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Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 4 de 19. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 11 ... 19
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!!!
MALDITA ADRIA QUE SE QUIERE METER CON NICK....!!!!!
PERO ESTAMOS UNIDAS CONTRA ELLAAAA!!!!.... AAII QUE PONERE UN SAPO ES SU BOLSO!!!!.... O DESCOSER SU UNIFORME DE PORRISTA!!!!... O PONERLE HORMIGAS!!!!!!.. JAJAJAJAJAJAJ SE ME OCUURREN TANTAN COSAS!!!... PERO OJALA Y ____ NO DESCONFIE DE EL.. POR QUE SI LO HACE ME METO EN EL LIBRO Y LE DOS UN ZAPE O UNAS CACHETAS PARA QUE REACCIONEEE!!!!... POR QUE NO HAY HOMBRES COMO EL QUE SOLO TIENE OJOS PARA SU AMADA!!!!... Y SI HAAAYY SON ESCASOS O YA ESTAN CASADOS!!!!!
Ya verás a la fulanita esta! :x
JAJAJAJA muy buenas ideas, quizás las podemos usar todas! :twisted:
Lo sé, pero bueno ya veremos como le va a la rayiz, aunque los celos son feos!
Ya seeeeeeeee! yo quiero uno!
Que no este casado por supuesto! xD JAJAJ
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Jajajaja!
Tengo el nombre de esa bitch, mi mente ya esta planeando algo, algo maloo, la chica tendra una pequeña visita mia! Va a ser memorable!
Ahora __pero que calentona! Deja al Nicho buscar su momento especial :evil:
Nicho cuidadito con mirar a otras faldas, o vas a conocer a una Valentina muy enfadada, y no te gustara!
Ahora!
Espero el capitulo pronto :-w-:
PD: No podre estar muy activa a partir del viernes, pero te prometo intentar comentar!
SIGUELA!
Besos xx.
Valentina "Chica Mala Chilena" *-*
JAJAJJAJAJA
Puedo ver a tu mente dando vueltas por el plan perfecto para esta bitch! (?
No quisiera estar en su lugar!
:muere: :muere: :muere: :muere:
xD & ya verás como pasara su primera vez! Ni al caso! JAJAJAJ
Siiiiii Nicho te estamos cuidando!
Nos estamos leyendo chica mala! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahh esa fulana se debe de cuidar
Porque se acaba de hacer de muchas enemigas!! :maloso:
Ese amigo de Nicho no me gusto!! :muere:
Porque siente lastima por la rayiz!!
Siguela!!
Siiiiiiiiiiiii debe de vigilar sus pasos la fulana!
:muere: :muere: :muere: :muere:
Muchas enemigas con imaginación muy activa! ;)
Ya verás que les pasa a los "amigos!" ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Hey!It'sMe!! escribió:asi que ya tenemos el nombre de la perra!!
que se cuide porque de lo contrario me encargare de ella usando mi "pato golpeador de perras"
Por otra parte tengo a los amigos de Nicho en la mira...no me agradan mucho que digamos.
Espero que la rayis no la cague desconfiando de Nicho porque sino ella va a tener una visita especial con mi pato! Aunque tambien esta calentona, creo que eso ya tiene ser algo normal para ella.
Siguela!!
:bye: :bye: :bye:
xoxo
:corre:
JAJAJAJJA "Pato golpeador de perras"
Me encanto eso! ;)
Pero siiii, la fulana se debe de cuidar!
:muere: :muere: :muere: :muere:
Esos tipos son unos tontos! :fuckya:
Bueno tu sabes que los celos son malos muy malos, nos convierten en otras personas....
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Pamm Jonas escribió:Esa maldita! Ya verá lo que le haré! Le voy a sacar los ojos y le voy a explotar las bubies falsas que tiene, así no podrá ver a miiiiiiiiiiiiiiii
mmmmmmmmmmiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
mmmmmmmmmmmmmmiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
NICK!!
Y así tampoco podrá andar de zorra con cualquier hombre!! Será como una
escoba con pelos de elote!!
Y jamás me han gustado las rosas blancas!
Al diablo con las rosas blancas Nick!!!
¿Para qué diablos las necesito contigo?!!!
Siguelaaaaaaaaaa!!!!!
:wut:
JAJAJAJAJ me encanta como todo esto nos transforma! ;)
AMO tu idea, junto con las demás, tenemos muchas travesuras que hacer! ;)
:twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
Eso le pasa a esta fulana por meterse donde no debe!
:muere: :muere: :muere: :muere:
JAJAJAJAJA
Yaaaaaaaaa se, Nicho, queremos TODAS las rosas rojas que se puedan!
:-w-: :-w-: :-w-: :-w-:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 3 •
Estaba lloviendo—más como torrencialmente. Al menos, eso es lo que pensé cuando me desperté. Entonces oí la risita ahogada y me di cuenta de que la razón por la que mi ropa y mantas se aferraban a mí empapadas no tenía nada que ver con la naturaleza.
Abrí los ojos cuando uno de los compañeros de Nicholas, que se cernía sobre nosotros por encima de la cabina, volcó un cubo de quince litros de agua sobre nosotros. Grité mientras los miembros del equipo de fútbol explotaban en risas alrededor de la camioneta de Nicholas. Eso fue, hasta que Nicholas se despertó, abalanzándose a por el primer hombre que se movió.
El jugador situado en su cabina, saltó de la camioneta antes de que Nicholas pudiera engancharse a alguno de sus tobillos, pero Nicholas se encontraba fuera de la cama y persiguiéndole un segundo más tarde. El pobre hombre no llegaría muy lejos.
—¿Por qué corres, Clay? —gritó Nicholas tras él, dejando un rastro de salpicaduras de agua—. ¡Ambos sabemos que soy un infierno mucho más rápido que tú!
Mirando a Nicholas cerrar la brecha entre él y Clay, retorcí mi cabello y eché las pesadas mantas a un lado. Chasquearon cuando chocaron contra la camioneta.
Me aseguré de que mi mirada apuntara a cada jugador alrededor, finalizando en Tony, que me sonreía de una manera infantil. Él ya fue perdonado antes de abrir su boca. —¿Qué? —dijo, como si no pudiera reaccionar—. Lo siento, ____(tn). Pero no es justo que Jonas esté cálido acurrucado con tu fino trasero. Hemos tenido que igualar la balanza un poco.
Saliendo del colchón, me lancé sobre la puerta trasera. —La próxima vez que decidan “igualar la balanza” con Nicholas, ¿podrían por favor esperar hasta que esté fuera para tirar el cubo de agua? —Quería tomar una manta para envolverme, pero todas estaban empapadas—. Está helado aquí afuera. —Mi respiración se veía en el aire, por lo que me estremecí aún más.
La sonrisa de Tony se desvaneció un poco. —Ah, demonios, ____(tn) —dijo, quitándose la sudadera—. Somos unas bestias. Vivimos el momento y realmente no pensamos en las consecuencias de nuestras acciones. —Me la tiró como si fuera una ofrenda de paz, con las cejas levantadas—. ¿Nos perdonas?
No en esta vida, habría sido mi respuesta si hubiera sido capaz de salir de la conversación. Odiaba un par de cosas más que estar congelada—un tratamiento sin Novocaína por ejemplo.
Frunciéndole el ceño a Tony, así sabría que esto no le eximía de cualquiera que fuese su participación en la broma, agarré la sudadera en la que cabrían dos hombres de tamaño normal con espacio de sobra.
—Toma ese pedazo de mierda de nuevo. —Apareciendo detrás de mí, Nicholas agarró la sudadera de Tony de mis manos y se la arrojó en la cara—. La próxima vez que tú o alguno de ustedes, bastardos, le haga eso a mi chica otra vez, les patearé todo el cuerpo, ¿lo pillan? —gritó Nicholas, sus ojos barriendo a sus tranquilos compañeros en silencio.
Esperó hasta que el último de ellos asintió.
—Y tú —dijo Nicholas, adelantándose y señalando a Tony a la cara—, no vuelvas a tratar de darle a mi chica algo tuyo para que se lo ponga. —Sus músculos del cuello sobresalían como las aletas de un tiburón, estaba tan tenso—. O nunca más te lanzaré un balón, ¿entiendes?
Y yo pensaba que se había enojado por los litros de agua.
—Jonas —dijo Tony, levantando sus manos en señal de rendición.
Nicholas dio otro paso hacia él hasta que sus pechos chocaron. —¿Lo. Pillas?
Tony bajó la mirada retrocediendo. —Lo pillo.
—Bien —respondió Nicholas, volviéndose hacia mí. Su ira ya disuelta—. Consigamos algo de ropa seca —dijo, su voz baja y controlada.
Asentí. No sabía cómo podía enfurecerse y calmarse como si fuera un interruptor, pero era tanto un don como una maldición.
—Oye, Jonas —llamó uno de sus compañeros. Uno de los que estuvo en las afueras y no experimentó la dosis letal de la ira de Nicholas. Nadie en el círculo interior se dirigiría a él por un tiempo—. ¿Qué demonios le hiciste a Hopkins?
Nicholas me envolvió con su brazo, dirigiéndome hacia el lado del pasajero de su camioneta. —¡Encerrarlo en tu maletero, Palinski!
Cuando le miré fijamente, me dio su sonrisa ladeada.
—No lo hiciste —dije, sabiendo que lo hizo.
—Demonios, sí, lo hice —dijo, abriendo la puerta e inclinándose sobre el asiento para recuperar su bolsa de lona—. Y esa no es toda la venganza que sufrirá ese pequeño bastardo hoy.
—¿Quiero saber?
Revisando el contenido de su bolsa, sacó una camiseta negra de manga larga. —No. No quieres —respondió, dándomela—. Pero ya verás.
Teniendo la cálida y seca camiseta en mis manos, asentí. —Algo que esperar.
—Jonas —dijo Tony, aclarándose la garganta mientras caminaba alrededor de la camioneta. Sostenía su teléfono—. El entrenador acaba de llamar. Nos quiere una hora antes de lo habitual. Le dije que nos llevaría al menos otra regresar. Dijo que nos arrastráramos rápido. —Su cara era casi como una mueca, como si estuviera anticipando la reacción de Nicholas.
—Si el entrenador nos quería una hora más temprano, debería haberlo dicho antes —respondió Nicholas, sin mirarlo mientras seguía rebuscando otras cosas—. Tengo que conseguirle el desayuno a ____(tn) antes de llevarla a nuestro lugar, por lo que el entrenador tendrá que esperar.
—¿Quieres que le diga al entrenador la razón por la que llegarás tarde? — preguntó Tony, nada antagónico al respecto, sólo una persona honesta haciendo una pregunta honesta.
—Demonios, dile —dijo Nicholas, agarrando mi cintura y levantándome—. Dile que mi chica está antes que el fútbol. Dile que el desayuno de mi chica está antes que el fútbol. —Girándose hacia Tony, le miró, esperando.
—¿Necesitas que lo escriba o crees que podrás manejarlo? —añadió Nicholas cuando Tony se quedó mirando.
—Nah —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa—. Chica. Desayuno. Luego fútbol —recitó, golpeando su cabeza—. Creo que lo tengo.
Abrochando el cinturón, Nicholas cerró de golpe la puerta del pasajero y rodeó la camioneta. Deteniéndose fuera del lado del conductor, desgarró la húmeda térmica y la lanzó a los árboles. Abrió la puerta, se arrojó dentro, y arrancó la camioneta. Encendió los calefactores, centrando cada uno de ellos en mí. Había estado congelada, pero ahora me sentía toda pegajosa y cálida, a pesar de que el calor aún no llegaba. Todo por culpa de un reciente hombre sin camiseta, mojado y sonriendo a mi lado.
—¿Qué? —dijo, su sonrisa profundizándose mientras continuaba mirándole.
Deslizando los ojos por su cuerpo, terminé mi investigación en sus plateados ojos. Igualé su sonrisa. —Ahora esto es un buen espectáculo con el que levantarse.
Después de asegurarle a Nicholas que no necesitaba sentarme para el desayuno y que un sándwich de huevo y una taza de café serían más que suficiente, nos detuvimos en la entrada de la casa que él y otros cinco chicos compartían. Si no fuese porque el hombre que amaba vivía allí dentro, no entraría. No estaba sucio, pero casi cerca de estarlo, y todo el lugar —no importaba si era por la mañana o por la tarde, fin de semana o entre semana— olía como a ropa sucia y sexo.
Nos tomó una hora y media regresar, después de que Nicholas insistiera en detenerse por comida y por cafeína, lo que significaba que ya se atrasaba media hora. Nicholas no era un jugador de cada día en la universidad, era más del tipo por el que los entrenadores rezaban los domingos, así que no estaría calentando banquillo. Pero tendría problemas. De una manera u otra.
—Te acompañaré —dijo, todavía sin camiseta y sonriendo. Tener que sentarme con este hombre durante noventa minutos, logrando mantener mis manos quietas, tendría que conseguirme alguna especie de medalla. Una grande.
—Tienes un partido que ganar —dije, besando la comisura elevada de su boca—. Conozco mi camino.
—Cuida tu paso. Creo que Ben hizo anoche una fiesta mientras no estábamos y ya sabes cómo son —dijo, tomando mi barbilla entre el pulgar y el índice. Se acercó, sus labios apenas rozando los míos antes de que terminaran en mi mandíbula. Bajando, sus dientes tocaron la piel sensible. Y el hombre seguía sin camiseta, así que podía presenciar cada músculo que se apretaba mientras su boca y manos continuaban explorándome. Ignora la medalla, merecía el equivalente virtuoso del Premio Nobel de la Paz.
Temblé cuando su boca me dejó. Sin lugar a dudas temblaba como si estuviera experimentando retiradas.
Sabía que estaba siendo presumido. Nicholas amaba la forma en la que me hacía sentir y las respuestas que podía desencadenar de mí. Sin embargo, comenzaba a cansarme todo ese juego previo que luego no nos conducía a nada.
Alcanzando la manija de la puerta, exhalé, trabajando para recomponerme. —Te veo en un rato —dije, fallando en hacerlo—. Seré uno de esos cincuenta mil gritos, moviendo mis brazos en el aire y gritando tu nombre.
—Eres lo único que veo allí, ____(tn) —dijo, mientras me escabullía por la puerta.
Me entregó mi bolso, apoyando su otro brazo encima del volante. Quería tomar una foto para congelar este momento. Podría mantenerme cálida durante las frías noches de invierno en Nueva York, cuando durmiera sola en mi cama.
—Sí, eres un poco lo único que veo allí, también —dije—. Pero es sobre todo por cómo se ve tu trasero en ese spandex.
Resopló. —Y yo que pensaba que era el campeón mundial vigente de la deshumanización.
—Eras, Jonas —aclaré—, eras era el plazo operativo.
Abrí los ojos cuando uno de los compañeros de Nicholas, que se cernía sobre nosotros por encima de la cabina, volcó un cubo de quince litros de agua sobre nosotros. Grité mientras los miembros del equipo de fútbol explotaban en risas alrededor de la camioneta de Nicholas. Eso fue, hasta que Nicholas se despertó, abalanzándose a por el primer hombre que se movió.
El jugador situado en su cabina, saltó de la camioneta antes de que Nicholas pudiera engancharse a alguno de sus tobillos, pero Nicholas se encontraba fuera de la cama y persiguiéndole un segundo más tarde. El pobre hombre no llegaría muy lejos.
—¿Por qué corres, Clay? —gritó Nicholas tras él, dejando un rastro de salpicaduras de agua—. ¡Ambos sabemos que soy un infierno mucho más rápido que tú!
Mirando a Nicholas cerrar la brecha entre él y Clay, retorcí mi cabello y eché las pesadas mantas a un lado. Chasquearon cuando chocaron contra la camioneta.
Me aseguré de que mi mirada apuntara a cada jugador alrededor, finalizando en Tony, que me sonreía de una manera infantil. Él ya fue perdonado antes de abrir su boca. —¿Qué? —dijo, como si no pudiera reaccionar—. Lo siento, ____(tn). Pero no es justo que Jonas esté cálido acurrucado con tu fino trasero. Hemos tenido que igualar la balanza un poco.
Saliendo del colchón, me lancé sobre la puerta trasera. —La próxima vez que decidan “igualar la balanza” con Nicholas, ¿podrían por favor esperar hasta que esté fuera para tirar el cubo de agua? —Quería tomar una manta para envolverme, pero todas estaban empapadas—. Está helado aquí afuera. —Mi respiración se veía en el aire, por lo que me estremecí aún más.
La sonrisa de Tony se desvaneció un poco. —Ah, demonios, ____(tn) —dijo, quitándose la sudadera—. Somos unas bestias. Vivimos el momento y realmente no pensamos en las consecuencias de nuestras acciones. —Me la tiró como si fuera una ofrenda de paz, con las cejas levantadas—. ¿Nos perdonas?
No en esta vida, habría sido mi respuesta si hubiera sido capaz de salir de la conversación. Odiaba un par de cosas más que estar congelada—un tratamiento sin Novocaína por ejemplo.
Frunciéndole el ceño a Tony, así sabría que esto no le eximía de cualquiera que fuese su participación en la broma, agarré la sudadera en la que cabrían dos hombres de tamaño normal con espacio de sobra.
—Toma ese pedazo de mierda de nuevo. —Apareciendo detrás de mí, Nicholas agarró la sudadera de Tony de mis manos y se la arrojó en la cara—. La próxima vez que tú o alguno de ustedes, bastardos, le haga eso a mi chica otra vez, les patearé todo el cuerpo, ¿lo pillan? —gritó Nicholas, sus ojos barriendo a sus tranquilos compañeros en silencio.
Esperó hasta que el último de ellos asintió.
—Y tú —dijo Nicholas, adelantándose y señalando a Tony a la cara—, no vuelvas a tratar de darle a mi chica algo tuyo para que se lo ponga. —Sus músculos del cuello sobresalían como las aletas de un tiburón, estaba tan tenso—. O nunca más te lanzaré un balón, ¿entiendes?
Y yo pensaba que se había enojado por los litros de agua.
—Jonas —dijo Tony, levantando sus manos en señal de rendición.
Nicholas dio otro paso hacia él hasta que sus pechos chocaron. —¿Lo. Pillas?
Tony bajó la mirada retrocediendo. —Lo pillo.
—Bien —respondió Nicholas, volviéndose hacia mí. Su ira ya disuelta—. Consigamos algo de ropa seca —dijo, su voz baja y controlada.
Asentí. No sabía cómo podía enfurecerse y calmarse como si fuera un interruptor, pero era tanto un don como una maldición.
—Oye, Jonas —llamó uno de sus compañeros. Uno de los que estuvo en las afueras y no experimentó la dosis letal de la ira de Nicholas. Nadie en el círculo interior se dirigiría a él por un tiempo—. ¿Qué demonios le hiciste a Hopkins?
Nicholas me envolvió con su brazo, dirigiéndome hacia el lado del pasajero de su camioneta. —¡Encerrarlo en tu maletero, Palinski!
Cuando le miré fijamente, me dio su sonrisa ladeada.
—No lo hiciste —dije, sabiendo que lo hizo.
—Demonios, sí, lo hice —dijo, abriendo la puerta e inclinándose sobre el asiento para recuperar su bolsa de lona—. Y esa no es toda la venganza que sufrirá ese pequeño bastardo hoy.
—¿Quiero saber?
Revisando el contenido de su bolsa, sacó una camiseta negra de manga larga. —No. No quieres —respondió, dándomela—. Pero ya verás.
Teniendo la cálida y seca camiseta en mis manos, asentí. —Algo que esperar.
—Jonas —dijo Tony, aclarándose la garganta mientras caminaba alrededor de la camioneta. Sostenía su teléfono—. El entrenador acaba de llamar. Nos quiere una hora antes de lo habitual. Le dije que nos llevaría al menos otra regresar. Dijo que nos arrastráramos rápido. —Su cara era casi como una mueca, como si estuviera anticipando la reacción de Nicholas.
—Si el entrenador nos quería una hora más temprano, debería haberlo dicho antes —respondió Nicholas, sin mirarlo mientras seguía rebuscando otras cosas—. Tengo que conseguirle el desayuno a ____(tn) antes de llevarla a nuestro lugar, por lo que el entrenador tendrá que esperar.
—¿Quieres que le diga al entrenador la razón por la que llegarás tarde? — preguntó Tony, nada antagónico al respecto, sólo una persona honesta haciendo una pregunta honesta.
—Demonios, dile —dijo Nicholas, agarrando mi cintura y levantándome—. Dile que mi chica está antes que el fútbol. Dile que el desayuno de mi chica está antes que el fútbol. —Girándose hacia Tony, le miró, esperando.
—¿Necesitas que lo escriba o crees que podrás manejarlo? —añadió Nicholas cuando Tony se quedó mirando.
—Nah —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa—. Chica. Desayuno. Luego fútbol —recitó, golpeando su cabeza—. Creo que lo tengo.
Abrochando el cinturón, Nicholas cerró de golpe la puerta del pasajero y rodeó la camioneta. Deteniéndose fuera del lado del conductor, desgarró la húmeda térmica y la lanzó a los árboles. Abrió la puerta, se arrojó dentro, y arrancó la camioneta. Encendió los calefactores, centrando cada uno de ellos en mí. Había estado congelada, pero ahora me sentía toda pegajosa y cálida, a pesar de que el calor aún no llegaba. Todo por culpa de un reciente hombre sin camiseta, mojado y sonriendo a mi lado.
—¿Qué? —dijo, su sonrisa profundizándose mientras continuaba mirándole.
Deslizando los ojos por su cuerpo, terminé mi investigación en sus plateados ojos. Igualé su sonrisa. —Ahora esto es un buen espectáculo con el que levantarse.
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Después de asegurarle a Nicholas que no necesitaba sentarme para el desayuno y que un sándwich de huevo y una taza de café serían más que suficiente, nos detuvimos en la entrada de la casa que él y otros cinco chicos compartían. Si no fuese porque el hombre que amaba vivía allí dentro, no entraría. No estaba sucio, pero casi cerca de estarlo, y todo el lugar —no importaba si era por la mañana o por la tarde, fin de semana o entre semana— olía como a ropa sucia y sexo.
Nos tomó una hora y media regresar, después de que Nicholas insistiera en detenerse por comida y por cafeína, lo que significaba que ya se atrasaba media hora. Nicholas no era un jugador de cada día en la universidad, era más del tipo por el que los entrenadores rezaban los domingos, así que no estaría calentando banquillo. Pero tendría problemas. De una manera u otra.
—Te acompañaré —dijo, todavía sin camiseta y sonriendo. Tener que sentarme con este hombre durante noventa minutos, logrando mantener mis manos quietas, tendría que conseguirme alguna especie de medalla. Una grande.
—Tienes un partido que ganar —dije, besando la comisura elevada de su boca—. Conozco mi camino.
—Cuida tu paso. Creo que Ben hizo anoche una fiesta mientras no estábamos y ya sabes cómo son —dijo, tomando mi barbilla entre el pulgar y el índice. Se acercó, sus labios apenas rozando los míos antes de que terminaran en mi mandíbula. Bajando, sus dientes tocaron la piel sensible. Y el hombre seguía sin camiseta, así que podía presenciar cada músculo que se apretaba mientras su boca y manos continuaban explorándome. Ignora la medalla, merecía el equivalente virtuoso del Premio Nobel de la Paz.
Temblé cuando su boca me dejó. Sin lugar a dudas temblaba como si estuviera experimentando retiradas.
Sabía que estaba siendo presumido. Nicholas amaba la forma en la que me hacía sentir y las respuestas que podía desencadenar de mí. Sin embargo, comenzaba a cansarme todo ese juego previo que luego no nos conducía a nada.
Alcanzando la manija de la puerta, exhalé, trabajando para recomponerme. —Te veo en un rato —dije, fallando en hacerlo—. Seré uno de esos cincuenta mil gritos, moviendo mis brazos en el aire y gritando tu nombre.
—Eres lo único que veo allí, ____(tn) —dijo, mientras me escabullía por la puerta.
Me entregó mi bolso, apoyando su otro brazo encima del volante. Quería tomar una foto para congelar este momento. Podría mantenerme cálida durante las frías noches de invierno en Nueva York, cuando durmiera sola en mi cama.
—Sí, eres un poco lo único que veo allí, también —dije—. Pero es sobre todo por cómo se ve tu trasero en ese spandex.
Resopló. —Y yo que pensaba que era el campeón mundial vigente de la deshumanización.
—Eras, Jonas —aclaré—, eras era el plazo operativo.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Con esos amigos, para que quieres enemigos!
:fuckya: :fuckya: :fuckya: :fuckya:
Lo bueno es que les dieron su merecido! ;)
:maloso: :maloso: :maloso: :maloso: :maloso:
Les dejo otro capi! ;)
Ya que ayer no les subi, pero es que la escuela me mata! u.u
\^.^/
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 4 (Parte 1) •
Al menos la ducha que Nicholas y Tony compartían estaba limpia. Al menos "limpia" según los estándares del bachillerato universitario.
Había llevado una media hora de agua hirviendo para lograr volverme a calentar. No podía recordar que una ducha se sintiera tan bien, especialmente sabiendo que era donde Nicholas estaba completamente desnudo un par de veces al día. Incluso me había encontrado cerrando los ojos, imaginando, mientras enjabonaba mi cuerpo con su gel de ducha.
Enrollando mi cabello en una toalla, me lavé los dientes y me deslicé en mis jeans y la sudadera de fútbol favorita de Nicholas de Syracuse. No había sido lavada, así que todavía olía a él. Afortunadamente, el buen tipo de olor —jabón y hombre— y no a cómo olía después del entrenamiento.
Me puse las botas antes de dejar el baño porque Nicholas no había exagerado, el cuarto era un desastre. El tipo de desastre por el que alguien consideraría llamar al equipo de materiales peligrosos. Había tenido que esquivar obstáculos como botellas de cerveza, recortes de cartones de mujeres en bikinis en el suelo, y un par de bóxer arrugados para llegar a la habitación de Nicholas más temprano. Lo único que hacía su habitación más limpia que la del resto de la casa era la falta de figuras de cartón de mujeres decorando el suelo.
Cerrando la puerta del baño detrás de mí, di un paso atrás para meterme en la habitación de Nicholas, deteniéndome en seco casi inmediatamente. Esta no era la misma habitación que había dejado treinta minutos atrás. Tuve que comprobar dos veces la foto de nosotros dos que él tenía decorando su cómoda para asegurarme de que esta era, de verdad, la habitación de Nicholas.
El cuarto se hallaba limpio, casi brillantemente limpio. La cama estaba hecha, las esquinas incluso habían sido estiradas y dobladas. No había ningún artículo de ropa decorando la alfombra ni ninguna superficie plana como lo había habido antes. El desastre se había ido, pero había sido intercambiado por algo casi igual de ofensivo, en mi opinión.
Papel crepe naranja y blanco giraba desde el ventilador de techo hacia las esquinas de la habitación. Posters de cartulina de tamaño humano con purpurina naranja con el número 17, Vamos Jonas, o Syracuse #1 estaban colgados, al menos tres sobre una pared. Alguien había llamado a la policía rah-rah para Nicholas y él iba a estar enojado por encima del arco iris cuando lo viera.
Caminando tentativamente a través de la habitación que no reconocía, abrí el primer cajón de mi tocador y volví a meter la bolsa de aseo en el interior. Nicholas y yo tratábamos de pasar los fines de semana con el otro, así que yo estaba allí de vez en cuando. En lugar de sólo dejarme simplemente un cajón para mis cosas, él había ido y había comprado una cómoda entera sólo para mi uso. El gesto me había dejado extrañamente sin palabras.
Deslizando el cajón para cerrarlo, hice una nueva investigación de la habitación. La foto nuestra llamó mi atención otra vez. Acercándome unos pasos, entendí por qué. Una línea diagonal hecha añicos la atravesaba, cortando a Nicholas de mí casi perfectamente. Levantando la mano, pasé un dedo por la línea, suprimiendo el temblor.
—Perdón por eso.
Me sorprendí, la foto se cayó de mis manos y dio volteretas desde la esquina de la mesita de noche de Nicholas. El vidrio se fracturó una vez más, pero no se rompió.
De seguro lloraría si seguía mirando la foto fracturada a mis pies, así que me di la vuelta. Sólo para desear haberme quedado mirando una eternidad más a ese vidrio roto.
—Accidentalmente la tiré más temprano cuando limpiaba —dijo la alta, delgada chica en uniforme de porrista naranja y blanco, deslizándose alrededor de la habitación de Nicholas, sin mirarme.
—¿Quién eres? —pregunté innecesariamente, cruzándome de brazos. Ya lo sabía.
—Adriana —dijo, ofreciendo nada más mientras llevaba un cesto rebosante de ropa doblada hacia la cómoda de Nicholas—. Ya sabes, no se le permite la entrada a nadie en la habitación del jugador antes del juego, excepto por su Hermana Espiritual —dijo, abriendo el primer cajón de la cómoda antes de comenzar a meter la ropa interior de Nicholas dentro.
Dos emociones me golpearon en ese momento, viendo a Adriana Vix, una chica que era el doble de alta y linda que yo, manoseando toda la ropa interior limpia de mi novio mientras la ordenaba. Hubo ira, pura y cruda, como la que Nicholas sentía.
Hubo algo que apretó mi garganta y mi corazón fuerte, sintiéndose como si ambos se fueran a romper.
—Soy su novia —respondí, intentando dejar que hablara la ira—. Se me permite la entrada cuando quiera. Puedes verlo —señalé a los carteles—, por el número 17 si no me crees. ¿Y qué demonios es una Hermana Espiritual? Además de lo obvio —terminé, evaluándola antes de arrugar la nariz.
Su piel era color cobre, su cabello oscuro, y tenía unos ojos verde musgo que casi resplandecían en contraste con su oscura piel. Sus piernas eran tan largas que la falda del uniforme parecía más bien un par de bragas que una falda, y tal como Tony había dicho ardientemente, tenía enormes tetas. Y aparentemente no tenía problemas en dejar que el mundo conociera esas tetas, a un nivel de no dejar nada a la imaginación.
—Cada porrista es asignada a uno de los jugadores de fútbol. Uno de los jugadores de mayor rendimiento, porque nosotras no somos suficientes para cubrirlos a todos ellos, y de todas formas, ¿cuál es el punto de atender a alguien en el banco? —explicó, cerrando el cajón de Nicholas y moviéndose al que le seguía. Dobló y presionó camisetas en aquel, incluso con un código de color.
—Soy la capitana de mi equipo, y Nicholas es la estrella del suyo. Éramos una combinación obvia —dijo, sonriendo a las camisetas limpias de Nicholas.
Era impresionante lo atrayente que lucía arrancarle a esta chica los mechones salidos de su brillante cabello oscuro. Incluso reconocí que habría consecuencias, posiblemente incluso una noche en la cárcel. Y no me importaba.
—Obviamente —dije sin expresión, estrechando mis ojos mientras ella pasaba al siguiente cajón, guardando los tres únicos pares de pantalones que tenía Nicholas—. ¿Entonces qué? ¿Como Hermana Espiritual consigues limpiar sus cuartos, lavarles la ropa, prepararle los brownies, ese tipo de mierda de ama de casa de los 50? —Ah, allí estaba. Ese genio que necesitaba elevar para no atragantarme las palabras en frente de esta exótica Barbie.
Dándose la vuelta, dejó caer el cesto de la ropa vacío al suelo.
—Y cualquier otra necesidad de la que puedan llegar a querer ocuparse — dijo, su sonrisa contando toda la historia.
Sentí que mis puños se cerraban, preparándose para el impacto. Aún no me había metido en una pelea de gatas, pero estaba segura de que una se aproximaba con fuerza.
—Escucha, ¿Adriana, cierto? —dije, rodeando los pies de la cama de Nicholas, parándome tan alta como era. Ella aun así se alzaba unos quince centímetros encima de mí—. Sé a qué estás jugando. Lo he visto un millón de veces diferentes y en un millón de maneras diferentes. Pero déjame ahorrarte el suspenso sobre el resultado de este pequeño juego que estás tratando de manipular.
Di otro paso más cerca, cruzándome de brazos porque no confiaba en ellos para que dejaran de pensar por su propia voluntad y dejaran un puñetazo justo en medio de esos lindos ojos verdes.
—Perderás. Nicholas está conmigo y yo estoy con Nicholas. Fin. Puedes preguntarle si necesitas más explicaciones.
Los labios de Adriana se fruncieron por un momento antes de que se aplanaran de nuevo en esa sonrisa de cera.
—No le lavas la ropa, no limpias su habitación, todos sabemos que no te abres de piernas, así que ¿qué bien eres para él? Un hombre tiene necesidades. Puede que él sea tuyo hoy. ¿Pero qué hay de mañana? —Se apoyó en el tocador, sus dedos jugando con la esquina. No quería que sus dedos pasaran así por encima de ninguna de las cosas de Nicholas.
—Muy bien, déjame poner esto en términos de gente estúpida —dije, juntando mis dedos debajo de mi barbilla—. Mantente alejada de Nicholas o yo, figurativa y literalmente, patearé tu trasero. Con una sonrisa —agregué, luciendo una.
Arqueando un par de las cejas más meticulosamente esculpidas que había visto, Adriana chasqueó la lengua.
—¿Quieres saber qué le pasó a la última chica que se metió en mi camino?
No, en realidad, pero no me pude resistir.
—¿Qué?
Se encogió de hombros, deslizándose a través de la habitación hacia la puerta en esas piernas malditamente interminables.
—No lo sé. Jamás escuché nada de ella otra vez después de conseguir a su hombre —dijo, mirando de vuelta hacia mí—. Se ahogó en mi estela. Será mejor que sepas nadar si vas a ir en mi contra.
Esta perra tenía suerte de que la estuviera dejando ir en una pieza. —Como un maldito pez.
Para cuando había hecho mi camino a través de miles de aficionados para llegar al asiento guardado para mí en cada partido local, mi ira y el odio hacia Adriana no se habían atenuado ni en lo más mínimo. Sabía que de meterme con la Señorita Vix, esa pelea de gatas que me había evitado durante dieciocho años llegaría a su punto crítico.
Haciéndome a un lado en la primera fila, equilibrando cuidadosamente mis palomitas y mi chocolate caliente, encontré un rostro familiar en el asiento de al lado del mío, en el centro y al frente.
—¡Oye, tú! —gritó Holly por encima de la multitud hacia mí, agarrando las palomitas que tenía así podía sentarme.
—No creí que pudieras venir —respondí, dándole un abrazo de costado antes de tomar mi asiento. Syracuse todavía tenía que salir al campo, pero estábamos a segundos de eso, a juzgar por el volumen rompe-tímpanos en el estadio. Nicholas delante de su equipo saliendo a la cancha para adoración de miles, en esa camiseta de lycra formando y resaltando los músculos de él que merecían ser resaltados... Bueno, era una vista que jamás me querría perder.
Manteniendo mis ojos fijos en el túnel por el que salía el equipo local, le di un codazo en la pierna a Holly.
—¿Tu mamá estuvo de acuerdo en cuidar al pequeño Nicholas por una noche?
—Me tomó algo de convencimiento creativo, y tuve que acceder a hacerle mechitas más claras en el cabello por un año, pero sí, estuvo de acuerdo. Además, tuve que hacerle la permanente como a doce cabezas de cabello de anciana en el hogar de la ciudad para pagar el billete de avión —dijo Holly, arrojando una palomita de maíz en su boca—. Esta es mi primera noche afuera, y a juzgar por la falta de entusiasmo de mamá de cuidar de su único nieto, será probablemente la última en un tiempo, así que esta noche me voy a soltar el cabello, chica. —Pasándose los dedos por el pelo, Holly lo desordenó, luego echó la cabeza hacia adelante, dándole una sacudida bulliciosa—. Advertencia justa —agregó cuando tiró la cabeza de vuelta hacia atrás. Su largo cabello rubio había ganado dos centímetros y medio de altura.
—Sólo asegúrate de usar un condón esta vez —dije, sonriéndole de lado—. Y no te arrastres hacia nada que se parezca a Sawyer Diamond.
—No es divertido —dijo, apartando mi brazo.
—¿Cómo está el señor Diamond? —pregunté, sin importarme, pero suponiendo que ella tenía la primicia ya que vivíamos en una ciudad donde todos conocían los asuntos de los demás.
—No lo sé. No me importa —respondió—. Sin embargo, encuentro una gran satisfacción cuando descubro que cada vez que uno de sus amigos disfruta de un buen pedazo de culo, él está teniendo suerte con nada más que el lado suave de su mano.
Había llevado una media hora de agua hirviendo para lograr volverme a calentar. No podía recordar que una ducha se sintiera tan bien, especialmente sabiendo que era donde Nicholas estaba completamente desnudo un par de veces al día. Incluso me había encontrado cerrando los ojos, imaginando, mientras enjabonaba mi cuerpo con su gel de ducha.
Enrollando mi cabello en una toalla, me lavé los dientes y me deslicé en mis jeans y la sudadera de fútbol favorita de Nicholas de Syracuse. No había sido lavada, así que todavía olía a él. Afortunadamente, el buen tipo de olor —jabón y hombre— y no a cómo olía después del entrenamiento.
Me puse las botas antes de dejar el baño porque Nicholas no había exagerado, el cuarto era un desastre. El tipo de desastre por el que alguien consideraría llamar al equipo de materiales peligrosos. Había tenido que esquivar obstáculos como botellas de cerveza, recortes de cartones de mujeres en bikinis en el suelo, y un par de bóxer arrugados para llegar a la habitación de Nicholas más temprano. Lo único que hacía su habitación más limpia que la del resto de la casa era la falta de figuras de cartón de mujeres decorando el suelo.
Cerrando la puerta del baño detrás de mí, di un paso atrás para meterme en la habitación de Nicholas, deteniéndome en seco casi inmediatamente. Esta no era la misma habitación que había dejado treinta minutos atrás. Tuve que comprobar dos veces la foto de nosotros dos que él tenía decorando su cómoda para asegurarme de que esta era, de verdad, la habitación de Nicholas.
El cuarto se hallaba limpio, casi brillantemente limpio. La cama estaba hecha, las esquinas incluso habían sido estiradas y dobladas. No había ningún artículo de ropa decorando la alfombra ni ninguna superficie plana como lo había habido antes. El desastre se había ido, pero había sido intercambiado por algo casi igual de ofensivo, en mi opinión.
Papel crepe naranja y blanco giraba desde el ventilador de techo hacia las esquinas de la habitación. Posters de cartulina de tamaño humano con purpurina naranja con el número 17, Vamos Jonas, o Syracuse #1 estaban colgados, al menos tres sobre una pared. Alguien había llamado a la policía rah-rah para Nicholas y él iba a estar enojado por encima del arco iris cuando lo viera.
Caminando tentativamente a través de la habitación que no reconocía, abrí el primer cajón de mi tocador y volví a meter la bolsa de aseo en el interior. Nicholas y yo tratábamos de pasar los fines de semana con el otro, así que yo estaba allí de vez en cuando. En lugar de sólo dejarme simplemente un cajón para mis cosas, él había ido y había comprado una cómoda entera sólo para mi uso. El gesto me había dejado extrañamente sin palabras.
Deslizando el cajón para cerrarlo, hice una nueva investigación de la habitación. La foto nuestra llamó mi atención otra vez. Acercándome unos pasos, entendí por qué. Una línea diagonal hecha añicos la atravesaba, cortando a Nicholas de mí casi perfectamente. Levantando la mano, pasé un dedo por la línea, suprimiendo el temblor.
—Perdón por eso.
Me sorprendí, la foto se cayó de mis manos y dio volteretas desde la esquina de la mesita de noche de Nicholas. El vidrio se fracturó una vez más, pero no se rompió.
De seguro lloraría si seguía mirando la foto fracturada a mis pies, así que me di la vuelta. Sólo para desear haberme quedado mirando una eternidad más a ese vidrio roto.
—Accidentalmente la tiré más temprano cuando limpiaba —dijo la alta, delgada chica en uniforme de porrista naranja y blanco, deslizándose alrededor de la habitación de Nicholas, sin mirarme.
—¿Quién eres? —pregunté innecesariamente, cruzándome de brazos. Ya lo sabía.
—Adriana —dijo, ofreciendo nada más mientras llevaba un cesto rebosante de ropa doblada hacia la cómoda de Nicholas—. Ya sabes, no se le permite la entrada a nadie en la habitación del jugador antes del juego, excepto por su Hermana Espiritual —dijo, abriendo el primer cajón de la cómoda antes de comenzar a meter la ropa interior de Nicholas dentro.
Dos emociones me golpearon en ese momento, viendo a Adriana Vix, una chica que era el doble de alta y linda que yo, manoseando toda la ropa interior limpia de mi novio mientras la ordenaba. Hubo ira, pura y cruda, como la que Nicholas sentía.
Hubo algo que apretó mi garganta y mi corazón fuerte, sintiéndose como si ambos se fueran a romper.
—Soy su novia —respondí, intentando dejar que hablara la ira—. Se me permite la entrada cuando quiera. Puedes verlo —señalé a los carteles—, por el número 17 si no me crees. ¿Y qué demonios es una Hermana Espiritual? Además de lo obvio —terminé, evaluándola antes de arrugar la nariz.
Su piel era color cobre, su cabello oscuro, y tenía unos ojos verde musgo que casi resplandecían en contraste con su oscura piel. Sus piernas eran tan largas que la falda del uniforme parecía más bien un par de bragas que una falda, y tal como Tony había dicho ardientemente, tenía enormes tetas. Y aparentemente no tenía problemas en dejar que el mundo conociera esas tetas, a un nivel de no dejar nada a la imaginación.
—Cada porrista es asignada a uno de los jugadores de fútbol. Uno de los jugadores de mayor rendimiento, porque nosotras no somos suficientes para cubrirlos a todos ellos, y de todas formas, ¿cuál es el punto de atender a alguien en el banco? —explicó, cerrando el cajón de Nicholas y moviéndose al que le seguía. Dobló y presionó camisetas en aquel, incluso con un código de color.
—Soy la capitana de mi equipo, y Nicholas es la estrella del suyo. Éramos una combinación obvia —dijo, sonriendo a las camisetas limpias de Nicholas.
Era impresionante lo atrayente que lucía arrancarle a esta chica los mechones salidos de su brillante cabello oscuro. Incluso reconocí que habría consecuencias, posiblemente incluso una noche en la cárcel. Y no me importaba.
—Obviamente —dije sin expresión, estrechando mis ojos mientras ella pasaba al siguiente cajón, guardando los tres únicos pares de pantalones que tenía Nicholas—. ¿Entonces qué? ¿Como Hermana Espiritual consigues limpiar sus cuartos, lavarles la ropa, prepararle los brownies, ese tipo de mierda de ama de casa de los 50? —Ah, allí estaba. Ese genio que necesitaba elevar para no atragantarme las palabras en frente de esta exótica Barbie.
Dándose la vuelta, dejó caer el cesto de la ropa vacío al suelo.
—Y cualquier otra necesidad de la que puedan llegar a querer ocuparse — dijo, su sonrisa contando toda la historia.
Sentí que mis puños se cerraban, preparándose para el impacto. Aún no me había metido en una pelea de gatas, pero estaba segura de que una se aproximaba con fuerza.
—Escucha, ¿Adriana, cierto? —dije, rodeando los pies de la cama de Nicholas, parándome tan alta como era. Ella aun así se alzaba unos quince centímetros encima de mí—. Sé a qué estás jugando. Lo he visto un millón de veces diferentes y en un millón de maneras diferentes. Pero déjame ahorrarte el suspenso sobre el resultado de este pequeño juego que estás tratando de manipular.
Di otro paso más cerca, cruzándome de brazos porque no confiaba en ellos para que dejaran de pensar por su propia voluntad y dejaran un puñetazo justo en medio de esos lindos ojos verdes.
—Perderás. Nicholas está conmigo y yo estoy con Nicholas. Fin. Puedes preguntarle si necesitas más explicaciones.
Los labios de Adriana se fruncieron por un momento antes de que se aplanaran de nuevo en esa sonrisa de cera.
—No le lavas la ropa, no limpias su habitación, todos sabemos que no te abres de piernas, así que ¿qué bien eres para él? Un hombre tiene necesidades. Puede que él sea tuyo hoy. ¿Pero qué hay de mañana? —Se apoyó en el tocador, sus dedos jugando con la esquina. No quería que sus dedos pasaran así por encima de ninguna de las cosas de Nicholas.
—Muy bien, déjame poner esto en términos de gente estúpida —dije, juntando mis dedos debajo de mi barbilla—. Mantente alejada de Nicholas o yo, figurativa y literalmente, patearé tu trasero. Con una sonrisa —agregué, luciendo una.
Arqueando un par de las cejas más meticulosamente esculpidas que había visto, Adriana chasqueó la lengua.
—¿Quieres saber qué le pasó a la última chica que se metió en mi camino?
No, en realidad, pero no me pude resistir.
—¿Qué?
Se encogió de hombros, deslizándose a través de la habitación hacia la puerta en esas piernas malditamente interminables.
—No lo sé. Jamás escuché nada de ella otra vez después de conseguir a su hombre —dijo, mirando de vuelta hacia mí—. Se ahogó en mi estela. Será mejor que sepas nadar si vas a ir en mi contra.
Esta perra tenía suerte de que la estuviera dejando ir en una pieza. —Como un maldito pez.
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Para cuando había hecho mi camino a través de miles de aficionados para llegar al asiento guardado para mí en cada partido local, mi ira y el odio hacia Adriana no se habían atenuado ni en lo más mínimo. Sabía que de meterme con la Señorita Vix, esa pelea de gatas que me había evitado durante dieciocho años llegaría a su punto crítico.
Haciéndome a un lado en la primera fila, equilibrando cuidadosamente mis palomitas y mi chocolate caliente, encontré un rostro familiar en el asiento de al lado del mío, en el centro y al frente.
—¡Oye, tú! —gritó Holly por encima de la multitud hacia mí, agarrando las palomitas que tenía así podía sentarme.
—No creí que pudieras venir —respondí, dándole un abrazo de costado antes de tomar mi asiento. Syracuse todavía tenía que salir al campo, pero estábamos a segundos de eso, a juzgar por el volumen rompe-tímpanos en el estadio. Nicholas delante de su equipo saliendo a la cancha para adoración de miles, en esa camiseta de lycra formando y resaltando los músculos de él que merecían ser resaltados... Bueno, era una vista que jamás me querría perder.
Manteniendo mis ojos fijos en el túnel por el que salía el equipo local, le di un codazo en la pierna a Holly.
—¿Tu mamá estuvo de acuerdo en cuidar al pequeño Nicholas por una noche?
—Me tomó algo de convencimiento creativo, y tuve que acceder a hacerle mechitas más claras en el cabello por un año, pero sí, estuvo de acuerdo. Además, tuve que hacerle la permanente como a doce cabezas de cabello de anciana en el hogar de la ciudad para pagar el billete de avión —dijo Holly, arrojando una palomita de maíz en su boca—. Esta es mi primera noche afuera, y a juzgar por la falta de entusiasmo de mamá de cuidar de su único nieto, será probablemente la última en un tiempo, así que esta noche me voy a soltar el cabello, chica. —Pasándose los dedos por el pelo, Holly lo desordenó, luego echó la cabeza hacia adelante, dándole una sacudida bulliciosa—. Advertencia justa —agregó cuando tiró la cabeza de vuelta hacia atrás. Su largo cabello rubio había ganado dos centímetros y medio de altura.
—Sólo asegúrate de usar un condón esta vez —dije, sonriéndole de lado—. Y no te arrastres hacia nada que se parezca a Sawyer Diamond.
—No es divertido —dijo, apartando mi brazo.
—¿Cómo está el señor Diamond? —pregunté, sin importarme, pero suponiendo que ella tenía la primicia ya que vivíamos en una ciudad donde todos conocían los asuntos de los demás.
—No lo sé. No me importa —respondió—. Sin embargo, encuentro una gran satisfacción cuando descubro que cada vez que uno de sus amigos disfruta de un buen pedazo de culo, él está teniendo suerte con nada más que el lado suave de su mano.
Bitch please!
Nosotras podemos ser cualquier cosa por defender a nuestro hombre!
:fuckya: :fuckya: :fuckya: :fuckya:
Vale más que te quietes del camino a esta primer advertencia, por que si no...
Bueno no será divertido para ti!
:-w-: :-w-: :-w-: :-w-:
:maloso: :maloso: :maloso:
Es bueno saber que Sawyer tuvo su merecido! ;)
A quien le agrada saber de Holly!
*.* Es una buena amiga! ;)
Disfruten de los capis, más tarde subo la continuación de este!
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Voy con poco tiempo porque estoy en un ciber (en mi pais donde vas y pagas por usar un poco de tiempo en internet)
PERO LO AME!
Siguela
Besos xx.
Valentina "Chica Mala Chilena" *-*
PERO LO AME!
Siguela
Besos xx.
Valentina "Chica Mala Chilena" *-*
Val x.
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
No no y no!! Con la ropa del Nicho no te metes maldita perra plastica!! Ni siquiera te atrevas a ponerle encima tus garras de gata o te las veras con mi patito!!
Sinceramente no la soporto y eso que es la primera vez que aparece, no me imagino lo que hara despues :x La odio!!!
Espero el proximo capi!! :P
:bye: :bye: :bye:
xoxoxo
:happuy: [b]
Sinceramente no la soporto y eso que es la primera vez que aparece, no me imagino lo que hara despues :x La odio!!!
Espero el proximo capi!! :P
:bye: :bye: :bye:
xoxoxo
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TejónQuisquilloso
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
GUUUAAUUU!!!!!!!
___ SACO LAS GARRRAAS Y ESA ADRIANA!!!.. NO SE SALDRA CON LA SUYAAA!!!!..... AUNQUE MIRA QUE SI ____ DESCONFIA DE NICK!!!!... ME LAS HAGAARRRROOO A LAS DOOOSSS!!!... UNA POR PERRA Y LA OTRA POR DESCONFIADA!!!!..
Y AAAII HOOOOOLLLYY!!!!! QUE BUENO QUE ESTA BIEN!!! Y DIAMOND JAJAJAJAJAJAJAJAJ SIGUE SUFRIIENDOOO!!!... JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ESO ES BUENOOOO
___ SACO LAS GARRRAAS Y ESA ADRIANA!!!.. NO SE SALDRA CON LA SUYAAA!!!!..... AUNQUE MIRA QUE SI ____ DESCONFIA DE NICK!!!!... ME LAS HAGAARRRROOO A LAS DOOOSSS!!!... UNA POR PERRA Y LA OTRA POR DESCONFIADA!!!!..
Y AAAII HOOOOOLLLYY!!!!! QUE BUENO QUE ESTA BIEN!!! Y DIAMOND JAJAJAJAJAJAJAJAJ SIGUE SUFRIIENDOOO!!!... JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ESO ES BUENOOOO
chelis
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Voy con poco tiempo porque estoy en un ciber (en mi pais donde vas y pagas por usar un poco de tiempo en internet)
PERO LO AME!
Siguela
Besos xx.
Valentina "Chica Mala Chilena" *-*
Que bueno que te gusto! ;)
Nos estamos leyendo! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Hey!It'sMe!! escribió:No no y no!! Con la ropa del Nicho no te metes maldita perra plastica!! Ni siquiera te atrevas a ponerle encima tus garras de gata o te las veras con mi patito!!
Sinceramente no la soporto y eso que es la primera vez que aparece, no me imagino lo que hara despues :x La odio!!!
Espero el proximo capi!! :P
:bye: :bye: :bye:
xoxoxo
:happuy: [b]
Bueno no solo se quiere meter con la ropa del Nicho....
Lo sé, te apoyo, esta bitch tendrá su merecido su toca lo que es NUESTRO!
:muere: :muere: :muere: :muere:
Nos estamos leyendo! :)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:GUUUAAUUU!!!!!!!
___ SACO LAS GARRRAAS Y ESA ADRIANA!!!.. NO SE SALDRA CON LA SUYAAA!!!!..... AUNQUE MIRA QUE SI ____ DESCONFIA DE NICK!!!!... ME LAS HAGAARRRROOO A LAS DOOOSSS!!!... UNA POR PERRA Y LA OTRA POR DESCONFIADA!!!!..
Y AAAII HOOOOOLLLYY!!!!! QUE BUENO QUE ESTA BIEN!!! Y DIAMOND JAJAJAJAJAJAJAJAJ SIGUE SUFRIIENDOOO!!!... JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ESO ES BUENOOOO
Bueno y aún no haz visto nada del juego de la rayiz! ;) :fiu:
Bueno pues ve preparando ambas manos, pq las agarrarás a las dos...
Si Sawyer se merece eso y más! :maloso:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 4 (Parte 2) •
Reí, extendiendo mi chocolate caliente. Ella lo tomó, lanzando una sonrisa hacia mí.
Luego de enterarme que no era el amor de Nicholas y madre de su hijo, fui capaz de mirar a Holly con una luz neutra. Y había comenzado a gustarme. Mucho. Nuestro aspecto no era lo único que se parecía entre nosotras dos, nuestras personalidades eran tan parecidas que ella a menudo decía lo mismo que yo iba a decir. Sólo que Holly era más valiente lanzándolo. Mientras que yo era demasiado cobarde para actuar, Holly lo hacía sin pensarlo dos veces.
Era un rasgo que yo quería afilar.
El equipo visitante salió de su túnel, siendo bienvenido por un abucheo y bromas de casi todo el estadio. Holly incluso se les unió, lanzando unas cuantas palomitas hacia el campo.
Y luego las banderas naranjas y blancas, seguidas por un conjunto de animadoras que yo odiaba, partiendo de la base, dando volteretas de espaldas y patadas al aire, resurgieron del túnel local. No necesité consultar el número en su pecho para identificarlo cuando salió corriendo del túnel. Nicholas tenía una marca particular de pavoneo, incluso cuando corría, que sería capaz de identificar dentro de cincuenta años.
—Juro que ese hombre se pavonea mientras duerme —le grité a Holly.
—Sí, pero el pavoneo de Nicholas es justificado, no manipulado. Se mueve con ese contoneo porque sabe cómo hacer que una mujer tire su cabeza hacia atrás en la cama. Y lo sabe —dijo, devolviéndome el chocolate caliente.
—Sí, lo hace —murmuré perdida en el mar de ruidos.
El estadio se volvió salvaje, gritando, cantando y haciendo reverencias mientras que su héroe dirigía al equipo al campo. En apenas dos meses de juego universitario, Nicholas ya se había convertido en una leyenda. Jugaba a un nivel completamente diferente que el resto de los chicos universitarios. Jugaba como si fuese un dios. Y sus fanáticos lo adoraban en consecuencia.
Disparándome de mi asiento, llevando a Holly conmigo, salté, silbé y grité lo mejor que pude. Tanto, que ya me sentía ronca cuando Nicholas tomó su lugar en la zona lateral del campo, justo en mi línea de visión. El entrenador hablaba con él, pero Nicholas miraba hacia atrás, sus ojos encontrándome de inmediato. Los beneficios de guardar el asiento de en frente y al centro para tu novia, supuse. Saludó con la mano a Holly, luego me guiñó un ojo a mí, lo que respondí con un beso al aire. La sonrisa separó la barra de su casco antes de volver su atención al entrenador.
—Ese hombre tiene un trasero digno de una mirada de "necesita ser agarrado de un puñado" —dijo Holly, echándole una mirada soñadora al trasero de Nicholas. Me habría puesto celosa si hubiera sido cualquier otra persona en lugar de la mejor amiga de la infancia de Nicholas. Holly, y sólo Holly, podía hacer una observación honesta sobre el trasero de Nicholas sin que yo me pusiera en novia celosa con ella.
—Quiero decir, eso es algo a lo que una chica podría aferrarse en la cama —agregó Holly, masticando una palomita de maíz.
Un destello de calor enrojeció mis mejillas, asignándole una imagen a esa declaración.
Como si pudiera sentir nuestros ojos devorando su parte trasera, Nicholas se llevó el brazo hacia atrás y se dio un manotazo en el trasero, lanzándome una rápida sonrisa por encima del hombro antes de acurrucarse con algunos de sus titulares.
Nicholas Jonas era cruel en todas las formas.
—Entonces —comenzó Holly, codeando mi lado—. ¿Ustedes dos...?
La miré de lado.
—Eso fue un firme no —murmuró, escondiendo su sonrisa detrás de la taza de chocolate caliente.
Observé mientras Nicholas y los chicos se metían en el campo después del primer saque. El nombre del número 23 llamó mi atención. Donde había estado estampado "Hopkins" en su camiseta durante toda la temporada, esta noche tenía la palabra "Idiota" escrita en rotulador negro en un pedazo de cinta adhesiva. Nicholas se tomó su venganza en serio.
—Bueno, no ha sido por falta de esfuerzo —dije, dándome la vuelta en mi asiento para enfrentar a Holly. Me sentía cómoda hablando con Holly sobre la aparente incapacidad de Nicholas de dormir conmigo porque Holly era el ejemplo de no juzgar. Dudaba que ella hubiera levantado una ceja si yo hubiera divulgado que tenía una especie de fetiche de succionar pies—. Por mi parte, al menos —añadí.
—Sabes que no es porque él no quiere hacerlo, ¿verdad? —dijo, mirándome—. Porque el hombre te desea tanto que está a punto de explotar en sus pantalones. Sólo está malditamente empeñado en hacer todo esto bien contigo. No quiere arruinar nada, y si eres Nicholas, crees que arruinarlo está en tu naturaleza. —Hizo una pausa, mordisqueando una palomita mientras Nicholas se alineaba detrás de su línea ofensiva. Salté al nivel del resto de los aficionados—. Sólo dale algo más de tiempo.
—Mucho tiempo más, y voy a estallar y luego, si está bien o mal dormir conmigo, no importará —respondí, manteniendo el aliento cuando Nicholas se agachó en posición.
—Cariño, conozco el sentimiento —dijo Holly—. Esta yegua ha estado saliendo a pastorear en primavera desde antes del pequeño Nicholas.
—Dios, Holly —dije, casi ahogándome con mi grano de palomita de maíz, pero luego el central elevó el balón y me congelé. Nicholas amagó hacia un lado, luego el otro, arqueando el balón mientras Tony cargaba contra el campo. El brazo de Nicholas se puso borroso, la pelota se arqueó en una espiral de digna alabanza, enumerando las yardas hasta que aterrizó en los brazos acunados de Tony en la décimo quinta yarda.
La multitud estalló, los pompones se sacudieron, las manos rebotaron, los fanáticos cantaron; era más intenso que cualquier concierto de rock al que había ido.
—¡Maldita sea! —me gritó Holly, después de silbar entre dientes—. Ese chico no está allí afuera sólo por un dulce trasero.
—Puede jugar —dije, sin hacer hincapié adecuadamente—. Dulce trasero es sólo un título honorario.
Holly lanzó otro comentario, pero Nicholas estaba de vuelta en posición y yo apagué todo lo demás. Esta vez, tan pronto como Nicholas atrapó la pelota, echó a correr. Esquivando un par de jugadores que se deslizaban por su camino, se abrió paso más allá de la décimo quinta, y luego las últimas pocas yardas quedaron abiertas.
Y estábamos en el marcador con seis puntos a menos de un minuto de juego. Sabía que no había ninguna J en la palabra equipo, pero esos puntos eran casi todos gracias al número 17, Nicholas Jonas.
Agarrando la barandilla en frente de mí, salté, gritando hacia el campo. Holly estaba gritando también, a pesar de que el suyo estaba interrumpido por un "dulce trasero" cada pocas palabras.
Nicholas dejó caer el balón en la zona final, habiendo ya abandonado hacía mucho tiempo la teatralidad de anotar un touchdown después de su primer partido. Algo acerca de meter la bola en la zona final de una a dos veces por partido, hacía parecer las teatralidades un poco deslucidas.
Sin embargo, había una tradición de apertura de touchdown que él no había dejado morir. Yo ya me inclinaba por encima de la barandilla antes de que él corriera más allá de la décima yarda. Se sentía como si la mitad de los ojos del estadio estuvieran en mí, porque si alguno de ellos había ido a algún partido, sabían por qué Nicholas Jonas estaba sacándose del casco y a quién le sonreía.
Jamás había sido de las que hacen escenas o de las que participan en demostraciones públicas de afecto, pero cuando se trataba de Nicholas, lo llevaría a donde quiera que él se ofreciera a ir. Sin importar si estábamos solos o en el medio de miles de aficionados enloquecidos. Cuando nos mirábamos el uno al otro de la manera en que lo estábamos haciendo ahora, todo se desvanecía en el olvido.
Abriéndose paso entre sus compañeros que le daban palmadas en la espalda mientras pasaba, dejó caer su casco antes de saltar en el aire. Sus manos atraparon la barra superior de la primera fila y, colgándose de lado de la barandilla igual que un levantamiento de barbilla, se impulsó.
Inclinándome más, le sonreí a su rostro perlado de sudor.
—Presume —susurré, tan cerca que casi podía saborear la sal de su piel.
Su sonrisa se curvó aún más.
—Ven aquí —ordenó, sus ojos cayendo a mis labios.
Dejando caer mi boca a la suya, probé el salado sudor de su piel. Y luego lo besé. La multitud estalló de nuevo, amando el show que su estrella mariscal de campo les daba. Pero no lo hacíamos por ellos. Esto, lo hacíamos por nosotros.
Todo lo que hacíamos como pareja lo hacíamos por nosotros.
No me dejó alejarme cuando me moví. En su lugar, de algunas manera se las arregló para sostenerse con una mano mientras que con la otra agarraba la parte trasera de mi nuca y me acercaba de vuelta a él. Me besó aún más fuerte, así no podía respirar, y el estadio estaba girando y, como esperé, todo excepto Nicholas se desvaneció. Me había perdido total y completamente en él.
Luego, inclinándose hacia atrás, presionó un último beso dulce en mis labios.
—Dios mío, ____(tn) —respiró, el calor de éste recubriendo mi rostro—, ¿cómo se supone que un hombre se concentre en el fútbol después de esto?
—Buena suerte con eso —respondí, mi voz tan escalonada como supuse que lo estaría.
—Será mejor que haya más de donde vinieron esos después del partido — dijo, mostrando una sonrisa mientras se bajaba.
—Muchos —le grité.
—¡Jonas! —gritó el entrenador en jefe por encima del ruido—. Seguro que sé como el infierno que no te importa hacer el ridículo por ti mismo, ¡pero deja de hacer el ridículo por mí y el resto del equipo! ¡Tranquiliza tu polla y enfócate!
Nicholas rodó los ojos hacia mí antes de darse la vuelta y dirigirse a la zona lateral del campo.
—¡Me alegro de verte también, Nicholas! —gritó Holly, cruzándose de brazos y luciendo positivamente molesta.
Dándose la vuelta, Nicholas extendió los brazos.
—¡Sabes que te quiero, Hol!
—Sí, sí —murmuró ella, haciendo un ademán de despedida.
Y luego una diosa de bronce se puso en el camino de Nicholas, con las manos en las caderas y dándole una mirada que me hizo poner muy furiosa otra vez. Dijo algo, pero no pude escuchar qué. Aunque de haber sido lectora de labios, estaría echándome por encima de la baranda y golpeando esa sugestiva sonrisita hasta sacarla de su rostro.
Nicholas asintió en reconocimiento, agachándose para recuperar su casco. Adriana se movió más rápido, tomando el casco y sacándolo de su alcance. Nicholas lo intentó alcanzar, pero ella lo esquivó, levantándose más alto. El rostro de Nicholas no estaba divertido, y el mío estaba enfurecido. Esta chica recurría a la táctica de juegos infantiles para atraer la atención de un chico. Era débil. Y patético.
Volviendo a estirarse para alcanzarlo, Adriana lo esquivó, sosteniéndolo lejos de las manos de Nicholas. Él se detuvo, con las manos en las caderas, y dejó escapar un suspiro. Parecía como si dijera por favor, a lo cual ella sacudió su cabeza. Luego, sus ojos aterrizaron en mí antes de tocarse la mejilla con el dedo.
Ella esperó, sosteniendo su casco lejos de él, asegurándose de que yo la miraba.
Lo estaba.
Así que cuando Nicholas se inclinó y le dio un beso en la mejilla, ella pudo ver la tormenta que nubló mi rostro. Bajando el casco, se lo devolvió, pero no antes de levantar una ceja hacia mí y poner una sonrisa victoriosa en su lugar.
—¿Quién es esa perra? —dijo Holly, sonando tan furiosa como yo lo estaba.
Ceñuda hacia ella a pesar de que ya se había dado la vuelta y se había reunido con el resto de las Hermanas Espirituales, planeé mi venganza.
—Está a punto de ser una perra muerta.
Luego de enterarme que no era el amor de Nicholas y madre de su hijo, fui capaz de mirar a Holly con una luz neutra. Y había comenzado a gustarme. Mucho. Nuestro aspecto no era lo único que se parecía entre nosotras dos, nuestras personalidades eran tan parecidas que ella a menudo decía lo mismo que yo iba a decir. Sólo que Holly era más valiente lanzándolo. Mientras que yo era demasiado cobarde para actuar, Holly lo hacía sin pensarlo dos veces.
Era un rasgo que yo quería afilar.
El equipo visitante salió de su túnel, siendo bienvenido por un abucheo y bromas de casi todo el estadio. Holly incluso se les unió, lanzando unas cuantas palomitas hacia el campo.
Y luego las banderas naranjas y blancas, seguidas por un conjunto de animadoras que yo odiaba, partiendo de la base, dando volteretas de espaldas y patadas al aire, resurgieron del túnel local. No necesité consultar el número en su pecho para identificarlo cuando salió corriendo del túnel. Nicholas tenía una marca particular de pavoneo, incluso cuando corría, que sería capaz de identificar dentro de cincuenta años.
—Juro que ese hombre se pavonea mientras duerme —le grité a Holly.
—Sí, pero el pavoneo de Nicholas es justificado, no manipulado. Se mueve con ese contoneo porque sabe cómo hacer que una mujer tire su cabeza hacia atrás en la cama. Y lo sabe —dijo, devolviéndome el chocolate caliente.
—Sí, lo hace —murmuré perdida en el mar de ruidos.
El estadio se volvió salvaje, gritando, cantando y haciendo reverencias mientras que su héroe dirigía al equipo al campo. En apenas dos meses de juego universitario, Nicholas ya se había convertido en una leyenda. Jugaba a un nivel completamente diferente que el resto de los chicos universitarios. Jugaba como si fuese un dios. Y sus fanáticos lo adoraban en consecuencia.
Disparándome de mi asiento, llevando a Holly conmigo, salté, silbé y grité lo mejor que pude. Tanto, que ya me sentía ronca cuando Nicholas tomó su lugar en la zona lateral del campo, justo en mi línea de visión. El entrenador hablaba con él, pero Nicholas miraba hacia atrás, sus ojos encontrándome de inmediato. Los beneficios de guardar el asiento de en frente y al centro para tu novia, supuse. Saludó con la mano a Holly, luego me guiñó un ojo a mí, lo que respondí con un beso al aire. La sonrisa separó la barra de su casco antes de volver su atención al entrenador.
—Ese hombre tiene un trasero digno de una mirada de "necesita ser agarrado de un puñado" —dijo Holly, echándole una mirada soñadora al trasero de Nicholas. Me habría puesto celosa si hubiera sido cualquier otra persona en lugar de la mejor amiga de la infancia de Nicholas. Holly, y sólo Holly, podía hacer una observación honesta sobre el trasero de Nicholas sin que yo me pusiera en novia celosa con ella.
—Quiero decir, eso es algo a lo que una chica podría aferrarse en la cama —agregó Holly, masticando una palomita de maíz.
Un destello de calor enrojeció mis mejillas, asignándole una imagen a esa declaración.
Como si pudiera sentir nuestros ojos devorando su parte trasera, Nicholas se llevó el brazo hacia atrás y se dio un manotazo en el trasero, lanzándome una rápida sonrisa por encima del hombro antes de acurrucarse con algunos de sus titulares.
Nicholas Jonas era cruel en todas las formas.
—Entonces —comenzó Holly, codeando mi lado—. ¿Ustedes dos...?
La miré de lado.
—Eso fue un firme no —murmuró, escondiendo su sonrisa detrás de la taza de chocolate caliente.
Observé mientras Nicholas y los chicos se metían en el campo después del primer saque. El nombre del número 23 llamó mi atención. Donde había estado estampado "Hopkins" en su camiseta durante toda la temporada, esta noche tenía la palabra "Idiota" escrita en rotulador negro en un pedazo de cinta adhesiva. Nicholas se tomó su venganza en serio.
—Bueno, no ha sido por falta de esfuerzo —dije, dándome la vuelta en mi asiento para enfrentar a Holly. Me sentía cómoda hablando con Holly sobre la aparente incapacidad de Nicholas de dormir conmigo porque Holly era el ejemplo de no juzgar. Dudaba que ella hubiera levantado una ceja si yo hubiera divulgado que tenía una especie de fetiche de succionar pies—. Por mi parte, al menos —añadí.
—Sabes que no es porque él no quiere hacerlo, ¿verdad? —dijo, mirándome—. Porque el hombre te desea tanto que está a punto de explotar en sus pantalones. Sólo está malditamente empeñado en hacer todo esto bien contigo. No quiere arruinar nada, y si eres Nicholas, crees que arruinarlo está en tu naturaleza. —Hizo una pausa, mordisqueando una palomita mientras Nicholas se alineaba detrás de su línea ofensiva. Salté al nivel del resto de los aficionados—. Sólo dale algo más de tiempo.
—Mucho tiempo más, y voy a estallar y luego, si está bien o mal dormir conmigo, no importará —respondí, manteniendo el aliento cuando Nicholas se agachó en posición.
—Cariño, conozco el sentimiento —dijo Holly—. Esta yegua ha estado saliendo a pastorear en primavera desde antes del pequeño Nicholas.
—Dios, Holly —dije, casi ahogándome con mi grano de palomita de maíz, pero luego el central elevó el balón y me congelé. Nicholas amagó hacia un lado, luego el otro, arqueando el balón mientras Tony cargaba contra el campo. El brazo de Nicholas se puso borroso, la pelota se arqueó en una espiral de digna alabanza, enumerando las yardas hasta que aterrizó en los brazos acunados de Tony en la décimo quinta yarda.
La multitud estalló, los pompones se sacudieron, las manos rebotaron, los fanáticos cantaron; era más intenso que cualquier concierto de rock al que había ido.
—¡Maldita sea! —me gritó Holly, después de silbar entre dientes—. Ese chico no está allí afuera sólo por un dulce trasero.
—Puede jugar —dije, sin hacer hincapié adecuadamente—. Dulce trasero es sólo un título honorario.
Holly lanzó otro comentario, pero Nicholas estaba de vuelta en posición y yo apagué todo lo demás. Esta vez, tan pronto como Nicholas atrapó la pelota, echó a correr. Esquivando un par de jugadores que se deslizaban por su camino, se abrió paso más allá de la décimo quinta, y luego las últimas pocas yardas quedaron abiertas.
Y estábamos en el marcador con seis puntos a menos de un minuto de juego. Sabía que no había ninguna J en la palabra equipo, pero esos puntos eran casi todos gracias al número 17, Nicholas Jonas.
Agarrando la barandilla en frente de mí, salté, gritando hacia el campo. Holly estaba gritando también, a pesar de que el suyo estaba interrumpido por un "dulce trasero" cada pocas palabras.
Nicholas dejó caer el balón en la zona final, habiendo ya abandonado hacía mucho tiempo la teatralidad de anotar un touchdown después de su primer partido. Algo acerca de meter la bola en la zona final de una a dos veces por partido, hacía parecer las teatralidades un poco deslucidas.
Sin embargo, había una tradición de apertura de touchdown que él no había dejado morir. Yo ya me inclinaba por encima de la barandilla antes de que él corriera más allá de la décima yarda. Se sentía como si la mitad de los ojos del estadio estuvieran en mí, porque si alguno de ellos había ido a algún partido, sabían por qué Nicholas Jonas estaba sacándose del casco y a quién le sonreía.
Jamás había sido de las que hacen escenas o de las que participan en demostraciones públicas de afecto, pero cuando se trataba de Nicholas, lo llevaría a donde quiera que él se ofreciera a ir. Sin importar si estábamos solos o en el medio de miles de aficionados enloquecidos. Cuando nos mirábamos el uno al otro de la manera en que lo estábamos haciendo ahora, todo se desvanecía en el olvido.
Abriéndose paso entre sus compañeros que le daban palmadas en la espalda mientras pasaba, dejó caer su casco antes de saltar en el aire. Sus manos atraparon la barra superior de la primera fila y, colgándose de lado de la barandilla igual que un levantamiento de barbilla, se impulsó.
Inclinándome más, le sonreí a su rostro perlado de sudor.
—Presume —susurré, tan cerca que casi podía saborear la sal de su piel.
Su sonrisa se curvó aún más.
—Ven aquí —ordenó, sus ojos cayendo a mis labios.
Dejando caer mi boca a la suya, probé el salado sudor de su piel. Y luego lo besé. La multitud estalló de nuevo, amando el show que su estrella mariscal de campo les daba. Pero no lo hacíamos por ellos. Esto, lo hacíamos por nosotros.
Todo lo que hacíamos como pareja lo hacíamos por nosotros.
No me dejó alejarme cuando me moví. En su lugar, de algunas manera se las arregló para sostenerse con una mano mientras que con la otra agarraba la parte trasera de mi nuca y me acercaba de vuelta a él. Me besó aún más fuerte, así no podía respirar, y el estadio estaba girando y, como esperé, todo excepto Nicholas se desvaneció. Me había perdido total y completamente en él.
Luego, inclinándose hacia atrás, presionó un último beso dulce en mis labios.
—Dios mío, ____(tn) —respiró, el calor de éste recubriendo mi rostro—, ¿cómo se supone que un hombre se concentre en el fútbol después de esto?
—Buena suerte con eso —respondí, mi voz tan escalonada como supuse que lo estaría.
—Será mejor que haya más de donde vinieron esos después del partido — dijo, mostrando una sonrisa mientras se bajaba.
—Muchos —le grité.
—¡Jonas! —gritó el entrenador en jefe por encima del ruido—. Seguro que sé como el infierno que no te importa hacer el ridículo por ti mismo, ¡pero deja de hacer el ridículo por mí y el resto del equipo! ¡Tranquiliza tu polla y enfócate!
Nicholas rodó los ojos hacia mí antes de darse la vuelta y dirigirse a la zona lateral del campo.
—¡Me alegro de verte también, Nicholas! —gritó Holly, cruzándose de brazos y luciendo positivamente molesta.
Dándose la vuelta, Nicholas extendió los brazos.
—¡Sabes que te quiero, Hol!
—Sí, sí —murmuró ella, haciendo un ademán de despedida.
Y luego una diosa de bronce se puso en el camino de Nicholas, con las manos en las caderas y dándole una mirada que me hizo poner muy furiosa otra vez. Dijo algo, pero no pude escuchar qué. Aunque de haber sido lectora de labios, estaría echándome por encima de la baranda y golpeando esa sugestiva sonrisita hasta sacarla de su rostro.
Nicholas asintió en reconocimiento, agachándose para recuperar su casco. Adriana se movió más rápido, tomando el casco y sacándolo de su alcance. Nicholas lo intentó alcanzar, pero ella lo esquivó, levantándose más alto. El rostro de Nicholas no estaba divertido, y el mío estaba enfurecido. Esta chica recurría a la táctica de juegos infantiles para atraer la atención de un chico. Era débil. Y patético.
Volviendo a estirarse para alcanzarlo, Adriana lo esquivó, sosteniéndolo lejos de las manos de Nicholas. Él se detuvo, con las manos en las caderas, y dejó escapar un suspiro. Parecía como si dijera por favor, a lo cual ella sacudió su cabeza. Luego, sus ojos aterrizaron en mí antes de tocarse la mejilla con el dedo.
Ella esperó, sosteniendo su casco lejos de él, asegurándose de que yo la miraba.
Lo estaba.
Así que cuando Nicholas se inclinó y le dio un beso en la mejilla, ella pudo ver la tormenta que nubló mi rostro. Bajando el casco, se lo devolvió, pero no antes de levantar una ceja hacia mí y poner una sonrisa victoriosa en su lugar.
—¿Quién es esa perra? —dijo Holly, sonando tan furiosa como yo lo estaba.
Ceñuda hacia ella a pesar de que ya se había dado la vuelta y se había reunido con el resto de las Hermanas Espirituales, planeé mi venganza.
—Está a punto de ser una perra muerta.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Maldita Perra!
:¬¬: :¬¬: :¬¬: :¬¬: :¬¬:
:fuckya: :fuckya: :fuckya: :fuckya:
Que el juego comience! :twisted:
Tenemos de nuestro lado a Holly, ya verán que pasa!
:-w-: :-w-: :-w-: :-w-:
Disfruten del capi! ;)
No hagan mucho coraje!
Nos leemos después! *.*
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
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