Revenge. {Larry Stylinson♥} |OneShot|

Ficha de la serie

Me meto bajo las sábanas sólo con ropa interior y busco el calor corporal de Louis en la cama, estiro mi brazo para rodearlo y acercarlo a mí pero él se aleja.
Suelta un bufido poco amable y se acomoda dándome la espalda, sé que está molesto porque he bailado toda la noche con Emily, una chica alta de cabello castaño y ojos grisáceos.

— ¿LouLou? — Digo intentando acercarme de nuevo. Él ronca fingidamente y vuelve a apartarse.
— Duérmete ya, Styles. Mañana será un largo día. — Responde y me limito a soltar un suspiro.
— No seas celoso.
— ¿Celoso, yo? — Ríe un poco de esa forma dulce pero sarcástica y gira para encararme. Aún en la oscuridad puedo reconocer el destello singular de sus ojos azules. — ¿Por qué estaría celoso?
— No sé… Quizá porque he estado toda la noche con esa chica… Emily. Ya sabes, la chica bonita que se movía extremadamente bien. — Gruñe por lo bajo y lo siento deslizar su mano por debajo de las cobijas hasta posarse en mi cintura.
— ¿Crees que eso va a ponerme celoso, Harry? — Murmura en voz baja y seductora. Sus largos dedos acarician la piel expuesta de mis caderas y van descendiendo poco a poco, hasta rozar con fingida inocencia mi entrepierna. —
— No lo creo, estoy seguro de que estás loco de celos. Lo sé por la forma en que nos mirabas mientras estábamos platicando, lo sé por la manera en que giraste los ojos cuando ella apegó su cuerpo al mío, lo sé porque justo ahora estás apretando la mandíbula y tus mejillas están coloradas por el coraje que te ha dado recordar todo eso… ¿Me equivoco?
— Claro que te equivocas, chiquillo. — Me dice nervioso mientras sigue acariciándome por encima de la ropa interior.

No sé si es el poco alcohol en mis venas o si son sus manos hábiles pero con ese simple toque, siento que la sangre corre por mi cuerpo con más velocidad y un bulto generoso se forma debajo de su caricia.

Gimo cuando empieza a tocarme con más descaro y no puedo evitar sonreír.
El sexo con Louis es fantástico, pero es aún mejor cuando mi dulce Boo Bear está molesto o celoso.

— Buenas noches, Hazza. — Susurra muy, muy cerca de mis labios. Provocando que su aliento mentolado choque contra mi nariz. Intento acortar la distancia y besarlo, pero se aleja y también quita su mano de mi miembro duro. Gira nuevamente y me da la espalda otra vez.
— Jódete, Louis Tomlinson. — Mascullo frustrado. — ¡No puedes dejarme así! — Me quejo y puedo jurar que él ha sonreído de manera triunfal.
— ¿Así, cómo? — Inquiere inocente. Me acerco a él, tomándolo de la cintura y pego mi erección contra su trasero. —
— Eres cruel conmigo. — Susurro mientras beso su cuello. — No puedes dejar esto así, debes terminarlo. — Inclina su rostro ligeramente y roza sus labios contra mi mentón. —
— Dile a Emily que lo termine. — Espeta con voz sensual. Luego de eso se aleja y se las ingenia para acomodar una almohada entre nosotros. —
—  Louis… — Digo con un tono de chiquillo encaprichado. — Louis, maldita sea… ¡Louis!
— Duérmete ya.
— No te dejaré dormir si no me besas.
— Eres un imbécil, estúpido adolescente que solo se deja llevar por sus hormonas…
— Seré todo eso y lo que se te ocurra pero, por favor… ¡No me dejes así!
— Tendrás que recurrir al método más antiguo, Hazz. Lávate las manos cuando termines, por favor. — Sugiere con una risita.
— No me voy a tocar. — Digo sonrojado y luchando contra el impulso de hacerlo. No voy a darle ese gusto a Louis, no lo voy a hacer. —
— ¿Seguro? — Pregunta él alargado la palabra. Mi pene se endurece más cuando la mano de Lou lo alcanza y acaricia suavemente. No puedo evitar gemir nuevamente y tengo que apretar los puños. —
— E-estoy segu… ¡Joder! — Exclamo cuando empieza con movimientos más seductores. — No quiero que me dejes frustrado, Louis Tomlinson.
— ¿O sino qué?
— Tendrás que soportar mi malhumor los próximos días y no quiero que te quejes. — Detiene su caricia y se acomoda. Retira la almohada que nos separa y se acerca más; siento su respiración chocar contra mi cuello y luego sus labios empiezan a dejar un camino de besos desde mi clavícula. Su mano vuelve a su asunto y yo gimo. —
— Siempre está la opción número dos… — Murmura. — Ya sabes, la masturbación.
— ¡Louis! — Chillo avergonzado. — Estás muy atrevido esta noche. — Susurro y busco sus labios en la oscuridad. Lo siento sonreír mientras lo beso y se encarga de acomodar sus manos alrededor de mi cuello para profundizar la unión de nuestros labios. Su lengua se abre paso y se enreda con la mía en un beso demasiado pasional; es extraño que Louis esté en ese plan pero no puedo quejarme…

Siempre encuentra una forma de sorprenderme.

Roza su entrepierna contra la mía y no puedo evitar soltar un ruido de placer.

— Entonces… — Dice sin dejar de besarme. — ¿no vas a tocarte? — Pregunta de nuevo. —
— Louis deja de decir eso. — Me quejo y lo acerco más a mí. —
— ¿Desde cuándo eres tan pudoroso? — Ríe dulcemente y comienza a besarme en el cuello, dejando marcas y mordiendo mi piel sensible. —
— Maldita sea, no me voy a masturbar.
— ¿No lo harás?
— ¡No! — Respondo al fin mientras él se trepa a horcajadas sobre mí. Empieza a mecerse suavemente encima de mí y, aunque aún tenemos boxers, puedo sentir que él también está excitado.

Sus movimientos son lentos y enloquecedores; sus labios recorren mi cuello una y otra vez y empieza a descender poco a poco, recorriendo mis hombros, mi pecho, mis pezones, mi abdomen y siguiendo hasta mis piernas, mis rodillas e incluso los dedos de mis pies.

Sé que intenta volverme loco porque no besa ni se acerca a mi entrepierna y, aunque lo está consiguiendo, me esfuerzo por no suplicarle que lo haga.
Se eleva de nuevo y empieza a rozar su  miembro contra el mío nuevamente, consiguiendo llevarme a un punto de locura y seducción que terminará haciéndome estallar.

— Louis… — Jadeo. Él regresa a mis labios y me besa cálidamente. —
— ¿Qué quieres, Harry? — Masculla y entiendo su plan. Quiere que le suplique un poco de sexo. — ¿Qué necesitas? — A ti me imagino responderle. Muerdo su labio inferior y lanza un gemido. —
— Necesito que te bajes — Me obligo a decir. Él carcajea suavemente y empieza a moverse con más sensualidad sobre mí. —
— ¿En serio quieres eso? — Pregunta mientras besa mi mandíbula y va dirigiéndose hacia el lóbulo de mi oído. — Yo creo que no…
— Joder… Louis…
— Dime qué es lo que quieres, Hazz. — Susurra junto a mi oído con la voz grave. — Dímelo y te lo daré.
— Mierda, Louis, te quiero a ti… — Digo perdido en sus caricias y sus besos húmedos. —
— ¿A mí y no a Emily?
— Pedazo de idiota, sólo te quiero a ti, no a Emily ni a nadie más… - Pronuncio y giro sobre el colchón, quedando encima de él. — Sólo tú y nadie más que tú. ¿Está claro? — Lo beso en el cuello y acaricio sus caderas. Gime por lo bajo y se mueve para crear fricción entre nuestros miembros. —
— Justo eso quería escuchar. — Anuncia triunfante. Sonrió y dejo su cuello de lado. Desciendo por su cuerpo, dejando besos suaves por cada parte que  me es posible. Se retuerce debajo de mí y empieza a mover sus caderas.

Bajo por su abdomen y me acerco cuidadosamente a su parte más sensible, estoy a punto de colocar mis labios sobre su ropa interior cuando él me detiene.

— Las reglas las pongo yo. — Me dice y gira sobre el colchón para dejarme debajo nuevamente. — Te has portado muy mal esta noche, Harry. — Me reprende mientras comienza a recorrer mi cuello con su lengua. — Esa chica fue demasiado atrevida contigo y tú no te opusiste a nada… — Presiona sus labios contra una parte sensible de mi cuerpo y me estremezco. — Así que mereces un castigo, Styles. — Gimo cuando empieza a succionar en mi cuello y siento sus dientes enterrarse en mi piel.
— Yo… — Intento apelar a sus palabras pero las palabras no salen. Empieza un suave vaivén sobre mí y sollozo ridículamente.
— Tú nada. — Continúa él. — Esta noche las reglas las pongo yo, esta noche yo estoy a cargo… ¿De acuerdo? — Asiento con la cabeza y él detiene sus besos húmedos. — No te escuché, Hazz.
— Está bien, Louis. — Digo con la voz ronca. — Tú estás a cargo.
— Aprendes rápido. — Murmura contento. Juguetea con el elástico de mis boxers y empieza a bajarlos con lentitud, siguiendo con su jueguito de seducción. No puedo resistirme a lanzar un gemido y él detiene sus caricias. Me besa pasionalmente en los labios y restriega una vez más su pene contra el mío.
— Oh, Louis… — Consigo musitar mientras él muerde mi labio inferior. Se separa un poco y se dirige hasta mi oído para besarme lenta y excitantemente.
— Regla número uno. — Me advierte. — No puedes hablar si yo no te lo pido. — Anuncia y pasea su húmeda lengua por mi piel.
— Pero, Louis… — Murmuro. Él se incorpora y me observa seriamente. —
— Nada de peros. Yo estoy a cargo. — Repite. — Y si no obedeces, se acaba el juego.
— Lou. — Gimo. — No puedo quedarme callado.
— Tendrás que hacer un esfuerzo si no quieres que me vaya a dormir a la sala y te deje aquí. ¿Vale?
— Louis, por favor… — Suplico mientras él se mece sobre mí. —
— Si vuelves a decir una palabra me voy. — Advierte. Tengo que morder mi labio para evitar decir si nombre y me limito a gemir roncamente. — Buena elección, Hazz. — Dice y se inclina de nuevo para volver a besarme.

Estoy demasiado aturdido por el sabor mentolado de su aliento y por las sensaciones que el juego de Louis provoca en mí; siento sus manos traviesas recorrer todo mi cuerpo con caricias expertas y seductoras mientras su lengua se enreda con la mía en un beso pasional; no sé si son los celos o simplemente una idea loca de Louis pero debo admitir que nunca en mi vida lo había deseado tanto.

Me retuerzo bajo su cuerpo y giro para quedar encima por un momento. Él lanza una risita divertida y mueve sus caderas un poco para que nuestros miembros se toquen y la excitación aumente.

— Regla número dos, Harry. — Masculla mientras lo beso en el cuello. Sus manos han dejado de acariciarme y ahora están enterradas en mi cabello; puedo sentir sus dedos enredándose contra mis rulos y tirando suavemente de ellos, haciéndome gemir. — Yo voy arriba. — Anuncia y giramos de nuevo sobre la cama. — ¿Entendido? — No puedo contestarle algo coherente porque su lengua está sobre mis hombros, dejando un camino húmedo que me hace estremecer. — No te escuché, Harry. ¿Entendiste la regla número dos?
— Sí, Lo-u… Tú vas arriba. — Sonríe triunfalmente y vuelve a comenzar con el vaivén. Gimo con más fuerza, muerto de pasión y sintiéndome demasiado excitado.
Desciende poco a poco y lo siento besar mi pecho, succiona por unos momentos mis tetillas y luego baja por mi abdomen; besa un poco mis muslos y luego acerca su rostro hasta mi parte íntima.

Deja besos cortos sobre el bulto debajo de mi ropa interior y echo la cabeza hacia atrás ante la sensación. Muerdo mi labio nuevamente para no decir nada y alzo mis manos por encima de mi cabeza para sostenerme de la cabecera mientras elevo mis caderas para que Louis tenga mejor alcance.
— ¿Ansioso, Harry?
— U-un poco. — Consigo responder. Suelta una risa perversa y vuelve a besarme por encima de la ropa interior.
Mi respiración se acelera más cuando una de sus manos se encarga de frotarme suavemente mientras él sigue besándome; arqueo la espalda ante la sensación y de mi garganta sale un sollozo ridículo. Cierro los ojos por un instante cuando empieza a jugar con el elástico del bóxer; quito una de mis manos de la cabecera e intento quitar la única prenda de mi cuerpo.
Louis vuelve a reír y deja de besarme ahí; eleva sus labios y se entretiene fácilmente con la piel expuesta de mis caderas mientras su mano continúa masajeando mi pene cada vez más duro.
— Regla número tres, Hazza. — Murmura mientras besa mi ombligo y su mano se separa de mi miembro para acariciar mis piernas. — Yo decido a qué ritmo llevaremos esto. — Anuncia firmemente y deja besos por cada rincón de mi torso que le es posible. — Si intentas quitarte la ropa o quitármela a mí antes de que yo lo haga, esto se acaba.
— Lou, no seas tan cruel. — Me quejo y abro los ojos. Me sonríe maliciosamente y coloca su rostro a la altura del mío. Besa mi barbilla y luego mis labios. —
— ¿Quieres que me detenga? — Dice y se monta a horcajadas sobre mí nuevamente. Jadeo en respuesta y muevo mi cadera. Él se acomoda un poco y siento su trasero chocar contra mi erección. — ¿Entiendes la regla número tres?
— Sí. — Articulo como puedo. —
— Ese es mi chico. — Responde. Flexiono las rodillas para que la posición sea menos cansada y sus manos se acomodan junto a mis pies; echa la cabeza hacia atrás y lanza un gemido ronco. — Oh, Harry. — Susurra. Dejo de moverme y él inicia una serie de saltitos que hacen chocar su trasero contra mi pene, consiguiendo que mi respiración se acelere aún más.
Muerdo mi lengua, luchando contra el instinto de decir su nombre y acaricio sus piernas con mis manos.

Está volviéndome loco con ese juego pero es demasiado excitante como para terminarlo.

— Regla número cuatro. — Avisa mientras detiene los saltos. — No puedes tocarme. — Aparta mis manos con poca delicadeza y me besa en el pecho.
— ¡Louis! — Chillo con la voz ronca por la excitación. — No puedes hacer eso… ¡Necesito tocarte!
— Tendrás que resistirte. — Dice malévolamente. — ¿Aceptas la regla número cuatro?
— Louis, por favor…
— Bien. — Accede con un suspiro. — Puedes tocarme si yo te lo pido. ¿Aceptas? — Gruño por lo bajo y pongo los ojos en blanco. — Puedes negarte y terminamos con el juego… No te obligaré a hacer nada que tú no quieras.
— Maldito chantajista — Me quejo. — Acepto tu regla número cuatro. —
— Buen Harry. — Responde riendo. Me besa en los labios con fiereza, devorando y mordiendo con más pasión de la que puedo recordar y casi haciéndome daño. Se mece seductoramente sobre mí y le respondo moviendo las caderas para que la fricción entre su pene y el mío sea más fuerte.

Se desliza rápidamente y de un momento a otro, está acomodado entre mis piernas. Deja un par de besos cortos y húmedos sobre la ropa interior y vuelve a jugar con el elástico del bóxer.
Quiero suplicarle que se deshaga de la maldita prenda pero me muerdo el labio y creo que hago bien porque se encarga de hacerme levantar la cadera y quita los calzoncillos con habilidad.

Su aliento cálido choca contra la punta de mi miembro y casi grito de placer. Sus manos están recorriendo mis piernas mientras él roza sus labios delgados contra mi cadera, mi ombligo y un montón de partes cercanas a mi pene, evitando a toda costa besar la parte más íntima de mi cuerpo.
Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos para no toparme con la imagen de Louis seduciéndome; elevo las caderas ridículamente, casi ofreciéndole mi miembro a Louis y lo escucho reír.

— ¿Qué es lo que quieres, Hazza? — Me pregunta inocentemente mientras besa una y otra vez mi ombligo. Gimo en respuesta y alzo de nuevo la cadera. — No te escuché… — Gruño malhumorado y excitado y me aclaro la garganta, intentando emitir una palabra.
— Sólo hazlo, Louis. — Le imploro con la voz entrecortada. Mi novio vuelve a reír y puedo apostar que está negando con la cabeza. —
— ¿Hacer qué? — Responde y su aliento choca contra mi miembro duro. Lanzo un gemido ronco y aprieto las sábanas. —
— Chúpalo. — Consigo articular mientras me sonrojo. Me imagino a Louis sonriendo de esa forma arrogante y me molesto conmigo mismo al notar el poder de manipulación del dulce Tomlinson. —
— Tus deseos son órdenes. — Dice y rápidamente coloca sus labios sobre la punta de mi erección.
Está torturándome lentamente, esparciendo besos pequeños y cortos sobre mi pene. Me muerdo la lengua con fuerza al sentirlo de esa forma y me siento morir cuando su traviesa lengua roza la punta. Hace un círculo sobre la cabeza de mi pene y lo sostiene con su mano; jadeo continuamente y luego mete mi miembro entero en su boca.
Llevo una de mis manos hasta mi cabello y tiro de él con un poco de desesperación.
Louis sigue con su tortura; besa la punta de mi pene y luego lo introduce completamente en su boca. Una y otra vez, disfrutando de mi lenta agonía.
Suelta mi miembro de repente y comienza a subir, dejando un pequeño camino con sus labios y suaves marcas sobre la piel de mi torso. Se entretiene en mis pezones y juguetea con ellos mientras gime. Suelto mi cabello y lo rodeo por la espalda conforme va subiendo, no se opone así que lo estrecho un poco más, causando que la tela de su ropa interior choque con mi entrepierna.

Saborea mi cuello con perversión y comienza a dejar más marcas sobre la piel, sé que tendré que cubrirme al día siguiente pero no importa… Al menos no por el momento.
Sus calzoncillos rozan nuevamente con mi miembro y, para evitar tocarlo a él, dirijo una de mis manos hasta la zona íntima mientras comienzo a frotarme.

Louis ríe perversamente y aparta mi mano de golpe.
Gruño en respuesta y me incorporo un poco para observarlo.

— ¿Qué demonios? — Pregunto un poco molesto. Él niega con la cabeza y aprisiona mis muñecas con las suyas. —
— Dijiste que no ibas a tocarte. — Enuncia perversamente. — Así que la regla número cinco es que no puedes estimularte. — Masculla.
— ¿Qué estás diciendo, Louis? — Inquiero confundido. Dibuja una sonrisa pícara en su rostro y suelta una de mis muñecas para tomarme por el cuello y hacerme alzar el rostro para darle más espacio.
— No… Puedes… Masturbarte… Esta… Noche… — Me explica dejando besos sobre mi piel entre cada palabra. Mi respiración se agita aún más cuando succiona y comienza a morder para dejar un chupón. — ¿Quieres que me detenga? — Cuestiona seductoramente. — Si no aceptas la regla número cinco voy a detenerme… ¿Crees que tu mano te haga sentir como yo? — Continúa y suelta mi otra muñeca para dirigir su mano hasta mi miembro y empezar a frotarlo.
De inmediato sé que soy caso perdido.
— Acepto la regla número cinco. — Murmuro. —
— Buena elección, Styles. — Dice sobre mi cuello. — Mañana, cuando veas estas marcas quiero que recuerdes muy bien que eres mío, Harry. — Masculla mientras continúa acariciando mi pene y besando mi cuello. — No de Emily ni de Caroline ni de Taylor ni de nadie… — Muerde con más fuerza y lanzo un gemido. — ¿Entiendes? Eres sólo mío.
— Solo tuyo. — Respondo con la voz demasiado ronca. —
— Y cada vez que una chica se acerque demasiado a tu pene… — Farfulla con molestia. — Recuerda que sólo yo puedo tocarlo, que esa parte tan íntima me pertenece a mí.
— Sólo a ti. — Digo automáticamente. Deja de besarme en el cuello y desciende directamente hasta mi pene. Lo besa nuevamente y empieza con una rutina de sexo oral que me hace gemir y sollozar más que otros días.
Flexiono las rodillas y llevo mis manos a mi cabello para evitar tocarlo; una de sus manos aprieta mis testículos y aprieto los ojos con fuerza ante la maravillosa sensación.

Arqueo la espalda y elevo las caderas para que Louis pueda seguir con su trabajo pero se detiene para subir hasta mis labios y besarme con fiereza.
Continúo moviendo mi pelvis para rozar con algo de su piel desnuda e, inconscientemente, llevo una de mis manos hasta mi miembro para empezar a acariciarlo.

— No puedes tocarte. — Me advierte y aparta mi mano con más amabilidad que la primera vez. Gruño sin querer y antes de que pueda protestar, Louis me besa con más pasión en los labios. Se abre paso lentamente y nuestras lenguas se encuentran en una danza erótica y majestuosa que nos hace gemir a ambos por el placer.
— ¿Puedo tocar tu trasero? — Pregunto entrecortadamente. No me responde y guía mis manos con las suyas hasta una de las partes que más me gustan de él. Recorro sus pompis constantemente por debajo de la ropa interior y él empieza a mecerse sobre mí.
Deja mis labios luego de un largo beso y recorre mi pecho con su lengua experta; sube y baja por mi torso con desesperación y luego se entretiene otra vez en mi cuello. Llega hasta mi oído y me besa con delicadeza en ambos para descender nuevamente y chupar mi pene.

Empiezo a desesperarme y considero la opción de suplicarle que me haga el amor de una vez pero me contengo, ansioso por ver hasta qué punto llega el juego de mi novio.
Sus labios se apoderan de los míos y regreso mis manos hasta su trasero mientras jugueteo con el elástico de su ropa interior. Mis manos pican y quiero quitárselo pero me resisto. Le muerdo el labio inferior y lo siento sonreír contra mis labios.

— Quítalo. — Ordena refiriéndose al bóxer. No lo cuestiono ni un momento y bajo la prenda de un tirón, dejando al descubierto su miembro duro.
— Lo-Louis — Gimo su nombre sin querer cuando choca su pene contra el mío y empieza a masturbarlos juntos.
Los separa y luego empieza a practicar el sexo oral, luego los junta de nuevo y así hasta casi hacerme llegar.
No puedo hacer nada más que jadear, sollozar y gemir constantemente. Por deseo, por placer y por un poco de frustración al no poder tocarlo. Mis manos están enredadas en mi cabello y los ojos me duelen porque los he tenido cerrados con fuerza.
— ¿Qué es lo que quieres ahora, Harry? — Me pregunta mientras estimula mi miembro con una mano y el suyo con la otra. — Dímelo.
— A ti. — Articulo con dificultad.
— Ya me tienes… Sé más específico.
— Sólo hazme el amor.  — Respondo desesperado. Abro los ojos un instante y me encuentro con los suyos. Azules, puros y maravillosamente hipnotizantes. Me mira de esa forma lujuriosa pero también de esa manera tan especial que me hace amarlo tanto.

Me dedica una sonrisa dulce y, aunque estoy muerto de deseo, me incorporo un poco y alcanzo sus labios para besarlo con suavidad. Se deja ir hacia atrás y ahora estoy sobre él; acaricio sus muslos y él acomoda sus brazos alrededor de mi cuello mientras profundizamos el beso. Muerdo su labio inferior y él suelta un gemido suave, me siento al mando de la situación y no puedo evitar sonreír.

Enreda sus dedos en mis rulos y dejo sus labios para besarlo por el cuello, el pecho y todos los lugares que puedo antes de que él recupere el control.
Se coloca de nuevo encima de mí y me besa en la boca nuevamente, con la misma pasión y excitación que al principio.
Acaricio su trasero con mis manos y lo apego más a mí, dándole a entender que ya estoy listo; abro un poco las piernas para darle espacio y que se acomode en medio, introduce un dedo para prepararme y gimo por placer.
Llevo una de mis manos hasta mi entrepierna pero él me descubre y la aparta con un manotazo.
— No puedes tocarte. — Advierte. — No hemos acabado de jugar.
— Louis, por favor… — Le suplico. — Ten consideración de mí…
— Tú no tuviste consideración de mí cuando bailaste con Emily… Ahora no te quejes. — Sentencia con coraje. Retira el dedo y antes de que yo pueda protestar, me penetra de una sola vez.
Grito involuntariamente y él me calla aplastando sus labios contra los míos. Me cuesta devolverle el beso pero finalmente lo hago, envuelto en la oleada de sensaciones que sus labios dulces y adictivos ejercen sobre mí.
Jadeo cuando nos separamos para recuperar aire y él empieza a moverse dentro de mí, incitándome a seguirle el ritmo.
Estoy tan absorto de lo que pasa que vuelvo a llevar mi mano hasta mi miembro pero antes de que pueda tocarlo, Louis la aparta de golpe lanzando un gruñido por lo bajo.
— Louis… — Imploro. — Déjame…
— No. — Responde con firmeza mientras me embiste una y otra vez. Muevo mis caderas ante la sensación y lo rodeo por el cuello. Se echa hacia atrás nuevamente y me elevo un poco, acomodo mis piernas alrededor de su cintura y continúa penetrándome mientras yo lucho con el instinto de masturbarme. —
— Louis… — Digo de nuevo. — Tócame tú. — Suplico y me siento patético. Una de sus manos se acomoda sobre mi cadera para embestirme con más facilidad y la otra estimula mi miembro con facilidad al ritmo en que me penetra.
Echo la cabeza hacia atrás, sintiéndome al borde de la locura y escucharlo gemir sólo aumenta en mí las sensaciones.
— Harry. — Me llama jadeante. Me incorporo un poco y me obligo a abrir los ojos para mirarlo. —
— ¿Qué sucede?
— No cierres los ojos… Mírame. — Murmura con un tono que parece de súplica. Asiento y lo observo detenidamente.
Sus mejillas están sonrojadas y está apretando los labios con fuerza mientras sus ojos parpadean rápidamente y unas cuantas gotas de sudor corren por su frente y su cabello castaño se le pega a causa de la transpiración.
Me mira de manera única y lo único que puedo hacer es acortar la distancia para besarle los labios.
Es algo corto que me permite transmitirle un poco todo el amor que siento por él pero es suficiente para hacerme sentir feliz por tenerlo a mi lado.

— Te amo. — Anuncio cuando me siento cerca del orgasmo. Su mano empieza a moverse alrededor de mi miembro con más rapidez y la velocidad de sus penetraciones también aumenta.
— Yo también te amo. — Me responde sin dejar de mirarme un segundo. — Te amo como no tienes una idea, Harry. — Dice entrecortadamente y no puedo definir si está llorando o si  es solo por el esfuerzo físico.

Somos una sola persona en esos momentos y sentirlo dentro de mí es una de las cosas más gratas que pueden existir, mirarlo a los ojos mientras hacemos el amor y sentir sus labios contra los míos en esos momentos sólo me ayudan a comprobar que estoy irrevocablemente enamorado de Louis Tomlinson.

— Ya ca-asi… — Murmuro mientras empiezo a moverme más sobre él. Sonríe dulcemente y me echa para atrás. Caigo sobre el suave colchón y él se acomoda sobre mí nuevamente sin dejar de penetrarme. Se inclina y me besa nuevamente; con pasión, con cariño, con excitación, con dulzura, con seducción y, sobre todo, con amor.

Gime un par de veces mientras yo intento controlar mi respiración agitada y juntos alcanzamos lo que podría ser el mejor orgasmo que hemos vivido. Sollozo sin querer y él se deja caer sobre mí, sin importar que mi abdomen esté pegajoso por la semilla.
Acomoda su cabeza sobre mi cuello y su cabello revuelto pica en mi nariz pero no lo retiro.

— Si ya acabó tu juego, ¿puedo tocar tu cabello? — Pregunto agotado. Él ríe sin ganas y asiente lentamente. Enredo mi mano en su cabello castaño y empiezo a acariciarlo con lentitud mientras nuestras respiraciones se normalizan. Empiezo a adormilarme con él encima hasta que se mueve y sale de mí; se tumba a mi lado y se acurruca nuevamente.
Lo rodeo con uno de mis brazos y pone su mejilla sobre mi hombro antes de besarme en la mejilla.

— Lo siento, Hazz. — Se disculpa avergonzado.
— ¿Por qué?
— Debo dejar de ser tan impulsivo y, eh… celoso.
— ¿Hiciste esto por celos?
— Quería hacerte sentir frustrado… Como me siento yo cuando te veo con otras personas y no puedo tocarte o acariciarte o hablarte…
— Lo conseguiste. — Digo riendo. — Aunque al final cediste ante mis encantos, no te culpo.
— Idiota. — Masculla sonriendo. — Olvida mi disculpa… Lo volvería a hacer.
— Y yo no me opondría… Fue excitante. — Confieso ruborizado.
— ¿Te lo pareció?
— La verdad es que sí… Estoy considerando ampliamente la idea de ponerte celoso más seguido.
— ¿Celoso? Un poco pero… creo que más bien fue por venganza.
— ¿Venganza? — Pregunto y él solo asiente con la cabeza. Suspira pesadamente y yo no puedo evitar bostezar.
— Debemos dormir, Hazz. — Murmura. Me besa en el pecho y se acurruca dulcemente a mi lado.
— Buenas noches, Boo Bear.
— Buenas noches.
— Te amo.
— Yo también. — No dice nada más y en cuestión de segundos está respirando profundamente. Mis ojos pesan y, aunque todos los músculos de mi cuerpo están fatigados, no puedo quitar la sonrisa de mi rostro ante la mejor noche de mi vida.

Beso por última vez la cabeza de Louis, sintiéndome más que enamorado de cada una de sus facetas. Mis ojos se cierran lentamente y lanzo un suspiro de cansancio.
Casi puedo apostar que, tanto Louis como yo, tendremos que usar bufandas o cuellos altos para cubrir las marcas de su juego erótico pero no me arrepiento de nada y, mientras mi sonrisa se ensancha, en mi cabeza se idean un montón de planes para que Louis ejerza nuevamente la magnífica, gloriosa, excitante y motivante venganza.