Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada

por **Ciin :)** Dom 21 Abr 2013, 7:32 am

un capis mas por fis !!! :L

por **aranzhitha** Dom 21 Abr 2013, 4:22 pm

hay Piper que distraida eres Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada - Página 6 2039594227

Joe es tan lindo :corre:
siguela!!!

por **kenyajonasgrey** Dom 21 Abr 2013, 8:21 pm

Sube MAS!!!

por **Ciin :)** Dom 21 Abr 2013, 8:28 pm

un cap mas !!!!!

por **AniitaRP4** Lun 22 Abr 2013, 11:41 am

SIGUELA!

por **Ciin :)** Lun 22 Abr 2013, 1:18 pm

por **chelis** Lun 22 Abr 2013, 2:16 pm

GUUUUAAUUU ESE JOOEEE!!!!... SI QUE PIENZA!!!!!!
PERO OJALA Y LE DIGA SI O SII!!!.. Y NO DEJE QUE ELLA LO POSPONGAAA

por **AniitaRP4** Lun 22 Abr 2013, 8:45 pm

SIGUEEEELAAAAA!!D:

por **Ciin :)** Lun 22 Abr 2013, 10:07 pm

subeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

por **chelis** Mar 23 Abr 2013, 10:46 am

Otroooo

por **Ciin :)** Mar 23 Abr 2013, 12:13 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **kenyajonasgrey** Mar 23 Abr 2013, 12:14 pm

Me estoy muriendo por otros caps!!!!!!

por **Ciin :)** Mar 23 Abr 2013, 1:16 pm

por **chelis** Mar 23 Abr 2013, 1:31 pm

OTROOOO

por **ElitzJb** Mar 23 Abr 2013, 6:39 pm

Capítulo 8

Veinticuatro horas. Tan sólo veinticuatro horas antes Joe Jonas no había estado en su vida.
Y sin embargo, un día después, allí estaba, confiando en que él le consiguiera un acompañante de fin de semana para una de las promociones más importantes de su carrera profesional. ¿Acaso se había vuelto loca?
El corazón le latía aceleradamente, de un modo poco saludable sin duda: se le aceleraba, le golpeaba el pecho y le daba una especie de saltos de pánico. Si le hicieran un electrocardiograma en ese momento la meterían en la UVI en un abrir y cerrar de ojos.
Joe , que caminaba a su lado por el vestíbulo del Hush, le agarró del hombro.
—No te preocupes. Puedes confiar en mí.
Ella lo miró.
—Confío en ti; eso es precisamente lo que me preocupa.
—No había tiempo para más.
—Giles —dijo Joe mientras se adelantaba con el brazo estirado.
Un hombre alto y esbelto se levantó de una de las butacas del vestíbulo, dobló meticulosamente El Economista y fue hacia él.
Tenía el pelo negro, bien peinado, con un toque plateado que sólo le proporcionaba atractivo a su cara intelectual y delgada. Sus ojos grises encerraban una expresión divertida. (_Tn) no habría pensado que reconocería un traje de Saville Row, pero de algún modo supo que tenía uno delante.
—Joe —dijo el hombre, estrechándole la mano.
Los hombres se dieron la mano brevemente.
—Gracias por venir.
—Siempre estoy dispuesto a ayudar a un viejo amigo a salir de una situación comprometida. Además —dijo mirando a su alrededor en el vestíbulo—. Hace tiempo que tenía curiosidad por venir a este sitio. Me alegro de tener la oportunidad de estar aquí un rato.
—Te presento a (_Tn) Prescott.
(_Tn) y Giles se dieron la mano.
—¿Cómo está? —dijo con corrección.
—Le agradecemos tanto que haya accedido a ayudarnos. De verdad.
—Es un placer, querida. ¿Ahora, puede decirme exactamente qué es lo que tengo que hacer?
—No quiero que nos oiga nadie —dijo ella—. ¿Le importaría venir a mi despacho?
—En absoluto.
Con alivio (_Tn) se dio cuenta de que Giles estaba tan deseoso de hablar sobre el papel que tenía que representar como (_Tn) por hablar del asunto.
—Antes de empezar, necesito explicarte las normas básicas. Nuestros ganadores pueden disponer de todo lo que deseen dentro de unos límites razonables, de lo establecido por la ley y de lo que el hotel pueda proporcionar. Tú eres parte del premio —(_Tn) sonrió, sorprendiéndose de lo perfecto que era aquel hombre para el papel de anfitrión—. Pero lo único que te pedimos es que acompañes a la ganadora, en este caso, adonde ella quiera, para que esté contenta todo el tiempo. Tendrás una habitación del hotel a tu disposición, y el Hush cargará con todos tus gastos. Joe sugirió que en lugar de recibir los honorarios habituales, preferirías que donáramos el dinero a una de tus fundaciones benéficas.
—Oh, sí. Desde luego.
—Bien. Entonces me ocuparé de eso.
(_Tn) sacó la carpeta donde tenía las fichas de los ganadores y sacó la solicitud de Irene. Antes de colocarla sobre la mesa para que la leyera, les advirtió:
—Supongo que os dais cuenta de que esto es confidencial. Necesitas entender su fantasía, pero tienes que fingir un poco como si no la hubieras leído. ¿Me entiendes?
—Naturalmente —dijo Giles como si se pasara el día guardándoles secretos a las mujeres.
—De acuerdo —dijo ella mientras dejaba la hoja escriba a máquina sobre la mesa—: «¿Cuál es mi fantasía? Hace mucho tiempo que nadie me ha preguntado eso. ¿No es triste? Soy una mujer. Tal vez sea una bocazas y tenga un trasero tan grande como el estado de Texas, pero por dentro sigo siendo aquella chiquilla que espera que venga su príncipe azul y se la lleve en volandas.
»O tal vez quiera que se me trate como a una princesa durante un fin de semana. Quiero comer de esa clase de comidas que te hacen estremecerte de delicia; comida que me quite el regusto a la comida basura que se me ha quedado pegado en la lengua. Quiero dormir en sábanas de seda, y despertarme para ver que el hombre con quien me he acostado sigue ahí. Y todavía mejor si recuerda mi nombre.
»Mi fantasía sexual es tan sosa que no puedo creer que sea lo más para mí; pero, ¿sabéis?, he probado prácticamente todo. Y estoy cansada de mimar a los hombres. Creo que mi fantasía es relajarme, cerrar los ojos y hacer que un hombre apuesto y maravilloso se tome su tiempo para darme placer. Ah, sí. Ése es mi sueño».
(_Tn) terminó de leer la carta, sintiéndose repentinamente acalorada e incómoda por haberle leído la fantasía de otra mujer a aquel extraño de clase alta.
—Debo explicarte —le dijo, sintiéndose de pronto avergonzada—, que no tienes obligación alguna de... bueno...
—No pasa nada. Entiendo lo que quieres decir — echó una mirada al papel—. La carta me ha parecido graciosa y bastante dulce. Y, según mi opinión, me da la impresión de que esta mujer está muy sola.
—Sí. Creo que tal vez tenga un poco de sobrepeso. Espero que no...
—Querida, te prometo que trataré a esta mujer como la princesa que desea ser. En cuanto al plano sexual...
—No hay obligación. En serio. Las mesillas de noche están llenas de juguetes eróticos para las personas que están solteras.
—No te puedes imaginar la cantidad de cosas que hay en los cajones de esas habitaciones —interrumpió Joe .
Giles arqueó sus cejas negras.
—Ah. Ya había oído que el Hush era algo un poco fuera de lo común.
—En este hotel nos tomamos el placer muy en serio. Tratamos de asegurarnos de que todo el mundo disfrute. Sobre todo los ganadores de nuestro concurso.
—¿Te ha dicho Joe que tengo unas entradas para el ballet?
—Sí, me lo ha comentado. Me parece perfecto para nuestra huésped.
—He conseguido dos entradas más. Me encantaría si Joe y tú quisierais acompañarnos esta noche.
—Eso sería maravilloso. Me encanta el ballet.
—Pero esta noche vamos a ver Love Ya, Babe —dijo Joe de pronto.
(_Tn) había visto la ilusión en los ojos de Giles. ¿Qué clase de persona sería si dejara a aquel pobre hombre con una mujer que reconocía que era una bocazas?
—Puedo regalar las entradas, Joe . No pasa nada. Me encantaría ver el ballet.
—Yo pienso que la obra no será muy buena —murmuró Joe , pero tanto (_Tn) como Giles fingieron no escucharlo.
—¿Queréis que nos juntemos en el Erotique a las seis para tomar una copa? —sugirió (_Tn).
—Perfecto.
—Mientras tanto, iré a buscar a Irene para enseñarle el hotel.
—¿Pero qué hay de nuestra tarde en el balneario? —le preguntó Joe .
—Disfruta de tus entretenimientos. Será una de las tardes más especiales en ese sentido que vayas a vivir.
—¿Sin ti? Imposible.
—¿Tal vez Giles quiera ocupar mi lugar? —dijo, mirando a uno y a otro—. Estoy apuntada para un masaje y una pedicura.
—Estupendo. Una pedicura no me vendría mal —dijo Giles, que sonrió a Joe con gesto insulso. Aunque éste no parecía muy contento con su compañero por los tratamientos corporales.
Salió con los hombres del despacho y prometió presentarle a Giles a la ganadora del concurso esa tarde; entonces se digirió hacia el vestíbulo.
En cuanto tuvo a Giles registrado en recepción, éste le dijo a Joe que se encontrarían en el balneario y se dirigió hacia los ascensores.
—No quiero ir a ver El lago de los cisnes —dijo Joe en voz baja y tono furioso cuando estuvieron a solas—. Y no quiero hacerme una pedicura.
—A ver... —sacó la lista de actividades que supuestamente él prefería y la leyó—. Sí, aquí está: «Tarde en el balneario entre picnic en Central Park y comedia romántica en Broadway» —le dedicó una sonrisa insulsa—. En el Hush nuestro lema es complacer.
—Sabes muy bien que sólo elegí esas cosas porque pensaba que te gustarían a ti.
Ella lo miró un momento.
—Si tu fantasía es hacer el ridículo, no es problema mío. Que disfrutes de tu pedicura.
—El ballet no lo elegí yo.
De pronto (_Tn) sintió estar tan de mal humor.
—Lo sé. Y has sido muy amable al buscarme a Giles. Es perfecto. Pero no podemos abandonarlo con su cita. Iremos al ballet y después cenaremos en la azotea. Solos.
Joe entrecerró los ojos.
—¿Y después?
Ella se puso de puntillas y lo besó con suavidad.
—Lo que quiera el ganador del concurso.
Quince minutos después, tras haberse puesto una falda y una blusa, cepillado el cabello y retocado el maquillaje, (_Tn) llamaba a la puerta de la Suite Oscar.
La abrió una mujer de unos treinta y cinco años, con el cabello corto y pelirrojo con mechas rojizas, un ceñido top rojo que mostraba un canalillo impresionante y unos pantalones negros elásticos.
—Hola —le dijo (_Tn) dándole la mano—. Soy (_Tn) Prescott, la relaciones públicas jefe del Hush. Bienvenida a nuestro hotel.
—Hola, (_Tn) —dijo la mujer con una sonrisa de oreja a oreja.
Tenía una sonrisa encantadora y una cara bonita, aunque fuera demasiado maquillada para el gusto de (_Tn).
—Espero que tengas todo lo necesario para sentirte a gusto —le dijo (_Tn) con cortesía.
Ella se echó a reír con un sonido ronco y sensual.
—No he encontrado a mi príncipe azul debajo de la cama. Pero aparte de eso, todo bien. Pasa.
Se dio la vuelta, y (_Tn) decidió que la mujer había exagerado con lo de su trasero. No era del tamaño de Texas, sino más bien de Rhode Island.
—Teniendo en cuenta la solicitud que enviaste — dijo (_Tn)—, tu anfitrión ha organizado dos entradas para ir a ver El lago de los cisnes. El ballet.
—¡Maravilloso! Me encanta el ballet —se le alegró la expresión, pero al momento se puso seria de nuevo—. Pero no tengo nada elegante para ir al ballet.
Abrió las puertas del armario, y (_Tn) no pudo menos que darle la razón. Y (_Tn), sabiendo que resultaría desastroso que la ganadora del concurso se presentara como la elegante acompañante de Giles con algo demasiado brillante y demasiado ceñido, decidió que Piper querría que la ganadora del concurso tuviera un vestido nuevo.
—Tengo una sorpresa para ti —dijo (_Tn)—. Vamos.
—¿Qué es?
—En primer lugar te voy a enseñar el hotel. Creo que te impresionará. Después vamos a ir a la boutique del hotel para que escojas un vestido para esta noche.
—¿Es parte del premio? No recuerdo haber leído nada de ropa.
—El premio se basa más o menos en ti. Se trata sobre todo de que disfrutes del fin de semana más delicioso y sensualmente estimulante de tu vida.
Como respuesta la otra mujer se limitó a arquear una ceja.
—Vamos —dijo (_Tn)—. Te enseñaré el Hush.
Cuando terminaron de ver la biblioteca, el Salón de Baile y el Exhibit A, Irene estaba encantada.
—¿Hay algún lugar en este hotel donde uno no vea a la gente dándose el lote?
—El vestíbulo. Bueno, también lo hacen allí, claro está, pero los animamos a visitar los sitios más íntimos.
Finalmente llevó a la ganadora del concurso a la boutique de la entrada. Irene fue directamente a por un vestido estrecho en color verde que sin duda le quedaría perfecto a Iman, pero que a Irene le daría el aspecto de una salchicha.
(_Tn) negó con la cabeza, echando mano de su tacto y de la fantasía de la mujer para apartarla de un desastre seguro.
—Ése no es un vestido de princesa.
Tomó a su nueva amiga de la mano y la llevó adonde había un perchero con vestidos de gasa y fantasía.
—Éste —dijo, sacando un vestido rosa de Betsy Johnson con un corpiño ajustado y falda de capa— sí que es un vestido de princesa.
Aunque, naturalmente, su primer intento no fue un éxito. Irene resopló.
—Mi sueño es que me agasajen como a una princesa, no ir de muñeca Barbie.
Pero no se apartó del perchero, sino que empezó a mirar los vestidos. (_Tn) nunca se había tenido por un hada madrina, pero la sensación de buscarle un vestido a una princesa de fantasía era muy positiva.
Y como (_Tn) estaba observando a Irene, no los vestidos del perchero, supo el instante en el que la mujer había descubierto el vestido que verdaderamente le encantaba. (_Tn) miró el vestido, y aunque no era exactamente lo que luciría una princesa, tampoco tenía nada que ver con nada de lo que Irene pudiera tener en su ropero.
Era negro con una falda de vuelo larga confeccionada en tul moteado de circonitas.
—Es precioso.
Cuando Irene vio el precio, se quedó desinflada; pero (_Tn) ya estaba acostumbrada a los precios de la boutique y, ajena a la etiqueta, le dio unas palmadas en el hombro.
—Pruébatelo.
Una dispuesta dependienta le buscó el modelo en su talla, unas sandalias negras perfectas e incluso un bolso de mano negro muy pretencioso.
Cuando Irene salió del probador, (_Tn) pensó que estaba mucho más guapa de lo que habría imaginado posible. No sólo era el vestido, sino su expresión soñadora. Irene parecía más suave, más dulce y más disponible así vestida.
—¿Qué te parece? —le preguntó Irene, que dio una vuelta delante de ella.
—Pareces la hermana sexy de Cenicienta —dijo ella.
—Tal vez su tía. Su tía mayor y más gorda.
—Con ese vestido no —le prometió (_Tn)—. Pareces la tía mayor y más elegante, si acaso.
—¿Has pensado en alguna joya? —le preguntó la vendedora.
—Tengo un conjunto de bolas negras grandes.
La joven echó una mirada a (_Tn) y negó con la cabeza, fue adonde tenían las joyas y regresó con un conjunto de pendientes y colgante a juego. (_Tn) iba a tener que dar explicaciones de su cuenta de gastos después de aquello. Pero, conociendo a Piper, si ella estuviera allí llevaría a Irene a una de las tiendas de pieles sintéticas que costarían más que toda la manada de animales.
—Nos lo llevamos todo —dijo (_Tn)—. Ponlo a mi cuenta, ¿quieres?
—Claro, (_Tn).
—Es tan caro... —dijo Irene boquiabierta, como si le costara creérselo.
—Te queda de fábula, y parte de la fantasía es ser parte de ella.
—Cariño, qué razón tienes.
Mientras la vendedora guardaba las compras, (_Tn) se volvió hacia Irene.
—¿Y qué quieres hacer antes de la cena?
—Me gustaría que me dieran un masaje en mi cuarto —respondió con tanta seguridad que (_Tn) sabía ya que lo había elegido de la lista del balneario.
—Una elección excelente —(_Tn) levantó la vista—. ¿Puedo recomendarte que añadamos una manicura, una pedicura, que te maquillen y te peinen?
La risa de Irene era de ésas que invitaban a reír. Seguramente algo muy valorado en su profesión.
—Me gusta tu manera de pensar.
—Enviaré a alguien a tu habitación. ¿Qué quieres hacer con la cena? ¿Cenamos antes del ballet en el Amuse Bouche, nuestro maravilloso restaurante? ¿O después del ballet?
—Creo que después. Tal vez después del masaje me eche a dormir un rato.
—De acuerdo —dijo (_Tn)—. Vamos cuatro personas al ballet. Te enviaré a tu anfitrión a las seis a recogerte a la habitación, si te parece bien. Pensamos tomar algo en el Erotique y después ir al ballet en la limusina del Hush.
—Estupendo.
—Si quieres tomar un tentempié para aguantar hasta la cena, nuestro menú para el servicio de habitaciones es excelente.
—¿Estás de broma? Estoy a dieta desde este mismo momento hasta que me siente en el restaurante. Si tenéis un masaje anticelulítico, mejor.
Bien. Si Irene se pasaba toda la tarde ocupada, entonces (_Tn) tenía un poco de tiempo para bajar rápidamente al balneario a ver cómo le iba a Joe . También necesitaba organizar la cena de la azotea. Sólo de pensar en que Joe y ella iban a cenar solos a medianoche se estremeció de emoción.
—¿Cómo es él? —la voz de Irene interrumpió una imagen de Joe y ella en la azotea, aunque no estaban cenando.
(_Tn) se volvió hacia Irene.
—¿Joe ?
—¿Así se llama mi príncipe azul?
—Perdona. Estaba pensando en otra persona. Tu anfitrión se llama Giles. Es británico.
—Qué dulce. ¿Es mono?
—Yo diría que es más que eso... —pensó en su rostro atlético y su porte distinguido—. Su aspecto es más aristocrático que apuesto.
—¿Aristocrático? Caramba. Te has tomado todo este asunto del príncipe azul muy en serio, ¿eh?
—Deseamos de corazón que este fin de semana sea de lo más memorable para ti, Irene.
—Sí, entonces ¿qué es este Giles en realidad, un actor en el paro?
Con alivio, (_Tn) pudo asegurarle que Giles no era un actor.
—Es un hombre de negocios. Dejaré que sea él quien te hable de sí mismo cuando lo conozcas esta noche.
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Continuara...

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