ღ "INFIEL" (Joe,Kevin&Tú) ღ

―¿Qué haces aquí?
―Necesitamos hablar.

___(Tn) entro al departamento.

―Pensé que todo había quedado claro entre nosotros, yo no necesito hablar contigo.
―Entonces, ¿qué hacías en la oficina de Kevin? ¿Nos estás siguiendo?
―¿Qué? –sonreí atónito.
―¿Qué es lo que quieres? ¿Pretendes contarle todo a Kevin?
―¿Qué?
―¿Es lo único que dirás? ¿Vas a hacer como si no pasara nada?
―Es que no pasa nada.
―Claro, ¿qué es lo que pretendes? ¿Planeas destruir nuestro matrimonio?

«Suficiente». Mi calma se desvaneció al escuchar como atacaba pregunta tras pregunta.

―¡Basta! –Levante la voz.

Ella se quedó en silencio mientras me observaba.

―Yo no quiero arruinar tu maldito matrimonio, creo que de eso se encargaran ustedes mismos, yo no te estoy siguiendo, no eres el centro del mundo ¿lo sabias? ¡Y yo no planeo nada! Sí estaba en esa empresa es porque conseguí un trabajo en ella. Yo no vivo día y noche pensando en ti, linda, hace tiempo que eres nada para mí.
―¡Eres un estúpido!
―¿Por qué? –Reí―. ¿Por qué no lloro por ti en cada rincón? Sí eso es lo que esperabas, es mejor que lo olvides. No eres tan importante.

La sonrisa burlona que se había formado en mis labios tras la risa se esfumo. Ella se acercó lo suficiente a mí, levanto su mano derecha y sin pensarlo, está se encontró con mi mejilla. El dolor en un instante recorrió como un escalofrió lo largo de mi espalda, solo que esta vez, fue el coraje el que tomo su lugar y subió a mi cabeza cruzando con ardor mi garganta y pecho. Apreté mis puños en un intento acelerado de calmarlo. La respuesta fue negativa. Camine hasta ella y la sujete por lo hombros, la empuje y la acorrale contra la pared.

―¡¿Qué rayos quieres de mí?!
―Eres un estúpido insensible –golpeo mi pecho repetidamente.
―No voy a llorar por ti, ___(Tn).
―¿Por qué? ¿No fui nada para ti?
―Fuiste una gran amante, querida.
―¡Estúpido! –me empujo.
―Puedes golpearme todo lo que quieras, yo no cambiare de opinión, creo que yo también tengo derecho, ¿no?
―¡No!

Sus ojos brillaron.

―¿No? ¿Por qué no?
―¡Porque no!
―Eres un poco egoísta, ¿no crees? ¿Pretendes que yo llore, que te siga, que me pase la vida pensado en ti, mientras tú gozas cada segundo con «Kevin»?
―Tú te encargaste de que no pase eso, tú y tus malditos juegos.
―¿Yo soy el culpable? ¡Yo no te amarre a la cama para que estuvieras conmigo!
―¡Sí lo hiciste! Me enganchaste con tus besos y caricias.
―Entonces discúlpame, te prometo que jamás lo volveré a hacer –me aleje retrocediendo unos pasos―. Puedes irte con toda certeza de que jamás me volverás a ver, no seré más una obstáculo entre «Kevin» y tú.

Ella negó un par de veces con su cabeza.

―No puedo.
―¿Cómo?
―Siempre estarás conmigo aunque digas lo contrario.
―¿Así? ¿Cómo pasara eso?
―¿No lo entiendes? –Camino unos pasos hacia mí―. Ya no puedo engañarme, no puedo estar sin ti, te necesito más de lo que pensaba, por esa misma razón estoy aquí ahora.
―¿Y?

Mi corazón se aceleró aún más que con su presencia.

―¿«Y»? ¿Es lo que dirás después de lo que acabo de confesarte?
―¿Qué esperas que diga o haga?
―Quiero que digas que me necesitas, que en todo este tiempo no has dejado de pensar en mi como yo lo he hecho.
―¿Para qué? ¿Quieres sentirte con más confianza o algo así?
―¡Quiero que lo digas, Joseph! ¡Necesito que lo digas!
―No lo hare –retrocedí de nuevo―. Aunque este muriendo por gritarlo, no lo hare.

Me gire dándole la espalda. Sus pasos llenaron de sonido todo el silencio, sus brazos tomaron mi espalda y pecho en un abrazo, el cálido aliento de su boca choco contra mi cuello. La fuerza que minutos antes creía tener, ahora era historia. Mis hombros se relajaron y mis manos siguieron las suyas, entrelazado mis dedos en ellas, largue un profundo suspiro y eche atrás mi cabeza para tener a pocos centímetros su rostro.

―No me hagas esto –cerré los ojos.
―Por favor… dímelo –susurró.
―¿Qué pasara si lo hago?
―Te demostrare cuanto te he echado de menos.
―¿De qué forma?

Encontré su mirada al recobrar el sentido.

―Las que sean necesarias para que lo creas.
―¿Puedo contar con tu palabra?
―Tan solo dilo, Joseph.

Trague con dificultad. Las palabras poco a poco se formaron en mis cuerdas vocales.

―Estoy enamorado de ti –susurre―. No puedo guardarlo más, te necesito.

Una sonrisa se formó en sus labios. Mi corazón sobresaltado sintió alivio al confesar aquellas palabras que lo oprimían, y al no notar ninguna negación de su parte, entonces sonrió de satisfacción. Bese la punta de su nariz y me gire para abrazarla con fuerza, sentirla en mis brazos después de tanto tiempo, sin duda era la dicha más grande. Levante mi rostro para formar con sus labios una melodía, la tome en brazos y la lleve hasta la habitación, despoje todo lo que me impidiera un contacto aún más íntimo con su cuerpo y el mío. Entonces, una vez más, fue mía y yo fui suyo bajo aquellas cuatro paredes.

(Narras Tú)

―Joseph…
―¿Sí?
―¿De verdad estás enamorado de mí? –acaricie su pecho.
―Te lo dije, ¿no?

Asentí en silencio.

―¿Qué vamos a hacer?
―No lo sé.
―¿Me quieres?
―Te quiero, Joseph.
―¿Entonces? ¿Qué pasara con Kevin?
―Hablare con él.
―¿De verdad?
―Sí, no creo poder soportar alejarme de ti de nuevo, estos meses me fueron una eternidad sin ti.
―Me paso lo mismo –suspiro.
―Joseph, ¿estuviste con alguien más?
―¿Qué?

Levante mi rostro de su pecho, me gire y encontré su mirada.

―¿Estuviste con alguien mientras yo no estuve?
―¿Quieres la verdad? –Entrecerró sus ojos.

Asentí con la cabeza.

―Por favor.
―Bien –acarició mi mejilla―. Sí, estuve con Tiffany.
―¿Qué tal estuvo? –disimule una sonrisa.
―Siempre pensé en ti.
―No digas eso –golpee levemente tu hombro.
―¿Te da pena?
―No, pero no debes ser tan sin vergüenza.
―¿Tú pensabas en mí?
―Cada noche.
―¿Con él?
―Y sin él.

(Narra Kevin)

Su celular no daba respuesta alguna. Hacía horas que había desaparecido de la oficina y el primer lugar de mi búsqueda fue casa, como ella menciono, y más sin en cambio tampoco estaba en ella. Las niñas estaban bajo cuidado de Demi y ella tampoco tenía respuestas. Después del transcurso de las horas, Demi se marchó y me pidió que la mantuviera informaba, las niñas estaban durmiendo en su habitación y yo continuaba sentado en las escaleras con el teléfono en mi mano.

Baje mi rostro y lo escondí entre mis palmas, largue un prolongado suspiro. El ruido del picaporte de la puerta, alarmo mi atención.

―¿Dónde estabas?

Ella se sobresaltó por mi presencia.

―¿Qué haces allí?
―No evadas mi pregunta, ¿dónde estabas? Te he llamado como un loco a tu celular.
―No lo he notado –busco en su bolsa―. Lo siento, no le escuche.
―¿Dónde estabas?
―Salí a dar una vuelta, ¿dónde están las niñas?
―Durmiendo, ¿a dónde fuiste?

Su mirada se concentró fijamente en la mía.

―Tenemos que hablar.

Su cuerpo deambulaba por la amplia habitación de un lado al otro. Ni siquiera había mencionado una palabra después de que habíamos entrado en ella. Sus brazos cubrían su pecho y sus ojos permanecían fijos en la alfombra que cubría el suelo.

¿Realmente estaba ocurriendo? ¿De verdad nos encontrábamos en esta situación? Suspiro con pesar al comprender que sí, está sucediendo. «Llego el momento, ___(Tn)», mi voz interior se hizo presente, «no puedes seguir engañándote a ti misma». No, no puedo. No puedo seguir engañándome ni puedo seguir engañándolo a él. Él no se lo merece, no merece que yo haya llegado hasta aquí, a este punto donde la salida y final no es con él, sino con otra persona.

―¿Y? ¿Vas a hablar o te quedaras en silencio toda la noche? –Su voz grave remplazo el silencio que hasta entonces era casi imposible.
―Esto no es fácil, Kevin.
―¿Qué no es fácil? Si me lo dijeras tal vez lo entendería.

«¿Qué entendería? ¡Claro! Entendería perfectamente que le he sido infiel todo este tiempo». Suspire nuevamente esperando encontrar las palabras indicadas y menos dañinas para confesarle la verdad. Ciertamente no existen, ¿qué estoy esperando? ¿Decirle la verdad y que él lo acepte con facilidad y diga: «bien, si es lo que quieres»? Debo de estar loca si espero que aquello suceda.

―¡Vamos! ¡Dilo de una vez! –detuvo su andar.
―Por favor no grites –lo observe detenidamente―. No quiero que las niñas se despierten.
―Eso sería lo mejor, ¿no crees? Así podrían escuchar de tus propias palabras que pretendes abandonarnos.

Baje mi vista ante aquel ataque.

―No me equivoco, ¿verdad? –se quedó en silencio unos segundos―. Es eso de lo que quieres hablar, pues está bien, hablemos, solamente quiero recordarte que estas cometiendo un gran error si piensas que te llevaras a las niñas contigo. Ellas se quedan conmigo y punto final.
―¡No! –me incorpore.

Él asintió con tranquilidad.

―Tú quieres marcharte, ___(Tn), creo que tú has tomado la decisión y no conozco las razones y quizás puedas explicármelas, pero las niñas no se irán contigo. Ellas y tú son mi vida, son lo único que tengo, aunque ahora mismo no puedo asegurar que tú me pertenezcas aún. ¿Me equivoco?
―Kevin, por favor, no me hagas esto.
―¿Hacer qué? ¡Yo no estoy haciendo nada, maldita sea! Eres tú la que ha cambiado, la que ha estado llevando nuestro matrimonio y familia a esto. O, ¿es qué acaso lo he hecho yo? Porque si es así entonces dímelo, dímelo y tal vez pueda enmendarlo.

Negué un par de veces con la cabeza en completo silencio. Mis ojos de a poco se llenan de lágrimas. Quiero decírselo, necesito decírselo pero no puedo. En mi garganta hay un nudo tan enorme como el agujero que ahora está en mi corazón.

―No llores… ―menciono con voz más suave.

Respire con profundidad para poder recobrar mi voz.

―Yo no quería esto, Kevin.
―Entonces… ―se acercó posando una mano sobre mi hombre―… ¿por qué lo haces?
―No lo sé.

«Si lo sabes». Por supuesto que lo sé. Joseph es la razón. Él, el nuevo dueño de mi corazón. El encargado de acabar con el amor que sentía hacia Kevin. El amor que jure tenerle por siempre en nuestra boda, un amor hasta la muerte, incluso más allá.

―No lo hagas, ___(Tn). No acabes con nuestra familia, tenemos todo para ser felices. Tenemos dos hijas hermosas que ambos amamos, te tengo a ti –acaricio mi mejilla―, tú me tienes a mí.
―Eso no es verdad –baje la mirada―. Nosotros ya no nos pertenecemos.
―¿Por qué dices eso? –susurro―. Yo siempre te perteneceré. Te amo, ___(Tn), te he prometido que te amare hasta la muerte y lo he cumplido, lo sigo cumpliendo y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida.

Levante mi mirada para encontrarme con sus ojos brillantes. Reflejan tanta sinceridad que incluso puedo sentir como me atraviesan con la verdad. ¿Puedo hacerlo? ¿Puedo acabar con todo tan solo en una noche?

―O es que… ¿ya no me amas? ¿Tú corazón ya no me pertenece?

Un sollozo contrae mi cuerpo en espasmos. No puedo, simplemente no puedo. Levante mis manos buscando con desesperación algo para mantenerme de pie. Mis piernas se habían quedado sin fuerza y me temía que en cualquier momento el suelo quedaría a centímetros de mi rostro.

Él fue el encargado de capturar mi cuerpo con el suyo. Nuestras miradas se cruzaron y entonces pude notar un par de lágrimas en sus mejillas.

―Responde, dime que no me amas y entonces entenderé porque quieres marcharte.
―Perdóname –mis brazos al instante se apoderaron de su cuello y pude sentirme refugiada en su cuerpo.

Simplemente pude decir eso. El perdóname que no iba realmente dirigido a él, sino a Joseph.

(Narras Joe)

Mi cuerpo se levantó con agilidad después del día anterior. No quería parecer realmente emocionado pero… ¿A quién intento engañar? Me siento como un chiquillo en Navidad. No puedo ocultar mi emoción al entrar a la ducha. Por primera vez después de tanto tiempo estaba cantando creyéndome una estrella. Una estrella que al fin ha encontrado lo que necesitaba en la vida. El amor.

El amor de la chica que tanto tiempo imagine y creí imposible tener. «Bien, ahora es tuya», mencione para mí. Es mía y su corazón me pertenece. Su amor es mío así como mi amor es suyo.

Salí de la ducha después de quince minutos. Quince minutos en los cuales mi mente estaba en otro lugar muy lejano de allí. Coloque una toalla alrededor de mi cintura y entre en la cocina buscando algún aperitivo en el refrigerador. Nada interesante. A pesar de eso termine llevándome una botella de jugo de naranja directamente a la boca.

El sonido de la puerta interrumpió mis actividades matutinas. Mi entrecejo se arrugo y fui en dirección a la entrada. Lleve primeramente mis ojos a la ventanilla redonda de la puerta. Al comprobar de quien se trataba, mis labios esbozaron una sonrisa enorme. Cepille mi cabello con los dedos y abrí después de unos segundos. La mayoría de mi cuerpo lo cubría la puerta.

―Hola –mencione sonriendo.
―Hola –sus labios se curvaron―. ¿Por qué te escondes? –se asomó por la abertura.
―No estoy en condiciones –dije refiriéndome a mi semi-desnudes.

Ella se abrió paso en el vestíbulo. La puerta se cerró con tan solo un movimiento de mi parte. Sus mejillas se ruborizaron al comprender mi «no estoy en condiciones». Supuse que se ha llevado una grata sorpresa.

―Ahora entiendo –sonrió.

Asentí mientras me acercaba con los brazos abiertos para recibir su cuerpo. Ella me abrazo por el cuello y lleno sus labios con los míos. Jamás había necesitado tanto sus besos.

―Te he echado de menos –susurre contra sus labios.
―Y yo –suspiro.
―¿Y…?
―¿Qué?

¡Dios mío!, no quería parecer ansioso pero necesito saber que ha pasado con Kevin. Necesito que me diga que al fin estaremos juntos. Ella capto al momento a que me refería.

―Sí, he hablado con Kevin –se alejó un poco.
―¿Y…? –tome su mano.
―Le he dicho la verdad.
―¿De verdad? –no pude evitar sonreír.
―Sí.
―¿Cómo lo ha tomado?

Ella bajo su mirada y se alejó por completo para ir hasta el sofá de mi sala. Quizás no debí cuestionarla tan pronto, no puedo esperar que las cosas hayan salido bien. Ese hombre, Kevin, realmente la ama, no debió ser fácil para él. Abrace mi pecho y seguí sus movimientos hasta tomar un lugar a su lado. El silencio se hizo presente por minutos.

―No muy bien –menciono al fin.
―Entiendo.
―No tienes por qué sentirte mal.
―Estoy bien –sonreí―. Estoy condenadamente bien, lo siento, pero no puedo fingirlo, en realidad estoy feliz de que hayas hablado con él y que le contaras lo nuestro. Eso significa que en verdad te importo como tú me importas a mí.

Su cabeza asiente con un movimiento lento. Su mirada ahora está en el suelo. Si no confiara en ella pensaría que estaba mintiéndome, pero no quiero pensar en eso, confió en su palabra. Si dice que ha hablado con él es porque así es.

―Pero no puedo irme de casa… aún.

Mi corazón se sobresaltó.

―¿Por qué no?
―Mis hijas, Joseph, necesito encontrar una solución con Kevin, ha dicho que si me marcho ellas se quedaran con él.
―¿Y?
―¿Cómo que «y»? Ellas son mis hijas, no puedo dejarlas.

Negué tratando de no explotar.

―Entonces eso quiere decir que seguirás con él, seguirán viviendo en la misma casa y seguirán siendo una familia, mientras yo también seguiré siendo una simple aventura, ¿no?
―No, Joseph, tú no eres una aventura. Te quiero, mi corazón te pertenece ya a ti, nada podrá cambiar eso.
―¿Mientras qué?
―Por el momento tratare de encontrar una solución, solo tienes que tenerme paciencia.

Cerré mis ojos al dejar escapar un suspiro. No creo tener más paciencia, me muero porque ella este conmigo, y con nadie más.

―Bien, tendré paciencia.
―Gracias –acaricio mi hombro.
―Solo prométeme que tu corazón seguirá siendo mío, a pesar de que no estemos juntos.
―Te lo prometo –deposita un beso en donde antes estaba su caricia―. Soy completamente tuya, no solamente es mi corazón.

Sonrió por el calor que esa respuesta produce en mí. Me levanto de mi lugar y me inclino hacia ella. Ahora mi cuerpo está desnudo ante sus ojos. Estoy listo para demostrarle que también soy por completo suyo.