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Mensaje por indigo. Miér 20 Ago 2014, 4:50 pm

Ohh no lo sabía Steph, tal vez sí la cambie. Lo sé, estoy deseando que empiece la 4tmp para descubrir que pasa después de eso beso El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1857533193 Gracias Kande, me pasaré El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1477071114
indigo.
indigo.


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Mensaje por hange. Miér 20 Ago 2014, 7:08 pm

como dice Steph, si debo muchos caps El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1054092304
Espero tu cap, quiero saber mas de Elise muack
hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por indigo. Jue 21 Ago 2014, 6:08 am

no tendrás que esperar mucho Mily, hoy subo el capítulo, estoy muy inspirada y ya voy por la mitad El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1857533193
indigo.
indigo.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por Jaeger. Jue 21 Ago 2014, 6:21 am

Ay si El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 2841648573 valió la pena no dormir(?
Jaeger.
Jaeger.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por indigo. Jue 21 Ago 2014, 8:46 am

¡hay que dormir Kande!, ya subo el capítulo  muack 
indigo.
indigo.


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El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 Empty Re: El Círculo {One Direction} |NC|

Mensaje por indigo. Jue 21 Ago 2014, 8:58 am

CAPÍTULO 30.


Elise Mitchell.


Siempre me gustó quedarme tendida en la cama tras abrir los ojos. Despertarme lentamente y sin prisas. Escuchando los sonidos externos, observando las sombras danzantes que se propagaban por mi cuarto. Así estuve unos minutos de placentero aturdimiento. Hasta que los últimos hechos acontecidos me devolvieron a la realidad, haciéndome entrar en mi estado de pánico habitual. Recordé la caída en picado desde el avión, el bloque de hielo y la ola. Pero después nada… y el pánico se acrecentó más.

¿Dónde estaba, y los demás?, ¿nos habían secuestrado otra vez?, ¿o me habían secuestrado solo a mí?... Miles de preguntas abordaron mi mente, entrelazándose entre sí creando una bola incomprensible de palabras.

Noté una gota de sudor que descendía por mi columna vertebral. Comencé a temblar, quedándome bloqueada como siempre. Porque yo no era valiente, ni tenía iniciativa propia como los demás. Yo me dejaba llevar, porque si no lo hacía… bueno era evidente que me quedaba bloqueada. Pero quería remediarlo, quería ser valiente y aportar algo más que un bloque de hielo a nuestra situación. Por lo que, sin saber de dónde saqué el valor, me incorporé sobe la cama para inspeccionar.

Estaba en una habitación de menos de dos metros cuadrados, con suelos y paredes de madera. Como única iluminación había una ventana llena de polvo, que desdibujaba la vista. A escasos centímetros del camastro, apilado junto a la pared, había una mesa con una silla del mismo material.

Al levantarme, reparé por primera vez en que mis extremidades no estaban atadas y en que la puerta se encontraba ligeramente entreabierta. Tras varias desagradables experiencias con los Mensajeros de la Noche y una presentación que por poco nos mata con el Anti-Círculo, estaba segura de que no serían tan poco cuidadosos como para no amordazarme fuertemente a la cama.

«Tal vez Joan ideó un plan y estáis a salvo…», me susurró la voz de la razón, que normalmente acostumbraba a esconderse de mí.

Decidí levantarme, pero las piernas me temblaban tanto que por poco regresé a la cama. Me tenía que relajar, respirar profundo y recordarme que podía con toda esta situación. Tenía que dejar de ser una inútil asustadiza cuyo primer impulso era esconderse en la Habitación del Pánico más cercana. Así que, con el paso más firme del que disponía, salí de la habitación. Me encontré de pronto en un pasillo oscuro.

―¡Qué asco de humedad! ―lamentó una voz que conocía a la perfección ―¿Es que no podemos ir a un país frío, para variar?

Me relajé en seguida (aunque normalmente la ira de Lenna me hiciese temblar). Prácticamente corrí hacia el final del pasillo. Allí estaban todos, en una sala demasiado pequeña para tantos cuerpos. Apretujados en los sofás estaban Stella, Joan, Harry y Niall. Junto a la ventana se hallaba Lenna, con la cabeza asomada a la ventana buscando aire. Zayn, Louis y Alexa estaban sentados en una alfombra polvorienta, con los brazos apoyados sobre la mesa de café. Por último, Liam mantenía la espalda en una pared al lado de la puerta.

―Por fin estás despierta, Bella Durmiente ―dijo Niall, con su habitual tono condescendiente pegado a sus palabras.

―¿Te encuentras bien? ―preguntó Alexa, incorporándose de su improvisada almohada de madera.

Iba a responder, pero una voz me lo impidió.

―Hola Elise, cuánto tiempo.

Giré sobre mis talones que pretendía ser rápido y seco. Pero debido a mi innata y fastidiosa sorpresa, el giro por poco me mandó de bruces contra el suelo. Al encontrarme cara a cara con el dueño de la voz, sentía una perforadora taladrándome el pecho y echando cemento fabricado con angustia en el agujero. Ahí estaba, Edward Mitchell, mi padre. Con su canoso pelo peinado hacia un lado. Sus ojos azules y profundos clavados en los míos. Y sus labios formando una línea de inexpresión.

―Papá ―logré articular tras unos momentos.

No veía a mi padre desde que me dejó en Londres a cargo de mi tía y se mudó a Australia para llevar una vida sedentaria y solitaria. Aunque si tenía en cuenta uno de mis últimos descubrimientos, no había venido a un lugar tan recóndito para estar solo. Sino para protegerse, Nicholas nos dijo que mi padre era uno de los protectores y que habían asesinado al padre de Alexa por ello ser también uno de ellos. Mi padre era un superviviente, protector o no, su vida siempre estaría por encima de todo. No estaba diciendo que fuese un traidor, ni mucho menos… para traidora ya estaba mi madre. Un tema que debía tratar con Joan en cuanto tuviese oportunidad.

―¿Cómo te sientes? ―me preguntó con una voz profunda y firme, estremeciéndome. Había olvidado lo que suponía para mí escucharla.

―Bien, gracias ―respondí escuetamente, carraspeando para tratar de recuperar la voz.

―Reencuentros realizados, ―la voz de Joan, siempre eficiente, me llegó por la espalda ― mi padre no envió aquí porque dijo que usted debía seguir instruyéndonos, señor Mitchell.

―No estoy segura de querer que no entrene, si es peor que Jane… ―masculló Stella, recibiendo como respuesta una de las famosas miradas de mi padre. Que la hizo callar, y era muy difícil amedrentar el temperamento de Stella.

Mi padre salió de detrás de la barra de la cocina americana y dio tres pasos hasta situarse a mi lado, de cara a todos. Comencé a sentir un enrojecimiento abrasador que ascendía por mi cuerpo. Porque a pesar de que no me miraban a mí, sino a mi padre, no puede evitar sentirme observada. Salí de su radio de visión y me senté en el brazo del sofá, al lado de Joan,
ganándome uno de los gruñidos de Kira.

Tomatito ha vuelto ―habló Niall por segunda vez, como siempre, para ponerme más nerviosa y ridiculizarme delante de los demás. Agaché la cabeza para que el pelo cayera sobre mis mejillas y me ocultara.

―Cuida la boca, niño ―lo regañó mi padre sin perder la calma ―. Elise podría dejarte sin vida con un pestañeo.

―No es por ofender, ―comenzó a hablar Lenna. Si una cosa había aprendido en el tiempo que llevaba con ella, es que todo lo que decía ofendía, quisiera o no ―pero el poder de tu hija es el más inútil de todos.

Me sentí dolida, pero no rebatí su afirmación. No solo yo era una inútil, sino también mi poder. ¿Qué podía hacer yo en comparación con el resto del Círculo?, nada. Lanzar chorritos de agua como si fuera una pistola de agua y crear bloques de hielo que se derretían rápidamente.

―Lenna, te has pasado ―siseó Alexa en su dirección.

―Perdona, no sabía que estaba prohibido decir la verdad ―puso los ojos en blanco y bufó de frustración.

―Tiene razón, no hace falta que me defiendas Alexa ―dije en un susurro prácticamente inaudible. Sin embargo, lo que si esperaba era que mi padre me defendiera, aunque no tuviese fundamento para hacerlo. Porque bueno, ¿no es eso lo que hace un padre?, defender a sus hijos.

―Hablaremos de este tema más tarde ―mi padre cortó la conversación y no recibió quejas al respecto ―. Ahora tenemos que hablar del ataque que sufristeis cuando veníais hacia aquí.

Joan comenzó a relatar los hechos, como a su mente había tenido una visión que sucedería segundos después. Las instrucciones que recibimos y como de un segundo para otro estábamos precipitándonos por el vacío y Kira trataba de rescatarnos a todos junto con Joan. El bloque de hielo que creé, la manera apremiante con la que me pidió que crease una ola de hielo. Pero después me desmayé, yo también necesitaba una explicación de cómo llegado desde la mitad del océano hasta la cabaña perdida de mi padre.

―Joan creó una especie de portal ―explicó Liam, como si crear portales fuera lo más normal del mundo. Aunque para nosotros, hasta una secta de conejitos asesinos dispuestos a conquistar el mundo, podría entrar dentro de los parámetros de lo real.

―Por el que yo no hubiese entrado de no ser porque el imbécil de Zayn me metió a la fuerza ―puntualizó Lenna con el dedo índice levantado.

―¡Déjalo Bloom, estás bien, tu malhumor sigue intacto! ―rebatió el nombrado con tono iracundo ―¡Ah! ―gritó tocándose el brazo. Probablemente Helenna había utilizado su poder como castigo.

―Joan dijo que no eran los Mensajeros de la Noche, sino… ―comenzó a decir Harry, que hablaba por primera vez.

―El Anti-Círculo ―concluyó por él.

―¿Por qué estás segura de ello, muchacha? ―quiso saber mi padre, que su cruzó de brazos.

Joan se encogió de hombros, pareció dubitativa por unos momentos. Después alzó la cabeza e irguió la espalda.

―Dejamos a los Mensajeros de la Noche bastante mal en nuestro último encuentro, no dudo que sean muchos más de los que vimos esa noche, pero puedo asegurar que necesitan un par de días para reponer fuerzas. Además, ellos lo que quieren es el libro y no nos matarían antes de conseguirlo. Ellos nos torturarían hasta confesar y después sí, nos matarían. No sé qué quiere exactamente el Anti-Círculo, lo que sí sé es que no dudarían en matarnos, ¿y si han estado vigilando nuestros movimientos y solo esperaban el momento oportuno para aniquilarnos? ―hizo una pausa, su cerebro estaba trabajando a la velocidad de la luz ―, o recuerdo que Philip siempre sabía dónde estábamos.

―Me has sorprendido, Bauer, está claro que has heredado el ingenio de tu padre ―la felicitó mi padre, que agarró un silla y se sentó sobre ella.

―¿Sabéis?, estoy un poco harta de todo esto, de ir descubriendo las cosas tarde. Quieren que salvemos el mundo, pero yo no pienso mover un dedo para salvarlo hasta que alguien se sincere conmigo ―Stella habló con vigor. Me sorprendió que tardara tanto en perder la calma ―. Y si usted lo hace, nos ahorraría mucho tiempo.

―Estoy de acuerdo con ella ―la apoyó Alexa.

―Joan tiene razón, el Anti-Círculo quiere vuestro exterminio y quitaros del medio a vosotros ―señaló a los chicos con la mirada.

―Cosa que conseguirá si nos mata a nosotras… ―dije antes de ser consciente que había hablado en voz alta. El rubor volvió a mis mejillas.

―Exacto, Elise ―prosiguió mi padre ―. Pero no quieren vuestra muerte sin más. Más bien la necesitan…

―¿Para qué la necesitan? ―preguntó Niall, que por una vez desde que lo conocía, había dejado de lado la burla y hablaba seriamente.

―Tal vez para saciar su instinto psicópata y después colgar nuestras cabezas como trofeos ―bufó Lenna.

―Nuestro poder… ―murmuró  Joan dirigiendo una mirada apremiante a mi padre ―. Necesitan nuestra muerte, porque necesitan nuestro poder.

Mi padre asintió levemente.

―Si vosotros morís, vuestros poderes permanecen vivos por unas horas más. Con el hechizo adecuado podrían traspasar dichos poderes a ellos mismos ―aclaró mi padre y yo me estremecí de miedo, haciendo alarde de mi cobardía.

―¿Para qué? ―preguntó Alexa.

―Eso lo desconocemos, Nicholas y yo estamos trabajando en ese tema.

―¡Genial, esto es perfecto! ―exclamó Helenna fastidiada ―¿Ahora que se supone que debemos hacer?

La situación me superaba, más que hacía cinco minutos. Pensaba en todo lo que habíamos tenido que pasar en menos de dos semanas, a todas las extrañas y terroríficas criaturas que habían visto mis ojos. Los lazos de sangre, la constante amenaza de muerte que se cernía sobre nuestras cabezas, lo cuatro libros que faltaban…

―Por el momento vais a descansar, mañana comenzaremos vuestros entrenamientos. Que serán individuales, puesto que cada uno tiene habilidades distintas. Una vez consigáis lo que pretendo, hablaremos de los libros. ―al pronunciar la última palabra, me miró a mí. Se levantó de la silla y se quitó el polvo de los pantalones ―Ahora, ¿quién me acompaña a cazar la cena?

Todos nos quedamos en silencio al ver como cogía la escopeta de la pesa y se la colgaba al hombro.

―¿Está de broma, no? ―dijo Lenna con una ceja levanta en un gesto escéptico, mirándome a mí. Lo que como no podía ser
de otro modo, me hizo sonrojar como una idiota.

―Helenna Bloom, aquí no hay supermercado. ―respondió mi padre sereno. Con la poca paciencia que tenía, me sorprendió que todavía no hubiese puesto a Lenna en su sitio ―. Me bastará con los chicos, un hombre no es un hombre si no es capaz de encontrar su propia comida.

―Entonces lo lleva claro, éstos no pueden siquiera considerarse nenazas ―habló Alexa con el cinismo pegado a su voz.

Todas soltamos una risita.

Los chicos se incorporaron de sus respectivos asientos, con el ego dolido por el comentario. E inflaron el pecho.

―Cuando te traiga un jabalí, te tendrás que comer tus palabras ―le dijo Louis a Alexa, guiñándole un ojo. Lo que hizo que ella pusiera los ojos en blanco, pero puede entrever que trataba de esconder una risita.

―Aquí no hay jabalís, imbécil ―le respondió Harry caminando hacia la puerta.

―Bien muchachos, ―dijo mi padre cogiendo su sombrero del respaldo de la silla ―la caza siempre sirve para estrechar lazos.

―Déjese de lazos, he tenido suficientes para toda mi vida ―respondió Niall en aquella ocasión, lanzándome una mirada molesta, como si hubiese sido mi culpa que estuviéramos unidos.

―Adiós señoritas, no destrocéis la casa en mi ausencia. No tengo tiempo para construirme una nueva ―no pidió mi padre, que aunque sonreía, estaba segura de que lo decía completamente en serio.

―Espero que la carne de cocodrilo no se considere un manjar, es lo que me faltaba hoy. Enfrentarme con un reptil de malas pulgar ―murmuró Zayn para sí, cerrando la puerta de un portazo.

Nos quedamos todas en silencio, escuchando el sonido de los bichos. El sol estaba desapareciendo poco a poco. Sumiendo la estancia del color rojizo del atardecer. Alexa y Lenna, se reunieron con nosotras en el sofá.

Yo me sentía aturdida, y más cansada psicológicamente que físicamente. Mi padre estaba dispuesto a entrenarnos, pero iba a ser a una de las cosas más duras a las que nos enfrentaríamos. Él te llevaba hasta el límite, incluso más que Jane. Y sobre todo a mí, pues llevaba toda la vida haciéndolo.

―Tu viejo no está tan mal ―me dijo Stella, que había subido los pies a la mesilla.

―Te dije que tenía sus momentos ―respondí dirigiéndole una sonrisa.

▽ ▽ ▽

Tras la cena, todos se marcharon a descansar. Pero como yo había dormido durante casi todo el día, me sentía incapaz de pegar ojo. Estaba sentada en una mecedora de madera de ébano, en el porche, observando la naturaleza que se expandía frente a mí. Mi padre no había bromeado al decir que estaba alejado de toda civilización. La cabaña estaba situada en el centro de una explanada de tierra, circundada por un bosque tropical del que llegaban ruidos extraños. Y justo al frente, detrás de una fila de juncos, escuchaba el agua de un pantano.

La noche era apacible y tranquila, todo lo contrario a mí. El entrenamiento que tendría con mi padre me tenía con los nervios de punta. Como ya se sabía, tenía la mala costumbre de bloquearme antes las situaciones de peligro, no digamos ya ante las situaciones de presión.

―¿Puedo sentarme contigo?

La voz de mi padre me hizo saltar sobre el asiento. Asentí sin mirarle a la cara, este era el primer momento que compartiríamos a solas en años. Se sentó en una silla enfrente de la mía, dando la espalda al paisaje.

―¿Cómo lo llevas? ―preguntó cruzando las manos sobre su regazo.

Sus palabras, por algún motivo, encendieron una mecha en mi interior. Una que me hizo explotar en mil pedazos, provocando que sacase toda la frustración que llevaba acumulada en un mes.

―No sé, alguien me secuestró y desperté en una habitación con cuatro desconocidas. Me dijeron que tenía poderes, me he visto expuesta a miles de situaciones peligrosas en menos de un mes. Soy una completa inútil incapaz de actuar por su propia cuenta. Y por si todo eso no fuera poco, estoy unida de por vida a un chico que me probablemente me odie.

Me sorprendí a mí misma por haber podido decir toda aquello sin que me tartamudease la voz o sin erosionar como un volcán a causa del calor. Tal vez se debiese a que con mi padre me sentía menos torpe y menos vergonzosa.

―No eres una inútil, Elise ―mi padre parecía seguro de su afirmación, pero los hechos hablaban por sí solos.

―Lo soy, comparada con las demás soy una birria ―las lágrimas se agolparon en mis ojos, pugnando por salir de mí.

―Dime una cosa hija, ¿de qué se compone mayoritariamente nuestro cuerpo?

Posé mis ojos en los suyos, sin comprender la repentina pregunta. No necesita una clase Bilogía, solo quería una cosa de él, un abrazo, un consuelo… Sin embargo, respondí.

―Somos un 70% de agua.

Asintió satisfecho.

―Piensa en eso la próxima vez que te encuentres en una situación difícil ―me aconsejó con un tono de voz de lo más tranquilo.

Se levantó de la silla para marcharse y cuando se acercó a mí me dio unas palmaditas cariñosas en el hombro. Era todo el cariño que podía obtener de él, supongo. Cuando abrió la puerta, recordé una cosa que me hizo saltar del asiento, casi cayéndome.

―Nicholas dijo que todas las familias poseen un libro, ¿tú sabes dónde está el nuestro? ―le pregunté. Si me lo daba, obtendríamos más información que nos serviría de ayuda.

―Sí, sé dónde está.

―¿Me lo darías? ―pregunté ilusionada.

―Tienes que encontrarlo por ti misma.

―¡Nos van a matar, necesitamos toda la ayuda que podamos! ―exploté de nuevo, sin importarme que en el sofá estuvieran durmiendo Stella y Helenna y que mi voz pudiese despertarlas.

―Tienes que aprender a valerte por ti misma Elise, encontrar el libro es tu responsabilidad ―En un paso, entró dentro de la cabaña ―Piénsalo como si fuese un juego de niños.

Y allí me dejó, con cientos de preguntas más. Más cabreada de lo que había estado en mucho tiempo. Sin obtener ningún tipo de ayuda por parte de mi padre.

▽ ▽ ▽

A la mañana siguiente, mi padre nos sacó de la cama prácticamente a rastras. Cuando el cielo todavía era de un azul heráldico y el calor no amenazaba con secarnos hasta muerte. Estábamos en el jardín, con los ojos legañosos y no muy despiertos. Edward se hallaba frente a nosotros, con las manos detrás de la espalda.

―Bien, muchachos ―comenzó a hablar en un tono de voz grave ―. Hasta ahora Jane os ha entrenado físicamente, por si vuestros poderes fallaban. Yo quiero evitar que eso suceda, pretendo evitar que lleguéis al punto de tener que acercaros a vuestro atacante.

―Nos agotamos si usamos mucho nuestro poder, no hay nada que hacer. Solo recuperarnos ―rebatió Lenna, como era costumbre.

―Te equivocas, es cierto que llega un momento en el que os agotáis. Pero podéis recuperar el poder sin necesidad de que transcurra un largo espacio de tiempo.

―¿Cómo es eso? ―preguntó Louis, repentinamente interesado.

―Recurriendo a vuestro poder, por supuesto, solo que de una manera distinta ―mi padre dio un paso hacia nosotros ―Por ejemplo, Alexa ―señaló a la castaña ―. Al aplastar a alguien con un campo de fuerza, dejas energía en los cuerpos de las personas que entran en contacto con él. Puedes recuperar dicha energía, como si nunca hubiese salido de ti.

―Se parece mucho a las fuentes renovables, ¿no? ―preguntó Harry.

―Más o menos, sí ―dijo mi padre ―Sin embargo, puesto que cada uno se sirve de un poder disintió, necesitáis un entrenamiento que se adapte a las condiciones de vuestro poder. Ese es el motivo por lo que os entrenaré por separado.

―Genial, ¿con quién quiere empezar?

―Zayn y Harry, los demás podéis iros a desayunar, os llamaré cuando os necesite.

Hicimos lo que nos dijo y casi todos nos quedamos en el salón guardando energías para cuando nos llegase el turno. Salvo Helenna, que había decidido salir fuera porque el calor la estaba matando. Por un vez me hallaba de acuerdo con ella, el calor nos asfixiaba a todos, salvo a Niall quizá. Yo había optado por dar vueltas por la casa, en busca del dichoso libro.

Podía ser la más débil, pero poseía la iniciativa suficiente para rebuscar entre los cajones, detrás de los cuadros o en cualquier lugar que pudiese ser un potencial escondite. No encontré nada, así que supuse que el libro no estaba aquí. Y sino estaba aquí, debía de estar en mi casa, en Londres. Lo cual, complicaba un poco las cosas.

Unas horas más tarde, la puerta se abrió y mi padre entró seguido de Harry y Zayn, que portaban rostros circunspectos llenos de agotamiento. Tragué saliva, un gesto mecánico.

―Te toca Elise, vamos ―me dijo mi padre haciendo que una oleada de terror me invadiera el cuerpo, casi paralizándome ―. Presiento que contigo no tardaré tanto.

No sabía si sentirme aliviada o más asustada todavía por la última frase. Stella me dio un codazo en las costillas para hacerme reaccionar. Con pasos quedos me dirigí hacia la puerta, queriendo retrasar más el momento. En cuanto llegué a la altura de mi padre, éste me agarró por el codo y me empujó fuera, arrastrándome por la arena, haciendo que el polvo se levantase.

―¡Me haces daño! ―chillé, tratando de zafarme del agarre.

―No tienes tiempo para los daños menores ―dijo con calma, arrastrándome hasta los juncos que daban al pantano. ―Ha llegado el momento de presión del que te hablé ayer, soluciónalo y verás habrás solucionado tus problemas de debilidad.
No sabía qué quería decir con eso hasta que escuché un grito proveniente del otro lado.

―¡Estoy hasta las narices de que se me use como conejillo de indias! ―gritó una furiosa Helenna.

Desesperada, busqué de dónde venía la voz de Helenna, lo que vi, me dejó congelada. De la rama de un árbol, colgaba una Helenna de lo más furiosa, amordazada por las muñecas a una cuerda. Pendía a escasos tres metros del río, pero lo que de verdad me mató del susto, fue la textura escamosa de varios animales que nadaban en círculo sobre el agua, acechantes. ¡Eran cocodrilos!

―Los cocodrilos pueden saltar a más de tres metros si se dan impulso desde el agua ―me susurró mi padre a mi espalda ―. No creo que falte mucho para que lo hagan, les he incentivado con unos chuletones. Vamos, salva a tu amiga.

Para cuando terminó de hablar, el pulso se me había disparada casi por completo, hasta al punto de ser lo único que escuchaba. Los músculos se me habían convertido en piedra, incapaces de moverse. Y me temblaban tanto las piernas que caí de bruces sobre el suelo.

―No… no puedo ―murmuré, temblando, llorando, con ganas de salir corriendo.

―Entonces tu amiga morirá ―dijo mi padre, impasible, con su sangre fría dominándolo.

―¡No! ―chillé desesperada, llorando con mayor intensidad.

―Sálvala Elise, eres la única que puede hacerlo.

―No puedo… no puedo… no puedo… ―llegué al punto de darme golpes en la cabeza, de pura frustración.

La vida de una persona dependía de mi inutilidad, de mi mierda de poder.

―¡Elise, te juro por este jodido mundo que como me descuarticen estos bichos vendré a modo de fantasma y haré de tu vida un infierno! ―me gritó Helenna, aunque no poseía el efecto de siempre, estaba aterrorizada.

Su voz me hizo reaccionar. Me incorporé como puede del suelo y me acerqué a la orilla. Concentrándome, imaginé que el pantano se cubría por una capa de hielo, dejando a los cocodrilos bajo ella. Pero cuando abrí los ojos, nada había sucedido. Estaba bloqueada y todavía no había recuperado mi fuerza.

―El agua presenta tres estados; el líquido, el gaseoso y el condesado ―volvió a hablar mi padre ―Piensa qué puedes hacer con esos datos.

―No sé qué hacer, ¡ayúdame! ―le supliqué girándome hacia él.

El grito de Helenna me hizo girarme de nuevo, uno de los cocodrilos había saltado y había faltado menos de un centímetro para que le arrancase la pierna. La próxima vez, estaba segura de que no fallaría. ¡Se me agotaba el tiempo!

―Te estoy ayudando, utiliza bien la información.

―No tengo fuerza, no puedo congelarlo.

―Tres estados ―volvió a repetir ―Somos un 70% de agua, ¡piensa Elise, piensa!

«Deja de ser una cobarde, deja de hacerlo de una maldita vez. Sé valiente, sé cómo quieres ser. Salva a Helenna, ¡sálvala inútil!». Me gritó el subconsciente.

Sin saber muy bien qué hacía, cerré los ojos y traté de controlar mis latidos. Quería dejar todo en silencio… buscaba un sonido en concreto. El fluir del agua, pero no del pantano, sino de los cocodrilos. Si yo controlaba el agua, sí éramos un 70% de líquido, debería poder controlarlos a ellos. ¡Eso era lo que quería decirme mi padre!

Tras unos segundos que resultaron horas desde mi perspectiva, lo hallé. El fluir lento de tres corrientes, de tres cocodrilos. Me imaginé que estaba dentro de ellos, que yo era ese fluir, que recorría sus venas. Para después, hacer que toda esa agua se evaporase, desapareciese. Lo visualicé con tanta fuerza que me pareció notar que se me rompían los músculos.

Escuché un grito de terror y abrí los ojos, pensando que no lo había conseguido. Pero lo que vi casi me tiró de culo al suelo. Los cocodrilos flotaban en el agua boca abajo y Helenna estaba de rodillas sobre un bloque de hielo que yo debía de haber erigido.

Respiré de puro alivio, lo había conseguido, ¡lo había logrado!

―¿Estás bien? ―le grité a Helenna.

Ella me miró con una expresión de asombro casi igual de grande que la que yo debía de presentar.

―Te he subestimado, nena ―gritó ―¡Pero ahora bájame de aquí!

Sonreí, al ver que el susto no había podido con su temperamento. Noté la mano de mi padre sobre mi hombro.

―Recupera la energía que has soltado, haz que vuelva a tu cuerpo.

Por segunda vez, no sabía muy bien que estaba haciendo. Pero recordé que Joan visualizaba lo que quería en su mente para lograrlo. Así que eso hice, extendí las manos delante de mí e imaginé que el vapor que había dejado a los cocodrilos sin vida se propagaba por el aire hasta mi cuerpo y que movía el pequeño témpano de hielo hasta la orilla, por medio de una corriente de agua.

Cuando abrí los ojos, mi padre ya estaba ayudando a bajar a Helenna de la plataforma de dos metros. Y yo, me sentía completamente renovada, como si nada hubiese pasado.

En el momento en el que los pies de Lenna tocaron el suelo, me lancé a ella para abrazarla. Sin importarme que me rechazara, solamente feliz porque estaba viva. Aunque no me devolvió el abrazo por completo, no me apartó.

―Vamos a hacer una cosa, la próxima vez que necesitéis a una damisela en apuros, coger a Joan, que se asemeja más a una dama victoriana que yo ―dijo con cinismo cuando nos separamos.

No puede evitar reír y por una vez, no me sentí avergonzada porque mostrase mis emociones. Fue cuando supe que algo había cambiado dentro de mí. No había derrotado a los cocodrilos, no había salvado a Helenna. Me había derrotado a mí misma y a mis miedos, me acababa de salvar. Comprobar lo que era capaz de hacer me había liberado y ya no sentía miedo, ni me sentía una completa inútil. Era consciente de que todavía me quedaba mucho por cambiar, que seguiría siendo torpe y la mayoría de las veces me seguiría aterrando a hablar en público, que sería el tomatito del que hablaba Niall. Pero ya no me subestimaría, ni dejaría que los demás lo hicieran.

―Elise ―me llamó mi padre cuando Helenna entró a la cabaña ―. Asegúrate de llevar siempre contigo un poco de agua.

Porque cuando ya no te quede nada, una gota será suficiente para recuperarte.

―De acuerdo.

Las facciones de mi padre se relajaron un poco y llevó su mano a la frente, donde se rascó. Evadió mi mirada, lo cual significaba que estaba nervioso.

―Estoy orgulloso de ti Elise, aunque nunca te lo haya dicho.

―Gracias, papá ―y sin pensarlo, lo abracé.

▽ ▽ ▽

A media tarde, tras finalizar todos los entrenamientos y cuando mi padre y los chicos se fueron de nuevo en busca de la cena. Stella, Lenna y Alexa decidieron descansar un poco, por lo que estaban durmiendo en las habitaciones. Joan había decidido seguir con su entrenamiento y yo estaba en el sofá. Dándole vueltas al tema del libro, ahora que podía pensar con claridad.

Algo en mi interior me decía que si iba a Londres, lo encontraría. Pero no podía arrastrar a todos hasta allí, ¿por qué quién nos decía que no hallásemos una trampa al llegar? Otro problema era que la casa era grande y el libro podía estar en cualquier lugar. Mi padre me había dicho que me lo tomara como un juego de niños… como un juego de niños.

¡Peter Pan!, eso era lo que quería decirme. Cuando era niña, estaba obsesionada con aquel cuento. Mi padre tenía que leérmelo cada noche para poder dormir. Me obsesioné tanto con él, que llegué a llevarme el libro a todas partes. Era una edición vieja, por lo que era un libro grande, casi de la misma medida que el libro que encontramos en casa de Joan.
Ya sabía dónde se encontraba…

Me levanté del sofá, chocándome contra la mesita de café (la torpeza era algo de lo que nunca podría deshacerme), después salí fuera de la casa. Encontré a Joan frente a ella, sentada en una manta sobre el suelo, meditando.

―¡Joan necesito tu ayuda! ―exclamé corriendo en su dirección.

La pelirroja se sobresaltó y me dirigió una mirada fulminante.

―¿Qué os he dicho de interrumpirme? ―me dijo de muy malas maneras.

―No me hables mal ―la reprendí, mostrando determinación. Aunque el fondo aquella represión me hacía temblar por dentro y me daban ganas de correr a esconderme. Pero sabía que en algún momento desaparecerían y dejaría de sentirme cohibida por alzar la voz.

―Dime qué necesitas ―me respondió ahora, más amable.

Me dejé caer de rodillas sobre la manta. Con una expresión de ilusión en el rostro que no me cabía. Era la primera vez que podría aportar algo de valor en todo ese embrollo.

―Sé dónde está el libro de mi familia, necesito que me acompañes a por él.

Joan alzó las cejas hasta el nacimiento del cabello.

―¿Dónde está? ―preguntó cauta.

―En mi casa, en Londres.

―No podemos llegar hasta Londres, transportarnos hasta allí sería arriesgado ―apostilló sin perder la calma, provocando que minara un poco mi estado de ánimo ―¿Y cómo puedes estar segura de que está allí?

―Simplemente lo sé, al igual que tú sabes muchas cosas que no tienen explicación ―asintió dándome la razón en ese aspecto ―. Los chicos dijeron que abriste un portal desde el océano hasta aquí, ¿podrías hacerlo de nuevo? ―pregunté con apremio.

―Elise en ese momento nos iban a matar, no sé muy bien cómo lo hice.

―Intenta hacerlo de nuevo, sólo será un momento. Ni siquiera tendrás que cerrar el portal, cojo el libro y volvemos.

―Pueden habernos puesto una trampa ―dijo todavía reticente a aceptar la propuesta.

―Ese libro nos ayudará, ¿no vale la pena arriesgarse?

Joan frunció el ceño en mi dirección, analizándome con la mirada.

―¿Quién eres tú y qué has hecho con Elise Mitchell?

No pude evitar sonreír y tampoco pude evitar sonrojarme.

―Soy la misma de siempre, pero he decidido dejar de ser un cero a la izquierda. Pero yo no puedo crear portales, por eso necesito tu ayuda.

Joan resolló, sopesando las consecuencias de nuestra pequeña aventura. Esperaba fervientemente que los «pros» se alzaran sobre los «contras» en esa ocasión. Finalmente me miró.

―De acuerdo, no sé si funcionará, pero lo intentaré.

Miró al suelo y agarró una piedra. La puso entre las palmas de sus manos y cerró los ojos. Segundos después, un remolino de colores se creó frente a nosotros. Joan abrió los ojos satisfecha por su hazaña. Ambas nos incorporamos y con una mirada de asentimiento nos introdujimos en la maraña de colores.

Por un momento de puro miedo, pensé que me caería en el vacío y que pasaría cayendo por toda la eternidad. Hasta que mis pies tocaron algo sólido. Abrí los ojos justo en el momento en el que Joan aparecía junto a mí. Parpadeé varias veces hasta que se me enfocó la vista.

―¿Es tú casa? ―preguntó.

Miré las estanterías repletas de libros del salón, los grandes ventanales, el sofá de cuero en el que solía sentarse mi tía a leer. La mesa en la que yo me ponía a hacer los deberes antes de que vida cambiase tanto. Me entraron ganas de ponerme a llorar de pura nostalgia, solo que conseguí contenerme.

―Sí.

―Vamos, coge el libro y marchémonos, antes de que me quede sin fuerza. Espero que tu padre pueda enseñarme a recuperarla. ―añadió mirando el lugar.

Corrí a las estanterías y busqué el mi cuento preferido. Mis ojos iban de un lugar a otro a toda velocidad. Hasta que finalmente, tras unos minutos y unas cuantas frases apremiantes de Joan, lo encontré. Lo saqué de la fila y miré la solapa, donde descansaba el título en letras doradas. Lo abrí lentamente, deseando con todas mis fuerzas no haberme equivocado en mi suposición. No lo hice, porque dentro no encontré dibujos de islas ni de criaturas de ensueño. Sino muchos símbolos y textos escritos en tinta antigua. ¡Había encontrado el libro de mi familia!

―Lo tengo, vámonos ―le dije sin caber en mí de alegría a Joan.

―Perfecto, ya tenemos algo que no tienen ésos malnacidos.

Y tan rápido como habíamos llegado, nos marchamos. Aterrizamos sobre la manta, Joan presentaba un aspecto agotado, peor no se la veía demasiado mal. De pronto, recordé a la mujer del cuadro en el despacho de su padre. Esperé paciente a que se recuperase para tratar de una vez el tema que quería tratar con ella.

―Joan ―la llamé rato después ―Tengo que decirte una cosa de tu madre.

―Elise… ―me avisó con un gesto duro en sus bonitas facciones ―… es mujer.

―No lo entiendes, no quiero que la recuerdes para hacértelo pasar mal ―me apresuré a decir ―. Es que cuando estuvimos en el despacho de tu padre, recordé de qué la conocía.

Sus ojos se abrieron hasta tal punto que pensé que se le iban a salir de las órbitas.

―¿Conoces a ésa mujer?

Asentí cautelosa.

―Pocas semanas antes de que mi madre me abandonase, a mi casa llegó una mujer pelirroja, parecían conocerse de antes. Cuando pregunté me dijo que era una vieja amiga de la juventud. Estuvo unos días en casa y después se marchó. Una semana después lo hice mi madre.

Joan abrió la boca para decir algo, pero como sabía exactamente lo que diría, me adelanté a ella. Aunque para mí fuese todo un ejercicio de auto control hablar de mi madre sin llorar.

―Sí, eso es lo que quiero decir ―hice una pausa ―. Creo que mi madre también pertenece al Anti-Círculo. Yo tenía cinco años cuando me abandonó, la misma edad que tú tenías cuando lo hizo la tuya. Sé que mi madre no pertenecía al círculo de protección, pero debía de conocer muchas cosas, tal vez también se unió a ellos.

―No sabemos cuántas personas lo componen ―comenzó a decir Joan, con la rabia latente en su voz ―. Tenemos que preguntárselo a tu padre.

―Lo haremos cuando vuelva de cazar con los demás.

―Va a ser una cena de lo más agradable… ―masculló Joan apretando los dientes.

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Mensaje por Jaeger. Jue 21 Ago 2014, 8:41 pm

Awww me encanto tu capitulo, Kate! Es buenísimo tu cap n.n Me gusta la nueva actitud de Elise, necesitaba saber valerse por sí misma y no dejar que la gente le pasa por arriba. Me morí de risa cuando Helenna estaba a punto de ser devorada por los cocodrilos xd siempre la tratan como la carnada a la pobre xd
Por cierto, me encanta la relación que tiene Elise con su padre:3 Se me hace que, a pesar de ser serio, es un amor de persona.
Ya quiero ver como las chicas evolucionan sus poderes El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 2841648573
Jaeger.
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Mensaje por hange. Jue 21 Ago 2014, 9:11 pm


ME ENCANTO TU CAPI, KATE El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1477071114
Ya sabes que amo mucho como escribes, mujer; y amo mucho como te has adaptado a Elise y como la has adaptado a ti <3 Por fin estamos viendo a la pequeña en acción y muack es hermoso El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 3797107778 En serio que ame el capítulo y la actitud de Elise de que, si, es torpe y propensa a sonrojarse —pero ya no me la van a joder más, JAAAA.
Niall, solo espera por lo que te llegara, lindo(? El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 82537658
Me enojo que estén subestimando a Elise tanto, por deoh El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 2208951267 Investiguen, pipol, investiguen(? Yo sabía lo de controlar el agua  en el cuerpo de los organismos, pero por Avatar: La Legenda de Aang (??) En fin, ¡Amo que el papa de Elise la haya presionado para hacer eso! Jesús, que hay que hacer que las personas se den cuenta de lo buenos que son. Excepto, que siempre cogen a la pobre de Lenna para hacer las pruebas xd no se quejen de que trate mal a la gente, después xd
Lennon. escribió: ―¿Sabéis?, estoy un poco harta de todo esto, de ir descubriendo las cosas tarde. Quieren que salvemos el mundo, pero yo no pienso mover un dedo para salvarlo hasta que alguien se sincere conmigo ―Stella habló con vigor. Me sorprendió que tardara tanto en perder la calma ―. Y si usted lo hace, nos ahorraría mucho tiempo.
Aplauso a Stella, porque, siempre ha existido esa pregunta y nunca se había hecho El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1459606234 Y aplausos al papa de Elise por no confundirnos a los nenes más de lo que estaban El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1459606234 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1459606234
Lennon. escribió: ―. Me bastará con los chicos, un hombre no es un hombre si no es capaz de encontrar su propia comida.

―Entonces lo lleva claro, éstos no pueden siquiera considerarse nenazas ―habló Alexa con el cinismo pegado a su voz.
JAJAJAJAJA LOCO, MORI CON ESTO, ME ENCANTO El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1313521601 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1313521601
Elise, señoras y señores, ha perdido su calma(? O bueno…ha ganado enojo por una vez. Se desahogó con su padre, eso es muy lindo c: aunque él sea tan frio como el papa de Joan, che El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 2208951267
Elise lo hizo taaan genial, a pesar de que me dieron ganas de golpearla al principio porque solo comenzó con su no puedo sin siquiera intentarlo El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 481143288 era como: “MUJER, MIRALA, NO ES MOMENTO DE BAJARTE EL AUTOESTIMA. HAY UNA CRISIS AQUÍ.” Pero no El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 2787663562
Neh, al final lo hizo y fue tan lendo <3 :’)
ESO DE PETER PAN. Uy, no me sorprende, con lo mucho que amas Peter Pan El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1477071114 Pero fue bastante ingenioso y me encanto :’) además de que la nena ya tiene más iniciativa y eso me encanta El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1857533193 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1857533193 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1857533193
Lennon. escribió: ―Pocas semanas antes de que mi madre me abandonase, a mi casa llegó una mujer pelirroja, parecían conocerse de antes. Cuando pregunté me dijo que era una vieja amiga de la juventud. Estuvo unos días en casa y después se marchó. Una semana después lo hice mi madre.
No El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 3212464482 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 3212464482 El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 3212464482
¿Por qué todas las mujeres nos han salido malditas? El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 563750256
No sabemos nada del anti-circulo. AHORA ES QUE ME DOY CUENTA DE QUE TENDRE QUE RESPONDERLO YO.
¿Por qué subiste tan rápido? Ahora me toca El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1700239099
No, solo bromeo; ame mucho el cap <3

hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Mensaje por indigo. Vie 22 Ago 2014, 5:18 am

Kande: ¡Muchas gracias, nena! El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1477071114 como decía en el spoiler estaba nerviosa por si os gustaría o no El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1187795894 Hahaha sí, iba a poner a otra pero dije no, tiene que ser Helenna, ya es una tradición. Ohh me alegra que te guste, no tenía planeada que tuvieran una relación así, pero surgió a medida que escribía :3 Me ha encantado tu comentario.

Mily:Awwww tu comentario  El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1054092304 Jo, me alegra haberlo conseguido, porque no estoy acostumbrada a personajes tan sentimentales, ¡pero me encariñé con Elise! <3. Sí, es que de hecho lo que salía en wikipedia era sobre Avatar y dije, no sé si es verdad o no, pero mi Elise tiene que hacer algo más chulo que solo crear bloques de hielo y lanzar chorros de agua. Sí yo me hice esa pregunta cuando estaba leyendo, así que dije, la va a hacer alguien.  Estuve como diez minutos pensando algo gracioso que poner El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 4222964207 
Ese era el cometido, que sintieseis ganas de golpear a Elise, pero ya lo hizo ella misma, la pobrecita mía...
Jajaja, lo sé, me fue inevitable pero fue la única cosa que se me ocurrió. (Espérate que un día de estos no me dé por meter algo de Los Beatles, solo tengo que encontrar la oportunidad).
Porque somos malditas, y tenemos la capacidad para dominar el mundo xd.

Muchas gracias por el comentario amore, me ha encantado El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1477071114  Espero ansiosa tu capítulo (pero sin presión) El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1857533193
indigo.
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Mensaje por peralta. Vie 22 Ago 2014, 10:29 am

tengo que leer El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 2841648573
peralta.
peralta.


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Mensaje por peralta. Vie 29 Ago 2014, 7:48 pm

Emilia, quiero CAP ):
peralta.
peralta.


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Mensaje por peralta. Vie 29 Ago 2014, 7:49 pm

Hmm no se porque se pone en mayúsculas :p
peralta.
peralta.


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Mensaje por Jaeger. Vie 29 Ago 2014, 7:54 pm

Yo nomas le digo Emilya El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1054092304 y ahora te dire a vos Estefania El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 4171550386
Jaeger.
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Mensaje por peralta. Vie 29 Ago 2014, 7:59 pm

Ay, pensé que todos lo hacían ): CANDE ODIO ESE APODO CON TODO MI SER NO. E DIGAS ASÍ POR FAVOR El Círculo {One Direction} |NC| - Página 36 1327349762
peralta.
peralta.


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Mensaje por Jaeger. Vie 29 Ago 2014, 8:56 pm

Nop, solo yo e.e
Sufre, ESTEFANIA, sufre.

A Emilya tampoco le gusta que le diga Emilya e.e
Jaeger.
Jaeger.


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