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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 12:48 am

ღ FICHA ღ


Nombre: INFIEL
Autor: Karely Jonatika
Adaptación: No
Género: Drama y Romance
Advertencias: Ninguna
Otras Páginas: No


Última edición por ♥Karely Jonatika♥ el Jue 12 Abr 2012, 12:54 am, editado 1 vez
Karely Jonatika
Karely Jonatika


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ღ "INFIEL" (Joe,Kevin&Tú) ღ Empty Re: ღ "INFIEL" (Joe,Kevin&Tú) ღ

Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 12:53 am

ღ "INFIEL" (Joe,Kevin&Tú) ღ Lklkll

INFIEL ღ


«Eres más fuerte que mis sentidos, me atraes como un imán hacia ti, aceleras mis latidos y haces temblar todo mi ser. Tus manos recorren mi cuerpo, tu boca aprisiona mis labios, las sensaciones invaden mi mente, quiero sentirte. Amarte. Otra vez quiero estar contigo, no puedo dejar de pensar en ti».

«Te vas y guardo unas cuantas de tus letras en mi corazón, te vas y pienso en unos cuantos de tus momentos que van más allá de mi razón, te vas y espero que sea el "más tarde" o el mañana el que venga. Te vas y ruego que sea en el atardecer de tus labios en el que aparezca, te vas y sueño en el venir de tu mirada la que a veces me pierda... Te vas y son tus ojos y la promesa de mis brazos las que hacen mi existencia. Y te vas y de nuevo a la realidad; de saber que no eres mía, de saber que no soy tuyo, y que hay alguien en mi lugar».


Karely Jonatika
Karely Jonatika


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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 12:57 am

CAPITULO 1 ღ


―Arriba dormilona

Kevin menciono mientras agitaba mi cuerpo.

―Mmm.... no –cubrí mi rostro.
―Vamos amor, despierta.
―No, tengo sueño.
―Pero ya has dormido demasiado.
―Puedo dormir más si me lo permites.
―Anda, por favor.
―Está bien –me senté, recargada a la pared.
―Quita esa carita.
―No quiero –hice una mueca.
―No seas berrinchuda.
―Tengo sueño, Kevin.
―Ya dormidos demasiado.
―No –negué con la cabeza.
―Anda ya quita esa cara.

Lo observe en silencio.

―¿Qué quieres que haga para que no estés molesta?
―No sé, tienes que convencerme.
―Y… ¿cómo debo de convencerte?
―Piensa.

Se quedó unos instantes pensativo. Su cara hacia miles de muecas, y yo contuve las ganas de reír.

―Dame pistas.
―Ok, es algo que me encanta y que tú sabes hacer muy bien ―puse mi pierna sobre su hombro.
―Si es lo que estoy pensando, me parece una idea maravillosa –dijo acercándose.
―Creo que yo estoy pensando en lo mismo.
―Creo que sí.

Se acercó con una sonrisa pícara en su rostro, me tomo de la cintura y me recostó de nuevo, esta vez quedando él sobre mí. Poso una de sus manos sobre mi mejilla y la acaricio por unos momentos, dirigiendo su mirada directamente a mis ojos. No necesitaba pronunciar palabra alguna, era como su manera de comunicación. Dejó sus labios en mi cuello y lo beso con ternura subiendo hacia mi barbilla, después a mis mejillas, y por último, termino en mí boca.

―¿Te convencí?

Se separó con un largo suspiro.

―Sí –sonreí.
―Bien, extrañaba tu sonrisa.
―Y yo… extrañaba tus besos –lo bese una vez más.

Él incorporo su cuerpo después de unos segundos.

―Arriba.
―¿Qué?

También me puse de pie yendo hasta sus brazos.

―Otro ratito más –le di un pequeño beso.
―Sabes que me encantaría...
―¿Pero? –lo interrumpí―. Siempre hay un pero.
―Amor, tengo que ir a trabajar.
―Sí, lo sé.
―___(Tn), tú sabes lo importante que es mi trabajo.
―¿Más qué tus hijas y yo?
―Claro que no, eso nunca.
―¿Entonces? ¿Por qué le tomas más importancia al trabajo?
―Porque solo así saldremos adelante.
―Con el amor es suficiente.
―¡Por favor, ___(Tn)! ¡El amor no compra lo material!

Me quede en silencio mientras me giraba para darle la espalda.

―Perdóname, linda, no quise gritarte –abrazo mí cintura.
―No me abrases, Kevin –lo empuje.
―Cielo, por favor.
―Ya vete a arreglar que se te hace tarde.
―No me iré hasta que me perdones.
―Pues ve llamando a la oficina y avisa que no iras.
―___(Tn)…
―Es que todo el tiempo es la mismo, Kevin, no podemos seguir más así.
―Ya lo sé, y te prometo que tratare de hacer algo por ello.
―¿De verdad?
―Sí –acaricio mi mejilla.

Sonreí llevando mis brazos hasta su cuello.

―Solo por curiosidad, ¿para qué querías que me quedara otro rato?
―Si te quedas, te digo –bese su hombro.

Kevin cerró sus ojos negando con la cabeza.

―No puedo, tengo una junta muy importante.
―Está bien, tú te lo pierdes –camine hacia la puerta.
―Puedo quedarme un ratito más.
―No, eso es cosa del pasado ya.
―¡Oye!

Reí mientras salía del cuarto, cruce el pasillo para entrar a la habitación de las niñas. Ellas ya se encontraban despiertas.

―¿Cómo amanecieron mis princesas?
―Bien –mencionaron en una misma voz.
―Me alegro –di un beso en la frente de Luna y tome en brazos a Estrella―. ¿Qué les parece si vamos a desayunar?

Ambas asintieron con una sonrisa.

―Vamos entonces.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



Subí las escaleras una vez más y entre a nuestra habitación. En ella no se veía Kevin. Toque la puerta del cuarto de baño y esta de inmediato se abrió. Ahí estaba él, con su sonrisa encantadora. Mis piernas flaquearon como la primera vez que lo vi; no era necesario mencionar que mi rostro estaba sonrojado también.

―¿Sucede algo?
―Eh… ―lo observe en silencio.
―Ya deja de mirarme así –rió divertido.
―Venía a preguntarte, ¿qué quieres para desayunar? –baje mi mirada.
―Lo que se te antoje a ti.
―Está bien, te espero abajo –señale.
―Bien –arreglo su corbata.

Asentí pero mis pies no se movieron. Lleve mi mano hasta su rostro y sujete su barbilla; él me miro dejando de lado el nudo de su corbata. Mis labios se unieron con los suyos y sus manos sujetaron mi cintura.

―Te amo.

Levante mi mirada y me aleje para salir rápidamente del dormitorio. Eran tantas las cosas que despertaba Kevin en mí interior, que con solo verlo me bastaba para saber cuánto lo amaba. A pesar de los años juntos, aún me seguía sintiendo como una jovencita a su lado; la cual seguía sintiendo esas mariposas en el estómago, la cual se sonroja por alguna muestra de afecto o impresión.

―¿Quieren ver un poco de televisión mientras yo preparo el desayuno?
―¡Sí!

Las dos respondieron entusiastas.

―¿Qué quieren ver? –tome el control remoto.
―Barney –Estrella sonrió.
―No, eso es para niños chiquitos –los brazos de Luna se cruzaron.
―Amor, a ti te gustaba mucho.
―Pero ya no, ya estoy grande.
―Bueno, Luna ayer viste tu programa favorito, deja que Estrella vea el suyo ahora.
―Está bien –hizo una mueca.

Acaricie su cabello mientras buscaba el programa decidido. Posteriormente, deje el control sobre la mesa para proceder a sacar unas cuantas cosas de la alacena. Al cabo de unos minutos, percibí el olor de la loción de Kevin.

―Buenos días –dio un beso en la frente a Estrella y Luna―. ¿Qué cocinas, cielo?
―Hot Cakes –respondí sin girar.
―Excelente –me abrazo por la cintura―. También te amo –susurro en mi oído.

Sonreí girándome hasta su rostro, él me regalo una mirada cómplice. Se alejó y tomo asiento en la mesa para comenzar a leer el periódico como cada mañana.

―¿Qué harás hoy?
―Lo mismo de siempre supongo –levante mis hombros―, quedarme a cuidar a la niñas.

Se quedó en completa seriedad.

―¿Qué? Es lo que siempre hago, ya ni siquiera he salido con las chicas.
―¿Por qué no las llamas?
―Porque si me voy, ¿quién cuidara a las niñas?
―Te dije que contratáramos a una niñera.
―No, sabes que eso no me gusta.
―Tengo una idea.
―¿Cuál?
―Puedo tomarme un tiempo por las tardes.
―¿En serio?

Me acerque a la mesa.

―Sí, así tendrás tiempo de salir con tus amigas, y claro, conmigo y las niñas.
―Esa idea me encanta –tome los platos del desayunador―. El desayuno está listo.
―Se ve delicioso –Kevin sonrió.
―Espero que te guste.
―Tengo una chef como esposa.
―Se hace lo que se puede –levante mis hombros.

Ambos comenzamos a desayunar, al mismo tiempo, también ayudábamos a las niñas. Después de unos minutos las niñas se fueron a ver la televisión en la sala y Kevin tomo sus cosas, preparándose para salir.

―Me voy, se hace tarde.
―¿Cumplirás lo que me dijiste?
―Claro que sí, sabes que nunca rompo una promesa.
―Bien, te espero aquí a las cinco.
―Sí, adiós niñas –levanto su voz para llamar su atención.
―¡Adiós papi!
―Nos vemos, princesa –beso mis labios―. Te amo.
―Yo a ti.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



Al llamar a las chicas y contarles lo que Kevin me había prometido, ellas respondieron con la misma emoción que me embargaba. El tiempo había trascurrido muy rápido y no había permitido que nos reuniéramos como lo hacíamos anteriormente. Principalmente con Sol, ya que ella estaba muy concentrada con su trabajo. Demi nos visitaba de vez en cuando, pero Nicholas trabajaba y ella no quería contratar a una niñera.

Después de determinar dónde nos encontraríamos y charlas sobre otros asuntos, colgué el teléfono y me dedique completamente a las niñas. Jugamos o más bien ellas jugaron conmigo; siempre jugaban con mi cabello y mi rostro. Cuando menos lo pensé, el reloj ya marcaba las cinco. Kevin no tardaría en llegar y yo aún seguía con la cara llena de maquillaje.

Recogí un par de cosas de la mesa y las deposite en la caja de juguetes de las niñas, al girarme para ir en dirección a las escaleras, la presencia de Kevin hizo que mi cuerpo se alertara.

―¿Qué te paso? –comenzó a reír.
―¿Te gusta? –talle mi mejilla.
―Espera, deja tomarte una foto –busco el móvil en su bolsillo.
―¡No! –cubrí mi rostro.
―¿Quién te hizo esto, amor?
―Estaba jugando con las niñas.
―¿A qué? A la guerra de pintura –continuo riendo.
―¡Kevin! –Levante mi voz.
―Es que...
―Bien, búrlate.

Su risa se detuvo.

―¿Y las niñas?
―En su cuarto.
―¿No ibas a salir con las chicas?
―Sí, tengo que vestirme –comencé a subir las escaleras.
―¿Ni siquiera un beso?
―Lo siento –me acerque y lo bese―, creo que te he dejado una evidencia.
―¿Qué? –se tallo el rostro.

Reí mientras subía a la habitación; saque la ropa que me pondría y la puse sobre la cama, cuando estaba por meterme a la ducha Kevin entro.

―Eso que hiciste no fue gracioso.
―Tú querías un beso, ¿no?
―Sí, pero...
―Nada, yo te lo di, así que no te quejes.
―De acuerdo, tú ganas.
―Voy a bañarme.
―¿No quieres que te acompañe?
―Me encantaría, «pero» se me hace tarde –sonreí.
―Tú te lo pierdes –imito mi voz.
―¡Oye! No me imites.
―Tú tampoco lo hagas.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



Salí del cuarto de baño después de unos minutos. Kevin estaba recostado en la cama viendo la televisión; al observarme salir, su mente se olvidó por completo del aparato. Sonreí por su atención y comencé a vestirme bajo su atenta mirada.

―Estoy lista, me voy –camine hasta la puerta.
―¡Espera!
―¿Qué pasa? –me gire.
―Qué bonito te despides de tu esposo.
―Kevin, se hace tarde.
―¿Y eso qué? Siempre hay tiempo para un beso, o ¿no?

Negué un par de veces, sin embargo, lo abrace por el cuello.

―Te vez hermosa, si no supiera que vas con tus amigas me pondría...
―¿Celoso? –lo interrumpí.
―Yo no lo dije.
―Amor, no tienes por qué estar celoso, sabes que al único que amo es a ti.
―Lo sé –sonrió.
―¿Entonces?
―No puedo evitarlo.
―Te amo –bese sus labios―, nos vemos más tarde –me separe.
―No te demores, dile a Demi que te cuide.
―Puedo cuidarme sola.


Karely Jonatika
Karely Jonatika


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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:00 am

CAPITULO 2 ღ


-¡Hola! –Sonreí.
-¡___(Tn)! Tanto tiempo.

Sol corrió para abrazarme.

―Ya lo sé, las he extrañado demasiado.

Me acerque a Demi para abrazarla, ella me recibió con sus brazos abiertos.

―Y, ¿qué han hecho en todo este tiempo? –tome asiento.
―Yo solo he vivido para trabajar –Sol suspiro.
―Siempre –Demi repuso.
―Demi tiene razón, lo único que haces es trabajar.
―Bueno, tengo que hacerlo –sonrío.
―Por lo menos hay un chico por ahí, ¿no? –la observe curiosa.
―Eh... ―sus mejillas se sonrojaron.
―Eso me dice que sí.
―Por el momento es solo un amigo –afirmo.
―Así se empieza, mírame a Kevin y a mí.
―Exacto, enfócate en ellos, empezaron como amigos y ahora son la pareja perfecta –Demi rió.
―No es para tanto –reí.
―No, es verdad, ___(Tn) tu amor hacía Kevin se nota a kilómetros –Sol hizo una seña con su mano.
―Él ha sido mi único amor, y siempre lo será, no puedo negarlo.
―Eso no se puede asegurar –Demi enarco una ceja.
―¿A qué te refieres? –la mire confundida.
―Que no puedes asegurar que no conocerás a otro chico.
―Estás loca, Demi, yo nunca dejare a Kevin.
―Nunca digas nunca.
―Es que no me puedo imaginar con otro hombre.
―Ya nasa se sabe –Sol alego.
―Ya chicas, dejen esa idea, es mejor que hablemos de otra cosa.

Ellas dejaron el tema en el olvido de inmediato, y comenzaron a contar anécdotas; Demi de Nick y de su hija y Sol de los chicos con los que había salido. Reí y mostré interés a cada una de ellas. Todo estaba trascurriendo con prisa y cuando observe el reloj era un poco tarde. Les dije a las chicas que tenía que irme, ellas lo entendieron y decidimos vernos otro día. Nos despedimos para salir del restaurante e ir cada una hasta su auto. Lo encendí y conduje hasta un supermercado. Cuando ya estuve dentro de él, busque lo que necesitaba.

Al momento de tomar algunas bolsas para fruta, sentí una mano sobre la mía.

―Lo siento.

Una voz masculina llamo mi atención. Me gire para contemplarlo, en el mismo momento, comencé a sentirme nerviosa al observar sus ojos. Eran tan bellos.

―No te preocupes –sonreí.
―Me llamo Joseph, ¿cuál es tu nombre? –extendió su mano.
―___(Tn) –correspondí al saludo.
―Lindo nombre.
―Gracias.
―Adelante –señalo las bolsas.
―No, tómalas tú.
―Insisto, primero las damas.
―Sí –tome las bolsas para después sonreírle.

Él también lo hizo, unos minutos después de mí.

―¿Eres de por aquí?
―Sí, vivo a unas cuantas cuadras.
―Que coincidencia, yo también.

Asentí mientras tomaba algunos frutos.

―¿Vienes sola?
―Sí, solo pase a comprar algunas cosas.
―¿Te han dicho que tienes unos ojos hermosos? –menciono de repente.
―Oh… gracias.
―No tienes por qué agradecer –sonrió.

Lo observe en silencio cuando él comenzó a escoger algunas manzanas del cubículo. Una sonrisa estaba en su rostro y me hizo preguntar si se estaría dando cuenta de mi mirada. Mis mejillas se sonrojaron y aparte la vista hacia otro lugar.

―Será mejor que yo me vaya.
―¿Qué pasa? Yo no muerdo.

Se giró por fin hasta mí.

―No es eso –reí.
―¿Entonces? –enarco una ceja.
―Me esperan.
―Dijiste que venias sola.
―Sí, pero yo me refiero en casa.
―Oh, ¿tu novio?
―No, mi esposo.

Su rostro se notó sorprendido.

―¿Esposo? ¿Eres casada?
―Sí, ¿por qué tan sorprendido?
―Es que… vaya, me parecías muy joven.
―Lo soy –mencione a la defensiva.

Él lo noto mi reacción.

―Lo siento, no me malinterpretes.
―Está bien, es solo que no sabía que para estar casada necesitaba ser una viejita.
―Sí, lo sé, lo siento.
―No te preocupes, solo bromeo –sonreí.

Una sonrisa también se mostró en sus labios. Bajo su mirada por un instante para después detenerla en la mía.

―¿Llevas mucho tiempo de casada? –pregunto mientras tomaba otras frutas.
―6 años.
―¿6 años? ¡Vaya! –dejo las cosas que tenía en su mano.
―Si –reí.
―¿Tienen hijos?
―Sí, dos niñas.
―Deben de ser hermosas –me observo con una sonrisa.
―Sí, lo son –le sonreí de igual forma.
―¿Cuántos años tienen?

Dude en contestar.

―La mayor tiene 5 años y la más chica 3.
―Son las princesitas del hogar, ¿cierto?
―Cierto.
―Lo imagine.
―Bueno yo… ya termine con las compras, iré a pagarlas –señale.
―Te acompaño.

Asentí. Los dos caminamos hasta las cajas. No sé porque me sentía así, le estaba tomando confianza a una persona a la que nunca antes había visto, por una razón no quería que ese momento se acabara y nunca más volverlo a ver. Llegamos a la caja y pagamos. Cuando estuvimos afuera, los dos nos quedamos en el mismo sitio; ninguno decía algo, solo nos mirábamos y nos regalábamos sonrisas entre sí. El momento era un poco incómodo, pues por instantes podía sentir su mirada en otras partes de mi cuerpo.

―Creo que lo mejor será que me vaya.

Me despedí con un gesto, para después comencé a caminar. Él me detuvo tomando mi brazo. Me gire lentamente, su toque provoco que mi piel se erizara.

―¿Pasa algo?
―Lo que pasa es que, me pareciste una chica muy agradable, y créeme que soy un hombre de muy pocas palabras… y pues no quisiera que esta charla terminara así, quisiera conocerte un poco más, y sé que si no decía nada me arrepentiría.
―¿Y dices qué eres una persona de pocas palabras? –le sonreí.

Él rió asintiendo.

―Entonces, ¿qué sugieres?
―¿Qué te parece si vamos a tomar un café? Hay una cafetería muy cerca de aquí.
―No lo sé

Lo único que abundo en mi mente fue Kevin. Rasque mi cabeza en expresión de indecisión.

―Sí no quieres, no hay problema.
―No claro que quiero, pero… ―me interrumpió.
―¡Ah! Ya entendí, ¿es por tu esposo?
―Sí, es que le prometí que llegaría temprano.
―No creo que se moleste si te tomas un café conmigo, o ¿sí?
―No la verdad no creo.
―Entonces, ¿vamos?

Asentí.

―¿Tu vienes en auto?
―No, me gusta caminar un poco.
―Bien, mi auto esta por allá –apunte.
―Sí.

Quite la alarma del auto al llegar a él. Joseph me sorprendió al ver como camino hasta el lado del conductor, abrió la puerta y me ayudo a subir. Deje las cosas en los asientos de atrás y después el subió.

―Gracias –dije ya adentro los dos.
―Es algo extraño, siempre ayudo a subir a una chica por este lado, pero ahora fue diferente, ahora la que maneja eres tu –rió.
―Seguro tienes muchas citas.
―La verdad no, como te dije antes soy un chico de pocas palabras.
―A mí no me pareció así.
―Es que contigo sentí confianza desde el principio.
―Igual yo…

Lo contemple y él igual lo hizo.

―Tú me dices por donde –separe mi vista.
―Sí.

Salí del estacionamiento, y él me guio hasta la cafetería. Le pedí que entrara mientras yo llamaba a Kevin. Marque unas cuantas veces a su celular pero nadie contesto, teclee entonces el número de casa.

―¿Bueno?

Luna contesto el teléfono.

―Princesa, ¿me puedes pasar a tu papi?
―Sí, mami.
―Bien.

Después de unos minutos, Kevin atendió la llamada.

―¿Diga?
―Amor.
―___(Tn), ¿dónde estás?
―Eso es lo que iba a decirte.
―Me tenías muy preocupado, linda.
―Lo siento, lo que pasa es que las chicas y yo vamos a tomar un café antes de irnos a casa.
―¿Por qué no vienen acá? Así las saludo.
―Es que ya estamos aquí en la cafetería.
―Oh, lastima, me hubiera gustado verlas.
―No te preocupes, les diré que otro día nos visiten.
―Está bien, ¿a qué horas vendrás?
―Como en una media hora.
―Ok, entonces te esperare.
―Bien.
―Te amo.
―Y yo, adiós –corte la llamada.

Deje el celular en el bolso, y entre a la cafetería. Busque a Joseph en las mesas, había demasiada gente, pero en el fondo pude verlo. Él estaba de pie buscándome también, cuando me encontró, me hizo una señal con su mano. Al llegar a su lado me ayudo a sentarme y luego sonrió.

―Pensé que te habías ido.
―Claro que no –reí.

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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:02 am

CAPITULO 3 ღ


―¿Quieres pedir algo?
―Claro.

Levanto su mano, al instante un joven se acercó a nosotros.

―¿Qué desean ordenar? –Pregunto con una libreta en su mano.
―Primero las damas.

Le sonreí.

―Un café helado con chocolate, por favor.
―¿Para el caballero? –señalo a Joseph.
―Un capuchino está bien.
―¿Algo para acompañar sus bebidas?
―¿Galletas? –Pregunte observándolo.
―Claro.

Él chico termino de escribir los pedidos, dejo un par de un par de servilletas sobre la mesa y retiró los utensilios utilizados anteriormente por otras personas.

―Enseguida traemos sus pedidos –se marchó.

Ambos asentimos.

―¿Se molestó tu esposo?
―No claro que no –dije pensando en que le había mentido―, él no es celoso.
―¿De verdad? Qué extraño, si yo tuviera una esposa como tú, no me gustaría que saliera con otros chicos.
―¿Eres celoso?
―Depende.
―¿De qué depende?
―Sí la chica me interese –profundizo su mirada.

Reí nerviosa.

―Tú, ¿no tienes novia o esposa?
―Novia sí, esposa no –rió―, soy un poco joven para eso.
―¿Cuántos años tienes?
―Es una pregunta dolorosa –sonrió―, tengo 20 años.
―¿En serio?
―Sí, ¿no me crees?

Negué un par de veces con la cabeza.

―En realidad, no.
―¿Tan viejo me veo?
―Viejo no, pero no creo que tengas 20 años.
―De acuerdo, tengo 25 años.
―Tienes la misma edad que yo, no eres tan viejo –reí.
―Pues gracias –hizo una mueca para después reír.
―Tú y tu novia, ¿no piensan en casarse?
―No lo creo –menciono con seguridad.
―¿Por qué? –pregunte curiosa.

Mis mejillas se sonrojaron al hacer aquella pregunta.

―Discúlpame, no quiero ser demasiado curiosa.
―No te preocupes –sonrió―, ella es solo como una compañera para mí, pero nada más.
―¿Ella lo sabe?

Él levanto sus hombros con indiferencia. Platicar sobre aquello seguramente no era una opción.

―Tal vez si, tal vez no.

Asentí buscando palabras para girar la plática a otro lugar.

―¿Piensas en casarte algún día?
―Sí, lo he pensado, pero ese es un paso muy grande y tengo que saber con quién lo hago, en simples palabras cuando encuentre a la chica indicada.
―Yo pensaba lo mismo antes de conocer a Kevin, y mírame –sonreí―, felizmente casada.
―Por eso dicen que las mujeres son más maduras, saben tomar decisiones.
―Quizás.
―Bueno, no hablemos de eso, mejor dime, ¿qué te gusta hacer?

Su pregunta fue interrumpida por el mesero. Esté dejo los cafés sobre la mesa y en el centro de ella coloco un plato de galletas. Al terminar se alejó para continuar con su trabajo en otra mesa.

―Este café esta delicioso –tome un sorbo.

Él rió mientras me miraba después de separar el café de mis labios.

―¿Qué pasa?
―Es que te ha quedado un poco de espuma aquí –puso su dedo índice cerca de mis labios.
―Oh… ―me sonroje.
―Déjame ayudarte.

Tomo una servilleta y la paso delicadamente sobre la comisura de mis labios. Yo solo lo observe nerviosa. Él me sonrió y yo hice lo mismo.

―Entonces… ¿qué te gusta hacer? –tomo su café.

Suspire en mi interior por su contacto.

―Me gusta mucho estar con mis hijas.
―Pero yo me refiero individualmente, más bien, ¿qué te gusta hacer cuando estás sola?
―Pues… me gusta mucho escuchar música, bailar y dibujar.
―Que interesante, seria increíble que hicieras un dibujo para mí.
―Cuando quieras –sonreí―, y a ti, ¿qué te gusta hacer?
―Cantar, y tocar guitarra.
―¿Cantas?
―Sí, es mi forma de expresarme –rió.
―Me encantaría escucharte.
―Cuando quieras –imito mi frase.

Sonreí. Continuamos platicando por un largo rato. Joseph era un chico muy amigable, sentía muy dentro de mí, que lo conocía de toda la vida, y en realidad acabábamos de conocernos. Al parecer, él se sentía de igual modo, pues un apodo me había inventado. Sin darnos cuenta el café se fue quedando solo. El mesero se acercó a nosotros y nos informó que ya estaban por cerrar. Observe el reloj de mi muñeca y me sorprendí al notar la hora.

―Ya es muy tarde.
―Sí, no me había fijado de la hora.
―Ni yo, Kevin me va a matar –puse una mano en mi cara.
―Calma, seguro que el entenderá.
―Ojala.
―Mejor vámonos, no quiero que nos dejen aquí encerrados –bromeo.
―Tienes razón –reí.
―Déjame pagar y nos vamos.
―Ah sí, claro –tome dinero de mi bolsa―, toma.
―No te preocupes, yo invito.
―No claro que no, de verdad toma –extendí mi mano con el dinero.

Él negó de nuevo.

―Enserio, a la próxima tú pagas.
―Pero…
―Saldremos otra vez, ¿verdad?
―Claro –le sonreí.
―Ok, entonces déjame pagar esta vez a mí.
―Bien.

Joseph dejo el dinero a un lado de la cuenta sobre la mesa para después los dos salir del café. A fuera se encontraba completamente solo. El silencio era mutuo. Nuestras miradas se cruzaban en momentos, pero al llegar al auto, su atención fue completamente mía.

―¿Quieres que te lleve a tu casa?
―No te preocupes, puedo caminar.
―Es tarde, puede ser peligroso.
―Oye, no me llaman Danger por nada.

Reí por su expresión.

―Anda, tú pagaste los cafés, lo menos que puedo hacer es llevarte a tu casa.
―Está bien, espumita –menciono riendo.
―No me gusta.
―Quedamos en que era tu apodo.
―Sí, sí, sí, ya sube.

Los dos subimos al auto. En el camino platicamos un poco, mientras él me guiaba hasta su casa; cuando llegamos a esta, el me pidió mi número de celular, y él también me dio el suyo.

―Espero que nos veamos pronto, me la pase muy bien contigo.
―Yo igual –sonreí―, te llamo y así planeamos algo.
―Claro, pero yo te llamare, no quiero que tú te molestes.
―No es ninguna molestia.
―De todos modos, yo te llamo.
―De acuerdo.
―Bien, hasta luego.
―Adiós.

Él se acercó para besar mi mejilla. Sonreí ante su bella acción, subí, me despedí por última vez y puse el auto en marcha hasta casa. Después de unos minutos llegue a casa, todo estaba oscuro. Camine con cuidado hasta la habitación, cuando llegue a ella, la puerta estaba abierta. Lo primero que vi fue la figura durmiente de Kevin recostada en el sofá frente al televisor. Me acerque y acaricie su mejilla, eso logro que él abriera sus ojos poco a poco.

―Hola, amor.
―___(Tn), ¿dónde estabas? –se incorporó―. ¿Estás bien?
―Claro que sí.
―Me tenías muy preocupado, te llame varias veces, ¿por qué no me contestabas?
―Ah… es que las chicas y yo fuimos a un café y al bajar del auto lo olvide en el asiento.
―Pero me hubieras avisado que llegarías más tarde, pensé que te había pasado algo.
―Lo siento amor, no fue mi intención preocuparte –baje la mirada.
―Bueno –tomo mi cara entre sus manos―, ya paso, lo importante es que estas bien.
―Gracias –bese sus labios.
―Ahora vamos a dormir, ¿te parece?
―Sí, voy a cambiarme.
―Te espero en la cama.

Asentí. Él fue a la cama, y yo entre al vestidor, tome mi pijama y me vestí. Mientras estaba en él, no dejaba de pensar en lo ocurrido. Me sentía mal, pues le había mentido a Kevin, no me gustaba hacerlo, él siempre era sincero conmigo. Salí después de unos minutos y fui a la cama junto con Kevin. Él me esperaba despierto.

―¿Llevabas mucho esperándome?
―Unas horas, pero ya no importa, ven –abrió un espacio a su lado.

Me recosté recargando mi cabeza en su pecho.

―¿Las niñas llevan mucho dormidas?
―Sí, se durmieron como a las ocho.

Guarde silencio.

―¿Te divertiste? –acaricio mi cabello.
―Sí, las chicas y yo la pasamos muy bien, además conocí a un chico.
―¿Un chico? –levanto mi rostro.
―Un amigo, Kevin.
―¿Cómo se llama?
―Joseph.

Él me observo en silencio, los rasgos en su rostro cambiaron.

―Espero que solo sea un amigo.
―Claro que sí, Kevin, ¿no confías en mí?
―Por supuesto que sí, solo lo decía –sonrió―. ¿Por qué no dormimos? Estoy exhausto.

Asentí sonriendo.

―¿Ahora comprendes que no es fácil cuidar todo el día a las niñas?
―Vaya que sí –rió.
―¿Iras a trabajar mañana?
―No… me quedare con ustedes.
―Qué bueno –bese su pecho.
―Descansa.
―Y tu igual, te amo.

Me estire pasara besar sus labios.

-Yo a ti, cielo.

Karely Jonatika
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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:06 am

CAPITULO 4 ღ


(Narra Kevin)


El tiempo ha pasado, y también el tiempo ha cambiado nuestras vidas. Todos los recuerdos que guardo me confirman que ya nada es lo mismo. Mi trabajo ya era un poco menos así que pasaba más tiempo en casa, algo que ___(Tn) ama, o simplemente amaba. Recuerdo que su rostro se llenaba de alegría cuando le daba la noticia que me quedaría con ella y las niñas, hoy ya no es igual, hoy eso ya no le importa.

En este tiempo ha sucedido algo inexplicable e insólito para mí. La chica que yo recordaba me decía mil veces que me amaba; hoy solo lo dice cuando lo digo yo primero. La chica que amaba pasar tiempo en casa; hoy no había una noche que no saliera con sus amigas. Y simplemente la chica que extraño, la chica con la que charlaba horas sin interrupción, la chica que me demostraba en cada detalle, en cada sonrisa, en cada mirada, cuanto me amaba; hoy de esa chica no queda nada.

Hoy era sábado, todos como familia habíamos planeado ir a cenar pero ___(Tn) tuvo que cancelarla y poner un pretexto como siempre. Al parecer su noche no fue tan buena, pues a la mañana siguiente amaneció con algunos síntomas de resfriado, y eso le impedía salir a cualquier parte. Como no quería que este tiempo se desaprovechara, decidí preparar la merienda y subirla a su habitación.

Tome una charola y me dirigí a la recamara, al entrar a ella me sorprendí demasiado al no ver a ___(Tn) recostada como minutos antes, si no que ahora estaba frente al espejo luciendo un guardarropa nuevo.

―Amor, que bueno que llegas –giro―, ¿cómo me veo?
―Estupenda, pero creí que te sentías mal –la mire confundido.
―Sí, pero ya se me paso.
―Y… ¿a dónde se supone que vas?
―Saldré con las chicas –continúo su mirada frente al espejo.
―Estas bromeando, ¿verdad?
―No, ¿por qué tendría que hacerlo? –se giró hacia mí.
―Se suponía que hoy saldríamos a cenar como familia, y todo se canceló porque te sentías mal, y ahora de la nada te sientes bien y saldrás con tus amigas.
―No le veo nada de malo.
―No, claro que no lo haces, porque lo único que has hecho en estos meses es olvidarte de que tienes un esposo, y dos hijas.
―Eso no es verdad.
―¡Claro que lo es, maldita sea! –Tire la charola al el piso―. ¡Lo único que has hecho es divertirte con tus amigas y te has olvidado por completo de todos nosotros!

Me miro asustada por mi reacción.

―Kevin, cálmate por favor, las niñas se asustaran.
―¿Cómo puedes pedir que me calme? Si tú misma sabes lo que has hecho.
―¿Sabes qué? No pienso quedarme aquí para que me grites –salió de la habitación.
―¡___(Tn), vuelve aquí! –grite desde la habitación.

A pesar de que grite su nombre un par de veces más, fue inútil llamar su atención. A los minutos escuche como la puerta de su auto se cerraba y el sonido del motor al encender. De nuevo se había ido.

(Narras Tú)



Simplemente no sé lo que ha sucedido. No puedo comprender a Kevin, siempre viví para él. Deje muchas cosas por verlo feliz, y hoy que trato de cambiar la rutina le parece mal. Joseph se ha convertido en un gran amigo y confidente para mí. Me ha enseñado demasiadas cosas, me cuida, me consiente… es lo que siempre soñé tener. Y no creo que tenga nada de malo salir con él, solo somos amigos. Kevin debe entender que he cambiado, mi forma de pensar ya no es la misma, he madurado en mi forma de actuar.

Después de conducir un largo tramo. La lluvia no se hizo esperar. Me encontraba dentro del auto, a fuera del café donde siempre me encontraba con Joseph, él aun no llegaba. Cerré los ojos por un momento, pero un extraño ruido hizo que mi corazón se acelerara y los abriera de nuevo.

―Hola –dijo Joseph tras el vidrio.

Baje del auto para estar a su lado.

―Creí que no vendrías.
―Claro que sí, sabes que soy muy puntual, pero la lluvia no me permitió llegar antes.
―Te entiendo.
―Estuve pensando… el día se ve muy mal, no creo que sea bueno que estemos fuera de casa, ¿por qué no vamos a mi departamento?
―¿A tú departamento?
―Sí, estaríamos más cómodos, podemos ver películas –sonrió.
―No lo sé.
―Si te parece mal, nos quedamos aquí.
―No, no es eso, es que… ―lo observe por unos segundos―, bueno está bien.
―¿Segura? No quiero que lo hagas, si no lo quieres.
―No, nada que ver, vamos –le sonreí.
―Bueno, entonces, ¿me sigues en tu auto?
―Está bien.

Los dos subimos a nuestros autos y empezamos el recorrido. En realidad su casa no quedaba muy lejos, solo eran un par de cuadras. Al llegar, Joseph estaciono su auto y yo el mío. Al intentar bajar del auto algo me detuvo.

―Déjame ayudarte –tomo mi mano y me ayudo a salir.
―Gracias.
―No hay de que, ven entremos.

Introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta cediéndome el paso.

―Es muy lindo tu hogar.
―Por lo menos tengo buen gusto –rió.
―Creo que es muy bueno.

Agradeció con un gesto mientras se despojaba de la chaqueta mojada de su cuerpo, posteriormente la colgó en un perchero de la entrada.

―¿Quieres que te preste algo de ropa? Veo que te mojaste un poco.
―Ah no, no te preocupes.
―¿En serio? No quiero que te enfermes, creo que tu esposo no me lo perdonaría.

Cambie mi sonrisa a una cara seria.

―¿Sucede algo con él?
―Solo tuvimos una pelea.
―¿Puedo saber por qué?
―Por ti.
―¿Por mí? –Me miro sorprendido.
―Bueno, no exactamente por ti, sino que él cree que he cambiado.
―Yo no creo que hayas cambiado.
―Pienso lo mismo, pero él se empeña en eso.
―¿Eso que tiene que ver conmigo?
―Pues, él dice que en estos meses he salido mucho, y no les he dedicado el mismo tiempo a él y a mis hijas.
―¿Tú qué piensas sobre eso?
―No sé, tal vez tenga razón, pero no han cambiado mis sentimientos, es solo que he decidido salir de la rutina y hacer algo diferente, y no le veo nada de malo a eso.
―Yo tampoco –se quedó en silencio―, mira no quiero que te pongas mal por eso, mejor olvídalo y dime, ¿qué quieres hacer?

Levante mis hombros.

―¿Ver una película?
―Claro, y ¿cuál quieres ver?
―Un paseo para recordar, ¿la tienes?
―Sí, es mi favorita.
―Y la mía.

Sonrió.

―Iré a buscarla.
―Si quieres puedo preparar alguna botana.
―Encantado, ven te llevo a la cocina –tomo mi mano.

Al llegar a ella, él fue a su habitación, mientras yo preparaba algo. En unos minutos regreso. Tomamos lo que había preparado y lo llevamos a la sala; nos pusimos cómodos y comenzamos a ver la película.

Después de contener las lágrimas que siempre derramaba al ver este tipo de películas, los dos terminamos riendo por las escenas cursis que se presentaban.

―No puedo creer lo cursis que pueden llegar a ser este tipo de películas.
―Bueno, pero por eso son tan hermosas.
―Cursis en pocas palabras.
―¿Me vas a decir qué nunca has deseado vivir una historia como esas?
―En realidad no, siempre que salgo con una chica son problemas.
―¿Por qué dices eso?
―Porque todas buscan algo.
―Así y ¿qué buscan?

Hizo una mueca.

―Dinero.
―Eso no es verdad, no todas son iguales.
―Es verdad, pero resulta que tengo la mala suerte de salir con ese tipo de chicas.
―Pues no solo te fijes en el exterior, el interior es lo que más importa.
―Debo confesarte que hace tiempo conocí a una chica que es hermosa y tiene muy lindos sentimientos, pero no sé si acercarme a ella.
―¿Por qué no? ¿Qué puedes perder?
―Es que ella no es libre –se acercó más a mí.
―Tal vez pueden ser amigos, con el tiempo ella te conocerá mejor.
―Lo he intentado, pero creo que es imposible, ella ama mucho a su esposo.
―¿Es casada? –me sorprendí.
―Lamentablemente sí, creo que lo mejor será olvidarla.

Lo observe en silencio.

―Parece serio, pero creo que si ella te conoce en verdad, se dará cuenta del gran chico que eres –le sonreí.
―¿Crees que tenga una oportunidad? –puso su mano sobre la mía.
―Creo que debes intentarlo.

Él me miro con una sonrisa, al mismo tiempo que se acercaba más a mí. Jamás me había detenido a ver cada uno de sus rasgos, son perfectos. El realmente era lindo. Sus labios tan finos y sensuales, sus ojos tan sinceros y brillantes.

Mi corazón palpitaba con tanta fuerza, que creía que saldría de mi cuerpo. Su cuerpo estaba demasiado cerca, sus ojos me miraban fijamente, la sonrisa se desapareció y sus manos rosaron mis mejillas.

―Eres demasiado bella.

Escuche decir de sus labios y en un par de segundos sus labios rosaban los míos. No pude detenerlo, mi cuerpo no reaccionaba. Simplemente cerré mis ojos y disfrute cada segundo. No pensaba en nada, solamente deje que mi cuerpo se llevara. Ese beso se hizo tan intenso que solo pude despojarlo de su camisa, poco a poco los dos fuimos quedando desnudos, disfrutando cada una de las caricias, deseando que la noche nunca acabara para poder estar juntos un poco más.
Karely Jonatika
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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:09 am

CAPITULO 5 ღ


Era una nueva sensación, una nueva combinación de sentimientos. Nuestros cuerpos luchaban por estar juntos unos centímetros más. Sentía su respiración agitada sobre mi pecho, mientras la habitación se llenaba simplemente de sonidos. Pero en cuestión de momentos se quedó en absoluto y completo silencio. Aun sentía su cuerpo sobre el mío, pero no había ningún sonido. Veía su mirada sujeta en la mía pero mi mente estaba viajando por un mundo sumergido en la superficie del placer.

Joseph se alejó de mí, cayendo a un costado. Me abrazo por la cintura y beso mi mejilla.

La magia había acabado, y en su lugar había aparecido el sentimiento de culpabilidad. Escuche su voz mencionando unas cuantas palabras, pero mi pensamientos estaban pegados a recuerdos. De pronto como si alguien golpeara mi cara, aparecieron la imagen de Kevin, Estrella y Luna. Quite de golpe el brazo de Joseph de mi cintura y me senté sobre el filo de la cama, lleve mis manos a mi cara y un par de lágrimas comenzaron a salir.

―¿Qué pasa? –puso una mano sobre mi hombro.
―Esto no está bien.
―Pero… ―se quedó en silencio―, creí que tú…
―¿Qué yo qué? –gire para verlo.
―Tú dijiste que podía intentarlo.
―¿Qué?
―___(Tn), tú eres esa chica.
―Pero… eso es imposible.
―Ahora ya no lo es –sonrío.

Me puse de pie de inmediato.

―¿Esto te parece gracioso?
―¡Espera! Lo siento, no quise decir eso.
―No Joseph, yo lo siento, esto es un error, nunca debió ocurrir –comencé a vestirme.
―No puedes decirme eso simplemente.
―¿Entonces qué quieres que diga? ¿Qué me siento genial por haber engañado a mi esposo?
―¡No! Tampoco te estoy pidiendo eso, pero no puedes decirme simplemente que fue un error.
―Pues lamento tener que decírtelo, pero sí, si es un error.

Él me observo en silencio.

―¿Entonces qué sucederá ahora?
―No podemos vernos de nuevo.
―No puedes pedirme eso.
―No lo estoy pidiendo, te lo estoy asegurando –tome mis cosas y camine hasta la puerta.
―¡Espera! –Se colocó el pantalón y me siguió―. No puedes irte así.
―Lo siento, Joseph –salí del departamento.
―¡___(Tn)!
―¿Qué? –me gire.
―Por favor no te vayas –me miro directamente a los ojos.
―Dame una razón por la cual deba quedarme contigo y no ir con mi familia –derrame un par de lágrimas.

Se quedó en silencio.

―No tengo una razón –bajo la mirada.
―¿Entiendes? No hay ninguna razón, ni siquiera hay una maldita razón para que yo esté aquí.

Limpie las lágrimas que resbalaban por mis mejillas y di media vuelta para continuar mi recorrido. Subí a mi auto y conduje hasta casa. Al llegar a ella estacione el auto a un costado del de Kevin. Intente limpiar un poco las lágrimas pero era totalmente imposible, detrás de ellas venían muchas más. Respire profundamente mientras recordaba lo que había pasado con Joseph. Y de pronto aparecía Kevin, con una enorme sonrisa diciéndome que todo iba a estar bien, que siempre estaría conmigo, en las buenas y en las malas y por sobre todo diciéndome lo mucho que me amaba.

¡Maldita sea! Golpee el volante mientras salía del auto y entraba a casa. Tire la bolsa que llevaba en la mano y me deje caer sobre el sofá. Pase mis manos por mi cara, intentado torpemente de acabar con el dolor, pero eso era imposible, mi corazón era el que estaba dañado, mi cuerpo solo recibía ese dolor con agonía.


(Narra Kevin)


Después de esperar varias horas la llegada de ___(Tn), fue inútil para mí. Las niñas estaban demasiado cansadas así que las lleve hasta su habitación. Les coloque el pijama a las dos y después de esperar a que durmieran, regrese a mi habitación, me desprendí de la playera que cubría mi cuerpo y me recosté a ver un poco de televisión.

Mire el reloj, era demasiado tarde, comenzaba a preocuparme. Tome el teléfono y llame un par de veces al celular de ___(Tn), pero todas ellas me enviaban al buzón. Intente mantenerme un par de horas más despierto pero mis ojos comenzaban a sentirse pesados y en un dos por tres caí rendido bajo los poderes del sueño.

Al despertar espere encontrar su cuerpo a mi lado pero no era así. Me puse de pie llamando a su celular una vez más. En unos segundos se escucharon unos ruidos por la sala. Salí de la habitación y fui sin pensarlo hasta él. Cuando entre lo primero que vi fue una sombra sobre el sofá. Encendí la luz y me sorprendí al ver a ___(Tn) con lágrimas en sus ojos. Por un momento olvide lo ocurrido y camine deprisa hasta llegar a su lado.

―¿Amor? ¿Qué pasa? –puse una mano sobre su hombro.
―Nada… ―se quedó en silencio―, no te preocupes.
―No te creo, tú no lloras por nada –la mire directamente―, dime qué pasa.
―Solo me duele un poco la cabeza –intento sonreír.
―___(Tn) sé que mientes, por favor confía en mí, soy tu esposo.
―No pasa nada, en serio –me miro a los ojos.
―¿Es por lo qué paso hace rato? –pregunte preocupado.
―No.
―¿Alguien te hizo algo?
―No, Kevin –puso su mano en mi mejilla―. De verdad no tengo nada.

Me quede en silencio.

―Entonces no llores, no soporto verte así –limpie sus lágrimas.
―Gracias –me abrazo.
―No tienes que agradecer nada, te amo y siempre estaré contigo, a pesar de cualquier cosa –la abrace con fuerza―, ahora ven aquí.

La tome en brazos y juntos fuimos hasta nuestra habitación. La recosté sobre la cama con delicadeza y después me recosté a unos cuantos centímetros de su cuerpo. La abrace con fuerza, como si necesitara abrazarla para saber que en verdad estaba a mi lado, como si necesitara protegerla de algo o de alguien. Bese un par de veces su frente, para llegar a sus labios. Sin pensarlo la bese con ternura.


(Narras tú)


¿Por qué sentir sus labios me causaba tanto dolor? ¿Por qué con el simple hecho de escuchar su voz mi corazón se quebraba en miles de pedazos? Su beso fue tan dulce pero a la vez tan amargo.

Me aleje de él con un movimiento de brazos. Me miro confundido, mientras yo miraba fijamente sus ojos. ¿Presentiría realmente lo que me estaba pasando? ¡No! Moriría si eso ocurriera, moriría de la vergüenza y el dolor de sentirme culpable. Sus ojos reflejaban tanta paz, mientras los míos estaban llenos de vergüenza y dolor.

―¿Qué pasa? –acaricio mi mejilla.
―Yo… ―se quebró mi voz―, lo siento.

Intento comprender por un momento, realmente no sabía el significado de ese lo siento. Si realmente lo supiera no se hubiera acercado de nuevo a besarme; tomo mi barbilla y se inclinó para tomar mis labios de nuevo presos ante los suyos. Deslizo sus manos hasta mi falda. Al sentir el roce de su piel contra mi piel, fue imposible no recordar momentos ya vivimos esa misma noche. Pose mi mano sobre la de él, levanto su mirada y se encontró con una débil.


Karely Jonatika
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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:11 am

CAPITULO 6 ღ


Se separó bruscamente sentándose en el filo de la cama, paso varias veces sus manos por su cara para terminar despeinando su alborotado cabello.

―¿Qué es lo que sucede?

Tome asiento a su lado.

―¿Ya no quieres hacer el amor conmigo?
―Kevin… ―suspire.
―¿Es que acaso ya no me deseas? –me miro.

Acaricie su mejilla.

―Ya no me amas, ¿verdad?
―No digas eso, Kevin, te amo con toda mi alma.
―Entonces, ¿qué es lo que pasa?
―No eres tú… ―me interrumpió.
―No uses esa frase conmigo –se puso de pie―, conozco de punta a punta esa frase, y todo lo que dice es mentira.
―Es verdad, Kevin –comencé a llorar de nuevo.
―Entonces dime, ¿qué es lo que sucede contigo? Dijiste que no tenías nada, pero me estás demostrando que tienes mucho más que eso.
―Lo siento.
―¡Maldita sea ___(Tn)! ¡No digas que lo sientes!

Intente detener el llanto.

―¡Es lo único que puedo decirte!
―¡Pues no lo hagas! Ni siquiera sé porque te estás disculpando.
―¡Por todo!
―¿A qué te refieres con todo? –me observo confundido.
―Perdóname por fallarte –acaricie su mejilla.
―Te refieres a la pelea de hace rato, ¿verdad?
―Yo… ―me quede en silencio.
―Eso ya no importa, te amo tanto que soy capaz de perdonarte todo con tan solo verte llorar, soy tan estúpido que ni siquiera me pregunto si en verdad hago lo correcto o no, te amo tanto que ni siquiera soy capaz de ver en tus ojos una lágrima, solo una lágrima tuya hace que mi mundo se voltee de cabeza, te amo tanto que prefiero mil veces sufrir yo tu dolor –rozo mi mejilla―; te amo tanto que soy capaz de perdonarte cualquier cosa.

«¡Incluso el haberte engañado!» Mi mente gritó para mí misma.

―Te amo Kevin, por sobre todas las cosas, te amo.
―Y yo a ti hermosa.

Tomo en sus manos mi rostro y me beso con tal intensidad que sentía su respiración agitada sobre mis labios. Llevo sus manos a mi cintura y la tomo con firmeza. Comenzó a caminar, logrando que yo siguiera sus pasos hasta la cama, chocamos con ella para después recostarme sobre ella y él recostarse sobre mí.

Quito con rapidez cada prenda en su camino. Sintiendo el contacto tibio de nuestras pieles.

―Te amo, te amo –repitió mientras me besaba con frustración.

Recorrió cada centímetro de mi piel haciéndome olvidar por un momento mi sentencia. Me hizo sentir un cuerpo recuperando su alma. Dejamos a un lado nuestros sentimientos para entregarnos a la pasión, viajando juntos a un mundo simplemente nuestros, donde no había terceros, donde estaba por sobre todo nuestro amor, donde nadie juzgaba ni reprochaba nuestros sentimientos y donde los dos nos dejábamos llevar por el placer.

Los dos terminamos agotados después de una larga lucha. Se alejó un poco de mí para caer a mi lado, rápidamente me abrace a su cuerpo.

―Nunca me dejes, Kevin –le dije en susurro.
―Nunca lo hare pequeña –beso mi frente―, siempre te sostendré en mis brazos, dando hasta mi propia vida porque tu estés segura.
―¿Por sobre todo? –Lo mire a los ojos.
―Por sobre todo.
―¿Lo prometes?
―Te lo prometo, te lo juro y te lo aseguro –me sonrió.
―Yo prometo qué siempre serás el único, no importa lo que pase, siempre serás el único que habite mi corazón y mente.
―¿Por qué dices eso?
―Simplemente quiero que lo sepas –lo abrace con fuerza―, te amo.
―Y yo a ti –beso mis labios por última vez―, descansa –me abrazo.
―Igual.

Cerré los ojos después de un día largo. Intenté descansar mientras le pedía a Dios que todo mejorara con esta noche mágica.


(Narra Joe)


¿Dormir? En mi situación era completamente imposible. Después del encuentro con ___(Tn) todo se había reducido a una pregunta, ¿de verdad lo creía un error? Esa pregunta había rondado mi cabeza por toda la noche. Mientras pensaba en posibles respuestas simplemente una concurría con la situación: ella nunca dejaría de amar a su esposo por mí.

Aun cuando creía haberme convertido en un amigo, después de esto, todo cambiaria. Y en realidad no estaba seguro si para bien o para mal, pero de algo si estaba muy seguro: ella se había convertido en más que una amiga, alguien que había dominado mis sueños noches seguidas, alguien que se había encargado de ganarse a toda costa un lugar en mi corazón.

Y más seguro estaba de que no iba a rendirme, no ahora que se convirtió en un ser tan importante, no me rendiría. Luchare por ella, combatiendo con quien sea posible por tenerla completamente para mí.


(Narras Tú)


Intentado olvidarme de la noche anterior mientras dormía no había sido posible. Aun dormida soñaba con el rechazo de Kevin al enterarse de la propia voz de Joseph que le había sido infiel. Un sueño que había perturbado mi descanso, haciéndome despertar a un nuevo día.

Al abrir mis ojos me lleve una gran sorpresa al ver una charola con el desayuno sobre la cama y ver las caras sonrientes de Kevin, Luna y Estrella.

―¡Buenos días mami! –mencionaron los tres con una misma voz.
―Que linda sorpresa –sonreí, mientras cubría mi cuerpo con la sabana.
―Las niñas querían darte la sorpresa.
―¿Te gusta mami? –Luna pregunto.
―Me encanta –le di un beso―. ¿Y mi bebe también participo? –Tome en brazos a Estrella.
―Si –sonrío.
―Pues muchas gracias.

Ellos se mantuvieron en silencio mientras probaba un poco de aquel desayuno.

―En lo que quedamos niñas –Kevin intervino.
―Pero aun no llega mi tía Demi –Luna protesto.
―Pues vayan a esperarla en la sala –continuó.
―Pero…-hizo un puchero.
―Luna.
―Está bien, vamos Estrellita –tomo su mano y salieron de la habitación.
―¿Vendrá Demi? –Pregunte sonriente.

Asintió con su cabeza.

―Sí, la llame hace rato, le pedí de favor si podía cuidar a las niñas.
―¿No te comento nada sobre anoche? –Pregunte asustada.
―No –se acercó a mí―, pero no te preguntaras para que la llame.
―Ah… sí, ¿para qué quieres que cuide a las niñas?
―Porque quiero que pasemos un día tú y yo solos, ¿qué te parece?
―Genial –dije distraída.
―No te ves muy feliz.

Lo observe.

―Estoy muy contenta amor –lo bese―, hace tiempo que no pasamos tiempo juntos.
―Es verdad, y todo por esas chicas, tendré que regañar a Demi ahora que venga.

Un nudo se formó en mi garganta.

―Kevin… tengo que decirte algo sobre eso.
―¿Qué pasa?
―Te mentí.
―¿Qué? ¿A qué te refieres?
―Todos estos días no he salido con las chicas.
―Pero… tú dijiste siempre que salías con ellas –me miro confundido.
―Lo sé, pero te mentí.

Se alejó de mí.

―Y entonces, ¿con quién te veías?
―Con Joseph.
―¿Joseph?
―Sí, el chico sobre el que te conté.
―¿Por qué me mentiste?
―Porque sabía que no te gustaría que saliera tanto con un chico.
―Por lo menos lo sabías –me miro molesto.
―No te pongas así, Kevin.
―¿Entonces cómo quieres que reaccione? Cuando acabo de enterarme que me mentiste todo este tiempo.
―No quería peleas, pero te prometo que jamás volveré a verlo.
―¿En serio?
―Sí, te prometo que jamás me alejare como lo hice.

Se quedó en silencio.

―¿Me disculpas?
―Te prometí que lo haría, ¿no?

Le sonreí.

―Te amo.

Me puse de pie, llevando la sabana enredada a mi cuerpo. Me acerque a Kevin y lo bese con ternura. Paso su mano por mi cintura y acaricio mi piel sobre la sabana, dibujando pequeños círculos en mi piel. Su beso comenzó a intensificarse, pero se detuvo cuando escucho el sonido de un celular.

―¿No contestaras? –pregunte alejándome.
―Es el tuyo –apunto mi celular.
―Ah.

Me separe de él y tome el móvil. Observe la pantalla, era una llamada entrante de Joseph. Colgué rápidamente y baje el volumen, pero este no se detuvo ya que comenzó con el vibrador.

―¿Por qué no contestas?
―Es Demi, seguro ya llego –mentí.
―Voy con ella, vístete, te espero abajo.
―Sí –sonreí.

Kevin salió de la habitación y yo conteste la llamada.

―Te dije que no quería saber de ti nunca más.
―Tenemos que hablar.
―Te di tiempo de hablar Joseph, no lo aprovechaste, ahora yo no tengo nada que decirte.
―___(Tn), por favor, te necesito.
―Deja de decir eso, y déjame en paz.
―Si no quieres hablar tú, entonces tendré que hablar con tu querido esposo.
―¿Me estás amenazando?
―No, te lo estoy asegurando.
―¿Qué es lo que quieres?
―Te quiero a ti.
―No, lo que pasa es que estás loco, pero yo no me dejare ante tus amenazas.
―Sera como tú quieras, pero no creo que Kevin se tome muy bien que lo estás engañando conmigo.
―¡Yo lo amo! Y él lo sabe.
―Tal vez después de eso ya no esté tan seguro.
―Está bien, ¿sí? Nos veremos mañana en tu departamento.
―Te estaré esperando.

Termine con la llamada.

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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:14 am

CAPITULO 7 ღ


Coraje recorrió mis venas, el mismo coraje que se convirtió en frustración y rencor. Apague el celular y lo tire con fuerza hacia la cama. Pase las manos por mi cabello, inconscientemente, jalándolo. Un grito ahogado, desgarro lo más profundo de mi interior. ¿Quién se había creído Joseph para amenazarme? ¿Por qué simplemente no olvidaba lo pasado? Olvidar como yo pretendía hacerlo. Seguir su recorrido, después de todo, seguramente había cumplido su objetivo. Seducir a una mujer casada. Los daños ya estaban hechos, ¿qué más quería de mí? Si con solo una noche se había derrumbado todo mi alrededor.

―¿Pasa algo?

Gire mi vista.

―Nada, Kevin –baje la mirada.
―¿Estás segura que fue Demi fue la que te llamo?
―No lo sé, tal vez era otra persona. El número era desconocido.
―No sé por qué, pero presiento que me estas ocultando algo –me miro a los ojos―. ¿Alguien te está molestando? Si es así dímelo, y yo mismo me encargare de que no vuelva a suceder.
―No estoy ocultando nada Kevin, y no, nadie me está molestando, simplemente creo que estoy enfermando de los nervios –dije bajando la mirada.
―¿Quieres que veamos a un especialista? –se acercó a mí.
―No –negué lentamente―, tampoco me estoy volviendo loca –trate de sonreí.
―No lo digo por eso, es solo que deberíamos tomar las cosas con más seriedad –acaricio mi mejilla.
―Ya no quiero hablar sobre eso, Kevin –sonreí―. Quiero que este día sea tan especial que sea capaz de olvidar todo.
―De acuerdo, hare cualquier cosa por ver una sonrisa en tu cara.

Sonreí, besando sus labios. Se alejó de mí y comenzó a buscar ropa entre los cajones. Gire mi vista hasta la ventana; el día estaba hermoso. El sol resplandecía toda la ciudad, solo unas cuantas nubes se asomaban, pero lo hacían ver aún más hermoso. Sería un buen día para iniciar de nuevo. Nada lo podría arruinar. Ni siquiera Joseph y el recuerdo de la noche pasada.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



―Te ves bellísima amor –sonrío acercándose a mí.
―Gracias –sonreí―. También te ves muy bien –acaricie su mejilla.
―Demi ya llego.
―¿Esta con las niñas?
―Sí, trajo a su hija, imagínate, no quiso dejarlas solas un momento –rió.
―Eso si es amor de verdad –bromee.
―Ven –tomo mi mano―. Bajemos, se hace tarde.
―Si –tome su mano―. Solo déjame tomarme mi bolso.

Tome mis cosas. Mire el celular en la cama. Mi instinto me impedía tomarlo, pero mi corazón gritaba a golpes acelerados: “¡No seas cobarde!”. Despeje mi mente y metí el celular a la bolsa. Gire mi vista y me encontré con una mirada tierna del hombre que cada día me demostraba aún más, que era el indicado.

Tome su mano y juntos salimos de la habitación, para entrar en la sala y encontrarnos con Demi y las niñas. Hablamos solo lo más mínimo, para salir de la casa y entrar al auto de Kevin.

―Y… ¿a dónde iremos? –pregunte curiosa.
―¿Recuerdas el restaurant en el que nos conocimos?
―Claro que lo recuerdo, como olvidarlo.
―Pues supe que lo abrieron de nuevo –me miro sonriente.
―¿En serio? Eso es genial –sonreí.
―Sí que lo es –tomo mi mano―. Por eso he hecho una reservación.
―Gracias –lo mire a los ojos.
―No tienes que agradecer nada amor, esto lo hago por nosotros, por ti –beso mi mano―, que eres junto con las niñas, lo más importante que tengo.
―Cada día me convenzo más de que tú eres mi hombre ideal.
―Y yo cada día me convenzo que eres lo mejor de mi vida.

Baje la mirada.

―Eres la única que no me fallara, y eso lo sé porque he compartido largos años a tu lado.
―Si… ―dije con voz temblorosa.

Kevin me miro por un instante. Le regale una sonrisa y el hizo lo mismo, para después dedicarle toda su atención a la carretera.

El restaurante a dónde íbamos estaba un poco alejado de la ciudad, así que fuimos el resto del camino en silencio. Al llegar, miles de recuerdos abundaron mi mente. Kevin bajo del auto y abrió mi puerta ayudándome a bajar. Tomo mi mano y caminamos juntos hasta la entrada.

El lugar estaba mucho mejor a como lo recordaba, era más amplio, lleno de luz y eso gracias a las grandes ventanas que lo protegían. Una de las meseras se acercó a nosotros con una sonrisa, pregunto si había una reservación y después nos acompañó hasta una mesa alejada de las demás, muy cerca de una fuente que adornaba y daba paz al interior.

―Este lugar es hermoso –dije con una enorme sonrisa.
―Lo han mejorado mucho –miro alrededor―, pero sigue siendo el mismo lugar mágico y confortable.
―En eso tienes razón –deje mi bolsa sobre la mesa.

Deje vagar mi vista por todo el lugar, mis ojos se encontraban con bellos detalles, pero algo hizo que mi corazón acelerar. Esa sonrisa, esos ojos… Joseph. Él estaba entrando al restaurant, pero no estaba solo.

―Oh por Dios… ―dije en voz baja.
―¿Qué? –pregunto mirándome.

Baje mi vista.

―Nada… nada.
―¿Qué pasa? –Miro a sus espaldas―. ¿Viste a alguien?
―No, claro que no –intente sonreír―. Tengo que… tengo que ir al tocador, ahora vuelvo –me puse de pie.

Mis piernas se sentían desbordar. Mi corazón latía a cada paso y mis ojos se sentían nublados. Entre al tocador. Afortunadamente este se encontraba vacío. Mi reflejo en el espejo dejaba mucho que desear; mi piel se notaba pálida, mis ojos sin brillo y mis labios temblorosos. Todo se estaba regresando y parecía ser que ya nada sería igual. No puedo borrar el pasado con tan solo desearlo. Ahora todo era más difícil… él estaba en todas partes. “¡Maldita sea la hora en que Joseph apareció en mi camino!”.

Deje caer mis brazos, frustrada. Respire profundamente y pase las manos por mi cabello. Joseph no iba a echar a perder mi día. Kevin estaba conmigo en estos momentos, no arruinare nuestro día por alguien más.

Salí del baño caminando por un largo tramo. El sonido de mis pasos era el único que llenaba el lugar, pero solo en cuestión de minutos se escucharon unos cuantos pasos más. A pesar de que sentía un nudo en la garganta, no mire en ningún momento a mis espaldas. El pasillo se me hacía tan inmenso que pensaba que jamás saldría de él. Di vuelta para poder entrar por fin a lo que se le llamaba originalmente comedor, pero sentí un fuerte agarre en mi brazo, lo cual provoco que yo girara para ver de frente a aquella persona.

―Hola –sonrió.
―¡Suéltame, Joseph! –Jale mi brazo.
―Tranquila –me soltó―. Solo quería saludarte, parece que te llevaste una gran sorpresa.
―Eso a ti no te importa –conteste molesta.

Mire a Kevin desde el pasillo. Él miraba a la nada, serio y jugando con la carta del menú. Respire hondamente y tome a Joseph del brazo para caminar a un lugar más alejado. Lo solté y comencé a caminar de un lado a otro. Los nervios fluían como agua por todo mi cuerpo.

―¿Qué es lo que quieres?
―Ya te lo he dicho –se recargo contra la pared, cruzando sus brazos frente a su pecho―. Te quiero a ti.
―¡Por favor, Joseph! Dime la verdad, ¡ya!
―Estoy diciendo la verdad, ¡maldita sea!

Enfoque mi mirada en él.

―No quiero echar a perder mi matrimonio con Kevin, por favor déjame en paz.
―Eso debiste pensarlo antes de acostarte conmigo, ¿no crees?

Suspire.

―Lo sé, y no sabes cuánto me arrepiento.
―Es genial para un hombre escuchar que la mujer con la que ha tenido sexo se arrepienta.
―¿Qué quieres que diga?
―Que te gusto –se acercó a mí.
―Eso no lo escucharas, y si es eso lo que pretendes que diga, pierdes tu tiempo.

Di media vuelta para caminar hasta con Kevin. De nuevo sentí su mano en mi brazo. Me jalo con fuerza y me recargo en la pared, llevo una mano a mi cara y me acorralo, tomando mis labios entre los de él. Lo empuje, pero se acercó de nuevo y me beso. Esta vez, un deseo creció en mi interior. Un deseo que recorría cada centímetro, cada milímetro.

Relaje mis manos que él sujetaba. Las soltó, logrando que ellas formaran un lazo alrededor de su cuello. Se separó un momento pero una vez más se acercó. En ese momento recordé exactamente donde estaba. Lo aleje y camine alejándome de él.

―¡Espera! –camino detrás de mí.
―¡Déjame en paz! –gire para mirarlo―. ¿Es que acaso no lo entiendes? No quiero volverte a ver.
―Eso ya es demasiado tarde, tú y yo sabemos que me deseas, tú beso lo dijo todo, no puedes alejarte de mí.
―Eso es mentira –cambie mi voz al ver como se acercaba alguien―. Mi esposo está girando el pasillo, por favor respeta eso.
―¡Esta bien! ¡Tú ganas por ahora! Pero escúchalo muy bien –me miro serio―. No te desharás de mi tan fácil, nos vemos… ―se quedó en silencio―… mañana. Recuerda que aún tenemos una cita.
―Eres un estúpido –lo mire molesta.
―Seré lo que quieras por ti, hermosa –sonrió.

Lo mire por última vez y regrese a la mesa completamente seria. Kevin me miro al instaste de sentarme. Suspiro y recargo un poco su cuerpo en la mesa, me miro con los ojos entre cerrados. Levante la mirada y me encontré con su expresión.

― ___(Tn), ¿qué está sucediendo?
―Yo, siento haberme demorado, no me siento muy bien –coloque una mano en mi frente.
―¿Qué pasa? ¿Quieres que vayamos a un médico?
―No –dije con un leve grito―. No, no es para tanto –sonreí―. Parece que no he dormido muy bien, lo necesario.
―Pues claro que no, has salido mucho por las noches.

Me quede en silencio.

―Pero ahora estoy bien, y ahora lo que quiero es disfrutar de este día contigo.
―De acuerdo, ¿qué te parece si ordenamos?
―Me parece una idea maravillosa.

Kevin llamo a uno de los meseros, este se encontraba arreglando una de las mesas de al lado. Se acercó a nosotros y tomo nuestras órdenes. En unos minutos la mesa que antes arreglaban estaba siendo ocupada. Gire mi vista un instante y me encontré con su sonrisa.

―¿Los conoces? –tomo mi mano por encima de la mesa.
―No, claro que no.
―Ah, parecías sorprendida al mirarlos.
―No, nada de eso –sonreí mirándolo.
―De acuerdo –levanto sus hombros.

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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:17 am

CAPITULO 8 ღ


«Buen día, hermosa». Escuche entre mis sueños. Mis ojos estaban cerrados pero sabía perfectamente que no estaba durmiendo. Sonreí aun con los ojos cerrados. Sentí su cálido aliento en mi mejilla; su perfume impregnaba por su cercanía. Levante una de mis manos y toque su cara, fijaba cada uno de sus rasgos; su piel era tan lisa y suave, sus labios eran perfectos y sus ojos. Sus ojos. Aun teniendo los míos cerrados, la imaginación viajaba y viajaba gracias a ellos. Eran tan profundos, de un verde extraño, de un verde, vida.

«Vamos, ya es hora de despertar. Abre esos hermosos ojos». Su voz de nuevo. Su voz, llena de paz y de calma. Sonreí de nuevo y abrí poco a poco mis ojos. Su sonrisa, tan peculiar y hermosa.

―Buu –dijo al ver mis ojos abiertos.
―Es lindo despertar así –acaricie su mejilla.
―Más lindo es tenerte a mi lado siempre.
―Y siempre será así.
―Tengo que decirte algo.

Su sonrisa se esfumo y en un instante su cara se tornó seria.

Sujete la sabana que cubría mi cuerpo y me senté recargando mi espalda en el respaldo de la cama, cruce mis brazos frente a mi pecho y espere su respuesta. Él se sentó a un lado mío, tomo mi barbilla con una de sus manos y me obligo a ver sus ojos. Se quedó en silencio por un momento, después giro su vista hasta la ventana.

―¿Qué sucede, Kevin? –suspire preocupada.
―Me llamaron del trabajo esta mañana… ―se quedó en silencio de nuevo.
―¿Y…? –Insistí.
―Dijeron que tengo que salir de la ciudad por unos días –me miro de nuevo.
―Pero… nunca te mandaron fuera de la ciudad.
―Lo sé, pero también dijeron que es una oportunidad muy importante.

Lo mire en silencio.

―No quiero que te vayas, no ahora.
―Linda, sé que esto será extraño, pues nunca he estado lejos de ustedes, pero piensa, me pueden ascender a un puesto aún mayor.
―Kevin, eres el jefe de la empresa, ¿qué puesto más importante puedes tener?
―Pueden darme capitales en otras ciudades.
―¿Para qué necesitas eso?
―___(Tn), también yo como todas las demás personas, deseamos algo mejor, ser importante, quiero ser importante y que ustedes se sientan orgullosas de mi algún día.
―No creo que pueda sentirme más orgullosa de ti, eres el esposo perfecto y el mejor padre.
―Ok, entonces, esto quiero hacerlo por mí, quiero sentirme orgulloso de mi mismo.
―No te hare cambiar de opinión, ¿verdad?

Bajo su mirada.

―Solamente quiero saber lo que tú piensas.
―Yo pienso que debes hacerlo –levante su rostro.
―¿De verdad? –sonrió.
―Sí –sonreí también―. Tampoco es por mucho tiempo, o… ¿sí?
―No, solo será por unos días, supongo que unos tres.

Suspire.

―Es demasiado tiempo para mí, pero bueno, creo que sobreviviré.
―Eres la mejor esposa del mundo –acaricio mi mejilla.
―Trato de hacerlo, estoy tratando de hacerlo –dije con voz suave.
―Para mí, ya lo eres.

Se acercó unos centímetros. Enfoque mi mirada en él y acaricie su mejilla. Sonrió y acerco mi cara hasta la suya, tomo mis labios con ternura y los beso; acaricio mi espalda y me abrazo pasando sus manos por mi cintura. Se alejó un poco, dio un pequeño beso en mis labios, en mi frente y termino con uno en mi nariz.

―¿Cuándo te iras?
―Mañana.
―¿Qué? Es broma… ¿verdad?
―No –sonrió―. Es algo de improviso.
―Ah.
―¿Te parece si salimos hoy con las niñas?
―Me parece –sonreí.
―Bueno, entonces, vístete, yo iré con las niñas.

Él se puso de pie y salió de la habitación.

Suspire y deje caer mis brazos a cada costado de mi cuerpo. Mire la habitación un instante y escuche un ruido proveniente de mi bolso, tome con fuerza la sabana y me puse de pie yendo hasta él, lo tome y mire el celular. Este produjo un ruido aún más fuerte al estar en mi mano. Mire la pantalla; la llamada era de… Joseph.

Suspire con resignación.

―¿Qué quieres?
―¡Hola! ¿Cómo amaneciste? ¡Bien! Me alegro, ¿qué cómo amanecí yo? También amanecí muy bien linda, gracias por preguntar.
―Deja esas tonterías para después, no estoy de humor para ti y tus bromas.
―Que humor –rió―. ¿No te cumplieron anoche?
―Eres un tonto, y para tu información, sí, si me cumplieron, y no te imaginas lo grandioso que fue.
―Me alegro –su voz cambio.
―¿Para qué diablos llamaste?
―Quería recordarte nuestra cita.
―¿Qué? ¿Cuál cita? –Pregunte confundida.
―¿Ya lo olvidaste? Quedamos en algo.
―¡Por Dios! Lo había olvidado.
―Me lo imaginaba, pero no te preocupes, te lo recuerdo; tenemos una cita hoy, sin faltas, ahora mismo.
―Pues olvídalo, no puedo.
―¿En serio? De acuerdo, entonces pásame a tu esposo, así puedo preguntarle si te dará un tiempo libre para poder vernos.
―Está bien, nos veremos, Pero hoy no, quede de salir con él y las niñas.
―Teníamos un trato.
―Por favor, hoy no, nos veremos mañana.
―No me gustan los cambios, pero está bien, hare cualquier cosa por verte, y de acuerdo, esperare hasta mañana.
―De acuerdo.

Colgué el teléfono dejándolo caer dentro del bolso. Camine de nuevo hasta la cama. Esto estaba tomando un rumbo que jamás imagine. Nunca me imaginaria en esta situación, incluso si pudiera escoger otra vida, jamás lo imaginaria. La agonía me estaba comiendo viva, los sentimientos de culpabilidad eran más fuertes que nunca. Y simplemente los demás sentimientos estaban huyendo. Si, huyendo, como yo misma deseaba hacerlo. Huir de este martirio, huir de la decepción, huir de la vergüenza, huir de la tentación…

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



De nuevo me encontraba aquí. Toque la puerta con dificultad, apenas entrando al edificio, ya había dudado si hacer esto o no, pero ya estaba aquí. Mis pies se sentían clavados al piso. ¡Por Dios! Estoy nerviosa. ¡Malditos nervios que no ayudan en nada! Toque de nuevo la puerta, ahora estaba pensando en huir de ese lugar, me imaginaba saliendo y corriendo hasta el auto, pero no, estaba aquí, no voy a huir. Esta tarde tengo que dejarle varias cosas en claro a ese…

―My lady –irrumpió en mis pensamientos―. Que gusto verte –sonrió.
―No puedo decir lo mismo, lo siento.

Se puso serio.

―De acuerdo, pasa.

Él se hizo a un lado. Mire su departamento un momento. Mis pies seguían sintiéndose clavados, más aún, ahora sentía como poco a poco la tierra me tragaba. Camine con dificultad, mirando a todos lados, buscando miradas cómplices. Él cerró la puerta a mis espaldas.

―Puedes ponerte cómoda, iré por unas copas.
―¡Espera! No vine aquí a una cita, vine a hablar contigo.
―De acuerdo hablaremos, pero si tu no quieres una copa, yo sí, muero por un poco de alcohol.

«Que más daba». Mi cuerpo estaba en total desorden, tal vez un poco de alcohol lograría calmarlo.

―Está bien, también quiero una.
―Perfecto, ahora vuelvo –sonrió.

Salió de la habitación. Deje la bolsa que llevaba en mis manos y suspire nerviosa pasando mis manos por mi cara y cabello, jale una silla del pequeño comedor y tome asiento con dificultad. El silencio era imponente, apenas podía escuchar el ruido que hacia él desde lo que parecía ser la cocina. Tome mi celular y mire la hora, después lo abrí y comencé a escribir mensajes sin sentido. Por lo menos eso mantenía mi mente quieta y fija.

Escuche una carcajada del pasillo. Levante mi vista y la enfoque en él.

―¿De qué te ríes? –lo mire confundida.
―Es gracioso. Toma –me paso una copa.

Di un gran sorbo.

―¿Qué es gracioso?
―Que tú estés aquí.
―¿Qué? ¿Qué tiene eso de gracioso?
―Pues que yo estaba seguro de que no vendrías, me equivoqué, ¿quién lo diría?

Llevo la copa a su boca.

―Te dije que lo haría, así que ya me ves, estoy aquí.
―Sí, lo veo –me miro sonriendo―. Y más bella que nunca.
―Ni siquiera lo intentes.
―Intentar ¿qué?
―No coquetees conmigo.
―¿Te molesta?
―Sí, no vengo a eso, vengo a acabar con esto de una vez.
―¿Acabar? ¿Qué acabaras?
―¡Esto! Lo que paso.
―¿Qué paso?
―¿Puedes dejar de hacerte el gracioso?
―¡Oye! Solo estoy tratando de calmar un poco los humores aquí –rió.
―Déjame decirte que no lo haces bien.
―De acuerdo, me callare.
―¡Gracias Dios! –levante mis manos en un gesto.

Él sonrió y dejo la copa que llevaba en sus manos, recargo su cabeza en sus manos y me miró fijamente. Suspire aliviada al no escuchar su voz, di otro sorbo y deje la copa a un lado de la de él.

Su mirada comenzaba a incomodarme, me sentía pequeña frente a él. Lo miraba por un instante y al captar su mirada de nuevo, la esquivaba, mi cuerpo comenzaba a desequilibrarse de nuevo. Despeine un poco mi cabello y lo mire irritada.

―¿Puedes por favor, dejar de verme así?
―No quieres que hable, no quieres que te mire… ¿qué hago entonces?
―¡Acabar con esto!
―¿Y cómo quieres que lo acabe?
―Déjame en paz, a mí y a mi familia.
―No me he metido con tu familia… aún.
―Si te atreves a hacer algo te juro que… ―me interrumpió.
―Tranquila –sonrió―. No pienso meterme con tu familia, todo depende de ti.
―¿De mí?

Él asintió con la cabeza.

―Podemos olvidarnos de todos si es lo que quieres, solo depende de ti.
―Te estas volviendo loco, ¿lo sabías?
―Sí, y cada día lo estoy más, ¿sabes cuándo empezó todo eso?

Me quede en silencio. Él acerco su silla, hasta rozar levemente mi rodilla. La aparte al instante.

―Todo eso empezó desde que te conocí.
―Creo que eso va mucho más allá.
―Desde que te conocí y desde que provee todo ese deseo y esa pasión dentro de ti –me miró fijamente.
―Tengo que irme.

Me puse de pie, tomando torpemente el bolso, camine de prisa hasta la puerta, pero de nuevo su brazo sujetaba el mío. Me gire bruscamente, estaba a punto de golpearlo. Deseaba golpearlo. Deseaba apartarlo de mi lado. Deseaba borrarlo de mi mente.

Él simplemente me miraba en silencio. Un silencio que me estaba volviendo loca.

Sujeto con fuerza mi mano y me jalo hasta su abrazo, camino unos cuantos pasos, logrando que yo retrocediera a su mismo ritmo. De pronto sentí sus labios sobre los míos. No recordaba en qué momento se había acercado tanto, pero esto era más fuerte que mis sentidos, me atraía como un imán hacia él, aceleraba mis latidos y hacía temblar todo mi ser. Sus manos recorrían mi cuerpo, su boca aprisiona mis labios, las sensaciones invaden mi mente quería sentirlo, amarlo...


Karely Jonatika
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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:20 am

CAPITULO 9 ღ


―Hola amor.

Kevin menciono a través del teléfono.

―Hola –conteste con tristeza.
―¿Pasa algo?
―No, ¿por qué?
―Tu voz es… diferente.
―¿Enserio? Ah sí, he estado un poco resfriada.
―Cuida a las niñas, princesa, ya sabes que son muy sensibles a contraer enfermedades.
―Lo hare, no te preocupes.
―¿Sabes? Las cosas van de maravilla acá, dijeron que si todo sale bien me darán capitales aquí, ¡en Inglaterra amor!
―Suena genial –fingí emoción.
―No suena como genial.
―Es solo que te extraño –suspire.
―¿Estás llorando?
―Sí… ―dije antes que mi voz se quebrara.
―No, __(Tn), linda, no llores por favor.
―Es que te extraño tanto.

Lleve una mano a mi boca.

―Pero cariño, me iré a casa en dos días, no pensé que me fueras a extrañar tanto.
―¿Cómo no hacerlo? Si te amo.
―Yo también te amo y te extraño muchísimo.
―No tiene sentido que llore, ¿verdad?
―No, no me gusta oírte triste, haces que me preocupe. Mira, hagamos algo, ¿por qué no sales con las chicas y te diviertes un rato? Seguro así no me extrañaras.
―¿Tú crees?
―Sí, deja a las niñas con mamá, y sal a divertirte.
―Sí, tal vez lo haga.
―De acuerdo, amor… no quiero dejarte pero me llaman.
―Oh sí, no quito más tu tiempo.
―Nada de eso, llámame cuando tú quieras, nada me hace más feliz que escuchar tu voz –se quedó en silencio un momento―. Te llamo en la noche querida, así saludo a las niñas.
―Sí, te amo.
―Y yo, un beso –hizo el sonido de un beso―. Te adoro, adiós.

Él colgó antes de que pudiera despedirme también. Deje el teléfono en su lugar y fui hasta la cocina para terminar de preparar el desayuno, después de eso vestí a las niñas y llame a la señora Denisse para pedirle si podía cuidarlas, ella encantada acepto. Subí hasta mi habitación, saque un cambio de ropa y lo deje sobre la cama, entre a la ducha después de eso, salí y me vestí con rapidez al notar la hora en el reloj.

Deje mi cabello suelto después de peinarlo un poco, pensé en maquillarme pero lo encontré totalmente irónico. Salí de la habitación para ir junto con las niñas al auto, en unos minutos me encontraba despidiéndome de las niñas y emprendiendo mi viaje de nuevo a la culpabilidad. Aparque el auto frente a la cafetería, torpemente acomode un poco mi cabello y mi vestido, aplique brillo a mis labios y entre a la locación buscando con la mirada al chico de cabello oscuro y ojos profundos.

Él estaba sentando en las primeras mesas de la entraba, de nuevo no estaba solo. Dudaba en acercarme o no. Gire mi cuerpo decidida a irme, pero sentí un agarre en mi brazo.

―¿Vas a algún lado? –su voz era suave.

Me gire para encontrarme con sus ojos. Unos ojos llenos de cinismo y burla.

―Veo que estás un poco ocupado.
―Oh no, para ti nunca lady –sonrió.
―¿Quién es ella?
―Ahora lo sabrás –me jalo para llegar a la mesa―. ___(Tn) ella es Tifany, mi novia, Tifany ella es ___(Tn), una amiga –sonrió mirándome.
―Mucho gusto –Tifany dijo extendiendo su mano.
―Igual –la estreche.
―Bueno, ahora que se han conocido, ¿qué les parece si ordenamos?
―Eh… creo que yo iré a otra mesa, no quiero arruinar su cita –conteste irritada.
―No –me miró fijamente―. Sería una grosería ___(Tn).
―Por mí no hay problema, puedes quedarte con nosotros –la chica sonrió.
―De verdad yo no quiero… ―Joseph me interrumpió.
―Vamos, toma asiento –abrió una silla.

Le sonreí con irritación al mismo tiempo. Él tomo asiento a lado de la chica rubia, ella al instante lo abrazo mientras hacía preguntas sin sentido. Ambos pidieron algo de comer, mientras yo solo me decidí por una taza de café. Joseph no perdía oportunidad y le regalaba pequeños besos mirándome, en cada uno de ellos gire mi vista hacia otro lugar.

Esto era realmente incómodo. Mis manos jugaban nerviosas, algo muy dentro de mí estaba siendo dañado por las demostraciones de amor. «Amor», hice una mueca mientras torcía los labios. Estaba segura de que el no sentía ni la más mínima pisca de amor, no después de que tenía en la misma mesa a la novia y la amante en turno.


(Narra Joe)


―¿Seguro que no quieres que te lleve a tu departamento?
―No –dije mientras miraba a __(Tn)―. Estoy bien, no te preocupes.
―Bueno, pero espero que podamos salir más seguido, te he extrañado tanto –paso sus manos por mi cuello.
―Yo también –suspire―, pero será mejor que te vayas, te llamo mañana.
―Bien –sonrió―. Te quiero –dio un beso en mis labios.
―Sí –me aleje unos pasos―. Adiós.

Ella sonrió al estar dentro de su auto. Me despedí con un gesto de mi mano y camine de nuevo hasta la cafetería, entre pero ella no estaba en la mesa. La cuenta estaba pagada, me había informado el mesero. Salí del establecimiento y fui directamente hasta el estacionamiento. Estaba en el auto. Toque la ventana con mi puño, el ruido provoco que ella subiera su mirada. Apretó un botón logrando que el seguro de la puerta se desactivara. Subí y la mire fijamente.

―¿Pensabas irte?
―Me iré, no solo lo pensé.
―Aún podemos ir a mi departamento.

Me miro extrañada.

―¿No te da vergüenza decir eso?
―¿Por qué tendría que sentir vergüenza?
―Acabas de despedir a tu novia y ¿vienes conmigo buscando sexo?
―Ella no lo hace también como tú –sonreí.
―¡Eres un idiota!
―¿Así? Y, ¿por qué lo soy?
―¿Aún lo preguntas?
―Explícame.

Ella se quedó en silencio unos segundos antes de continuar hablando.

―Sales con ella y tienes sexo conmigo, y ahora nos juntas a las dos en el mismo lugar, y encima de todo me dices que soy mejor en el sexo.
―¿Y no es lo que haces tú también?
―Eso es muy diferente.
―¿Sí? ¿Qué tiene diferente? No espera, yo te lo diré, la única diferencia es que no nos has juntado a los dos en el mimo lugar, aunque no sería extraño que lo guardes como una fantasía, pero te advierto, prefiero el sexo en privado y no me excitan para nada los hombres.
―¡Idiota! –golpeo mi pecho varias veces.
―¿Tanto te duele la verdad? –tome sus manos entre las mías.

Ella se quedó en silencio, sus manos estaban tensas y sus ojos poco a poco se llenaban de lágrimas, bajo la mirada y dejo caer sus muñecas para llevarlas hasta su cara. Suspire al sentirme culpable por sus lágrimas.

―No llores –tome sus manos.
―¡Déjame en paz! –me miro a los ojos.
―Oye, lo que dije no es cierto… yo… ―me interrumpió.
―No, lo que dijiste es verdad –giro su vista.
―No quería hacerte llorar.
―Olvídalo, ¿sí?
―Ok, olvidémoslo, ahora, ¿iremos a mi departamento?

Me miro.

―¿Estás bromeando?
―No –reí―. No tengo porque bromear.
―¿Sabes qué? Mejor olvídalo, y bájate de mi auto.
―No, no me bajare –cruce mis brazos.
―¡Bájate del auto, Joseph!
―¡No lo hare! ¡Y deja de gritarme!

Ella golpeo el volante furiosa, bajo del auto y comenzó a caminar en círculos, sus manos estaban en su cara pero al separarlas podía leer sus labios con exactitud. «Vaya boquita», dije para mí mismo acompañado de una carcajada. En unos minutos estaba frente a la puerta de nuevo, respire esperando cualquier situación, gritos o golpes, pero no, ella subió encendiendo el motor, coloco en reversa el auto y salió del estacionamiento.

―¿A dónde vamos?
―Voy a dejarte a tu casa.
―Eso esperaba escuchar –aplaudí.
―No te emociones –hizo una mueca al mirarme.
―¿Cómo no emocionarme, cariño? Cada día estás mucho mejor, quiero ver que tienes preparado para mi hoy.
―Ya lo veras –desvió su mirada.

El auto se detuvo frente a mi departamento. Ella bajo para ir hasta la puerta del copiloto, la abrió permitiéndome salir. En sus labios se formó una pequeña sonrisa maliciosa, sus pies comenzaron a moverse con rapidez tratando de subir de nuevo.

Sonreí esperando un momento. Sabía perfectamente lo que tramaba, todo el camino mi mente había permanecido ocupada pensando en esa sonrisa, esa sonrisa no se trataba de nada bueno.

Camine a sus espaldas y tome su cintura antes de que subiera, la gire bruscamente pegando su cuerpo completamente con el mío. Su espalda choco contra el auto, sus manos se dirigieron hasta mi pecho, me separo unos centímetros para poder contemplar sus ojos, sus labios que se abrían poco a poco para exhalar, su respiración agitada chocaba junto con mi aliento cálido.

Trate torpemente de mantener mi mirada fija en sus ojos, pero era irónicamente imposible. Mi vista viajaba por sus labios y terminaba en su pecho, el vestido que había decidido llevar ese día, no ayudaba mucho a mi imaginación. Sonreí por última vez antes de acercarme a su boca, esta busco con frenesí la mía.

Su beso me estaba volviendo loco, toda la noche entera no había pensado en otra cosa más que en sus cálidos y deseosos besos.


(Narras Tú)


Su brazo rodeaba mi cintura, su cara estaba a centímetros de la mía, su respiración agitada chocaba con mi rostro. Cerré mis ojos para dejar escapar un suspiro, un suspiro de plenitud, un suspiro de alivio, un suspiro de razonamiento. Su mano acaricio mi mejilla, mi piel se erizo con el simple roce. Él rió al notarlo. Abrí mis ojos encontrándome con una mirada distinta, tan llena de ternura.

―Eres tan bella.

Deslizo su dedo índice por mis labios.

―Tengo que irme –tome su mano.
―¿Tan pronto?
―Deje a mis hijas en casa de la mamá de Kevin.

Se quedó en silencio.

―¿Por qué haces esto?
―Hacer ¿qué? –me miro confundido.
―Esto, seducirme.
―¿No te gusta? –sonrió.
―Estoy hablando en serio.

Él apartó su brazo para quedar boca arriba mirando el techo.

―Me gustas –suspiro.
―¿Te gusto? –lo mire sorprendida.
―Sí –me miro a los ojos―. ¿Te es tan difícil creerlo?
―Lo es –me sonroje.
―Pues créelo porque es verdad, algo tienes que me hizo adicto a ti desde el primer día.
―Ya planeabas esto, ¿verdad?
―¿Me golpearas si digo que sí? –sonrió.
―No, no lo haré.
―Ok, entonces digo que sí.

Aparte mi vista, me incorpore por completo para quedar sentada recargando mi espalda contra la cabecera de la cama, encogí mis piernas para abrazarlas.

―No sé qué hacer.

Se sentó a mi lado.

―Lo siento.
―¿Lo sientes?
―Sí, siento causarte todo esto.
―¿Sabes? Entre más lo pienso, me doy cuenta que esto es mi culpa también.
―Tu no tuviste la culpa, yo no debí… ―interrumpí.
―No, también es mi culpa, tal vez debí ser más fuerte… pero, no lo hice –negué con la cabeza.
―¿Te gusto?

Aparto un mechón de cabello de mí rostro.

―No lo sé –sonreí―. Supongo que si –levante mis hombros.
―Supongo –rió―. ¿Amas a Kevin?
―Sí –dije seria.

Él se quedó en silencio.

―No puedo dejarte ir ___(Tn), ahora eres mi obsesión.
―No te estoy pidiendo que lo hagas.
―¿Entonces?
―Lo único que sé, es que ahora se me hace más difícil dejar de pensar en ti.
―Entonces no lo hagas –me miro directamente―. No quiero que te alejes de mí, te necesito.
―Y ahora yo te necesito a ti.


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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:23 am

CAPITULO 10 ღ


―Haz venido.

Ella estaba entrando al departamento, sus manos estaban cargadas por un par de bolsas. Me acerque a ayudarla, tome las bolsas y las lleve a la cocina. Me gire rápidamente para ir hasta ella. Mi cuerpo se encendió al instante de sentir su beso sobre mis labios. Estaba frente a mí, me había seguido sin siquiera notar su presencia. Mis brazos tomaron con delicadeza su cintura, el vestido que llevaba, subió junto con las palmas de mi mano. Sonreí contra sus labios al sentir su piel suave y cálida.

―Te he extrañado tanto –junte de nuevo nuestros labios.
―Nos vimos ayer –sonrió.
―Una noche es una eternidad sin ti –tome su cara entre mis manos―. Hoy estás bellísima.
―¿De verdad? –Sus mejillas se sonrojaron.
―Sí –sonreí.
―Ni siquiera tuve tiempo de arreglarme, ¿ya viste los zapatos que llevo puesto?

Se alejó unos centímetros y bajo su mirada hacia sus pies.

―Son lindos.
―Claro –rió.
―Lo digo enserio –tome su mano―. ¿Qué has traído? –busque entre las bolsas.
―Miles de golosinas.
―¡Perfecto! Conoces mis debilidades –reí.
―Hace mucho que no como algo así, tenía un antojo –levanto sus hombros.
―Te has perdido de mucho, linda –tome un chocolate.
―¿Qué haremos? –se alejó.
―¿Cómo?
―Sí, veremos una película, escucharemos música…

La interrumpí, llevando mi dedo índice a sus labios, acaricie con delicadeza su mejilla y atraje sus labios hasta los míos. De verdad la necesitaba. Las noches se estaban haciendo largas sin su presencia, tener que dejarla ir, cada vez me era más duro.

Acaricie con la yema de mis dedos su espalda desnuda. Un suspiro se escapó de sus labios, sus ojos permanecían cerrados, mientras los míos la observaban sin cesar. Tome con fuerza su cintura y la sujete entre mis brazos para dejarla caer sobre el sofá de la sala, quite mi camisa, sin ayuda de ella. Simplemente me observaba, me observaba mientras mordía con picardía su labio inferior.

―Te necesito –suspire al llegar a su cara.
―Joseph… ―esbozo con voz suave.
―¿Sí? –di un beso en su cuello.
―Joseph –puso sus manos en mi pecho.
―¿Qué pasa?

Me aleje para mirar sus ojos.

―No puedo –negó con la cabeza.
―¿No puedes? –pregunte con confusión.
―No, Kevin llega esta noche, ha estado fuera por semanas, no puedo.
―Pero… creí que… ―me quede en silencio.
―Lo siento, tengo que irme –intento ponerse de pie.
―Espera –tome sus hombros―. Entonces, ¿a qué has venido?
―¿Qué?
―Sí, ¿a qué has venido?
―Te extrañaba –miro mis ojos.
―¿Me extrañabas? Me extrañabas –dije en voz baja.

Me incorpore del sofá dejando espacio libre entre los dos. Ella se puso de pie acomodando su vestido, su cabello y tomando su bolsa, se acercó silenciosamente a mí; sus labios estaban tan cerca de los míos, podía sentir su respiración cálida.

Moría por besarla, todos los sentidos de mi cuerpo lo pedían a gritos, pero sentía que algo muy dentro de mí estaba dañado, no sabía con precisión de que se trataba, simplemente sentía un hueco, un hueco que pedía ser llenado. Retrocedí unos pasos, cruce mis brazos y baje mi mirada. Era una tentación, una maldita tentación.

―¿Qué pasa? –puso una mano sobre mi brazo.
―Tienes que irte –dije sin más.
―Joseph… de verdad, ¿qué pasa?
―Vete ___(Tn) –mire sus ojos.
―¿Te pones así solo porque no quise tener sexo contigo?
―Tal parece que sí –conteste molesto.
―Mientes.
―Y si lo hago, ¿qué más da?
―Lo siento.
―No te disculpes, no te disculpes por favor.

Me aleje llevando ambas manos a mi cabello.

Estoy cansado, estoy harto, me cansé. Ya no puedo seguir fingiendo, muero de celos cuando se marcha, cuando la imagino en brazos de otro hombre. Tengo celos de él, tengo celos de él aun sin conocerlo; él es el que cada mañana la tiene entre sus brazos, quien disfruta de las noches acompañado de su caricia. Me cansé de pensar que esto funcionaria por un tiempo.

―Joseph, no te entiendo, ¿por qué te comportas así?

Mire sus ojos.

―¡Porque estoy cansado!
―¿Qué?
―Sí, estoy cansado que solo nos veamos cuando puedes, cuando «Kevin» –hice una mueca―, no está para complacerte, ¿qué es lo que soy para ti ___(Tn)?
―Joseph… ―la interrumpí.
―¡No soy nada! Simplemente soy como un juguete, al cual puedes utilizar cuando se te antoje.
―No Joseph, no eres eso para mí.
―¿Entonces? ¿Qué soy?

Ella se quedó en silencio, sus ojos comenzaron a llenarse de brillo. Lloraría. Estaba seguro de eso. Suspire con dificultad, trate torpemente de controlarme, pero era inútil. Estos dos últimos meses he estado con ella, había terminado la relación con Tifanny, por ella. Simplemente por ella. Ahora no me quedaba nada, no me quedaban más que momentos de su vida, momentos de simple intimidad.

―Joseph… por favor… ―cerro sus ojos.
―¡No, ___(Tn)! Entiéndeme tú a mí, tenemos dos malditos meses juntos, he dejado todo por ti y tú no has hecho nada, no puedo seguir más así, esto no es vida, una vida sería a tu lado, sin nada que temer, solos tú y yo.
―No puedo hacerlo, no puedo dejar a Kevin…
―¿Por qué? –dije con una voz más calmada.
―Es mi familia, no quiero arruinar eso.
―¡Dime la verdad! –grite furioso.
―Lo amo –bajo la mirada.
―¿Lo amas? ¿Lo amas después de todo esto?

Tome su barbilla y obligue que mirara mis ojos.

―Sí…
―¿Dónde quedo yo?
―Joseph, tu eres importante, pero… ―se quedó en silencio.
―Entiendo –me aleje―. Vete, vete y no vuelvas más.
―Joseph, por favor no me hagas esto.
―Todo será mucho mejor, ¿no crees? Será como si nada hubiera pasado, será como si jamás nos hubiéramos conocido, ya no tienes que mentirle nunca más a tu marido, ahora puedes seguir como si nada, vivirás sin mí en medio de los dos.
―Pero… ―la interrumpí.
―No digas nada más, por favor vete.
―Joseph… ―se acercó a mí rosando mi mejilla.
―Vete, ___(Tn) –cerré mis ojos.

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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:27 am

CAPITULO 11 ღ


―Bien, si quieres que me vaya, lo hare –contesto molesta―, pero tú también recuerda un par de cosas, Joseph. Tú empezaste todo esto, me buscaste y ahora estoy aquí, pero tú mejor que nadie sabía en la situación que me encontraba, y aun así continuaste con tu juego –me apunto con su dedo índice―, ahora no puedes pedirme más que esto, una aventura, ¡no puedes! Yo tengo una familia y no la perderé por esto, no la perderé por ti.
―Entonces, ¿soy solamente eso para ti? ¿Una aventura?
―Así es como empezamos –se quedó en silencio―, no puedo ofrecerte más.
―Pero contéstame ahora, no metas el inicio sino todo por lo que hemos pasado en estos meses, ¿he sido tan solo una aventura todo este tiempo?
―Joseph, eres alguien especial para mí, como un amigo, pero no puedo considerarte como algo más, estoy casada.
―¡Eso no te importo!

Me aleje, pasando ambas manos por mí cabello.

―¿Pero sabes? Ahora si me importa, y creo que es un buen momento para que esto acabe –camino hasta la puerta.
―¿Te vas? –la seguí.
―Dijiste que me fuera, ¿no? –se giró.

Sus ojos estaban conteniendo las lágrimas, podía darme cuenta en su forma de mirarme. Mis manos temblaban, jamás quise pasar por esto. Siempre fui un hombre de «pocas palabras», tan solo una noche y todo estaba bien, y ahora, ahora estoy sufriendo por ella, me están matando los celos por ella, las lágrimas que tanto tiempo retuve, ahora se derraman por ella. El coraje se obstruía en mi pecho. Es un coraje sin fundamento ni razón. Yo mismo busque esto, quería jugar con fuego, pues bien Joseph, ahora te estas quemando.

―Sí.

Recargue mi cuerpo contra la pared. Observándola.

―Bien –limpio su rostro―, hasta nunca –salió dando un portazo.


(Narras Tú)


―¿Dónde estabas?

La voz de Kevin llamo mi atención. Gire mi vista hasta él, mis ojos estaban aún hinchados por el intento de llanto a favor de Joseph, pero con un poco de maquillaje logre disimularlo satisfactoriamente.

―¿Qué haces aquí? –camine hasta él―. Pensé que llegarías dentro de unas horas.
―Quería darles una sorpresa –levanto un ramo de rosas―, pero tal parece que la sorpresa me la lleve yo, ¿dónde están las niñas?
―Con Denisse –señale el ramo―, ¿es para mí?
―¿Para quién más?
―Gracias –sonreí a penas.
―No respondiste mi pregunta, ¿dónde estabas? Además, ¿por qué dejaste a las niñas con mi mamá, si sabias que hoy llegaría?
―Las deje con ella, porque pensé que no llegarías hasta dentro de unas horas.
―Bien, ¿y dónde estabas?
―Fui a comprar unas cosas –mencione nerviosa.
―¿De verdad? ¿Dónde están esas cosas?
―No encontré lo que estaba buscando.
―¿Qué buscabas?
―Cosas, Kevin, ¿por qué tantas preguntas? Es que acaso, ¿no confías en mí?

Él me abrazo por la cintura.

―Claro que confío en ti –beso mi mejilla―, es solo que me preocupe.
―Sí –lo abrace con fuerza―, disculpa por no estar aquí.
―Ya no importa –extendió su mano con las rosas―, toma.
―Son hermosas –las tome―, ¿tienes hambre? Puedo prepararte algo.
―Suena bien, pero ¿las niñas?
―¿Puedes ir por ellas?
―Claro –tomo las llaves de mi auto―, el mío no tiene suficiente gasolina –salió de la casa.


(Narra Kevin)


El motor del auto rugió al instante de acelerar. El semáforo se encontraba de nuevo en verde y el auto de atrás llamo mi atención con un leve sonido de su bocina. No me había percatado cuanto tiempo llevaba centrado en mis pensamientos y cuando olvide todo a mí alrededor. En mi cabeza solo estaba la imagen de ___(Tn). Su imagen y su voz. Quizá me creí por una parte su historia, la creía porque confió ciegamente en ella, sin embargo, como en todo momento, siempre esta esa voz dentro de uno mismo. La voz que me anuncia que algo no anda bien.

Sus ojos estaban hinchados, su nariz un poco roja y sus labios temblaban al hablar. ¿Estoy tan ciego, para no haberlo notado momentos antes? O ¿simplemente estoy equivocado? ¡Maldita sea! ¿Por qué pienso en esto ahora? Ahora que he vuelto, y se supondría que debería estar feliz. Al contrario, mi mente está llena de dudas. Dudas que no tienen fundamento.

La vibración y sonido de un teléfono celular, llamó mi atención. No era el mío. El tono era más bien parecido al de ___(Tn). Baje mi mirada y me encontré con este en la parte anterior de la caja de cambios. Dejo de sonar cuando lo tome en mi mano, levante mis hombros y antes de dejarlo en su lugar, entro de nuevo una llamada. Sin pensarlo, conteste acercando el auricular a mi oído.

―¿Hola?
―Eh… ¿se encuentra ___(Tn)?

Una voz masculina respondió.

―No, soy su esposo, ¿quién la busca?

La voz al otro lado se mantuvo en silencio, segundos después, se cortó la llamada. Observe el número con atención al llegar a otro semáforo, este era desconocido. Trate de descifrarlo, pero fue inútil. Jamás había visto ese número.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



―¡Regresamos!

Levante mi voz al entrar a casa. Estrella estaba en mis brazos y Luna abrazaba mis piernas, esas pequeñas cosas, lograban que mi mente se olvidara de todo.

―¡En la cocina! –respondió ella en voz alta.
―Niñas –mire a ambas―, vayan a dejar sus cosas a la habitación, después lávense las manos para bajar a comer, ¿sí?
―Sí, papi –mencionaron al mismo tiempo.

Baje a Estrella de mis brazos y ambas subieron a su habitación. Afloje el nudo de la corbata mientras caminaba hasta la cocina, sobre la mesa estaba el ramo de rosas. Las observe por un instante y después dedique todo mi atención hacia ___(Tn).

―¿No te gustaron las flores?

Ella se giró.

―Son muy lindas –apenas sonrió―, ¿por qué?
―No las has puesto en agua.
―Las pondré en un momento –dejo lo que llevaba en sus manos.
―Déjalo –camine hasta ella―, yo lo hare –tome un florero yendo hasta el grifo.
―Lo siento.
―¿Por? –la mire sobre mi hombro.

Negó con su cabeza.

―Nada –siguió cocinando.
―Algo te sucede –deje las flores dentro del jarrón―, ¿puedes decirme qué es?
―No es nada, Kevin –termino los últimos detalles.
―¿Nada? –Tome su rostro entre mis manos―. Me parece que es mucho más que eso, ni siquiera me parece que te alegre que yo haya regresado.
―¿Cómo dices eso? Claro que me alegra que hayas regresado –acaricio mi mejilla.
―¿Entonces?
―Eso solo que… ―giro su vista―, no me he sentido bien.
―¿De nuevo?

La observe en silencio.

―No estarás… ¿verdad?
―No, a menos que sea por obra de Dios.
―Bien, entonces vayamos a un doctor, y quitémonos este pesar.
―Sí, pero no siento que sea necesario ir a un doctor, me tomare unas pastillas para el dolor y listo.
―Tú y tus remedios –la abrace―, solo te falto estudiar medicina.
―Estaré bien, ya verás.

Asentí sin más remedio.

―Te he extrañado tanto, amor –me aleje un poco―, tú, ¿me echaste de menos?
―Por supuesto –sonrió.
―¿También extrañaste mis besos? –susurre muy cerca de sus labios.
―Sí.
―Y… ¿mis caricias? –Acaricie con la yema de los dedos, su rostro.
―Kevin –coloco ambas manos en mi pecho.
―¿Qué pasa? –la mire confundido.
―Las niñas pueden venir en cualquier momento –retrocedió unos pasos.
―¿Es eso o no quieres que me acerque demasiado a ti?


(Narras Tú)


¿Era eso en realidad? Dudas invaden a mi corazón, siento una gran confusión. Tenerlo cerca me hacía sentir mucho peor de lo que había imaginado.

―No es eso, Kevin, es solo que quiero evitarme esa «charla» antes de tiempo –reí un poco.
―Tienes razón, yo ni siquiera quiero darla –se acercó―, pero, hemos estado tan alejados que no sabes cuánto me gustaría estar a solas contigo, solos tú y yo, sin nadie más.
―Tenemos mucho tiempo –baje mi mirada.
―Te amo, ___(Tn) –sujeto mi barbilla.
―Y yo a ti.

Él se acercó rosando mis labios, su aliento choco con el mío, sus ojos reflejaban tantos sentimientos. Me preguntaba si los míos también lo hacían, de ser así, mi vida se habría venido abajo con anterioridad.

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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:29 am

CAPITULO 12 ღ


―Te necesitaba tanto, Joseph.

Sus besos llenaron mi rostro, sentía sus manos en mi pecho y su respiración normalizarse después del leve momento acontecido. A pesar de su gran entrega… no era igual. Ella no era ella.

―Sí –acaricie su cabello.
―¿Por qué me llamaste hasta ahora? ¿Por qué esperaste tanto tiempo?
―No lo sé –gire mi vista.
―Bueno –beso mis labios―, no importa, lo que importa es que estoy contigo de nuevo. Me sentía tan sola sin ti, amor.
―No me llames así, Tiffany –cerré los ojos.
―¿Por qué?
―Sabes que no puedo ofrecerte nada, solamente mi compañía –me incorpore.
―Pero… pensé que me habías llamado para continuar nuestra relación.
―¿Cuál relación? Nunca tuvimos una relación –me encontré con su mirada―. Yo no puedo quererte.
―¿Cómo lo sabes? Yo puedo ayudarte, puedo lograr que sientas algo por mí, tan solo dame tiempo, no me rechaces.
―No, no quiero crear falsas esperanzas.
―Estás enamorado de alguien más, ¿verdad?

¿Enamorado? ¿Esa podría ser la palabra para describirme? «No», mi voz interior llamo. Ella fue especial, pero tan solo eso. Quizá no pueda olvidarla ahora, sin embargo lo hare, la olvidare y continuare con mi vida. La vida que ella me robo. Seré el mismo, el mismo que la cautivo. Reuniré fuerzas, las fuerzas que me ayudaran a olvidarla y mantenerla como un bonito recuerdo.

―No –respondí de inmediato.
―¿Entonces?
―Yo no tengo sentimientos –apenas sonreí.
―¡Oh vamos! ¿Podrías darme una respuesta razonable?
―Hablo en serio –reí―, no tengo sentimientos, ninguno de ellos.
―Bien, si eso es lo que crees tú, las cosas pueden cambiar.
―No, no lo creo –tome mi ropa―, seré siempre así, no hay nadie que pueda cambiarme.
―¿Ah? ¿En serio? –Sujeto mi brazo―. ¿Por qué me llamaste hasta ahora entonces? Se perfectamente que terminaste nuestra relación por aquella chica… ¿cuál es su nombre? ¡Ah sí! ___(Tn), ¿no?

Me detuve en seco al escuchar su nombre.

―Ella no es nadie.
―Claro, como digas, Joseph.
―¿Por qué le tomas tan importancia a mis sentimientos? –levante un poco la voz.
―Me importas.
―Yo…

Me quede en silencio.

―Esto no funcionara –comencé a vestirme.
―¿A qué te refieres?
―Imagine que todo volvería a ser como antes, sin embargo no puedo.
―¿Esperabas usarme para olvidarte de ella?
―¡No quiero olvidarme de nadie! ¿Qué? ¿Acaso no lo entiendes? Yo no necesito olvidarme de nadie. Jamás me enamore y jamás lo hare, si eso es lo que esperabas que sucediera contigo, lo siento pero no.
―Eres tan transparente, Joseph.

Ella negó varias veces con su cabeza, en seguida se colocó de pie para tomar su ropa y vestirse en un par de segundos. Su reacción logro que mis hombros se relajaran y mi posición de ataque se esfumara. ¿A quién trataba de engañar? Ni siquiera yo había creído mis palabras, mencione una mentira tras otra.

―Discúlpame –mi voz llamo su atención. Me miraba fijamente―. Nunca fue mi intención hacerte sentir así.
―¿Cómo? ¿Usada? –sus palabras resonaron en mi cabeza.

Asentí en silencio.

―No puedo esperar que sientas algo por mí, Joseph –se acercó―. No lo hiciste cuando estábamos juntos, no espero que lo hagas ahora, simplemente quiero que sepas que me preocupo por ti, cuando quieras hablar búscame –camino hasta la puerta.
―Eso quiere decir que seremos… ¿amigos? –pregunte confundido.
―Si tú quieres –levanto sus hombros―, prometo que no creare ningún plan para enamorarte.
―¿Segura? –Bromee―. Tal vez pueda cambiar de idea con el tiempo.
―No, no lo creo –se giró―. Yo te quiero, Joseph, sin embargo tú nunca lo harás, mucho menos enamorado de otra persona.
―¿Cómo sabes que estoy enamorado?
―Conozco esa mirada a la perfección aunque no lo creas –salió del apartamento.

«¡Vaya que lo creo!». Tanto tiempo evitando este sentimiento y ahora estaba más vivo que nunca. Deseaba tanto hablar con ella, tan solo para escuchar su voz, pero un intento anterior me hizo entender dónde estaba ella, y con quien. Tuve un momento de debilidad después de que se marchara, intente correr y alcanzarla antes de que ella subiera a su auto, más sin en cambio, mis piernas no respondieron al primer intento, unos segundos después fue demasiado tarde, se había marchado y el miedo de ya no verla más, lleno mi interior. Quizás no debí llamarla instantes después, no obstante, mi razón se vio totalmente dañada y la única cura la tenía ella, pero mi corazón se derrumbó al escuchar su voz. Entonces decidí no buscarla ni llamarla, incluso, en un ataque de rabia, el celular estallo contra la pared.

«¡Muy bien…ahora no hay más tentación!», grite con desesperación. Y sin más; esa noche llore como nunca antes lo hice, derrame lágrimas de amargura sobre la cama que fuera hasta ese día, nuestro único momento.

Hoy me quedaba tan solo comenzar de nuevo. Probablemente conoceré a alguien igual o mejor a ella.

―Y entonces no la dejare ir –abrí las puertas del closet―. Nueva vida, nuevo trabajo.

Tome un par de trajes que extendí sobre el colchón, los observe durante unos minutos y elegí el más adecuado. Hacía días que había hecho un par de llamadas a un par de oficinas y empresas, todas ellas me llamaron negándose, sin embargo hubo una que me hizo ver un nuevo futuro.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•



La empresa se mantenía en movimiento constante, la gente entraba y salía como en un centro comercial. Sin duda estaba agradecido por encontrar un puesto vacante en una empresa de tan alta calidad y prestigio. Quizá el trabajo de diseñador gráfico no fuera tan importante ya que la fama de JONAS, era más que evidente, pero era importante en el sentido de publicidad a la sociedad.

―Soy Joseph Miller –mencione a la recepcionista―. Tengo una entrevista de trabajo.
―¿Para qué sector?

La señorita pregunto con amabilidad.

―Diseñador.
―Permítame –tecleo un par de palabras en el computador―. El señor Jonas lo atenderá en unos minutos, si desea ponerse cómodo –señalo hacia la sala de espera.
―Gracias.

Tome asiento al lado de un par de personas más. En sus manos llevaba carpetas con cientos de papeles, seguramente de recomendaciones. ¿Serían competencias para el mismo vacante? Recordé que no llevaba ninguna recomendación, tan solo los papeles necesarios. Mi garganta se secó. Todos ellos eran competencia, quizás con mucha mayor experiencia. Eso era evidente.

Negué un par de veces para mis adentros y desvié mi mirada de la distracción. En un par de minutos, como había señalado la recepcionista, un hombre salió de una de las puertas. Quizá tan solo fuera una equivocación, pero su rostro me resultaba bastante familiar.

¡Claro! Había tenido el gusto de conocerlo tan solo una vez, no obstante me dije a mi mismo, no lo olvidaría nunca. Igual que no la olvidaría a ella.

Su sonrisa logro que mi garganta ardiera de algo que sin lugar a dudas se llamaban celos. Me incorpore en tan solo un movimiento. Él se acercó estirando su mano.

―¿Joseph Miller? –Pregunto―. Un gusto, soy Kevin Jonas.


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Mensaje por Karely Jonatika Jue 12 Abr 2012, 1:32 am

CAPITULO 13 ღ



Las puertas de la empresa se abrieron delante de mí, la recepcionista sonrió ante mi presencia, correspondí a su saludo con un gesto de mi mano. Me acerque y tintinee mis dedos sobre el mostrador.

―Hola, María.
―Señorita ___(Ta), es un gusto verla por acá –sonrió de nuevo.
―Estaba cerca y decidí pasar para ver a Kevin, ¿está ocupado?
―Hace unos minutos entro con un nuevo empleado a su oficina, pero no creo que este ocupado para usted, señorita –tomo el teléfono―. Le avisare que está usted aquí.
―Si está ocupado, puedo esperarlo –señale la sala de esperas.

Ella no respondió, simplemente levanto su dedo índice para indicarme que la esperara un minuto. Dejo el teléfono sobre su oído y respondió después de unos segundos.

―Señor Jonas, siento interrumpirlo –se quedó en silencio―, su esposa está aquí señor… sí, yo le digo –corto la llamada―. Señorita.
―¿Sí?
―Puede pasar, la está esperando.
―Gracias –sonreí.

Le di la espalda para ir hasta las puertas de su oficina. Al tomar las perillas de está, un escalofrío recorrió lo largo de mi espalda. Dude unos instantes y gire las manecillas para quitar el seguro, abrí con cautela una de las puertas y asome mi cabeza primero. Kevin sonrió al notar mi presencia, el caballero que lo acompañaba no la noto. No hasta ese momento en que Kevin se ponía de pie y dejaba la plática que mantenía para acercarse a mí.

―Hermosa, me alegra verte por aquí.
―Estás ocupado –sonreí nerviosa.
―No, nada de eso, mira te presento –sujeto mi cintura―. Él es Chris, un amigo, Chris, ella es mi esposa, ___(Tn).
―Es un gusto –Chris extendió su mano.
―Igualmente –correspondí a su saludo.
―Bueno, los dejo solos –Chris se puso de pie―. Piensa lo que te dije, Kevin.
―Tenlo por seguro –Kevin sonrió.
―___(Tn).

Chris se despidió con un gesto antes de salir de la oficina de Kevin.

―¿Qué tienes que pensar? –Pregunte con curiosidad.
―Asuntos de trabajo, amor, no puedo mencionártelo aun, es una sorpresa.
―¿Sorpresa? ¿Me puedes dar una pista?
―No, lo siento.
―Malo.
―Cuando te enteres no creerás eso.
―Pues hasta que eso suceda, eres malo.
―Yo creo que eres hermosa –me abrazo.
―No me importa –enrede mis brazos en su cuello―, las personas malas siempre dicen mentiras.
―De acuerdo, entonces eres absolutamente horrenda.
―¡Oye! –Golpee suavemente su mejilla con la palma de mi mano―. Tampoco tienes que exagerarlo.

Él se quejó girando su rostro.

―Tú tampoco tienes que golpearme.
―Sí tengo –reí.
―Me vengare.
―¿Cómo? ¿Me golpearas también?
―No –acerco su rostro al mío―, tengo una mejor opción.

Sus manos tomaron mi rostro, se acercó susurrando lo mucho que amaba. Yo simplemente sonreí ante sus palabras, era eso por lo que ahora estaba en la oficina con él. Toda la mañana y la noche anterior, la imagen de Joseph había estado en mi cabeza. Necesitaba sentir el amor de Kevin para olvidarlo.

Él rozo sus labios con los míos, cerré los ojos por instinto. Al cabo de unos segundos de pequeños roces, mis labios tomaron la iniciativa y tomaron los suyos para fundirlos en un beso. El beso que calmo mi alma y corazón. Acaricie el cabello de su nuca mientras él ahora me abrazaba, sujetando mi cintura tan cercana a su cuerpo.


(Narra Joseph)


Y aquí estoy otra vez, con este vacío que no quería volver a sentir, más sin en cambio se apodero de todo en mi interior al observar aquella imagen. Por un momento creí que estaba volviéndome loco, incluso pensé que mi mente me estaba jugando una mala pasada, pero no tenía sentido negármelo. Ella estaba en sus brazos y sus labios unidos a los suyos. Hasta ese momento. Hasta el momento en que había entrado a la oficina sin avisar mi llegada.

La mirada de él se encontró con la mía. Ella se giró también.

―¿Necesitas algo, Joseph? –él menciono con un tono molesto.

___(Tn) se separó de su abrazo bajando su mirada.

«¡Veme a los ojos!», grite para mis adentros con desesperación. Quería observarla, quería ver su reacción al encontrarnos de nuevo. Mis puños se cerraron, el coraje ahora me invadió. Luche contra mis instintos para no gritárselo a la cara, luche contra mí mismo para no informarle a su «esposo», todo lo sucedido. Apreté mis labios y trague todas esas palabras que se habían acumulado en espera de ser disparadas, quizá si las hubiera dejado salir, me hubiera sentido mucho peor.

Esquive cualquier contacto y suspire con resignación.

―No, siento haberlos interrumpido.

Tome las perillas de la puerta y las cerré tras haber salido, camine con rapidez hasta la desembocadura de la empresa. Mis piernas temblaban y mi respiración se agitaba a gran escala con cada uno de los pasos. Era como una montaña rusa; el coraje se elevaba y sin pensarlo, bajaba hasta el sentimiento más agridulce; la aflicción. La tristeza. La melancolía. Palabras hermosas para devastadores sentimientos.


(Narra Kevin)


―¿Pasa algo?

Mi voz irrumpió en el silencio que se había formado a la salida de Joseph. Ella levanto su mirada al fin, negó un par de veces en silencio y se acercó, acaricio mi mejilla y beso cálidamente mis labios.

―Nada –menciono con voz temblorosa.
―¿Segura? Te has puesto pálida –acaricie su mejilla.
―Sí, no es nada.
―¿Lo conocíamos de alguna parte? Su rostro me pareció tan familiar cuando llego esta mañana.
―Ni idea –se quedó en silencio.
―Es raro –bromee―. Pareciere que nunca había visto a dos personas besándose.
―Sí –de nuevo el silencio―. ¿Te molesta si nos vemos en casa? No me siento nada bien.
―¿Qué sientes? Dijiste que no te pasaba nada.
―¿Yo?
―Sí, hace unos segundos, cuando te lo pregunte.
―No debí escuchar bien –hizo una mueca.
―Me estás preocupando, mejor te acompaño.

Me aleje para ir hasta el escritorio, tome mi chaqueta y apague el ordenador. Fueron tan solo minutos, pero cuando me gire ella ya no estaba. La llame varias veces mientras la buscaba en el cuarto de baño dentro de la oficina, espere su respuesta pero fue inútil.

Karely Jonatika
Karely Jonatika


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