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Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Pao Jonatica Forever :3
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
_______________ se encontró con los ojos azules del vizconde de Alton. Le estaba sonriendo con aquella cara tan maravillosa. Absorta, se olvidó de su papel de acompañante de Bella y sonrió cariñosamente.
La experta mano de Joseph capturó la de _______________ y se la llevó a los labios. Él contuvo la respiración al ver que sonreía con aquella alegría tan cándida. Durante un instante, casi creyó que...
La repentina perspicacia de los ojos de lord Alton devolvió a _______________ a la realidad.
—¡Oh! Eh... ¿Dónde, exactamente? —se ruborizó y se volvió como si estuviera buscando a su amiga, para disimular su confusión.
—No, no, por allí —la voz de Joseph se había suavizado, afectada por alguna emoción que él no supo definir.
_______________ miró en la dirección que él le indicaba, a la derecha, y vio a Bella conversando con la madre de lord Molesworth, aquella que había decretado que _______________ no podía casarse con otro que no fuera su hijo.
Joseph recordó la mención que había hecho Bella sobre el desafortunado vizconde. Su sonrisa se hizo más amplia.
—Quizá —dijo—, como Bella está tan ocupada, podría acompañarla a dar un paseo por la orilla del lago. Es mucho más agradable que estar aprisionada en medio de la multitud. A menos que esté muerta de hambre... —y arqueó una ceja interrogativamente.
—Oh, no —respondió _______________. Se mordió el labio inferior. La perspectiva de dar un paseo por parajes menos abarrotados era tentadora. Pero, ¿cómo iba a soportar una excursión con lord Alton? ¿Lo aguantarían sus nervios? Lo miró, y se encontró su mirada clavada en ella, como si estuviera intentando leerle el pensamiento. Mientras ella lo observaba, su mirada azul despidió un brillo vagamente satírico, y ella, asombrada, dejó a un lado sus dudas.
—Si no le resulta demasiado aburrido...
Con una risa, Joseph le ofreció el brazo. Cuando ella puso su mano en la manga, él se la cubrió con la suya.
—Mi querida señorita Hartley... o, ¿puedo llamarte _______________? Oh, sí, seguramente, en estas circunstancias, puedo disfrutar de ese privilegio.
_______________ no tenía ni idea de qué debía contestar. Estaba tan nerviosa que había perdido la capacidad de razonar. Así que se limitó a asentir:
—Si le agrada, milord...
Por supuesto que le agradaba. De hecho, Joseph se sentía increíblemente satisfecho con aquel pequeño éxito.
—Cómo iba diciendo, querida _______________ —continuó él, desviando hábilmente su dirección de la de lord Harrow, otro de los admiradores—, tu compañía siempre resulta entretenida. Dime, ¿a cuál de tus pretendientes prefieres?
¿Y cómo iba a responder ella a eso? _______________ se estrujó el cerebro y asumió una expresión de aburrimiento.
—En realidad, no he pensado mucho en ello, milord —y oyó una risa irónica—. Es un poco cansado, ese juego del matrimonio.
—Muy hábil, querida mía. Pero no permitas que ninguna de las grandes damas te oigan pronunciar frases tan controvertidas. Te expulsarían de su círculo social.
_______________ sonrió.
—Sinceramente, no creo que yo encaje muy bien en este tipo de vida.
Joseph le respondió con seriedad.
—Querida, son aquellos como tú los que mantienen el círculo social vivo.
Ella lo miró sorprendida, y Joseph se explicó:
—Si no hubiera gente con ideas diferentes para refrescar nuestras modas, entonces sería demasiado aburrido y estático. Sin embargo, si observas con atención, verás que este círculo abarca un espectro muy amplio de gustos y personalidades —y le sonrió—. No te sientas mal. Tú encajarás perfectamente. Al final, encontrarás tu lugar, el sitio que tiene tu nombre grabado.
Tímidamente, _______________ le devolvió la sonrisa.
Pasearon en silencio, disfrutando de la suave brisa que corría a la orilla del lago, bajo la sombra que proporcionaban las altísimas hayas que crecían al borde del camino, recreándose la vista en los colores del otoño.
_______________ reflexionó sobre cuál podría haber sido la causa de la mirada satírica del vizconde, un rato antes. Al notar las risitas y los suspiros de las damiselas que pasaban a su lado, se le ocurrió de repente que lord Alton podría haber pensado que ella estaba sopesando la conveniencia de dar un paseo a solas con él. Suspiró imperceptiblemente. Ojala aquel fuera su único problema. Sin embargo, estaba completamente segura de que no corría el peligro de recibir atenciones amorosas del hermano de Bella. Más bien, tenía miedo de que se aburriera en su compañía. Se estrujó el cerebro en busca de un tema de conversación interesante.
Lejos de sentirse aburrido, Joseph se estaba deleitando en el placer de pasear en relativa paz, por un camino maravilloso, con una mujer bella que lo acompañaba en silencio. En realidad, lo que le molestaba era darse cuenta de lo contento que estaba y la fuerza con que deseaba preservar aquel momento a cualquier precio. Aquello lo ponía nervioso.
—¿Pasa usted mucho tiempo con el príncipe regente? ¿Cómo es?
Las preguntas de _______________ interrumpieron sus pensamientos. Se detuvo a considerar la respuesta.
—Mi familia, durante las últimas generaciones, ha estado cercana al trono. En este caso —dijo, sonriéndole—, al regente.
—Pero... —_______________ titubeó. Había oído lo suficiente de la conversación entre lord Alton y Arthur durante la cena como para darse cuenta de que el vizconde estaba más involucrado en la alta política de lo que dejaría entrever su pose de aristócrata arrogante y aburrido. Eligiendo cuidadosamente las palabras, se aventuró a decirle:
—Pero, usted discute de política con su majestad, ¿verdad? No sólo de... bueno, de cuestiones sociales.
Maldiciendo mentalmente a Arthur por su inusual falta de discreción, Joseph intentó evitar su incisiva pregunta. Se rió suavemente.
—Te aseguro, querida mía que... eh... los asuntos sociales son lo que domina generalmente las conversaciones con el regente.
La mirada burlona que le lanzó junto con la respuesta debería haber hecho que se ruborizara. Sin embargo, él vio cómo sus maravillosos ojos, casi dorados a la luz del día, se entrecerraban ligeramente, y supo que su intento de desviar la conversación había fallado. ¡Demonios! Era más joven que Bella. Debería haber aceptado su palabra sin cuestionarla. Y ¿desde cuándo las señoritas recién salidas de la escuela le hacían preguntas a un hombre sobre la política? Se merecía un rapapolvo. Sin embargo, se oyó a sí mismo explicarle:
—Sin embargo, tienes razón. Actúo como una especie de... canal de comunicación, por decirlo de alguna manera, entre ciertas facciones del Parlamente y el príncipe. A pesar de las apariencias, Prinny no es enteramente insensible a los problemas de su reino. Y, aunque tenga un poder limitado en lo que se refiere a la elaboración de las leyes, su influencia puede representar una gran ayuda para realizar cambios allí donde son necesarios.
La experta mano de Joseph capturó la de _______________ y se la llevó a los labios. Él contuvo la respiración al ver que sonreía con aquella alegría tan cándida. Durante un instante, casi creyó que...
La repentina perspicacia de los ojos de lord Alton devolvió a _______________ a la realidad.
—¡Oh! Eh... ¿Dónde, exactamente? —se ruborizó y se volvió como si estuviera buscando a su amiga, para disimular su confusión.
—No, no, por allí —la voz de Joseph se había suavizado, afectada por alguna emoción que él no supo definir.
_______________ miró en la dirección que él le indicaba, a la derecha, y vio a Bella conversando con la madre de lord Molesworth, aquella que había decretado que _______________ no podía casarse con otro que no fuera su hijo.
Joseph recordó la mención que había hecho Bella sobre el desafortunado vizconde. Su sonrisa se hizo más amplia.
—Quizá —dijo—, como Bella está tan ocupada, podría acompañarla a dar un paseo por la orilla del lago. Es mucho más agradable que estar aprisionada en medio de la multitud. A menos que esté muerta de hambre... —y arqueó una ceja interrogativamente.
—Oh, no —respondió _______________. Se mordió el labio inferior. La perspectiva de dar un paseo por parajes menos abarrotados era tentadora. Pero, ¿cómo iba a soportar una excursión con lord Alton? ¿Lo aguantarían sus nervios? Lo miró, y se encontró su mirada clavada en ella, como si estuviera intentando leerle el pensamiento. Mientras ella lo observaba, su mirada azul despidió un brillo vagamente satírico, y ella, asombrada, dejó a un lado sus dudas.
—Si no le resulta demasiado aburrido...
Con una risa, Joseph le ofreció el brazo. Cuando ella puso su mano en la manga, él se la cubrió con la suya.
—Mi querida señorita Hartley... o, ¿puedo llamarte _______________? Oh, sí, seguramente, en estas circunstancias, puedo disfrutar de ese privilegio.
_______________ no tenía ni idea de qué debía contestar. Estaba tan nerviosa que había perdido la capacidad de razonar. Así que se limitó a asentir:
—Si le agrada, milord...
Por supuesto que le agradaba. De hecho, Joseph se sentía increíblemente satisfecho con aquel pequeño éxito.
—Cómo iba diciendo, querida _______________ —continuó él, desviando hábilmente su dirección de la de lord Harrow, otro de los admiradores—, tu compañía siempre resulta entretenida. Dime, ¿a cuál de tus pretendientes prefieres?
¿Y cómo iba a responder ella a eso? _______________ se estrujó el cerebro y asumió una expresión de aburrimiento.
—En realidad, no he pensado mucho en ello, milord —y oyó una risa irónica—. Es un poco cansado, ese juego del matrimonio.
—Muy hábil, querida mía. Pero no permitas que ninguna de las grandes damas te oigan pronunciar frases tan controvertidas. Te expulsarían de su círculo social.
_______________ sonrió.
—Sinceramente, no creo que yo encaje muy bien en este tipo de vida.
Joseph le respondió con seriedad.
—Querida, son aquellos como tú los que mantienen el círculo social vivo.
Ella lo miró sorprendida, y Joseph se explicó:
—Si no hubiera gente con ideas diferentes para refrescar nuestras modas, entonces sería demasiado aburrido y estático. Sin embargo, si observas con atención, verás que este círculo abarca un espectro muy amplio de gustos y personalidades —y le sonrió—. No te sientas mal. Tú encajarás perfectamente. Al final, encontrarás tu lugar, el sitio que tiene tu nombre grabado.
Tímidamente, _______________ le devolvió la sonrisa.
Pasearon en silencio, disfrutando de la suave brisa que corría a la orilla del lago, bajo la sombra que proporcionaban las altísimas hayas que crecían al borde del camino, recreándose la vista en los colores del otoño.
_______________ reflexionó sobre cuál podría haber sido la causa de la mirada satírica del vizconde, un rato antes. Al notar las risitas y los suspiros de las damiselas que pasaban a su lado, se le ocurrió de repente que lord Alton podría haber pensado que ella estaba sopesando la conveniencia de dar un paseo a solas con él. Suspiró imperceptiblemente. Ojala aquel fuera su único problema. Sin embargo, estaba completamente segura de que no corría el peligro de recibir atenciones amorosas del hermano de Bella. Más bien, tenía miedo de que se aburriera en su compañía. Se estrujó el cerebro en busca de un tema de conversación interesante.
Lejos de sentirse aburrido, Joseph se estaba deleitando en el placer de pasear en relativa paz, por un camino maravilloso, con una mujer bella que lo acompañaba en silencio. En realidad, lo que le molestaba era darse cuenta de lo contento que estaba y la fuerza con que deseaba preservar aquel momento a cualquier precio. Aquello lo ponía nervioso.
—¿Pasa usted mucho tiempo con el príncipe regente? ¿Cómo es?
Las preguntas de _______________ interrumpieron sus pensamientos. Se detuvo a considerar la respuesta.
—Mi familia, durante las últimas generaciones, ha estado cercana al trono. En este caso —dijo, sonriéndole—, al regente.
—Pero... —_______________ titubeó. Había oído lo suficiente de la conversación entre lord Alton y Arthur durante la cena como para darse cuenta de que el vizconde estaba más involucrado en la alta política de lo que dejaría entrever su pose de aristócrata arrogante y aburrido. Eligiendo cuidadosamente las palabras, se aventuró a decirle:
—Pero, usted discute de política con su majestad, ¿verdad? No sólo de... bueno, de cuestiones sociales.
Maldiciendo mentalmente a Arthur por su inusual falta de discreción, Joseph intentó evitar su incisiva pregunta. Se rió suavemente.
—Te aseguro, querida mía que... eh... los asuntos sociales son lo que domina generalmente las conversaciones con el regente.
La mirada burlona que le lanzó junto con la respuesta debería haber hecho que se ruborizara. Sin embargo, él vio cómo sus maravillosos ojos, casi dorados a la luz del día, se entrecerraban ligeramente, y supo que su intento de desviar la conversación había fallado. ¡Demonios! Era más joven que Bella. Debería haber aceptado su palabra sin cuestionarla. Y ¿desde cuándo las señoritas recién salidas de la escuela le hacían preguntas a un hombre sobre la política? Se merecía un rapapolvo. Sin embargo, se oyó a sí mismo explicarle:
—Sin embargo, tienes razón. Actúo como una especie de... canal de comunicación, por decirlo de alguna manera, entre ciertas facciones del Parlamente y el príncipe. A pesar de las apariencias, Prinny no es enteramente insensible a los problemas de su reino. Y, aunque tenga un poder limitado en lo que se refiere a la elaboración de las leyes, su influencia puede representar una gran ayuda para realizar cambios allí donde son necesarios.
NiinnyJonas
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
aaaaaaaahhhh ....... creo que joseph esta haciendo su jugada!!!!!!!!!.... oero si no le dice ls verdad!!!!????..... sufriran inecesarismente!!!!
chelis
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
ahh ya quieron que esten juntos!!
Harian una pareja hermosa!!
Siguela!!
Harian una pareja hermosa!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
Que paseo tan conmovedor :')
Gracias por subir el capitulo!!
Gracias por subir el capitulo!!
Augustinesg
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