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The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
aranzhitha escribió:hola nueva lectora!!!
La verdad la empeze a leer desde que la empezaste pero no habia tenido tiempo de comentar!!!
Al fin ya pude!! Me encanta, me dio tanta risa el ultimo capi :maloso:
El papa de la rayiz se pasa!!!!
Siguela!!
Hoola, primero que todo, bienvenida :) que bueno que al fin hasyas podido comentar y que te guste la nove*-* eso me pone muy feliz jsakjasks enserio :3 Jajajaja sii papa de rayis es demasiado malito con nick :c jajajaja pero es gracioso xDD ahora la sigo :)
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
ASJK estoy muy feliz acabo de regresar del concierto de los Jonas aqui en Chile y dios fue perfecto, lo unico que me dio envidia:$ de las chicas de la primera fila porque Joe se tiro encima y AAHH dios jakjsa queria tocarlo 1313 pero no pude a menos que tuviera una mano de 30 metros xdd la pase muy bien y eso (? queria compartir mi experiencia :B espero que ustedes tambien puedan ir a los conciertos que haran en su pais :)
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Capitulo 3 [Segunda Parte]
—Quería preguntarte acerca de la boda —dijo Jim—. La tiene planeada para de aquí a una semana. ¿Por qué no darnos a todos un tiempo para conocer a Nick y darle la bienvenida a la familia? ¿Por qué tanta prisa?
Nick trató de salvarlos a ambos.
—Entiendo, Jim, pero ___ y yo hablamos sobre esto y ninguno de los dos queremos una fiesta por todo lo alto. Hemos decidido que queremos estar juntos y empezar nuestra vida de inmediato.
Es romántico, papá —se aventuró Izzy.
___ articuló un agradecimiento, pero estuvo de repente cubierta por ambos flancos.
—Estoy de acuerdo. —María sostenía un limpión entre sus manos mientras permanecía de pie en la puerta de la cocina—. Vamos a disfrutar de la boda. Nos encantaría hacerte una fiesta de compromiso en la que Nick pueda conocer al resto de la familia. Sólo que no hay tiempo para que todo el mundo aparezca el sábado. Todos tus primos se la perderán.
Jim se levantó.
—Entonces, está arreglado. Pospondrán la fecha.
María asintió.
—Excelente idea.
___ agarró la mano de Nick.
—Cariño, ¿te puedo ver en el dormitorio por un segundo?
—Por supuesto, querida.
Lo arrastró por el pasillo y lo empujó hacia el dormitorio. La puerta osciló parcialmente cerrada.
—Has echado todo a perder —susurró ella con furia—. ¡Te dije que fingieras, pero eres malísimo y ahora mis padres saben que no estamos enamorados!
—¿Qué soy malísimo? Estás actuando como si esta fuera una estúpida obra que hubieras preparado para los vecinos. Esta es la vida real, y estoy haciéndolo lo mejor que puedo.
—Mis obras no son estúpidas. Hemos hecho un montón de dinero en boletos de entrada. Pensé que Annie era excelente.
Él soltó un bufido.
—Ni siquiera sabes cantar y te contrataste a ti misma como Annie.
Todavía estás molesto porque no te dejaré interpretar a Daddy Warbucks .
Se pasó los diez dedos por su cabello e hizo un ruido profundo en su garganta.
—¿Cómo demonios me metiste en estos ridículos asuntos?
—Es mejor que salgas con algo rápido. Dios, ¿no sabes cómo tratar a una novia? Actuaste como si yo fuera una amable desconocida. ¡No es de extrañar que mis padres sospechen!
—Eres una adulta ahora, _____, y él todavía interroga a tus novios. No necesitamos su permiso. Nos casamos el sábado y si a tus padres no les gusta, mala suerte.
—¡Quiero que mi padre me lleve por el pasillo!
—¡No es ni siquiera una boda real!
—¡Es lo mejor que voy a conseguir ahora mismo!
El dolor se filtró por un momento a medida que la verdad de su difícil situación golpeaba con toda su fuerza. Este jamás sería un verdadero matrimonio, y algo se arruinaría para siempre una vez que el anillo de Nick se deslizara en su dedo. Siempre había soñado con el amor eterno, vallas pintadas de blanco, y toneladas de niños. En cambio, consiguió dinero contante y sonante, y un marido que educadamente la toleraba. Que la condenen si su sacrificio fallaba por su incapacidad a fingir suficiente emoción ante sus padres.
Se puso de puntillas y agarró la parte superior de las mangas de su camiseta. Sus uñas se clavaron en la tela y en su carne.
—Es mejor que arregles esto —dijo entre dientes.
—¿Qué quieres que haga?
Ella parpadeó. Sus labios temblaban mientras soltaba las palabras entre dientes.
¡Haz algo, maldita sea! Demuéstrale a mi padre que esto será un verdadero matrimonio o…
—¿_____?
El eco de su nombre flotó desde el pasillo hasta la puerta abierta, era la voz suave y preocupada de su madre comprobando si estaban bien.
—Tu madre está viniendo —dijo él.
—Lo sé; probablemente nos oyó discutir. ¡Haz algo!
—¿Qué?
—¡Lo que sea!
—¡Muy bien!
La agarró por la cintura, arrastró su cuerpo contra el suyo, y agachó la cabeza. Sus labios aplastaron los de ella, así como sus manos se envolvieron a su alrededor con fuerza, de modo que estuvieron pegados el uno contra el otro, cadera con cadera, muslo con muslo, pecho con pecho.
La respiración salió de golpe de sus pulmones y se balanceó a medida que sus pies la aplacaban. Esperaba un beso preciso y controlado, para mostrar con tranquilidad a su madre que eran amantes. En su lugar obtuvo uno ardiente, lleno de testosterona y de pura energía sexual. Obtuvo unos labios cálidos fundidos sobre los suyos. Sus dientes mordisquearon. Su lengua se enterró en su interior y se lanzó entrando y saliendo con absoluto dominio, doblándole la espalda sobre su brazo para tomar hasta la última gota de su voluntad.
Ella aguantó y se lo dio todo de vuelta. Voraz por su tacto, se emborrachó bajo su olor almizclado y su sabor, se deleitó bajo la dura longitud de su cuerpo a medida que un calor animal se elevaba entre ellos y los empujaba al límite.
Gimió profundamente en su garganta. Él deslizó sus dedos por su cabello para sostener quieta su cabeza mientras continuaba su sensual invasión. Sus senos de pronto se sentían pesados y llenos, y un calor líquido se encendió entre sus muslos.
—____, yo... ¡oh!
Nick separó su boca de la suya. Aturdida, _____miró su rostro en busca de algún signo de emoción, pero él estaba mirando a su madre.
—Lo siento, María. —Su sonrisa era torcida y totalmente masculina.
María se rió y miró a su hija, aún acunada entre los fuertes brazos.
—Perdón por interrumpir. Ven con nosotros cuando estén listos.
_____escuchó los pasos alejándose. Lentamente, la mirada de Nick bajó hasta ella.
Se estremeció. Esperaba ver una niebla de pasión. En vez de eso, los ojos castaños estaban alertas. Su rostro parecía tranquilo. Si no fuera por la dura longitud presionándose contra su muslo, _____ pensaría que el beso no le había afectado. Se sintió arrastrada hacia otro tiempo y otro lugar, algún lugar profundo en el bosque, donde sus pensamientos fueron hablados libremente y su confianza destrozada. Aquel primer roce de esos labios sobre los suyos, el olor a colonia de muchacho en su nariz, el toque apacible de sus dedos en sus caderas mientras la sostenía.
Un gélido temor se deslizó por su espalda. Si se reía de ella otra vez, cancelaría todo el asunto. Si él se reía…
Sus brazos la soltaron, entonces retrocedió. El silencio se encrespó entre ellos como una pesada ola ganando velocidad y preparándose para arremeter.
—Creo que resolvimos nuestro problema —dijo.
Ella no respondió.
—¿No era esto lo que querías?
Elevó su mentón y ocultó cada una de las complicadas emociones que se retorcían como serpientes en su estómago.
—Supongo que sí.
Él se detuvo, entonces se estiró hacia ella.
—Será mejor que presentemos un frente unido.
Cinco dedos se cerraron alrededor de los suyos con una elegante fuerza que hizo que sus ojos se humedecieran. Luchó contra esto y decidió que probablemente estuviera en modo síndrome premenstrual. No había ninguna otra razón por la cual un beso de Nick Jonas pudiera darle tanto placer, y sin embargo lastimarla tan profundamente.
—¿Estás bien?
Ella apretó los dientes y sonrió tan brillantemente que podría haberse escapado de un anuncio de pasta dental.
—Por supuesto. A propósito, brillante idea.
—Gracias.
—Sólo no te quedes frío como un cadáver otra vez ahí afuera. Imagina que soy Gabriella.
—Jamás podría confundirte con Gabriella.
La cortante observación le dolió, pero se negó a mostrar debilidad.
—Estoy segura de que tienes razón. Pero tú tampoco eres ninguna fantasía para mí, Chico Guapo.
—No me refería a…
—Olvídalo. —Lo dirigió nuevamente hacia la sala—. Perdón por la interrupción, chicos. Creo que deberíamos irnos, se hace tarde.
Todos se acercaron para despedirse. María besó su mejilla y le guiñó un ojo en señal de aprobación.
—Puede que no me guste tanta prisa —le susurró—, pero ya eres una mujer adulta. Ignora a tu padre y haz lo que te diga tu corazón.
Su garganta se sintió apretada al oírlo.
—Gracias, mamá. Tenemos mucho que hacer esta semana.
—No te preocupes, cariño.
Estaban casi en la puerta cuando Jim hizo un último intento.
—_______, lo menos que podrías hacer es aplazar la boda unas semanas, por la familia. Nick, estoy seguro de que estás de acuerdo…
Nick apoyó una mano en el hombro de su padre. La otra sujetaba firmemente a su prometida.
—Entiendo por qué quiere que esperemos, Jim. Pero, verá, estoy locamente enamorado de su hija, y me casaré con ella el sábado. Realmente deseamos su bendición.
Todos se quedaron en silencio. Incluso Taylor dejó su balbucear para observar la escena ante ella. _____ esperó la inevitable explosión.
Jim asintió.
—De acuerdo. ¿Puedo hablar a solas contigo un momento?
—Papá…
—Sólo un minuto.
Nick siguió a Jim hasta la cocina.
_____ contuvo su preocupación mientras hablaba con Izzy y Gen acerca de los vestidos para las damas de honor. Vio la seria expresión de Nick mientras escuchaba a su padre. Después de unos minutos, ambos se saludaron, y Jim lucía derrotado cuando le dio un beso de despedida.
Se despidieron de todos y subieron al coche.
—¿Qué quería mi padre?
Nick condujo a través de la entrada a la casa y se concentró en el camino por delante.
—Estaba preocupado acerca de quién pagaría la boda.
La culpa la asaltó en olas masivas. Había olvidado completamente los gastos de la boda. Por supuesto, su padre probablemente asumió que él pagaría, aunque los tiempos hayan cambiado. De pronto su frente se sintió sudorosa.
—¿Qué le dijiste?
Nick la miró.
—Me negué a permitir que pague, y le dije que si hubiera hecho lo que él quería y pospusiera la boda un año, aceptaría su dinero. Pero como apresurar la boda fue decisión nuestra, insistí en pagarla yo. Entonces hicimos un trato. Él pagará su esmoquin y el de tu hermano. Yo pagaré los vestidos de todas las chicas, incluyendo el tuyo, y el resto de la boda.
Dejó salir el aliento rápidamente y estudió su perfil en el destello de los faros de la calle. Su rostro no mostraba expresión, pero su gesto le llegó al corazón.
—Gracias —susurró.
Él se estremeció, como si esa palabra lo hubiera golpeado.
—No es necesario. Jamás lastimaría a tus padres. Nadie tiene el dinero suficiente como para pagar por una boda en una semana. Y entiendo el orgullo familiar. Nunca los privaría de eso.
_____ contuvo las emociones mientras viajaban en silencio. Miró fijamente a través de su ventana a la oscuridad. Su oferta sugería una verdadera relación entre ellos, y hacía que deseara más. Ella debería haber presentado a su familia un amor verdadero, no una falsificación. Las mentiras de esa noche se presionaron contra ella mientras se daba cuenta de que había hecho un trato con el diablo por dinero. Dinero necesario para salvar a su familia. Pero aun así, simple dinero.
La grave voz rompió el silencio y sus cavilaciones.
—Pareces trastornada por nuestra pequeña treta de esta noche.
—Odio mentirle a mi familia.
—¿Entonces por qué lo haces?
Un incómodo silencio se asentó entre ellos.
Nick continuó:
—¿Qué tanto quieres este dinero? No pareces demasiado entusiasmada con la idea de casarte conmigo. Estás mintiéndole a tu familia y celebrando una boda falsa. ¿Todo esto para expandir tu negocio? Podrías conseguir un préstamo bancario como hace la mayoría de los negocios. Hay algo que no cuadra.
Las palabras comenzaron a elevarse, y ella casi le dijo la verdad. La enfermedad de su padre poco después de su regreso. La falta de seguro médico para pagar las estrambóticas cuentas. La lucha de su hermano para ir a la facultad de medicina mientras mantenía a una nueva familia. Las interminables llamadas de recaudadores hasta que su madre no tuvo más opción que vender su casa, ya muy hipotecada.
Y el peso de la responsabilidad y la impotencia que _____ cargaba sobre sus hombros.
—Necesito el dinero —dijo simplemente.
—¿Lo necesitas? ¿O lo quieres?
Cerró los ojos ante la provocación. Él quería creer que ella era egoísta y superficial. En ese momento se dio cuenta de que necesitaba todas las defensas contra este hombre. Su beso había quebrantado todas las ilusiones de neutralidad entre ellos. Esos labios sobre los suyos la habían estremecido hasta el fondo de su alma, al igual que aquella primera vez en el bosque. Nicholas Jonas rompía sus muros y la dejaba vulnerable. Luego de una semana de convivencia, ella estaría comiendo de su mano.
_____ no tenía otra opción. Tenía que cultivar su odio hacia ella. Si él creía que tenía mal carácter, la dejaría sola, y entonces podría regresar con su orgullo intacto y su familia unida. Se negaba a fomentar su compasión o aceptar su caridad. Si le decía la verdad acerca de su familia, el resto de sus defensas se rompería. Incluso podría intentar darle el dinero libremente, y entonces ella estaría para siempre en deuda con él.
La idea de que la viera en el papel de mártir para salvar a Tara la llenaba de humillación. No, sería mejor si pensara en ella como una insensible mujer de negocios. Por lo menos así la resentiría y mantendría su distancia. Sólo el estar cerca de él la encendía como un cohete, y se condenaría a sí misma antes de tomar el segundo lugar detrás de su preciosa Gabriella.
Ella trataría con el diablo bajo sus propios términos.
_____ recurrió a su reserva interior y desplegó la segunda fase de mentiras de esa noche.
—¿Realmente quieres saber la verdad?
—Sí. Quiero saberlo.
—Tú creciste rodeado de dinero, Chico Guapo. El dinero apacigua mucho la desdicha y el estrés. Estoy harta de luchar como mi madre. No quiero esperar otros cinco años antes de poder expandir mi librería. No quiero tener que lidiar con los intereses de los bancos y las deudas. Utilizaré el dinero para construir una cafetería en BookCrazy y convertirla en un éxito. —¿Y si eso falla? Volverás justo donde empezaste.
—El valor de la propiedad está en alza, así que siempre puedo venderla. Y pondré el exceso en una sólida cartera financiera. Podré adquirir una pequeña casa y estar segura para el momento en que nuestro matrimonio se disuelva.
—¿Por qué no pides 200.000 dólares? ¿O incluso más? ¿Por qué no me exprimes cada centavo?
Se encogió de hombros.
—Supuse que ciento cincuenta serían suficientes para darme todo lo que quiero. Si hubiera pensado que me darías más dinero, lo habría pedido. Después de todo, quitando el tener que lidiar con mi familia, es un trato bastante fácil. Sólo tengo que aguantarte a ti.
—Supongo que eres más lógica de lo que yo pensaba.
La declaración debería haber sido un cumplido. La humillación la quemaba, pero supo que había obtenido la distancia que tan desesperadamente necesitaba. Por supuesto, el precio era su carácter. Pero se recordó a sí misma el objetivo y se mantuvo en silencio.
Cuando el coche se detuvo en el edificio de su apartamento, abrió la puerta y tomó su bolso.
—Te invitaría a subir, pero creo que nos veremos lo suficiente durante el próximo año.
Él asintió.
—Buenas noches. Estaré en contacto. Tendré a los encargados de la mudanza preparados para cuando estés lista. Haz lo que quieras con la boda, sólo dime dónde y cuándo debo aparecer.
—De acuerdo. Adiós.
—Adiós.
_____ entró a su apartamento, cerró la puerta, y se deslizó con la espalda sobre la madera hasta que su trasero golpeó el piso.
Entonces lloró.
Nick la observó entrar a su apartamento y esperó a que la luz se encendiera. El bajo ronroneo del BMW era el único sonido que rompía el silencio.
Su enfado por que lo admitiera todo descaradamente le molestaba. ¿Por qué le importaba que ella sólo quisiera el dinero? Era el motivo perfecto para conseguir que ambos pasaran el próximo año sin inconvenientes. Debía mantener la distancia. Sus padres causaron que un peligroso anhelo despertara en su interior. Aplastó rápidamente la emoción, pero la idea de aún mantener algún enfermo rayo de esperanza por una familia normal lo fastidiaba.
Quizá era la forma en que ella había lucido esta noche. Había recogido su cabello, y unos pocos y testarudos rizos negros escapaban de las horquillas para caer a través de sus mejillas y cuello. La piel parecía tibia al toque, ligeramente sonrosada por el placer de estar rodeada de su familia. Ella sonreía tan fácilmente, sus labios se veían llenos y relajados.
Él había querido sujetarla y probar el sabor detrás de esos carnosos labios rubíes. Quería introducir su lengua profundamente y tentarla a jugar. El suave material de sus jeans presumía las curvas de su trasero y el vaivén de sus caderas. La camisa a botones rosa vibrante lucía lo suficientemente conservadora, hasta que ella se inclinó hacia delante y Nick vislumbró el pálido encaje rosa abrazando sus senos.
Esa imagen se grabó a fuego en su mente y causó estragos en su concentración. Había pasado la mayor parte de la noche intentando lograr que se agachara para darle otra mirada furtiva. Como si fuera un adolescente lujurioso.
La luz del apartamento se encendió, y él aceleró hacia el camino. Su temperamento lo mordía como un pit bull hambriento. Ella lo molestaba profundamente. Al igual que su familia. Recordaba lo adorable que era su madre. Recordaba la culpa de haber deseado que su propia madre desapareciera y lo dejara con María McKenzie. Recordaba el viejo dolor de estar fuera de control en un mundo que no fue hecho para que un niño esté solo. Le hacía recordar cosas que había prometido nunca desenterrar. Matrimonio. Niños. Conexiones que causaban un dolor que nadie merecía.
Había erigido fuertes muros para que _____ no hallara ningún momento de debilidad. Si sospechaba que la deseaba de cualquier manera, las reglas cambiarían. Él no pretendía que esta sirena de mujer tuviera ningún poder sobre él.
Hasta ese beso.
Nick murmuró una larga maldición. Recordaba cómo su aliento se aceleró y sus ojos se abrieron ampliamente. Esa maldita camisa finalmente se abrió lo suficiente para que pudiera divisar la tersa piel encerrada en encaje rosa. Había estado listo para apartarla, hasta que ella lo sostuvo al oír la llamada de su madre. No era su culpa el haber cedido ante el instinto para salvar su engaño.
Hasta que su caliente y húmeda boca se abrió contra la suya. Hasta que su dulce sabor inundó sus sentidos, y los desesperantes aromas a vainilla y especias lo hicieron querer aullarle a la luna. Finalmente había averiguado que ella encaraba el sexo de la misma manera en que encaraba la ira: sin reservas, sin restricciones. Demandante.
Apasionadamente.
Él estaba bien jodido. Y no de una buena manera.
Pero ella nunca lo sabría. Se había asegurado de ocultar su rostro tras una máscara de indiferencia, aunque su maldita erección lo delatara como un mentiroso. No importaba.
Nick se negaba a romper las reglas. _____ era una mujer que vivía en la luz y que jamás sería feliz con el trato que él mismo se había hecho cuando era un niño.
Un año era suficiente.
Sólo esperaba resurgir de él en una sola pieza.
________________
Ahi esta la segunda parte :D. Esta bien largo :) Espero que les guste :BB. Ahora me voy a acostar, estooy muy cansada jsakjas que esten bien :)
—Quería preguntarte acerca de la boda —dijo Jim—. La tiene planeada para de aquí a una semana. ¿Por qué no darnos a todos un tiempo para conocer a Nick y darle la bienvenida a la familia? ¿Por qué tanta prisa?
Nick trató de salvarlos a ambos.
—Entiendo, Jim, pero ___ y yo hablamos sobre esto y ninguno de los dos queremos una fiesta por todo lo alto. Hemos decidido que queremos estar juntos y empezar nuestra vida de inmediato.
Es romántico, papá —se aventuró Izzy.
___ articuló un agradecimiento, pero estuvo de repente cubierta por ambos flancos.
—Estoy de acuerdo. —María sostenía un limpión entre sus manos mientras permanecía de pie en la puerta de la cocina—. Vamos a disfrutar de la boda. Nos encantaría hacerte una fiesta de compromiso en la que Nick pueda conocer al resto de la familia. Sólo que no hay tiempo para que todo el mundo aparezca el sábado. Todos tus primos se la perderán.
Jim se levantó.
—Entonces, está arreglado. Pospondrán la fecha.
María asintió.
—Excelente idea.
___ agarró la mano de Nick.
—Cariño, ¿te puedo ver en el dormitorio por un segundo?
—Por supuesto, querida.
Lo arrastró por el pasillo y lo empujó hacia el dormitorio. La puerta osciló parcialmente cerrada.
—Has echado todo a perder —susurró ella con furia—. ¡Te dije que fingieras, pero eres malísimo y ahora mis padres saben que no estamos enamorados!
—¿Qué soy malísimo? Estás actuando como si esta fuera una estúpida obra que hubieras preparado para los vecinos. Esta es la vida real, y estoy haciéndolo lo mejor que puedo.
—Mis obras no son estúpidas. Hemos hecho un montón de dinero en boletos de entrada. Pensé que Annie era excelente.
Él soltó un bufido.
—Ni siquiera sabes cantar y te contrataste a ti misma como Annie.
Todavía estás molesto porque no te dejaré interpretar a Daddy Warbucks .
Se pasó los diez dedos por su cabello e hizo un ruido profundo en su garganta.
—¿Cómo demonios me metiste en estos ridículos asuntos?
—Es mejor que salgas con algo rápido. Dios, ¿no sabes cómo tratar a una novia? Actuaste como si yo fuera una amable desconocida. ¡No es de extrañar que mis padres sospechen!
—Eres una adulta ahora, _____, y él todavía interroga a tus novios. No necesitamos su permiso. Nos casamos el sábado y si a tus padres no les gusta, mala suerte.
—¡Quiero que mi padre me lleve por el pasillo!
—¡No es ni siquiera una boda real!
—¡Es lo mejor que voy a conseguir ahora mismo!
El dolor se filtró por un momento a medida que la verdad de su difícil situación golpeaba con toda su fuerza. Este jamás sería un verdadero matrimonio, y algo se arruinaría para siempre una vez que el anillo de Nick se deslizara en su dedo. Siempre había soñado con el amor eterno, vallas pintadas de blanco, y toneladas de niños. En cambio, consiguió dinero contante y sonante, y un marido que educadamente la toleraba. Que la condenen si su sacrificio fallaba por su incapacidad a fingir suficiente emoción ante sus padres.
Se puso de puntillas y agarró la parte superior de las mangas de su camiseta. Sus uñas se clavaron en la tela y en su carne.
—Es mejor que arregles esto —dijo entre dientes.
—¿Qué quieres que haga?
Ella parpadeó. Sus labios temblaban mientras soltaba las palabras entre dientes.
¡Haz algo, maldita sea! Demuéstrale a mi padre que esto será un verdadero matrimonio o…
—¿_____?
El eco de su nombre flotó desde el pasillo hasta la puerta abierta, era la voz suave y preocupada de su madre comprobando si estaban bien.
—Tu madre está viniendo —dijo él.
—Lo sé; probablemente nos oyó discutir. ¡Haz algo!
—¿Qué?
—¡Lo que sea!
—¡Muy bien!
La agarró por la cintura, arrastró su cuerpo contra el suyo, y agachó la cabeza. Sus labios aplastaron los de ella, así como sus manos se envolvieron a su alrededor con fuerza, de modo que estuvieron pegados el uno contra el otro, cadera con cadera, muslo con muslo, pecho con pecho.
La respiración salió de golpe de sus pulmones y se balanceó a medida que sus pies la aplacaban. Esperaba un beso preciso y controlado, para mostrar con tranquilidad a su madre que eran amantes. En su lugar obtuvo uno ardiente, lleno de testosterona y de pura energía sexual. Obtuvo unos labios cálidos fundidos sobre los suyos. Sus dientes mordisquearon. Su lengua se enterró en su interior y se lanzó entrando y saliendo con absoluto dominio, doblándole la espalda sobre su brazo para tomar hasta la última gota de su voluntad.
Ella aguantó y se lo dio todo de vuelta. Voraz por su tacto, se emborrachó bajo su olor almizclado y su sabor, se deleitó bajo la dura longitud de su cuerpo a medida que un calor animal se elevaba entre ellos y los empujaba al límite.
Gimió profundamente en su garganta. Él deslizó sus dedos por su cabello para sostener quieta su cabeza mientras continuaba su sensual invasión. Sus senos de pronto se sentían pesados y llenos, y un calor líquido se encendió entre sus muslos.
—____, yo... ¡oh!
Nick separó su boca de la suya. Aturdida, _____miró su rostro en busca de algún signo de emoción, pero él estaba mirando a su madre.
—Lo siento, María. —Su sonrisa era torcida y totalmente masculina.
María se rió y miró a su hija, aún acunada entre los fuertes brazos.
—Perdón por interrumpir. Ven con nosotros cuando estén listos.
_____escuchó los pasos alejándose. Lentamente, la mirada de Nick bajó hasta ella.
Se estremeció. Esperaba ver una niebla de pasión. En vez de eso, los ojos castaños estaban alertas. Su rostro parecía tranquilo. Si no fuera por la dura longitud presionándose contra su muslo, _____ pensaría que el beso no le había afectado. Se sintió arrastrada hacia otro tiempo y otro lugar, algún lugar profundo en el bosque, donde sus pensamientos fueron hablados libremente y su confianza destrozada. Aquel primer roce de esos labios sobre los suyos, el olor a colonia de muchacho en su nariz, el toque apacible de sus dedos en sus caderas mientras la sostenía.
Un gélido temor se deslizó por su espalda. Si se reía de ella otra vez, cancelaría todo el asunto. Si él se reía…
Sus brazos la soltaron, entonces retrocedió. El silencio se encrespó entre ellos como una pesada ola ganando velocidad y preparándose para arremeter.
—Creo que resolvimos nuestro problema —dijo.
Ella no respondió.
—¿No era esto lo que querías?
Elevó su mentón y ocultó cada una de las complicadas emociones que se retorcían como serpientes en su estómago.
—Supongo que sí.
Él se detuvo, entonces se estiró hacia ella.
—Será mejor que presentemos un frente unido.
Cinco dedos se cerraron alrededor de los suyos con una elegante fuerza que hizo que sus ojos se humedecieran. Luchó contra esto y decidió que probablemente estuviera en modo síndrome premenstrual. No había ninguna otra razón por la cual un beso de Nick Jonas pudiera darle tanto placer, y sin embargo lastimarla tan profundamente.
—¿Estás bien?
Ella apretó los dientes y sonrió tan brillantemente que podría haberse escapado de un anuncio de pasta dental.
—Por supuesto. A propósito, brillante idea.
—Gracias.
—Sólo no te quedes frío como un cadáver otra vez ahí afuera. Imagina que soy Gabriella.
—Jamás podría confundirte con Gabriella.
La cortante observación le dolió, pero se negó a mostrar debilidad.
—Estoy segura de que tienes razón. Pero tú tampoco eres ninguna fantasía para mí, Chico Guapo.
—No me refería a…
—Olvídalo. —Lo dirigió nuevamente hacia la sala—. Perdón por la interrupción, chicos. Creo que deberíamos irnos, se hace tarde.
Todos se acercaron para despedirse. María besó su mejilla y le guiñó un ojo en señal de aprobación.
—Puede que no me guste tanta prisa —le susurró—, pero ya eres una mujer adulta. Ignora a tu padre y haz lo que te diga tu corazón.
Su garganta se sintió apretada al oírlo.
—Gracias, mamá. Tenemos mucho que hacer esta semana.
—No te preocupes, cariño.
Estaban casi en la puerta cuando Jim hizo un último intento.
—_______, lo menos que podrías hacer es aplazar la boda unas semanas, por la familia. Nick, estoy seguro de que estás de acuerdo…
Nick apoyó una mano en el hombro de su padre. La otra sujetaba firmemente a su prometida.
—Entiendo por qué quiere que esperemos, Jim. Pero, verá, estoy locamente enamorado de su hija, y me casaré con ella el sábado. Realmente deseamos su bendición.
Todos se quedaron en silencio. Incluso Taylor dejó su balbucear para observar la escena ante ella. _____ esperó la inevitable explosión.
Jim asintió.
—De acuerdo. ¿Puedo hablar a solas contigo un momento?
—Papá…
—Sólo un minuto.
Nick siguió a Jim hasta la cocina.
_____ contuvo su preocupación mientras hablaba con Izzy y Gen acerca de los vestidos para las damas de honor. Vio la seria expresión de Nick mientras escuchaba a su padre. Después de unos minutos, ambos se saludaron, y Jim lucía derrotado cuando le dio un beso de despedida.
Se despidieron de todos y subieron al coche.
—¿Qué quería mi padre?
Nick condujo a través de la entrada a la casa y se concentró en el camino por delante.
—Estaba preocupado acerca de quién pagaría la boda.
La culpa la asaltó en olas masivas. Había olvidado completamente los gastos de la boda. Por supuesto, su padre probablemente asumió que él pagaría, aunque los tiempos hayan cambiado. De pronto su frente se sintió sudorosa.
—¿Qué le dijiste?
Nick la miró.
—Me negué a permitir que pague, y le dije que si hubiera hecho lo que él quería y pospusiera la boda un año, aceptaría su dinero. Pero como apresurar la boda fue decisión nuestra, insistí en pagarla yo. Entonces hicimos un trato. Él pagará su esmoquin y el de tu hermano. Yo pagaré los vestidos de todas las chicas, incluyendo el tuyo, y el resto de la boda.
Dejó salir el aliento rápidamente y estudió su perfil en el destello de los faros de la calle. Su rostro no mostraba expresión, pero su gesto le llegó al corazón.
—Gracias —susurró.
Él se estremeció, como si esa palabra lo hubiera golpeado.
—No es necesario. Jamás lastimaría a tus padres. Nadie tiene el dinero suficiente como para pagar por una boda en una semana. Y entiendo el orgullo familiar. Nunca los privaría de eso.
_____ contuvo las emociones mientras viajaban en silencio. Miró fijamente a través de su ventana a la oscuridad. Su oferta sugería una verdadera relación entre ellos, y hacía que deseara más. Ella debería haber presentado a su familia un amor verdadero, no una falsificación. Las mentiras de esa noche se presionaron contra ella mientras se daba cuenta de que había hecho un trato con el diablo por dinero. Dinero necesario para salvar a su familia. Pero aun así, simple dinero.
La grave voz rompió el silencio y sus cavilaciones.
—Pareces trastornada por nuestra pequeña treta de esta noche.
—Odio mentirle a mi familia.
—¿Entonces por qué lo haces?
Un incómodo silencio se asentó entre ellos.
Nick continuó:
—¿Qué tanto quieres este dinero? No pareces demasiado entusiasmada con la idea de casarte conmigo. Estás mintiéndole a tu familia y celebrando una boda falsa. ¿Todo esto para expandir tu negocio? Podrías conseguir un préstamo bancario como hace la mayoría de los negocios. Hay algo que no cuadra.
Las palabras comenzaron a elevarse, y ella casi le dijo la verdad. La enfermedad de su padre poco después de su regreso. La falta de seguro médico para pagar las estrambóticas cuentas. La lucha de su hermano para ir a la facultad de medicina mientras mantenía a una nueva familia. Las interminables llamadas de recaudadores hasta que su madre no tuvo más opción que vender su casa, ya muy hipotecada.
Y el peso de la responsabilidad y la impotencia que _____ cargaba sobre sus hombros.
—Necesito el dinero —dijo simplemente.
—¿Lo necesitas? ¿O lo quieres?
Cerró los ojos ante la provocación. Él quería creer que ella era egoísta y superficial. En ese momento se dio cuenta de que necesitaba todas las defensas contra este hombre. Su beso había quebrantado todas las ilusiones de neutralidad entre ellos. Esos labios sobre los suyos la habían estremecido hasta el fondo de su alma, al igual que aquella primera vez en el bosque. Nicholas Jonas rompía sus muros y la dejaba vulnerable. Luego de una semana de convivencia, ella estaría comiendo de su mano.
_____ no tenía otra opción. Tenía que cultivar su odio hacia ella. Si él creía que tenía mal carácter, la dejaría sola, y entonces podría regresar con su orgullo intacto y su familia unida. Se negaba a fomentar su compasión o aceptar su caridad. Si le decía la verdad acerca de su familia, el resto de sus defensas se rompería. Incluso podría intentar darle el dinero libremente, y entonces ella estaría para siempre en deuda con él.
La idea de que la viera en el papel de mártir para salvar a Tara la llenaba de humillación. No, sería mejor si pensara en ella como una insensible mujer de negocios. Por lo menos así la resentiría y mantendría su distancia. Sólo el estar cerca de él la encendía como un cohete, y se condenaría a sí misma antes de tomar el segundo lugar detrás de su preciosa Gabriella.
Ella trataría con el diablo bajo sus propios términos.
_____ recurrió a su reserva interior y desplegó la segunda fase de mentiras de esa noche.
—¿Realmente quieres saber la verdad?
—Sí. Quiero saberlo.
—Tú creciste rodeado de dinero, Chico Guapo. El dinero apacigua mucho la desdicha y el estrés. Estoy harta de luchar como mi madre. No quiero esperar otros cinco años antes de poder expandir mi librería. No quiero tener que lidiar con los intereses de los bancos y las deudas. Utilizaré el dinero para construir una cafetería en BookCrazy y convertirla en un éxito. —¿Y si eso falla? Volverás justo donde empezaste.
—El valor de la propiedad está en alza, así que siempre puedo venderla. Y pondré el exceso en una sólida cartera financiera. Podré adquirir una pequeña casa y estar segura para el momento en que nuestro matrimonio se disuelva.
—¿Por qué no pides 200.000 dólares? ¿O incluso más? ¿Por qué no me exprimes cada centavo?
Se encogió de hombros.
—Supuse que ciento cincuenta serían suficientes para darme todo lo que quiero. Si hubiera pensado que me darías más dinero, lo habría pedido. Después de todo, quitando el tener que lidiar con mi familia, es un trato bastante fácil. Sólo tengo que aguantarte a ti.
—Supongo que eres más lógica de lo que yo pensaba.
La declaración debería haber sido un cumplido. La humillación la quemaba, pero supo que había obtenido la distancia que tan desesperadamente necesitaba. Por supuesto, el precio era su carácter. Pero se recordó a sí misma el objetivo y se mantuvo en silencio.
Cuando el coche se detuvo en el edificio de su apartamento, abrió la puerta y tomó su bolso.
—Te invitaría a subir, pero creo que nos veremos lo suficiente durante el próximo año.
Él asintió.
—Buenas noches. Estaré en contacto. Tendré a los encargados de la mudanza preparados para cuando estés lista. Haz lo que quieras con la boda, sólo dime dónde y cuándo debo aparecer.
—De acuerdo. Adiós.
—Adiós.
_____ entró a su apartamento, cerró la puerta, y se deslizó con la espalda sobre la madera hasta que su trasero golpeó el piso.
Entonces lloró.
Nick la observó entrar a su apartamento y esperó a que la luz se encendiera. El bajo ronroneo del BMW era el único sonido que rompía el silencio.
Su enfado por que lo admitiera todo descaradamente le molestaba. ¿Por qué le importaba que ella sólo quisiera el dinero? Era el motivo perfecto para conseguir que ambos pasaran el próximo año sin inconvenientes. Debía mantener la distancia. Sus padres causaron que un peligroso anhelo despertara en su interior. Aplastó rápidamente la emoción, pero la idea de aún mantener algún enfermo rayo de esperanza por una familia normal lo fastidiaba.
Quizá era la forma en que ella había lucido esta noche. Había recogido su cabello, y unos pocos y testarudos rizos negros escapaban de las horquillas para caer a través de sus mejillas y cuello. La piel parecía tibia al toque, ligeramente sonrosada por el placer de estar rodeada de su familia. Ella sonreía tan fácilmente, sus labios se veían llenos y relajados.
Él había querido sujetarla y probar el sabor detrás de esos carnosos labios rubíes. Quería introducir su lengua profundamente y tentarla a jugar. El suave material de sus jeans presumía las curvas de su trasero y el vaivén de sus caderas. La camisa a botones rosa vibrante lucía lo suficientemente conservadora, hasta que ella se inclinó hacia delante y Nick vislumbró el pálido encaje rosa abrazando sus senos.
Esa imagen se grabó a fuego en su mente y causó estragos en su concentración. Había pasado la mayor parte de la noche intentando lograr que se agachara para darle otra mirada furtiva. Como si fuera un adolescente lujurioso.
La luz del apartamento se encendió, y él aceleró hacia el camino. Su temperamento lo mordía como un pit bull hambriento. Ella lo molestaba profundamente. Al igual que su familia. Recordaba lo adorable que era su madre. Recordaba la culpa de haber deseado que su propia madre desapareciera y lo dejara con María McKenzie. Recordaba el viejo dolor de estar fuera de control en un mundo que no fue hecho para que un niño esté solo. Le hacía recordar cosas que había prometido nunca desenterrar. Matrimonio. Niños. Conexiones que causaban un dolor que nadie merecía.
Había erigido fuertes muros para que _____ no hallara ningún momento de debilidad. Si sospechaba que la deseaba de cualquier manera, las reglas cambiarían. Él no pretendía que esta sirena de mujer tuviera ningún poder sobre él.
Hasta ese beso.
Nick murmuró una larga maldición. Recordaba cómo su aliento se aceleró y sus ojos se abrieron ampliamente. Esa maldita camisa finalmente se abrió lo suficiente para que pudiera divisar la tersa piel encerrada en encaje rosa. Había estado listo para apartarla, hasta que ella lo sostuvo al oír la llamada de su madre. No era su culpa el haber cedido ante el instinto para salvar su engaño.
Hasta que su caliente y húmeda boca se abrió contra la suya. Hasta que su dulce sabor inundó sus sentidos, y los desesperantes aromas a vainilla y especias lo hicieron querer aullarle a la luna. Finalmente había averiguado que ella encaraba el sexo de la misma manera en que encaraba la ira: sin reservas, sin restricciones. Demandante.
Apasionadamente.
Él estaba bien jodido. Y no de una buena manera.
Pero ella nunca lo sabría. Se había asegurado de ocultar su rostro tras una máscara de indiferencia, aunque su maldita erección lo delatara como un mentiroso. No importaba.
Nick se negaba a romper las reglas. _____ era una mujer que vivía en la luz y que jamás sería feliz con el trato que él mismo se había hecho cuando era un niño.
Un año era suficiente.
Sólo esperaba resurgir de él en una sola pieza.
________________
Ahi esta la segunda parte :D. Esta bien largo :) Espero que les guste :BB. Ahora me voy a acostar, estooy muy cansada jsakjas que esten bien :)
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
ahhh estos dos se quieren pero son muy orgullosos como para reconocerlo!!
Siguela!!! Gracias por la bienvenida!!
Siguela!!! Gracias por la bienvenida!!
aranzhitha
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Capitulo 4 [Primera Parte]
Nick se volteó para ver a su novia durmiendo. Su cabeza descansaba contra la puerta de la limosina. Su tocado se había caído, y el encaje blanco desarreglado yacía en el suelo a sus pies. Los rizos de Raven estaban revueltos en todas las direcciones y escondían sus hombros desnudos de la vista. La copa de champaña en el portavasos permaneció intacta, las burbujas se habían desvanecido. Un brillante diamante de dos quilates estaba en su dedo y disparaba los brillos de luz de los últimos rayos del sol que moría. Labios voluptuosos y de color rubí estaban entreabiertos para dejar que saliera y entrara el aire. Un delicado ronquido estable se alzaba en el aire durante cada exhalación.
______ McKenzie ahora era su esposa.
Nick se movió para tomar su propio vaso de champaña y silenciosamente le brindó al éxito. Ahora poseía por completo Dreamscape Enterprise. Estaba a punto de ir tras una oportunidad única en la vida y no necesitaba el permiso de nadie. El día había pasado sin una complicación.
Tomó un largo trago del Dom Perignon y se preguntó por qué se sentía como una mierda. Su mente regresó al momento en que el sacerdote los convirtió en marido y mujer. Los ojos zafiros llenos con puro miedo y pánico mientras se inclinaba para darle el beso necesario. Pálida y abatida, sus labios temblaron bajos los suyos. Supo que no se debía a la pasión. Al menos no esta vez.
Se recordó que ella sólo lo quería por el dinero. Su habilidad para pretender que era inocente era peligrosa.
Se burló de sus propios pensamientos al alzar su copa nuevamente y beberse el último trago de champaña.
El conductor de la limosina bajó el vidrio tintado un centímetro.
—Señor, hemos llegado a nuestro destino.
—Gracias. Puede detenerse al frente.
Mientras la limosina subía el largo y estrecho camino, Nick gentilmente sacudió a su novia para despertarla. Ella se movió, roncó y colapsó de nuevo en el sueño. Nick reprimió una sonrisa y comenzó a susurrar. Luego se detuvo. Se deslizó de nuevo en su viejo papel de atormentador con una confortable facilidad, se inclinó y gritó su nombre.
Ella se enderezó de golpe. Sus ojos abiertos con miedo, alejó su pesada melena de sus orejas y miró a todo el encaje blanco como si ella fuera Alicia en el País de las Maravillas bajando por el hoyo del conejo.
—Oh, Dios mío, lo hicimos.
Él le entregó sus zapatos y tocado.
—Todavía no, pero es nuestra luna de miel. Estaría feliz de obligarte si estás de ánimo.
Ella lo miró fijamente.
—No hiciste nada más en esta boda que hacerte notar. Trata de organizar cada último detalle en sólo siete días y me sentaré y te veré colapsar.
—Te dije que te consiguieras un Juez de Paz.
____ bufó.
—Típicamente masculino. No levantaste un dedo para ayudar y chillas inocente cuando eres desafiado.
—Roncas.
Su boca se abrió.
—¡No ronco!
—Lo haces.
—No lo hago. Alguien me lo hubiera dicho.
—Estoy seguro de que tus amantes no querían ser echados de la cama. Eres malhumorada.
—No lo soy.
—Lo eres.
La puerta se abrió y el chofer ofreció su brazo para ayudarla. Ella sacó su lengua y dejó la limosina con la arrogancia de la Reina Elizabeth. Él ahogó otra risa y la siguió. _____ se detuvo en el bordillo de la acerca. La observó asimilar las líneas arquitectónicas de la mansión, la cual se asemejaba a una villa Toscana. La arenisca terracota creaba una imagen de elegancia casual, y sus altos muros y largos ventanales reflejaban un aura de historia. Un enorme césped verde abrazaba la entrada y llevaba a la casa, luego se extendía por acres en un alegre abandono. Coloridos geranios se derramaban de cada ventana para imitar la vieja Italia. La parte superior de la casa se abría a un balcón de hierro forjado el cual contenía sillas, mesas y un jacuzzi entre los árboles frondosos.
Ella abrió su boca como si fuera a comentar, luego la cerró de golpe.
—¿Qué piensas? —preguntó.
Ella inclinó su cabeza.
—Es despampanante —dijo—. La casa más hermosa que he visto.
El placer se disparó por él ante el evidente placer de ella.
—Gracias. La diseñé yo mismo.
—Parece vieja.
—Esa fue mi intención. Prometo que tengo toda la plomería necesaria dentro.
Ella negó con su cabeza y lo siguió dentro. Pisos de mármol brillaban debido al pulimiento y los techos de catedral creaban una ilusión de espacio y elegancia. Grandes y aireadas habitaciones salían desde la escalera en espiral del centro. Nick le dio una propina al conductor y cerró la puerta detrás de él.
—Vamos, te mostraré los alrededores. A menos que quieras desvestirte primero.
Ella agarró un puñado del material de gasa y levantó su cola. Sus pies con medias se asomaban desde debajo.
—Guía.
Él la llevó a un tour completo. La cocina completamente equipada presumía un brillante centro de acero inoxidable y cromo, pero Nick se había asegurado de que la habitación mantuviera el calor del que una abuela italiana estaría orgullosa. Una isla de pesada madera cortada sostenía canastas llenas de frutas frescas y dientes de ajo, hierbas hundidas en botellas llenas de aceite de oliva, pastas secas y tomates rojos y maduros. La mesa era de cedro grueso con sillas cómodas y macizas. Una selección de vinos se asomaba en un estante de acero. Las puertas de vidrio llevaban de la cocina a la terraza interior, completa con muebles de mimbre, estantes y vasijas de margaritas derramándose por la habitación. En vez de coloridas pinturas, fotografías en blanco y negro ocupaban el espacio de la pared, y mostraban un despliegue de arquitectura de todo el mundo. Nick disfrutó la expresión de ella mientras admiraba cada centímetro de su espacio. Él la llevó por las escaleras hacia las habitaciones.
—Mi habitación está en el fondo del pasillo. Tengo una oficina privada pero hay un computador libre en la biblioteca que puedes usar. Puedo ordenar cualquier otra cosa que necesites. —Abrió una de las puertas—. Te he dado una habitación con baño privado. No estaba seguro de tu gusto así que siéntete libre de redecorar.
La miró admirar los tonos pálidos y neutrales de la cama de postes tamaño King y los muebles a juego.
—Esto estará bien. Muchas gracias —dijo.
La miró fijamente por un momento mientras la formalidad latía entre ellos.
—Sabes que estarás atrapada aquí por al menos dos días, ¿cierto? Usamos el trabajo como una excusa para no ir a una luna de miel, pero no puedo aparecer en la oficina hasta el lunes. Las personas van a chismosear.
Ella asintió.
—Puedo utilizar la computadora para mantenerme al día. Y Maggie dijo que ayudaría.
Él se dio la vuelta.
—Ponte cómoda y encuéntrame abajo en la cocina. Cocinaré algo para la cena.
—¿Cocinas?
—No me gusta que personas extrañas estén en mi cocina, tuve suficiente de eso al crecer. Así que, aprendí.
—¿Eres bueno?
Él bufó.
—Soy el mejor.
Luego él cerró la puerta tras él.
Hombre arrogante.
_____ se dio la vuelta y estudió su nueva habitación. Sabía que Nick estaba viviendo cómodamente con una gran fortuna, pero el tour la había hecho sentir como el personaje de Audrey Hepburn en Mi bella dama: completamente común junto a la sofisticación de su tutor.
Al diablo con eso. Necesitaba mantener su vida tan normal como fuera posible, matrimonio o no. Nick no era su esposo real, y ella no pensaba quedarse atrapada en cualquier artimaña doméstica y encontrarse perdida a fin de año. Probablemente ni siquiera lo vería a menudo. Asumió que él también trabajaba hasta tarde y además de las fiestas ocasionales a las que tendrían que asistir, llevarían vidas separadas.
Su discurso motivacional mental ayudó, así que se quitó el vestido y pasó la siguiente hora en un baño de burbujas en la lujosa tina de spa adjunta a su habitación. Miró una sola vez al fino camisón negro que sus hermanas habían lanzado en su bolsa de noche, luego la lanzó a la parte trasera del armario. Se puso unas calzas y una sudadera de felpa, se recogió el cabello y bajó a la cocina.
_____ siguió los sonidos de chisporroteo y se deslizó en una de las pesadas sillas talladas de la cocina. Llevó sus pies descalzos al borde de su asiento, envolvió sus brazos alrededor de las rodillas y observó a su nuevo marido.
No se había quitado su esmoquin. Se había quitado la chaqueta, y enrollado las mangas arrugadas de su camisa blanca más allá de los codos. Los botones de perla de ónix habían sido desabrochados hasta la mitad del pecho y revelaban una mata de pelo rubio esparcido sobre unos músculos esculpidos. Sus hombros eran anchos, y exigían que la tela se expandiera para que encajara. Sus pantalones negros lo cubrían como un amante y enfatizaban las largas piernas delgadas y sus caderas. _____ pasó un infierno ignorando la dura curva de su trasero. El hombre tenía un trasero sensacional. Demasiado mal que nunca lo vería desnudo. No creía que verlo bajarse su bañador cuando era adolescente contara. Además, ella había estado demasiado ocupada mirando su frente.
—¿Quieres ayudar?
Se clavó sus uñas en la palma para darse una dosis de realidad.
—Claro. ¿Qué tenemos?
—Fetuccini Alfredo con camarones, pan de ajo y ensalada.
Un gemido afligido escapó de sus labios.
—Oh Dios, eres malvado.
—¿No te gusta el menú?
—Me gusta demasiado. Sólo comeré la ensalada.
Él le lanzó una mirada de disgusto por encima del hombro.
—Estoy cansado de mujeres que ordenan ensalada, luego parecen como si se merecieran unas medallas. Una buena comida es un regalo.
Ella apretó sus dedos más fuertemente.
—Bueno, muchas gracias por ese punto de vista petulante de la población femenina. Para tu información, aprecio la buena comida más que tú. ¿Viste los aperitivos que ordené para nuestra boda? ¿No viste cuánto comí? Demonios, es igual que cuando un hombre le pone en frente a una mujer una comida que engorda y es deliciosa y se ofende cuando ella no come. ¡Luego pareces impactado en la habitación cuando estás mirando sus caderas y preguntándote cómo engordó cinco kilos!
—No tiene nada de malo que una mujer tenga curvas.
Ella saltó de su asiento y agarró los ingredientes para la ensalada.
—He escuchado esa antes. Hagamos esta prueba, ¿sí? ¿Cuánto pesa Gabriella?
Él no respondió.
Ella lanzó un pimiento rojo en la tabla junto a la lechuga romana y resopló.
—Oh, ¿ahora tenemos la lengua atada? ¿Ella pesa 45 kg o eso es considerado gordura por estos días?
Cuando él habló, su tono fue menos arrogante.
—Es una modelo. Tiene que mantener un peso más bajo.
—¿Y ella ordena ensaladas cuando sale a cenar?
Más silencio.
Un pepino rodó por el mesón y se detuvo en el borde.
—Ah, supongo que eso significa que sí. Pero estoy segura que apruebas su disciplina cuando le quitas la ropa.
Se removió incómodo y mantuvo su atención en la olla caliente con camarones.
—Gabriella es un mal ejemplo. —Definitivamente sonó incómodo.
—Tengo otro rompecabezas. Maggie dijo que sólo tendías a salir con modelos. Parece que te gustan las mujeres delgadas y aceptas que coman ensalada. —Lavó los vegetales, agarró un cuchillo, y comenzó a picar—. Pero si es alguien con quien no estás pensando dormir, supongo que no te importa cuán gorda se vuelva siempre y cuando te haga compañía en las comidas.
—Sucede que detesto salir a cenar con la mayoría de mis citas. Entiendo que están en el negocio, pero disfruto de una mujer que le gusta la buena comida y no está asustada de comer. No eres gorda. Nunca fuiste gorda así que no sé de dónde viene esta obsesión.
—Una vez me llamaste gorda.
—No lo hice.
—Sí, lo hiciste. Cuando tenía catorce, dijiste que me estaba rellenando en los lugares equivocados.
—Infierno, mujer, quería decir tus pechos. Era un adolescente mocoso que sólo quería torturarte. Siempre fuiste hermosa.
El silencio descendió.
Alzó la mirada de su tarea y su boca cayó abierta. En todos los años que había conocido a Nick Jonas, él la había torturado, provocado e insultado.
Nunca la había llamado hermosa.
Nick estaba ocupado batiendo crema y mantuvo su tono casual.
—Sabes lo que quiero decir. Hermosa en el sentido de hermandad. Las observé a ti y a Maggie pasar por la pubertad, y volverse mujeres. Ninguna de las dos es fea. O gorda. Creo que estás siendo dura contigo.
_____ entendió lo que quería decir. Él no pensaba en ella como una mujer hermosa, más como una molesta hermana menor que creció siendo atractiva.
La diferencia era monumental, y ella ignoró el agudo escozor del dolor.
—Bueno, voy a comer esta ensalada y no quiero escuchar más comentarios sobre las mujeres.
—Bien. ¿Abrirías una botella de vino? Hay una enfriándose en el refrigerador.
Ella descorchó un caro chardonnay y lo observó sorberlo. Las esencias cítricas de madera y frutas se alzaron hasta sus fosas nasales. Luchó un minuto, luego se rindió. Una copa. Después de todo, se lo merecía.
Se sirvió un vaso y tomó un sorbo. El líquido bajó por la parte posterior de su garganta, el sabor seco y hormigante. Pronunció un bajo gemido de placer. Su lengua lamió las esquinas de sus labios y sus ojos se cerraron mientras el sabor pulsaba a través de su cuerpo.
Nick comenzó a decir algo pero se detuvo. La visión de verla bebiendo y disfrutando su vino puso tenso cada músculo de su cuerpo. La sangre latió en sus venas y su ingle se volvió completamente alerta. Su lengua lamió sus labios con unos movimientos tan delicados, que él deseó que probara algo más que vino.
Se preguntó si ella hacía esos sonidos guturales cuando un hombre estaba enterrado profundamente en su calor húmedo y pegajoso. Se preguntó si sería tan apretada y caliente como su boca, cerrándose alrededor de él como un puño sedoso, ordeñando cada hasta la última gota de su reserva e incluso demandando más. Esos pantalones revelaban cada curva de su cuerpo, desde su dulce trasero hasta la seductora longitud de sus piernas.
Su sudadera se había subido y mostraba un trozo de piel desnuda. Y obviamente se había quitado su sostén, sin pensar en él como un hombre que la deseara, si no más como un molesto hermano sin urgencias masculinas.
Maldita ella por empezar a complicar las cosas. Él dejo caer el tazón de pasta en la mesa y rápidamente arregló los lugares para sentarse.
—Deja de beber el vino de esa manera. No estás en una película de porno.
Ella jadeó.
—Hey, no te molestes conmigo sólo porque eres gruñón. No puedo evitarlo si los negocios son más importantes que un matrimonio real para ti.
—Sí, pero tan pronto como te di un precio saltaste. Te compré igual a como me compraste tú.
Ella agarró el tazón de pasta y llenó su plato.
—¿Quién eres tú para juzgarme? Lo has tenido todo en tu vida. Te dieron un Mitsubishi Eclipse en tu cumpleaños número dieciséis. Yo obtuve un Chevette.
Él se puso tenso con el recuerdo.
—Tú obtuviste una familia. Yo no obtuve nada.
Ella hizo una pausa, luego agarró un trozo de pan de ajo caliente goteando con mozzarella.
—Tú obtuviste a Maggie.
—Lo sé.
—¿Qué les pasó? Solían ser tan unidos.
Se encogió de hombros.
—Ella cambió en la secundaria. De repente, ya no me hablaba. Dejó de invitarme a entrar en su habitación para nuestras charlas, luego me alejó completamente. Así que, la dejé ir y me concentré en tener una vida propia. Por un tiempo perdiste tu contacto con ella más o menos en ese entonces, ¿verdad?
—Sí. Siempre pensé que algo había sucedido, pero ella nunca habla sobre eso. De todas formas, mi propia familia estuvo jodida por un rato, así que no estabas solo.
—Pero ahora es como los Waltons.
Ella se rió y zambulló un montón de pasta en su boca.
—Mi padre tuvo mucho qué hacer por ella, pero creo que nos la hemos arreglado para sanar el ciclo.
—¿Ciclo?
—El ciclo kármico, cuando alguien arruina las cosas bastante y te hiere. Nuestro primer instinto es herir de vuelta, o rehusarse a perdonar.
—Suena razonable.
—Ah, pero ahora el ciclo de abuso y dolor continúa. Cuando él regresó, decidí que sólo tenía un padre, y acepté lo que pudiera dar. Con el tiempo, él renunció al alcohol y trató de remediar el pasado.
Nick hizo un sonido rudo.
—Él se fue cuando eras joven y dejó a su familia detrás por la botella. Abandonó tus hermanas gemelas. ¿Luego aparece y pide perdón? ¿Por qué siquiera lo querrías en tu vida?
Ella cogió con un tenedor otro camarón y lo dejó cernirse encima de su boca.
—Tomé una decisión —dijo—. Nunca olvidaré, pero si mi propia madre pudo aprender a perdonarlo, ¿cómo podía rehusarme? Las familias se quedan juntas sin importar que pase.
La simplicidad de su habilidad para perdonar lo impactó hasta la médula. Sirvió más vino.
—Mejor irse con tu cabeza en alta y tu orgullo intacto. Dejarlos que sufran por todo el dolor que causaron.
Ella pareció pensar sus palabras.
—Casi lo hice. Pero me di cuenta que además de ser mi padre, es sólo un ser humano que lo arruinó. Tendría mi orgullo pero no a mi padre. Cuando tomé mi decisión de romper el ciclo. Terminó poniéndose sobrio y reconstruyó nuestra relación. ¿Alguna vez has pensando en contactar a tu padre?
Sus emociones golpearon en hiper-velocidad. Nick peleó contra la vieja amargura y se las arregló para encogerse de hombros.
—Jed Jonas no existe en mis ojos. Esa fue mi decisión.
Se preparó para lástima pero su rostro sólo reflejó una profunda empatía que lo calmó. ¿Cuántas veces había añorado una verdadera golpiza o un castigo de su padre en vez de negligencia? De algún modo, la poca atención quemó más profundo y se enconó.
—¿Y tu mamá?
Se concentró en su plato.
—Está viviendo con otro actor. Le gustan cuando están en el negocio del espectáculo. La hace sentir importante.
—¿La ves a menudo?
—La idea de un hijo adulto le recuerda su edad. Le gusta fingir que no existo.
—Lo lamento.
Las palabras fueron simples pero desde el corazón. Nick alzó la mirada de su plato. Por un segundo, la conciencia, la energía y el entendimiento pulsaron en el aire entre medio de ellos, luego se deslizó lejos como si nunca hubiera ocurrido. Su sonrisa torcida burló su propia confesión.
—Pobre niño rico. Pero tenías razón en una cosa, fue una Mitsubishi de infierno.
Ella se rió y cambió de tema.
—Cuéntame sobre el trato en el que estás trabajando. Debe ser algo grande para permanecer célibe por un año.
Él dejó pasar de largo el comentario, pero le lanzó una mirada de advertencia.
—Quiero involucrar a Dreamscape en una oferta para construir cerca a una zona ribereña.
Una ceja se arqueó.
—Escuché que querían construir un spa junto con algunos restaurantes. Todos están hablando de eso. Las personas solían estar asustadas de estar cerca del río.
Él se inclinó hacia adelante con entusiasmo.
—El área está cambiando. Han fortalecido la seguridad, y a los bares y tiendas que ya están allí les está yendo bien. Esto abrirá el área a residentes y el turismo. ¿Puedes imaginar caminos iluminados por todo el largo del río, con bares afuera? ¿Y un spa que da hacia las montañas mientras te hacen un masaje? Ese es el futuro.
—También escuché que sólo querían a las compañías más grandes en Manhattan para ofrecer el proyecto.
El cuerpo de él se tensó con una necesidad casi física. Su sueño estaba justo delante de él y no dejaría que nada se interpusiera en su camino. Sus palabras salieron como un mantra.
—Voy a obtener ese contrato.
Ella pestañeó, luego lentamente asintió como si la creencia de él en si mismo se lo asegurara.
—¿Dreamscape puede manejar ese trabajo?
Él tomó un sorbo de su vino.
—La junta piensa que es demasiado ambicioso, pero voy a probarles que se equivocan. Si tengo éxito, Dreamscape subirá a la cima.
—¿Es por el dinero?
Negó con su cabeza.
—No me importa el dinero. Quiero dejar mi marca, y sé cómo acercarme a ello. Nada demasiado citadino. Nada para competir con las montañas, si no una estructura que alabe a la naturaleza y se mezcle, en vez de que pelee contra ella.
—Suena como si hubieras pensado en esto mucho tiempo.
Empapó el último trozo de pan en la salsa que sobraba, luego lo lanzó a su boca.
—Sabía que la ciudad tomaría esta decisión pronto, y quería estar preparado. He pensando en diseños junto al río por años. Ahora estoy listo.
—¿Cómo vas a conseguirlo?
Nick se concentró en su plato. Gracioso, ella parecía capaz de notar cuando él mentía. Desde la infancia.
—Ya tengo a uno de los socios a bordo. Richard Drysell está construyendo el spa, y compartimos la misma visión. Tendrá una cena el próximo sábado. Los dos últimos hombres que necesito convencer estarán allí, así que espero hacer una impresión.
No compartió cómo _____ entraría en la mezcla. Miró a su nueva esposa como una forma de cerrar el trato, pero sería mejor explicarlo la noche de la fiesta.
Nick levantó su cabeza y la vio limpiando su plato.
Todo el tazón de ensalada permaneció en la mesa entre ellos, sin ser tocado. La pasta, el pan y el vino estaban agotados. Ella parecía como si estuviera a punto de explotar.
—Bueno, la ensalada luce terriblemente buena. ¿No vas a comerla?
Ella forzó una brillante sonrisa y cogió con el tenedor una pieza frondosa.
—Por supuesto. Adoro las ensaladas.
Él sonrió.
—¿Postre?
Ella dejó escapar un gruñido.
—Gracioso.
Limpiaron rápidamente, metieron todo en el lavaplatos y luego ella se estiró en el sofá de color beige en la sala. Nick supuso que ella estaba esperando una manera más rápida de digerir.
—¿Vas a trabajar esta noche? —preguntó ella.
—No, es tarde. ¿Y tú?
—No, estoy muy cansada. —La sala se llenó de un breve silencio—. Así que, ¿qué quieres hacer?
Su camisa serpenteó una preciosa pulgada. La tersa y bronceada piel de su estómago causó estragos en su concentración. Tenía algunas imágenes muy claras de lo que podían hacer. Ellas involucraban levantar lentamente su camisa. Luego lamer los pezones hasta que se apretaran bajo su lengua. El resto se centró en sacar esos pantalones de chándal y probar lo rápido que podía hacerla arder en sus brazos. Dado que ninguna de esas opciones era posible, se encogió de hombros.
—No sé. ¿Televisión? ¿Película?
Ella negó con la cabeza.
—Póker.
—¿Cómo dices?
Sus ojos se iluminaron.
—Póker. Tengo un mazo de cartas en mi maleta.
—¿Llevas tus propias cartas?
—Nunca sabes cuando las vas a necesitar.
—¿Qué apostamos?
________________________
1313 ¿Que apostaran?
Nick se volteó para ver a su novia durmiendo. Su cabeza descansaba contra la puerta de la limosina. Su tocado se había caído, y el encaje blanco desarreglado yacía en el suelo a sus pies. Los rizos de Raven estaban revueltos en todas las direcciones y escondían sus hombros desnudos de la vista. La copa de champaña en el portavasos permaneció intacta, las burbujas se habían desvanecido. Un brillante diamante de dos quilates estaba en su dedo y disparaba los brillos de luz de los últimos rayos del sol que moría. Labios voluptuosos y de color rubí estaban entreabiertos para dejar que saliera y entrara el aire. Un delicado ronquido estable se alzaba en el aire durante cada exhalación.
______ McKenzie ahora era su esposa.
Nick se movió para tomar su propio vaso de champaña y silenciosamente le brindó al éxito. Ahora poseía por completo Dreamscape Enterprise. Estaba a punto de ir tras una oportunidad única en la vida y no necesitaba el permiso de nadie. El día había pasado sin una complicación.
Tomó un largo trago del Dom Perignon y se preguntó por qué se sentía como una mierda. Su mente regresó al momento en que el sacerdote los convirtió en marido y mujer. Los ojos zafiros llenos con puro miedo y pánico mientras se inclinaba para darle el beso necesario. Pálida y abatida, sus labios temblaron bajos los suyos. Supo que no se debía a la pasión. Al menos no esta vez.
Se recordó que ella sólo lo quería por el dinero. Su habilidad para pretender que era inocente era peligrosa.
Se burló de sus propios pensamientos al alzar su copa nuevamente y beberse el último trago de champaña.
El conductor de la limosina bajó el vidrio tintado un centímetro.
—Señor, hemos llegado a nuestro destino.
—Gracias. Puede detenerse al frente.
Mientras la limosina subía el largo y estrecho camino, Nick gentilmente sacudió a su novia para despertarla. Ella se movió, roncó y colapsó de nuevo en el sueño. Nick reprimió una sonrisa y comenzó a susurrar. Luego se detuvo. Se deslizó de nuevo en su viejo papel de atormentador con una confortable facilidad, se inclinó y gritó su nombre.
Ella se enderezó de golpe. Sus ojos abiertos con miedo, alejó su pesada melena de sus orejas y miró a todo el encaje blanco como si ella fuera Alicia en el País de las Maravillas bajando por el hoyo del conejo.
—Oh, Dios mío, lo hicimos.
Él le entregó sus zapatos y tocado.
—Todavía no, pero es nuestra luna de miel. Estaría feliz de obligarte si estás de ánimo.
Ella lo miró fijamente.
—No hiciste nada más en esta boda que hacerte notar. Trata de organizar cada último detalle en sólo siete días y me sentaré y te veré colapsar.
—Te dije que te consiguieras un Juez de Paz.
____ bufó.
—Típicamente masculino. No levantaste un dedo para ayudar y chillas inocente cuando eres desafiado.
—Roncas.
Su boca se abrió.
—¡No ronco!
—Lo haces.
—No lo hago. Alguien me lo hubiera dicho.
—Estoy seguro de que tus amantes no querían ser echados de la cama. Eres malhumorada.
—No lo soy.
—Lo eres.
La puerta se abrió y el chofer ofreció su brazo para ayudarla. Ella sacó su lengua y dejó la limosina con la arrogancia de la Reina Elizabeth. Él ahogó otra risa y la siguió. _____ se detuvo en el bordillo de la acerca. La observó asimilar las líneas arquitectónicas de la mansión, la cual se asemejaba a una villa Toscana. La arenisca terracota creaba una imagen de elegancia casual, y sus altos muros y largos ventanales reflejaban un aura de historia. Un enorme césped verde abrazaba la entrada y llevaba a la casa, luego se extendía por acres en un alegre abandono. Coloridos geranios se derramaban de cada ventana para imitar la vieja Italia. La parte superior de la casa se abría a un balcón de hierro forjado el cual contenía sillas, mesas y un jacuzzi entre los árboles frondosos.
Ella abrió su boca como si fuera a comentar, luego la cerró de golpe.
—¿Qué piensas? —preguntó.
Ella inclinó su cabeza.
—Es despampanante —dijo—. La casa más hermosa que he visto.
El placer se disparó por él ante el evidente placer de ella.
—Gracias. La diseñé yo mismo.
—Parece vieja.
—Esa fue mi intención. Prometo que tengo toda la plomería necesaria dentro.
Ella negó con su cabeza y lo siguió dentro. Pisos de mármol brillaban debido al pulimiento y los techos de catedral creaban una ilusión de espacio y elegancia. Grandes y aireadas habitaciones salían desde la escalera en espiral del centro. Nick le dio una propina al conductor y cerró la puerta detrás de él.
—Vamos, te mostraré los alrededores. A menos que quieras desvestirte primero.
Ella agarró un puñado del material de gasa y levantó su cola. Sus pies con medias se asomaban desde debajo.
—Guía.
Él la llevó a un tour completo. La cocina completamente equipada presumía un brillante centro de acero inoxidable y cromo, pero Nick se había asegurado de que la habitación mantuviera el calor del que una abuela italiana estaría orgullosa. Una isla de pesada madera cortada sostenía canastas llenas de frutas frescas y dientes de ajo, hierbas hundidas en botellas llenas de aceite de oliva, pastas secas y tomates rojos y maduros. La mesa era de cedro grueso con sillas cómodas y macizas. Una selección de vinos se asomaba en un estante de acero. Las puertas de vidrio llevaban de la cocina a la terraza interior, completa con muebles de mimbre, estantes y vasijas de margaritas derramándose por la habitación. En vez de coloridas pinturas, fotografías en blanco y negro ocupaban el espacio de la pared, y mostraban un despliegue de arquitectura de todo el mundo. Nick disfrutó la expresión de ella mientras admiraba cada centímetro de su espacio. Él la llevó por las escaleras hacia las habitaciones.
—Mi habitación está en el fondo del pasillo. Tengo una oficina privada pero hay un computador libre en la biblioteca que puedes usar. Puedo ordenar cualquier otra cosa que necesites. —Abrió una de las puertas—. Te he dado una habitación con baño privado. No estaba seguro de tu gusto así que siéntete libre de redecorar.
La miró admirar los tonos pálidos y neutrales de la cama de postes tamaño King y los muebles a juego.
—Esto estará bien. Muchas gracias —dijo.
La miró fijamente por un momento mientras la formalidad latía entre ellos.
—Sabes que estarás atrapada aquí por al menos dos días, ¿cierto? Usamos el trabajo como una excusa para no ir a una luna de miel, pero no puedo aparecer en la oficina hasta el lunes. Las personas van a chismosear.
Ella asintió.
—Puedo utilizar la computadora para mantenerme al día. Y Maggie dijo que ayudaría.
Él se dio la vuelta.
—Ponte cómoda y encuéntrame abajo en la cocina. Cocinaré algo para la cena.
—¿Cocinas?
—No me gusta que personas extrañas estén en mi cocina, tuve suficiente de eso al crecer. Así que, aprendí.
—¿Eres bueno?
Él bufó.
—Soy el mejor.
Luego él cerró la puerta tras él.
Hombre arrogante.
_____ se dio la vuelta y estudió su nueva habitación. Sabía que Nick estaba viviendo cómodamente con una gran fortuna, pero el tour la había hecho sentir como el personaje de Audrey Hepburn en Mi bella dama: completamente común junto a la sofisticación de su tutor.
Al diablo con eso. Necesitaba mantener su vida tan normal como fuera posible, matrimonio o no. Nick no era su esposo real, y ella no pensaba quedarse atrapada en cualquier artimaña doméstica y encontrarse perdida a fin de año. Probablemente ni siquiera lo vería a menudo. Asumió que él también trabajaba hasta tarde y además de las fiestas ocasionales a las que tendrían que asistir, llevarían vidas separadas.
Su discurso motivacional mental ayudó, así que se quitó el vestido y pasó la siguiente hora en un baño de burbujas en la lujosa tina de spa adjunta a su habitación. Miró una sola vez al fino camisón negro que sus hermanas habían lanzado en su bolsa de noche, luego la lanzó a la parte trasera del armario. Se puso unas calzas y una sudadera de felpa, se recogió el cabello y bajó a la cocina.
_____ siguió los sonidos de chisporroteo y se deslizó en una de las pesadas sillas talladas de la cocina. Llevó sus pies descalzos al borde de su asiento, envolvió sus brazos alrededor de las rodillas y observó a su nuevo marido.
No se había quitado su esmoquin. Se había quitado la chaqueta, y enrollado las mangas arrugadas de su camisa blanca más allá de los codos. Los botones de perla de ónix habían sido desabrochados hasta la mitad del pecho y revelaban una mata de pelo rubio esparcido sobre unos músculos esculpidos. Sus hombros eran anchos, y exigían que la tela se expandiera para que encajara. Sus pantalones negros lo cubrían como un amante y enfatizaban las largas piernas delgadas y sus caderas. _____ pasó un infierno ignorando la dura curva de su trasero. El hombre tenía un trasero sensacional. Demasiado mal que nunca lo vería desnudo. No creía que verlo bajarse su bañador cuando era adolescente contara. Además, ella había estado demasiado ocupada mirando su frente.
—¿Quieres ayudar?
Se clavó sus uñas en la palma para darse una dosis de realidad.
—Claro. ¿Qué tenemos?
—Fetuccini Alfredo con camarones, pan de ajo y ensalada.
Un gemido afligido escapó de sus labios.
—Oh Dios, eres malvado.
—¿No te gusta el menú?
—Me gusta demasiado. Sólo comeré la ensalada.
Él le lanzó una mirada de disgusto por encima del hombro.
—Estoy cansado de mujeres que ordenan ensalada, luego parecen como si se merecieran unas medallas. Una buena comida es un regalo.
Ella apretó sus dedos más fuertemente.
—Bueno, muchas gracias por ese punto de vista petulante de la población femenina. Para tu información, aprecio la buena comida más que tú. ¿Viste los aperitivos que ordené para nuestra boda? ¿No viste cuánto comí? Demonios, es igual que cuando un hombre le pone en frente a una mujer una comida que engorda y es deliciosa y se ofende cuando ella no come. ¡Luego pareces impactado en la habitación cuando estás mirando sus caderas y preguntándote cómo engordó cinco kilos!
—No tiene nada de malo que una mujer tenga curvas.
Ella saltó de su asiento y agarró los ingredientes para la ensalada.
—He escuchado esa antes. Hagamos esta prueba, ¿sí? ¿Cuánto pesa Gabriella?
Él no respondió.
Ella lanzó un pimiento rojo en la tabla junto a la lechuga romana y resopló.
—Oh, ¿ahora tenemos la lengua atada? ¿Ella pesa 45 kg o eso es considerado gordura por estos días?
Cuando él habló, su tono fue menos arrogante.
—Es una modelo. Tiene que mantener un peso más bajo.
—¿Y ella ordena ensaladas cuando sale a cenar?
Más silencio.
Un pepino rodó por el mesón y se detuvo en el borde.
—Ah, supongo que eso significa que sí. Pero estoy segura que apruebas su disciplina cuando le quitas la ropa.
Se removió incómodo y mantuvo su atención en la olla caliente con camarones.
—Gabriella es un mal ejemplo. —Definitivamente sonó incómodo.
—Tengo otro rompecabezas. Maggie dijo que sólo tendías a salir con modelos. Parece que te gustan las mujeres delgadas y aceptas que coman ensalada. —Lavó los vegetales, agarró un cuchillo, y comenzó a picar—. Pero si es alguien con quien no estás pensando dormir, supongo que no te importa cuán gorda se vuelva siempre y cuando te haga compañía en las comidas.
—Sucede que detesto salir a cenar con la mayoría de mis citas. Entiendo que están en el negocio, pero disfruto de una mujer que le gusta la buena comida y no está asustada de comer. No eres gorda. Nunca fuiste gorda así que no sé de dónde viene esta obsesión.
—Una vez me llamaste gorda.
—No lo hice.
—Sí, lo hiciste. Cuando tenía catorce, dijiste que me estaba rellenando en los lugares equivocados.
—Infierno, mujer, quería decir tus pechos. Era un adolescente mocoso que sólo quería torturarte. Siempre fuiste hermosa.
El silencio descendió.
Alzó la mirada de su tarea y su boca cayó abierta. En todos los años que había conocido a Nick Jonas, él la había torturado, provocado e insultado.
Nunca la había llamado hermosa.
Nick estaba ocupado batiendo crema y mantuvo su tono casual.
—Sabes lo que quiero decir. Hermosa en el sentido de hermandad. Las observé a ti y a Maggie pasar por la pubertad, y volverse mujeres. Ninguna de las dos es fea. O gorda. Creo que estás siendo dura contigo.
_____ entendió lo que quería decir. Él no pensaba en ella como una mujer hermosa, más como una molesta hermana menor que creció siendo atractiva.
La diferencia era monumental, y ella ignoró el agudo escozor del dolor.
—Bueno, voy a comer esta ensalada y no quiero escuchar más comentarios sobre las mujeres.
—Bien. ¿Abrirías una botella de vino? Hay una enfriándose en el refrigerador.
Ella descorchó un caro chardonnay y lo observó sorberlo. Las esencias cítricas de madera y frutas se alzaron hasta sus fosas nasales. Luchó un minuto, luego se rindió. Una copa. Después de todo, se lo merecía.
Se sirvió un vaso y tomó un sorbo. El líquido bajó por la parte posterior de su garganta, el sabor seco y hormigante. Pronunció un bajo gemido de placer. Su lengua lamió las esquinas de sus labios y sus ojos se cerraron mientras el sabor pulsaba a través de su cuerpo.
Nick comenzó a decir algo pero se detuvo. La visión de verla bebiendo y disfrutando su vino puso tenso cada músculo de su cuerpo. La sangre latió en sus venas y su ingle se volvió completamente alerta. Su lengua lamió sus labios con unos movimientos tan delicados, que él deseó que probara algo más que vino.
Se preguntó si ella hacía esos sonidos guturales cuando un hombre estaba enterrado profundamente en su calor húmedo y pegajoso. Se preguntó si sería tan apretada y caliente como su boca, cerrándose alrededor de él como un puño sedoso, ordeñando cada hasta la última gota de su reserva e incluso demandando más. Esos pantalones revelaban cada curva de su cuerpo, desde su dulce trasero hasta la seductora longitud de sus piernas.
Su sudadera se había subido y mostraba un trozo de piel desnuda. Y obviamente se había quitado su sostén, sin pensar en él como un hombre que la deseara, si no más como un molesto hermano sin urgencias masculinas.
Maldita ella por empezar a complicar las cosas. Él dejo caer el tazón de pasta en la mesa y rápidamente arregló los lugares para sentarse.
—Deja de beber el vino de esa manera. No estás en una película de porno.
Ella jadeó.
—Hey, no te molestes conmigo sólo porque eres gruñón. No puedo evitarlo si los negocios son más importantes que un matrimonio real para ti.
—Sí, pero tan pronto como te di un precio saltaste. Te compré igual a como me compraste tú.
Ella agarró el tazón de pasta y llenó su plato.
—¿Quién eres tú para juzgarme? Lo has tenido todo en tu vida. Te dieron un Mitsubishi Eclipse en tu cumpleaños número dieciséis. Yo obtuve un Chevette.
Él se puso tenso con el recuerdo.
—Tú obtuviste una familia. Yo no obtuve nada.
Ella hizo una pausa, luego agarró un trozo de pan de ajo caliente goteando con mozzarella.
—Tú obtuviste a Maggie.
—Lo sé.
—¿Qué les pasó? Solían ser tan unidos.
Se encogió de hombros.
—Ella cambió en la secundaria. De repente, ya no me hablaba. Dejó de invitarme a entrar en su habitación para nuestras charlas, luego me alejó completamente. Así que, la dejé ir y me concentré en tener una vida propia. Por un tiempo perdiste tu contacto con ella más o menos en ese entonces, ¿verdad?
—Sí. Siempre pensé que algo había sucedido, pero ella nunca habla sobre eso. De todas formas, mi propia familia estuvo jodida por un rato, así que no estabas solo.
—Pero ahora es como los Waltons.
Ella se rió y zambulló un montón de pasta en su boca.
—Mi padre tuvo mucho qué hacer por ella, pero creo que nos la hemos arreglado para sanar el ciclo.
—¿Ciclo?
—El ciclo kármico, cuando alguien arruina las cosas bastante y te hiere. Nuestro primer instinto es herir de vuelta, o rehusarse a perdonar.
—Suena razonable.
—Ah, pero ahora el ciclo de abuso y dolor continúa. Cuando él regresó, decidí que sólo tenía un padre, y acepté lo que pudiera dar. Con el tiempo, él renunció al alcohol y trató de remediar el pasado.
Nick hizo un sonido rudo.
—Él se fue cuando eras joven y dejó a su familia detrás por la botella. Abandonó tus hermanas gemelas. ¿Luego aparece y pide perdón? ¿Por qué siquiera lo querrías en tu vida?
Ella cogió con un tenedor otro camarón y lo dejó cernirse encima de su boca.
—Tomé una decisión —dijo—. Nunca olvidaré, pero si mi propia madre pudo aprender a perdonarlo, ¿cómo podía rehusarme? Las familias se quedan juntas sin importar que pase.
La simplicidad de su habilidad para perdonar lo impactó hasta la médula. Sirvió más vino.
—Mejor irse con tu cabeza en alta y tu orgullo intacto. Dejarlos que sufran por todo el dolor que causaron.
Ella pareció pensar sus palabras.
—Casi lo hice. Pero me di cuenta que además de ser mi padre, es sólo un ser humano que lo arruinó. Tendría mi orgullo pero no a mi padre. Cuando tomé mi decisión de romper el ciclo. Terminó poniéndose sobrio y reconstruyó nuestra relación. ¿Alguna vez has pensando en contactar a tu padre?
Sus emociones golpearon en hiper-velocidad. Nick peleó contra la vieja amargura y se las arregló para encogerse de hombros.
—Jed Jonas no existe en mis ojos. Esa fue mi decisión.
Se preparó para lástima pero su rostro sólo reflejó una profunda empatía que lo calmó. ¿Cuántas veces había añorado una verdadera golpiza o un castigo de su padre en vez de negligencia? De algún modo, la poca atención quemó más profundo y se enconó.
—¿Y tu mamá?
Se concentró en su plato.
—Está viviendo con otro actor. Le gustan cuando están en el negocio del espectáculo. La hace sentir importante.
—¿La ves a menudo?
—La idea de un hijo adulto le recuerda su edad. Le gusta fingir que no existo.
—Lo lamento.
Las palabras fueron simples pero desde el corazón. Nick alzó la mirada de su plato. Por un segundo, la conciencia, la energía y el entendimiento pulsaron en el aire entre medio de ellos, luego se deslizó lejos como si nunca hubiera ocurrido. Su sonrisa torcida burló su propia confesión.
—Pobre niño rico. Pero tenías razón en una cosa, fue una Mitsubishi de infierno.
Ella se rió y cambió de tema.
—Cuéntame sobre el trato en el que estás trabajando. Debe ser algo grande para permanecer célibe por un año.
Él dejó pasar de largo el comentario, pero le lanzó una mirada de advertencia.
—Quiero involucrar a Dreamscape en una oferta para construir cerca a una zona ribereña.
Una ceja se arqueó.
—Escuché que querían construir un spa junto con algunos restaurantes. Todos están hablando de eso. Las personas solían estar asustadas de estar cerca del río.
Él se inclinó hacia adelante con entusiasmo.
—El área está cambiando. Han fortalecido la seguridad, y a los bares y tiendas que ya están allí les está yendo bien. Esto abrirá el área a residentes y el turismo. ¿Puedes imaginar caminos iluminados por todo el largo del río, con bares afuera? ¿Y un spa que da hacia las montañas mientras te hacen un masaje? Ese es el futuro.
—También escuché que sólo querían a las compañías más grandes en Manhattan para ofrecer el proyecto.
El cuerpo de él se tensó con una necesidad casi física. Su sueño estaba justo delante de él y no dejaría que nada se interpusiera en su camino. Sus palabras salieron como un mantra.
—Voy a obtener ese contrato.
Ella pestañeó, luego lentamente asintió como si la creencia de él en si mismo se lo asegurara.
—¿Dreamscape puede manejar ese trabajo?
Él tomó un sorbo de su vino.
—La junta piensa que es demasiado ambicioso, pero voy a probarles que se equivocan. Si tengo éxito, Dreamscape subirá a la cima.
—¿Es por el dinero?
Negó con su cabeza.
—No me importa el dinero. Quiero dejar mi marca, y sé cómo acercarme a ello. Nada demasiado citadino. Nada para competir con las montañas, si no una estructura que alabe a la naturaleza y se mezcle, en vez de que pelee contra ella.
—Suena como si hubieras pensado en esto mucho tiempo.
Empapó el último trozo de pan en la salsa que sobraba, luego lo lanzó a su boca.
—Sabía que la ciudad tomaría esta decisión pronto, y quería estar preparado. He pensando en diseños junto al río por años. Ahora estoy listo.
—¿Cómo vas a conseguirlo?
Nick se concentró en su plato. Gracioso, ella parecía capaz de notar cuando él mentía. Desde la infancia.
—Ya tengo a uno de los socios a bordo. Richard Drysell está construyendo el spa, y compartimos la misma visión. Tendrá una cena el próximo sábado. Los dos últimos hombres que necesito convencer estarán allí, así que espero hacer una impresión.
No compartió cómo _____ entraría en la mezcla. Miró a su nueva esposa como una forma de cerrar el trato, pero sería mejor explicarlo la noche de la fiesta.
Nick levantó su cabeza y la vio limpiando su plato.
Todo el tazón de ensalada permaneció en la mesa entre ellos, sin ser tocado. La pasta, el pan y el vino estaban agotados. Ella parecía como si estuviera a punto de explotar.
—Bueno, la ensalada luce terriblemente buena. ¿No vas a comerla?
Ella forzó una brillante sonrisa y cogió con el tenedor una pieza frondosa.
—Por supuesto. Adoro las ensaladas.
Él sonrió.
—¿Postre?
Ella dejó escapar un gruñido.
—Gracioso.
Limpiaron rápidamente, metieron todo en el lavaplatos y luego ella se estiró en el sofá de color beige en la sala. Nick supuso que ella estaba esperando una manera más rápida de digerir.
—¿Vas a trabajar esta noche? —preguntó ella.
—No, es tarde. ¿Y tú?
—No, estoy muy cansada. —La sala se llenó de un breve silencio—. Así que, ¿qué quieres hacer?
Su camisa serpenteó una preciosa pulgada. La tersa y bronceada piel de su estómago causó estragos en su concentración. Tenía algunas imágenes muy claras de lo que podían hacer. Ellas involucraban levantar lentamente su camisa. Luego lamer los pezones hasta que se apretaran bajo su lengua. El resto se centró en sacar esos pantalones de chándal y probar lo rápido que podía hacerla arder en sus brazos. Dado que ninguna de esas opciones era posible, se encogió de hombros.
—No sé. ¿Televisión? ¿Película?
Ella negó con la cabeza.
—Póker.
—¿Cómo dices?
Sus ojos se iluminaron.
—Póker. Tengo un mazo de cartas en mi maleta.
—¿Llevas tus propias cartas?
—Nunca sabes cuando las vas a necesitar.
—¿Qué apostamos?
________________________
1313 ¿Que apostaran?
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
ahh que apostaran???
Yo me imagino muchas cosa que podrian apostar :twisted:
Siguela!!!!
Yo me imagino muchas cosa que podrian apostar :twisted:
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
jajajajajajja me fascina espero q apuesten algo sumamente genial siguela pronto espero con ansias el siguiente capitulo :)
ElitzJb
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
chelis escribió:NUEVAA LECTORAAA
bienvenidaaa!!!!!! *-*
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Capitulo 4 [Segunda Parte]
Ella se levantó del sofá y se dirigió hacia las escaleras.
—Dinero, por supuesto. A menos que seas demasiado cobarde.
—Está bien. Pero usaremos mis cartas.
Ella se detuvo a mitad de camino y lo miró.
—Está bien. Trato hecho.
Él golpeó el mando a distancia y las notas de Madame Butterfly se hicieron eco desde los altavoces Bose. Se ajustó las gafas y se acomodó en la mesa de café. Ella se sentó a su lado, con las piernas cruzadas. Sus dedos volaban a través de las cartas con la facilidad de un experto, barajándolas con la velocidad del rayo. Nick tuvo un destello de ella en un vestido escotado, repartiendo las cartas en un salón mientras se sentaba en el regazo de un vaquero. Se sacudió la imagen y se concentró en su mano. —La Elección del Repartidor. Stud de Cinco Cartas . Subir la apuesta.
Él frunció el ceño.
—¿Con qué? —preguntó él.
—Te dije que estábamos jugando por dinero.
—¿Debería hacer que mi mayordomo abra la caja fuerte? ¿O tal vez sólo jugaríamos por las joyas de la familia?
—Muy gracioso. ¿No tienes algún billete por ahí?
Su labio se torció.
—Lo siento. Sólo cientos.
—Oh.
Parecía tan decepcionada que perdió la batalla y se echó a reír.
—¿Qué tal si jugamos por algo más interesante?
—Yo no juego póker nudista.
— Quiero decir por favores.
Su declaración le llamó la atención. Sus dientes atraparon su labio inferior. Él observó la acción con puro placer.
—¿Qué clase de favores? —preguntó ella.
—El primero en ganar tres manos completas obtiene un favor del otro. Se puede utilizar en cualquier momento, como un vale.
Su rostro se iluminó con interés.
—¿Puedes utilizar el favor en cualquier cosa? ¿No hay reglas?
—No hay reglas.
El reto la atrajo como a un jugador pura sangre el aroma de un tiro largo. Se dio cuenta de su victoria, incluso antes de que ella estuviera de acuerdo. Nick prácticamente se lamió los labios mientras ella consentía, y sabía que para los próximos meses, finalmente tendría el control que necesitaba en este matrimonio.
Ella estuvo de acuerdo. Él casi se echó a reír ante el resultado obvio, pero se negó a ser misericordioso. Ella lanzó una carta y recogió un reemplazo.
Él puso sus cartas.
—Full House .
—Dos sotas. Tu turno.
Nick le dio crédito, ella se negó a ceder. Mantuvo con firmeza sus emociones ocultas. Apostaba a que su padre le enseñó, y si no fuera por la experiencia pasada de Nick, ella sería un infierno de jugador a batir. Ella soltó un par de ases y se entregó con gracia a sus tres cuatros.
—Una mano más —dijo él.
—Puedo contar. Mi mano. —Sus dedos volaban sobre las cartas—. Así que, ¿dónde aprendiste póker?
Él veía su mano con indiferencia.
—Un amigo mío tenía un juego a la semana. Era una buena excusa para hacer algo serio de beber y pasar el rato.
—Siempre pensé que eras más del tipo de ajedrez.
Lanzó una carta y la reemplazó.
—Soy bueno en eso, también.
Ella dio un bufido impropio de una dama.
—Enseña. —Ella exhibió su escalera y el triunfo brilló en sus ojos.
Casi sintió lástima por ella. Casi.
—Buena mano. —Le ofreció una sonrisa arrogante—. Pero no es suficientemente buena. —Lanzó cuatro ases. Luego estiró las piernas delante de él y se inclinó hacia atrás—. Buen intento, sin embargo.
Se quedó boquiabierta de asombro ante sus cartas.
—Las probabilidades de cuatro ases en el stud de cinco cartas son... ¡oh, Dios mío, hiciste trampa!
Negó con la cabeza e hizo un sonido chasqueante.
—Vamos, Al, pensé que eras una mejor competidora. ¿Todavía eres una mala perdedora? Ahora sobre mi favor...
Nick se preguntó si vapor real saldría de sus poros.
—Nadie puede conseguir cuatro ases a menos que escamoteara las cartas. No me mientas, porque ¡estaba pensando en hacerlo yo misma!
—No me acuses de algo que no puedes probar.
—Hiciste trampa. —Su tono se mantuvo a un toque entre asombro y horror—. Me mentiste en nuestra noche de bodas.
Él soltó un bufido.
—Si no quieres pagar tu deuda, dilo. Igual que una mujer siendo una mala perdedora.
Ella se retorció con la emoción de la sangre caliente.
—Eres un estafador, Nick Jonas.
—Pruébalo.
—Lo haré.
Ella se lanzó sobre la mesa de café y en sus brazos. La respiración salió de él cuando ella lo tumbó de espaldas en la alfombra y llevó su mano hasta las mangas de su camisa por la sospecha de cartas plantadas. Nick gruñó mientras una figura femenina llena presionaba al ras contra cada músculo, intentando sólo encontrar evidencia de juego sucio. Trató de empujarla, pero ella cambió su atención a los bolsillos de su camisa y él se rió. El sonido comenzó profundo en su pecho y se dio cuenta que esta mujer le había hecho reír mucho más en la última semana de lo que había hecho desde la infancia. Cuando sus dedos se metieron en el bolsillo del pantalón se dio cuenta de que si profundizaba más no vendría con las manos vacías. La risa se calmó en un duro retorcijón en lo profundo de sus entrañas y con un movimiento rápido él la volcó sobre su espalda, recostó encima de ella, y sujetó ambas manos al lado de su cabeza.
Su broche para el cabello se había soltado durante la refriega. Los rizos negro carbón cayeron sobre su rostro y cubrieron uno de los lados. Decididos ojos azules se asomaron entre los mechones, llenos de un altivo desprecio que sólo ella podría conseguir después de tumbarlo a la tierra para un combate de lucha libre. Sus pechos subían contra su sudadera, sin confinamiento. Sus piernas entrelazadas con las suyas, sus muslos entreabiertos.
Nick estaba en serios problemas.
—Sé que tienes cartas plantadas. Sólo admítelo y nos olvidaremos de todo esto que pasó.
—Estás loca, ¿sabes? —murmuró él—. ¿No piensas alguna vez acerca de las consecuencias de tus acciones?
Ella presionó su labio inferior y soltó una bocanada de aire duro. Los rizos obedientemente se deslizaron lejos de los ojos.
—No hice trampa.
Su boca hizo un mohín. Él ahogó una maldición, y sus dedos se cerraron alrededor de sus muñecas. Maldita sea por hacerlo desear. Maldita sea por no haberlo visto.
—Ya no somos unos niños, _____ . La próxima vez que vayas a tumbar a un hombre al piso, más vale que estés preparada para soportar el calor.
—¿Quién eres tú, Clint Eastwood? ¿Tu siguiente línea va a ser, "Adelante, alégrame el día"?
El calor en su ingle subió a su cabeza como una nube de niebla, hasta que sólo pudo pensar en el calor húmedo de su boca y el cuerpo blando debajo del suyo. Quería estar desnudo con ella en una maraña de sábanas, y en su lugar lo trataba como a un hermano mayor molesto. Pero esa ni siquiera era la peor parte. Ella era su esposa. El pensamiento lo torturaba. Algo enterrado, el instinto de hombre de las cavernas se encendió a la vida y lo llevó a formular su reclamación. Según la ley, ella ya le pertenecía.
Y esta noche era su noche de bodas.
Ella lo desafió a convertir la ira en deseo, de sentir sus labios suaves y temblando bajo los suyos, toda dulzura, entrega y pasión. La lógica normal de su lista, su plan y su necesidad de un matrimonio de negocios voló por la ventana.
Decidió reclamar a su esposa.
_____ sintió que el hombre encima de ella mantuvo su cuerpo en una llave de músculos apretados. Había estado tan concentrada en su discusión que había olvidado que la inmovilizó a la alfombra. Abrió la boca para hacer otra observación inteligente sobre la esclavitud, y luego se detuvo.
Encontró sus ojos. Y contuvo el aliento.
Oh, Dios.
La energía sexual primitiva se arremolinó entre ellos como un tornado ganando velocidad y potencia. Sus ojos ardían con un brillo de fuego, medio necesidad, medio ira mientras bajó la mirada hacia ella. Ella se dio cuenta de que él estaba entre sus muslos abiertos, sus caderas en ángulo sobre las de ella, su pecho apoyado mientras agarraba sus dedos. Esta ya no era la indulgencia burlona de un hermano. Esto no era un viejo amigo o socio de negocios. Esto era el simple deseo de un hombre por una mujer, y _____ se sintió arrastrada hacia la tormenta con el grito de su propio cuerpo.
—¿Nick?
Su voz era ronca. Vacilante. Sus pezones empujaban contra el suave vellón con exigencia. Su mirada inclinada sobre su rostro, sus pechos, su estómago expuesto. La tensión empujó tirante entre ellos. Él bajó la cabeza. El ímpetu de su aliento acariciaba sus labios mientras hablaba justo contra su boca.
—Esto no significa nada.
Su cuerpo contradecía sus palabras, mientras reclamaba su boca en un beso feroz. Con un movimiento rápido, su lengua empujó a través de la costura de sus labios para viajar más allá. Su mente se nubló, atrapada entre el dolor sordo de su declaración y el placer golpeando a través de ella en ondas. Ella agarró sus manos y se sujetó, deleitándose con el sabor oscuro del apetitoso y costoso chardonnay, meciendo sus caderas hacia arriba para encontrar la dura longitud de su cuerpo, y frotar sus pezones contra su pecho. Ella perdió el control en esos pocos momentos, el vacío sin edad anulando los últimos años, llenado temporalmente con el sabor, la sensación y el olor de él.
Su lengua correspondió cada golpe, mientras un bajo gemido gutural escapó de su garganta. Arrancó los dedos de ella y deslizó sus manos a lo largo de su vientre y ahuecó sus pechos. Sus pezones se apretaron, y él empujó la tela más arriba. Miró fijamente sus pechos desnudos, y el calor en sus ojos casi la quemó viva. Un dedo retorció su pezón y ella gritó. Su cabeza bajó. _____ se dio cuenta que este era el momento de la verdad. Si él la besaba de nuevo, se rendiría. Le dolía el cuerpo por el suyo y no pudo llegar a una razón muy buena para parar.
El timbre sonó.
El sonido rebotó en las paredes. Nick saltó y rodó lejos de ella como un político atrapado en medio de un escándalo sexual, murmurando algunas palabras desagradables que ella no sabía que existían.
—¿Estás bien? —preguntó él.
Ella parpadeó ante la actitud reservada de un hombre que hace dos segundos le había arrancado la ropa. Él se abotonó la camisa con calma y esperó por su respuesta. Excepto por el bulto en sus pantalones negros, se veía totalmente inafectado por el episodio. Al igual que lo había estado cuando la había besado en la casa de sus padres.
La comida pesada se tambaleó en su estómago y _____ luchó por dejar atrás la náusea. Tomó una respiración profunda del yoga y se incorporó, tirando hacia abajo su camiseta.
—Por supuesto. Responde a la puerta.
Él la miró fijamente por unos momentos, como si comprobara para ver si creía su fachada, y luego asintió y salió de la habitación.
Ella aplastó los dedos contra sus labios y trató de mantenerlos unidos. Había cometido un error monumental. Obviamente, su celibato reciente había causado que sus hormonas se volvieran locas, hasta que cualquier hombre que la tocara la encendiera como un petardo. Su última declaración brilló en su mente con una finalidad de burla.
Esto no significa nada.
Oyó la conversación en el pasillo. Una morena alta, de piernas largas entró en la habitación con la facilidad de alguien que conocía bien la casa. _____ se quedó mirando a una de las mujeres más hermosas que había visto, obviamente ex de Nick.
Las piernas de la corista comenzaban con tacones de plataforma negros y desaparecían debajo de un par de pantalones de seda. Sus caderas delgadas estaban rodeadas con un cinturón de cadena de plata, y una camiseta metálica elástica moldeaba sus pechos pequeños, profundizándose en el escote y exponiendo la parte superior de sus hombros. Su largo cabello negro caía por su espalda en una masa de ondas perfectas. Ni un rizo encrespado a la vista. Sus ojos eran de un color esmeralda sorprendente, con largas y negras pestañas. Sus labios carnosos partían altos pómulos e irradiaba un aire de elegancia relajada. Miró a su alrededor, a continuación, se centró en _____.
_____supo entonces que iba a vomitar.
_____________________
Chicas, lo siento tanto por estar tan desaparecida por aca, pero es que estaba poniendo en mi otra nove y ademas hace tres dias entre al cole y aunque no lo crean ya estoy atareada de cosas D: ademas este es mi ultimo año ya q el prox entro a universidad y diios que nervios yayaya basta de mis cosas personales xdd aqui esta el capitulo :) ahora mismo pongo la segunda parte :)
Ella se levantó del sofá y se dirigió hacia las escaleras.
—Dinero, por supuesto. A menos que seas demasiado cobarde.
—Está bien. Pero usaremos mis cartas.
Ella se detuvo a mitad de camino y lo miró.
—Está bien. Trato hecho.
Él golpeó el mando a distancia y las notas de Madame Butterfly se hicieron eco desde los altavoces Bose. Se ajustó las gafas y se acomodó en la mesa de café. Ella se sentó a su lado, con las piernas cruzadas. Sus dedos volaban a través de las cartas con la facilidad de un experto, barajándolas con la velocidad del rayo. Nick tuvo un destello de ella en un vestido escotado, repartiendo las cartas en un salón mientras se sentaba en el regazo de un vaquero. Se sacudió la imagen y se concentró en su mano. —La Elección del Repartidor. Stud de Cinco Cartas . Subir la apuesta.
Él frunció el ceño.
—¿Con qué? —preguntó él.
—Te dije que estábamos jugando por dinero.
—¿Debería hacer que mi mayordomo abra la caja fuerte? ¿O tal vez sólo jugaríamos por las joyas de la familia?
—Muy gracioso. ¿No tienes algún billete por ahí?
Su labio se torció.
—Lo siento. Sólo cientos.
—Oh.
Parecía tan decepcionada que perdió la batalla y se echó a reír.
—¿Qué tal si jugamos por algo más interesante?
—Yo no juego póker nudista.
— Quiero decir por favores.
Su declaración le llamó la atención. Sus dientes atraparon su labio inferior. Él observó la acción con puro placer.
—¿Qué clase de favores? —preguntó ella.
—El primero en ganar tres manos completas obtiene un favor del otro. Se puede utilizar en cualquier momento, como un vale.
Su rostro se iluminó con interés.
—¿Puedes utilizar el favor en cualquier cosa? ¿No hay reglas?
—No hay reglas.
El reto la atrajo como a un jugador pura sangre el aroma de un tiro largo. Se dio cuenta de su victoria, incluso antes de que ella estuviera de acuerdo. Nick prácticamente se lamió los labios mientras ella consentía, y sabía que para los próximos meses, finalmente tendría el control que necesitaba en este matrimonio.
Ella estuvo de acuerdo. Él casi se echó a reír ante el resultado obvio, pero se negó a ser misericordioso. Ella lanzó una carta y recogió un reemplazo.
Él puso sus cartas.
—Full House .
—Dos sotas. Tu turno.
Nick le dio crédito, ella se negó a ceder. Mantuvo con firmeza sus emociones ocultas. Apostaba a que su padre le enseñó, y si no fuera por la experiencia pasada de Nick, ella sería un infierno de jugador a batir. Ella soltó un par de ases y se entregó con gracia a sus tres cuatros.
—Una mano más —dijo él.
—Puedo contar. Mi mano. —Sus dedos volaban sobre las cartas—. Así que, ¿dónde aprendiste póker?
Él veía su mano con indiferencia.
—Un amigo mío tenía un juego a la semana. Era una buena excusa para hacer algo serio de beber y pasar el rato.
—Siempre pensé que eras más del tipo de ajedrez.
Lanzó una carta y la reemplazó.
—Soy bueno en eso, también.
Ella dio un bufido impropio de una dama.
—Enseña. —Ella exhibió su escalera y el triunfo brilló en sus ojos.
Casi sintió lástima por ella. Casi.
—Buena mano. —Le ofreció una sonrisa arrogante—. Pero no es suficientemente buena. —Lanzó cuatro ases. Luego estiró las piernas delante de él y se inclinó hacia atrás—. Buen intento, sin embargo.
Se quedó boquiabierta de asombro ante sus cartas.
—Las probabilidades de cuatro ases en el stud de cinco cartas son... ¡oh, Dios mío, hiciste trampa!
Negó con la cabeza e hizo un sonido chasqueante.
—Vamos, Al, pensé que eras una mejor competidora. ¿Todavía eres una mala perdedora? Ahora sobre mi favor...
Nick se preguntó si vapor real saldría de sus poros.
—Nadie puede conseguir cuatro ases a menos que escamoteara las cartas. No me mientas, porque ¡estaba pensando en hacerlo yo misma!
—No me acuses de algo que no puedes probar.
—Hiciste trampa. —Su tono se mantuvo a un toque entre asombro y horror—. Me mentiste en nuestra noche de bodas.
Él soltó un bufido.
—Si no quieres pagar tu deuda, dilo. Igual que una mujer siendo una mala perdedora.
Ella se retorció con la emoción de la sangre caliente.
—Eres un estafador, Nick Jonas.
—Pruébalo.
—Lo haré.
Ella se lanzó sobre la mesa de café y en sus brazos. La respiración salió de él cuando ella lo tumbó de espaldas en la alfombra y llevó su mano hasta las mangas de su camisa por la sospecha de cartas plantadas. Nick gruñó mientras una figura femenina llena presionaba al ras contra cada músculo, intentando sólo encontrar evidencia de juego sucio. Trató de empujarla, pero ella cambió su atención a los bolsillos de su camisa y él se rió. El sonido comenzó profundo en su pecho y se dio cuenta que esta mujer le había hecho reír mucho más en la última semana de lo que había hecho desde la infancia. Cuando sus dedos se metieron en el bolsillo del pantalón se dio cuenta de que si profundizaba más no vendría con las manos vacías. La risa se calmó en un duro retorcijón en lo profundo de sus entrañas y con un movimiento rápido él la volcó sobre su espalda, recostó encima de ella, y sujetó ambas manos al lado de su cabeza.
Su broche para el cabello se había soltado durante la refriega. Los rizos negro carbón cayeron sobre su rostro y cubrieron uno de los lados. Decididos ojos azules se asomaron entre los mechones, llenos de un altivo desprecio que sólo ella podría conseguir después de tumbarlo a la tierra para un combate de lucha libre. Sus pechos subían contra su sudadera, sin confinamiento. Sus piernas entrelazadas con las suyas, sus muslos entreabiertos.
Nick estaba en serios problemas.
—Sé que tienes cartas plantadas. Sólo admítelo y nos olvidaremos de todo esto que pasó.
—Estás loca, ¿sabes? —murmuró él—. ¿No piensas alguna vez acerca de las consecuencias de tus acciones?
Ella presionó su labio inferior y soltó una bocanada de aire duro. Los rizos obedientemente se deslizaron lejos de los ojos.
—No hice trampa.
Su boca hizo un mohín. Él ahogó una maldición, y sus dedos se cerraron alrededor de sus muñecas. Maldita sea por hacerlo desear. Maldita sea por no haberlo visto.
—Ya no somos unos niños, _____ . La próxima vez que vayas a tumbar a un hombre al piso, más vale que estés preparada para soportar el calor.
—¿Quién eres tú, Clint Eastwood? ¿Tu siguiente línea va a ser, "Adelante, alégrame el día"?
El calor en su ingle subió a su cabeza como una nube de niebla, hasta que sólo pudo pensar en el calor húmedo de su boca y el cuerpo blando debajo del suyo. Quería estar desnudo con ella en una maraña de sábanas, y en su lugar lo trataba como a un hermano mayor molesto. Pero esa ni siquiera era la peor parte. Ella era su esposa. El pensamiento lo torturaba. Algo enterrado, el instinto de hombre de las cavernas se encendió a la vida y lo llevó a formular su reclamación. Según la ley, ella ya le pertenecía.
Y esta noche era su noche de bodas.
Ella lo desafió a convertir la ira en deseo, de sentir sus labios suaves y temblando bajo los suyos, toda dulzura, entrega y pasión. La lógica normal de su lista, su plan y su necesidad de un matrimonio de negocios voló por la ventana.
Decidió reclamar a su esposa.
_____ sintió que el hombre encima de ella mantuvo su cuerpo en una llave de músculos apretados. Había estado tan concentrada en su discusión que había olvidado que la inmovilizó a la alfombra. Abrió la boca para hacer otra observación inteligente sobre la esclavitud, y luego se detuvo.
Encontró sus ojos. Y contuvo el aliento.
Oh, Dios.
La energía sexual primitiva se arremolinó entre ellos como un tornado ganando velocidad y potencia. Sus ojos ardían con un brillo de fuego, medio necesidad, medio ira mientras bajó la mirada hacia ella. Ella se dio cuenta de que él estaba entre sus muslos abiertos, sus caderas en ángulo sobre las de ella, su pecho apoyado mientras agarraba sus dedos. Esta ya no era la indulgencia burlona de un hermano. Esto no era un viejo amigo o socio de negocios. Esto era el simple deseo de un hombre por una mujer, y _____ se sintió arrastrada hacia la tormenta con el grito de su propio cuerpo.
—¿Nick?
Su voz era ronca. Vacilante. Sus pezones empujaban contra el suave vellón con exigencia. Su mirada inclinada sobre su rostro, sus pechos, su estómago expuesto. La tensión empujó tirante entre ellos. Él bajó la cabeza. El ímpetu de su aliento acariciaba sus labios mientras hablaba justo contra su boca.
—Esto no significa nada.
Su cuerpo contradecía sus palabras, mientras reclamaba su boca en un beso feroz. Con un movimiento rápido, su lengua empujó a través de la costura de sus labios para viajar más allá. Su mente se nubló, atrapada entre el dolor sordo de su declaración y el placer golpeando a través de ella en ondas. Ella agarró sus manos y se sujetó, deleitándose con el sabor oscuro del apetitoso y costoso chardonnay, meciendo sus caderas hacia arriba para encontrar la dura longitud de su cuerpo, y frotar sus pezones contra su pecho. Ella perdió el control en esos pocos momentos, el vacío sin edad anulando los últimos años, llenado temporalmente con el sabor, la sensación y el olor de él.
Su lengua correspondió cada golpe, mientras un bajo gemido gutural escapó de su garganta. Arrancó los dedos de ella y deslizó sus manos a lo largo de su vientre y ahuecó sus pechos. Sus pezones se apretaron, y él empujó la tela más arriba. Miró fijamente sus pechos desnudos, y el calor en sus ojos casi la quemó viva. Un dedo retorció su pezón y ella gritó. Su cabeza bajó. _____ se dio cuenta que este era el momento de la verdad. Si él la besaba de nuevo, se rendiría. Le dolía el cuerpo por el suyo y no pudo llegar a una razón muy buena para parar.
El timbre sonó.
El sonido rebotó en las paredes. Nick saltó y rodó lejos de ella como un político atrapado en medio de un escándalo sexual, murmurando algunas palabras desagradables que ella no sabía que existían.
—¿Estás bien? —preguntó él.
Ella parpadeó ante la actitud reservada de un hombre que hace dos segundos le había arrancado la ropa. Él se abotonó la camisa con calma y esperó por su respuesta. Excepto por el bulto en sus pantalones negros, se veía totalmente inafectado por el episodio. Al igual que lo había estado cuando la había besado en la casa de sus padres.
La comida pesada se tambaleó en su estómago y _____ luchó por dejar atrás la náusea. Tomó una respiración profunda del yoga y se incorporó, tirando hacia abajo su camiseta.
—Por supuesto. Responde a la puerta.
Él la miró fijamente por unos momentos, como si comprobara para ver si creía su fachada, y luego asintió y salió de la habitación.
Ella aplastó los dedos contra sus labios y trató de mantenerlos unidos. Había cometido un error monumental. Obviamente, su celibato reciente había causado que sus hormonas se volvieran locas, hasta que cualquier hombre que la tocara la encendiera como un petardo. Su última declaración brilló en su mente con una finalidad de burla.
Esto no significa nada.
Oyó la conversación en el pasillo. Una morena alta, de piernas largas entró en la habitación con la facilidad de alguien que conocía bien la casa. _____ se quedó mirando a una de las mujeres más hermosas que había visto, obviamente ex de Nick.
Las piernas de la corista comenzaban con tacones de plataforma negros y desaparecían debajo de un par de pantalones de seda. Sus caderas delgadas estaban rodeadas con un cinturón de cadena de plata, y una camiseta metálica elástica moldeaba sus pechos pequeños, profundizándose en el escote y exponiendo la parte superior de sus hombros. Su largo cabello negro caía por su espalda en una masa de ondas perfectas. Ni un rizo encrespado a la vista. Sus ojos eran de un color esmeralda sorprendente, con largas y negras pestañas. Sus labios carnosos partían altos pómulos e irradiaba un aire de elegancia relajada. Miró a su alrededor, a continuación, se centró en _____.
_____supo entonces que iba a vomitar.
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Chicas, lo siento tanto por estar tan desaparecida por aca, pero es que estaba poniendo en mi otra nove y ademas hace tres dias entre al cole y aunque no lo crean ya estoy atareada de cosas D: ademas este es mi ultimo año ya q el prox entro a universidad y diios que nervios yayaya basta de mis cosas personales xdd aqui esta el capitulo :) ahora mismo pongo la segunda parte :)
Última edición por VaaalM el Vie 15 Mar 2013, 4:08 pm, editado 1 vez
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Capitulo 4 [Tercera Parte]
La diosa se volvió hacia Nick con un aire de disculpa. Incluso su voz era un ronco recordatorio del sexo.
—Sólo necesitaba conocerla.
Con horror, se dio cuenta de que Gabriella no sólo se acostó con Nick, sino que en realidad se preocupaba por él. El dolor evidente brillando en esos ojos la acusó de mujer a mujer por robar a su hombre. Parte de ______ observó la escena desde arriba, con humor real. Era como un episodio de The Real Housewives of Nueva York salido terriblemente mal. Por lo menos no era de Jersey Shore. Sus pensamientos locos se dispararon y se agarró a los zarcillos de su cordura.
______ se levantó y miró a la diosa flaca que se erguía sobre ella. Ella se esforzó profundamente por mantener la compostura y fingió que llevaba ropa real y no un equipo de gimnasia.
—Entiendo —dijo formalmente.
—Gabby, ¿cómo conseguiste pasar la seguridad?
Los rizos despeinados ingeniosamente se deslizaron sobre un hombro. Gabriella extendió la mano y presionó algo en la mano de Nick.
—Todavía tenía mi llave y el código de seguridad. Después que dijiste que te ibas a casar, bueno, las cosas se pusieron un poco intensas.
Las palabras golpearon la piel sensible de ______ , como picaduras de avispa. Al diablo con esto. Ella se negó a permitirle a Nick continuar una relación secundaria, cuando habían firmado un contrato. Por lo tanto, tenía que fingir ser la esposa posesiva. Tragó saliva y se obligó a sonreír con tranquilidad a su adversaria.
—Gabriella, lo siento si fuiste lastimada por nuestra decisión. Llegó bastante rápido para nosotros, ya sabes. —Ella se echó a reír y se colocó entre los dos—. Nos conocíamos desde hace años y cuando nos volvimos a encontrar, quedamos atrapados en un torbellino. —Fingió mirar hacia arriba con adoración a su actual marido, aunque le dolían los puños por darle un buen puñetazo. Él deslizó sus brazos alrededor de ella y el calor de su cuerpo quemó a través del material fino de sus pantalones de yoga— . Tengo que pedirte que te vayas. Es nuestra noche de bodas.
Gabriella los estudió con un aire evaluador.
—Extraño que no estuvieran haciendo un viaje a alguna parte... más romántico.
Nick la salvó.
—Tengo obligaciones de trabajo así que retrasamos nuestra escapada a la isla.
Gabriella habló de una manera recortada.
—Está bien. Me iré. Tenía que ver por mí misma, a quien eligió por encima de mí. —Su expresión le dijo a ______ que no entendía la decisión de Nick—. Voy a estar fuera de la ciudad durante un tiempo. Me comprometí a ayudar en Haití con parte de la reconstrucción.
Oh. Dios. Mío. Ella era una persona humanitaria. La mujer parecía perfecta, tenía dinero, y de hecho ayudaba a la gente. El corazón de ______ dio un vuelco. Gabriella se volvió y se centró en la baraja de cartas.
—Hmmm, siempre me gustaron las cartas. Pero no para una noche de bodas.
Gabriella no les dio la oportunidad de responder. Con la gracia de una cobra, se deslizó por la puerta sin mirar atrás.
______ saltó lejos de Nick ante el sonido del clic. Un silencio incómodo se apoderó de la habitación mientras sus pensamientos giraban.
—Lo siento, ______. Nunca me esperé que ella se presentara en mi casa.
La pregunta se levantó desde el fondo. Ella juró que no le preguntaría, pero la batalla corta y sangrienta terminó antes de que comenzara. Las palabras surgieron de sus labios.
—¿Por qué te casaste conmigo y no con ella?
En comparación con Gabriella, ______ carecía en todas las facetas. La novia de Nick era hermosa, elegante y delgada. Ella habló con la inteligencia, se ofrecía voluntariamente para causas nobles, y de hecho se comportó con clase para una mujer despechada. También se preocupaba por Nick. ¿Por qué él tenía que herirla?
Nick dio un paso atrás.
—Eso no importa —dijo con frialdad.
—Necesito saber.
El hielo se deslizó por su espina dorsal cuando captó la resolución en su rostro. El postigo se cerró de golpe, y de repente vio a un hombre con absolutamente ninguna emoción o sentimiento.
—Debido a que ella quería más de lo que puedo darle. Ella quería sentar cabeza y formar una familia.
______ dio un paso atrás.
—¿Qué hay de malo en eso?
—Le dije a Gabriella la verdad desde el principio. No tengo nada permanente. No quiero niños, y nunca voy a ser el tipo de hombre que se establece a largo plazo. Me lo prometí a mí mismo hace años. —Hizo una pausa—. Así que me casé contigo en su lugar.
La sala giró mientras la finalidad de su declaración se apoderó de ella. Su esposo puede experimentar un ataque de pasión. Su contacto puede estar caliente, y sus labios aún más cálidos, pero su corazón estaba tallado en piedra. Nunca dejaría a una mujer entrar, él estaba demasiado dañado para tener una oportunidad. De alguna manera, sus padres lo habían convencido que el amor no existe. Incluso si un débil rayo brillaba en la superficie, todavía creía que no había final feliz. Sólo los niños como bajas y una vida entera de dolor.
¿Cómo podría alguna mujer luchar contra esa dura creencia con alguna esperanza de ganar? Su necesidad de un matrimonio por negocio de repente tenía perfecto sentido.
—¿Estás bien?
Ella decidió terminar la noche con su final. Nick Jonas podría romper su corazón. Una vez más. Tenía que actuar de manera fría y eficiente con el fin de salvar su orgullo.
Y siempre debía mantener su distancia. ______ educó sus facciones para no mostrar nada y empujó el dolor profundo dentro de su cuerpo hasta que fue una apretada bola en su estómago.
—Deja de preguntarme si estoy bien. Por supuesto que estoy bien. Eso sí, no creo que puedas colarte un rapidito con tu ex. Un trato es un trato.
Su rostro se endureció.
—Te di mi palabra, ¿recuerdas?
—También hiciste trampa en el póquer.
El recordatorio de su juego de póquer, que salió mal, hizo que la humillación la quemara atravesándola. Él removió los pies incómodo y metió su mano entre su cabello y ______ supo que el discurso se avecinaba.
—Acerca de lo que sucedió…
Ella se merecía un Premio de la Academia digno de risa.
—Oh, Señor, no vamos a tener una charla sobre eso, ¿verdad? —Ella puso los ojos—. Oye, Nick, tengo que admitir algo. Claro, este matrimonio es un acuerdo comercial, pero yo estaba usando el vestido, y era técnicamente nuestra noche de bodas y... —Ella alzó las manos en señal de rendición—. Me dejé llevar con la idea completa. Solo pasó que tú estabas, bien…
—¿Disponible?
—Estaba pensando más en... a mano. Tú estabas a mano. Esto no significó nada así que vamos a dejar todo el asunto fuera, ¿de acuerdo?
Él la miró con los ojos entrecerrados, abarcando cada rasgo de su rostro. El reloj marcó y ella esperó. Un extraño juego de emociones parpadeaba en sus ojos, hasta que ella juró que la miró con pesar.
Debe haber sido un truco de la luz.
Finalmente, asintió con la cabeza.
—Vamos a echarle la culpa al vino y a la luna llena o algo así.
Ella se dio la vuelta.
—Me voy a la cama. Es tarde.
—Está bien. Buenas noches.
—Buenas noches.
Subió la escalera de caracol y se deslizó bajo las sábanas, porque no quería lavarse los dientes o hacer su rutina de la piel o cambiarse en sus pijamas.
Tiró del suave edredón hasta la barbilla, hundió el rostro en la almohada, y abrazó el sueño, un lugar en el que ella no tenía que pensar o sentir o sufrir.
Nick miró la escalera desierta. El vacío latió en su interior y no tenía ni idea de por qué. Se sirvió el resto del vino en su copa, ajustando el volumen del estéreo, y se instaló en el sofá. La música de ópera se derramó sobre él y calmó sus nervios.
Su casi error se alzaba ante él. Si Gabby no se hubiera presentado, ______ habría estado en su cama. No más matrimonio sencillo.
Estúpido.
¿Cuando tuvo necesidad de que una mujer causara estragos con sus planes? Incluso cuando había cortejado a Gabriella y se habían vuelto íntimos, nunca había estado unido a los resultados. Su objetivo era claro y necesario. Pero incluso eso no fue suficiente para detenerlo una vez que él había conseguido una muestra de ______ McKenzie. Ella destruyó su mente, le hizo reír, y lo tentó con las delicias de su cuerpo sin una sutil y sencilla manipulación. Era diferente de cualquier otra mujer que hubiera conocido, y él quería que se quedara en la categoría de su amiga. La mejor amiga de su hermana. Quería reírse de su pasado, vivir en armonía por un año, y decir adiós con facilidad.
La primera noche pésima que había pasado y le arrancó la camisa.
Apuró la copa de vino y apagó el estéreo. Había que arreglarlo. Ella ya admitió que sólo quería un cuerpo caliente en la cama. Obviamente, no se sentía atraída por él, y probablemente había bebido demasiado vino y quedaron atrapados en la fantasía de la boda. Tal y como admitió. Ella quería el dinero, y echaba de menos el sexo.
Su mente obstinada gritó que no podía reaccionar con tanta pasión a todo hombre que la tocara. Firmemente ignoró la advertencia, se movió desde el sofá, y se dirigió hacia las escaleras hasta su propia cama.
__________
Ahi estan, disfrútenlo :3 se los juro que cuando pueda subire!!!! no la dejare a medias, lo prometo! saluudos<3
La diosa se volvió hacia Nick con un aire de disculpa. Incluso su voz era un ronco recordatorio del sexo.
—Sólo necesitaba conocerla.
Con horror, se dio cuenta de que Gabriella no sólo se acostó con Nick, sino que en realidad se preocupaba por él. El dolor evidente brillando en esos ojos la acusó de mujer a mujer por robar a su hombre. Parte de ______ observó la escena desde arriba, con humor real. Era como un episodio de The Real Housewives of Nueva York salido terriblemente mal. Por lo menos no era de Jersey Shore. Sus pensamientos locos se dispararon y se agarró a los zarcillos de su cordura.
______ se levantó y miró a la diosa flaca que se erguía sobre ella. Ella se esforzó profundamente por mantener la compostura y fingió que llevaba ropa real y no un equipo de gimnasia.
—Entiendo —dijo formalmente.
—Gabby, ¿cómo conseguiste pasar la seguridad?
Los rizos despeinados ingeniosamente se deslizaron sobre un hombro. Gabriella extendió la mano y presionó algo en la mano de Nick.
—Todavía tenía mi llave y el código de seguridad. Después que dijiste que te ibas a casar, bueno, las cosas se pusieron un poco intensas.
Las palabras golpearon la piel sensible de ______ , como picaduras de avispa. Al diablo con esto. Ella se negó a permitirle a Nick continuar una relación secundaria, cuando habían firmado un contrato. Por lo tanto, tenía que fingir ser la esposa posesiva. Tragó saliva y se obligó a sonreír con tranquilidad a su adversaria.
—Gabriella, lo siento si fuiste lastimada por nuestra decisión. Llegó bastante rápido para nosotros, ya sabes. —Ella se echó a reír y se colocó entre los dos—. Nos conocíamos desde hace años y cuando nos volvimos a encontrar, quedamos atrapados en un torbellino. —Fingió mirar hacia arriba con adoración a su actual marido, aunque le dolían los puños por darle un buen puñetazo. Él deslizó sus brazos alrededor de ella y el calor de su cuerpo quemó a través del material fino de sus pantalones de yoga— . Tengo que pedirte que te vayas. Es nuestra noche de bodas.
Gabriella los estudió con un aire evaluador.
—Extraño que no estuvieran haciendo un viaje a alguna parte... más romántico.
Nick la salvó.
—Tengo obligaciones de trabajo así que retrasamos nuestra escapada a la isla.
Gabriella habló de una manera recortada.
—Está bien. Me iré. Tenía que ver por mí misma, a quien eligió por encima de mí. —Su expresión le dijo a ______ que no entendía la decisión de Nick—. Voy a estar fuera de la ciudad durante un tiempo. Me comprometí a ayudar en Haití con parte de la reconstrucción.
Oh. Dios. Mío. Ella era una persona humanitaria. La mujer parecía perfecta, tenía dinero, y de hecho ayudaba a la gente. El corazón de ______ dio un vuelco. Gabriella se volvió y se centró en la baraja de cartas.
—Hmmm, siempre me gustaron las cartas. Pero no para una noche de bodas.
Gabriella no les dio la oportunidad de responder. Con la gracia de una cobra, se deslizó por la puerta sin mirar atrás.
______ saltó lejos de Nick ante el sonido del clic. Un silencio incómodo se apoderó de la habitación mientras sus pensamientos giraban.
—Lo siento, ______. Nunca me esperé que ella se presentara en mi casa.
La pregunta se levantó desde el fondo. Ella juró que no le preguntaría, pero la batalla corta y sangrienta terminó antes de que comenzara. Las palabras surgieron de sus labios.
—¿Por qué te casaste conmigo y no con ella?
En comparación con Gabriella, ______ carecía en todas las facetas. La novia de Nick era hermosa, elegante y delgada. Ella habló con la inteligencia, se ofrecía voluntariamente para causas nobles, y de hecho se comportó con clase para una mujer despechada. También se preocupaba por Nick. ¿Por qué él tenía que herirla?
Nick dio un paso atrás.
—Eso no importa —dijo con frialdad.
—Necesito saber.
El hielo se deslizó por su espina dorsal cuando captó la resolución en su rostro. El postigo se cerró de golpe, y de repente vio a un hombre con absolutamente ninguna emoción o sentimiento.
—Debido a que ella quería más de lo que puedo darle. Ella quería sentar cabeza y formar una familia.
______ dio un paso atrás.
—¿Qué hay de malo en eso?
—Le dije a Gabriella la verdad desde el principio. No tengo nada permanente. No quiero niños, y nunca voy a ser el tipo de hombre que se establece a largo plazo. Me lo prometí a mí mismo hace años. —Hizo una pausa—. Así que me casé contigo en su lugar.
La sala giró mientras la finalidad de su declaración se apoderó de ella. Su esposo puede experimentar un ataque de pasión. Su contacto puede estar caliente, y sus labios aún más cálidos, pero su corazón estaba tallado en piedra. Nunca dejaría a una mujer entrar, él estaba demasiado dañado para tener una oportunidad. De alguna manera, sus padres lo habían convencido que el amor no existe. Incluso si un débil rayo brillaba en la superficie, todavía creía que no había final feliz. Sólo los niños como bajas y una vida entera de dolor.
¿Cómo podría alguna mujer luchar contra esa dura creencia con alguna esperanza de ganar? Su necesidad de un matrimonio por negocio de repente tenía perfecto sentido.
—¿Estás bien?
Ella decidió terminar la noche con su final. Nick Jonas podría romper su corazón. Una vez más. Tenía que actuar de manera fría y eficiente con el fin de salvar su orgullo.
Y siempre debía mantener su distancia. ______ educó sus facciones para no mostrar nada y empujó el dolor profundo dentro de su cuerpo hasta que fue una apretada bola en su estómago.
—Deja de preguntarme si estoy bien. Por supuesto que estoy bien. Eso sí, no creo que puedas colarte un rapidito con tu ex. Un trato es un trato.
Su rostro se endureció.
—Te di mi palabra, ¿recuerdas?
—También hiciste trampa en el póquer.
El recordatorio de su juego de póquer, que salió mal, hizo que la humillación la quemara atravesándola. Él removió los pies incómodo y metió su mano entre su cabello y ______ supo que el discurso se avecinaba.
—Acerca de lo que sucedió…
Ella se merecía un Premio de la Academia digno de risa.
—Oh, Señor, no vamos a tener una charla sobre eso, ¿verdad? —Ella puso los ojos—. Oye, Nick, tengo que admitir algo. Claro, este matrimonio es un acuerdo comercial, pero yo estaba usando el vestido, y era técnicamente nuestra noche de bodas y... —Ella alzó las manos en señal de rendición—. Me dejé llevar con la idea completa. Solo pasó que tú estabas, bien…
—¿Disponible?
—Estaba pensando más en... a mano. Tú estabas a mano. Esto no significó nada así que vamos a dejar todo el asunto fuera, ¿de acuerdo?
Él la miró con los ojos entrecerrados, abarcando cada rasgo de su rostro. El reloj marcó y ella esperó. Un extraño juego de emociones parpadeaba en sus ojos, hasta que ella juró que la miró con pesar.
Debe haber sido un truco de la luz.
Finalmente, asintió con la cabeza.
—Vamos a echarle la culpa al vino y a la luna llena o algo así.
Ella se dio la vuelta.
—Me voy a la cama. Es tarde.
—Está bien. Buenas noches.
—Buenas noches.
Subió la escalera de caracol y se deslizó bajo las sábanas, porque no quería lavarse los dientes o hacer su rutina de la piel o cambiarse en sus pijamas.
Tiró del suave edredón hasta la barbilla, hundió el rostro en la almohada, y abrazó el sueño, un lugar en el que ella no tenía que pensar o sentir o sufrir.
Nick miró la escalera desierta. El vacío latió en su interior y no tenía ni idea de por qué. Se sirvió el resto del vino en su copa, ajustando el volumen del estéreo, y se instaló en el sofá. La música de ópera se derramó sobre él y calmó sus nervios.
Su casi error se alzaba ante él. Si Gabby no se hubiera presentado, ______ habría estado en su cama. No más matrimonio sencillo.
Estúpido.
¿Cuando tuvo necesidad de que una mujer causara estragos con sus planes? Incluso cuando había cortejado a Gabriella y se habían vuelto íntimos, nunca había estado unido a los resultados. Su objetivo era claro y necesario. Pero incluso eso no fue suficiente para detenerlo una vez que él había conseguido una muestra de ______ McKenzie. Ella destruyó su mente, le hizo reír, y lo tentó con las delicias de su cuerpo sin una sutil y sencilla manipulación. Era diferente de cualquier otra mujer que hubiera conocido, y él quería que se quedara en la categoría de su amiga. La mejor amiga de su hermana. Quería reírse de su pasado, vivir en armonía por un año, y decir adiós con facilidad.
La primera noche pésima que había pasado y le arrancó la camisa.
Apuró la copa de vino y apagó el estéreo. Había que arreglarlo. Ella ya admitió que sólo quería un cuerpo caliente en la cama. Obviamente, no se sentía atraída por él, y probablemente había bebido demasiado vino y quedaron atrapados en la fantasía de la boda. Tal y como admitió. Ella quería el dinero, y echaba de menos el sexo.
Su mente obstinada gritó que no podía reaccionar con tanta pasión a todo hombre que la tocara. Firmemente ignoró la advertencia, se movió desde el sofá, y se dirigió hacia las escaleras hasta su propia cama.
__________
Ahi estan, disfrútenlo :3 se los juro que cuando pueda subire!!!! no la dejare a medias, lo prometo! saluudos<3
Última edición por VaaalM el Vie 15 Mar 2013, 4:11 pm, editado 1 vez
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
ahhh Nicholas!!! Porque no quieres comprometerte??
Siguela!!!
Siguela!!!
aranzhitha
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