Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 16 de 34. • Comparte
Página 16 de 34. • 1 ... 9 ... 15, 16, 17 ... 25 ... 34
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
JAJAJAJA CHICAAAAS WOOW CUANTOS COMENTARIOS O.O
ME PONE MUY CONTENTA QUE LES GUSTE TANTO LA NOVE!
RECIEN ACABO DE LLEGAR A CASA, POR ESO NO SUBI CAP PERO YAAAAA SE LOS ESTOY SUBIENDO :D
LAS QUIERO MUCHO
ME PONE MUY CONTENTA QUE LES GUSTE TANTO LA NOVE!
RECIEN ACABO DE LLEGAR A CASA, POR ESO NO SUBI CAP PERO YAAAAA SE LOS ESTOY SUBIENDO :D
LAS QUIERO MUCHO
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
_______ le tocó los labios con sus dedos silenciando la protesta. Después dejó que su mano se deslizara por la inerte mejilla hacia el sedoso pelo castaño de la sien. Pasó los dedos por el pelo en una caricia obvia. El brazo que le rodeaba la cintura se apretó automáticamente, acercándola aún más.
—Recibirá una pequeña fortuna por llevarme de vuelta, más la gratitud y la ayuda de mi padre. —Dejó que su voz se volviera ronca y suave—. Y también a mí, Laredo. Sé que me encuentra atractiva… Y no me importaría pasarme el resto de mi vida pagándole por haberme sacado de aquí. Dinero, respetabilidad y yo —prometió—, las tres cosas, si las desea. Todo lo que tiene que hacer es sacarme de aquí, llevarme a casa.
—¡¡No!!
Continuación...
La voz de Joe, baja y ominosa, como un trueno lejano, los hizo separarse. Él los miraba con ojos ensombrecidos por una furia fría.
—Usted no lo seducirá para que haga lo que le pida, ni con palabras ni con hechos, Laredo conoce el castigo por abandonar este lugar sin mi permiso. Y sabe que si se la lleva a usted con él, yo lo encontraré y lo mataré. Cuando un hombre tiene que elegir entre dinero, una mujer o su vida, elige su vida. ¡Laredo no la llevará a ninguna parte hasta que yo diga que usted puede marcharse!
El color desapareció de la cara de _______. Lo miró boquiabierta por la sorpresa… no por lo que él le había dicho sino por el hecho de que ella entendió cada palabra. Él había hablado en un inglés perfecto.
—¿Qué… cómo? —En su confusión, ni siquiera pudo formular la pregunta—. Usted habla inglés —logró decir avergonzada.
—Sí, hablo inglés —admitió él con frialdad.
—Podría habérmelo dicho.
_______ recobró parte de su compostura.
—¿Con ello hubiera impedido que usted me llamara bastardo? —replicó Joe—. ¿O que deseara cortar mi corazón en pedacitos después de arrancármelo con un cuchillo?
_______ recordó demasiado bien los insultos que le había dirigido cuando creía que él no entendía lo que decía. Enrojeció intensamente.
—No, no hubiera hecho ninguna diferencia —admitió furiosa—. ¿Por qué, entonces, no me lo dijo? ¿Por qué fingió que necesitaba de Laredo para que tradujera cualquier cosa que yo quería decirle? ¿Se divirtió haciéndome quedar como una estúpida?
—No tenía ganas de hablar con usted ni de que esperase que yo respondiera sus preguntas. Además… —enarcó una ceja en fría acusación— si usted hubiera sabido que yo entendía inglés, nunca habría hablado a Laredo en mi presencia como acaba de hacerlo.
La mirada de _______ fue rápidamente hacia Laredo, quien permanecía silenciosamente a un costado. Él había sabido que Joe hablaba fluidamente el inglés y no había hecho ningún esfuerzo para advertírselo a _______. La joven sintió que su furia se expandía hasta incluir también al americano.
—Hubiera podido avisarme… —le reprochó, en tono acusador.
—No me correspondía —dijo Laredo, encogiéndose de hombros.
—No, es verdad —admitió ________, cáusticamente—. Usted está con él, ¿no es cierto?
—Eso se lo dije desde el principio —repuso él con mucha calma.
_______ se sintió transida de odio y desprecio.
—No sé a cuál de ustedes desprecio más. —Los miró furibunda—. Usted, Laredo, por ser un traidor a los de su clase, o usted… —lanzó una mirada venenosa a la expresión torva de Joe— por ser…
—No me importa la opinión que tenga usted de mí —interrumpió Joe con frialdad—. Sólo quiero que entienda y crea que los intentos como el de esta noche no tendrán éxito. Aquí, nadie la ayudará a escapar.
—Yo no estaría tan segura de eso. —_______ irguió desafiante la cabeza, su oscura melena dorada brilló a la luz del fuego—. El dinero puede comprar mucha lealtad.
La mirada de obsidiana de él se hizo más penetrante.
—Usted es muy precipitada. Habla sin pensar. Yo me enteraré de cualquier futuro intento que haga. Y si usted insiste… —dejó la amenaza flotando en el aire ya cargado—. No me gustaría tener que negarle las pocas libertades que tiene ahora.
—¿Libertades? ¿Qué libertades? —_______ dio un paso airado hacia él—. ¡Aquí soy una prisionera contra mi voluntad!
Joe no se dejó conmover.
—Le he permitido la libertad de esta casa y ciertas libertades afuera de la misma, bajo vigilancia. ¿Preferiría quedarse encerrada en su habitación?
—Usted no se atrevería —dijo _______, temblando con la turbulencia de sus emociones.
—Puedo hacerlo —la miró calmosamente, con expresión dura e impasible—, si su lengua aguda se vuelve una molestia.
Ningún pensamiento precedió a lo que ella hizo. Sólo el instinto guió su mano hacia las facciones frías, patricias de él. La mano fue tomada en el aire por dedos de hierro. Un acto reflejo elevó su mano izquierda para completar lo que había empezado la derecha. También fue aprisionada en la mano de él antes de llegar al blanco.
—Suélteme.
_______ se negó a luchar, dejando que él le sujetara las manos como con un par de esposas.
Joe le lanzó una mirada amenazadora antes de dirigir su atención a Laredo.
—Puedes retirarte —dijo—. Creo que la celebración de la señora ha terminado.
Al oír el sonido de unos pasos obedientes, _______ volvió la cabeza y vio que Laredo caminaba hacia el impermeable amarillo colgado cerca de la puerta. Una furia desesperada la llenó al sentir que se quedaría sola con Ráfaga.
—¡No, no se vaya, Laredo! —protestó a gritos—. ¡No puede dejarme sola con esta bestia… con este sádico!
Sus gritos cayeron en oídos sordos. Laredo ni siquiera vaciló cuando se puso el impermeable y cruzó la puerta.
—¿Qué clase de poder tiene usted sobre él? —siseó _______, todavía con las muñecas sujetas en las manos de Joe.
—Él me debe la vida —replicó Joe sin emoción—. A usted, no le debe nada.
—¿Y cuánto tiempo va a hacérselo pagar? ¿Por el resto de su vida? —preguntó _______ en tono de acusación.
—Él sólo tiene que decirme que quiere marcharse y podrá marcharse —le informó Joe—. Se queda por su propia voluntad. Me da libremente su lealtad. Puede marcharse en cualquier momento… mientras no se la lleve a usted.
—Sí, usted juró que lo mataría si lo intentaba.
El gusto amargo de su boca dio la misma acidez a su voz.
—Fue un juramento… que cada uno de los hombres de aquí sabe que cumpliré. Siga mi consejo, señora y no trate de persuadir a nadie de que la ayude a escapar. No creo que usted quiera cargar con una muerte en su conciencia. —Inesperadamente, la soltó y se alejó—. Vaya a su habitación, señora Townsend.
_______ luchó contra el impulso de desobedecer. Temblando, giró sobre sus talones con un ondular de su falda y salió enhiesta y orgullosa de la habitación.
Capítulo 12
Los truenos estremecían la casa, los elementos parecían haberse puesto de acuerdo con la tormentosa disposición de ________. Cuando encendió la vela junto a su cama, la habitación pareció volverse más pequeña.
La enfurecía el hecho de que la pequeña libertad que disfrutaba era por concesión de Joe. Miró su imagen reflejada en el espejo y se volvió. Al ver la falda color llama y la blusa bordada que llevaba, _______ recordó la forma en que se había regocijado al recibir esas prendas. Ahora le producían repulsión.
Joe se las había dado. De pronto no pudo soportar el contacto de la tela sobre su piel. Se quitó las ropas y tomó la manta que había descartado más temprano.
Se envolvió con la manta, recogió las ropas y las envolvió en un lío desprolijo. Con la cabeza erguida, salió y se dirigió a la habitación principal.
Joe estaba junto al fuego, mirando las llamas. Tenía la mano apoyada en la repisa de la chimenea y la rodilla izquierda flexionada, para apoyar un pie en el cajón de la leña. Las sombras lanzadas por la luz del fuego acentuaban los planos angulosos de su cara.
Cuando _______ entró, él levantó lentamente la cabeza. Sus ojos entornados la miraron impasibles, notando la manta que la cubría y el lío de ropa que llevaba en los brazos. La actitud remota de él la irritó.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó Joe con calma. Enseguida, su boca se crispó irónicamente—. ¿Ha pensado nuevos insultos para decirme, ahora que ha descubierto que yo puedo hablar y entender su idioma?
—Aquí están las ropas de su querida. Puede devolvérselas. —_______ le arrojó el envoltorio a los pies, el lío cayó dentro del hogar—. No las quiero.
Él rescató las ropas de las llamas hambrientas y las sostuvo negligentemente en la mano.
—Antes le gustaban —dijo.
—Antes. —Su voz tembló—. No me di cuenta de cómo aborrezco, todo lo que esté aunque sea remotamente, relacionado con usted.
En los ojos de él apareció un fulgor ominoso. Con deliberada lentitud, caminó hacia ella, se detuvo para dejar las ropas sobre una silla y continuó acercándosele. Interiormente intimidada, _______ no se movió.
—Puesto que es eso lo que siente, la manta es mía. —Un suave hilo de complacencia corría a través de la voz de él—. Démela.
—No —dijo ella, sobresaltada.
Instintivamente su mano aferró los pliegues de la manta como si esperase que él intentaría arrancársela.
—Pero es mía —volvió a decir Joe—. Como usted no quiere que nada que sea mío le toque la piel, quiero que me la devuelva.
—Está bien. —_______ tenía dificultad para respirar con naturalidad. Ello hacía que a su voz le faltara fuerza—. Me pondré mis propias ropas y entonces se la traeré.
Antes que ella pudiera volverse, él dijo en tono firme:
—La quiero ahora.
—No —dijo ella, sintiendo que el frío del miedo se filtraba en sus venas.
—¿Por qué no? —preguntó él en tono burlón—. ¿Por qué no lleva nada abajo? Pero si yo estoy familiarizado con su desnudez. He visto la curva ascendente de sus pechos redondos y firmes, la esbeltez de su cintura, la forma en que sus caderas perfectas están hechas para recibir a un hombre.
Con las mejillas encendidas, _______ se giró para huir, aterrorizada con la situación que había producido con su arrebato. Él la tomó de un brazo y la hizo volverse. La manta cayó del hombro, ayudada por la otra mano de él. _______ apenas logró evitar que cayera al suelo.
—Yo conozco estas cosas que Laredo sólo puede imaginar —dijo él, atrayéndola lentamente hacia él, con voz ronca y suave como terciopelo.
Pero detrás de esa voz, ______ percibía una implacable crueldad. Sólo podía usar un brazo para mantenerlo a distancia, pues con el otro debía sujetar la manta. Hubiera sido igualmente inútil con los dos. Él inclinó la cabeza hacia ella y _______ se echó atrás.
La boca de Joe rozó la curva del cuello de ________, quemándole la piel con lenguas de fuego. Ella levantó la mano hasta el duro contorno de la mandíbula de él, tratando de apartarlo, no lo logró.
—¿Por qué no me acaricia a mí, como lo acarició a Laredo? —El aliento de él le quemaba el cuello. Joe apartó la mano de _______ y se la retorció detrás de la espalda. Después levantó la cabeza y con la mirada se burló de sus inútiles esfuerzos—. Quizá pueda persuadirme de que la deje marcharse…
—¡Cerdo! ¡Lo odio! —exclamó _______.
El brazo de él la apretó de modo que las caderas de ella se apoyaron en los músculos rígidos de la parte superior de los muslos de Joe. _______ se arqueó hacia atrás para evitar el contacto y sus pechos subieron y bajaron en rápida agitación. La manta se deslizó un poco más revelando más curvas.
—Sí, mi leona, tú me odias —Joe le sonrió con frialdad—. Te gustaría arrancarme los ojos. Constantemente tratas de rebelarte, ignorando mis órdenes aunque sabes que te obligaré a obedecerlas. Te habría ido mejor si hubieras sido mansa y dócil en vez de mostrarte tan decidida a desafiarme.
—¡Si hubiera sido mansa y dócil, usted y su banda de asesinos me habrían violado y matado, cuando Brad fue asesinado! —replicó _______ con furia salvaje.
—Ahora estás a mi merced.
—¡Usted es un desalmado! —dijo ella, tratando de zafarse, pero él la sujetó con facilidad.
_______ vio que los músculos de la mandíbula de él se endurecían y supo que lo había provocado otra vez. Lo acusaba de desalmado y Joe demostró no tener alma cuando aplicó sobre los labios de ella su boca exigente.
Atrapada en el torbellino que giraba violentamente, los sentidos de _______ enloquecieron bajo el ataque. La férrea faja de los brazos de él, negaba el aliento a sus pulmones; mientras esa boca ardiente seguía aplastándose contra la suya. La oscuridad giraba en los bordes de su conciencia. _______ luchó para no dejarse arrastrar hacia el vértice de la cólera de Joe.
La agresiva virilidad de él estaba haciéndola perder el contacto con la realidad. La presión exigente de esa boca se volvía menos autoritaria y más persuasiva. Y _______ no podía resistirse a esa lengua que exploraba. Fue consciente sólo a medias, de que él había aflojado la presión de sus brazos. Los excitantes movimientos de sus manos sobre sus caderas y la espalda, que la apretaban contra la granítica solidez de su cuerpo, encendían cargas explosivas, hasta que ella se aferró débilmente a él.
Sólo un débil gemido de protesta escapó de su garganta, cuando él la levantó en brazos. Con la boca, siguió besándola mientras la llevaba. Un deseo primitivo, insidioso, crecía dentro de ella y ________ se sintió impotente para detenerlo. Lo odiaba con desesperación, mas reconocía que era un maestro en el arte de la seducción. Comparado con Joe, Brad hubiera resultado un aficionado chapucero.
La depositó sobre la cama y al hacerlo la quitó la manta que la cubría. _______ quiso tomarla por instinto pero él la arrojó fuera de su alcance. Entonces, los sentidos drogados de ella la hicieron percatarse de que no estaba en su cama. No estaba en su dormitorio.
Por un momento, ________ quedó paralizada por el descubrimiento para moverse. El peso del cuerpo de él estuvo sobre el colchón antes de que ella pudiera recuperarse. Instintivamente, él encontró las manos de ella en la oscuridad. El firme contacto hizo que ella arañara y pateara como un animal salvaje. Él rió roncamente y le separó los brazos y las piernas, inmovilizándola sobre el colchón.
—Grita si lo deseas, leona —murmuró Joe—. Nadie te oirá con la tormenta. Y aunque te oyeran, no vendrían.
La boca quemante de él encontró un lugar sensible en el cuello de ella. _______ le hundió los dedos en la piel y tuvo la satisfactoria sensación de la carne abriéndose bajo sus uñas, que ella le clavaba en los hombros. Pese a un juramento ahogado, las manos que la sujetaban no cedieron ni un centímetro.
La frenética violencia que ponía para resistirse estaba dejándola sin energías. Se detuvo para recobrar el aliento. Inmediatamente, él se posesionó de sus labios entreabiertos y le rodeó los pechos con las manos para explorar su redondeada firmeza.
________ sintió que sus pezones se endurecían al contacto de las manos de él y lloró en silencio por su incapacidad de controlar las respuestas de su carne. La cabeza le daba vueltas vertiginosamente en el torrente de deseos ardientes que estallaban dentro de su cuerpo.
Estas sensaciones le eran desconocidas pero se veía impotente para controlarlas. Eran las sensaciones las que la controlaban a ella, haciéndola desear la gratificación física de ser poseída por él. Las sensaciones se intensificaron cuando la boca de Joe bajó desde su cuello a sus pechos. El contacto de la lengua en sus pezones hizo que de sus labios escapara un involuntario gemido de placer.
No había urgencia en la lánguida pasión de las caricias de él, pero el fuego que ardía lentamente dentro de ella seguía volviéndose cada vez más abrasador. Las manos de él, siempre explorando, descubrían y palpaban sus lugares secretos e íntimos, tocando, excitando y liberando todas las inhibiciones y temores de _______.
El intenso olor masculino de él era un estimulante erótico que la enardecía. Por más que lo deseaba, nunca podría ser indiferente al contacto de este hombre. Era como una hoja, flotando, girando en el viento. Ya había perdido su virginidad por el salvajismo de Brad. Ahora, el respeto que sentía por ella misma estaba siendo rápidamente perdido por la maestría sensual de Joe.
Bajo sus manos, podía sentir los músculos desnudos, ondulantes de los hombros de él y la húmeda tibieza de la sangre donde lo había arañado. Pero sus dedos ya no se clavaban ni desgarraban la piel, ahora acariciaban y gozaban tocando la carne dura.
Mientras le quedaba un resto de voluntad, _______ apoyó sus manos en los hombros de él y le obligó a levantar la cabeza y a interrumpir el juego atormentador con sus pezones. Él inclinó su cabeza para besarla en los labios, pero ella lo eludió.
—¿Qué está esperando? Murmuró con desesperación—. ¿Por qué no me viola y termina con esto?
—Pero eso sería demasiado rápido, leona mía —replicó él—. Deseo prolongar el momento, la tortura.
Su aliento la rozó en la mejilla un instante antes de que su boca la besara con hambrienta exigencia. Y era una tortura, una dulce tortura. Los nervios de ______ gritaban su necesidad de ser poseída. Sus manos, en trémulas caricias, se movían sobre la espalda y los hombros de él, y su cuerpo se retorcía y estremecía con la agonía de la pasión.
Pero pasaron unos momentos más antes que todo el peso del cuerpo de él se le pusiera encima. El pulso de él corría tan salvaje, tan apasionado como el de ella. Su piel desnuda quemaba al tocarla y ese calor pareció fundirlos a los dos en uno. ________ sintió la dura virilidad de él y supo que él la deseaba tanto como ella a él.
Un sonido como el ronroneo de un gatito escapó de sus labios cuando las piernas musculosas de él se deslizaron íntimamente entre la de ella, obligándola a separarlas. _______ se sintió transida de un éxtasis arrebatador, que la envolvía en una niebla aterciopelada y vertiginosa de sensaciones. Temblores primitivos se alternaron con raptos de maravilla hasta que quedó debilitada y agotada, y sola.
El torbellino de nuevas y extrañas emociones se disipó lentamente. _______ quedó atontada por sus sensuales respuestas en el acto de amor. Gradualmente empezó a recuperarse y se sintió disgustada y avergonzada de haber encontrado placer en los brazos de él.
Joe se movió, su hombro le rozó un brazo. Un estremecimiento de alerta danzó sobre la piel de ella; las llamas interiores, apenas contenidas, parecieron avivarse. _______ apretó la mandíbula ante la respuesta involuntaria de su cuerpo, temerosa de no poder controlarse.
Tenía que apartarse del contacto de él. Deslizó sus piernas hasta el borde de la cama estrecha y empezó a levantarse, pero la mano de él la tomó de un brazo. _______ no pudo liberarse de esa tenaza de acero.
—¿Adónde vas?
—A mi habitación —replicó ella secamente.
—¿Por qué? —preguntó Joe, ahora con expresión remota e impersonal.
—Me dio la impresión de que todas sus compañías amorosas lo dejaban dormir solo —repuso ella cáusticamente, en vez de admitir que necesitaba tiempo para recobrar el control de sus sentidos y olvidar la satisfacción que había encontrado en brazos de él.
—¿Dices eso a causa de Camilla?
—¿Quién, si no? —replicó _______. Los ojos insondables de él fueron inmunes a la mirada de odio que ella le dirigió—. ¿Cree que no los oía desde mi cama cuando se acostaron juntos? ¿Los sonidos desagradables de ustedes dos haciendo el amor? ¿Las buenas noches susurradas por ella al marcharse?
—Si te resultaba tan desagradable no hubieras debido escuchar —dijo Joe en tono burlón.
—No tenía otro remedio, con dos cerdos en celo en la habitación contigua.
Él la atrajo y la obligó a tenderse. _______ no se resistió, pero mantuvo una rígida actitud de pasividad bajo el contacto de él.
—Las cosas, así convenidas, nos resultaban cómodas a Camilla y a mí, aunque a ti te disgustaran —murmuró él con frialdad.
—Lo que me gustaría —dijo _______, en tono más frío que el de él—, es no dormir en esta cama con usted.
—Eso es una pena —dijo él con arrogancia.
—¿Por qué? —estalló ella. En tono infantil, le reprochó—. Camilla no dormía con usted. ¿Por qué tiene que obligarme a mí?
—La situación no es la misma. Camilla quería volver a su hogar con su familia y el hombre que es su marido. Tú no tienes nada ni nadie esperándote, salvo una cama vacía.
_______ se volvió para mirarlo de frente, su pelo dorado y enredado le servía de almohada a su cabeza.
—¿Qué? ¿Su marido? —El disgusto le hizo apretar los labios—. ¿Quiere decirme que ella es casada y venía aquí… a usted?
La mirada de él pasó desdeñosamente sobre la cara de ella.
—Eres muy rápida para condenar a otros cuando es tu propia mente la vulgar y grosera. César, el marido de Camilla, está paralítico. Es como un muerto viviente… su mente no está en este mundo. Lleva cuatro años así, en los que Camilla sólo ha tenido el recuerdo del amor de él y a sus dos hijos. Ella es joven y tiene las necesidades físicas de una mujer normal. Y si bien quería el amor de un hombre, no quiso abandonar a su marido. Yo necesitaba una mujer pero no quería una esposa. De modo que llegamos a un acuerdo satisfactorio.
—No importa como lo disimule o los pretextos que use; lo mismo es su amante y sigue siendo una mujer casada —replicó ________.
La mano de él se deslizó sobre el cuello de ella y descansó ligeramente sobre la curva vulnerable y expuesta, con los dedos capaces de apretar y estrangularla. Pero el contacto siguió siendo gentil, casi una caricia.
—¿Crees que ella es una hipócrita por seguir con su marido y buscar satisfacción física conmigo? —preguntó Joe—. ¿Y qué hay de ti, que acusas de asesinato y ni siquiera derramas una lagrima por tu marido?
—Usted no sabe lo que yo siento interiormente —dijo ______ a la defensiva.
—Cuando estoy tendido en la cama, yo también escucho tus sonidos que llegan desde la habitación vecina —dijo él en sardónico tono de burla—. Ni una vez te he oído llorar… ni por ti ni por él.
—Si llorara, ¿cambiaría algo? —preguntó ella con amargura. Por nada del mundo ________ quería admitir ante Joe que no había sentido la pérdida de su marido—. ¿Haría que usted tuviese compasión de mí? Lo dudo. —Ella misma respondió la pregunta—. Usted no tiene compasión, no conoce el significado de esa palabra. Quizá yo no llore cuando usted puede oírme porque sé que se burlaría de mí.
—Quizá no lo llores porque él no te amó, ni tú tampoco lo amaste a él —replicó Joe.
________ aspiró hondo, comprendiendo el control absoluto que ejercía él sobre todo lo que sucedía en este escondite en el cañón. Había una sola persona que podía haberle dado esa información.
—¿Laredo le contó lo que yo dije de mi marido? —preguntó en tono de acusación.
—¿Es verdad? —insistió él—. Cuéntame de él. Quiero saber.
Ella vaciló, obstinada, no queriendo obedecer, pero supo que él la obligaría a dar una respuesta. De modo que le dio una que no decía mucho.
—No hay mucho que contar —dijo lentamente—. Probablemente, ustedes dos se hubieran entendido muy bien. Son muy parecidos. Brad también sólo se interesaba en mi dinero. Él también me tomó porque yo estaba disponible y porque creyó que tenía el derecho de someterme para satisfacer su lujuria…
—Eras virgen cuando él te tomó.
Fue más una afirmación que una pregunta, acompañada de un brillo inquietante de su mirada.
Él llevó su mano a la mandíbula de ella y con el pulgar recorrió los bordes de sus labios. Los nervios de _______ vibraron por esta proximidad, por tenerlo tan cerca, desnudo, tan viril y tan fuerte.
—¿Sí? —murmuró, incapaz de mentir en forma convincente, pues sabía que él podía percibir el cambio más leve en su voz.
—Dijiste que estabas en luna de miel con tu marido cuando te capturamos. Y me doy cuenta de que nadie te ha enseñado a hacer el amor. Esta noche estuviste sorprendida y asustada por los placeres que puede sentir una mujer. Pero es muy natural, pequeña leona. Quizá cuando llegues a aprender esto, aprenderás también a ser tolerante con Camilla —murmuró Joe.
“Cuando llegues a aprender esto…” Las palabras corrieron por su espina dorsal. Sus ojos se agrandaron y cuando lo miraron a él, el miedo se mezcló con la ira.
—¿Qué está sugiriendo? —preguntó _______, tratando de impedir que el pánico que sentía se asomara a su voz—. ¿No estará diciendo que tiene intención de enseñarme?
—Creo que aprenderás rápidamente —dijo él, mirándola con expresión de conocedor.
La luz de un relámpago iluminó fugazmente los contornos duros, impasibles de la cara de él.
—Yo podré ser aquí su prisionera, pero no voy a convertirme en su querida —afirmó _______ con vigor—. Si eso lo que está pensando.
—Voluntariamente, quizá no.
Ella trató de apartar la mano que le rodeaba la cara, pero la suave caricia de él se tornó instantáneamente de acero.
—Déjeme. En todo este tiempo ni una vez se había acercado a mí. ¿Por qué ahora? —preguntó.
—Es natural que un hombre desee poseer a una mujer hermosa y deseable como tú. Cuando anoche provocaste mi ira, no vi más motivos para negarme lo que deseaba —replicó Joe en tono desapasionado—. ¿No estás ahora arrepentida de haber hecho esa proposición a Laredo delante de mí?
—No le creo —murmuró _______ con frialdad—. Hay una cosa que aprendí mientras estuve confinada en esta casa con usted, y es que usted no se deja llevar por las emociones, ni por la cólera, ni por el deseo.
La risa ronca de él estuvo desprovista de humor.
—Tu cabeza es hermosa, pero no hueca, ¿verdad? —Metió los dedos entre el pelo de ella, cerca de la oreja—. Tu belleza me resulta tentadora. Quizá otros también sientan esto. Si tú lo ofreces, junto con dinero, podrían no poder resistirse. Mañana por la mañana se enterarán de que eres mi mujer. Entonces nadie te ayudará ni se atreverá a acercarse a ti —terminó Joe en tono complacido.
—¡Maldito!
La frustración le hizo temblar la voz y su improperio sonó más como un sollozo de desesperación. En esa explicación ______ creyó.
Más palabras airadas y rencorosas estaban en la punta de su lengua pero su cabeza ya era levantada para recibir la boca de él. Se resistió y trató de apartarse, pero él abrió sus labios sobre la boca de ella, en una serie de besos largos, adormecedores. ________ habría podido mantenerse impasible e indiferente si él se hubiese mostrado rudo y exigente, como antes, pero esta sensación lenta, perezosa, embriagadora, la desarmó.
Su carne se dejó voluntariamente ser moldeada a los duros contornos masculinos de él. ________ se rindió al torbellino de lo inevitable, un fuego salvaje se difundió por sus venas. La niebla de terciopelo la envolvió otra vez.
Más tarde, mucho más tarde, Joe tendió la manta sobre los dos y le ordenó a _______ que durmiera. Parte de la mente de ella quiso discutir con él, declarar que no quería dormir en esa cama. Pero un lánguido agotamiento dominaba su cuerpo. Ni siquiera se opuso cuando él, en posesiva actitud, le rodeó la cintura con un brazo.
—Recibirá una pequeña fortuna por llevarme de vuelta, más la gratitud y la ayuda de mi padre. —Dejó que su voz se volviera ronca y suave—. Y también a mí, Laredo. Sé que me encuentra atractiva… Y no me importaría pasarme el resto de mi vida pagándole por haberme sacado de aquí. Dinero, respetabilidad y yo —prometió—, las tres cosas, si las desea. Todo lo que tiene que hacer es sacarme de aquí, llevarme a casa.
—¡¡No!!
Continuación...
La voz de Joe, baja y ominosa, como un trueno lejano, los hizo separarse. Él los miraba con ojos ensombrecidos por una furia fría.
—Usted no lo seducirá para que haga lo que le pida, ni con palabras ni con hechos, Laredo conoce el castigo por abandonar este lugar sin mi permiso. Y sabe que si se la lleva a usted con él, yo lo encontraré y lo mataré. Cuando un hombre tiene que elegir entre dinero, una mujer o su vida, elige su vida. ¡Laredo no la llevará a ninguna parte hasta que yo diga que usted puede marcharse!
El color desapareció de la cara de _______. Lo miró boquiabierta por la sorpresa… no por lo que él le había dicho sino por el hecho de que ella entendió cada palabra. Él había hablado en un inglés perfecto.
—¿Qué… cómo? —En su confusión, ni siquiera pudo formular la pregunta—. Usted habla inglés —logró decir avergonzada.
—Sí, hablo inglés —admitió él con frialdad.
—Podría habérmelo dicho.
_______ recobró parte de su compostura.
—¿Con ello hubiera impedido que usted me llamara bastardo? —replicó Joe—. ¿O que deseara cortar mi corazón en pedacitos después de arrancármelo con un cuchillo?
_______ recordó demasiado bien los insultos que le había dirigido cuando creía que él no entendía lo que decía. Enrojeció intensamente.
—No, no hubiera hecho ninguna diferencia —admitió furiosa—. ¿Por qué, entonces, no me lo dijo? ¿Por qué fingió que necesitaba de Laredo para que tradujera cualquier cosa que yo quería decirle? ¿Se divirtió haciéndome quedar como una estúpida?
—No tenía ganas de hablar con usted ni de que esperase que yo respondiera sus preguntas. Además… —enarcó una ceja en fría acusación— si usted hubiera sabido que yo entendía inglés, nunca habría hablado a Laredo en mi presencia como acaba de hacerlo.
La mirada de _______ fue rápidamente hacia Laredo, quien permanecía silenciosamente a un costado. Él había sabido que Joe hablaba fluidamente el inglés y no había hecho ningún esfuerzo para advertírselo a _______. La joven sintió que su furia se expandía hasta incluir también al americano.
—Hubiera podido avisarme… —le reprochó, en tono acusador.
—No me correspondía —dijo Laredo, encogiéndose de hombros.
—No, es verdad —admitió ________, cáusticamente—. Usted está con él, ¿no es cierto?
—Eso se lo dije desde el principio —repuso él con mucha calma.
_______ se sintió transida de odio y desprecio.
—No sé a cuál de ustedes desprecio más. —Los miró furibunda—. Usted, Laredo, por ser un traidor a los de su clase, o usted… —lanzó una mirada venenosa a la expresión torva de Joe— por ser…
—No me importa la opinión que tenga usted de mí —interrumpió Joe con frialdad—. Sólo quiero que entienda y crea que los intentos como el de esta noche no tendrán éxito. Aquí, nadie la ayudará a escapar.
—Yo no estaría tan segura de eso. —_______ irguió desafiante la cabeza, su oscura melena dorada brilló a la luz del fuego—. El dinero puede comprar mucha lealtad.
La mirada de obsidiana de él se hizo más penetrante.
—Usted es muy precipitada. Habla sin pensar. Yo me enteraré de cualquier futuro intento que haga. Y si usted insiste… —dejó la amenaza flotando en el aire ya cargado—. No me gustaría tener que negarle las pocas libertades que tiene ahora.
—¿Libertades? ¿Qué libertades? —_______ dio un paso airado hacia él—. ¡Aquí soy una prisionera contra mi voluntad!
Joe no se dejó conmover.
—Le he permitido la libertad de esta casa y ciertas libertades afuera de la misma, bajo vigilancia. ¿Preferiría quedarse encerrada en su habitación?
—Usted no se atrevería —dijo _______, temblando con la turbulencia de sus emociones.
—Puedo hacerlo —la miró calmosamente, con expresión dura e impasible—, si su lengua aguda se vuelve una molestia.
Ningún pensamiento precedió a lo que ella hizo. Sólo el instinto guió su mano hacia las facciones frías, patricias de él. La mano fue tomada en el aire por dedos de hierro. Un acto reflejo elevó su mano izquierda para completar lo que había empezado la derecha. También fue aprisionada en la mano de él antes de llegar al blanco.
—Suélteme.
_______ se negó a luchar, dejando que él le sujetara las manos como con un par de esposas.
Joe le lanzó una mirada amenazadora antes de dirigir su atención a Laredo.
—Puedes retirarte —dijo—. Creo que la celebración de la señora ha terminado.
Al oír el sonido de unos pasos obedientes, _______ volvió la cabeza y vio que Laredo caminaba hacia el impermeable amarillo colgado cerca de la puerta. Una furia desesperada la llenó al sentir que se quedaría sola con Ráfaga.
—¡No, no se vaya, Laredo! —protestó a gritos—. ¡No puede dejarme sola con esta bestia… con este sádico!
Sus gritos cayeron en oídos sordos. Laredo ni siquiera vaciló cuando se puso el impermeable y cruzó la puerta.
—¿Qué clase de poder tiene usted sobre él? —siseó _______, todavía con las muñecas sujetas en las manos de Joe.
—Él me debe la vida —replicó Joe sin emoción—. A usted, no le debe nada.
—¿Y cuánto tiempo va a hacérselo pagar? ¿Por el resto de su vida? —preguntó _______ en tono de acusación.
—Él sólo tiene que decirme que quiere marcharse y podrá marcharse —le informó Joe—. Se queda por su propia voluntad. Me da libremente su lealtad. Puede marcharse en cualquier momento… mientras no se la lleve a usted.
—Sí, usted juró que lo mataría si lo intentaba.
El gusto amargo de su boca dio la misma acidez a su voz.
—Fue un juramento… que cada uno de los hombres de aquí sabe que cumpliré. Siga mi consejo, señora y no trate de persuadir a nadie de que la ayude a escapar. No creo que usted quiera cargar con una muerte en su conciencia. —Inesperadamente, la soltó y se alejó—. Vaya a su habitación, señora Townsend.
_______ luchó contra el impulso de desobedecer. Temblando, giró sobre sus talones con un ondular de su falda y salió enhiesta y orgullosa de la habitación.
Capítulo 12
Los truenos estremecían la casa, los elementos parecían haberse puesto de acuerdo con la tormentosa disposición de ________. Cuando encendió la vela junto a su cama, la habitación pareció volverse más pequeña.
La enfurecía el hecho de que la pequeña libertad que disfrutaba era por concesión de Joe. Miró su imagen reflejada en el espejo y se volvió. Al ver la falda color llama y la blusa bordada que llevaba, _______ recordó la forma en que se había regocijado al recibir esas prendas. Ahora le producían repulsión.
Joe se las había dado. De pronto no pudo soportar el contacto de la tela sobre su piel. Se quitó las ropas y tomó la manta que había descartado más temprano.
Se envolvió con la manta, recogió las ropas y las envolvió en un lío desprolijo. Con la cabeza erguida, salió y se dirigió a la habitación principal.
Joe estaba junto al fuego, mirando las llamas. Tenía la mano apoyada en la repisa de la chimenea y la rodilla izquierda flexionada, para apoyar un pie en el cajón de la leña. Las sombras lanzadas por la luz del fuego acentuaban los planos angulosos de su cara.
Cuando _______ entró, él levantó lentamente la cabeza. Sus ojos entornados la miraron impasibles, notando la manta que la cubría y el lío de ropa que llevaba en los brazos. La actitud remota de él la irritó.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó Joe con calma. Enseguida, su boca se crispó irónicamente—. ¿Ha pensado nuevos insultos para decirme, ahora que ha descubierto que yo puedo hablar y entender su idioma?
—Aquí están las ropas de su querida. Puede devolvérselas. —_______ le arrojó el envoltorio a los pies, el lío cayó dentro del hogar—. No las quiero.
Él rescató las ropas de las llamas hambrientas y las sostuvo negligentemente en la mano.
—Antes le gustaban —dijo.
—Antes. —Su voz tembló—. No me di cuenta de cómo aborrezco, todo lo que esté aunque sea remotamente, relacionado con usted.
En los ojos de él apareció un fulgor ominoso. Con deliberada lentitud, caminó hacia ella, se detuvo para dejar las ropas sobre una silla y continuó acercándosele. Interiormente intimidada, _______ no se movió.
—Puesto que es eso lo que siente, la manta es mía. —Un suave hilo de complacencia corría a través de la voz de él—. Démela.
—No —dijo ella, sobresaltada.
Instintivamente su mano aferró los pliegues de la manta como si esperase que él intentaría arrancársela.
—Pero es mía —volvió a decir Joe—. Como usted no quiere que nada que sea mío le toque la piel, quiero que me la devuelva.
—Está bien. —_______ tenía dificultad para respirar con naturalidad. Ello hacía que a su voz le faltara fuerza—. Me pondré mis propias ropas y entonces se la traeré.
Antes que ella pudiera volverse, él dijo en tono firme:
—La quiero ahora.
—No —dijo ella, sintiendo que el frío del miedo se filtraba en sus venas.
—¿Por qué no? —preguntó él en tono burlón—. ¿Por qué no lleva nada abajo? Pero si yo estoy familiarizado con su desnudez. He visto la curva ascendente de sus pechos redondos y firmes, la esbeltez de su cintura, la forma en que sus caderas perfectas están hechas para recibir a un hombre.
Con las mejillas encendidas, _______ se giró para huir, aterrorizada con la situación que había producido con su arrebato. Él la tomó de un brazo y la hizo volverse. La manta cayó del hombro, ayudada por la otra mano de él. _______ apenas logró evitar que cayera al suelo.
—Yo conozco estas cosas que Laredo sólo puede imaginar —dijo él, atrayéndola lentamente hacia él, con voz ronca y suave como terciopelo.
Pero detrás de esa voz, ______ percibía una implacable crueldad. Sólo podía usar un brazo para mantenerlo a distancia, pues con el otro debía sujetar la manta. Hubiera sido igualmente inútil con los dos. Él inclinó la cabeza hacia ella y _______ se echó atrás.
La boca de Joe rozó la curva del cuello de ________, quemándole la piel con lenguas de fuego. Ella levantó la mano hasta el duro contorno de la mandíbula de él, tratando de apartarlo, no lo logró.
—¿Por qué no me acaricia a mí, como lo acarició a Laredo? —El aliento de él le quemaba el cuello. Joe apartó la mano de _______ y se la retorció detrás de la espalda. Después levantó la cabeza y con la mirada se burló de sus inútiles esfuerzos—. Quizá pueda persuadirme de que la deje marcharse…
—¡Cerdo! ¡Lo odio! —exclamó _______.
El brazo de él la apretó de modo que las caderas de ella se apoyaron en los músculos rígidos de la parte superior de los muslos de Joe. _______ se arqueó hacia atrás para evitar el contacto y sus pechos subieron y bajaron en rápida agitación. La manta se deslizó un poco más revelando más curvas.
—Sí, mi leona, tú me odias —Joe le sonrió con frialdad—. Te gustaría arrancarme los ojos. Constantemente tratas de rebelarte, ignorando mis órdenes aunque sabes que te obligaré a obedecerlas. Te habría ido mejor si hubieras sido mansa y dócil en vez de mostrarte tan decidida a desafiarme.
—¡Si hubiera sido mansa y dócil, usted y su banda de asesinos me habrían violado y matado, cuando Brad fue asesinado! —replicó _______ con furia salvaje.
—Ahora estás a mi merced.
—¡Usted es un desalmado! —dijo ella, tratando de zafarse, pero él la sujetó con facilidad.
_______ vio que los músculos de la mandíbula de él se endurecían y supo que lo había provocado otra vez. Lo acusaba de desalmado y Joe demostró no tener alma cuando aplicó sobre los labios de ella su boca exigente.
Atrapada en el torbellino que giraba violentamente, los sentidos de _______ enloquecieron bajo el ataque. La férrea faja de los brazos de él, negaba el aliento a sus pulmones; mientras esa boca ardiente seguía aplastándose contra la suya. La oscuridad giraba en los bordes de su conciencia. _______ luchó para no dejarse arrastrar hacia el vértice de la cólera de Joe.
La agresiva virilidad de él estaba haciéndola perder el contacto con la realidad. La presión exigente de esa boca se volvía menos autoritaria y más persuasiva. Y _______ no podía resistirse a esa lengua que exploraba. Fue consciente sólo a medias, de que él había aflojado la presión de sus brazos. Los excitantes movimientos de sus manos sobre sus caderas y la espalda, que la apretaban contra la granítica solidez de su cuerpo, encendían cargas explosivas, hasta que ella se aferró débilmente a él.
Sólo un débil gemido de protesta escapó de su garganta, cuando él la levantó en brazos. Con la boca, siguió besándola mientras la llevaba. Un deseo primitivo, insidioso, crecía dentro de ella y ________ se sintió impotente para detenerlo. Lo odiaba con desesperación, mas reconocía que era un maestro en el arte de la seducción. Comparado con Joe, Brad hubiera resultado un aficionado chapucero.
La depositó sobre la cama y al hacerlo la quitó la manta que la cubría. _______ quiso tomarla por instinto pero él la arrojó fuera de su alcance. Entonces, los sentidos drogados de ella la hicieron percatarse de que no estaba en su cama. No estaba en su dormitorio.
Por un momento, ________ quedó paralizada por el descubrimiento para moverse. El peso del cuerpo de él estuvo sobre el colchón antes de que ella pudiera recuperarse. Instintivamente, él encontró las manos de ella en la oscuridad. El firme contacto hizo que ella arañara y pateara como un animal salvaje. Él rió roncamente y le separó los brazos y las piernas, inmovilizándola sobre el colchón.
—Grita si lo deseas, leona —murmuró Joe—. Nadie te oirá con la tormenta. Y aunque te oyeran, no vendrían.
La boca quemante de él encontró un lugar sensible en el cuello de ella. _______ le hundió los dedos en la piel y tuvo la satisfactoria sensación de la carne abriéndose bajo sus uñas, que ella le clavaba en los hombros. Pese a un juramento ahogado, las manos que la sujetaban no cedieron ni un centímetro.
La frenética violencia que ponía para resistirse estaba dejándola sin energías. Se detuvo para recobrar el aliento. Inmediatamente, él se posesionó de sus labios entreabiertos y le rodeó los pechos con las manos para explorar su redondeada firmeza.
________ sintió que sus pezones se endurecían al contacto de las manos de él y lloró en silencio por su incapacidad de controlar las respuestas de su carne. La cabeza le daba vueltas vertiginosamente en el torrente de deseos ardientes que estallaban dentro de su cuerpo.
Estas sensaciones le eran desconocidas pero se veía impotente para controlarlas. Eran las sensaciones las que la controlaban a ella, haciéndola desear la gratificación física de ser poseída por él. Las sensaciones se intensificaron cuando la boca de Joe bajó desde su cuello a sus pechos. El contacto de la lengua en sus pezones hizo que de sus labios escapara un involuntario gemido de placer.
No había urgencia en la lánguida pasión de las caricias de él, pero el fuego que ardía lentamente dentro de ella seguía volviéndose cada vez más abrasador. Las manos de él, siempre explorando, descubrían y palpaban sus lugares secretos e íntimos, tocando, excitando y liberando todas las inhibiciones y temores de _______.
El intenso olor masculino de él era un estimulante erótico que la enardecía. Por más que lo deseaba, nunca podría ser indiferente al contacto de este hombre. Era como una hoja, flotando, girando en el viento. Ya había perdido su virginidad por el salvajismo de Brad. Ahora, el respeto que sentía por ella misma estaba siendo rápidamente perdido por la maestría sensual de Joe.
Bajo sus manos, podía sentir los músculos desnudos, ondulantes de los hombros de él y la húmeda tibieza de la sangre donde lo había arañado. Pero sus dedos ya no se clavaban ni desgarraban la piel, ahora acariciaban y gozaban tocando la carne dura.
Mientras le quedaba un resto de voluntad, _______ apoyó sus manos en los hombros de él y le obligó a levantar la cabeza y a interrumpir el juego atormentador con sus pezones. Él inclinó su cabeza para besarla en los labios, pero ella lo eludió.
—¿Qué está esperando? Murmuró con desesperación—. ¿Por qué no me viola y termina con esto?
—Pero eso sería demasiado rápido, leona mía —replicó él—. Deseo prolongar el momento, la tortura.
Su aliento la rozó en la mejilla un instante antes de que su boca la besara con hambrienta exigencia. Y era una tortura, una dulce tortura. Los nervios de ______ gritaban su necesidad de ser poseída. Sus manos, en trémulas caricias, se movían sobre la espalda y los hombros de él, y su cuerpo se retorcía y estremecía con la agonía de la pasión.
Pero pasaron unos momentos más antes que todo el peso del cuerpo de él se le pusiera encima. El pulso de él corría tan salvaje, tan apasionado como el de ella. Su piel desnuda quemaba al tocarla y ese calor pareció fundirlos a los dos en uno. ________ sintió la dura virilidad de él y supo que él la deseaba tanto como ella a él.
Un sonido como el ronroneo de un gatito escapó de sus labios cuando las piernas musculosas de él se deslizaron íntimamente entre la de ella, obligándola a separarlas. _______ se sintió transida de un éxtasis arrebatador, que la envolvía en una niebla aterciopelada y vertiginosa de sensaciones. Temblores primitivos se alternaron con raptos de maravilla hasta que quedó debilitada y agotada, y sola.
El torbellino de nuevas y extrañas emociones se disipó lentamente. _______ quedó atontada por sus sensuales respuestas en el acto de amor. Gradualmente empezó a recuperarse y se sintió disgustada y avergonzada de haber encontrado placer en los brazos de él.
Joe se movió, su hombro le rozó un brazo. Un estremecimiento de alerta danzó sobre la piel de ella; las llamas interiores, apenas contenidas, parecieron avivarse. _______ apretó la mandíbula ante la respuesta involuntaria de su cuerpo, temerosa de no poder controlarse.
Tenía que apartarse del contacto de él. Deslizó sus piernas hasta el borde de la cama estrecha y empezó a levantarse, pero la mano de él la tomó de un brazo. _______ no pudo liberarse de esa tenaza de acero.
—¿Adónde vas?
—A mi habitación —replicó ella secamente.
—¿Por qué? —preguntó Joe, ahora con expresión remota e impersonal.
—Me dio la impresión de que todas sus compañías amorosas lo dejaban dormir solo —repuso ella cáusticamente, en vez de admitir que necesitaba tiempo para recobrar el control de sus sentidos y olvidar la satisfacción que había encontrado en brazos de él.
—¿Dices eso a causa de Camilla?
—¿Quién, si no? —replicó _______. Los ojos insondables de él fueron inmunes a la mirada de odio que ella le dirigió—. ¿Cree que no los oía desde mi cama cuando se acostaron juntos? ¿Los sonidos desagradables de ustedes dos haciendo el amor? ¿Las buenas noches susurradas por ella al marcharse?
—Si te resultaba tan desagradable no hubieras debido escuchar —dijo Joe en tono burlón.
—No tenía otro remedio, con dos cerdos en celo en la habitación contigua.
Él la atrajo y la obligó a tenderse. _______ no se resistió, pero mantuvo una rígida actitud de pasividad bajo el contacto de él.
—Las cosas, así convenidas, nos resultaban cómodas a Camilla y a mí, aunque a ti te disgustaran —murmuró él con frialdad.
—Lo que me gustaría —dijo _______, en tono más frío que el de él—, es no dormir en esta cama con usted.
—Eso es una pena —dijo él con arrogancia.
—¿Por qué? —estalló ella. En tono infantil, le reprochó—. Camilla no dormía con usted. ¿Por qué tiene que obligarme a mí?
—La situación no es la misma. Camilla quería volver a su hogar con su familia y el hombre que es su marido. Tú no tienes nada ni nadie esperándote, salvo una cama vacía.
_______ se volvió para mirarlo de frente, su pelo dorado y enredado le servía de almohada a su cabeza.
—¿Qué? ¿Su marido? —El disgusto le hizo apretar los labios—. ¿Quiere decirme que ella es casada y venía aquí… a usted?
La mirada de él pasó desdeñosamente sobre la cara de ella.
—Eres muy rápida para condenar a otros cuando es tu propia mente la vulgar y grosera. César, el marido de Camilla, está paralítico. Es como un muerto viviente… su mente no está en este mundo. Lleva cuatro años así, en los que Camilla sólo ha tenido el recuerdo del amor de él y a sus dos hijos. Ella es joven y tiene las necesidades físicas de una mujer normal. Y si bien quería el amor de un hombre, no quiso abandonar a su marido. Yo necesitaba una mujer pero no quería una esposa. De modo que llegamos a un acuerdo satisfactorio.
—No importa como lo disimule o los pretextos que use; lo mismo es su amante y sigue siendo una mujer casada —replicó ________.
La mano de él se deslizó sobre el cuello de ella y descansó ligeramente sobre la curva vulnerable y expuesta, con los dedos capaces de apretar y estrangularla. Pero el contacto siguió siendo gentil, casi una caricia.
—¿Crees que ella es una hipócrita por seguir con su marido y buscar satisfacción física conmigo? —preguntó Joe—. ¿Y qué hay de ti, que acusas de asesinato y ni siquiera derramas una lagrima por tu marido?
—Usted no sabe lo que yo siento interiormente —dijo ______ a la defensiva.
—Cuando estoy tendido en la cama, yo también escucho tus sonidos que llegan desde la habitación vecina —dijo él en sardónico tono de burla—. Ni una vez te he oído llorar… ni por ti ni por él.
—Si llorara, ¿cambiaría algo? —preguntó ella con amargura. Por nada del mundo ________ quería admitir ante Joe que no había sentido la pérdida de su marido—. ¿Haría que usted tuviese compasión de mí? Lo dudo. —Ella misma respondió la pregunta—. Usted no tiene compasión, no conoce el significado de esa palabra. Quizá yo no llore cuando usted puede oírme porque sé que se burlaría de mí.
—Quizá no lo llores porque él no te amó, ni tú tampoco lo amaste a él —replicó Joe.
________ aspiró hondo, comprendiendo el control absoluto que ejercía él sobre todo lo que sucedía en este escondite en el cañón. Había una sola persona que podía haberle dado esa información.
—¿Laredo le contó lo que yo dije de mi marido? —preguntó en tono de acusación.
—¿Es verdad? —insistió él—. Cuéntame de él. Quiero saber.
Ella vaciló, obstinada, no queriendo obedecer, pero supo que él la obligaría a dar una respuesta. De modo que le dio una que no decía mucho.
—No hay mucho que contar —dijo lentamente—. Probablemente, ustedes dos se hubieran entendido muy bien. Son muy parecidos. Brad también sólo se interesaba en mi dinero. Él también me tomó porque yo estaba disponible y porque creyó que tenía el derecho de someterme para satisfacer su lujuria…
—Eras virgen cuando él te tomó.
Fue más una afirmación que una pregunta, acompañada de un brillo inquietante de su mirada.
Él llevó su mano a la mandíbula de ella y con el pulgar recorrió los bordes de sus labios. Los nervios de _______ vibraron por esta proximidad, por tenerlo tan cerca, desnudo, tan viril y tan fuerte.
—¿Sí? —murmuró, incapaz de mentir en forma convincente, pues sabía que él podía percibir el cambio más leve en su voz.
—Dijiste que estabas en luna de miel con tu marido cuando te capturamos. Y me doy cuenta de que nadie te ha enseñado a hacer el amor. Esta noche estuviste sorprendida y asustada por los placeres que puede sentir una mujer. Pero es muy natural, pequeña leona. Quizá cuando llegues a aprender esto, aprenderás también a ser tolerante con Camilla —murmuró Joe.
“Cuando llegues a aprender esto…” Las palabras corrieron por su espina dorsal. Sus ojos se agrandaron y cuando lo miraron a él, el miedo se mezcló con la ira.
—¿Qué está sugiriendo? —preguntó _______, tratando de impedir que el pánico que sentía se asomara a su voz—. ¿No estará diciendo que tiene intención de enseñarme?
—Creo que aprenderás rápidamente —dijo él, mirándola con expresión de conocedor.
La luz de un relámpago iluminó fugazmente los contornos duros, impasibles de la cara de él.
—Yo podré ser aquí su prisionera, pero no voy a convertirme en su querida —afirmó _______ con vigor—. Si eso lo que está pensando.
—Voluntariamente, quizá no.
Ella trató de apartar la mano que le rodeaba la cara, pero la suave caricia de él se tornó instantáneamente de acero.
—Déjeme. En todo este tiempo ni una vez se había acercado a mí. ¿Por qué ahora? —preguntó.
—Es natural que un hombre desee poseer a una mujer hermosa y deseable como tú. Cuando anoche provocaste mi ira, no vi más motivos para negarme lo que deseaba —replicó Joe en tono desapasionado—. ¿No estás ahora arrepentida de haber hecho esa proposición a Laredo delante de mí?
—No le creo —murmuró _______ con frialdad—. Hay una cosa que aprendí mientras estuve confinada en esta casa con usted, y es que usted no se deja llevar por las emociones, ni por la cólera, ni por el deseo.
La risa ronca de él estuvo desprovista de humor.
—Tu cabeza es hermosa, pero no hueca, ¿verdad? —Metió los dedos entre el pelo de ella, cerca de la oreja—. Tu belleza me resulta tentadora. Quizá otros también sientan esto. Si tú lo ofreces, junto con dinero, podrían no poder resistirse. Mañana por la mañana se enterarán de que eres mi mujer. Entonces nadie te ayudará ni se atreverá a acercarse a ti —terminó Joe en tono complacido.
—¡Maldito!
La frustración le hizo temblar la voz y su improperio sonó más como un sollozo de desesperación. En esa explicación ______ creyó.
Más palabras airadas y rencorosas estaban en la punta de su lengua pero su cabeza ya era levantada para recibir la boca de él. Se resistió y trató de apartarse, pero él abrió sus labios sobre la boca de ella, en una serie de besos largos, adormecedores. ________ habría podido mantenerse impasible e indiferente si él se hubiese mostrado rudo y exigente, como antes, pero esta sensación lenta, perezosa, embriagadora, la desarmó.
Su carne se dejó voluntariamente ser moldeada a los duros contornos masculinos de él. ________ se rindió al torbellino de lo inevitable, un fuego salvaje se difundió por sus venas. La niebla de terciopelo la envolvió otra vez.
Más tarde, mucho más tarde, Joe tendió la manta sobre los dos y le ordenó a _______ que durmiera. Parte de la mente de ella quiso discutir con él, declarar que no quería dormir en esa cama. Pero un lánguido agotamiento dominaba su cuerpo. Ni siquiera se opuso cuando él, en posesiva actitud, le rodeó la cintura con un brazo.
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
ME ACABO DE DAR CUENTA QUE TENGO DOS ESTRELLITAS *__*
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
me encanto!!!!!!!
2 estrellas igual que yo tampoco me habia dado cuenta
2 estrellas igual que yo tampoco me habia dado cuenta
StayMemiFaither
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
OMJJ! Flooooooooooooor!!
A este man me lo como vivoooooooooooo!!
Me encanto el capi! La tienes que seguir pero ya mismo!!!
Extrañe al micro.... xD
A este man me lo como vivoooooooooooo!!
Me encanto el capi! La tienes que seguir pero ya mismo!!!
Extrañe al micro.... xD
ForJoeJonas
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
Felicidades por tus dos estrellitas corazon!!
Yo tambien las tengo ya!
Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Yo tambien las tengo ya!
Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
ForJoeJonas
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
ya sabía que joe hablaba inglés esta súper interesante la novela tienes que seguirla pronto pon otro cap porfa haha :D
Y felicidades por tus 2 estrellitas xD
Y felicidades por tus 2 estrellitas xD
Invitado
Invitado
Página 16 de 34. • 1 ... 9 ... 15, 16, 17 ... 25 ... 34
Temas similares
» Lo que el viento me enseñó.
» murmullos al viento
» Lo que el viento me enseñó.
» ♡ an impact is like a punch it may hurt put it passes.♡
» fuck you and your fucking opinions. ♡
» murmullos al viento
» Lo que el viento me enseñó.
» ♡ an impact is like a punch it may hurt put it passes.♡
» fuck you and your fucking opinions. ♡
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 16 de 34.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.