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Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Hola! Bueno, como este fin de semana no me voy a poder conectar y subire otro capitulo el Lunes que viene, hoy pondre 2, para que tengais el fin de semana para leerlooos :) Os los pongo, a ver que os parecen!
Capítulo 10
La oficina de Nicholas estaba en el centro de la ciudad, en la planta doce de un rascacielos con vistas al puerto.
Construcciones Jonas era una empresa pequeña. Sólo tenía tres empleados, el propio Nicholas, su ayudante personal, Janet Wyatt, y una secretaria que estaba en la recepción.
Su nombre era Katie. Tenía treinta y ocho años y había sido empleada de una inmobiliaria durante años, pero estaba cansada de la presión de tener que vender pisos para conseguir comisiones. Era rubia, atractiva, diplomática, pragmática.
Y lo mejor de todo, felizmente casada.
Nicholas tenía por norma evitar problemas personales en el trabajo.
—No me pases llamadas en una hora. Katie —anunció cuando entraba en recepción—. Y antes de que preguntes, ______(TN) no ha recuperado la memoria y no estoy de buen humor.
—¿No quieres que te pida un café con donuts, como siempre? —preguntó ella, sin parpadear.
Café con donuts sonaba bien. Llevaba varios días comiendo muy poco y su estómago empezaba a notarlo.
Nicholas se detuvo en la puerta de la oficina, sonriendo.
—Sabes cómo tentar a un hombre, ¿verdad?
—No sólo de pan vive el hombre —dijo Katie, encogiéndose de hombros—. Pero los donuts son otra cosa.
—En eso tienes razón. Pídeme dos. Y que el café esté fuertecito. Pero espera veinte minutos. Tengo que hacer una llamada urgente.
—¿Y Jake?
—¿Qué pasa con Jake? —preguntó Nicholas. No le apetecía hablar con Jake en aquel momento.
—Quiere hablarte de ese trabajo que le has encargado. Ya sabes, lo de buscar casa para ese banquero amigo tuyo.
—Ah, sí.
Antes de irse de luna de miel, Richard le había encargado que le buscara una casa porque Holly y él querían formar una familia y Nicholas le prometió que tendría varias posibilidades para cuando volviera de Europa.
Pero faltaban dos semanas y en aquel momento, tenía otras prioridades.
—Dile a Jake que le llamaré más tarde.
—Muy bien, tú eres el jefe.
Nicholas entró en su despacho, cerró la puerta y se dirigió al escritorio de madera que, una vez, había decorado una residencia británica, pero que ahora estaba frente a una panorámica de la bahía de Sidney.
Cuando alquiló la oficina dieciocho meses antes había pensado mucho en la decoración y en la impresionante vista.
Hoy no podía fijarse en nada de eso. Sus pensamientos estaban ocupados en una sola cosa.
Y no era el trabajo.
Dejándose caer sobre el sillón de cuero negro, levantó el teléfono y marcó el número de Mike.
Aunque preferiría estar en un bar, ahogando sus penas, había llegado el momento de hacer realidad la promesa que le había hecho a Dios el domingo anterior: ayudar económicamente a los menos privilegiados.
Quizá si era más generoso de lo normal, Dios tendría piedad de él y le devolvería la memoria a ______(TN), además de salvarle la vida. Porque si no lo recordaba… si decidía que no podía soportar estar casada con él y pedía el divorcio…
Ambas posibilidades lo ponían enfermo.
—Mike Stone —contestó una voz al otro lado del hilo.
—Mike, soy Nicholas.
—¡Nicholas! —exclamó su amigo, sorprendido—. Oye, espero que no sigas enfadado por lo del sábado. No fue idea mía que ______(TN) me enseñara a bailar, ya te lo dije.
Nicholas se había olvidado de eso por completo. Parecía haber pasado una eternidad desde entonces. Pero sólo habían pasado cuatro días.
—Sí, lo sé, no te llamo por eso.
—¿Por qué estás tan serio? Espero que no pase nada.
Nicholas le contó entonces lo del accidente y lo que pasaba con ______(TN).
—Madre mía… ¿Por qué no me has llamado antes? Al menos, podría haberte llevado a tomar una copa o algo así… para que te calmaras un poco. Supongo que habrá sido un susto horrible.
¿Un susto? Nicholas estaba loco de preocupación.
Entonces le contó el «acuerdo» que había hecho con Dios.
—Ah, me parece admirable —dijo Mike—. Pero… ¿qué tiene eso que ver conmigo?
—He pensado que podría hacer lo que tú haces. Con los niños pobres. Ya sabes, comprarles cosas, ordenadores y todo eso. Y pagarles unas vacaciones en un campamento…
—¿Lo dices en serio?
—Claro que sí. Pero quiero que seas tú el que decida dónde va el dinero. Tú sabes lo que hace falta.
—¿De cuánto dinero estamos hablando?
—¿Qué tal un millón para empezar? Y un millón al año después de eso. Mientras mi negocio siga yendo bien… ya sabes cómo es esto, un día estás arriba y luego…
—No sé qué decir.
—Pues dame las gracias y ya está. Dime dónde debo enviar el dinero y lo ingresaré hoy mismo.
Dos minutos después, Nicholas colgaba el teléfono después de anotar el número de la cuenta.
Eso era lo que más le gustaba de Mike, que siempre iba directamente al grano, sin rodeos.
Pero sospechaba que su llamada a Natalie Fairlane no sería tan breve.
Afortunadamente, seguía teniendo su número en la agenda. Y también afortunadamente contestó ella misma. En la agencia Se buscan esposas sólo trabajaba ella y, cuando no estaba en la oficina, sólo se podía hablar con el contestador automático.
—Soy Nicholas Jonas —dijo Nicholas bruscamente.
—Nicholas, ¿qué tal? ¿No me digas que vas a darme una mala noticia y que tu matrimonio con ______(TN) no va bien?
—Mi matrimonio con ______(TN) va perfectamente… hasta ahora —le aseguró él, sorprendido. Siempre había pensado que Natalie veía aquella agencia como un negocio y no se involucraba en los asuntos de sus clientes.
Aunque pelirroja y con un tipazo de escándalo, Natalie parecía una mujer fría, imponente. Nicholas nunca había conocido a nadie como ella. Inteligentísima, pero dura como una piedra.
No la imaginaba casada, por muy guapa que fuera. Tendría que ser un nombre con mucho carácter quien la conquistara.
—Bueno, ¿entonces qué pasa?
Nicholas le contó la situación sin detenerse en los detalles.
—No sabes cómo lo lamento. Sobre todo por ______(TN). No sabía que su primer matrimonio hubiera sido tan horrible. Es raro, además. Cuando una mujer ha pasado por algo así, no suele volver a casarse.
—Eso es lo sorprendente. ______(TN) no puede creer que haya vuelto a casarse y he pensado que tú podrías ayudarla.
—¿Cómo?
—Hablando con ella… pero parece que tampoco a ti te contó mucho sobre su pasado.
—No, está claro que no. Aunque la verdad… siempre me preocupó un poco.
—¿Por qué?
—No sé decirte. Tengo un cierto instinto con las mujeres que acuden a mi agencia, mujeres que lo han pasado mal en anteriores relaciones.
—¿Te diste cuenta?
—Sí, pero pensé que era porque su marido había muerto en un accidente —suspiró Natalie—. Debería haber hecho caso de mi instinto. Lo haré, en el futuro.
Nicholas entendió entonces por qué Natalie Fairlane era como era. En algún momento de su vida un hombre le había hecho daño. Mucho daño.
—De todas formas, me gustaría pedirte que hablases con ______(TN). Los médicos dicen que debe estar rodeada de gente con la que haya mantenido contacto. Es posible que hablando contigo recuerde algo. No puede hacer ningún daño, creo yo.
—Muy bien, ¿cuándo?
—¿Qué tal mañana? Hoy se encuentra muy cansada y aún está intentando acostumbrarse a la casa.
—Dime una hora y allí estaré.
—¿Te parece bien las diez de la mañana?
—¿Tú estarás en casa?
Nicholas vaciló. Quería estar con ______(TN). De hecho, preferiría estar con ella en aquel mismo instante. Pero no era tonto. Se daba cuenta de que su mujer estaba estresada y era lógico.
Tenía que darle tiempo, dejar que se acostumbrara a la nueva situación y no estar todo el día encima.
—No, yo tengo que trabajar. Pero estará la chica de la limpieza. Se llama Jess, ella te abrirá la puerta.
Jess era una chica muy simpática y no molestaría a ______(TN) con preguntas absurdas.
—¿La dirección es la misma que tenemos en la base de datos?
—Sí —contestó Nicholas.
Había comprado la casa el día que decidió casarse. Estaba completamente amueblada y decorada porque el anterior dueño, un diplomático, había sido trasladado a una embajada en Europa.
—Muchas gracias, Natalie. La semana que viene te invitaré a comer, para compensarte.
Ella soltó una risita.
—Gracias, pero no. Hace tiempo que dejé de comer con hombres casados.
Ah, ése era el problema. Un hombre casado.
—No estaba intentando flirtear contigo. Estoy enamorado de ______(TN)…
—¿Qué?
Nicholas hizo un gesto de rabia.
—Oye por favor, no se lo digas a ______(TN). Lo último que deseo es que ella lo sepa. Prométeme que no dirás nada.
—Te lo prometo —asintió Natalie—. Pobre ______(TN), debe haberlo pasado fatal. Y tienes razón, supongo que no querría saber nada del amor en este momento… Bueno, quizá no quiera oírlo, pero puedes demostrárselo de otra manera. No creo que eso esté fuera de lugar.
—¿Estás loca? No me atrevo ni a tocarla.
—Por favor… ¿es que los hombres sólo piensan en el sexo? No estaba hablando de eso, Nicholas. Me refería a gestos, a cosas que puedas hacer por ella, como comprarle flores, tener algún detalle…
—Ah, sí, claro, pensaba hacerlo —la interrumpió él.
Pensaba hacerlo, pero la verdad era que solía olvidar las cosas cuando estaba preocupado. En cuanto colgase, bajaría a la floristería del vestíbulo para comprarle unas flores a ______(TN). Y a su madre, de paso.
—Tengo que colgar, Natalie —dijo entonces al oír un golpecito en la puerta. Era Katie con los donuts, reconocía su forma de llamar—. Le diré a ______(TN) que vas a ir mañana a verla. Y gracias por todo.
Nicholas miró su reloj. Las doce menos veinte. ¿Qué estaría haciendo ______(TN) en aquel momento?
Con un poco de suerte, recuperar la memoria.
Capítulo 10
La oficina de Nicholas estaba en el centro de la ciudad, en la planta doce de un rascacielos con vistas al puerto.
Construcciones Jonas era una empresa pequeña. Sólo tenía tres empleados, el propio Nicholas, su ayudante personal, Janet Wyatt, y una secretaria que estaba en la recepción.
Su nombre era Katie. Tenía treinta y ocho años y había sido empleada de una inmobiliaria durante años, pero estaba cansada de la presión de tener que vender pisos para conseguir comisiones. Era rubia, atractiva, diplomática, pragmática.
Y lo mejor de todo, felizmente casada.
Nicholas tenía por norma evitar problemas personales en el trabajo.
—No me pases llamadas en una hora. Katie —anunció cuando entraba en recepción—. Y antes de que preguntes, ______(TN) no ha recuperado la memoria y no estoy de buen humor.
—¿No quieres que te pida un café con donuts, como siempre? —preguntó ella, sin parpadear.
Café con donuts sonaba bien. Llevaba varios días comiendo muy poco y su estómago empezaba a notarlo.
Nicholas se detuvo en la puerta de la oficina, sonriendo.
—Sabes cómo tentar a un hombre, ¿verdad?
—No sólo de pan vive el hombre —dijo Katie, encogiéndose de hombros—. Pero los donuts son otra cosa.
—En eso tienes razón. Pídeme dos. Y que el café esté fuertecito. Pero espera veinte minutos. Tengo que hacer una llamada urgente.
—¿Y Jake?
—¿Qué pasa con Jake? —preguntó Nicholas. No le apetecía hablar con Jake en aquel momento.
—Quiere hablarte de ese trabajo que le has encargado. Ya sabes, lo de buscar casa para ese banquero amigo tuyo.
—Ah, sí.
Antes de irse de luna de miel, Richard le había encargado que le buscara una casa porque Holly y él querían formar una familia y Nicholas le prometió que tendría varias posibilidades para cuando volviera de Europa.
Pero faltaban dos semanas y en aquel momento, tenía otras prioridades.
—Dile a Jake que le llamaré más tarde.
—Muy bien, tú eres el jefe.
Nicholas entró en su despacho, cerró la puerta y se dirigió al escritorio de madera que, una vez, había decorado una residencia británica, pero que ahora estaba frente a una panorámica de la bahía de Sidney.
Cuando alquiló la oficina dieciocho meses antes había pensado mucho en la decoración y en la impresionante vista.
Hoy no podía fijarse en nada de eso. Sus pensamientos estaban ocupados en una sola cosa.
Y no era el trabajo.
Dejándose caer sobre el sillón de cuero negro, levantó el teléfono y marcó el número de Mike.
Aunque preferiría estar en un bar, ahogando sus penas, había llegado el momento de hacer realidad la promesa que le había hecho a Dios el domingo anterior: ayudar económicamente a los menos privilegiados.
Quizá si era más generoso de lo normal, Dios tendría piedad de él y le devolvería la memoria a ______(TN), además de salvarle la vida. Porque si no lo recordaba… si decidía que no podía soportar estar casada con él y pedía el divorcio…
Ambas posibilidades lo ponían enfermo.
—Mike Stone —contestó una voz al otro lado del hilo.
—Mike, soy Nicholas.
—¡Nicholas! —exclamó su amigo, sorprendido—. Oye, espero que no sigas enfadado por lo del sábado. No fue idea mía que ______(TN) me enseñara a bailar, ya te lo dije.
Nicholas se había olvidado de eso por completo. Parecía haber pasado una eternidad desde entonces. Pero sólo habían pasado cuatro días.
—Sí, lo sé, no te llamo por eso.
—¿Por qué estás tan serio? Espero que no pase nada.
Nicholas le contó entonces lo del accidente y lo que pasaba con ______(TN).
—Madre mía… ¿Por qué no me has llamado antes? Al menos, podría haberte llevado a tomar una copa o algo así… para que te calmaras un poco. Supongo que habrá sido un susto horrible.
¿Un susto? Nicholas estaba loco de preocupación.
Entonces le contó el «acuerdo» que había hecho con Dios.
—Ah, me parece admirable —dijo Mike—. Pero… ¿qué tiene eso que ver conmigo?
—He pensado que podría hacer lo que tú haces. Con los niños pobres. Ya sabes, comprarles cosas, ordenadores y todo eso. Y pagarles unas vacaciones en un campamento…
—¿Lo dices en serio?
—Claro que sí. Pero quiero que seas tú el que decida dónde va el dinero. Tú sabes lo que hace falta.
—¿De cuánto dinero estamos hablando?
—¿Qué tal un millón para empezar? Y un millón al año después de eso. Mientras mi negocio siga yendo bien… ya sabes cómo es esto, un día estás arriba y luego…
—No sé qué decir.
—Pues dame las gracias y ya está. Dime dónde debo enviar el dinero y lo ingresaré hoy mismo.
Dos minutos después, Nicholas colgaba el teléfono después de anotar el número de la cuenta.
Eso era lo que más le gustaba de Mike, que siempre iba directamente al grano, sin rodeos.
Pero sospechaba que su llamada a Natalie Fairlane no sería tan breve.
Afortunadamente, seguía teniendo su número en la agenda. Y también afortunadamente contestó ella misma. En la agencia Se buscan esposas sólo trabajaba ella y, cuando no estaba en la oficina, sólo se podía hablar con el contestador automático.
—Soy Nicholas Jonas —dijo Nicholas bruscamente.
—Nicholas, ¿qué tal? ¿No me digas que vas a darme una mala noticia y que tu matrimonio con ______(TN) no va bien?
—Mi matrimonio con ______(TN) va perfectamente… hasta ahora —le aseguró él, sorprendido. Siempre había pensado que Natalie veía aquella agencia como un negocio y no se involucraba en los asuntos de sus clientes.
Aunque pelirroja y con un tipazo de escándalo, Natalie parecía una mujer fría, imponente. Nicholas nunca había conocido a nadie como ella. Inteligentísima, pero dura como una piedra.
No la imaginaba casada, por muy guapa que fuera. Tendría que ser un nombre con mucho carácter quien la conquistara.
—Bueno, ¿entonces qué pasa?
Nicholas le contó la situación sin detenerse en los detalles.
—No sabes cómo lo lamento. Sobre todo por ______(TN). No sabía que su primer matrimonio hubiera sido tan horrible. Es raro, además. Cuando una mujer ha pasado por algo así, no suele volver a casarse.
—Eso es lo sorprendente. ______(TN) no puede creer que haya vuelto a casarse y he pensado que tú podrías ayudarla.
—¿Cómo?
—Hablando con ella… pero parece que tampoco a ti te contó mucho sobre su pasado.
—No, está claro que no. Aunque la verdad… siempre me preocupó un poco.
—¿Por qué?
—No sé decirte. Tengo un cierto instinto con las mujeres que acuden a mi agencia, mujeres que lo han pasado mal en anteriores relaciones.
—¿Te diste cuenta?
—Sí, pero pensé que era porque su marido había muerto en un accidente —suspiró Natalie—. Debería haber hecho caso de mi instinto. Lo haré, en el futuro.
Nicholas entendió entonces por qué Natalie Fairlane era como era. En algún momento de su vida un hombre le había hecho daño. Mucho daño.
—De todas formas, me gustaría pedirte que hablases con ______(TN). Los médicos dicen que debe estar rodeada de gente con la que haya mantenido contacto. Es posible que hablando contigo recuerde algo. No puede hacer ningún daño, creo yo.
—Muy bien, ¿cuándo?
—¿Qué tal mañana? Hoy se encuentra muy cansada y aún está intentando acostumbrarse a la casa.
—Dime una hora y allí estaré.
—¿Te parece bien las diez de la mañana?
—¿Tú estarás en casa?
Nicholas vaciló. Quería estar con ______(TN). De hecho, preferiría estar con ella en aquel mismo instante. Pero no era tonto. Se daba cuenta de que su mujer estaba estresada y era lógico.
Tenía que darle tiempo, dejar que se acostumbrara a la nueva situación y no estar todo el día encima.
—No, yo tengo que trabajar. Pero estará la chica de la limpieza. Se llama Jess, ella te abrirá la puerta.
Jess era una chica muy simpática y no molestaría a ______(TN) con preguntas absurdas.
—¿La dirección es la misma que tenemos en la base de datos?
—Sí —contestó Nicholas.
Había comprado la casa el día que decidió casarse. Estaba completamente amueblada y decorada porque el anterior dueño, un diplomático, había sido trasladado a una embajada en Europa.
—Muchas gracias, Natalie. La semana que viene te invitaré a comer, para compensarte.
Ella soltó una risita.
—Gracias, pero no. Hace tiempo que dejé de comer con hombres casados.
Ah, ése era el problema. Un hombre casado.
—No estaba intentando flirtear contigo. Estoy enamorado de ______(TN)…
—¿Qué?
Nicholas hizo un gesto de rabia.
—Oye por favor, no se lo digas a ______(TN). Lo último que deseo es que ella lo sepa. Prométeme que no dirás nada.
—Te lo prometo —asintió Natalie—. Pobre ______(TN), debe haberlo pasado fatal. Y tienes razón, supongo que no querría saber nada del amor en este momento… Bueno, quizá no quiera oírlo, pero puedes demostrárselo de otra manera. No creo que eso esté fuera de lugar.
—¿Estás loca? No me atrevo ni a tocarla.
—Por favor… ¿es que los hombres sólo piensan en el sexo? No estaba hablando de eso, Nicholas. Me refería a gestos, a cosas que puedas hacer por ella, como comprarle flores, tener algún detalle…
—Ah, sí, claro, pensaba hacerlo —la interrumpió él.
Pensaba hacerlo, pero la verdad era que solía olvidar las cosas cuando estaba preocupado. En cuanto colgase, bajaría a la floristería del vestíbulo para comprarle unas flores a ______(TN). Y a su madre, de paso.
—Tengo que colgar, Natalie —dijo entonces al oír un golpecito en la puerta. Era Katie con los donuts, reconocía su forma de llamar—. Le diré a ______(TN) que vas a ir mañana a verla. Y gracias por todo.
Nicholas miró su reloj. Las doce menos veinte. ¿Qué estaría haciendo ______(TN) en aquel momento?
Con un poco de suerte, recuperar la memoria.
TeamJonas2
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Capítulo 11
______(TN) estaba delante del fregadero, en la preciosa cocina de su «nueva» casa, fregando su taza de café cuando, de repente, sintió que había alguien detrás de ella.
El vello de su nuca se erizó y estuvo a punto de gritar…
Pero cuando se dio la vuelta no había nadie.
Estaba sola.
______(TN) se apoyó en el fregadero, con el corazón latiendo a mil por hora.
Déjà vu?
Pero si era eso, ¿por qué nada en aquella casa le resultaba familiar? Había tenido que mirar en todos los armarios para encontrar una taza. Y el azúcar y el café.
Ninguna de las habitaciones del piso de arriba le resultaban familiares tampoco. Ni el jardín, nada. Había paseado por el jardín durante un rato para ver si recordaba algo… nada.
Ni un solo recuerdo.
Sacudiendo la cabeza, ______(TN) decidió que había llegado el momento de subir al dormitorio principal. Había estado dejándolo para el final, no sabía por qué. Seguramente aquél era el sitio donde podría recordar algo.
Pero, de nuevo, tuvo que hacer un esfuerzo para que sus piernas se movieran desde la cocina hasta el vestíbulo… Una vez allí, lo retrasó unos minutos más entrando en el lavabo.
Al verse en el espejo se sobresaltó. Estaba horrorosa.
—Cálmate —murmuró, apartándose el pelo de la cara.
Sí, había tenido la suerte de nacer con una melena ondulada y rubia natural que no necesitaba de perpetuos viajes a la peluquería, pero requería cierta atención. Y su cara también. Otra razón para subir al dormitorio. Tenía que ducharse, lavarse el pelo y cambiarse de ropa.
Llevaba un sujetador de esos con aro que empujaban sus pechos hacia arriba, con el peligro de que sus pezones se salieran de la prenda en cualquier momento. Las braguitas a juego eran un minúsculo trozo de tela, un tanga.
Pero debía de tener ropa interior normal, de algodón, se dijo.
—Tienes que subir de una vez, ______(TN) —se regañó a sí misma—. Deja de postergarlo.
De modo que salió del lavabo y subió por la escalera. En las paredes había fotografías en blanco y negro. Eran fotografías artísticas, muy bonitas.
¿Las habría elegido ella o estarían en la casa cuando llegó? Parecían algo que habría elegido un decorador profesional.
En realidad, todo en aquella casa parecía elegido por un decorador profesional. ¿Qué significaba eso? ¿Que no tenía tiempo para decorar su casa o que prefería que otros lo hicieran por ella?
De nuevo, ______(TN) se sintió frustrada por la cantidad de información que le faltaba. Era horrible. Y para Nicholas también.
Suspirando, siguió subiendo por la escalera hasta una puerta doble con picaporte de plata. A la derecha había otra puerta y la izquierda otra más.
La lógica le decía que el dormitorio principal estaría detrás de la puerta doble pero, de nuevo, decidió investigar antes las otras dos.
Eran dormitorios. Los dos con cuarto de baño. En el último, decorado en blanco y azul, el embozo de la cama estaba apartado y había ropa colgada del respaldo de una silla. Una chaqueta de cuero negro y un par de vaqueros.
Evidentemente, allí era donde iba a dormir Nicholas.
Su consideración por ella era asombrosa.
Cuando por fin entró en el dormitorio principal, sintió curiosidad por saber cómo sería la habitación que compartía con su nuevo marido, especialmente la cama.
Era enorme. Una cama con dosel, pero no antigua. El armazón estaba pintado de blanco, que era el color de casi todo en la casa. La colcha era lujosa, de satén blanco, cosida con hilo de plata.
Considerando el tamaño de la habitación, no había muchos muebles. Dos mesillas y una cómoda sobre la que había varios frascos de perfume que debían de costar una fortuna.
______(TN) abrió uno de los cajones y se quedó helada al ver el contenido. Nunca había visto tantos conjuntos de ropa interior.
Todos del mismo estilo del que llevaba en aquel momento, con sujetadores de aro y tangas.
En el segundo cajón había pijamas de seda, camisolas de encaje y corsés de satén, medias de seda…
Aparentemente, la ______(TN) que se había casado con Nicholas Jonas no era de las que llevaban ropa de interior de algodón.
A su segundo marido le gustaba que su mujer vistiera ropa sexy, algo que debería haber resultado evidente por las fotografías que había en las paredes.
______(TN) había evitado mirarlas hasta aquel momento. Eran grabados a carboncillo, en marcos de plata. El tema eran mujeres medio desnudas, todas exóticas y muy eróticas.
Seguramente, esos grabados no estaban en la casa cuando Nicholas la compró.
Pero, ¿cómo podía estar segura?
Perder parte de la memoria era algo terrible, pensó mientras entraba en el cuarto de baño más lujoso que había visto en toda su vida.
Mármol hasta el techo, grifos de plata, dos lavabos, un jacuzzi…
Los espejos eran puertas correderas tras las que había cosméticos y medicinas.
______(TN) frunció el ceño al ver un frasco de pastillas para dormir… con una etiqueta con su nombre. ¿Tenía problemas para dormir? ¿No era feliz como esposa de Nicholas Jonas?
Nicholas había dicho que eran felices, pero quizá estaba mintiendo.
Pero, ¿por qué iba a mentirle?
Si no eran felices, ahora tenía la mejor excusa del mundo para pedir el divorcio. Y, sin embargo, era amable y considerado con ella.
Se le ocurrió pensar entonces que quizá Nicholas no sabía que no era feliz.
______(TN) suspiró. Estaba harta de especular. Además de ser frustrante, era emocionalmente agotador.
Miró de nuevo alrededor, pero nada le resultaba familiar, ni los espejos, ni el jacuzzi, ni…
La ducha. Una ducha para dos personas. Enorme, con dos asientos hechos de mármol y sus correspondientes estanterías para productos de baño…
Se le quedó la boca seca al imaginarse a sí misma duchándose allí con su marido.
¿Hacían eso? ¿Se lavaban el uno al otro, se pasaban la esponja por la espalda… y otros sitios? ¿Le dejaba hacer otras cosas?
¿Estaría Nicholas pensando en eso cuando habló de las cosas que le gustaban?
______(TN) no podía imaginar que disfrutara haciendo algo de naturaleza sexual.
Sin embargo, su corazón latía acelerado sólo de pensarlo…
¿Era por el miedo a esa intimidad? ¿O una excitación inconsciente?
Enfadada consigo misma, se dio la vuelta y salió del baño.
Paso a paso, le había dicho el médico. «No intente apresurar nada». «No se ponga nerviosa».
Lo único que tenía que hacer aquel día era intentar familiarizarse con la casa y eso era lo que iba a hacer. Nada más.
Había una puerta en el dormitorio y la abrió. Era un vestidor espacioso con estanterías de madera, a un lado la ropa de Nicholas, al otro la suya.
A la derecha había una larga fila de trajes de chaqueta, camisas, pantalones… todo de aspecto muy caro.
El lado izquierdo estaba lleno de ropa femenina.
Su ropa, pensó ______(TN).
Lo primero que llamó su atención fue que no hubiera colores alegres. Eso tenía que ser por culpa de su matrimonio con Darko, que odiaba que se pusiera ropa llamativa.
Pero cuando empezó a mirar, se dio cuenta de que ahora vestía de forma muy diferente. Muy, muy diferente.
Los vestidos de noche la dejaron atónita. Un vestido en particular le resultó increíble. Era de satén color champán, con un profundo escote en uve que llegaba casi hasta la cintura y la espalda… no había espalda, no había tela hasta más abajo de la cintura. Era imposible llevar ropa interior con aquel vestido. Se le vería todo, incluso el más diminuto tanga.
______(TN) intentó imaginarse a sí misma llevando aquello en público. Darko se habría puesto furioso si la hubiera visto vestida así… No quería ni pensarlo.
Temblando, apartó el ofensivo vestido y miró el siguiente. Era de satén blanco y no mucho más recatado.
De repente, vio algo de color rojo que llamó su atención. Un vestido rojo para la nueva, y mucho más liberal, ______(TN).
Rojo como el pecado.
Pero cuando lo sacó de la percha, comprobó, aliviada, que era más bien discreto, sin mucho escote y de manga larga.
Era la única prenda recatada en aquel vestidor. El resto eran vestidos ajustados, con enormes escotes, faldas cortas, tops de encaje o seda, medio transparentes. Los zapatos también eran de escándalo, sobre todo sandalias de tiras con tacón de aguja.
Decir que estaba atónita era decir poco.
Que llevara una ropa como ésa le resultaba tan increíble como estar casada de nuevo y disfrutar del sexo. ¿En qué clase de mujer se había convertido?, se preguntó.
Afortunadamente, la ropa de diario era más normal, vaqueros, camisetas de algodón, blusas en tonos pastel y jerséis de cachemira.
Al menos no tendría que recibir a Nicholas por la noche vestida como una golfa.
Aunque quizá eso era lo que le gustaba.
De nuevo, ______(TN) sintió un escalofrío. Aquello era tan raro… tan diferente. Un día antes era una mujer dominada por un marido psicópata que no se atrevía a salir sola de casa y menos a pedir ayuda. Al día siguiente, era la esposa de un magnate que iba vestida para provocar.
No sabía si gritar o ponerse a llorar. ¿Quién era ella?
Sacudiendo la cabeza, tomó un chándal azul y una camiseta blanca e iba al cuarto de baño cuando sonó el teléfono.
El sonido la sobresaltó. No quería contestar. ¿Y si era alguien a quien debería conocer?
¿Y si era Nicholas?
Tenía que contestar. Él se asustaría si no contestaba.
Tirando la ropa sobre una silla, ______(TN) entró en el dormitorio y levantó el auricular.
—¿Sí?
—¿______(TN), eres tú?
Ella apretó los labios. Era una voz de mujer… que hablaba con un tono bastante afectado.
—Sí… soy yo.
No quería ponerse a explicar el accidente y la pérdida de memoria a una desconocida. Si podía hacer creer a aquella mujer que no pasaba nada, iba a hacerlo.
—Te noto rara. ¿Te encuentras bien?
—Estaba tumbada… es que me duele un poco la cabeza.
—Pobrecilla. Te pasa mucho, ¿verdad?
¿Le pasaba mucho?
—Sí, bueno…
—Ah, eso explica que no hayas ido al gimnasio —siguió la desconocida—. Sabía que tenía que pasarte algo para que no hubieras ido dos días seguidos. Supongo que tampoco saldrás esta noche con nosotras, ¿no? Las chicas se van a llevar una desilusión.
______(TN) parpadeó. De modo que iba al gimnasio a menudo. Y salía con «las chicas». Quizá era una persona feliz.
Una pena no saber con quién estaba hablando. Pero Nicholas lo sabría. Le preguntaría por la noche.
—No creo que deba salir. Lo siento.
—Qué pena. Cuando no vienes tú no es lo mismo. Lo pasamos tan bien contigo… En fin, la próxima vez. Espero que te pongas bien enseguida. Adiós, cielo.
—Adiós.
______(TN) colgó, asombrada. No sólo llevaba ropa sexy, también iba al gimnasio todos los días y parecía ser el alma de la fiesta.
Pero ella no era así. Ella no era así.
De repente, aquello era demasiado… y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Quería recordar su vida, quería saber quién era. Aquel vacío era sencillamente insoportable.
Quería recordar antes de que Nicholas volviera a casa. Quería poder recibirlo en la puerta diciendo: «Hola, cariño. Cuánto me alegro de que estés en casa. Ahora me acuerdo de ti y sí, tenías razón, somos felices. Y sí, soy una buena esposa».
Pero temía que no fuera así. Temía haberse casado con él por… por venganza.
«Por favor, Dios mío, que no me haya convertido en una mujer fría y calculadora», rezaba, dejando correr las lágrimas por su rostro.
«Que no me haya convertido en una mercenaria… o peor, en una mantenida».
______(TN) estaba delante del fregadero, en la preciosa cocina de su «nueva» casa, fregando su taza de café cuando, de repente, sintió que había alguien detrás de ella.
El vello de su nuca se erizó y estuvo a punto de gritar…
Pero cuando se dio la vuelta no había nadie.
Estaba sola.
______(TN) se apoyó en el fregadero, con el corazón latiendo a mil por hora.
Déjà vu?
Pero si era eso, ¿por qué nada en aquella casa le resultaba familiar? Había tenido que mirar en todos los armarios para encontrar una taza. Y el azúcar y el café.
Ninguna de las habitaciones del piso de arriba le resultaban familiares tampoco. Ni el jardín, nada. Había paseado por el jardín durante un rato para ver si recordaba algo… nada.
Ni un solo recuerdo.
Sacudiendo la cabeza, ______(TN) decidió que había llegado el momento de subir al dormitorio principal. Había estado dejándolo para el final, no sabía por qué. Seguramente aquél era el sitio donde podría recordar algo.
Pero, de nuevo, tuvo que hacer un esfuerzo para que sus piernas se movieran desde la cocina hasta el vestíbulo… Una vez allí, lo retrasó unos minutos más entrando en el lavabo.
Al verse en el espejo se sobresaltó. Estaba horrorosa.
—Cálmate —murmuró, apartándose el pelo de la cara.
Sí, había tenido la suerte de nacer con una melena ondulada y rubia natural que no necesitaba de perpetuos viajes a la peluquería, pero requería cierta atención. Y su cara también. Otra razón para subir al dormitorio. Tenía que ducharse, lavarse el pelo y cambiarse de ropa.
Llevaba un sujetador de esos con aro que empujaban sus pechos hacia arriba, con el peligro de que sus pezones se salieran de la prenda en cualquier momento. Las braguitas a juego eran un minúsculo trozo de tela, un tanga.
Pero debía de tener ropa interior normal, de algodón, se dijo.
—Tienes que subir de una vez, ______(TN) —se regañó a sí misma—. Deja de postergarlo.
De modo que salió del lavabo y subió por la escalera. En las paredes había fotografías en blanco y negro. Eran fotografías artísticas, muy bonitas.
¿Las habría elegido ella o estarían en la casa cuando llegó? Parecían algo que habría elegido un decorador profesional.
En realidad, todo en aquella casa parecía elegido por un decorador profesional. ¿Qué significaba eso? ¿Que no tenía tiempo para decorar su casa o que prefería que otros lo hicieran por ella?
De nuevo, ______(TN) se sintió frustrada por la cantidad de información que le faltaba. Era horrible. Y para Nicholas también.
Suspirando, siguió subiendo por la escalera hasta una puerta doble con picaporte de plata. A la derecha había otra puerta y la izquierda otra más.
La lógica le decía que el dormitorio principal estaría detrás de la puerta doble pero, de nuevo, decidió investigar antes las otras dos.
Eran dormitorios. Los dos con cuarto de baño. En el último, decorado en blanco y azul, el embozo de la cama estaba apartado y había ropa colgada del respaldo de una silla. Una chaqueta de cuero negro y un par de vaqueros.
Evidentemente, allí era donde iba a dormir Nicholas.
Su consideración por ella era asombrosa.
Cuando por fin entró en el dormitorio principal, sintió curiosidad por saber cómo sería la habitación que compartía con su nuevo marido, especialmente la cama.
Era enorme. Una cama con dosel, pero no antigua. El armazón estaba pintado de blanco, que era el color de casi todo en la casa. La colcha era lujosa, de satén blanco, cosida con hilo de plata.
Considerando el tamaño de la habitación, no había muchos muebles. Dos mesillas y una cómoda sobre la que había varios frascos de perfume que debían de costar una fortuna.
______(TN) abrió uno de los cajones y se quedó helada al ver el contenido. Nunca había visto tantos conjuntos de ropa interior.
Todos del mismo estilo del que llevaba en aquel momento, con sujetadores de aro y tangas.
En el segundo cajón había pijamas de seda, camisolas de encaje y corsés de satén, medias de seda…
Aparentemente, la ______(TN) que se había casado con Nicholas Jonas no era de las que llevaban ropa de interior de algodón.
A su segundo marido le gustaba que su mujer vistiera ropa sexy, algo que debería haber resultado evidente por las fotografías que había en las paredes.
______(TN) había evitado mirarlas hasta aquel momento. Eran grabados a carboncillo, en marcos de plata. El tema eran mujeres medio desnudas, todas exóticas y muy eróticas.
Seguramente, esos grabados no estaban en la casa cuando Nicholas la compró.
Pero, ¿cómo podía estar segura?
Perder parte de la memoria era algo terrible, pensó mientras entraba en el cuarto de baño más lujoso que había visto en toda su vida.
Mármol hasta el techo, grifos de plata, dos lavabos, un jacuzzi…
Los espejos eran puertas correderas tras las que había cosméticos y medicinas.
______(TN) frunció el ceño al ver un frasco de pastillas para dormir… con una etiqueta con su nombre. ¿Tenía problemas para dormir? ¿No era feliz como esposa de Nicholas Jonas?
Nicholas había dicho que eran felices, pero quizá estaba mintiendo.
Pero, ¿por qué iba a mentirle?
Si no eran felices, ahora tenía la mejor excusa del mundo para pedir el divorcio. Y, sin embargo, era amable y considerado con ella.
Se le ocurrió pensar entonces que quizá Nicholas no sabía que no era feliz.
______(TN) suspiró. Estaba harta de especular. Además de ser frustrante, era emocionalmente agotador.
Miró de nuevo alrededor, pero nada le resultaba familiar, ni los espejos, ni el jacuzzi, ni…
La ducha. Una ducha para dos personas. Enorme, con dos asientos hechos de mármol y sus correspondientes estanterías para productos de baño…
Se le quedó la boca seca al imaginarse a sí misma duchándose allí con su marido.
¿Hacían eso? ¿Se lavaban el uno al otro, se pasaban la esponja por la espalda… y otros sitios? ¿Le dejaba hacer otras cosas?
¿Estaría Nicholas pensando en eso cuando habló de las cosas que le gustaban?
______(TN) no podía imaginar que disfrutara haciendo algo de naturaleza sexual.
Sin embargo, su corazón latía acelerado sólo de pensarlo…
¿Era por el miedo a esa intimidad? ¿O una excitación inconsciente?
Enfadada consigo misma, se dio la vuelta y salió del baño.
Paso a paso, le había dicho el médico. «No intente apresurar nada». «No se ponga nerviosa».
Lo único que tenía que hacer aquel día era intentar familiarizarse con la casa y eso era lo que iba a hacer. Nada más.
Había una puerta en el dormitorio y la abrió. Era un vestidor espacioso con estanterías de madera, a un lado la ropa de Nicholas, al otro la suya.
A la derecha había una larga fila de trajes de chaqueta, camisas, pantalones… todo de aspecto muy caro.
El lado izquierdo estaba lleno de ropa femenina.
Su ropa, pensó ______(TN).
Lo primero que llamó su atención fue que no hubiera colores alegres. Eso tenía que ser por culpa de su matrimonio con Darko, que odiaba que se pusiera ropa llamativa.
Pero cuando empezó a mirar, se dio cuenta de que ahora vestía de forma muy diferente. Muy, muy diferente.
Los vestidos de noche la dejaron atónita. Un vestido en particular le resultó increíble. Era de satén color champán, con un profundo escote en uve que llegaba casi hasta la cintura y la espalda… no había espalda, no había tela hasta más abajo de la cintura. Era imposible llevar ropa interior con aquel vestido. Se le vería todo, incluso el más diminuto tanga.
______(TN) intentó imaginarse a sí misma llevando aquello en público. Darko se habría puesto furioso si la hubiera visto vestida así… No quería ni pensarlo.
Temblando, apartó el ofensivo vestido y miró el siguiente. Era de satén blanco y no mucho más recatado.
De repente, vio algo de color rojo que llamó su atención. Un vestido rojo para la nueva, y mucho más liberal, ______(TN).
Rojo como el pecado.
Pero cuando lo sacó de la percha, comprobó, aliviada, que era más bien discreto, sin mucho escote y de manga larga.
Era la única prenda recatada en aquel vestidor. El resto eran vestidos ajustados, con enormes escotes, faldas cortas, tops de encaje o seda, medio transparentes. Los zapatos también eran de escándalo, sobre todo sandalias de tiras con tacón de aguja.
Decir que estaba atónita era decir poco.
Que llevara una ropa como ésa le resultaba tan increíble como estar casada de nuevo y disfrutar del sexo. ¿En qué clase de mujer se había convertido?, se preguntó.
Afortunadamente, la ropa de diario era más normal, vaqueros, camisetas de algodón, blusas en tonos pastel y jerséis de cachemira.
Al menos no tendría que recibir a Nicholas por la noche vestida como una golfa.
Aunque quizá eso era lo que le gustaba.
De nuevo, ______(TN) sintió un escalofrío. Aquello era tan raro… tan diferente. Un día antes era una mujer dominada por un marido psicópata que no se atrevía a salir sola de casa y menos a pedir ayuda. Al día siguiente, era la esposa de un magnate que iba vestida para provocar.
No sabía si gritar o ponerse a llorar. ¿Quién era ella?
Sacudiendo la cabeza, tomó un chándal azul y una camiseta blanca e iba al cuarto de baño cuando sonó el teléfono.
El sonido la sobresaltó. No quería contestar. ¿Y si era alguien a quien debería conocer?
¿Y si era Nicholas?
Tenía que contestar. Él se asustaría si no contestaba.
Tirando la ropa sobre una silla, ______(TN) entró en el dormitorio y levantó el auricular.
—¿Sí?
—¿______(TN), eres tú?
Ella apretó los labios. Era una voz de mujer… que hablaba con un tono bastante afectado.
—Sí… soy yo.
No quería ponerse a explicar el accidente y la pérdida de memoria a una desconocida. Si podía hacer creer a aquella mujer que no pasaba nada, iba a hacerlo.
—Te noto rara. ¿Te encuentras bien?
—Estaba tumbada… es que me duele un poco la cabeza.
—Pobrecilla. Te pasa mucho, ¿verdad?
¿Le pasaba mucho?
—Sí, bueno…
—Ah, eso explica que no hayas ido al gimnasio —siguió la desconocida—. Sabía que tenía que pasarte algo para que no hubieras ido dos días seguidos. Supongo que tampoco saldrás esta noche con nosotras, ¿no? Las chicas se van a llevar una desilusión.
______(TN) parpadeó. De modo que iba al gimnasio a menudo. Y salía con «las chicas». Quizá era una persona feliz.
Una pena no saber con quién estaba hablando. Pero Nicholas lo sabría. Le preguntaría por la noche.
—No creo que deba salir. Lo siento.
—Qué pena. Cuando no vienes tú no es lo mismo. Lo pasamos tan bien contigo… En fin, la próxima vez. Espero que te pongas bien enseguida. Adiós, cielo.
—Adiós.
______(TN) colgó, asombrada. No sólo llevaba ropa sexy, también iba al gimnasio todos los días y parecía ser el alma de la fiesta.
Pero ella no era así. Ella no era así.
De repente, aquello era demasiado… y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Quería recordar su vida, quería saber quién era. Aquel vacío era sencillamente insoportable.
Quería recordar antes de que Nicholas volviera a casa. Quería poder recibirlo en la puerta diciendo: «Hola, cariño. Cuánto me alegro de que estés en casa. Ahora me acuerdo de ti y sí, tenías razón, somos felices. Y sí, soy una buena esposa».
Pero temía que no fuera así. Temía haberse casado con él por… por venganza.
«Por favor, Dios mío, que no me haya convertido en una mujer fría y calculadora», rezaba, dejando correr las lágrimas por su rostro.
«Que no me haya convertido en una mercenaria… o peor, en una mantenida».
TeamJonas2
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Pobre rayiss!Debe ser horrible no acordarse de nada...
Espero que se den cuenta de que se Aman!!
Espero que la sigas pronto y, si puedes pásate por mis noves!
Besos
Espero que se den cuenta de que se Aman!!
Espero que la sigas pronto y, si puedes pásate por mis noves!
Besos
Sunny
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHH!!!
OJALA QUE RECUPERE SU MEMORIIIAAAA!!!
AAAUU POR QUE ESTAN SUFRIENNDOOO
OJALA QUE RECUPERE SU MEMORIIIAAAA!!!
AAAUU POR QUE ESTAN SUFRIENNDOOO
chelis
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Hola, hola chicas! Que tal el fin de semana? Por aqui ha ido genial, asi que os subo un capitulo para que lo disfruteis! Espero que os gusteee
besos!
Capítulo 12
Nicholas llevaba un rato observando a ______(TN) jugar con su plato de comida tailandesa y decidió que no podían seguir así. Cuando llegó a casa, ella parecía contenta y le agradeció el ramo de flores, el vino y la comida, pero ahora parecía distraída, inapetente.
—¿Ocurre algo? —preguntó.
Estaban sentados en la cocina porque ella se había negado a cenar en el comedor.
—No, no. La comida está riquísima, es que… no tengo mucha hambre.
—Pero si es tu plato favorito.
—¿Ah, sí?
Nicholas no sabía qué hacer. Podía entenderla perfectamente, claro. Debía de ser terrible perder la memoria, no saber quién eres, quién es la persona que está a tu lado. Especialmente, si lo único que recordaba era una parte terrible de su vida.
Al final, decidió no presionarla.
—¿Más vino? —preguntó, llenando su copa—. También es tu favorito. Adoras los vinos blancos de Nueva Zelanda.
______(TN) tomó un sorbito, pensativa.
—¿Bebo mucho?
—Te gusta tomar vino en la cena —contestó él—. Pero nunca te he visto borracha. No, lo retiro, una noche te pillaste una tremenda.
—¿En serio? ¿Cuándo?
—En nuestra noche de bodas.
—Ah —murmuró ______(TN), sorprendida.
—No nos acostamos juntos antes de casarnos —explicó Nicholas—. Tú no querías hacerlo. Sabiendo lo que sé ahora, imagino que estarías nerviosa.
Judy, su madre, le había dicho la noche anterior que no había vuelto a salir con ningún hombre después de Darko.
—¿Y cómo fue… nuestra primera noche?
—Estuvo bien.
Su respuesta pareció turbarla. Pero no tenía sentido darle explicaciones cuando ella no recordaba nada.
En realidad, Nicholas había tenido que esforzarse esa noche para que ______(TN) se relajase. Había tardado una hora en conseguir que tuviera un orgasmo. Y luego ella se quedó dormida.
—Eso no suena muy bien.
—Pero luego nos ha ido mejor.
—¿Mucho mejor?
—Mucho mejor. Mira, ______(TN), vamos a hablar de otra cosa —dijo Nicholas entonces, intentando controlar la respuesta de su cuerpo.
—Perdona.
—No, no… no quería contestarte así. Es que… maldita sea, lo siento.
—¿Por qué? ¿He dicho algo que te haya molestado?
—¿Tú? Tú no has dicho nada, soy yo.
—¿Por qué?
—Déjalo, ______(TN).
—¿Por qué? Eres tan amable conmigo. Estás pendiente de mí, me has traído flores, has traído la cena… nunca había conocido a un hombre como tú. No, eso no es verdad del todo. En realidad, te pareces un poco a un hombre que conocí hace mucho tiempo.
—No será Darko, ¿verdad?
—No, por Dios.
—¿Quién entonces?
______(TN) sonrió.
—Era mi tutor en la universidad.
—¿Y?
—Fue mi primer amante. Yo tenía diecinueve años y él cuarenta.
—Ah, un hombre experimentado.
—Sí, mucho —contestó ella.
Nicholas entendió entonces dónde había aprendido las cosas que le había hecho el sábado por la noche.
Maldición. De nuevo estaba pensando en el sexo. No iba a poder pegar ojo esa noche. Lo mejor sería cambiar de tema.
—Por cierto, he llamado a Natalie Fairlane, la propietaria de Se buscan esposas. Pasará por aquí mañana a las diez. Le he explicado la situación, así que tú no tendrás que hacerlo. Y mañana también vendrá Jess, la chica de la limpieza.
—No me importa que venga esa mujer, Natalie, pero… ¿tiene que venir la chica de la limpieza? Preferiría encargarme yo de la casa hasta que recupere la memoria. No quiero tener que darle explicaciones a nadie.
—Pero ______(TN)…
—Por favor, llámala y dile que no venga.
Nicholas dejó escapar un suspiro.
—Muy bien. La llamaré… pero sólo hasta que recuperes la memoria.
—Gracias. No me gusta tener que hablar con gente que me resulta completamente extraña. Hoy ha llamado una mujer por teléfono…
—¿Quién?
—No lo sé. Alguien con quien voy al gimnasio, por lo visto. Tenía un tono muy… afectado.
—Ah, debe de ser Lydia. Tienes un grupo de amigas con las que vas al gimnasio. Y salís juntas los miércoles por la noche. Debería habértelo dicho, perdona. Supongo que te llamaría por eso.
—Sí, eso creo.
—¿Y qué le has dicho?
—Nada. Conseguí hacerle creer que no me pasaba nada diciendo que me dolía la cabeza —intentó sonreír ______(TN)—. Lo curioso es que ella dijo que solía pasarme a menudo.
—Yo no diría que a menudo, pero sí, a veces te duele la cabeza.
—Ya veo… Entonces, ¿Lydia es mi mejor amiga?
—No, en realidad no tienes una «mejor amiga». Aunque en las últimas semanas, Holly y tú erais inseparables.
—Holly —repitió ella—. ¿Quién es?
Nicholas le explicó quién era Holly, la boda del sábado y que Richard y ella estarían de luna de miel durante casi un mes.
—Y debo decir que estabas guapísima con ese vestido rojo.
—Ah, sí, lo he visto en el vestidor. Por eso era tan diferente de los otros… Era un vestido de dama de honor, claro.
—No es muy de tu gusto, pero te quedaba muy bien.
—Sí, ya he notado… cuál es mi gusto últimamente. Más bien provocativo, ¿no?
—A mí me gusta muchísimo.
—Darko me lo habría quitado de un zarpazo.
—Pero yo no soy Darko —contestó Nicholas.
—No, desde luego que no.
Nicholas apretó el tenedor como si fuera un hombre a punto de ahogarse agarrándose a un salvavidas. ______(TN) lo miraba… no con amor ni con deseo, sino con gratitud, con afecto.
Nunca había deseado besarla como en aquel momento. Sólo besarla, abrazarla. Consolarla, decirle que todo iba a salir bien.
Su amor por ella parecía salir de su corazón como una ola y extenderse por todos los poros de su cuerpo.
—Yo nunca te haría daño, ______(TN) —dijo, con ternura—. Nunca.
De repente, los ojos de ella se llenaron de lágrimas.
—Ojalá pudiera acordarme de ti.
—Lo harás. Con el tiempo.
—¿Cómo puedes estar seguro? Puede que no recupere nunca la memoria. Los médicos no lo saben todo… podrían equivocarse —sollozó ______(TN).
Nicholas podía entender su miedo. Sería fácil rendirse al pánico. Pero no podían rendirse los dos. Ella necesitaba que fuera fuerte.
—Ya veremos lo que pasa. Mientras tanto, no tienes miedo de mí, ¿verdad?
—No…
No sonaba muy segura. Y él había hecho todo lo posible para que se sintiera cómoda, tranquila.
—Entonces, todo va a salir bien. Confía en mí.
—Confiar en un hombre no me resulta fácil, Nicholas.
—Me lo imagino. Pero has aprendido a confiar otra vez, ______(TN). De no ser así, no te habrías casado conmigo.
—Sí, supongo que tienes razón.
—Habla con Natalie mañana. Ella te dirá qué clase de mujer eras cuando fuiste a su agencia buscando un marido.
—Eso es lo que me preocupa.
—¿Qué quieres decir?
—No estoy segura de si me gusta esta nueva ______(TN).
—No veo por qué no.
—Porque no se parece nada a mí.
—¿En qué sentido? Ponme un ejemplo.
—La ropa que llevo, para empezar. Hay un vestido… es de satén color champán. ¡Es indecente!
—Ah, sí, ya sé cual dices. Con escote en la espalda.
—¿Escote? Pero si no tiene nada de tela. No me imagino a mí misma comprando ese vestido.
—No lo compraste tú, lo compré yo.
______(TN) lo miró, sorprendida.
—¿Tú?
—Admito que es un poco escandaloso, pero tú tienes un cuerpo fabuloso. Te sienta de maravilla.
—Pero no podría llevar ropa interior con ese vestido —protestó ella, horrorizada.
—Cierto.
No era algo que quisiera recordar. Lo había excitado en la fiesta y lo excitaba en aquel momento sólo de pensarlo.
—¿Y me lo puse de todas formas? ¿No me molesta ir sin ropa interior?
—Quizá un poco. Me dijiste esa noche que no volverías a ponértelo.
—No me extraña. Es un vestido… de fulana.
Nicholas estuvo a punto de tirar el tenedor. De modo que eso era lo que la molestaba. Para ella, la ropa sexy era algo inmoral.
No era así como pensaba su ______(TN). Ella creía que una mujer podía ponerse lo que le pareciera bien, sin consultar con nadie.
A la otra ______(TN), sin embargo, debían haberle lavado el cerebro hasta convertirla en una puritana, en una mujer que tenía miedo del sexo.
Ese maldito Darko tenía mucho por lo que responder. Aunque ya nunca podría hacerlo.
Sin embargo, Nicholas empezó a sentirse culpable por haber elegido ese vestido para su mujer…
Pero ése no era el asunto, lo importante era tranquilizarla.
—______(TN), no digas eso. En los últimos cinco años, la moda ha cambiado mucho. Los mejores diseñadores hacen vestidos descarados y llenos de glamour. No eres la única que se viste así. Es aceptable vestirse provocativamente para una fiesta, especialmente cuando la mujer tiene un cuerpo como el tuyo.
Ella se puso colorada
—Darko decía que estaba muy delgada.
El muy bastardo. Nicholas apretó los dientes.
—Eres perfecta en todos los sentidos —dijo, apasionadamente.
Pero decidió que lo mejor sería cambiar de tema. No quería hablar del cuerpo de ______(TN).
—Si no vas a comer más, ¿por qué no hago un café?
—Lo haré yo. Tú llevas todo el día trabajando.
—¿Sabes dónde está todo?
—Sé dónde está el café —sonrió ______(TN)—. Es lo primero que busqué.
Nicholas sonrió.
—Es verdad, lo primero que haces por las mañanas es tomar un café. Si no lo haces, no hay quien te dirija la palabra.
—Eso también es raro. Antes no tomaba café y ahora me gusta mucho.
—Nuestros gustos cambian con la edad —dijo Nicholas.
—Sí, supongo que sí. Pero sigue pareciéndome increíble lo que he cambiado en estos cinco años. No me reconozco a mí misma.
—Intenta no pensar demasiado —le aconsejó él—. Intenta relajarte.
—¡Relajarme! ¿Cómo voy a relajarme? —exclamó ______(TN), frustrada—. No dejo de darle vueltas a la cabeza… ¡no sé quién soy!
—Eres ______(TN) Jonas —contestó Nicholas—. Mi esposa.
Su esposa.
______(TN) tuvo que apartar la mirada. Porque, de nuevo, aquellos sentimientos extraños la invadían. Aquellos sentimientos que le provocaban escalofríos.
En cuanto había entrado en casa con aquel ramo de flores se había sentido diferente. Se había sentido casi como… su mujer.
Cuando miraba su boca pensaba en que la besara. Cuando miraba sus manos pensaba en que la tocase… y cuando no lo miraba, como en aquel momento, en su mente aparecían imágenes más explícitas, imágenes que la dejaban con el corazón acelerado. Imágenes que esperaba fueran recuerdos y no ilusiones suyas.
La cabeza le daba vueltas con la intensidad del deseo que sentía por él.
«Intenta relajarte», le había dicho.
Sería imposible relajarse en su presencia. Tenía que encontrar alguna excusa para salir de la cocina. Para estar sola.
—La verdad es que ha empezado a dolerme la cabeza de verdad —dijo, levantando la mirada.
—Espero que no sea una de tus jaquecas.
—Eso espero yo también. ¿Suelo tomar algo?
—Sí, espera, ahora te lo doy —suspiró Nicholas, abriendo un armarito que había encima de la nevera.
Cuando levantó el brazo para tomar el frasco sus anchos hombros casi amenazaron con hacer estallar la camisa y ______(TN) se preguntó si sería tan atractivo desnudo como vestido.
—Sueles tomar una de estas pastillas. Luego te tumbas un rato, a oscuras, e intentas dormir. A veces tomas una píldora para dormir. Están en el cuarto de baño.
—Sí, las he visto esta mañana. ¿Te importaría si voy a tumbarme un rato?
—No, claro que no. Siento mucho que te duela la cabeza —suspiró Nicholas—. No, deja eso, lo haré yo —dijo entonces, cuando ella iba a recoger los platos—. Ve a tumbarte un rato.
—Muy bien.
—También podrías darte un baño caliente. A lo mejor te duele la cabeza por la tensión.
—Muy bien, gracias. Gracias por todo, Nicholas. De verdad.
—De nada —dijo él.
Y luego hizo lo peor que podía hacer: sonreír.
Y allí estaban otra vez. Esos sentimientos. Y esas imágenes.
Intentando sonreír, ______(TN) tomó el frasco de pastillas y salió de la cocina, sin respirar hasta que estuvo sola en el vestíbulo.
Cuando llegó al dormitorio, la mentira estaba convirtiéndose en realidad y le dolía muchísimo la cabeza.
Un castigo, por mentir.
Media hora después, salía del jacuzzi toda perfumada, pero con una terrible jaqueca. Desesperada, tomó dos pastillas para dormir y salió del baño para buscar algo que ponerse.
Pero aquellos camisones medio transparentes le resultaban horribles, de modo que sacó un pijama de seda rosa. Era menos escandaloso, aunque el roce de la tela era muy sensual.
El dolor de cabeza se había intensificado cuando por fin se metió en la cama, pero empezaba a tener sueño. Las píldoras para dormir estaban haciendo efecto, afortunadamente.
Necesitaba dormir, necesitaba dejar de pensar, de darle vueltas y vueltas a la cabeza. Necesitaba estar en paz, no sentir nada.
Quince minutos después, el deseo de ______(TN) se hizo realidad.
Pero no había forma de escapar de su tormento emocional, ni siquiera en sueños. Oscuros sueños la esperaban en la noche, sueños del pánico que le producía Darko, de dolor y de miedo, de amor traicionado y confianza destruida.
besos!
Capítulo 12
Nicholas llevaba un rato observando a ______(TN) jugar con su plato de comida tailandesa y decidió que no podían seguir así. Cuando llegó a casa, ella parecía contenta y le agradeció el ramo de flores, el vino y la comida, pero ahora parecía distraída, inapetente.
—¿Ocurre algo? —preguntó.
Estaban sentados en la cocina porque ella se había negado a cenar en el comedor.
—No, no. La comida está riquísima, es que… no tengo mucha hambre.
—Pero si es tu plato favorito.
—¿Ah, sí?
Nicholas no sabía qué hacer. Podía entenderla perfectamente, claro. Debía de ser terrible perder la memoria, no saber quién eres, quién es la persona que está a tu lado. Especialmente, si lo único que recordaba era una parte terrible de su vida.
Al final, decidió no presionarla.
—¿Más vino? —preguntó, llenando su copa—. También es tu favorito. Adoras los vinos blancos de Nueva Zelanda.
______(TN) tomó un sorbito, pensativa.
—¿Bebo mucho?
—Te gusta tomar vino en la cena —contestó él—. Pero nunca te he visto borracha. No, lo retiro, una noche te pillaste una tremenda.
—¿En serio? ¿Cuándo?
—En nuestra noche de bodas.
—Ah —murmuró ______(TN), sorprendida.
—No nos acostamos juntos antes de casarnos —explicó Nicholas—. Tú no querías hacerlo. Sabiendo lo que sé ahora, imagino que estarías nerviosa.
Judy, su madre, le había dicho la noche anterior que no había vuelto a salir con ningún hombre después de Darko.
—¿Y cómo fue… nuestra primera noche?
—Estuvo bien.
Su respuesta pareció turbarla. Pero no tenía sentido darle explicaciones cuando ella no recordaba nada.
En realidad, Nicholas había tenido que esforzarse esa noche para que ______(TN) se relajase. Había tardado una hora en conseguir que tuviera un orgasmo. Y luego ella se quedó dormida.
—Eso no suena muy bien.
—Pero luego nos ha ido mejor.
—¿Mucho mejor?
—Mucho mejor. Mira, ______(TN), vamos a hablar de otra cosa —dijo Nicholas entonces, intentando controlar la respuesta de su cuerpo.
—Perdona.
—No, no… no quería contestarte así. Es que… maldita sea, lo siento.
—¿Por qué? ¿He dicho algo que te haya molestado?
—¿Tú? Tú no has dicho nada, soy yo.
—¿Por qué?
—Déjalo, ______(TN).
—¿Por qué? Eres tan amable conmigo. Estás pendiente de mí, me has traído flores, has traído la cena… nunca había conocido a un hombre como tú. No, eso no es verdad del todo. En realidad, te pareces un poco a un hombre que conocí hace mucho tiempo.
—No será Darko, ¿verdad?
—No, por Dios.
—¿Quién entonces?
______(TN) sonrió.
—Era mi tutor en la universidad.
—¿Y?
—Fue mi primer amante. Yo tenía diecinueve años y él cuarenta.
—Ah, un hombre experimentado.
—Sí, mucho —contestó ella.
Nicholas entendió entonces dónde había aprendido las cosas que le había hecho el sábado por la noche.
Maldición. De nuevo estaba pensando en el sexo. No iba a poder pegar ojo esa noche. Lo mejor sería cambiar de tema.
—Por cierto, he llamado a Natalie Fairlane, la propietaria de Se buscan esposas. Pasará por aquí mañana a las diez. Le he explicado la situación, así que tú no tendrás que hacerlo. Y mañana también vendrá Jess, la chica de la limpieza.
—No me importa que venga esa mujer, Natalie, pero… ¿tiene que venir la chica de la limpieza? Preferiría encargarme yo de la casa hasta que recupere la memoria. No quiero tener que darle explicaciones a nadie.
—Pero ______(TN)…
—Por favor, llámala y dile que no venga.
Nicholas dejó escapar un suspiro.
—Muy bien. La llamaré… pero sólo hasta que recuperes la memoria.
—Gracias. No me gusta tener que hablar con gente que me resulta completamente extraña. Hoy ha llamado una mujer por teléfono…
—¿Quién?
—No lo sé. Alguien con quien voy al gimnasio, por lo visto. Tenía un tono muy… afectado.
—Ah, debe de ser Lydia. Tienes un grupo de amigas con las que vas al gimnasio. Y salís juntas los miércoles por la noche. Debería habértelo dicho, perdona. Supongo que te llamaría por eso.
—Sí, eso creo.
—¿Y qué le has dicho?
—Nada. Conseguí hacerle creer que no me pasaba nada diciendo que me dolía la cabeza —intentó sonreír ______(TN)—. Lo curioso es que ella dijo que solía pasarme a menudo.
—Yo no diría que a menudo, pero sí, a veces te duele la cabeza.
—Ya veo… Entonces, ¿Lydia es mi mejor amiga?
—No, en realidad no tienes una «mejor amiga». Aunque en las últimas semanas, Holly y tú erais inseparables.
—Holly —repitió ella—. ¿Quién es?
Nicholas le explicó quién era Holly, la boda del sábado y que Richard y ella estarían de luna de miel durante casi un mes.
—Y debo decir que estabas guapísima con ese vestido rojo.
—Ah, sí, lo he visto en el vestidor. Por eso era tan diferente de los otros… Era un vestido de dama de honor, claro.
—No es muy de tu gusto, pero te quedaba muy bien.
—Sí, ya he notado… cuál es mi gusto últimamente. Más bien provocativo, ¿no?
—A mí me gusta muchísimo.
—Darko me lo habría quitado de un zarpazo.
—Pero yo no soy Darko —contestó Nicholas.
—No, desde luego que no.
Nicholas apretó el tenedor como si fuera un hombre a punto de ahogarse agarrándose a un salvavidas. ______(TN) lo miraba… no con amor ni con deseo, sino con gratitud, con afecto.
Nunca había deseado besarla como en aquel momento. Sólo besarla, abrazarla. Consolarla, decirle que todo iba a salir bien.
Su amor por ella parecía salir de su corazón como una ola y extenderse por todos los poros de su cuerpo.
—Yo nunca te haría daño, ______(TN) —dijo, con ternura—. Nunca.
De repente, los ojos de ella se llenaron de lágrimas.
—Ojalá pudiera acordarme de ti.
—Lo harás. Con el tiempo.
—¿Cómo puedes estar seguro? Puede que no recupere nunca la memoria. Los médicos no lo saben todo… podrían equivocarse —sollozó ______(TN).
Nicholas podía entender su miedo. Sería fácil rendirse al pánico. Pero no podían rendirse los dos. Ella necesitaba que fuera fuerte.
—Ya veremos lo que pasa. Mientras tanto, no tienes miedo de mí, ¿verdad?
—No…
No sonaba muy segura. Y él había hecho todo lo posible para que se sintiera cómoda, tranquila.
—Entonces, todo va a salir bien. Confía en mí.
—Confiar en un hombre no me resulta fácil, Nicholas.
—Me lo imagino. Pero has aprendido a confiar otra vez, ______(TN). De no ser así, no te habrías casado conmigo.
—Sí, supongo que tienes razón.
—Habla con Natalie mañana. Ella te dirá qué clase de mujer eras cuando fuiste a su agencia buscando un marido.
—Eso es lo que me preocupa.
—¿Qué quieres decir?
—No estoy segura de si me gusta esta nueva ______(TN).
—No veo por qué no.
—Porque no se parece nada a mí.
—¿En qué sentido? Ponme un ejemplo.
—La ropa que llevo, para empezar. Hay un vestido… es de satén color champán. ¡Es indecente!
—Ah, sí, ya sé cual dices. Con escote en la espalda.
—¿Escote? Pero si no tiene nada de tela. No me imagino a mí misma comprando ese vestido.
—No lo compraste tú, lo compré yo.
______(TN) lo miró, sorprendida.
—¿Tú?
—Admito que es un poco escandaloso, pero tú tienes un cuerpo fabuloso. Te sienta de maravilla.
—Pero no podría llevar ropa interior con ese vestido —protestó ella, horrorizada.
—Cierto.
No era algo que quisiera recordar. Lo había excitado en la fiesta y lo excitaba en aquel momento sólo de pensarlo.
—¿Y me lo puse de todas formas? ¿No me molesta ir sin ropa interior?
—Quizá un poco. Me dijiste esa noche que no volverías a ponértelo.
—No me extraña. Es un vestido… de fulana.
Nicholas estuvo a punto de tirar el tenedor. De modo que eso era lo que la molestaba. Para ella, la ropa sexy era algo inmoral.
No era así como pensaba su ______(TN). Ella creía que una mujer podía ponerse lo que le pareciera bien, sin consultar con nadie.
A la otra ______(TN), sin embargo, debían haberle lavado el cerebro hasta convertirla en una puritana, en una mujer que tenía miedo del sexo.
Ese maldito Darko tenía mucho por lo que responder. Aunque ya nunca podría hacerlo.
Sin embargo, Nicholas empezó a sentirse culpable por haber elegido ese vestido para su mujer…
Pero ése no era el asunto, lo importante era tranquilizarla.
—______(TN), no digas eso. En los últimos cinco años, la moda ha cambiado mucho. Los mejores diseñadores hacen vestidos descarados y llenos de glamour. No eres la única que se viste así. Es aceptable vestirse provocativamente para una fiesta, especialmente cuando la mujer tiene un cuerpo como el tuyo.
Ella se puso colorada
—Darko decía que estaba muy delgada.
El muy bastardo. Nicholas apretó los dientes.
—Eres perfecta en todos los sentidos —dijo, apasionadamente.
Pero decidió que lo mejor sería cambiar de tema. No quería hablar del cuerpo de ______(TN).
—Si no vas a comer más, ¿por qué no hago un café?
—Lo haré yo. Tú llevas todo el día trabajando.
—¿Sabes dónde está todo?
—Sé dónde está el café —sonrió ______(TN)—. Es lo primero que busqué.
Nicholas sonrió.
—Es verdad, lo primero que haces por las mañanas es tomar un café. Si no lo haces, no hay quien te dirija la palabra.
—Eso también es raro. Antes no tomaba café y ahora me gusta mucho.
—Nuestros gustos cambian con la edad —dijo Nicholas.
—Sí, supongo que sí. Pero sigue pareciéndome increíble lo que he cambiado en estos cinco años. No me reconozco a mí misma.
—Intenta no pensar demasiado —le aconsejó él—. Intenta relajarte.
—¡Relajarme! ¿Cómo voy a relajarme? —exclamó ______(TN), frustrada—. No dejo de darle vueltas a la cabeza… ¡no sé quién soy!
—Eres ______(TN) Jonas —contestó Nicholas—. Mi esposa.
Su esposa.
______(TN) tuvo que apartar la mirada. Porque, de nuevo, aquellos sentimientos extraños la invadían. Aquellos sentimientos que le provocaban escalofríos.
En cuanto había entrado en casa con aquel ramo de flores se había sentido diferente. Se había sentido casi como… su mujer.
Cuando miraba su boca pensaba en que la besara. Cuando miraba sus manos pensaba en que la tocase… y cuando no lo miraba, como en aquel momento, en su mente aparecían imágenes más explícitas, imágenes que la dejaban con el corazón acelerado. Imágenes que esperaba fueran recuerdos y no ilusiones suyas.
La cabeza le daba vueltas con la intensidad del deseo que sentía por él.
«Intenta relajarte», le había dicho.
Sería imposible relajarse en su presencia. Tenía que encontrar alguna excusa para salir de la cocina. Para estar sola.
—La verdad es que ha empezado a dolerme la cabeza de verdad —dijo, levantando la mirada.
—Espero que no sea una de tus jaquecas.
—Eso espero yo también. ¿Suelo tomar algo?
—Sí, espera, ahora te lo doy —suspiró Nicholas, abriendo un armarito que había encima de la nevera.
Cuando levantó el brazo para tomar el frasco sus anchos hombros casi amenazaron con hacer estallar la camisa y ______(TN) se preguntó si sería tan atractivo desnudo como vestido.
—Sueles tomar una de estas pastillas. Luego te tumbas un rato, a oscuras, e intentas dormir. A veces tomas una píldora para dormir. Están en el cuarto de baño.
—Sí, las he visto esta mañana. ¿Te importaría si voy a tumbarme un rato?
—No, claro que no. Siento mucho que te duela la cabeza —suspiró Nicholas—. No, deja eso, lo haré yo —dijo entonces, cuando ella iba a recoger los platos—. Ve a tumbarte un rato.
—Muy bien.
—También podrías darte un baño caliente. A lo mejor te duele la cabeza por la tensión.
—Muy bien, gracias. Gracias por todo, Nicholas. De verdad.
—De nada —dijo él.
Y luego hizo lo peor que podía hacer: sonreír.
Y allí estaban otra vez. Esos sentimientos. Y esas imágenes.
Intentando sonreír, ______(TN) tomó el frasco de pastillas y salió de la cocina, sin respirar hasta que estuvo sola en el vestíbulo.
Cuando llegó al dormitorio, la mentira estaba convirtiéndose en realidad y le dolía muchísimo la cabeza.
Un castigo, por mentir.
Media hora después, salía del jacuzzi toda perfumada, pero con una terrible jaqueca. Desesperada, tomó dos pastillas para dormir y salió del baño para buscar algo que ponerse.
Pero aquellos camisones medio transparentes le resultaban horribles, de modo que sacó un pijama de seda rosa. Era menos escandaloso, aunque el roce de la tela era muy sensual.
El dolor de cabeza se había intensificado cuando por fin se metió en la cama, pero empezaba a tener sueño. Las píldoras para dormir estaban haciendo efecto, afortunadamente.
Necesitaba dormir, necesitaba dejar de pensar, de darle vueltas y vueltas a la cabeza. Necesitaba estar en paz, no sentir nada.
Quince minutos después, el deseo de ______(TN) se hizo realidad.
Pero no había forma de escapar de su tormento emocional, ni siquiera en sueños. Oscuros sueños la esperaban en la noche, sueños del pánico que le producía Darko, de dolor y de miedo, de amor traicionado y confianza destruida.
TeamJonas2
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
AAAIIIII!!! POBRREESS LOS DOS SE SIENTEN FRUSTRAAADOOOSSS!!!!
YYY CUANDOOOO!! SE DARA CUENTA QUE LO AMAAAA???
AAII IGUELAA PORFIISS
YYY CUANDOOOO!! SE DARA CUENTA QUE LO AMAAAA???
AAII IGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Buenos dias! Uhm, ya queda menos de novela! Es una pena, esta novela me gusto mucho! Pero hasta que termine no dejare de subir capitulos, asi que hoy os pongo otro mas, a ver qué os parece!
Un beso, chicas :)
Capítulo 13
Nicholas estaba en la cama leyendo un libro, intentando cansarse lo suficiente como para quedarse dormido cuando oyó un grito en el dormitorio principal.
—¡______(TN)!
Se levantó de un salto y corrió por el pasillo a oscuras hasta llegar a la habitación. ______(TN) estaba en medio de la cama, hecha una bola, llorando.
—No, Darko, por favor… Por favor…
A Nicholas se le encogía el corazón al verla así. Una cosa era que su madre le hablara del monstruo de su primer marido, otra muy diferente verla en aquel estado.
Pobrecita. Pobre ______(TN)…
Tenía que despertarla, hacerla olvidar los horrores de pasado. Hacer que viera que Darko ya no existía, que estaba muerto y ella estaba a salvo.
Con él.
—______(TN) —dijo en voz baja.
Ella abrió los ojos del golpe.
—Soy yo, ______(TN). Nicholas, tu marido. ¿Te acuerdas?
—¡Nicholas, oh, Nicholas! —exclamó ella, cubriéndose la cara con las manos, temblando de forma incontrolable.
El corazón de Nicholas se llenó de amor y del deseo de demostrarle ese amor. No sexualmente, pero sí físicamente.
—No pasa nada, cariño, estás a salvo —murmuró, metiéndose con ella en la cama y abrazándola.
Ella se puso tensa, pero luego se apoyó en su pecho, llorando amargamente.
—Nicholas —murmuró—. No eres Darko.
—No, cariño, no.
—No eres Darko.
—Calla, cielo. No llores.
Cuánto tiempo habían estado así, abrazados, en silencio, Nicholas no tenía ni idea. Podían haber sido quince minutos, quizá más. No estaba aseguro.
Y tampoco supo cuándo el deseo de consolarla se había convertido en el deseo de seducirla.
Un deseo que apareció de forma sediciosa, sin que se diera cuenta. Estaba fieramente erecto y no podía controlarse teniéndola tan cerca…
Empezó a besarla en la boca, despacio al principio y luego con una pasión que no podía contener.
______(TN) se quedó inmóvil un momento, pero luego se relajó, se dejó caer sobre él, dejó que la besara…
Nicholas estuvo a punto de lanzar un grito de triunfo por esa rendición. Podía no recordarlo conscientemente, pero su cuerpo sí lo recordaba.
Estaba diciéndoselo claramente, la lengua de ______(TN) tan ávida como la suya.
Ella gimió suavemente cuando se apartó, como si quisiera más, como si no pudiera soportar la separación.
—______(TN), quiero hacer algo más que besarte —dijo Nicholas—. Dime si quieres que siga.
Ella no dijo nada. Sólo lo miraba.
Nicholas contuvo un gemido, mirando la silueta de sus pezones marcada bajo la tela del pijama. Sí, su cuerpo lo deseaba. Pero, ¿y su mente?
¿Podía pensar con claridad? ¿No estaba aprovechándose de su deseo de tener a alguien cerca?
Hombres y mujeres habían usado el sexo como instrumento de consuelo desde el principio de los tiempos.
—Di algo —insistió, su voz preñada de deseo.
Pararía si ella se lo pedía. La amaba demasiado como para hacerle daño, emocional o físicamente.
—Sí —dijo ______(TN) en voz baja.
¿Sí? ¿Sí qué?
—¿Quieres que pare?
—No.
No.
No quería que parase. Que una mujer admitiese querer hacer el amor con él nunca había sido tan importante para Nicholas.
—Oh, ______(TN) —murmuró, tomando su cara entre las manos.
Estuvo a punto de decirle que la amaba en ese momento. A punto. Pero, afortunadamente, se mordió la lengua a tiempo.
Después de haber recibido el permiso, la urgencia de su propio deseo desapareció. Darle placer a ______(TN) era lo que más deseaba. Hacerla sentir amada sin tener que decírselo.
Natalie tenía razón sobre los hombres. Ellos preferían expresar su amor físicamente.
Pero a veces era la mejor manera. La mayoría de los hombres no eran precisamente hábiles con las palabras o los gestos sentimentales. Además, ese tipo de cosa podía ser una tapadera para la mentira.
Cuando un hombre le hacía el amor a una mujer, sus verdaderos sentimientos se mostraban a través de sus actos.
Nicholas siempre había pensado que lo que sentía por ______(TN) era deseo físico. Pero eso ya no era verdad. No quería posiciones raras esa noche. O que ella hiciera nada. No, sólo quería amarla.
Observó su rostro mientras empezaba a desabrochar los botones del pijama, buscando señales de pánico…
Pero lo único que hacía ______(TN) era respirar profundamente.
Y cuando apartó la tela fue casi como si la viera por primera vez. Como si la sintiera por primera vez.
Cuando acarició sus pechos, ella contuvo un gemido. Nicholas levantó la mirada para comprobar que estaba bien, que podía seguir adelante.
Ella lo miraba con los ojos como platos, los labios entreabiertos, respirando aguadamente.
Animado, Nicholas inclinó la cabeza para rozar su pezón derecho, chupándolo suavemente con la punta de la lengua.
______(TN) arqueó la espalda y él levantó la mirada de nuevo. Aquella vez, sus ojos estaban cerrados, pero tenía la boca abierta, ansiosa…
Tomándolo por una buena señal, siguió acariciándola, moviendo la boca de un pezón a otro, succionándolos suavemente para darle placer.
Sus gemidos lo emocionaban. Y lo excitaban. Para Nicholas, cada segundo que pasaba era más difícil ser suave, tener paciencia.
Pero siguió haciendo un esfuerzo.
Fue ella la que empezó a mostrarse impaciente, sorprendiéndolo cuando tiró hacia abajo de sus calzoncillos y luego del pantalón de su pijama rosa.
Nicholas estaba encantado de ayudarla a desnudarse.
—¿Estás segura?
—Sí —contestó ______(TN).
Nicholas se colocó sobre ella y ______(TN) lo recibió suspirando, como si llevara mucho tiempo esperándolo. Como si llevara esperándolo toda la vida.
—No cierres los ojos. Quiero que los abras.
Ella obedeció.
Nicholas se movía despacio, apartándose para entrar en ella de nuevo, tan profundamente como le era posible. Sin dejar de mirarla a los ojos. Veía el placer en ellos. Y la tensión. Tensión que él también sentía.
Un gemido escapó de sus labios cuando su carne empezó a apretarlo con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir.
«Dios mío, no dejes que llegue antes que ella».
—Nicholas —murmuró ______(TN).
Él se detuvo.
—¿Sí?
—No, no te pares. No te pares, no te pares.
Nicholas sonrió.
—Lo que tú digas, nena. Muévete conmigo esta vez.
Ella terminó enseguida, levantando las caderas mientras su cuerpo parecía hacerse pedazos.
Nicholas dejó escapar un gemido ronco. Temblaba por todas partes, convulso. Su mente pareció explotar junto con su cuerpo.
Y fue entonces cuando se dio cuenta de algo mucho más maravilloso que la experiencia que acababan de compartir.
Aquél era el día que ______(TN) tenía marcado en el calendario con un gran círculo rojo. Aquél era el día en el que podía concebir.
Quizá nunca le recordara. Quizá no lo amara nunca. Pero después de aquella noche, iba a tener un hijo suyo.
Estaba completamente seguro.
Un beso, chicas :)
Capítulo 13
Nicholas estaba en la cama leyendo un libro, intentando cansarse lo suficiente como para quedarse dormido cuando oyó un grito en el dormitorio principal.
—¡______(TN)!
Se levantó de un salto y corrió por el pasillo a oscuras hasta llegar a la habitación. ______(TN) estaba en medio de la cama, hecha una bola, llorando.
—No, Darko, por favor… Por favor…
A Nicholas se le encogía el corazón al verla así. Una cosa era que su madre le hablara del monstruo de su primer marido, otra muy diferente verla en aquel estado.
Pobrecita. Pobre ______(TN)…
Tenía que despertarla, hacerla olvidar los horrores de pasado. Hacer que viera que Darko ya no existía, que estaba muerto y ella estaba a salvo.
Con él.
—______(TN) —dijo en voz baja.
Ella abrió los ojos del golpe.
—Soy yo, ______(TN). Nicholas, tu marido. ¿Te acuerdas?
—¡Nicholas, oh, Nicholas! —exclamó ella, cubriéndose la cara con las manos, temblando de forma incontrolable.
El corazón de Nicholas se llenó de amor y del deseo de demostrarle ese amor. No sexualmente, pero sí físicamente.
—No pasa nada, cariño, estás a salvo —murmuró, metiéndose con ella en la cama y abrazándola.
Ella se puso tensa, pero luego se apoyó en su pecho, llorando amargamente.
—Nicholas —murmuró—. No eres Darko.
—No, cariño, no.
—No eres Darko.
—Calla, cielo. No llores.
Cuánto tiempo habían estado así, abrazados, en silencio, Nicholas no tenía ni idea. Podían haber sido quince minutos, quizá más. No estaba aseguro.
Y tampoco supo cuándo el deseo de consolarla se había convertido en el deseo de seducirla.
Un deseo que apareció de forma sediciosa, sin que se diera cuenta. Estaba fieramente erecto y no podía controlarse teniéndola tan cerca…
Empezó a besarla en la boca, despacio al principio y luego con una pasión que no podía contener.
______(TN) se quedó inmóvil un momento, pero luego se relajó, se dejó caer sobre él, dejó que la besara…
Nicholas estuvo a punto de lanzar un grito de triunfo por esa rendición. Podía no recordarlo conscientemente, pero su cuerpo sí lo recordaba.
Estaba diciéndoselo claramente, la lengua de ______(TN) tan ávida como la suya.
Ella gimió suavemente cuando se apartó, como si quisiera más, como si no pudiera soportar la separación.
—______(TN), quiero hacer algo más que besarte —dijo Nicholas—. Dime si quieres que siga.
Ella no dijo nada. Sólo lo miraba.
Nicholas contuvo un gemido, mirando la silueta de sus pezones marcada bajo la tela del pijama. Sí, su cuerpo lo deseaba. Pero, ¿y su mente?
¿Podía pensar con claridad? ¿No estaba aprovechándose de su deseo de tener a alguien cerca?
Hombres y mujeres habían usado el sexo como instrumento de consuelo desde el principio de los tiempos.
—Di algo —insistió, su voz preñada de deseo.
Pararía si ella se lo pedía. La amaba demasiado como para hacerle daño, emocional o físicamente.
—Sí —dijo ______(TN) en voz baja.
¿Sí? ¿Sí qué?
—¿Quieres que pare?
—No.
No.
No quería que parase. Que una mujer admitiese querer hacer el amor con él nunca había sido tan importante para Nicholas.
—Oh, ______(TN) —murmuró, tomando su cara entre las manos.
Estuvo a punto de decirle que la amaba en ese momento. A punto. Pero, afortunadamente, se mordió la lengua a tiempo.
Después de haber recibido el permiso, la urgencia de su propio deseo desapareció. Darle placer a ______(TN) era lo que más deseaba. Hacerla sentir amada sin tener que decírselo.
Natalie tenía razón sobre los hombres. Ellos preferían expresar su amor físicamente.
Pero a veces era la mejor manera. La mayoría de los hombres no eran precisamente hábiles con las palabras o los gestos sentimentales. Además, ese tipo de cosa podía ser una tapadera para la mentira.
Cuando un hombre le hacía el amor a una mujer, sus verdaderos sentimientos se mostraban a través de sus actos.
Nicholas siempre había pensado que lo que sentía por ______(TN) era deseo físico. Pero eso ya no era verdad. No quería posiciones raras esa noche. O que ella hiciera nada. No, sólo quería amarla.
Observó su rostro mientras empezaba a desabrochar los botones del pijama, buscando señales de pánico…
Pero lo único que hacía ______(TN) era respirar profundamente.
Y cuando apartó la tela fue casi como si la viera por primera vez. Como si la sintiera por primera vez.
Cuando acarició sus pechos, ella contuvo un gemido. Nicholas levantó la mirada para comprobar que estaba bien, que podía seguir adelante.
Ella lo miraba con los ojos como platos, los labios entreabiertos, respirando aguadamente.
Animado, Nicholas inclinó la cabeza para rozar su pezón derecho, chupándolo suavemente con la punta de la lengua.
______(TN) arqueó la espalda y él levantó la mirada de nuevo. Aquella vez, sus ojos estaban cerrados, pero tenía la boca abierta, ansiosa…
Tomándolo por una buena señal, siguió acariciándola, moviendo la boca de un pezón a otro, succionándolos suavemente para darle placer.
Sus gemidos lo emocionaban. Y lo excitaban. Para Nicholas, cada segundo que pasaba era más difícil ser suave, tener paciencia.
Pero siguió haciendo un esfuerzo.
Fue ella la que empezó a mostrarse impaciente, sorprendiéndolo cuando tiró hacia abajo de sus calzoncillos y luego del pantalón de su pijama rosa.
Nicholas estaba encantado de ayudarla a desnudarse.
—¿Estás segura?
—Sí —contestó ______(TN).
Nicholas se colocó sobre ella y ______(TN) lo recibió suspirando, como si llevara mucho tiempo esperándolo. Como si llevara esperándolo toda la vida.
—No cierres los ojos. Quiero que los abras.
Ella obedeció.
Nicholas se movía despacio, apartándose para entrar en ella de nuevo, tan profundamente como le era posible. Sin dejar de mirarla a los ojos. Veía el placer en ellos. Y la tensión. Tensión que él también sentía.
Un gemido escapó de sus labios cuando su carne empezó a apretarlo con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir.
«Dios mío, no dejes que llegue antes que ella».
—Nicholas —murmuró ______(TN).
Él se detuvo.
—¿Sí?
—No, no te pares. No te pares, no te pares.
Nicholas sonrió.
—Lo que tú digas, nena. Muévete conmigo esta vez.
Ella terminó enseguida, levantando las caderas mientras su cuerpo parecía hacerse pedazos.
Nicholas dejó escapar un gemido ronco. Temblaba por todas partes, convulso. Su mente pareció explotar junto con su cuerpo.
Y fue entonces cuando se dio cuenta de algo mucho más maravilloso que la experiencia que acababan de compartir.
Aquél era el día que ______(TN) tenía marcado en el calendario con un gran círculo rojo. Aquél era el día en el que podía concebir.
Quizá nunca le recordara. Quizá no lo amara nunca. Pero después de aquella noche, iba a tener un hijo suyo.
Estaba completamente seguro.
TeamJonas2
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
AAAIIII!!!
QUE TIERNOOO ES NIICCKKK... COMO NO LO VAAMOOOSS A MAAAAAARRRRR!!!
QUE TIERNOOO ES NIICCKKK... COMO NO LO VAAMOOOSS A MAAAAAARRRRR!!!
chelis
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
hola soy nueva lectora y me encanta tu novela por fvor siguela me llamo paty por fvor siguela me encanta enserio siguelaaaaaaaaa aaaaaaaaaaa ban a tener hijos no lo puedo creer
thevampirediaries.dnangel
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
thevampirediaries.dnangel escribió:hola soy nueva lectora y me encanta tu novela por fvor siguela me llamo paty por fvor siguela me encanta enserio siguelaaaaaaaaa aaaaaaaaaaa ban a tener hijos no lo puedo creer
Bienvenida, Paty! Me alegro que te guste la novelaa :)
TeamJonas2
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Hola chicaaas! ¿Qué tal estáis? Aqui sigue haciendo un calor horrible, que horror! Jaja pero bueno, ahora os subo un capitulo, disfrutadlo!
Capítulo 14
____(TN) despertó sobresaltada, con una extraña sensación… Y entonces lo recordó todo.
—¡Dios mío! —exclamó, con el corazón acelerado de felicidad y alivio—. Gracias, gracias, gracias.
No podía creerlo. ¡Se acordaba de todo!
Toda la confusión, todas las preocupaciones, la angustia, todo había desaparecido. Ya no tenía miedo. Ya sabía quién era. Era ella, ____(TN).
____(TN) Jonas.
¡Nicholas, tenía que contárselo a Nicholas!
Pero el lado de su cama estaba vacío y…
—¡Oh, no! —exclamó al ver la hora en el reloj de la mesilla. Las nueve y cuarto.
Nicholas se había ido a trabajar, pero ella deseaba tanto decírselo…
Entonces vio una tarjeta al lado del reloj.
No era la primera vez que Nicholas le dejaba una nota de esa forma. ____(TN) le dio la vuelta…
—Me alegro de que hayas dormido bien —leyó en voz alta—. Te llamaré a la hora de comer. Que lo pases bien, Nicholas.
____(TN) dejó escapar un suspiro de alivio, mirando la huella que había dejado la cabeza de su marido en la almohada.
¿Hacer el amor con él habría sido lo que la había hecho recordar? ¿Habría sido eso lo que había roto el velo de miedo en el que vivía desde el accidente?
Debía de haber sido eso.
Nicholas iba a alegrarse tanto… No podía ser fácil estar casado con alguien que no sabía quién eras. Pero, aun así, él había sido increíblemente amable y sensible.
Tenía que llamarlo. Tenía que decírselo.
Tenía que darle las gracias.
Pero cuando levantó el auricular, una inesperada timidez le impidió marcar el número. Sentía como si tuviera mariposas en el estómago y se puso colorada al pensar en cómo había actuado por la noche.
Primero llorando de miedo, luego agarrándose a Nicholas, temblando de pasión, una pasión tan urgente como poderosa. Increíblemente poderosa.
Aunque no la sorprendía, pensó ____(TN).
Había pensado sexualmente en Nicholas antes de que se metiera en su cama. Y cuando lo tuvo allí, cuando la besó, no podría haberle dicho que no aunque le fuera la vida en ello.
Estaba un poco sorprendida por esos sentimientos. Ahora que había recuperado la memoria, además, recordaba que todo era culpa de Nicholas.
La semana anterior, después de la boda de Richard y Holly, él había destapado a la mujer en la que se habría convertido si Darko Malinowski no hubiera entrado en su vida.
Una ____(TN) que había estado siempre allí, a pesar de la pérdida de memoria, dispuesta a hacer el amor con él. No tenía sentido ponerse colorada, ni sentirse tímida, se dijo a sí misma.
Si era sincera consigo misma, había sido una experiencia maravillosa. Nicholas había sido maravilloso. Su madre tenía razón cuando…
—¡Dios mío! —exclamó entonces.
Su madre. Su pobre madre.
____(TN) lanzó un gemido mientras marcaba su número de teléfono. Lo de hablar con Nicholas tendría que esperar. Tenía que llamar a su madre para pedirle disculpas.
—¡Mamá, lo siento! —exclamó a modo de saludo.
—¡____(TN)! Cariño, ¿Cómo estás?
—Bien, bien…
—¿Has recuperado la memoria?
—Me he despertado y todo era como siempre. Mamá, ¿me perdonas?
—No seas boba, cariño. Nicholas me explicó la situación y lo comprendí perfectamente.
—Eso espero. No quería hacerte año…
—Ya lo sé.
—Te portaste tan bien conmigo cuando volví a casa, después de lo de Darko. Si no hubiera sido por ti, no sé qué habría hecho.
—No habría pasado nada. Tú eres una mujer muy fuerte, ____(TN).
—¿Cómo puedes decir eso? Estuve casada con ese canalla durante tres años. Debería haberlo dejado…
—Pero lo querías.
—Sólo al principio.
—Tú y yo sabemos por qué no lo dejaste, ____(TN). Una tiene que pasar por algo parecido para entenderlo.
—Sí, supongo que sí. Pero me gustaría que…
—No empieces con eso otra vez. No tiene sentido recordar el pasado. Ahora tienes una vida estupenda, hija. Y un marido maravilloso. A Nicholas le importas mucho, ____(TN). Olvida el pasado y concéntrate en el presente, en el futuro.
—Lo haré, mamá —suspiró ella, volviendo a mirar el reloj—. Ay, acabo de recordar que hoy tengo visita. Y no estoy vestida siquiera.
Estaba completamente desnuda. Otro recordatorio de su comportamiento la noche anterior.
—Bueno, te dejo —dijo su madre—. Me alegro de que estés bien, cariño. Dale un beso a Nicholas cuando hables con él. De mi parte.
—Lo haré, mamá.
—Adiós, hija.
Le daría un beso a Nicholas, sí. Le daría más que eso… Pero tenía veinte minutos antes de que Natalie llegara.
No mucho tiempo.
Entonces, ¿qué hacía en la cama pensando en Nicholas como una tonta?
Pero tenía tantos deseos de decirle que se acordaba de todo, que se acordaba de su marido.
Quería decírselo y estar con él. Y esperar hasta la noche le parecía demasiado.
Pero antes tendría que vestirse y librarse de Natalie Fairlane. No tardaría mucho. Después de todo, la razón para su visita ya no tenía sentido.
____(TN) sabía perfectamente qué clase de mujer era cuando fue a la agencia.
Una mujer que, por fin, había pasado de víctima a superviviente. Una mujer que se sentía orgullosa de sí misma. Una mujer que había decidido lo que quería para el resto de su vida y estaba decidida a conseguirlo.
Seguridad económica y un marido físicamente atractivo que la respetara.
Y un hijo.
____(TN) se incorporó de un salto.
¡Un hijo!
No se molestó en vestirse. Bajó corriendo a la cocina y miró el calendario en el que anotaba sus citas, las cosas que tenía que hacer y los días más fértiles del ciclo.
Se le puso el corazón en la garganta cuando vio que el día anterior tenía un gran círculo rojo, precedido por dos días con círculos pequeños, como los dos días posteriores.
La última noche había sido la mejor para concebir un hijo.
¿Lo sabría Nicholas?
Posiblemente no. Él no estaba tan interesado en tener un niño como ella. ____(TN) a veces tenía la impresión de que sólo había aceptado por seguirle la corriente, pero…
Un escalofrío de alegría recorrió su espalda mientras miraba el círculo rojo.
Quizá no debería decir nada. Aún no. Para empezar, no quería hacerse ilusiones.
Pero tenía una buena sensación. Una muy buena sensación.
—¿Estás ahí, cariño? —murmuró, llevándose una mano al abdomen—. Sí, estás ahí, ¿verdad? Soy mamá. Papá está trabajando en este momento, pero vamos a ir a verlo enseguida. Vamos a tomar el ferry, es más rápido que ir en coche. Espero que no te marees…
Natalie detuvo el coche frente a la casa de los Jonas exactamente a las diez de la mañana. La puntualidad era una de sus virtudes, aunque no la llevaba a ningún sitio. Nadie llegaba a su hora. Cuando ella se quejaba, la acusaban de exagerada o de exigente.
—El problema es que te tomas la vida demasiado en serio —le había dicho un día su gran amor.
Posiblemente fuera verdad. Posiblemente se tomaba la vida demasiado en serio.
Pero no le parecía poco razonable haber sufrido un ataque de nervios al descubrir que el hombre con el que había pasado los mejores años de su vida estaba casado y tenía hijos.
Natalie había abierto la agencia tres años después, como una terapia, más que para ganar dinero. Con ello, conseguía la satisfacción de emparejar a gente que estaba sola, a mujeres inteligentes con hombres de éxito dispuestos a formar una familia.
En algún momento pensó que quizá también encontraría un hombre así para ella…
Desgraciadamente, la experiencia de una gran pasión traicionada la había convertido en una persona dura, cínica, una mujer a la que los hombres encontraban poco atractiva.
De modo que parecía condenada a pasar el resto de su vida haciendo de casamentera.
Un trabajo que hacía muy bien, además, pensó mientras llamaba al timbre. Los Jonas eran uno de sus éxitos.
Como nadie contestó, Natalie volvió a llamar. Quizá la chica de la limpieza estaba pasando la aspiradora o algo así. La casa era enorme. ____(TN) había hecho un buen matrimonio, desde luego.
La puerta se abrió unos segundos después. Pero no era la chica de la limpieza, sino la propia ____(TN), en vaqueros y guapísima, aunque no llevaba ni gota de maquillaje.
—Siento mucho haberte hecho venir para nada, Natalie —dijo, a modo de saludo—. No tienes ni idea de lo que ha pasado. Me desperté hace una hora y la he recuperado. He recuperado la memoria.
—Qué maravilla. Nicholas debe de estar muy contento, supongo. El pobre estaba preocupadísimo.
—Aún no se lo he dicho.
Natalie se quedó sorprendida. Había despertado una hora antes… ¿por qué no lo había llamado por teléfono? Nicholas estaba enamorado de ella.
¿Aquella chica no sabía lo difícil que era encontrar un hombre que te amase de verdad?
Estuvo a punto de decírselo. Pero le había prometido a Nicholas no decir nada y una promesa era una promesa.
Además, Nicholas tenía razón, ____(TN) no quería saber nada del amor.
Y lo entendía. Brandon había jurado amarla para siempre y ella lo creyó. Creía todo lo que él le decía, todas sus excusas para viajar continuamente, sus razones para retrasar la boda…
Todo mentiras.
No le había hecho daño físicamente. Pero el daño psicológico había sido enorme.
Nunca volvería a creer que un hombre la quería de verdad.
Y ____(TN), como ella, tenía miedo de ser amada. Natalie entendía aquel miedo. Pero era una pena porque Nicholas era un tipo encantador, una buena persona.
—Sí, sé lo que estás pensando —dijo ____(TN) entonces, como si le hubiera leído el pensamiento—. Que debería haber llamado a Nicholas. Pero la verdad es que quiero decírselo en persona.
Natalie parpadeó, sorprendida.
—Eso es un poco romántico para alguien como tú, ¿no?
Había entendido la personalidad de ____(TN) cuando la entrevistó. Eran igual de cínicas, igual de descreídas en lo que se refería a las cosas del amor.
—Hoy me siento romántica —rió ____(TN).
La felicidad que veía en sus ojos sorprendió a Natalie.
Pero enseguida lo entendió todo.
¿Se habría dado cuenta de que amaba a su marido? ¿Debería arriesgarse a que Nicholas se enfadara con ella y contarle la verdad?
—¿Te importaría mucho si no te invito a entrar? —preguntó ____(TN) entonces—. Quiero arreglarme… ponerme guapa antes de tomar el ferry. Sólo tengo cuarenta minutos.
Natalie pensó que ____(TN) descubriría la verdad por sí misma. Ya no había necesidad de usar sus servicios de casamentera.
Pero si hubiera sabido lo que iba a pasar después, quizá habría cambiado de opinión.
—No te preocupes. Ve a arreglarte. Me alegro mucho de que hayas recuperado la memoria, ____(TN). Y saluda a Nicholas de mi parte.
—Lo haré. Gracias otra vez, Natalie. Y perdona.
—No hay nada que perdonar. Lo entiendo perfectamente.
Capítulo 14
____(TN) despertó sobresaltada, con una extraña sensación… Y entonces lo recordó todo.
—¡Dios mío! —exclamó, con el corazón acelerado de felicidad y alivio—. Gracias, gracias, gracias.
No podía creerlo. ¡Se acordaba de todo!
Toda la confusión, todas las preocupaciones, la angustia, todo había desaparecido. Ya no tenía miedo. Ya sabía quién era. Era ella, ____(TN).
____(TN) Jonas.
¡Nicholas, tenía que contárselo a Nicholas!
Pero el lado de su cama estaba vacío y…
—¡Oh, no! —exclamó al ver la hora en el reloj de la mesilla. Las nueve y cuarto.
Nicholas se había ido a trabajar, pero ella deseaba tanto decírselo…
Entonces vio una tarjeta al lado del reloj.
No era la primera vez que Nicholas le dejaba una nota de esa forma. ____(TN) le dio la vuelta…
—Me alegro de que hayas dormido bien —leyó en voz alta—. Te llamaré a la hora de comer. Que lo pases bien, Nicholas.
____(TN) dejó escapar un suspiro de alivio, mirando la huella que había dejado la cabeza de su marido en la almohada.
¿Hacer el amor con él habría sido lo que la había hecho recordar? ¿Habría sido eso lo que había roto el velo de miedo en el que vivía desde el accidente?
Debía de haber sido eso.
Nicholas iba a alegrarse tanto… No podía ser fácil estar casado con alguien que no sabía quién eras. Pero, aun así, él había sido increíblemente amable y sensible.
Tenía que llamarlo. Tenía que decírselo.
Tenía que darle las gracias.
Pero cuando levantó el auricular, una inesperada timidez le impidió marcar el número. Sentía como si tuviera mariposas en el estómago y se puso colorada al pensar en cómo había actuado por la noche.
Primero llorando de miedo, luego agarrándose a Nicholas, temblando de pasión, una pasión tan urgente como poderosa. Increíblemente poderosa.
Aunque no la sorprendía, pensó ____(TN).
Había pensado sexualmente en Nicholas antes de que se metiera en su cama. Y cuando lo tuvo allí, cuando la besó, no podría haberle dicho que no aunque le fuera la vida en ello.
Estaba un poco sorprendida por esos sentimientos. Ahora que había recuperado la memoria, además, recordaba que todo era culpa de Nicholas.
La semana anterior, después de la boda de Richard y Holly, él había destapado a la mujer en la que se habría convertido si Darko Malinowski no hubiera entrado en su vida.
Una ____(TN) que había estado siempre allí, a pesar de la pérdida de memoria, dispuesta a hacer el amor con él. No tenía sentido ponerse colorada, ni sentirse tímida, se dijo a sí misma.
Si era sincera consigo misma, había sido una experiencia maravillosa. Nicholas había sido maravilloso. Su madre tenía razón cuando…
—¡Dios mío! —exclamó entonces.
Su madre. Su pobre madre.
____(TN) lanzó un gemido mientras marcaba su número de teléfono. Lo de hablar con Nicholas tendría que esperar. Tenía que llamar a su madre para pedirle disculpas.
—¡Mamá, lo siento! —exclamó a modo de saludo.
—¡____(TN)! Cariño, ¿Cómo estás?
—Bien, bien…
—¿Has recuperado la memoria?
—Me he despertado y todo era como siempre. Mamá, ¿me perdonas?
—No seas boba, cariño. Nicholas me explicó la situación y lo comprendí perfectamente.
—Eso espero. No quería hacerte año…
—Ya lo sé.
—Te portaste tan bien conmigo cuando volví a casa, después de lo de Darko. Si no hubiera sido por ti, no sé qué habría hecho.
—No habría pasado nada. Tú eres una mujer muy fuerte, ____(TN).
—¿Cómo puedes decir eso? Estuve casada con ese canalla durante tres años. Debería haberlo dejado…
—Pero lo querías.
—Sólo al principio.
—Tú y yo sabemos por qué no lo dejaste, ____(TN). Una tiene que pasar por algo parecido para entenderlo.
—Sí, supongo que sí. Pero me gustaría que…
—No empieces con eso otra vez. No tiene sentido recordar el pasado. Ahora tienes una vida estupenda, hija. Y un marido maravilloso. A Nicholas le importas mucho, ____(TN). Olvida el pasado y concéntrate en el presente, en el futuro.
—Lo haré, mamá —suspiró ella, volviendo a mirar el reloj—. Ay, acabo de recordar que hoy tengo visita. Y no estoy vestida siquiera.
Estaba completamente desnuda. Otro recordatorio de su comportamiento la noche anterior.
—Bueno, te dejo —dijo su madre—. Me alegro de que estés bien, cariño. Dale un beso a Nicholas cuando hables con él. De mi parte.
—Lo haré, mamá.
—Adiós, hija.
Le daría un beso a Nicholas, sí. Le daría más que eso… Pero tenía veinte minutos antes de que Natalie llegara.
No mucho tiempo.
Entonces, ¿qué hacía en la cama pensando en Nicholas como una tonta?
Pero tenía tantos deseos de decirle que se acordaba de todo, que se acordaba de su marido.
Quería decírselo y estar con él. Y esperar hasta la noche le parecía demasiado.
Pero antes tendría que vestirse y librarse de Natalie Fairlane. No tardaría mucho. Después de todo, la razón para su visita ya no tenía sentido.
____(TN) sabía perfectamente qué clase de mujer era cuando fue a la agencia.
Una mujer que, por fin, había pasado de víctima a superviviente. Una mujer que se sentía orgullosa de sí misma. Una mujer que había decidido lo que quería para el resto de su vida y estaba decidida a conseguirlo.
Seguridad económica y un marido físicamente atractivo que la respetara.
Y un hijo.
____(TN) se incorporó de un salto.
¡Un hijo!
No se molestó en vestirse. Bajó corriendo a la cocina y miró el calendario en el que anotaba sus citas, las cosas que tenía que hacer y los días más fértiles del ciclo.
Se le puso el corazón en la garganta cuando vio que el día anterior tenía un gran círculo rojo, precedido por dos días con círculos pequeños, como los dos días posteriores.
La última noche había sido la mejor para concebir un hijo.
¿Lo sabría Nicholas?
Posiblemente no. Él no estaba tan interesado en tener un niño como ella. ____(TN) a veces tenía la impresión de que sólo había aceptado por seguirle la corriente, pero…
Un escalofrío de alegría recorrió su espalda mientras miraba el círculo rojo.
Quizá no debería decir nada. Aún no. Para empezar, no quería hacerse ilusiones.
Pero tenía una buena sensación. Una muy buena sensación.
—¿Estás ahí, cariño? —murmuró, llevándose una mano al abdomen—. Sí, estás ahí, ¿verdad? Soy mamá. Papá está trabajando en este momento, pero vamos a ir a verlo enseguida. Vamos a tomar el ferry, es más rápido que ir en coche. Espero que no te marees…
Natalie detuvo el coche frente a la casa de los Jonas exactamente a las diez de la mañana. La puntualidad era una de sus virtudes, aunque no la llevaba a ningún sitio. Nadie llegaba a su hora. Cuando ella se quejaba, la acusaban de exagerada o de exigente.
—El problema es que te tomas la vida demasiado en serio —le había dicho un día su gran amor.
Posiblemente fuera verdad. Posiblemente se tomaba la vida demasiado en serio.
Pero no le parecía poco razonable haber sufrido un ataque de nervios al descubrir que el hombre con el que había pasado los mejores años de su vida estaba casado y tenía hijos.
Natalie había abierto la agencia tres años después, como una terapia, más que para ganar dinero. Con ello, conseguía la satisfacción de emparejar a gente que estaba sola, a mujeres inteligentes con hombres de éxito dispuestos a formar una familia.
En algún momento pensó que quizá también encontraría un hombre así para ella…
Desgraciadamente, la experiencia de una gran pasión traicionada la había convertido en una persona dura, cínica, una mujer a la que los hombres encontraban poco atractiva.
De modo que parecía condenada a pasar el resto de su vida haciendo de casamentera.
Un trabajo que hacía muy bien, además, pensó mientras llamaba al timbre. Los Jonas eran uno de sus éxitos.
Como nadie contestó, Natalie volvió a llamar. Quizá la chica de la limpieza estaba pasando la aspiradora o algo así. La casa era enorme. ____(TN) había hecho un buen matrimonio, desde luego.
La puerta se abrió unos segundos después. Pero no era la chica de la limpieza, sino la propia ____(TN), en vaqueros y guapísima, aunque no llevaba ni gota de maquillaje.
—Siento mucho haberte hecho venir para nada, Natalie —dijo, a modo de saludo—. No tienes ni idea de lo que ha pasado. Me desperté hace una hora y la he recuperado. He recuperado la memoria.
—Qué maravilla. Nicholas debe de estar muy contento, supongo. El pobre estaba preocupadísimo.
—Aún no se lo he dicho.
Natalie se quedó sorprendida. Había despertado una hora antes… ¿por qué no lo había llamado por teléfono? Nicholas estaba enamorado de ella.
¿Aquella chica no sabía lo difícil que era encontrar un hombre que te amase de verdad?
Estuvo a punto de decírselo. Pero le había prometido a Nicholas no decir nada y una promesa era una promesa.
Además, Nicholas tenía razón, ____(TN) no quería saber nada del amor.
Y lo entendía. Brandon había jurado amarla para siempre y ella lo creyó. Creía todo lo que él le decía, todas sus excusas para viajar continuamente, sus razones para retrasar la boda…
Todo mentiras.
No le había hecho daño físicamente. Pero el daño psicológico había sido enorme.
Nunca volvería a creer que un hombre la quería de verdad.
Y ____(TN), como ella, tenía miedo de ser amada. Natalie entendía aquel miedo. Pero era una pena porque Nicholas era un tipo encantador, una buena persona.
—Sí, sé lo que estás pensando —dijo ____(TN) entonces, como si le hubiera leído el pensamiento—. Que debería haber llamado a Nicholas. Pero la verdad es que quiero decírselo en persona.
Natalie parpadeó, sorprendida.
—Eso es un poco romántico para alguien como tú, ¿no?
Había entendido la personalidad de ____(TN) cuando la entrevistó. Eran igual de cínicas, igual de descreídas en lo que se refería a las cosas del amor.
—Hoy me siento romántica —rió ____(TN).
La felicidad que veía en sus ojos sorprendió a Natalie.
Pero enseguida lo entendió todo.
¿Se habría dado cuenta de que amaba a su marido? ¿Debería arriesgarse a que Nicholas se enfadara con ella y contarle la verdad?
—¿Te importaría mucho si no te invito a entrar? —preguntó ____(TN) entonces—. Quiero arreglarme… ponerme guapa antes de tomar el ferry. Sólo tengo cuarenta minutos.
Natalie pensó que ____(TN) descubriría la verdad por sí misma. Ya no había necesidad de usar sus servicios de casamentera.
Pero si hubiera sabido lo que iba a pasar después, quizá habría cambiado de opinión.
—No te preocupes. Ve a arreglarte. Me alegro mucho de que hayas recuperado la memoria, ____(TN). Y saluda a Nicholas de mi parte.
—Lo haré. Gracias otra vez, Natalie. Y perdona.
—No hay nada que perdonar. Lo entiendo perfectamente.
TeamJonas2
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Awww! Se acordo!Me mato cuando le hablo al bebe!
Dios que ternura!
Dios que ternura!
Sunny
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
SIIIIII!!!!!!..
PORFIIINNN SABE QUIEN ES NICHOLAAASSSS!!!!!!..
PORFIISS PON OTROOOOOO!!!!!!!
PORFIIINNN SABE QUIEN ES NICHOLAAASSSS!!!!!!..
PORFIISS PON OTROOOOOO!!!!!!!
chelis
Re: Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
Taaaan tan tan taaaaaaan, hola chicas! Que tal estais? Me alegra que os guste la novela, pero que pasara? Uhm, ahora os dejo un nuevo capitulo!
Capítulo 15
La brisa del mar movía el pelo de ____(TN). Pero le daba igual. Su pelo era a prueba de viento. Sólo tendría que pasarse el cepillo y las ondas volverían a su sitio.
Quedaría como nuevo.
Estaba en la cubierta del ferry, deseando con todas sus fuerzas que fuera más rápido. Estaba deseando llegar a la oficina de Nicholas para decirle que había recuperado la memoria, que se acordaba de él, de su matrimonio, de todo.
Pero entonces se le ocurrió pensar que quizá Nicholas no estaría en su oficina. Quizá estaría en alguna reunión, o visitando alguna obra. O comiendo con algún arquitecto amigo suyo… o un cliente.
Eso era normal en su trabajo.
Pero era temprano para comer. Nicholas no solía hacerlo hasta la una y sólo eran las doce. Con un poco de suerte, lo encontraría sentado en su escritorio.
Pero la posibilidad de no encontrarlo allí la dejaba deprimida.
Por supuesto, siempre podía llamarlo al móvil, pero decírselo por teléfono no sería lo mismo.
Cuando bajó del ferry, prácticamente fue corriendo por la calle, a pesar de los tacones, deseando llegar cuanto antes a la oficina de su marido.
El vestido que llevaba era nuevo. Un traje de ante color chocolate, con falda estrecha y una chaqueta, que llevaba desabrochada. Debajo, un ajustado polo de color caramelo que destacaba sus pechos, haciendo que pareciesen más grandes. Los zapatos, botines de piel negros, a juego con el bolso de una conocida marca italiana.
Se había maquillado poco. Normalmente, durante el día sólo se ponía una crema con color, un poco de brillo en los labios y un poco de rímel.
Pero eso era más que suficiente.
El corazón de ____(TN) latía acelerado cuando entró en el edificio que albergaba las oficinas de Construcciones Jonas. Pasó por delante de la cafetería del primer piso, en la que había tomado café con Nicholas varias veces, para subir al ascensor… cuando una mirada a la derecha hizo que se le parase momentáneamente el corazón.
Porque allí, sentado detrás del cristal que separaba la cafetería del vestíbulo, estaba su marido.
Con una mujer. Una mujer rubia.
No era Katie, la recepcionista. A ____(TN) no le habría importado que Nicholas tomara un café con Katie.
La mujer que estaba con él en la cafetería hizo que se le pusiera el vello de punta
Porque era Kristine, su ex prometida.
____(TN) no la había visto nunca en persona, pero poco después de casarse había visto una fotografía suya sobre el escritorio de Nicholas. Sin marco, pero tampoco escondida. Cuando le preguntó quién era, él se lo contó sin mostrar arrepentimiento alguno.
Entonces no le importó demasiado que tuviera una fotografía de su ex prometida en la oficina. Eso era asunto suyo. La ____(TN) que había entrado en aquel matrimonio con la cabeza y no con el corazón no iba a decirle a su marido lo que podía o no podía hacer.
Pero había mirado bien la fotografía, sintiendo curiosidad por saber cómo era esa otra mujer.
Muy sexy, desde luego. Una de esas rubias escandalosas con ojos grandes y labios más grandes aún.
____(TN) no podía dejar de mirarla a través del cristal, sus ojos pegados a la mano de Kristine, que estaba colocada sobre la de su marido en un gesto muy íntimo. Y él no la había apartado.
La tormenta emocional que enseguida se desató en el pecho de ____(TN) la dejó sin aliento. Los celos eran terribles, como lo era el dolor.
Era su marido. Su hombre. Su amante.
No pensaba compartirlo con nadie.
Lo amaba.
Ese descubrimiento la dejó atónita.
¿Lo amaba?
Ella no quería amarlo, especialmente de esa manera, especialmente sintiendo unos celos que la quemaban por dentro.
Ella no quería eso.
Era una maldición ese tipo de amor, destrozaba la vida de la gente.
Pero aunque se decía a sí misma que no debía tener celos, los celos aumentaban por segundos, despertando una rabia sorda en su interior.
Sin embargo, Nicholas no estaba haciendo nada malo. Sólo tomando un café con una antigua novia. Miles de hombres y mujeres lo hacían todos los días y no significaba nada en absoluto. No se había llevado a Kristine a un hotel ni nada parecido.
Y era Kristine quien lo estaba tocando, no él. Seguramente, era una de esas personas que estaban todo el día tocando a la gente.
La tentación de entrar en la cafetería y darle una bofetada a esa mujer era enorme.
Horrorizada al pensar que estaba actuando como lo haría Darko hizo que ____(TN) entrara de un salto en uno de los ascensores. Pero no se miró al espejo. No quería verse la cara en aquel momento.
Porque los celos eran feos. Feos y destructivos.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en la planta doce, había conseguido calmarse lo suficiente como para entrar en la oficina de Nicholas con lo que esperaba fuese un aspecto normal.
—Hola, Katie.
La recepcionista la miró, perpleja.
—¡Qué alegría! ____(TN)… ¿me conoces?
—Sí. He recuperado la memoria. ¿A que es maravilloso?
—Desde luego que sí. ¿Cómo ha pasado?
—Cuando me desperté esta mañana, me acordé de todo. Iba a llamar a Nicholas, pero decidí venir en persona para darle una sorpresa.
____(TN) intentó no leer nada en la expresión de preocupación que vio en los ojos de Katie.
—Pues… es que no está en su despacho en este momento. Ha salido a tomar un café, pero volverá enseguida. Voy a llamarlo al móvil para decirle que estás aquí.
La sonrisa de ____(TN) desapareció. No podía evitarlo. ¿Por qué los empleados siempre eran tan protectores con sus jefes? ¿Mentiría Katie por Nicholas de forma regular?
¿En qué otras ocasiones le habría mentido?, se preguntó entonces.
Quizá había tenido otras aventuras…
Era posible.
Después de todo, él no la quería.
—Sí, por favor, llámalo. Lo esperaré en su despacho.
Mejor estar sola, pensó. No podía confiar en sí misma, no podía portarse de forma normal porque los celos se la estaban comiendo por dentro.
Pero debía portarse de forma normal con Nicholas. Empezar a interrogarlo sería el beso de la muerte para su relación. Él no toleraría ese comportamiento. Como no lo toleraría ella.
Perder a Nicholas sería peor que amarlo, se dijo.
Tendría que aprender a esconder ese amor, a controlar los celos. No tenía ninguna prueba de que hubiera algo entre Kristine y él. Ni de que hubiera tenido aventuras con ninguna otra mujer.
Pero si era totalmente inocente, ¿no le diría él mismo que había estado tomando café con su ex prometida?
Con un poco de suerte, así sería.
____(TN) se pasó el cepillo por el pelo, nerviosa, paseó por el despacho y luego miró por la ventana. Pero sólo podía pensar en el tiempo que Nicholas estaba pasando con su ex prometida.
¿Cuánto tiempo tardaba en despedirse de ella cuando Katie ya le había dicho que su mujer estaba esperándolo arriba?
Por fin, la puerta del despacho se abrió y allí estaba, tan guapo como siempre, con una sonrisa en los labios y un brillo de alegría en los ojos.
—¡____(TN)! Estás guapísima —exclamó, mientras cerraba la puerta—. Y has recuperado la memoria, ¿verdad?
—¿Cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho Katie?
—No, pero he sumado dos y dos… Después de todo, yo no te había dicho dónde estaba mi oficina.
—Pero dejaste una tarjeta en la mesilla… una tarjeta con esta dirección —replicó ____(TN) con frialdad.
Él pareció sorprendido un momento, pero luego soltó una carcajada.
—Deja de tomarme el pelo, bruja. Te acuerdas de todo. ¿Por qué si no habrías venido a verme vestida así? Eres mi antigua ____(TN)… y mi nueva ____(TN) —murmuró entonces, con voz ronca.
Nicholas la besó y ____(TN) olvidó sus celos por un momento, pero en cuanto se apartó los celos volvieron como una daga.
—Me llevé una desilusión al comprobar que no estabas aquí. ¿Dónde estabas?
—Abajo, tomando un café.
—¿Solo?
—No, estaba con una vieja amiga.
—¿Ah, sí? ¿Quién?
—No la conoces.
Que no le dijera la verdad fue como si le clavara un cuchillo en el corazón.
—¿Qué tal si vamos a comer a algún sitio? Al Rockpool, por ejemplo. Le diré a Katie que reserve mesa.
____(TN) se mordió los labios. Aquél era el momento.
Uno de esos momentos en los que una persona debe decidir el camino que iba seguir su vida. Podía decirle a Nicholas que lo había visto con Kristine o podía mirar hacia otro lado.
Pero entonces recordó el niño.
El niño que, estaba segura, había concebido por la noche.
Un niño merecía tener un padre y una madre.
—¿Te pasa algo? Estás muy seria.
____(TN) tomó entonces una decisión.
—No, en absoluto. Estaba pensando si te acordabas… de que anoche era el momento más fértil del ciclo.
—Sí, claro que me acordé —contestó él, con un brillo alegre los ojos.
Quizá se había encontrado con Kristine por casualidad, quizá ella lo había llamado para verlo y a Nicholas le dio pena decirle que no.
Quizá que no le hubiera contado con quién había tomado café no significaba nada.
O quizá sí.
—¿De verdad quieres tener hijos conmigo, Nicholas?
Él la miró, sorprendido.
—¿Por qué dices eso? Claro que sí. Venga, vamos a comer algo estupendo para celebrar que ya te acuerdas de todo.
____(TN) se sentía razonablemente feliz cuando salían de la oficina.
Si no hubiera mirado a Katie por encima del hombro cuando ella les dijo adiós…
La recepcionista tenía una expresión de alivio, como si hubiera evitado una gran crisis.
¿Qué crisis? ¿Que la mujer del jefe se hubiera enterado de que su marido se veía con su ex?
Pero no podía ser. No podía seguir enamorado de Kristine.
¿O sí?
____(TN) podía soportar que Nicholas no la amase.
Pero no podría soportar que estuviera enamorado de otra mujer.
Capítulo 15
La brisa del mar movía el pelo de ____(TN). Pero le daba igual. Su pelo era a prueba de viento. Sólo tendría que pasarse el cepillo y las ondas volverían a su sitio.
Quedaría como nuevo.
Estaba en la cubierta del ferry, deseando con todas sus fuerzas que fuera más rápido. Estaba deseando llegar a la oficina de Nicholas para decirle que había recuperado la memoria, que se acordaba de él, de su matrimonio, de todo.
Pero entonces se le ocurrió pensar que quizá Nicholas no estaría en su oficina. Quizá estaría en alguna reunión, o visitando alguna obra. O comiendo con algún arquitecto amigo suyo… o un cliente.
Eso era normal en su trabajo.
Pero era temprano para comer. Nicholas no solía hacerlo hasta la una y sólo eran las doce. Con un poco de suerte, lo encontraría sentado en su escritorio.
Pero la posibilidad de no encontrarlo allí la dejaba deprimida.
Por supuesto, siempre podía llamarlo al móvil, pero decírselo por teléfono no sería lo mismo.
Cuando bajó del ferry, prácticamente fue corriendo por la calle, a pesar de los tacones, deseando llegar cuanto antes a la oficina de su marido.
El vestido que llevaba era nuevo. Un traje de ante color chocolate, con falda estrecha y una chaqueta, que llevaba desabrochada. Debajo, un ajustado polo de color caramelo que destacaba sus pechos, haciendo que pareciesen más grandes. Los zapatos, botines de piel negros, a juego con el bolso de una conocida marca italiana.
Se había maquillado poco. Normalmente, durante el día sólo se ponía una crema con color, un poco de brillo en los labios y un poco de rímel.
Pero eso era más que suficiente.
El corazón de ____(TN) latía acelerado cuando entró en el edificio que albergaba las oficinas de Construcciones Jonas. Pasó por delante de la cafetería del primer piso, en la que había tomado café con Nicholas varias veces, para subir al ascensor… cuando una mirada a la derecha hizo que se le parase momentáneamente el corazón.
Porque allí, sentado detrás del cristal que separaba la cafetería del vestíbulo, estaba su marido.
Con una mujer. Una mujer rubia.
No era Katie, la recepcionista. A ____(TN) no le habría importado que Nicholas tomara un café con Katie.
La mujer que estaba con él en la cafetería hizo que se le pusiera el vello de punta
Porque era Kristine, su ex prometida.
____(TN) no la había visto nunca en persona, pero poco después de casarse había visto una fotografía suya sobre el escritorio de Nicholas. Sin marco, pero tampoco escondida. Cuando le preguntó quién era, él se lo contó sin mostrar arrepentimiento alguno.
Entonces no le importó demasiado que tuviera una fotografía de su ex prometida en la oficina. Eso era asunto suyo. La ____(TN) que había entrado en aquel matrimonio con la cabeza y no con el corazón no iba a decirle a su marido lo que podía o no podía hacer.
Pero había mirado bien la fotografía, sintiendo curiosidad por saber cómo era esa otra mujer.
Muy sexy, desde luego. Una de esas rubias escandalosas con ojos grandes y labios más grandes aún.
____(TN) no podía dejar de mirarla a través del cristal, sus ojos pegados a la mano de Kristine, que estaba colocada sobre la de su marido en un gesto muy íntimo. Y él no la había apartado.
La tormenta emocional que enseguida se desató en el pecho de ____(TN) la dejó sin aliento. Los celos eran terribles, como lo era el dolor.
Era su marido. Su hombre. Su amante.
No pensaba compartirlo con nadie.
Lo amaba.
Ese descubrimiento la dejó atónita.
¿Lo amaba?
Ella no quería amarlo, especialmente de esa manera, especialmente sintiendo unos celos que la quemaban por dentro.
Ella no quería eso.
Era una maldición ese tipo de amor, destrozaba la vida de la gente.
Pero aunque se decía a sí misma que no debía tener celos, los celos aumentaban por segundos, despertando una rabia sorda en su interior.
Sin embargo, Nicholas no estaba haciendo nada malo. Sólo tomando un café con una antigua novia. Miles de hombres y mujeres lo hacían todos los días y no significaba nada en absoluto. No se había llevado a Kristine a un hotel ni nada parecido.
Y era Kristine quien lo estaba tocando, no él. Seguramente, era una de esas personas que estaban todo el día tocando a la gente.
La tentación de entrar en la cafetería y darle una bofetada a esa mujer era enorme.
Horrorizada al pensar que estaba actuando como lo haría Darko hizo que ____(TN) entrara de un salto en uno de los ascensores. Pero no se miró al espejo. No quería verse la cara en aquel momento.
Porque los celos eran feos. Feos y destructivos.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en la planta doce, había conseguido calmarse lo suficiente como para entrar en la oficina de Nicholas con lo que esperaba fuese un aspecto normal.
—Hola, Katie.
La recepcionista la miró, perpleja.
—¡Qué alegría! ____(TN)… ¿me conoces?
—Sí. He recuperado la memoria. ¿A que es maravilloso?
—Desde luego que sí. ¿Cómo ha pasado?
—Cuando me desperté esta mañana, me acordé de todo. Iba a llamar a Nicholas, pero decidí venir en persona para darle una sorpresa.
____(TN) intentó no leer nada en la expresión de preocupación que vio en los ojos de Katie.
—Pues… es que no está en su despacho en este momento. Ha salido a tomar un café, pero volverá enseguida. Voy a llamarlo al móvil para decirle que estás aquí.
La sonrisa de ____(TN) desapareció. No podía evitarlo. ¿Por qué los empleados siempre eran tan protectores con sus jefes? ¿Mentiría Katie por Nicholas de forma regular?
¿En qué otras ocasiones le habría mentido?, se preguntó entonces.
Quizá había tenido otras aventuras…
Era posible.
Después de todo, él no la quería.
—Sí, por favor, llámalo. Lo esperaré en su despacho.
Mejor estar sola, pensó. No podía confiar en sí misma, no podía portarse de forma normal porque los celos se la estaban comiendo por dentro.
Pero debía portarse de forma normal con Nicholas. Empezar a interrogarlo sería el beso de la muerte para su relación. Él no toleraría ese comportamiento. Como no lo toleraría ella.
Perder a Nicholas sería peor que amarlo, se dijo.
Tendría que aprender a esconder ese amor, a controlar los celos. No tenía ninguna prueba de que hubiera algo entre Kristine y él. Ni de que hubiera tenido aventuras con ninguna otra mujer.
Pero si era totalmente inocente, ¿no le diría él mismo que había estado tomando café con su ex prometida?
Con un poco de suerte, así sería.
____(TN) se pasó el cepillo por el pelo, nerviosa, paseó por el despacho y luego miró por la ventana. Pero sólo podía pensar en el tiempo que Nicholas estaba pasando con su ex prometida.
¿Cuánto tiempo tardaba en despedirse de ella cuando Katie ya le había dicho que su mujer estaba esperándolo arriba?
Por fin, la puerta del despacho se abrió y allí estaba, tan guapo como siempre, con una sonrisa en los labios y un brillo de alegría en los ojos.
—¡____(TN)! Estás guapísima —exclamó, mientras cerraba la puerta—. Y has recuperado la memoria, ¿verdad?
—¿Cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho Katie?
—No, pero he sumado dos y dos… Después de todo, yo no te había dicho dónde estaba mi oficina.
—Pero dejaste una tarjeta en la mesilla… una tarjeta con esta dirección —replicó ____(TN) con frialdad.
Él pareció sorprendido un momento, pero luego soltó una carcajada.
—Deja de tomarme el pelo, bruja. Te acuerdas de todo. ¿Por qué si no habrías venido a verme vestida así? Eres mi antigua ____(TN)… y mi nueva ____(TN) —murmuró entonces, con voz ronca.
Nicholas la besó y ____(TN) olvidó sus celos por un momento, pero en cuanto se apartó los celos volvieron como una daga.
—Me llevé una desilusión al comprobar que no estabas aquí. ¿Dónde estabas?
—Abajo, tomando un café.
—¿Solo?
—No, estaba con una vieja amiga.
—¿Ah, sí? ¿Quién?
—No la conoces.
Que no le dijera la verdad fue como si le clavara un cuchillo en el corazón.
—¿Qué tal si vamos a comer a algún sitio? Al Rockpool, por ejemplo. Le diré a Katie que reserve mesa.
____(TN) se mordió los labios. Aquél era el momento.
Uno de esos momentos en los que una persona debe decidir el camino que iba seguir su vida. Podía decirle a Nicholas que lo había visto con Kristine o podía mirar hacia otro lado.
Pero entonces recordó el niño.
El niño que, estaba segura, había concebido por la noche.
Un niño merecía tener un padre y una madre.
—¿Te pasa algo? Estás muy seria.
____(TN) tomó entonces una decisión.
—No, en absoluto. Estaba pensando si te acordabas… de que anoche era el momento más fértil del ciclo.
—Sí, claro que me acordé —contestó él, con un brillo alegre los ojos.
Quizá se había encontrado con Kristine por casualidad, quizá ella lo había llamado para verlo y a Nicholas le dio pena decirle que no.
Quizá que no le hubiera contado con quién había tomado café no significaba nada.
O quizá sí.
—¿De verdad quieres tener hijos conmigo, Nicholas?
Él la miró, sorprendido.
—¿Por qué dices eso? Claro que sí. Venga, vamos a comer algo estupendo para celebrar que ya te acuerdas de todo.
____(TN) se sentía razonablemente feliz cuando salían de la oficina.
Si no hubiera mirado a Katie por encima del hombro cuando ella les dijo adiós…
La recepcionista tenía una expresión de alivio, como si hubiera evitado una gran crisis.
¿Qué crisis? ¿Que la mujer del jefe se hubiera enterado de que su marido se veía con su ex?
Pero no podía ser. No podía seguir enamorado de Kristine.
¿O sí?
____(TN) podía soportar que Nicholas no la amase.
Pero no podría soportar que estuviera enamorado de otra mujer.
TeamJonas2
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