Lonely Boy {L.T.}

Capitulo Diez

                                                                                                                       

Salí del servicio-con la mayor rapidez posible-y corrí hasta casa. Mis padres-por suerte- estaban en el trabajo, así que subí las escaleras y entré-con impaciencia- en mi habitación. Cerré la puerta de un golpe, y me tumbé boca abajo en la cama. Las lágrimas no tardaron en salir.
Lo único que pensé en ese momento, fue que era una porquería, un desecho, un parásito de la humanidad. 
Era un ignorante, por haber tenido la esperanza de que ese año iba a ser diferente. Nada había cambiado.
Troy seguía siendo un idiota y seguía volviéndome loco. 
Las lágrimas cesaron al cabo de los minutos, y decidí liberarme del dolor, haciendo lo que mas amaba.
La fotografía.
Me limpié las lágrimas con la manga de mi camiseta y agarré mi cámara-profesional-del fondo del armario-donde estaba escondida siempre, para que mis padres no la vieran-y salí de casa-sin, ni si quiera, mirarme en el espejo-hacía el parque mas cercano.
La fotografía para mi, no solo era un hobby, sino, también, era mi razón de vivir.
Desde pequeño- mucho antes de que mi abuelo falleciera-había soñado con estudiar fotografía y llegar a exponer en las mejores galerías de América. Mi abuelo había sido el único que me había apoyado. Mi abuela y mi padre, decían que los fotógrafos eran unos muertos de hambre, que no tenían ganas de trabajar. Mi madre-en cambio-no me apoyo como mi abuelo, pero fue ella quien me regalo mi primera cámara-la que sujetaba en ese momento en mis manos-cuando tenía 8 años.
Todos estos años había sido nuestro pequeño secreto. 
Mi abuelo me prometió que haría todo lo posible para que realizara mi sueño, pero nunca lo hizo. El cáncer fue mas rápido que él.
Desde la muerte de mi abuelo, la fotografía es lo que mas me alegra en los malos momentos, ya por ser mi pasión, o por recordarme a mi abuelo.

Todavía no era media mañana, cuando llegué al parque. No era muy grande, pero era bastante decente, comparado a los parques de los barrios bajos. Tenía apenas, un tobogan, unas escaleras y tres caballitos. 
Los niños jugaban esparcidos por el parque. Algunos-mas mayores-estaban separados de los demás, sentados en un banco, riendo por alguna tontería, imitando a los adultos.
Me hubiera gustado volver en ese momento a la infancia y hablar con ellos.

Cuando eres pequeño siempre quieres ser adulto, y cuando eres adulto quieres volver a la infancia. Cosas insignificantes de la vida, de las que te das cuenta demasiado tarde.
Los niños mas pequeños, jugaban en la arena ha hacer castillos en el aire.
La niña que mas me llamó la atención, era una pequeña, de ente 4 a 6 años, que estaba apartada de los demás. Jugaba con la arena y con un cubo de plástico rojo. Estaba de rodillas sobre el suelo, y llevaba un bonito vestido verde caqui. Tenía una melena,rizada, castaña, que le llegaba hasta los hombros.
Tenía la cara llena de arena. Pero lo que mas me llamo la atención, fue su brillante sonrisa. 
Tenía una sonrisa angelical, y a pesar de estar sola, parecía que se divertía. 
Me acerqué a un banco y saqué la cámara.
La niña me ignoraba completamente, o no se había dado cuenta de mi presencia. 
Acerqué el objetivo a la pequeña y-cambiando de ángulos-encontré una foto perfecta. Sin pensarlo dos veces, hice click y el sonido de la cámara alertó a la niña. Esta me miró sorprendida, pero siguió jugando con la arena, después de sonreírme.

-¿Que estas haciendo?-me preguntó una voz-confusa- a mi espalda.