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Mensaje por F l ♥ r e n c i a. Jue 11 Nov 2010, 12:32 pm

SOS MALA ADE, VOS VISTE TODOS LOS MENSAJES QUE TE DEJAMOS MIENTRAS TENIAS LA COMPU POSEIDA POR EL VIRUS ASHLEY? (?
NOS RECONTRA MERECEMOS EL MARATÓN 8)
F l ♥ r e n c i a.
F l ♥ r e n c i a.


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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por Aly Jue 11 Nov 2010, 12:32 pm

PLIS ADE NO ME HAGAS ESTO!!!
ERES COMO MI HERMANA GIRL!!
Aly
Aly


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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por Aly Jue 11 Nov 2010, 12:32 pm

PASAMOS DE PAGINA...BUENA FLOR!!!!!! =D
Aly
Aly


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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por Aly Jue 11 Nov 2010, 12:35 pm

ade voy a ducharme que mañana hay insti!
que sepas que como escarmiento me voy a suchar con Joe :twisted:
y si veo a nick desnudo , no respondo de mis actos
cuando vuelva quiero ver señales de vida!!!!
Aly
Aly


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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por Invitado Jue 11 Nov 2010, 12:47 pm

S I G U E L A ......

S I G U E L A ......

S I G U E L A .....

:D :D :D :D :D :D
Invitado
avatar


Invitado

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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por andreita Jue 11 Nov 2010, 1:10 pm

karen11 escribió:S I G U E L A ......

S I G U E L A ......

S I G U E L A .....

:D :D :D :D :D :D
andreita
andreita


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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 2:01 pm

ME RINDO!!!

Aly, te pido por favor que si te quieres violar a Joe no lo hagas delante de mis ojos!!!!! Jaaaaaaaaajajajaja eso es demasaido para mi!!!

Flor, lo sé... Se lo merecen pero yo queria leer sus comentarios *__*


Ahora en cuanto prepare el maratón lo subo y espero de todo corazón que comenten porque les subo con todo mi corazon! :D
ForJoeJonas
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Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 2:16 pm

Bueno girls, ya les voy a subir la maratón final de la novela.

Antes de nada les quiero agradecer a todas el que se hayan tomado su tiempo y hayan pasado a leer la novela y que siempre se han mantenido fieles ahí.

No las puedo puedo nombrar a todas porque sinceramente les digo que no me acuerdo del nombre de todas pero si de algunas de ustedes.
Mil gracias a todas. A las lectoras actuales y a las que están por llegar, que espero que disfruten de esta novela que es hermosa.


Mi "GRACIAS" más especial es para el Team RC. ¿Que sería de mi sin mi Flor y mi Fii?
¡Las re quieroooooooooooooo!

Mis españolas, Aly, Alba... Gracias por leer la nove corazoncitos. Estoy contentisíma de conoceros.

A todas las demás... GRACIAS.

A continuación... Maratón final de *~* Un héroe en Nueva York *~*


PD: ¿Nueva novela?
ForJoeJonas
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Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 2:22 pm



~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 2d8q3xu



-Robert -ella luchó con las lágrimas y mantuvo firme la voz-. Sabes que no debes alejarte de mí. Este sitio es muy grande y hay mucha gente. Necesito saber que no vas a irte por ahí.

-Yo no quería. Es que Ricky me ha dicho que era solo un momento. Iba a volver enseguida.

-Las normas son las normas, Robert, y no hay más que hablar.

-Pero mamá...

-Rob -Joe movió al niño entre sus brazos-, nos has dado un buen susto a tu madre y a mí.

-Lo siento -sus ojos se empañaron-. No quería asustarlos.

-No vuelvas a hacerlo -dijo ______ con voz más suave, y le dio un beso en la mejilla-. La próxima vez, irás a la celda de castigo. Eres lo único que tengo, Rob -lo abrazó otra vez. Tenía los ojos cerrados, de modo que no vio que a Joe le cambiaba de pronto la expresión-. No puedo permitir que te pase nada.

-No lo haré más.

«Lo único que tiene», pensó Joe, dejando al niño en el suelo. ¿Tan cabezota era que no podía admitir, ni siquiera para sí misma, que ya tenía alguien más? Se metió las manos en los bolsillos y procuró sofocar su enojo y su dolor. Pronto ______ tendría que hacerle sitio en su vida, o se lo haría él mismo.




Capítulo 11

Joe no sabía si hacía bien manteniéndose alejado de ______ unos días, pero necesitaba algún tiempo. No era su estilo examinarlo y analizarlo todo, sino sentir y actuar. No obstante, nunca habían sido sus sentimientos tan fuertes, ni sus actos tan irreflexivos.

Cuando podía, se sumía en el trabajo y en las fantasías que podía controlar. Cuando no, permanecía solo en su casa, viendo alguna vieja película en la tele u oyendo música en el estéreo a todo volumen. Seguía trabajando en el guión que no sabía si podría hacer, con la esperanza de que el reto que suponía lo disuadiera de subir dos pisos y exigirle a ______ Wallace que entrara en razón.

Ella lo quería y, sin embargo, no lo quería. Se abría a él y, pese a todo, seguía manteniendo cerrada la parte más preciada de su ser. Confiaba en él, pero no lo suficiente como para compartir su vida con él.

«Eres lo único que tengo, Rob». ¿Sería también lo único que quería?, pensaba Joe. ¿Cómo podía una mujer tan lista y generosa basar el resto de su vida en un error que había cometido diez años antes?

La impotencia lo ponía furioso. Ni siquiera en Nueva Orleáns, al tocar fondo, se había sentido impotente. Había afrontado sus limitaciones, las había aceptado y a continuación había canalizado sus talentos en otra dirección. ¿Habría llegado el momento de encarar sus limitaciones respecto a ______?

Se pasaba horas pensando en ello, considerando compromisos para desecharlos luego. ¿Podía hacer lo que ella le pedía, dejar las cosas tal y como estaban? Serían amantes, no se harían promesas, ni hablarían del porvenir. Podían mantener aquella relación mientras no hubiera ni asomo de lazos y ataduras. No, no podía hacer lo que ______ le pedía. Ahora que había encontrado a la única mujer que le importaba, no aceptaría tenerla a medias.

Lo sorprendió verse convertido de pronto en paladín del matrimonio. No podía decir que hubiera conocido muchos pactados en el cielo. Sus padres se llevaban bien. Tenían los mismos gustos, el mismo origen, las mismas miras. Pero Joe no recordaba haber visto nunca pasión entre ellos. Afecto y lealtad, sí, y un frente común contra las ambiciones de su hijo, pero jamás la chispa y el burbujeo de la atracción erótica. Se preguntaba si solo sentía pasión por ______, pero ya sabía la respuesta. Incluso allí sentado, solo, se la imaginaba veinte años después, sentada en el balancín del porche que le había descrito. Se veía envejeciendo a su lado, acumulando recuerdos y costumbres. No estaba dispuesto a perder todo aquello. Por más que le costara, por más obstáculos que tuviera que superar, no lo perdería. Joe se pasó una mano por el pelo y recogió las cajas que tenía que subir dos pisos más arriba.





Ella temía que no apareciera. Se había operado un cambio sutil en él desde la noche que estuvieron en Times Square. Se mostraba extrañamente distante por teléfono y, a pesar de que ella lo había invitado a subir varias veces, siempre ponía alguna excusa.

______ tenía la sensación de que lo estaba perdiendo. Sirvió ponche en vasitos de plástico y se recordó que sabía desde el principio que aquello era temporal. Joe tenía derecho a vivir su vida, a seguir su camino. Ella no podía esperar que aceptara la distancia que se sentía obligada a poner entre los dos, ni que comprendiera la escasez de tiempo y atenciones que podía dedicarle por culpa de Rob y del trabajo. Lo único que podía esperar era que siguieran siendo amigos.

Cielos, cuánto lo echaba de menos... Añoraba hablar con él, reírse juntos, incluso apoyarse, aunque fuera solo un poco.

Dejó la jarra en la mesa y respiró hondo. Todo aquello no importaba. No debía importar en aquel momento. Había diez niños bulliciosos y alegres en la otra habitación. Era responsable de ellos, se dijo. No podía quedarse allí, haciendo inventario de sus errores cuando tenía otras obligaciones.

Al entrar en el cuarto de estar con la bandeja en las manos, dos niños pasaron a toda prisa delante de ella. Otro dos estaban peleándose en el suelo, mientras los demás gritaban para hacerse oír por encima de la música que sonaba en el tocadiscos. ______ ya había notado que uno de los nuevos amigos de Robert llevaba un pendiente de plata y hablaba de chicas con desparpajo. Dejó la bandeja sobre la mesa y miró hacia el techo. «Por favor, dame unos cuantos años más de cómics y mecanos. Aún no estoy preparada para lo demás».

-Descanso para beber -dijo en voz alta-. Michael, ¿por qué no dejas de hacerle llaves a Ernie y bebes un poco de ponche? Rob, dejen al gatito. Se vuelven ariscos si se los toca demasiado.

Robert dejó de mala gana la pequeña bola de pelo blanquinegra en una cesta acolchada.

-Me gusta un montón. Es lo que más me gusta -tomó un vaso de la bandeja-. El reloj también me gusta mucho -extendió el brazo y apretó un botón que cambiaba la hora por el primero de una serie de videojuegos en miniatura.

-Pero no te distraigas jugando con él cuando estés en clase.

Resoplando, varios niños le dieron codazos a Robert. ______ acababa de convencerlos para que se sentaran a jugar a uno de los juegos de mesa de Robert cuando llamaron a la puerta.

-¡Voy yo! -Robert se levantó de un salto y corrió a la puerta. Aún le quedaba un deseo de cumpleaños por cumplir. Y al abrir, se hizo realidad-. ¡Joe! Sabía que vendrías. Mamá decía que seguramente estabas muy ocupado, pero yo sabía que al final vendrías. Me han regalado un gatito. Le he puesto Zark. ¿Quieres verlo?

-En cuanto deje estas cajas -a pesar de que estaba en forma, empezaba a acusar el peso. Dejó las cajas en el sofá y, al darse la vuelta, se encontró con el gatito Zark en las manos. El animal ronroneó y se arqueó bajo sus dedos-. Qué bonito. Habrá que bajar y presentárselo a Tas.

-¿Y si se lo come?

-¿Bromeas? -Joe agarró al gatito bajo el brazo y miró a ______ -. Hola.

-Hola -Joe necesitaba un afeitado y tenía un agujero en la costura del jersey, pero estaba guapísimo-. Ya pensábamos que no venías.

-Dije que estaría aquí y aquí estoy -acarició distraídamente las orejas del gato-. Yo cumplo mis promesas.

-También me han regalado un reloj -Robert alzó el brazo-. Pone la hora y la fecha y todo eso, pero también se puede jugar al buscaminas y al rugby.

-Conque al buscaminas, ¿eh? -Joe se sentó en el brazo del sofá y observó la pantalla del reloj de Robert -. Ya no te aburrirás cuando vayas en el metro, ¿no?

-O al dentista. ¿Quieres jugar?

-Luego. Siento haber llegado tarde. Me he liado en la tienda.

-Da igual. Aún no nos hemos comido la tarta porque estábamos esperando. Es de chocolate.

-Estupendo. ¿No me vas a preguntar por tu regalo?

-Se supone que no debo hacerlo -lanzó una mirada de reojo a su madre, que estaba ocupada intentando evitar que sus amigos se pelearan otra vez-. ¿De verdad me has traído algo?

-No, qué va -riendo al ver su expresión, Joe le revolvió el pelo-. Claro que sí. Está ahí, en el sofá.

-¿Cuál es?

-Todos.

Robert puso los ojos como platos.

-¿Todos?

-Van todos juntos. ¿Por qué no abres ese primero?

Como no tenía tiempo, ni materiales, Joe no había envuelto las cajas en papel de regalo. Apenas se había acordado de tapar con cinta adhesiva la marca y el modelo, pero había disfrutado enormemente de la experiencia, nueva para él, de comprarle regalos a un niño. Robert empezó a abrir la pesada caja de cartón con ayuda de sus amigos más curiosos.

-¡Vaya, un ordenador! -Josh asomó la cabeza por detrás del hombro de Robert -. David Sawyer tiene uno igual. Se puede jugar a un montón de cosas con él.

-Un ordenador... -Robert miró asombrado la caja abierta y se volvió hacia Joe-. ¿De verdad es para mí? ¿Para siempre?

-Pues claro; es un regalo. Aunque espero que me dejes jugar con él de vez en cuando.

-Te lo dejo cuando tú quieras -le rodeó el cuello con los brazos, olvidándose de que sus amigos lo estaba mirando-. Gracias. ¿Podemos conectarlo ahora mismo?

-Creía que nunca lo dirías.

-Rob, tendrás que despejar la mesa de tu habitación. Esperen -añadió ______ cuando los niños echaron a correr hacia el cuarto de Robert -. Eso no significa que lo tiren todo al suelo, ¿vale? Haganlo con cuidado, y Joe y yo llevaremos el ordenador.

Se alejaron entre gritos de guerra y ______ pensó que durante algún tiempo se encontraría sorpresas bajo la cama y la alfombra de Robert. Pero se preocuparía por eso más tarde. En ese momento, cruzó la habitación y se acercó a Joe.

-Eres muy generoso.

-Robert es un chico muy listo. Necesita uno de estos.

-Sí -miró las cajas todavía cerradas-. Quería comprarle uno, pero no me decidía.

-No pretendía ser una crítica, ______.

-Lo sé -se mordió el labio, evidenciando su nerviosismo-. También sé que este no es momento de hablar. Y que tenemos que hacerlo. Pero, antes de llevar esto al cuarto de Rob, quiero decirte que me alegro mucho de que estés aquí.

-Aquí es donde quiero estar -le pasó un dedo por la mandíbula-. En algún momento tendrás que hacerte a la idea.

Ella tomó su mano y le besó la palma.

-Puede que no sientas lo mismo después de pasar un rato con un montón de niños de diez años -sonrió al oír un ruido en la habitación de Robert -. ¿Estás preparado?

El ruido fue seguido de un tumulto de voces que discutían apasionadamente.

-Adelante.

-Vale -______ respiró hondo y alzó la primera caja.





La fiesta se había acabado. El último niño invitado acababa de irse con sus padres. Un extraño y maravilloso silencio había caído sobre la habitación. ______ permanecía sentada en una silla, con los ojos entrecerrados, mientras Joe yacía tumbado en el sofá, con los suyos completamente cerrados. En el silencio, podía oír el tecleteo del ordenador nuevo de Robert y los maullidos de Zark, acurrucado en el regazo de su hijo. Exhalando un suspiro de satisfacción, observó el cuarto de estar.

Estaba manga por hombro. Por todas partes había tirados vasos y platos de plástico. Había restos de patatas fritas y ganchitos en los cuencos, pero, sobre todo, pisoteados en la alfombra. Entre los juguetes considerados dignos de atención por los niños había esparcidos jirones de papel de regalo. ______ no quería ni imaginarse cómo estaría la cocina.

Joe abrió un ojo y la miró.

-¿Hemos ganado?

-Absolutamente -______ se levantó con desgana-. Ha sido una victoria brillante. ¿Quieres una almohada?

-No -tomándola de la mano, tiró de ella para que se sentara a su lado.

-Joe, Robert está...

-Jugando con el ordenador -dijo él, besándole suavemente el labio inferior-. Apuesto a que acabará derrumbándose e instalando los programas educativos antes de acostarse.

-Ha sido una gran idea mezclárselos con los otros.

-Es que soy un chico muy listo -la tomó en sus brazos, y ella se recostó en la curva de su hombro-. Además, imaginé que te convencería el lado práctico del aparato, y que Rob y yo podríamos jugar tranquilos.

-Me extraña que tú no tengas uno.

-La verdad es que... cuando he ido a comprárselo a Rob me ha gustado tanto que he comprado dos. Para equilibrar mis cuentas domésticas -dijo al ver que ______ lo miraba, sorprendida-. Y modernizar mi sistema de archivos.

-Tú no tienes sistema de archivos.

-¿Lo ves? -apoyó la mejilla en su pelo-. ______, ¿sabes cuál es uno de los diez mejores inventos de la civilización?

-¿El horno microondas?

-La siesta. Y este sofá es comodísimo.

-Necesita un buen tapizado.

-Pero cuando estás tumbado, no se nota -la enlazó por la cintura-. Échate conmigo un rato.

-Tengo que recoger todo esto -pero se le cerraban los ojos.

-¿Por qué? ¿Esperas a alguien?

-No. Pero ¿tú no tienes que bajar a sacar a Tas?

-Le di a Ernie un par de pavos para que le diera un paseo.

______ se acurrucó en su hombro.

-Qué listo eres.

-Ya te lo decía yo.

-Yo ni siquiera he pensado en la cena -murmuró ella mientras empezaba a adormecerse.

-Podemos comemos la tarta.

Sonriendo, ella se sumió en el sueño a su lado.

Robert entró en la habitación un momento después, con el gatito enroscado entre sus brazos. Quería decirles cuál había sido su última puntuación, pero se quedó de pie delante del sofá, acariciando las orejas del gato, observando a su madre y a Joe pensativamente. A veces, cuando tenía una pesadilla o estaba malo, su madre dormía con él. Y eso siempre hacía que se sintiera mejor. Tal vez dormir con Joe hacía que su madre se sintiera mejor.

Se preguntaba si Joe quería a su madre. Le daba un cosquilleo en el estómago cuando lo pensaba. Quería que Joe se quedara y fuera su amigo. Si se casaban, ¿significaría eso que acabaría marchándose? Tenía que preguntarlo, decidió. Su madre siempre le decía la verdad. Cambiándose el gatito de brazo, tomó un cuenco con patatas y se lo llevó a la habitación.
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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 2:23 pm



Era casi de noche cuando ______ se despertó. Al abrir los ojos, se encontró con los de Joe. Parpadeó, intentando orientarse. Entonces él la besó, y ella lo recordó todo.

-Debemos de haber dormido una hora -murmuró.

-Casi dos. ¿Qué tal estás?

-Aturdida. Siempre me siento aturdida si duermo durante el día -se desperezó y oyó reír a Robert en su cuarto-. Debe de estar aún con el ordenador. Creo que nunca lo he visto tan feliz.

-¿Y tú? ¿Eres feliz?

-Sí -trazó la línea de sus dedos con la punta del dedo-. Soy feliz.

-Si estás aturdida y eres feliz, puede que este sea el momento perfecto para pedirte otra vez que te cases conmigo.

-Joe...

-¿No? Está bien, esperaré hasta que pueda emborracharte. ¿Queda algo de tarta?

-Un poco. ¿No estás enfadado?

Joe se pasó las manos por el pelo y se sentó.

-¿Por qué?

______ le puso las manos sobre los hombros y apoyó la mejilla contra la de él.

-Siento no poder darte lo que quieres.

Joe la apretó entre sus brazos. Luego, con un esfuerzo, la soltó.

-Bien. Eso significa que vas cambiando de opinión. Yo quiero una boda por todo lo alto.

-¡Joe!

-¿Qué?

Ella se apartó y sacudió la cabeza, conteniendo una sonrisa.

-Nada. Creo que es mejor no decir nada. Anda, come un poco de tarta. Yo voy a recogerlo todo.

Joe observó la habitación, que, en su opinión, se encontraba en un estado aceptable.

-¿De verdad quieres limpiarlo esta noche?

-¿No querrás que lo dejé así hasta mañana? -dijo ella, y luego se detuvo-. Olvídalo. No me acordaba de con quién estaba hablando.

Joe achicó los ojos.

-¿Insinúas que soy desordenado?

-No, qué va. Estoy segura de que la decoración tipo basurero tiene su atractivo. Desde luego, a ti te encanta -empezó a recoger los platos de papel-. Será por haber tenido criadas de pequeño.

-La verdad es que es por no haber podido desordenar nunca mi cuarto de pequeño. Mi madre no soportaba el desorden -a él siempre le había gustado, pero ver limpiar a ______ también tenía su atractivo-. En mi décimo cumpleaños, contrató a un mago. Nos sentamos en sillitas plegables; los niños, con traje; las niñas, con vestiditos de organdí, y contemplamos la actuación. Luego se sirvió un almuerzo ligero en la terraza. Había tantos sirvientes alrededor que, cuando acabó la fiesta, no había ni una sola miga que recoger. Supongo que ahora intento resarcirme y se me va la mano.

-Puede que un poquito -ella le besó en ambas mejillas. Qué hombre tan extraño era, pensó. Tan tranquilo y espontáneo por un lado, y tan atormentado por otro. Ella estaba convencida de que la infancia afectaba a la vida adulta, incluso hasta la vejez. Era la fuerza de ese convencimiento lo que la impulsaba a hacer cuanto podía por Robert -. Tienes derecho a tu desorden, Joe. No permitas que nadie te lo quite.

Él le besó la mejilla.

-Supongo que tú también tienes derecho a tu limpieza y tu orden. ¿Dónde está la aspiradora?

Ella se retiró, frunciendo el ceño.

-¿Sabes lo que es una aspiradora?

-Muy graciosa -le dio un pellizco justo de bajo de las costillas. ______ se apartó, chillando-. Ah, conque tienes cosquillas, ¿eh?

-Ni se te ocurra -le advirtió ella, levantando el montón de platos de plástico como un escudo-. No quiero hacerte daño.

-Vamos -él se agachó como un luchador-. A tres asaltos.

-Te lo advierto -percibiendo el brillo de sus ojos, retrocedió a medida que él avanzaba-. Puedo ponerme violenta.

-¿Me lo prometes? -se abalanzó hacia ella, inclinándose hacia su cintura. ______ alzó instintivamente los brazos. Los platos, manchados de tarta y helado, le dieron de lleno en la cara-. Oh, Dios -riendo a carcajadas, ______ se dejó caer en una silla que había tras ella. Abrió la boca para hablar, pero volvió a retorcerse de risa.

Joe se pasó muy despacio una mano por la cara y observó el churrete de chocolate. Al verlo, ______ cruzó los brazos sobre la tripa y, sin poder contenerse, soltó otra carcajada.

-¿Qué pasa? -Robert entró en el cuarto de estar y miró extrañado a su madre. ______ señaló con el dedo. Robert alzó los ojos y se quedó mirando fijamente a Joe-. Vaya -hizo girar los ojos y empezó a reírse-. La hermana de Mike siempre se mancha la cara de comida. Pero solo tiene dos años.

______, que había logrado recuperar el control, rompió de nuevo a reír. Atragantándose por la risa, atrajo a Robert hacia sí.

-Ha sido... ha sido un accidente -logró decir, y volvió a reírse.

-Ha sido una puñalada trapera -dijo Joe-. Y exige una repuesta inmediata.

-No, por favor -______ extendió una mano, aunque sabía que estaba demasiado débil para defenderse-. Lo siento, lo juro. Ha sido un reflejo, nada más.

-Y esto también -él se acercó y, aunque ella bajó la cabeza detrás de Robert , consiguió alcanzarla y la besó. Besó su boca, su nariz, sus mejillas, mientras ella reía y forcejeaba. Cuando acabó, había conseguido transferir buena parte del chocolate a su cara. Robert echó un vistazo a su madre y se deslizó hasta el suelo, partiéndose de risa.

-Estás loco -dijo ella mientras se limpiaba el chocolate con el dorso de la mano.

-Y tú estás preciosa llena de chocolate, ______.



Tardaron más de una hora en ponerlo todo de nuevo en orden. Por votación popular, acabaron compartiendo una pizza como la noche que se conocieron, y después pasaron el resto de la noche probando los regalos de cumpleaños de Robert. Cuando este comenzó a dar cabezadas sobre el teclado del ordenador, ______ logró convencerlo para que se fuera a la cama.

-Menudo día -______ dejó el gatito en su cesto a los pies de la cama de Robert y salió al pasillo.

-Yo diría que recordará siempre este cumpleaños.

-Yo también -se llevó una mano al cuello, que notaba ligeramente tenso, y se lo frotó-. ¿Te apetece una copa de vino?

-Yo la sirvo -la llevó hacia el cuarto de estar-. Tú siéntate.

-Gracias -______ se dejó caer en el sofá, estiró las piernas y se quitó los zapatos. Sí, sin duda recordaría aquel día. Y en algún momento durante su transcurso había llegado a la conclusión de que también podía tener una noche que recordar.

-Aquí tienes -Joe le alcanzó una copa de vino y se deslizó a su lado en el sofá. Sujetando su copa con una mano, hizo que ______ se moviera para apoyarse contra él.

-Qué bien se está -ella dio un suspiro y se llevó la copa a los labios.

-Sí, se está muy bien -se inclinó y le besó suavemente el cuello-. Ya te he dicho que este sofá era muy cómodo.

-A veces se me olvida lo que es relajarse así. Todo está hecho; Robert se ha ido a la cama feliz y mañana es domingo y no hay nada urgente en que pensar.

-¿No te apetece salir por ahí a bailar y divertirte?

-No -ella estiró los hombros-. ¿Y a ti?

-Yo estoy bien aquí.

-Entonces, quédate -ella apretó los labios un momento-. Quédate esta noche.

Él guardó silencio. Dejó de masajearle suavemente el cuello y luego empezó de nuevo, muy despacio.

-¿Estás segura de que es lo que quieres?

-Sí -respiró hondo y se volvió para mirarlo-. Te echaba de menos. Quisiera saber qué está bien y qué mal, qué es lo mejor para todos nosotros. Pero de lo que estoy segura es de que te echaba de menos. ¿Vas a quedarte?

-No vaya ir a ninguna parte.

Ella se recostó contra él, alborozada. Durante largo tiempo permanecieron como estaban, medio soñando, en silencio, con la luz de la lámpara brillando suavemente tras ellos.

-¿Sigues trabajando en el guión? -preguntó ella al cabo de un rato.

-Mmm-hmm -Joe pensó que podía acostumbrarse a aquello, a tener a ______ acurrucada a su lado de noche, al fulgor de la lámpara, con el olor de su pelo invadiéndole los sentidos-. Tenías razón. Me habría odiado a mí mismo si no hubiera intentado escribirlo. Supongo que tenían que pasárseme los nervios.

-¿Nervios? -ella sonrió-. ¿Tú?

-Me pongo muy nervioso cuando me pasa algo extraño o importante. La primera vez que hice el amor contigo, estaba como un flan.

Aquello sorprendió a ______ y, al mismo tiempo, hizo aún más dulce el recuerdo de aquella noche.

-No se notaba.

-Créeme, te lo garantizo -él acarició la parte exterior de su muslo levemente, con una naturalidad que resultaba seductora-. Temía meter la pata y echar a perder lo más importante que me había pasado en la vida.

-No metiste la pata. Hiciste que me sintiera muy especial.

Ella se levantó y le tendió la mano. Apagó las luces y se fueron a la habitación.

Joe cerró la puerta. ______ abrió la cama. Él sabía que podía ser así cada noche, el resto de sus días. Ella estaba a punto de creerlo también. Él lo sabía, lo vio en sus ojos cuando se acercó a ella. ______ lo miró fijamente mientras él le desabrochaba la blusa.

Se desnudaron en silencio, pero el aire ya había empezado a zumbar. Aunque sus nervios se habían calmado, el deseo parecía más afilado que nunca. Ya sabían lo que podían darse el uno al otro. Se deslizaron juntos en la cama y se abrazaron.

Era tan delicioso el modo en que Joe la rodeaba con sus brazos para atraerla hacia sí, cómo se encontraban sus cuerpos, mezclando su calor... Ella ya conocía el tacto de su cuerpo, su firmeza, su fortaleza. Sabía lo fácilmente que se amoldaba su cuerpo al de él. Echó la cabeza hacia atrás y, con los ojos fijos en él, le ofreció la boca. Besar a Joe era como deslizarse por un río fresco hacia el agua blanca y bullente del mar.

De la garganta de Joe surgió un profundo gemido al sentir que ______ se apretaba contra su cuerpo. Ella seguía siendo tímida, pero ya no se mostraba vacilante ni reservada. Ya no había en ella más que dulzura y ofrenda.

Así era siempre que se encontraban. Delicioso, sorprendente, maravilloso. Joe puso la mano tras su nuca y ella se inclinó sobre él. La lengua de ______ conservaba aún la leve aspereza del vino. Joe la saboreó mientras ella exploraba su boca. Él sentía en el interior de ______ una audacia que antes no estaba allí, una confianza nueva que la impulsaba a venir a él con sus propias exigencias y deseos. Su corazón estaba abierto, pensó Joe mientras ella besaba ávidamente su garganta. Y ella se sentía libre. Eso era lo que él quería: que se sintiera libre. Que ambos se sintieran libres. Con algo parecido a una risa, se colocó sobre ella y comenzó a arrastrarla a la locura.

Ella no lograba saciarse de él. Pasaba las manos y la boca frenéticamente por su cuerpo, casi con ferocidad, pero no conseguía colmar aquella ansia. ¿Cómo iba a saber que un hombre podía ser tan excitante, tan delicioso? ¿Cómo iba a saber que el olor de su piel haría que la cabeza le diera vueltas y que sus deseos se aguzaran? Con solo oír que murmuraba su nombre, su ansia se encendía.

Entrelazados, rodaron sobre las sábanas, enredándose en la manta, apartándola a un lado porque hacía rato que no necesitaban su calor. Él se movía tan rápido como ella, descubriendo nuevos secretos para deleitarla y atormentarla. Ella lo oyó susurrar su nombre mientras llenaba de besos su pecho. Sintió que su cuerpo se tensaba y se arqueaba al mover las manos más abajo.

Tal vez aquel poder siempre había estado dentro de ella, pero ______ estaba segura de que había surgido aquella noche. El poder de excitar a un hombre más allá de las formas civilizadas y, quizá, también más allá de la cordura. De cualquier modo, se sintió arrastrada por el placer cuando Joe la atrapó bajo su cuerpo y dejó que el deseo tomara las riendas.

La boca de él, caliente y ávida, recorría su cuerpo. Exigencias, promesas y súplicas giraban como un torbellino en la cabeza de ______, pero no podía hablar. Hasta el aliento le faltaba mientras él seguía impulsándola más y más alto. Se aferró a él con todas sus fuerzas, como si fuera un salvavidas en medio del mar embravecido.

Luego, los dos se hundieron.
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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 2:25 pm



~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 2d8q3xu



Capítulo 12

El cielo estaba nublado y amenazaba con nieve. Adormilada, ______ dejó de mirar la ventana y extendió el brazo hacia Joe. La cama a su lado estaba revuelta, pero vacía.

¿Se había ido durante la noche?, se preguntó pasando la mano por las sábanas donde él había dormido. Al principio, sintió desilusión. Habría sido tan agradable despertarse con él por la mañana... Luego, retiró la mano y se la puso bajo la mejilla.

Quizá fuera mejor así. No sabía cómo habría reaccionado Robert. Y, si al despertarse hubiera tenido allí a Joe, sin duda cada vez le habría sido más difícil no invitarlo a pasar la noche. Solo ella sabía lo mucho que se había esforzado para no tener que necesitar a nadie. Ahora, después de tantos años de lucha, empezaba a ver progresos reales. Había logrado darle a Robert un buen hogar, en un barrio agradable, y tenía un trabajo sólido y bien remunerado. Seguridad, estabilidad. No podía arriesgar de nuevo todas aquellas cosas por el embrollo sentimental que suponía depender de alguien. Y, sin embargo, ya empezaba a depender de Joe, pensó retirando las mantas. Por más que la razón le decía que era mejor que se hubiera ido, lamentaba que no estuviera allí. Y lamentaba, mucho más de lo que él se imaginaba, ser suficientemente fuerte como para mantenerse apartada de él.

Se puso la bata y fue a ver si Robert quería desayunar. Los encontró juntos, inclinados sobre el teclado del ordenador, mientras lucecitas de colores explotaban en la pantalla.

-Este chisme falla -dijo Joe-. Ese tiro era mortal.

-Te has pasado un kilómetro.

-Le voy a decir a tu madre que necesitas gafas. Mira, esto es directamente un boicot. ¿Cómo voy a concentrarme con este estúpido gato mordisqueándome los pies?

-No sabes jugar -dijo Robert altanero, cuando la última nave de Joe cayó derrotada.

-¿Que no sé jugar? Yo te enseñaré si sé jugar -agarró a Robert y, levantándolo, le dio la vuelta-. A ver, ¿qué dices ahora? ¿Falla el aparato o no?

-No -riendo, Robert apoyó las manos en el suelo-. A lo mejor eres tú quien necesita gafas.

-Voy a tener que soltarte. No me dejas elección. Ah, hola ______ -agarrando las piernas de Robert con un brazo, le sonrió.

-¡Hola, mamá! -aunque se estaba poniendo rojo, Robert parecía encantado cabeza abajo-. Le he ganado tres veces. Pero en realidad no está enfadado.

-¿Cómo que no? -Joe lo levantó y lo dejó caer suavemente sobre la cama-. Me siento humillado.

-Le he dado una paliza -dijo Robert con satisfacción.

-No puedo creer que me lo haya perdido -ella les ofreció una sonrisa cautelosa. Robert parecía contento de que Joe estuviera allí. En cuanto a ella, le costaba mucho esfuerzo sofocar la alegría-. Supongo que después de tres grandes batallas, querréis desayunar.

-Ya hemos comido -Robert se inclinó hacia el suelo para recoger al gatito-. Le he enseñado a Joe a hacer tostadas francesas. Dice que están muy ricas.

-Eso ha sido antes de que me timaras.

-Yo no te he timado -Robert rodó sobre la cama y se colocó al gato sobre la tripa-. Joe ha fregado la sartén y yo la he secado. Íbamos a prepararte a ti una, pero como seguías durmiendo...

La idea de que los dos hombres de su vida trastearan en la cocina mientras ella dormía la dejó confundida.

-Supongo que no esperaba que se levantaran tan pronto.

Joe se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros.

-______ siento decirte esto, pero son más de las once

-¿Las once?

-Sí. ¿Qué tal si comemos?

-Bueno, yo...

-Piénsatelo. Supongo que debería bajar y ocuparme de Tas.

-Lo haré yo -Robert se levantó y empezó a dar brincos-. Puedo darle la comida y sacarlo a dar un paseo. Sé hacerlo, tú me enseñaste.

-Por mí, bien. ¿Tú qué dices, ______?

Ella aún estaba aturdida.

-De acuerdo. Pero abrígate.

-Sí -Robert recogió su chaqueta-. ¿Puedo traer a Tas cuando vuelva? Aún no conoce a Zark.

______ miró la pequeña pelota de pelo, pensando en los grandes colmillos blancos de Tas.

-No creo que a Tas le apetezca mucho conocer a Zark.

-A Tas le encantan los gatos -le aseguró Joe, recogiendo del suelo el gorro de esquí de Robert -. Y no lo digo en el sentido gastronómico, claro -se metió la mano en el bolsillo para sacar las llaves.

-Ten cuidado -le dijo ella a Robert cuando este salió agitando las llaves de Joe. La puerta se cerró con un golpe.

-Buenos días -dijo Joe, envolviéndola en sus brazos.

-Buenos días. Podías haberme despertado.

-Me dieron ganas -le pasó las manos por la espalda-. Iba a hacer café y a llevarte una taza. Pero Robert se levantó y, casi sin darme cuenta, me encontré batiendo huevos.

-Y... ¿no le extrañó que estuvieras aquí?

-No -la besó en la punta de la nariz. Luego, apretándola contra su costado, la condujo a la cocina-. Apareció cuando estaba calentando el agua y me preguntó si iba a preparar el desayuno. Tras una breve negociación, decidimos que él era el más cualificado de los dos. Todavía queda un poco de café, pero creo que será mejor que lo tiremos y hagamos más.

-Seguro que está bueno.

-Me encanta la gente optimista.

Ella estuvo a punto de sonreír mientras abría el frigorífico para sacar la leche.

-Pensaba que te habías ido.

-¿Habrías preferido que me fuera?

Ella sacudió la cabeza, pero no lo miró.

-Esto es muy duro, Joe. Cada vez es más duro.

-¿El qué?

-Intentar no querer que estés aquí, así, todo el tiempo.

-Di una sola palabra y me mudaré con perro y todo.

-Ojalá pudiera. De verdad, ojalá. Joe, esta mañana, al entrar en el cuarto de Rob y verlos juntos, he sentido que algo encajaba. Me he quedado allí, pensando que podría ser así siempre.

-Y así será, ______.

-Tú estás muy seguro -sonriendo, ella se dio la vuelta y apoyó las manos sobre la encimera-. Estás absolutamente seguro, y casi desde el principio. Tal vez sea eso lo que me asusta.

-Cuando te vi, ______, sentí que una lucecita se encendía para mí -se acercó a ella y le puso las manos sobre los hombros-. No siempre he tenido claro qué quería en la vida, y a veces las cosas no han salido como yo esperaba, pero contigo estoy seguro -apretó los labios contra su pelo-. ¿Me quieres, ______?

-Sí -con una largo suspiro, ella cerró los ojos-. Sí, te quiero.

-Entonces, cásate conmigo -la obligó suavemente a girarse para mirado cara a cara-. No te pido que cambies nada, salvo de apellido.

Ella deseaba creerlo, creer que era posible emprender una nueva vida una vez más. El corazón le martilleaba contra las costillas cuando rodeó a Joe con los brazos. «Aprovecha la oportunidad», parecía decide. «No rechaces el amor». Sus dedos se tensaron-. Joe, yo... -sonó el teléfono, y ______ dejó escapar el aliento que había estado conteniendo- Lo siento.

-Yo también -musitó él, pero la soltó.

A ______ aún le temblaban las piernas cuando descolgó el teléfono, colgado de la pared.

-¿Diga? -el aturdimiento se disipó de repente. Y con él, la alegría-. Steven...

Joe se dio la vuelta rápidamente. La voz de ______ era tan suave y firme como su mirada. Pero se había enroscado el cordón del teléfono alrededor de la mano, como si quisiera anclarse.

-Bien -dijo ella-. Estamos los dos bien. ¿Florida? Creía que estabas en San Diego.

Había vuelto a mudarse, pensó ______ mientras escuchaba aquella voz familiar e inquieta, como siempre. Escuchaba con fría paciencia mientras Steven le contaba lo bien que le iban las cosas.

-Rob no está en este momento -le dijo, aunque él no se lo había preguntado-. Si quieres felicitarlo por su cumpleaños, le diré que te llame -hubo una pausa, y Joe notó que su mirada cambiaba, y que la rabia se apoderaba de ella-. Ayer -ella apretó los dientes y dejó escapar entre ellos un largo suspiro-. Tiene diez, Steven. Los cumplió ayer. Sí, estoy segura de que te cuesta hacerte a la idea.

Guardó silencio de nuevo y escuchó. Una rabia sorda se le había alojado en la garganta. Cuando volvió a hablar, su voz sonó hueca.

-Felicidades. ¿Que si me parece mal? -se echó a reír, sin importarle lo que pensara-. No, Steven, me da absolutamente igual. Está bien, buena suerte. Lo siento, no puedo mostrar más entusiasmo. Le diré a Robert que has llamado.

Colgó, reprimiendo cuidadosamente las ganas de estrellar el teléfono. Lentamente desenroscó el cable que empezaba a clavársele en la mano.

-¿Estás bien?

Ella asintió y, acercándose a la cocina, se sirvió un café que no le apetecía.

-Llamaba para decir que va a volver a casarse. Creía que iba a importarme.

-¿Y te importa?

-No -dio un sorbo de café solo. Su amargor le sentó bien-. Lo que haga me trae sin cuidado desde hace años. Ni siquiera sabía que era el cumpleaños de Robert -la rabia subió bullendo a la superficie, por más que se esforzaba por sofocarla-. Ni siquiera sabe cuántos años tiene -dejó la taza bruscamente y el café se derramó-. Robert dejó de existir para él en cuanto salió por la puerta. Lo único que tuvo que hacer fue cerrarla tras él.

-¿Y eso qué importa ahora?

-Robert es su hijo.

-No -Joe sintió que la furia se apoderaba de él-. Eso es algo de lo que tienes que olvidarte. Acéptalo de una vez. Ese hombre no hizo más que engendrar a Robert. Y eso no conlleva automáticamente ningún lazo afectivo.

-Tiene una responsabilidad.

-Pero no la quiere, ______ -intentando conservar la paciencia, la tomó de las manos-. Se ha desvinculado absolutamente de Rob. No es nada admirable, y desde luego no lo ha hecho por el bien de su hijo. Pero ¿preferirías que entrara y saliera de la vida de Robert cuando se le antojara, dejando al chico confundido y dolido?

-No, pero...

-Quieres que se preocupe, y no se preocupa -aunque ella no apartó las manos, Joe notó un cambio-. Te estás alejando de mí.

Era cierto. Lo lamentaba, pero no podía evitarlo.

-No quiero hacerlo.

-Pero lo haces -esa vez, fue él quien se apartó-. No ha hecho falta más que una llamada.

-Joe, por favor, intenta comprenderlo.

-Eso hago -su voz parecía tener un filo que ______ no había oído nunca-. Ese hombre te dejó, y eso duele, pero pasó hace mucho tiempo.

-No es por el dolor que me causó -dijo ella, pasándose una mano por el pelo-. O puede que sí, en parte. No quiero volver a pasar por eso nunca más, por ese miedo, por esa sensación de vacío. Yo lo quería. Tienes que comprender que tal vez fuera joven y estúpida, pero lo quería.

-Nunca lo he dudado -dijo él, aunque no le gustara oírlo-. Una mujer como tú no hace promesas a la ligera.

-No. Cuando las hago, procuro cumplirlas -tomó de nuevo la taza de café con ambas manos, para calentárselas-. No sabes cuánto deseaba salvar mi matrimonio, lo mucho que lo intenté. Cuando me casé con Steven, renuncié a una parte de mí misma. Me dijo que íbamos a mudamos a Nueva York, que haríamos las cosas a lo grande, y me fui con él. Dejar mi casa, mi familia y mis amigos fue lo peor que he hecho nunca, pero me fui porque él quería. Casi todo lo que hice durante nuestro matrimonio lo hice porque él quería. Y porque era más fácil seguirle la corriente que negarme. Construí mi vida alrededor de la suya. Luego, a los veinte años, descubrí que no tenía vida en absoluto.

-Y te hiciste una para Robert y para ti. Tienes derecho a sentirte orgullosa de ello.

-Lo estoy. Me ha costado ocho años, ocho años, sentir que vuelvo a pisar terreno firme. Y ahora apareces tú.

-Ahora aparezco yo -dijo él lentamente, mirándola-. Y no te quitas de la cabeza la idea de que socavaré el suelo bajo tus pies otra vez.

-No quiero convertirme en esa mujer otra vez -dijo ella desesperadamente, buscando respuestas mientras intentaba hacerle comprender-. Una mujer que concentra todas sus metas y sus deseos alrededor de otra persona. Esta

vez, si me encontrara sola de nuevo, no sé si podría soportarlo.

-Escúchate a ti misma. ¿Prefieres quedarte sola a arriesgarte a que las cosas no funcionen cincuenta años? Mírame bien, ______. Yo no soy Steven Wallace. No te estoy pidiendo que te entierres para hacerme feliz. Te quiero tal y como eres ahora, y quiero pasar mi vida contigo.

-Las personas cambian, Joe.

-Y pueden cambiar juntas -respiró hondo-. O separadas. ¿Por qué no me dices qué quieres hacer cuando por fin te aclares?

Ella abrió la boca y volvió a cerrarla al ver que él se alejaba. No tenía derecho a pedirle que volviera.



No podía quejarse, se decía Joe mientras, sentado ante su ordenador nuevo, jugueteaba con la siguiente escena del guión. El trabajo iba mejor de lo que esperaba... y más rápido. Le estaba resultando fácil sumirse en las tribulaciones de Zark y olvidarse de sus problemas.

En ese momento, Zark estaba esperando junto a la cama de Leilah, rezando porque sobreviviera al raro accidente que había dejado intacta su belleza, pero dañado su cerebro. Naturalmente, cuando se despertara, sería una extraña. La que había sido su mujer durante dos años se convertiría en su peor enemigo, y su mente, tan brillante como siempre, se volvería malvada y retorcida. Los planes y los sueños de Zark quedarían destruidos para siempre. Galaxias enteras estarían en peligro.

-¿Tú crees tener problemas? -masculló Joe-. Pues a mí las cosas no me van como la seda, precisamente.

Achicando los ojos, observó la pantalla. La ambientación era buena, pensó pasando a la página anterior. No le costaba imaginarse aquella habitación de hospital del siglo XXIII. Tampoco le costaba imaginarse la angustia de Zark, ni la locura que empezaba a germinar en el cerebro adormecido de Leilah. Lo que le costaba imaginarse era su vida sin ______.

-Idiota -a sus pies, el perro bostezó, dándole la razón-. Debería bajar a ese maldito banco y sacarla a rastras. A ella le encantaría, ¿a que sí? -dijo riendo mientras se apartaba de la máquina y se desperezaba-. Apuesto a que sí -siguió dándole vueltas a aquella posibilidad y, al final, se sintió incómodo-. Podría hacerlo, pero seguramente los dos lo lamentaríamos. No hay mucho que hacer, salvo razonar, y eso ya lo he hecho. ¿Qué haría Zark?

Joe se recostó en la silla y cerró los ojos. Zark, aquel héroe con ribetes de santo, ¿se resignaría? ¿Como defensor de la ley y la justicia se retiraría graciosamente? No, decidió Joe. En lo tocante al amor, Zark era un pardillo. Leilah seguiría arrojándole polvo astral en la cara, y él seguiría empeñado en recuperarla.

Por lo menos, ______ no había intentado envenenarlo con gas nervioso. Leilah había intentado eso y mucho más, y Zark seguía loco por ella.

Joe observó el póster de Zark que había pegado en la pared para inspirarse.

«Estamos en el mismo barco, amigo, pero yo tampoco pienso sacar los remos y empezar a bogar. Y ______ va a encontrarse metida en aguas turbulentas».

Miró el despertador de la mesa, pero entonces recordó que se había parado dos días antes. Estaba seguro de haber mandado su reloj de pulsera a la lavandería, junto con los calcetines. Como quería saber cuánto tiempo faltaba para que ______ llegara a casa, entró en el cuarto de estar. Allí, sobre la mesa, había un antiguo reloj de repisa de chimenea al que le tenía tanto cariño que incluso se acordaba de darle cuerda. Mientras lo miraba, oyó a Robert en la puerta.

-Justo a tiempo -dijo al abrir-. A ver cuánto frío hace -frotó las mejillas de Robert con los nudillos-. Dos grados.

-Hace sol -dijo Robert, quitándose la mochila.

-Te apetece ir al parque, ¿eh? -Joe aguardó a que Robert dejara la chaqueta cuidadosamente doblada sobre el brazo del sofá-. Puede que a mí también me venga bien, después de tomar un reconstituyente. La señora Jablanski, la de la puerta de al lado, ha hecho galletas. Le doy pena porque nadie me prepara comida caliente, así que me he hecho con unas cuantas.

-¿De qué son?

-De mantequilla de cacahuete.

-¡Vale! -Robert se fue corriendo a la cocina. Le gustaba la mesa de madera de ébano y cristal ahumado que Joe tenía junto a la pared. Sobre todo, porque a Joe no le importaba que manchara de huellas el cristal. El niño se sentó, contento con la leche con galletas y la compañía de Joe-. Tenemos que hacer un rollo de trabajo sobre los estados -dijo con la boca llena-. A mí me ha tocado Rhode Island. Es el estado más pequeño. Yo quería Texas.

-Rhode Island -Joe sonrió, dándole un mordisco a una galleta-. ¿Qué tiene de malo?

-Rhode Island no le interesa a nadie. En Texas tienen El Álamo y esas cosas.

-Bueno, tal vez yo pueda echarte una mano. Nací allí.

-¿En Rhode Island? ¿De verdad? -el pequeño estado pareció adquirir nuevo interés.

-Sí. ¿Cuánto tiempo tienes?

-Dos meses -dijo Robert encogiéndose de hombros mientras tomaba otra galleta-. Tenemos que hacer dibujos. Eso está bien, pero también hay que hablar de la industria, los recursos naturales y todo ese rollo. ¿Cómo es que te mudaste?

Él se dispuso a contestar con una broma, pero decidió ceñirse al código de sinceridad de ______.

-No me llevaba muy bien con mis padres. Ahora nos llevamos mejor.

-A veces la gente se va y no vuelve.

El niño hablaba con tanta

naturalidad que Joe se sorprendió contestando del mismo modo:

-Lo sé.

-A mí antes me preocupaba que mamá se marchara. Pero no se ha marchado.

-Tu madre te quiere -Joe le pasó una mano por el pelo.

-¿Vas a casarte con ella?

Joe se detuvo.

-Bueno, yo... -¿qué podía decirle?-. Supongo que lo he pensado -sintiéndose absurdamente nervioso, se levantó para calentar un poco de café-. En realidad, lo he pensado mucho. ¿A ti qué te parecería?

-¿Vivirías con nosotros todo el tiempo?

-De eso se trata -sirvió el café y volvió a sentarse al lado de Robert -. ¿Te molestaría?

Robert lo miró con sus ojos oscuros y repentinamente inescrutables.

-La madre de un amigo mío volvió a casarse. Kevin dice que desde que se casaron ya no se lleva bien con su padrastro.

-¿Tú crees que, si me caso con tu madre, tú y yo dejaríamos de ser amigos? -agarró a Robert de la barbilla-. No soy amigo tuyo por tu madre, sino por ti. Te prometo que eso no cambiara cuando sea tu padrastro.

-Tú no serías mi padrastro. Yo no quiero un padrastro -la barbilla de Robert tembló-. Yo quiero uno de verdad. Los de verdad no se van.

Joe deslizó las manos bajo los brazos de Robert y, alzándolo, lo sentó sobre sus rodillas.

-Tienes razón. Los de verdad no se van -dijo, acurrucándolo contra sí-. Yo no sé mucho de ser padre, ¿sabes? ¿Vas a enfadarte conmigo si de vez en cuando meto la pata?

Robert sacudió la cabeza y se apretó contra él.

-¿Se lo podemos decir a mamá?

Joe se echó a reír.

-Sí, buena idea. Recoja su abrigo, sargento. Vamos a una misión muy importante.
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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 2:27 pm



______ estaba hundida hasta los codos en números. Por alguna razón, le estaba costando un gran trabajo sumar dos y dos. Ya no le parecía tan importante como antes. Y eso, estaba segura, era señal inequívoca de problemas. Repasó los archivos, tasó y computó, y luego volvió a cerrarlos sin sentir nada en absoluto.

Era culpa de Joe, se dijo. Era culpa suya que no lograra más que llevar a cabo aquellos gestos rutinarios sin dejar de pensar que tendría que seguir haciéndolos día tras día los siguientes veinte años. Joe había hecho que se cuestionara su vida. La había hecho enfrentarse al dolor y la rabia que intentaba enterrar. Le había hecho desear lo que había jurado desterrar para siempre.

¿Y ahora qué? Apoyó los codos en el montón de archivos y se quedó con la mirada perdida. Estaba enamorada, más enamorada de lo que había estado nunca. El hombre al que amaba era excitante, amable y formal, y le estaba ofreciendo un nuevo comienzo.

Eso era lo que temía, admitió. De eso era de lo que intentaba huir. Antes no había comprendido que, todos aquellos años, no había culpado a Steven, sino a ella misma. Contemplaba la ruptura de su matrimonio como un error personal, como un fracaso íntimo. Y, en lugar de arriesgarse a fracasar de nuevo, le estaba dando la espalda a su única y verdadera esperanza.

Se decía que era por Robert, pero solo en parte era cierto. Al igual que el divorcio había sido un fracaso íntimo, comprometerse sin reservas con Joe era un miedo íntimo. Él tenía razón, se dijo. Tenía razón sobre muchas cosas, desde el principio. Ella no era la misma mujer que se casó enamorada con Steven Wallace. Ni siquiera era la misma que había luchado por encontrar un asidero cuando se encontró sola con un hijo pequeño.

¿Cuándo iba a dejar de castigarse? Ahora mismo, decidió, levantando el teléfono. En ese preciso instante. Marcó con mano firme el número de Joe, pero su corazón vacilaba. Se mordió el labio inferior y oyó sonar y sonar la línea.

-Ay, Joe, ¿es que nunca elegimos el buen momento? -colgó el teléfono y se prometió no perder el coraje. Dentro de una hora estaría en casa y le diría que estaba lista para empezar de nuevo.

Al oír que Kayla la llamaba, descolgó de nuevo el aparato.

-Dime, Kayla.

-Señora Wallace, ha venido alguien a verla con respecto a un préstamo.

Frunciendo el ceño, ______ miró su agenda.

-No tengo a nadie citado.

-Pensé que podía recibirlo.

-Está bien, pero llámame dentro de veinte minutos. Tengo que acabar unas cosas antes de irme.

-Sí, señora.

______ recogió su mesa y se disponía a levantarse cuando Joe entró en el despacho.

-¿Joe? Iba a... ¿Qué haces aquí? ¿Y Rob?

-Está esperando en la entrada, con Tas.

-Kayla me ha dicho que alguien quería verme.

-Sí, yo -se acercó a la mesa y dejó sobre ella un portafolios.

Ella hizo amago de tocarle la mano, pero él parecía extrañamente serio.

-Joe, no hace falta que digas que vienes a pedir un préstamo.

-Es que eso es a lo que vengo.

Ella sonrió y se recostó en la silla.

-No seas tonto.

-Señora Wallace, ¿es usted la encargada de los préstamos en este banco?

-Joe, de verdad, esto no es necesario.

-Lamentaría mucho tener que decirle a Rosen que me has obligado a acudir a la competencia -abrió el portafolios-. He traído la información financiera habitual en estos casos. Supongo que tendrás los impresos necesarios para solicitar una hipoteca.

-Claro, pero...

-Entonces, ¿por qué no sacas uno?

-Está bien -ya que quería jugar, le seguiría la corriente-. Así que quieres pedir un préstamo hipotecario. ¿Vas a comprar la propiedad para invertir, para alquilarla o para montar un negocio?

-No, por motivos estrictamente personales.

-Entiendo. ¿Tienes contrato de compra venta?

-Aquí lo tienes -sintió una punzada de satisfacción al ver que ella se quedaba boquiabierta.

______ le quitó los papeles de la mano y los estudió atentamente.

-Es de verdad.

-Pues claro que es de verdad. Di la entrada hace un par de semanas -se rascó la barbilla, recordando-. Veamos, creo que fue el día que hiciste el asado y no pude ir. No has vuelto a invitarme, por cierto.

-¿Te has comprado una casa? -ella volvió a mirar los papeles-. ¿En Connecticut?

-Aceptaron la oferta. Acabo de recibir los papeles. Supongo que el banco querrá tasarla. Hay una tarifa para esas cosas, ¿no?

-¿Qué? Ah, sí. Yo rellenaré los papales.

-Bien. Mientras tanto, te he traído unas fotos y un plano -los sacó del portafolios y los puso sobre la mesa-. A lo mejor quieres echarles una ojeada.

-No entiendo.

-Empieza por mirar las fotos.

Ella tomó las fotos y de pronto vio la casa de sus sueños. Era grande y espaciosa, con porches alrededor y altos ventanales. La nieve cubría las siemprevivas junto a los peldaños de la entrada y se extendía, blanca e impoluta, sobre el tejado.

-Hay un par de edificios anejos que no se ven. Un establo y una gallinero..., los dos vacíos, por el momento. La parcela tiene unas dos hectáreas, y hay árboles y un riachuelo. El tipo de la inmobiliaria dice que hay buena pesca. El tejado necesita unos arreglos, y hay que cambiar los canalones. Por dentro le vendría bien una mano de pintura o de papel y unas cuantas reformas de fontanería. Pero está en buen estado -la miró mientras hablaba. Ella no levantó los ojos. Siguió mirando las fotos, hipnotizada-. Lleva en pie ciento cincuenta años. Supongo que aguantará un poco más.

-Es preciosa -se le llenaron los ojos de lágrimas, pero logró contenerlas-. Realmente preciosa.

-¿Lo dices desde el punto de vista del banco?

Ella sacudió la cabeza. Joe no iba a ponérselo fácil. Y no debía, admitió ella. Ya se había encargado ella de ponérselo difícil a ambos.

-No sabía que pensabas mudarte. ¿Y tú trabajo?

-Puedo montar la mesa de dibujo en Connecticut tan fácilmente como aquí. El viaje no es muy largo, y yo no paso mucho tiempo en la oficina, precisamente.

-Eso es verdad -tomó un lápiz, pero en lugar de anotar la información necesaria se limitó a pasárselo entre los dedos.

-Me han dicho que hay un banco en la ciudad. No es tan grande como el National Trust. Es un banco independiente, pequeñito. Me parece que alguien con experiencia podría conseguir un buen puesto allí.

-Yo siempre he preferido los bancos pequeños -tenía que tragarse el nudo que sentía en la garganta-. Y las ciudades pequeñas.

-Hay un par de buenos colegios. La escuela elemental está cerca de una granja. Me han dicho que a veces las vacas saltan la valla y se meten en el patio.

-Parece que has pensado en todo.

-Creo que sí.

______ miró las fotografías, preguntándose cómo había podido encontrar Joe lo que siempre había querido y cómo era posible que ella tuviera tanta suerte.

-¿Estás haciendo esto por mí?

-No -esperó hasta que ella lo miró-. Lo estoy haciendo por nosotros.

A ella se le llenaron de nuevo los ojos de lágrimas.

-No te merezco.

-Lo sé -la tomó de las manos y la hizo levantarse-. Así que serías una idiota si rechazaras un trato tan bueno.

-Odiaría sentirme idiota -ella apartó las manos y, rodeando el escritorio, se acercó a él-. Quiero decirte algo, pero antes me gustaría que me besaras.

-¿Es así como negocian los préstamos aquí? -tomándola por las solapas, la atrajo hacia él-. Tendré que informar sobre usted, señora Wallace. Más tarde.

Al besarla, sintió su fuerza, su rendición y su alegría. Con un leve sonido de placer, deslizó las manos hasta su cara y sintió que sus hermosos labios se curvaban lentamente en una sonrisa.

-¿Significa esto que me das el préstamo?

-Hablaremos de negocios enseguida -siguió abrazándolo un momento y luego se apartó-. Antes de que entraras, estaba sentada aquí. En realidad, llevaba varios días sentada aquí sin dar pie con bola por tu culpa.

-Sigue, creo que esta historia va a gustarme.

-Cuando no estaba pensando en ti, estaba pensando en mí misma y, como en los últimos doce años me he esforzado por no pensar en ello, me ha costado bastante -siguió dándole las manos, pero se apartó otro paso-. Me he dado cuenta de que lo que nos pasó a Steven y a mí estaba destinado a pasar. Si hubiera sido más lista, o más fuerte, habría podido admitir hace mucho tiempo que lo que había entre nosotros solo podía ser temporal. Tal vez, si no se hubiera marchado como lo hizo... -se interrumpió, sacudiendo la cabeza-. Pero, en fin, eso no importa ahora. Esa es precisamente la conclusión que he sacado: que ya no importa. Joe, no quiero pasar el resto de mi vida preguntándome si lo nuestro habría funcionado. Prefiero pasármelo intentando hacer que funcione. Antes de que entraras, había decidido preguntarte si todavía querías casarte conmigo.

-La respuesta a esa pregunta es sí, con condiciones.

Ella iba a lanzarse en sus brazos y de pronto se quedó parada.

-¿Condiciones?

-Sí. Tú eres bancaria, así que sabrás de condiciones, ¿no?

-Sí, pero esto no es una transacción.

-Será mejor que me escuches, porque lo que voy a decirte es muy importante -pasó las manos por sus brazos y luego las dejó caer-. Quiero ser el padre de Rob.

-Si nos casamos, lo serás.

-Creo que, en ese caso, el término que suele usarse es «padrastro». Y Rob y yo hemos decidido que no nos gusta.

-¿Decidido? -dijo ella lentamente, en guardia de nuevo-. ¿Has hablado de esto con Rob?

-Sí, he hablado de esto con Rob. Fue él quien sacó el tema, pero yo de todos modos tenía ganas de hablar con él. Esta tarde me preguntó si iba a casarme contigo. ¿Querías que le mintiera?

-No -se detuvo un momento y luego sacudió la cabeza-. No, claro que no. ¿Qué te dijo?

-Básicamente, quería saber si seguiría siendo su amigo, porque ha oído que a veces los padrastros cambian un poco cuando ponen un pie en la puerta. Una vez aclarado ese punto, me dijo que no quería que fuera su padrastro.

-Oh, Joe -ella se sentó al borde de la mesa.

-Quiere un padre de verdad, ______, porque los padres de verdad no se van.

Los ojos de ______ se ensombrecieron lentamente antes de cerrarse.

-Entiendo.

-En mi opinión, tienes que tomar otra decisión. ¿Vas a dejar que lo adopte? -ella abrió los ojos de pronto, sorprendida-. Ya has decidido dejar que comparta tu vida. Quiero saber si también vas a compartir a Rob del todo. Ser su padre a efectos emocionales no será ningún problema. Solo quiero que sepas que quiero serlo legalmente. Y no creo que tu ex marido ponga pegas.

-No, seguramente no.

-Tampoco creo que las ponga Rob. Pero, ¿qué me dices de ti?

______ se apartó de la mesa y dio unos pasos por el despacho.

-No sé qué decir. No me salen las palabras adecuadas.

-Pues di cualquier cosa.

Ella se dio la vuelta, exhalando un profundo suspiro.

-Supongo que lo mejor que puedo decir es que Robert va a tener un padre maravilloso en todos los sentidos. Y que te quiero muchísimo.

-Con eso servirá -Joe la abrazó, aliviado-. Sí, con eso servirá -luego la besó otra vez, con fuerza. Rodeándolo con los brazos, ella se echó a reír-. ¿Significa esto que me concedes el préstamo?

-Lo siento, pero no.

-¿Qué?

-No obstante, aprobaré una solicitud conjunta de usted y de su esposa -tomó su cara entre las manos-. Nuestra casa, nuestro compromiso.

-Creo que con esas condiciones podré vivir... -la besó suavemente en los labios- los próximos cien años, más o menos -apretándola contra sí, dio una rápida vuelta-. Vamos a decírselo a Rob -se acercaron a la puerta con las manos unidas-. Oye, ______, ¿qué te parece ir de luna de miel a Disneyland?

Ella se echó a reír y cruzó la puerta con él.

-Me gustaría muchísimo. ¡Más que nada en el mundo!



Fín
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Mensaje por F l ♥ r e n c i a. Jue 11 Nov 2010, 3:15 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAW

NONONO, ESTO ES DEMASIADO PARA MI :'''''')
MI CORAZÓN NO SOPORTA TANTO AMOOOOOOOOOOOOOOR
NO TE DAS UNA IDEA DE LO QUE AMÉ ESTA NOVE ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 167695056
FUE MUUUUUUUUUUUUUUUY HERMOSA ♥️
Y ME TERMINÉ CASANDO CON JOE *_*
DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOS, ES TOO MUCH(? JAJAJAJA
GRACIAS ♥️ DE ANANÁ POR SUBIR ESTA HERMOSISISISISISISIMA(? NOVE
:love:
LAS AMÉ DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FINAL, FUE GENIAL!
ESPERO VERTE PRONTITO CN UNA NUEVA HISTORIA :D
YA SABES QUE ACÁ ESTA INTEGRANTE DEL TEAM RC VA A ESTAR PRESENTE SIEMPRE EN TODAS TUS NOVES ;)
TE ADORO ADE, SOS LO MÁS! :hug:
F l ♥ r e n c i a.
F l ♥ r e n c i a.


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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 Empty Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)

Mensaje por ForJoeJonas Jue 11 Nov 2010, 3:25 pm

F l ♥️ r e n c i a. escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAW

NONONO, ESTO ES DEMASIADO PARA MI :'''''')
MI CORAZÓN NO SOPORTA TANTO AMOOOOOOOOOOOOOOR
NO TE DAS UNA IDEA DE LO QUE AMÉ ESTA NOVE ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú) - Página 25 167695056
FUE MUUUUUUUUUUUUUUUY HERMOSA ♥️
Y ME TERMINÉ CASANDO CON JOE *_*
DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOS, ES TOO MUCH(? JAJAJAJA
GRACIAS ♥️ DE ANANÁ POR SUBIR ESTA HERMOSISISISISISISIMA(? NOVE
:love:
LAS AMÉ DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FINAL, FUE GENIAL!
ESPERO VERTE PRONTITO CN UNA NUEVA HISTORIA :D
YA SABES QUE ACÁ ESTA INTEGRANTE DEL TEAM RC VA A ESTAR PRESENTE SIEMPRE EN TODAS TUS NOVES ;)
TE ADORO ADE, SOS LO MÁS! :hug:

Gracias mi ♥️ de verano!! o se que tu siempre vas a estar aqui!! Y espero subir una nove muy prontoo!
ForJoeJonas
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Mensaje por joe_love Vie 12 Nov 2010, 9:59 am

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!
Me encantó! Sencillamentee me encantó! Una de las mejorees novees que e leido Adee :)
Gracias por subirla....espero la nuevaa ehhh! xD
Teqquiieroo LL.
joe_love
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