While the world is spinning (nick jonas)

Me hallaba completamente empapado fuera del departamento de mi novia, rogándole un poco de tiempo para que me escuchase.
— Hablemos esto, Marie— grité lo más fuerte que pude.
Ella no contestó, supe que estaba temerosa de nuestro futuro, o por lo menos, yo lo estaba. Ahora, ella sabía toda la verdad y sentía que las ventanas por donde había tratado de entrar cuando las puertas estaban cerradas, también se habían bloqueado, y no quedaba ni una sola esperanza de seguir una relación con ella.
— No quiero verte jamás en mi vida, Nicholas— gritoneó con la voz llorosa. Escucharla en aquel estado me producía una frustración enorme—. ¡Eres un mentiroso!, ¡Te aprovechaste de que yo soy una tonta que se ilusionó contigo!
— Oh, no me vengas con ese cuento… Yo no te puse una pistola en la cabeza para que estuvieses conmigo— la reprendí un poco enojado, me trataba como si fuera algún tipo de psicópata.
— ¡Es lo peor que me puedes decir en estos momentos!, ¿No, Nicholas?, ¿O como rayos te llamo?...
— Mi nombre es Nicholas, lo sabes perfectamente… Abre la puerta, Marie.
— ¡No la abriré!, y si sigues insistiendo… Yo… Yo voy a llamar a la policía.
— Llámala, así abrirías de una vez la puerta.
El trozo de madera se abrió, haciéndome caer ya que me encontraba apoyada en ésta. La miré y le regalé la mejor sonrisa que tenía en mi repertorio, ella quitó sus lágrimas y acomodó un poco más su chaleco.
— Mi nombre es Nicholas— comencé—. Soy de un pueblo pequeño de Nueva Jersey… Wyckoff. Mis padres no soy los señores Jones de la empresa que te comenté… De hecho, ellos son buenos amigos míos… Soy Jonas— reí y miré al suelo—. Lamento haberte mentido… Pero estoy seguro de que hace bastante tiempo vienes sospechando.
— ¿¡Sospechar de que te inventaste una vida!? — me empujó notablemente molesta.
— ¿Y crees que siendo el pequeño muchacho proveniente de Nueva Jersey, que trabaja humildemente para los amigos de tus padres, te hubieses fijado en mí?, oh no señorita, eso lo podría jurar.
— ¿Y cómo sabes eso tú?, no conoces mis gustos…
— ¡Todo este tiempo te has burlado de mis compañeros!... Por favor, Marie.
— Nicholas Jone..Jonas, sal de mi departamento.
— No me voy hasta sacar hasta la última cosa mía aquí— a paso rápido caminé hasta la habitación que algunas veces compartimos, abrí los cajones y comencé a sacar todas las cosas que se hallaban allí y me pertenecían.
— Nicholas…
— ¿No quieres verme más?, no me verás más… Tienes miedo de que hablen mal de nosotros… ¿Tanto te molesta que no esté a tú altura? — Con el corazón roto, literalmente, la miré esperando alguna respuesta, no dijo nada—. Lo sabía, por eso todo este estúpido show— sonreí sínicamente y cerré la maleta—. Si querías librarte de mí, era cosa de decirlo.
— Me quise librar de ti cuando supe que eras un mentiroso.
— Mentiroso o no, te enamoraste de mí, es algo que tú corazón por más que trate de cambiarlo, no puede— fuera de mí, comencé a gritarle, ella comenzó a sollozar enseguida, jamás lo había hecho, y aunque después quizá me arrepentiría, debía hacerlo—. Ojalá conozcas a alguien que te trate como yo lo he hecho… Y claro, que esté a tu altura para darte tus cosas de marca y todo aquello…
— Estoy segura de que hay alguien por ahí, Nicholas— respondió segura y con la frente algo. Su típico orgullo estaba saliendo a flote.
— Suerte en buscarlo— tomé una foto enmarcada que colgaba de la pared, era nuestra como varias de las que allí se encontraban, sin pudor alguno, dejé caer el cristal al suelo y luego, tomé la foto ante la anonadada mirada de mi acompañante—. Te ahorro el trabajo— rompí la foto en miles de pedazos que luego tiré al suelo. Caminé hasta la mesita de centro y ahí tomé unos porta-retratos que inmortalizaban momentos bellísimos, los tiré al suelo y luego los pisoteé.
— ¡Ya para! — desesperadamente se acercó hasta mí para tratar de detenerme.
— ¡No voy a parar!, hago lo que se me da la regalada gana… Al final, yo pagué toda esta basura, ¿no? — Tomé otro cuadro y lo tiré al suelo con furia—. Y si te molesta que quede tan sucio y desordenado… Puedes contratar a alguien, ¿no? — caminé hasta la foto, la última que quedaba y la que sabía, más significado tenía para ambos.
— No lo vas a hacer…
— Mírame— con toda la furia contenida, hice que el cristal se rompiera en varios pedazos, y podría decir que era el más quebrado de todos. Tome la foto y comencé a romperla, para después pisotearla.
Ella, completamente enojada desapareció en el pasillo y volvió con la guitarra que yo había traído unas semanas atrás, para cantarle algo, con lo que ella había quedada rendida a mis pies.
— Marie, cálmate— me acerqué a ella, tal como un policía a un criminal armado.
— Esto es por todas las fotos y por ser el peor mentiroso de la historia— con intesión tiró mi guitarra al suelo, mi favorita y, la que había pagado con mi esfuerzo.
— Esto fue todo.
Tomé la guitarra y la maleta, más furioso que nunca antes y ella se lanzó al sillón, seguramente a lloriquear por lo “víctima” que ella era en esta historia.
— Vete de una vez, y no vuelvas más.
— Llámame cuando encuentres al chico que te trate como yo lo hice…
— Estás invitado a la boda— irónica, me miró y luego sonrió molesta.
— Antes de irme… Te quiero decir algo— respiré—. Eres una malcriada, no sé como rayos me pude enamorar de ti.
— Y yo no sé cómo me pude haber enamorado de un mentiroso que es un muerto de hambre— mordí mi labio inferior y me resistí las ganas de tirarla desde el onceavo piso hacia abajo, aquel comentario me había dolido, mi situación económica no era la de un multimillonario, pero seguramente para ella, tener un estatus medio era morirse de hambre. Quién sabe.
— ¿Sabes?, todas las personas tienen que mentir alguna vez, mientras el mundo sigue girando.