me penetra... ¡ah! Piel con piel, moviéndose despacio al principio, suavemente, probándome, empujando... madre mía. Me agarro con fuerza al lavabo, jadeando, pegándome a él, sintiéndolo dentro de mí. Oh, esa dulce agonía... sus manos ancladas a mis caderas.

Imprime un ritmo castigador, dentro, fuera, luego me pasa la mano por delante, al clítoris, y me lo masajea... oh, Dios. Noto que me acelero.

—Muy bien, nena —dice con voz ronca mientras empuja con vehemencia, ladeando las caderas, y eso basta para catapultarme a lo más alto.
Uau... y me corro escandalosamente, aferrada al lavabo mientras me dejo arrastrar por el orgasmo, y todo se revuelve y se tensa a la vez. Él me sigue, agarrándome con fuerza, pegándose a mi cuerpo cuando llega al clímax, pronunciando mi nombre como si fuera un ensalmo o una invocación.

—¡Oh, ____! —me jadea al oído, su respiración entrecortada en perfecta sinergia con la mía—. Oh, nena, ¿alguna vez me saciaré de ti? —susurra.

Nos dejamos caer despacio al suelo y él me envuelve con sus brazos, apresándome. ¿Será siempre así? Tan incontenible, devorador, desconcertante, seductor. Yo quería hablar, pero hacer el amor con él me agota y me aturde, y también yo me pregunto si algún día llegaré a saciarme de él.
Me acurruco en su regazo, con la cabeza pegada a su pecho, mientras nos serenamos. Con disimulo, inhalo su aroma a Harry, dulce y embriagador. No debo acariciarlo. No debo acariciarlo. Repito mentalmente el mantra, aunque me siento tentada de hacerlo. Quiero alzar la mano y trazar figuras en su pecho con las yemas de los dedos, pero me contengo, porque sé que le fastidiaría que lo hiciera. Guardamos silencio los dos, absortos en nuestros pensamientos. Yo estoy absorta en él, entregada a él.
De repente, me acuerdo de que tengo la regla.

—Estoy manchando —murmuro.

—A mí no me molesta —me dice.

—Ya lo he notado —digo sin poder controlar el tono seco de mi voz. Se tensa.

—¿Te molesta a ti? —me pregunta en voz baja.

¿Que si me molesta? Quizá debería... ¿o no? No, no me molesta. Me echo hacia atrás y levanto la vista, y él me mira desde arriba, con esos ojos marrones algo nebulosos.

—No, en absoluto.

Sonríe satisfecho.

—Bien. Vamos a darnos un baño.

Me libera y me deja en el suelo a fin de ponerse de pie. Mientras se mueve a mi lado, vuelvo a reparar en esas pequeñas cicatrices redondas y blancas de su
pecho. No son de varicela, me digo distraída. Grace dijo que a él casi no le había afectado. Por Dios... tienen que ser quemaduras. ¿Quemaduras de qué? Palidezco al caer en la cuenta, presa de la conmoción y la repugnancia que me produce. A lo mejor existe una explicación razonable y yo estoy exagerando. Brota feroz en mi pecho una esperanza: la esperanza de estar equivocada.

—¿Qué pasa? —me pregunta Harry alarmado.

—Tus cicatrices —le susurro—. No son de varicela.

Lo veo cerrarse como una ostra en milésimas de segundo; su actitud, antes relajada, serena y tranquila, se vuelve defensiva, furiosa incluso. Frunce el ceño, su
rostro se oscurece y su boca se convierte en una fina línea prieta.

—No, no lo son —espeta, pero no me da más explicaciones. Se pone en pie, me tiende la mano y me ayuda a levantarme.

—No me mires así —me dice con frialdad, como reprendiéndome, y me suelta la mano.

Me sonrojo, arrepentida, y me miro los dedos, y entonces sé, tengo claro, que alguien le apagaba cigarrillos sobre la piel. Siento náuseas.

—¿Te lo hizo ella? —susurro sin apenas darme cuenta.

No dice nada, así que me obligo a mirarlo. Él me clava los ojos, furibundo.

—¿Ella? ¿La señora Robinson? No es una salvaje, ______. Claro que no fue ella. No entiendo por qué te empeñas en demonizarla.

Ahí lo tengo, desnudo, espléndidamente desnudo, manchado de mi sangre... y por fin vamos a tener esa conversación. Yo también estoy desnuda, ninguno de los
dos tiene donde esconderse, salvo quizá en la bañera. Respiro hondo, paso por delante de él y me meto en el agua. La encuentro deliciosamente templada, relajante y profunda. Me disuelvo en la espuma fragante y lo miro, oculta entre las pompas.

—Solo me pregunto cómo serías si no la hubieras conocido, si ella no te hubiera introducido en ese... estilo de vida.

Suspira y se mete en la bañera, enfrente de mí, con la mandíbula apretada por la tensión, los ojos vidriosos. Cuando sumerge con elegancia su cuerpo en el agua, procura no rozarme siquiera. Dios... ¿tanto lo he enojado?
Me mira impasible, con expresión insondable, sin decir nada. De nuevo se hace el silencio entre nosotros, pero yo no voy a romperlo. Te toca ti, Styles... esta vez no voy a ceder. Mi subconsciente está nerviosa, se muerde las uñas con desesperación. A ver quién puede más. Harry y yo nos miramos; no pienso claudicar. Al final, tras lo que parece una eternidad, mueve la cabeza y sonríe.

—De no haber sido por la señora Robinson, probablemente habría seguido los pasos de mi madre biológica.

¡Uf...! Lo miro extrañada. ¿En la adicción al crack o en la prostitución? ¿En ambas, quizá?

—Ella me quería de una forma que yo encontraba... aceptable —añade encogiéndose de hombros.

¿Qué **** significa eso?

—¿Aceptable? —susurro.

—Sí. —Me mira fijamente—. Me apartó del camino de autodestrucción que yo había empezado a seguir sin darme cuenta. Resulta muy difícil crecer en una familia perfecta cuando tú no eres perfecto.

Oh, no. Se me seca la boca mientras digiero esas palabras. Me mira con una expresión indescifrable. No me va a contar más. Qué frustrante. Mi mente no para de dar vueltas... lo veo tan lleno de desprecio por sí mismo. Y la señora Robinson lo quería. Maldita sea... ¿lo seguirá queriendo? Me siento como si me hubieran dado una patada en el estómago.

—¿Aún te quiere?

—No lo creo, no de ese modo. —Frunce el ceño como si nunca se le hubiera ocurrido—. Ya te digo que fue hace mucho. Es algo del pasado. No podría cambiarlo aunque quisiera, que no quiero. Ella me salvó de mí mismo. —Está exasperado y se pasa una mano mojada por el pelo—. Nunca he hablado de esto con nadie. —Hace una pausa—. Salvo con el doctor Flynn, claro. Y la única razón por la que te lo cuento a ti ahora es que quiero que confíes en mí.

—Yo ya confío en ti, pero quiero conocerte mejor, y siempre que intento hablar contigo, me distraes. Hay muchísimas cosas que quiero saber.

—Oh, por el amor de Dios, ______. ¿Qué quieres saber? ¿Qué tengo que hacer?

Le arden los ojos y, aunque no alza la voz, sé que está haciendo un esfuerzo por controlar su genio. Me miro las manos, perfectamente visibles debajo del agua ahora que la espuma ha empezado a dispersarse.

—Solo pretendo entenderlo; eres todo un enigma. No te pareces a nadie que haya conocido. Me alegro de que me cuentes lo que quiero saber.

Uf... quizá sean los Cosmopolitan que me envalentonan, pero de repente no soporto la distancia que nos separa. Me muevo por el agua hasta su lado y me pego a él, de forma que estamos piel con piel. Se tensa y me mira con recelo, como si fuera a morderle. Vaya, qué cambio tan inesperado... La diosa que llevo dentro lo escudriña en silencio, asombrada.

—No te enfades conmigo, anda —le susurro.

—No estoy enfadado contigo, ______. Es que no estoy acostumbrado a este tipo de conversación, a este interrogatorio. Esto solo lo hago con el doctor Flynn y con...

Se calla y frunce el ceño.

—Con ella. Con la señora Robinson. ¿Hablas con ella? —inquiero, procurando controlar mi genio yo también.

—Sí, hablo con ella.

—¿De qué?

Se recoloca para poder mirarme, haciendo que el agua se derrame por los bordes hasta el suelo. Me pasa el brazo por los hombros y lo apoya en el borde de la bañera.

—Eres insistente, ¿eh? —murmura algo irritado—. De la vida, del universo... de negocios. La señora Robinson y yo hace tiempo que nos conocemos, ______. Hablamos de todo.

—¿De mí? —susurro.

—Sí.

Sus ojos marrones me observan con atención.

Me muerdo el labio inferior en un intento de contener el súbito ataque de rabia que se apodera de mí.

—¿Por qué habláis de mí?

Me esfuerzo por no sonar consternada ni malhumorada, pero no lo consigo. Sé que debería parar. Lo estoy presionando demasiado. Mi subconsciente está poniendo otra vez la cara de El grito de Munch.

—Nunca he conocido a nadie como tú, ______.

—¿Qué quieres decir? ¿Te refieres a que nunca has conocido a nadie que no firmara automáticamente todo tu papeleo sin preguntar primero?

Menea la cabeza.

—Necesito consejo.

—¿Y te lo da doña Pedófila? —espeto.

El control de mi genio es menos fuerte de lo que pensaba.

—______... basta ya —me suelta muy serio, frunciendo los ojos.

Piso terreno cenagoso; me estoy metiendo en la boca del lobo.

—O te voy a tener que tumbar en mis rodillas. No tengo ningún interés romántico o sexual en ella. Ninguno. Es una amiga querida y apreciada, y socia mía. Nada
más. Tenemos un pasado en común, hubo algo entre nosotros que a mí me benefició muchísimo, aunque a ella le destrozara el matrimonio, pero esa parte de nuestra relación ya terminó.

Dios, otra cosa que no entiendo. Ella encima estaba casada. ¿Cómo pudieron mantener lo suyo tanto tiempo?

—¿Y tus padres nunca se enteraron?

—No —gruñe—. Ya te lo he dicho.

Y sé que he llegado al límite. No puedo preguntarle nada más de ella porque va a perder los nervios conmigo.

—¿Has terminado? —espeta.

—De momento.

Respira hondo y se relaja visiblemente delante de mí, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

—Vale, ahora me toca a mí —murmura, y su mirada feroz se vuelve gélida, especulativa—. No has contestado a mi e-mail.
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Sáb 29 Jun 2013, 7:42 am

CAPITULO 29 tercera parte

Me ruborizo. Ay, odio cuando el foco se dirige contra mí, y tengo la sensación de que se va a enfadar cada vez que hablemos de algo. Meneo la cabeza. Igual es así como le hacen sentirse mis preguntas; no está acostumbrado a que lo desafíen. La idea resulta reveladora, perturbadora e inquietante.

—Iba a contestar. Pero has venido.
...
—¿Habrías preferido que no viniera? —dice, de nuevo impasible.

—No, me encanta que hayas venido —murmuro.

—Bien. —Me dedica una sincera sonrisa de alivio—. A mí me encanta haber venido, a pesar de tu interrogatorio. Aunque acepte que me acribilles a preguntas, no creas que disfrutas de algún tipo de inmunidad diplomática solo porque haya venido hasta aquí para verte. Para nada, señorita Steele. Quiero saber lo que sientes.

Oh, no...

—Ya te lo he dicho. Me gusta que estés conmigo. Gracias por venir hasta aquí —digo, poco convincente.

—Ha sido un placer.

Le brillan los ojos cuando se inclina y me besa suavemente. Noto que reacciono enseguida. El agua aún está tibia y en el baño sigue habiendo vapor. Para, se
aparta y me mira.

—No. Me parece que necesito algunas respuestas antes de que hagamos más.

¿Más? Ya estamos otra vez con la palabrita. Y quiere respuestas... ¿a qué? Yo no tengo un pasado plagado de secretos, ni una infancia terrible. ¿Qué podría
querer saber de mí que no sepa ya?

Suspiro, resignada.

—¿Qué quieres saber?

—Bueno, para empezar, qué piensas de nuestro contrato.

Lo miro extrañada. Hora de decir verdades. Mi subconsciente y la diosa que llevo dentro se miran nerviosas. Venga, vamos a decir la verdad.

—No creo que pueda firmar por un periodo mayor de tiempo. Un fin de semana entero siendo alguien que no soy.

Me ruborizo y me miro las manos.
Me levanta la barbilla y veo que me sonríe, divertido.

—No, yo tampoco creo que pudieras.

En cierta medida, me siento ofendida y desafiada.

—¿Te estás riendo de mí?

—Sí, pero sin mala intención —dice, sonriendo apenas.

Se inclina y me besa suave, brevemente.

—No eres muy buena sumisa —susurra sosteniéndome la barbilla, con un brillo jocoso en los ojos.

Me lo quedo mirando, asombrada, y empiezo a reír... y él ríe también.

—A lo mejor no tengo un buen maestro.

Suelta un bufido.

—A lo mejor. Igual debería ser más estricto contigo.

Ladea la cabeza y me sonríe ladino.

Trago saliva. Dios, no. Pero, al mismo tiempo, los músculos del vientre se me contraen de forma deliciosa. Esa es su forma de demostrarme que le importo Quizá, comprendo de pronto, su única forma de demostrar que le importo. Me mira fijamente, estudiando mi reacción.

—¿Tan mal lo pasaste cuando te di los primeros azotes?

Lo miro extrañada. ¿Lo pasé mal? Recuerdo que mi reacción me confundió. Me dolió, pero, pensándolo bien, no fue para tanto. Él no paraba de decirme que estaba todo en mi cabeza. Y la segunda vez... Uf, esa estuvo bien... fue muy excitante.

—No, la verdad es que no —susurro.

—¿Es más por lo que implica? —inquiere.

—Supongo. Lo de sentir placer cuando uno no debería.

—Recuerdo que a mí me pasaba lo mismo. Lleva un tiempo procesarlo.

Dios mío. Eso fue cuando él era un chaval.

—Siempre puedes usar las palabras de seguridad, ______. No lo olvides. Y si sigues las normas, que satisfacen mi íntima necesidad de controlarte y
protegerte, quizá logremos avanzar.

—¿Por qué necesitas controlarme?

—Porque satisface una necesidad íntima mía que no fue satisfecha en mis años de formación.

—Entonces, ¿es una especie de terapia?

—No me lo había planteado así, pero sí, supongo que sí.
Eso sí puedo entenderlo. Me será de ayuda.

—Pero el caso es que en un momento me dices «No me desafíes», y al siguiente me dices que te gusta que te desafíe. Resulta difícil traspasar con éxito esa línea tan fina.

Me mira un instante, luego frunce el ceño.

—Lo entiendo. Pero, hasta la fecha, lo has hecho estupendamente.

—Pero ¿a qué coste personal? Estoy hecha un auténtico lío, me veo atada de pies y manos.

—Me gusta eso de atarte de pies y manos.

Sonríe maliciosamente.

—¡No lo decía en sentido literal!

Y le salpico agua, exasperada.
Me mira, arqueando una ceja.

—¿Me has salpicado?

—Sí.

Oh, no... esa mirada.

—Ay, señorita Steele. —Me agarra y me sube a su regazo, derramando agua por todo el suelo—. Creo que ya hemos hablado bastante por hoy.

Me planta una mano a cada lado de la cabeza y me besa. Apasionadamente. Se apodera de mi boca. Girándome la cabeza, controlándome. Gimo en sus labios.
Esto es lo que le gusta. Lo que se le da bien. Me enciendo por dentro y hundo los dedos en su pelo, amarrándolo a mí, y le devuelvo el beso y le digo que yo también lo deseo de la única forma que sé. Gruñe, me coge y me sube a horcajadas, arrodillada sobre él, con su erección debajo de mí. Se echa hacia atrás y me mira, con los ojos entrecerrados, brillantes y lascivos. Bajo las manos para agarrarme al borde de la bañera, pero él me coge por las muñecas y me las sujeta a la espalda con una sola mano.

—Te la voy a meter —me susurra, y me levanta de forma que quedo suspendida encima de él—. ¿Lista?

—Sí —le susurro y me monta en su miembro, despacio, deliciosamente despacio... entrando hasta el fondo... observándome mientras me toma.

Gruño, cerrando los ojos, y saboreo la sensación, la absoluta penetración. Él mueve las caderas y yo gimo, inclinándome hacia delante y descansando la frente en la suya.

—Suéltame las manos, por favor —le susurro.

—No me toques —me suplica y, soltándome las manos, me agarra las caderas.

Me aferro al borde de la bañera, subo y luego bajo despacio, abriendo los ojos para verlo. Me observa, con la boca entreabierta, la respiración entrecortada,
contenida, la lengua entre los dientes. Resulta tan... excitante. Estamos mojados y resbaladizos, frotándonos el uno contra el otro. Me inclino y lo beso. Él cierra los ojos. Tímidamente, subo las manos a su cabeza y le acaricio el pelo, sin apartar mi boca de la suya. Eso sí está permitido. Le gusta. Y a mí también. Nos movemos al unísono. Tirándole del pelo, le echo la cabeza hacia atrás y lo beso más apasionadamente, montándolo, cada vez más rápido, siguiendo su ritmo. Gimo en su boca. Él empieza a subirme más y más deprisa, agarrándome por las caderas. Me devuelve el beso. Somos todo bocas y lenguas húmedas, pelos revueltos y balanceo de caderas. Todo sensación... devorándolo todo una vez más. Estoy a punto... Empiezo a reconocer esa deliciosa contracción... acelerándose. Y el agua gira a nuestro alrededor, formando nuestro propio remolino, un torbellino de emoción, a medida que nuestros movimientos se vuelven más frenéticos... salpicando agua por todas partes, reflejando lo que sucede en mi interior... pero me da igual.
Amo a este hombre. Amo su pasión, el efecto que tengo en él. Adoro que haya volado hasta aquí para verme. Adoro que se preocupe por mí... que le importe. Es algo tan inesperado, tan satisfactorio. Él es mío y yo soy suya.

—Eso es, nena —jadea.

Y me corro; el orgasmo me arrasa, un clímax turbulento y apasionado que me devora entera. De pronto, me estrecha contra su cuerpo, enrosca los brazos a mi cintura y se corre él también.

—¡____, nena! —grita, y la suya es una invocación feroz, que me llega a lo más hondo del alma.

Estamos tumbados, mirándonos, de ojos grises a azules, cara a cara, en la inmensa cama, los dos abrazados a nuestras almohadas. Desnudos. Sin tocarnos. Solo mirándonos y admirándonos, tapados con la sábana.

—¿Quieres dormir? —pregunta Harry con voz tierna y llena de preocupación.

—No. No estoy cansada.
Me siento extrañamente revigorizada. Me ha venido tan bien hablar que no quiero parar.

—¿Qué quieres hacer? —pregunta.

—Hablar.

Sonríe.

—¿De qué?

—De cosas.

—¿De qué cosas?

—De ti.

—De mí ¿qué?

—¿Cuál es tu película favorita?

Sonríe.

—Actualmente, El piano.

Su sonrisa es contagiosa.

—Por supuesto. Qué boba soy. ¿Por esa banda sonora triste y emotiva que sin duda sabes interpretar? Cuántos logros, señor Styles.

—Y el mayor eres tú, señorita Steele.

—Entonces soy la número diecisiete.

Me mira ceñudo, sin comprender.

—¿Diecisiete?

—El número de mujeres con las que... has tenido sexo.

Esboza una sonrisa y los ojos le brillan de incredulidad.

—No exactamente.

—Tú me dijiste que habían sido quince.

Mi confusión es obvia.

—Me refería al número de mujeres que habían estado en mi cuarto de juegos. Pensé que era eso lo que querías saber. No me preguntaste con cuántas mujeres
había tenido sexo.

—Ah. —Madre mía. Hay más... ¿Cuántas? Lo miro intrigada—. ¿Vainilla?

—No. Tú eres mi única relación vainilla —dice negando con la cabeza y sin dejar de sonreírme.
¿Por qué lo encuentra tan divertido? ¿Y por qué le sonrío yo también como una ****a?

—No puedo darte una cifra. No he ido haciendo muescas en el poste de la cama ni nada parecido.

—¿De cuántas hablamos: decenas, cientos... miles?

Voy abriendo los ojos a mediada que la cifra aumenta.

—Decenas. Nos quedamos en las decenas, por desgracia.

—¿Todas sumisas?

—Sí.

—Deja de sonreírme —finjo reprenderlo, tratando en vano de mantenerme seria.

—No puedo. Eres divertida.

—¿Divertida por peculiar o por graciosa?

—Un poco de ambas, creo —contesta, como le contesté yo a él.

—Eso es bastante insolente, viniendo de ti.

Se acerca y me besa la punta de la nariz.

—Esto te va a sorprender, ______. ¿Preparada?

Asiento, con los ojos como platos y sin poder quitarme la sonrisa bobalicona de la cara.

—Todas eran sumisas en prácticas, cuando yo estaba haciendo mis prácticas. Hay sitios en Seattle y alrededores a los que se puede ir a practicar. A aprender a hacer lo que yo hago —dice. ¿Qué?

—Ah.

Lo miro extrañada.

—Pues sí, yo he pagado por sexo, ______.

—Eso no es algo de lo que estar orgulloso —murmuro con cierta arrogancia—. Y tienes razón, me has dejado pasmada. Y enfadada por no poder dejarte pasmada yo.

—Te pusiste mis calzoncillos.

—¿Eso te sorprendió?

—Sí.

La diosa que llevo dentro hace un salto con pértiga de cinco metros.

—Y fuiste sin bragas a conocer a mis padres.

—¿Eso te sorprendió?

—Sí.

Uf, acaba de batir la marca de los cinco metros.

—Parece que solo puedo sorprenderte en el ámbito de la ropa interior.

—Me dijiste que eras virgen. Esa es la mayor sorpresa que me han dado nunca.

—Sí, tu cara era un poema. De foto —digo riendo como una boba.

—Me dejaste que te excitara con una fusta.

—¿Eso te sorprendió?

—Pues sí.

—Bueno, igual te dejo que lo vuelvas a hacer.

—Huy, eso espero, señorita Steele. ¿Este fin de semana?

—Vale —accedo tímidamente.

—¿Vale?

—Sí. Volveré al cuarto rojo del dolor.

—Me llamas por mi nombre.

—¿Eso te sorprende?

—Me sorprende lo mucho que me gusta.

—Harry.

Sonríe.

—Mañana quiero hacer una cosa —dice con los ojos brillantes de emoción.

—¿El qué?

—Una sorpresa. Para ti —añade en voz baja y suave.

Arqueo una ceja y contengo un bostezo, todo a la vez.

—¿La aburro, señorita Steele? —me pregunta socarrón.

—Nunca.

Se acerca y me besa suavemente los labios.

—Duerme —me ordena, y luego apaga la luz.

Y en ese momento tranquilo en que cierro los ojos, agotada y satisfecha, pienso que estoy en el ojo del huracán. Y, pese a todo lo que me ha dicho, y lo que no
me ha dicho, dudo que alguna vez haya sido tan feliz.
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Sáb 29 Jun 2013, 7:44 am

CAPITULO 30 primera parte

Harry está en una jaula con barrotes de acero. Lleva sus vaqueros gastados y rajados, el pecho y los pies deliciosamente desnudos, y me mira fijamente. Tiene grabada en su hermoso rostro esa sonrisa suya de saber algo que los demás no saben, y sus ojos son de un marron intenso. En las manos lleva un cuenco de fresas. Se acerca con atlética elegancia al frente de la jaula..., mirándome fijamente. Coge una fresa grande y madura y saca la mano por entre los barrotes.

—Come —me dice, sus labios acariciando cada sonido de la palabra.

Intento acercarme a él, pero estoy atada, una fuerza invisible me retiene sujetándome por la muñeca. Suéltame.

—Ven, come —dice, regalándome una de sus deliciosas sonrisas de medio lado.

Tiro y tiro... ¡suéltame! Quiero chillar y gritar, pero no me sale ningún sonido. Estoy muda. Harry estira un poco más el brazo y la fresa me roza los labios.

—Come, _______.

Su boca pronuncia mi nombre alargando de forma sensual cada sílaba.

Abro la boca y muerdo, la jaula desaparece y dejo de estar atada. Alargo la mano para acariciarlo, pasear los dedos por el vello de su pecho.

—_______.

No... Gimo.

—Vamos, nena.

No... Quiero acariciarte.

—Despierta.

No. Por favor... Abro a regañadientes los ojos una décima de segundo. Estoy en la cama y alguien me besuquea la oreja.

—Despierta, nena —me susurra, y el efecto de su voz dulce se extiende como caramelo caliente por mis venas.

Es Harry. Dios... aún es de noche, y el recuerdo de mi sueño persiste, desconcertante y tentador, en mi cabeza.

—Ay, nooo... —protesto.

Quiero volver a su pecho, a mi sueño. ¿Por qué me despierta? Es de madrugada, o eso parece. Madre mía. ¿No querrá sexo ahora?

—Es hora de levantarse, nena. Voy a encender la lamparita —me dice en voz baja.

—No —protesto de nuevo.

—Quiero perseguir el amanecer contigo —dice besándome la cara, los párpados, la punta de la nariz, la boca, y entonces abro los ojos. La lamparita está
encendida—. Buenos días, preciosa —murmura.

Protesto, y él sonríe.

—No eres muy madrugadora —susurra.

Deslumbrada por la luz, entreabro los ojos y veo a Harry inclinado sobre mí, sonriendo. Divertido. Divertido conmigo. ¡Vestido! De negro.

—Pensé que querías sexo —me quejo.

—______, yo siempre quiero sexo contigo. Reconforta saber que a ti te pasa lo mismo —dice con sequedad. Lo miro mientras mis ojos se adaptan a la luz y aún lo veo risueño... menos mal.

—Pues claro que sí, solo que no tan tarde.

—No es tarde, es temprano. Vamos, levanta. Vamos a salir. Te tomo la palabra con lo del sexo.

—Estaba teniendo un sueño tan bonito —gimoteo.

—¿Con qué soñabas? —pregunta paciente.

—Contigo.

Me ruborizo.

—¿Qué hacía esta vez?

—Intentabas darme de comer fresas.

En sus labios se dibuja un conato de sonrisa.

—El doctor Flynn tendría para rato con eso. Levanta, vístete. No te molestes en ducharte, ya lo haremos luego.

¡Lo haremos!

Me incorporo y la sábana resbala hasta mi cintura, dejando al descubierto mi cuerpo. Él se levanta para dejarme salir de la cama y me mira con deseo.

—¿Qué hora es?

—Las cinco y media de la mañana.

—Pues parece que sean las tres.

—No tenemos mucho tiempo. Te he dejado dormir todo lo posible. Vamos.

—¿No puedo ducharme?

Suspira.

—Si te duchas, voy a querer ducharme contigo, y tú y yo sabemos lo que pasará, que se nos irá el día. Vamos.

Está emocionado. Su rostro resplandece de ilusión y nerviosismo, como el de un niño. Me hace sonreír.

—¿Qué vamos a hacer?

—Es una sorpresa. Ya te lo he dicho.

No puedo evitar mirarlo con una amplia sonrisa.

—Vale.

Salgo de la cama y busco mi ropa, que, cómo no, está perfectamente doblada en la silla que hay junto a la cama. Además, me ha dejado uno de sus boxers de algodón, de Ralph Lauren, nada menos. Me los pongo, y me sonríe. Mmm, otra prenda íntima de Harry Styles, otro trofeo más que añadir a mi colección, junto con el coche, la BlackBerry, el Mac, su americana negra y un juego de valiosos incunables. Cabeceo al pensar en su generosidad, y frunzo el ceño cuando me viene a la mente una escena de Tess: la de las fresas. Me recuerda a mi sueño. Al infierno el doctor Flynn, hasta Freud tendría para rato con eso, y luego probablemente moriría intentando desentrañar a mi Cincuenta Sombras.

—Te dejo tranquila un rato ahora que ya te has levantado.

Harry se va al salón y yo voy al baño. Tengo necesidades que atender y quiero lavarme un poco. Siete minutos después estoy en el salón, aseada, peinada y vestida con mis vaqueros, mi blusa y la ropa interior de Harry Styles. Harry me mira desde la mesita de comedor en la que está desayunando. ¡Desayunando! A estas horas.

—Come —dice.

Madre mía... mi sueño. Me lo quedo mirando, recordando sus labios y su lengua al pronunciar mi nombre. Mmm, esa lengua experimentada...

—_______ —me dice muy serio, sacándome de mi ensoñación.

Realmente es demasiado temprano para mí. ¿Cómo manejo esta situación?

—Tomaré un poco de té. ¿Me puedo llevar un cruasán para luego?

Me mira con recelo y le sonrío con ternura.

—No me agües la fiesta, ______ —me advierte en voz baja.

—Comeré algo luego, cuando se me haya despertado el estómago. Hacia las siete y media, ¿vale?

—Vale.

Y me lanza una miradita suspicaz.
En serio... Tengo que esforzarme mucho para no ponerle mala cara.

—Me dan ganas de ponerte los ojos en blanco.

—Por favor, no te cortes, alégrame el día —me dice muy serio.

Miro al techo.

—Bueno, unos azotes me despertarían, supongo.

Frunzo los labios en silenciosa actitud pensativa.
Harry se queda boquiabierto.

—Por otra parte, no quiero que te calientes y te molestes por mí. El ambiente ya está bastante caldeado aquí.

Me encojo de hombros con aire indiferente.
Harry cierra la boca y se esfuerza en vano por parecer disgustado. Veo asomar la sonrisa al fondo de sus ojos.

—Como de costumbre, es usted muy difícil, señorita Steele. Bébete el té.

Veo la etiqueta de Twinings y se me alegra el corazón. ¿Ves?, sí que le importas, me dice por lo bajo mi subconsciente. Me siento y lo miro, embebiéndome de
su belleza. ¿Alguna vez me saciaré de este hombre?
Cuando salimos de la habitación, Harry me lanza una sudadera.

—La vas a necesitar.

Lo miro perpleja.

—Confía en mí.

Sonríe, se inclina y me da un beso rápido en los labios, luego me coge de la mano y nos vamos.

Fuera, al relativo frío de la tenue luz que precede al alba, el aparcacoches le entrega a Harry las llaves de un coche deportivo de capota de lona. Miro arqueando una ceja a Harry, y él me sonríe satisfecho.

—A veces es genial que sea quien soy, ¿eh? —dice con una sonrisa cómplice que no puedo evitar emular.

Cuando está contento y relajado, es un encanto. Me abre la puerta con una reverencia exagerada y subo. Está de excelente humor.

—¿Adónde vamos?

—Ya lo verás.

Sonriente, arranca el coche y salimos a Savannah Parkway. Programa el GPS, luego pulsa un botón en el volante y una pieza clásica orquestal inunda el vehículo.

—¿Qué es? —pregunto mientras el sonido dulcísimo de un centenar de violines nos envuelve.

—Es de La Traviata, una ópera de Verdi.

Madre mía, es preciosa.

—¿La Traviata? He oído hablar de ella, pero no sé dónde. ¿Qué significa?

Harry me mira de reojo y sonríe.

—Bueno, literalmente, «la descarriada». Está basada en La dama de las camelias, de Alejandro Dumas.

—Ah, la he leído.

—Lo suponía.

—La desgraciada cortesana. —Me estremezco incómoda en el mullido asiento de cuero. ¿Intenta decirme algo?—. Mmm, es una historia deprimente —
murmuro.

—¿Demasiado deprimente? ¿Quieres poner otra cosa? Está sonando en el iPod.

Harry exhibe otra vez su sonrisa secreta.

No veo el iPod por ninguna parte. Toca la pantalla del panel de mandos que hay entre los dos y, tachán, aparece la lista de temas.

—Elige tú.

Esboza una sonrisa y sé de inmediato que es un desafío.
El iPod de Harry Styles... esto va a ser interesante. Me muevo por la pantalla y encuentro la canción perfecta. Le doy al «Play». Jamás habría imaginado que él
pudiera ser fan de Britney. El ritmo electrónico y bailable nos sobresalta, y Harry baja el volumen. Igual es demasiado temprano para esto: Britney en su faceta más sensual.

—Conque «Toxic», ¿eh? —sonríe Harry.

—No sé por qué lo dices —respondo haciéndome la inocente.

Baja un poco más la música y, en mi interior, me abrazo a mí misma. La diosa que llevo dentro se ha subido al podio y espera su medalla de oro. Ha bajado la
música. ¡Victoria!

—Yo no he puesto esa canción en mi iPod —dice en tono despreocupado, y pisa tan fuerte el pedal que, cuando el coche acelera por la autovía, me voy hacia atrás en el asiento.

¿Qué? El muy capullo sabe bien lo que hace. ¿Quién la ha puesto? Y encima tengo que seguir oyendo a Britney, que parece que no va a callarse nunca. ¿Quién, quién?

Termina la canción y el iPod, en modo aleatorio, pasa a un tema tristón de Damien Rice. ¿Quién? ¿Quién? Miro por la ventanilla, con el estómago revuelto.

¿Quién?

—Fue Leila —responde a mis pensamientos no manifiestos.

¿Cómo lo hace?

—¿Leila?

—Una ex, ella puso la canción en el iPod.

Damien gorjea de fondo y yo me quedo pasmada. Una ex... ¿ex sumisa? Una ex...

—¿Una de las quince?

—Sí.

—¿Qué le pasó?

—Lo dejamos.

—¿Por qué?

Oh, Dios. Es demasiado temprano para esta clase de conversación. Pero parece relajado, hasta feliz, y lo que es más, hablador.

—Quería más.

Su voz suena profunda, introspectiva incluso, y deja la frase suspendida entre los dos, terminándola de nuevo con esa poderosa palabrita.

—¿Y tú no? —le suelto antes de poder activar mi filtro de pensamientos.

****, ¿acaso quiero saberlo?
Niega con la cabeza.

—Yo nunca he querido más, hasta que te conocí a ti.

Doy un respingo, anonadada. ¿No es eso lo que yo quiero? ¡Él también quiere más! ¡Quiere más! La diosa que llevo dentro se ha bajado del podio de un salto
mortal y se ha puesto a dar volteretas laterales por todo el estadio. No soy solo yo.

—¿Qué pasó con las otras catorce? —pregunto.

Venga, está hablando, aprovéchate.

—¿Quieres una lista? ¿Divorciada, decapitada, muerta?

—No eres Enrique VIII.

—Vale. Sin seguir ningún orden en particular, solo he tenido relaciones largas con cuatro mujeres, aparte de Elena.

—¿Elena?

—Para ti, la señora Robinson.

Esboza esa sonrisa suya del que sabe algo que los demás ignoran.
¡Elena! Vaya. La malvada tiene nombre, y de resonancias exóticas. De pronto imagino a una espléndida vampiresa de piel clara, pelo negro como el azabache y labios de un rojo rubí, y sé que es hermosa. No debo obsesionarme. No debo obsesionarme.

—¿Qué fue de esas cuatro? —pregunto para distraer mi mente.
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Sáb 29 Jun 2013, 11:19 am

Mas tarde Subo los otros Caps :)
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por ||Hazzy|| Sáb 29 Jun 2013, 1:22 pm

awwwwwwwwwwwwwww me gusto harry fue a verla awwwwwwwwwwwwwwww que lindo porfa siguelaaaaaaaaaaaaaaaa

una pregunta cuanto capitulos son la primera temporada

siguelaaaaaaaaaaaaaa
||Hazzy||
||Hazzy||


https://www.facebook.com/pages/Mi-novio-es-Louis-Tomlinson/12927

Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Sáb 29 Jun 2013, 3:33 pm

Emm... Son Bastantes, no sabria decirte. Pero tampoco que son 100 capitulos, menos son. Captado? Jajaja, bueno. *-* Osea no son tantos capitulos! Lo que pasa es que los capitulos son muy largos :)

Te parece si la sigo maniana o mas tarde? Es que el cargador de mi laptop se rompio. Intento que funcione, lo voy a lograr... Besos, te aviso :)
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por ||Hazzy|| Sáb 29 Jun 2013, 4:08 pm

OKIDOKI BESOS XX

ESPERO EL CAPITULOS BAY XX
||Hazzy||
||Hazzy||


https://www.facebook.com/pages/Mi-novio-es-Louis-Tomlinson/12927

Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Dom 30 Jun 2013, 12:51 pm

30 segunda parte

—Qué inquisitiva, qué ávida de información, señorita Steele —me reprende en tono burlón.

—Mira quién habla, don Cuándo-te-toca-la-regla.

—______, un hombre debe saber esas cosas.

—¿Ah, sí?

—Yo sí.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que te quedes embarazada.

—¡Ni yo quiero quedarme! Bueno, al menos hasta dentro de unos años.

Harry parpadea perplejo, luego se relaja visiblemente. Vale. Harry no quiere tener hijos. ¿Solo ahora o nunca? Me tiene alucinada su súbito arranque de sinceridad sin precedentes. ¿Será por el madrugón? ¿El agua de Georgia? ¿El aire de este estado? ¿Qué más quiero saber? Carpe diem.

—Bueno, ¿qué pasó entonces con las otras cuatro? —pregunto.

—Una conoció a otro. Las otras tres querían... más. A mí entonces no me apetecía más.

—¿Y las demás? —insisto.

Me mira un instante y niega con la cabeza.

—No salió bien.

Vaya, un montón de información que procesar. Miro por el retrovisor del coche y detecto el suave crescendo de rosas y aguamarina en el cielo a nuestra espalda.

El amanecer nos sigue.

—¿Adónde vamos? —pregunto, perpleja. Estamos en la interestatal 95 y nos dirigimos hacia el sur, es lo único que sé.

—Vamos a un campo de aviación.

—No iremos a volver a Seattle, ¿verdad? —digo alarmada.

No me he despedido de mi madre. Y además nos espera para cenar. Se echa a reír.

—No, ______, vamos a disfrutar de mi segundo pasatiempo favorito.

—¿Segundo? —lo miro ceñuda.

—Sí. Esta mañana te he dicho cuál era mi favorito.

Contemplo su magnífico perfil, ceñuda, devanándome los sesos.

—Disfrutar de ti, señorita Steele. Eso es lo primero de mi lista. De todas las formas posibles.

Ah.

—Sí, también yo lo tengo en mi lista de perversiones favoritas —murmuro ruborizándome.

—Me complace saberlo —responde con sequedad.

—¿A un campo de aviación, dices?

Me sonríe.

—Vamos a planear.

El término me suena vagamente. Me lo ha mencionado antes.

—Vamos a perseguir el amanecer, ______.

Se vuelve y me sonríe mientras el GPS lo insta a girar a la derecha hacia lo que parece un complejo industrial. Se detiene a la puerta de un gran edificio blanco con un rótulo que reza BRUNSWICK SOARING ASSOCIATION. ¡Vuelo sin motor! ¿Es lo que vamos a hacer? Harry apaga el motor.

—¿Estás preparada para esto? —pregunta.

—¿Pilotas tú?

—Sí.

—¡Sí, por favor!

No titubeo. Sonríe, se inclina y me besa.

—Otra primera vez, señorita Steele —dice mientras sale del coche.

¿Primera vez? ¿Cómo que primera? La primera vez que pilota un planeador... ¡****! No, dice que ya lo ha hecho antes. Me relajo. Rodea el coche y me abre la puerta. El cielo ha adquirido un sutil tono opalescente, reluce y resplandece suavemente tras las esporádicas nubes de aspecto infantil. El amanecer se nos echa encima.

Cogiéndome de la mano, Harry me lleva por detrás del edificio hasta una gran zona asfaltada donde hay aparcados varios aviones. Junto a ellos hay un hombre de cabeza rapada y mirada huraña, acompañado de Taylor.

¡Taylor! ¿Es que Harry no va a ninguna parte sin él? Le dedico una sonrisa de oreja a oreja y él me la devuelve, amable.

—Señor Styles, este es su piloto de remolque, el señor Mark Benson —dice Taylor.

Harry y Benson se dan la mano e inician una conversación que suena muy técnica acerca de velocidad del viento, direcciones y cosas por el estilo.

—Hola, Taylor —digo tímidamente.

—Señorita Steele. —Me saluda con la cabeza y yo frunzo el ceño—. ____ —rectifica—. Ha estado de un humor de perros estos últimos días. Me alegro de que estemos aquí —me dice en tono conspirador.

Vaya, esto es nuevo. ¿Por qué? ¡No será por mí! ¡Jueves de revelaciones! Debe de haber algo en el agua de Savannah que les suelta la lengua a estos hombres.

—______ —me llama Harry—. Ven. Me tiende la mano.

—Hasta luego.

Sonrío a Taylor, quien, tras un rápido gesto de despedida vuelve al aparcamiento.

—Señor Benson, esta es mi novia, ______ Steele.

—Encantado de conocerlo —murmuro mientras nos damos la mano.

Benson me dedica una espléndida sonrisa.

—Igualmente —dice, y distingo por su acento que es británico.

Le doy la mano a Harry y noto que se me agarran los nervios al estómago. ¡Uau, vamos a hacer vuelo sin motor! Cruzamos con Mark Benson la zona asfaltada hasta la pista. Harry y él siguen hablando. Yo capto lo esencial. Vamos a ir en un Blanik L-23, que, por lo visto, es mejor que el L-13, aunque esto es discutible. Benson pilotará una Piper Pawnee. Lleva ya unos cinco años pilotando planeadores. No entiendo nada, pero mirar a Harry y verlo tan animado, tan en su elemento, es todo un placer.

El avión en cuestión es alargado, de líneas puras, y blanco con rayas naranjas. Tiene una pequeña cabina con dos asientos, uno delante del otro. Está sujeto mediante un largo cable blanco a un avión convencional pequeño de una sola hélice. Benson levanta la cubierta cóncava de plexiglás que enmarca la cabina para que podamos subir.

—Primero hay que ponerse los paracaídas.

¡Paracaídas!

—Ya lo hago yo —lo interrumpe Harry, y le coge los arneses a Benson, que le sonríe amable.

—Voy a por el lastre —dice Benson, y se dirige al avión.

—Te gusta atarme a cosas —observo con sequedad.

—Señorita Steele, no tiene usted ni idea. Toma, mete brazos y piernas por las correas.

Hago lo que me dice, apoyándome en su hombro. Harry se pone algo rígido, pero no se mueve. En cuanto he metido las piernas por las correas, me sube el paracaídas y meto los brazos por las de los hombros. Con destreza, me abrocha los arneses y aprieta todas las correas.

—Hala, ya estás —dice con aire tranquilo, pero le brillan los ojos—. ¿Llevas la goma del pelo de ayer?

Asiento.

—¿Quieres que me recoja el pelo?

—Sí.

Hago enseguida lo que me pide.

—Venga, adentro —me ordena.

Tan mandón como siempre... Me dispongo a sentarme atrás.

—No, delante. El piloto va detrás.

—Pero ¿verás algo?

—Veré lo suficiente. —Sonríe.

Creo que nunca lo había visto tan contento, mandón pero contento. Subo y me instalo en el asiento de cuero. Para mi sorpresa, es muy cómodo. Harry se inclina hacia delante, me echa el arnés por los hombros, busca entre mis piernas el cinturón inferior y lo encaja en el que descansa sobre mi vientre. Aprieta todas las correas de sujeción.

—Mmm, dos veces en la misma mañana; soy un hombre con suerte —susurra, y me besa deprisa—. No va a durar mucho: veinte, treinta minutos a lo sumo. Las masas de aire no son muy buenas a esta hora de la mañana, pero las vistas desde allá arriba son impresionantes. Espero que no estés nerviosa.

—Emocionada.

Le dedico una sonrisa radiante. ¿De dónde ha salido esa sonrisa tan ridícula? En realidad, una parte de mí está aterrada. La diosa que llevo dentro se ha escondido bajo la manta detrás del sofá.

—Bien.

Me devuelve la sonrisa, acariciándome la cara, y luego desaparece de mi vista.

Lo oigo y lo siento instalarse a mi espalda. Me ha atado tan fuerte que no puedo ni volverme a mirarlo, claro... ¡Típico! Estamos casi a ras de suelo. Delante de mí hay un panel de indicadores y palancas, y una especie de manubrio grande que dejo bien quietecito.

Aparece Mark Benson, sonriente, comprueba mis correas, se inclina hacia delante y mira algo en el suelo de la cabina. Creo que es el lastre.

—Muy bien, todo en orden. ¿Es la primera vez? —me pregunta.

—Sí.

—Te va a encantar.

—Gracias, señor Benson.

—Llámame Mark. —Se vuelve hacia Harry—. ¿Todo bien?

—Sí. Vamos.

Me alegro de no haber comido nada. Estoy nerviosísima y dudo que a mi estómago le apeteciera mucho mezclar comida, nervios y paseo por los aires. Una vez más, me pongo en las manos expertas de este hermoso hombre. Mark baja la cubierta de la cabina, se dirige tranquilamente al avión de delante y se sube a él.

La hélice de la Piper se pone en marcha y el estómago inquieto se me sube a la garganta. Dios... lo estoy haciendo. Mark entra despacio en pista y, cuando el cable se tensa, arrancamos nosotros también, de un tirón. Ya estamos en marcha. Oigo parlotear por la radio que tengo a mi espalda. Creo que es Mark dirigiéndose a la torre, pero no distingo lo que dice. Según va acelerando la Piper, nosotros también. Avanzamos a trompicones y la avioneta que llevamos delante aún no ha despegado. Dios, ¿es que no vamos a elevarnos nunca? De pronto, el estómago se me va de la boca y se me baja en picado a los pies: estamos en el aire.

—¡Allá vamos, nena! —me grita Harry desde atrás.

Estamos los dos solos, en nuestra burbuja. Solo oigo el viento que nos azota y el zumbido lejano del motor de la Piper.

Me agarro al borde del asiento con las dos manos, tan fuerte que se me ponen blancos los nudillos. Nos dirigimos al oeste, hacia el interior, lejos del sol naciente, ganando altura, dejando atrás campos, bosques, viviendas y la interestatal 95.

Madre mía. Esto es alucinante; por encima de nosotros no hay más que cielo. La luz es extraordinaria, difusa y cálida, y recuerdo las divagaciones de José sobre «la hora mágica», una hora del día que adoran los fotógrafos. Es esta... justo después del amanecer, y yo estoy en ella, con Harry.

De pronto, me acuerdo de la exposición de José. Mmm. Tengo que decírselo a Harry. Me pregunto un instante cómo se lo tomará. Pero no voy a preocuparme de eso ahora; estoy disfrutando del viaje. Según vamos ascendiendo, se me taponan los oídos y el suelo queda cada vez más lejos. Qué paz. Entiendo perfectamente por qué le gusta estar aquí arriba. Lejos de la BlackBerry y de toda la presión de su trabajo.

La radio crepita y Mark nos dice que estamos a mil metros de altitud. Jo.der, eso es muy alto. Miro a tierra y ya no puedo distinguir nada de allá abajo.

—Suéltanos —dice Harry a la radio, y de pronto la Piper desaparece y con ella la sensación de arrastre que nos proporcionaba la avioneta. Flotamos, flotamos sobre Georgia.

Madre mía, qué emocionante. El planeador se ladea y gira al descender el ala, y nos dirigimos en espiral hacia el sol. Ícaro. Eso es. Vuelo cerca del sol, pero él está conmigo, y me guía. Me acelero de pensarlo. Describimos una espiral tras otra y las vistas con esta luz del día son espectaculares.

—¡Agárrate fuerte! —me grita, y volvemos a descender... solo que esta vez no para. De pronto me veo cabeza abajo, mirando al suelo a través de la cubierta de la cabina.

Chillo como una posesa y estiro automáticamente los brazos, apoyando las manos en el plexiglás como para frenar la caída. Lo oigo reírse. ¡Ca.brón! Pero su alegría es contagiosa, y también yo me río cuando endereza el planeador.

—¡Menos mal que no he desayunado! —le grito.

—Sí, pensándolo bien, menos mal, porque voy a volver a hacerlo.

Desciende en picado una vez más hasta ponernos cabeza abajo. Esta vez, como estoy preparada, me quedo colgando del arnés, y eso me hace reír como una boba. Vuelve a nivelar el planeador.

—¿A que es precioso? —me grita.

—Sí.

Volamos, planeando majestuosamente por el aire, escuchando el viento y el silencio, a la luz de primera hora de la mañana. ¿Se puede pedir más?

—¿Ves la palanca de mando que tienes delante? —me grita ahora.

Miro la palanca que vibra entre mis piernas. Oh, no, ¿qué pretenderá que haga?

—Agárrala.

Mi.er.da. Me va a hacer pilotar el planeador. ¡No!

—Vamos, ______, agárrala —me insta con mayor vehemencia.

La agarro tímidamente y noto las cabezadas y guiñadas de lo que supongo que son los timones y las palas o lo que sea que mantenga esta cosa en el aire.

—Agárrala fuerte... mantenla firme. ¿Ves el dial de en medio, delante de ti? Que la aguja no se mueva del centro.

Tengo el corazón en la boca. Madre mía. Estoy pilotando un planeador... estoy planeando.

—Buena chica.

Harry parece encantado.

—Me extraña que me dejes tomar el control —grito.

—Te extrañaría saber las cosas que te dejaría hacer, señorita Steele. Ya sigo yo.

Noto que la palanca se mueve de pronto y la suelto mientras descendemos en espiral varios metros; los oídos se me vuelven a taponar. El suelo está cada vez más cerca y parece que nos vamos a estrellar. Dios... es aterrador.

—BMA, habla BG N Papa Tres Alfa, entrando a favor del viento en pista siete izquierda a hierba, BMA —dice Harry con su tono autoritario de siempre.

La torre le responde por la radio, pero no entiendo lo que dicen. Planeamos de nuevo, describiendo un gran círculo, y vamos aproximándonos a tierra. Veo el campo de aviación, las pistas de aterrizaje, y sobrevolamos de nuevo la interestatal 95.

—Agárrate, nena, que vienen baches.

Después de un círculo más, descendemos y, de repente, tocamos tierra con un breve golpetazo, y nos deslizamos sobre la hierba. Madre mía. Me castañetean los dientes mientras avanzamos dando tumbos a una velocidad alarmante, hasta que por fin nos detenemos. El planeador se bambolea, luego se ladea a la derecha. Tomo una buena bocanada de aire mientras Harry se agacha y levanta la cubierta de la cabina, baja y se estira.

—¿Qué tal? —me pregunta, y los ojos le brillan de un gris plateado deslumbrante mientras se inclina para desabrocharme.

—Ha sido fantástico. Gracias —susurro.
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Dom 30 Jun 2013, 12:56 pm

CAPITULO 30 tercera parte

—¿Ha sido más? —pregunta, con la voz teñida de esperanza.

—Mucho más —le digo, y sonríe.

—Vamos.

Me tiende la mano y salgo de la cabina.

En cuanto salgo, me agarra y me estrecha contra su cuerpo. Hunde sus manos en mi pelo y tira de él para echarme la cabeza hacia atrás; desliza la otra mano hasta el final de la espalda. Me besa... un beso largo, vehemente y apasionado, invadiéndome la boca con su lengua. Su respiración se acelera, su ardor, su erección... Dios mío, que estamos en medio del campo. Pero me da igual. Le engancho el pelo, amarrándolo a mí. Lo deseo, aquí, ahora, en el suelo. Se aparta y me mira; sus ojos se ven ahora oscuros y luminosos a la luz de primera hora, repletos de sensualidad cruda y arrogante. Uau. Me deja sin aliento.

—Desayuno —susurra, haciéndolo sonar deliciosamente erótico.

¿Cómo puede hacer que unos huevos con beicon suenen a fruta prohibida? Es una destreza extraordinaria. Da media vuelta, me coge de la mano y nos dirigimos al coche.

—¿Y el planeador?

—Ya se ocuparán de él —dice con aire displicente—. Ahora vamos a comer algo.

Su tono no deja lugar a dudas. ¡Comer! Me habla de comida cuando lo único que me apetece de verdad es él.

—Vamos.

Sonríe.

Nunca lo he visto así, y es una auténtica gozada. Me sorprendo caminando a su lado, de la mano, con una sonrisa bobalicona pintada en la cara. Me recuerda a cuando tenía diez años y pasaba el día en Disneylandia con Ray. Era un día perfecto, y me parece que este también lo va a ser.

De nuevo en el coche, mientras volvemos a Savannah por la interestatal 95, me suena la alarma del móvil. Ah, sí, la píldora.

—¿Qué es eso? —pregunta Harry, curioso, mirándome.

Hurgo en el bolso en busca de la cajita.

—Una alarma para tomarme la píldora —murmuro mientras se me encienden las mejillas.

Esboza una sonrisa.

—Bien hecho. Odio los condones.

Me ruborizo un poco más. Suena tan condescendiente como siempre.

—Me ha gustado que me presentaras a Mark como tu novia —digo.

—¿No es eso lo que eres? —dice arqueando una ceja.

—¿Lo soy? Pensé que tú querías una sumisa.

—Quería, ______, y quiero. Pero ya te lo he dicho: yo también quiero más.

Madre mía. Empieza a ceder; me invade la esperanza y me deja sin aliento.

—Me alegra mucho que quieras más —susurro.

—Nos proponemos complacer, señorita Steele.

Sonríe satisfecho mientras nos detenemos en un International House of Pancakes.

—Un IHOP.

Le devuelvo la sonrisa. No me lo puedo creer. ¿Quién iba a decirlo? Harry Styles en un IHOP.

Son las ocho y media, pero el restaurante está tranquilo. Huele a fritanga dulce y a desinfectante. Uf, no es un aroma tentador. Harry me lleva hasta un cubículo.

—Jamás te habría imaginado en un sitio como este —le digo mientras nos sentamos.

—Mi padre solía traernos a uno de estos siempre que mi madre se iba a un congreso médico. Era nuestro secreto.

Me sonríe con los ojos brillantes, luego coge una carta, pasándose una mano por el cabello alborotado, y le echa un vistazo. Ah, yo también quiero pasarle las manos por el pelo. Cojo una carta y la examino. Me doy cuenta de que estoy muerta de hambre.

—Yo ya sé lo que quiero —dice con voz grave y ronca.

Alzo la vista y me está mirando de esa forma que me contrae todos los músculos del vientre y me deja sin aliento, sus ojos oscuros y ardientes. Madre mía. Le devuelvo la mirada, con la sangre corriéndome rauda por las venas en respuesta a su llamada.

—Yo quiero lo mismo que tú —susurro.

Inspira hondo.

—¿Aquí? —me pregunta provocador arqueando una ceja, con una sonrisa perversa y la punta de la lengua asomando entre los dientes. Madre mía... sexo en el IHOP. Su expresión cambia, se oscurece.

—No te muerdas el labio —me ordena —. Aquí, no; ahora no. —Su mirada se endurece momentáneamente y, por un instante, lo encuentro deliciosamente peligroso—. Si no puedo hacértelo aquí, no me tientes.

—Hola, soy Leandra. ¿Qué les apetece... tomar... esta mañana...? —farfulla al ver a don Guapísimo enfrente de mí.

Se pone como un tomate y, en el fondo, no me cuesta entenderla, porque a mí sigue produciéndome ese efecto. Su presencia me permite escapar brevemente de la mirada sensual de Harry.

—¿______? —me pregunta, ignorándola, y dudo que nadie pudiera pronunciar mi nombre de forma más carnal que él en este momento.

Trago saliva, rezando para no ponerme del mismo color que la pobre Leandra.

—Ya te he dicho que quiero lo mismo que tú —respondo en voz baja, grave, y él me lanza una mirada voraz.

Uf, la diosa que llevo dentro se desmaya. ¿Estoy preparada para este juego?

Leandra me mira a mí, luego a él, y después a mí otra vez. Está casi del mismo color que su resplandeciente melena pelirroja.

—¿Quieren que les deje unos minutos más para decidir?

—No. Sabemos lo que queremos.

En el rostro de Harry se dibuja una sexy sonrisita.

—Vamos a tomar dos tortitas normales con sirope de arce y beicon al lado, dos zumos de naranja, un café cargado con leche desnatada y té inglés, si tenéis —dice Harry sin quitarme los ojos de encima.

—Gracias, señor. ¿Eso es todo? —susurra Leandra, mirando a todas partes menos a nosotros.

Los dos nos volvemos a mirarla y ella se pone otra vez como un tomate y sale corriendo.

—¿Sabes?, no es justo.

Miro la mesa de formica y trazo dibujitos en ella con el dedo índice, procurando sonar desenfadada.

—¿Qué es lo que no es justo?

—El modo en que desarmas a la gente. A las mujeres. A mí.

—¿Te desarmo?

Resoplo.

—Constantemente.

—No es más que el físico, ______ —dice en tono displicente.

—No, Harry, es mucho más que eso.

Frunce el ceño.

—Tú me desarmas totalmente, señorita Steele. Por tu inocencia. Que supera cualquier barrera.

—¿Por eso has cambiado de opinión?

—¿Cambiado de opinión?

—Sí... sobre... lo nuestro.

Se acaricia la barbilla pensativo con sus largos y hábiles dedos.

—No creo que haya cambiado de opinión en sí. Solo tenemos que redefinir nuestros parámetros, trazar de nuevo los frentes de batalla, por así decirlo. Podemos conseguir que esto funcione, estoy seguro. Yo quiero que seas mi sumisa y tenerte en mi cuarto de juegos. Y castigarte cuando incumplas las normas. Lo demás... bueno, creo que se puede discutir. Esos son mis requisitos, señorita Steele. ¿Qué te parece?

—Entonces, ¿puedo dormir contigo? ¿En tu cama?

—¿Eso es lo que quieres?

—Sí.

—Pues acepto. Además, duermo muy bien cuando estás conmigo. No tenía ni idea.

Arruga la frente y su voz se apaga.

—Me aterraba que me dejaras si no accedía a todo —susurro.

—No me voy a ir a ninguna parte, ______. Además... —Se interrumpe y, después de pensarlo un poco, añade—: Estamos siguiendo tu consejo, tu definición: compromiso. Lo que me dijiste por correo. Y, de momento, a mí me funciona.

—Me encanta que quieras más —murmuro tímidamente.

—Lo sé.

—¿Cómo lo sabes?

—Confía en mí. Lo sé.

Me sonríe satisfecho. Me oculta algo. ¿Qué?

En ese momento llega Leandra con el desayuno, poniendo fin a nuestra conversación. Me ruge el estómago, recordándome que estoy muerta de hambre. Harry observa con enojosa complacencia cómo devoro el plato entero.

—¿Te puedo invitar? —le pregunto.

—Invitar ¿a qué?

—Pagarte el desayuno.

Resopla.

—Me parece que no —suelta con un bufido.

—Por favor. Quiero hacerlo.

Me mira ceñudo.

—¿Quieres castrarme del todo?

—Este es probablemente el único sitio en el que puedo permitirme pagar.

—______, te agradezco la intención. De verdad. Pero no.

Frunzo los labios.

—No te enfurruñes —me amenaza, con un brillo inquietante en los ojos.

Como era de esperar, no me pregunta la dirección de mi madre. Ya la sabe, como buen acosador que es. Cuando se detiene frente a la puerta de la casa, no hago ningún comentario. ¿Para qué?

—¿Quieres entrar? —le pregunto tímidamente.

—Tengo que trabajar, _______, pero esta noche vengo. ¿A qué hora?

Hago caso omiso de la desagradable punzada de desilusión. ¿Por qué quiero pasar hasta el último segundo con este dios del sexo tan controlador? Ah, sí, porque me he enamorado de él y sabe volar.

—Gracias... por el más.

—Un placer, ______.

Me besa e inhalo su sensual olor a Harry.

—Te veo luego.

—Intenta impedírmelo —me susurra.

Le digo adiós con la mano mientras su coche se pierde en la luz del sol de Georgia. Llevo su sudadera y su ropa interior, y tengo mucho calor.

En la cocina, mi madre está hecha un manojo de nervios. No tiene que agasajar a un multimillonario todos los días, y está bastante estresada.

—¿Cómo estás, cariño? —pregunta, y me sonrojo, porque debe de saber lo que estuve haciendo anoche.

—Estoy bien. Harry me ha llevado a planear esta mañana.

Confío en que ese nuevo dato la distraiga.

—¿A planear? ¿En uno de esos avioncitos sin motor?

Asiento con la cabeza.

—Uuau.

Se queda sin habla, toda una novedad en mi madre. Me mira pasmada, pero al final se recupera y retoma la línea de interrogatorio inicial.

—¿Qué tal anoche? ¿Hablasteis?

Dios... Me pongo como un tomate.

—Hablamos... anoche y hoy. La cosa va mejorando.

—Me alegro.

Devuelve su atención a los cuatro libros de cocina que tiene abiertos sobre la mesa.

—Mamá, si quieres cocino yo esta noche.

—Ay, cielo, es un detalle por tu parte, pero quiero hacerlo yo.

—Vale.

Hago una mueca, consciente de que la cocina de mi madre es un poco a lo que salga. Igual ha mejorado desde que se mudó a Savannah con Bob. Hubo un tiempo en que no me habría atrevido a someter a nadie al suplicio de uno de sus platos, ni siquiera a... a ver, alguien a quien odie... ah, sí, a la señora Robinson, a Elena. Bueno, quizá a ella sí. ¿Conoceré algún día a esa maldita mujer?

Decido enviarle un breve e-mail de agradecimiento a Harry.

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 10:20 Para: Harry Styles Asunto: Planear mejor que apalear Aveces sabes cómo hacer pasar un buen rato a una chica. Gracias. _____x

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 10:20 Para: ______ Steele Asunto: Planear mejor que apalear Prefiero cualquiera de las dos cosas a tus ronquidos. Yo también lo he pasado bien. Pero siempre lo paso bien cuando estoy contigo. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Dom 30 Jun 2013, 1:00 pm

CAPITULO 30 cuarta parte

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 10:26 Para: Harry Styles Asunto: RONQUIDOS YO NO RONCO. Y si lo hiciera, no es muy galante por tu parte comentarlo. ¡Qué poco caballeroso, señor Styles! Además, que sepas que estás en el Profundo Sur. ____

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 10:28 Para: ______ Steele Asunto: Somniloquia Yo nunca he dicho que fuera un caballero, ______, y creo que te lo he demostrado en numerosas ocasiones. No me intimidan tus mayúsculas CHILLONAS. Pero reconozco que era una mentirijilla piadosa: no, no roncas, pero sí hablas dormida. Y es fascinante. ¿Qué hay de mi beso? Harry Styles Sinvergüenza y presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

Maldita sea. Sé que hablo en sueños. Kate me lo ha comentado montones de veces. ¿Qué caray habré dicho? Oh, no.

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 10:32 Para: Harry Styles Asunto: Desembucha Eres un sinvergüenza y un canalla; de caballero, nada, desde luego. Aver, ¿qué he dicho? ¡No hay besos hasta que me lo cuentes!

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 10:35 Para: _______ Steele Asunto: Bella durmiente parlante Sería una descortesía por mi parte contártelo; además, ya he recibido mi castigo. Pero, si te portas bien, a lo mejor te lo cuento esta noche. Tengo que irme a una reunión. Hasta luego, nena. Harry Styles Sinvergüenza, canalla y presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

¡Genial! Voy a permanecer totalmente incomunicada hasta la noche. Estoy que echo humo. Dios... Supongamos que he dicho en sueños que lo odio, o peor aún, que lo quiero. Uf, espero que no. No estoy preparada para decirle eso, y estoy convencida de que él no está preparado para oírlo, si es que alguna vez quiere oírlo. Miro ceñuda el ordenador y decido que, cocine lo que cocine mi madre, voy a hacer pan, para descargar mi frustración amasando.

Mi madre se ha decidido por un gazpacho y bistecs a la barbacoa marinados en aceite de oliva, ajo y limón. A Harry le gusta la carne, y es fácil de hacer. Bob se ha ofrecido voluntario para encargarse de la barbacoa. ¿Qué tendrán los hombres con el fuego?, me pregunto mientras sigo a mi madre por el súper con el carrito de la compra.

Mientras echamos un vistazo a la sección de carnes, me suena el móvil. Rebusco en el bolso, pensando que podría ser Harry. No reconozco el número.

—¿Diga? —respondo sin aliento.

—¿______ Steele?

—Sí.

—Soy Elizabeth Morgan, de SIP.

—Ah... hola.

—Llamo para ofrecerte el puesto de ayudante del señor Hyde. Nos gustaría que empezaras el lunes.

—Uau. Eso es estupendo.

¡Gracias!

—¿Conoces las condiciones salariales?

—Sí. Sí... bueno, que acepto vuestra propuesta. Me encantaría trabajar para vosotros.

—Fabuloso. Entonces... ¿nos vemos el lunes a las ocho y media?

—Nos vemos. Adiós. Y gracias.

Sonrío feliz a mi madre.

—¿Tienes trabajo?

Asiento emocionada y ella se pone a chillar y a abrazarme en medio del súper.

—¡Enhorabuena, cariño! ¡Hay que comprar champán!

Va dando palmas y brincos por los pasillos. ¿Qué tiene, cuarenta y dos años o doce?

Miro el móvil y frunzo el ceño: hay una llamada perdida de Harry. Él nunca me telefonea. Lo llamo enseguida.

—______ —responde de inmediato.

—Hola —murmuro tímidamente.

—Tengo que volver a Seattle. Ha surgido algo. Voy camino de Hilton Head. Pídele disculpas a tu madre de mi parte, por favor; no puedo ir a cenar.

Parece muy agobiado.

—Nada serio, espero.

—Ha surgido un problema del que debo ocuparme. Te veo mañana. Mandaré a Taylor a recogerte al aeropuerto si no puedo ir yo.

Suena frío. Enfadado, incluso. Pero, por primera vez, no pienso automáticamente que es por mi culpa.

—Vale. Espero que puedas resolver el problema. Que tengas un buen vuelo.

—Tú también, nena —me susurra y, con esas palabras, mi Harry vuelve un instante.

Luego cuelga.

Oh, no. El último «problema» con el que tuvo que lidiar fue el de mi virginidad. Dios, espero que no sea nada de eso. Miro a mi madre. Su júbilo anterior se ha transformado en preocupación.

—Es Harry. Tiene que volver a Seattle. Te pide disculpas.

—¡Vaya! Qué lástima, cariño. Podemos hacer la barbacoa de todas formas. Además, ahora tenemos algo que celebrar: ¡tu nuevo empleo! Tienes que contármelo todo al respecto.

A última hora de la tarde, mamá y yo estamos tumbadas junto a la piscina. Mamá se ha relajado tanto después de saber que el señor Millonetis no viene a cenar que está tendida completamente horizontal. Tirada al sol, empeñada en librarme de mi palidez, pienso en anoche y en el desayuno de hoy. Pienso en Harry y no puedo quitarme la sonrisa tonta de los labios. Vuelve una y otra vez a mi cara, espontánea y desconcertante, cuando recuerdo nuestras varias conversaciones y lo que hicimos... lo que me hizo. Parece que ha habido un cambio sustancial en la actitud de Harry. Él lo niega, pero reconoce que está intentando darme más. ¿Qué puede haber cambiado? ¿Qué ha variado entre aquel largo correo que me envió y cuando nos vimos ayer? ¿Qué ha hecho? Me incorporo de pronto y casi tiro el refresco. Cenó con... ella. Con Elena.

¡Maldita sea!

Se me eriza el vello al caer en la cuenta. ¿Le diría algo ella? Ah... si hubiera podido ser una mosca pegada en la pared durante su cena... Habría caído en su sopa o en su copa de vino para que se atragantara.

—¿Qué pasa, cielo? —me pregunta mi madre, saliendo de golpe de su sopor.

—Cosas mías, mamá. ¿Qué hora es?

—Serán las seis y media, cariño.

Mmm... no habrá aterrizado aún. ¿Se lo puedo preguntar? ¿Debería preguntárselo? A lo mejor ella no tiene nada que ver. Espero fervientemente que sea así. ¿Qué habré dicho en sueños? *****... algún comentario inoportuno cuando soñaba con él, seguro. Sea lo que sea, o lo que fuera, confío en que ese cambio repentino sea cosa de él y no se deba a ella.

Me estoy achicharrando con este maldito calor. Necesito darme otro chapuzón.

Mientras me preparo para acostarme, enciendo el ordenador. No he tenido noticias de Harry. Ni siquiera me ha escrito para decirme si ha llegado bien.

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 22:32 Para: Harry Styles Asunto: ¿Has llegado bien? Querido señor: Por favor, hazme saber si has llegado bien. Empiezo a preocuparme. Pienso en ti. Tu_____

A los tres minutos, oigo que me entra un correo.

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 19:36 Para: ______ Steele Asunto: Lo siento Querida señorita Steele: He llegado bien; por favor, discúlpeme por no haberle dicho nada. No quiero causarle preocupaciones; me reconforta saber que le importo. Yo también pienso en usted y, como siempre, estoy deseando volver a verla mañana. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

Suspiro. Harry ha vuelto a su habitual corrección.

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 22:40 Para: Harry Styles Asunto: El problema Querido señor Styles: Me parece que es más que evidente que me importas mucho. ¿Cómo puedes dudarlo? Espero que tengas controlado «el problema». Tu_____ P.D.: ¿Me vas a contar lo que dije en sueños?

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 19:45 Para: ______ Steele Asunto: Me acojo a la Quinta Enmienda Querida señorita Steele: Me encanta saber que le importo tanto. «El problema» aún no se ha resuelto. En cuanto a su posdata, la respuesta es no. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

De: ______Steele Fecha: 2 de junio de 2011 22:48 Para: Harry Styles Asunto: Alego locura transitoria Espero que fuera divertido, pero que sepas que no me responsabilizo de lo que pueda salir por mi boca mientras estoy inconsciente. De hecho, probablemente me oyeras mal. Aun hombre de tu avanzada edad sin duda le falla un poco el oído.

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 19:52 Para: ______ Steele Asunto: Me declaro culpable Querida señorita Steele: Perdone, ¿podría hablarme más alto? No la oigo. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 22:54 Para: Harry Styles Asunto: Alego de nuevo locura transitoria Me estás volviendo loca.

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 19:59 Para: ______ Steele Asunto: Eso espero... Querida señorita Steele: Eso es precisamente lo que me proponía hacer el viernes por la noche. Lo estoy deseando. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

De: ______ Steele Fecha: 2 de junio de 2011 23:02 Para: Harry Styles Asunto: Grrrrrr Que sepas que estoy furiosa contigo. Buenas noches. Señorita __. R. Steele

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 20:05 Para: ______ Steele Asunto: Gata salvaje ¿Me está sacando las uñas, señorita Steele? Yo también tengo gato para defenderme. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

¿Que también tiene gato? Nunca he visto un gato en su casa. No, no le voy a contestar. Cómo me exaspera a veces... De cincuenta mil maneras distintas. Me meto en la cama y me quedo tumbada mirando furiosa al techo mientras mis ojos se adaptan a la oscuridad. Oigo que me entra otro correo. No voy a mirarlo. No, ni hablar. No, no voy a mirarlo. ¡Agh...! Soy tan boba que no puedo resistirme al hechizo de las palabras de Harry Styles.

De: Harry Styles Fecha: 2 de junio de 2011 20:20 Para: ______ Steele Asunto: Lo que dijiste en sueños ______: Preferiría oírte decir en persona lo que te oí decir cuando dormías, por eso no quiero contártelo. Vete a la cama. Más vale que mañana estés descansada para lo que te tengo preparado. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

Oh, no... ¿Qué dije? Seguro que es tan malo como pienso.
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por CarrotCatGirl Dom 30 Jun 2013, 1:05 pm

CAPITULO 31 primera parte

Mi madre me abraza fuerte.

—Haz caso a tu corazón, cariño, y por favor, procura no darle demasiadas vueltas a las cosas. Relájate y disfruta. Eres muy joven, cielo. Aún te queda mucha vida por delante, vívela. Te mereces lo mejor.

Sus sentidas palabras susurradas al oído me confortan. Me besa el pelo.

—Ay, mamá.

Me cuelgo de su cuello y, de repente, los ojos se me llenan de lágrimas.

—Cariño, ya sabes lo que dicen: hay que besar a muchos sapos para encontrar al príncipe azul.

Le dedico una sonrisa torcida, agridulce.

—Me parece que he besado a un príncipe, mamá. Espero que no se convierta en sapo.

Me regala las más tierna, maternal e incondicionalmente amorosa de sus sonrisas,y mientras nos abrazamos de nuevo me maravillo de lo muchísimo que quiero a esta mujer.

—_____, están llamando a tu vuelo —me dice Bob nervioso.

—¿Vendrás a verme, mamá?

—Por supuesto, cariño... pronto. Te quiero.

—Yo también.

Cuando me suelta, tiene los ojos enrojecidos de las lágrimas contenidas. Odio tener que dejarla. Abrazo a Bob, doy media vuelta y me encamino a la puerta de embarque; hoy no tengo tiempo para la sala VIP. Me propongo no mirar atrás, pero lo hago... y veo a Bob abrazando a mamá, que llora desconsolada con las lágrimas corriéndole por las mejillas. Ya no puedo contener más las mías. Agacho la cabeza y cruzo la puerta de embarque, sin levantar la vista del blanco y resplandeciente suelo, borroso a través de mis ojos empañados. Una vez a bordo, rodeada del lujo de primera clase, me acurruco en el asiento e intento recomponerme. Siempre me resulta doloroso separarme de mi madre; es atolondrada, desorganizada, pero de pronto perspicaz, y me quiere. Con un amor incondicional, el que todo niño merece de sus padres. El rumbo que toman mis pensamientos me hace fruncir el ceño, saco la BlackBerry y la miro consternada.

¿Qué sabe Harry del amor? Parece que no recibió el amor incondicional al que tenía derecho durante su infancia. Se me encoge el corazón y, como un céfiro suave, me vienen a la cabeza las palabras de mi madre:

«Sí, ______. Dios, ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo luminoso en su frente?».

Cree que Harry me quiere, pero, claro, ella es mi madre, ¿cómo no va a pensarlo? Para ella, me merezco lo mejor. Frunzo el ceño. Es verdad, y, en un instante de asombrosa lucidez, lo veo. Es muy sencillo: yo quiero su amor. Necesito que Harry Styles me quiera. Por eso recelo tanto de nuestra relación, porque, a un nivel profundo y esencial, reconozco en mi interior un deseo incontrolable y profundamente arraigado de ser amada y protegida. Y, debido a sus cincuenta sombras, me contengo. El sado es una distracción del verdadero problema. El sexo es alucinante, y él es rico, y guapo, pero todo eso no vale nada sin su amor, y lo más desesperante es que no sé si es capaz de amar. Ni siquiera se quiere a sí mismo. Recuerdo el desprecio que sentía por sí mismo, y que el amor de ella era la única manifestación de afecto que encontraba «aceptable». Castigado —azotado, golpeado, lo que fuera que conllevara su relación—, no se considera digno de amor. ¿Por qué se siente así? ¿Cómo puede sentirse así? Sus palabras resuenan en mi cabeza:

«Resulta muy difícil crecer en una familia perfecta cuando tú no eres perfecto».

Cierro los ojos, imagino su dolor, y no alcanzo a comprenderlo. Me estremezco al pensar que quizá he hablado demasiado. ¿Qué le habré confesado a Harry en sueños? ¿Qué secretos le habré revelado?

Miro fijamente la BlackBerry con la vaga esperanza de que me ofrezca respuestas. Como era de esperar, no se muestra muy comunicativa. Aún no hemos iniciado el despegue, así que decido mandarle un correo a mi Cincuenta Sombras.

De: ______ Steele Fecha: 3 de junio de 2011 12:53 Para: Harry Styles Asunto: Rumbo a casa Querido señor Styles: Ya estoy de nuevo cómodamente instalada en primera, lo cual te agradezco. Cuento los minutos que me quedan para verte esta noche y quizá torturarte para sonsacarte la verdad sobre mis revelaciones nocturnas. Tu____

De: Harry Styles Fecha: 3 de junio de 2011 09:58 Para: ______ Steele Asunto: Rumbo a casa ______, estoy deseando verte. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

Su respuesta me hace fruncir el ceño. Suena cortante y formal, no está escrita en su habitual estilo conciso pero ingenioso.

De: ______ Steele Fecha: 3 de junio de 2011 13:01 Para: Harry Styles Asunto: Rumbo a casa Queridísimo señor Styles: Confío en que todo vaya bien con respecto al «problema». El tono de tu correo resulta preocupante. ___

De: Harry Styles Fecha: 3 de junio de 2011 10:04 Para: ______ Steele Asunto: Rumbo a casa ______: El problema podría ir mejor. ¿Has despegado ya? Si lo has hecho, no deberías estar mandándome e-mails. Te estás poniendo en peligro y contraviniendo directamente la norma relativa a tu seguridad personal. Lo de los castigos iba en serio. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

****. Muy bien. Dios... ¿Qué le pasa? ¿Será «el problema»? Igual Taylor ha desertado, o Harry ha perdido unos cuantos millones en la Bolsa... a saber.

De: ______ Steele Fecha: 3 de junio de 2011 13:06 Para: Harry Styles Asunto: Reacción desmesurada Querido señor Cascarrabias: Las puertas del avión aún están abiertas. Llevamos retraso, pero solo de diez minutos. Mi bienestar y el de los pasajeros que me rodean está asegurado. Puedes guardarte esa mano suelta de momento. Señorita Steele

De: Harry Styles Fecha: 3 de junio de 2011 10:08 Para: ______ Steele Asunto: Disculpas; mano suelta guardada Os echo de menos a ti y a tu lengua viperina, señorita Steele. Quiero que lleguéis a casa sanas y salvas. Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings Inc.

De: ______ Steele Fecha: 3 de junio de 2011 13:10 Para: Harry Styles Asunto: Disculpas aceptadas Están cerrando las puertas. Ya no vas a oír ni un solo pitido más de mí, y menos con tu sordera. Hasta luego. ______

Apago la BlackBerry, incapaz de librarme de la angustia. A Harry le pasa algo. Puede que «el problema» se le haya escapado de las manos. Me recuesto en el asiento, mirando el compartimento portaequipajes donde he guardado mis bolsas. Esta mañana, con la ayuda de mi madre, le he comprado a Harry un pequeño obsequio para agradecerle los viajes en primera y el vuelo sin motor. Sonrío al recordar la experiencia del planeador... una auténtica gozada. Aún no sé si le daré la tontería que le he comprado. Igual le parece infantil; o, si está de un humor raro, igual no. Por una parte estoy deseando volver, pero por otra temo lo que me espera al final del viaje. Mientras repaso mentalmente las distintas posibilidades acerca de cuál puede ser «el problema», caigo en la cuenta de que, una vez más, el único sitio libre es el que está a mi lado. Meneo la cabeza al pensar que quizá Harry haya pagado por la plaza contigua para que no hable con nadie. Descarto la idea por absurda: seguro que no puede haber nadie tan controlador, tan celoso. Cuando el avión entra en pista, cierro los ojos.

Ocho horas después, salgo a la terminal de llegadas del Sea-Tac y me encuentro a Taylor esperándome, sosteniendo en alto un letrero que reza SEÑORITA A. STEELE. ¡Qué fuerte! Pero me alegro de verlo.

—¡Hola, Taylor!

—Señorita Steele —me saluda con formalidad, pero detecto un destello risueño en sus intensos ojos marrones.

Va tan impecable como siempre: elegante traje gris marengo, camisa blanca y corbata también gris.

—Ya te conozco, Taylor, no necesitabas el cartel. Además, te agradecería que me llamaras ___.

—____. ¿Me permite que le lleve el equipaje?

—No, ya lo llevo yo. Gracias.

Aprieta los labios visiblemente.

—Pero si te quedas más tranquilo llevándolo tú... —farfullo.

—Gracias. —Me coge la mochila y el trolley recién comprado para la ropa que me ha regalado mi madre—. Por aquí, señora.

Suspiro. Es tan educado... Recuerdo, aunque querría borrarlo de mi memoria, que este hombre me ha comprado ropa interior. De hecho —y eso me inquieta—, es el único hombre que me ha comprado ropa interior. Ni siquiera Ray ha tenido que pasar nunca por ese apuro. Nos dirigimos en silencio al Audi SUV negro que espera fuera, en el aparcamiento del aeropuerto, y me abre la puerta. Mientras subo, me pregunto si ha sido buena idea haberme puesto una falda tan corta para mi regreso a Seattle. En Georgia me parecía elegante y apropiada; aquí me siento como desnuda. En cuanto Taylor mete mi equipaje en el maletero, salimos para el Escala.

Avanzamos despacio, atrapados en el tráfico de hora punta. Taylor no aparta la vista de la carretera. Describirlo como taciturno sería quedarse muy corto. No soporto más el silencio.

—¿Qué tal Harry, Taylor?

—El señor Styles está preocupado, señorita Steele.

Huy, debe de referirse al «problema». He dado con una mina de oro.

—¿Preocupado?

—Sí, señora.

Miro ceñuda a Taylor y él me devuelve la mirada por el retrovisor; nuestros ojos se encuentran. No me va a contar más. Maldita sea, es tan hermético como el propio controlador obsesivo.

—¿Se encuentra bien?

—Eso creo, señora.

—¿Te sientes más cómodo llamándome señorita Steele?

—Sí, señora.

—Ah, bien.

Eso pone fin por completo a nuestra conversación, así que seguimos en silencio. Empiezo a pensar que el reciente desliz de Taylor, cuando me dijo que Harry había estado de un humor de perros, fue una anomalía. A lo mejor se avergüenza de ello, le preocupa haber sido desleal. El silencio me resulta asfixiante.

—¿Podrías poner música, por favor?

—Desde luego, señora. ¿Qué le apetece oír?
CarrotCatGirl
CarrotCatGirl


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por ||Hazzy|| Dom 30 Jun 2013, 2:39 pm

ay porfa siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa si besoxx
||Hazzy||
||Hazzy||


https://www.facebook.com/pages/Mi-novio-es-Louis-Tomlinson/12927

Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por ||Hazzy|| Mar 02 Jul 2013, 3:23 pm

SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
||Hazzy||
||Hazzy||


https://www.facebook.com/pages/Mi-novio-es-Louis-Tomlinson/12927

Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por fran stiles Jue 11 Jul 2013, 11:41 pm

me facino siguela  



:bye:
fran stiles
fran stiles


Volver arriba Ir abajo

50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA. - Página 7 Empty Re: 50 Sombras de Styles. Harry & Tu. HOT. ADAPTADA.

Mensaje por Contenido patrocinado

Contenido patrocinado



Volver arriba Ir abajo

Página 7 de 8. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8  Siguiente

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Volver arriba

- Temas similares

Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.