○* Manos Mágicas *○ (Joe y tú)

siguelaa!!

Sube capítulo Ade o ...o ...emmm,¿con qué amenazarte?
Pues no sé,ya se me ocurrirá a mi algo :twisted:
Ahora ¡¡S I G U E L A !! :D PORFAVOR .

sigueelaaaaaaaaaaa!!! :D

hi soy nueba siguela pliss me a encantado

Sube capitulo xfa!!! :D

waa solo 7 capítulos u.u
Yo soy de Madrid^^.

Siiguellaa..

que donde estoy eeeeeeeeeeeh!!!
ocupada con joseph!!!
hola de nuevo amore aui estoy de vuelta poniendome un poco al día , e tenido unos dias pesimos , ya sabes....
a veces una esta tan triste que no quiere ver ni siquiera al motivo por el que sonrie todos los dias y solo tiene ganas de llorar...
Ahora estoy de vuelta con una gran sonrisa y esperando que la sigas!!!!
por fvor Ade siguela pronto!!!!
te quiero!!!
Aly :)

¡¡ S I G U E L A !!

quiero cap!!!!!!!!!

jb_fanvanu escribió:quiero cap!!!!!!!!!

Yo tambien quiero cap!!!
ESTOY EN HUELGA HASTA QUE NO SUBAS CAP!! :lol!: :risa:

¡¡ S I G U E L A !!

—Señor Jonas —dijo—. No presumo de saber todo lo que siente. Pero si exageró, creo que sólo es porque ama mucho a su hija.
—Eso es cierto. Y la muerte de su madre fue muy dura para ella.
___________ asintió.
—Sé que tiene miedo de que sufra otra pérdida, y que no quiere que ame y pueda volver a perder al ser amado.
—Eso es cierto. Los seres vivos son tan… tan frágiles.
—Lo sé. Créame, en mi trabajo es algo que sé demasiado bien. Pero Katie no puede cerrar su corazón, ni siquiera para protegerlo. Tiene demasiado amor que dar. Y usted también.
Él no dijo nada. Sólo se quedó mirando al suelo.
____________ continuó.
—Amar a un ser humano es arriesgarse a salir herido, porque todos morimos, antes o después. Pero hay algo peor que perder a alguien que se ama, y es no tener a nadie a quien amar.
___________ vio que sus palabras le habían afectado, porque él siguió mirándose los pies.
—Sé que tiene miedo de sentir su amor por Katie —se atrevió a continuar—. Hay muchos modos de perder a alguien… aparte de la muerte. Podemos perder a alguien que amamos, aunque lo veamos a diario… si dejamos que el miedo se interponga.
Joseph se aclaró la garganta y asintió brevemente.
—Sí. Por supuesto, tiene razón, doctora Barclay. Pero tengo que irme. Katie necesita ayuda para subir a Rosie al remolque.
Y antes de que ____________ pudiera replicar, él se marchó.
—Muy bien, ____________ —murmuró—. Eres una bocazas. Quizás en el futuro sería mejor que sólo conversaras con las criaturas peludas que no pueden hablar.



Capítulo 3


—¿Te apetece otra taza de té? —Bridget tomó la tetera de porcelana azul y le ofreció a ___________—. ¿Por qué no terminas lo que queda y preparo más?
La oferta era demasiado tentadora para resistirse. Bridget hacía el mejor té de la ciudad, de una mezcla especial, y ____________ sólo había podido dormir tres horas la noche anterior. Algo estimulante era exactamente lo que necesitaba para superar la depresión de media tarde, y beber en la hogareña cocina de Bridget era lo mejor.
Además, ___________ nunca había sido capaz de negarle nada a Bridget. Algo en esos brillantes ojos verdes, la piel translúcida y la sonrisa abierta y cálida, la hacían una mujer irresistible. Veinte años antes, cuando ____________ la conoció por primera vez, Bridget era joven y bella. A pesar de que habían transcurrido dos décadas, seguía siendo joven de espíritu y tan bella como siempre.
—Oh, de acuerdo —dijo ___________.
Bridget puso encima de la mesa un plato que estaba cubierto con una tapa de plata. Con elegancia y una floritura, quitó la tapa, mostrando una docena o más de sus famosos pasteles. ____________ recordó la primera vez que probó ese manjar. Tenía diez años y estaba visitando a las chicas Flores, y Bridget las invitó a todas a merendar.
Vestidas con ropajes anticuados sacados de los baúles del ático, las seis niñas llegaron al comedor, casi cayéndose con sus enormes tacones, pisándose los largos dobladillos, llenas de bisutería. En las cabezas llevaban enormes sombreros con plumajes, flores de seda, lazos de satén, y en el caso de ___________, un broche de diamantes falsos.
Aparentemente, Bridget también lo estaba recordando. Se limpió las manos en su delantal blanco, se sentó enfrente de ___________, al otro lado de la mesa, y se sirvió del plato de dulces.
—A las niñas os encantaban mis pasteles. Estabais preciosas con esos vestidos antiguos. Echo de menos teneros por aquí.
—Pero ahora tienes a Katie.
____________ dio un mordisco al pastel. Era lo más rico que nunca había tomado.
—Sí, tengo a la pequeña Katie, y es una niña maravillosa —Bridget sonrió—. ¿Has visto alguna vez ojos tan ambarinos?
—No. Sus ojos son de un tono precioso, pero también están llenos de tristeza.
Bridget asintió y bebió de su té.
—Es cierto. Aún sufre por su madre, descanse en paz.
—¿Conociste a la señora Jonas?
—No, nunca la vi, pero estoy segura de que debió ser una santa, considerando el amor que su marido y su hija aún sienten por ella.
—Sí, es verdad. ¿Cuándo llega Katie a casa del colegio? —preguntó, cambiando de tema.
—Llegará en cualquier momento. Yo diría que has llegado a la hora justa —Bridget sonrió—. A menos que hayas venido a ver al señor Joseph. No llegará hasta dentro de varias horas.
____________ se ruborizó y buscó en su cabeza una respuesta apropiada, negando sus palabras. No se le ocurrió nada, así que empezó a balbucear como una idiota.
—Oh… no… no quería…
—Ya veo —Bridget se pasó la mano por el moño para colocárselo—. ¿Entonces no te gusta?
—Claro que no.
—Hmmm… yo habría imaginado… Bueno, da igual.
El chirrido de frenos en la calle del autocar escolar, rompió la tensión del momento, y ____________ en silencio dio las gracias.
—Bueno, ahí está Katie —dijo Bridget, mientras las dos veían por la ventana de la cocina a la niña bajar del autocar.
—No parece muy contenta —observó ____________, fijándose en su modo lento de caminar y los hombros hundidos.
—Es una pena que una niñita así no tenga a nadie con quien jugar después del colegio. Yo intento darle toda la atención que puedo, pero tengo otras obligaciones y…
—¿Sabes? —sugirió ____________ pensativa—. Yo no estoy muy ocupada esta tarde. ¿Crees que le gustaría que fuéramos a nuestra vieja piscina? Hoy hace buen tiempo.
—¡Oh, sí! Estoy segura de que le encantaría. Es una idea estupenda. Te tiene mucho cariño. Sé que le gustará pasar algún tiempo contigo.
—¿Crees que le parecerá bien al señor Jonas?
—Bueno, no veo por qué no —dijo Bridget pensativa—. Eres una adulta de confianza. Además, no saldréis de la propiedad. Creo que él te estaría agradecido de que le dedicaras algo de atención a la niña.
En ese momento se abrió la puerta trasera y apareció Katie. Sin levantar la cabeza, dejó los libros y su mochila de la Bella y la Bestia en el mostrador.
—Hola, señora Bridget —dijo decaída.
—Bienvenida a casa, cariño —replicó Bridget—. Mira quién ha venido.
En cuando Katie vio a ___________, se transformó en una niña animada y saltarina, con una brillante sonrisa en su cara.
—¡Doctora ___________! —gritó corriendo a la mesa donde estaba ella.
Durante un instante, ___________ pensó que iba a recibir un abrazo, pero en el último momento, la timidez pareció intervenir. Katie se detuvo de repente a unos cuantos metros y se quedó de pie, con las manos en la espalda, incómoda pero feliz.
—Hola, Katie. Me alegro mucho de verte.
Katie se puso colorada, y entonces, pareció horrorizada de repente.
—Oh, no, no habrás venido por Rosie, ¿verdad? ¿Está bien? ¿Están bien Hilda y Pepe?
—Las cabras están bien —dijo poniendo una mano en el hombro de la niña—. He venido a verte a ti.
—¿De verdad? —preguntó, pareciendo feliz y aliviada, pero algo dudosa.
—De verdad —___________ frunció el ceño—. ¿Pero quién es Pepe?
—Es el otro bebé de Hilda, el hermanito de Rosie. Es mucho más grande que Rosie. El señor Neil no me deja jugar con él. Dice que Pepe es demasiado bruto.
—Estoy segura de que tiene razón. Pero lo que quiero saber es si tienes algún plan para las próximas dos horas. Porque si no…

—¡Vaya, esto es fenomenal!
Por el brillo en el rostro de la niña y el entusiasmo en su voz, ____________ supo que su idea había sido un éxito.
—Las chicas Flores y yo pasábamos horas aquí —dijo ___________ mientras llevaba a Katie por la estrecha abertura entre dos rocas hasta la piscina natural que había situada en el pequeño arroyo—. En una tarde calurosa es el lugar perfecto para refrescarse.
La piscina estaba rodeada de rocas enormes y suaves, que recogían los caudales de colinas cercanas. Debido a los anteriores años de sequía, el nivel del agua había descendido considerablemente, pero la piscina aún contenía suficiente agua clara para darse un chapuzón. Viejos robles extendían sus ramas en un extremo, ensombreciendo la zona más profunda.
Varias especies de bichitos bailaban sobre la superficie, y por todas partes se oía a los pájaros. El aire olía a polvo y tierra, un aroma que evocaba muchos recuerdos a ____________.
—Solíamos traer una cesta con la merienda —le contó a Katie—. Normalmente sandwiches de mantequilla y mermelada que nos hacíamos nosotras… o algunos de los pasteles de Bridget, como hoy —____________ levantó la bolsa de papel marrón que Bridget les había preparado para su pequeña excursión.
—¿Hay peces o bichos horribles ahí dentro? —preguntó Katie subiendo a una de las rocas y mirando al agua.
—Un enorme tiburón blanco, dos monstruos del Lago Ness y tres anguilas —respondió ____________—. Eso es todo.
Katie la miró con dudas. Y al instante las dos empezaron a reírse.
__________ dejó la bolsa de la comida en lo alto de una de las rocas y se quitó los zapatos y los calcetines y luego la camisa. Vestida sólo con una camiseta y pantalones cortos, se deslizó por la roca y cayó al agua con patoso chapuzón.
—Esto era mucho más fácil cuando yo tenía tu edad —le dijo a Katie mientras se sacudía el agua del pelo.
La piscina no era muy profunda, lo justo para que ___________ hiciera pie.
Katie se reía mientras la miraba.
—¿Está fría?
—Claro que sí. Bueno, ¿eres lo suficiente mujer para meterte o no?
La sonrisa de Katie desapareció.
—Yo… bueno… no sé.
—¿No sabes qué?
—No sé nadar.
____________ se quedó sorprendida. Nunca había conocido a nadie que no supiera nadar. ¡Pero si esa niña vivía en el sur de California!
—¿No te enseñaron tus padres?
—Mi madre iba a hacerlo, ese verano, pero se puso mala. Y después de… de que nos dejara… mi padre tenía miedo de que yo me acercara al agua. Creo que tenía miedo de que yo también muriera.
___________ controló los comentarios sarcásticos que se le ocurrieron. Encontraba terriblemente triste que Joseph Jonas estuviera tan consumido por el miedo, pero era incluso peor que le hubiera pasado esa ansiedad a su hija. __________ vio en los ojos de Katie la inseguridad mientras estaba de pie en la roca y mirando al agua.
—Puedo entender por qué tu padre tenía miedo de que aprendieras a nadar —dijo ____________ eligiendo las palabras con cuidado, ya que lo último que la niña necesitaba era que alguien hablara mal de su padre—. El agua es algo que hay que respetar. Puede ser maravilloso, pero también peligroso si no tenemos cuidado.
Katie se acercó un poco más al borde.
—Ojalá supiera nadar… sólo un poco… para que los niños del colegio no se rieran de mí.
—¿Se ríen de ti? ¿Cómo saben que tú no sabes nadar?
—Me invitaron a una fiesta en la playa. Una de mis amigas iba a celebrar su cumpleaños. Mi padre no me dejó ir porque tenía miedo de que me metiera en el agua y me ahogara. Me dijo que el agua del mar tenía fuertes corrientes. No sé lo que es, pero me pareció horrible —Katie se encogió de hombros—. De todos modos yo no quería realmente ir.
Un vistazo a ese labio inferior tembloroso y a los ojos húmedos, le dijo a ___________ que Katie no estaba siendo sincera consigo misma. Ser excluida por cualquier razón del cumpleaños de una amiga era un trauma emocional para una niña de esa edad.
—Bueno, aquí no tienes que preocuparte de las corrientes —le dijo, intentando cambiar de tema—. Te garantizo que nunca ha habido una corriente aquí.
—¿Desde el comienzo de los tiempos? —preguntó Katie sonriendo.
—Desde antes del comienzo de los tiempos.
La niña se quedó pensativa unos instantes, mirando añorante el agua.
—Katie, ¿realmente quieres aprender a nadar?
—Claro, pero… no creo que mi padre me deje.
___________ opinaba lo mismo. Y ella no quería ir en contra de los deseos de un padre en lo referente a sus hijos. Especialmente Joseph Jonas. Pero por otro lado, la niña necesitaba aprender a nadar, y aún era joven y podría aprender muy deprisa.
—¿Te dijo tu padre alguna vez que no podías recibir clases o intentar aprender?
—Ummm… No creo que dijera que no podía aprender. Sólo dijo que él no quería enseñarme y que no quería que yo fuera a la fiesta de la playa.
___________ decidió arriesgarse. La niña tenía demasiadas cosas que temer en la vida sin temer también el agua.
—¿Entonces por qué no te doy yo una pequeña clase? Esta piscina no es profunda, y es agradable y tranquila. Te prometo que no dejaré que te ahogues.
Durante un rato, _____________ vio a la niña intentando decidirse. Su precioso rostro reflejaba su batalla interna, su nerviosismo contra la confianza en la mujer que había salvado la vida de Rosie.
Finalmente ganó el lado confiado de su naturaleza, y se agachó para quitarse las zapatillas de deporte.
—Así que está fría, ¿eh? —preguntó mientras doblaba sus calcetines y los metía en las zapatillas—. ¿Crees que habrá cerca algún oso polar?
—No, ninguno.
_____________ extendió los brazos para ayudar a la niña a bajar de la roca y a meterse en la parte menos profunda.
—¿Estás segura? —preguntó Katie mientras entraba en el agua y temblaba de emoción.
—Totalmente segura. Y ahora relájate, no hay osos polares en el sur de California, te lo garantizo.