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La novena noche (Harry Styles & _____)

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La novena noche (Harry Styles & _____) Empty La novena noche (Harry Styles & _____)

Mensaje por YamiKlintworth Mar 15 Ene 2013, 5:54 am

*Nombre: La novena noche
*Autor: Lesley Livingston
*Adaptación: Si
*Género: Magia, Romance juvenil
*Advertencias: Ninguna
*Otras Páginas: No

Sinopsis


¿Crees que sabes cómo son las hadas sólo porque te contaron cuentos sobre ellas cuando eras pequeño? Sólo sumergiéndote en esta hechizante novela podrás realmente conocer su mundo, que se esconde debajo de Central Park…

_____ Winslow está muy cerca de cumplir su gran sueño: convertirse en actriz. Tiene diecisiete años, y acaba de mudarse a Nueva York para empezar a trabajar en una compañía de teatro de Broadway. Aunque su papel debía ser secundario, _____ tendrá que sustituir a la actriz principal. Así, _____ será Titania, Reina de las Hadas en "El sueño de una noche de verano".
Pero lo que no puede imaginar es cuán cerca de la realidad está este mundo de fantasía, ni cómo el encuentro casual con un misterioso joven la iniciará en un universo de magia y de amor...


__________________________________________________________________________________


Hola, esta es mi primera novela, es una adaptación de La novena noche de Lesley Livingston, la leí y me encanto, y simplemente quería que ustedes también lo leyeran, pero para hacerla mas entretenida la adapte. Simplemente espero que les guste :)
YamiKlintworth
YamiKlintworth


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La novena noche (Harry Styles & _____) Empty Re: La novena noche (Harry Styles & _____)

Mensaje por YamiKlintworth Miér 16 Ene 2013, 2:35 am

Estoy aburrida, así que voy a subir el primer cap a ver si de la nada salta alguien y comenta (? a

Primer capitulo.

-¿Cómo que ascendida?

_____ Winslow, notó que se le aceleraba el pulso. Aquélla, era la quinta semana de ensayos de "El sueño de una noche de verano", de Shakespeare, en el Gran Teatro Avalón. No importaba que los Actores de Avalón -una compañía de repertorio, de tercera categoría, que actuaban tan a las afueras de Broadway que, en realidad, ya casi actuaba en Hoboken- sólo hubiera contratado a _____, en calidad de sustituta, lo que equivalía a decir que habían contratado como auxiliar de escena. Era su primer papel de verdad como actriz, después de la desastrosa experiencia escolar y, con apenas diecisiete años, se alegraba de contar con un programa de creación de currículums por ordenador. Pero ese día, recién llegada del teatro, "Mindi", la directora de escena, acechaba ya dispuesta al ataque.

_____, cargaba una caja con objetos de utileria, que había ido a buscar a la furgoneta de la compañía, aparcada afuera, y llevaba unas alas de hada sobre los hombros. (Era la única manera de transportarlas, sin torcer sus armazones de alambre).

-¿Cómo que ascendida? -repitió-. ¿Qué quieres decir?
-Que no hace falta que te quites las alas, niña- -Le arrebató de las manos, la caja con los cachivaches-. Nuestra querida "Diva de Winter" acaba de romperse un tobillo. Esta fuera de servicio, lo que implica que tú, pequeña sustituta, accedes al papel principal de Titania, la reina de las hadas, en esta función.

_____ se quedó muda. Había soñado muchas veces con ese momento, pero por más que había visto en los ensayos a Barbara de Winter sobre actuar y aburrir escena tras escena, jamás deseó que le ocurriera nada malo. Sin embargo, en ese instante sintió, no sin una punzada de culpabilidad, que la alegría se abría paso en ella.

Llegó el momento. Ésta es mi gran oportunidad...

-¡Eh! -Mindi, le dio un codazo amistoso-. Ya basta de soñar despierta. Estrenamos dentro de diez días y Oscar está... bueno, por decirlo suavemente, nuestro estimado director está algo asustado. O sea, que te sugiero que te pongas una falda de ensayo y subas tu culo de sustituta al escenario, para que el Poderoso "O" pueda repasar contigo tus escenas. Buena suerte.

Mis escenas. Mis escenas...


Con un torbellino de ideas en la mente, _____ estuvo a punto de chocar con el actor que interpretaba el papel de "puck" y que, en ese momento, con gran agilidad, se descolgaba por la tramoya cantando:

-"Me he puesto colorado". -Curioso, porque en realidad todo él era de color verde, de un verde pálido iridiscente, de la cabeza a los pies: pelo, piel, ojos, así como su frondosa túnica. Uno de los actores le había dicho a _____, que se llamaba Louis, pero al parecer era un actor del "Método" y había exigido que lo llamaran exclusivamente por el nombre de su personaje, siempre que fuera maquillado y vestido como tal. Si no, amenazaba con abandonar la producción.


Actores chiflados.


Entre él y el igualmente exigente y muy inglés director Oscar St. John Smyth, _____, empezaba a pensar, que el Gran Avalón, era un manicomio. Abrió de par en par las puertas del guardarropa, rebuscó en el colgador de las faldas y se puso una por encima de los vaqueros, abotonándosela lo mejor que pudo con dedos temblorosos.

-"Hadas, escapen de aquí" -Murmuró-. No, no es eso...


Oh, dios mio, ¿cuál es mi primera réplica?, se preguntó, frenética.


-"Ésas son las falsedades de los celos..." Oh, mierda. -Se estaba quedando en blanco-. ¡Ni siquiera, es la entrada correcta! -El corazón le latía con fuerza, y apoyó la cabeza en el marco de la puerta.


Esto es lo que has querido toda tu vida, se dijo a dí misma, muy seria. Todos aquellos años, interpretando monólogos ante los animales domésticos de casa, todos aquellos meses suplicando a la tía Emma, que le permitiera trasladarse a Manhattan, para al menos intentarlo. Ésta es tu oportunidad. Sal ahí y demuestra les lo que vales.

Sintiéndose algo más segura de sí misma, aspiró hondo y recorrió a toda prisa el pasillo y la zona de bambalinas, en el preciso instante en que "Puck", arrojaba un puñado de purpurina al aire. _____, ahogó un grito, sobresaltada, mientras la nube de chispas se le iba posando en el pelo, rostro y hombros.


-Oh, muchas gracias, Louis -susurró con sarcasmo, sacudiéndose el polvillo dorado.

Aquellos brillos, al menos, hacían juego con su camiseta vintage, de Mi pequeño poni.


-Pero, ¿va a llegar hoy? -_____, oyó la voz airada de Oscar, atronar en el teatro y sintió que el nerviosismo se apoderaba de ella, una ve más. Recogiéndose un poco la falsa, corrió hacia el escenario.

Una vez allí, bajo los focos, descubrió que el polvillo de hada brillaba tanto, que resultaba cegador. Distraída, se vio tropezando tanto con el dobladillo de la falda, como con la réplicas de su personaje. El corazón le latía cada vez más deprisa, mientras desde una de las hileras de asientos, que estaba a oscuras, le llegaban los gruñidos y resoplidos exagerados del director, que presenciaba sus ridículos traspiés.
Tras cuarenta y cinco minutos, sólo habían avanzado ligeramente en la escena en que "Titania", hacía su primera aparición. En ese tiempo, _____, ya había conseguido destrozar la mitad de sus réplicas, tropezarse con un banco y pisar a "Oberón". Además, había estado a punto de caerse del escenario y aterrizar en el foso de la orquesta, pero, en ese momento, Oscar, misericordioso, había concedido un descanso.


-_____. Te llamas _____, ¿verdad? -No esperó su respuesta-. Bien, dime... ese fragmento que has interpretado... ¿era del Infierno de Dante?
-Eh... no -Balbució, se le notaba la cara ardiendo.
-¿De verdad que no?
De ésta no salgo Se dijo así misma.
-¿Estás segura? -Prosiguió él-. Porque, de esta obra, desde luego no era. Y la verdad, es que sonaba infernal.
-Es que... -Mierda, no se que decir-
-¿Sabes? Por más..., asumámoslo, ¿de acuerdo?... por más, absolutamente incompetente que se haya mostrado nuestra anterior diva en este papel -Oscar, subió de un salto al escenario y rodeó a _____, como un tiburón al acecho-, contaba con una ligerísima ventaja sobre ti, encanto.
-Eh... ¿en serio?
-Pues sí, ¡Al menos, ella se sabia el texto! -Exclamo enojado. Todo el elenco de actores, dio un paso atrás, para evitar el radio de acción, de aquella voz atronadora-. Y aunque, valoro el empeño que has puesto al salir tan resplandeciente... -_____, tranzó una mirada asesina a Louis, que de pronto, parecía enfrascado en el estudio, de algo oculto bajo una de sus uñas (seguramente una mota de purpurina)-..., ¿Qué clase de suplente no se sabe el maldito texto?
-¡Sí que me lo sé! -Protestó ella-. Bueno, me lo sabía. Hace un segundo. Entre bambalinas.

La sonrisa burlona del Poderoso "O" aumentó de tamaño.

-Vaya, eso es maravilloso. En ese caso, lo mejor será hacer pasar a los espectadores al camerino, de dos en dos, o de tres en tres, y actúas para ellos allí. -Dijo sarcásticamente-
-Yo... Oh, dios mío pensó _____. Esto es igual que en la escuela de teatro. La sangre le latía con fuerza en los oídos, y por un momento, le pareció que iba a desmayarse. O a vomitar. Delante de todo el mundo. Se ruborizó, sólo de pensarlo.
-A menos que, tu maravillosa predecesora se cure milagrosamente, tienes menos de dos semanas, para aprenderte el papel. Menos de dos semanas. Esta producción se estrena el primero de noviembre, nieve o truene. Y por lo que veo, seguro que sucederán ambas cosas. -Se volvió bruscamente, girando sobre sus talones y agitó una mano para despedir al personal-. Está bien, muchachos, paramos para comer. No tiene sentido, prolongar más esta situación absurda. A las dos en punto todos aquí para las escenas corales. Y tú -Añadió, mirando a _____ fríamente- estudiate el texto, maldita sea.


El teatro, no tardó en quedar desierto. Nadie parecía interesado en demorarse mucho, después de aquello, y mucho menos de permanecer cerca de la nueva "Titania. _____, avanz hasta la salida, y una vez en las escaleras exteriores se derrumbó.


-¿_____? -Se volvió a oír su nombre, pronunciado por el caballero Jack Savage, el actor que representaba el papel de "Oberón", el rey de los duendes y hadas. Era un veterano de las tablas. A sus cincuenta y pocos, su presencia resultaba imponente y poseía una voz capaz de fundir hielo o desconchar la pintura, dependiendo de cómo decidiera emplearla.
-Hola, Jack -Dijo, secándose los ojos, avergonzada.
-Pardiez, querida -Replicó él cortés (Pardiez es por dios en frances)-. Sé que el Poderoso "O" aúlla como un alma en pena, pero, en serio, no debes consentir que ese viejo necio te altere -Se sentó a su lado, desenroscando la tapa de su destartalado termo y se sirvió un poco de café. El aroma intenso, tostado, de aquel grano colombiano, la reconfortó.
_____, le dedico una sonrisa triste.
_Jack... supongo, que sabes que la gente, la mayoría de la gente, no usa la palabra "pardiezo", en una conversación normal, ¿verdad?
-Pues yo he iniciado en solitario una cruzada para volver a ponerla de moda, junto con "voto a bríos" y "vive dios", sin olvidar "repámpanos". -Tomó un sorbo de su café y le dio una palmadita en la rodilla, con afectación paternal-. Todos tenemos una misión en la vida, querida. Y ésta es la mía, por más quijotesca que resulte.
-¿Y si no es mi caso? -_____, mantenía la mirada fija en las puntas de sus zapatillas deportivas, esforzándose por reprimir las lagrimas. Sentía, mejor dicho, sabia que acababa de arruinar su gran oportunidad-. ¿Y si no tengo una misión, quiero decir, un destino?
-Imposible
-¿Por qué? -Alzó la vista para mirarlo, ansiosa por conocer su sincera opinión. -Jack arqueó una ceja gris elegantemente-
-Soy el rey de los duendes y las hadas, querida -le dijo, guiñándole un ojo-. Y todos esos polvos mágicos, me han proporcionado grandes dotes de observación.
-Jack, hablo en serio.
-Yo también. -El actor, cambió de gesto y puso una sonrisa seria-. _____... tienes diecisiete años. Estás sola en Nueva York. Y persigues un sueño que casi toda la gente considerarían inalcanzable, o una completa pérdida de tiempo. Créeme, sé de qué hablo. Y eso indica que, o eres una persona muy atrevida, o estás loca. Yo, personalmente, sospecho que hay un poco de todo y también, que eres de esas escasas personas, con el talento natural suficiente, para arriesgarse y probar suerte. -_____ soltó una risotada escéptica-
-Pero ya has visto lo que he hecho ahí dentro, ¿no?
-Y lo he oído, si -Se burló jack-. Te has equivocado, casi en la mitad de tus réplicas. Pero a mi, no me importa lo que diga Oscar. Para ser la primer vez, no ha estado nada mal. Bueno, algo mal si ha estado, pero no del todo. Esa es la cuestión. Ha estado algo mal pero también algo bien.
-¿De veras... de veras lo crees? -Le preguntó _____, intentando averiguar si hablaba en serio.-
-Lo creo sinceramente, si. -Jack se encogió de hombros y bebió su café-. Tienes voz, presencia y más importante aún, tienes corazón, pasión y eres terca como una mula, cosa que podrían llevarte a lugares que la mayoría de nosotros, ni nos atrevemos a imaginar. -Enroscó la tapa del termo-. Llámalo destino, o misión en la vida, pero sea lo que sea tienes algo especial, y en grandes cantidades. -_____ no estaba convencida del todo, pero sonrió, agradecida por su bondad.
-¿Te ha dicho alguien alguna vez, que tienes un pico de oro, jack?
-Muchas veces. Aunque, por desgracia, ninguno era crítico teatral.
-Gracias.
-No hay de qué, querida. -Levantándose, jack se llevó la mano a un sombrero imaginario y le dedicó un saludo, antes de regresar al interior del teatro.


La segunda parte del ensayo también terminó antes de tiempo, pero en esa ocasión no fue culpa de _____. (Habría sido difícil equivocarse en las réplicas, pues le habían pedido que ensayara con el texto en la mano.) Aunque a ella, le resultaba humillante no saberse el papel a tan pocos días del estreno, la compañía avanzaba en las escenas corales a tal velocidad y con tan buenos resultados, que Oscar, sólo logró intercalar unos pocos comentarios descafeinados.


Al cabo de un par de horas, dejó marcharse a casi todos los actores, menos a las dos jóvenes que daban vida a "Hermia y Helena", porque quería trabajar en sus monólogos. Como comentó con agudeza, y en voz muy alta -para que _____, tomara nota- ellas sí se saben el papel

Mejor para ellas pensó _____, mientras se ponía la ropa de calle. Recogió sus cosas y salió de allí a toda prisa, antes de que el Poderoso "O" cambiara de opinión.


En el exterior, el cielo de octubre lucía un azul intenso y el aire era tibio. El sol brillaba con fuerza y _____ recordó los días otoñales en los Catskills. Al instante, la invadió la nostalgia.

¿Por que estoy haciendo too esto? se preguntó.

En los seis meses que llevaba en Nueva York, no se había cuestionado ni una sola vez, las grandes decisiones que había tomado en su vida: graduarse lo antes posible en secundaría y abandonar sus estudios teatrales, para trasladarse a la ciudad, dejando atrás a los pocos amigos que tenía, además de a su tía Emma, que la había educado tras la muerte de sus padres, hacía doce años. _____ era todo lo que Emma tenía y sentían adoración la una por la otra, pero ____, en lugar de continuar sus estudios en la cercana universidad estatal, lo que le habría permitido visitar a su tía los fines de semana, se había ido a vivir a la ciudad más dura de Estados Unidos, persiguiendo un sueño egoísta, para el que -Había que reconocerlo, se decía así misma- al parecer no servía, por más que dijera Jack.

Disminuyo el paso al llegar a la Octava Avenida, con pocas ganas de subir a la cuarta planta del edificio, a aquel apartamento, que ahora era su hogar. Claro, para ella, el hogar era otra cosa. Era cielo, hierba, árboles, bosques desde su vieja ventana y paz.

_____ se detuvo en la esquina de la Calle cincuenta y cinco. Central Park, quedaba a unas pocas calles. Allí si encontraría árboles, hierba y bancos en los que sentarse tranquilamente a repasar el texto, lejos del bullicio de la ciudad. Sin pensarlo más, dio media vuelta y acelerando el paso se dirigió hacia el este.
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Mensaje por astupidlover(L) Dom 10 Feb 2013, 1:12 pm

Continuala! La amee :) por cierto Niall esta libre?? puedo ser su chica?? :omg: pliisss ame tu nove tequieroo!! :bye:
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Mensaje por YamiKlintworth Lun 25 Feb 2013, 10:54 am

Segundo capitulo.


Narra Harry:

Harry Styles, abrió los ventanales y salió a la terraza de su ático. Con la agilidad de un gato, subió de un salto a la amplia barandilla de granito. Sin dejarse impresionar por las diecinueve plantas que lo separaban de la calle, se quedo allí, como una gárgola, los codos apoyados en las rodillas y las manos, largas y finas, colgadas frente a el, mientras contemplaba las sombras vespertinas de los innumerables rascacielos de Nueva york, alargarse sobre Central Park.
Era demasiado temprano aún, no había motivo para el nerviosisimo que sentía. Todavía faltaba varias horas para que se abrieran "Las puertas" y sin embargo, la sola idea de lo que se avecinaba, hacía que la adrenalina resonara en sus venas como un canto de sirena. En una ocasión había oído un canto de sirena de verdad, y no había sido nada bonito. Atractivo, si, pero bonito, no. Por debajo de la melodía encantadora y desgarradora de las sirenas, lo único que Harry, había oído, eran las notas discordantes del hambre y ira. Necesidad. Locura y pesadillas, compulsión.
La clase de compulsión que lo llevaba a bajar cada noche al parque, desde hacía un año, a fin de prepararse para lo que estaba por venir cuando "Las puertas del Samhain" se abrieran y lo único que se interpusiera en el "Otro mundo" y el reino mortal, fueran ellos, los "Trece Guardianes" conocidos como los "Trece Janos".
Aquél, era su primer año de servicio en el grupo, y sería la primera vez que custodiaría las Puertas. La impaciencia lo devoraba.

La brisa de octubre era fresca y más a semejante altura, pero, incluso sin camisa y descalzo, con sólo unos vaqueros puesto, a Harry, no le afectaba el frío. Por eso, cuando la temperatura cayó en picada en el apartamento, a su espalda, lo presintió de inmediato.

-Señor -Dijo sin volverse a mirar-. Bienvenido.
-Harry. -El saludo, le llegó flotando por el aire-
Desde su puesto de vigía, en la balaustrada, Harry, volvió la cabeza para encontrarse a Oberón, rey de la "Corte de los duendes malignos", apoyando en el quicio de la puerta. El pelo, una mata negra como el azabache salpicado de hielos de plata, le caía por los hombros y la espalda a capas espesas. Llevaba un manto hecho con pieles de lobo.
-La puerta -dijo Oberón, con su voz grave y melodiosa, en la que resonaban los chasquidos de un lago helado al resquebrajarse en una noche de invierno- no estaba cerrada con llave.
-Lo sé. Los visitantes indeseados, jamás pasan del mostrador de recepción del edificio y los otros, no suelen llegar en ascensor, por lo que normalmente no me molesto en cerrarla.
Harry, sabía muy bien que Oberón, no había entrado franqueando la puerta. Al rey del Invierno, señor de lo Maligno, no le hacían falta aquellas nimiedades llamadas "puertas". Se limitaba a mostrarse educado, a su particular manera, claro.
El rey de los duendes torció el gesto.
-¿Indeseados?
-No me refiero a ti, señor. Por supuesto.
Harry, sonrió y saltó al suelo de la terraza. Sus pies descalzos atravesaron el espacio abierto sin producir el menor ruido.
-Por supuesto.
-Me refería, a que muy pronto tendre que preocuparme de mantener cerradas muchas puertas.
-Así es. -Los ojos fríos de Oberón resplandecieron.
-En cualquier caso, estas en nuestro apartamento. -Harry alargó la mano y señaló con ella la sucesión de suelos pulidos y muebles caros-. Yo sólo vivo en él.

Era cierto. Los decretos de Oberón, prohibían a los duendes todo contacto con el reino de los mortales, y sus encantamientos hacían prácticamente imposible, que ese contacto se produjera. Pero, en tanto que rey de la más poderosa de las cuatro Cortes de los duendes y hadas, Oberón, podía entrar y salir de él a su antojo. Llevaba años haciéndolo, y de tanto tratar con los humanos, el monarca había amasado un impresionante catálogo de valiosísimas propiedades, entre ellas el ático esquinero de Harry, con vistas a Central Park West. Para la mayoría, la palabra "suntuoso", se habrían quedado corta para describir la vivienda del joven jano; muchos neoyorquinos, estarían dispuestos a vender partes de su cuerpo, por hacerse con un lugar como aquél. Pero Harry, se había criado rodeado del esplendor de los palacios de Oberón.
Harry, era un "arrebatado", un ser humano raptado del reino de los mortales, por unos seres de naturaleza divina, que no solían engendrar criaturas propias. Como tardaban un siglo entero, en vez de unos pocos años, en alcanzar la edad adulta (pues en el Otro Mundo, el tiempo se comportaba de un modo distinto, a como lo hacía en el reino de los mortales), los arrebatados, servían de hijos adoptivos de hadas y duendes, caminaban por brillantes salones de palacios esplendoroso, descansaban y comían bajo gárgolas y doseles. Eran mortales, convertidos casi en inmortales, vivían en aquel lugar ajeno al tiempo, de ensueño, consentidos o ignorados por sus caprichosos amos, a veces adorados, en ocasiones torturados. Pero siempre, sometidos a los designios de los duendes.


-¿Te resulta adecuado el alojamiento? -La voz del rey sacó a Harry, de sus pensamientos.
-No es un hogar, si es eso lo que preguntas.
-No, no es eso lo que preguntaba.
-Por supuesto, señor. -Harry, inclinó la cabeza, recordando quién era él, y con quién estaba hablando-. El apartamento está bien. Gracias.
-Que suerte, que el anterior inquilino lo desalojara a tiempo para que tu lo ocuparas.
-El año pasado, un glaisting le rebanó el pescuezo.
-En efecto. -El rey esbozó una sonrisa cruel-. Pero fue algo casual.
Harry decidió cambiar de tema.
-¿Puedo ofrecerle un refresco?
-La ocasión exige que sea yo quien te lo ofrezca. -Oberón se desplazó hacia el interior de la sala, arrastrando a su paso un viento frío. De pronto, se volvió sosteniendo en a mano una botella oscura, rematada por un tapón de seguridad plateada.
Instantáneamente, a Harry, se le hizo agua la boca. Vino de duendes, las libaciones de los mortales, no alcanzaban ni por asomo, la perfección de sabor del licor que contenía aquella botella. Al rey pareció divertirle la expresión de Harry-. Debemos celebrar tu primer año como guardián jano.
-Eres muy amable, señor. Pero todavía no he sido puesto a prueba.
-Si tuviera la menor duda de que lo harías bien, no estaría aquí, muchacho. Claro que... tampoco estarías tú. -Harry, no sabía a ciencia cierta, si el rey de los duendes, hablaba en serio o en broma. Vio que Oberón, cogía dos copas de vino del estante de la cocina. Tras girar hábilmente el tapón plateado de la botella sirvió el líquido chispeante con mano generosa. -No tengo queja -prosiguió, encogiéndose de hombros, en un gesto elegante y tendiendo una copa a Harry-. Eres el mejor jano, que he escogido nunca. Mejor, incluso, que Zayn y Liam el lobo.

Harry reprimió el impulso de salir en defensa de su amigo Zayn, consciente de que no era sensato mostrar sus discrepancias ante un halago del rey-. Felicidades -brindó el morca-. Y buena cacería.

Harry, levantó también su copa y tomó un sorbo de vino, silenciando el gruñido de placer, que le provocó su sabor. El vino de los duendes, burbujeaba de tal modo, que parecía hecho de estrellas diminutas.
-Titania te envía recuerdos.
El placer que le causaba el vino, se esfumó al momento y se estremeció al pensar en la reina de la corte Benigna, Titania, poseedora del encanto elemental y la belleza de una tormenta de verano... Eh igual de peligrosa.
-Te deseo suerte. -Prosiguió.

Apuesto a que no ha especificado si se trata de buena o de mala suerte pensó Harry, pero fue lo bastante prudente como para guardarse para si sus reflexiones.
-¿Significa eso, que la reina del Verano y tu, mantienen una relación amable, señor?
-De momento.
Por supuesto, en el Otro Mundo -en el reino de los duendes-, el tiempo no significa nada. Un "momento" podía durar años... o desvanecerse en un instante. Al menos, pensó Harry, si el trato entre Oberón y Titania, era civilizado, eso significaba que ella no interferiría, mientras duraran las Nueve Noches, lo que suponía todo un alivio. El verano y el invierno casi nunca se ponían de acuerdo. Harry, se preguntó fugazmente por las otras dos cortes -las conocidas, como Cortes Sombrías-, y por sus respectivos e impredecibles monarcas. La reina Mabh, gobernante caprichosa de la malévola Corte Otoñal y Gwyn ap Nudd, el raro y misterioso señor de la Primavera.
Las alianzas entre los monarcas, resultaban traicioneras, cambiaban constantemente, y a Harry, le maravillaba la maestría de su señor para mantenerse a flote en medio de aquellos mares procelosos.
Oberón, dio unos pasos al frente e indicó a Hary, que lo siguiera hasta el balcón.
Durante un instante prolongado, permanecieron en silencio, apoyados en la balaustrada. Muchas personas abajo, se extendía, bucólico y sereno, el manto verde de Central Park.
-No me falles Harry.
-NO le fallare señor.
-Y este año, menos que ninguno. No debes fallar.
Un silencio denso se instaló entre ellos, Harry miró a Oberón de reojo. La piel, pálida y perfecta en torno a los ojos del rey, estaba tensa; pero tenía el ceño fruncido.
-Pareces... preocupado, señor. Incómodo...
Oberón, se volvió, murmurando para sus adentros, como si el joven jano se hubiera esfumado y el estuviera solo.
-Mis súbditos se aferran a las cadenas de la Entrada del Samhain, con uñas y dientes. Golpean las puertas, unas puertas que yo eh cerrado, con mazas y espadas. Serían capaces de arrancarse brazos y piernas unos a otros, de morir aullando, por atravesar ese espacio infernal, que separa el mundo de los duendes, del de los mortales. Por pasar de allí hacia aquí. Para conocer este... reino enfermo, contaminado. ¿Que parecería yo entonces... -preguntó el rey de lo maligno-... si permitiera que escaparan de mi reino... para retozar con mortales? -Más que pronunciarla, esta última palabra la escupió de los labios.
-Yo soy... mortal, señor -Dijo Harry, en voz baja.
-Tu eres un jano. Yo te he creado. La mortalidad no tiene nada que ver contigo. -Oberón, echó hacia atrás la cabeza y bebió el resto del vino de un trago-. A menos que mueras, claro está.
El rey de los duendes, subió de un salto a la balaustrada. Abriendo mucho la capa, se arrojó a la nada y el aire se arremolinó a su paso como una voluta de humo.
En su lugar, un halcón de alas negras como el azabache, sobrevoló el parque, piando con furia.


Menos de media hora después, Harry, acechaba los senderos tortuosos de la Ramble, en Central Park, como un gato cazador, proyectando la mente para tocar las cuatro esquinas de la Puerta del Samhain.


A menudo, se preguntaba que pensarían los neoyorquinos, si alguna vez descubriesen la verdad sobre su adorado Parque Central: que lo más de tres kilómetros cuadrados de santuario verde, ondulado, situado en pleno centro de la ciudad, no eran más que un disfraz, una fachada construida con esmero para enmascarar la puerta de separación entre el mundo de los mortales y el Otro Mundo, el de los duendes.
Hacía apenas un siglo y medio que existían cuatro puerta como aquélla: Samhain, Beltane, Imbolc y Lúnasa, repartidas por el Viejo Mundo: pasajes por los que los espíritus podían ir y venir, relacionarse con el mundo de los mortales. Pero una vez los duendes y las hadas empezaron a emigrar masivamente al Nuevo Mundo a través del mar, las Cortes de los duendes decidieron re ubicar una de las Cuatro puertas en esa nueva tierra en la que se habían instalado tantos mortales, que, además, creían en duendes.
Cuando a finales del siglo XIX (19) empezó a construirse Central Park, la Puerta del Samhain quedó en el interior de sus confines. Oculta para la población de la ciudad, se fundió sin fisuras, de modo invisible, con el creciente oasis urbano, proporcionando un patio de juegos perfecto para quienes cruzaban del otro lado, un lugar de naturaleza exuberante y, por eso mismo, un hábitat natural para hadas y seres mágicos en medio de la cada vez más frenética actividad urbana.
La Puerta del Smhain, proporcionó diversión sin límites para los habitantes de ese Otro Mundo de los espíritus, pero no duró mucho.
Unos decenios después de que concluyeran las obras del parque, a principios del sigo XX (20), Oberón se ocupó personalmente de cerrar las cuatro puertas. Airado, por una transgresión mortal, el rey pronunció un encantamiento que las sellaría para siempre, de modo que el reino de los duendes y el de los mortales quedaran separados.
Pero el hechizo de Oberón no salió del todo bien, en una de las puertas había quedado una abertura.

La puerta que se alzaba en el centro de la bulliciosa metrópolis, que era Nueva York se abría una vez al año, desde que se ponía el sol el 31 de octubre hasta que salí el 1 de noviembre. Y no sólo eso, cada nueve años, la puerta permanecía abierta de par en par durante nueve noches, siendo la del Samhain la última de ellas.
Por eso Oberón había decidido que, ya que no podía mantener cerrada la puerta, congregaría, desde todos los reinos de los duendes, a los arrebatados más prometedores de entre los mortales.
Tras reunir trece de ellos, los había entrenado y dotado de las habilidades que les permitirían custodiar la puerta en su nombre.
La recién creada Guardia de Janos no dejaba de resultar algo contradictorio. Pero se trataba de un grupo bastante util que comprendía la realidad de la situación o servían al rey de los duendes o morían. Así que todos decidieron servirle.
De hecho, le sirvieron tan bien que la mayoría de ellos no pudo regresar a casa, a su vida en el Otro Mundo. La Guardia de Janos había llegado a adquirir una reputación tan temible que sus integrantes no eran bienvenidos en ninguna parte, los rechazaban por asesinos y los llamaban monstruos los mismos duendes que, en tiempos pasados, los trataban como mascotas y juguetes, la suya era una vocación solitaria.
Harry apartó de su mente aquella idea y se concentró en la Puerta. En su condición de jano, no sólo era capaz de percibir el parque si no sentía a todas las criaturas que vivían en él. Parpadeaban en su mente como llamas de vela, de color amarillo, pálido... si eran humanos. Esa noche percibía menos que de costumbre. Según le habían dicho, los humanos tendían a evitar el parque de modo instintivo cuando la Puerta se abría. Diseminadas aquí y allí por todo el perímetro del parque, sentí las otras llamas, azules y verdes, unas pocas rojas. Se trataba de los duendes perdidos, los que habían logrado escapar con éxito al control de los janos en los años pasados y que, una vez cruzado el umbral, vivían en secreto en el reino de los mortales. Aquellos seres no eran de su incumbencia, y desaparecerían mucho antes de que se pusiera el sol, para no cruzarse con los janos.
Pero había algo más.
Algo -alguien- distinto había entrado en el parque.
Concentrándose, Harry proyectó la mente hasta notar una presencia... muy diferente del resto. Aquella llama no ardía con brillo constante, sino que chisporroteaba errática, como el resplandor de la pólvora.
Aletados sus sentidos de jano y avivada su curiosidad, decidió investigar, aquella presencia extraña se movía despacio. Serpenteaba de modo tortuoso y reconoció que seguía uno de los senderos de la zona del parque conocida como jardín de Shakespeare. Miró hacia el cielo, faltaba una hora exacta para el crepúsculo y la apertura de la puerta. Intrigado, echó a correr en hacia aquella chispa.
Cuando llegó al lugar donde la pólvora se había detenido, disminuyo el paso y se aproximó con cautela. Recurriendo a los poderes mágicos de los que Oberín le había dotado, se cubrió con un velo sutil de invisibilidad, por si su presa contaba con la habilidad de percibirlo, aún no sabía con quién estaba tratando.
Se acercó lo bastante como para echar un vistazo, pero seguía sin saber de que se trataba. Era una chica, eso si, incluso desde la distancia veía que era bastante joven. Diecisiete años, tal vez. Él, por su parte tenia dieciocho -de edad mortal-, como máximo...
Y también veía que era hermosa. Su pelo era del color de cobre bruñido y tenía los ojos verdes y separados. Intrigado, avanzó con sigilo sobre las hojas secas y se escondió entre las sombras espesas de un tejo. A través de las ramas de su escondite observó a la joven, que caminaba, inquiera, de un lado a otro de la placita arbolada, dándose golpecitos en los dientes con una uña.
Entonces empezó a murmurar algo para sus adentros y a gesticular con las manos.

Vaya suspiró Harry. Otra loca de Central Park

Los mortales chiflados, los que no estaban del todo bien de la cabeza, aparecían a veces de modo distinto en su radar. Ese debía de ser el caso de aquella joven, pensó. Y, sin embargo, mientras se volvía para alejarse, se dio cuenta de que lo que transmitía era una inmensa decepción.
La voz de la muchacha se elevó de pronto.

-"No desees salir de este bosque"
Sobresaltado, Harry, miró hacia atrás y vio que apuntaba en su dirección. Se quedó petrificado, sin aliento. Aquella chica no podía saber de ninguna manera que el estaba ahí. Al escondite que le proporcionaba la vegetación se sumaba el velo mágico con el que se había cubierto.
-"Te quedarás aquí, lo quieras o no" -añadió claramente, con voz enérgica.
Harry, vio que todo el cuerpo de la muchacha resplandecía. El pelo, la piel, aquellas manos alargadas, elegantes, todos y cada uno de los poros de su piel parecía irradiar destello.
-"Yo no soy un espíritu de naturaleza vulgar" -prosiguió la muchacha, radiante, elevando las comisuras de los labios hasta dar forma a una sonrisa juguetona.
¿Un espíritu? pensó Harry alarmado de pronto.
-"...el Verano, todavía sigue sirviéndome en mi séquito" -dijo y dio un paso así el, con la mirada perdida, llena de ensoñación.
El Verano... Harry, sintió que un pánico creciente le atenazaba la garganta. Por favor, no, que no sea una de las criaturas de Titania... Se puso en pie, preparándose para salir disparado.
-"...Y te quiero."
¿Qué? Sin darse cuenta de lo que hacía, Harry había empezado a extender una mano entre las ramas, en respuesta a aquellas palabras, pero la apartó al momento, con brusquedad. ¿Qué era exactamente aquello con lo que se había tropezado? De pronto se fijó en la camiseta que la jover llevaba bajo la chaqueta abierta, el poni brillante, el arco iris... y la palabra princesa... Harry, notaba que el corazón le latía con demasiada fuerza.
-"...Te daré hadas que te sirvan..."
Su voz, dulce como la miel, lo tentaba con su música, lo tenía cautivo y sumiso.
-"... Y te traerán joyas del abismo del mar, y cantarán mientras duermes recostado sobre las flores..."
El tono poético de aquellas palabras le dio la clave.
Aquel le sonaba muchísimo y al caer en la cuenta de su procedencia sintió como si le hubiera golpeado una maza.
¡Oh, por los siete infiernos! maldijo apretando los dientes. Su amigo Zayn, se burlaría de el hasta el final de os tiempos si le contaba lo sucedido. Lo que, por supuesto, no pensaba hacerlo. Miró con animosidad a la joven, aun sabiendo que ella no podía verle.
Esbozando una sonrisa encantadora, la muchacha añadió:
-"De materia corpórea voy a liberarte, y andarás como un espíritu del aire."
Luego se alejó, dio media vuelta y miró coqueta por encima del hombro, como si lo llamara con la mirada.
Aunque, claro, no lo llamaba a el. Harry sintió una punzada de pesar.
Y entonces, de un modo abrupto, la joven se detuvo en seco y su humor cambió completamente. Apretó los puños y giró en una especie de danza contenida. Harry la observó en silencio mientras ella recogía un papel que reposaba sobre el banco, junto a su bolso. Tras dar unos golpecitos a la hoja, estalló:
-Maldita sea, maldita sea, maldita sea. -Propinó un puntapié al suelo y se hizo daño en un dedo con una piedra cubierta de musgo-. ¡Ah! -Grito de dolor.
Harry, soltó el aire despacio, divertido a su pesar. Era un guión, un papel. Aquella chica era actriz. Que una niña más bien ridícula, le hubiera hecho creer que tal vez era...
Harry, se interrumpió antes de seguir por ese camino. El era un jano. El, más que nadie, debía ser capaz de percibir la diferencia. Dispuesto a alejarse, se volvió para observar a la muchacha una última vez.
Ella se acercó torpemente a otro banco y se sentó con ímpetu. Luego se echó hacia delante, enterró el rostro entre las manos y sus hombros se agitaron al ritmo de los sollozos.
Harry, no daba crédito. Debía irse. Debía dejar sola a aquella criatura patética para que se recreara a gusto en su tristeza. Si, sin duda debía irse.
Pero en vez de eso, miró alrededor en busca de algo que pudiera servirle en aquel jardín decrépito. Descubrió un rosal con una última flor marchita. Los pétalos se aferraban a la corola formando un racismo mustio, y las hojas del tallo estaban tan secas que parecían de polvo.
Servirá pensó, arrancándola. Al tocarla, la flor tembló, se estremeció entre sus dedos y fue recobrando su color. Los pétalos se desplegaron hasta adquirir un tono melocotón profundo, cremoso y las hojas recuperaron el verde intenso. Harry inspiró profundamente y salió de la oscuridad.
-Discúlpeme... señorita...
La joven levantó la cabeza súbitamente y se le desprendió del pelo una nube de purpurina. Acercó la mano a su enorme bolso y la hundió hasta el codo en su profundidades.
Que tonta pensó Harry, procurando que su expresión no delatara su pensamiento.
Si quisiera hacerte daño, ya podría habértelo hecho
En los ojos de la muchacha vio un destello de temor. Pero sólo un destello y eso le impresionó.
-Lo siento, no era mi intención sobresaltarte. -Vio que seguía hurgando en el bolso-. Si estás buscando un spray de autodefensa, no es necesario. Sólo quería darte... esto. -Le tendió la rosa-. Me ha parecido que no te vendría mal algo... bonito.
El rostro de la muchacha pasó de la preocupación al asombro.
-Vaya -dijo en voz baja. Alargó una mano vacilante, mientras alzaba la vista para mirarla. El dio otro paso al frente y le entregó la flor con gran ternura.
-Es muy bonita -susurró ella, contemplando la rosa perfecta que sostenía en la mano. Su perfume, embriagador impregnaba el aire, y la muchacha aspiró hondo, esbozando una sonrisa-. Gracias.
Pero, cuando volvió a mirar hacia arriba, descubrió que el ya no estaba.

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Mensaje por ¡Giovi! Vie 01 Mar 2013, 8:44 pm

AGFSDJFSDFADFH nueeeva lectoraaaaa!
harry es... afsdjgd cree que rayita es una loca.
pero no lo culpo(?
¡SIGUELA!
¡Giovi!
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Mensaje por Andhy:3 Vie 01 Mar 2013, 8:48 pm

Hola nueva lectoraa! Me gusto el capi! Si necesitas chicas aqui estoy yo! Bye y siguela
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Mensaje por YamiKlintworth Mar 05 Mar 2013, 6:00 pm

astupidlover(L) escribió:Continuala! La amee :) por cierto Niall esta libre?? puedo ser su chica?? :omg: pliisss ame tu nove tequieroo!! :bye:

Por ahora ninguno de los chicos va a tener novia. Pero si por ahí llega a pasar, te aviso (:
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Mensaje por YamiKlintworth Mar 05 Mar 2013, 6:07 pm

¡Giovi! escribió:AGFSDJFSDFADFH nueeeva lectoraaaaa!
harry es... afsdjgd cree que rayita es una loca.
pero no lo culpo(?
¡SIGUELA!

BIENVENIDA!!:D
Y no lo culpo, la rayita parece una loca, pero no lo es askda. Ya la sigo!!!
Me encanta el pantalón que tiene Hayley en el gif de tu firma :3
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Mensaje por YamiKlintworth Mar 05 Mar 2013, 6:11 pm

Andhy:3 escribió:Hola nueva lectoraa! Me gusto el capi! Si necesitas chicas aqui estoy yo! Bye y siguela

HOA! (Aheraunteletubbie)
Claro, igual de todos modos si necesito chicas avisare aquí (:
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Mensaje por YamiKlintworth Mar 05 Mar 2013, 6:36 pm

Tercer capitulo.


Narra ____.

_____ miró alrededor extrañada, pero aquel joven misterioso y guapo, se había esfumado sin hacer el menor ruido. Siguió sentada en el banco, un rato más, con la rosa en la mano, escuchando con atención. Nada.
Finalmente, recogió sus cosas y siguió por uno de los senderos que la sacarían de aquel jardín y la conducirían a la Bethesda Terrace.
Ya era hora de regresar a casa.
Tal vez, todavía por aquí, en alguna parte pensó mientras caminaba sin prisa. Debería intentar encontrarlo, para agradecerlo como dios manda que haya intentado animarme
_____ consideró un poco más aquella idea tentadora, jugueteando con el colgante verde ámbar, que adornaba su cuello. Se trataba de un trébol de cuatro hojas, que le había regalado su tía Emma, para que le diera buena suerte.
Por desgracia, aunque mantenía los ojos muy abiertos, era como si la buena suerte le hubiera dado la espalda, al menos, en lo referente al guapo desconocido.
Suspiró, recordando el modo en que la había mirado, con aquellos extraordinarios ojos color verdes azulados. Tenía un rostro regio, pómulos prominentes, boca recta firme y labios carnosos y rosados, a pesar de no sonreír, no expresaba dureza, aunque _____ sospechaba que podía llegar a expresarla con facilidad.

-Venga, vamos -se dijo en voz alta-. ¿Hasta dónde estás dispuesta a hacer el ridículo? Pero si sólo has visto a ese chico unos veinte segundos...
Avanzó hacia el sur y bordeó el límite de Ramble, hasta llegar a la orilla septentrional del lago, que quedaba frente al saliente rocoso de Hernshead.
No sabía cómo, pero el caso era que había oscurecido.
____ nunca se sentía insegura en Central Park, aunque, a decir verdad, nunca había paseado por allí de noche.
Nerviosa, alzó la vista al cielo, que había pasado del azul intenso, al añil con una celeridad asombrosa. La quietud del lugar, le resultaba fantasmagórica. El silencio era total.
Un velo finísimo de neblina, se posaba en el suelo y barría en espiral el sendero que se extendía ante ella. Aceleró el paso, hasta casi echar a correr.
La superficie del lago, a su derecha, era una inmensa balsa de aceite negra, tan quieta, que lo reflejaba todo a la perfección, como un espejo. Su intención, era bordear la orilla, hasta llegar al extremo oriental, en cuyas inmediaciones se encontraba a la salida que daba a la calle Setenta y dos. Una vez allí, sólo había diez minutos a pie hasta su casa. No había llegado muy lejos cuando unos gritos rasgaron el aire de la noche, espeluznantes, terribles. _____ se detuvo en seco, escuchando aquellos chillidos agudos, que parecían proceder del centro del lago.

-¡Eh! -gritó temerosa-. ¡Eh! ¿Necesitas ayuda? -Una cacofonía de chapoteos desesperados, alcanzó sus oídos a modo de respuesta. _____ echó a correr en dirección a la fuente del sonido. Intercalando con los gritos horrísonos que habían llamado su atención, llegaba ahora, un sonido más grave, una especie de jadeo, puntuada por chapoteos frenéticos, como si alguien se agitara, presa del pánico. Como si alguien estuviera ahogándose o, más bien "algo". _____ se detuvo en la orilla al advertir, sobresaltada, que en aquellos ruidos había algo que no era humano. Entrecerró los ojos y distinguió un punto del lago, en que el agua se volvía blanca espuma. De pronto, algo se agitó con violencia en el centro del remolino.
El corazón de _____ latía cada vez con más fuerza y entonces vio la cabeza de un caballo que envestía en la oscuridad.
Las patas delanteras del animal, pisoteaba el agua como si intentara elevarse por los aires, pero luego, se hundía de nuevo. El agua volvió a cubrirle la cabeza, amortiguando sus relinchos de pánico. _____ miró alrededor desesperada.
-¡Ayuda! -Gritó, pero su voz se perdió en la noche.
No había nadie que pudiera oírla.
Se volvió de nuevo hacia el lago, inquieta y pidió que el caballo asomaba a la superficie una vez más, forcejeándose, perdiendo fuerza.
La sola idea, de que un animal se ahogara en su presencia, le resultaba insoportable, de modo que soltó el bolso, se quitó la chaqueta y los zapatos y se arrojó al lago, describiendo un breve parábola.
El frío aire de octubre, no era nada comprada con la temperatura del agua. Al entrar en contacto con ella, y durante un breve e infernal segundo _____ pensó que el corazón iba a dejar de latirle. Cuando salió a la superficie, segundos después, tomó aire y gimió. El caballo volvió a relinchar, más débilmente. _____ apartó el punzante frío de sus pensamientos y empezó a nadar con brazadas poderosas. Cuando estuvo a unos dos metros de la aterrada criatura, se detuvo, temerosa de aquellas pezuñas que se agitaban, mortíferas como martillos.
-Tranquilo, tranquilo... -_____ se esforzaba para que el frío no le hiciera castañetear los dientes-. Buen caballo... caballito... -intentó calmarlo-... Vamos, ya está, amigo.
El animal, meneaba la cabeza sin control, ponía los ojos en blanco y se acercó un poco más. El agua estaba tan fría que parecía al borde de la congelación. Sabía que si no lograba sacar pronto del lago a aquel pobre animal, tendría que desistir de su empeño. Los dedos de los pies, empezaban a entumecersele. -Todo irá bien. Yo estoy aquí y voy a ayudarte.
Extendió más la mano y con las yemas de los dedos, le rozó la piel aterciopelada del hocico.
Por favor, no me muerdas pensó desesperada.
Pero el animal, no sólo no lo hizo, sino que acercó el morro a su mano, le empujó los dedos con suavidad y echó sobre ellos un aliento tibio. -Está bien, buen caballito, está bien. -____ dio otra brazada para acercarse más, cuidándose de no quedar frente a las patas delanteras del animal-. Te sacaré de aquí.
Hundió las manos en el agua y le palpó los flancos, para ver si descubría cuál era el problema. El caballo no parecía herido, pero sus poderosos cuartos traseros, no se movían como era debido, para mantenerse a flote. Hundió un poco más la mano, en dirección al trasero del animal, y por un segundo, le pareció notar algo frío y duro, casi pegajoso, algo parecido a unas escamas de pez.
Al momento apartó la mano.
¡Tu no eres un caballo! pensó perpleja. Pero eso era ridículo El frío te está afectando al cerebro, tonta. Imaginas cosas raras
Alargó las manos de nuevo, y palpando, notó que había una red de algas resbaladizas enredadas a la grupa del animal. Debía de ser que lo que había tomado por escamas. _____ tiro de las cintas de vegetación, pero eran fibrosas y resistentes, no logró que ninguna se desprendiera.
Se le resbalaban entre los dedos, cada vez más agarrotados por culpa del frío.
Gimoteando de impotencia, miró hacia atrás y constató que el caballo ya ni siquiera forcejeaba. Se limitaba a mirarla con ojos pesarosos. Los ollares, muy abiertos, apenas sobresalían del agua.
Iba a ahogarse.
Tenía que actuar con determinación. Se separó un poco del lado del animal, para hacer acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, inspiró profundamente tres veces, para llenar sus pulmones al máximo del aire helado de la noche, y se sumergió en el agua. Buceó lo más profundo que pudo, y se agarró con fuerza a las algas, que habían echado raíces en el lecho del lago. Luego plantó los pies en el lodo y dobló las rodillas, se enroscó las cintas vegetales alrededor de las manos y tiró de ellas con todas sus fuerzas. Las algas se tensaron al máximo, pero ni se rompieron, ni se soltaron de raíz.
Tira... una vez mas.
Tira, maldita sea.

Los pulmones le dolían, pero volvió a intentarlo.
¡Tira!
Cuando el cansancio empezaba a apoderarse de ella, tiró de las algas una última vez, más débilmente. Su cerebro pedía oxígeno por momentos y ya veía estrellitas delante de sus ojos. Meneó la cabeza. Una nube de burbujas, abandonó su cuerpo por la boca y la nariz, era el último aire, que quedaba en su interior. Entonces oyó una música amortiguada, lejanísima y le pareció que veía una luz extraña, fulgurante, que bailaba en el agua, girando alrededor, envolviéndola. Sintió una oleada de calor.
Un último, débil intento... Y notó que las cintas cedían un poco. De repente, un violento vaivén de las algas, la echó hacia delante y sintió un dolor intenso en los brazos y los hombros.
Después, a su alrededor todo se oscureció por completo.
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Mensaje por ¡Giovi! Sáb 09 Mar 2013, 4:07 pm

Siguela!!
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Mensaje por YamiKlintworth Jue 28 Mar 2013, 7:18 pm

Cuarto capitulo.


Narra Harry:
-¡Harry! -se volvió, al oír su nombre y vio a otro jano que se asomaba entre los árboles.
-Zayn
Levantó la mano, a modo de saludo, entrechocaron los antebrazos. Sonrientes.
-¿Cómo va el día, Hazza? Le preguntó su amigo, con tono afectuoso.
Harry, se encogió de hombros.
-¿Tú has notado algo especial?
-No. -Zayn negó con la cabeza-. De momento, todo está igual que en aos aneriores. Calmado, sereno, tranquilo... pero me temo que va a cambiar pronto. En menos de una hora, empezarán a aparecer las averturas en la puerta y a partir de esta noche, y durante ocho más, se abrirán más grietas. Acéptalo Hazza. -Zayn bajó la voz, aunque no había nadie que pudiera oírlos-. Durante nueve noches, la puerta se abre cada vez más y sólo hay un puñado de janos para custodiarla. Son muchos los duendes y hadas, sobre todo, de los malignos, dispuestos a arriesgarse.
Harry torció el gesto. No entendía que aquellos seres, prefirieran vivir en este mundo. El ni se lo plantearía, sólo el ruido bastaba para volver loco a cualquiera.
-¿Y uno llega a acostumbrarse alguna vez Zayn? -Preguntó Harry-. A este lago, quiero decir.
-No soy la persona más adecuada para responderte -gruñó Zayn-. Entre otras cosas, no llevo aquí tanto tiempo. A mi, el solo concepto de electricidad me produce escalofríos.
-¿Después de tres años?
-Pues si. A los dos... bueno, ya sabes, se nos llevaron cuando la luz todavía funcionaba con gas, pero yo era lo bastante mayor, y recuerdo aquel mundo. Aquella época. Aunque intento no pensar en ello.
Harry meditó un instante, el era un bebé cuando lo raptaron. La única vida que conocía, era la que le habían proporcionado los duendes. Debía de ser difícil para los que eran como Zayn... saber desde el principio, que aquellas personas radiantes, portentosas, que te habían criado, no eran de los tuyos. O que tú no eras de los suyos y peor aún, saber que tu propio mundo ya no era... ya no podría volver a ser tuyo... Harry se sintió incómodo.
Aquéllas, no eran cosas en las que le gustara pensar demasiado, aunque no sabía por que.
Se detuvieron cerca del Bow Bridge del parque, el puente que describía un arco sobre el lago al oeste de la Bethesda Terrace, uniendose el espacio relativamente silvestre de la Ramble, con los jardines más formales, más podados de Cherry Hill. A Harry le parecía que aquel puente, era como una metáfora de la puerta misma. Permanecieron un largo instante en silencio, contemplando las aguas.
-Pero, en el fondo -dijo Zayn, sacudiéndose los malos recuerdos y apuntando con la mano hacia la belleza que se extendía ante ellos-, este lugar tiene sus encantos. -Le dio una palmada en la espalda a su amigo-. Venga, vamos. No querrás llegar tarde a la inauguración...

Alrededor de Harry y Zayn, el aire vibraba de tensa expectación, cuando coronaron la cima de Great Hill y fueron recibidos por el corro informal de sus hermanos janos. Sumaban trece en total y todos eran arrebatados.
Estaba Liam el lobo, legendario por los harapos de pieles que lo cubrian, que recordaban a los de los berserkers, aquellos noruegos, que entraban en combate en trance y se lanzaban ebrios de ira, sobre sus enemigos; y célebre, también por su temperamento adusto. Según Zayn, la cuna de la que lo habían arrebatado, allá por el siglo IX (9), era la de un príncipe vikingo. Llevaba en la sangre, el arte de la guerra o eso le decía siempre a Harry.
Brhian y su hermano gemelo Logan, ambos delgados, asbeltos y discretos, eran guardianes janos, casi desde el principio y notablemente edicaces.
Luego estaba Edward, genial, guapo... despiadado.
Niall y Greg, uno rubio, otro moreno, distintos como la noche y el día. Competitivos hasta lo patológico e inseparables, estaban casi siempre enzarzados en un tipo de competición, ya fuera de dardos, billar o alguna de sus invención, como la que consistía en ver quién soportaba más golpes en el brazo.
Tambien estaba Fantasma, flaco, silencioso, de ojos oscuros y tez pálida, más encantado que encantador o eso le había parecido siempre a Harry, que no sabía cuál era su verdadero nombre, ni de que parte del mundo lo habían arrebatado. Se trataba de un joven raro, aunque eso era comprensible... teniendo en cuenta, que había sido la reina Mabh, quien se lo había llevado.
Junto a Fantasma, se encontraba Anel, el mayor de todos, que había abandonado su hogar en la India, hacía siglos y que era uno de los pocos arrebatados que había vivido lo bastante en el Otro mundo, como para haber alcanzado allí, la edad adulta. El pelo negro, había empezado a platear en sus sienes, en profundo contraste con el tono cobrizo de su piel.
Y al lado de Anel, estaba Perry -Percivat-, el más joven, después de Harry. A Perry, se lo habían llevado en 1719, de una aldea diminuta del norte de Francia, que llevaba muchos años sufriendo las consecuencias de unas malas cosechas. A cambio de Perry, Titania, había concedido al lugar un clima benigno y un suelo fértil, por lo que un pueblo condenado a morir, había sobrevivido.
Finalmente, Selene, pálida y bonita, con el cabello castaño claro, como pelo de zorro, cubierta de pecas y absolutamente infalible con el arco y las flechas; y Cait, que a pesar de ser más diestra que nadie en el combate cuerpo a cuerpo, prefería valerse de encantamientos y hechizos.
Todos juntos, contemplaron cómo el sol se hundía en el horizonte y Cetral Park se sumergía en la oscuridad.
La primera de las Nueve noches, había empezado. Decididos, los janos se dispersaron para cubrir las cuatro esquinas del parque.
Separándose de los demás, Harry, atravessó el terreno rocoso y traicionero de Ravine, en dirección sur, cada vez más concentrado, internándose en las nelinas oscuras y sutiles, de los encantamientos fallidos de Oberón, hasta el punto, en que las paredes que separaban los dos mundos se volvían tan delgadas que se convertían en puertas.
Trató de percibir, cuál de aquellas vías de acceso, se abriría aquella noche...
Ya lo tengo.
A unos treinta metros al este, tal vez treinta y cinco.
Harry avanzó despacio por el sendero, ágil, alerta. Sentía la sangre caliente, por haber corrido y por la expectación de la lucha inminente. Algunos de los duendes que intentaran cruzar, regresarían al Otro mundo, sin apenas percatarse de la presencia de un jano, y lo más tímidos, era poco probable que lo intentaran.

Harry abrió la mochila de cuero que llevaba colgada en bandolera y extrajo un manojo de tres bastoncillos cortos, rectos atados con un cordón rojo, también de cuero. Uno, era de roble, otro de fresno y el otro de arce.
Harry susurró un antiguo encantamiento y los bastoncillos se transformaron en una espada con el filo de plata, que apareció en su mano. Se la colocó en el costado, listo para el combate.
Rempentinamente, el muro de granito que se alzaba frente a el, empezó a ondularse como en un espejismo y acto seguido, se resquebrajó. Una luz fantasmal, iridiscente, se filtró por la ranura abierta en la piedra, y Harry vio unas figuras diminutas, recortadas en el resplandor. Un rostro minúsculo, arrugado, lo observaba. Cuando la criatura vio que el jano se encontraba apostado allí, no se volvió, ni echó a correr de nuevo hacia la tierra de los duendes, sino que mostró una risita aguda, traviesa.
Era un duende de Cornuelles, de los llamados piskies.
Harry, intentó no poner los ojos en blanco, mientras rebuscaba de nuevo en la mochila y extraía un puñado de sal gema, que arrojó sobre el rostro sonriente del piskie.
La criatura se metió de nuevo en la ranura, emitiendo un chillido.
Ha sido demasiado fácil pensó sonriendo. Tal vez no hiciera falta, siquiera, de recurrir a la espada.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un zumbido colérico. Era como si acabaran de arrojar una piedra, sobre un nido de avispas. Agarrándose los unos a los otros, sujetándose al resquicio, un ejambre de piskies diminutos, ávidos de sangre, se dirifían hacia el, los cuerpos pálidos y delgados, lanzaban destellos como cuchillos en la oscuridad.


Harry tuvo que emplearse a fondo durante casi una hora y la carnicería fue considerable.
Mientras limpiaba el filo de su espada de la sangre verde y fosforescente de aquellas criaturas y volvía a guardarla, no sentía el menor remordimiento. Los duendes que lo habían ataado, habían recibido su merecido.
No todos los piskies, eran desagradables. Algunos, en la tierra de la que el venía, resultaban incluso útiles, aunque sus payasaas y travesuras, acababan cansando.
Pero aquéllos no, aquéllos habían mostrado claramente sus intenciones asesinas, y además eran muchos, cosa que a Harry, nadie le había dicho.
Zayn se burlaría de el, por haber tardado tanto en derrotar a unos duendes menores. Harry por su parte, no sabía cómo le estaba yendo a su compañero. Ni a los otros. Como sólo sumaban trece era poco probable que sus caminos se cruzaran durante las Nuevas noches. Ellos solos, debían cubrir la seguridad de todo el parque.
El suelo alrededor de sus pies, estaba cubierto de cristales de sal, aplastados por las suelas de sus botas, en un círculo que se extendía unos tres metros en torno a el. En el fragor de la batalla, no se había fijado en el tamaño de aquel enjambre. Y más tratándose de unas criaturas de una estatura que no superaba los quince centímetros.
Examinó la tierra pisoteada y frunció el ceño, aquello no tenía sentido.
Los piskies, no eran duendes más listos, pero si solían ser habilidosos. Lo normal, habría sido que se dispersaran, que lo atacaran en oleadas, que buscaran más de una grieta, pero, al parecer, habían lanzado una ofensiva masiva, en aquel único punto...para mantenerlo ocupado y clavado en una sola posición.
Furioso soltó una maldición y se volvió sobre sus talones, buscando algo como su percepción de jano ocupada plenamente hasta ese instante. Una luz repentina, cegadora, carmesí atravesó su mente. Se le helaron las entrañas.
Algo iba mal, muy mal, en algún lugar, al sur. Se esforzó por sintonizar mejor por ubicar aquella luz intesísima en el mapa de su mente... En efecto, ahí estaba o mejor dicho, ahí había estado.
Echó a correr.
Aunque en el fondo de su corazón, sabía, que llegaría demasiado tarde.

Acuclillándose a la orilla del lago, Harry acercó la mejilla al suelo frío y estudió la superficie del agua, que seguía girando en espirales iridiscentes: la prueba de un paso reciente, a través de la puerta del samhain, desde el otro mundo hasta aquel reino.
De modo, que no habían sido sólo los piskies, los que se habían acercado a la puerta. Otros lo habían hecho también y hacía muy poco tiempo; tal vez media hora. Harry mantuvo la mejilla pegada al suelo y observó, a ras de tierra, la superficie del lago brillante como la obsidiana.
Ahí estaba.
Había un rastro que resplandecía débilmente, hasta la orilla. Harry, se puso en pie de un salto y fue corriendo a investigar.
El terreno blando, que rodeaba el lago, estaba pisoteado y convertido en barro. Parecía que se hubiera producido algún tipo de forcejeo o como si hubieran arrastrado a alguien desde el agua, hasta el sendero. Aquí y alí se veían huellas alargadas, circulares, de lo que sólo podían ser pezuñas. Se acuclilló junto al camino para examinar mejor.
De todos modos, aquello no dejaba de ser Central Parl. Por todo el parque circulaban carruajes tirados por caballos y habñia jinetes adinerados, que transitaban por caminos especialmentes señalizados para ellos. Con todo, era evidente, que aquellas huellas eran de un animal sin herraduras y el agua que se haía depositado en las huellas, poseía aquella misma iridiscencia delatora.
¿Se trataría de un kelpie?
Harry hizo recuento mental de los indicios que aparecían ante el. En una de las huellas, encontró las cerdas ásperas de una crin pelirroja, así como tres cuantas negras de ónice, talladas en forma de diminutas cabezas de venado.
Se metió las cerdas y las cuentas en el bolsillo y miró alrededor. Por el rabillo del ojo, vio algo casi incoloro oculto entre los juncos. Lo recogió del suelo y apartó los restos de vegetación que lo cubría. Era un cuadernillo de anillas metálicas, la página de la cubierta había desaparecido, pero la siguiente con el dramatis personae, estaba casi intacta, aunque manchada por la huella de una pezuña, que parecía tener los bordes ligeramente chamuscados.
Los márgenes, estaban llenos de notas manuscritas, y en la parte superior alguien había escrito con rtuados: "Guión de _____". Harry frunció el ceño y hojeó varias páginas hasta que un breve diálogo, llamó su atención-.
"No desees salir de este bosque", empezaba. A Harry casi se le cae el cuadernillo de las manos. No hacía mucho había oído esas mismas palabras. Escrutó la orilla del lago por última vez y se arrodilló en el borde del sendero. Enterrada, casi por completo en el barro, encontró pisoteada la rosa de color melocotón, o lo que quedaba de ella. Arrancó un pétalo marchito y se lo acercó a los ojos.
El cuadernillo pertenecía a la muchacha del jardín de Shakesperare.
Su "Polvorilla".
_____...
YamiKlintworth
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