Bucket List -.

Era la fiesta de mi vida.
Estaba pasándola de maravilla, y él estaba conmigo. El chico que amaba con la vida bailaba a mi lado y bebía conmigo.
Aunque en ningún momento pude sacar las ocurrencias de la zorra de mi cabeza.

Iba llegando tarde al instituto, Joel había olvidado pasar por mí. Grandísimo idiota.
Corrí las once cuadras que me separaban de aquel edificio. Al llegar, me di cuenta de que todos estaban dentro. Caminé hasta mi casillero, ligeramente. Pero… pero me quedé de piedra cuando los vi. Mi hermano, sí, mi hermano. ¡Lo estaba besando!
—Zorra barata —refunfuñé. —Sí sigues así vas a morir por contagiarte algo.
La tomé de su puto cabello rubio y la alejé de Brian.
—¡No vuelvas a tocarlo! —exclamé. —Si lo haces me conocerás, lo prometo —me giré, al tiempo que la soltaba y ella corría lejos—, y tú… no puedo creerlo. No puedo creer que hayas caído ante ella —lo miré a los ojos. —No puedo creer que hayas caído tan bajo.
—Lo siento, _____, perdóname.
—Evítala —gruñí antes de alejarme y entrar a clases.

Sentí las manos de Drew rodear mi cintura. —¿En qué piensas, amor? —murmuró con la boca pegada a mi oreja para que lograra escucharle.
—En la puta… digo, en Megan.
—Habíamos quedado en que olvidaríamos todo lo referido a ella.
—Pero esta vez se metió con mi hermano.
Él suspiró. —¿Qué se te ha ocurrido?
Sonreí instantáneamente. —Ven conmigo.
Caminamos hasta la cocina y me serví cerveza en un vaso. Por primera vez Drew hacía algo sin que yo tuviera que arrastrarlo. Volvimos a la pista y busqué a Megan con la mirada. No fue difícil, la plástica era inconfundible.
Me acerqué a ella, mi novio miraba desde lejos… atento a la escena.
—Hola, Meg… —sonreí.
—Oh… —me miró sorprendida—. Hola mugrosa.
Se giró, dejando de prestarme atención y yo aproveche para arrojar la bebida en su rostro.
—Ups… lo siento —reí a carcajadas mientras me alejaba.
—¡Eres una maldita bastarda! —gritó.
Pasé mi brazo por la cintura de Drew y me estiré para besar su mejilla.
—Te amo —sonreí.
—Yo a ti, mi amor.

Otra locura más.
—Te toca, _____ —susurró Matthew. —¿Verdad o reto?
—Reto —sonreí.
—Vale… uhm…
—¡Qué sostenga un cartel en la calle que diga “Abrazos gratis.”!
—Estás loco, Joel —me quejé.
—Puede, pero tú lo harás.
Reí y le sonreí. —Tienes razón —me puse de pie. —Iré por mi pizarra.
Subí las escaleras y me metí en mi habitación, tomé dicho objeto y volví abajo.
—Bueno… aah… —apoyé el plástico blanco en la mesa y escribí: “Free Hugs”, mientras reía. —Listo. ¿Nos vamos?
Salimos de mi casa, y caminamos hasta la plaza central. En tanto yo llevaba el cartel con las letras hacia mi pierna, no quería pasar vergüenza desde ese momento.
Drew tomaba mi mano y sonreía, le encantaba torturarme con idioteces… al igual que a Matt, Yanna y Leo.
A mí no me hacía gracia, siempre perdía.
Al llegar me obligaron a pararme en medio del lugar.
—Venga, muévete —me empujó Yanna—, párate ahí —rió. —Ahora sostén el cartel para que la gente lo vea.
Había muchísima gente, muchísima. ¡Qué vergüenza, por Dios!
Sostuve el cartel con firmeza y los miré. —¿Hasta cuándo estaré así?
—Debes conseguir, por lo menos, veinte abrazos.

Luego de un rato, allí parada, viendo a la gente pasar. Un grupo de muchachos se acercó, eran… por lo menos cinco.
—Venimos en busca de nuestros abrazos gratis —dijo uno de ellos.
Reí. —Vale, Yanna, ten esto —le pasé el cartel y abracé a cada uno de los chicos. —Gracias por ayudarme a irme de aquí —les sonreí.
—De nada —y agitando sus manos se alejaron.
Tomé el pedazo de plástico nuevamente y mantuve mi postura. Luego de ellos unas muchachas se acercaron, formando un total de ocho personas en mi haber.
Un par de ancianos, diez personas.
Una pareja de enamorados, doce personas.
Unos niños pequeños, dieciséis personas.
¡¡Qué difícil!!
Un hombre con una cámara se acercó a mí y preguntó—: ¿Puedo tomarte una foto?
—Uh, claro —sonreí y sostuve mejor el maldito cartel.
Un flash. —Gracias, de pasada colaboro —me abrazó y se alejó.
Diecisiete personas… sólo faltaban tres cuando mis amigos se pusieron de pie y me abrazaron.
—¡Haz cumplido! —rieron.
—No más retos como ese —dijo Drew, celoso.
Yo reí y lo besé.
Volvimos caminando a casa, para seguir haciendo estupideces.

Estábamos solos. Totalmente.
—Drew… —susurré recostándome en su pecho, mi mejilla estaba pegada a su cuerpo y mi brazo izquierdo rodeaba su cadera… me encontraba boca abajo. —Te amo, bebe.
—Yo te amo más —sonrió y puso su mano en mi espalda.
Nos quedamos en silencio, lo que sentía hacia él era indescriptible.
Su mano rodó por mi espalda, arriba, abajo, arriba, abajo, repitiéndolo muchas veces. Logrando que me quedase dormida.

Hermosa.
La única palabra que la describía por completo… ¿qué digo? No era solo la única, había muchísimas más.
—Te amo, nena, no imaginas cuanto… —murmuré, besé su frente y caí entre los brazos de Morfeo.

Desperté. Aún estaba entre sus brazos.
No quise moverme de allí, preferí respirar con fuerza, impregnando mi nariz con su preciosísimo olor masculino.
—_____ —susurró. —¿Qué se supone que haces?
—Ups… —involuntariamente me salió infantil—. Nada, sólo… sentía tu perfume.
—Bonita… —rió.
Alcé mi dedo índice y lo miré. —Acabo de tener una idea.
—Que no sea otra locura, por favor.
—Enséñame a tocar la guitarra —sonreí.
—Vale… déjame buscarlas.
—¿Tienes dos?
—Sí, creí que sabías —me miró curioso.
—Quizá lo olvide —sonreí inocentemente.
Negó con la cabeza y salió de su habitación. Al momento volvió con dos guitarras, en sus fundas.
—Sostén ésta —dijo y me paso una.
—Vale.
La saqué de la funda, era color café-claro, preciosa. Sonreí al verla.
Se sentó en el sillón frente a mí y tomó la otra, ésa era marrón y tenía algunas aves plateadas a los costados de las cuerdas.
Tocó las cuerdas al aire y rió. —No va a ser fácil…
—No importa, quiero hacerlo.

—…y eso se toca así.
—Es fácil —dije.
—Tienes buen oído, eso facilita mucho las cosas —dijo. —Mira —tocó un acorde.
Sonó horrendo. —¡No hagas eso! —arrugué la nariz. —Mierda, no lo hagas.
Rió. —¿Ves? Oficialmente tienes buen oído, y serás buena con esto.
—Gracias —sonreí.

Luego de dos arduas horas de puro trabajo, aprendí a tocar bien.
A modo de felicitación, me gané algunos besos de Drew. —Gracias por enseñarme —le dije.
—Hay dos partes en eso, gracias a ti por prestar atención.