COLOR ROJO SANGRE(vampirica)(Niall Horan y Rachel Malik)

Cuándo volvi abrir los ojos ya no estaba en aquel claro.
Estaba en una habitación totalmente desconocida para mi.
Las paredes eran de un precioso verde esmeralda. Una ventana cubría toda una pared y conducía a un enorme balcón. Había un televisor de plasma en la pared y una mesa de café al lado con millones de juegos de xbox encima.
Me levanté despacio de la cama para no marearme.
Torci la cabeza para ver el lugar de donde me había levantado. Una cama de matrimonio con sabanas de gatitos. No pude resistir y sonrei.
No sabía dónde estaba pero por alguna razón no salía corriendo. Sabía que estaba despierta.
Escuché unos murmullos acercándose a la habitación.

-No me puedo creer que la trajeras-escuché una voz de hombre.

Nunca antes había escuchado esa voz. Parecía estar enfadado, y creó que era por mi culpa.

-Nos necesita-exigió otra voz.

Esa la reconocí.
Era la voz ronca de aquel chico que me había pedido un boligrafo.
Aquel chico que era igualito al de mis pesadillas. Aquel chico que, al mirarlo, me había provocado aquel suceso extraño.
Mi cuerpo empezó a entrar en pánico al sentir que se acercaban.
No quería verlo de nuevo y que esa voz se metiera en mi cabeza de nuevo.
Necesitaba escapar como fuera.
Mire por todos lados intentando buscar una salida.
La única que encontré, fue saltar por el balcón.
Corrí hacia la ventana e intenté abrirla, pero estaba bloqueada.
Lo volví a intentar mas de una vez y no sucedía nada.
Las voces cada vez estaba más cerca.
Quería escapar de hay pero mi pánico aumento. Quería gritar, pero si lo hacía me descubririan, así que me mordi el labio para evitarlo.
Sin pensarlo dos veces, aparte los juegos de la mesa y la lanze con todas mis fuerzas hacia el cristal.
Después de un gran estruendo, el cristal cayó al suelo en mil pedazos.No había duda de que me habían escuchado. Debía darme prisa si quería salir de allí.
Salté el cristal y me apoyé en la barandilla. Un segundo piso.
Si saltaba me haría mucho daño, pero no me mataria.
Escuché como el pomo giraba y me preparé para saltar, pero antes de hacerlo unos brazos me rodearon la cintura apartandome de la barandilla y adentrandome en la habitación.