Vecino Insoportable *Niall Horan y tú* Comedia romance y Hot

Capítulo 2

_____ Divisó la manguera enrollada y tomó la decisión mas facil que tuvo que tomar en su vida. Esto termina aquí y ahora penso. Los días de ser la gallina miedosa más grande del universo habían llegado a su fín.

— ¡Pero que demonios te pasa!!!

Niall saltó hacia atrás cuando un torrente de agua helada lo golpeó.

No podía creer lo que estaba sucediendo, pero ciertamente era su tímida sensual vecina y compañera de trabajo apuntándo con su muy larga manguera hacia él. Claramente había perdido su maldita razón.

—Aléjate de mis tulipanes maldito idiota!— gritó _____ mojandolo nuevamente con su manguera.

Niall realmente no pudo evitar sonreírle. Se veía jodidamente linda allí de pie con su largo cabello castaño recogido en una cola de caballo, los ojos cafes llenos de fuego, ocultos detrás de grandes gafas dándole un aspecto adorablemente tierno y por supuesto su remera negra bastante apretada con la palabra ‘Nerd’ escrita a través de su pecho de un tamaño muy decente, hacía su look más bien caliente... ardiente y caliente, pensó el.
Sus ojos se posaron en los un pequeños pero lindos shorts celestes que revelaban unas cortas pero muy bonitas y curveadas piernas bronceadas, muy lindas por cierto.

Por supuesto sabía que su silenciosa vecina era impresionante. Fue lo primero que noto en ella el día que se mudó. Lo segundo fue que ella era una mujer muy tímida, muy nerviosa, fácilmente se asustaba. Todavía se avergonzaba al pensar de nuevo en aquel día...Después de cinco horas en la carretera y tres gigantes tragos estaba necesitando desesperadamente un baño. Lamentablemente la agente inmobiliaria no había dejado las llaves donde dijo que lo haría y él tuvo que tomar una decisión en una fracción de segundo, orinar en sus pantalones o regar el árbol de su vecina. Al final el árbol consiguió una saludable cantidad de soda reciclada. Niall se sonrojo recordando aquello.

Ella ni siquiera le había dado la oportunidad de explicarse o disculparse. Su rostro enrojeció antes de que prácticamente corriera a su casa. A partir de entonces ella lo evito a toda costa. Si él saludaba con la mano o decía ‘Hola’ ella murmuraba algo o lo ignoraba. Si él o uno de sus estúpidos amigos rompía algo en su propiedad, ella no decía una palabra. Sí, él era un idiota que podría haber salido fácilmente de eso sin pagar por todas las ventanas rotas o las sabanas manchadas de paintball, pero él no era un capullo tan grande. Aprendió que ella nunca hablaría por sí misma así que tan pronto como la mierda golpeaba, hacia una llamada y reemplazaba todo lo que él había jodido. Simplemente lo hacia sentir como un idiota aún más grande al tomar ventaja de la situación.

Siempre le fastidio que ella nunca hablara. No podía recordar cuando le había desagrado a alguien tan rápido e intensamente antes en su vida. No importaba lo que él hiciera, ella no se molestaba en hablar con él. Demonios, él habría al menos llamado a los policías, como el resto de vecinos hacían o presentado una queja con el Director, como muchos de sus otros compañeros de trabajo. Infiernos, ella ni siquiera firmaba cualquiera de las numerosas peticiones que al resto del barrio le gustaba darle cada pocos meses. Él revisaba todas y cada una,pero ninguna tenia su nombre, y eso lo jodia terriblemente.

No era como si estuviera siendo deliberadamente un imbécil. Simplemente era algo naturalmente en él. Todos lo entendían y aceptaban. Probablemente porque a pesar de que era un idiota, era un idiota
simpático... la mayoría del tiempo.

Tan feliz como estaba de qué ella finalmente saliera de su trono a hablar con él, también estaba cabreado sobremanera por ser empapado hasta los huesos en su camisa preferida y bermudas en un clima de setenta grados. Al parecer, no se movió lo suficientemente rápido porque ella lo roció de nuevo.

—Estás jodidamente loca?— Grito él, tragando un chorro enorme de agua.

Ella hizo un gesto con la manguera para que él diera un paso atrás. —Aléjese de mi jardín...Ahora.

—¿Tu jardín?— preguntó él con incredulidad.

—Sí, mi jardín!— Otro chorro se acercó. —Yo plante estas flores hace cuatro años atrás, antes de que usted se mudara!

Niall se pasó frustrado los dedos por su desordenado y rubio cabello.

—Entonces debió de haber comprobado las putas líneas de propiedad antes de que perdiera su tiempo!— Espetó enojado.

Sus ojos se estrecharon hacia él. —El jardín es de mi propiedad!

—No lo creo amor. Ve y revisa tu escritura, si no me crees. Este jardín es cien por ciento de mi propiedad, —dijo con dureza.

Señaló los dos pies de espacio que separaban sus casas, donde el jardín continuaba hasta que llegaba a la gran valla de madera que comenzaba en la esquina de su casa y seguía hacia la parte de atrás, separando sus patios traseros.

—Tienes cinco pulgadas de la pared de tu casa hacia fuera. Tu propiedad termina dos pulgadas antes de mi jardín!

Vio como ella observaba el pequeño espacio que separaba sus casas. Quien construyó sus casas fue realmente un imbecil. Los dos dormitorios principales se construyeron a menos de dos pies de distancia. Sin embargo, había más de treinta pies de espacio entre cada casa vecina. No había ninguna privacidad por la forma en que fueron diseñadas las casas idénticas. Él no tenía más remedio que colocar su cama directamente en la ventana y ella tampoco.
Tomar el dormitorio más pequeño estaba fuera de cuestión. Su cama nunca cabría en él.

Se sentía extraño durmiendo a menos de dos pies de distancia de una mujer que lo consideraba peor que basura. Durante el verano, ambos se negaban a abrir sus ventanas hasta el calor se hacía opresivo, dejándolos sin otra elección. Olvídate de llevar a una mujer a su dormitorio. Nunca había sido dado a tener sexo en público, y tener relaciones sexuales en su habitación definitivamente se sentiría como una actuación pública.

No importa cuántas veces intentó acordarse de que se encontraban en casas separadas y separados por algo más que un estúpido y pequeño jardín de flores, él no se atrevía a llevar a una mujer a su cama. No es que lo hiciera normalmente. Él nunca invitaba a una mujer a su casa. Esa era una de sus reglas en el top diez de citas. La única ocasión en que venían a su casa era para echarle bronca cuando él seguía adelante y las mujeres no aceptaban eso.

Nunca en toda su vida adulta había compartido una cama con una mujer. Era demasiada intimidad y enviaba el mensaje equivocado. Las pocas veces que él cometió el error de relajarse en la cama de una mujer después de una rápido, resultó ser un grave error. Querían mimos y siempre hacían preguntas que lo hacían encogerse, ‘¿Qué estás pensando?’, ‘¿Me amas?’, ‘A Dónde crees que va esto?’, ‘Estas tan feliz como yo?’, ‘¿Por qué sigues llamándome por el nombre de mi hermana?’, o su favorito personal ‘Me pregunto cómo serán nuestros bebés’. No, el sexo era mejor tenerlo en la casa de una mujer, en un cuarto de hotel, o mejor aún en el asiento trasero de un coche.

Gracias a Dios su vecina parecía compartir la misma actitud. Odiaba la idea de despertar con los sonidos de otro hombre gruñendo y gimiendo. Con su suerte se podrían filtrar los sonidos en su sueño y él terminaría teniendo un sueño gay. Afortunadamente eso nunca sucedió, de lo contrario, él estaría durmiendo en su sofá.

No era como si su hermosa vecina estuviera sin atención masculina. Había visto varios perdedores olfateando a su alrededor en los últimos cuatro años.Ella estaba fácilmente fuera de su liga, por lo menos físicamente. Personalidad sabia, bien incluso desde lejos él podía decir que todos eran capullos. Él no era un príncipe, no de cualquier forma, pero se encontró dispuesto a derribar de un golpe a algunos de ellos en los últimos años por la forma en que la trataban. Ellos nunca la golpearon, de lo contrario habría matado a los hijos de puta. Él no estaba a favor de golpear a una mujer, no importa qué. A veces sentía como si ellos la estuvieran usando, o no la trataban correctamente. No sabía por qué le importaba, solo lo hacía.

______ miró la cerca y entonces la longitud restante del jardín. Ella suspiró profundamente.

—Bien. Si cometí un error, lo siento. Reemplacé la última jardinera con los tulipanes.

Él asintió con alivio, alegre de que estuviera resuelto. Las malditas flores se largarían y no un momento demasiado pronto. No podía pasar otra noche como la noche anterior. Además se le estaba acabando la maicena.

—Simplemente voy a mover las flores a mis cinco pulgadas de espacio, — anunció ella.

Sus ojos se ampliaron con ese anuncio. —El infierno que lo harás!


Los ojos de ______ se ampliaron con total incredulidad cuando Niall se avalanzó nuevamente sobre las plantas, destrozándolas como un hombre poseído.

—Detente!— gritó.