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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 3 de 12. • 1, 2, 3, 4 ... 10, 11, 12
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
Holiiii TU NOVELAA ES HERMOSAA Y LA AMOOO!!
.. Podrías pasarte por mi novela... es la primera que hago y me encantaría poder recibir tu opinión <33 GRACIAS
.. Podrías pasarte por mi novela... es la primera que hago y me encantaría poder recibir tu opinión <33 GRACIAS
beaderstylinson
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
holaaaa... amoo tu novee.. mira estoy haciendo mi primera novelaa con nialler y te agradeceria muuchooo si te pasas por ella y dejas tus comentarios GRACIAS
beaderstylinson
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
beaderstylinson escribió:Holiiii TU NOVELAA ES HERMOSAA Y LA AMOOO!!
.. Podrías pasarte por mi novela... es la primera que hago y me encantaría poder recibir tu opinión <33 GRACIAS
Si claro, ahora me paso. Y gracias por comentar, me alegro que te guste la mía :)
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 6 (PARTE 1)
________ Smith le divertía. Sabía que era grosero y despiadado por su parte reírse de su orgullo y sus enfados, pero ya no tenía esperanzas de ser mejor persona. De su vida, que había sido dura, no culpaba a nadie más que a sí mismo. Había tenido que luchar por lo quería y seguir adelante. De ahí que no le conmovieran lo más mínimo las emociones ridículas y superficiales.
________ no conseguiría nunca aquello que tanto quería. Nunca sería una Horan, nunca pertenecería a esta familia de engreídos hipócritas, cosa que debería alegrarle; pero no era así. Siempre que le mencionaban esa carencia respondía como una rata de laboratorio.
No es que se pareciera especialmente a una rata. Niall la había estado observando, de pie, junto a su improvisada cama en la biblioteca; debería estar agradecida por que hubiera resistido a sus peores impulsos y no se hubiera metido en la cama con ella.
Sólo Dios sabe cuánto lo había deseado. Habría sido tan sencillo: se habría estirado encima de ________ y sin darle tiempo a gritar, le habría tapado la boca con la suya.
Ella le habría pegado. Habría pataleado y forcejeado con él durante más o menos treinta segundos. Luego le habría devuelto el beso.
No estaba siendo especialmente vanidoso. Algunas mujeres se sentían atraídas hacia él, otras le despreciaban. Casualmente, ________ Smith encajaba en ambas categorías.
Debería dejarla en paz. A ________ le había costado mucho tener una vida tranquila, y su aparición ya era lo bastante perturbadora. Seduciéndola no haría sino empeorar las cosas.
Claro que Niall no veía precisamente con buenos ojos su vida sosegada y segura, y era lo suficientemente egocéntrico para dar su opinión al respecto. Creía que ________ era demasiado joven para encerrarse en una tumba viviente. Demasiado joven para consagrar su vida a una familia de dinosaurios que ni entonces ni antes, obviamente, le había servido de nada. Necesitaba urgentemente espabilarse un poco; él se encargaría de ello.
________ le estaba esperando de pie junto a la puerta del coche, del maltrecho y viejo jeep. Con el pelo anudado fuertemente en una coleta alta, y un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas, envolviendo su esbelto cuerpo.
Niall consideró la posibilidad de abrirle la puerta, pero decidió no hacerlo. Al auténtico Niall no le hubiera importado abrirle la puerta del coche a su casi prima. A ése que estaba ahí, le interesaban más las cajas fuertes de los bancos y los dormitorios.
Constanza tenía razón; ________ era muy prudente. Desenterró el cinturón de seguridad, apenas usado, y lo abrochó, sosteniendo con firmeza en su regazo el bolso de cuero, como una especie de protección. Niall bien podría haberle dicho que nada la mantendría a salvo.
Viajaron en silencio durante los primeros veinte minutos; el de ________ era un silencio hostil, el de Niall era divertido. Al llegar a la altura del letrero de McDonalds, Niall puso el intermitente; entonces ________ se decidió a hablar.
—No quiero tomar nada —dijo—. Es demasiado temprano para comer porquerías.
—Nunca es demasiado pronto para eso. —Detuvo el coche a la altura de la ventanilla del McAuto—Míralo de esta forma: necesitaras energía para seguir peleándote conmigo. No se puede ofrecer mucha resistencia con el estómago vacío.
—¿Quién ha dicho que quiero pelearme contigo?
Niall la miró.
—Tal vez las oleadas de hostilidad que siento son fruto de mi imaginación —comentó él tranquilamente.
—Vete al infierno.
—Aunque tal vez no. —Alargó el brazo, cogió la comida, y puso la bolsa en el regazo de ________—Cómetelo.
—No puedes obligarme.
Niall rió en voz baja.
—Sí, sí puedo —replicó.
________ le creyó.
Niall no había visto nunca a nadie tardar tanto en comerse un McMuffin de chocolate. Se lo comía sin ganas, desmenuzándolo en trocitos.
—Estás demasiado delgada —señaló, mirando a la carretera.
—Si crees que vas a conquistarme con esa sarta de sandeces, ya puedes ahorrarte saliva —dijo con mordacidad.
—¿Qué te hace pensar que quiero conquistarte?
—Me he equivocado de palabra. Estás tratando de persuadirme, al igual que has hecho con el resto de los Horan. Tienes a casi todos en el bolsillo; casi todos te han creído. Y no vuelvas a decirme que no soy una Horan, porque lo sé perfectamente.
—Entonces, ¿por qué te sigue molestando? Yo, en tu lugar, no querría ser uno de ellos. Todo te iría mejor.
—¿Eso piensas? Suponiendo por un momento que fueras el verdadero Niall Horan, algo totalmente descabellado, ¿estarías mejor sin ellos? ¿Intentarías no ser uno de ellos?
Niall no quería responder a sus preguntas; no, cuando eran tan directas.
—¿Tu qué crees?
________ estrujó el papel con los restos de comida y lo metió en la bolsa.
—Yo creo que eres un tramposo y un mentiroso. Un impostor dispuesto a usurparle a una anciana moribunda su fortuna.
—Si se está muriendo, no creo que vaya a necesitar su dinero mucho más tiempo.
—¿Dudas de que se esté muriendo?
—No. Ya me he dado cuenta de que no le queda mucho de vida. Y también de que lo mejor que le puede suceder es tener a su querido hijo junto a ella. Está feliz, ________. ¿Acaso eso te molesta?
—Lo que me molesta es que esa felicidad sea falsa; que esté basada en una mentira.
—No vivirá lo suficiente para averiguar si es o no es mentira. Morirá sabiendo que su añorado hijo ha vuelto con ella. Morirá rodeada de su adorada familia. ¿Qué más se puede pedir? ¿Quieres privarla de eso? ¿Quieres arrebatarle a su hijo, ahora que finalmente le ha encontrado?
________ permaneció callada unos instantes.
—No quiero hablar más del tema —dijo finalmente, con voz cansada—. No he tenido más remedio que venir contigo, pero eso no significa que tengamos que discutir durante las cinco horas de ida y las cinco de vuelta.
—Podemos hablar de otra cosa.
—No quiero hablar de nada. Quiero olvidarme hasta de que existes —le espetó sin piedad. Volvió la cabeza y miró por la ventana.
—No te preocupes, ________. En cuanto Sally haya muerto, me iré de tu vida y todo habrá terminado. Nunca más tendrás que pensar en mí.
________ no respondió. Su expresión parecía ausente, contemplando la grisácea luz matutina, y Niall se permitió el placer de observarla mientras conducía. Había conocido a mujeres corrientes, a mujeres guapas, amables y otras crueles. Las facciones de ________ Smith eran perfectas: nariz recta y estrecha, pómulos prominentes, labios dulcemente generosos y ojos marrones grandes y preciosos. Su piel era perfecta, y su cuerpo esbelto y deliciosamente curvado, aunque le convenía ganar algo de peso. En conjunto, debería resultar físicamente irresistible.
Sin embargo, había un muro a su alrededor, un muro de alambre de espino y hielo, y fuera lo cariñosa que fuera la persona que estaba al otro lado de esa barrera, ________ seguía sin estar a su alcance. Las señales de aviso estaban en todas partes —prohibido el paso—, y sin embargo su fría belleza era perversamente tentadora. Cualquier hombre sensato se mantendría a distancia de ella.
Niall no era un hombre sensato. Disfrutaba con los retos. Era un hombre que sabía demasiadas cosas de ________ Smith, probablemente más que ella misma. Un hombre al que le gustaba el peligro. De lo contrario habría seguido siendo Sam Kinkaid al otro lado del océano, y estaría bronceándose bajo el sol del mediterráneo en su casa de la toscana.
Pero estaba aquí; y ella también, con los brazos firmemente cruzados sobre su pecho, y con la mirada en otra parte, fría, silenciosa, reservada. Aquí estaba, a la merced de Niall Horan al menos durante las próximas doce horas, horas que él esperaba con ilusión.
________ Smith le divertía. Sabía que era grosero y despiadado por su parte reírse de su orgullo y sus enfados, pero ya no tenía esperanzas de ser mejor persona. De su vida, que había sido dura, no culpaba a nadie más que a sí mismo. Había tenido que luchar por lo quería y seguir adelante. De ahí que no le conmovieran lo más mínimo las emociones ridículas y superficiales.
________ no conseguiría nunca aquello que tanto quería. Nunca sería una Horan, nunca pertenecería a esta familia de engreídos hipócritas, cosa que debería alegrarle; pero no era así. Siempre que le mencionaban esa carencia respondía como una rata de laboratorio.
No es que se pareciera especialmente a una rata. Niall la había estado observando, de pie, junto a su improvisada cama en la biblioteca; debería estar agradecida por que hubiera resistido a sus peores impulsos y no se hubiera metido en la cama con ella.
Sólo Dios sabe cuánto lo había deseado. Habría sido tan sencillo: se habría estirado encima de ________ y sin darle tiempo a gritar, le habría tapado la boca con la suya.
Ella le habría pegado. Habría pataleado y forcejeado con él durante más o menos treinta segundos. Luego le habría devuelto el beso.
No estaba siendo especialmente vanidoso. Algunas mujeres se sentían atraídas hacia él, otras le despreciaban. Casualmente, ________ Smith encajaba en ambas categorías.
Debería dejarla en paz. A ________ le había costado mucho tener una vida tranquila, y su aparición ya era lo bastante perturbadora. Seduciéndola no haría sino empeorar las cosas.
Claro que Niall no veía precisamente con buenos ojos su vida sosegada y segura, y era lo suficientemente egocéntrico para dar su opinión al respecto. Creía que ________ era demasiado joven para encerrarse en una tumba viviente. Demasiado joven para consagrar su vida a una familia de dinosaurios que ni entonces ni antes, obviamente, le había servido de nada. Necesitaba urgentemente espabilarse un poco; él se encargaría de ello.
________ le estaba esperando de pie junto a la puerta del coche, del maltrecho y viejo jeep. Con el pelo anudado fuertemente en una coleta alta, y un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas, envolviendo su esbelto cuerpo.
Niall consideró la posibilidad de abrirle la puerta, pero decidió no hacerlo. Al auténtico Niall no le hubiera importado abrirle la puerta del coche a su casi prima. A ése que estaba ahí, le interesaban más las cajas fuertes de los bancos y los dormitorios.
Constanza tenía razón; ________ era muy prudente. Desenterró el cinturón de seguridad, apenas usado, y lo abrochó, sosteniendo con firmeza en su regazo el bolso de cuero, como una especie de protección. Niall bien podría haberle dicho que nada la mantendría a salvo.
Viajaron en silencio durante los primeros veinte minutos; el de ________ era un silencio hostil, el de Niall era divertido. Al llegar a la altura del letrero de McDonalds, Niall puso el intermitente; entonces ________ se decidió a hablar.
—No quiero tomar nada —dijo—. Es demasiado temprano para comer porquerías.
—Nunca es demasiado pronto para eso. —Detuvo el coche a la altura de la ventanilla del McAuto—Míralo de esta forma: necesitaras energía para seguir peleándote conmigo. No se puede ofrecer mucha resistencia con el estómago vacío.
—¿Quién ha dicho que quiero pelearme contigo?
Niall la miró.
—Tal vez las oleadas de hostilidad que siento son fruto de mi imaginación —comentó él tranquilamente.
—Vete al infierno.
—Aunque tal vez no. —Alargó el brazo, cogió la comida, y puso la bolsa en el regazo de ________—Cómetelo.
—No puedes obligarme.
Niall rió en voz baja.
—Sí, sí puedo —replicó.
________ le creyó.
Niall no había visto nunca a nadie tardar tanto en comerse un McMuffin de chocolate. Se lo comía sin ganas, desmenuzándolo en trocitos.
—Estás demasiado delgada —señaló, mirando a la carretera.
—Si crees que vas a conquistarme con esa sarta de sandeces, ya puedes ahorrarte saliva —dijo con mordacidad.
—¿Qué te hace pensar que quiero conquistarte?
—Me he equivocado de palabra. Estás tratando de persuadirme, al igual que has hecho con el resto de los Horan. Tienes a casi todos en el bolsillo; casi todos te han creído. Y no vuelvas a decirme que no soy una Horan, porque lo sé perfectamente.
—Entonces, ¿por qué te sigue molestando? Yo, en tu lugar, no querría ser uno de ellos. Todo te iría mejor.
—¿Eso piensas? Suponiendo por un momento que fueras el verdadero Niall Horan, algo totalmente descabellado, ¿estarías mejor sin ellos? ¿Intentarías no ser uno de ellos?
Niall no quería responder a sus preguntas; no, cuando eran tan directas.
—¿Tu qué crees?
________ estrujó el papel con los restos de comida y lo metió en la bolsa.
—Yo creo que eres un tramposo y un mentiroso. Un impostor dispuesto a usurparle a una anciana moribunda su fortuna.
—Si se está muriendo, no creo que vaya a necesitar su dinero mucho más tiempo.
—¿Dudas de que se esté muriendo?
—No. Ya me he dado cuenta de que no le queda mucho de vida. Y también de que lo mejor que le puede suceder es tener a su querido hijo junto a ella. Está feliz, ________. ¿Acaso eso te molesta?
—Lo que me molesta es que esa felicidad sea falsa; que esté basada en una mentira.
—No vivirá lo suficiente para averiguar si es o no es mentira. Morirá sabiendo que su añorado hijo ha vuelto con ella. Morirá rodeada de su adorada familia. ¿Qué más se puede pedir? ¿Quieres privarla de eso? ¿Quieres arrebatarle a su hijo, ahora que finalmente le ha encontrado?
________ permaneció callada unos instantes.
—No quiero hablar más del tema —dijo finalmente, con voz cansada—. No he tenido más remedio que venir contigo, pero eso no significa que tengamos que discutir durante las cinco horas de ida y las cinco de vuelta.
—Podemos hablar de otra cosa.
—No quiero hablar de nada. Quiero olvidarme hasta de que existes —le espetó sin piedad. Volvió la cabeza y miró por la ventana.
—No te preocupes, ________. En cuanto Sally haya muerto, me iré de tu vida y todo habrá terminado. Nunca más tendrás que pensar en mí.
________ no respondió. Su expresión parecía ausente, contemplando la grisácea luz matutina, y Niall se permitió el placer de observarla mientras conducía. Había conocido a mujeres corrientes, a mujeres guapas, amables y otras crueles. Las facciones de ________ Smith eran perfectas: nariz recta y estrecha, pómulos prominentes, labios dulcemente generosos y ojos marrones grandes y preciosos. Su piel era perfecta, y su cuerpo esbelto y deliciosamente curvado, aunque le convenía ganar algo de peso. En conjunto, debería resultar físicamente irresistible.
Sin embargo, había un muro a su alrededor, un muro de alambre de espino y hielo, y fuera lo cariñosa que fuera la persona que estaba al otro lado de esa barrera, ________ seguía sin estar a su alcance. Las señales de aviso estaban en todas partes —prohibido el paso—, y sin embargo su fría belleza era perversamente tentadora. Cualquier hombre sensato se mantendría a distancia de ella.
Niall no era un hombre sensato. Disfrutaba con los retos. Era un hombre que sabía demasiadas cosas de ________ Smith, probablemente más que ella misma. Un hombre al que le gustaba el peligro. De lo contrario habría seguido siendo Sam Kinkaid al otro lado del océano, y estaría bronceándose bajo el sol del mediterráneo en su casa de la toscana.
Pero estaba aquí; y ella también, con los brazos firmemente cruzados sobre su pecho, y con la mirada en otra parte, fría, silenciosa, reservada. Aquí estaba, a la merced de Niall Horan al menos durante las próximas doce horas, horas que él esperaba con ilusión.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 6 (PARTE 2)
Los asientos delanteros del jeep eran muy estrechos y el aire estaba cargado como en un coche de carreras. ________ procuraba ignorar a Niall a toda costa, haciendo ver que dormía, mirando por la ventana, contestando a sus comentarios ocasionales con un desalentador
«Mmmm. . . ». Pero por mucho que lo intentara, no podía librarse de la abrumadora sensación de su presencia, que la inquietaba y la presionaba, que la agobiaba. Él estaba allí, junto a ella, a su alrededor, estorbando, exigiendo incluso cuando no decía una palabra.
________ sabía que toda la culpa era suya. A su edad ya había aprendido a liberar emociones, a superar desengaños, a ser flexible con aquello que la irritaba. Y sin embargo, el impostor que se hacía pasar por Niall Horan parecía ser insensible a todas sus defensas. Conseguía sacarla de quicio con su sonrisa ligeramente burlona, sus brillantes ojos azules y sus andares sexys y desgarbados.
Respiró profundamente, y sacó el aire despacio, intentando soltar la tensión que sentía dentro. Lo hizo cinco o seis veces, pero no pareció surtir efecto. Sólo consiguió marearse.
—¿Necesitas más tranquilizantes? —preguntó Niall, arrastrando las palabras y deteniendo el coche frente a la oficina de los ferrys. Había llegado hasta el puerto de Woods Hole sin ningún problema, cosa que despertó en ________ momentáneas dudas. El camino estaba bien señalizado y él era un hombre concienzudo y experimentado. Con toda seguridad llegaría también sin vacilar a la casa de Water Street una vez estuvieran en la isla. ________ no debería dejar que su inteligencia le sorprendiera o le hiciera dudar de aquello que sabía que era verdad.
—Estoy bien —respondió ella en voz baja pero firme.
—Estás muy tensa, ________. Me sorprende tu falta de flexibilidad.
—Estoy preocupada por Sally. No me he separado de ella en todo este año, desde que su salud empeoró. No me gusta dejarla.
—Dedicarse durante un año a alguien enfermo las veinticuatro horas del día es mucho tiempo. No te necesita permanentemente a los pies de su cama.
________ se volvió para mirarle.
—No, es cierto, pero yo sí necesito estar allí.
Casi deseaba que no hubiera sitio en el ferry para meter el coche. No debería subestimar a Niall; ya había reservado una plaza, y llegaban justo a tiempo para zarpar.
¡Hacía tantos años que no cogía un ferry, que no iba a Edgartown! Hubo una época en que la antigua mansión fue motivo de discusiones entre los hermanos Horan; todos querían la parte que les correspondía. De todas las casas de la familia Horan, ésta era la más importante, mucho más valiosa que el apartamento de Park Avenue o la impresionante finca de Vermont. Sin embargo, Sally perdió el interés por ella no mucho después de la desaparición de Niall, y ________ estaba igualmente encantada de dejar de ir a un lugar lleno de dolor y de recuerdos ocultos. Warren, Patsy y sus hijos hicieron buen uso de la casa; en ella George dio fiestas continuamente; pero ________ no había vuelto a ir desde hacía más de doce años.
Se le ocurrían formas más agradables de volver que hacerlo con alguien que fingía ser un hombre que estaba muerto. Niall Horan, de diecisiete años y ojos salvajes y furiosos, la perseguía. Su espectro deambulaba por la isla, vagaba por Lighthouse Beach, paseaba entre las sombras del jardín de la parte posterior de la antigua mansión. El fantasma de Niall Horan vivía aquí, y traer a un impostor ante su presencia parecía estar siendo un gran error.
________ se alejó del coche y del hombre que se hacía llamar Niall y fue en busca de una taza de café, que bebió a sorbos mientras veía como la isla surgía del mar. Pensaba que era más temprano; ya era media tarde y el trayecto en ferry estaba siendo más largo de lo que recordaba. Tal vez era porque ansiaba el fin del viaje.
Cuando volvió al coche, en cuyo interior Niall ya la estaba esperando, el ferry atracó. Ignoraba cuánta información poseía, pero no tenía la intención alguna de ayudarle a encontrar la casa de Water Street. Ese hombre no necesitaba ninguna clase de ayuda.
________ conocía esa enorme y antigua mansión blanca de estilo victoriano desde su más tierna infancia, si bien en temporada baja su aspecto era extraño y distinto. Al igual que las demás casas de Water Street, tenía las persianas cerradas, el mobiliario del porche guardado, las señales de «prohibido el paso» claramente visibles. A esa zona ya había llegado la primavera; habían brotado algunas hojas pequeñas y bajo la capa de rocío que lo cubría, se adivinaba el césped verde.
________ miró a Niall cuando éste aparcó el coche y bajó de él, parecía estar totalmente familiarizado con el lugar. Claro que también era posible que hubiera estado allí antes, como parte de su entrenamiento. Sabía demasiado sobre el verdadero Niall Horan; alguien cercano a la familia debía haberle ayudado. Tal vez un Horan mismo.
Niall le devolvió la mirada.
—¿Quieres que te abra la puerta? —preguntó articulando las palabras.
Había permanecido sentada en el coche, en trance. Tiró de la manilla de la puerta, sin darse cuenta de que aún llevaba el cinturón abrochado. Murmuró alguna palabra malsonante y finalmente salió del coche con movimientos torpes. Lighthouse Beach se encontraba a sus espaldas, y se volvió para verla, incapaz de resistirse al impulso; su aspecto era desolado, estéril y desierto en medio del frío que hacía a pesar de que ya había comenzado la primavera.
No se había percatado de que Niall estaba detrás de ella, siguiendo su mirada, clavada en el abandonado faro de la playa.
—Casi no ha cambiado, ¿verdad? —murmuró.
Ella alzó la vista. Se le había acercado demasiado, claro que ni estando cada uno en una punta del país dejaría de tener la sensación de no estar lo bastante lejos de él. Motivado por la simple curiosidad y ajeno a lo que realmente había ocurrido, los ojos de Niall contemplaron el lugar donde el verdadero Niall Horan había muerto.
—Hay cosas que no cambian nunca —comentó ________ en voz baja—. Otras, sí.
Niall sonrió ligeramente. Su sonrisa era reprobadora y sexy. Eso era lo único que tenía en común con el auténtico y desaparecido Niall.
Era sexy a rabiar y ella, tan vulnerable como cuando contaba trece años, estaba lejos de ser inmune.
Niall echó un vistazo a su alrededor, como si fuera la primera vez que veía todo aquello, lo que en realidad era muy probable.
—¿No te resulta un poco triste una zona residencial costera en temporada baja?
—A mí me gusta más.
Niall sonrió.
—Está bien. ¿Y qué me dices de un faro en desuso?
________ negó con la cabeza.
—Todavía se usa. Funciona automáticamente con el fin de evitar que muera gente en la playa. —Escogió las palabras deliberadamente, para provocarle.
Pero el hombre que fingía ser Niall Horan no se dio por aludido. Simplemente se encogió de hombros.
—Espero que dé resultado —dijo. Y caminó hacia la casa.
Los asientos delanteros del jeep eran muy estrechos y el aire estaba cargado como en un coche de carreras. ________ procuraba ignorar a Niall a toda costa, haciendo ver que dormía, mirando por la ventana, contestando a sus comentarios ocasionales con un desalentador
«Mmmm. . . ». Pero por mucho que lo intentara, no podía librarse de la abrumadora sensación de su presencia, que la inquietaba y la presionaba, que la agobiaba. Él estaba allí, junto a ella, a su alrededor, estorbando, exigiendo incluso cuando no decía una palabra.
________ sabía que toda la culpa era suya. A su edad ya había aprendido a liberar emociones, a superar desengaños, a ser flexible con aquello que la irritaba. Y sin embargo, el impostor que se hacía pasar por Niall Horan parecía ser insensible a todas sus defensas. Conseguía sacarla de quicio con su sonrisa ligeramente burlona, sus brillantes ojos azules y sus andares sexys y desgarbados.
Respiró profundamente, y sacó el aire despacio, intentando soltar la tensión que sentía dentro. Lo hizo cinco o seis veces, pero no pareció surtir efecto. Sólo consiguió marearse.
—¿Necesitas más tranquilizantes? —preguntó Niall, arrastrando las palabras y deteniendo el coche frente a la oficina de los ferrys. Había llegado hasta el puerto de Woods Hole sin ningún problema, cosa que despertó en ________ momentáneas dudas. El camino estaba bien señalizado y él era un hombre concienzudo y experimentado. Con toda seguridad llegaría también sin vacilar a la casa de Water Street una vez estuvieran en la isla. ________ no debería dejar que su inteligencia le sorprendiera o le hiciera dudar de aquello que sabía que era verdad.
—Estoy bien —respondió ella en voz baja pero firme.
—Estás muy tensa, ________. Me sorprende tu falta de flexibilidad.
—Estoy preocupada por Sally. No me he separado de ella en todo este año, desde que su salud empeoró. No me gusta dejarla.
—Dedicarse durante un año a alguien enfermo las veinticuatro horas del día es mucho tiempo. No te necesita permanentemente a los pies de su cama.
________ se volvió para mirarle.
—No, es cierto, pero yo sí necesito estar allí.
Casi deseaba que no hubiera sitio en el ferry para meter el coche. No debería subestimar a Niall; ya había reservado una plaza, y llegaban justo a tiempo para zarpar.
¡Hacía tantos años que no cogía un ferry, que no iba a Edgartown! Hubo una época en que la antigua mansión fue motivo de discusiones entre los hermanos Horan; todos querían la parte que les correspondía. De todas las casas de la familia Horan, ésta era la más importante, mucho más valiosa que el apartamento de Park Avenue o la impresionante finca de Vermont. Sin embargo, Sally perdió el interés por ella no mucho después de la desaparición de Niall, y ________ estaba igualmente encantada de dejar de ir a un lugar lleno de dolor y de recuerdos ocultos. Warren, Patsy y sus hijos hicieron buen uso de la casa; en ella George dio fiestas continuamente; pero ________ no había vuelto a ir desde hacía más de doce años.
Se le ocurrían formas más agradables de volver que hacerlo con alguien que fingía ser un hombre que estaba muerto. Niall Horan, de diecisiete años y ojos salvajes y furiosos, la perseguía. Su espectro deambulaba por la isla, vagaba por Lighthouse Beach, paseaba entre las sombras del jardín de la parte posterior de la antigua mansión. El fantasma de Niall Horan vivía aquí, y traer a un impostor ante su presencia parecía estar siendo un gran error.
________ se alejó del coche y del hombre que se hacía llamar Niall y fue en busca de una taza de café, que bebió a sorbos mientras veía como la isla surgía del mar. Pensaba que era más temprano; ya era media tarde y el trayecto en ferry estaba siendo más largo de lo que recordaba. Tal vez era porque ansiaba el fin del viaje.
Cuando volvió al coche, en cuyo interior Niall ya la estaba esperando, el ferry atracó. Ignoraba cuánta información poseía, pero no tenía la intención alguna de ayudarle a encontrar la casa de Water Street. Ese hombre no necesitaba ninguna clase de ayuda.
________ conocía esa enorme y antigua mansión blanca de estilo victoriano desde su más tierna infancia, si bien en temporada baja su aspecto era extraño y distinto. Al igual que las demás casas de Water Street, tenía las persianas cerradas, el mobiliario del porche guardado, las señales de «prohibido el paso» claramente visibles. A esa zona ya había llegado la primavera; habían brotado algunas hojas pequeñas y bajo la capa de rocío que lo cubría, se adivinaba el césped verde.
________ miró a Niall cuando éste aparcó el coche y bajó de él, parecía estar totalmente familiarizado con el lugar. Claro que también era posible que hubiera estado allí antes, como parte de su entrenamiento. Sabía demasiado sobre el verdadero Niall Horan; alguien cercano a la familia debía haberle ayudado. Tal vez un Horan mismo.
Niall le devolvió la mirada.
—¿Quieres que te abra la puerta? —preguntó articulando las palabras.
Había permanecido sentada en el coche, en trance. Tiró de la manilla de la puerta, sin darse cuenta de que aún llevaba el cinturón abrochado. Murmuró alguna palabra malsonante y finalmente salió del coche con movimientos torpes. Lighthouse Beach se encontraba a sus espaldas, y se volvió para verla, incapaz de resistirse al impulso; su aspecto era desolado, estéril y desierto en medio del frío que hacía a pesar de que ya había comenzado la primavera.
No se había percatado de que Niall estaba detrás de ella, siguiendo su mirada, clavada en el abandonado faro de la playa.
—Casi no ha cambiado, ¿verdad? —murmuró.
Ella alzó la vista. Se le había acercado demasiado, claro que ni estando cada uno en una punta del país dejaría de tener la sensación de no estar lo bastante lejos de él. Motivado por la simple curiosidad y ajeno a lo que realmente había ocurrido, los ojos de Niall contemplaron el lugar donde el verdadero Niall Horan había muerto.
—Hay cosas que no cambian nunca —comentó ________ en voz baja—. Otras, sí.
Niall sonrió ligeramente. Su sonrisa era reprobadora y sexy. Eso era lo único que tenía en común con el auténtico y desaparecido Niall.
Era sexy a rabiar y ella, tan vulnerable como cuando contaba trece años, estaba lejos de ser inmune.
Niall echó un vistazo a su alrededor, como si fuera la primera vez que veía todo aquello, lo que en realidad era muy probable.
—¿No te resulta un poco triste una zona residencial costera en temporada baja?
—A mí me gusta más.
Niall sonrió.
—Está bien. ¿Y qué me dices de un faro en desuso?
________ negó con la cabeza.
—Todavía se usa. Funciona automáticamente con el fin de evitar que muera gente en la playa. —Escogió las palabras deliberadamente, para provocarle.
Pero el hombre que fingía ser Niall Horan no se dio por aludido. Simplemente se encogió de hombros.
—Espero que dé resultado —dijo. Y caminó hacia la casa.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 6 (PARTE 3)
La casa estaba fría, oscura, húmeda y olía a cerrado. A pesar de que la primavera había llegado a Vineyard antes de lo habitual, los rayos del sol no habían penetrado en los rincones oscuros de la antigua mansión, y al entrar en el lóbrego salón, ________ se estremeció de frío. Los muebles parecían enormes y cobraban un aire siniestro bajo las fundas holandesas, y las persianas impedían cualquier entrada de luz.
—Cojamos el cuadro y salgamos de aquí —ordenó, reacia a quedarse más rato del necesario en la antigua casa. Había pasado mucho tiempo desde que vino por última vez, pero los recuerdos dolorosos todavía persistían. Si de ella hubiera dependido, jamás habría vuelto.
Niall pasó junto a ella, a oscuras, y abrió una de las persianas, dejando que la luz inundara la habitación.
—¿A qué viene tanta prisa?
—No quiero perder el último ferry.
Él se giró y la miró.
—Pensaba que ya te habías dado cuenta.
Si antes tenía frío, no era nada comparado con el repentino escalofrío que recorrió sus huesos.
—¿De qué?
—De que ya lo hemos perdido. ¿No has visto el tablón de horarios? He dado por sentado que sabías que si subíamos al barco no podíamos volver hasta mañana por la mañana.
—¡Eso es absurdo! Hay ferrys hasta las ocho de la tarde, y los fines de semana el último sale sobre las diez de la noche.
—Eso es en verano, ________. Estamos en temporada baja. El último ferry ha salido hace una hora, nos hemos cruzado con él de camino hacia aquí.
—¿Y que hay del ferry en el que hemos venido? Se estaba preparando para zarpar...
—Se dirigía a Nantucket. No volverá hasta mañana. No tenemos más remedio que pasar aquí la noche, de modo que será mejor sacarle partido a la situación.
—Podría volver en avión...
—¿Y qué hacemos con el coche?
—Puedes quedarte y hacerle compañía.
Niall se apoyó en la pared.
—No sabía que me tuvieras tanto miedo.
—No te tengo miedo.
—Entonces ¿por qué tienes tantas ganas de irte? Una vez en tierra, tendrías que alquilar un coche y luego conducir unas cinco horas hasta llegar.
—Quiero volver con Sally.
—¿Por qué? No se va a morir hoy mismo. El médico ha dicho que por ahora se ha estabilizado.
—¿Has hablado con el médico? —________ trató de ocultar su enfado.
—¿Por qué no? Soy su hijo. Su pariente vivo más cercano.
«Eres un tramposo y un embustero». No pronunció las palabras en voz alta, incluso controló la expresión de su cara aparentando estar tranquila.
—Por supuesto —murmuró, dándole la espalda.
—Escucha —dijo él—, si estás tan desesperada puedo intentar averiguar si hay algún avión que salga esta noche de la isla, pero estás haciendo una montaña de un grano de arena. No tienes por qué tenerme miedo.
—No me das miedo —afirmó de nuevo.
—Entonces, ¿qué es lo que te asusta?
Ella le miró con frialdad, indignada.
—Absolutamente nada.
—Eso no es del todo cierto —replicó Niall con total tranquilidad—. Te dan miedo las arañas, el compromiso y Niall Horan. También temes perder el dudoso concepto de familia que has aprendido entre los Horan. Eres como una niña en una tienda de golosinas, te deslumbra aquello que nunca podrás tener, y te olvidas de que todo eso es insípido e inútil. Es un espejismo.
—No sigas —dijo ella. Era muy fácil saber que tenía pánico a las arañas; toda la familia lo sabía y por eso era objeto de burlas. Por otra parte, y dado que el compromiso no entraba en sus planes, era lógico que hubiera llegado a su edad sin haber entablado una relación romántica seria. En cuanto a que le tuviera miedo a Niall o no, ya fuera el auténtico o el que se hacía pasar por él, en fin, prefería no pensar en ello, no en este momento-¿Y qué tal un hotel? ¿O un hostal?
—Estamos en temporada baja, ¿recuerdas? ¿Es esta casa lo que te da miedo? ¿Acaso has visto un fantasma salir de dentro de un armario?
—Me trae a la memoria recuerdos desagradables —dijo con voz gélida.
—¿Por ejemplo?
—El día en que Niall murió. —________ supo de inmediato que había hablado más de la cuenta. Durante un instante Niall palideció, luego se le acercó, con paso lento y hasta majestuoso, y ella no pudo volverse, no pudo sino permanecer quieta mirándole con absoluta parsimonia.
—¿El día que Niall murió? —repitió él—¿Qué te hizo pensar que había muerto? Simplemente huí. Eso es lo que pensaron todos, ¿no es cierto?
Sus ojos azules la hipnotizaban, se hundían en sus entrañas.
—Sí —respondió.
—¿Sí, qué? ¿Que pensaste que estaba muerto? ¿O que todos los demás lo pensaron?
Aunque sabía que era de carne y hueso y que no tenía nada que ver con el verdadero Niall Horan más allá de un misterioso parecido, ________ no tenía ganas de mantener esta conversación con un fantasma.
—Todos se imaginaron que sencillamente habías huido.
—Todos, menos tú. ¿Por qué, ________? ¿Por qué pensaste que había muerto? ¿Qué es lo que viste?
________ se sentía hipnotizada por el sonido de su voz y esa suave insistencia que derribaba sus prudentes defensas.
—Nada —contestó.
—¿Por qué estabas tan segura de mi muerte entonces?
—Porque el auténtico Niall quería a su madre. Nunca hubiera desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra sin volver a dar señales de vida. Sally contrató a los mejores detectives privados para que le buscaran; ningún adolescente habría podido escapar de ellos.
—Te sorprendería lo que puede llegar a hacer un chico de diecisiete años, inteligente y decidido. Así pues, ¿qué creíste que me había ocurrido? ¿Que alguien me había descuartizado y había enterrado trozos de mí por toda la isla?
________ detestaba el leve tono de burla de su voz.
—Creo que alguien disparó a Niall en la espalda y le arrojó al mar. Probablemente su cadáver fue arrastrado en dirección hacia Francia antes de ser devorado por los peces.
—¡Qué horror! —Niall la miraba con total tranquilidad, sin que su cara revelara nada en absoluto—¿Esto es fruto de tus fantasías morbosas o hay alguna razón en concreto que te lleve a afirmar que ocurrió así?
________ tuvo el presentimiento de que él lo sabía. Fuera quien fuera, fuera lo que fuera, ese hombre sabía que a Niall Horan le habían asesinado aquella noche. Y ahora sabía que ella también lo sabía. Había hablado demasiado, tendría que haberse mordido la lengua.
—Son imaginaciones mías —dijo ella quitándole hierro al asunto.
Entonces Niall esbozó una sonrisa poco amigable.
—Imaginaciones que pierden su sentido con mi repentino regreso. ¡Menudo chasco te habrás llevado! En muchos aspectos, además.
—No especialmente.
—¿En alguna ocasión le has dicho a Sally que creías que estaba muerto?
—Nunca se lo he dicho a nadie.
—¿Por qué?
Sin pedir permiso, volvió a la memoria de ________ el recuerdo de la oscura silueta, de la sangre sobre la arena, de la gélida neblina que la envolvía, agazapada tras una roca.
—No era más que una teoría —respondió, encogiéndose de hombros—, una teoría obviamente errónea, porque aquí estás, vivito y coleando.
—Obviamente —repitió él mirándola; la expresión de sus ojos repentinamente opacos era indescifrable. En cuanto a la verdad, sus posibilidades se entretegían como una telaraña que los atrapaba.
—________, ¿dónde está el retrato?
________ no dijo nada, simplemente se alejó de él y se dirigió hacia lo que en su día fue el salón de la parte posterior de la casa. Niall la siguió y se detuvo al llegar frente al retrato, que miró con expresión inescrutable.
La casa estaba fría, oscura, húmeda y olía a cerrado. A pesar de que la primavera había llegado a Vineyard antes de lo habitual, los rayos del sol no habían penetrado en los rincones oscuros de la antigua mansión, y al entrar en el lóbrego salón, ________ se estremeció de frío. Los muebles parecían enormes y cobraban un aire siniestro bajo las fundas holandesas, y las persianas impedían cualquier entrada de luz.
—Cojamos el cuadro y salgamos de aquí —ordenó, reacia a quedarse más rato del necesario en la antigua casa. Había pasado mucho tiempo desde que vino por última vez, pero los recuerdos dolorosos todavía persistían. Si de ella hubiera dependido, jamás habría vuelto.
Niall pasó junto a ella, a oscuras, y abrió una de las persianas, dejando que la luz inundara la habitación.
—¿A qué viene tanta prisa?
—No quiero perder el último ferry.
Él se giró y la miró.
—Pensaba que ya te habías dado cuenta.
Si antes tenía frío, no era nada comparado con el repentino escalofrío que recorrió sus huesos.
—¿De qué?
—De que ya lo hemos perdido. ¿No has visto el tablón de horarios? He dado por sentado que sabías que si subíamos al barco no podíamos volver hasta mañana por la mañana.
—¡Eso es absurdo! Hay ferrys hasta las ocho de la tarde, y los fines de semana el último sale sobre las diez de la noche.
—Eso es en verano, ________. Estamos en temporada baja. El último ferry ha salido hace una hora, nos hemos cruzado con él de camino hacia aquí.
—¿Y que hay del ferry en el que hemos venido? Se estaba preparando para zarpar...
—Se dirigía a Nantucket. No volverá hasta mañana. No tenemos más remedio que pasar aquí la noche, de modo que será mejor sacarle partido a la situación.
—Podría volver en avión...
—¿Y qué hacemos con el coche?
—Puedes quedarte y hacerle compañía.
Niall se apoyó en la pared.
—No sabía que me tuvieras tanto miedo.
—No te tengo miedo.
—Entonces ¿por qué tienes tantas ganas de irte? Una vez en tierra, tendrías que alquilar un coche y luego conducir unas cinco horas hasta llegar.
—Quiero volver con Sally.
—¿Por qué? No se va a morir hoy mismo. El médico ha dicho que por ahora se ha estabilizado.
—¿Has hablado con el médico? —________ trató de ocultar su enfado.
—¿Por qué no? Soy su hijo. Su pariente vivo más cercano.
«Eres un tramposo y un embustero». No pronunció las palabras en voz alta, incluso controló la expresión de su cara aparentando estar tranquila.
—Por supuesto —murmuró, dándole la espalda.
—Escucha —dijo él—, si estás tan desesperada puedo intentar averiguar si hay algún avión que salga esta noche de la isla, pero estás haciendo una montaña de un grano de arena. No tienes por qué tenerme miedo.
—No me das miedo —afirmó de nuevo.
—Entonces, ¿qué es lo que te asusta?
Ella le miró con frialdad, indignada.
—Absolutamente nada.
—Eso no es del todo cierto —replicó Niall con total tranquilidad—. Te dan miedo las arañas, el compromiso y Niall Horan. También temes perder el dudoso concepto de familia que has aprendido entre los Horan. Eres como una niña en una tienda de golosinas, te deslumbra aquello que nunca podrás tener, y te olvidas de que todo eso es insípido e inútil. Es un espejismo.
—No sigas —dijo ella. Era muy fácil saber que tenía pánico a las arañas; toda la familia lo sabía y por eso era objeto de burlas. Por otra parte, y dado que el compromiso no entraba en sus planes, era lógico que hubiera llegado a su edad sin haber entablado una relación romántica seria. En cuanto a que le tuviera miedo a Niall o no, ya fuera el auténtico o el que se hacía pasar por él, en fin, prefería no pensar en ello, no en este momento-¿Y qué tal un hotel? ¿O un hostal?
—Estamos en temporada baja, ¿recuerdas? ¿Es esta casa lo que te da miedo? ¿Acaso has visto un fantasma salir de dentro de un armario?
—Me trae a la memoria recuerdos desagradables —dijo con voz gélida.
—¿Por ejemplo?
—El día en que Niall murió. —________ supo de inmediato que había hablado más de la cuenta. Durante un instante Niall palideció, luego se le acercó, con paso lento y hasta majestuoso, y ella no pudo volverse, no pudo sino permanecer quieta mirándole con absoluta parsimonia.
—¿El día que Niall murió? —repitió él—¿Qué te hizo pensar que había muerto? Simplemente huí. Eso es lo que pensaron todos, ¿no es cierto?
Sus ojos azules la hipnotizaban, se hundían en sus entrañas.
—Sí —respondió.
—¿Sí, qué? ¿Que pensaste que estaba muerto? ¿O que todos los demás lo pensaron?
Aunque sabía que era de carne y hueso y que no tenía nada que ver con el verdadero Niall Horan más allá de un misterioso parecido, ________ no tenía ganas de mantener esta conversación con un fantasma.
—Todos se imaginaron que sencillamente habías huido.
—Todos, menos tú. ¿Por qué, ________? ¿Por qué pensaste que había muerto? ¿Qué es lo que viste?
________ se sentía hipnotizada por el sonido de su voz y esa suave insistencia que derribaba sus prudentes defensas.
—Nada —contestó.
—¿Por qué estabas tan segura de mi muerte entonces?
—Porque el auténtico Niall quería a su madre. Nunca hubiera desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra sin volver a dar señales de vida. Sally contrató a los mejores detectives privados para que le buscaran; ningún adolescente habría podido escapar de ellos.
—Te sorprendería lo que puede llegar a hacer un chico de diecisiete años, inteligente y decidido. Así pues, ¿qué creíste que me había ocurrido? ¿Que alguien me había descuartizado y había enterrado trozos de mí por toda la isla?
________ detestaba el leve tono de burla de su voz.
—Creo que alguien disparó a Niall en la espalda y le arrojó al mar. Probablemente su cadáver fue arrastrado en dirección hacia Francia antes de ser devorado por los peces.
—¡Qué horror! —Niall la miraba con total tranquilidad, sin que su cara revelara nada en absoluto—¿Esto es fruto de tus fantasías morbosas o hay alguna razón en concreto que te lleve a afirmar que ocurrió así?
________ tuvo el presentimiento de que él lo sabía. Fuera quien fuera, fuera lo que fuera, ese hombre sabía que a Niall Horan le habían asesinado aquella noche. Y ahora sabía que ella también lo sabía. Había hablado demasiado, tendría que haberse mordido la lengua.
—Son imaginaciones mías —dijo ella quitándole hierro al asunto.
Entonces Niall esbozó una sonrisa poco amigable.
—Imaginaciones que pierden su sentido con mi repentino regreso. ¡Menudo chasco te habrás llevado! En muchos aspectos, además.
—No especialmente.
—¿En alguna ocasión le has dicho a Sally que creías que estaba muerto?
—Nunca se lo he dicho a nadie.
—¿Por qué?
Sin pedir permiso, volvió a la memoria de ________ el recuerdo de la oscura silueta, de la sangre sobre la arena, de la gélida neblina que la envolvía, agazapada tras una roca.
—No era más que una teoría —respondió, encogiéndose de hombros—, una teoría obviamente errónea, porque aquí estás, vivito y coleando.
—Obviamente —repitió él mirándola; la expresión de sus ojos repentinamente opacos era indescifrable. En cuanto a la verdad, sus posibilidades se entretegían como una telaraña que los atrapaba.
—________, ¿dónde está el retrato?
________ no dijo nada, simplemente se alejó de él y se dirigió hacia lo que en su día fue el salón de la parte posterior de la casa. Niall la siguió y se detuvo al llegar frente al retrato, que miró con expresión inescrutable.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 6 (PARTE 4)
Era una maravilla de cuadro. Edward Wicklander fue el mejor retratista del año, e hizo un trabajo magnífico con las estupendas y ceñudas facciones de Niall Horan, que entonces tenía trece años. Ese retrato bien podía haber sido el símbolo de toda una juventud desencantada, que probara los primeros frutos prohibidos, y Niall no sabía si acababa de gustarle. ________ contempló los ojos del retrato, pero en esta ocasión no le asombraron por su sarcasmo e ironía ni por la fidelidad que guardaban con la realidad, lo que la fascinó fue que esa astuta mirada azul era idéntica a la del hombre que tenía a sus espaldas.
—El parecido es increíble —murmuró.
Niall entendió perfectamente lo que ________ había querido decir, pero tenía su propia manera de jugar a ese juego.
—¿Verdad que sí? Plasmó mis rasgos a la perfección.
—¿Recuerdas el día que posaste? —Para el verdadero Niall fue un auténtico suplicio tener que posar inmóvil durante horas y horas mientras el famoso Wicklander desplegaba sus dotes artísticos. Sólo consiguieron que permaneciera algo más quieto durante algunos minutos seguidos tras haberle prometido a cambio un coche de carreras.
—Vamos, ________ —le reprendió cariñosamente—sabes de sobra que no tienes que interrogarme acerca del pasado.
—Por la cuenta que te trae —murmuró ella—¿Y qué harás, decírselo a Sally?
Niall se le acercó, pero ella, decidida a no dar un paso, ni se inmutó.
—No —le contestó—. Eso era propio de George, ¿recuerdas? Yo puedo hacer algo mucho más retorcido, puedo simplemente negarme a contestar a tus preguntas. —Alargó un brazo y jugueteó con los dedos con un mechón suelto del pelo de ________—O peor aún, puedo responderlas.
Sus ojos se encontraron, algo que ________, consciente de que era lo más sensato, había estado tratando de evitar. La mirada azul de Niall era de un profundo insoportable, como si pudiera leer su mente y traspasar sus defensas, entrando donde no dejaba entrar a absolutamente nadie, en su corazón. En ese pequeño y vulnerable rincón de su ser que todavía palpitaba, sufría y sangraba, y que tanto le había costado reprimir y controlar.
________ tenía los ojos clavados en él, no fue capaz de desviarlos ni siquiera al sentir cómo el aliento se le anudaba y se ahogaba en su garganta, y fue transportada años atrás a una calurosa noche de verano en esta misma casa, en que Niall Horan la miró exactamente igual, una mirada llena de perversos deseos con la que hubiera conseguido todo de ella.
Todo menos la pulsera de colgantes.
Eran muy similares, pero no eran los mismos ojos. Esa mirada provocadora había que atribuirla a las fantasías amorosas de una adolescente, y no al hijo de Sally Horan, un ladrón, rebelde y alocado.
________ dio un respingo hacia atrás sin importarle que él pudiera tirarle del pelo, pero soltó su mechón con una sonrisa.
—¡Pobre ________! —susurró—No te molestaré más. ¿Por qué no vamos a averiguar si hay alguna forma de que abandones la isla para que no tengas que pasar ni un minuto más conmigo? —Era como si ese instante, misterioso e impactante, no hubiese sido más que un sueño—En el peor de los casos tal vez alguna de las casetas de invitados esté abierta.
No podía hacerlo. En ese momento no tenía ningunas ganas de volverse a encerrar en el coche con él, respirando el mismo aire, sintiendo el calor de su cuerpo envolviéndola. El efecto que en ella producía era demasiado fuerte, y necesitaba mantenerse a cierta distancia de él, estar unos minutos sin él para recuperar el equilibrio perdido.
—Ve tú —comentó ella—. Yo esperaré aquí.
Niall la miró sorprendido.
—¿Te fías de mí?
—No del todo, pero quiero estar sola un rato.
No se opuso.
—Que sepas que no he venido para estorbarte.
—¿Ah, no?
—Una mujer que ha vivido lo que tú has vivido no debería ansiar tanta tranquilidad. Te convendría un poco más de acción.
—¡Y tú qué sabrás! Niall Horan lleva muchos años sin aparecer.
—Admito que la curiosidad ha sido superior a mis fuerzas; he hecho mis indagaciones.
—¿Quién te ha ayudado?
—¡Ay ________, me estás pidiendo que delate a mi cómplice en el crimen! —Exclamó despreocupado—Lo cierto es que le he preguntado a Sally por qué te sigues desviviendo por complacer a los ilustres Horan.
—¿Y qué te ha dicho?
—Que la quieres. Y que te atemoriza dejarla y vivir en el cruel e inhóspito mundo de ahí fuera.
—Sally no me conoce tan bien como cree —intervino ________ aparentemente relajada.
—Sally no conoce a nadie con profundidad, incluida ella misma.
—Incluyendo a su hijo.
—No has podido evitarlo, ¿verdad? —Niall no estaba ofendido—Mi madre es una mujer de miras estrechas y voluntad indomable. Sabe lo estrictamente necesario de las personas que la rodean como para lograr que hagan justo lo que desea. El resto no le interesa lo más mínimo.
—Tu amor es inspirador.
—¡Me alegro de que mi larga ausencia sirva de algo!
________ tuvo ganas de gritarle, pero se mordió la lengua. Si permanecía un minuto más en ese salón empezaría a ponerse nerviosa, y no había tenido un ataque de pánico desde los veinte años. No estaba dispuesta a dejar que un impostor la volviera a hacer pasar por tan mal trago.
—Pensaba que ibas a averiguar cómo puedo irme de la isla —le recordó ________ con toda naturalidad.
—Ahora voy. Mientras salgo a buscar una cabina telefónica, dejaré aquí mi bolsa para que puedas hurgar en ella si te aburres.
—Dudo mucho que dejaras cualquier evidencia incriminatoria a mi alcance.
—Toda precaución es poca. Quizá me guste el riesgo. Quizá quiera que averigües la verdad —dijo provocándola.
—¿Y cuál es la verdad?
Niall no se le acercó, ni siquiera respondió. Incluso desde el otro extremo de la habitación, su presencia resultaba imponente y amenazadora.
____________________________________________________________
Como os dije, aquí tenéis el capítulo 6, esta tarde a lo mejor subo alguna parte del 7. COMENTAD!! :) :(L):
Era una maravilla de cuadro. Edward Wicklander fue el mejor retratista del año, e hizo un trabajo magnífico con las estupendas y ceñudas facciones de Niall Horan, que entonces tenía trece años. Ese retrato bien podía haber sido el símbolo de toda una juventud desencantada, que probara los primeros frutos prohibidos, y Niall no sabía si acababa de gustarle. ________ contempló los ojos del retrato, pero en esta ocasión no le asombraron por su sarcasmo e ironía ni por la fidelidad que guardaban con la realidad, lo que la fascinó fue que esa astuta mirada azul era idéntica a la del hombre que tenía a sus espaldas.
—El parecido es increíble —murmuró.
Niall entendió perfectamente lo que ________ había querido decir, pero tenía su propia manera de jugar a ese juego.
—¿Verdad que sí? Plasmó mis rasgos a la perfección.
—¿Recuerdas el día que posaste? —Para el verdadero Niall fue un auténtico suplicio tener que posar inmóvil durante horas y horas mientras el famoso Wicklander desplegaba sus dotes artísticos. Sólo consiguieron que permaneciera algo más quieto durante algunos minutos seguidos tras haberle prometido a cambio un coche de carreras.
—Vamos, ________ —le reprendió cariñosamente—sabes de sobra que no tienes que interrogarme acerca del pasado.
—Por la cuenta que te trae —murmuró ella—¿Y qué harás, decírselo a Sally?
Niall se le acercó, pero ella, decidida a no dar un paso, ni se inmutó.
—No —le contestó—. Eso era propio de George, ¿recuerdas? Yo puedo hacer algo mucho más retorcido, puedo simplemente negarme a contestar a tus preguntas. —Alargó un brazo y jugueteó con los dedos con un mechón suelto del pelo de ________—O peor aún, puedo responderlas.
Sus ojos se encontraron, algo que ________, consciente de que era lo más sensato, había estado tratando de evitar. La mirada azul de Niall era de un profundo insoportable, como si pudiera leer su mente y traspasar sus defensas, entrando donde no dejaba entrar a absolutamente nadie, en su corazón. En ese pequeño y vulnerable rincón de su ser que todavía palpitaba, sufría y sangraba, y que tanto le había costado reprimir y controlar.
________ tenía los ojos clavados en él, no fue capaz de desviarlos ni siquiera al sentir cómo el aliento se le anudaba y se ahogaba en su garganta, y fue transportada años atrás a una calurosa noche de verano en esta misma casa, en que Niall Horan la miró exactamente igual, una mirada llena de perversos deseos con la que hubiera conseguido todo de ella.
Todo menos la pulsera de colgantes.
Eran muy similares, pero no eran los mismos ojos. Esa mirada provocadora había que atribuirla a las fantasías amorosas de una adolescente, y no al hijo de Sally Horan, un ladrón, rebelde y alocado.
________ dio un respingo hacia atrás sin importarle que él pudiera tirarle del pelo, pero soltó su mechón con una sonrisa.
—¡Pobre ________! —susurró—No te molestaré más. ¿Por qué no vamos a averiguar si hay alguna forma de que abandones la isla para que no tengas que pasar ni un minuto más conmigo? —Era como si ese instante, misterioso e impactante, no hubiese sido más que un sueño—En el peor de los casos tal vez alguna de las casetas de invitados esté abierta.
No podía hacerlo. En ese momento no tenía ningunas ganas de volverse a encerrar en el coche con él, respirando el mismo aire, sintiendo el calor de su cuerpo envolviéndola. El efecto que en ella producía era demasiado fuerte, y necesitaba mantenerse a cierta distancia de él, estar unos minutos sin él para recuperar el equilibrio perdido.
—Ve tú —comentó ella—. Yo esperaré aquí.
Niall la miró sorprendido.
—¿Te fías de mí?
—No del todo, pero quiero estar sola un rato.
No se opuso.
—Que sepas que no he venido para estorbarte.
—¿Ah, no?
—Una mujer que ha vivido lo que tú has vivido no debería ansiar tanta tranquilidad. Te convendría un poco más de acción.
—¡Y tú qué sabrás! Niall Horan lleva muchos años sin aparecer.
—Admito que la curiosidad ha sido superior a mis fuerzas; he hecho mis indagaciones.
—¿Quién te ha ayudado?
—¡Ay ________, me estás pidiendo que delate a mi cómplice en el crimen! —Exclamó despreocupado—Lo cierto es que le he preguntado a Sally por qué te sigues desviviendo por complacer a los ilustres Horan.
—¿Y qué te ha dicho?
—Que la quieres. Y que te atemoriza dejarla y vivir en el cruel e inhóspito mundo de ahí fuera.
—Sally no me conoce tan bien como cree —intervino ________ aparentemente relajada.
—Sally no conoce a nadie con profundidad, incluida ella misma.
—Incluyendo a su hijo.
—No has podido evitarlo, ¿verdad? —Niall no estaba ofendido—Mi madre es una mujer de miras estrechas y voluntad indomable. Sabe lo estrictamente necesario de las personas que la rodean como para lograr que hagan justo lo que desea. El resto no le interesa lo más mínimo.
—Tu amor es inspirador.
—¡Me alegro de que mi larga ausencia sirva de algo!
________ tuvo ganas de gritarle, pero se mordió la lengua. Si permanecía un minuto más en ese salón empezaría a ponerse nerviosa, y no había tenido un ataque de pánico desde los veinte años. No estaba dispuesta a dejar que un impostor la volviera a hacer pasar por tan mal trago.
—Pensaba que ibas a averiguar cómo puedo irme de la isla —le recordó ________ con toda naturalidad.
—Ahora voy. Mientras salgo a buscar una cabina telefónica, dejaré aquí mi bolsa para que puedas hurgar en ella si te aburres.
—Dudo mucho que dejaras cualquier evidencia incriminatoria a mi alcance.
—Toda precaución es poca. Quizá me guste el riesgo. Quizá quiera que averigües la verdad —dijo provocándola.
—¿Y cuál es la verdad?
Niall no se le acercó, ni siquiera respondió. Incluso desde el otro extremo de la habitación, su presencia resultaba imponente y amenazadora.
____________________________________________________________
Como os dije, aquí tenéis el capítulo 6, esta tarde a lo mejor subo alguna parte del 7. COMENTAD!! :) :(L):
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 7 (PARTE 1)
________ inspeccionó la bolsa que Niall había colocado junto a la puerta de la entrada. Su ropa era de buena calidad pero estaba gastada. Era evidente que no había invertido dienro en un nuevo vestuario como parte de su plan de caracterización. Llevaba calzoncillos de seda, una maquinilla de afeitar desechable y un frasco de aspirinas. También había condones.
Cerró la cremallera de la bolsa y la apartó de su lado con cara de asco. Los tejanos eran americanos, las camisetas francesas y el paracetamol de las aspirinas inglés. Tal vez él no había viajado tanto como afirmaba, pero desde luego sus posesiones sí.
Anduvo por la parte posterior de la mansión, atravesando el comedor y el cuartito del mayordomo hasta llegar a la cocina, grande y anticuada. Constanza se había negado rotundamente a que Sally la renovara, alegando que le gustaba el estilo antiguo. El enorme fregadero de hierro seguía estando separado del resto y la vieja nevera emitía un ligero zumbido. ________ no tardó mucho en comprender a qué se debía aquel zumbido.
La nevera estaba enchufada y llena. Había fruta fresca, granos de café, crema de leche, zumo de naranja y un paquete de seis botellas de la cerveza negra favorita de Niall.
Cerró la puerta de un golpe y fue hasta el fregadero. El agua, que en invierno siempre se cerraba, salía a borbotones.
La línea de teléfono estaba cortada —al menos Niall no había mentido al respecto, aunque en el jeep tenía un teléfono móvil—; podría haber buscado un modo de salir de la isla sin necesidad de irse.
Volvió al salón principal y se dejó caer en una de las sillas cubiertas con fundas de hilo. La luz le pareció extraña y se percató entonces de que siempre había venido a la isla en pleno verano. No estaba habituada a la forma en que se proyectaba la luz primaveral, dibujando sombras sobre el agua.
Cerrando los ojos podía ver a Niall —al verdadero—, joven, fuerte y sano, una criatura ágil y bella, tan irresistible y salvaje como un unicornio. ¿Cómo era posible que se hubiera resistido a él, aun habiendo sufrido el dolor de sus tormentos y sus bromas pesadas durante años? Aquel verano se había fijado en él, su tronco estaba al desnudo, bronceado, tenía la piel suave y llevaba únicamente unas deshilachadas bermudas vaqueras; había soñado con él.
Por aquel entonces sus conocimientos del sexo en general eran, por desgracia, insuficientes. Niall Horan había sido el centro de sus primeras fantasías románticas y de sus primeras fantasías eróticas propiamente dichas. Sus sueños sexuales eran idealistas y delicados, experiencias amorosas consistentes en besos en los labios y placeres incorpóreos. Le dieron escalofríos sólo de pensar en cuál habría sido su reacción de hacerse realidad esos sueños. Pero Niall había desaparecido, dándole a probar sólo un bocado de lo que era el sexo en realidad, y dejándola más desorientada y vulnerable que nunca. Niall estuvo rodeado de un montón de chicas mayores que ella y más listas, nunca necesitó echar mano de la familia. Así que, de haberse quedado, de haber seguido con vida, probablemente no habría vuelto a tocarla.
Aunque de hecho Niall y ella no eran parientes, se recordó ________. Ella no pertenecía a nada ni a nadie, ni tan siquiera a Niall Horan.
Trató de evocar la espléndida belleza del joven desaparecido, pero el intruso luchaba por hacerse un hueco en su imaginación. En lugar de ver el lozano rostro adusto y sexy de Niall, veía únicamente al impostor de elegantes ojos y cauta belleza.
A lo mejor era un actor que alguien había contratado con el fin de dejar sin dinero a Sally. A lo mejor había sido contratado por motivos más altruistas: para permitir que SaIly viviera con serenidad sus últimos días, semanas y meses; para que pudiera morir en paz junto a su querido y añorado hijo.
Ni siquiera ________ podía poner pega alguna a semejante motivo. Ella misma habría hecho lo que fuera para facilitarle las cosas a Sally, desde mentir y robar hasta soportar a un impostor peligrosamente seductor; pero por alguna razón no acababa de creerse que la llegada de ese hombre obedeciese a causas altruistas.
Niall debía tener algún aliado cercano a la familia, alguien que estuviera al corriente de los trapos sucios de la casa, de la disposición de las fincas, de las discusiones que había entre los hermanos Horan, de los recuerdos y secretos familiares. Era lo bastante listo, sutil y caradura para intentar salir airoso de esta farsa, no obstante necesitaba ayuda. En las novelas románticas o de detectives todo era siempre perfecto, pero en la vida real era casi imposible hacerse pasar con éxito por otra persona.
Por mucho que hubiera engañado al resto de los Horan, a ella no lograría convencerla. Incluso el paranoico de Warren le había aceptado sin apenas rechistar, lo que indicaba que el impostor hacía su trabajo tremendamente bien.
¿Le habría creído de no haber visto morir al verdadero Niall? Quería pensar que no, que se habría dado cuenta de inmediato, instintivamente, de que ése no era el mismo hombre que la había hecho amar y llorar en su adolescencia, y que ahora regresaba para atormentarla.
Salvo por un detalle, despertaba en ella las mismas emociones que el auténtico Niall: rabia, frustración y una fascinación abrumadora e involuntaria.
—¿En qué estás pensando?
No le había oído volver. Llevaba la bolsa de viaje de ________ en una mano y una bolsa con comida en la otra.
Se incorporó para verle llegar por el sendero.
—En que vendrías con cualquier tipo de excusa para retenerme en la isla.
—Lo cierto es que me hubiera encantado tener la casa para mí solo durante veinticuatro horas, sin nadie vigilándome o acechándome como un halcón, esperando la ocasión de hacerme la zancadilla —dijo amablemente—. Por desgracia, no sale ningún avión esta noche y todos los hoteles, moteles y pensiones de la isla están cerrados o están llenos.
—¿Así que todos, eh? —preguntó ________ sin ocultar su incredulidad.
Niall subió hasta el último peldaño de las escaleras y dejó la bolsa de ________ en el suelo.
—Casi todos. Hay un par de habitaciones libres en la taberna Red Cow, pero creo que estarás mejor aquí; la casa es tan grande que no será preciso que nos veamos hasta mañana por la mañana.
—¿Y qué haremos sin agua y sin luz? En invierno siempre se cierran las tuberías. —Pensó que Niall mascullaría palabras de disculpa.
No lo hizo.
—Constanza me dijo que enviaría a alguien a conectarlo todo y traer algunas provisiones.
________ tenía que haberse imaginado que no sería fácil pillarle.
—¿Y qué llevas en esa bolsa?
—La cena. Siempre y cuando puedas soportar mi presencia un rato más mientras comemos.
Sabía lo que había en esa bolsa; podía olerlo. Hacía más de doce años que no tomaba las almejas fritas que hacían en la taberna, pero su aroma era inconfundible.
Niall era el único miembro de la familia que también tenía debilidad por esas almejas. Justo dos días antes de desaparecer se presentó de madrugada en su habitación con una bolsa repleta hasta arriba de grasientas almejas y un puñado de patatas fritas, y la incitó a darse juntos un banquete, en silencio y sentados contemplando la cala desde el tejado.
—¿Cuándo fue la última vez que comiste almejas fritas, ________? —le preguntó—¿Almejas grandes y frescas, de ésas que harían vomitar a George?
Cualquiera podía haberle dicho eso de George, pero era imposible que supiera lo del banquete de almejas, no lo sabía nadie más que Niall y ella.
Entonces se dio cuenta de que tenía hambre, el hambre suficiente como para comer almejas fritas con él, como para dejarse interrogar. Ya encontraría otras tácticas y ocasiones para llevarle a su terreno. Además, con esa actitud hostil que mostraba no llegaría a ninguna parte; tal vez mostrándose un poco más simpática conseguiría que cayera en la trampa.
—Hay cerveza en la nevera —comentó calmada—. Iré a coger un par de platos y cubiertos...
—No te molestes —replicó él—. ¿Por qué no subimos al tejado del porche y comemos esto con los dedos? No hay ningún Horan a la vista para llamarnos la atención.
________ sintió que se le congelaba la cara. Era imposible que supiera eso, a menos que Niall Horan hubiera resucitado, a menos que aquel día alguien les hubiera estado observando y escuchando.
A estas alturas no iba a empezar a dudar de sí misma. Carecía de importancia que la mirada de ese hombre fuera idéntica a la de Niall Horan, que su sonrisa fuera igual de sensual, que supiera cosas que nadie podía saber.
Y sobre todo, carecía de importancia que por su culpa ________ se sintiera indignada, confusa e irracionalmente nostálgica.
Niall Horan estaba muerto, y ese hombre tan atractivo era un embustero.
—Me parece buena idea —respondió al cabo de un instante. Con disimulado recelo, le dedicó una sonrisa forzada.
________ inspeccionó la bolsa que Niall había colocado junto a la puerta de la entrada. Su ropa era de buena calidad pero estaba gastada. Era evidente que no había invertido dienro en un nuevo vestuario como parte de su plan de caracterización. Llevaba calzoncillos de seda, una maquinilla de afeitar desechable y un frasco de aspirinas. También había condones.
Cerró la cremallera de la bolsa y la apartó de su lado con cara de asco. Los tejanos eran americanos, las camisetas francesas y el paracetamol de las aspirinas inglés. Tal vez él no había viajado tanto como afirmaba, pero desde luego sus posesiones sí.
Anduvo por la parte posterior de la mansión, atravesando el comedor y el cuartito del mayordomo hasta llegar a la cocina, grande y anticuada. Constanza se había negado rotundamente a que Sally la renovara, alegando que le gustaba el estilo antiguo. El enorme fregadero de hierro seguía estando separado del resto y la vieja nevera emitía un ligero zumbido. ________ no tardó mucho en comprender a qué se debía aquel zumbido.
La nevera estaba enchufada y llena. Había fruta fresca, granos de café, crema de leche, zumo de naranja y un paquete de seis botellas de la cerveza negra favorita de Niall.
Cerró la puerta de un golpe y fue hasta el fregadero. El agua, que en invierno siempre se cerraba, salía a borbotones.
La línea de teléfono estaba cortada —al menos Niall no había mentido al respecto, aunque en el jeep tenía un teléfono móvil—; podría haber buscado un modo de salir de la isla sin necesidad de irse.
Volvió al salón principal y se dejó caer en una de las sillas cubiertas con fundas de hilo. La luz le pareció extraña y se percató entonces de que siempre había venido a la isla en pleno verano. No estaba habituada a la forma en que se proyectaba la luz primaveral, dibujando sombras sobre el agua.
Cerrando los ojos podía ver a Niall —al verdadero—, joven, fuerte y sano, una criatura ágil y bella, tan irresistible y salvaje como un unicornio. ¿Cómo era posible que se hubiera resistido a él, aun habiendo sufrido el dolor de sus tormentos y sus bromas pesadas durante años? Aquel verano se había fijado en él, su tronco estaba al desnudo, bronceado, tenía la piel suave y llevaba únicamente unas deshilachadas bermudas vaqueras; había soñado con él.
Por aquel entonces sus conocimientos del sexo en general eran, por desgracia, insuficientes. Niall Horan había sido el centro de sus primeras fantasías románticas y de sus primeras fantasías eróticas propiamente dichas. Sus sueños sexuales eran idealistas y delicados, experiencias amorosas consistentes en besos en los labios y placeres incorpóreos. Le dieron escalofríos sólo de pensar en cuál habría sido su reacción de hacerse realidad esos sueños. Pero Niall había desaparecido, dándole a probar sólo un bocado de lo que era el sexo en realidad, y dejándola más desorientada y vulnerable que nunca. Niall estuvo rodeado de un montón de chicas mayores que ella y más listas, nunca necesitó echar mano de la familia. Así que, de haberse quedado, de haber seguido con vida, probablemente no habría vuelto a tocarla.
Aunque de hecho Niall y ella no eran parientes, se recordó ________. Ella no pertenecía a nada ni a nadie, ni tan siquiera a Niall Horan.
Trató de evocar la espléndida belleza del joven desaparecido, pero el intruso luchaba por hacerse un hueco en su imaginación. En lugar de ver el lozano rostro adusto y sexy de Niall, veía únicamente al impostor de elegantes ojos y cauta belleza.
A lo mejor era un actor que alguien había contratado con el fin de dejar sin dinero a Sally. A lo mejor había sido contratado por motivos más altruistas: para permitir que SaIly viviera con serenidad sus últimos días, semanas y meses; para que pudiera morir en paz junto a su querido y añorado hijo.
Ni siquiera ________ podía poner pega alguna a semejante motivo. Ella misma habría hecho lo que fuera para facilitarle las cosas a Sally, desde mentir y robar hasta soportar a un impostor peligrosamente seductor; pero por alguna razón no acababa de creerse que la llegada de ese hombre obedeciese a causas altruistas.
Niall debía tener algún aliado cercano a la familia, alguien que estuviera al corriente de los trapos sucios de la casa, de la disposición de las fincas, de las discusiones que había entre los hermanos Horan, de los recuerdos y secretos familiares. Era lo bastante listo, sutil y caradura para intentar salir airoso de esta farsa, no obstante necesitaba ayuda. En las novelas románticas o de detectives todo era siempre perfecto, pero en la vida real era casi imposible hacerse pasar con éxito por otra persona.
Por mucho que hubiera engañado al resto de los Horan, a ella no lograría convencerla. Incluso el paranoico de Warren le había aceptado sin apenas rechistar, lo que indicaba que el impostor hacía su trabajo tremendamente bien.
¿Le habría creído de no haber visto morir al verdadero Niall? Quería pensar que no, que se habría dado cuenta de inmediato, instintivamente, de que ése no era el mismo hombre que la había hecho amar y llorar en su adolescencia, y que ahora regresaba para atormentarla.
Salvo por un detalle, despertaba en ella las mismas emociones que el auténtico Niall: rabia, frustración y una fascinación abrumadora e involuntaria.
—¿En qué estás pensando?
No le había oído volver. Llevaba la bolsa de viaje de ________ en una mano y una bolsa con comida en la otra.
Se incorporó para verle llegar por el sendero.
—En que vendrías con cualquier tipo de excusa para retenerme en la isla.
—Lo cierto es que me hubiera encantado tener la casa para mí solo durante veinticuatro horas, sin nadie vigilándome o acechándome como un halcón, esperando la ocasión de hacerme la zancadilla —dijo amablemente—. Por desgracia, no sale ningún avión esta noche y todos los hoteles, moteles y pensiones de la isla están cerrados o están llenos.
—¿Así que todos, eh? —preguntó ________ sin ocultar su incredulidad.
Niall subió hasta el último peldaño de las escaleras y dejó la bolsa de ________ en el suelo.
—Casi todos. Hay un par de habitaciones libres en la taberna Red Cow, pero creo que estarás mejor aquí; la casa es tan grande que no será preciso que nos veamos hasta mañana por la mañana.
—¿Y qué haremos sin agua y sin luz? En invierno siempre se cierran las tuberías. —Pensó que Niall mascullaría palabras de disculpa.
No lo hizo.
—Constanza me dijo que enviaría a alguien a conectarlo todo y traer algunas provisiones.
________ tenía que haberse imaginado que no sería fácil pillarle.
—¿Y qué llevas en esa bolsa?
—La cena. Siempre y cuando puedas soportar mi presencia un rato más mientras comemos.
Sabía lo que había en esa bolsa; podía olerlo. Hacía más de doce años que no tomaba las almejas fritas que hacían en la taberna, pero su aroma era inconfundible.
Niall era el único miembro de la familia que también tenía debilidad por esas almejas. Justo dos días antes de desaparecer se presentó de madrugada en su habitación con una bolsa repleta hasta arriba de grasientas almejas y un puñado de patatas fritas, y la incitó a darse juntos un banquete, en silencio y sentados contemplando la cala desde el tejado.
—¿Cuándo fue la última vez que comiste almejas fritas, ________? —le preguntó—¿Almejas grandes y frescas, de ésas que harían vomitar a George?
Cualquiera podía haberle dicho eso de George, pero era imposible que supiera lo del banquete de almejas, no lo sabía nadie más que Niall y ella.
Entonces se dio cuenta de que tenía hambre, el hambre suficiente como para comer almejas fritas con él, como para dejarse interrogar. Ya encontraría otras tácticas y ocasiones para llevarle a su terreno. Además, con esa actitud hostil que mostraba no llegaría a ninguna parte; tal vez mostrándose un poco más simpática conseguiría que cayera en la trampa.
—Hay cerveza en la nevera —comentó calmada—. Iré a coger un par de platos y cubiertos...
—No te molestes —replicó él—. ¿Por qué no subimos al tejado del porche y comemos esto con los dedos? No hay ningún Horan a la vista para llamarnos la atención.
________ sintió que se le congelaba la cara. Era imposible que supiera eso, a menos que Niall Horan hubiera resucitado, a menos que aquel día alguien les hubiera estado observando y escuchando.
A estas alturas no iba a empezar a dudar de sí misma. Carecía de importancia que la mirada de ese hombre fuera idéntica a la de Niall Horan, que su sonrisa fuera igual de sensual, que supiera cosas que nadie podía saber.
Y sobre todo, carecía de importancia que por su culpa ________ se sintiera indignada, confusa e irracionalmente nostálgica.
Niall Horan estaba muerto, y ese hombre tan atractivo era un embustero.
—Me parece buena idea —respondió al cabo de un instante. Con disimulado recelo, le dedicó una sonrisa forzada.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 7 (PARTE 2)
La luna se elevaba al otro lado de la cala, dejando un sendero de iridiscente luz plateada sobre el agua. Los envases vacíos de la cena estaban esparcidos por la superficie lisa del tejado del porche, y ________ dobló las piernas y las acercó a su pecho, abrazándolas, mientras contemplaba la noche.
Aunque no era muy tarde —a partir de la semana siguiente los días serían más largos—, la noche ya se cernía sobre ellos, mecida por una brisa suave. Un recuerdo de la nieve que se derretía cubriendo las colinas de Vermont.
—Creo que no me encuentro muy bien —comentó ________ con suma tranquilidad—. No estoy acostumbrada a tomar tanta grasa.
Niall estaba apoyado contra el tejado con las piernas estiradas sobre las tejas, una cerveza en una mano y una tenue sonrisa en su rostro iluminado por la luna.
—No estás acostumbrada a dar rienda suelta a tus apetitos, ________. La grasa del crustáceo es una de las maravillas de la naturaleza. Y casi no has bebido cerveza. ¿Tampoco bebes?
—No demasiado.
—Tú sólo ingieres tranquilizantes y rezas para que me vaya, ¿verdad?
________ no se molestó en negarlo. La comida le había caído en el estómago como una bomba, mucho más agradable de lo que estaba dispuesta a admitir, la cerveza importada era fuerte y sabía mucho a levadura, y la fragancia del océano la envolvía. Se sentía incómoda, inquieta, extrañamente amenazada.
—Pues no me iré, ________.
—Ya lo hiciste una vez.
—¿Estas reconociendo que existe la posibilidad de que yo sea realmente Niall Horan? —preguntó Niall con dejadez.
—No. Simplemente no quiero pensar en eso esta noche.
—¡Qué sensibilidad! —exclamó Niall—Porque eres una mujer sensible, ¿no? Leal, inteligente, simpática y de fiar.
—El mejor amigo del hombre —añadió ella—. Me estás definiendo como a un perrito faldero.
—Sólo que creo que además tienes una vena de malicia ________ esbozó una sonrisa.
—Ningún miembro de la familia coincidiría contigo en esto último.
—A lo mejor no te conocen tan bien como yo. —le miró, sin salir de su asombro.
—¡Qué cara más dura tienes! ¿Crees realmente que me conoces mejor que todos los que me han rodeado durante los últimos dieciocho años?
—________, ellos no te miran de verdad, no te escuchan, no pierden ni un minuto pensando en ti. No eres más que un mueble para ellos.
—Es posible —afirmó ella, que se negaba a morder el anzuelo.
—En cambio yo sí pienso en ti, y te miro cada vez que tengo oportunidad.
—Claro, y si me consideraras un mueble, probablemente sería una cama.
Niall echó la cabeza hacia atrás y se rió; un sonido suave y tibio en el aire de la noche.
—¿Verdad que nadie más ve esa parte de ti?
—Es que nadie más me amenaza.
—¿Por qué me ves como una amenaza? ¿Qué temes que te quite? ¿Crees que ocuparé tu lugar en el corazón de Sally? ¿Que ya no te necesita porque su hijo ha vuelto?
Eso era justamente lo que la asustaba, y hubiera sido capaz de tirarse por el tejado antes que admitirlo.
—Corta el rollo —le interrumpió con sequedad.
—No te preocupes. Lo cierto es que el corazón de Sally tiene sus limitaciones, pero creo que habrá sitio para los dos.
—No estoy preocupada —replicó, mintiendo—. Estoy cansada, me voy a dormir. Quiero volver en el primer ferry de la mañana.
—Ya he reservado dos plazas. Deduje que no querrías levantarte tarde.
—Muy buena deducción. —Se puso de rodillas y pasó junto a él a gatas hacia la ventana abierta que daba a la habitación—Hasta mañana.
Debería haberse imaginado que no le sería tan fácil escapar. Niall tapó la ventana con un brazo, impidiéndole el paso, y ella se puso en cuclillas y le miró, su silencio era glacial.
—Contéstame a una pregunta, ________ —le pidió—. Si no comes, no bebes y no tienes relaciones sexuales, ¿cómo te diviertes?
—Como cosas sanas, bebo con moderación y tengo relaciones sexuales cuando encuentro a alguien con quien merezca la pena acostarse —contestó, desafiante.
—Pero pones el listón demasiado alto, ¿verdad? ¿Hace cuánto que no conoces a alguien a cuyos encantos no pudieras resistirte?
—Aún no he conocido a nadie así.
«Mentira», gritó su cerebro. Niall apartó el brazo de la ventana, sin obstruirle ya el paso, pero en su lugar alargó la mano y le tocó la cara. ________ tenía la piel fría y notaba sus dedos calientes acariciándole la mejilla hasta llegar a su pelo, enredado por la brisa. No se movió, le daba miedo oponerle resistencia y que un forcejeo precipitara algo incontrolable.
—Me miras como si fuera un violador —dijo. Su voz le llegó a ________ como un leve susurro mientras con el dedo pulgar le acariciaba suavemente los labios—. Ni que estuvieras ante un asesino.
—¿Lo eres? —Su pregunta fue bruscamente acallada.
—No, no lo soy. Ni lo uno ni lo otro —respondió—¿Me dejas besarte?
—¿Puedo impedirlo?
—No.
________ no se resistió cuando Niall la atrajo hacia sí para unir sus bocas. Se dijo a sí misma que no debía oponerse; que quería comparar ese beso con el que sin duda alguna había sido el más significativo de su vida, el que le dio Niall Horan en su habitación la noche en que murió; que sentía curiosidad, que...
La boca abierta de Niall estaba caliente, húmeda, era inesperadamente familiar. Asustada, intentó apartarse, pero cayó sobre él tras perder el equilibrio.
Durante unos instantes tuvo la impresión de estar a punto de irse tejado abajo precipitándose sobre el suelo de cemento, pero Niall la sujetó sin apenas esfuerzo y la puso sobre sus piernas, abrazándola con todo el cuerpo y meciéndola en su regazo.
—Así está mejor —murmuró él—. Empecemos de nuevo.
—No quiero... —Le sostuvo la cara con las manos al besarla, y las palabras quedaron atrapadas entre sus bocas. ________ no trató de deshacerse de él; permaneció sentada sobre su regazo, dejándose abrazar y besar. A pesar de la inquietante proximidad de Niall, cerró los ojos bajo la luz de la luna y sencillamente dejó que la besara.
No es que se pareciera al momento desesperado y sobrecogedor que había vivido en esta misma casa dieciocho años antes, es que era idéntico.
La boca de Niall se abría sobre la suya y cuando usó la lengua, ________ no se apartó atemorizada. No quería respirar, no quería respirar el aliento de su boca, pero no pudo evitarlo. Niall no la besó directamente, jugueteó primero con sus labios, mordisqueándolos lentamente, como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. Deslizó una mano por su cuello y la puso sobre su pecho con tal seguridad y naturalidad que ella casi ni se enteró. Besó el extremo de su boca y le pasó la lengua por el labio inferior, y de pronto retrocedió un par de centímetros.
—Noto los fuertes latidos de tu corazón —le susurró—¿Vas a devolverme el beso?
—No.
Niall se rió suavemente.
—Entonces me temo que tendré que dejar que te marches.
________ tardó unos segundos en registrar sus palabras, en darse cuenta de que no volvería a besarla. La mano de Niall aún le cubría el pecho, aún sentía cómo le latía el corazón contra su piel, pero éste no dio un paso más. Se limitó a observarla con impasible curiosidad, su boca, abierta y sexy, seguía estando húmeda.
Ella se percató, con repentina consternación, de que no quería
moverse. Notaba el cuerpo fuerte y caliente de Niall envolviendo el suyo, y le sentía erguido bajo sus caderas. A pesar de la expresión de serenidad de su rostro, él la deseaba, la deseaba ardientemente, pero no pensaba hacer nada más al respecto.
Gracias a Dios, se dijo a sí misma, sin moverse. Gracias a Dios no la besaría otra vez, ni le metería la mano en el sujetador de lencería fina para tocarla. Gracias a Dios no la haría entrar en casa ni la tumbaría en la cama de matrimonio, donde él había pasado su adolescencia, para hacerle aquello que ella había soñado cuando no podía controlar sus sueños.
No era él. Por mucho que sus ojos azules y rasgados le recordaran los de Niall, por mucho que su boca fuera irresistiblemente sexy, por mucho que la hiciera sentir condenadamente vulnerable, ese hombre no era Niall Horan; algo que ________ no debía olvidar.
Se alejó de él a gatas en dirección a la ventana abierta, prácticamente cayendo sobre el suelo de la habitación, en la que en su día había dormido Niall. Él no fue tras ella, simplemente se recostó en el tejado del porche y contempló el cielo.
________ sentía todavía el sabor de su boca, su mano cubriéndole el pecho; le sentía a él, rodeándola, invadiéndola.
—Huye si quieres, ________ —dijo marcando un tanto a su favor—. No pienso ir a buscarte.
—Huir es tu estilo.
—Tal vez —replicó—. Siempre que yo sea el verdadero Niall Horan.
La ventana de la habitación tenía pestillo; ________ podría haberlo echado dejando que Niall pasara la noche al aire libre. Ahora hacía frío, pero refrescaría mucho más antes del amanecer.
Ya no era ninguna niña. Era una mujer adulta, madura, inmune a los berrinches, inmune al insidioso efecto que el impostor ponía tanto empeño en tener sobre ella.
—A estas alturas ya me importa realmente un comino quién seas —comentó ________, cansada.
—¡Seguro que sí! —exclamó él. Al oír el tono jocoso de su voz, ________ cerró la ventana de golpe.
____________________________________________________________
Bueno, por fin se han besado jajaja. Mañana acabaré de subir el capítulo, COMENTAAAD!! :) :(L):
La luna se elevaba al otro lado de la cala, dejando un sendero de iridiscente luz plateada sobre el agua. Los envases vacíos de la cena estaban esparcidos por la superficie lisa del tejado del porche, y ________ dobló las piernas y las acercó a su pecho, abrazándolas, mientras contemplaba la noche.
Aunque no era muy tarde —a partir de la semana siguiente los días serían más largos—, la noche ya se cernía sobre ellos, mecida por una brisa suave. Un recuerdo de la nieve que se derretía cubriendo las colinas de Vermont.
—Creo que no me encuentro muy bien —comentó ________ con suma tranquilidad—. No estoy acostumbrada a tomar tanta grasa.
Niall estaba apoyado contra el tejado con las piernas estiradas sobre las tejas, una cerveza en una mano y una tenue sonrisa en su rostro iluminado por la luna.
—No estás acostumbrada a dar rienda suelta a tus apetitos, ________. La grasa del crustáceo es una de las maravillas de la naturaleza. Y casi no has bebido cerveza. ¿Tampoco bebes?
—No demasiado.
—Tú sólo ingieres tranquilizantes y rezas para que me vaya, ¿verdad?
________ no se molestó en negarlo. La comida le había caído en el estómago como una bomba, mucho más agradable de lo que estaba dispuesta a admitir, la cerveza importada era fuerte y sabía mucho a levadura, y la fragancia del océano la envolvía. Se sentía incómoda, inquieta, extrañamente amenazada.
—Pues no me iré, ________.
—Ya lo hiciste una vez.
—¿Estas reconociendo que existe la posibilidad de que yo sea realmente Niall Horan? —preguntó Niall con dejadez.
—No. Simplemente no quiero pensar en eso esta noche.
—¡Qué sensibilidad! —exclamó Niall—Porque eres una mujer sensible, ¿no? Leal, inteligente, simpática y de fiar.
—El mejor amigo del hombre —añadió ella—. Me estás definiendo como a un perrito faldero.
—Sólo que creo que además tienes una vena de malicia ________ esbozó una sonrisa.
—Ningún miembro de la familia coincidiría contigo en esto último.
—A lo mejor no te conocen tan bien como yo. —le miró, sin salir de su asombro.
—¡Qué cara más dura tienes! ¿Crees realmente que me conoces mejor que todos los que me han rodeado durante los últimos dieciocho años?
—________, ellos no te miran de verdad, no te escuchan, no pierden ni un minuto pensando en ti. No eres más que un mueble para ellos.
—Es posible —afirmó ella, que se negaba a morder el anzuelo.
—En cambio yo sí pienso en ti, y te miro cada vez que tengo oportunidad.
—Claro, y si me consideraras un mueble, probablemente sería una cama.
Niall echó la cabeza hacia atrás y se rió; un sonido suave y tibio en el aire de la noche.
—¿Verdad que nadie más ve esa parte de ti?
—Es que nadie más me amenaza.
—¿Por qué me ves como una amenaza? ¿Qué temes que te quite? ¿Crees que ocuparé tu lugar en el corazón de Sally? ¿Que ya no te necesita porque su hijo ha vuelto?
Eso era justamente lo que la asustaba, y hubiera sido capaz de tirarse por el tejado antes que admitirlo.
—Corta el rollo —le interrumpió con sequedad.
—No te preocupes. Lo cierto es que el corazón de Sally tiene sus limitaciones, pero creo que habrá sitio para los dos.
—No estoy preocupada —replicó, mintiendo—. Estoy cansada, me voy a dormir. Quiero volver en el primer ferry de la mañana.
—Ya he reservado dos plazas. Deduje que no querrías levantarte tarde.
—Muy buena deducción. —Se puso de rodillas y pasó junto a él a gatas hacia la ventana abierta que daba a la habitación—Hasta mañana.
Debería haberse imaginado que no le sería tan fácil escapar. Niall tapó la ventana con un brazo, impidiéndole el paso, y ella se puso en cuclillas y le miró, su silencio era glacial.
—Contéstame a una pregunta, ________ —le pidió—. Si no comes, no bebes y no tienes relaciones sexuales, ¿cómo te diviertes?
—Como cosas sanas, bebo con moderación y tengo relaciones sexuales cuando encuentro a alguien con quien merezca la pena acostarse —contestó, desafiante.
—Pero pones el listón demasiado alto, ¿verdad? ¿Hace cuánto que no conoces a alguien a cuyos encantos no pudieras resistirte?
—Aún no he conocido a nadie así.
«Mentira», gritó su cerebro. Niall apartó el brazo de la ventana, sin obstruirle ya el paso, pero en su lugar alargó la mano y le tocó la cara. ________ tenía la piel fría y notaba sus dedos calientes acariciándole la mejilla hasta llegar a su pelo, enredado por la brisa. No se movió, le daba miedo oponerle resistencia y que un forcejeo precipitara algo incontrolable.
—Me miras como si fuera un violador —dijo. Su voz le llegó a ________ como un leve susurro mientras con el dedo pulgar le acariciaba suavemente los labios—. Ni que estuvieras ante un asesino.
—¿Lo eres? —Su pregunta fue bruscamente acallada.
—No, no lo soy. Ni lo uno ni lo otro —respondió—¿Me dejas besarte?
—¿Puedo impedirlo?
—No.
________ no se resistió cuando Niall la atrajo hacia sí para unir sus bocas. Se dijo a sí misma que no debía oponerse; que quería comparar ese beso con el que sin duda alguna había sido el más significativo de su vida, el que le dio Niall Horan en su habitación la noche en que murió; que sentía curiosidad, que...
La boca abierta de Niall estaba caliente, húmeda, era inesperadamente familiar. Asustada, intentó apartarse, pero cayó sobre él tras perder el equilibrio.
Durante unos instantes tuvo la impresión de estar a punto de irse tejado abajo precipitándose sobre el suelo de cemento, pero Niall la sujetó sin apenas esfuerzo y la puso sobre sus piernas, abrazándola con todo el cuerpo y meciéndola en su regazo.
—Así está mejor —murmuró él—. Empecemos de nuevo.
—No quiero... —Le sostuvo la cara con las manos al besarla, y las palabras quedaron atrapadas entre sus bocas. ________ no trató de deshacerse de él; permaneció sentada sobre su regazo, dejándose abrazar y besar. A pesar de la inquietante proximidad de Niall, cerró los ojos bajo la luz de la luna y sencillamente dejó que la besara.
No es que se pareciera al momento desesperado y sobrecogedor que había vivido en esta misma casa dieciocho años antes, es que era idéntico.
La boca de Niall se abría sobre la suya y cuando usó la lengua, ________ no se apartó atemorizada. No quería respirar, no quería respirar el aliento de su boca, pero no pudo evitarlo. Niall no la besó directamente, jugueteó primero con sus labios, mordisqueándolos lentamente, como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. Deslizó una mano por su cuello y la puso sobre su pecho con tal seguridad y naturalidad que ella casi ni se enteró. Besó el extremo de su boca y le pasó la lengua por el labio inferior, y de pronto retrocedió un par de centímetros.
—Noto los fuertes latidos de tu corazón —le susurró—¿Vas a devolverme el beso?
—No.
Niall se rió suavemente.
—Entonces me temo que tendré que dejar que te marches.
________ tardó unos segundos en registrar sus palabras, en darse cuenta de que no volvería a besarla. La mano de Niall aún le cubría el pecho, aún sentía cómo le latía el corazón contra su piel, pero éste no dio un paso más. Se limitó a observarla con impasible curiosidad, su boca, abierta y sexy, seguía estando húmeda.
Ella se percató, con repentina consternación, de que no quería
moverse. Notaba el cuerpo fuerte y caliente de Niall envolviendo el suyo, y le sentía erguido bajo sus caderas. A pesar de la expresión de serenidad de su rostro, él la deseaba, la deseaba ardientemente, pero no pensaba hacer nada más al respecto.
Gracias a Dios, se dijo a sí misma, sin moverse. Gracias a Dios no la besaría otra vez, ni le metería la mano en el sujetador de lencería fina para tocarla. Gracias a Dios no la haría entrar en casa ni la tumbaría en la cama de matrimonio, donde él había pasado su adolescencia, para hacerle aquello que ella había soñado cuando no podía controlar sus sueños.
No era él. Por mucho que sus ojos azules y rasgados le recordaran los de Niall, por mucho que su boca fuera irresistiblemente sexy, por mucho que la hiciera sentir condenadamente vulnerable, ese hombre no era Niall Horan; algo que ________ no debía olvidar.
Se alejó de él a gatas en dirección a la ventana abierta, prácticamente cayendo sobre el suelo de la habitación, en la que en su día había dormido Niall. Él no fue tras ella, simplemente se recostó en el tejado del porche y contempló el cielo.
________ sentía todavía el sabor de su boca, su mano cubriéndole el pecho; le sentía a él, rodeándola, invadiéndola.
—Huye si quieres, ________ —dijo marcando un tanto a su favor—. No pienso ir a buscarte.
—Huir es tu estilo.
—Tal vez —replicó—. Siempre que yo sea el verdadero Niall Horan.
La ventana de la habitación tenía pestillo; ________ podría haberlo echado dejando que Niall pasara la noche al aire libre. Ahora hacía frío, pero refrescaría mucho más antes del amanecer.
Ya no era ninguna niña. Era una mujer adulta, madura, inmune a los berrinches, inmune al insidioso efecto que el impostor ponía tanto empeño en tener sobre ella.
—A estas alturas ya me importa realmente un comino quién seas —comentó ________, cansada.
—¡Seguro que sí! —exclamó él. Al oír el tono jocoso de su voz, ________ cerró la ventana de golpe.
____________________________________________________________
Bueno, por fin se han besado jajaja. Mañana acabaré de subir el capítulo, COMENTAAAD!! :) :(L):
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 7 (PARTE 3)
Había mucho que decir sobre autodisciplina, pensó Niall, al tiempo que estiraba las piernas; sobre la fortaleza de carácter, y la habilidad que uno tiene de controlar los ataques de rabia. En este momento no se le ocurría nada en favor de tales virtudes, pero estaba convencido de que tarde o temprano se alegraría enormemente de saber dominarse.
Pensó en lo curiosas que le parecían las mujeres. Algunas eran increíblemente sexys, seguras de sí mismas y de su atractivo, apetitosas, liberadas e irresistibles. Ésa era la clase de mujeres que más le gustaban, afectuosas, cálidas, listas y divertidas. Mujeres con las que uno podía reírse, beber, dormir y hablar.
Y luego había mujeres como ________ Smith, porque daba por sentado que había otras mujeres como ella, aunque hasta la fecha había tenido la fortuna de no tropezarse con ninguna. ________ parecía no tener ni idea de que era exquisitamente guapa. En los pocos días que llevaba junto a ella no la había visto actuar con naturalidad ni una sola vez. No podía haberse vuelto una mujer reprimida y rígida por culpa de los Horan, no les importaba tanto como para que ejercieran tamaña influencia sobre ella; pero algo la había vuelto tan viva y desinhibida como una estatua.
Se preguntó si ________ se habría reído alguna vez, si sabía besar. No era virgen. La información que le había proporcionado Warren Horan era minuciosa, pero todo lo que sabía era que ella no se había permitido nunca amar a nadie más que a los malditos Horan; quienes no dudarían en darle la espalda, si así lo requiriesen sus intereses.
Había albergado la esperanza de conquistarla, de conseguir que bajara la guardia y le aceptara. Cuando menos pensaba que la haría abandonar su lucha armada. Estaba en juego algo muy serio con los verdaderos Horan para vivir la amenaza continua de una nefasta relación.
Aunque había sido una pérdida de tiempo, por lo menos la comprendía un poco mejor y sabía que sería inútil intentar que le creyera. No le creería, así de simple.
Esbozó una sonrisa mientras contemplaba la negra noche. No había nada imposible, especialmente tratándose de sexo. Todo dependía de la cantidad de energía que estuviera dispuesto a invertir con relación al beneficio a obtener. Aun queriendo, ________ Smith no causaría demasiados problemas. Su preocupación por Sally estaba por encima de su sentido de la justicia. No desbarataría su elaborado plan a no ser que viera en peligro la integridad de Sally. En realidad no era necesario acostarse con ella para asegurarse de que no supusiera ninguna amenaza.
Sin embargo, obtendría algo muy tangible si la seducía. El caso era que, cada vez que la miraba, cada vez que oía su voz dulce y clara, que olía su perfume puro y con aroma a flores, su lujuria se desbordaba. Quería hacerla enloquecer. Quería ver qué aspecto tenía «doña recatada» con el pelo suelto y desordenado y sus gélidos ojos encendidos de pasión. Quería ver qué cuerpo se escondía bajo esa aburrida ropa. Quería probar su piel.
Oyó el ligero crujido que emitían los peldaños de la escalera; sus oídos estaban más que acostumbrados a los ruidos de la noche. Después de todo ________ no se había acostado, salvo que pensara dormir en la habitación de la planta de abajo, cosa que dudaba, ya que ésa siempre había sido la suite de Sally, una suite inmensa, y tenía la impresión de que ________ jamás se atrevería a utilizarla, por mucho que Sally es tuviera ausente y ella quisiera alejarse de él todo lo que pudiera.
________ estaba procurando ser lo más sigilosa posible, pero no era muy ducha en moverse a hurtadillas. Niall escuchó el sonido casi imperceptible de una puerta abriéndose debajo de él, y se quedó quieto. Cualquier persona con sentido común habría utilizado la escalera de atrás, la puerta de servicio. A no ser que quisiera ser escuchada, que quisiera que la siguieran.
Niall tuvo sus dudas al respecto. ________, pese a haber vivido tan tos años entre los Horan, no estaba en absoluto acostumbrada a mentir y engañar. Era honesta y franca, justo todo lo contrario que él. Era sorprendente cómo la mera existencia de Niall la hacía perder los papeles.
La luz de la luna era algo menos intensa, pero eso no impidió que Niall viera a ________, con bastante claridad, caminando por el desierto sendero que había frente a la casa. Llevaba puesto un viejo jersey de algodón para resguardarse del frío, y cruzó la calle, sin mirar a la izquierda ni a la derecha, en dirección a Lighthouse Beach.
Caminaba a paso lento y decidido, era una mujer de firmes propósitos. No había ni un alma en la playa, la marea estaba baja, y un millo de algas y conchas cubría la arena. Anduvo hasta el borde del agua y su mirada se perdió en la negra inmensidad.
Niall no podía ver la expresión de su rostro; estaba demasiado lejos. Sólo veía su silueta esbelta y erguida, sus hombros estrechos y tensos, la postura resuelta de su cabeza. ¿Por qué motivo había ido a Lighthouse Beach? ¿Qué estaría recordando?
Tuvo la tentación de bajarse del tejado e ir tras ella; de agarrarle por los brazos y obligarla a que le contara con pelos y señales lo que había visto en esa playa desierta aquel lejano verano.
Sería una pérdida de tiempo. No conseguiría que se lo dijera, y si le ponía las manos encima acabaría besándola otra vez. Podía avivar sus dudas y objeciones con cierta facilidad, pero ¿de qué serviría?
Quiso averiguarlo. Descendió por la ventana, empezó a bajar las escaleras en penumbra y se quedó boquiabierto al constatar que ________ ya había regresado y que estaba entrando por la puerta, que abrió con fuerza.
—¿Qué tal tu paseo? —murmuró desde la escalera.
________ dio un brinco.
—¿Has estado espiándome?
—Cariño, recuerda que desde el tejado hay vistas a Lighthouse Beach —balbuceó—. ¿O se supone que tengo que desviar la mirada cuando alguien, silenciosamente, sale de la casa y pasea hasta allí como un alma extraviada?
—Tú ocúpate de tus asuntos, que yo ya me ocuparé de los míos.
—¿Qué estabas buscando? —Bajó un par de escalones. ________ permaneció inmóvil, pero Niall, a pesar de que el vestíbulo estaba a oscuras, pudo ver su mirada recelosa.
—¿Qué te hace pensar que buscaba algo? Necesitaba tomar el aire, y quería estar sola.
—Tenías el aspecto de alguien que visita un lugar sagrado —comentó él—. No, seré más preciso: de alguien que regresa a la escena de un crimen.
Había conseguido romper su glacial tranquilidad.
—¿Qué has querido decir con eso? —preguntó ella.
—Exactamente lo que he dicho. ¿Ocurrió algo que sea digno de mención en aquella playa? ¿Perdiste tu virginidad a manos de algún semental de la zona en una calurosa noche de verano? ¿Qué fue lo que pasó?
________ volvía a mostrarse indiferente, había recuperado el equilibrio.
—Da la casualidad de que me gusta el mar —apuntó.
—En Vermont no hay mar ¿Por qué vives allí, pues?
—Porque Sally me necesita.
—No por mucho más tiempo.
—Entonces, volveré a vivir cerca del mar. Cuando haya muerto Sally —añadió ________, como si quisiera demostrarse a sí misma que podía pronunciar esas palabras en voz alta.
—¿Aquí?
—¡No! —le espetó, indignada.
—¿Te trae malos recuerdos? —insistió él.
—Los únicos malos recuerdos que tengo son de Niall Horan
—¿Y qué recuerdos son ésos, ________? —preguntó, forzándose a hablar en tono amable—¿Recuerdas la noche de mi huida? ¿Qué les dijiste a Sally y a todos?
Niall la miró a los ojos, y supo con certeza que estaba ocultando algo, algo relacionado con lo que había sucedido en aquella casa la noche en que Niall Horan, de diecisiete años, desapareció, e intuía que jamás se lo había confiado a nadie.
—Cuando me fui a la cama, Niall y Sally estaban discutiendo —declaró ella—. Por la mañana me desperté y él ya no estaba. Eso es todo lo que sé.
—Sally me dijo que te pusiste enferma justo después. Que te ingresaron en la clínica con neumonía y que incluso temieron por tu vida. Me dijo que no sabía si estaba más triste por mi desaparición o por tu enfermedad.
—Sufrió más por su hijo.
—¡Bah, pero si su hijo se había ido! Había huido como un consentido, como lo que en realidad era. En cambio tú sí que estabas, y cabía la posibilidad de que no superaras la enfermedad. ¿No crees que se preocupó más por ti? Al fin y al cabo, no tenía motivos para pensar que su hijo no siguiera con vida, debió de imaginarse que estaría por ahí, metiéndose en líos. Sin embargo tú estuviste en un tris de morir.
________ le miró, y no se tomó la molestia de disimular la rabia que había en sus ojos.
—No me morí —señaló—, pero no recuerdo muy bien lo que pasó aquella noche, no puedo decirte nada más. En primer lugar, no estuve allí; en segundo lugar, si no he recordado nada durante tantos años, dudo que vaya a recordar algo ahora.
Niall sonrió ligeramente con intención de inquietar a ________, pero ésta ni se inmutó. Era mucho más valiente que la silenciosa y pequeña mascota que había pasado su infancia a la sombra de los Horan. Warren la había infravalorado en exceso.
—¿Para qué has ido a Lighthouse Beach? —volvió a preguntarle Niall.
—Para estar lejos de ti —replicó ella; el aguijón fue insoportable.
Niall alargó el brazo y la cogió de la cintura acercándola a él, la apretó con más fuerza cuando ella trató de deshacerse de él. Por muchas ganas que tuviera, no volvería a besarla, como tampoco obtendría esa noche las respuestas que quería y necesitaba.
—¿Estás segura de que eso es lo que quieres? —le preguntó.
Pero antes de que Niall pudiera decir nada más, ________ ya se había soltado de un tirón y caminaba hacia la parte posterior de la casa.
Había mucho que decir sobre autodisciplina, pensó Niall, al tiempo que estiraba las piernas; sobre la fortaleza de carácter, y la habilidad que uno tiene de controlar los ataques de rabia. En este momento no se le ocurría nada en favor de tales virtudes, pero estaba convencido de que tarde o temprano se alegraría enormemente de saber dominarse.
Pensó en lo curiosas que le parecían las mujeres. Algunas eran increíblemente sexys, seguras de sí mismas y de su atractivo, apetitosas, liberadas e irresistibles. Ésa era la clase de mujeres que más le gustaban, afectuosas, cálidas, listas y divertidas. Mujeres con las que uno podía reírse, beber, dormir y hablar.
Y luego había mujeres como ________ Smith, porque daba por sentado que había otras mujeres como ella, aunque hasta la fecha había tenido la fortuna de no tropezarse con ninguna. ________ parecía no tener ni idea de que era exquisitamente guapa. En los pocos días que llevaba junto a ella no la había visto actuar con naturalidad ni una sola vez. No podía haberse vuelto una mujer reprimida y rígida por culpa de los Horan, no les importaba tanto como para que ejercieran tamaña influencia sobre ella; pero algo la había vuelto tan viva y desinhibida como una estatua.
Se preguntó si ________ se habría reído alguna vez, si sabía besar. No era virgen. La información que le había proporcionado Warren Horan era minuciosa, pero todo lo que sabía era que ella no se había permitido nunca amar a nadie más que a los malditos Horan; quienes no dudarían en darle la espalda, si así lo requiriesen sus intereses.
Había albergado la esperanza de conquistarla, de conseguir que bajara la guardia y le aceptara. Cuando menos pensaba que la haría abandonar su lucha armada. Estaba en juego algo muy serio con los verdaderos Horan para vivir la amenaza continua de una nefasta relación.
Aunque había sido una pérdida de tiempo, por lo menos la comprendía un poco mejor y sabía que sería inútil intentar que le creyera. No le creería, así de simple.
Esbozó una sonrisa mientras contemplaba la negra noche. No había nada imposible, especialmente tratándose de sexo. Todo dependía de la cantidad de energía que estuviera dispuesto a invertir con relación al beneficio a obtener. Aun queriendo, ________ Smith no causaría demasiados problemas. Su preocupación por Sally estaba por encima de su sentido de la justicia. No desbarataría su elaborado plan a no ser que viera en peligro la integridad de Sally. En realidad no era necesario acostarse con ella para asegurarse de que no supusiera ninguna amenaza.
Sin embargo, obtendría algo muy tangible si la seducía. El caso era que, cada vez que la miraba, cada vez que oía su voz dulce y clara, que olía su perfume puro y con aroma a flores, su lujuria se desbordaba. Quería hacerla enloquecer. Quería ver qué aspecto tenía «doña recatada» con el pelo suelto y desordenado y sus gélidos ojos encendidos de pasión. Quería ver qué cuerpo se escondía bajo esa aburrida ropa. Quería probar su piel.
Oyó el ligero crujido que emitían los peldaños de la escalera; sus oídos estaban más que acostumbrados a los ruidos de la noche. Después de todo ________ no se había acostado, salvo que pensara dormir en la habitación de la planta de abajo, cosa que dudaba, ya que ésa siempre había sido la suite de Sally, una suite inmensa, y tenía la impresión de que ________ jamás se atrevería a utilizarla, por mucho que Sally es tuviera ausente y ella quisiera alejarse de él todo lo que pudiera.
________ estaba procurando ser lo más sigilosa posible, pero no era muy ducha en moverse a hurtadillas. Niall escuchó el sonido casi imperceptible de una puerta abriéndose debajo de él, y se quedó quieto. Cualquier persona con sentido común habría utilizado la escalera de atrás, la puerta de servicio. A no ser que quisiera ser escuchada, que quisiera que la siguieran.
Niall tuvo sus dudas al respecto. ________, pese a haber vivido tan tos años entre los Horan, no estaba en absoluto acostumbrada a mentir y engañar. Era honesta y franca, justo todo lo contrario que él. Era sorprendente cómo la mera existencia de Niall la hacía perder los papeles.
La luz de la luna era algo menos intensa, pero eso no impidió que Niall viera a ________, con bastante claridad, caminando por el desierto sendero que había frente a la casa. Llevaba puesto un viejo jersey de algodón para resguardarse del frío, y cruzó la calle, sin mirar a la izquierda ni a la derecha, en dirección a Lighthouse Beach.
Caminaba a paso lento y decidido, era una mujer de firmes propósitos. No había ni un alma en la playa, la marea estaba baja, y un millo de algas y conchas cubría la arena. Anduvo hasta el borde del agua y su mirada se perdió en la negra inmensidad.
Niall no podía ver la expresión de su rostro; estaba demasiado lejos. Sólo veía su silueta esbelta y erguida, sus hombros estrechos y tensos, la postura resuelta de su cabeza. ¿Por qué motivo había ido a Lighthouse Beach? ¿Qué estaría recordando?
Tuvo la tentación de bajarse del tejado e ir tras ella; de agarrarle por los brazos y obligarla a que le contara con pelos y señales lo que había visto en esa playa desierta aquel lejano verano.
Sería una pérdida de tiempo. No conseguiría que se lo dijera, y si le ponía las manos encima acabaría besándola otra vez. Podía avivar sus dudas y objeciones con cierta facilidad, pero ¿de qué serviría?
Quiso averiguarlo. Descendió por la ventana, empezó a bajar las escaleras en penumbra y se quedó boquiabierto al constatar que ________ ya había regresado y que estaba entrando por la puerta, que abrió con fuerza.
—¿Qué tal tu paseo? —murmuró desde la escalera.
________ dio un brinco.
—¿Has estado espiándome?
—Cariño, recuerda que desde el tejado hay vistas a Lighthouse Beach —balbuceó—. ¿O se supone que tengo que desviar la mirada cuando alguien, silenciosamente, sale de la casa y pasea hasta allí como un alma extraviada?
—Tú ocúpate de tus asuntos, que yo ya me ocuparé de los míos.
—¿Qué estabas buscando? —Bajó un par de escalones. ________ permaneció inmóvil, pero Niall, a pesar de que el vestíbulo estaba a oscuras, pudo ver su mirada recelosa.
—¿Qué te hace pensar que buscaba algo? Necesitaba tomar el aire, y quería estar sola.
—Tenías el aspecto de alguien que visita un lugar sagrado —comentó él—. No, seré más preciso: de alguien que regresa a la escena de un crimen.
Había conseguido romper su glacial tranquilidad.
—¿Qué has querido decir con eso? —preguntó ella.
—Exactamente lo que he dicho. ¿Ocurrió algo que sea digno de mención en aquella playa? ¿Perdiste tu virginidad a manos de algún semental de la zona en una calurosa noche de verano? ¿Qué fue lo que pasó?
________ volvía a mostrarse indiferente, había recuperado el equilibrio.
—Da la casualidad de que me gusta el mar —apuntó.
—En Vermont no hay mar ¿Por qué vives allí, pues?
—Porque Sally me necesita.
—No por mucho más tiempo.
—Entonces, volveré a vivir cerca del mar. Cuando haya muerto Sally —añadió ________, como si quisiera demostrarse a sí misma que podía pronunciar esas palabras en voz alta.
—¿Aquí?
—¡No! —le espetó, indignada.
—¿Te trae malos recuerdos? —insistió él.
—Los únicos malos recuerdos que tengo son de Niall Horan
—¿Y qué recuerdos son ésos, ________? —preguntó, forzándose a hablar en tono amable—¿Recuerdas la noche de mi huida? ¿Qué les dijiste a Sally y a todos?
Niall la miró a los ojos, y supo con certeza que estaba ocultando algo, algo relacionado con lo que había sucedido en aquella casa la noche en que Niall Horan, de diecisiete años, desapareció, e intuía que jamás se lo había confiado a nadie.
—Cuando me fui a la cama, Niall y Sally estaban discutiendo —declaró ella—. Por la mañana me desperté y él ya no estaba. Eso es todo lo que sé.
—Sally me dijo que te pusiste enferma justo después. Que te ingresaron en la clínica con neumonía y que incluso temieron por tu vida. Me dijo que no sabía si estaba más triste por mi desaparición o por tu enfermedad.
—Sufrió más por su hijo.
—¡Bah, pero si su hijo se había ido! Había huido como un consentido, como lo que en realidad era. En cambio tú sí que estabas, y cabía la posibilidad de que no superaras la enfermedad. ¿No crees que se preocupó más por ti? Al fin y al cabo, no tenía motivos para pensar que su hijo no siguiera con vida, debió de imaginarse que estaría por ahí, metiéndose en líos. Sin embargo tú estuviste en un tris de morir.
________ le miró, y no se tomó la molestia de disimular la rabia que había en sus ojos.
—No me morí —señaló—, pero no recuerdo muy bien lo que pasó aquella noche, no puedo decirte nada más. En primer lugar, no estuve allí; en segundo lugar, si no he recordado nada durante tantos años, dudo que vaya a recordar algo ahora.
Niall sonrió ligeramente con intención de inquietar a ________, pero ésta ni se inmutó. Era mucho más valiente que la silenciosa y pequeña mascota que había pasado su infancia a la sombra de los Horan. Warren la había infravalorado en exceso.
—¿Para qué has ido a Lighthouse Beach? —volvió a preguntarle Niall.
—Para estar lejos de ti —replicó ella; el aguijón fue insoportable.
Niall alargó el brazo y la cogió de la cintura acercándola a él, la apretó con más fuerza cuando ella trató de deshacerse de él. Por muchas ganas que tuviera, no volvería a besarla, como tampoco obtendría esa noche las respuestas que quería y necesitaba.
—¿Estás segura de que eso es lo que quieres? —le preguntó.
Pero antes de que Niall pudiera decir nada más, ________ ya se había soltado de un tirón y caminaba hacia la parte posterior de la casa.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 7 (PARTE 4)
Tal como se había imaginado, el sueño volvió a repetirse aquella noche con más intensidad que nunca. Sin embargo, no era Niall, joven y malhumorado, quien entraba en la habitación de ________, sino su impostor. Ese hombre que, como Niall, tenía la mirada perdida, la misma boca sensual, trazada con mayor precisión ahora que cuando era un niño, que la miraba y la llamaba. En su sueño le veía estirado en la playa mientras el agua se arremolinaba a su alrededor y su asesino observaba de cerca cómo la sangre manaba de su cuerpo, llevándose su vida consigo.
—¿Por qué no me has salvado? —le decía con voz casi imperceptible—¿Por qué no has pedido ayuda?
Pero no era la voz del verdadero Niall la que oía, sino la del impostor, y al despertarse, ya de día, éste la estaba contemplando desde el quicio de la puerta.
—Si quieres que cojamos el primer ferry tenemos que salir dentro de quince minutos —anunció.
________, como siempre, usaba una camiseta grande para dormir, y no estaba dispuesta a levantarse de la estrecha cama de hierro estando él delante.
—Estaré lista. —dijo—Si te vas.
Niall permanecía apoyado contra la puerta abierta, parecía fastidiosamente descansado. No había sido atormentado por las pesadillas ni los recuerdos de una muerte. El pelo, rubio, que llevaba revuelto, aún estaba húmedo de la ducha, e iba vestido como solía hacerlo, con unos tejanos desteñidos y un jersey de algodón de color verde, que volvía sus ojos azules algo más verdes también.
—¿Por qué has dormido aquí? —preguntó Niall con indiferencia—Hay un montón de habitaciones disponibles, ya no hace falta que juegues a ser una niña marginada.
—Era lo más lejos que podía estar de ti —dijo con fingida dulzura.
No funcionó.
—Buen intento. —comentó él—Creo que te gusta tu papel de pobre huérfana maltratada por sus ricos benefactores.
Fue como si le hubiesen dado un golpe en el estómago, una verdad tan dolorosa como inesperada que le impidió pronunciar palabra; sólo pudo mirarle a los ojos mientras su rostro palidecía.
—Bastardo —logró decir finalmente, exteriorizando únicamente una parte de su justificada indignación.
—¿Lo niegas?
—No niego ninguna de tus ridículas fantasías. O sales de mi habitación o perderemos el ferry.
—Te espero en el coche.
—¿Y la casa...?
—He llamado a Sally desde el teléfono móvil. Me ha dicho que vendrá alguien a ocuparse de todo cuando nos vayamos. Vístete, ________, si no me iré sin ti.
La puerta se cerró tras él sin hacer el menor ruido, y a ________ le inquietó pensar que, en efecto, sería capaz de irse sin ella. Nada le convendría más que tener a Sally para él solito, sin su intromisión.
Estiró las sábanas de la cama y se vistió apresuradamente, cogió sus zapatillas Vans negras y bajó descalza las escaleras. Niall estaba apoyado en la barandilla, con una taza de café en la mano.
Hubiera dado cualquier cosa por una taza de café, pero preferiría estar muerta antes que pedirle nada.
—¿Estás lista? —preguntó Niall, yendo hacia el coche—El retrato ya está cargado, sólo faltas tú.
Niall llevaba una segunda taza de café en la otra mano, estaba claro que había percibido su mirada suplicante.
—¿Quieres café?
A ________ le hubiera gustado tener suficiente fuerza de voluntad para rechazarlo, pero no lo hizo. Alargó el brazo para coger la taza, pero él la apartó.
—Primero tienes que sonreír y decir buenos días.
—Primero tienes que irte a la mierda.
La tenue sonrisa de Niall resultaba absolutamente exasperante.
—Un cumplido a cambio de un café. Venga, ________, no creo que sea tan condenadamente difícil.
________ le obsequió con una sonrisa forzada.
—Buenos días, Niall. Espero que hayas dormido a las mil maravillas. Sí, aceptaría gustosa una taza de café, eres muy considerado al ofrecérmela.
De haber vuelto a apartar la taza, ________ se la habría tirado encima, pero el instinto de supervivencia de Niall era fuerte. Había ganado el asalto, no hacía falta llevar las cosas más lejos.
—Sube al coche —ordenó él.
—Aún no he acabado el café.
—Pues llévatelo.
No supo qué más objetar. ________ apuró el café, dejó la taza sobre la barandilla y fue hacia el coche.
Si el silencio que reinaba en su interior no era agradable, al menos era relativamente pacífico, de modo que se reclinó en el asiento, con la intención de dormir durante el trayecto.
Niall parecía estar dispuesto a no molestarla. Una vez a bordo del ferry, él también se recostó en su asiento y cerró los ojos.
Los de ________ se abrieron como platos en la penumbra del vientre del ferry. De ninguna de las maneras dormiría estirada junto a él.
Pero estaba agotada; había pasado una mala noche y bebido un café corto. Arriba, en cubierta, podría tomar más café, tanto como quisiera, y contemplar la isla desapareciendo entre la neblina. Todo lo que tenía que hacer era desabrocharse el cinturón y salir del coche.
Su cansancio era tal, que no se vio con ánimos de hacerlo. Niall parecía estar en otro mundo y, a juzgar por su respiración profunda y regular, debía de haberse dormido nada más cerrar los ojos. No la molestaría.
Quedarse allí era una locura, pero estaba demasiado cansada para hacer otra cosa. Y por alguna razón inexplicable se sentía segura, al menos de momento, encerrada en un coche con un mentiroso y un impostor. Lo bastante segura para entregarse a las sombras del sueño que la rodeaban, para confiar en él, al menos de momento.
Tal como se había imaginado, el sueño volvió a repetirse aquella noche con más intensidad que nunca. Sin embargo, no era Niall, joven y malhumorado, quien entraba en la habitación de ________, sino su impostor. Ese hombre que, como Niall, tenía la mirada perdida, la misma boca sensual, trazada con mayor precisión ahora que cuando era un niño, que la miraba y la llamaba. En su sueño le veía estirado en la playa mientras el agua se arremolinaba a su alrededor y su asesino observaba de cerca cómo la sangre manaba de su cuerpo, llevándose su vida consigo.
—¿Por qué no me has salvado? —le decía con voz casi imperceptible—¿Por qué no has pedido ayuda?
Pero no era la voz del verdadero Niall la que oía, sino la del impostor, y al despertarse, ya de día, éste la estaba contemplando desde el quicio de la puerta.
—Si quieres que cojamos el primer ferry tenemos que salir dentro de quince minutos —anunció.
________, como siempre, usaba una camiseta grande para dormir, y no estaba dispuesta a levantarse de la estrecha cama de hierro estando él delante.
—Estaré lista. —dijo—Si te vas.
Niall permanecía apoyado contra la puerta abierta, parecía fastidiosamente descansado. No había sido atormentado por las pesadillas ni los recuerdos de una muerte. El pelo, rubio, que llevaba revuelto, aún estaba húmedo de la ducha, e iba vestido como solía hacerlo, con unos tejanos desteñidos y un jersey de algodón de color verde, que volvía sus ojos azules algo más verdes también.
—¿Por qué has dormido aquí? —preguntó Niall con indiferencia—Hay un montón de habitaciones disponibles, ya no hace falta que juegues a ser una niña marginada.
—Era lo más lejos que podía estar de ti —dijo con fingida dulzura.
No funcionó.
—Buen intento. —comentó él—Creo que te gusta tu papel de pobre huérfana maltratada por sus ricos benefactores.
Fue como si le hubiesen dado un golpe en el estómago, una verdad tan dolorosa como inesperada que le impidió pronunciar palabra; sólo pudo mirarle a los ojos mientras su rostro palidecía.
—Bastardo —logró decir finalmente, exteriorizando únicamente una parte de su justificada indignación.
—¿Lo niegas?
—No niego ninguna de tus ridículas fantasías. O sales de mi habitación o perderemos el ferry.
—Te espero en el coche.
—¿Y la casa...?
—He llamado a Sally desde el teléfono móvil. Me ha dicho que vendrá alguien a ocuparse de todo cuando nos vayamos. Vístete, ________, si no me iré sin ti.
La puerta se cerró tras él sin hacer el menor ruido, y a ________ le inquietó pensar que, en efecto, sería capaz de irse sin ella. Nada le convendría más que tener a Sally para él solito, sin su intromisión.
Estiró las sábanas de la cama y se vistió apresuradamente, cogió sus zapatillas Vans negras y bajó descalza las escaleras. Niall estaba apoyado en la barandilla, con una taza de café en la mano.
Hubiera dado cualquier cosa por una taza de café, pero preferiría estar muerta antes que pedirle nada.
—¿Estás lista? —preguntó Niall, yendo hacia el coche—El retrato ya está cargado, sólo faltas tú.
Niall llevaba una segunda taza de café en la otra mano, estaba claro que había percibido su mirada suplicante.
—¿Quieres café?
A ________ le hubiera gustado tener suficiente fuerza de voluntad para rechazarlo, pero no lo hizo. Alargó el brazo para coger la taza, pero él la apartó.
—Primero tienes que sonreír y decir buenos días.
—Primero tienes que irte a la mierda.
La tenue sonrisa de Niall resultaba absolutamente exasperante.
—Un cumplido a cambio de un café. Venga, ________, no creo que sea tan condenadamente difícil.
________ le obsequió con una sonrisa forzada.
—Buenos días, Niall. Espero que hayas dormido a las mil maravillas. Sí, aceptaría gustosa una taza de café, eres muy considerado al ofrecérmela.
De haber vuelto a apartar la taza, ________ se la habría tirado encima, pero el instinto de supervivencia de Niall era fuerte. Había ganado el asalto, no hacía falta llevar las cosas más lejos.
—Sube al coche —ordenó él.
—Aún no he acabado el café.
—Pues llévatelo.
No supo qué más objetar. ________ apuró el café, dejó la taza sobre la barandilla y fue hacia el coche.
Si el silencio que reinaba en su interior no era agradable, al menos era relativamente pacífico, de modo que se reclinó en el asiento, con la intención de dormir durante el trayecto.
Niall parecía estar dispuesto a no molestarla. Una vez a bordo del ferry, él también se recostó en su asiento y cerró los ojos.
Los de ________ se abrieron como platos en la penumbra del vientre del ferry. De ninguna de las maneras dormiría estirada junto a él.
Pero estaba agotada; había pasado una mala noche y bebido un café corto. Arriba, en cubierta, podría tomar más café, tanto como quisiera, y contemplar la isla desapareciendo entre la neblina. Todo lo que tenía que hacer era desabrocharse el cinturón y salir del coche.
Su cansancio era tal, que no se vio con ánimos de hacerlo. Niall parecía estar en otro mundo y, a juzgar por su respiración profunda y regular, debía de haberse dormido nada más cerrar los ojos. No la molestaría.
Quedarse allí era una locura, pero estaba demasiado cansada para hacer otra cosa. Y por alguna razón inexplicable se sentía segura, al menos de momento, encerrada en un coche con un mentiroso y un impostor. Lo bastante segura para entregarse a las sombras del sueño que la rodeaban, para confiar en él, al menos de momento.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 8 (PARTE 1)
Niall la observaba. ________ dormía como un bebé, acurrucada medio de lado en el asiento delantero y con la mano debajo de la cara. Probablemente se chupaba el dedo de pequeña. Rastreó su memoria, pero no disponía de tal información.
________ siempre había sido más madura de lo que le correspondía, una adulta en miniatura pendiente de su familia adoptiva. Entró en la familia a la edad de dos años, y desde el primer instante supo que estaba viviendo un tiempo prestado. De niña era melancólica y de maneras correctas, de adulta era igual, con todos salvo con él.
Siendo adolescente, Niall Horan conseguía siempre ponerla nerviosa. El hombre que se sentaba junto a ella en el coche tenía al parecer esa misma y cruel habilidad.
Necesitaba que la hicieran rabiar más a menudo, y desde luego él sabía cómo hacerlo.
Pero no en este momento. Estaba exhausta; bajo los ojos, dos sutiles manchas moradas surcaban su piel, y ni siquiera se enteró cuando el ferry atracó y él puso el coche en marcha. Niall pensó que tal vez estaría fingiendo, eliminando así la necesidad de entablar conversación.
Claro que, por lo que a él se refería, ________ no estaba cuidando mucho sus modales. Sospechaba que él era la primera persona con la que se había mostrado aparentemente grosera, cosa que debía resultarle absolutamente liberadora.
________ se movió bajo el apretado cinturón y murmuró algo. Niall no acabó de entender sus palabras, pero dedujo que no era importante. Por extraño que parezca, le alegraba dejarla dormir mientras conducía en dirección norte en medio de un tráfico cada vez menos denso. El hecho de que durmiera tan profundamente era un indicio de que se sentía bastante confiada. Ella no lo reconocería nunca, pero él sabía que era así y le conmovía.
¿Le quería? Muy posiblemente, a pesar de su manifiesta y apabullante antipatía. No sabía si se estaba haciendo ilusiones al respecto, o si realmente la noche anterior, en el tejado del porche, había saboreado el principio de una respuesta.
¿La quería él? Sin lugar a dudas. Y tenía la firme intención de tomárselo con calma, de pasar muchas horas, largas e interminables, en la cama con ella, sin fantasmas, sin miembros de la familia respirándoles en el cogote, vigilándoles como parecían estar haciendo siempre.
Lo más sensato sería esperar hasta que todo esto hubiera terminado, hasta que Sally muriera y las aguas volvieran a su cauce. Entonces ya nada se interpondría entre ellos, ni las mentiras, ni las farsas ni la familia.
El problema era que no estaba seguro de tener la paciencia de esperar.
Cuando ya sólo faltaba media hora para llegar a casa, ________ se despertó, aunque procuró disimularlo para no tener que hablar con él. Si la generosidad hubiese sido una de sus virtudes, habría respetado su renuencia, pero no lo era.
—¿Has dormido bien? —inquirió Niall.
Ella no se movió, obviamente tratando de decidir si podía seguir fingiendo o no. Estuvo acertada al darse cuenta de que era una causa perdida, y abrió los ojos, aún ligeramente aturdidos por el sueño.
—Bastante bien —respondió—. No he soñado contigo.
—Eso ha sonado como si hubieras soñado conmigo en otras ocasiones. ¿Lo has hecho? ¿Era un sueño erótico?
—No exactamente —contestó con un estremecimiento que disminuía su atractivo.
Niall sonrió.
—¿Soñabas conmigo cuando eras adolescente? —Esperaba que ________ reaccionara con su habitual hostilidad, pero estaba demasiado cansada.
—Cuando se fue Niall, solía tener pesadillas con él —dijo lentamente—. Las tuve durante años, hasta que finalmente decidí buscar una solución.
—¿Y qué hiciste? ¿Le exorcizaste? —Usó la palabra «le» intencionadamente
—Acudí a una terapeuta de la universidad, que me ayudó a distinguir los recuerdos de las fantasías.
—¿Y qué recordaste? ¿Qué era lo que te obsesionaba? —Su tono de voz era mordaz, pero pensó que todavía estaría dormida para notarlo.
________ se giró y le miró con ojos completamente despejados y tranquilos.
—Soñé que moría. Soñé que veía a alguien disparando a Niall Horan y tirando su cuerpo al mar.
Había logrado sorprender a Niall.
—¡Menudo sueño! —exclamó al cabo de unos instantes—¿Y no hiciste nada para impedirlo? Debes haberle odiado. No me extraña que no soportes mi presencia. ¿O es que te sientes culpable?
—No habría podido salvarle.
—Tampoco lo intentaste.
—Tampoco murió, ¿no? —Contraatacó con ironía—Al fin y al cabo, estás aquí, estás vivo y asquerosamente bien.
—Pero tú viste cómo me moría. ¿Viste quién me disparó? —________ guardó silencio, y lo más inteligente hubiera sido dejarla en paz, esperar a que estuviera preparada para hablar, pero no se sentía especialmente listo o paciente—¿Lo viste?
—No. —El cinturón la molestaba, sus elegantes manos se movían con nerviosismo—Sigo sin tener claro del todo qué eran recuerdos y qué pesadillas.
—Creía que me habías dicho que la terapeuta te enseñó a distinguirlos.
—Me ayudó a exteriorizarlos. Solucionarlo era imposible, así que sólo me quedaba desterrarlo de mi vida.
—Y mi regreso ha reavivado todo. Comprendo que me odies.
Niall la observaba. ________ dormía como un bebé, acurrucada medio de lado en el asiento delantero y con la mano debajo de la cara. Probablemente se chupaba el dedo de pequeña. Rastreó su memoria, pero no disponía de tal información.
________ siempre había sido más madura de lo que le correspondía, una adulta en miniatura pendiente de su familia adoptiva. Entró en la familia a la edad de dos años, y desde el primer instante supo que estaba viviendo un tiempo prestado. De niña era melancólica y de maneras correctas, de adulta era igual, con todos salvo con él.
Siendo adolescente, Niall Horan conseguía siempre ponerla nerviosa. El hombre que se sentaba junto a ella en el coche tenía al parecer esa misma y cruel habilidad.
Necesitaba que la hicieran rabiar más a menudo, y desde luego él sabía cómo hacerlo.
Pero no en este momento. Estaba exhausta; bajo los ojos, dos sutiles manchas moradas surcaban su piel, y ni siquiera se enteró cuando el ferry atracó y él puso el coche en marcha. Niall pensó que tal vez estaría fingiendo, eliminando así la necesidad de entablar conversación.
Claro que, por lo que a él se refería, ________ no estaba cuidando mucho sus modales. Sospechaba que él era la primera persona con la que se había mostrado aparentemente grosera, cosa que debía resultarle absolutamente liberadora.
________ se movió bajo el apretado cinturón y murmuró algo. Niall no acabó de entender sus palabras, pero dedujo que no era importante. Por extraño que parezca, le alegraba dejarla dormir mientras conducía en dirección norte en medio de un tráfico cada vez menos denso. El hecho de que durmiera tan profundamente era un indicio de que se sentía bastante confiada. Ella no lo reconocería nunca, pero él sabía que era así y le conmovía.
¿Le quería? Muy posiblemente, a pesar de su manifiesta y apabullante antipatía. No sabía si se estaba haciendo ilusiones al respecto, o si realmente la noche anterior, en el tejado del porche, había saboreado el principio de una respuesta.
¿La quería él? Sin lugar a dudas. Y tenía la firme intención de tomárselo con calma, de pasar muchas horas, largas e interminables, en la cama con ella, sin fantasmas, sin miembros de la familia respirándoles en el cogote, vigilándoles como parecían estar haciendo siempre.
Lo más sensato sería esperar hasta que todo esto hubiera terminado, hasta que Sally muriera y las aguas volvieran a su cauce. Entonces ya nada se interpondría entre ellos, ni las mentiras, ni las farsas ni la familia.
El problema era que no estaba seguro de tener la paciencia de esperar.
Cuando ya sólo faltaba media hora para llegar a casa, ________ se despertó, aunque procuró disimularlo para no tener que hablar con él. Si la generosidad hubiese sido una de sus virtudes, habría respetado su renuencia, pero no lo era.
—¿Has dormido bien? —inquirió Niall.
Ella no se movió, obviamente tratando de decidir si podía seguir fingiendo o no. Estuvo acertada al darse cuenta de que era una causa perdida, y abrió los ojos, aún ligeramente aturdidos por el sueño.
—Bastante bien —respondió—. No he soñado contigo.
—Eso ha sonado como si hubieras soñado conmigo en otras ocasiones. ¿Lo has hecho? ¿Era un sueño erótico?
—No exactamente —contestó con un estremecimiento que disminuía su atractivo.
Niall sonrió.
—¿Soñabas conmigo cuando eras adolescente? —Esperaba que ________ reaccionara con su habitual hostilidad, pero estaba demasiado cansada.
—Cuando se fue Niall, solía tener pesadillas con él —dijo lentamente—. Las tuve durante años, hasta que finalmente decidí buscar una solución.
—¿Y qué hiciste? ¿Le exorcizaste? —Usó la palabra «le» intencionadamente
—Acudí a una terapeuta de la universidad, que me ayudó a distinguir los recuerdos de las fantasías.
—¿Y qué recordaste? ¿Qué era lo que te obsesionaba? —Su tono de voz era mordaz, pero pensó que todavía estaría dormida para notarlo.
________ se giró y le miró con ojos completamente despejados y tranquilos.
—Soñé que moría. Soñé que veía a alguien disparando a Niall Horan y tirando su cuerpo al mar.
Había logrado sorprender a Niall.
—¡Menudo sueño! —exclamó al cabo de unos instantes—¿Y no hiciste nada para impedirlo? Debes haberle odiado. No me extraña que no soportes mi presencia. ¿O es que te sientes culpable?
—No habría podido salvarle.
—Tampoco lo intentaste.
—Tampoco murió, ¿no? —Contraatacó con ironía—Al fin y al cabo, estás aquí, estás vivo y asquerosamente bien.
—Pero tú viste cómo me moría. ¿Viste quién me disparó? —________ guardó silencio, y lo más inteligente hubiera sido dejarla en paz, esperar a que estuviera preparada para hablar, pero no se sentía especialmente listo o paciente—¿Lo viste?
—No. —El cinturón la molestaba, sus elegantes manos se movían con nerviosismo—Sigo sin tener claro del todo qué eran recuerdos y qué pesadillas.
—Creía que me habías dicho que la terapeuta te enseñó a distinguirlos.
—Me ayudó a exteriorizarlos. Solucionarlo era imposible, así que sólo me quedaba desterrarlo de mi vida.
—Y mi regreso ha reavivado todo. Comprendo que me odies.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
PASATE POR MI NOVELA PLIISS :) https://onlywn.activoforo.com/t47283-you-will-be-always-in-my-heart-louis___smith
katara.
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Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 8 (PARTE 2)
________ se volvió y clavó los ojos en él; unos ojos marrones inequívocamente atónitos, en los que uno podría ahogarse, pensó Niall distraídamente. Eran luz y tinieblas, calma y tormenta, todo a un tiempo.
—No te odio —declaró—. Es sólo que hubiera preferido que no vinieras jamás.
Estaban llegando a la cerrada curva tras la cual se adentrarían en el camino, largo y sin asfaltar, de entrada a la multimillonaria finca, una entrada que no era bonita, sino intencionadamente discreta y que ocultaba el equipo de vigilancia más sofisticado que había en el mercado. Niall giró el volante, recorrió el estrecho sendero de poco más de tres kilómetros y luego detuvo el coche, apagó el motor y se volvió hacia ________.
Parecía estar nerviosa, tenía motivos para estarlo.
—Ya no hay nieve —comentó, tratando, obviamente, de distraerle.
—¿Podrías repetir eso de que no me odias? No te creo, ________. ¿Por qué no te desahogas y me dices lo que realmente piensas de mí?
—Pensaba que saltaba a la vista —dijo una vez tranquilizada—. Creo que el verdadero Niall Horan murió hace dieciocho años y que tú eres un impostor muy bueno y avispado, que ha venido a robarle a Sally su dinero.
—¿Y quién está conmigo en esto? Si soy un impostor bien debo tener un cómplice en el crimen; sin ayuda, difícilmente podría saber todo lo que sé de la familia. ¿Quién dirías que es? ¿Uno de los criados? ¿Un socio?
—Tiene que ser algún miembro de la familia. Conoces un sinfín de detalles íntimos. Podría ser Warren. Patsy es muy boba, sus hijos mayores están demasiado ocupados y su estupidez les impediría llevar a cabo una cosa así, y a Grace le trae sin cuidado el dinero. Warren es inteligente, valiente y cruel, aunque me cuesta imaginar por qué haría tal cosa. De cualquier manera todos heredarán, Sally no cambiará su testamento.
Era demasiado lista y condenadamente observadora. Warren no se iría nunca de la lengua, y él tampoco.
—Me temo que sigues fantaseando —murmuró Niall.
—¡Niall Horan está muerto! —gritó desesperada. ¡Yo le vi morir!
—¿Y no te dignaste a contárselo a nadie? ¿A la policía, o a la tía Sally, que lloraba su desaparición? ¿Ni siquiera para informarle de que su espera era inútil?
________ no supo qué contestar.
—Debe de ser difícil —prosiguió— vivir durante dieciocho años sintiéndose culpable. ¿Sabes una cosa? Te perdono.
—¿Cómo dices?
—Te perdono —dijo en tono solemne—, por haber visto cómo me mataban y no haber hecho nada para salvarme. A fin de cuentas no eras más que una niña, y probablemente ni dabas crédito a lo que es tabas viendo. No es culpa tuya. Tu terapeuta tenía razón, bórralo de tu mente.
________ no parecía satisfecha.
—Eres un farsante —repitió—. Y no pienso quedarme de brazos cruzados mientras tú robas a una anciana moribunda.
—Pues demuéstralo.
Por un momento se sobresaltó, como si esa idea no se le hubiera pasado nunca por la cabeza.
—¿Por qué tendría que hacerlo? —preguntó.
—Porque te estás volviendo loca. Hagamos una cosa, ________ —propuso con displicencia, reclinándose en el asiento—, hagamos un trato: si tú demuestras que no soy el auténtico Niall Horan, yo desapareceré del mapa, sin protestar, sin llevarme el dinero de la familia. Simplemente me esfumaré, y todo volverá a ser como antes.
—¡No! —gritó—¡No puedes hacer eso! Si Sally vuelve a perder a quien cree que es su hijo, el hijo que tanto ha añorado, se morirá.
—________, ya se está muriendo —dijo con gran paciencia y sin atisbo de emoción—. Decídete. ¿Quieres o no quieres desenmascararme?
—Sí que quiero, pero no sé qué es mejor para Sally.
—Yo sí lo sé. Sally necesita creer que su hijo ha vuelto. No pensé que se te ocurriera privarla de eso.
Los ojos marrones de ________ denotaban confusión y verdadera antipatía. No era culpa suya, la elección era terriblemente difícil. Pero Niall no se sentía especialmente clemente esa mañana.
—¡Eres un bastardo! —exclamó ella amargamente.
—Una cosa más que tengo en común con ese Niall Horan que en su día conociste y amaste —dijo a la ligera—. Escucha, ¿por qué no te dedicas a intentar averiguar quién soy en realidad y quién es la persona que me ha estado proporcionando información? Una vez tengas las pruebas, las guardas, siempre y cuando yo no haga daño a Sally. Cuando ella se muera, cosa que ambos sabemos que sucederá pronto, pones las cartas boca arriba y yo desapareceré, avergonzado, antes de que me metan entre rejas.
—Sin duda un plan muy conveniente para ti. ¿Y qué ganarías tú con eso?
—Vivir cómodamente durante las próximas semanas o el tiempo que esto dure; la satisfacción de saber que he hecho feliz a una anciana en sus últimos días de vida.
________ resopló, incrédula.
—¿Y qué hay de tu cómplice? ¿Dejarás que se enfrente solo a la policía?
—No creo que vayas a llamar a la policía, ________. Creo que lo que quieres es que me vaya de una vez por todas, ¿me equivoco? De esa forma ya no te sentirías culpable; no tendrías que competir por el cariño de Sally; ni habría nadie que amenazara con llevarse el dinero por el que tanto has luchado durante toda tu vida.
Le miró fingiendo tranquilidad.
—Antes he mentido —le soltó—, sí que te odio.
—Ya lo sé, cariño —dijo resuelto—. Y descubrir toda la verdad aliviará tu sentimiento de culpabilidad. Adelante, investiga.
________ le miró fijamente a los ojos.
—¡Trato hecho! —aceptó ella tras una larga pausa—. Encontraré pruebas que demuestren que no eres el verdadero Niall Horan y luego ya veré lo que hago con ellas. Quizá me apetezca torturarte un poco.
—¡Qué perversa! —murmuró—. Ten cuidado con una cosa. —A ________ no parecía interesarle mucho su consejo, pero prosiguió—:Tal vez no sea muy inteligente investigar lo que le ocurrió a tu amigo de la infancia. Al fin y al cabo, si es cierto que le asesinaron, lo más probable es que el asesino fuera alguien que conozcas, alguien que estaba en la casa aquella noche. Si él o ella se enteran de que les viste en la playa, podrías estar poniendo tu vida en peligro.
A plena luz del día, el rostro de ________ se volvió blanco como la cera. Estaba claro que no había pensado en esa posibilidad, y se preguntó si acabaría con una bala en la espalda.
Quienquiera que hubiese disparado al odioso de Niall Horan, le hubiese arrojado al mar, había tenido dieciocho años para vencer sus tendencias homicidas. Ningún otro miembro de la familia había muerto prematuramente, desaparecido sin dejar rastro o incluso sufrido un inesperado accidente. Estaban todos sanos y salvos.
Con ________ merodeando, lo más probable es que toda seguridad se pusiera en entredicho. Y él era muy egoísta como para dejarla llevar a cabo su cometido.
—Es un detalle por tu parte que te preocupes por mí —comentó ________ con cinismo—. Sé muy bien por qué tienes tanto interés en que averigüe lo que le pasó a Niall.
—Tú dirás.
—Si yo descubro al que le mató, ya tendrás a quien chantajear. Quizá no te caiga dinero de Sally, pero si el asesino está entre nosotros, habrá un montón de dinero disponible.
Niall la miró simulando admiración.
—Ni siquiera había pensado en eso. Tienes muy buen concepto mí, ¿verdad? ¿Y te da igual que me quede el dinero de uno de tus familiares?
—Me trae sin cuidado. El que mató a Niall merece sufrir —afirmó categóricamente.
—No sabía que te importara tanto. Pensaba que era un mocoso mimado y un pelmazo.
—Lo era.
—Entonces, ¿por qué te preocupas tanto? —________ volvió la cabeza, pero él ya sabía la respuesta—. Estabas enamorada de él, ¿no es cierto?
—¡Tenía sólo trece años! —exclamó—A esa edad es difícil saber lo que es el amor realmente. Y Niall era un mocoso que sólo se dedicaba a molestarme y hacerme rabiar.
—Lo que no quita que estuvieras colada por él.
—De pequeño los desengaños amorosos se superan con bastante facilidad.
—No cuando el objeto de ese encaprichamiento adolescente es asesinado —dijo como si nada—. Es una verdadera lástima que Niall no supiera que estabas loca por él. Estoy seguro de que hubiera disfrutado satisfaciendo tus fantasías juveniles.
—¿Qué te hace pensar que no lo sabía? —preguntó con voz gélida—. Veo que no te está costando nada hablar de él en tercera persona —añadió, perspicaz—¿Admites que eres un impostor? Todavía no puedo demostrarlo, pero podrías reconocerlo al menos.
—No tengo nada que reconocer, cariño —replicó, impasible—. Averígualo tú misma.
—¿Y si lo hago?
—Ya te lo he dicho, me iré tal y como he venido, sin llevarme nada más que un beso de despedida.
Y observó con atención cómo su cara perdía todo color.
________ se volvió y clavó los ojos en él; unos ojos marrones inequívocamente atónitos, en los que uno podría ahogarse, pensó Niall distraídamente. Eran luz y tinieblas, calma y tormenta, todo a un tiempo.
—No te odio —declaró—. Es sólo que hubiera preferido que no vinieras jamás.
Estaban llegando a la cerrada curva tras la cual se adentrarían en el camino, largo y sin asfaltar, de entrada a la multimillonaria finca, una entrada que no era bonita, sino intencionadamente discreta y que ocultaba el equipo de vigilancia más sofisticado que había en el mercado. Niall giró el volante, recorrió el estrecho sendero de poco más de tres kilómetros y luego detuvo el coche, apagó el motor y se volvió hacia ________.
Parecía estar nerviosa, tenía motivos para estarlo.
—Ya no hay nieve —comentó, tratando, obviamente, de distraerle.
—¿Podrías repetir eso de que no me odias? No te creo, ________. ¿Por qué no te desahogas y me dices lo que realmente piensas de mí?
—Pensaba que saltaba a la vista —dijo una vez tranquilizada—. Creo que el verdadero Niall Horan murió hace dieciocho años y que tú eres un impostor muy bueno y avispado, que ha venido a robarle a Sally su dinero.
—¿Y quién está conmigo en esto? Si soy un impostor bien debo tener un cómplice en el crimen; sin ayuda, difícilmente podría saber todo lo que sé de la familia. ¿Quién dirías que es? ¿Uno de los criados? ¿Un socio?
—Tiene que ser algún miembro de la familia. Conoces un sinfín de detalles íntimos. Podría ser Warren. Patsy es muy boba, sus hijos mayores están demasiado ocupados y su estupidez les impediría llevar a cabo una cosa así, y a Grace le trae sin cuidado el dinero. Warren es inteligente, valiente y cruel, aunque me cuesta imaginar por qué haría tal cosa. De cualquier manera todos heredarán, Sally no cambiará su testamento.
Era demasiado lista y condenadamente observadora. Warren no se iría nunca de la lengua, y él tampoco.
—Me temo que sigues fantaseando —murmuró Niall.
—¡Niall Horan está muerto! —gritó desesperada. ¡Yo le vi morir!
—¿Y no te dignaste a contárselo a nadie? ¿A la policía, o a la tía Sally, que lloraba su desaparición? ¿Ni siquiera para informarle de que su espera era inútil?
________ no supo qué contestar.
—Debe de ser difícil —prosiguió— vivir durante dieciocho años sintiéndose culpable. ¿Sabes una cosa? Te perdono.
—¿Cómo dices?
—Te perdono —dijo en tono solemne—, por haber visto cómo me mataban y no haber hecho nada para salvarme. A fin de cuentas no eras más que una niña, y probablemente ni dabas crédito a lo que es tabas viendo. No es culpa tuya. Tu terapeuta tenía razón, bórralo de tu mente.
________ no parecía satisfecha.
—Eres un farsante —repitió—. Y no pienso quedarme de brazos cruzados mientras tú robas a una anciana moribunda.
—Pues demuéstralo.
Por un momento se sobresaltó, como si esa idea no se le hubiera pasado nunca por la cabeza.
—¿Por qué tendría que hacerlo? —preguntó.
—Porque te estás volviendo loca. Hagamos una cosa, ________ —propuso con displicencia, reclinándose en el asiento—, hagamos un trato: si tú demuestras que no soy el auténtico Niall Horan, yo desapareceré del mapa, sin protestar, sin llevarme el dinero de la familia. Simplemente me esfumaré, y todo volverá a ser como antes.
—¡No! —gritó—¡No puedes hacer eso! Si Sally vuelve a perder a quien cree que es su hijo, el hijo que tanto ha añorado, se morirá.
—________, ya se está muriendo —dijo con gran paciencia y sin atisbo de emoción—. Decídete. ¿Quieres o no quieres desenmascararme?
—Sí que quiero, pero no sé qué es mejor para Sally.
—Yo sí lo sé. Sally necesita creer que su hijo ha vuelto. No pensé que se te ocurriera privarla de eso.
Los ojos marrones de ________ denotaban confusión y verdadera antipatía. No era culpa suya, la elección era terriblemente difícil. Pero Niall no se sentía especialmente clemente esa mañana.
—¡Eres un bastardo! —exclamó ella amargamente.
—Una cosa más que tengo en común con ese Niall Horan que en su día conociste y amaste —dijo a la ligera—. Escucha, ¿por qué no te dedicas a intentar averiguar quién soy en realidad y quién es la persona que me ha estado proporcionando información? Una vez tengas las pruebas, las guardas, siempre y cuando yo no haga daño a Sally. Cuando ella se muera, cosa que ambos sabemos que sucederá pronto, pones las cartas boca arriba y yo desapareceré, avergonzado, antes de que me metan entre rejas.
—Sin duda un plan muy conveniente para ti. ¿Y qué ganarías tú con eso?
—Vivir cómodamente durante las próximas semanas o el tiempo que esto dure; la satisfacción de saber que he hecho feliz a una anciana en sus últimos días de vida.
________ resopló, incrédula.
—¿Y qué hay de tu cómplice? ¿Dejarás que se enfrente solo a la policía?
—No creo que vayas a llamar a la policía, ________. Creo que lo que quieres es que me vaya de una vez por todas, ¿me equivoco? De esa forma ya no te sentirías culpable; no tendrías que competir por el cariño de Sally; ni habría nadie que amenazara con llevarse el dinero por el que tanto has luchado durante toda tu vida.
Le miró fingiendo tranquilidad.
—Antes he mentido —le soltó—, sí que te odio.
—Ya lo sé, cariño —dijo resuelto—. Y descubrir toda la verdad aliviará tu sentimiento de culpabilidad. Adelante, investiga.
________ le miró fijamente a los ojos.
—¡Trato hecho! —aceptó ella tras una larga pausa—. Encontraré pruebas que demuestren que no eres el verdadero Niall Horan y luego ya veré lo que hago con ellas. Quizá me apetezca torturarte un poco.
—¡Qué perversa! —murmuró—. Ten cuidado con una cosa. —A ________ no parecía interesarle mucho su consejo, pero prosiguió—:Tal vez no sea muy inteligente investigar lo que le ocurrió a tu amigo de la infancia. Al fin y al cabo, si es cierto que le asesinaron, lo más probable es que el asesino fuera alguien que conozcas, alguien que estaba en la casa aquella noche. Si él o ella se enteran de que les viste en la playa, podrías estar poniendo tu vida en peligro.
A plena luz del día, el rostro de ________ se volvió blanco como la cera. Estaba claro que no había pensado en esa posibilidad, y se preguntó si acabaría con una bala en la espalda.
Quienquiera que hubiese disparado al odioso de Niall Horan, le hubiese arrojado al mar, había tenido dieciocho años para vencer sus tendencias homicidas. Ningún otro miembro de la familia había muerto prematuramente, desaparecido sin dejar rastro o incluso sufrido un inesperado accidente. Estaban todos sanos y salvos.
Con ________ merodeando, lo más probable es que toda seguridad se pusiera en entredicho. Y él era muy egoísta como para dejarla llevar a cabo su cometido.
—Es un detalle por tu parte que te preocupes por mí —comentó ________ con cinismo—. Sé muy bien por qué tienes tanto interés en que averigüe lo que le pasó a Niall.
—Tú dirás.
—Si yo descubro al que le mató, ya tendrás a quien chantajear. Quizá no te caiga dinero de Sally, pero si el asesino está entre nosotros, habrá un montón de dinero disponible.
Niall la miró simulando admiración.
—Ni siquiera había pensado en eso. Tienes muy buen concepto mí, ¿verdad? ¿Y te da igual que me quede el dinero de uno de tus familiares?
—Me trae sin cuidado. El que mató a Niall merece sufrir —afirmó categóricamente.
—No sabía que te importara tanto. Pensaba que era un mocoso mimado y un pelmazo.
—Lo era.
—Entonces, ¿por qué te preocupas tanto? —________ volvió la cabeza, pero él ya sabía la respuesta—. Estabas enamorada de él, ¿no es cierto?
—¡Tenía sólo trece años! —exclamó—A esa edad es difícil saber lo que es el amor realmente. Y Niall era un mocoso que sólo se dedicaba a molestarme y hacerme rabiar.
—Lo que no quita que estuvieras colada por él.
—De pequeño los desengaños amorosos se superan con bastante facilidad.
—No cuando el objeto de ese encaprichamiento adolescente es asesinado —dijo como si nada—. Es una verdadera lástima que Niall no supiera que estabas loca por él. Estoy seguro de que hubiera disfrutado satisfaciendo tus fantasías juveniles.
—¿Qué te hace pensar que no lo sabía? —preguntó con voz gélida—. Veo que no te está costando nada hablar de él en tercera persona —añadió, perspicaz—¿Admites que eres un impostor? Todavía no puedo demostrarlo, pero podrías reconocerlo al menos.
—No tengo nada que reconocer, cariño —replicó, impasible—. Averígualo tú misma.
—¿Y si lo hago?
—Ya te lo he dicho, me iré tal y como he venido, sin llevarme nada más que un beso de despedida.
Y observó con atención cómo su cara perdía todo color.
Adriana Horan
Re: EL IMPOSTOR [NIALL HORAN Y TÚ] (ADAPTADA) (TERMINADA)
CAPÍTULO 8 (PARTE 3)
Después de todo, era verdaderamente fácil hacerlo. En realidad era tan fácil que en modo alguno ________ podía resistirse a tal oportunidad. Eso se decía ella al tiempo que desechaba cualquier rastro de culpabilidad.
No había nadie en la cocina; Constanza había interrumpido los preparativos de la cena para servir el té a tía Sally y a su hijo. No es que los demás fueran deliberadamente excluidos; Warren detestaba el té, Patsy estaba descansando, y sus hijos habían ido a intentar esquiar. Era mucho más sutil que eso: Sally quería estar a solas con su querido hijo, y ________ era demasiado generosa para importunarles, pero no lo suficiente para sentirse ofendida.
El relleno para las crepes de marisco estaba en un bol cerrado cubierto por cubitos de hielo. Las enormes gambas estaban en otro sitio, lejos del recipiente, como si su mera proximidad pudiese intoxicar a Niall y ponerle en peligro.
Habría sido muy fácil trocear una de las gambas, ya peladas, y mezclarla con el relleno de cangrejo y lenguado, de forma que pasara totalmente desapercibida.
Un trozo tan pequeño no perjudicaría ni a la más sensible de las alergias. Dado el caso de que Niall comiera alguna crepe, la porción de gamba sería tan microscópica que ni siquiera valdría como prueba. No tenía motivos para sentirse culpable, se recordó a sí misma cuando se cruzó con Constanza al salir de la cocina. Al fin y al cabo, el propio impostor la había retado a que encontrara pruebas. Sally había descarta do la prueba de ADN, pero ésta era mucho más rápida y sencilla.
Niall se comió tres crepes contaminadas con gamba. ________ estaba sentada frente a él, jugando con la comida, observando y sin prestar casi atención a Warren y a Sally, que hablaban de política, ni a Niall, que flirteaba con una tía Patsy ligeramente borracha. Por alguna razón no tenía mucho apetito.
—Hoy no estás muy habladora, ________ —comentó Warren de pronto, clavando los ojos, de color claro, en ella.
Le faltó poco para volcar el vaso de vino.
—Estoy cansada del viaje.
—Me ha dicho Niall que has dormido durante todo el trayecto de vuelta —apuntó Sally, mirándola—. A lo mejor estás incubando algo.
—¡Ni te acerques a mí! —chilló Patsy tragándose las palabras—No me puedo permitir el lujo de estar enferma. Odio las enfermedades. ¡Y por el amor de Dios, no se lo digas a George! Su miedo al contagio es patológico.
—Pero si George es más fuerte que un toro —intervino Warren resoplando.
—Eso no significa que no se preocupe. Se pasa el día con sus amigos yendo al club y no dedica ni un minuto a su madre. Ya le veo poco como para que encima se vaya corriendo a Nueva York por miedo a constiparse.
—¿A qué club va? —preguntó Niall.
—¡Ufff…! No tengo ni idea —respondió Patsy, y movió la mano con despreocupación—. Es socio de muchos clubes, son todos terriblemente caros. Va a clubes de mantenimiento, clubes naturistas y cosas así.
—Nunca me dio la impresión de que a George le interesara lo naturista —comentó Niall.
Patsy le miró con extrema antipatía.
—No te puedes imaginar la cantidad de aficiones que tiene un hombre como George.
—No —apuntó Niall; el tono de su voz manifestaba cierto nerviosismo—, no me lo imagino.
—No os preocupéis, no estoy enferma —anunció ________ con exasperación apenas controlable.
—¿Por qué estás tan segura? Normalmente eres capaz de mantener conversaciones aceptables —se quejó Warren—. Venga, vete a la cama y bebe mucho zumo de naranja. No podemos permitirnos que te pongas enferma justo ahora.
—No, ________ —intervino Patsy—. Ya sabes lo mucho que contamos contigo en tan tristes momentos.
—Aún no estoy muerta —dijo Sally en tono irónico—. Y teniendo en cuenta que Niall ha vuelto, no me parece que sean momentos tristes. Me iré por la puerta grande.
—¡No! —exclamó ________, apartándose de la mesa—¡No quiero ni oír hablar de eso!
—________, cariño, me estoy muriendo —dijo Sally en voz baja—. Es un hecho que no se puede cambiar.
—Déjalo estar —aconsejó Niall inesperadamente—. Lo ha pasado mal estos días.
—Espero que no haya sido por tu culpa. —La voz de Sally sonaba repentinamente firme—. Te quiero mucho y me alegra enormemente que estés en casa, pero no quiero que molestes a ________ como solías hacer.
—¿Como solía hacer? —repitió Niall, con fingida inocencia.
—Tal vez pienses que no sabía lo que ocurría, pero estaba al corriente. Te encantaba fastidiar a ________ hace unos años; debiste convertir su vida en un infierno.
—Entonces, ¿por qué no me paraste los pies? —La voz de Niall era apacible, la pregunta, eminentemente razonable, inundó la estancia entera.
Sally se sobresaltó.
—Yo... mmm... lo intenté. Por aquel entonces era imposible controlarte. ¡Eras un diablillo, un cabezota! Lo intentamos todo, ¿verdad, Warren?
—Eras problemático, es cierto —comentó Warren—. Además, los niños siempre se meten con sus hermanas pequeñas.
—________ no era mi hermana —apuntó con suavidad—, porque nunca os tomasteis la molestia de adoptarla.
________ levantó la cabeza bruscamente para mirarle. Era como si Niall estuviera enfadado con ellos por no haberla protegido. Algo ridículo, desde el momento en que supuestamente era él el malo de la película.
—En cualquier caso, sobreviví —dijo ________, tirando la silla hacia atrás—. Y estoy segura de que tenéis asuntos más importantes que discutir que mi infancia que, dicho sea de paso, fue estupenda. Si no tenéis inconveniente, me voy a la cama.
—¡Ya decía yo que no estaba muy católica! —exclamó Sally—. Descansa, ________, y no te preocupes por mí. Niall y la señora Hathaway velarán por mi bienestar.
________ logró esbozar una sonrisa.
—Mañana estaré bien. —Caminaba en dirección a tía Sally para darle un beso de buenas noches, cuando el brazo de Warren salió disparado para detenerla.
—¿No crees que sería mejor que no te acercaras mucho a Sally hasta estar seguros de que no tienes nada contagioso? —dijo con dureza.
—¡Excelente idea! —exclamó tía Patsy, cogiendo su copa de vino.
Niall no dijo nada. Claro que tampoco lo necesitaba. Estaba allí sentado, comiendo con toda tranquilidad las gambas que deberían haberle producido alergia.
Después de todo, era verdaderamente fácil hacerlo. En realidad era tan fácil que en modo alguno ________ podía resistirse a tal oportunidad. Eso se decía ella al tiempo que desechaba cualquier rastro de culpabilidad.
No había nadie en la cocina; Constanza había interrumpido los preparativos de la cena para servir el té a tía Sally y a su hijo. No es que los demás fueran deliberadamente excluidos; Warren detestaba el té, Patsy estaba descansando, y sus hijos habían ido a intentar esquiar. Era mucho más sutil que eso: Sally quería estar a solas con su querido hijo, y ________ era demasiado generosa para importunarles, pero no lo suficiente para sentirse ofendida.
El relleno para las crepes de marisco estaba en un bol cerrado cubierto por cubitos de hielo. Las enormes gambas estaban en otro sitio, lejos del recipiente, como si su mera proximidad pudiese intoxicar a Niall y ponerle en peligro.
Habría sido muy fácil trocear una de las gambas, ya peladas, y mezclarla con el relleno de cangrejo y lenguado, de forma que pasara totalmente desapercibida.
Un trozo tan pequeño no perjudicaría ni a la más sensible de las alergias. Dado el caso de que Niall comiera alguna crepe, la porción de gamba sería tan microscópica que ni siquiera valdría como prueba. No tenía motivos para sentirse culpable, se recordó a sí misma cuando se cruzó con Constanza al salir de la cocina. Al fin y al cabo, el propio impostor la había retado a que encontrara pruebas. Sally había descarta do la prueba de ADN, pero ésta era mucho más rápida y sencilla.
Niall se comió tres crepes contaminadas con gamba. ________ estaba sentada frente a él, jugando con la comida, observando y sin prestar casi atención a Warren y a Sally, que hablaban de política, ni a Niall, que flirteaba con una tía Patsy ligeramente borracha. Por alguna razón no tenía mucho apetito.
—Hoy no estás muy habladora, ________ —comentó Warren de pronto, clavando los ojos, de color claro, en ella.
Le faltó poco para volcar el vaso de vino.
—Estoy cansada del viaje.
—Me ha dicho Niall que has dormido durante todo el trayecto de vuelta —apuntó Sally, mirándola—. A lo mejor estás incubando algo.
—¡Ni te acerques a mí! —chilló Patsy tragándose las palabras—No me puedo permitir el lujo de estar enferma. Odio las enfermedades. ¡Y por el amor de Dios, no se lo digas a George! Su miedo al contagio es patológico.
—Pero si George es más fuerte que un toro —intervino Warren resoplando.
—Eso no significa que no se preocupe. Se pasa el día con sus amigos yendo al club y no dedica ni un minuto a su madre. Ya le veo poco como para que encima se vaya corriendo a Nueva York por miedo a constiparse.
—¿A qué club va? —preguntó Niall.
—¡Ufff…! No tengo ni idea —respondió Patsy, y movió la mano con despreocupación—. Es socio de muchos clubes, son todos terriblemente caros. Va a clubes de mantenimiento, clubes naturistas y cosas así.
—Nunca me dio la impresión de que a George le interesara lo naturista —comentó Niall.
Patsy le miró con extrema antipatía.
—No te puedes imaginar la cantidad de aficiones que tiene un hombre como George.
—No —apuntó Niall; el tono de su voz manifestaba cierto nerviosismo—, no me lo imagino.
—No os preocupéis, no estoy enferma —anunció ________ con exasperación apenas controlable.
—¿Por qué estás tan segura? Normalmente eres capaz de mantener conversaciones aceptables —se quejó Warren—. Venga, vete a la cama y bebe mucho zumo de naranja. No podemos permitirnos que te pongas enferma justo ahora.
—No, ________ —intervino Patsy—. Ya sabes lo mucho que contamos contigo en tan tristes momentos.
—Aún no estoy muerta —dijo Sally en tono irónico—. Y teniendo en cuenta que Niall ha vuelto, no me parece que sean momentos tristes. Me iré por la puerta grande.
—¡No! —exclamó ________, apartándose de la mesa—¡No quiero ni oír hablar de eso!
—________, cariño, me estoy muriendo —dijo Sally en voz baja—. Es un hecho que no se puede cambiar.
—Déjalo estar —aconsejó Niall inesperadamente—. Lo ha pasado mal estos días.
—Espero que no haya sido por tu culpa. —La voz de Sally sonaba repentinamente firme—. Te quiero mucho y me alegra enormemente que estés en casa, pero no quiero que molestes a ________ como solías hacer.
—¿Como solía hacer? —repitió Niall, con fingida inocencia.
—Tal vez pienses que no sabía lo que ocurría, pero estaba al corriente. Te encantaba fastidiar a ________ hace unos años; debiste convertir su vida en un infierno.
—Entonces, ¿por qué no me paraste los pies? —La voz de Niall era apacible, la pregunta, eminentemente razonable, inundó la estancia entera.
Sally se sobresaltó.
—Yo... mmm... lo intenté. Por aquel entonces era imposible controlarte. ¡Eras un diablillo, un cabezota! Lo intentamos todo, ¿verdad, Warren?
—Eras problemático, es cierto —comentó Warren—. Además, los niños siempre se meten con sus hermanas pequeñas.
—________ no era mi hermana —apuntó con suavidad—, porque nunca os tomasteis la molestia de adoptarla.
________ levantó la cabeza bruscamente para mirarle. Era como si Niall estuviera enfadado con ellos por no haberla protegido. Algo ridículo, desde el momento en que supuestamente era él el malo de la película.
—En cualquier caso, sobreviví —dijo ________, tirando la silla hacia atrás—. Y estoy segura de que tenéis asuntos más importantes que discutir que mi infancia que, dicho sea de paso, fue estupenda. Si no tenéis inconveniente, me voy a la cama.
—¡Ya decía yo que no estaba muy católica! —exclamó Sally—. Descansa, ________, y no te preocupes por mí. Niall y la señora Hathaway velarán por mi bienestar.
________ logró esbozar una sonrisa.
—Mañana estaré bien. —Caminaba en dirección a tía Sally para darle un beso de buenas noches, cuando el brazo de Warren salió disparado para detenerla.
—¿No crees que sería mejor que no te acercaras mucho a Sally hasta estar seguros de que no tienes nada contagioso? —dijo con dureza.
—¡Excelente idea! —exclamó tía Patsy, cogiendo su copa de vino.
Niall no dijo nada. Claro que tampoco lo necesitaba. Estaba allí sentado, comiendo con toda tranquilidad las gambas que deberían haberle producido alergia.
Adriana Horan
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