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No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
Aviso
Chicas les pensaba subir de verdad un capitulo perooo me puse a leer y vi que no podía dejarselo a la mitad seria feo mucho se quedaría muy interesante así que se los subiré seguido creo que todo los dos capitulos parte 1 y 2 y el epilogo pero para eso me voy a demorar así que el Lunes intentare subirles todo. OLas quiero. Besos
- Khloe
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
swwqsrt hasta el lunes :( tantoooo?? okkk oh god falta tan poco para el fin! presiento que voy a llorar hasta quedar seca :( besossss por fin soy la 1 en comentar vhjjg2sdgji -Lau
~La Castaña de Horan~
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
pd: como haces el cosito de introduccion el de SHE IS A TOUGH GIRL ??!
~La Castaña de Horan~
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
AQUI TU FIEL LECTORA,me perdi un dia y en verdad no sabia que tantas cosas habian pasado esta nove es tan interezante,o por dioz harry estan lindo lo amo jajaja espero a que subas de seguro se pondra mas interezante.
Leyre
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
mis padres me consiguieron el libro y lo lei todo desde antier encerio me lastimo mucho y me a hecho cambiar y todo es gracias a ti encerio si tu no la ubieras puesto seria la persona menos sencible con los q estan a punto de morir se que esto es solo una narracion pero me hizo cambiar y anque lo tenga seguire leyendola
lokis por mi
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
~La Castaña de Horan~ escribió:swwqsrt hasta el lunes :( tantoooo?? okkk oh god falta tan poco para el fin! presiento que voy a llorar hasta quedar seca :( besossss por fin soy la 1 en comentar vhjjg2sdgji -Lau
Haha no es tanto?) A quien engaño si lo es siii yo llore peeero no se ustedes.
Besos
Besos
- Khloe
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
~La Castaña de Horan~ escribió:pd: como haces el cosito de introduccion el de SHE IS A TOUGH GIRL ??!
A es fácil?) Bueno no tanto si quieres te enseño :)
- Khloe
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
selu-alexanderludwig escribió:AQUI TU FIEL LECTORA,me perdi un dia y en verdad no sabia que tantas cosas habian pasado esta nove es tan interezante,o por dioz harry estan lindo lo amo jajaja espero a que subas de seguro se pondra mas interezante.
Si créeme se pondrá mucho mas interesante pero la acabare el Lunes así que no se quedaran con la intriga
- Khloe
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
lokis por mi escribió:mis padres me consiguieron el libro y lo lei todo desde antier encerio me lastimo mucho y me a hecho cambiar y todo es gracias a ti encerio si tu no la ubieras puesto seria la persona menos sencible con los q estan a punto de morir se que esto es solo una narracion pero me hizo cambiar y anque lo tenga seguire leyendola
Enserio? Lo encontraste? Donde yo no lo encuentro :( Si lo se es hermosa a mi me marco o bueno algo así ?) Kksahdkjas Dime que no es de los mejores libros que leíste es muy bonita.
- Khloe
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
Capitulo 9
Parte 1
31 de octubre
Querido diario:
¡Increíble! Las cosas han dado un giro de ciento ochenta grados. Liam y yo nos hemos arreglado y supongo que nuestra relación será mejor que la de antes. Todavía estoy un tanto confundida en ciertos aspectos, aunque no me dejare vencer. Tema principal: no sé que hacer con respecto a Harry. Mis sentimientos hacia él se han enredado tanto que no sé si voy o vengo. Pensé que me resultaría muy difícil volver a verlo, en especial después de nuestra charla el otro día, pero no fue así. Tal vez sea cierto que me quiere, pero, por su comportamiento, nadie se daría cuenta. Molestarme sigue siendo su deporte favorito. Sin embargo, estoy un poco preocupada. Los últimos dos días tenía un aspecto deplorable y pasó mucho tiempo en cama.
Esta noche Liam y yo iremos a un baile para festejar el Día de Brujas.
Pero todavía confundida por Harry.
Dio vuelta a la pagina, tomo su bolígrafo y escribió 5 de noviembre. Miro la fecha y luego cerro el diario. No supo que escribir. Le parecía fuera de lugar llenar hoja tras hoja hablando sobre su relación con a Liam , en especial cuando Harry le tenia tan preocupada. No estaba bien.
Miro el reloj. Decidió posponer las obligaciones con su diario hasta que tuviera algo alegre para contar y tomo su bolso. Era domingo. Esa mañana se había levantado temprano para hacer galletas. No tenía sentido acumular todas las caloorías en sus caderas, de modo que podría ir trotando hasta el Hogar para llevar su obra de arte culinario a Harry.
Harry estaba acostado.
— ¿Qué haces aquí un domingo? — pregunto, con un tono malhumorado.
— Pensé en pasar por aquí para ver como estabas — respondió. Acercó una silla a su cama y se sentó. Colocó sobre una mesa de noche la caja de galletas que había llevado.
Él arqueó las cejas.
— Caramba, que afortunado soy.
— ¿Por qué estas de tan pésimo humor?
— ¿Y por que tú estas alegre como un cascabel últimamente?
Jean se mordió el labio. No le había dicho una palabra de su reconciliación con Liam. No sabia con exactitud por qué pero le parecía, bueno, un golpe bajo.
— Por ninguna razón en especial — mintió —. Sólo que he vuelto a ser la chica alegre de siempre.
— Mentira. — Harry resoplo y cerró los ojos. — No necesitas fingir conmigo, Jean. Te reconciliaste con Liam.
Ella suspiró.
— No quiero engañarte.
— Bien. — Sonrió de mala gana. — Mi ego está fuerte como nunca. Pero saber que estabas protegiendo mis sentimientos porque me tenías lástima me volvía loco.
— No estaba haciendo eso — se defendió Jean, vacilante. Pero era exactamente lo que había hecho. — Es solo que no quise hablar de él todavía, porque estamos pasando por un periodo de prueba.
— Me alegro por ti — comento y se recostó contra la almohada. Giro la cabeza y señalo en dirección a la caja que estaba sobre la mesa de noche. — ¿Hay galletas con trozos de chocolate allí dentro?
Oscuras ojeras remarcaban sus ojos; el dolor delineaba sus labios. Hacia dos días que no se levantaba y eso a Jean le aterraba. Antes de subir, había mantenido una charla con la enfermera de turno y se entero que había comido muy poco.
— ¿Qué esperabas? ¿Qué te hubiera traído a Miss Universo? Por supuesto que hay galletas con trozos de chocolate en esa caja. ¿Quieres comerlas ahora? Puedo ir a buscarte un vaso de leche a la cocina.
―Por favor, Dios — rogó en silencio —. Haz que coma algo, aunque solo sean dulces.
— No, mas tarde. — Se movió, tratando de acomodarse, pero el dolor se reflejo en su rostro. — Ahora estoy un poco cansado.
— Pero son tus favoritas — Protesto, y luego cerro la boca. Harry se daría cuenta de que estaba desesperada por verlo comer, si seguía insistiendo. — Si vas a comerlas mas tarde, esta bien. Mañana me dirás que tal qué tal estaban.
— Deliciosas, Princesa — le dijo, con una sonrisa en sus labias —. ¿Por qué no me lees algo?
— Claro. — se puso de pie y fue a la biblioteca. — ¿Qué quieres que te lea?
— ¿Qué crees? Asimov, por supuesto.
— ¿Cual? Tienes prácticamente todas las obras de ese nombre.
Se rió.
— De ninguna manera. Escribió centenares de libros y yo apenas tengo unas pocas docenas. Léeme Fundación.
Las manos de Jean temblaron cuando extrajo el viejo libro de bolsillo. Harry estaba mal. Muy grave y a ella le aterraba su muerte.
Volvió asentarse y lo miró. Tenía los ojos cerrados, pero sabia que no estaba durmiendo. Abrió el libro y empezó a leer.
Leyó durante media hora para él. No le habría molestado seguir leyéndole todo el día, pero la señora Drake entró y le dijo que Harry se había dormido profundamente. Para Jean eso era solo un detalle. No se quería ir. Claro que la directora no le dio oportunidad de elegir. La hizo salir de la habitación.
— ¿Qué haces aquí un domingo? — pregunto cuando estuvieron afuera.
— Solo quise venir a ver como estaba Harry.
La mujer la miró. Su rostro era una mezcla de exasperación y compasión. Por fin, sonrió.
— Lo se. Se han hecho bastante amigos ustedes dos ¿Verdad?
— Si, muy buenos amigos.
— Ven, bajemos — ordeno la señora Drake —. Vamos a tomar una taza de café. Necesito hablar contigo.
Una vez en la cocina, se sirvieron el café. Cuando se sentaron el la mesa, Jean se preparó para lo peor. ¿Acaso la directora le ordenaría que se alejara, ahora que Harry se había agravado tanto?
La mujer tomo su taza y bebió un sorbo. Obsequió a la chica con una cálida sonrisa.
— Eres una persona muy especial, ¿lo sabias? Creo que te debo una disculpa.
Atónita, Jean la miro con la boca abierta.
— Una disculpa — repitió —. ¿Por que? No me ha hecho nada. — No todavía, claro. Quizás estaba disculpándose por adelantado, porque en cualquier momento dejaría caer el hacha para cortar las visitas a Harry.
— Te debo una disculpa por el modo como te trate el día que viniste aquí por primera vez. No eres una mechera. Eres una chica maravillosa a quien pescaron haciendo una travesura que seguramente debe de estar de moda entre los adolescentes de este país. Suspiro. Te pido perdón con toda honestidad, Jean. Eres la mejor voluntaria que hemos tenido en este hogar.
— Gracias. — La muchacha sentía que las mejillas le ardían. — Pero la verdad es que me alegro de que me hayan arrestado. De no haber sido así, jamás habría venido a este lugar… Ni siquiera me gusta pensar en esa posibilidad. Adoro trabajar aquí. Me cambio la vida. — Se detuvo, confundida. ¿De verdad había dicho algo tan difícil de creer? Si. Peor aún, era cierto. El Hogar le había cambiado la vida. No. De inmediato cambio de opinión. No era el lugar, sino la gente la que había hecho el milagro.
— Nos cambia a todos — dijo la señora Drake —. El trabajo con nuestros pacientes se traduce en cansancio de pies, cansancio de espalda, ardor en las manos, muchas risas y — hizo una breve pausa y miro a Jean directamente a los ojos— un profundo dolor en el alma. Levander House es un lugar de dichas y penas, de sufrimiento y compasión.
Jean la observó durante largo rato. Luego hizo una pregunta cuya respuesta no sabia si le convenía escuchar.
— Señora Drake, ¿esta muy grave Harry? Quiero decir… Sólo está un poco cansado, ¿No? Va a recuperarse.
La directora miró su taza de café y luego a la chica.
— No — susurró —. Me temo que ya no. Harry se está muriendo.
— Jean. Tierra llamando a Jean. —Liam chasqueo los dedos debajo de su nariz.
— Epa — le dio una palmada es las manos para quitarlas de encima. — No hagas eso. Te estaba escuchando.
— Entonces, ¿Por qué estuviste callada los últimos cinco minutos? — se quejó, mientras tomaba su vaso de Coca —. Te hice la misma pregunta tres veces, — Al ver que su novia seguía con la vista en blanco, suspiro con dramatismo. — Repito: ¿Cómo encontraste a Harry hoy?
— ¿Cómo sabes que fui a verlo? — le preguntó.
— Me lo dijo tu mama. — Bebió un sorbo. — ¿Por que? ¿Era un secreto?
Jean meneó la cabeza. Liam había ido a su casa a darle algunas clases de apoyo de física. Al día siguiente, por la mañana, tenia un examen semestral. Claro que fue lo mismo que enseñarle a la pared, porque ella no le había prestado atención ni un segundo. Le costaba concentrarse. En su mente hacían eco las palabras de la señora Drake: ― Harry se está muriendo. La frase se repetía una y otra vez, como un disco rayado.
— Harry no esta muy bien — masculló, con la vista fija en el libro de texto de física abierto sobre la mesa de la cocina.
— Lo siento — murmuró Liam. Extendió el brazo y le cubrió la mano con la suya. — Estas muy triste, ¿Verdad?
Jean quiso contarle, pero no le salió la voz. Un enorme nudo le oprimía la garganta, de modo que solo asistió con la cabeza. Liam tampoco habló. Solo se quedó sentado a su lado, cobijando su mano en las de él y dejando que suspirara hondo, varias veces.
Por fin, cuando se aseguró de que no lloraría como una bebe, dijo:
— Nunca creí que me afectaría de este modo. Discúlpame por ser tan tonta.
— No te disculpes, querida. — Le rodeo los hombros con el brazo. — Estás sufriendo. Se nota. ¿ Harry esta muy grave?
Jean abrió la boca, pero las palabras no salieron. Si lo decía, parecería cierto. Entonces, se encogió de hombros y espero que él la entendiera.
— Está bien. Creo que puedo imaginarlo — dijo —. Pero cuando necesites hablar de esto, avísame.
— Jean,Liam. — La voz de Eileen McNab sonó estridente desde la puerta de la cocina. — No parece que estén estudiando, ustedes dos.
La chica protesto. Liam retiró el brazo de inmediato y sonrío con timidez a Eileen.
— Oh, las apariencias engañan — espetó.
— Claro — contestó ella, entre risas —. Y yo me chupo el dedo. — Sus risas se desvanecieron al ver la expresión de Jean. Luego miró a Liam y frunció el entrecejo preocupada. — ¿Está todo bien?
Jean seguía muda.
— Harry Styles está muy grave — Explicó Liam—. Jean está muy angustiada.
— Oh, querida — la consoló su madre.
Sonó el teléfono. En el silencio de la cocina, la campanilla resultó aterradora. Ominosa.
El señor McNab asomó la cabeza en la cocina.
— Jean — dijo —. Teléfono. Es la señora Drake, del Hogar. Dice que es urgente.
— ¿quieres que atienda yo? — preguntó Liam.
Jean meneo la cabeza. Las piernas le pesaban como plomo y el tiempo le pareció interminable hasta llegar al teléfono. Levantó el auricular y escuchó. Notó el tono de voz de la directora. Oyó como respiraba Liam y tampoco le paso inadvertida la mirada de preocupación que intercambiaron sus padres. Luego se oyó decir:
— Está bien. Ya voy para allá.
Liam se puso de pie. No necesitaba preguntar que pasaba. Ya lo sabía.
— Te llevo.
— Jean — interpuso su padre —. Creo que no deberías ir a ninguna parte. Mañana no sólo tienes que madrugar, sino que te tomaran un examen muy importante.
La chica quedo petrificada.
— Gerald. — Su esposa se puso de pie. — Olvida el examen. El amigo la necesita. Eso es mucho más importante.
— Pero Eileen — arguyó. La miró sin comprender. — Si le va mal en física, sus posibilidades de ser aceptada en una universidad decente irán a parar al tacho de la basura. Por otra parte, no creo que una vigilia junto a una cama sea adecuada para una chica de su edad.
— Si deja morir a Harry sin haberle dado oportunidad de despedirse, lo lamentara por el resto de su vida — insistió Eileen con firmeza —. En cuanto al examen de física, creo que consolar a un amigo que está apunto de reunirse con su Creador es algo mucho más importante que ingresar en una buena universidad. Por lo que a mi respecta, puede ir a Landsdale JC.
Jean miró a su madre azorada.
— El trabajo en Lavender House te ha cambiado — agregó Eileen, dirigiéndose a su hija —. Nos ha cambiado a todos. — Estampó un beso en si mejilla. — Ve con Harry. Quédate con él todo el tiempo que te necesite. Llámame cuando quieras volver a casa. Iré a buscarte.
Cuando llegó al Hogar eran las nueve y media. Liam la dejó en la puerta, la besó en la frente y le pidió que lo llamara en cuanto pudiera.
La señora Drake y la enfermera de turno estaban de pie junto a la cama de Harry en el momento en el que Jean abrió la puerta y entró.
— Ha estado preguntando por ti —. Dijo la directora.
— Gracias por haberme llamado — respondió la chica y se acercó a la cama en puntas de pie.
— Te lo había prometido, ¿No? — La señora Drake sonrió amargada. — Ahora está descansando, pero se la pasa durmiendo y despertando a cada rato. — Ambas mujeres se marcharon para dejarlos a solas.
Ella se sentó junto a la cama y empezó a rezar en silencio. Se oía la respiración suave y superficial de Harry. La palidez de su piel contrastaba con su oscura cabellera. Le tomó la mano. Quería asegurarse de que aun tenía pulso. No bien lo rozó, él abrió los ojos.
— ¿Por qué tardaste tanto? — le preguntó, en una voz tan baja que casi no se oyó.
— Lo siento. — trató de sonreír. — La próxima vez seré más rápida.
Los labio se Harry se curvaron en un fantasma de sonrisa.
— No habrá una próxima vez, Princesa.
— No seas tonto — susurro Jean, tratando de contener las lagrimas —. Sólo estas cansado. Mañana serás otro.
Pero ella sabia que no era cierto. Y Harry también.
Él cerró los ojos durante un largo rato. Ella los creyó dormido, pero se dio cuenta de que estaba despierto al sentir que entrelazaba sus dedos en los suyos.
— Acércate — le pidió. — Quiero hablar.
— No — Gritó ella, presa de pánico —. Tienes que ahorrar fuerzas. Debes luchar, Harry. Aguanta. Tú puedes superar esto.
— Shh. — Suspiró el joven. — No puedo. No quiero. Maldición — gimió, con voz apenas audible —. Acércate más. Tengo cosas que decir y muy poco tiempo.
Con lágrimas que rodaban libremente por su rostro. Jean obedeció.
— No, Harry — le imploró —. No Me hagas esto. No podría soportar que te…
— Te amo, Princesa — La interrumpió.
— Oh, Dios, yo también te amo a ti — sollozó.
— Quiero que hagas algo por mí.
— Lo que sea — dijo ella, secándose las lágrimas —. Haré lo que quieras.
— Es un comienzo. — Emitió un sonido que pudo haber sido una risa, pero estaba débil que pareció tos.
— No trates de hablar, Harry — suplicó, tratando de alejarse de él para poder oprimir el botón y llamar a la enfermera de turno —. Llamaré a la señora Drake. Te llevaremos a un hospital…
— No — gimió —. Nada de hospitales, ni de médicos, ni de malditos aparatos. Si, me amas, si te importo de verdad, déjame morir con dignidad. Todo lo que quiero ahora es a ti… es decirte…
Derrotada, Jean se dejó caer a un costado de la cama, con el rostro a escasos centímetro del de él, apoyando en la almohada.
¡Increíble! Las cosas han dado un giro de ciento ochenta grados. Liam y yo nos hemos arreglado y supongo que nuestra relación será mejor que la de antes. Todavía estoy un tanto confundida en ciertos aspectos, aunque no me dejare vencer. Tema principal: no sé que hacer con respecto a Harry. Mis sentimientos hacia él se han enredado tanto que no sé si voy o vengo. Pensé que me resultaría muy difícil volver a verlo, en especial después de nuestra charla el otro día, pero no fue así. Tal vez sea cierto que me quiere, pero, por su comportamiento, nadie se daría cuenta. Molestarme sigue siendo su deporte favorito. Sin embargo, estoy un poco preocupada. Los últimos dos días tenía un aspecto deplorable y pasó mucho tiempo en cama.
Esta noche Liam y yo iremos a un baile para festejar el Día de Brujas.
* * *
Releyó lo que había escrito en su diario una semana atrás y frunció en entrecejo. La fiesta resulto divertida y los amigos de Liam le parecieron muy agradables. Pero todavía confundida por Harry.
Dio vuelta a la pagina, tomo su bolígrafo y escribió 5 de noviembre. Miro la fecha y luego cerro el diario. No supo que escribir. Le parecía fuera de lugar llenar hoja tras hoja hablando sobre su relación con a Liam , en especial cuando Harry le tenia tan preocupada. No estaba bien.
Miro el reloj. Decidió posponer las obligaciones con su diario hasta que tuviera algo alegre para contar y tomo su bolso. Era domingo. Esa mañana se había levantado temprano para hacer galletas. No tenía sentido acumular todas las caloorías en sus caderas, de modo que podría ir trotando hasta el Hogar para llevar su obra de arte culinario a Harry.
Harry estaba acostado.
— ¿Qué haces aquí un domingo? — pregunto, con un tono malhumorado.
— Pensé en pasar por aquí para ver como estabas — respondió. Acercó una silla a su cama y se sentó. Colocó sobre una mesa de noche la caja de galletas que había llevado.
Él arqueó las cejas.
— Caramba, que afortunado soy.
— ¿Por qué estas de tan pésimo humor?
— ¿Y por que tú estas alegre como un cascabel últimamente?
Jean se mordió el labio. No le había dicho una palabra de su reconciliación con Liam. No sabia con exactitud por qué pero le parecía, bueno, un golpe bajo.
— Por ninguna razón en especial — mintió —. Sólo que he vuelto a ser la chica alegre de siempre.
— Mentira. — Harry resoplo y cerró los ojos. — No necesitas fingir conmigo, Jean. Te reconciliaste con Liam.
Ella suspiró.
— No quiero engañarte.
— Bien. — Sonrió de mala gana. — Mi ego está fuerte como nunca. Pero saber que estabas protegiendo mis sentimientos porque me tenías lástima me volvía loco.
— No estaba haciendo eso — se defendió Jean, vacilante. Pero era exactamente lo que había hecho. — Es solo que no quise hablar de él todavía, porque estamos pasando por un periodo de prueba.
— Me alegro por ti — comento y se recostó contra la almohada. Giro la cabeza y señalo en dirección a la caja que estaba sobre la mesa de noche. — ¿Hay galletas con trozos de chocolate allí dentro?
Oscuras ojeras remarcaban sus ojos; el dolor delineaba sus labios. Hacia dos días que no se levantaba y eso a Jean le aterraba. Antes de subir, había mantenido una charla con la enfermera de turno y se entero que había comido muy poco.
— ¿Qué esperabas? ¿Qué te hubiera traído a Miss Universo? Por supuesto que hay galletas con trozos de chocolate en esa caja. ¿Quieres comerlas ahora? Puedo ir a buscarte un vaso de leche a la cocina.
―Por favor, Dios — rogó en silencio —. Haz que coma algo, aunque solo sean dulces.
— No, mas tarde. — Se movió, tratando de acomodarse, pero el dolor se reflejo en su rostro. — Ahora estoy un poco cansado.
— Pero son tus favoritas — Protesto, y luego cerro la boca. Harry se daría cuenta de que estaba desesperada por verlo comer, si seguía insistiendo. — Si vas a comerlas mas tarde, esta bien. Mañana me dirás que tal qué tal estaban.
— Deliciosas, Princesa — le dijo, con una sonrisa en sus labias —. ¿Por qué no me lees algo?
— Claro. — se puso de pie y fue a la biblioteca. — ¿Qué quieres que te lea?
— ¿Qué crees? Asimov, por supuesto.
— ¿Cual? Tienes prácticamente todas las obras de ese nombre.
Se rió.
— De ninguna manera. Escribió centenares de libros y yo apenas tengo unas pocas docenas. Léeme Fundación.
Las manos de Jean temblaron cuando extrajo el viejo libro de bolsillo. Harry estaba mal. Muy grave y a ella le aterraba su muerte.
Volvió asentarse y lo miró. Tenía los ojos cerrados, pero sabia que no estaba durmiendo. Abrió el libro y empezó a leer.
Leyó durante media hora para él. No le habría molestado seguir leyéndole todo el día, pero la señora Drake entró y le dijo que Harry se había dormido profundamente. Para Jean eso era solo un detalle. No se quería ir. Claro que la directora no le dio oportunidad de elegir. La hizo salir de la habitación.
— ¿Qué haces aquí un domingo? — pregunto cuando estuvieron afuera.
— Solo quise venir a ver como estaba Harry.
La mujer la miró. Su rostro era una mezcla de exasperación y compasión. Por fin, sonrió.
— Lo se. Se han hecho bastante amigos ustedes dos ¿Verdad?
— Si, muy buenos amigos.
— Ven, bajemos — ordeno la señora Drake —. Vamos a tomar una taza de café. Necesito hablar contigo.
Una vez en la cocina, se sirvieron el café. Cuando se sentaron el la mesa, Jean se preparó para lo peor. ¿Acaso la directora le ordenaría que se alejara, ahora que Harry se había agravado tanto?
La mujer tomo su taza y bebió un sorbo. Obsequió a la chica con una cálida sonrisa.
— Eres una persona muy especial, ¿lo sabias? Creo que te debo una disculpa.
Atónita, Jean la miro con la boca abierta.
— Una disculpa — repitió —. ¿Por que? No me ha hecho nada. — No todavía, claro. Quizás estaba disculpándose por adelantado, porque en cualquier momento dejaría caer el hacha para cortar las visitas a Harry.
— Te debo una disculpa por el modo como te trate el día que viniste aquí por primera vez. No eres una mechera. Eres una chica maravillosa a quien pescaron haciendo una travesura que seguramente debe de estar de moda entre los adolescentes de este país. Suspiro. Te pido perdón con toda honestidad, Jean. Eres la mejor voluntaria que hemos tenido en este hogar.
— Gracias. — La muchacha sentía que las mejillas le ardían. — Pero la verdad es que me alegro de que me hayan arrestado. De no haber sido así, jamás habría venido a este lugar… Ni siquiera me gusta pensar en esa posibilidad. Adoro trabajar aquí. Me cambio la vida. — Se detuvo, confundida. ¿De verdad había dicho algo tan difícil de creer? Si. Peor aún, era cierto. El Hogar le había cambiado la vida. No. De inmediato cambio de opinión. No era el lugar, sino la gente la que había hecho el milagro.
— Nos cambia a todos — dijo la señora Drake —. El trabajo con nuestros pacientes se traduce en cansancio de pies, cansancio de espalda, ardor en las manos, muchas risas y — hizo una breve pausa y miro a Jean directamente a los ojos— un profundo dolor en el alma. Levander House es un lugar de dichas y penas, de sufrimiento y compasión.
Jean la observó durante largo rato. Luego hizo una pregunta cuya respuesta no sabia si le convenía escuchar.
— Señora Drake, ¿esta muy grave Harry? Quiero decir… Sólo está un poco cansado, ¿No? Va a recuperarse.
La directora miró su taza de café y luego a la chica.
— No — susurró —. Me temo que ya no. Harry se está muriendo.
— Jean. Tierra llamando a Jean. —Liam chasqueo los dedos debajo de su nariz.
— Epa — le dio una palmada es las manos para quitarlas de encima. — No hagas eso. Te estaba escuchando.
— Entonces, ¿Por qué estuviste callada los últimos cinco minutos? — se quejó, mientras tomaba su vaso de Coca —. Te hice la misma pregunta tres veces, — Al ver que su novia seguía con la vista en blanco, suspiro con dramatismo. — Repito: ¿Cómo encontraste a Harry hoy?
— ¿Cómo sabes que fui a verlo? — le preguntó.
— Me lo dijo tu mama. — Bebió un sorbo. — ¿Por que? ¿Era un secreto?
Jean meneó la cabeza. Liam había ido a su casa a darle algunas clases de apoyo de física. Al día siguiente, por la mañana, tenia un examen semestral. Claro que fue lo mismo que enseñarle a la pared, porque ella no le había prestado atención ni un segundo. Le costaba concentrarse. En su mente hacían eco las palabras de la señora Drake: ― Harry se está muriendo. La frase se repetía una y otra vez, como un disco rayado.
— Harry no esta muy bien — masculló, con la vista fija en el libro de texto de física abierto sobre la mesa de la cocina.
— Lo siento — murmuró Liam. Extendió el brazo y le cubrió la mano con la suya. — Estas muy triste, ¿Verdad?
Jean quiso contarle, pero no le salió la voz. Un enorme nudo le oprimía la garganta, de modo que solo asistió con la cabeza. Liam tampoco habló. Solo se quedó sentado a su lado, cobijando su mano en las de él y dejando que suspirara hondo, varias veces.
Por fin, cuando se aseguró de que no lloraría como una bebe, dijo:
— Nunca creí que me afectaría de este modo. Discúlpame por ser tan tonta.
— No te disculpes, querida. — Le rodeo los hombros con el brazo. — Estás sufriendo. Se nota. ¿ Harry esta muy grave?
Jean abrió la boca, pero las palabras no salieron. Si lo decía, parecería cierto. Entonces, se encogió de hombros y espero que él la entendiera.
— Está bien. Creo que puedo imaginarlo — dijo —. Pero cuando necesites hablar de esto, avísame.
— Jean,Liam. — La voz de Eileen McNab sonó estridente desde la puerta de la cocina. — No parece que estén estudiando, ustedes dos.
La chica protesto. Liam retiró el brazo de inmediato y sonrío con timidez a Eileen.
— Oh, las apariencias engañan — espetó.
— Claro — contestó ella, entre risas —. Y yo me chupo el dedo. — Sus risas se desvanecieron al ver la expresión de Jean. Luego miró a Liam y frunció el entrecejo preocupada. — ¿Está todo bien?
Jean seguía muda.
— Harry Styles está muy grave — Explicó Liam—. Jean está muy angustiada.
— Oh, querida — la consoló su madre.
Sonó el teléfono. En el silencio de la cocina, la campanilla resultó aterradora. Ominosa.
El señor McNab asomó la cabeza en la cocina.
— Jean — dijo —. Teléfono. Es la señora Drake, del Hogar. Dice que es urgente.
— ¿quieres que atienda yo? — preguntó Liam.
Jean meneo la cabeza. Las piernas le pesaban como plomo y el tiempo le pareció interminable hasta llegar al teléfono. Levantó el auricular y escuchó. Notó el tono de voz de la directora. Oyó como respiraba Liam y tampoco le paso inadvertida la mirada de preocupación que intercambiaron sus padres. Luego se oyó decir:
— Está bien. Ya voy para allá.
Liam se puso de pie. No necesitaba preguntar que pasaba. Ya lo sabía.
— Te llevo.
— Jean — interpuso su padre —. Creo que no deberías ir a ninguna parte. Mañana no sólo tienes que madrugar, sino que te tomaran un examen muy importante.
La chica quedo petrificada.
— Gerald. — Su esposa se puso de pie. — Olvida el examen. El amigo la necesita. Eso es mucho más importante.
— Pero Eileen — arguyó. La miró sin comprender. — Si le va mal en física, sus posibilidades de ser aceptada en una universidad decente irán a parar al tacho de la basura. Por otra parte, no creo que una vigilia junto a una cama sea adecuada para una chica de su edad.
— Si deja morir a Harry sin haberle dado oportunidad de despedirse, lo lamentara por el resto de su vida — insistió Eileen con firmeza —. En cuanto al examen de física, creo que consolar a un amigo que está apunto de reunirse con su Creador es algo mucho más importante que ingresar en una buena universidad. Por lo que a mi respecta, puede ir a Landsdale JC.
Jean miró a su madre azorada.
— El trabajo en Lavender House te ha cambiado — agregó Eileen, dirigiéndose a su hija —. Nos ha cambiado a todos. — Estampó un beso en si mejilla. — Ve con Harry. Quédate con él todo el tiempo que te necesite. Llámame cuando quieras volver a casa. Iré a buscarte.
Cuando llegó al Hogar eran las nueve y media. Liam la dejó en la puerta, la besó en la frente y le pidió que lo llamara en cuanto pudiera.
La señora Drake y la enfermera de turno estaban de pie junto a la cama de Harry en el momento en el que Jean abrió la puerta y entró.
— Ha estado preguntando por ti —. Dijo la directora.
— Gracias por haberme llamado — respondió la chica y se acercó a la cama en puntas de pie.
— Te lo había prometido, ¿No? — La señora Drake sonrió amargada. — Ahora está descansando, pero se la pasa durmiendo y despertando a cada rato. — Ambas mujeres se marcharon para dejarlos a solas.
Ella se sentó junto a la cama y empezó a rezar en silencio. Se oía la respiración suave y superficial de Harry. La palidez de su piel contrastaba con su oscura cabellera. Le tomó la mano. Quería asegurarse de que aun tenía pulso. No bien lo rozó, él abrió los ojos.
— ¿Por qué tardaste tanto? — le preguntó, en una voz tan baja que casi no se oyó.
— Lo siento. — trató de sonreír. — La próxima vez seré más rápida.
Los labio se Harry se curvaron en un fantasma de sonrisa.
— No habrá una próxima vez, Princesa.
— No seas tonto — susurro Jean, tratando de contener las lagrimas —. Sólo estas cansado. Mañana serás otro.
Pero ella sabia que no era cierto. Y Harry también.
Él cerró los ojos durante un largo rato. Ella los creyó dormido, pero se dio cuenta de que estaba despierto al sentir que entrelazaba sus dedos en los suyos.
— Acércate — le pidió. — Quiero hablar.
— No — Gritó ella, presa de pánico —. Tienes que ahorrar fuerzas. Debes luchar, Harry. Aguanta. Tú puedes superar esto.
— Shh. — Suspiró el joven. — No puedo. No quiero. Maldición — gimió, con voz apenas audible —. Acércate más. Tengo cosas que decir y muy poco tiempo.
Con lágrimas que rodaban libremente por su rostro. Jean obedeció.
— No, Harry — le imploró —. No Me hagas esto. No podría soportar que te…
— Te amo, Princesa — La interrumpió.
— Oh, Dios, yo también te amo a ti — sollozó.
— Quiero que hagas algo por mí.
— Lo que sea — dijo ella, secándose las lágrimas —. Haré lo que quieras.
— Es un comienzo. — Emitió un sonido que pudo haber sido una risa, pero estaba débil que pareció tos.
— No trates de hablar, Harry — suplicó, tratando de alejarse de él para poder oprimir el botón y llamar a la enfermera de turno —. Llamaré a la señora Drake. Te llevaremos a un hospital…
— No — gimió —. Nada de hospitales, ni de médicos, ni de malditos aparatos. Si, me amas, si te importo de verdad, déjame morir con dignidad. Todo lo que quiero ahora es a ti… es decirte…
Derrotada, Jean se dejó caer a un costado de la cama, con el rostro a escasos centímetro del de él, apoyando en la almohada.
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
Capitulo 9
Parte 2
— De acuerdo — murmuró —. Estoy aquí y me quedaré hasta el final. Pero no necesitas decirme nada. Es demasiado esfuerzo para ti.
— Por Dios — bufo él como pudo —, ya basta. Todavía no estoy muerto. Mis cuerdas vocales aún funcionan. — Con enorme esfuerzo, levantó la mano y la apoyó sobre la cabeza de la chica, enredando los dedos en su cabello. Quiero tocarte por última vez.
Jean lloró en silencio. Las lágrimas rodaron por su rostro y terminaron en el cuello de Harry.
— ¿Me oyes? — preguntó él.
— Si.
— Dos cosas. — su voz se apagaba. —Quiero saber algo. Si nos hubiéramos conocido en otra época, en otro lugar, ¿Habrías podido amarme?
— Te amo ahora y aquí — gritó ella con pasión—. Eres el mejor amigo que he tenido en la vida…
— ¿Podrías haberme amado como hombre? — preguntó Harry.
Jean ni siquiera tuvo que pensarlo.
— Oh, claro. Harry parte de mí siempre te ha amado de ese modo.
— No sabes como te lo agradezco.
Ella se le acercó más. Él se alejaba; apenas tenía un hilo de voz.
— ¿Qué más querías decirme?
— No me olvides.
— Por supuesto que no te olvidaré — le prometió.
— Recuérdame cuando canten las aves nocturnas. — La voz era tan baja que resultaba difícil comprender las palabras. Escúchalas… Quiero que sepas que yo estaré contigo siempre… cada vez que escuches el canto…
— Harry — lo llamó. Presa de pánico, se sentó y le toco la cara. Él no se movió. Tenía los ojos cerrados. Jean extendió el brazo por encima de él y desesperada, oprimió el botón para llamar a la enfermera de turno.
— Harry — repitió.
La enfermera y la señora Drake entraron de inmediato, pero Jean no les presto atención. Todavía estaba repitiendo el nombre de él cuando la directora la hizo salir de la cama, para que las enfermera pudiera trabajar sin perturbaciones.
— Entró en coma — anunció la enfermera.
— Por el amor de Dios — gritó la chica —. Hágalo reaccionar. Llame a los médicos. — tuvo intenciones de regresar a la cama, pero la señora Drake la detuvo.
— Jean — le dijo con firmeza —. Se está muriendo no podemos hacerlo reaccionar.
— ¡Podemos intentarlo!
La mujer la tomo de los hombros y la zamarreó.
— Escúchame. Vamos a respetar los deseos de Harry. Aquí no habrá médicos, ni hospitales, ni gestos heroicos. Eso es lo que el quería. Morir con dignidad con alguien a quien él amara. Esa persona eres tú, Jean. Deseaba que estuvieras con él de modo que contrólate.
— No — protestó, furiosa al ver que se daban por vencidos, que lo dejarían morir —. ¿No podemos intentar algo por lo menos…?
— No se puede hacer nada — le recordó la directora —. Ahora todo está en manos de Dios y, si no puedes manejar la situación, será mejor que te vayas.
— ¿Qué me vaya? — una idea totalmente descabellada. Jean aspiro hondo y cerro los ojos un instante. — No, no puedo irme. Tengo que quedarme con él, por doloroso que sea.
— Puede pasar rato hasta que…
— No importa — interrumpió Jean en voz baja —. Me quedaré todo el tiempo que sea necesario.
Regresó junto a Harry. Se sentó en la silla y le tomó de la mano. Tenía la mente en blanco. Habría rezado, pero no le salía las palabras.
Las horas pasaban lentas. Ella no apartó los ojos de Harry. La señora Drake y la enfermera volvían a cada momento para ver como evolucionaba su estado. Le trajeron café, se lo dejaron sobre la mesa de noche. Pero ella ni lo probó. No necesitaba cafeína para mantenerse despierta esa noche.
Pasaron las once y Harry todavía respiraba. Jean decidió que si a la media noche seguía con vida, se salvaría. El único segundo que dejaba de mirarlo era para ver la hora en su reloj pulsera.
Llego la media noche. Vivía aún.
Jean se le acercó y comenzó a hablar. En varias oportunidades había visto por televisión que el poder del amor y de las palabras lograba sacar a la gente del coma.
— Harry — murmuró —. No me dejes. Te amo. No soporto pensar en un mundo sin ti. Eres el mejor amigo que he tenido. Me haces ver cosas, me haces pensar, me haces sentir…
Creyó ver un esbozo de sonrisa en sus labios, pero no estaba segura.
Una de la madrugada. Todavía respiraba.
Las dos en punto. Su respiración era tan superficial que el pecho apenas se movía.
Faltaba poco para las tres cuando partió para siempre. Precisamente en el segundo antes de su fallecimiento, Jean sintió que sus dedos apretaban la mano.
— Bésame — Le pareció oírlo decir.
— ¿ Harry ?... — pero cuando miro, seguía con los ojos cerrado. Se acercó a él y, con suma delicadeza. Le rozo los labios con los suyos. El débil apretón de manos se aflojó.
Harry había dejado de existir.
Jean no tenía idea del tiempo que pasó allí sentada, tan petrificada que ni siquiera atinó a oprimir el botón de llamada para avisar a la señora Drake. Pudieron haber sido minutos, o tal vez horas. Finalmente vinieron y, con solo mirarla una vez, supieron que estaba muerto.
— Jean — La directora se le acerco y, con mucha suavidad, separo las manos de la chica y Harry, que aún estaban entrelazadas. — Vamos. Ha muerto. Aquí ya no puedes hacer nada. Vamos a la cocina.
— Pero yo le prometí que me quedaría con él — farfulló.
— Ha muerto — insistió la directora, obligándola a ponerse de pie y dirigirse hacia la puerta de la habitación —. La enfermera tiene cosas que hacer.
Trasmites médicos y legales. Y yo necesito hablar contigo.
Jean se dejó llevar fuera del cuarto, pero antes de que se cerrara la puerta, volvió a mirar en dirección al la cama y vio que la enfermera cubría el rostro de Harry con la sabana. En la cocina, la señora Drake le preparo cacao. Colocó la taza frente a ella y se sentó.
— Jean, ¿Cómo te sientes?
— Aturdida — respondió —. No siento absolutamente nada. — Si se hubiera permitido sentir, el dolor la habría matado…
— Seguro que esa sensación te durara por un tiempo — comentó la mujer, comprensiva.
Jean asintió con la cabeza. Había ciertas preguntas que sabia que debía hacer. Eran muchas e importantes.
— El Funeral — dijo —. Tiene que haber un funeral. El no tenía dinero, pero yo tengo ahorros en mi cuenta para universidad…
— Está todo previsto — la interrumpió la señora Drake —. No te preocupes por eso. Harry sabía que moriría y, como era mayor de edad, dejo todo arreglado.
— Oh Dios — gimió la chica —. No puedo creerlo.
— Ya lo se. — La directora bebió un sorbo de cacao. Harry quiso que fuera yo quien te dijera.
— ¿Decirme qué? — preguntó Jean, atontada. ¿Qué podía quedar ahora? Él ya no estaba en este mundo. Nunca más volvería a verlo. Y Jean sentía en su alma un enorme vacío, que ya nada podría llenar.
— Eres su heredera — respondió la señora Drake. Sonrió al ver la expresión de asombro de la muchacha. — No tenía mucho, pero lo poco que poseía te lo dejo a ti.
Los días que siguieron fueron una confusa nebulosa para Jean. En compañía de sus padres y de Liam, asistió al funeral y trato de recitar las palabras de adiós para Harry Styles. Pero para sus oídos, parecían destinadas a otra persona. En un momento de locura, hasta dudo de estar en la iglesia correcta. Sin embargo, la señora Drake, la señora Thomas y Polly estaban sentadas en la fila de adelante y el banco de atrás albergaba a todos los viejos amigos del barrio de Harry. Era el funeral correcto. Harry se había ido. Estaba muerto. Ya nunca más volvería a verlo.
Durante el entierro, se quedo junto al cajón y trato de convencerse de que ahora descansaba en paz, aunque las palabras sonaron como un frío consuelo. Tal vez estaba en paz, si , pero eso era solo una frase. Había muerto. Dejado de existir.
Y Jean estaba furiosa.
Se obligo a volver a la escuela ya prestar atención en clases. No pasó mucho tiempo sin que descubriera que, si sellaba todas sus emociones en un rincón de su corazón, podría soportar el transcurso de cada día.
Sus padres estaban preocupados. Ella lo notaba en sus ojos, de modo que trato de fingir que todo estaba bien.
Pero no pudo engañarlos.
Un par de días luego de la muerte de Harry, Jean se encontraba sentada junto a la ventana de su cuarto, contemplando el cielo, cuando vio que Liam llegaba en su auto. Asombrada, porque el no la había llamado, bajo a recibirlo.
— ¿Qué haces aquí? — Preguntó — pensé que tenías que trabajar.
— Hubo un desperfecto eléctrico y no funciona nada, absolutamente nada. —Liam sonrió. — entonces Henry no tuvo as remedio que cerrar.
— Bueno, que suerte — dijo —. De modo que tienes el día libre.
— Si, — El joven se recostó contra la puerta del auto. — Me llamó la señora Drake.
— ¿Te llamó? ¿Por qué? Me dijo que no era necesario que fuera a trabajar hasta la semana próxima.
— No fue por el trabajo — acotó Liam de inmediato —. Y ella me llamó a mi porque no…Bueno, por no perturbarte.
— ¿Qué quería? — preguntó Jean.
— Quería que pasaras a buscar las cosas de Harry — respondió en voz baja.
— ¿Qué cosas?
— Libros, pinturas. Tú sabes, sus efectos personales. —Liam se acercó y la abrazó. — Ahora son tuyas, Jean. La señora Drake temía que te pusieras triste si te lo pedía a ti, pero yo creo que tienes derecho a retirarlas. Lo querías mucho. Cuidar de esos objetos que él tanto apreciaba es la ultima cosa que podrías hacer por el. ¿Crees que tendrás fuerzas para enfrentar eso?
Jean dudo.
— No lo se…
— Si prefieres, puedo ir yo. — se ofreció.
— No. —S e decidió. Liam tenía razón. Era lo último que ella podría hacer por él. Quería hacerlo. Quería empacar sus libros, doblar su ropa y envolver sus pinturas. — Lo haré yo.
Liam la observó de cerca, estudiando la expresión en su rostro.
— Lo querías con todo el corazón, ¿No?
— Si — admitió. Miro a Liam y se preguntó si él se habría dado cuenta de cómo quería a Harry. No pudo determinarlo. ¿Habría sido sólo amor que une a dos amigos? ¿O más que eso? Ya no sabía.
— Era una persona muy especial. No es justo que haya muerto.
— Tú eres una persona muy especial — la elogió Liam. La abrazo y hundió su rostro en su cabellera. — Y me alegro de que hubieras estado a su lado.
Ojala siempre estés junto a mi también, cuando te necesite.
— Por supuesto — le prometió Jean. Pero no estaba segura de poder cumplir esa promesa. Había descubierto que la vida es capaz de desbaratar hasta las mejores intenciones. ¿Quién sabía lo que podría pasar? ¿Quién sabía lo que sentirían el uno por el otro dentro de un año? No había garantías. El universo era una injusticia.
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
Capitulo 10
Parte 1
7 de enero
Querido Diario:
Hace mucho que no escribo. No ha ocurrido mucho digno de contarse. La gente dice que la vida continúa. Pero a veces me parece que son sólo frases hechas. Pude sobrellevar el día de Acción de Gracias y de Navidad bastante bien, aunque fue muy duro. Me la pasé pensando que a Harry le habría encantado el pavo que preparó mi mamá o que yo le habría regalado alguna colección de Asimov. Y luego recordé que estaba muerto. Sigo trabajando en el Hogar. Me dieron unas semanas de licencia después de su fallecimiento. De todas maneras, considerando que tendré que compensar esas horas perdidas, mis servicios comunitarios están por terminar. No estoy segura si seguir allí como voluntaria. Demonios, por supuesto que debo ser franca: ese sitio guarda recuerdos muy difíciles para mí. Ni siquiera puedo entrar en el cuarto de Harry. Ahora lo ocupa una señora muy amable, que sin duda debe de creer que la evito. No es ella. Lo que trato de eludir son los recuerdos, aquellos momentos que solíamos pasar sentados en la cama, hablando de libros y discutiendo quién escribía CF1 clásica y quién no.
Liam y yo seguimos juntos, aunque no sé cuánto va a durar. Anoche tuvimos una pelea muy fuerte y todo fue por mi culpa. No sé qué me pasa. Estoy enfurecida con el mundo entero.
Jean suspiró y dejo a un lado el bolígrafo. ¿Qué sentido tenía? Confesar sus penas no le servía de nada. Los últimos meses habían sido una pesadilla. No podía dejar de pensar en Harry. Creía que lo disimulaba bastante bien. Sus calificaciones eran buenas y sus padres — salvo alguna mirada curiosa y extraña, por parte de su madre — creían que se había resignado a la pérdida de su mejor amigo. Cada día actuaba mejor, pero la verdad era que la herida aún sangraba.
Se volvió y contempló el otro lado del cuarto. Contra la pared, prolijamente apiladas y envueltas en un grueso papel marrón, estaban las tres pinturas de Harry, media docena de cajas con libros y dos bolsas de plástico con ropa suya y efectos personales. Jean ni siquiera las había revisado. No podía. Le dolía demasiado. Uno de esos días haría algo con ellas, pero no en ese momento. Todavía faltaba.
— Jean — gritó su madre desde abajo —. Llegó Liam y nosotros nos vamos. Regresaremos a las diez.
— Está bien, mamá. Que se diviertan.
Minutos después oyó los pasos de Liam que subían por las escalera.
— Hola — la saludó.
Ella giró su silla y lo miró.
— Me sorprende que hayas venido.
Él se encogió de hombros y se sentó pesadamente a los pies de la cama.
— Teníamos una cita, ¿recuerdas?
— También tuvimos una pelea, ¿recuerdas?
Liam se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en sus rodillas.
— Sí, me acuerdo muy bien. Pero ¿y con eso qué? Muchas parejas discuten.
— Oh — comentó ella con sarcasmo —. De modo aún nos consideras una pareja.
Liam suspiró y puso los ojos en blanco.
— Sí. ¿Por que? ¿Quieres que terminemos?
¿Eso quería? No lo sabía. De lo único que estaba segura era de que, desde que Harry había muerto, su mundo ya no tenía sentido. A veces creía que era una actriz que por accidente había entrado a escena en el teatro equivocado.
— No — murmuró —. No quiero perderte.
— ¿Entonces por que no tratamos de determinar y superar lo que nos molesta?
Jean entró en erupción, como un volcán.
— Lo único que nos molesta es que tú te portas como un idiota.
— Reconozco que mi humor de anoche no era de lo mejor — anunció, mientras la observaba con atención —. Pero tú iniciaste la pelea y fue a propósito. Y no es la primera vez. ¿Por qué? Si no quieres salir más conmigo, sólo tienes que decírmelo.
— Todavía no te has recibido de psicólogo, Liam— le recordó —. Ya basta de creer que ves en mí una especie de cuadro patológico en mi conducta. Además, ya sabes qué siento por ti.
— ¿Sí? — Se recostó sobre la cama. — En Estos últimos tiempos, parece que todo lo que digo, hago o pienso te irrita demasiado. Anoche, lo único que hice fue sugerir que tal vez no debíamos pasar tanto tiempo solos. Y por tu reacción, parecía que te hubiera obligado a suicidarte.
— ¿Y cómo habrías reaccionado tú si yo te hubiera pedido que saliéramos con otros? — replicó ella.
— No fue eso lo que te sugerí, Jean — le aclaró. Liam seguía mirándola de la misma manera.
— Quise decir que saliéramos los dos, en pareja, con otros amigos míos.
Jean sabía que se había equivocado y por eso cerró la boca. ¿Pero cómo haría para hacerle entender? ¿Cómo tratar de explicar algo a alguien que ni siquiera ella misma entendía? Era como si dentro de ella hubiera algo perverso y retorcido que la hacía decir y hacer cosas estúpidas. Pero no podía contenerse.
— De todas maneras, no te enfureciste por lo que te dije — Continuó él con seriedad —. Ya estabas enloquecida cuando pasé a buscarte.
— No es cierto.
— Oh, eres muy hábil, eso te lo reconozco. Has engañado a todos: la señora Drake, tus padres, tus profesores... Pero lo cierto es que todo eso es teatro.
— ¡Teatro! — rezongó ella —. No sé de qué me hablas y tú tampoco lo sabes. Así que deja ya de jugar al psicólogo de salón.
— Estas enojada, Jean — respondió él, sin abandonar su tono sereno —. Enojada de verdad y te descargas conmigo. Lo has estado haciendo desde que murió Harry.
Jean se puso de pie.
— Mentira. La muerte de Harry no tiene nada que ver con nosotros.
Liam extendió la mano, le tomó el brazo y la obligó a sentarse en la cama junto a él.
— Por supuesto que sí — se opuso con firmeza —. Y la única razón por la que te dejé hacer es porque te comprendí. Yo actué de la misma manera cuando murió mi padre. Estaba furioso y necesitaba alguien en quien descargar mi ira; entonces, escogí a mi madre.
— Yo no estoy descargando nada contigo — gritó Jean.
Liam la ignoró.
— Pero ya me estoy hartando de esto. Tú no te resignas a la muerte de Harry y yo estoy cansado de que me uses de felpudo.
— ¿Qué quieres decir?
Él se puso de pie.
— Quiero decir que me llames cuando creas que has descubierto con quién estás tan enojada. Entonces, tal vez, podamos seguir adelante. — Dio media vuelta y salió del cuarto.
Jean estaba tan atónita que ni siquiera reaccionó. Sólo se quedó mirando la entrada desierta de su habitación. Oyó el portazo de la puerta principal y, sin pensar, salió corriendo detrás de él.
— ¡ Liam, espera! — gritó mientras bajaba corriendo y salía de la casa —. Por favor, espera. Lo siento.
Pero el auto ya se había marchado y él no la oyó.
Jean pasó la mayor parte de la noche entre el llanto y la ira. En la escuela, casi no pudo concentrarse en todo el día. Cuando sonó el timbre de salida, tomó la decisión: sería ella quien diera el primer paso. Ya había perdido demasiado; no podía perder a Liam también.
El viaje en autobús le pareció eterno, pero finalmente se encontró frente a la puerta del bar. Inspiró hondo, empujo las puertas y entró.
Liam estaba parado en la barra, llenando de café las tazas de los clientes habituales. Alzó la vista y la vio aproximarse a él.
— Henry — gritó, mirando hacia el fondo —. Voy a tomarme un descanso. — Tenía la cafetera en la mano y, mirando a Jean, preguntó — ¿Quieres?
Ella asistió y siguió caminando hacia la parte de atrás del bar. Por lo menos. Liam todavía
estaba dispuesto hablar con ella. Ocupó un reservado, volvió a respirar hondo y esperó.
Liam apoyó la taza sobre la mesa y se sentó frente a Jean.
— Bien — Comenzó —. Supongo que vienes por dos razones: para mandarme al infierno o para empezar a ser honesta conmigo. ¿De cual de las dos se trata?
— Siempre vas al grano, ¿No? — Levantó la pesada taza y bebió un sorbo. No por quisiera tomar café, en realidad, sino porque ello demoraría unos segundos más su obligación de enfrentarlo
— ¿De que trata? — repitió.
— He venido para empezar a ser honesta — con esto ella, miro la mesa—. No quiero que nos separemos.
Liam suspiró aliviado.
— Bien. Significas mucho para mi, Jean. No quería echar a perder nuestra relación.
— ¿Qué quisiste decir ayer? — por fin tuvo el coraje de mirarlo. — ¿Con eso de que no me he resignado a la muerte de Harry?
— Exactamente eso — respondió, con una sonrisa tierna —. Parte de ti, todavía está furiosa por su muerte y no te permites reconocer esos sentimientos. Y te tienen atrapada.
— Así es como me siento — admitió —. Con ganas de agarrar a patadas a alguien o algo, sólo que no encuentro a nadie que se merezca ese trato. No tiene sentido tanto enojo. ¿Con quien tengo que irritarme? ¿Con Dios? ¿Con los médicos? ¿Con el destino? ¿Con el universo? ¿De que me serviría?
— la cuestión es determinar con quien estás enojada — insistió con discreción —. ¿Todavía no lo has descubierto?
Jean bajó la vista de nuevo. Las lágrimas acudieron a sus ojos y el corazón palpitaba con violencia contra su pecho. No quería admitirlo. No, quería decirlo en voz alta, pero, si no lo hacia, se ahogaría en su propio veneno.
— Si — murmuró —. Creo que sí. Estoy enojada con él.
— ¿Con quién? — Liam no le daba tregua. — ¿Con quien estas enojada? Dilo, Jean. Sácalo de tu interior para que puedas seguir adelante con tu vida.
Apretó con fuerza los puños. Una nebulosa encarnada envolvió en un torbellino que giraba a la velocidad de la luz: lágrimas calientes bañaron su rostro.
— Con Harry. Oh, Dios. Estoy tan enojada con él que siento ganas de gritar. ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Cómo pudo morir así? Ni siquiera lo intentó. — Se cubrió el rostro con las manos y lloró en silencio.
Liam permaneció callado. Pero, después de unos minutos, Jean sintió su mano acariciarle suavemente la cabeza. Dejo que las lágrimas brotaran de sus ojos y, a medida que rodaban, sintió que parte del dolor, de la ira y de la angustia se disipaban.
— Vayamos al fondo — Sugirió Liam. Se puso de pie y la llevó a una pequeña habitación auxiliar de la cocina. La atrajo hacia sí y la abrazó con todas sus fuerzas, para que siguiera llorando contra su pecho.
— Saca todo a la luz. Que no quede nada dentro de ti.
— ¿Por qué me siento así? — Preguntó —Harry no quería morir.
— Por supuesto que no — confirmó Liam — nadie quiere morir a su edad. Pero también es natural que estés enojada con él. Yo me sentí como tú cuando murió mi padre. Estaba furioso porque nos había abandonado... Demonios, Jean, es absurdo lo sé. Pero eso no significa que los sentimientos no son reales. ¿Quién dijo que los seres humanos éramos seres racionales?
La muchacha se apartó de él y le sonrió.
— Yo no lo soy. Durante todos estos meses estuve tan furiosa con Harry que tenía ganas de gritar, aunque sabía que era un sentimiento estúpido. Harry era la última persona en este mundo que hubiera deseado morir. Amaba la vida.
Liam la estudió un momento.
— ¿Te sientes mejor?
Le pareció extraño, pero se sentía mejor. Por primera vez en semanas, no tenía ese horrendo nudo que le oprimía el pecho.
— Sí, creo que sí.
Jean no supo si fue su charla con Liam o simplemente el destino lo que la hizo tomar el periódico esa tarde. La señora Thomas, por supuesto juró y re juró que fue obra de Dios.
Estaba en la cocina preparando las bandejas con la cena. No bien terminó de envolver el último juego de cubiertos en la servilleta, se sirvió una taza de café tomó el periódico. Todavía le quedaban diez minutos para subir las bandejas y le pareció buena idea matar el tiempo leyendo.
Hojeó rápido el diario, hasta que la frase " concurso de arte" sobresalió entre las demás. Los latidos de su corazón se aceleraron mientras leía el breve artículo.
— Señora Thomas — Dijo, con voz cargada de entusiasmo — Mire esto. Habrá una exposición de arte auspiciada por el Departamento de Recreación. Es un concurso para celebrar el centenario de Landsdale.
— Qué bien — comentó la cocinera, mirando por encima del hombro de Jean _ Pintura, dibujos y cerámica... El primer premio será de mil dólares — leyó en voz alta. Asintió con la cabeza y agregó: — tendrías que inscribir una de las pinturas de Harry.
— Exactamente en eso estaba pensado.
Apenas llegó a su casa esa noche, subió volando a su cuarto. Tomó tres pinturas y arrancó de inmediato el papel marrón grueso que envolvía la primera. Se trataba de un cuadro que Harry había pintado justo antes de morir. Lo había llamado Mirlo y vista de ciudad.
La segunda era otro paisaje, De un parque que nacía en Twins Oaks Boulevard. Era hermoso se sentía casi la fragancia del césped y también podían tocarse las hojas de los árboles. Sin embargo fue el tercer cuadro el que la dejó a Jean en estado de Shock.
Arrancó el último envoltorio de papel y quedó boquiabierta. Era un retrato suyo. Harry debía de haberlo pintado de memoria. No denotaba gestos ostentosos, sofisticados, ni seductores. Llevaba puestos unos jeans, una tricota, y estaba de pie en la puerta del baño de la habitación de Harry, con los brazos cruzados sobre el pecho y una amplia sonrisa. La caja con los artículos de limpieza estaban a sus pies.
Jean meneó la cabeza y comenzó a reírse. Solo a él podía habérsele ocurrido pintar el retrato de una mujer que acababa de refregar el baño. Sin embargo, era el cuadro más hermoso que había visto en toda su vida.
Le llevó una e
ternidad decidir cual de ellos presentaría en la muestra de arte. Por fin, luego de varias deliberaciones de Liam, la señora Thomas, Polly y sus padres, eligió el que había pintado poco antes de morir, el del pájaro y la escena de la calle frente a Lavender House. Jean no tenía interés en el dinero del premio; su objetivo era lograr que el mundo conociera el talento de Harry.
Seria lo ultimo que podría hacer por el.
El día de la exposición, Liam pasó a buscarla y se dirigieron hasta la plaza que quedaba frente a la municipalidad de la ciudad de Landsdale. Todos estaban presentes: Polly, La señora Drake, La señora Thomas, sus padres, incluso Henry y un par de clientes habituales del bar.
Un sol radiante acompañaba aquel ambiente festivo. Había puestos de artesanía y de comidas, adivinos y discursos de los benefactores de la ciudad.
A las cuatro en punto, se encaminaron hacia la exposición. Los ganadores del concurso no serían anunciados sino hasta las cuatro y media, pero Jean quería echar un vistazo a las otras obras. De la mano con Liam, recorrió una hilera tras otra. Había retratos, pinturas viejas, acuarelas, esculturas y, por encima de todo, el sol. Sin embargo, nada se asemejaba al cuadro de Harry. Por lo menos, esas eran la opinión de Jean.
A las cuatro y media, se abrieron paso entre la multitud que se había reunido en la escalinata del municipio. Jean experimentó una sensación de nauseas en la boca del estomago cuando una mujer muy elegante, de cabellos oscuros, se encaminó hacia el micrófono.
— Buenas tardes, damas y caballeros. Soy Elizabeth Denholm, Directora del Departamento de Arte de Landsdale Junior Collage.
— Ojalá no tengamos que soportar demasiados discursos — murmuró Liam al oído de Jean. — Shh… No quiero perderme nada — lo regañó ella.
—Y ahora, sin extendernos demasiado con las palabras — Continúo la directora —, Daremos los nombres de los ganadores.
— Oh, Dios — gimió Jean—. Creo que moriré si no gana.
Hace mucho que no escribo. No ha ocurrido mucho digno de contarse. La gente dice que la vida continúa. Pero a veces me parece que son sólo frases hechas. Pude sobrellevar el día de Acción de Gracias y de Navidad bastante bien, aunque fue muy duro. Me la pasé pensando que a Harry le habría encantado el pavo que preparó mi mamá o que yo le habría regalado alguna colección de Asimov. Y luego recordé que estaba muerto. Sigo trabajando en el Hogar. Me dieron unas semanas de licencia después de su fallecimiento. De todas maneras, considerando que tendré que compensar esas horas perdidas, mis servicios comunitarios están por terminar. No estoy segura si seguir allí como voluntaria. Demonios, por supuesto que debo ser franca: ese sitio guarda recuerdos muy difíciles para mí. Ni siquiera puedo entrar en el cuarto de Harry. Ahora lo ocupa una señora muy amable, que sin duda debe de creer que la evito. No es ella. Lo que trato de eludir son los recuerdos, aquellos momentos que solíamos pasar sentados en la cama, hablando de libros y discutiendo quién escribía CF1 clásica y quién no.
Liam y yo seguimos juntos, aunque no sé cuánto va a durar. Anoche tuvimos una pelea muy fuerte y todo fue por mi culpa. No sé qué me pasa. Estoy enfurecida con el mundo entero.
Jean suspiró y dejo a un lado el bolígrafo. ¿Qué sentido tenía? Confesar sus penas no le servía de nada. Los últimos meses habían sido una pesadilla. No podía dejar de pensar en Harry. Creía que lo disimulaba bastante bien. Sus calificaciones eran buenas y sus padres — salvo alguna mirada curiosa y extraña, por parte de su madre — creían que se había resignado a la pérdida de su mejor amigo. Cada día actuaba mejor, pero la verdad era que la herida aún sangraba.
Se volvió y contempló el otro lado del cuarto. Contra la pared, prolijamente apiladas y envueltas en un grueso papel marrón, estaban las tres pinturas de Harry, media docena de cajas con libros y dos bolsas de plástico con ropa suya y efectos personales. Jean ni siquiera las había revisado. No podía. Le dolía demasiado. Uno de esos días haría algo con ellas, pero no en ese momento. Todavía faltaba.
— Jean — gritó su madre desde abajo —. Llegó Liam y nosotros nos vamos. Regresaremos a las diez.
— Está bien, mamá. Que se diviertan.
Minutos después oyó los pasos de Liam que subían por las escalera.
— Hola — la saludó.
Ella giró su silla y lo miró.
— Me sorprende que hayas venido.
Él se encogió de hombros y se sentó pesadamente a los pies de la cama.
— Teníamos una cita, ¿recuerdas?
— También tuvimos una pelea, ¿recuerdas?
Liam se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en sus rodillas.
— Sí, me acuerdo muy bien. Pero ¿y con eso qué? Muchas parejas discuten.
— Oh — comentó ella con sarcasmo —. De modo aún nos consideras una pareja.
Liam suspiró y puso los ojos en blanco.
— Sí. ¿Por que? ¿Quieres que terminemos?
¿Eso quería? No lo sabía. De lo único que estaba segura era de que, desde que Harry había muerto, su mundo ya no tenía sentido. A veces creía que era una actriz que por accidente había entrado a escena en el teatro equivocado.
— No — murmuró —. No quiero perderte.
— ¿Entonces por que no tratamos de determinar y superar lo que nos molesta?
Jean entró en erupción, como un volcán.
— Lo único que nos molesta es que tú te portas como un idiota.
— Reconozco que mi humor de anoche no era de lo mejor — anunció, mientras la observaba con atención —. Pero tú iniciaste la pelea y fue a propósito. Y no es la primera vez. ¿Por qué? Si no quieres salir más conmigo, sólo tienes que decírmelo.
— Todavía no te has recibido de psicólogo, Liam— le recordó —. Ya basta de creer que ves en mí una especie de cuadro patológico en mi conducta. Además, ya sabes qué siento por ti.
— ¿Sí? — Se recostó sobre la cama. — En Estos últimos tiempos, parece que todo lo que digo, hago o pienso te irrita demasiado. Anoche, lo único que hice fue sugerir que tal vez no debíamos pasar tanto tiempo solos. Y por tu reacción, parecía que te hubiera obligado a suicidarte.
— ¿Y cómo habrías reaccionado tú si yo te hubiera pedido que saliéramos con otros? — replicó ella.
— No fue eso lo que te sugerí, Jean — le aclaró. Liam seguía mirándola de la misma manera.
— Quise decir que saliéramos los dos, en pareja, con otros amigos míos.
Jean sabía que se había equivocado y por eso cerró la boca. ¿Pero cómo haría para hacerle entender? ¿Cómo tratar de explicar algo a alguien que ni siquiera ella misma entendía? Era como si dentro de ella hubiera algo perverso y retorcido que la hacía decir y hacer cosas estúpidas. Pero no podía contenerse.
— De todas maneras, no te enfureciste por lo que te dije — Continuó él con seriedad —. Ya estabas enloquecida cuando pasé a buscarte.
— No es cierto.
— Oh, eres muy hábil, eso te lo reconozco. Has engañado a todos: la señora Drake, tus padres, tus profesores... Pero lo cierto es que todo eso es teatro.
— ¡Teatro! — rezongó ella —. No sé de qué me hablas y tú tampoco lo sabes. Así que deja ya de jugar al psicólogo de salón.
— Estas enojada, Jean — respondió él, sin abandonar su tono sereno —. Enojada de verdad y te descargas conmigo. Lo has estado haciendo desde que murió Harry.
Jean se puso de pie.
— Mentira. La muerte de Harry no tiene nada que ver con nosotros.
Liam extendió la mano, le tomó el brazo y la obligó a sentarse en la cama junto a él.
— Por supuesto que sí — se opuso con firmeza —. Y la única razón por la que te dejé hacer es porque te comprendí. Yo actué de la misma manera cuando murió mi padre. Estaba furioso y necesitaba alguien en quien descargar mi ira; entonces, escogí a mi madre.
— Yo no estoy descargando nada contigo — gritó Jean.
Liam la ignoró.
— Pero ya me estoy hartando de esto. Tú no te resignas a la muerte de Harry y yo estoy cansado de que me uses de felpudo.
— ¿Qué quieres decir?
Él se puso de pie.
— Quiero decir que me llames cuando creas que has descubierto con quién estás tan enojada. Entonces, tal vez, podamos seguir adelante. — Dio media vuelta y salió del cuarto.
Jean estaba tan atónita que ni siquiera reaccionó. Sólo se quedó mirando la entrada desierta de su habitación. Oyó el portazo de la puerta principal y, sin pensar, salió corriendo detrás de él.
— ¡ Liam, espera! — gritó mientras bajaba corriendo y salía de la casa —. Por favor, espera. Lo siento.
Pero el auto ya se había marchado y él no la oyó.
Jean pasó la mayor parte de la noche entre el llanto y la ira. En la escuela, casi no pudo concentrarse en todo el día. Cuando sonó el timbre de salida, tomó la decisión: sería ella quien diera el primer paso. Ya había perdido demasiado; no podía perder a Liam también.
El viaje en autobús le pareció eterno, pero finalmente se encontró frente a la puerta del bar. Inspiró hondo, empujo las puertas y entró.
Liam estaba parado en la barra, llenando de café las tazas de los clientes habituales. Alzó la vista y la vio aproximarse a él.
— Henry — gritó, mirando hacia el fondo —. Voy a tomarme un descanso. — Tenía la cafetera en la mano y, mirando a Jean, preguntó — ¿Quieres?
Ella asistió y siguió caminando hacia la parte de atrás del bar. Por lo menos. Liam todavía
estaba dispuesto hablar con ella. Ocupó un reservado, volvió a respirar hondo y esperó.
Liam apoyó la taza sobre la mesa y se sentó frente a Jean.
— Bien — Comenzó —. Supongo que vienes por dos razones: para mandarme al infierno o para empezar a ser honesta conmigo. ¿De cual de las dos se trata?
— Siempre vas al grano, ¿No? — Levantó la pesada taza y bebió un sorbo. No por quisiera tomar café, en realidad, sino porque ello demoraría unos segundos más su obligación de enfrentarlo
— ¿De que trata? — repitió.
— He venido para empezar a ser honesta — con esto ella, miro la mesa—. No quiero que nos separemos.
Liam suspiró aliviado.
— Bien. Significas mucho para mi, Jean. No quería echar a perder nuestra relación.
— ¿Qué quisiste decir ayer? — por fin tuvo el coraje de mirarlo. — ¿Con eso de que no me he resignado a la muerte de Harry?
— Exactamente eso — respondió, con una sonrisa tierna —. Parte de ti, todavía está furiosa por su muerte y no te permites reconocer esos sentimientos. Y te tienen atrapada.
— Así es como me siento — admitió —. Con ganas de agarrar a patadas a alguien o algo, sólo que no encuentro a nadie que se merezca ese trato. No tiene sentido tanto enojo. ¿Con quien tengo que irritarme? ¿Con Dios? ¿Con los médicos? ¿Con el destino? ¿Con el universo? ¿De que me serviría?
— la cuestión es determinar con quien estás enojada — insistió con discreción —. ¿Todavía no lo has descubierto?
Jean bajó la vista de nuevo. Las lágrimas acudieron a sus ojos y el corazón palpitaba con violencia contra su pecho. No quería admitirlo. No, quería decirlo en voz alta, pero, si no lo hacia, se ahogaría en su propio veneno.
— Si — murmuró —. Creo que sí. Estoy enojada con él.
— ¿Con quién? — Liam no le daba tregua. — ¿Con quien estas enojada? Dilo, Jean. Sácalo de tu interior para que puedas seguir adelante con tu vida.
Apretó con fuerza los puños. Una nebulosa encarnada envolvió en un torbellino que giraba a la velocidad de la luz: lágrimas calientes bañaron su rostro.
— Con Harry. Oh, Dios. Estoy tan enojada con él que siento ganas de gritar. ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Cómo pudo morir así? Ni siquiera lo intentó. — Se cubrió el rostro con las manos y lloró en silencio.
Liam permaneció callado. Pero, después de unos minutos, Jean sintió su mano acariciarle suavemente la cabeza. Dejo que las lágrimas brotaran de sus ojos y, a medida que rodaban, sintió que parte del dolor, de la ira y de la angustia se disipaban.
— Vayamos al fondo — Sugirió Liam. Se puso de pie y la llevó a una pequeña habitación auxiliar de la cocina. La atrajo hacia sí y la abrazó con todas sus fuerzas, para que siguiera llorando contra su pecho.
— Saca todo a la luz. Que no quede nada dentro de ti.
— ¿Por qué me siento así? — Preguntó —Harry no quería morir.
— Por supuesto que no — confirmó Liam — nadie quiere morir a su edad. Pero también es natural que estés enojada con él. Yo me sentí como tú cuando murió mi padre. Estaba furioso porque nos había abandonado... Demonios, Jean, es absurdo lo sé. Pero eso no significa que los sentimientos no son reales. ¿Quién dijo que los seres humanos éramos seres racionales?
La muchacha se apartó de él y le sonrió.
— Yo no lo soy. Durante todos estos meses estuve tan furiosa con Harry que tenía ganas de gritar, aunque sabía que era un sentimiento estúpido. Harry era la última persona en este mundo que hubiera deseado morir. Amaba la vida.
Liam la estudió un momento.
— ¿Te sientes mejor?
Le pareció extraño, pero se sentía mejor. Por primera vez en semanas, no tenía ese horrendo nudo que le oprimía el pecho.
— Sí, creo que sí.
Jean no supo si fue su charla con Liam o simplemente el destino lo que la hizo tomar el periódico esa tarde. La señora Thomas, por supuesto juró y re juró que fue obra de Dios.
Estaba en la cocina preparando las bandejas con la cena. No bien terminó de envolver el último juego de cubiertos en la servilleta, se sirvió una taza de café tomó el periódico. Todavía le quedaban diez minutos para subir las bandejas y le pareció buena idea matar el tiempo leyendo.
Hojeó rápido el diario, hasta que la frase " concurso de arte" sobresalió entre las demás. Los latidos de su corazón se aceleraron mientras leía el breve artículo.
— Señora Thomas — Dijo, con voz cargada de entusiasmo — Mire esto. Habrá una exposición de arte auspiciada por el Departamento de Recreación. Es un concurso para celebrar el centenario de Landsdale.
— Qué bien — comentó la cocinera, mirando por encima del hombro de Jean _ Pintura, dibujos y cerámica... El primer premio será de mil dólares — leyó en voz alta. Asintió con la cabeza y agregó: — tendrías que inscribir una de las pinturas de Harry.
— Exactamente en eso estaba pensado.
Apenas llegó a su casa esa noche, subió volando a su cuarto. Tomó tres pinturas y arrancó de inmediato el papel marrón grueso que envolvía la primera. Se trataba de un cuadro que Harry había pintado justo antes de morir. Lo había llamado Mirlo y vista de ciudad.
La segunda era otro paisaje, De un parque que nacía en Twins Oaks Boulevard. Era hermoso se sentía casi la fragancia del césped y también podían tocarse las hojas de los árboles. Sin embargo fue el tercer cuadro el que la dejó a Jean en estado de Shock.
Arrancó el último envoltorio de papel y quedó boquiabierta. Era un retrato suyo. Harry debía de haberlo pintado de memoria. No denotaba gestos ostentosos, sofisticados, ni seductores. Llevaba puestos unos jeans, una tricota, y estaba de pie en la puerta del baño de la habitación de Harry, con los brazos cruzados sobre el pecho y una amplia sonrisa. La caja con los artículos de limpieza estaban a sus pies.
Jean meneó la cabeza y comenzó a reírse. Solo a él podía habérsele ocurrido pintar el retrato de una mujer que acababa de refregar el baño. Sin embargo, era el cuadro más hermoso que había visto en toda su vida.
Le llevó una e
ternidad decidir cual de ellos presentaría en la muestra de arte. Por fin, luego de varias deliberaciones de Liam, la señora Thomas, Polly y sus padres, eligió el que había pintado poco antes de morir, el del pájaro y la escena de la calle frente a Lavender House. Jean no tenía interés en el dinero del premio; su objetivo era lograr que el mundo conociera el talento de Harry.
Seria lo ultimo que podría hacer por el.
El día de la exposición, Liam pasó a buscarla y se dirigieron hasta la plaza que quedaba frente a la municipalidad de la ciudad de Landsdale. Todos estaban presentes: Polly, La señora Drake, La señora Thomas, sus padres, incluso Henry y un par de clientes habituales del bar.
Un sol radiante acompañaba aquel ambiente festivo. Había puestos de artesanía y de comidas, adivinos y discursos de los benefactores de la ciudad.
A las cuatro en punto, se encaminaron hacia la exposición. Los ganadores del concurso no serían anunciados sino hasta las cuatro y media, pero Jean quería echar un vistazo a las otras obras. De la mano con Liam, recorrió una hilera tras otra. Había retratos, pinturas viejas, acuarelas, esculturas y, por encima de todo, el sol. Sin embargo, nada se asemejaba al cuadro de Harry. Por lo menos, esas eran la opinión de Jean.
A las cuatro y media, se abrieron paso entre la multitud que se había reunido en la escalinata del municipio. Jean experimentó una sensación de nauseas en la boca del estomago cuando una mujer muy elegante, de cabellos oscuros, se encaminó hacia el micrófono.
— Buenas tardes, damas y caballeros. Soy Elizabeth Denholm, Directora del Departamento de Arte de Landsdale Junior Collage.
— Ojalá no tengamos que soportar demasiados discursos — murmuró Liam al oído de Jean. — Shh… No quiero perderme nada — lo regañó ella.
—Y ahora, sin extendernos demasiado con las palabras — Continúo la directora —, Daremos los nombres de los ganadores.
— Oh, Dios — gimió Jean—. Creo que moriré si no gana.
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
Capitulo 10
Parte 2
— La cuestión no es que gane o pierda — recordó Liam —.Lo importante es que su obra se conozca. Ya vistes cuanta gente ha venido hoy aquí. Muchas personas se detuvieron frente al cuadro de Harry. Yo oí a un hombre que decía que quería comprarlo.
— Nuestro tercer premio es para Cathy Selkirk, por su cuadro océano al amanecer. —Estallaron aplausos cuando la ganadora se acerco a la tarima para recibir su cinta y el dinero del premio.
— El segundo lugar — continuó la directora, muy animada— tenemos a Anthony Magill, por su escultura titulada El mundo sin fin.
Aguardaron a que el señor Magill, con sus largos cabellos y una lentitud pasmosa fuera a buscar su premio.
— Ahora sí. — Jean cerró los ojos. Ojalá hubiera podido cerrar los oídos también. Quería que Harry ganara. Se habría vuelto loco de contento si hubiera podido estar allí.
— Y nuestro gran primer ganador es... — La directora hizo una breve pausa. —Harry Styles por su obra Mirlo y vista de la ciudad. Quien recibirá el premio en lugar del señor Mendoza es la señorita Jean McNab.
Se oyó un estallido de vivas y aplausos. Obviamente, todos los amigos de Harry habían ido a presencia el concurso. Bastante aturdida, Jean se acercó rápidamente a la tarima, tomo la cinta de manos de la directora y el sobre que contenía el cheque.
Liam la abrazó, sus padres la abrazaron, la señora Drake, la señora Thomas y Polly también la abrazaron. Pero lo único que Jean lamentó era que Harry no pudiera estar allí también para abrazarla también.
— ¿Qué harás con el dinero? — Le pregunto Liam cuando estacionó frente a su casa esa noche.
— Oh, no lo sé. — De pronto descubrió que tenía que hacer algo con ese dinero. No podía guardárselo. No habría sido justo. — Lo donaré a Lavender House.
Liam rió satisfecho.
— Bien. A Él le habría gustado eso. — La abrazó y la despidió con un beso. Jean suspiro feliz. Todavía echaba mucho de menos a Harry, pero tenía a Liam y el dolor comenzaba a ser bastante más tolerable.
— Comparto tu opinión — Comentó y hundió el rostro en su pecho —. Creo que le habría encantado la idea.
La excitación de la jornada había acabado con sus energías. Estaba exhausta. No veía la hora de acostarse. Apagó la luz y se acomodo entre las sábanas. Cerró los ojos y se durmió de inmediato.
A medianoche la despertó el agudo canto de un ave nocturna.
—Oh –— Protestó, medio grogui —. ¿Qué pasa?
Afuera, los pájaros seguían cantando.
— Aves nocturnas — murmuró y se sentó en la cama. En la oscuridad, escuchó el cautivante trino de aquellos pájaros. No sabía de qué especie con exactitud se trataba y se suponía que no debían estar allí. Era pleno invierno.
Esas aves cantan en primavera y en otoño.
Pero cantaban con todo su esplendor. Muy alto, muy claro.
―Recuérdame cuando canten las aves nocturnas‖, le había pedido Harry.
Esas palabras, dulces y amargas a la vez, hicieron eco en su mente. Las aves nocturnas estaban cantando y ella lo recordaría.
Se quedó allí, en su cama, escuchando el trino y dejando que las imágenes se sucedieran. Harry recostado, con una sonrisa burlona a flor de labios. Harry con una expresión muy animada y sus manos agitándose en el aire en una acalorada polémica de libros. Harry alimentando a los pájaros mientras escuchaba música de Mozart y el caluroso viento Santa Ana los castigaba.
Pero Harry se había marchado.
Jean deseo que al menos parte de ella hubiera tenido la imaginación suficiente como para sentir su presencia. Pero él no estaba allí. Su espíritu descansaba; su alma estaba en paz. Se había ido.
Y todo lo que le había dejado eran recuerdos.
Al día siguiente, Jean llevo el cheque a Lavander House. La señora Drake deliraba de alegría.
— No puedo explicarte cuánto significa esto para nosotros — Dijo, mientras la abrazaba. Se volvió y también estrecho a Liam entre sus brazos. —Harry se habría puesto tan contento ¿Qué harás con los cuadros?
— Bueno, no lo sé — admitió Jean —. Por cierto, me quedare con uno de ellos.
— Podrías darnos uno — Sugirió la directora —. A estas viejas paredes les vendría muy bien un poco de vida. Harry nos ha emocionado a muchos, ya sabes.
— ¿De verdad quiere uno? — pregunto Jean.
— Por supuesto. Las obras de ese chico eran exquisitas. Nos encantaría tener la del parque.
Jena miro a Liam. Él le sonrió.
— Adelante — la animo, rodeándole los hombros con el brazo. Sabes muy bien que eso habría sido exactamente lo que Harry habría querido que hicieran con el cuadro.
— De acuerdo — Jean sonrió. Sabía que había hecho lo correcto.
— Es todo suyo. Sólo le pido que se asegure de que todos aquellos que lo pregunten, sean informados del nombre del autor.
— ¿Qué tal si lo traigo mañana cuando vengo a trabajar? — Ofreció Liam a la señora Drake. Así podré ayudarla a colgarlo.
Cuando volvían a la casa de Jean, ella contó a Liam el episodio de las aves nocturnas. Él no hizo muchos comentarios, salvo que el universo en ocasiones suele enviarnos mensajes de las formas más extrañas. Y Jean no podía discutírselo, pues compartía su opinión.
Había un auto muy costoso estacionado en la puesta de su casa.
— ¿De quién será? — se preguntó ella, mientras contemplaba el Cadillac último modelo. Ya estaban entrando en la casa.
Adentro oyeron voces.
— Jean — la llamo su padre —. Hay alguien aquí que desea verte.
Movidos por la curiosidad, se apresuraron a ir al living. Un hombre alto, de cabellos grises, con un elegante traje hecho a media estaba sentado en el sillón. Se puso de pie.
— Jean, él es el señor Brashire, director del Museo de Arte Palladrino — Lo presentó su madre.
— Mucho gusto — lo saludo Jean con cortesía, y le presentó a Liam.
— Seguramente querrás saber el motivo de mi presencia aquí — comenzó el seños Brashire una vez que todos estuvieran sentados.
— Bueno... si.
— Estoy muy interesado en su pintura, señorita McNab — dijo —. La que gano el primer premio en la exposición de arte de ayer.
— Se refiere a la pintura de Harry— lo corrigió automáticamente.
— El artista, por supuesto —confirmó el caballero —. Pero usted es la propietaria legal, ¿Correcto?
— Es cierto — tenía curiosidad por saber que se proponía — yo soy la propietaria legal, pero el cuadro es de Harry.
— El artista falleció hace algunos meses — intervino Liam —. Él y Jean eran íntimos amigos.
— Comprendo. — El señor Brashire sonrió. — Tengo entendido que él le dejo tres cuadros y varios dibujos.
— Sí, pero ya done una de las pinturas — respondió Jean —. A Lavander House. Es el hogar para enfermos incurables donde Harry murió.
La expresión del hombre denoto una profunda decepción.
— Entiendo. ¿Ha considerado la posibilidad de vender los otros dos? — pregunto, esperanzado.
Azorada, Jean lo miro.
— ¿Venderlos?
— Si. Ese artista tenía un talento ilimitado — continúo el señor Brashire —. Nos encantaría exhibir sus obras. El Palladrino no es un museo con prestigio internacional. En realidad, es bastante pequeño. Exponemos obras de artistas y artesanos locales. Nuestro presupuesto de compras no es muy generoso, pero creo que podríamos conseguir el dinero para comprar las obras del señor Styles. Tenemos una colección exquisita.
— ¿Exhibir? ¿Todos conocerían su trabajo? ¿Su nombre sería famoso? No solo sería recordado por su peculiar personalidad sino también por su arte. Jean no podía creerlo. Era un milagro.
Harry tenía razón. Todos los días ocurría algún milagro.
Puede quedarse con la obra que gano el premio –Comenzó ella.
— ¿Quedarme? — Preguntó el señor Brashire —. ¿Se refiere a que nos lo donaría?
— Precisamente. Pero el segundo no. Ese es mío.
— El hombre no podía creerlo.
— Es una gran gentileza de su parte, señorita McNab — la encomio –. Es usted muy generosa. ¿Podría permitirme al menos ver el que conservara usted?
— Por supuesto. Se lo mostrare. — Se puso de pie y se encamino hacia la puerta. — Pero no está en venta. A ningún precio.
Minutos después, regresó con su retrato. Con las mejillas arreboladas, lo colocó frente al señor Brashire y lo mantuvo suspendido en el aire para que pudiera apreciarlo.
Él lo estudio con detenimiento y minuciosamente, con una expresión absorta en los ojos.
— ¿Poso usted para esto?
— No. Harry lo pinto de memoria.
— Entiendo porque quiere conservarlo — Suspiró. — Pero si alguna vez decide lanzarlo al mercado, por favor llámeme. Esta es una obra maestra.
Hicieron los arreglos necesarios para enviar el cuadro al museo y luego el señor Brashire se marchó. Los padres de Jean se retiraron a la cocina a preparar la cena.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó Liam. La hizo sentar a su lado, en el sillón.
— Siento que todo ha terminado — respondió pensativa —. No porque alguna vez vaya a olvidarlo. No quise decir eso. Supongo que siento que he hecho lo que pude... Oh, demonios, ya sabes a que me refiero. Lo quería. Pero ya no está. Lo máximo que puedo hacer es asegurarme de que no lo olvidemos. Y supongo que en cierto modo lo he logrado. La gente verá sus pinturas y, bueno tú y yo siempre lo recordaremos.
Liam se acercó a ella y le besó la frente.
— Te comprendo. Has hecho lo que él quería. Pero hay una cosa con la que no has cumplido. Algo que Harry habría deseado que hicieras más que nada en el mundo.
— Lo sé — dijo. Y era cierto. — Tengo que seguir adelante con mi vida. Él se marchó. Tomé conciencia de ello anoche, con el canto de las aves nocturnas.
Harry no estaba presente con su espíritu. Por mucho que desee lo contrario, el ya no estaba, vivirá por siempre en mi corazón y nunca lo olvidare, pero debo dejarlo partir.
— Yo creo — reflexionó Liam — que ya lo has hecho.
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
24 de Enero
Hoy Liam me acompañó a llevar flores a la tumba de Harry. Han transcurrido tres meses desde su muerte y yo he experimentado varios cambios. Supongo que he aprendido mucho. ¿Quién sabe? Lo único que sé sin lugar a dudas es que la vida no brinda garantías de ninguna especie. Se hacer lo que se puede y se sigue adelante en la lucha.
Harry me cambió, por supuesto. Sin él, jamás habría escuchado el canto de las aves nocturnas, ni habría visto el neón en la lluvia, ni habría escuchado a Mozart con el cálido viento del desierto.
Lo amé.
Supongo que es otra de las cosas que he aprendido. El amor no viene con prospectos ni instrucciones, solo es. Incursiona en tu alma y se roba un pedazo de tu corazón cuando menos te lo esperas. ¿Si lo amo a Liam? Tal vez. No puedo imaginar la vida sin él.
¿Me inspira el mismo sentimiento que Harry? No. Es distinto. Pero ambos son igualmente reales. De todas maneras, no sé que me depara el futuro. Tal vez Liam y yo permanezcamos juntos por el resto de nuestra vida. Tal vez no. Pase lo que pase, ya no tendré miedo. Creo que esa es la última enseñanza de Harry: no permitir que la preocupación por lo que vendrá mañana te robe la dicha de hoy. Quizás el presente sea muestro único tesoro.
Harry me cambió, por supuesto. Sin él, jamás habría escuchado el canto de las aves nocturnas, ni habría visto el neón en la lluvia, ni habría escuchado a Mozart con el cálido viento del desierto.
Lo amé.
Supongo que es otra de las cosas que he aprendido. El amor no viene con prospectos ni instrucciones, solo es. Incursiona en tu alma y se roba un pedazo de tu corazón cuando menos te lo esperas. ¿Si lo amo a Liam? Tal vez. No puedo imaginar la vida sin él.
¿Me inspira el mismo sentimiento que Harry? No. Es distinto. Pero ambos son igualmente reales. De todas maneras, no sé que me depara el futuro. Tal vez Liam y yo permanezcamos juntos por el resto de nuestra vida. Tal vez no. Pase lo que pase, ya no tendré miedo. Creo que esa es la última enseñanza de Harry: no permitir que la preocupación por lo que vendrá mañana te robe la dicha de hoy. Quizás el presente sea muestro único tesoro.
Fin
__________________________
Como les dije la acabaría hoy y bueno solo espero que les haya gustado, algunas me preguntaron su nombre y querían comprarlo en mi caso no lo compre lo encontré en Internet pero la pagina de donde lo saque no sirve pero ya puede subirlo es el original y si alguna lo quiere esta aquí: http://www.4shared.com/office/o6OcVZ6k/No_me_olvides.html lo tiene que descargar.
khloe
Re: No me olvides {Harry Styles, Liam Payne y tu} [Terminada]
Watson porque me pones en esta situación? Estoy leyendo lo otro y estoy como queriendo matar la tipa es pelo teñido y luego vengo y leo aca y estoy a punto de llorar como nena
kariAC
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