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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
omj omj me eencaantoo Diimee qe seguiraass
sigueeee
sigueeee
#Cassie Jonas Horan
Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
graxx miis niñas de esta les suboo maas tarde aun adapto el cap las qiiero
Sunny<3
Sunny<3
Invitado
Invitado
Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
Capitulo 5
Era temprano, pero el bochorno y la quietud ya habían hecho acto de presencia. _________ salió de la casa con cautela, abrochándose aquella horrorosa camisa negra. Intentó no hacer ningún ruido para no despertar a Nick, que seguía dormido. No disponía todavía ni de la fuerza ni del aplomo suficiente para enfrentarse a él. A medida que se acercaba a la orilla del lago, sintió una desconocida irritación entre las piernas. El recuerdo de lo ocurrido la noche anterior hizo que le subiesen los colores.
Nada de lo que ella había leído o le habían contado, ni la doctrina religiosa, ni los conocimientos médicos que impartía su padre, nada la había preparado para lo experimentado la noche anterior. Eran muchos los que opinaban que una mujer decente no debía sentir placer ni siquiera cuando mantenía relaciones con su marido. A decir verdad, su modo de reaccionar ante un extraño había sido inexcusable. Y no sólo era que Nick fuese un extraño, era un pirata, un carroñero que mataba y robaba alegremente. El sentimiento de culpa le revolvió el estómago. Era incroyable que hubiese caído tan bajo; no hacía ni tres días que Kevin había sido asesinado. Jamás habría imaginado que su naturaleza ocultase un lado tan deleznable, y se odió por ello; incluso más de lo que odiaba a Nick.
____________ tuvo que esforzarse para no llorar cuando dejó la camisa negra en la orilla del lago y se lavó las manchas de sangre que tenía en los muslos. Porque ya no tenía derecho a llorar, no podría permitirse aquel lujo nunca más. Era responsable de lo que había hecho la noche anterior, y dudaba que en toda una vida de plegarias llenas de remordimiento pudiese liberarse del pecado y la vergüenza.
«Kevin —pensó con dolor—, me alegra que no pudieses descubrir la clase de mujer que soy en realidad.»
Se lavó dubitativa, viendo crecer su remordimiento al descubrir un nuevo arañazo sobre su pálida piel. Nick había dejado sus marcas. Al recordar cómo ella se había apretado y retorcido contra su cuerpo se mordió el labio superior.
Oyó un crujido a su espalda. Se volvió y lo vio a un par de metros. Sólo llevaba puestos sus gastados pantalones, el velludo pecho al descubierto y la larga cabellera recogida en una coleta. Parecía sentirse como en casa en aquel paraje; más cómodo, supuso ______________, de lo que lo estaría en un entorno más civilizado.
Nick recorrió su brillante cuerpo desnudo con la mirada, y su interés no disminuyó después de que ella recogiera la camisa para cubrirse.
—No vuelvas a alejarte de mí —le dijo él.
Ella le dedicó una mirada despectiva.
—Haré lo que me venga en gana —se atrevió a replicar.
—Harás lo que yo te ordene si tienes en estima tu cuello. Todavía no estamos en Nueva Orleans.
La amenazadora suavidad de su voz le provocó un escalofrío.
—D'accord —cedió, aunque la palabra se le atragantó. Se apartó un poco de la orilla del lago con la camisa apretada contra el cuerpo.
Nick se acuclilló y se lavó la cara y el pecho con brío. Unas cuantas gotas centellearon como diamantes sobre su piel bronceada. Se volvió y la miró con los ojos entornados.
—¿Cómo es que eras virgen? —Tener tacto era una cualidad que él había olvidado hacía mucho tiempo.
____________ se ruborizó. A pesar de haber compartido con aquel hombre una intimidad mayor que la compartida con nadie, no sabía nada de él. Era casi imposible confesarle algo tan personal. Aun así, si no respondía por voluntad propia él la obligaría a hacerlo.
—Kevin era un caballero. Él... él dijo que esperaría hasta que yo me sintiese cómoda con él para... para cumplir con mi deber de esposa.
—Cumplir con tu deber de esposa —se burló aquel bribón desalmado—. No hay duda de que no te presionó, si vamos a eso. Pero a tu edad... ¿Cuántos tienes, veintitrés, veinticuatro...?
—Veinticuatro —admitió a regañadientes.
—En Nueva Orleans te habrían considerado una auténtica solterona. A tu edad tendrías que haber recibido a Kevin en tu cama con lágrimas de gratitud. Pero tú le pediste que esperase.
—Ojalá no lo hubiese hecho —musitó ella, aunque él la oyó perfectamente.
—Eso mismo digo. Dios sabe que no me había pasado por la cabeza que fueses virgen.
—De haberlo sabido, ¿me habrías dejado en paz? —preguntó con amargura.
Él la miró a los ojos.
—No.
Nada de disculpas, ni siquiera un amago de preocupación por cómo se sintiese ella esa mañana. ______________ se debatía entre la repulsa y la autocompasión. ¡No era más que un bruto insensible!
—No has perdido nada —dijo él, captando la rabia en su mirada—. Nadie sospechará nunca que no fue Kevin quien te desfloró.
—No me preocupa lo que he perdido —respondió sarcástica.
Nick enarcó las cejas.
_____________ arrugó la frente.
—Estoy hablando de las consecuencias, algo que sin duda nunca te has detenido a considerar. ¿Qué ocurriría si concibo un niño como resultado de lo de anoche?
A pesar de que Nick no reflejó emoción alguna, en su interior se asustó. Ella estaba en lo cierto, nunca antes se había detenido a considerar esa posibilidad. Después de todo, las mujeres con que él solía relacionarse poseían remedios para prevenir o evitar embarazos no deseados. Pero una chica católica francesa de buena familia no estaba versada en semejantes materias.
—Es una posibilidad —dijo—. No la más probable. Pero de ocurrir, tendríamos que sobrellevarlo.
—Jamás lo sabrás —replicó _____________ con auténtico odio—. No estarás ahí para saberlo.
—Lo sabré.
—¿Cómo? ¿Conoces a alguien en Nueva Orleans que pueda contarte esa clase de cosas? —Al ver que no respondía, ________________ sintió un destello de ira—. ¿Por qué todo tiene que ser un misterio? ¿Qué soy para ti y qué quieres de la familia Jonas? ¿Vas a llevarme con ellos o tienes pensado pedir un rescate? —No respondió, y ella le volvió la espalda—. Vraiment, ahora ya me importa bien poco. No me preocupa dónde voy ni qué va a pasar. ¡Lo único que quiero es que esto acabe! —Se le posó un mosquito en el brazo y ella lo aplastó enfadada—. ¡Odio los insectos y odio los pantanos! ¡Quiero irme de aquí! Quiero comida de verdad, y bañarme, y tener ropa limpia. Quiero una cama blanda y... —su voz sonó lastimera— ¡quiero peinarme!
Nick arrugó la nariz, anonadado. Su demostración de carácter de esa mañana resultaba tranquilizadora, una muestra de que ella no había perdido la razón. Se colocó a su espalda y ella inspiró hondo. Tomó un mechón de cabello que descansaba sobre su hombro y lo examinó.
—Necesita un buen cepillado —convino con ella.
Ella no se volvió.
—¡No te burles de mí!
—Te compraré un cargamento de cepillos.
—¿Para compensar lo de anoche?
Él rió suavemente.
—¿Eso te satisfaría? [ haha]
—No hay nada que puedas darme que compense lo que me hiciste.
—Por lo visto, no tienes ni idea de lo que puedo ofrecerte.
—¿Un cargamento de cosas robadas? —replicó ella con sarcasmo—. Merci, non.
Se apartó de él, pero Nick la siguió y la hizo volver agarrándola por los hombros.
—Eso y mucho más —murmuró—. No tengo por qué llevarte con los Jonas. Podría hacer otro arreglo. —La sujetó con más fuerza cuando ella intentó zafarse—. Tranquila. Nunca he tenido a una mujer con clase entre mis brazos. Voy a disfrutar de ello mientras pueda. Eres una mujer intrigante, __________. No voy a dejarte marchar por las buenas. Y al contrario de lo que piensas, no fui el único que obtuvo satisfacción anoche.
—¿Qué dices? —repuso ella, revolviéndose.
—Me refiero a que las cosas podrían ser muy placenteras entre nosotros. En lugar de llevarte con la familia Jonas, podría cuidar de ti.
Ella se quedó rígida.
—¿Para qué?
Él la estudió con sus intensos ojos al tiempo que una media sonrisa se dibujaba en sus labios.
—Te estoy dando la posibilidad de escoger. Podemos ir a cualquier parte del mundo. Hay lugares más exóticos y hermosos de lo que jamás podrías imaginar. Si te cansases de viajar, te montaría tu propio hogar; incluso dos o tres si lo deseas. Tendrías dinero para gastarlo en lo que quisieses. Lo único que te pediría a cambio es que no te negases a estar conmigo en la cama.
—¿Y soportar más noches como la de ayer? —replicó ella, sintiéndose ultrajada.
—Puedo prometerte experiencias más agradables en el futuro.
—Me estás pidiendo que sea tu concubina—dijo ella con voz ahogada.
—Pues sí —respondió él secamente. [doble jaja]
Ella lo miró con los ojos como platos.
—¿Cómo puedes pensar que algo así puede interesarme? ¿Cómo puedes considerar siquiera esa posibilidad? Lo único que he deseado en mi vida es lo que quiere toda mujer, tener un marido e hijos, y un hogar tranquilo...
—¿En serio? Pues anoche era otra cosa lo que querías.
Horrorizada, ____________ reconoció la verdad de aquellas palabras. Había otra parte de su personalidad, algo que mantendría oculto para el resto de sus días. El la había obligado a descubrirlo.
—Me desagradas —dijo titubeante.
El sonrió.
—Te aprovechaste de mí —prosiguió ella—. Jamás me había comportado de ese modo y nunca me había sentido así respecto a mi marido. No puedes comprarme como si fuese una prostituta, tú... ¡monstruo insolente! Eres sucio, descuidado, bárbaro... ¡Desde luego eres repugnante! Sé exactamente quién eres y de dónde vienes. ¡Eres una rata de alcantarilla!
—¿Eso significa que no? [triple jaja ]
Estaba tan airada que ni siquiera pudo contestar.
Él siguió sonriendo unos segundos, y después su expresión se hizo seria.
—Mírame.
_____________ sintió que se le detenía el corazón: era la misma palabra que le había dicho hacía unas horas al calor de la pasión.
—He dicho que me mires, ___________.
A regañadientes, alzó la vista y obedeció.
—El dolor que sentías por tu marido tal vez sirvió como excusa la primera vez. Pero no la segunda.
Cuando _____________ le preguntó a Nick cuánto más tendrían que seguir viajando, se sorprendió al saber que estaban más cerca de Crescent City de lo que había creído.
—Unas tres horas —dijo, aminorando la marcha del caballo. Estaban recorriendo un camino que cruzaba un bosque, casi invisible a simple vista—. Después de cruzar el río, queda un corto trecho hasta la plantación del pantano St. John.
—¿Cómo es que sabes dónde viven los Jonas?
—Somos... conocidos.
El camino se estrechó y las ramas bajas obligaron a Nick a llevar al caballo al paso para no golpearse en la cabeza.
—Eso no puede ser cierto —dijo ______________ con arrogancia—. Los Jonas no tienen relación con piratas y ladrones.
Nick rió.
—Los Jonas fueron piratas y ladrones hasta hace dos generaciones. Igual que otras muchas familias de Nueva Orleans.
—¿No teméis a monsieur Jonas?
—No temo a nadie.
Irritada por su arrogancia, ____________ intentó molestarle. —Monsieur Jonas es poderoso y peligroso. Kevin me dijo que su padre disponía del mejor ejército de Luisiana. Cuando sepa lo que le ha ocurrido a su hijo...
—Ya lo sabe —repuso Nick con calma—. Su barco fue llevado a puerto hace dos días. Fue uno de los muchos que sufrieron ataques en el Golfo. No ha tenido más remedio que asumir lo peor.
¿Uno de los muchos? ¿Cuántos barcos más habían sido abordados? _____________ se estremeció al recordar todos los hombres asesinados en el barco mercante de Jonas, los cuerpos mutilados, la cubierta bañada en sangre. No era la única mujer a la que habían dejado viuda. Muchas familias debían de estar llorando la pérdida de hijos, maridos, padres y hermanos. —Oí a Legare dar la orden —logró decir a pesar del nudo en la garganta— de que encerrasen a los hombres en la bodega... e incendiasen el barco. Cómo es posible ser tan inhumano...
—Estoy de acuerdo —dijo lacónico.
—¿En serio? ¿Legare y tú no estáis cortados con el mismo patrón? Tras capturar un barco, es posible que hagas exactamente lo mismo que él...
—No, no se gana nada asesinando inocentes. Abordo barcos para obtener un beneficio, no para hacer una carnicería.
—Pero has matado. Lo he visto con mis propios ojos. Mataste al menos a tres hombres para sacarme de la isla.
—De no haberlo hecho, estarías muerta. Después de unas horas de tortura por parte de André Legare.
—Tú y los otros hombres de la isla... Eres diferente de los hombres que he conocido. Kevin era como mi padre. Era tan amable, tan respetuoso con la vida, y nunca había hecho daño a nadie. Prefería sufrir él a que sufriese otro...
—Pues su bondad no le fue de gran ayuda —dijo Nick con frialdad.
—Murió sin lamentarse.
—Así moriré yo también, cuando me llegue el momento.
______________ comprendió con una punzada de incomodidad que posiblemente estaba en lo cierto. Nick era como un animal salvaje, jamás pensaba en el pasado o en el futuro, sólo en cómo satisfacer sus necesidades del presente. Lamentos, culpa, vergüenza, arrepentimiento... todas esas cualidades humanas eran algo por lo que no se interesaba, algo que tal vez ni siquiera entendía.
—¿Cuándo te convertiste en pirata? —preguntó.
—Empecé siendo un corsario. Todo estrictamente legal. Capturaba barcos de países enemigos por los cuales me pagaban una comisión y me recompensaban muy bien por llevar el botín a puerto. Pero en una o dos ocasiones me sentí tentado y no pude evitar atacar los barcos equivocados. Eso me convirtió en un pirata.
—Eso es lo que eres.
—Cierto.
—Si te atrapasen...
—Me colgarían.
—Pero ya no podrás ejercer de pirata, porque el capitán Legare te estará buscando y desea acabar contigo, ¿non?
—Estaré un tiempo fuera de circulación. —El tono de satisfacción podía apreciarse en su voz—. Ojalá hubiese podido ver su cara cuando encontró muerto a su hermano. Oh, disfruté enviando a André al infierno. —Notó el temblor de ____________ y frunció el entrecejo—. No has de temer nada. Te mantendré a salvo de Legare.
—Te tengo miedo a ti —dijo ella con voz tensa. [ mas jajaja]
Llegaron a una ribera solitaria del Mississippi, donde dos hombres mal vestidos les cruzaron a la otra orilla en una barcaza. Sin duda formaban parte de una red de contrabandistas establecida, porque trataron a Nick de forma muy respetuosa y parecían compartir con él cierto grado de camaradería. A petición de Nick, uno de ellos le entregó a __________ su sombrero. Ella se recogió el enmarañado pelo bajo el amplia ala y se lo caló casi hasta las cejas. Debido a las anchas y estrafalarias ropas y a que era una mujer menuda, daba la impresión de ser un chaval delgadito.
Mientras los hombres hablaban en voz baja intentando que ella no oyese nada, ___________ apoyó las manos en la barandilla y clavó la mirada en las serenas aguas. En una de sus cartas, Kevin le había descrito aquel río arcilloso. Había dicho algo como que era más sano beber el agua turbia que la clara. Al ver las ambarinas profundidades se dijo, con un deje de escepticismo, que no podía ser cierto.
Grupos de árboles robustos crecían hacia un cielo turquesa tachonado de nubes difusas. Las tortugas nadaban cerca de las orillas, reuniéndose junto a las raíces que sobresalían del agua. Río abajo apreció un borrón en el horizonte, que bien podía ser la distante Nueva Orleans.
Navíos de todo el mundo debían de fondear en los muelles de la ciudad, de manera que aquéllos estarían teñidos del colorido y la abigarrada mezcla de gente que Kevin describía en sus cartas. A __________ le costaba trabajo creer que, finalmente, había llegado al lugar con que tanto había soñado. Pero no sentía ninguna ilusión ni nerviosismo; sólo sentía un vacío interior. Había roto con su pasado y perdido la posibilidad de un futuro.
—Es diferente de Francia —oyó una voz a su espalda.
¿Cómo era posible? Nick parecía leerle los pensamientos.
—Sí, lo sé —respondió.
—La gente de por aquí es más ruda que la de tu país. Incluso el criollo más refinado tiene un toque grosero, a veces demasiado vulgar. Tal vez te resulte difícil acostumbrarte.
—Cela ne fait rien —dijo—. No importa. Me quedaré aquí mientras los Jonas me lo permitan. No tengo ningún deseo de volver a Francia. —No le cabía duda de que su propia familia la recibiría con los brazos abiertos, pero después de todo lo ocurrido no podría retomar la vida que había llevado antes.
Nick se colocó a su lado, consciente de cómo se estremecía cuando estaba cerca de ella.
—Saldrás adelante aquí —dijo sin más.
—¿Por qué lo dices?
—En cuanto pase el correspondiente período de luto, serás la pieza más codiciada de todo Nueva Orleans. Una atractiva viuda francesa, relativamente joven, heredera de una considerable fortuna... Vaya, serás el objetivo de todos los hombres disponibles desde Vieux Carré al American District.
—Nunca volveré a casarme.
—¿Porqué no?
—No quiero ser la esposa de nadie.
Él se encogió de hombros.
—Quién sabe. Yo nunca he querido ser el marido de nadie. Siempre he creído que el matrimonio es un arreglo antinatural.
—¿Antinatural?
—Nadie puede ser fiel a otra persona de por vida. No hay mujer en el mundo de la que no fuese a cansarme tarde o temprano.
—No todos los hombres piensan lo mismo.
—Incluso en los mejores matrimonios, uno de los cónyuges se siente tentado a desviarse.
—Te equivocas —dijo ella fríamente—. Nadie en el mundo habría tentado a Kevin lo suficiente para apartarse de mí. Y yo nunca... —Se detuvo en seco. El corazón empezó a palpitarle y apretó los puños como si la verdad la hubiese golpeado. Había traicionado a Kevin. La noche anterior había olvidado por completo sus principios de honor y fidelidad. Una dolorosa vergüenza surgió en su interior. A pesar de que Kevin había muerto, no por ello dejó de sentirse una adúltera.
Nick sabía lo que ella estaba pensando, y le preocupó el repentino deseo que sintió de estrecharla entre sus brazos y reconfortarla. Lo mejor sería librarse de ella lo antes posible; no le gustaba nada el aspecto de sí mismo que estaba saliendo a la luz.
—No te culpes por lo de anoche —le dijo con fingida indiferencia—. Lo pasamos bien, pero no tuvo la importancia que le estás dando.
__________ se envaró. ¡Jamás había conocido a alguien tan repulsivo y mezquino como aquel bribón!
—No lo pasamos bien —dijo mirándolo desde debajo del ala del sombrero.
—¿No? —Sonrió. Al parecer le gustaba provocarla—. ¿Cómo fue, pues?
Ella se sonrojó, y tuvo que respirar hondo para calmarse. Le vinieron a la mente unos cuantos insultos desagradables. Quería decirle la repulsión que le causaba, el asco que sentía al recordar la noche anterior. Pero al ver su gesto burlón no tuvo fuerzas para hablar. Los ojos de él eran de un azul puro y penetrante; más profundo que el cielo o el mar. Recordó su brillo en la oscuridad, el sonido de su voz al oído, el roce de su barba contra sus pechos. Recordó aquel cuerpo musculoso encima del suyo, y el modo en que su dura verga la había penetrado. Se le erizaron los pezones debajo de la áspera camisa y sintió una punzada de pánico. ¿Qué cambio se había operado en ella? ¿Cómo podría detener aquella locura si precisamente ansiaba lo que él había despertado en ella?
Al apreciar su angustia, Nick se forzó a dejar las manos en los costados, a pesar de que se moría por tocarla, atraerla por las caderas, besarla con ardor. Fue entonces cuando comprendió cuan peligrosa era aquella mujer. Tendría que mantenerse alerta mientras estuviese en Nueva Orleans. Le habían puesto precio a su cabeza, y si alguien descubría que estaba allí, eso significaría una muerte segura. Pensarlo le ayudó a aclarar su mente. Sólo tenía que contenerse un poco más, hasta llegar a la plantación de los Jonas; después podría desentenderse del asunto.
—Eres una joven atractiva —observó él alzándole el ala del sombrero con un dedo—. Vestida de mujer, sin duda tienes que resultar muy agradable a la vista... Perfumada y empolvada, con seda y cintas. Me gustaría verte.
Había una nota burlona en su voz que ella captó. Desconcertada, siguió mirándole a los ojos, secándose el sudor de las palmas en las mangas de la camisa.
—Acabo de darme cuenta de algo, capitán Grifo —dijo, y se concentró en su rostro barbado—. No sólo tienes los ojos del mismo color que los de Kevin, sino que tus cejas trazan la misma línea. Una se arquea un poco más arriba que la otra.
El la observó con recelo.
_____________ sacudió la cabeza... las sospechas empezaban a bullir en su cerebro. No podía ignorar que existían similitudes, a pesar de que fuesen superficiales, entre Nick y Kevin. ¿Se trataba de una simple coincidencia? ¿Cabía la posibilidad de que...? Si lo que estaba pensando era cierto, entonces ella era la mujer más tonta del mundo y él la escoria más insensible que jamás hubiese pisado la faz de la tierra.
—Has admitido que conoces a los Jonas. A lo mejor se trata de algo más, tal vez compartís... parentesco.
Nick no apartó los ojos de ella y ______________ sintió que le flaqueaban las rodillas. De no haberse sentido tan confundida y asustada durante los dos últimos días, lo habría supuesto antes.
—De... de algún modo estás emparentado con Kevin —susurró con asombro. Él tendió un brazo para que se apoyase, y ella lo aceptó sin pensarlo—. Me ayudas porque soy la viuda de Kevin, y tú... eres un Jonas.
Era temprano, pero el bochorno y la quietud ya habían hecho acto de presencia. _________ salió de la casa con cautela, abrochándose aquella horrorosa camisa negra. Intentó no hacer ningún ruido para no despertar a Nick, que seguía dormido. No disponía todavía ni de la fuerza ni del aplomo suficiente para enfrentarse a él. A medida que se acercaba a la orilla del lago, sintió una desconocida irritación entre las piernas. El recuerdo de lo ocurrido la noche anterior hizo que le subiesen los colores.
Nada de lo que ella había leído o le habían contado, ni la doctrina religiosa, ni los conocimientos médicos que impartía su padre, nada la había preparado para lo experimentado la noche anterior. Eran muchos los que opinaban que una mujer decente no debía sentir placer ni siquiera cuando mantenía relaciones con su marido. A decir verdad, su modo de reaccionar ante un extraño había sido inexcusable. Y no sólo era que Nick fuese un extraño, era un pirata, un carroñero que mataba y robaba alegremente. El sentimiento de culpa le revolvió el estómago. Era incroyable que hubiese caído tan bajo; no hacía ni tres días que Kevin había sido asesinado. Jamás habría imaginado que su naturaleza ocultase un lado tan deleznable, y se odió por ello; incluso más de lo que odiaba a Nick.
____________ tuvo que esforzarse para no llorar cuando dejó la camisa negra en la orilla del lago y se lavó las manchas de sangre que tenía en los muslos. Porque ya no tenía derecho a llorar, no podría permitirse aquel lujo nunca más. Era responsable de lo que había hecho la noche anterior, y dudaba que en toda una vida de plegarias llenas de remordimiento pudiese liberarse del pecado y la vergüenza.
«Kevin —pensó con dolor—, me alegra que no pudieses descubrir la clase de mujer que soy en realidad.»
Se lavó dubitativa, viendo crecer su remordimiento al descubrir un nuevo arañazo sobre su pálida piel. Nick había dejado sus marcas. Al recordar cómo ella se había apretado y retorcido contra su cuerpo se mordió el labio superior.
Oyó un crujido a su espalda. Se volvió y lo vio a un par de metros. Sólo llevaba puestos sus gastados pantalones, el velludo pecho al descubierto y la larga cabellera recogida en una coleta. Parecía sentirse como en casa en aquel paraje; más cómodo, supuso ______________, de lo que lo estaría en un entorno más civilizado.
Nick recorrió su brillante cuerpo desnudo con la mirada, y su interés no disminuyó después de que ella recogiera la camisa para cubrirse.
—No vuelvas a alejarte de mí —le dijo él.
Ella le dedicó una mirada despectiva.
—Haré lo que me venga en gana —se atrevió a replicar.
—Harás lo que yo te ordene si tienes en estima tu cuello. Todavía no estamos en Nueva Orleans.
La amenazadora suavidad de su voz le provocó un escalofrío.
—D'accord —cedió, aunque la palabra se le atragantó. Se apartó un poco de la orilla del lago con la camisa apretada contra el cuerpo.
Nick se acuclilló y se lavó la cara y el pecho con brío. Unas cuantas gotas centellearon como diamantes sobre su piel bronceada. Se volvió y la miró con los ojos entornados.
—¿Cómo es que eras virgen? —Tener tacto era una cualidad que él había olvidado hacía mucho tiempo.
____________ se ruborizó. A pesar de haber compartido con aquel hombre una intimidad mayor que la compartida con nadie, no sabía nada de él. Era casi imposible confesarle algo tan personal. Aun así, si no respondía por voluntad propia él la obligaría a hacerlo.
—Kevin era un caballero. Él... él dijo que esperaría hasta que yo me sintiese cómoda con él para... para cumplir con mi deber de esposa.
—Cumplir con tu deber de esposa —se burló aquel bribón desalmado—. No hay duda de que no te presionó, si vamos a eso. Pero a tu edad... ¿Cuántos tienes, veintitrés, veinticuatro...?
—Veinticuatro —admitió a regañadientes.
—En Nueva Orleans te habrían considerado una auténtica solterona. A tu edad tendrías que haber recibido a Kevin en tu cama con lágrimas de gratitud. Pero tú le pediste que esperase.
—Ojalá no lo hubiese hecho —musitó ella, aunque él la oyó perfectamente.
—Eso mismo digo. Dios sabe que no me había pasado por la cabeza que fueses virgen.
—De haberlo sabido, ¿me habrías dejado en paz? —preguntó con amargura.
Él la miró a los ojos.
—No.
Nada de disculpas, ni siquiera un amago de preocupación por cómo se sintiese ella esa mañana. ______________ se debatía entre la repulsa y la autocompasión. ¡No era más que un bruto insensible!
—No has perdido nada —dijo él, captando la rabia en su mirada—. Nadie sospechará nunca que no fue Kevin quien te desfloró.
—No me preocupa lo que he perdido —respondió sarcástica.
Nick enarcó las cejas.
_____________ arrugó la frente.
—Estoy hablando de las consecuencias, algo que sin duda nunca te has detenido a considerar. ¿Qué ocurriría si concibo un niño como resultado de lo de anoche?
A pesar de que Nick no reflejó emoción alguna, en su interior se asustó. Ella estaba en lo cierto, nunca antes se había detenido a considerar esa posibilidad. Después de todo, las mujeres con que él solía relacionarse poseían remedios para prevenir o evitar embarazos no deseados. Pero una chica católica francesa de buena familia no estaba versada en semejantes materias.
—Es una posibilidad —dijo—. No la más probable. Pero de ocurrir, tendríamos que sobrellevarlo.
—Jamás lo sabrás —replicó _____________ con auténtico odio—. No estarás ahí para saberlo.
—Lo sabré.
—¿Cómo? ¿Conoces a alguien en Nueva Orleans que pueda contarte esa clase de cosas? —Al ver que no respondía, ________________ sintió un destello de ira—. ¿Por qué todo tiene que ser un misterio? ¿Qué soy para ti y qué quieres de la familia Jonas? ¿Vas a llevarme con ellos o tienes pensado pedir un rescate? —No respondió, y ella le volvió la espalda—. Vraiment, ahora ya me importa bien poco. No me preocupa dónde voy ni qué va a pasar. ¡Lo único que quiero es que esto acabe! —Se le posó un mosquito en el brazo y ella lo aplastó enfadada—. ¡Odio los insectos y odio los pantanos! ¡Quiero irme de aquí! Quiero comida de verdad, y bañarme, y tener ropa limpia. Quiero una cama blanda y... —su voz sonó lastimera— ¡quiero peinarme!
Nick arrugó la nariz, anonadado. Su demostración de carácter de esa mañana resultaba tranquilizadora, una muestra de que ella no había perdido la razón. Se colocó a su espalda y ella inspiró hondo. Tomó un mechón de cabello que descansaba sobre su hombro y lo examinó.
—Necesita un buen cepillado —convino con ella.
Ella no se volvió.
—¡No te burles de mí!
—Te compraré un cargamento de cepillos.
—¿Para compensar lo de anoche?
Él rió suavemente.
—¿Eso te satisfaría? [ haha]
—No hay nada que puedas darme que compense lo que me hiciste.
—Por lo visto, no tienes ni idea de lo que puedo ofrecerte.
—¿Un cargamento de cosas robadas? —replicó ella con sarcasmo—. Merci, non.
Se apartó de él, pero Nick la siguió y la hizo volver agarrándola por los hombros.
—Eso y mucho más —murmuró—. No tengo por qué llevarte con los Jonas. Podría hacer otro arreglo. —La sujetó con más fuerza cuando ella intentó zafarse—. Tranquila. Nunca he tenido a una mujer con clase entre mis brazos. Voy a disfrutar de ello mientras pueda. Eres una mujer intrigante, __________. No voy a dejarte marchar por las buenas. Y al contrario de lo que piensas, no fui el único que obtuvo satisfacción anoche.
—¿Qué dices? —repuso ella, revolviéndose.
—Me refiero a que las cosas podrían ser muy placenteras entre nosotros. En lugar de llevarte con la familia Jonas, podría cuidar de ti.
Ella se quedó rígida.
—¿Para qué?
Él la estudió con sus intensos ojos al tiempo que una media sonrisa se dibujaba en sus labios.
—Te estoy dando la posibilidad de escoger. Podemos ir a cualquier parte del mundo. Hay lugares más exóticos y hermosos de lo que jamás podrías imaginar. Si te cansases de viajar, te montaría tu propio hogar; incluso dos o tres si lo deseas. Tendrías dinero para gastarlo en lo que quisieses. Lo único que te pediría a cambio es que no te negases a estar conmigo en la cama.
—¿Y soportar más noches como la de ayer? —replicó ella, sintiéndose ultrajada.
—Puedo prometerte experiencias más agradables en el futuro.
—Me estás pidiendo que sea tu concubina—dijo ella con voz ahogada.
—Pues sí —respondió él secamente. [doble jaja]
Ella lo miró con los ojos como platos.
—¿Cómo puedes pensar que algo así puede interesarme? ¿Cómo puedes considerar siquiera esa posibilidad? Lo único que he deseado en mi vida es lo que quiere toda mujer, tener un marido e hijos, y un hogar tranquilo...
—¿En serio? Pues anoche era otra cosa lo que querías.
Horrorizada, ____________ reconoció la verdad de aquellas palabras. Había otra parte de su personalidad, algo que mantendría oculto para el resto de sus días. El la había obligado a descubrirlo.
—Me desagradas —dijo titubeante.
El sonrió.
—Te aprovechaste de mí —prosiguió ella—. Jamás me había comportado de ese modo y nunca me había sentido así respecto a mi marido. No puedes comprarme como si fuese una prostituta, tú... ¡monstruo insolente! Eres sucio, descuidado, bárbaro... ¡Desde luego eres repugnante! Sé exactamente quién eres y de dónde vienes. ¡Eres una rata de alcantarilla!
—¿Eso significa que no? [triple jaja ]
Estaba tan airada que ni siquiera pudo contestar.
Él siguió sonriendo unos segundos, y después su expresión se hizo seria.
—Mírame.
_____________ sintió que se le detenía el corazón: era la misma palabra que le había dicho hacía unas horas al calor de la pasión.
—He dicho que me mires, ___________.
A regañadientes, alzó la vista y obedeció.
—El dolor que sentías por tu marido tal vez sirvió como excusa la primera vez. Pero no la segunda.
Cuando _____________ le preguntó a Nick cuánto más tendrían que seguir viajando, se sorprendió al saber que estaban más cerca de Crescent City de lo que había creído.
—Unas tres horas —dijo, aminorando la marcha del caballo. Estaban recorriendo un camino que cruzaba un bosque, casi invisible a simple vista—. Después de cruzar el río, queda un corto trecho hasta la plantación del pantano St. John.
—¿Cómo es que sabes dónde viven los Jonas?
—Somos... conocidos.
El camino se estrechó y las ramas bajas obligaron a Nick a llevar al caballo al paso para no golpearse en la cabeza.
—Eso no puede ser cierto —dijo ______________ con arrogancia—. Los Jonas no tienen relación con piratas y ladrones.
Nick rió.
—Los Jonas fueron piratas y ladrones hasta hace dos generaciones. Igual que otras muchas familias de Nueva Orleans.
—¿No teméis a monsieur Jonas?
—No temo a nadie.
Irritada por su arrogancia, ____________ intentó molestarle. —Monsieur Jonas es poderoso y peligroso. Kevin me dijo que su padre disponía del mejor ejército de Luisiana. Cuando sepa lo que le ha ocurrido a su hijo...
—Ya lo sabe —repuso Nick con calma—. Su barco fue llevado a puerto hace dos días. Fue uno de los muchos que sufrieron ataques en el Golfo. No ha tenido más remedio que asumir lo peor.
¿Uno de los muchos? ¿Cuántos barcos más habían sido abordados? _____________ se estremeció al recordar todos los hombres asesinados en el barco mercante de Jonas, los cuerpos mutilados, la cubierta bañada en sangre. No era la única mujer a la que habían dejado viuda. Muchas familias debían de estar llorando la pérdida de hijos, maridos, padres y hermanos. —Oí a Legare dar la orden —logró decir a pesar del nudo en la garganta— de que encerrasen a los hombres en la bodega... e incendiasen el barco. Cómo es posible ser tan inhumano...
—Estoy de acuerdo —dijo lacónico.
—¿En serio? ¿Legare y tú no estáis cortados con el mismo patrón? Tras capturar un barco, es posible que hagas exactamente lo mismo que él...
—No, no se gana nada asesinando inocentes. Abordo barcos para obtener un beneficio, no para hacer una carnicería.
—Pero has matado. Lo he visto con mis propios ojos. Mataste al menos a tres hombres para sacarme de la isla.
—De no haberlo hecho, estarías muerta. Después de unas horas de tortura por parte de André Legare.
—Tú y los otros hombres de la isla... Eres diferente de los hombres que he conocido. Kevin era como mi padre. Era tan amable, tan respetuoso con la vida, y nunca había hecho daño a nadie. Prefería sufrir él a que sufriese otro...
—Pues su bondad no le fue de gran ayuda —dijo Nick con frialdad.
—Murió sin lamentarse.
—Así moriré yo también, cuando me llegue el momento.
______________ comprendió con una punzada de incomodidad que posiblemente estaba en lo cierto. Nick era como un animal salvaje, jamás pensaba en el pasado o en el futuro, sólo en cómo satisfacer sus necesidades del presente. Lamentos, culpa, vergüenza, arrepentimiento... todas esas cualidades humanas eran algo por lo que no se interesaba, algo que tal vez ni siquiera entendía.
—¿Cuándo te convertiste en pirata? —preguntó.
—Empecé siendo un corsario. Todo estrictamente legal. Capturaba barcos de países enemigos por los cuales me pagaban una comisión y me recompensaban muy bien por llevar el botín a puerto. Pero en una o dos ocasiones me sentí tentado y no pude evitar atacar los barcos equivocados. Eso me convirtió en un pirata.
—Eso es lo que eres.
—Cierto.
—Si te atrapasen...
—Me colgarían.
—Pero ya no podrás ejercer de pirata, porque el capitán Legare te estará buscando y desea acabar contigo, ¿non?
—Estaré un tiempo fuera de circulación. —El tono de satisfacción podía apreciarse en su voz—. Ojalá hubiese podido ver su cara cuando encontró muerto a su hermano. Oh, disfruté enviando a André al infierno. —Notó el temblor de ____________ y frunció el entrecejo—. No has de temer nada. Te mantendré a salvo de Legare.
—Te tengo miedo a ti —dijo ella con voz tensa. [ mas jajaja]
Llegaron a una ribera solitaria del Mississippi, donde dos hombres mal vestidos les cruzaron a la otra orilla en una barcaza. Sin duda formaban parte de una red de contrabandistas establecida, porque trataron a Nick de forma muy respetuosa y parecían compartir con él cierto grado de camaradería. A petición de Nick, uno de ellos le entregó a __________ su sombrero. Ella se recogió el enmarañado pelo bajo el amplia ala y se lo caló casi hasta las cejas. Debido a las anchas y estrafalarias ropas y a que era una mujer menuda, daba la impresión de ser un chaval delgadito.
Mientras los hombres hablaban en voz baja intentando que ella no oyese nada, ___________ apoyó las manos en la barandilla y clavó la mirada en las serenas aguas. En una de sus cartas, Kevin le había descrito aquel río arcilloso. Había dicho algo como que era más sano beber el agua turbia que la clara. Al ver las ambarinas profundidades se dijo, con un deje de escepticismo, que no podía ser cierto.
Grupos de árboles robustos crecían hacia un cielo turquesa tachonado de nubes difusas. Las tortugas nadaban cerca de las orillas, reuniéndose junto a las raíces que sobresalían del agua. Río abajo apreció un borrón en el horizonte, que bien podía ser la distante Nueva Orleans.
Navíos de todo el mundo debían de fondear en los muelles de la ciudad, de manera que aquéllos estarían teñidos del colorido y la abigarrada mezcla de gente que Kevin describía en sus cartas. A __________ le costaba trabajo creer que, finalmente, había llegado al lugar con que tanto había soñado. Pero no sentía ninguna ilusión ni nerviosismo; sólo sentía un vacío interior. Había roto con su pasado y perdido la posibilidad de un futuro.
—Es diferente de Francia —oyó una voz a su espalda.
¿Cómo era posible? Nick parecía leerle los pensamientos.
—Sí, lo sé —respondió.
—La gente de por aquí es más ruda que la de tu país. Incluso el criollo más refinado tiene un toque grosero, a veces demasiado vulgar. Tal vez te resulte difícil acostumbrarte.
—Cela ne fait rien —dijo—. No importa. Me quedaré aquí mientras los Jonas me lo permitan. No tengo ningún deseo de volver a Francia. —No le cabía duda de que su propia familia la recibiría con los brazos abiertos, pero después de todo lo ocurrido no podría retomar la vida que había llevado antes.
Nick se colocó a su lado, consciente de cómo se estremecía cuando estaba cerca de ella.
—Saldrás adelante aquí —dijo sin más.
—¿Por qué lo dices?
—En cuanto pase el correspondiente período de luto, serás la pieza más codiciada de todo Nueva Orleans. Una atractiva viuda francesa, relativamente joven, heredera de una considerable fortuna... Vaya, serás el objetivo de todos los hombres disponibles desde Vieux Carré al American District.
—Nunca volveré a casarme.
—¿Porqué no?
—No quiero ser la esposa de nadie.
Él se encogió de hombros.
—Quién sabe. Yo nunca he querido ser el marido de nadie. Siempre he creído que el matrimonio es un arreglo antinatural.
—¿Antinatural?
—Nadie puede ser fiel a otra persona de por vida. No hay mujer en el mundo de la que no fuese a cansarme tarde o temprano.
—No todos los hombres piensan lo mismo.
—Incluso en los mejores matrimonios, uno de los cónyuges se siente tentado a desviarse.
—Te equivocas —dijo ella fríamente—. Nadie en el mundo habría tentado a Kevin lo suficiente para apartarse de mí. Y yo nunca... —Se detuvo en seco. El corazón empezó a palpitarle y apretó los puños como si la verdad la hubiese golpeado. Había traicionado a Kevin. La noche anterior había olvidado por completo sus principios de honor y fidelidad. Una dolorosa vergüenza surgió en su interior. A pesar de que Kevin había muerto, no por ello dejó de sentirse una adúltera.
Nick sabía lo que ella estaba pensando, y le preocupó el repentino deseo que sintió de estrecharla entre sus brazos y reconfortarla. Lo mejor sería librarse de ella lo antes posible; no le gustaba nada el aspecto de sí mismo que estaba saliendo a la luz.
—No te culpes por lo de anoche —le dijo con fingida indiferencia—. Lo pasamos bien, pero no tuvo la importancia que le estás dando.
__________ se envaró. ¡Jamás había conocido a alguien tan repulsivo y mezquino como aquel bribón!
—No lo pasamos bien —dijo mirándolo desde debajo del ala del sombrero.
—¿No? —Sonrió. Al parecer le gustaba provocarla—. ¿Cómo fue, pues?
Ella se sonrojó, y tuvo que respirar hondo para calmarse. Le vinieron a la mente unos cuantos insultos desagradables. Quería decirle la repulsión que le causaba, el asco que sentía al recordar la noche anterior. Pero al ver su gesto burlón no tuvo fuerzas para hablar. Los ojos de él eran de un azul puro y penetrante; más profundo que el cielo o el mar. Recordó su brillo en la oscuridad, el sonido de su voz al oído, el roce de su barba contra sus pechos. Recordó aquel cuerpo musculoso encima del suyo, y el modo en que su dura verga la había penetrado. Se le erizaron los pezones debajo de la áspera camisa y sintió una punzada de pánico. ¿Qué cambio se había operado en ella? ¿Cómo podría detener aquella locura si precisamente ansiaba lo que él había despertado en ella?
Al apreciar su angustia, Nick se forzó a dejar las manos en los costados, a pesar de que se moría por tocarla, atraerla por las caderas, besarla con ardor. Fue entonces cuando comprendió cuan peligrosa era aquella mujer. Tendría que mantenerse alerta mientras estuviese en Nueva Orleans. Le habían puesto precio a su cabeza, y si alguien descubría que estaba allí, eso significaría una muerte segura. Pensarlo le ayudó a aclarar su mente. Sólo tenía que contenerse un poco más, hasta llegar a la plantación de los Jonas; después podría desentenderse del asunto.
—Eres una joven atractiva —observó él alzándole el ala del sombrero con un dedo—. Vestida de mujer, sin duda tienes que resultar muy agradable a la vista... Perfumada y empolvada, con seda y cintas. Me gustaría verte.
Había una nota burlona en su voz que ella captó. Desconcertada, siguió mirándole a los ojos, secándose el sudor de las palmas en las mangas de la camisa.
—Acabo de darme cuenta de algo, capitán Grifo —dijo, y se concentró en su rostro barbado—. No sólo tienes los ojos del mismo color que los de Kevin, sino que tus cejas trazan la misma línea. Una se arquea un poco más arriba que la otra.
El la observó con recelo.
_____________ sacudió la cabeza... las sospechas empezaban a bullir en su cerebro. No podía ignorar que existían similitudes, a pesar de que fuesen superficiales, entre Nick y Kevin. ¿Se trataba de una simple coincidencia? ¿Cabía la posibilidad de que...? Si lo que estaba pensando era cierto, entonces ella era la mujer más tonta del mundo y él la escoria más insensible que jamás hubiese pisado la faz de la tierra.
—Has admitido que conoces a los Jonas. A lo mejor se trata de algo más, tal vez compartís... parentesco.
Nick no apartó los ojos de ella y ______________ sintió que le flaqueaban las rodillas. De no haberse sentido tan confundida y asustada durante los dos últimos días, lo habría supuesto antes.
—De... de algún modo estás emparentado con Kevin —susurró con asombro. Él tendió un brazo para que se apoyase, y ella lo aceptó sin pensarlo—. Me ayudas porque soy la viuda de Kevin, y tú... eres un Jonas.
Invitado
Invitado
Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
Listo :P
siiento la tardanza esqe mi mama se llevo mi compu a nose donde xD
y ap'enas me la regreso ¬¬
siiento la tardanza esqe mi mama se llevo mi compu a nose donde xD
y ap'enas me la regreso ¬¬
Invitado
Invitado
Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
no pasa nada me encanto el cap estubo genial siguela pronto me encanta la nove
lovely last
Re: "Solo Con Tu Amor" (Nick, Kevin y Tú)
Ahhh me encato el maraton
dios qe caitulos como que ya empiezo a entender eso de ''Grifo''
xd SIGUELA!
dios qe caitulos como que ya empiezo a entender eso de ''Grifo''
xd SIGUELA!
Invitado
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