night visions.

Apego mi espalda contra la pared cuando él aparece por la puerta dándome la espalda. Está más alto, su masa muscular a incrementando durante este último año, su cabello está más puede que esté más largo, sin embargo, puedo percibir que sigue siendo el mismo de antes.

Mira hacia todos lados pero no se percata de mí. Suspiro débilmente y me acerco titubeante mientras muerdo mi labio inferior intentando contener las carcajadas que amenazan con salir. Pongo con cuidado mis dedos en forma de un arma en su espalda y, con voz grave, pronuncio:

— Arriba las manos o disparo – se queda quieto y su respiración se vuelve superficial. Está estático, tenso.

Los músculos de su espalda se contraen fuertemente y sus manos por sobre su cabeza están moviéndose nerviosas antes de que lo inevitable pase; grita fuertemente, el chillido agudo casi revienta mis tímpanos, sin embargo, no puedo evitar reír a todo lo que dan mis cuerdas vocales cuando lo hace. Niall sigue siendo el mismo paranoico de siempre.

Lo escucho murmurar un par de; “no me hagas daño, por favor” antes de comenzar a reír nuevamente, logrando que el rubio se gire hacia mí aun con el rostro pálido.

— Estás más alto – murmuro con una enorme sonrisa socarrona en el rostro cuando se voltea a mirarme.

Épica. Esa es la palabra que describe la expresión de Niall. Sus ojos me examinan de los pies a la cabeza mientras que su boca se abre una, dos, incluso tres veces sin pronunciar ni el más mínimo vocablo. Está anonadado.

— Tratemos de regresar el tiempo... - mascullo desesperado. - Te amo - suspiro. Es la primera vez que se lo digo, me mira atónita mientras se sienta a mi lado.

Levanta la cabeza y me mira, esos ojos azules están vacíos, ni una pizca de amor, ni de cariño. Mi corazón duele como si un millón de dagas me estuvieran apuñalando a la misma vez.

Le he confesado que la amo y todo lo que escucho es nada... es nada.

Con esa mirada me lo ha dicho todo, ella ya no me ama ¿cómo ha podido ser?

Me levanto ignorando todo el dolor que siento, ignorando las ganas de besarla y abrazarla, las ganas de obligarla a amarme otra vez…

– Alex… –suspira exasperado cerca del llanto– no sé como comenzar –murmura– Cuando necesitaba un lugar para dejar mi corazón, tú estabas allí para guardarlo desde el principio y con cada aliento que necesito, con cada respiro, tú eres y serás la única luz que veo. No me hagas esto, por favor.

– Harry… –solloza la castaña más que confundida– no más –pide girándose bruscamente sobre sus talones, busca la puerta rápidamente y sale a paso veloz de la casa del chico que ama sin mirar atrás.