Eternity {Larry Stylinson}

El llanto es lo único que se escucha en la habitación blanca, pequeños rayos de luz entran por las ventanas iluminándola por completo y las paredes parecen tomar un color más blanco del que ya poseían. Fue un pitido agudo seguido de un grito desesperado los que interrumpieron el silencio que reinaba minutos antes. Tres lloran y gritan, dos lamentan en silencio la perdida pero uno solo se alegra de ella.
Nadie parece notarlo. Nadie se da cuenta de la sonrisa que hay en su rostro. Y es que no saben que murió feliz.
-¡Papá! –Grita una niña de no más de seis años.- ¡Papá despierta! Por favor… -Suplica con su voz entrecortada e inocente.
La niña corre hacia la cama en la que yace su padre pero unos brazos la detienen, ella mira hacia arriba con ese par de ojos aguamarina llenos de lágrimas que hacen que su color azul se aclare aún más. Anne niega una sola vez, evitando derrumbarse ahí mismo y reprimiendo las lágrimas que de a poco se acumulan en sus ojos.
Una mirada de súplica aparece en el rostro de la pequeña, en sus mejillas rosadas corren las lágrimas como si de un río se tratase. Al no recibir respuesta entierra su cabeza en el costado de la cintura de Anne, el llanto infantil no cesa y cada segundo que pasa parece ser más eterno que nunca.
Para ese momento el doctor se ha ido, dando su pésame a la familia y dejándola a solas por un momento para que asimilen lo que ha sucedido. Anne mira nuevamente a la niña que se aferra a su regazo, después pasa su mirada a su hija que se encuentra a lado del cuerpo inerte de su hermano. El cuerpo parece que descansa pero no hay ningún signo que indica que aun respira, su rostro está pálido y sus rizos se encuentran esparcidos y alborotados por su frente.
La pequeña no asimila la situación pero pronto se da cuenta de lo que sucede. Harry Styles se ha ido. Su padre se ha ido.
-Papi… -Susurra Cassie deshaciendo del agarra de Anne.- Adiós papá…

Lo extraña. No hay día en que no lo extrañe y odia ese sentimiento, odia sentirse tan dependiente de alguien que se ha ido. Cada día se reprime así mismo por recordarlo a cada minuto pero simplemente no puede evitarlo ni quiere olvidarlo.
Semanas pasaron en la vida de Harry desde la muerte de su novio Louis, aún no comprendía como es que seguía en pie con su vida mientras sus labios extrañaban a quien besar, sus manos ya no tenían otros dedos con los que enlazarse, sus ojos ya no tenían a quien mirar y su corazón sentía la falta de a quien amar.
Cada día se volvía más pesado que el anterior pero a pesar de eso seguía adelante, se derrumbaba a cada segundo necesitando de su compañía. Por eso lo odiaba demasiado, porque no podía continuar con su vida, porque sin él no podría continuarla.
Lo odiaba porque aun lo amaba. Y de algo estaba seguro, nunca amaría a nadie tanto como amo a Louis. Nunca lo logro.
Louis fue su alma gemela. Y la vida se la había arrebatado de su vida.
Sesenta y tres días pasaron desde la muerte de Louis. El cansancio invadía el alma de Harry, todo se había vuelto complicado en su vida convirtiéndola en un completo desastre, no sabía qué hacer con ella porque lo único que deseaba era estar junto a él y volver a sentir uno de sus abrazos para saber que todo iría bien.
Pero no sucedió, su vida se fue apagando poco a poco, destruyéndolo internamente. Las situaciones empeoraban cada día. Su vida empeoró.
La única forma de curar todo lo que sentía era bebiendo en un bar. Por cada trago que pasaba por su garganta algo en él mejoraba, de algún modo se sentía mejor y durante ese tiempo olvidaba quien era Louis. Poco a poco la bebida se fue apoderando de su cuerpo joven, convirtiéndolo en un alcohólico.
La gente a su alrededor se preocupaba pero él no necesitaba de su ayuda ni de su compasión porque se sentía bien viviendo de esa manera. Con el alcohol corriendo en su sangre se sentía vivo capaz de enfrentar a la vida y la muerte misma, los recuerdos no lo atormentaban y sus pensamientos se alejaban del fantasma que Louis era en su vida.
Pero cuando no bebía, le recordaba y extrañaba, los momentos que vivieron juntos asomaban por su mente, haciéndole volver al ayer, un ayer que algún día compartió con Louis. Entonces lloraba y le extrañaba pero al final de cada pelea interna con sus sentimientos.
Con el paso de los días Harry se fue convirtiendo en otra persona, un alguien que por el día no se reconocía pero cuando el alcohol invadía su cuerpo era lo único que podía ser y entonces se sentía orgulloso de lo que era.
La mayoría de las noches iba al mismo bar, pedía un par de tragos hasta que esa chispa se encendiera convirtiéndolo en su otro yo. Entonces viajaba su mirada por todo el lugar, esperando encontrarse a alguien con quien pasar la noche. La bebida y el sexo se volvieron en lo único importante en su vida.
Y así fueron pasando los años.

Orgulloso y arrogante, así era Harry después de cinco años. Cursaba la universidad, no era un chico aplicado pero quería terminar la carrera –realmente lo deseaba– e inconscientemente había decidido estudiar la Licenciatura en Historia, la carrera que tanto deseaba estudiar Louis.
Era coqueto, atrevido y demasiado atractivo por lo que las citas –noches de sexo–, nunca le faltaron pero no consiguió enamorarse la mitad de lo que alguna vez ya había estado. Y es que en el fondo, aun amaba a una sola persona y no estaba dispuesto que ese lugar tan especial reservado en su corazón lo ocupará alguien más.
Harry se había escondido en alguien que no era, en un caparazón que parecía ser irrompible y que temía que algún día se desvaneciera para volver a mostrar al chico de solo diecisiete años débil ante el recuerdo de Louis.
Y eso no dejaría que sucediera. Durante los cinco años nunca se permitió que el recuerdo de Louis lo lastimará, ni que lo volviera a destrozar como una vez ya lo hizo. Tenía miedo de volver a sufrir porque no tendría a nadie que lo tranquilizara. Louis era eso, un fantasma que lastimaba a Harry cuando él se lo permitía.
Cuando eso sucedía, cuando sentía que lo necesitaba y que quería estar con él, no hacía otra cosa más que llorar y beber hasta que su recuerdo se desvaneciera.
Los besos de los chicos descendían por todo su cuerpo una noche. Con los ojos cerrados Harry disfrutaba de la sensación que ellos le hacían sentir, poco a poco su ropa fue desapareciendo hasta que gritos y gemidos era lo único que podía escuchar.
Un chico rubio sonrió coquetamente hacia Harry antes de irse del departamento de Harry, el otro se quedó en la cama recostado mirando atentamente al rizado mientras caminaba desnudo por su habitación en busca de ropa. La mirada arrogante de Harry poso en el chico de cabello castaño, ligeramente largo, y hasta ese momento se dio cuenta del parecido que tenía con Louis. A excepción de ese par de ojos grises penetrantes y oscuros por el deseo.
Harry dio un paso hacia atrás, asustado ante la imagen que tenía frente a sí. El chico se levantó de la cama y camino con una sonrisa seductora hacía el rizado pero él seguía retrocediendo. Su rostro había pasado de estar divertido a asustado y tenso. Negó con la cabeza, evadiendo los recuerdos de Louis pero no se fueron, sino que le asaltaron rápidamente.
El chico se acercó más hasta que llego a su cuello, besándolo con desesperación para luego descender por su pecho, quería complacerlo a él y a sí mismo. Harry estaba estático, no sabía que hacer pero pronto la imagen de su primera y única vez con Louis llego a su mente. Besos, mordidas, caricias y gemidos invadieron toda su mente. Dejándose llevar por el recuerdo, se entregó al chico como si se tratase de su Louis.
-¡Louis! –Gimió Harry cuando un orgasmo lo invadió.
Al instante abrió los ojos encontrándose con el chico arriba de él con sudor en todo su cuerpo, a él no pareció importarle que le llamaran con otro nombre pero entonces Harry se dio cuenta que con quien creyó haber hecho el amor no era su Louis. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro y como pudo empujo al chico saltando fuera de su cama, cogió ropa limpia acomodándosela hasta salir por su puerta hecho un mar de lágrimas.
Camino lo más rápido que pudo por la calle vacía, se sentía confundido y aturdido por el recuerdo de Louis. Nuevamente se sentía vacío y débil por su causa, tan solo necesitaba de un par de tragos para olvidarlo y volver a sentirse bien. En ese momento se odiaba por recordarlo, lo odiaba a él por dejarlo.
Una cuadra antes de llegar al bar, un suave llanto llego hasta sus oídos y no evito parar, dudo si debía ir o no, tenía que ir al bar y tomar un trago, dos o tres pero el llanto no cesaba y pudo captar durante unos segundos que se trataba de un infante quien lloraba. No dudo más, se acercó al callejón encontrándose con una imagen que le destrozo el alma a más no poder.
Un niño –o niña– de unos dos o tres años estaba parado frente al cuerpo inerte de alguien, de una mujer, con sus pequeñas manos agitaba el cuerpo suplicando que despertará pero ella no cedía. Harry comprendió, la mujer estaba muerta y seguramente aquel infante sería su hijo o hija. Por cómo estaban, creyó que vivían en la calle pues tan solo el pequeño tenía puestos unos pantalones demasiados sucios, encima tenía un abrigo igual de sucio y maltratado que la otra prenda. Y su rostro tenía diferentes manchas de hollín y tierra, su cabello era largo hasta sus hombros pero estaba alborotado y enredado haciéndolo más pequeño. Pero lo que más le llamo la atención fueron ese par de ojos aguamarina, claros como el cielo y transparentes como el mar.
Aquella tonalidad de azul solo la había visto una vez en su vida. Y Louis la poseía.
-Hey… -Susurró Harry esperando que el niño no se asustará.
El pequeño giró mirando a Harry con miedo pero luego volvió al cuerpo de su madre, volvió a agitarla suplicando que despertara. No sucedió.
-Ven acá, hay que llamar a alguien… -Dijo Harry con voz suave. El niño negó con la cabeza.
-¡Mi mamá! –Grito con su voz.
-Ella… estará bien… ven acá –Sugirió asumiendo que era un niño. Como pudo cogió al pequeño en sus brazos.- Shht… Tranquilo pequeño… llamaremos a alguien…
Minutos después vino la policía y una ambulancia llevándose al cuerpo sin vida de la mujer. Según los paramédicos murió de deshidratación y falta de alimentos; era obvio, vivía en la calle con su hijo. El niño parecía sano, un poco bajo de peso pero sano.
-¿Cómo te llamas pequeño? –Hablo Harry mientras el niño estaba sentado en una camilla.
-Cassie –Dijo como pudo con su voz infantil.
-Oh
Era niña, no niño.
Ella era pequeña y necesitaba de quien le protegiera, necesitaba de cuidados y no tenía a nadie más que su madre, que había muerto. Entonces la idea llego a su mente y no dudo en expresarlo a los policías mientras intentaban decidir qué hacer con la pequeña.

«¿Quieres tener hijos Lou? » Recuerda que algún día le pregunto.
«No» Le había contestado Harry con un poco de desilusión. «N-no… no me gustan los niños» Le había dicho aquella vez.
«Serías un excelente padre, he visto como cuidas a las gemelas»
«Tal vez pero puede que… no este para ello. Para ser padre» Dijo Louis, en ese momento Harry no le había comprendido. Pero tiempo después las palabras tenían sentido, entendía porque Louis nunca veía demasiado en un futuro, porque no anhelaba uno.

Meses después ganó la custodia de Cassie, convirtiéndose en ese momento en papá. Convirtiendo a la pequeña en su hija y de Louis. Desde el día en que la niña llego a su departamento, su vida cambió.
La niña se había convertido en su razón de vivir, había disminuido sus días de salir a beber y tener sexo con desconocidos. Los recuerdos de Louis volvían a él con más frecuencia, derrumbándolo por la noche, era entonces que salía de casa para ir al bar a tomar unos tragos y olvidar a Louis. Sus días los dedicaba a Cassie, a convertir sus días en los más felices de su vida y olvidar su pasado en la calle pero por las noches, mientras ella dormía, él recordaba a Louis.
Pero intento alejarlo al igual que la bebida, solo para que Cassie tuviera una buena vida, solo por ella.

-¡Feliz cumpleaños Cassie! –Dijo Harry con toda la alegría del mundo.
Ese día la pequeña cumpliría seis años y Harry le había organizado una fiesta para los dos, la cual la estaban disfrutando, había pizza y varios globos pegados en la pared de la sala. El día de nacimiento de Cassie nunca pudo averiguarlo, pero se suponía que era entre diciembre y enero, por lo que decidió festejarle los 24 de Diciembre, a honor de Louis.
-¿Quieres abrir tus regalos? –Preguntó él mirando a la pequeña.
-¡Sí!
Durante un rato estuvieron jugando con los nuevos juguetes de la pequeña y minutos después sonó el timbre, él se levantó extrañado pues no tenían visitas aunque pensó que sería su madre que al final si asistiría al cumpleaños de su nieta.
Abrió la puerta y se encontró con un hombre un tanto nervioso, en sus ojos había miedo y desesperación, entro rápido al departamento buscando algo pero no lo encontró. Harry corrió hacia la sala, escondiendo detrás de si a la pequeña.
-¿Qué quiere usted aquí? –Preguntó Harry con voz dura.
-¡¿Dónde está?! ¡Eh! –Grito el hombro con enojo y nervios a la vez.- ¡¿Dónde mierda está?!
-¿Está… qué? –Dijo Harry atónito mientras el miedo lo invadía.
El hombre con rapidez lo cogió del cuello de su camisa y miro amenazante, su respiración era como la de un animal salvaje, lo apretó lo más que pudo antes de volver a gritarle.
-¡¡Donde está el… el…!! ¡¿Dónde está?!
-N-no lo sé… por favor… déjeme y le ayudaré a…
-¡¿Dónde está?! –Grito desesperado.
De repente Harry sintió como un cuchillo atravesaba su estómago, el hombre miró al rizado con rostro inexpresivo pero en sus ojos inyectados de sangre se podía notar el terror ante lo que había hecho. Entonces salió del departamento, dejando a Cassie llorando por su padre sin saber qué hacer.
Horas después estaba hospitalizado. Los médicos intentaron todo por salvarlo pero había perdido demasiada sangre, y al parecer Harry no estaba luchando por sobrevivir. Tal vez, eso era lo que quería desde el día en que se enteró de la muerte de Louis. Quería morir pero no había sido capaz de quitarse la vida, entonces alguien más había hecho su trabajo.
Su vida la vio pasar frente a sus ojos antes de dar un último suspiro, sentir el aire por sus pulmones, admirar el cielo de madrugada con sus ojos, toco las sabanas esperando llevarse consigo ese recuerdo. La muerte le estaba esperando y él estaba listo para ir.
Sin más dejo de respirar y sus ojos se cerraron.
El día 25 de Diciembre Harry murió con tan solo veinticinco años.

Todo se veía vuelto negro para Harry, sus ojos no podían captar más que la oscuridad a su alrededor, su cuerpo estaba rígido y parecía no responder a sus intentos de movimiento, entonces quiso gritar pero de su garganta no salió ningún grito.
¿Acaso aquello era la muerte? Se preguntó durante un instante.
Poco a poco su cuerpo se relajó y minutos después sintió como sus manos hacían el intento de levantarse del piso en el que se encontraba, que hasta ese momento se percató que estaba casi helado. Al mismo instante un aire frío recorrió todo su cuerpo, y como si le acompañase una suave niebla apareció frente a sus ojos.
Sintió miedo por un momento. Aquello no parecía el cielo del que todos hablaban, un lugar hermoso, cálido y tranquilo. Más bien era sombrío, frío y muy silencioso hasta el punto de dar miedo.
Sus pies descalzos caminaron hacia el norte, o lo que él supuso que era. La frialdad del piso era demasiada, tal vez se trataba de mármol o algún material parecido; pronto sintió bajo ellos un charco de agua, agacho la mirada encontrándose en su lado izquierdo un gran espacio lleno de agua.
Miró hacia la derecha, y era exactamente igual, un gran espacio de agua que no parecía tener fin. La única parte que carecía de agua era donde estaba parado, entonces se dio cuenta de que estaba rodeado de agua y solo era un radio de tres metros sin ella.
-¡Harry! –Gritó una voz que hace mucho que anhelaba escuchar.
Harry miró por todos lados sin encontrarse con la persona que le gritaba por su nombre, lo único que su vista captaba era el agua a su alrededor, la oscuridad mezclada con la niebla. Nada más.
Volvió a escuchar que le llamaban y hasta ese momento, se dio cuenta que a lo lejos estaba la silueta de alguien, no podía verle el rostro pero por su voz podía apostar de quien se trataba. Una luz ligera acompañaba a la persona, que desde donde estaba Harry, le iluminaba desde atrás.
-Louis… -Susurró sin poder creer que su Louis estaba a pocos metros de él.
Quiso correr pero al volver a sentir el agua bajo sus pies se arrepintió. Buscó algún modo de salir de donde estaba pero no encontró nada, de repente el agua se había convertido en su enemiga, solo por ser un obstáculo para llegar junto a Louis. Varias lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, porque después de varios años tenía a unos metros a la persona que más había amado.
-¡Louis! –Gritó con desesperación.
-¡Camina hacía mi…! -Grito Louis con suavidad.- ¡Ven, confía en mí!
Harry miró hacia el agua nuevamente, vio su reflejo por un instante encontrándose con la mirada del chico de diecisiete años que alguna vez fue. Negó con la cabeza, él no tenía esa edad, él tenía veinticinco. Pero el reflejo se quedó dibujado en su mente, su mirada inocente con ese par de orbes verdes brillantes, los rizos alborotados ligeramente largos, un par de hoyuelos en sus mejillas y el cuerpo delgado de un adolescente.
-Tengo miedo… -Susurró Harry.
-No temas Hazz… confía en mí. No te sucederá nada.
Confiaba en Louis, siempre lo había hecho, entonces no tenía por qué desconfiar en ese momento de él. Comenzó a caminar sobre el agua, al principio esta rebaso sus tobillos, mojando así parte de su pantalón pero después no sintió nada bajo ellos más que el agua. Se sorprendió de que aquello fuera posible, nunca creyó caminar sobre el agua pero bueno era lógico, estaba en… donde quiera que estuviera, cielo o infierno, ya no importaba porque Louis estaba ahí con él.
Al llegar junto al ojiazul sus lágrimas inundaron sus ojos y no dudo en abrazar al mayor. Se acurruco como pudo en sus cálidos brazos, enterró su cabeza entre el hueco de su hombro y su cabeza inhalando un suave aroma a canela. Se sentía seguro junto a él, se sentía como si no hubieran pasados años. Estaban juntos de nuevo.
-Te extrañe tanto… oh dios, enserio que te extraño –Comenzó a hablar Harry mientras se aferraba a Louis.
-Yo también, de verdad que sí –La voz de Louis acarició sus oídos.- Te he estado esperando desde hace ocho años y aquí estas…
-Ocho años de tu ausencia. Ocho años sin tenerte, oh Louis –Siguió Harry con lágrimas en sus ojos.- ¡Anhelaba tanto esto! ¡Un abrazo, solo un abrazo!
-También te anhelaba cariño, no sabes cuánto…
Harry se separó para mirar a Louis con su vista nublaba por las lágrimas, una de las manos de Louis limpió las gotas saladas que recorrían sus mejillas. El Louis que tenía frente a sí era el mismo que había visto por última vez, joven y con vida.
-¿Esto es el cielo… el infierno? –Preguntó Harry.
-Hmm un intermedio entre la vida y el más allá –Dijo Louis mirando hacia atrás de Harry. Alzo su mano señalando el agua.- ¿Ves el agua? –Harry asintió.- Es la cantidad de lágrimas que han llorado por ti.
Un gemido salió por la garganta de Harry.
-Cassie… -Susurró con la mirada perdida.- ¡Nuestra hija Lou!… Ella… se quedó sin mí, oh mi niña… ella… no se merece esto… Lou…
-Shht, tranquilo amor –Habló Louis con suavidad. Lo atrajo nuevamente a sus brazos.- Pronto estará con nosotros…
-¿Qué dices Lou? Es una niña…
-Hmmm si… es una larga historia amor –Sonrió Louis y en sus ojos pudo verse un brillo que solo Harry provocaba.- Cassie es nuestro angelito, tú estabas muy mal que… pensé que te faltaba alguien… así que fue mandada para que tú la cuidarás… ella pertenece aquí.
-No entiendo –Dijo Harry con confusión.
-Cassie es un ángel. La pequeña debe volver aquí, con nosotros que somos sus padres.
-Hmm… esto es confuso Lou.
-Pronto comprenderás de que trata el cielo, es algo complicado pero no imposible de entender…
-Lou te amo…
-Te amo también, como nunca amé a nadie. Nunca deje de amarte, y ahora… -Se calló durante unos segundos.- Estaremos juntos por toda una eternidad…
Caminaron abrazados hacía la luz que se abría atrás de Louis, durante un segundo los ojos de Harry se sintieron sensibles ante el repentino brillo pero después se acostumbraron, la vista se aclaró, encontrándose con el lugar más maravilloso que alguna vez haya visto.
-¿Esta es nuestra eternidad? –Preguntó Harry.
-Sí, solo nuestra. Nuestra eternidad…
Harry alzó la mirada para encontrarse con los ojos azules que tanto amaba, sonrío y no dudo en darle otro beso. Ahora sí tendría esos labios para siempre, lo tendría a él para todo su vida.


+Bueno, aquí traigo este os que viene siendo la segunda parte de MarryMe, apenas la escribí pero ya la tenía en la cabeza jiji. Así que bueno espero & les guste ñ-ñ Espero ver comentarios :)<3