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''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
FALTA POCO PARA EL FINAL
NO QUIERO QUE TERMINE PERO QUE SE LE PUEDE HACER
NO QUIERO QUE TERMINE PERO QUE SE LE PUEDE HACER
berenice_89
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
Siguelaaa!!
me encanto los caps y que ls niñas ya empezaran a hablar
y queJoe si quiea ala rayis!!
:D siguelaaaa prontooª
me encanto los caps y que ls niñas ya empezaran a hablar
y queJoe si quiea ala rayis!!
:D siguelaaaa prontooª
☎ Jimena Horan ♥
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
CAPÍTULO 09
No había nada.
Él separó la silla del escritorio, miró a la pantalla con frustración y se preguntó qué diablos iba a hacer para encontrar una casa en la que pudieran vivir todos y solucionar el tema.
Pero no estaba seguro de poder solucionarlo. Necesitaba hablar seriamente con su equipo antes de hacer ningún cambio, pero entretanto… El teléfono sonó.
—Jonas al habla.
—¿Hola? ¿Quién es?
—Soy Joe Jonas. ¿Puedo ayudarlo?
—Probablemente no. ¿Puedo hablar con _____, por favor?
—Lo siento, no está. Estoy cuidando a las niñas. Soy… Soy su marido.
—Soy John Blake. Ella me está cuidando la casa.
—Sí. Sí, lo sé. Mira, regresará a la una, si quieres hablar con ella. Ha ido a tomar café con Jane.
—Ah. Ya. Bueno, en ese caso probablemente ya lo sabrá, pero la llamaba para decirle que no voy a regresar. Bueno, no creo. Tengo motivos personales y… Bueno, he conocido a alguien y voy a quedarme a vivir aquí, así que necesito hablar de la casa con ella. Y del perro.
—¿Imagino que no querrás venderme la casa?
—¿A ti?
—Sí… Para _____. Nosotros... estamos tratando de ver si podemos… si hay una manera de…
—¿A ella le parece bien?
—Oh, tenemos unas normas —dijo con ironía—. En estos momentos estamos con la lucha de «no mantener contacto con la oficina». Pero yo no puedo dejar de trabajar, y he estado mirando si hay algún sitio por aquí donde pudiera compartir una oficina con mi equipo, y una casa con mi familia, para así poder pasar la mayor parte del tiempo con ellas. No he encontrado nada.
—¿Y crees que podrías hacer eso en mi casa?
—Suponiendo que me den los permisos para reformar el establo.
—Supongo que sí —dijo John—. No les gusta que los establos se transformen en viviendas, pero son más flexibles si se trata de una empresa o un negocio. Y si es para un negocio de uso personal, es probable que sean muy colaboradores. De hecho, yo también había hecho un proyecto. Probablemente todavía lo tengan en el archivo. Podrías echarle un vistazo.
—¿Eso significa que a lo mejor te planteas vendérmela?
—No lo sé —dijo el hombre—. Tengo un pequeño problema. Tendría que comprobar que mi actual inquilina estaría contenta con su nuevo casero, así que tendré que hablar con ella.
—Oh, creo que sí estaría contenta. Me ha dicho que no quiere mudarse, y yo sé que le encanta vivir aquí. Además, está el tema del perro.
—Sí.
Joe sonrió pensativo.
—Adoramos a Murphy, ¿verdad, amigo? —dijo Joe, acariciando las orejas del can.
—¿Está ahí contigo?
—Siempre está a mi lado. Está tumbado sobre mi pie.
—¿Y os lo quedaríais?
—Creo que _____ me mataría antes de permitir que le pasara algo al perro. Y, además, me hace compañía cuando salgo a correr.
—Eso le encanta. Siempre iba conmigo.
—Entonces, ¿lo pensarás?
—Tendremos que buscar un precio justo. ¿Podrías ocuparte de eso y llamar a un par de inmobiliarias para que hagan una tasación?
Joe apuntó los nombres que él le dio y dijo:
—Déjame tu teléfono también —lo anotó junto a los otros números—. ¿Puedes hacerme un favor, John? ¿Podrías mantener esto en secreto durante unos días? Sólo para darme tiempo de ver si funcionaría.
—Si te quedas el perro, el precio es negociable.
Él se rió.
—John, nos quedaremos el perro pase lo que pase. No puedo imaginar estar sin él, y me gusta la idea de que haya un perro cuando yo no esté. Quiero hablar con los urbanistas para asegurarme de que es factible, pero no quiero que _____ se haga esperanzas.
—Muy bien, pero he de decirte que anoche hablé con Pete, así que es posible que Jane le haya contado a _____ que voy a quedarme aquí.
—De acuerdo. Ya me inventaré algo. ¿Quieres que te llame cuando regrese?
—Sí, por favor. Y dale un abrazo a Murphy de mi parte.
—Lo haré.
Diez minutos más tarde, Joe tenía una respuesta no oficial de los urbanistas, y todo indicaba que sus planes eran factibles. Llamó a Andrea desde el despacho y le dijo:
—Tenemos que hacer una reunión esta misma tarde. Y quiero que Stephen asista.
—¿Y _____?
—Esto es para ella. Estoy tratando de encontrar la manera de que podamos estar juntos y, en cierto modo, eso depende de vosotros. Llámala y dile que tengo que ir al despacho a solucionar un problema muy importante. Invéntate algo. No me importa, pero no le digas de qué se trata. Quiero que sea una sorpresa.
—¿Andrea?
—Hola, _____, me temo que Joe tiene que venir a la oficina lo antes posible. Hay un problema que sólo él puede solucionar.
—Vaya. Está bien. Le diré que vaya. ¿Quieres hablar con él? ¿No? Muy bien, entonces le daré el mensaje —colgó el teléfono y se dirigió a Joe, que estaba a su lado—. Andrea quiere que vayas. Al parecer, hay un problema que sólo tú puedes solucionar.
—¿Puedo ir?
Ella fingió resignación, pero estaba encantada. Quería llamar a John sin que Joe se enterara, así que…
—Creo que debes ir. Vamos, vete y acaba con ello de una vez.
—Eres un encanto. Y lo siento.
Se despidió con un beso y se marchó enseguida. _____ aprovechó para llamar a John.
—Hola, ¡creo que tengo que darte la enhorabuena!
—Ah, Jane te lo ha contado. Sí… Y gracias.
—¿Estás contento?
—Sí. Se llama Ryan, y es arquitecto. Quiere que vaya a vivir con él.
—¡John! Me alegro mucho por ti —le dijo—. Murphy te echará de menos, pero no te preocupes, me quedaré con él. Y así podrás verlo cuando quieras.
—¡Estupendo!
—John, quería preguntarte una cosa. Mi marido ha vuelto a aparecer en mi vida y estamos buscando la manera de seguir adelante. Nos gustaría encontrar una casa por aquí y se me había ocurrido que si nos vendieras la tuya, él podría montar la oficina en uno de los establos.
—Sí.
—¿Qué?
—Que sí, que te venderé la casa. Por supuesto que sí.
—¿De veras?
—De veras. Y me alegro de que volváis a estar juntos. Es evidente que lo quieres.
—Oh, John, gracias. No puedes imaginarte lo que esto significa para mí. Llamaré a alguna agencia inmobiliaria para que nos la tasen.
—No te molestes. Tengo un amigo que tiene una. Él conoce la casa y nos podrá decir un precio justo. Si a ti te parece bien, lo llamaré.
—Claro, por supuesto. Dímelo en cuanto hayas hablado con él. Y si Joe contesta el teléfono, no se lo digas, ¿de acuerdo? Quiero que sea una sorpresa.
John se rió.
—Muy bien. ¿Cómo están las niñas?
—Preciosas. Ya están intentando andar. Tengo que dejarte, que Ava se quiere salir del parque. Hablamos pronto. Besos.
—Besos, y cuídate.
_____ tomó a las niñas en brazos y las llevó al salón.
Les puso un montón de juguetes en el suelo y se sentó en el sofá, para llamar a Jane y contarle las novedades.
—Pues ésa es mi intención. Y si no es lo que tú quieres, lo comprenderé. Necesito un buen equipo en la sede, y no sé si va a ser factible recolocar a todo el equipo en el campo, así que, de momento, estoy haciendo un sondeo.
Andrea y Stephen permanecieron en silencio.
—Lo siento —dijo él, al ver su cara de asombro—. Es una locura. Olvidadlo.
—No, no quiero olvidarlo —dijo Stephen—. No tenemos por qué estar en Londres. De hecho, Dana ha estado hablando de marcharnos de la ciudad. Lo habríamos hecho antes de no ser porque mi trabajo estaba aquí.
Lo que propones podría estar bien. A mí me valdría.
«Genial», pensó Joe, y miró a Andrea.
—¿Algún comentario?
—Yo no puedo irme. Mi hija está a punto de dar a luz y necesita que yo esté cerca. Es discapacitada, y no es fácil.
—¿Y vive en Londres?
—Sí. Bueno, a las afueras. Su marido es piloto en el aeropuerto de Stansted. Viven cerca de Stratford.
—¿Y contemplarían la posibilidad de mudarse? Stansted está a una hora del pueblo, o menos. ¿Cuarenta minutos? Y me aseguraría de que recibierais una buena compensación. Lo que sea necesario, Andrea. Si quiero trasladar toda la empresa, y teniendo en cuenta que quiero formar algo mucho más manejable para todos nosotros, necesitaré que las personas clave estén a mi lado.
—Sólo llevo contigo seis meses, Joe. ¿Cómo puedo ser una persona clave?
—No te lo imaginas —dijo él—. No es fácil trabajar conmigo.
—Ya me he dado cuenta.
Joe miró el reloj.
—Tengo que irme. ¿Pensaréis en ello? Y si creéis que puede interesaros, haremos una reunión con el resto del equipo. Ah, y no quiero que Demz se entere de esto hasta que tenga algo concreto que contarle.
—¿Cómo podemos contactar contigo?
—Tengo un teléfono móvil nuevo. Lo he comprado de camino aquí. Y si pudieras conseguirme un ordenador portátil con toda mi información, sería estupendo. Voy a llamar a Gerry a Nueva York.
—Eso, ¿qué pasará con Nueva York? —preguntó Andrea.
—Te lo diré cuando hable con Gerry.
—Él no puede mudarse a Suffolk.
—No… Pero puede comprar parte de la empresa. Lleva años hablando de ello.
Ambos lo miraron como si fuera un bicho raro.
—Hablas en serio, ¿verdad? —preguntó Stephen. Joe asintió y se puso en pie.
—Oh, sí. En mi vida he hablado tan en serio.
Por la tarde, _____ quedó con un arquitecto para que le hiciera los planos y el presupuesto de la reforma del establo. En cuanto lo tuviera, le contaría el plan a Joe.
Si es que llegaba a casa.
Era tarde. Muy tarde. Casi las diez…
Aprovechando que las niñas estaban dormidas, decidió darse una ducha antes de que llegara. Se quitó la ropa y se metió bajo el agua caliente.
—¿_____*?
No había rastro de ella, pero las luces estaban encendidas y se oía correr el agua en el baño del piso de arriba.
Estaba en la ducha.
Joe subió por las escaleras, se quitó la ropa y, aprovechando que ella estaba de espaldas, se metió en la ducha y la agarró por la cintura.
Ella gritó y comenzó a reír. Él le dio la vuelta y empezó a besarla bajo el chorro de agua.
—Me has asustado —dijo ella, separándose para tomar aire.
—Lo siento —se echó champú en la mano y comenzó a masajearle el cuero cabelludo.
—Oh, es estupendo —dijo ella, y apoyó la frente en su torso.
Cuando le aclaró el cabello, ella sonrió y le dio el bote de gel.
—No pares.
Él arqueó una ceja, se echó un poco de gel en la mano y comenzó a enjabonarle el cuerpo. Los pechos, el vientre, la entrepierna…
—¡Joe!
—Shh. Ven aquí —dijo él, y la tomó en brazos para colocarla sobre su miembro erecto—. Oh, _____*.
La besó, se apoyó en la pared y comenzó a moverse.
—¡Joe!
—Tranquila, te tengo bien sujeta —dijo él y, al notar que _____* estaba llegando al orgasmo, gimió y se dejó llevar.
No había nada.
Él separó la silla del escritorio, miró a la pantalla con frustración y se preguntó qué diablos iba a hacer para encontrar una casa en la que pudieran vivir todos y solucionar el tema.
Pero no estaba seguro de poder solucionarlo. Necesitaba hablar seriamente con su equipo antes de hacer ningún cambio, pero entretanto… El teléfono sonó.
—Jonas al habla.
—¿Hola? ¿Quién es?
—Soy Joe Jonas. ¿Puedo ayudarlo?
—Probablemente no. ¿Puedo hablar con _____, por favor?
—Lo siento, no está. Estoy cuidando a las niñas. Soy… Soy su marido.
—Soy John Blake. Ella me está cuidando la casa.
—Sí. Sí, lo sé. Mira, regresará a la una, si quieres hablar con ella. Ha ido a tomar café con Jane.
—Ah. Ya. Bueno, en ese caso probablemente ya lo sabrá, pero la llamaba para decirle que no voy a regresar. Bueno, no creo. Tengo motivos personales y… Bueno, he conocido a alguien y voy a quedarme a vivir aquí, así que necesito hablar de la casa con ella. Y del perro.
—¿Imagino que no querrás venderme la casa?
—¿A ti?
—Sí… Para _____. Nosotros... estamos tratando de ver si podemos… si hay una manera de…
—¿A ella le parece bien?
—Oh, tenemos unas normas —dijo con ironía—. En estos momentos estamos con la lucha de «no mantener contacto con la oficina». Pero yo no puedo dejar de trabajar, y he estado mirando si hay algún sitio por aquí donde pudiera compartir una oficina con mi equipo, y una casa con mi familia, para así poder pasar la mayor parte del tiempo con ellas. No he encontrado nada.
—¿Y crees que podrías hacer eso en mi casa?
—Suponiendo que me den los permisos para reformar el establo.
—Supongo que sí —dijo John—. No les gusta que los establos se transformen en viviendas, pero son más flexibles si se trata de una empresa o un negocio. Y si es para un negocio de uso personal, es probable que sean muy colaboradores. De hecho, yo también había hecho un proyecto. Probablemente todavía lo tengan en el archivo. Podrías echarle un vistazo.
—¿Eso significa que a lo mejor te planteas vendérmela?
—No lo sé —dijo el hombre—. Tengo un pequeño problema. Tendría que comprobar que mi actual inquilina estaría contenta con su nuevo casero, así que tendré que hablar con ella.
—Oh, creo que sí estaría contenta. Me ha dicho que no quiere mudarse, y yo sé que le encanta vivir aquí. Además, está el tema del perro.
—Sí.
Joe sonrió pensativo.
—Adoramos a Murphy, ¿verdad, amigo? —dijo Joe, acariciando las orejas del can.
—¿Está ahí contigo?
—Siempre está a mi lado. Está tumbado sobre mi pie.
—¿Y os lo quedaríais?
—Creo que _____ me mataría antes de permitir que le pasara algo al perro. Y, además, me hace compañía cuando salgo a correr.
—Eso le encanta. Siempre iba conmigo.
—Entonces, ¿lo pensarás?
—Tendremos que buscar un precio justo. ¿Podrías ocuparte de eso y llamar a un par de inmobiliarias para que hagan una tasación?
Joe apuntó los nombres que él le dio y dijo:
—Déjame tu teléfono también —lo anotó junto a los otros números—. ¿Puedes hacerme un favor, John? ¿Podrías mantener esto en secreto durante unos días? Sólo para darme tiempo de ver si funcionaría.
—Si te quedas el perro, el precio es negociable.
Él se rió.
—John, nos quedaremos el perro pase lo que pase. No puedo imaginar estar sin él, y me gusta la idea de que haya un perro cuando yo no esté. Quiero hablar con los urbanistas para asegurarme de que es factible, pero no quiero que _____ se haga esperanzas.
—Muy bien, pero he de decirte que anoche hablé con Pete, así que es posible que Jane le haya contado a _____ que voy a quedarme aquí.
—De acuerdo. Ya me inventaré algo. ¿Quieres que te llame cuando regrese?
—Sí, por favor. Y dale un abrazo a Murphy de mi parte.
—Lo haré.
Diez minutos más tarde, Joe tenía una respuesta no oficial de los urbanistas, y todo indicaba que sus planes eran factibles. Llamó a Andrea desde el despacho y le dijo:
—Tenemos que hacer una reunión esta misma tarde. Y quiero que Stephen asista.
—¿Y _____?
—Esto es para ella. Estoy tratando de encontrar la manera de que podamos estar juntos y, en cierto modo, eso depende de vosotros. Llámala y dile que tengo que ir al despacho a solucionar un problema muy importante. Invéntate algo. No me importa, pero no le digas de qué se trata. Quiero que sea una sorpresa.
—¿Andrea?
—Hola, _____, me temo que Joe tiene que venir a la oficina lo antes posible. Hay un problema que sólo él puede solucionar.
—Vaya. Está bien. Le diré que vaya. ¿Quieres hablar con él? ¿No? Muy bien, entonces le daré el mensaje —colgó el teléfono y se dirigió a Joe, que estaba a su lado—. Andrea quiere que vayas. Al parecer, hay un problema que sólo tú puedes solucionar.
—¿Puedo ir?
Ella fingió resignación, pero estaba encantada. Quería llamar a John sin que Joe se enterara, así que…
—Creo que debes ir. Vamos, vete y acaba con ello de una vez.
—Eres un encanto. Y lo siento.
Se despidió con un beso y se marchó enseguida. _____ aprovechó para llamar a John.
—Hola, ¡creo que tengo que darte la enhorabuena!
—Ah, Jane te lo ha contado. Sí… Y gracias.
—¿Estás contento?
—Sí. Se llama Ryan, y es arquitecto. Quiere que vaya a vivir con él.
—¡John! Me alegro mucho por ti —le dijo—. Murphy te echará de menos, pero no te preocupes, me quedaré con él. Y así podrás verlo cuando quieras.
—¡Estupendo!
—John, quería preguntarte una cosa. Mi marido ha vuelto a aparecer en mi vida y estamos buscando la manera de seguir adelante. Nos gustaría encontrar una casa por aquí y se me había ocurrido que si nos vendieras la tuya, él podría montar la oficina en uno de los establos.
—Sí.
—¿Qué?
—Que sí, que te venderé la casa. Por supuesto que sí.
—¿De veras?
—De veras. Y me alegro de que volváis a estar juntos. Es evidente que lo quieres.
—Oh, John, gracias. No puedes imaginarte lo que esto significa para mí. Llamaré a alguna agencia inmobiliaria para que nos la tasen.
—No te molestes. Tengo un amigo que tiene una. Él conoce la casa y nos podrá decir un precio justo. Si a ti te parece bien, lo llamaré.
—Claro, por supuesto. Dímelo en cuanto hayas hablado con él. Y si Joe contesta el teléfono, no se lo digas, ¿de acuerdo? Quiero que sea una sorpresa.
John se rió.
—Muy bien. ¿Cómo están las niñas?
—Preciosas. Ya están intentando andar. Tengo que dejarte, que Ava se quiere salir del parque. Hablamos pronto. Besos.
—Besos, y cuídate.
_____ tomó a las niñas en brazos y las llevó al salón.
Les puso un montón de juguetes en el suelo y se sentó en el sofá, para llamar a Jane y contarle las novedades.
—Pues ésa es mi intención. Y si no es lo que tú quieres, lo comprenderé. Necesito un buen equipo en la sede, y no sé si va a ser factible recolocar a todo el equipo en el campo, así que, de momento, estoy haciendo un sondeo.
Andrea y Stephen permanecieron en silencio.
—Lo siento —dijo él, al ver su cara de asombro—. Es una locura. Olvidadlo.
—No, no quiero olvidarlo —dijo Stephen—. No tenemos por qué estar en Londres. De hecho, Dana ha estado hablando de marcharnos de la ciudad. Lo habríamos hecho antes de no ser porque mi trabajo estaba aquí.
Lo que propones podría estar bien. A mí me valdría.
«Genial», pensó Joe, y miró a Andrea.
—¿Algún comentario?
—Yo no puedo irme. Mi hija está a punto de dar a luz y necesita que yo esté cerca. Es discapacitada, y no es fácil.
—¿Y vive en Londres?
—Sí. Bueno, a las afueras. Su marido es piloto en el aeropuerto de Stansted. Viven cerca de Stratford.
—¿Y contemplarían la posibilidad de mudarse? Stansted está a una hora del pueblo, o menos. ¿Cuarenta minutos? Y me aseguraría de que recibierais una buena compensación. Lo que sea necesario, Andrea. Si quiero trasladar toda la empresa, y teniendo en cuenta que quiero formar algo mucho más manejable para todos nosotros, necesitaré que las personas clave estén a mi lado.
—Sólo llevo contigo seis meses, Joe. ¿Cómo puedo ser una persona clave?
—No te lo imaginas —dijo él—. No es fácil trabajar conmigo.
—Ya me he dado cuenta.
Joe miró el reloj.
—Tengo que irme. ¿Pensaréis en ello? Y si creéis que puede interesaros, haremos una reunión con el resto del equipo. Ah, y no quiero que Demz se entere de esto hasta que tenga algo concreto que contarle.
—¿Cómo podemos contactar contigo?
—Tengo un teléfono móvil nuevo. Lo he comprado de camino aquí. Y si pudieras conseguirme un ordenador portátil con toda mi información, sería estupendo. Voy a llamar a Gerry a Nueva York.
—Eso, ¿qué pasará con Nueva York? —preguntó Andrea.
—Te lo diré cuando hable con Gerry.
—Él no puede mudarse a Suffolk.
—No… Pero puede comprar parte de la empresa. Lleva años hablando de ello.
Ambos lo miraron como si fuera un bicho raro.
—Hablas en serio, ¿verdad? —preguntó Stephen. Joe asintió y se puso en pie.
—Oh, sí. En mi vida he hablado tan en serio.
Por la tarde, _____ quedó con un arquitecto para que le hiciera los planos y el presupuesto de la reforma del establo. En cuanto lo tuviera, le contaría el plan a Joe.
Si es que llegaba a casa.
Era tarde. Muy tarde. Casi las diez…
Aprovechando que las niñas estaban dormidas, decidió darse una ducha antes de que llegara. Se quitó la ropa y se metió bajo el agua caliente.
—¿_____*?
No había rastro de ella, pero las luces estaban encendidas y se oía correr el agua en el baño del piso de arriba.
Estaba en la ducha.
Joe subió por las escaleras, se quitó la ropa y, aprovechando que ella estaba de espaldas, se metió en la ducha y la agarró por la cintura.
Ella gritó y comenzó a reír. Él le dio la vuelta y empezó a besarla bajo el chorro de agua.
—Me has asustado —dijo ella, separándose para tomar aire.
—Lo siento —se echó champú en la mano y comenzó a masajearle el cuero cabelludo.
—Oh, es estupendo —dijo ella, y apoyó la frente en su torso.
Cuando le aclaró el cabello, ella sonrió y le dio el bote de gel.
—No pares.
Él arqueó una ceja, se echó un poco de gel en la mano y comenzó a enjabonarle el cuerpo. Los pechos, el vientre, la entrepierna…
—¡Joe!
—Shh. Ven aquí —dijo él, y la tomó en brazos para colocarla sobre su miembro erecto—. Oh, _____*.
La besó, se apoyó en la pared y comenzó a moverse.
—¡Joe!
—Tranquila, te tengo bien sujeta —dijo él y, al notar que _____* estaba llegando al orgasmo, gimió y se dejó llevar.
-Lizz-
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
SON TAN LINDOS! :love:
PIENSAN IGUAL!
me encanta que esten volviendo y que joe haga las cosas mas faciles!
SÍGUELA!
PIENSAN IGUAL!
me encanta que esten volviendo y que joe haga las cosas mas faciles!
SÍGUELA!
fernanda
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
OWWW VIVIRAN EN LA CASA DE JOHN???EN SRIO??
ME ENCANTARIA QUE ESO PASARA
ME ENCANTARIA QUE ESO PASARA
berenice_89
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
que hermosoo
los dos estan planando estra es la casa!!
me encanta me encanta
los dos estan planando estra es la casa!!
me encanta me encanta
andreita
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
qe hermoso cap amo esta nove
Ely sube otro plis
Ely sube otro plis
Nani Jonas
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
Awwww es que son lindisimos :arre:
se ven muy bien juntos :)
Joe es el sueño de toda mujer :arre: :love:
Siguela!!!!!!!!!!!
se ven muy bien juntos :)
Joe es el sueño de toda mujer :arre: :love:
Siguela!!!!!!!!!!!
aranzhitha
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
Definitivamente te fascina dejarme picada!!!
Muero x saber que sigue!!!! Esta nove cada dia me adicta mas!!!
Siguela porfiss
Muero por saber que sigue!
Y me alegro de que joe ste poniendo de su parte para que todo funcion!
Siguela!
Att: tu fiel lectora!
Muero x saber que sigue!!!! Esta nove cada dia me adicta mas!!!
Siguela porfiss
Muero por saber que sigue!
Y me alegro de que joe ste poniendo de su parte para que todo funcion!
Siguela!
Att: tu fiel lectora!
Yhosdaly
Re: ''Dos Pequeños Milagros'' (Joe & [tn])
que tiernos los dos :arre: si ellos supieran que piensan darse la misma sorpresa con la casa :risa:
lorenitajonas
Página 13 de 16. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14, 15, 16
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