·Princess· (Niall Horan)

Me miraba en el espejo mientras que Grace acababa de acomodarme el vestido. http://www.polyvore.com/cgi/set?id=51636183&.locale=es
Mi pelo rubio estaba recogido en tan elegante peinado, mis ojos azules acentuados por el maquillaje lucían bastante apagados ante la noche que me esperaba. Mi figura resultaba graciosa incluso cuando me hallaba inmóvil gracias al vestido que llevaba puesto. Mi 1’65 era ahora algo más alta gracias a los preciosos zapatos que llevaba puestos.
- Señorita Masen, ya está lista. – anunció Grace.
- Bien, muchas gracias Grace. – dije con amabilidad.
Entonces mi padre apareció por la puerta sin gesto alguno y Grace salió bastante más deprisa al verle a él allí.
Mi padre desde siempre me había culpado por la muerte de mi madre sólo porque ella murió al darme a luz a mí. Digamos que mi parecido físico con ella tampoco ayudaba mucho. Mi padre era bueno y gentil cuando había gente presente, me exhibía y más de una vez comentó que yo podía ser un gran negocio.
- ¿Estás lista? –preguntó con el tono osco y grosero que utilizaba para hablar conmigo.
- Claro. – dije levantándome y pasando a paso rápido por la puerta ignorándole por completo.
Bajamos abajo donde una gran limusina nos esperaba. Odiaba este mundo. Pese a que muchas desearían estar en mi lugar este “mundo maravilloso” para mí era la mayor porquería que podía existir. Siempre tenía que llevar una sonrisa pintada en mi rostro y no hacer ninguna “tontería” a fin de que mi familia no cogiese mala reputación.
Ahora en cuanto saliésemos de la limusina, cogería el brazo de mi padre y sonreiría a todos los flashes que me acribillarían en busca de alguna imperfección. Mi padre se convertiría en el mejor padre del mundo en solo unos instantes y no pararía de alardear de sus negocios y exitosa empresa.
Me dediqué a mirar por la ventana las atestadas calles de Nueva York las cuales lucían un cielo algo nublado como yo esa noche.
Bajamos de la limusina, posamos para las cámaras, contestamos algunas preguntas y entramos al edificio donde se celebraba el cumpleaños de una persona que ni si quiera conocía.
Me senté en una silla y mi padre se perdió entre la gente. Me esperaba una noche bastante larga. Miré a través del salón con la esperanza de encontrar algún rostro conocido. Un alborotado pelo castaño, un vestido rosa demasiado corto y un maquillaje exagerado captaron mi atención. Cher estaba allí.
Pese a que este mundo estaba lleno de gente falsa yo había logrado encontrar a mi alma gemela, Cher Lloyd, mi mejor amiga. Ella era rebelde, graciosa, atrevida… Todo lo contrario a mí. Aunque una pequeña parte rebelde que había en mi interior era lo que tantos años atrás había conseguido que fuésemos las mejores amigas.
Cher sabía todo sobre mí, incluyendo la mala relación que tenía con mi padre. Ella y yo nos queríamos con locura.
Sin pensármelo dos veces me levante de la silla y me adentré en la multitud en busca de Cher. Hacía dos minutos que la había visto y ¡ya había desaparecido! Esta chica era un autentico terremoto.
- ¡____! – gritó Cher con su voz melodiosa apretándome durante un breve momento contra ella.
- Cher, ¿qué tal? – dije una vez que nos separamos.
- Genial, ¿oye ese no es tu padre? – me pregunto con una ceja alzada.
Miré en dirección en donde Cher me estaba señalando. Mi padre me llamaba. Estaba con un señor de su misma altura, moreno y de ojos verdes. No podía asegurarlo ya que estaba demasiado lejos. A su lado, un chico más bien bajo, de pelo rubio y de unos ojos azules, muy azules.
Despedí a Cher y me encaminé a encontrarme con mi padre y sus dos extraños compañeros. Sinceramente sentía curiosidad.

Caminé entre la gente notando algún que otro empujón, cuando conseguí llegar hasta mi padre el cual me miraba con el ceño fruncido.
- Hola padre. – dije de la forma más alegre y falsa posible.
- Hija, te presento al señor Horan y a su hijo Niall. El señor Horan y yo trabajaremos juntos la próxima temporada y quería que conocieses a mis futuros socios.
- ____ Masen, encantada. – dije estrechando la mano que posteriormente el señor Horan me había tendido.
- Llamame Bobby. – me dijo con una sonrisa – Él es Niall Horan mi hijo y futuro heredero de mi empresa. – dijo con orgullo.
- Encantada Niall. – dije con una sonrisa.
Él sólo tomó mi mano y la besó.
- Padre si me permites iré a ver a Cher, me necesita. – dije viendo a mi amiga sentada en uno de los sillones sola.
- Claro cariño ve. – me dijo mi padre con una sonrisa mirando a sus dos compañeros.
Mis pies se comenzaron a mover en dirección a Cher. Sabía cuánto odiaba mi padre a Cher. Siempre me decía que si yo ya por mí sola era una desgracia, estar con Cher sería lo peor que me podía pasar.
Le ignoraba por completo.
Si mi padre me dejaba seguir viéndola era porque tenía un negocio con su padre y porque el apellido de Cher era bastante famoso y a él le convenía que me juntase con “gente apropiada”.
Me senté al lado de Cher la cual bebía un líquido bastante dulce.
- Hola Cher. – besé su mejilla.
- Hola, ¿qué quería tu padre? – preguntó mirándome con interés.
- Presentarme a sus futuros socios, Bobby Horan y su hijo Niall.
- Vaya, el tal Niall no está nada mal.
- Supongo, no me he fijado mucho, es como los demás.
- Puede, pero no deja de mirarte.
Mi vista se dirigió hacía unos ojos azules intimidantes me miraban con fijeza. La sujeté la mirada hasta que la retiró. Si algo me caracterizaba era el que no dejaba que nada ni nadie me intimidase. Continué hablando con Cher hasta que nos asignaron los asientos para la cena y me tuve que ir al lado de mi padre.
Cenamos en silencio y hablé poco con los que estaban en la mesa. Ya sólo quedaba el estúpido baile y me podía ir a casa. Me podría tumbar en mi cama y al día siguiente ir a la universidad. Prefería eso cien mil veces antes que estar aquí.
Me senté en unos sillones bastante apartados de la pista de baile, dando a entender que no tenía ganas. Cerré los ojos a la espera de poder descansar un poco. Un carraspeo interrumpió mi tan ansiado descanso.
- No sería apropiado quedarse dormida señorita Masen. – dijo Niall Horan con expresión burlona.
- No es de tu incumbencia si me duermo o no. – dije osca, me daba igual tratarle bien o mal.
- Creo que a tu padre no le gustaría que me hablases así señorita. – continuo con su tono burlón.
- ¿Se te ofrece algo? – dije cambiando el tema.
- Por el bien de tu reputación venía a invitarte a bailar esta pieza conmigo.
- No gracias.
Me levanté y me escabullí hacía los baños. ¿De qué iba? Apenas le conocía y ya no podía con él. Normalmente la gente tardaba más en caerme mal y yo tenía la suficiente paciencia como para aguantarles hasta que les cortaba con educación.
Cher entró en el baño.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó algo divertida - ¿Tan mal te cae Horan?
- Ni te lo imaginas. – dije con una sonrisa.
- ¿Me amarías si te llevo a casa? – me preguntó conociendo la respuesta.
- Obviamente. – le dije con una pequeña carcajada.
- Pues vamos. – dijo cogiéndome del brazo.
Salimos las dos de la recepción del hotel cogidas del brazo y con una sonrisa preparada para los tan molestos periodistas.
Subimos a su coche y me dejó en casa. Me iba a llevar un gran castigo o un buen golpe, sin dar tanto rodeo. Abrí la puerta y subí las escaleras. Envié a mi padre un mensaje diciéndole que había llegado bien, aunque no le importaba. Me puse el pijama y me metí en la cama. Cerré los ojos y unos ojos azules, muy azules ocuparon toda mi mente.