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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
Sing Me To Sleep
Nombre: Sing Me to Sleep
Autor: Adaptada por mi, la autora es Angela Morrison
Adaptación: Si
Género: Drama y Romance
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: No
Autor: Adaptada por mi, la autora es Angela Morrison
Adaptación: Si
Género: Drama y Romance
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: No
LA TRANSFORMACIÓN
Beth siempre ha sido “La Bestia”- así es como todos en la escuela le dicen, debido su incómoda estatura, sus cicatrices en el rostro y sus gruesos anteojos. Su único amigo es un nerd de cabello dorado, Niall. Pero eso era antes de ser seleccionada para el solo soprano de su coro, Beth recibe una transformación que cambiará su vida para siempre.
EL AMOR
Cuando el coro de Beth viaja a Suiza, conoce a Zayn, pálido, pensativo y totalmente encantador. La pasión sin límite de Zayn por la música, y por Beth, la deja sin aliento. Y es que a los ojos de Zayn ella no es La Bestia, es Bella.
LA DECISIÓN IMPOSIBLE
Cuando Beth regresa a casa, Niall, su mejor amigo en todo el mundo, le hace una confesión que la deja completamente trastornada. ¿Debería quedarse al lado del dulce y estable Niall, o seguir los peligrosos e intensos nuevos sentimientos que tiene por Zayn?
EL CORAZÓN ROMPIÉNDOSE
Entre más se acerca a Zayn más lejano lo siente. Entonces Beth descubre que Zayn le ha estado ocultando un oscuro secreto… uno que podría cambiarlo todo.
Beth siempre ha sido “La Bestia”- así es como todos en la escuela le dicen, debido su incómoda estatura, sus cicatrices en el rostro y sus gruesos anteojos. Su único amigo es un nerd de cabello dorado, Niall. Pero eso era antes de ser seleccionada para el solo soprano de su coro, Beth recibe una transformación que cambiará su vida para siempre.
EL AMOR
Cuando el coro de Beth viaja a Suiza, conoce a Zayn, pálido, pensativo y totalmente encantador. La pasión sin límite de Zayn por la música, y por Beth, la deja sin aliento. Y es que a los ojos de Zayn ella no es La Bestia, es Bella.
LA DECISIÓN IMPOSIBLE
Cuando Beth regresa a casa, Niall, su mejor amigo en todo el mundo, le hace una confesión que la deja completamente trastornada. ¿Debería quedarse al lado del dulce y estable Niall, o seguir los peligrosos e intensos nuevos sentimientos que tiene por Zayn?
EL CORAZÓN ROMPIÉNDOSE
Entre más se acerca a Zayn más lejano lo siente. Entonces Beth descubre que Zayn le ha estado ocultando un oscuro secreto… uno que podría cambiarlo todo.
UntouchedGirl
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
primera y fiel lectora here
siguela
primera y fiel lectora here
siguela
mrs.horanbiebs
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
Prólogo
Maldición que fea es.
Las primeras palabras de mi padre biológico cuando me vio. Es la única imagen que tengo de él. Una oscura figura inclinada sobre mamá usando una bata de hospital, sosteniendo un fardo envuelto en franela entre sus brazos.
Maldición, que fea es, Tara ¿Qué hiciste?
Como si algo que ella hubiera comido o bebido me hubiera hecho salir roja y llena de granos con una mancha púrpura en la frente. Sin cabello. Cabeza de cono por el parto. Mi carita de bebé molestándolo y gritándole.
Mamá no lo odiaba lo suficiente para contarme esa historia. Ella no habla de él, no a mí. Él tocaba en una banda de rock. No una grande. Eso es todo lo que sé. Sin embargo, he visto la foto. Está en nuestro álbum familiar con el resto de mis fotos de bebé. La única que sobrevivió de él en el álbum. Pero mamá lo odiaba lo bastante como para contarle esa historia una y otra vez a su hermana, su mejor amiga desde la preparatoria, cada vez que el nombre de él reaparecía entre ellas. Es mi primer recuerdo claro. Apilando tazones de Cool Whip y contenedores de margarina en el piso de la cocina, escuchando a mamá hablar en el teléfono, sintonizando la intensa calma de su voz.
“Maldición, que fea es. Nuestra hermosa bebé. Eso es todo lo que decía”.
Yo era su hermosa bebé. Así es como ella me llamaba todo el tiempo.
UntouchedGirl
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
Si necesitas chica para hazza me lo pido si puede ser porfavor?
littledirectioner13
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
Harry aparecerá pero no será un protagonista principal y en el libro ya tiene chica :( Lo sientolittledirectioner13 escribió:Si necesitas chica para hazza me lo pido si puede ser porfavor?
UntouchedGirl
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
Capitulo 1:
La ofrenda
La ofrenda
Mierda. Hay un estudiante de primer año desnudo encadenado a mi casillero. No. No desnudo. En calzoncillos. No de una buena apariencia, chico. Piernas delgadas y blancas, pecho no muy imponente, brazos temblorosos. Calcetines negros. Quizás su madre no lavó la ropa durante todas las vacaciones de primavera, y eso es todo lo que pudo conseguir hoy. Una cadena de bicicleta envuelta en un plástico color verde va desde la manija de mi casillero hacia abajo por la ropa interior del pobre chico y se envuelve hacia arriba por una pierna, y está cerrada fuertemente con un candado. Podría escapar si quisiera correr desnudo. Burlas detrás de mí. No me doy la vuelta. Eso es lo que ellos quieren. El sonido se multiplica. Amplifica. Magnífica en una audiencia.
No lo vi venir mientras me desplomaba en el tráfico del pasillo, hundiéndome en mi holgada sudadera y mis sueltos pantalones vaqueros, mis ojos trazando las regulares líneas de las baldosas, mientras me escondía detrás de mi larga melena rizada color marrón, con el rostro rígido sólo por si acaso. Mi progreso fue extrañamente tranquilo. Sin chicos lanzándose delante de mí diciéndome que “quitara mi maldito rostro feo” de sus caminos. Nadie gritando, “Protéjanse. La Bestia está suelta”. Ningún gemido de animal moribundo haciéndose eco desde los casilleros a medida que caminaba junto a ellos. Sólo silencio. Silencio mortal. Pensé que me había escapado esta mañana. Debería haberlo sabido mejor. Los cazadores están al acecho. Pero esta vez no fui a la única que atacaron. Me enfoco en el tembloroso chico.
—¿Te lastimaron? —Accidentalmente rozo su brazo.
Él se aleja bruscamente, mira fijamente el lugar donde lo toqué como si fuera a estallar en llamas o endurecerse como piedra y convertirse en polvo. No puedo culparlo. Soy Beth la Bestia. Demasiado alta para que alguna vez permanezcaerguida. Con el cuerpo huesudo. El rostro lleno de marcas. Enormes ojos magnificados por gafas de potencia industrial. No he tenido frenillos durante tres años, pero nadie ve mis dientes rectos y blancos. Sólo colmillos, uno largos y amarillos. Chorreando sangre.
—Ellos dijeron… —El chico se estremece y traga saliva con fuerza—. Que te diga que soy la ofrenda.
Ellos. Ambos sabemos quiénes son ellos. Colby Peart, Travis Steele, Kurt Marks. Los jinetes. ¿No se suponía que eran cuatro? Y creo que eso es bíblico. Irónico. No hay nada bíblico en Colby y sus seguidores de último año ultra deportistas que sostienen a la Secundaria Port en sus manos. ¿Apocalíptico? Eso funciona. Pero el final de su reinado se aproxima. Los estudiantes de últimos año se gradúan. A menos que por algún enfermizo movimiento de los dados del destino ellos fallen, el próximo año este lugar será liberado. Los Jinetes se marcharán hacia la puesta del sol. Espero que guerreros ocultos detrás de las colinas los agarren y los rompan en pedazos.
El chico está hablando nuevamente. La presión detrás de mí bulle lo bastante cerca para escucharlos.
—Dijeron que la Bes… tú… requieres un sacrificio. —Se estremece otra vez y baja la vista al suelo—. Cada luna llena.
La multitud detrás de nosotros se ríe a carcajadas. La risa se supone que es saludable, inspiradora. No en Port, Michigan.
—Está bien. —Me contengo de palmearle el hombro—. Llamaremos al Sr. Finnley para que traiga sus tenazas.
El chico no se callará. Su cabeza vuelve a levantarse, y me hace una mueca.
—Dijeron que me arrastrarías a tu guarida…
Más risas.
El calor se derrama por mi rostro, y murmuro:
—No como chicos de primer año para el desayuno.
—¿Comerme? —La confusión hace que de golpe al chico se le junte el entrecejo—.Eso no es lo que dijeron que harías.
Un arrasador bullicio estalla detrás de nosotros. Suena como si media escuela sehubiera apretujado en el pasillo. No me doy la vuelta y miro.
—No voy a lastimarte.
—¿Puedes noquearme primero?
La risa, burlona y chillona, rebota a través del pasillo, frente a los montones de casilleros de metal. Este chico debe haberse tragado cada palabra de la leyenda de la Bestia. Soy gigante. Soy horrenda. ¿Pero una violadora y enloquecida hembra cazando estudiantes flacuchentos? Pongo mis manos en alto y retrocedo.
—Te engañaron, está bien. —Mis ojos arden. También yo—. Estás a salvo. —Doy la vuelta y trato de abrirme camino por la inquebrantable pared de cuerpos para buscar al conserje. Mis ojos están borrosos. Mierda.
No lo pierdas. No lo pierdas. No lo pierdas.
—Con permiso. Por favor. —El creciente muro de cuerpos riéndose se solidifica. Entonces veo la cabeza del Sr. Finnley. Niall también está ahí, dirigiéndolo a través de la multitud. Trago saliva con fuerza.
—Lo siento, Beth. —Niall se muerde el labio—. Quería conseguir que limpiaran esto antes de que llegaras, pero el chico no quería abandonar sus calzoncillos blancos.
—Es suficiente, gente. ¿No tienen que ir a clases? —El Sr. Finnley los mira, y las masas se hunden de nuevo en las grietas y drenajes de donde salieron. Finnster sacude su cabeza y se pone a cortar la cadena—. Tendré que reportar esto.
Eso es lo que necesito. Otra sesión en la oficina. Preguntas que no puedo responder. “¿Quién hizo esto?” Silencio. “¿Quién piensas que lo hizo?” ¿Quién piensas que lo hizo? Todos lo sabemos. Colby y sus clones están detrás de todo lo desagradable que pasa aquí. Nadie los nombra. Tendremos otra reunión sobre intimidación. Nada cambia. Bajo la vista hacia el cuaderno que estoy llevando para el primer período. Garabateé las palabras, pero sé lo que dicen:
No lo vi venir mientras me desplomaba en el tráfico del pasillo, hundiéndome en mi holgada sudadera y mis sueltos pantalones vaqueros, mis ojos trazando las regulares líneas de las baldosas, mientras me escondía detrás de mi larga melena rizada color marrón, con el rostro rígido sólo por si acaso. Mi progreso fue extrañamente tranquilo. Sin chicos lanzándose delante de mí diciéndome que “quitara mi maldito rostro feo” de sus caminos. Nadie gritando, “Protéjanse. La Bestia está suelta”. Ningún gemido de animal moribundo haciéndose eco desde los casilleros a medida que caminaba junto a ellos. Sólo silencio. Silencio mortal. Pensé que me había escapado esta mañana. Debería haberlo sabido mejor. Los cazadores están al acecho. Pero esta vez no fui a la única que atacaron. Me enfoco en el tembloroso chico.
—¿Te lastimaron? —Accidentalmente rozo su brazo.
Él se aleja bruscamente, mira fijamente el lugar donde lo toqué como si fuera a estallar en llamas o endurecerse como piedra y convertirse en polvo. No puedo culparlo. Soy Beth la Bestia. Demasiado alta para que alguna vez permanezcaerguida. Con el cuerpo huesudo. El rostro lleno de marcas. Enormes ojos magnificados por gafas de potencia industrial. No he tenido frenillos durante tres años, pero nadie ve mis dientes rectos y blancos. Sólo colmillos, uno largos y amarillos. Chorreando sangre.
—Ellos dijeron… —El chico se estremece y traga saliva con fuerza—. Que te diga que soy la ofrenda.
Ellos. Ambos sabemos quiénes son ellos. Colby Peart, Travis Steele, Kurt Marks. Los jinetes. ¿No se suponía que eran cuatro? Y creo que eso es bíblico. Irónico. No hay nada bíblico en Colby y sus seguidores de último año ultra deportistas que sostienen a la Secundaria Port en sus manos. ¿Apocalíptico? Eso funciona. Pero el final de su reinado se aproxima. Los estudiantes de últimos año se gradúan. A menos que por algún enfermizo movimiento de los dados del destino ellos fallen, el próximo año este lugar será liberado. Los Jinetes se marcharán hacia la puesta del sol. Espero que guerreros ocultos detrás de las colinas los agarren y los rompan en pedazos.
El chico está hablando nuevamente. La presión detrás de mí bulle lo bastante cerca para escucharlos.
—Dijeron que la Bes… tú… requieres un sacrificio. —Se estremece otra vez y baja la vista al suelo—. Cada luna llena.
La multitud detrás de nosotros se ríe a carcajadas. La risa se supone que es saludable, inspiradora. No en Port, Michigan.
—Está bien. —Me contengo de palmearle el hombro—. Llamaremos al Sr. Finnley para que traiga sus tenazas.
El chico no se callará. Su cabeza vuelve a levantarse, y me hace una mueca.
—Dijeron que me arrastrarías a tu guarida…
Más risas.
El calor se derrama por mi rostro, y murmuro:
—No como chicos de primer año para el desayuno.
—¿Comerme? —La confusión hace que de golpe al chico se le junte el entrecejo—.Eso no es lo que dijeron que harías.
Un arrasador bullicio estalla detrás de nosotros. Suena como si media escuela sehubiera apretujado en el pasillo. No me doy la vuelta y miro.
—No voy a lastimarte.
—¿Puedes noquearme primero?
La risa, burlona y chillona, rebota a través del pasillo, frente a los montones de casilleros de metal. Este chico debe haberse tragado cada palabra de la leyenda de la Bestia. Soy gigante. Soy horrenda. ¿Pero una violadora y enloquecida hembra cazando estudiantes flacuchentos? Pongo mis manos en alto y retrocedo.
—Te engañaron, está bien. —Mis ojos arden. También yo—. Estás a salvo. —Doy la vuelta y trato de abrirme camino por la inquebrantable pared de cuerpos para buscar al conserje. Mis ojos están borrosos. Mierda.
No lo pierdas. No lo pierdas. No lo pierdas.
—Con permiso. Por favor. —El creciente muro de cuerpos riéndose se solidifica. Entonces veo la cabeza del Sr. Finnley. Niall también está ahí, dirigiéndolo a través de la multitud. Trago saliva con fuerza.
—Lo siento, Beth. —Niall se muerde el labio—. Quería conseguir que limpiaran esto antes de que llegaras, pero el chico no quería abandonar sus calzoncillos blancos.
—Es suficiente, gente. ¿No tienen que ir a clases? —El Sr. Finnley los mira, y las masas se hunden de nuevo en las grietas y drenajes de donde salieron. Finnster sacude su cabeza y se pone a cortar la cadena—. Tendré que reportar esto.
Eso es lo que necesito. Otra sesión en la oficina. Preguntas que no puedo responder. “¿Quién hizo esto?” Silencio. “¿Quién piensas que lo hizo?” ¿Quién piensas que lo hizo? Todos lo sabemos. Colby y sus clones están detrás de todo lo desagradable que pasa aquí. Nadie los nombra. Tendremos otra reunión sobre intimidación. Nada cambia. Bajo la vista hacia el cuaderno que estoy llevando para el primer período. Garabateé las palabras, pero sé lo que dicen:
Tus palabras…
¿Por qué me definen?
¿Por qué te creo?
Tu rostro,
tus labios, y tus dedos…
No las viertas sobre mí.
Soy de carne, sangre y huesos
no de arcilla para ser golpeada,
y quemada en el fuego
que bulle en el odio que sientes.
Sangro cuando me lastimas
al igual que las chicas lindas.
¿Por qué me definen?
¿Por qué te creo?
Tu rostro,
tus labios, y tus dedos…
No las viertas sobre mí.
Soy de carne, sangre y huesos
no de arcilla para ser golpeada,
y quemada en el fuego
que bulle en el odio que sientes.
Sangro cuando me lastimas
al igual que las chicas lindas.
Necesito alguna especie de esperanzador coro. No puedo aparentar que chillo algo como eso en la ecuación. No hay música, tampoco. Solo esas delgadas líneas que me hacen sonar tan enojada. Supongo que lo estoy, enojada. Pero no quiero que todos lo sepan. Borro, quemo, destruyo, oculto, y hiero mucho. Vuelvo rápidamente a malditamente fea y me quedo allí. Final de año no puede llegar con suficiente rapidez. Si ando de puntillas el próximo año, seré capaz de respirar, como cuando ellos terminaron la escuela intermedia. Niall me lee la mente.
—Solo tres meses, ocho días, trece horas, y veintinueve minutos hasta que se gradúen.
—¿Por qué me ayudas? - Niall y yo éramos los mejores amigos en preescolar, y luego estuvo nuevamente en mi clase en tercer grado. Era flaco y tenía que ir a la oficina de la enfermera por híper medicamentos a la hora del almuerzo. Yo ya era más alta que todos los demás y usaba gruesas y redondas gafas que me hacían lucir como un gálago demasiado crecido. Mi cabello era corto por aquel entonces.
¿Cortarlo ahora? De ninguna manera. ¿Dónde me escondería?
Niall no tiene que esconderse. No tiene que ayudarme y condenarse a pertenecer a los perdedores eternamente. Es lindo desde que se le quitó el acné. Pero no creo que lo note. De alguna manera aún es bajo y es el capitán de Quiz Bowl, el núcleo nerd. Y todavía mi amigo. Sonríe, despreocupado, abnegado, Clark Kent hasta la médula.
—Ya no tomo gimnasia. No pueden robar mi ropa y tirarla al inodoro.
—Pero pueden lastimarte.
—¿Estás preocupada? —Le da palmaditas a mi hombro—. Eso es lindo, Beth. Nos vemos en el coro.
Coro. Coro escolar. No mi verdadero coro en Ann Arbor. No el coro al que le rogué a mamá que me dejara audicionar cuando tenía trece. No el competitivo coro femenino donde me siento discretamente al fondo y sujeto los contraltos. No para el que tengo que conducir unos ciento sesenta kilómetros, atravesar el tráfico de hora pico de Detroit bajando por la I-94 cada martes y jueves para ensayar en una helada iglesia. No Jóvenes Cantantes Dicha, de Ann Arbor. El coro por el que vivo. El coro que me aleja de quien soy a lo que anhelo ser. ¿Hermosa? Supongo. ¿No es eso lo que todos quieren? Probablemente todos quieren amor, también. Vivo con tanto odio que no estoy segura de lo que es el amor. Tampoco está en mi horizonte.
Niall está hablando de nuestro agobiante coro. Una especie de broma. La banda de música es poderosa aquí. Pero el coro solo llena el tiempo. Una A fácil. La música es música. Cantar es cantar. Un respiro de la locura. Ningún deportista de último año está permitido. De los casi dos mil chicos de esta escuela, sólo hay ocho chicos en el grupo, por lo que me siento junto a Niall y canto de tenor. Tengo una decente voz baja y un tono perfecto por lo que partes de las ejecuciones a primera vista salen naturalmente. Puedo cantar alto, también.
Puedo cantar tan alto como nadie si lo quiero. Ayudo a los sopranos y a los altos cuando ejecutamos algunas partes. Pierden el control cuando vuelvo a tenor. Niall no puede cantar, pero lo intenta. Una vez le pregunté por qué toma coro. Cualquier chico que se anota instantáneamente es etiquetado “gay” por Colby y sus deportistas, y el resto de la escuela. Niall se ruborizó un poco.
—Para escucharte cantar.
Esa probablemente fue la cosa más dulce que algún chico me haya dicho. No es que Niall lo dijera en serio. Le seguí el juego.
—Ten cuidado. —Lo golpeé en el brazo—. Arruinarás tu reputación.
Se puso serio entonces.
—No soy gay, Beth.
—Por supuesto, que no lo eres.
Iba a decir algo más, pero simplemente negó con la cabeza y se marchó. Te reto a decir que no soy fea. Entonces, volviendo a esta mañana. Niall está a mitad del pasillo, pero lo alcanzo fácilmente.
—Gracias Niall. En serio. La escuela sería un infierno sin ti.
Muestra su brazo como si fuera el escolta de una princesa del baile de graduación.
—Es un placer, madam.
Una repentina, y débil risa se me escapa. Descanso mi brazo encima del suyo y dejo que me lleve por el pasillo, agradecida por el apoyo. Me sonríe desde abajo. Sin aparato ahora para él, tampoco. Dientes recientemente blanqueados. Un poco deslumbrantes.
—Me pregunto qué piensan las personas al vernos caminar por el pasillo.
Río, más fuerte esta vez.
—El Bello y la Bestia. El Dr. Namar hizo un excelente trabajo en tu rostro. —Vamos al mismo dermatólogo. Hasta el momento el milagro de limpiar la piel no me ha sucedido. El Dr. Namar sigue tratando. Dice que la cicatriz será mínima. Pero tengo ojos.
Niall se detiene y gira hacia mí. Tiene una soñadora mirada en su rostro.
—¿El Bello y la Bestia? Así que si bailamos a la luz de la luna…
—Mejor traes un taburete.
—¿Uno de los contenedores de basura de la biblioteca?
—Perfecto. ¿Te importa si lidero? —Me sentí tonta. Esta gigante chica haciendo parecer pequeño al dulce y bajo Niall. Dejo ir su brazo y me muevo hacia adelante, la cabeza gacha, retirándome en mi misma nuevamente. Mis hombros curvados en su habitual manera gacha. Niall se apresura a alcanzarme.
—Lo que quiero saber es. —Me agarra por el codo y me hace dejar de caminar—.Si te beso cuando la música se detenga. —Se para en las puntas de sus pies y me susurra al oído—. ¿Serás mi Princesa Encantada?
Resoplo.
—Sigue soñando. Ninguna magia va a ayudarme. —Me echo hacia atrás, más profundo en mi cueva bestial.
Niall sonríe.
—No me importaría un experimento.
No me gusta cuando se pone así.
—No quieres desperdiciar tus vírgenes labios en mí. Puedes deslumbrar a alguna chica de primer año medio decente para que se besen fácilmente. —Me dirijo a mi clase—. Mira en el espejo.
Corre a toda prisa junto a mí, con el ceño fruncido.
—Me gustaría que terminaras con eso del aspecto de las cosas.
Le frunzo el ceño como respuesta.
—Mírame, Niall. —Separo mi cabello con ambas manos y lo aparto de mi rostro lo suficiente para darle una aterradora visión—. ¿Cómo podría alguna vez superar el aspecto de las cosas? Soy la Bestia.
—Si crees eso, ellos ganan.
—Despierta. Mira a tu alrededor. —Envuelvo mis brazos en mi pecho, intentando controlar la retardada reacción que me hace estremecer—. Ganaron hace mucho tiempo.
—Solo tres meses, ocho días, trece horas, y veintinueve minutos hasta que se gradúen.
—¿Por qué me ayudas? - Niall y yo éramos los mejores amigos en preescolar, y luego estuvo nuevamente en mi clase en tercer grado. Era flaco y tenía que ir a la oficina de la enfermera por híper medicamentos a la hora del almuerzo. Yo ya era más alta que todos los demás y usaba gruesas y redondas gafas que me hacían lucir como un gálago demasiado crecido. Mi cabello era corto por aquel entonces.
¿Cortarlo ahora? De ninguna manera. ¿Dónde me escondería?
Niall no tiene que esconderse. No tiene que ayudarme y condenarse a pertenecer a los perdedores eternamente. Es lindo desde que se le quitó el acné. Pero no creo que lo note. De alguna manera aún es bajo y es el capitán de Quiz Bowl, el núcleo nerd. Y todavía mi amigo. Sonríe, despreocupado, abnegado, Clark Kent hasta la médula.
—Ya no tomo gimnasia. No pueden robar mi ropa y tirarla al inodoro.
—Pero pueden lastimarte.
—¿Estás preocupada? —Le da palmaditas a mi hombro—. Eso es lindo, Beth. Nos vemos en el coro.
Coro. Coro escolar. No mi verdadero coro en Ann Arbor. No el coro al que le rogué a mamá que me dejara audicionar cuando tenía trece. No el competitivo coro femenino donde me siento discretamente al fondo y sujeto los contraltos. No para el que tengo que conducir unos ciento sesenta kilómetros, atravesar el tráfico de hora pico de Detroit bajando por la I-94 cada martes y jueves para ensayar en una helada iglesia. No Jóvenes Cantantes Dicha, de Ann Arbor. El coro por el que vivo. El coro que me aleja de quien soy a lo que anhelo ser. ¿Hermosa? Supongo. ¿No es eso lo que todos quieren? Probablemente todos quieren amor, también. Vivo con tanto odio que no estoy segura de lo que es el amor. Tampoco está en mi horizonte.
Niall está hablando de nuestro agobiante coro. Una especie de broma. La banda de música es poderosa aquí. Pero el coro solo llena el tiempo. Una A fácil. La música es música. Cantar es cantar. Un respiro de la locura. Ningún deportista de último año está permitido. De los casi dos mil chicos de esta escuela, sólo hay ocho chicos en el grupo, por lo que me siento junto a Niall y canto de tenor. Tengo una decente voz baja y un tono perfecto por lo que partes de las ejecuciones a primera vista salen naturalmente. Puedo cantar alto, también.
Puedo cantar tan alto como nadie si lo quiero. Ayudo a los sopranos y a los altos cuando ejecutamos algunas partes. Pierden el control cuando vuelvo a tenor. Niall no puede cantar, pero lo intenta. Una vez le pregunté por qué toma coro. Cualquier chico que se anota instantáneamente es etiquetado “gay” por Colby y sus deportistas, y el resto de la escuela. Niall se ruborizó un poco.
—Para escucharte cantar.
Esa probablemente fue la cosa más dulce que algún chico me haya dicho. No es que Niall lo dijera en serio. Le seguí el juego.
—Ten cuidado. —Lo golpeé en el brazo—. Arruinarás tu reputación.
Se puso serio entonces.
—No soy gay, Beth.
—Por supuesto, que no lo eres.
Iba a decir algo más, pero simplemente negó con la cabeza y se marchó. Te reto a decir que no soy fea. Entonces, volviendo a esta mañana. Niall está a mitad del pasillo, pero lo alcanzo fácilmente.
—Gracias Niall. En serio. La escuela sería un infierno sin ti.
Muestra su brazo como si fuera el escolta de una princesa del baile de graduación.
—Es un placer, madam.
Una repentina, y débil risa se me escapa. Descanso mi brazo encima del suyo y dejo que me lleve por el pasillo, agradecida por el apoyo. Me sonríe desde abajo. Sin aparato ahora para él, tampoco. Dientes recientemente blanqueados. Un poco deslumbrantes.
—Me pregunto qué piensan las personas al vernos caminar por el pasillo.
Río, más fuerte esta vez.
—El Bello y la Bestia. El Dr. Namar hizo un excelente trabajo en tu rostro. —Vamos al mismo dermatólogo. Hasta el momento el milagro de limpiar la piel no me ha sucedido. El Dr. Namar sigue tratando. Dice que la cicatriz será mínima. Pero tengo ojos.
Niall se detiene y gira hacia mí. Tiene una soñadora mirada en su rostro.
—¿El Bello y la Bestia? Así que si bailamos a la luz de la luna…
—Mejor traes un taburete.
—¿Uno de los contenedores de basura de la biblioteca?
—Perfecto. ¿Te importa si lidero? —Me sentí tonta. Esta gigante chica haciendo parecer pequeño al dulce y bajo Niall. Dejo ir su brazo y me muevo hacia adelante, la cabeza gacha, retirándome en mi misma nuevamente. Mis hombros curvados en su habitual manera gacha. Niall se apresura a alcanzarme.
—Lo que quiero saber es. —Me agarra por el codo y me hace dejar de caminar—.Si te beso cuando la música se detenga. —Se para en las puntas de sus pies y me susurra al oído—. ¿Serás mi Princesa Encantada?
Resoplo.
—Sigue soñando. Ninguna magia va a ayudarme. —Me echo hacia atrás, más profundo en mi cueva bestial.
Niall sonríe.
—No me importaría un experimento.
No me gusta cuando se pone así.
—No quieres desperdiciar tus vírgenes labios en mí. Puedes deslumbrar a alguna chica de primer año medio decente para que se besen fácilmente. —Me dirijo a mi clase—. Mira en el espejo.
Corre a toda prisa junto a mí, con el ceño fruncido.
—Me gustaría que terminaras con eso del aspecto de las cosas.
Le frunzo el ceño como respuesta.
—Mírame, Niall. —Separo mi cabello con ambas manos y lo aparto de mi rostro lo suficiente para darle una aterradora visión—. ¿Cómo podría alguna vez superar el aspecto de las cosas? Soy la Bestia.
—Si crees eso, ellos ganan.
—Despierta. Mira a tu alrededor. —Envuelvo mis brazos en mi pecho, intentando controlar la retardada reacción que me hace estremecer—. Ganaron hace mucho tiempo.
UntouchedGirl
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
A bueno no pasa nada entonces esque soy nueva en esto del foro y ya saces me estoy adaptando, oye alguien quiere formar una amistad conmigo?? Soy de barcelOna tengo 13 años y hablo tres idiomas!!
littledirectioner13
Re: Sing me to sleep [Zayn, Niall, Tu]
Capítulo 2
Fea en Contralto
Fea en Contralto
Niall no está en el coro. Lo busco después de la escuela. Sin suerte. Tengo práctica en Dicha en Ann Arbor, así que no puedo perder el tiempo. Sin embargo, tengo que hablar con él. Sé que está intentando ser dulce, pero que diga cosas como besar y bailar duele más que “La Bestia” pintado en un color verde brillante en el maletero de mi Ford naranja desvanecido. Quiero ser besada tanto como una chica a punto de cumplir diecisiete. El genio de la fealdad me dotó con un montón de hormonas. Pero, ¿por qué incluso ir allí? Cuando tenga cuarenta años, algún sujeto ciego y calvo puede enamorarse de mí. Mi vista es terriblemente mala por lo que tendríamos eso en común para construir una relación. Soy demasiado horrorosa para ser tocada incluso por un chico que puede ver. Leí en alguna parte que las mujeres alcanzan su punto máximo sexualmente a los treinta y ocho, así que eso debería funcionar bien para mí. Podemos casarnos y tener feos hijos ciegos. Ni siquiera me importa si es gordo. Y me gustan los niños. Es triste que mamá no se casara de nuevo y tuviera más.
A veces me pregunto si todavía ama a mí padre, después de todo este tiempo, de todo el dolor. Lo único que consiguió después de todo fue a mí. No un gran premio. Una hermanita para cuidar habría sido fantástico. Trabajo los veranos en la biblioteca, montones de niños y mamás agotadas. Traté de ayudar con las manualidades un par de veces, pero los niñitos se asustaron. Niños ciegos estarían bien. Podría encontrar una preparatoria de ciegos para ser voluntaria y hacer una jugada por amor ahora mismo. O quizás solo iré a casa, atacaré un sándwich, y saldré a la carretera para no llegar tarde a la práctica.
Estos días conduzco yo. Mamá siempre odió manejar, tenía que dejar el trabajo más temprano cada martes. Todo esto era factible cuando Dicha practicaba una vez a la semana, pero el otoño pasado, Terri, nuestra directora, decidió que quería intentar que entráramos a las Olimpiadas de Coro este año e incrementar las prácticas a dos veces por semana. Mamá decidió que mis habilidades de conducción eran excelentes y me compró un viejo Ford para que pudiera trasladarme. Al menos el naranja no es muy brillante. Parece una calabaza moribunda. Perfecto para unirse a mi actuación de la hermanastra fea. La nombré Jeanette, lindo y hermoso para no herir sus sentimientos. La miseria ama la compañía. Mira a Niall y a mí.
Agua nieve fangosa me persigue por todo el camino hacia Detroit. Estoy llegando tarde. Odio el clima de marzo. La primavera por aquí es oscura, fría y desagradable. Grises bancos de nieve en descomposición se mantienen tanto como pueden. Aguanieve y hielo en vez de la nieve de un blanco puro de invierno. El tráfico es un lío esta noche, y la vieja Jeannette es una cobarde. Todos nos adelantan. Ni siquiera me atrevo a hacer eso. Esto es Detroit. Puedo ser fea, pero aún así quiero vivir para cantar otra canción. Finalmente me libero del tráfico metropolitano y entro volando a un adormilado Ann Arbor, ciudad universitaria de lujo, dormitando en las orillas de un tranquilo arroyo. La iglesia de piedra en la que cantamos es tan vieja como la ciudad. Me deslizo en el santuario a mitad de sus precalentamientos. No hay problema. Ya estoy lista. He interpretado nuestra lista de reproducción todo el camino. Canté los ejercicios. Todas las canciones. Descargué todas las partes, no solo mi contralto. Me encanta el solo de soprano en esta pieza evangélica que usamos para nuestra audición a las Olimpiadas de Coro, “Take me home”. Hice girar el moribundo reproductor de CD de Jeannette hasta que los altavoces estuvieron traqueteando y canté el solo. Era una completa estrella en el interior de mi auto. Me encanta cuando cantamos cosas evangélicas. Ninguno de nosotros en Dicha es lo suficiente purista para preferir clásicas piezas religiosas. Todas le rogamos a Terri más Broadway. Eso es de lo mejor para cantar. La mayoría de las chicas se entusiasman con las estúpidas piezas pop que Terri lanza para mantener a la audiencia contenta. Reconozco que tengo a mis divas contemporáneas favoritas en mi iPod, ¿quién no? Pero cuando estoy en una actuación, quiero más que eso. Quiero que la música tenga alma y corazón, desolación y alegría, algún significado, por Dios. Es tan difícil encontrar algo que signifique algo. Terri está un poco delirante con esto de las Olimpiadas de Coro. No hay manera de que consigamos una invitación. Escogimos la clásica pieza de prueba cuando grabamos para nuestra audición, pero “Take me home” es desafiante. Incluso el contralto es increíble para cantar… todas esas cosas grandiosas sobre el dulce, dulce Río Jordán. Hay un clímax enorme con todos cantando algo más en una especie de ciclo. La celebración y el desamor todos al mismo tiempo. Impresionante. Pero Meadow, nuestra soprano solista, se ahogó. Ella ha tenido lecciones toda su vida, aprovecha al máximo su voz velada y pop. Pero “Take me home” necesita poder. Y emoción. Terri continuó intentando que Meadow llegara hasta ahí, intento tras intento, hasta que todos terminamos enojados y exhaustos. Meadow estaba con lágrimas en los ojos y luego simplemente desapareció. Terri tuvo que unir algo para enviarlo al comité. Las Olimpiadas de Coro son en Lausanne, Suiza, en julio. Terri sigue poniendo fotos de los Alpes, lagos, castillos y desbordantes casas suizas con geranios rojos y banderas en el sitio Web. Va a ser tan deprimente cuando recibamos la noticia. Deberíamos estar por escucharlo en cualquier momento. También aplicamos para este Festival cerca de Vancouver, Canadá. Meterse en eso es fácil. Mejor algo que nada. Pero no Suiza.
Agarro un lugar al final de la fila de contraltos de pie y caigo en el ritmo de los oooh y aah, retumbando más y más alto. Dios. Extrañaba los silbidos agudos.
—Está bien, chicas. Sigan cantando. Ah-ah-ah-ah-ahhhh. —El piano golpea el acorde para la siguiente nota alta—. Todas, dense la vuelta a la derecha. Froten el hombro de la chica frente a ustedes.
Me giro y empiezo a masajear a Sarah, la chica junto a mí. Tiene cabello real, no teñido, de un color rubio que cuelga bajo su cuello. Sedosamente recto. Nunca un amago de onda. Mataría por ese pelo. Nadie está detrás de mí. Terri da un paso adelante y frota mi cuello y hombros.
—Me alegra que llegaras. Estaba preocupada por ti.
—El clima esta algo feo afuera.
—Ten cuidado, Beth.
—En unas cuantas semanas, sólo será lluvia.
—Y tú puedes conducir a través de lo que sea.
—Casi. —Mamá no me habría dejado venir un par de veces el mes pasado. Tormentas fuertes. Lo de esta noche no fue nada.
—Podría helar más tarde. —Sé que puedo quedarme en su casa. Me la ofrece todo el tiempo. Nunca he sido lo bastante valiente como para aceptar—. Eees, chicas. Y no quiero escuchar ninguna bruja. —El coro sigue subiendo en la escala.
—Tengo neumáticos nuevos. La interestatal debe estar bien.
Terri aprieta mis hombros una última vez y grita:
—Ahora todos, izquierda. —Rodea el cuarto para masajear a la chica del otro extremo de la línea.
Cantamos de principio a fin un par de números. El primero es una de esas viejas canciones pop de relleno. Aburrida. Hay un coro de chicas en Europa que canta locas canciones de rock. Suena tonto, pero tienen gran éxito. Me encantaría intentar una de esas piezas. La segunda canción es nuestra tercera pieza de competencia. Incluye contraltos, y todas la hemos superado, llevando el desempeño completo.
—Excelente. —Terri está en mi sección—. Eso fue magnífico, contraltos. Buen trabajo. —Pone su mano sobre su frente—. Sopranos. No tienen la armonía correcta.
—No sé por qué tenemos que cantar en armonía. —Conoce a Meadow. Hermosa.Delicada. Con piel tan perfecta que deseas tocarla para ver si está congelada. Grandes ojos oscuros, largas pestañas oscuras, cejas perfectamente depiladas, labios rosados, siempre brillantes. Cabello largo y rubio, perfectamente rebajado en capas, y con iluminaciones. Nunca con un indicio de raíces negras. Un busto pagado por su mamá. Pantalones vaqueros talla uno de diseñador. Tacones todo el tiempo. Actitud de diva—. Los primeros sopranos no se supone que canten esa melodía. Terri es muy paciente con ella.
—Los contraltos llevan la melodía a través de esa sección. Sólo hay ocho compases. Vamos a volver a hacerlo. —Los padres de Meadow tienen dinero. Mantienen a Dicha a flote. Terri tiene que ser paciente.
—Estoy cansada de esta canción. —Meadow hojea la partitura en su cuaderno abierto.
Terri se muerde el labio inferior.
—¿Te gustaría practicar “Take me home”?
Un murmullo de aprobación pasa entre las chicas. Todas queremos librarnos de esa canción, y no la hemos cantado desde el desastre de nuestra sesión de grabación. La sangre fluye. Pisoteamos y aplaudimos. Algunas de nosotras seguimos el ritmo con los instrumentos y baterías. Una chica incluso se pone a gritar:
—Aleluya. —Es tan salvaje como un coro de chicas competitivas puede ser.
Meadow niega con la cabeza, replegándose tan pronto como puede.
—Está bien. Deberíamos conseguir este primero.
Concuerdo con Meadow. Cantar “Take me home” ahora sería una tortura. No entraremos a las Olimpiadas de Coro, y Meadow no puede cantar la canción. Es raro que Terri lo planteara. Terri se quita el cabello de la frente. Lo que daría por esos pómulos.
—Si es lo que quieres. Cuando interpretemos esto en las Olimpiadas de Coro, tu parte debe ser perfecta. —Sonríe para alentar a Meadow—. Los contraltos están haciendo un trabajo fantástico. Los sopranos necesitan estar a nivel.
—Bien, chicas. —Terri amplía su sonrisa para incluir a los sopranos restantes—. Vamos a ejecutar esa parte.
Es un contrapunto fácil. Puedo cantarlo dormida. Finalmente lo logran. Fracasa cuando lo unimos. Los sopranos pueden ser tan molestos. Cantamos esa parte veinte veces. Solo esos ocho aburridos compases. Ahora ellas incluso pueden hacerlo en sueños.
—Excelente trabajo. —Terri consigue que lo sopranos choquen sus cinco para
festejar.
No puedo entender la razón por la que Terri mantiene a Meadow como solista. ¿A quién le importa si la mamá de Meadow prometió un cheque para nuevos trajes si llegábamos a las Olimpiadas de Coro? Nuestros viejos ponchos todavía sirven. El mío es un poco corto, pero estoy en el fondo, hasta el fondo. Miro alrededor a las otras chicas. Supongo que Meadow es lo mejor que tenemos.
—Tómense unos minutos, chicas. —Terri mira a Meadow—. Lo siguiente que vamos a practicar es “Take me home”. —Suena algo derrotada. Sabe lo mala que es Meadow cantando esa canción. Sabe que las Olimpiadas de Coro son una fantasía, pero no pude dejar que las chicas lo vean. Yo lo veo. Estoy usando unas gafas gruesas. Lo veo todo.
Agarro mi botella de agua, vaciándola hasta la mitad, me estiro, y me hundo en el banco de madera detrás de mí. Practicamos de pie en los bancos de la iglesia. Hay ochenta de nosotras, por lo que no cabemos en los asientos del coro sobre el atril. El santuario está lleno de madera cálida y vieja. Gran acústica. Perfecto para “Take me home”. En especial cuando todas lo pasamos bien, hasta que Meadow consigue perderse, y todas tenemos que volver al principio. Terri se agacha frente a Meadow, dándole una alentadora conversación. Entonces se pone de pie nuevamente.
—Leah, reparte los instrumentos. —Leah es la presidenta del coro. Una chica agradable. Su pelo liso largo es marrón oscuro, casi negro. Haciendo juego con sus pestañas y cara de bailarina.
Ruidosa confusión. El tintineo del triángulo. Alguien golpea su tambor. Sarah agita la maraca que tengo en mi mano. Terri nos mira en silencio, levanta sus manos, y señala a la pianista. Las notas suben a través del aire, engulléndonos en el triste sonido. Ochenta pares de ojos brillan ante cada movimiento de Terri.
Ahora es la apertura del solo de Meadow. Terri agacha su mano para introducirla y… Nada. Meadow atraviesa la parte frontal del cuarto y sale por la puerta lateral.
—Leah, ve tras ella.
Terri dobla sus brazos, estudia la música, haciendo golpecitos con los pies. Estoy inmovilizada como el resto del coro. Nadie siquiera mueve una maraca. Leah regresa con su rostro de muñeca con una mueca cansada.
—Está vomitando.
Gemidos y confusión. Todas están decepcionadas. Terri parece realmente molesta. Mi mano se arrastra en el aire. No estoy segura de lo que está haciendo alzándose. Nunca antes he levantado mi mano en el coro.
—¿Beth?
Trago saliva con fuerza y miro alrededor en busca de mis contraltos por fuerza. Puedo hacerlo. Puedo.
—Conozco el solo —mi murmullo se pierde ante la confusión de las chicas a mí alrededor.
—Silencio, chicas. ¿Qué fue eso?
Ahora todas están escuchando, mirándome fijamente, interrogantes. Me obligo a levantarme, cuadrarme de hombros valientemente, y respirar profundamente.
—Puedo cantarlo si quieres. La parte de Meadow. Así podemos practicar.
—Eres una contralto.
—Conozco el solo.
—¿Puedes golpear esas notas?
Me encojo de hombros.
—Seguro. —Una sonrisa se escapa del agitado pozo de cobardía de mi estómago. Terri me mira por un instante, y me devuelve la sonrisa.
—Bien, entonces. Gracias, Beth.
Sarah toma mi instrumento. Sus ojos están enormes, asustados por mí. Cierro los míos. Respiro profundamente. Inhalo y exhalo. Estoy en el automóvil. Sola. Esa no es nuestra pianista acariciando delicadamente las teclas negras y blancas. Es solo el CD de práctica. He hecho esto cientos de veces. Es mi entrada, estoy allí, cantando…
Bajo hasta el río,
el dulce, dulce río Jordán,
miro a través del agua fangosa
y más allá del otro lado.
Mi voz fluye pura y fuerte a través de la andante apertura del verso del solo. Me
sale un coro para mí misma, lento y triste, lleno de fantásticas ejecuciones.
Llévame a casa, dulce, dulce Jesús.
y envuélveme en tu seno,
donde mi amo no pueda encontrarme.
Señor, añoro el otro lado.
Entonces, el coro entra cantando, llévame a casa, llévame a casa, llévame a casa.
Mi voz se eleva por encima de ellas. Verso dos. Ningún solo en esta sección. Abro mis ojos y canto con los contraltos.el dulce, dulce río Jordán,
miro a través del agua fangosa
y más allá del otro lado.
Mi voz fluye pura y fuerte a través de la andante apertura del verso del solo. Me
sale un coro para mí misma, lento y triste, lleno de fantásticas ejecuciones.
Llévame a casa, dulce, dulce Jesús.
y envuélveme en tu seno,
donde mi amo no pueda encontrarme.
Señor, añoro el otro lado.
Entonces, el coro entra cantando, llévame a casa, llévame a casa, llévame a casa.
Me acuesto junto al río,
el dulce, dulce río Jordán,
mis dedos tocan el agua fangosa.
hay una rica hierba al otro lado.
El tempo se redobla en el coro. Las cosas empiezan a ponerse salvajes. Estamos cantando a toda potencia, con lo máximo de nuestras voces, sacudiendo los cristales.el dulce, dulce río Jordán,
mis dedos tocan el agua fangosa.
hay una rica hierba al otro lado.
Oh, la gloria de ese día brillante
cuando cruce el río Jordán.
Los ángeles tocando el banjo
y el Gran Señor en el violín.
Terri está sonriendo, pasando el momento de su vida. Está saltando arriba y abajo, animando a todo el mundo. Oh, mierda, voy yo de nuevo. Alto y fluido sobre el armónico revoltijo del resto del coro. Están mi mamá y papá…cuando cruce el río Jordán.
Los ángeles tocando el banjo
y el Gran Señor en el violín.
cantando como no nunca antes lo han hecho…Mantengo mis ojos abiertos esta vez. El coro canta en respuesta a mí. Me dejoperder, lanzándome en otra ejecución al final de la línea.
El chico moreno que dijo que me amaba
y llena mis sueños en la noche.
El lugar está animado, construyéndose el clímax. Todas nosotras, a todo pulmón, cantando, llévame a casa, llévame a casa, llévame a casa, como nosotras nunca antes lo habíamos hecho. El eléctrico sonido mágico. La música fluyendo por todas partes. La tonalidad cambia y ya estamos en el puente.y llena mis sueños en la noche.
Pero mi niño, Señor, mi dulce niño, quien lleva los ojos de mi amo,
envuelve sus dulces, dulces dedos tan apretados alrededor de mi corazón…
Cada sección deambula hacia su propia enredada secuencia hasta que rebobinamos juntas a un perfecto y sostenido acorde: envuelve sus dulces, dulces dedos tan apretados alrededor de mi corazón…
¡ÉL NO ESTÁ LISTO PARAEL JORDÁN!
Somos una con esa trágica chica a tanta distancia en el tiempo y en el espacio. Un montón de pálidas chicas encontrándose con sus almas. Terri nos apacigua en reverencia a la siguiente línea. Una madre respira porque tiene que hacerlo. Como mi mamá que siguió adelante cuando papá se marchó. Por mí. Ella siguió respirando, siguió trabajando, demasiado herida para volver a amar alguna vez. Y la miro fijamente con sus ojos, su altura, su rostro, sus granos. Cada día, estoy allí para recordárselo. La Bestia encarnada.Las chicas alrededor de mí cantan, Dame fuerzas, dame fuerzas, dame fuerzas. Mi voz encuentra su camino hacia la armonía. Sola. Una pequeña esclava buscando la salvación.
Me despido hacia el río,
el dulce, dulce río Jordán,
regreso al agua fangosa,
cierro mis ojos hacia ese otro lado.
No sé cómo sigo cantando el coro final. Estoy tan llena de su agonía. Mi voz se quiebra cuando canto, Donde mi amo no pueda hallarme. Me controlo, y los coros se unen a mí en un armonioso, desgarrador, Señor, añoro el otro lado. Estoy llorando en esa última nota. También Terri. Igual que Sarah y la chica frente a mí. Todas las chicas están limpiándose los ojos. El último acorde del piano muere en la distancia. Terri deja caer sus manos. El caos total.el dulce, dulce río Jordán,
regreso al agua fangosa,
cierro mis ojos hacia ese otro lado.
Todas se reúnen a mí alrededor. Abrazándome. Tirándome en sus brazos. Palmeándome la espalda. Todas están alegres. Por mí. Una enorme emoción sin precedentes le da oleadas de calor a mi rostro. Terri se abre camino entre el coro y arroja su diminuto ser contra mi gigante cuerpo.
—¿Por qué no me dijiste que puedes cantar así?
Sorbo las lágrimas y limpio mis ojos.
—Soy una contralto.
Es entonces cuando la veo. Meadow. Parada en la puerta. Su rostro coincide con las paredes de un pálido verde detrás de ella en el salón.
—¿Qué está pasando?
UntouchedGirl
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